SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número2Modos del sufrimiento contemporáneo: Del síntoma al estragoAvances freudianos sobre la experiencia del dolor índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.21 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul. 2014

 

Psicoanálisis

Lo "no analizable": de la exclusión al fundamento

The "non-analyzable": from exclusion to theoretical basis

Ariel, Alejo1

RESUMEN
Este trabajo busca presentar el lugar de lo "no analizable" en la elaboración freudiana. Para ello, releva su función en diversos momentos de la obra, identificando las distintas figuras clínicas que adopta y señalando su íntima relación con la evolución de los conceptos psicoanalíticos.

Se deslindan dos dimensiones heterogéneas de lo "no analizable": la primera indica los límites exteriores del dispositivo, mientras que la segunda retrata sus márgenes interiores, lo que resiste en la cura misma.
Nuestra hipótesis es que el lugar de lo "no analizable" en la construcción conceptual freudiana se desliza desde la exclusión inicial - que permite del imitar el campo analítico- hacia el lugar de fundamento de la experiencia analítica; en un movimiento que subvierte la concepción del aparato anímico y los fundamentos de la praxis.
En particular, se analizan los textos del período 1914-1920, en los que Freud prepara y lleva adelante esta torsión.

Palabras clave:
No analizable - Límites - Transferencia - Pulsión - Deseo - Causa - Repetición

ABSTRACT
This paper aims to present the field of the "non-analyzable" on Freud's elaboration. In order to do so, the function of this category is surveyed on diverse moments of Freud´s work, pointing different figures in which this concept is displayed, and showing its strong bond with the evolution of the psychoanalytical concepts. Two different dimensions of the "non-analyzable" are studied: the irst one shows the dispositive's outer limits, while the latter portraits its inner margins, the resistance within the cure itself. Our hypothesis is that the "non-analyzable" on the Freudian conceptual construction evolves from an initial exclusion -which allows to set the analytical field limits- into becoming the basis of the analytical experience; this subverts the structure on the psychic apparatus and the praxis fundament.

Texts from the 1914-1920 period are analyzed, in which Freud prepares and performs this theoretical turn.

Key words:
Non analyzable - Limits - Transference - Drive - Desire - Cause - Repetition

"Venimos de aquel ruido. Es nuestra semilla" Quignard, El odio a la música

Desde sus inicios, la clínica freudiana se ordena a partir de la producción de los conceptos psicoanalíticos. La construcción del método, la delimitación del dispositivo de análisis y la progresión de las divisiones nosográficas, son solidarias del desarrollo del conjunto de la teoría psicoanalítica.
En este trabajo se presentará el lugar de lo "no analizable" en la elaboración freudiana. Se buscará definir su función en la construcción de la teoría psicoanalítica y en el ordenamiento clínico que sobre ella se erige.
Ya en sus primeros escritos, Freud pretende establecer los límites de la práctica analítica. La construcción del espacio de lo "analizable" tiene como condición de partida la localización de sus bordes: lo que el campo excluye para constituirse como tal. En este paso fundacional, Freud busca escindir el universo clínico, separando los cuadros "analizables" de los "inanalizables". Estos últimos constituyen una primera figura de lo "no analizable" en psicoanálisis. Por otro lado, las indicaciones clínicas sobre los cuadros tratables, señalan la emergencia de obstáculos también al interior del espacio "analizable". Estos límites interiores introducen una nueva silueta de lo "no analizable" en psicoanálisis, que alcanzará un destino central en la indagación de Freud. En este trabajo se buscará identificar y deslindar ambas dimensiones de lo "no analizable": la primera indica los límites exteriores del dispositivo, lo que se resiste a la cura; la segunda retrata sus márgenes interiores, lo que se resiste en la cura misma.
Nuestra hipótesis es que el lugar de lo "no analizable" en la construcción conceptual freudiana se desliza desde la exclusión inicial- que permite delimitar el campo analítico- hacia el lugar de fundamento de la experiencia analítica; en un movimiento que subvierte la concepción del aparato anímico y los fundamentos de la praxis, planteando un nuevo orden lógico de relaciones entre lo "analizable" y lo "no analizable", lo "interior" y lo "exterior", la "inclusión" y la "exclusión".
Para sostener esta hipótesis se relevará el lugar de lo "no analizable" en distintos períodos de la producción freudiana, identificando las múltiples figuras que adopta y señalando su íntima relación con la evolución de los conceptos psicoanalíticos. En particular, el trabajo se centrará en el período que va de 1914 a 1920, en el que Freud prepara y lleva adelante esta torsión. Se distinguen, analíticamente, tres etapas diferenciadas:

a) Un primer tiempo en que Freud delimita el campo de lo "analizable", separando los cuadros pasibles de análisis de aquellos que no lo son.

b) Un segundo momento en que se aboca al análisis de los obstáculos en la cura, desplegados en la relación transferencial con el analista. Específicamente, estudia la conexión transferencia-resistencia, el valor resistencial de la repetición, las corrientes indóciles del amor de transferencia y la relación entre el amor y la pulsión. Figuras incipientes del límite interior en análisis, a partir de las que interroga el estatuto de lo que se resiste en la cura.

c) Un tiempo conclusivo, en que Freud recupera los problemas clínicos expuestos en el período anterior, reconsiderándolos a partir del viraje teórico de Más allá del principio del placer (1920). Los obstáculos en la clínica son analizados de un modo novedoso, apoyado en nuevos soportes teóricos que subvierten la lógica previa (pulsión de vida/pulsión de muerte, mezcla/desmezcla pulsional, redefinición del trauma). Estos operadores conceptuales permiten inscribir estos obstáculos y el campo que ellos fundan en un modelo metapsicológico coherente, delimitando el lugar de lo "inanalizable" en la estructura. Así, lo "no analizable" será localizado en el centro de la experiencia analítica.

LA CONSTITUCIÓN DEL CAMPO
En las primeras publicaciones psicoanalíticas, el concepto de "mecanismo psíquico" permite introducir una distinción en el universo clínico, delimitando el campo de acción del dispositivo. Freud establece allí una primer división entre las "neuropsicosis de defensa", cuadros que presentan un mecanismo de producción psíquico, y las "neurosis actuales", en las que el mecanismo psíquico falta.
Freud encuentra en el fundamento de los síntomas de las psiconeurosis de defensa un "conflicto psíquico" entre representaciones. Conflicto ante el que opera la "defensa", desplazando la investidura inherente a la representación penosa sobre una representación indiferente (neurosis obsesiva) o un recorte representacional del cuerpo (histeria), en un proceso que deriva en la formación sintomática. El estatuto "analizable" de estos síntomas depende del mecanismo representacional- de palabra- que tienen por base, puesto que la intervención psicoanalítica también opera en este registro. Así, la naturaleza de lenguaje de la operación analítica determina los alcances y límites del método, circunscribiendo los cuadros que es capaz de tratar.
La Primera Tópica, introducida en la interpretación de los sueños (1900), instituye un soporte metapsicológico para estos desarrollos. El trazado de este primer modelo de aparato psíquico introduce la noción incipiente de "mecanismo psíquico" en una estructura altamente formalizada, con un principio rector (Principio de Placer, Deseo) y operaciones (Condensación y desplazamiento) deinidas. Consideramos que este paso formalizante es decisivo en la institución del campo.
Ya anticipamos que la contraparte de este movimiento constitutivo es una exclusión: Las "neurosis actuales" permanecen por fuera del campo que este modelo tópico delimita. Los síntomas de las neurosis actuales carecen de "mecanismo psíquico", por lo que no son tratables por el método psicoanalítico. Sus manifestaciones, entre las que se destaca la angustia, son remitidas inicialmente por Freud a un proceso fisiológico, en el que la deriva psíquica no tiene parte alguna. Son perturbaciones en la descarga de energía sexual somática, dependientes, en última instancia, de una práctica sexual nociva, lo que hace devenir estéril todo tratamiento por la palabra.

DEL MECANISMO PSÍQUICO A LA TRANSFERENCIA
A mediados de la década siguiente, Freud establece un nuevo criterio para del imitar el campo de acción del psicoanálisis: la capacidad para la transferencia. Este será el fundamento que permita deslindar las neurosis de transferencia de las neurosis narcisistas, descriptas como un conjunto heteróclito de configuraciones clínicas que tienen como rasgo común la "incapacidad" para la transferencia1.

Al igual que en el primer ordenamiento, esta escisión del universo clínico permite demarcar el interior y el exterior de la experiencia analítica, solo que en este caso sobre la base del concepto de transferencia. Intentaremos analizar si el pasaje de operadores clínicos (del "mecanismo psíquico a la "capacidad para la transferencia"), modifica o mantiene inalterada la lógica de exclusión/inclusión que ordena el campo.
Freud introduce el término "transferencia" en sus primeros textos, reconduciéndolo al mecanismo del falso enlace (1893-95), al desplazamiento de cargas entre representaciones (1900), o a la reedición de fantasías, en las que se sustituye una persona vieja por la persona del médico (1905). Estas presentaciones evidencian una primer concepción de la transferencia sostenida en la noción de "mecanismo psíquico" y en el modelo tópico descripto en el primer apartado. La transferencia analítica sería aquí un caso particular de "mecanismo psíquico", de desplazamiento representacional de investiduras. Su especificidad reside en el privilegio de la igura del médico, que vale aquí como una representación indiferente sobre la que se desplazan las valencias provenientes de representaciones reprimidas2. Así, Freud acerca inicialmente la noción de transferencia a la serie de las formaciones del inconciente. Aproximación que lo lleva a asimilar también ambas terapéuticas: "es preciso combatir a esta ultima creación de la enfermedad como se lo hace con todas las anteriores" (1905, p.102).
También es posible encontrar indicios de esta orientación en los escritos sobre técnica analítica -entre 1911 y 1914- , en los que Freud se dedica al estudio de la relación analítica y a la delimitación del concepto de transferencia. La reimpresión de clises; la repetición de modelos; la influencia de las imagos parentales; la inserción del analista en la serie psíquica (1912); la transferencia como repetición del pasado olvidado (1914a), son nociones que no se separan esencialmente de la lógica propuesta previamente, apoyada en la primera tópica. Son justamente las operaciones de condensación y desplazamiento allí definidas las que permiten explicar la formación de series psíquicas y la influencia privilegiada de ciertas representaciones inconcientes (reprimidas).

MEMORIA INCONCIENTE E INTERPRETACION
Estas operaciones definen el carácter "traducible" del material y su introducción en el registro de la interpretación. Esto lleva a Freud a considerar la transferencia como una forma del recuerdo, de esa modalidad particular de la memoria que introduce el inconciente y sus formaciones3. Por eso, al analizar la repetición en transferencia declara: "Uno comprende, al fin, que esta es su manera de recordar" (1914a, p.152). Freud sostiene el horizonte del recuerdo: el fin es colegir la transferencia, ponerla al descubierto (traducirla) y comunicársela al enfermo. No se trataría entonces de una imposibilidad intrínseca de recordar, sino de un obstáculo fundado en la resistencia de represión. Freud asigna un lugar causal a la represión: si se repite es porque hay represión. La repetición en transferencia parece integrarse así a los desarrollos previos, considerada como material "analizable", con el mismo derecho que las formaciones del inconciente. Por eso, Freud sostiene, a modo conclusivo, que "Poniendo de relieve la compulsión de repetición no hemos obtenido ningún hecho nuevo, sino solo una concepción más unificadora" (1914a:153).

EL VUELCO CLÍNICO FREUDIANO: EL OBSTÁCULO EN LA CURA
No obstante, en los escritos técnicos, Freud considera también otras dimensiones de la transferencia, incluso en desmedro de estas últimas afirmaciones. El texto sostiene la paradoja: mientras asevera que los obstáculos se reducen a los dificultades ya conocidas, anuncia, por otro lado, la emergencia de problemas clínicos y conceptuales nuevos. Freud realiza entonces un movimiento en sentido inverso al comentado en el apartado anterior: separa el trabajo con la transferencia de la interpretación de las formaciones del inconciente. En este sentido, en Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (1914b) asevera que:

Acaso todo principiante en el psicoanálisis tema al comienzo las dificultades que le depararán la interpretación de las ocurrencias del paciente y la tarea de reproducir lo reprimido. Pero pronto aprenderá a tenerlas en poco y a convencerse, en cambio, de que las únicas realmente serias son aquellas con las que se tropieza en el manejo de la trasferencia (1914b, p.163)

La tentativa de integrar el fenómeno transferencial en sus concepciones metapsicológicas previas es saboteada entonces por sus propias indicaciones clínicas, que destacan la indocilidad de la transferencia a la interpretación, su renuencia a ceder al desciframiento. Estas vertientes resistenciales de la transferencia llevan a Freud escindir el campo de la transferencia, separando la transferencia positiva de la transferencia negativa, en la que la resistencia al recordar pasa al primer plano. Si bien el objetivo es el recuerdo, en algunos casos este es, en palabras de Freud, imposible. De esta manera, el acento freudiano se desplaza sobre la relación de la transferencia con la resistencia, otro nombre del límite en análisis. Los problemas clínicos introducidos a partir de la consideración de la transferencia representan entonces una bisagra respecto a los desarrollos previos: esta vez lo "no analizable", cuyo estatuto aún habrá que definir, se sitúa en el corazón de las neurosis de transferencia.
Se entiende entonces el movimiento insistente, casi frenético, de Freud por determinar el estatuto de la resistencia y su relación con el inconciente formalizado en la primera tópica. Consideramos que estas manifestaciones señalan una grieta en la relación entre la transferencia y el campo de la memoria inconciente, revelando un espacio de disyunción entre ambos y estableciendo a la vez los límites inherentes a todo recordar.

LA PASIÓN INDOMEÑABLE: UNA DISYUNCIÓN ENTRE EL AMOR Y EL INCONCIENTE
Es quizás en Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (1914b), el último de los escritos sobre técnica analítica, donde Freud lleva más lejos el análisis de la relación transferencia-resistencia, al introducir en su consideración la problemática del amor. En este artículo Freud plantea que la constitución de la "neurosis de transferencia" pone en primer plano el enamoramiento del paciente por el médico. La interrogación freudiana apunta aquí a establecer la relación entre el amor y el inconciente. En primer lugar, sitúa el campo de intersección entre ambos, al postular que todo amor "se compone por entero de repeticiones y calcos de reacciones anteriores, incluso infantiles" (1914b, p.170). El amor, considerado como repetición, se ordena por el despliegue de la cadena de representantes inconcientes- rasgos- que organizan la elección de objeto. Se trata de los clichés, imagos o series psíquicas, ya introducidos previamente, y que aquí estructuran la elección amorosa . Pero Freud lleva adelante otro movimiento, que separa al amor de la repetición e introduce un punto de disyunción entre ambos campos: todo enamoramiento posee un resto "recalcitrante e indócil" (1914b, p.170), que se resiste a la interpretación y por lo tanto se dirige contra los empeños del médico. Un resto no analizable en el núcleo de la neurosis de transferencia, la única sobre la que el psicoanálisis es capaz de operar. Freud llega a señalar que "contra las pasiones de poco valen unos sublimes discursos" (1914b, p.167), entreviendo quizás que esta dimensión resistencial de la transferencia amorosa remite a otro registro.
Esta intuición es desplegada más profundamente en el análisis de un caso que Freud considera extremo: el de las "mujeres de un apasionamiento elemental que no tolera subrogados...que no quieren tomar lo psíquico por lo material" (1914b, p.170). La posibilidad de subrogar, de tomar una cosa por otra, de establecer sustituciones, no puede ser menoscabada, puesto que describe el modo mismo en que funciona el inconciente freudiano, formalizado una década atrás en la Primera Tópica: en el sistema inconciente, toda representación está sometida al proceso primario, es decir a la condensación, al desplazamiento, y en suma, a la transformación. Es eso lo que determina su inclusión al registro interpretativo, y finalmente, su analizabilidad. ¿Cómo pensar entonces una pasión que no acepta subrogados?
La imposibilidad de sustitución no es, sin embargo, una característica excluyente de este "cuadro clínico", que Freud incluye en el grupo de neurosis narcisistas, inanalizables. Por el contrario, describe también ciertos momentos necesarios del análisis en una neurosis de transferencia, en los que predomina la resistencia. La vertiente erótica de la transferencia, y su contraparte hostil4, presentan una dimensión del amor desarticulada del saber, coincidente con el punto en el que se detienen las asociaciones. Esto explica también la infertilidad de la interpretación en ciertos momentos del análisis, puesto que esta intervención opera en el registro sustitutivo, que aquí falta. Lo "no analizable" adopta aquí la figura de una pasión transferencial que se resiste a toda sustitución.
Estos desarrollos cuestionan también el lugar del analista en la transferencia: Si no hay sustitución, el analista ya no puede valer como una "representación nimia" sobre la que opera el desplazamiento de la cadena de representantes inconcientes. Aquí, el analista es amado, o es odiado, es objeto de una pasión, pero de un modo tal que no acepta sustituciones. ¿Cuál es la naturaleza de estas pasiones indomeñables? ¿Qué es lo que se transfiere aquí sobre el analista?

INTRODUCCIÓN DE LA PULSIÓN EN LA TRANSFERENCIA: EL ANALISTA COMO OBJETO LIBIDINAL
En la última de sus Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (1917) Freud sostiene que la libido del neurótico es esforzada a pasar de los síntomas a la relación transferencial. El analista, sobre el que se concentra la líbido del neurótico, es concebido como un objeto libidinal. Esta definición entrama al analista en la satisfacción pulsional y deja entrever el fundamento pulsional de todo enamoramiento. Para esclarecer el estatuto del analista como objeto libidinal y los fundamentos pulsionales del amor, es necesario considerar el problema de la satisfacción pulsional y el abordaje libidinal de los objetos.
En Pulsiones y destinos de pulsión (1915) Freud sostiene que la pulsión es una fuerza constante que asedia al organismo desde el interior. El origen interior del estímulo determina la ineicacia de la huida, e insta al aparato a la realización de actividades complejas sobre el mundo exterior con el fin de modificar el estado de estimulación inicial. Por eso Freud define a la pulsión como una "medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal" (1915, p.117). Este juicio pende de un axioma, sobre el que Freud edifica aquí su teoría pulsional: la relación del aparato anímico con los estímulos (incluso frente a los que tienen como fuente el propio cuerpo) estaría regulada automáticamente por las sensaciones de placer-displacer, asociadas al aumento o a la disminución de los estímulos. De esta manera, la pulsión causaría el trabajo anímico, al introducir un estímulo displacentero en un aparato que solo busca el placer adyacente a la descarga.
El psiquismo busca someter las pulsiones a los principios que rigen su funcionamiento, el Principio de Constancia y el Principio de Placer5: "los destinos de pulsión consisten, en lo esencial, en que las mociones pulsionales son sometidas a las influencias de las (...) grandes polaridades que gobiernan la vida anímica" (1915, p.134). Por eso la pulsión acusa desde el principio un movimiento defensivo contra ella, de acuerdo a la tendencia axiomática del aparato a asegurar la "homeostasis" de las tensiones internas y la evitación del displacer. La defensa opera en el nivel mismo de la pulsión, con la configuración de los circuitos pulsionales y la constitución de los primeros "destinos" pulsionales6. Así, la estructuración de la pulsión y la defensa contra ella coinciden. Esto supone una modificación en el estatuto de la satisfacción, que deviene parcial, pues la satisfacción original, directa, se pierde y solo puede ser recuperada, parcialmente, por una mediación. Lo mismo sucede con el objeto de la pulsión, que en este movimiento pierde su connaturalidad. El estímulo se satisface en la fuente de la que parte, pero solo después de haber hecho un recorrido: circuito que introduce la función del objeto como un hueco, como el espacio vacío en torno al que se traza un movimiento. Durante los primeros años del desarrollo, puede suceder que la pulsión se fije a una serie de objetos (oral, anal), privilegiados en los intercambios del niño con los padres. Objetos de borde, que caen en la dialéctica de la relación con los otros, y que se fijan en la fantasía como representantes de la satisfacción perdida.

EL MODELO LIBIDINAL
Esta deinición del objeto pulsional permite pensar la intersección con una serie distinta: la de los objetos de amor. La pérdida del objeto, introducida por la estructuración de la pulsión, es condición de la constitución de la realidad exterior y sus objetos: el objeto debe perderse para que sea posible ir a buscarlo (reencontrarlo) afuera. En Introducción del Narcisismo (1914c), Freud intenta establecer un modelo7 para el abordaje libidinal de
los objetos del amor. Allí Freud se pregunta "¿En razón de qué se ve compelida la vida anímica a traspasar los límites del narcisismo y poner la libido sobre objetos?" (1914c, p.82). Coherente con los desarrollos de Pulsiones y destinos de pulsión (1915), indica que la colocación de la líbido sobre objetos deviene necesaria cuando la investidura narcisista originaria sobrepasa cierta medida, amenazando con provocar sensaciones displacenteras. Del mismo modo que la estructuración de la pulsión, la distribución libidinal parece regirse también por la tendencia axiomática del aparato anímico a evitar el displacer. Así, es la imposibilidad de una descarga directa adecuada, la que introduce la "elaboración psíquica" y la función de los objetos en la economía libidinal del narcisismo.
Freud señala que "El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo" (1914c, p.95). Este distanciamiento del estado originario depende de la nueva colocación libidinal: la libido se desplaza sobre el yo ideal, por un lado, y sobre los objetos de amor, por otro. Así, los objetos de amor relevan al narcisismo originario perdido. Ellos velan e indican a la vez el objeto pulsional que los soporta. De su relación con él nace la habitual sobrestimación de los objetos de amor.
El enamoramiento es, entonces, una forma de satisfacción sustitutiva, que se alza sobre la pérdida del narcisismo originario. La pérdida está en el fundamento del amor: se ama lo que uno fue y ha perdido o lo que posee los méritos que uno no tiene. Se ama entonces con una falta. Como indica Freud "El que ama ha sacrificado, por así decir, un fragmento de su narcisismo y sólo puede restituírselo a trueque de ser-amado" (1914c, p.95). El amante no acepta otra respuesta que la de ser amado, puesto que el amor se propone como una sutura posible a la falta: "(el que ama) Busca entonces, desde su derroche de libido en los objetos, el camino de regreso al narcisismo (...) Es la curación por amor, que él, por regla general, prefiere a la analítica" (1914c, p.97). Encontramos, entonces, en el fundamento del amor de transferencia una satisfacción sustitutiva. Ella está en la base de la renuencia de los pacientes a abandonar su reclamo amoroso, con la modalidad de satisfacción que comporta. Lo "no analizable" asume entonces la forma de una satisfacción libidinal. Por eso, al considerar nuevamente el problema de los límites al análisis, Freud sostendrá que el rechazo del yo y la inclinación a reprimir son un problema menor, ubicando los verdaderos obstáculos en la cura: "la falta de movilidad de la libido, que puede mostrarse remisa a abandonar sus objetos, y la rigidez del narcisismo" (1917, p.414).

UNA ESTRUCTURA QUE NO CIERRA: EL RESTO FREUDIANO
No obstante, al considerar el modelo de libidinización objetal propuesto, Freud señala que un fragmento de la investidura originaria permanece sobre el cuerpo propio, incapaz de desplazarse sobre los objetos (1914c, p.74). Mientras un grupo de las pulsiones ingresa en la economía reversible del narcisismo, otras se satisfacen anárquicamente, a nivel del cuerpo autoerótico. Así, autoerotismo y narcisismo no se recubren plenamente. Un resto autoerótico se mantiene inmodificado. En Pulsiones y destinos de pulsión (1915) Freud sostiene que un fragmento de la pulsión se sustrae a su estructuración por los principios que ordenan el funcionamiento psíquico (Principio de Placer y Principio de Constancia). Allí advierte que "La mudanza pulsional (...) nunca afecta, en verdad, a todo el monto de la moción pulsional. La dirección pulsional más antigua, activa, subsiste en cierta medida junto a la más reciente (...) aunque el proceso de la trasmudación pulsional haya sido muy extenso"(1915:125). Una parte de la pulsión se sustrae y mantiene su antigua dirección, justificando a nivel de la articulación pulsional el residuo autoerótico que no se inscribe en la economía libidinal reversible del narcisismo. El resto autoerótico, con su potencia actual, incesante, traza lo imposible en todo análisis:
Freud plantea entonces un movimiento constitutivo que deja un resto inalterado: una estructura que no se cierra sobre sí misma. ¿Qué valor tiene ese resto pulsional que no se deja modificar por la influencia de los principios que rigen la actividad psíquica? ¿Cuál es su lugar en el aparato psíquico y cuáles son sus consecuencias sobre el conjunto del psiquismo?

LO "NO ANALIZABLE" ES FUNDAMENTO: EL RESTO COMO CAUSA
Freud vuelve sobre el problema de la satisfacción pulsional- ya definida como la nueva figura de lo "no analizable"- en Más allá del principio de placer (1920), donde redefine su lugar en la estructura. Allí, señala que las pulsiones son capaces de producir perturbaciones económicas equivalentes a las de una neurosis traumática, pues el aparato anímico carece de un dispositivo protector frente a estímulos internos. De este modo, acerca la pulsión a la función del trauma. Esta redefinición de la pulsión, sitúa un exterior en el interior mismo del aparato, significando al propio cuerpo como hostil. El trauma, que ilustra ahora la relación del sujeto con su cuerpo, se instala en el fundamento de la estructura, subvirtiendo las relaciones tópicas previas.
Freud concibe las mociones pulsionales como impulsos no ligados que buscan con urgencia la satisfacción. La imposibilidad de ligar dichos estímulos al sistema de representantes psíquicos (elaboración psíquica) puede llevar a la ruptura de la homeostasis y la efracción traumática que derrumba el narcisismo. Freud descubre la relación íntima entre la pulsión y el trauma al estudiar una serie de fenómenos (sueños traumáticos, compulsión de repetición en transferencia) que ponen en primer plano la irrupción pulsional y el fracaso de la ligadura al campo de las representaciones. El análisis de estos fenómenos es complejo. Se superponen dos niveles diferenciados: la tendencia anímica que intenta dominar el estímulo y el bregar pulsional, que busca con autonomía su satisfacción.
El rasgo saliente de la compulsión de repetición es, sin embargo, el fracaso de este intento de ligadura, y la destitución concomitante del sujeto. Un sesgo demoníaco invade su vivenciar: percibe la realidad como algo sustraído a su poder. El trauma representa aquello que, en cada nueva vez, es lo mismo: lo que se resiste a entrar en la cuenta. El establecimiento de una serie, justamente, permite preservar al sujeto, pues introduce el vivenciar en un sistema de contabilidad que inscribe diferencias8. Aquí, el trauma destituye la serie, al introducir en ella la función de lo "no seriable": lo mismo, lo inasimilable. Freud asevera entonces que la compulsión de repetición en transferencia devuelve situaciones de valor traumático que solo pudieron provocar displacer. Y destaca que ellas remiten fundamentalmente a las decepciones que llevaron a la declinación del Edipo:

el florecimiento temprano de la vida sexual (...) se fue a pi- que a raíz de las más penosas ocasiones y en medio de sensaciones hondamente dolorosas (...) Ahora bien, los neuróticos repiten en la trasferencia todas estas ocasiones indeseadas y estas situaciones afectivas dolorosas, reanimándolas con gran habilidad. (1920, pp.20-21).

Esta compulsión de repetición, en la que el sujeto puede asumir tanto un papel activo como pasivo- Freud da ejemplos de ambos-, señala en la escena lo actual del trauma, que no termina de inscribirse en la cuenta, y que se presenta bajo la figura de un destino omnipotente. De este modo, la irrupción pulsional amenaza con abolir el campo de la subjetividad. La satisfacción absoluta a la que aspira la pulsión no puede ser alcanzada sino al costo del arrasamiento del psiquismo como sistema de huellas que inscribe diferencias. Por eso Freud asigna a la pulsión de muerte la "tendencia propia de lo orgánico vivo a restaurar un estado anterior que lo vivo debió resignar" (1920, p.36). Estado previo a la marca originaria que inscribe la posibilidad de la diferencia y funda el aparato psíquico. La pulsión de muerte amenaza entonces con restaurar un estado en que aún no existía la distancia entre el objeto de la satisfacción y su marca (que pierde al primero para siempre), hiancia en la que se sostiene la estructura misma del deseo.
La insistencia de lo traumático revela que la ligadura del estímulo es una tarea previa a la instalación del principio del placer. "Si existe un «más allá del principio de placer», por obligada consecuencia habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia (...) al cumplimiento de deseo" (1920, p.32). Esta afirmación revela la disyunción entre la satisfacción pulsional directa y el inconciente. Si hay satisfacción directa no hay deseo. Si hay deseo, no hay satisfacción absoluta. El principio de placer, que años más tarde será definido como "guardián de la vida", impide que el objetivo de la pulsión de muerte se realice. La ligadura se concibe entonces como la tarea originaria de acotar la satisfacción pulsional directa. La pulsión de vida es el nombre freudiano de esta ligadura. La tarea de dominar el estímulo remite directamente a una operación de pérdida, necesaria para mudar el estímulo pulsional en un cumplimiento de deseo. La compulsión de repetición señala en la escena el objeto del trauma- la inundación económica- que no termina de perderse. Esa pérdida es necesaria para que allí advenga el deseo.
El deseo tiene por fundamento una pérdida: la pérdida de objeto, que redobla la pérdida de satisfacción originaria. El deseo como tendencia a reencontrar el objeto entraña siempre la dimensión de un fracaso del encuentro, pues entre las marcas del objeto y el objeto perdido persiste una diferencia, un resto. El reencuentro del objeto nunca es el encuentro del objeto perdido, sino la actualización de esa pérdida.
Pérdida regulada por el Edipo, que inscribe lo imposible del encuentro como una prohibición, y sostiene la ficción del encuentro. La prohibición de la madre promete al sujeto al deseo y al equívoco; en Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (1910), Freud sitúa la relación entre esta pérdida originaria, redoblada como prohibición, y la constitución de las series psíquicas: "todos los objetos de amor están destinados a ser principalmente unos subrogados de la madre -que aquí vale por el objeto que se era en el origen y que debe perderse para que el sujeto se constituya9 - (...) lo insustituible eficaz dentro de lo inconciente a menudo se anuncia mediante el relevo sucesivo en una serie interminable, y tal, justamente, porque en cada subrogado se echa de menos la satisfacción ansiada" (1910, p.163).
Es ese resto de satisfacción que jamás se alcanza el que relanza el proceso, sosteniendo la "indestructibilidad" del deseo inconciente. La satisfacción resignada deviene causa de la elaboración psíquica. La pérdida da así lugar a la producción de modalidades sustitutivas de satisfacción. La fuerza constante de la pulsión funda, al pasar por el tamiz de la pérdida de objeto, la insistencia del inconciente. Insistencia que busca reencontrar la satisfacción perdida, y que al no alcanzar su objetivo, comienza una y otra vez la búsqueda. Lo que se repite entonces es la división en la que cada producción engendra también su propio resto. Como afirma Freud:
La pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfac- ción plena, que consistiría en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción; todas las formaciones sustitutivas y reactivas, y todas las sublimaciones, son insuicientes para cancelar su tensión acuciante, y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante, que no admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas, sino que, en las palabras del poeta, «acicatea, indomeñado, siempre hacia delante» (1920, p.42).

LA SUBVERSIÓN FREUDIANA
Estos desarrollos consolidan conceptualmente el valor de lo "no analizable" como fundamento de la estructura. La torsión freudiana encuentra aquí su cierre. Lo "analizable" y lo "no analizable" se anudan, se trenzan, de modo tal que el intento de hacer una representación espacial de sus relaciones exige el desarrollo de una topología10. La relación entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte, trabajada a partir de los conceptos de mezcla y desmezcla, ilustra esta nueva modalidad lógica, que acaba con los modelos binarios simples de inclusión/exclusión.

Acaso sea posible situar en ese resto "no analizable", en el corazón de toda neurosis, el motivo de toda elaboración psíquica posterior. Sobre ese imposible- límite a la vez que causa- se levanta la ficción posible de todo lazo social. Ficción que introduce la dimensión del equívoco, del fracaso, no alcanzando jamás lo que busca. Como Sísifo, el hombre es condenado a emprender una y otra vez una tarea que nunca acaba. En palabras de Freud, no queda más que avanzar, siempre hacia adelante "en verdad sin perspectivas de clausurar la marcha ni de alcanzar la meta" (1920, p.42).

1 En nuestra lectura se trata no tanto de la ausencia de transferencia como de modalidades de la transferencia que amenazan el funcionamiento del dispositivo.

2 Como se señala en La Interpretación de los Sueños: "lo reprimido exige un material aún libre de asociaciones" (1900, p.556), lógica que acerca al analista a la función del resto diurno en el sueño.

3 En este sentido, podemos seguir la indicación freudiana contemporánea en De la historia de una neurosis infantil (1917)-redactado el mismo año que Recordar, repetir, reelaborar (1914)- en la que afirma: "El soñar es también un recordar, si bien sometido a las condiciones nocturnas y de la formación del sueño" (1917, p.50).

4 En cierto sentido, Freud establece en este texto una simetría entre la vertiente erótica y la hostil de la transferencia. El odio tendría lugar cuando el analista rechaza las pretensiones indomeñables del paciente. "Si él se rehusa (...) ella podrá hacer el papel de la desairada y sustraerse de la cura de él por venganza y encono..." (1914b, p.170).

5 Si bien en estos textos se observa una continuidad entre ambos principios, en El problema económico del masoquismo (1924) esta relación será subvertida.

6 Entre los que la transformación en lo contrario y la vuelta sobre sí mismo (previos a la represión) tienen un valor primario, estructurante del campo del sujeto y sus objetos.

7 Este modelo no está exento de diicultades puesto que tiene por eje una ambigüedad: el yo es considerado a la vez un objeto sobre el que puede dirigirse la libido y el "gran reservorio libidinal" del que ella parte. Dualidad que lleva a atolladeros evidentes y que será resuelta en la segunda tópica con la formulación del "ello" como genuino reservorio libidinal.

8 Por eso Freud diferencia la compulsión de repetición en análisis- que introduce la dimensión del conflicto y la implicación- de las "neurosis de destino", en las que la figura del destino es omnipotente y el sujeto permanece desimplicado, fuera de la serie.

9 La aclaración es mía.

10 En su sus nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932-1936) Freud afirma: "No deben concebir esta separación de la personalidad (...) mediante contornos lineales como en el dibujo o la pintura primitiva; más bien, mediante campos coloreados que se pierden unos en otros, según hacen los pintores mo- dernos. Tras haber separado, tenemos que hacer converger de nuevo lo separado" (1932, p.74).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIBLIOGRAFÍA

1- Freud, S. (1893-1895) "Estudios sobre la histeria". En Obras completas Vol. II. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.         [ Links ]

2- Freud, S. (1900[1899]) "La interpretación de los sueños". En Obras completas Vol. V. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.         [ Links ]

3- Freud, S. (1905 [1901]) "Fragmento de análisis de un caso de histeria". En Obras completas Vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976        [ Links ]

4- Freud, S. (1910) "Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre". En Obras completas Vol. XI. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.         [ Links ]

5- Freud, S. (1912) "Sobre la dinámica de la transferencia". En Obras completas Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.         [ Links ]

6- Freud, S. (1914a) "Recordar, repetir, reelaborar". En Obras completas Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.         [ Links ]

7- Freud, S. (1914b) "Puntualizaciones sobre el amor de transferencia". En Obras Completas, vol. XII, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1978.         [ Links ]

8- Freud, S. (1914c) "Introducción del narcisismo". En Obras Completas, vol. XIV, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1978.         [ Links ]

9- Freud, S. (1915): "Pulsiones y destinos de pulsión" en Obras Completas, vol. XIV. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1978.         [ Links ]

10- Freud, S. (1917): "28º Conferencia: La terapia analítica" (1917), en Obras Completas, vol. XVI. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1978.         [ Links ]

11- Freud, S. (1920) "Más allá del principio de placer". En Obras completas Vol. XVIII. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.         [ Links ]

12- Freud, S.: "El problema económico del masoquismo" (1924), en Obras Completas, vol. XIX, Bs. As., Amorrortu Editores, 1986.         [ Links ]

13- Glasman, S. (1985): "La satisfacción". En Conjetural Numero 7. Buenos Aires: Editorial Sitio.         [ Links ]

14- Laznik, D. (2007): "La delimitación de la experiencia analítica y las figuras de lo no Analizable". En Memorias de las XIV Jornadas de Investigación - Tercer Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR, Volumen II. Buenos Aires: Facultad de Psicología (UBA)         [ Links ]

15- Laznik, D. y Lubián, E. (2006): "La transferencia: de la suposición a lo no domesticado", en Anuario de Investigaciones vol. XII. Buenos Aires: Facultad de Psicología (UBA).         [ Links ]

16- Laznik, D., Lubián, E. y Kligmann, L. (2009): "La operación analítica: límites y fundamentos". En Anuario de Investigaciones Vol. XV. Buenos Aires: Facultad de Psicología (UBA).         [ Links ]

17- Miller, J.A. (2001): La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Buenos Aires. Paidós.         [ Links ]

18- Soler, C. (2004). La repetición en la experiencia analítica. Buenos Aires: Manantial        [ Links ]

Fecha de presentación: 22 de abril de 2014
Fecha de aceptación: 10 de julio de 2014

 

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons