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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.20 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2013

 

PSICOANÁLISIS

La constitución del objeto en la melancolía

The constitution of the object in melancholy

Dal Maso, Silvina1; Ibalo,  Belén2; Virgilio, M. Cristina3; Wainszelbaum, Verónica4

1Licenciada en Psicología. UBA. Docente en la cátedra Psicoanálisis Freud I. Profesor Titular: Dr. Osvaldo Delgado. Facultad de Psicología. UBA. Investigadora docente en UBACyT. E-mail: sildalmaso@yahoo.com.ar

2Universidad de Buenos Aires: Facultad de Psicología. Cátedra: Psicoanálisis. Freud I. Profesor titular: Dr. Osvaldo Delgado. Investigadora docente en UBACyT. Períodos: 2010-1012; 2012-2015.

3Universidad de Buenos Aires. Facultad de Psicología. Cátedra: Psicoanálisis Freud 1. UBACyT, Investigadora, Período 2008-2010; 2010-2012; 2012-2015.

4Licenciada en Psicología, UBA. Docente en la cátedra Psicoanálisis Freud I. Profesor titular: Dr. Osvaldo Delgado. Investigadora docente en UBACyT.


Resumen:
Esta reseña conclusiva es el resultado del trabajo realizado en el proyecto de Investigación: "El objeto en la melancolía: Del amor a la pulsión", que se realizó entre los años 2010 y 2012, aprobado por el programa  UBACyT. Los ejes centrales que condujeron la investigación fueron: el estatuto del objeto en  la melancolía en relación con la identificación que la funda. El movimiento que va desde el término das Ding en Freud, a su elevación al valor de concepto en Lacan; las dificultades en la simbolización, en el pasaje de la cosa al objeto; el obstáculo que hemos encontrado para hablar apropiadamente de pérdida de objeto en la psicosis melancólica debido a su singular constitución. Y la distinción entre estados y rasgos melancólicos y la psicosis melancólica.
La presente reseña conclusiva tiene por objeto destacar de la mencionada investigación, la modalidad en la constitución del objeto en la melancolía, poniendo de relieve la diferencia entre falta y agujero, yo ideal, ideal del yo y superyo, herida y cicatriz. Se ilustrará además con viñetas clínica y la literatura.

Palabras Clave:
Psicoanálisis; Psicología; Melancolía; Dolor; Das Ding; La cosa freudiana; Psicosis; Pulsión; Libido; Objeto; Investigación.

Abstract:
This conclusive review is the result of research conducted in the research project: "the object in melancholy: love to drive", which was carried out between 2010 and 2012, approved by the programmed UBACyT.  The central themes which led the research were: the status of the object in the melancholy in relation to the identification that the sleeve. The movement that goes from the term das Ding in Freud, their elevation to the value of concept in Lacan; the difficulties in the symbolization in the passage of the thing to the object; the obstacle that we have found to properly discuss loss of object in the melancholic psychosis due to its unique Constitution. The distinction between States and features melancholy and melancholic psychosis.
This conclusive review aims to highlight the mentioned research, the modality in the Constitution of the object in the melancholy, emphasizing the difference between failure and hole, ideal and the ideal of the ego, superego, wound and scar. It will also illustrate with clinical vignettes and literature.

Key Words:
Psychoanalysis; Psychology; Melancholy; Pain; Das Ding; The Freudian thing; Psychosis; Drive; Libido; Object; Research; Freud; Lacan; Faculty of Psychology, University of Buenos Aires


 

Objetivo:
Como se ha mencionado anteriormente, esta reseña conclusiva es el resultado de un trabajo que entre otras interrogaciones, se orientó por el objetivo de precisar el estatuto del objeto en la melancolía, a través de la indagación realizada del desfallecimiento de la función de la imagen; la constitución estructural desde das Ding al objeto a; el estatuto de la herida abierta y las cicatrices; y referencias clínicas y literarias.

Despliegue de la investigación:

1.- El fracaso de la constitución de la imagen especular en la melancolía
La Melancolía ha permitido a Freud avanzar en la constitución íntima del yo humano1, tomando como referencias los conceptos de Narcisismo e Ideal del Yo, y su otra vertiente la conciencia moral que anticipa el concepto de superyó.
El yo no es una instancia presente desde el comienzo, sino que se constituye como objeto de amor a partir del narcisismo: "amarse a sí mismo como al objeto exterior, procurándose todos los cuidados y quehaceres que prodiga al objeto amado"2El yo se constituye como objeto de la libido, y esto tiene como consecuencia la constitución y apropiación de la imagen especular, en la medida en que pueda ser captada y autentificada por el Otro.
Freud sitúa la génesis del Ideal del Yo en la identificación primaria como una operación simbólica3, anterior a toda relación de objeto, el primer modo como el yo distingue a un objeto. Es una identificación al padre (no al padre del Edipo o al padre rival), sino al padre como uno - una marca a partir de la que se constituye el Ideal del yo.
Pero también recorta otra vertiente del ideal del yo, la que anticipa el superyó, con su función de conciencia moral y crítica4. Esto permite separar el ideal del yo, como condición de represión, del superyó, como instancia crítica y cruel para un sujeto, que adquiere una dimensión relevante en la melancolía. Esta instancia crítica encuentra un límite al narcisismo en la melancolía, con ella asistimos a un yo sin el velo que proporciona el narcisismo, sin cobertura, es decir, sin complemento libidinal. Siendo la melancolía, un cuadro clínico donde se manifiesta la máxima expresión de la pulsión de muerte, el superyó se vuelve patológico, su hiperseveridad a consecuencia de la desmezcla pulsional5, que desagrega el complemento libidinoso exige al yo más renuncia pulsional, exacerbando su ferocidad y crueldad hacia el yo. Esto nos lleva a situar una relación mortífera a la imagen, que al no estar regulada en la melancolía por el Ideal queda reducido a un resto. El yo es una función ilusoria necesaria para la neurosis, en el melancólico se trata de una certeza: el yo es un resto, una miseria.
Freud diferencia dos instancias: el Ideal del yo, como la instancia simbólica que responde a la identificación parental a partir del cual se mide el yo actual, una instancia desde donde el sujeto se ve como amable, desde donde se constituye la imagen; y el Yo Ideal, en tanto aspiración narcisista imaginaria que sería la imagen como puro reflejo del espejo (imagen especular)6. Lacan trabaja estos conceptos en su modelo dinámico del estadio del espejo, que hemos tomado para situar nuestra hipótesis de trabajo referida a la modalidad en la constitución del objeto en la melancolía: el ataque a la propia imagen en la melancolía es una tentativa fracasada de producir la separación con respecto al objeto. De esta tentativa y su fracaso se nutre el repertorio melancólico tal como éste se presenta en la clínica: la indignidad, la culpabilidad, la impudicia, la queja, la inhibición y el estupor, tal como fue expuesto en el informe final.7
Freud nos orientó para poder pensar el estatuto de la pérdida de objeto en la melancolía en tanto una pérdida que no termina de efectuarse. De este modo ubica una condición de esta disposición enfermiza que la diferencia del duelo: "el melancólico sabe a quién ha perdido, pero no lo que ha perdido en el objeto que desapareció"8el sujeto se encuentra con la imposibilidad de recortar lo que fue para el otro, imposibilidad de hacer entrar en función su dimensión de falta como correlato del objeto perdido (propio del trabajo del duelo normal).
En la melancolía se trata del fracaso de la constitución del narcisismo que compromete la dimensión deseante. Lacan en el Seminario 1 trabaja la desaparición del semejante, dada la ruptura del eje imaginario, dejando al sujeto a merced de ese núcleo de goce que es el Otro absoluto: la sombra.
Según Julia Kristeva "El melancólico es un extranjero en su lengua materna. Perdió el sentido - el valor - de su lengua materna, por no poder perder a su madre. La lengua muerta que habla y que anuncia su suicidio oculta una Cosa enterrada viva. Pero no traduce la Cosa para evitar traicionarla: quedará tapiada en la cripta del afecto indecible."9
Recurrimos a una viñeta de Jacques Alain Miller10 (se encuentra en un subtítulo más abajo) para situar que en la melancolía asistimos al fracaso de la función de velo de la imagen especular, que claramente se evidencia a partir de su certeza en el delirio de indignidad de reducirse a un puro desecho en su confrontación con el vacío: "No soy nada".
Es así como el melancólico, al denunciar la realidad ilusoria del yo, se aproxima a la verdad de la estructura más que los otros, verdad cuya proximidad necesariamente enferma: caída del velo, caída del enmascaramiento narcisista donde el objeto pierde sus atributos -i(a)- para confrontarse con esa verdad oscura que se presentifica en el objeto, que Lacan nombra objeto a: su ruina, "no soy nada". Detrás del espejo no hay nada, que en el caso de la neurosis adquiere el estatuto de una nada: objeto a como causa.
Lacan subraya en relación a la angustia11 "la identificación con la nada (le rien) de los melancólicos como una identificación con lo que no pertenecería al registro especular, y que explicaría la forma frecuente de los suicidios melancólicos por defenestración".
En la melancolía se trata de la conmoción del Ideal, en tanto la falta que el Otro como construcción subjetiva no soporta, la cual retorna en el sujeto como pérdida que lo ensombrece. Insuficiencia del Otro, insuficiencia del sujeto. La imagen se eclipsa, no hay espejo, y esto testimonia la muerte en vida del melancólico sin esperanza.
Lo decisivo en la melancolía es que una investidura de objeto es reemplazada por una identificación narcisista (masiva). Se trata de un yo escindido y alterado por identificación que asumiendo los rasgos del objeto- es tomado él mismo como objeto por su otra parte, la instancia crítica del Superyó, y tratado como se trata a un objeto ante el cual la ambivalencia fundamental ha dejado lugar al odio. De esta forma el recurso melancólico paradojalmente termina borrando cualquier indicio de escisión o división.
El delirio de indignidad, las autodenigraciones, la perturbación del sentimiento de sí, propios de la melancolía, no son más que consecuencias de este trabajo interior que ensombrece su yo. Se trata de la regresión de la libido al yo, más específicamente al narcisismo originario (en tanto regresión a un momento constitutivo y de organización del yo), libido que no encontró un uso en otro objeto sino que sirvió para establecer una identificación del yo con el objeto resignado, que tratándose de una identificación narcisista exige que sea abandonada la investidura de objeto. En este alejamiento de toda investidura libidinal que presenta la melancolía se revela la actividad de destrucción y desagregación de la pulsión de muerte, que conlleva a la ruptura de todo lazo y al desfallecimiento de todo movimiento que tiende a la vida.
La melancolía nos enseña que el yo sólo puede darse muerte si en virtud del retroceso de la investidura de objeto puede tratarse a sí mismo como un objeto, dirigiendo contra sí mismo esa hostilidad en lugar de movilizarla hacia los objetos. "la sombra del objeto ha caído sobre el yo"12todo ocurre como si el yo hubiera introyectado al objeto canibalísticamente, al punto de borrarse en beneficio de ese objeto, la pérdida de objeto es traducida por el enfermo como pérdida del yo, un yo que se vuelve pobre y vacío.
Respecto a la diferencia entre el duelo y la melancolía Lacan dice: "Y porque esto es diferente del retorno de la libido en el duelo, también por eso todo el proceso, toda la dialéctica se edifica de otro modo. Que a (el objeto) quede oculto, desconocido en su esencia, esto es lo que el melancólico necesita que pase, por así decir a través de su propia imagen, y atacándola primero para poder alcanzar en ese objeto a que lo trasciende aquello cuyo mando se le escapa y cuya caída lo arrastrará en la precipitación, en el suicidio; ello con ese automatismo, con ese mecanismo, con ese carácter necesario y fundamentalmente alienado con el cual saben ustedes que se realizan los suicidios de los melancólicos".13
En la melancolía el acceso al objeto a se da al precio del atravesamiento de la propia imagen, el objeto triunfa, el yo es sojuzgado por el objeto y cae la cobertura narcisista del objeto a. Todos los reproches, injurias y acusaciones que el sujeto se dirige a sí mismo, en realidad apuntan al objeto resignado incorporado, el pasaje al acto suicida del melancólico constituye un último intento del sujeto de separarse del objeto, de desembarazarse de él, es decir tiene su valor en tanto último intento de alcanzar el corte con el objeto que el sujeto no logra.
El melancólico se entrega a la súbita desaparición o desafectación, en cuanto no pudo más que identificarse con la nada como único resto del Otro.

2.- Das Ding, objeto, y los límites de la simbolización en la melancolía
Interesadas por aquello que como observable clínico da cuenta de la fijeza a determinado objeto en la melancolía, recorrimos el concepto de das Ding en Freud y en Lacan, para luego ponerlo en tensión con el concepto de objeto en psicoanálisis. La dificultad en efectuar desprendimientos y sustituciones reclamó nuestro interés e investigamos el proceso por el cual das Ding dejaría paso a la constitución de objeto y cuál es la cualidad atributiva del mismo.
En el punto 3, sección cuatro del Proyecto de psicología para neurólogos14Freud se pregunta por el error en el curso del pensamiento para lo cual parte de los procesos normales del pensar y del juicio. Dirá que: "...El comienzo de los procesos de pensar así escindidos es la formación de juicio, a que el yo llega mediante un hallazgo dentro de su organización -mediante la coincidencia, ya parcialmente mencionada (págs. 376-7 y 414)-de las investiduras-percepción con noticias del cuerpo propio. Por esa vía los complejos perceptivos se separan en una parte constante, no comprendida, la cosa del mundo, una variable, comprensible, la propiedad o movimiento de la cosa ... Como el complejo-cosa retorna en conexión con diversos complejos-propiedad, y éstos retornan en conexión con diversos complejos-cosa, surge la posibilidad de retrabajar, por así decir, de un modo universalmente válido y prescindiendo de la percepción real en cada caso, los caminos del pensar que llevan desde estas dos clases de complejos hasta el estado-cosa-deseado".
Dirá también: "... En la creación del juicio puede colarse el error. En efecto, los complejos-cosa o complejos-movimiento no son del todo idénticos, y entre los ingredientes que se desvían pueden hallarse algunos cuyo descuido perturbe el resultado en la realidad. ...Son espejismos del juicio o fallas de las premisas..."
Tenemos, por un lado, una parte constante: "Cosa del mundo"; y por la otra, una variable que son "las propiedades o movimientos de la cosa". Freud retomará esto más tarde en su trabajo La negación, a propósito del juicio de atribución y el juicio de existencia. En la presente reseña, ubicar este proceso sirvió para poder discernir el modo en que ello es ubicable en esta patología.
Luego se lee que el lenguaje creará para esta descomposición entre lo idéntico y lo variable, el término juicio (Ur-teil; <parte primordial) y desentrañará la semejanza que de hecho existe entre el núcleo del yo y el ingrediente constante de percepción, por un lado; y las investiduras cambiantes dentro del manto junto al ingrediente inconstante, por el otro. Es decir, la cosa del mundo Ding, y su actividad -propiedad o predicado-.
El juzgar es por lo tanto un proceso psicológico provocado por las desemejanzas entre la investidura-deseo de un recuerdo y una investidura-percepción cuasi-semejante a ella. Es provocado por el elemento dispar.
Este proceso descripto por Freud acerca de lo idéntico y lo variable del complejo percepción del objeto, y el complejo recuerdo del mismo, la relación existente entre el pensar, el juicio y la desemejanza, entre la cosa del mundo y la cosa yo, tomó toda su relevancia en la presente investigación. Fueron los inicios que nos permitieron recortar un eje en relación con la melancolía, Das Ding y los límites de la simbolización15Dicho en un lenguaje llano, simbolizar (acto en el que intervienen procesos de pensamiento, percepciones y juicios) remite a la sustitución, se trata de sustituir por la vía de una representación, una cosa del mundo, (exteroceptiva, interoceptiva y/o propioceptiva), por una construcción simbólica. En términos filosóficos, la representación mental de una cosa comporta que ésta pierda su cosidad. Representación de la cosa y no la cosa en sí. De la que luego, si el proceso sigue su recorrido neurótico, esta cosa representada y su fijación de afecto, quedará como marca que abre a las diferentes sustituciones y recortes pulsionales.
Para Freud, das Ding -esa cosa- es la cosa del mundo, material, tanto en el orden de la percepción como de la atribución que de ella se hace y, además, como ubicable como aquello que de la cosa no es posible tomar desde la percepción.
Siguiendo esta línea, en la unión del acto del pensar y el quantum de afecto, encontramos que".. Toda vez que ante el dolor no se reciban buenos signos de cualidad del objeto, la noticia del propio gritar sirve como característica del objeto". Aquí se ven claramente los inicios del concepto de unheimlich en Freud y lo éxtimo en Lacan, ese interior extraño proyectado en lo otro. Entonces, esta asociación es un medio para hacer consciente, y objeto de atención, los recuerdos excitadores de displacer. "...Ha sido creada la primera clase de recuerdos conscientes. De aquí a inventar el lenguaje no hay mucha distancia.
Es difícil apreciar en su magnitud lo que Freud está anticipando en este trabajo pre-psicoanalítico.
En línea con lo indicado en párrafos anteriores, es en el campo del quántum, en el campo del afecto, donde se juega el destino de las representaciones, sus dificultades y los modos en que cada quien ingresa al mundo de la simbolización.
En el subtítulo anterior, se trabajó este punto nodal para pensar la constitución del objeto desde la vertiente del estadio del espejo, yo ideal, ideal del yo y superyo.
Dejando ubicadas otras precisiones respecto de das Ding, seguimos el recorrido que realiza Jacques Lacan. En la clase 4 del Seminario de La ética16 retoma dicho término, en relación con el principio del placer y el principio de realidad, y despliega la dificultad derivada del uso de das Ding y/o die sache, para resituar sus equivalencias y sus diferencias. A esta altura de su enseñanza Lacan está interesado en ubicar las diferencias entre sache ding, y deja a sache del lado de lo preconsciente, próximo a wort-palabra- y la relación entre preconsciente y consciente, a su vez, separa das Ding para acceder a otro nivel en relación con el principio de realidad, así la ubica como aquello que por sus propias condiciones está perdido, y le otorga el valor de otro absoluto del sujeto. Entendemos que esto es planteado así, dado que representa la pérdida original de la relación natural del hombre con el mundo. Lacan hace partir de allí el principio del placer; y será el grito, la manera en que lo extraño y lo hostil aparecen, se dan a saber como la primera experiencia de la realidad para el sujeto humano. Sabemos que Lacan a la altura del seminario de La ética en psicoanálisis está interesado en el ordenamiento simbólico y en la pulsión de muerte, por lo cual esa cosa muda al sentido, fuera-sentido, ubicada por él incluso antes de toda represión, quedara de ese lado. Del lado de lo que no es, del lado de lo perdido. Aquello que estando en el núcleo de sujeto le es ajeno. J-A. Miller piensa que Lacan se toma de esta articulación para situar neologismo "éxtimo"17 al que hace un momento nos referimos. "...das Ding pues, es lo que lógicamente y al mismo tiempo cronológicamente, en el punto inicial de la organización del mundo en el psiquismo, se presenta, se aísla como el término extraño alrededor del cual va a girar todo el movimiento de la vorstellung..."18 (-representante-; desde el principio del placer será la búsqueda orientada al reencontrar)."...La función de das Ding, de la cosa, en tanto es una función primordial, que se sitúa al nivel inicial de la instauración de la gravitación de las vorstellungen inconscientes, es otra...". Como antes mencionamos separa su función de la relación próxima entre sach y wort.
Siguiendo este seminario, vimos la relación que Lacan establece entre esa cosa, así definida y la cosa materna, la madre en tanto ocupa ese lugar, como primer objeto. En ese sentido, va siguiendo el camino de la pregunta por el bien soberano en Aristóteles, sosteniendo que no hay bien soberano más que aquel que está prohibido (es desde la línea del deseo). Notamos aquí que ha habido un desplazamiento del ordenamiento conceptual desde lo imposible por estructura a lo prohibido desde lo normativo. Lo imposible y lo prohibido; y podemos decir que lo prohibido es un tratamiento de lo imposible.
Es Lacan y precisamente en este seminario el que eleva das Ding -la llamará Lacosa freudiana-, a otro nivel epistémico que el de Freud, hace de este término freudiano un concepto, lo eleva a esa categoría. Y se sirve de ella para dar cuenta de la articulación entre psicoanálisis y filosofía, entre el campo de lo social y el del arte y, centralmente de la pulsión de muerte. La sublimación es abordada desde allí.
Para Freud, en su texto de referencia Duelo y melancolía, esta patología se soporta de tres premisas: la pérdida de objeto; la ambivalencia; y la regresión de la libido al yo. Esta última es la que había ilustrado con gran claridad en introducción al narcisismo en tanto introyección de libido objetal en el yo produciendo una estasis y la dificultad de sostener la cualidad por excelencia de la libido que es su movilidad, su plasticidad. Dejamos indicado que a diferencia de las otras neurosis narcisistas, (así la clasifica Freud a esa altura), en la melancolía el yo es vaciado por el objeto.
Por este vector que es el del narcisismo, entendimos ese párrafo de Lacan en el que faltando el velo -i(a)- el melancólico hacer pasar por su cuerpo la hostilidad hacia el objeto, y atacándolo se precipita en su propia destrucción. Recordemos de sus primeras enseñanzas que el i(a), es la imagen del objeto, ya no es el objeto. Repensar esta lógica imaginaria y simbólica del estadio del espejo permitió ubicar en las relaciones, al sujeto y el Otro, y los restos de esa experiencia que llamamos objetos.
Es innegable a esta altura que la condición previa a todo duelo por la pérdida de un objeto, es que para que ésta pueda ser sancionada como tal e iniciar el trabajo de duelo, el objeto tiene que haber estado constituido en su atributo de objeto. De aquí la importancia de distinguir especialmente das Ding objekt. Das Ding tal como lo señala Lacan quedará como la cosa fija, perdida por efecto de la simbolización, y como tal del lado de lo real y la pulsión de muerte en tanto eterno retorno de lo igual; y el objeto, por su parte, será generador de esas operaciones que dan cuenta de la causa de deseo; del resto de la operación de separación; de la fijación libidinal en lo psíquico y, del desplazamiento en la cadena.
El difícil camino de la simbolización implica sucesivas construcciones en torno de das Ding objekt, son sucesivas construcciones del sujeto naciente. Se trata de los puntos de unión-separación entre ese sujeto que construye sus objetos, el objeto que él mismo fue para el otro, lo hostil interior-exterior y las sucesivas incorporaciones-desprendimientos. Operaciones que Lacan ejemplifica con el círculo de Euler como alienación-separación.
A partir del Seminario La angustia19el objeto para Lacan sedimentará como un producto-resto de la operación significante sobre la cosa, agujeros del cuerpo recortados por la pulsión. No se trata de una falta sino de un agujero efecto de una pérdida.
Sabemos que luego cuando afirme que el goce es producto del significante, el objeto tomará valor de plus de goce (seminario 17, J. Lacan), y desde allí se pensará un doble movimiento, por un lado el goce "mítico?" evacuado por el significante, y por el otro, el retorno recortado en a como un plus de gozar.
Desprendiéndose de este movimiento, falta aún una nueva torsión en su teorización, la que lleva a ubicar al objeto como semblante de ser, "...Por último, lo simbólico, al dirigirse hacia lo real, nos demuestra la verdadera naturaleza del objeto a. Si antes lo califiqué de semblante de ser, es porque semeja darnos el soporte de ser..."20.
Recortemos muy sucintamente que se ha ubicado a partir del seminario 19 lo que se indica como la última enseñanza de Lacan, la que conduce por la vía de lo real imposible-contingente a lo que resta como irreductible, eso que llamará Sinthome, y que Freud bajo otras coordenadas ubicó muy tempranamente como fuente independiente de desprendimiento de displacer, y luego como restos sintomáticos.
Estas conceptualizaciones acerca de das Ding y el objeto nos permitieron avanzar en esa afirmación respecto de una imposibilidad en la tramitación del duelo. Porque si se está en duelo-dolor permanente es que no hay trabajo de duelo, algo lo obstruye. Es aquí donde se produjo la interrogación acerca de cuál es la atribución, la cualidad, el estatuto de objeto en las psicosis y especialmente en la melancolía.
Ubicamos que "...El sujeto melancólico se encuentra con una verdad lapidaria y es que nada tiene sentido. Él capta un rea con demasiada proximidad, sin velos, no cuenta con un intervalo, tiene certeza de esa verdad cruda. Y, efectivamente, las cosas no tienen sentido, no vienen con un sentido inherente, y es por lo mismo que el trabajo psíquico de los sujetos es darles ese sentido que no tienen en sí, el sentido es una creación de los sujetos. Pero para ello, es preciso, consentirlo desde la creencia y la ilusión, operaciones tan propias de las neurosis, sostenidas en ese referente que llamamos función padre. Hay entre el vacío-agujero y la representación, un abismo que la neurosis salva gustosa. No es el caso de la melancolía"21.
De un pequeño recorte clínico, dedujimos esa ausencia de velo que se manifiesta en el melancólico, y produce el efecto de obscenidad: una paciente gravemente afectada de melancolía le dice a su analista que lo único que le importa es desenterrar el cuerpo de su hijo y llevarlo a su casa junto a ella. Como vemos han caído todos los velos, la pulsión de muerte, el goce deletéreo es lo que gobierna.

3.- La imposibilidad melancólica de separar el objeto: herida abierta versus cicatrices
Luego de haber situado el desfallecimiento de la imagen en su función de velo de lo real, producto del fracaso en la autentificación del Otro que es correlativa de la separación del objeto, y de haber recorrido el pasaje que en la melancolía no se efectúa desde la relación mítica con Das Ding a una dialéctica con un objeto separado que operaría como causa, abordaremos en este apartado las consecuencias que deducimos para la función del delirio de indignidad como intento fallido de constitución fantasmática. Para ello trabajamos una posible tensión conceptual entre la enigmática referencia freudiana a una "herida abierta" que en la melancolía aparece como una suerte de agujero en lo psíquico por donde mana la libido sin solución22 y la utilización de la noción de cicatriz para la neurosis23. Entendemos que en la afirmación de la herida abierta, Freud está poniendo de relieve una falta de límite, de marco para la relación del sujeto con la libido, con lo pulsional. Se desprende de esta situación que la libido no invista al yo con la cobertura amable, que lo hace amable para el Otro, sino que su estasis lo deja reducido a un puro desecho sin valor, indigno, que merece los peores castigos y crueldades por parte del superyo.
Como ya lo hemos situado, ese particular estatuto del yo melancólico incluye la singularidad de una identificación que en lugar de conservar un rasgo parcial del objeto, operación propia de la estructura normal del yo, cadaveriza24 (24) al yo bajo la sombra del objeto. Así, el sujeto cae reducido a resto, pero no causa de deseo para el Otro, sino como resto identificado masivamente al desecho, desvitalizado, deslibidinizado.
Para la neurosis, Freud utiliza la noción de cicatriz cuando se refiere a la constitución de la fantasía inconsciente y del superyo al momento del sepultamiento del Complejo de Edipo25. Tales instancias psíquicas aparecen como marcas que cierran pero a la vez revelan la anterioridad de un corte. Sabemos que el corte constitutivo del sujeto en la estructura produce el desprendimiento del objeto a real tanto del sujeto como del Otro, que por eso mismo se constituyen como barrados26.
Esa pérdida es connotada como falta a partir de la articulación de la operación de castración que deja una marca para el deseo, la marca del falo como función simbólica. Esa falta que opera desde el registro simbólico, tiene su consecuencia a nivel de la imagen que se constituye a partir de lo que no puede más que faltarle: el objeto, que no pasa a la imagen, permanece velado, como una "presencia en otra parte", de la cual la imagen se sostiene como tal, y de cuya fuente obtiene su prestigio27.
Siguiendo la elaboración freudiana, como consecuencia de la articulación Edipo-castración, se requiere una caída de la creencia del sujeto de ser el falo materno28, es decir, una caída de una identificación del orden del ser que le da paso a lo que es del orden del tener. Se trata del golpe del encuentro con la castración del Otro. Golpe que produce una herida de la que quedan marcas. Marca del desgarro que el significante impone como división. Tal desgarro opera entre el cuerpo y el goce, y le da su fundamento real a la herida narcisista29.
Es allí que se instituyen las instancias psíquicas que dan cierre y marco a la relación del sujeto con la pulsión: fantasma y superyo. A la vez, en la neurosis se produce un cruce entre el imperativo superyoico y el guión fantasmático. La voz de mando se enlaza a la satisfacción escópica de la pulsión en el fantasma30.
El fantasma recupera el resto real, en tanto objeto que causa el deseo, aportándole el velo de la pantalla fantasmática. En este punto, es fundamental la referencia del Seminario de la Angustia, donde la cobertura de lo real del fantasma aparece como un segundo momento en la constitución de la estructura dependiente de la constitución del i(a) como primer momento lógico de cobertura de lo real31. Deducimos de esta relación establecida por Lacan, la dificultad lógica del melancólico para contar con la estructuración que supone la función fantasmática.
Por otro lado, en el nivel del superyo, la voz y la mirada, objetos privilegiados del deseo, aparecen como positivizaciones del objeto sosteniendo la insoportable completad del Otro que la exigencia de goce del superyo supone para el sujeto.
Es así que, a partir de la cuestión de la herida no cicatrizada de la melancolía, nos preguntamos si lo que se presenta como delirio de indignidad en el sujeto melancólico es lo que vendría al lugar del fantasma en el neurótico. También nos preguntamos si esa falta del marco fantasmático es lo que deja al melancólico en la arremetida hostil contra su propia imagen, como lo señala Lacan en el Seminario de la Angustia32, en la búsqueda fallida de hallar control sobre el objeto a, que en su denigratoria caída podría arrastrar al sujeto no ya a la automortificación obscena, sino a su muerte misma, como tantas veces se "resuelve" su paradojal posición.
A su vez dejamos planteado el interrogante de si será la falta de articulación con la instancia fantasmática lo que torna tan extremadamente feroz y desregulada la relación del superyo con el yo devastado y a la vez gozoso del melancólico. Siguiendo la articulación de Lacan del Seminario 11, en relación a la constitución del fantasma como producto de la doble operación alienación - separación, cuyo correlato es la cobertura de dos faltas: la del sujeto y la del Otro, podemos ubicar que el objeto a que cae del Otro dividiendo a la vez al sujeto, es lo que la pantalla del fantasma vela, poniendo al sujeto en relación a un resto que lo causa en el campo del deseo. Por el contrario, la pérdida de que se trata a nivel de la estructura del yo melancólico correlativa del abandono del Otro, que desvitaliza al sujeto, paradojalmente se presenta como consecuencia de no poder autentificar, inscribir la pérdida estructural del objeto a.

4.- Versiones de la pérdida: a.- Viñeta clínica b.- la melancolía desde la literatura
Reservamos en el despliegue de la investigación, un espacio para dos versiones de la melancolía en el campo de la práctica analítica y el de la literatura.
a.- "Lo que resulta más sensible es que habla el lenguaje más convencional: "desde mi más tierna infancia" dice de sí mismo con emoción. Tiene 52 años, no lleva el nombre de su padre, al que no conoció- repite: "Soy una especie de cochino". Esa es precisamente su convicción: no fota, no anda por ahí vagabundeando, sabe lo que es, que no vale nada, que es "una porquería", intentó ya suicidarse. Podríamos acaso, sin esta simple letra, A, poner en una serie las figuras de su historia, desde la alta personalidad que lo indultó, el eminente psiquiatra que lo examinó, su mujer perfecta, a la que nada tiene que reprochar. Su mujer sustituye a su madre, dice escuetamente".
Durante toda su vida demuestra que tuvo que tratar con Otro perfecto que no tenía lugar alguno para él, y es por ello que su vida no tiene de ningún modo el estilo de un andar errante: está identificado sin vacilación con el desperdicio, es una porquería, y saca ciertamente su consistencia subjetiva de esa certeza insoslayable. Así es como comprendemos lo que dice Lacan al final de la presentación: "Es insumergible". Y añade: "Cree en su mujer, cree en ella a machamartillo"33.
b.- En Duelo y Melancolía Freud no se responde por la naturaleza económica del dolor, del cuerpo y del alma y por esto da como inconclusa cada investigación. En la Conferencia 26 deja claramente identifcado a lo patológico como lo irreversible, la ruptura del puente, la imposibilidad de reversión, respecto del retorno de la libido a los objetos. En el texto refiere a la sospecha de una disposición enfermiza. Para la melancolía utiliza otros términos que para el duelo, desazón, cancelación del interés por el mundo exterior, pérdida de la capacidad de amar, inhibición de toda productividad. Observando como resultante, una diferencia a considerar en el duelo, la falta de perturbación del sentimiento de sí. A modo de ejemplo, tomamos párrafos de una obra literaria, en dónde ubicamos los ejes trabajados.
Se trata de la obra literaria, que en el año 1982 se hizo film, de la mano de Alejandro Doria como director: "Los pasajeros del jardín", de Silvina Bullrich publicada en 1971. La autora va describiendo una historia de amor, en donde no se puede ubicar nada de la dimensión de la falta, excepto la amenaza de la pérdida. "El la había rodeado de pronto, la había apartado de lo inútil, de lo falaz. Su mano se apoyaba sobre la suya cuando estaba a punto de tomar algo que podía hacerle daño, una fresa, un licor de ciruelas, una tableta de chocolate. Sabía defenderla de todos los peligros cotidianos, de las intoxicaciones, de las aristas de los muebles, de la tendencia a acatar actos vanos". (pág.16) En principio el relato es de un autor omnisciente que ahorraría a modo de garantía situaciones penosas, y su correlato en el lector es la voluntad de creer en esa posibilidad, aunque esa voluntad tiene el quiebre de ubicar la falta en la amenaza de la pérdida, en donde el otro no va a traicionar, pero se podría morir. Aparece presente la muerte como la amenaza de la pérdida. Relata este amor, como lo que la rescata de un lugar de desolación,... "me bastaba ampliamente tu sonrisa y tu hombro pero si llegaban a faltarme giraría de nuevo locamente en el espacio antes de caer pesadamente formando un cráter de desolación en un universo que no me adoptaba" (pág.43). Cuando dice; giraría de nuevo..., lo ubica a él como el hacedor que le da un lugar en el universo que antes careció. En la obra aparece la amenaza de la ausencia del otro amado por una enfermedad que lo destina a la muerte. El personaje protagónico, va describiendo en ella diferentes facetas, en donde una es pensarse sin el otro, "reservé tres o cuatro horas todas las tardes para ver cómo podría hacer para ensayar sola las costumbres vividas de a dos" (pág.62).
Freud conceptualiza a la melancolía como la imposibilidad de sobreponerse a la pérdida, frustración, o decepción de un objeto, que impide la realización del trabajo del duelo. Ella fantasea, frente a la ausencia, el armar otra pareja, pero implicaría serle infiel a su marido muerto, y aclara, "su ausencia sería aparente, carnal, transitoria" (pág.63) Oscar Masotta en El modelo pulsional, piensa tomando a Freud, que: "la imposibilidad de la capacidad de duelo, el hecho de que el melancólico no pueda elaborar la pérdida, se debe -explica Freud- a una antigua identificación narcisista con la persona querida y perdida. Cuando el melancólico introyecta el objeto, la identificación narcisista deja sentir los efectos de la ambivalencia".
Entre la convalecencia y la condena a muerte, la protagonista, describe esa etapa que le toca vivir, y se pregunta por la dimensión de ese dolor, preguntándose: "querré a otro hombre.. podré hacer el amor con otro hombre.", donde aparece el imaginar su posibilidad de querer ligado al cuerpo.
"Cada cual debía tener su versión y su teoría sobre tu enfermedad, la mayoría deseaba tu curación, algunos sin duda te deseaban la muerte, no por odio, sino por amor a las catástrofes, a los fracasos, a la tragedia, a todo lo que forma esa idiosincrasia destructiva de nuestro pueblo. Los que sufren de vértigo se arrojan al abismo. Nosotros por lo general sufrimos de vértigo" (pág.97).
Si tomamos nuevamente la definición freudiana en la melancolía de la incapacidad de perder el objeto, ligado a la dificultad del trabajo del duelo, lo dice de otro modo: amor a las catástrofes...idiosincrasia destructiva, arrojarse al abismo activamente, actuar el vértigo.
También en esta obra, la autora hace referencia a la muerte como sentimiento con mayor posibilidad de tolerar que el abandono, la muerte de él la protegía de los celos, situación que la hace comprender la crueldad egoísta de Abelardo respecto de Eloísa. El morir de él le garantizaba un lugar para siempre de importancia, ser su última mujer, ahorrándose la amenaza de ser abandonada. La muerte del otro le hacía pensar en la no separación por parte del otra. "Donde la muerte no separa" es entonces, otra versión de la imposibilidad de duelo en la melancolía.

4.- Conclusiones
Del estudio de la amplia bibliografía consultada como de nuestra experiencia clínica y lo que la literatura y el cine recrean acerca de la melancolía, hemos podido arribar a algunas precisiones.
En la melancolía nos encontramos ante una identificación al objeto tal que el mismo al no constituirse al modo neurótico, no se inscribe como perdido.
A diferencia del duelo, la depresión o las estructuras neuróticas, en esta afección no se trata del trabajo del objeto en tanto falta, sino en su valor de vacío.
Se ha comprobado la hipótesis respecto de que el ataque a la propia imagen es un intento fracasado de producir una separación con respecto al objeto. Falla en lo simbólico.
Si en el duelo o la depresión se trata de un empobrecimiento del mundo exterior, que produce un agujero en el Otro, en la melancolía es el yo el que queda vaciado, es el yo la sede del agujero. No es una clínica de la falta (función fálica) sino del vacío.
Se trata de una clínica que tiene que poder invertir la lógica, al modo de guante, pues propiciar una pérdida en estos casos no afectaría al objeto sino al sujeto mismo; dado que como vimos él no pudo construir un lugar en el Otro. De lo cual se desprende lógicamente la dificultad en producir la sustitución y la metáfora.
Ese objeto atemporal, eterno, masivo al que él está unido no tiene el valor atributivo de objeto, es la cosa misma, la cual como vimos es lo materno primordial. Esa fijeza sin desplazamiento en el campo del afecto, y la no sustitución en el de las representaciones lo deja sin recursos, a merced de un real, de un goce mortífero.

1Freud, S. (1917) Duelo y Melancolía.

2Freud, S. (1914) Introducción al narcisismo.

3Freud, S (1921) Psicología de las masas y análisis del yo.

4Freud, S (1923) El yo y el ello.

5Freud, S. (1926) Inhibición, síntoma y angustia.

6Lacan, J., El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica.

7Ortiz Zavalla, G.; Berdullas, R; Malamud, M.; Dal Maso, S.; Ibalo, B.; Virgilio, M.C.; Wainszelbaum, V., Informe fnal investigación UBACyT, El objeto de la melancolía. Del amor a la pulsión.

8Freud, S. (1917) Duelo y Melancolía, página 243.

9Kristeva, J., El sol negro. Depresión y melancolía.

10Miller, J.A., Ornicar 3. Enseñanzas de la presentación de enfermos. P.60.

11Lacan, J., Seminario X La angustia.

12Freud, S., Op. Cit.8

13Lacan, J. Seminario X "La angustia"

14Freud, S. (1950 (1895)). Proyecto de psicología para neurólogos.

15Virgilio, M.C., Das Ding y los límites de la simbolización.

16Lacan, J. (1963) Sem. 7: La ética.

17Miller, J.A. (2011) Extimidad.

18Lacan, J., Op. cit. 16.

19Lacan, J. (1963-64) La Angustia. Libro X.

20Lacan, J. (1972) Aun. Pág. 114 y 115.

 21Virgilio, M.C., op cit 15.

22Freud, S., Manuscrito G.

23Dal Maso, S., Preguntas sobre la Melancolía..

24Kristeva, J., Sol negro. Depresión y melancolía, pág. 15.

25Freud, S., Pegan a un niño, pág. 190/1, Más allá del principio del placer, Apartado III, pág.20.

26Lacan, J. (1962-1963) Seminario10 La Angustia, Clase XII.

27Lacan, J., Op. Cit. 26 Clase III, pág. 51.

28Freud, S., El fetichismo.

29Rabinovich, D., La teoría del yo en la obra de Jaques Lacan.

30Marchilli, A., El fantasma y lo invocante. Revista Conjetural.

31Lacan, J., Op. Cit., Clase III, pág. 51.

32Miller, J-A., Ornicar 3, Enseñanza de la presentación de enfermo. Página 62.

33lbid.

Bibliografía

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LIBROS DE CONSULTA:

38- Lacan, J. (1968) De un Otro al otro. Clase XIV: Las dos vertientes de la sublimación. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

39- Lacan, J. (1975) El sinthome. Clase 6: Los embrollos de lo verdadero. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

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41- Lacan, J. (1972) Aun. Pág. 114 y 115. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

42- Delgado, O. Compilador. Colaboradores, Docentes de la Cátedra Freud 1. Huellas freudianas en la última enseñanza de Lacan, 2012, Buenos Aires. Editorial Grama.         [ Links ]

Fecha de recepción: 15 de mayo de 2013
Fecha de aceptación: 3 de septiembre de 2013