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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.21 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul. 2014

 

Psicoanálisis

La armadura histérica y el inconsciente en el último período de la enseñanza de Lacan

The hysteric armature and the unconscious in the last period of Jacques Lacan´s teaching

Galiussi, Romina1; Godoy, Claudio2

1 Doctora en Psicología, Magíster en Psicoanálisis (UBA). Especialista en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica (UBA) Lic. en Psicología (UBA). Jefa de Trabajos Prácticos Regular de Psicopatología II, Facultad de Psicología (UBA). E-mail: rgaliussi@yahoo.com.ar

2 Lic. en Psicología, Profesor Adjunto Regular de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Codirector del Proyecto UBACyT "Versiones del padre en el último período de la obra de Jacques Lacan (1971-1981)". Director del proyecto UBACyT "El síntoma, el sentido y lo real en el último período de la obra de Jacques Lacan (1971-1981).

RESUMEN
En este trabajo, el cual se inscribe dentro del proyecto de investigación UBACyT "Versiones del padre en el último periodo de la enseñanza de Lacan", se efectúa una articulación entre la armadura del amor al padre que opera en la histeria y el inconsciente, a partir de los últimos desarrollos en la enseñanza de Jacques Lacan, particularmente desde la topología tórica.

Palabras clave:
Padre - Armadura - Inconsciente - Topología

ABSTRACT
This paper, which is part of the UBACyT research project "Versions of the father in the last period of Jacques Lacan´s work", adresses an articulation between the armature of the love to the father that operates in hysteria and the unconscious, beginning from the last developments in Jacques Lacan´s teaching, particularly from the "toric" topology.

Key words:
Father - Armature - Unconscious - Topology

El complejo de Edipo y el inconsciente han sido temáticas fundamentales desde los inicios del psicoanálisis, e investigadas en función de diversas aristas. En este trabajo, el cual se inscribe dentro del proyecto de investigación UBACyT "Versiones del padre en el último periodo de la enseñanza de Lacan" interesa desarrollar cómo opera la dialéctica edípica en la histeria desde la topología nodal, particularmente a partir de lo que Lacan ubica en el Seminario 24 en términos de la "armadura del amor al padre". A su vez, articularemos esta perspectiva con una de las concepciones que este autor propone de lo inconsciente en dicho período, es decir, como elaboración de saber, en su dimensión simbólico-transferencial.

1.Amor al padre e inconsciente a partir de la topología nodal
En el Seminario 24, Lacan aporta una definición topológica de la estructura histérica, utilizando los cortes y reversiones de la superficie del toro, delimitando a la histeria por la forma tórica "garrote" sostenida en el amor al padre, es decir, afirmando que aquello que otorga estabilidad a la neurosis histérica es la armadura del amor al padre. Así, la misma se encuentra sostenida en su forma de garrote por una armadura que es su amor por su padre (Cf. LACAN 1976-77, 14/12/76). El garrote es la presentación tórica obtenida (a partir del procedimiento de corte, agujereo o perforación) al revertir la supericie de un toro, de manera tal que el interior de la misma pase al exterior y viceversa. Y el término en francés armature designa allí al armazón que otorga una singular consistencia al sujeto histérico como a su cuerpo. A partir de ello, es posible afirmar que el mismo opera en la histeria como esa realidad que amarra y otorga consistencia, impidiendo que los registros se suelten.
Ahora bien, resulta fundamental el hecho de pensar que dicha armadura comporta y constituye algo diverso a la conciencia, a saber, su inconsciente. Al respecto, Lacan plantea que la histérica, la histórica, en ese deslizamiento, no tiene en suma para hacerla consistir sino un inconsciente"1(Cf. LACAN Ibíd., 14/12/76), y es esa dimensión la que claramente se desarrolla en la histeria vía el anudamiento que constituye el amor al padre. Esta
misma perspectiva es retomada en el Seminario siguiente, El momento de concluir, en la clase del 20 de diciembre de 19772 allí donde sostiene: "El hecho de haber enunciado la palabra inconsciente no es nada más que la poesía con la cual se hace la historia. Pero la historia, como lo digo algunas veces, la historia es la histeria3" (LACAN 1977, 20/12/1977).
En función de lo expuesto, es posible afirmar que la histeria constituye y efectúa una elaboración neurótica en ese despliegue edípico de su historia, en un armazón que articula al padre, el inconsciente y los síntomas.
Se impone una pregunta: ¿por qué enlazar la topología nodal con la histeria? Y será posible responder que ello reviste interés en la medida que, respecto de estos anudamientos borromeos, Lacan dirá que él ha sido guiado por las histéricas. Lo dice claramente en estos términos: "No hay huella en Freud del nudo borromeo. Y sin embargo yo considero que, de una manera completamente precisa, yo estaba guiado por las histéricas" (LACAN 1976-77, 26/02/1977). O bien "La tríada de lo real, de lo imaginario y de lo simbólico a la cual he sido impulsado por las histéricas" (LACAN Ibíd., 8/03/1977). De esta manera, intentaremos delimitar la relación entre las particularidades del nudo borromeo, la armadura del amor al padre y la estabilidad histérica, esto es, entender el estatuto de aquello que opera como modo de anudamiento.

2. Los tres tipos de identificaciones
El hecho de delimitar la estabilidad histérica a partir de este lazo con el padre, nos lleva a indagar qué estatuto comportan las identificaciones ya que, al decir de Laurent "...lo que Lacan retomará para elucidar la cuestión de la histeria es la identificación"4 . Y es lo que hace en el Seminario 24. Allí sostiene: "Recuerdo muy bien que hay para Freud al menos tres modos de identificación, a saber— una identificación para la cual él reserva, no se sabe bien por qué, la calificación de amor, es la identificación al padre — una identificación hecha de participación, que él evidencia como la identificación histérica — y luego la que él fabrica de un rasgo5" (LACAN 1976-77, 16/11/1976).
Ello ya había sido anticipado en Los nombres del padre: "Lean "Psicología de las masas y Análisis del Yo", y específicamente el capítulo "identificación", para comprender lo que puede haber de genial en la distinción, allí formulada, de tres clases de identificaciones, o sea las que he denotado y valorizado con el rasgo unario, el einziger Zug, y la manera como las distingue del amor en tanto que, llevado a un término seguramente, es aquel que se trata para nosotros de alcanzar, a saber: esa función del Otro en tanto que librada por el padre, y por otro lado, la otra forma, la de la identificación llamada histérica, a saber, del deseo con el deseo. Freud distingue, precisamente, esas tres formas de identificación." (LACAN 1973-74, 12/03/1974). Resulta claro que este último -en el capítulo VII de dicho texto- ha destacado más de tres tipos de identiicaciones6 . No obstante, es posible leer allí las delimitadas por Lacan.
En primer lugar, Freud define a la identificación como"... la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de Edipo" (FREUD 1921, 99), al que contribuye a preparar, destacándose la ligazón con el padre primordial, el cual es tomado como ideal y modelo sobre el que se configura el yo. Con respecto a la identificación con el rasgo, podemos ubicar -tal como Freud allí lo hace- a Dora y su tos como paradigma de esta identificación que redobla la primera con el padre. Vale destacar que se trata de una identificación con el rasgo -y de allí su carácter parcial- del objeto amado, y así "...la identificación reemplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado hasta la identificación" (FREUD Ibíd., 100). Recordemos a esta última como el lazo afectivo primero y anterior a cualquier elección de objeto. De allí la vuelta desde ésta hacia aquella bajo las constelaciones propias de la formación de síntoma, tomando el yo las propiedades, en este caso un rasgo, del objeto.
Y por último, se ubica el tercer tipo de identificación que interviene en la formación de síntoma, a la cual Lacan -retomando lo señalado por Freud respecto de la identificación de la "bella carnicera" con su amiga- delimitará como histérica. Según Freud, es aquella que prescinde del lazo libidinal previo, dando como ejemplo el caso de las jóvenes del pensionado7, donde una de ellas recibe una carta de su amado secreto que despertó sus celos, desencadenando un ataque histérico al cual sus compañeras se identificaron por la vía de la infección psíquica, esto es, al ponerse en la misma situación a partir de ese punto común. De este modo, Freud afirmará que "La identificación por el síntoma pasa a ser así el indicio de un punto de coincidencia entre los dos "yo", que debe mantenerse reprimido" (FREUD 1921, 101). Si bien aquí se plantea esta forma de lazo a nivel yoico, equiparándolo al que se establece en la masa, desde la perspectiva de Lacan se trata de la identificación en ese punto de falta, a nivel del deseo y bajo la forma de la insatisfacción, tal como lo afirma en relación con el sueño de la bella carnicera8.

3. identificación, amor y Nombre-del-padre
Se plantean de este modo dos cuestiones: la relación entre la identificación y el amor. Tal es la propuesta de Lacan en el Seminario 21, al afirmar: "Advertí que al fin de cuentas no por nada Freud, en lo que yo citaba la vez pasada, el intitulado Psicología llamada justamente "de las masas" y Análisis del Yo, confronta la identificación con el amor, y sin el menor éxito, para intentar tornar aceptable que el amor participa de una u otra manera de la identificación" (LACAN 1973-74, 19/03/1974). Y aquí aparece el tercer término que interesa al fin que nos ocupa, ya que el amor tiene que ver con el Nombre-del-Padre. Al respecto, interrogará "¿Qué es lo que el Edipo, el susodicho Edipo, nos enseña sobre esto?" (LACAN Ibíd.). Se trata de la misma idea que sostiene en el Seminario posterior: "Yo les propongo, como clausura de esta sesión de hoy, lo siguiente: la identificación, la identificación triple tal como él la avanza, les formulo la manera en que yo la defino. Si hay un Otro real, no está en otra parte que en el nudo mismo, y es en eso que no hay Otro del Otro. Este Otro real, háganse identificar a su Imaginario: ustedes tienen entonces la identificación de la histérica al deseo del Otro. Esto sucede en ese punto central. Identifíquense a lo Simbólico del Otro real: ustedes tienen entonces esa identificación que he especificado por el einziger Zug, por el rasgo unario. Identifíquense a lo Real del Otro real: ustedes obtienen lo que he indicado con el Nombre del Padre; y es ahí que Freud designa lo que la identificación tiene que ver con el amor" (LACAN 1974-75, 18/03/1975). Tal como ya lo había anticipado en el Seminario 17, ubica la primera identificación a nivel del padre en tanto "Freud observa ahí que, de forma totalmente primordial, el padre se muestra como el que preside la primera identificación, precisamente por el hecho de ser, con predilección, merecedor del amor" (LACAN 1969-70, 92). Es decir, es posible enlazar estos tres términos en la medida que el amor halla su soporte en la identificación con el padre, a partir de esas tres dimensiones del Otro -a nivel real, simbólico e imaginario-.
Y asimismo, establece una articulación entre las identificaciones y el nudo borromeo, en esta pregunta: "¿Es que no es extraño que como identificaciones, no nos enuncie más que tres de ellas, y que en esas 3 haya todo lo que hace falta para leer mi nudo borromeo?" (LACAN 1974-75, 15/04/1975), respondiendo que, justamente, la identificación -en sus dimensiones imaginaria, simbólica y real- se soporta del nudo borromeo9. Al trabajar con los toros y sus diversas reversiones, Lacan interroga "¿Cómo designar de manera homóloga las tres identiicaciones distinguidas por Freud, la identificación histérica, la identificación amorosa llamada al padre, y la identificación que yo denominaría neutra, la que no es ni una ni otra, la identificación a un rasgo particular, o un rasgo que llamé cualquiera, o un rasgo que sea solamente el mismo? ¿Y cómo repartir estas tres inversiones de toros, homogéneas en su práctica, y que, además, mantienen la simetría entre un toro y otro?" (LACAN 1976-77, 16/11/1976). Así, este interrogante es lo que nos permitirá pasar al apartado siguiente, en el cual se intentará encontrarle una respuesta, a la vez que dar cuenta de la articulación que se establece entre los conceptos delimitados, esto es, la identificación, el padre y el amor a la luz de la topología nodal.

4. Reversiones e identificaciones
Tal como se ha expuesto, en este apartado estableceremos una articulación entre ambas perspectivas, a fin de entender la armadura del amor al padre como anudamiento en la histeria, en función de los diversos tipos de reversiones tóricas e identificaciones.
Con respecto a las primeras, Lacan planteará tres tipos de reversiones o eversiones, y este concepto es muy importante para el tema que nos ocupa ya que, en función de pensar en aquello exterior que se hace interior, puede articularse en correspondencia con los tres tipos de identificaciones trabajadas en sus distintos niveles. Si retomamos la reversión vista anteriormente, esto es, el hecho de cortar la superficie del toro y plegar los bordes, podemos entender que el efecto de la misma es la conformación de un toro garrote (tore trique). Así, y en relación con esta primera forma de reversión, es posible articularla con la identificación primaria o primordial, la cual constituye efectivamente una operación de incorporación de una estructura preexistente. Se trata de la identificación primaria a los signiicantes del Otro, el baño de lenguaje caro al ingreso en el mundo simbólico. Ello es solidario con lo que Lacan plantea en Radiofonía, al tomar un término de la filosofía estoica que confronta al idealismo platónico: lo incorporal.
Siguiendo al materialismo de Antístenes, para los estoicos lo que existe es un cuerpo material, un particular sensible y ello es lo que estructura a lo real. A partir de ello, han constituido un sistema noético basado en un materialismo corporeísta extremo, y lo incorporal atañe a lo que subsiste y opera como condición de posibilidad para que existan los cuerpos10. De allí Lacan toma el término para afirmar que "....de ahí lo incorporal permanece marcar el primero, del tiempo posterior a su incorporación. Hagamos justicia a los estoicos por haber conocido ese término, rubricar en qué lo simbólico aspira al cuerpo: lo incorporal" (LACAN 1977, 18). De este modo, lo incorporal se entiende como aquella operación producto de la incorporación que posibilita la negativización de la carne en el cuerpo a partir de ese ingreso simbólico que aspira al cuerpo. Constituye aquello del lenguaje que busca tomar cuerpo -y por ello incorporal-, esto es, encarnarse. Se produce así el cambio de lo exterior a lo interior, a partir del corte que instaura el lenguaje en tanto cizalla11, constituyendo un lugar vacío que instituye la función de dar nombre, y es por ello que Lacan lo articula al padre al decir "Identifíquense a lo Real del Otro real: ustedes obtienen lo que he indicado con el Nombre-del-Padre" (LACAN 1974-75, 18/03/75).
En algunas de las diversas obras que conforman el Estado del arte12, se establecerá una articulación entre la identificación primaria, matriz de las posteriores identificaciones, y el dar nombre, tal es la función real del padre. Ello en la medida en que el mismo opera una negativización del goce y ese es el modo en que el cuerpo toma consistencia. Es lo que señala Lacan, no sin cierta poética, en Radiofonía: "De Uno-en-menos, el lecho está hecho para la intrusión que avanza desde la extrusión; es el significante mismo. Así no todo es carne. Las únicas que improntan el signo que las negativiza, ascienden, de lo que el cuerpo se separan, las nubes, aguas superiores, de su goce, cargadas de rayos a redistribuir cuerpo y carne" (LACAN 1977, 19).
De esta manera, el padre en tanto excepción, menos uno, opera redistribuyendo carne y cuerpo, haciendo posible la negativización que constituye a este último, en un interjuego entre extrusión e intrusión, la extrusión de la carne y la intrusión como incorporación del cuerpo. Así, a partir del corte producto de dicha operatoria paterna, el lenguaje hace cuerpo. Una idea solidaria se sostiene en el Seminario 22, cuando afirma que "...un agujero hace torbellino, más bien traga. Y luego hay momentos en que escupe, ¿escupe qué?: el nombre, el padre como nombre" (LACAN 1974-75, 15/04/1975). Tal es la vertiente que, de un modo diverso, Freud ha delimitado en la identificación mítica, prehistórica y canibalística13 con el padre primordial, ese lazo que, vía la incorporación del lenguaje, introduce un vaciamiento de goce que permite una articulación a nivel del amor -lo cual constituye la definición de la identificación-. Asimismo, ello da lugar a la constitución de un cuerpo, entendiéndose en los toros dicha incorporación por la vía de la reversión, tal como se ha destacado en el apartado anterior.
Con respecto a la identificación del segundo tipo, con el rasgo, que viene a redoblar a la identificación primaria, es posible entenderla a partir de la segunda forma de reversión, la cual comporta dos toros enlazados que figuran la relación del sujeto con el Otro.
Se delimitan ambos toros enlazados, los cuales represen- tan al sujeto y al Otro. Se efectúa el corte del mayor, de modo tal que, procediéndose a su reversión, resulta envolviendo al toro más pequeño. Así, el sujeto toma un rasgo de aquel Otro que lo constituye vía la identificación primaria, la cual resulta redoblada a partir de este segundo tipo de reversión, y uno de ellos envuelve al otro. De esta manera, se introyecta un rasgo que refuerza la incorporación de la estructura del caso anterior, en una operación simbólica a través de la repetición de una marca que genera la barradura del Otro y la constitución del sujeto. Si tomamos el ejemplo de la tos de Dora, la introyección de este rasgo da cuenta de la ligazón al padre y, asimismo, de la dimensión inconsciente puesta en juego en la histeria14 y sus síntomas. De allí la posibilidad de interpretación, tal como se observa en los diversos casos dilucidados por Freud.
Y, por último, la tercera forma que comporta la identificación histérica, aquella que se da con lo imaginario del Otro real, según la mencionada clase del 18 de marzo de 1975 en la que afirma: "Este Otro real, háganse identificar a su Imaginario: ustedes tienen entonces la identificación de la histérica al deseo del Otro", es decir, la identificación imaginaria al deseo del Otro, tal como ha sido indicado, por ejemplo, respecto de las muchachas del pensionado en el texto freudiano. Es posible figurarla también a partir de dos toros, pero ahora uno dentro de otro, cortándose primero el exterior y procediendo a su reversión, para luego hacer lo mismo con el interior. De manera tal que resultan dos toros garrote, donde el último pasa a ser exterior, constituyendo, a la vez, una conjunción de las dos reversiones anteriores, e instituyendo un cuerpo atravesado por el significante.
Así, es posible entender la función histérica como tercera forma identificatoria de lazo con el Otro en el punto de falta, en tanto respuesta a la falta estructural. De este modo, se delimita la incidencia conjunta de la identificación primera, la excepción paterna, como así también la identificación al rasgo, en el uso que hace la histérica de ambas, por la vía del deseo y el amor, a fin de intentar responder a ese punto de falta estructural, allí donde el lenguaje no da cuerpo.
Consecuentemente, podríamos ubicar a la histeria en su queja y denuncia sobre la ausencia de una identidad femenina y responsabilizando de el lo al padre -ya que idealmente éste sería el único que podría brindarla- y su insuficiencia, a la cual la histérica tiende a reparar o a desafiar, exigiendo que el falo pueda dar un signo de la identidad femenina. Y en su búsqueda de una identidad femenina denuncia el semblante de la máscara fálica, pero al hacerlo no encuentra aquella sino un real asexuado del cuerpo, requiriendo por ello nuevamente dicho semblante y el anudamiento que comporta la armadura del amor al padre, como respuesta al lapsus de la estructura.
Ahora bien, respecto del estatuto del cuerpo, resulta muy interesante lo que Lacan plantea en la siguiente cita, sosteniendo que en la histeria, más que de una complacencia somática -entendida a partir del mecanismo conversivo dilucidado por Freud-, se trata más bien de un rechazo del cuerpo. En consecuencia, "El propio sujeto, histérico, se aliena por el significante amo como sujeto al que este significante divide - al que, en masculino, representa al sujeto -, este sujeto que se opone a hacerse su cuerpo. A propósito de la histérica se habla de complacencia somática. Por más que el término sea freudiano, ¿no podemos dejar de darnos cuenta que es bien extraño y que se trata más vale de un rechazo del cuerpo?...A su manera ella hace una especie de huelga. No entrega su saber. Sin embargo, aun manteniéndose solidaria con la función del amo, la desenmascara, poniendo de relieve lo que hay de amo en el Uno con U mayúscula, sustrayéndose como objeto de su deseo. Esta es la función propia que hemos marcado desde hace tiempo, al menos en el campo de mi escuela, bajo el título del Padre idealizado" (LACAN 1969-70, 99).
Así, ubicamos por un lado el rechazo del cuerpo y por otro a este padre ideal que ocupa un rol amo en el discurso de la histérica, bajo lo que él llama el "la potencia de creación" (LACAN Ibíd., 100) en relación a la mujer; de modo que, por más impotente que sea, tal como se ve en el historial de Dora, se destaca a su vez la potencia desde esta vertiente idealizada, y ello es lo que especifica la relación al padre de la histérica, en este interjuego entre idealización e impotencia -claramente puesto en primer plano a partir de la interpretación freudiana-15.
De esta manera, el discurso de la histérica "...se desdobla en, por un lado, castración del padre idealizado, que constituye el secreto del Amo y, por otra parte, privación, asunción por parte del sujeto, femenino o no, del goce de ser privado" (LACAN Ibíd., 104). Así, la estrategia comporta querer un Amo para castrarlo y, asimismo, el goce que obtiene está sumido en la insat isfacción cara a la privación. Tal como se propone unos años más tarde en el Seminario 20, permanece ubicada del lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación, el lado del todo y la excepción, ya que "hace de hombre", es decir, prevalece en tanto hommosexuelle, bajo un goce norme mâle -norma macho-, a partir de la pregnancia de la función fálica vía su identificación viril. Sostiene -tal lo airmado por Lacan en el Seminario XVII- la insatisfacción y el goce en la privación, esto es, en el goce de gozar demasiado poco, ya destacado respecto de Dora y el Sr. K., ese tercer hombre portador de un órgano que lo hace valioso, "...pero no para que Dora sea feliz con él, sí puede decirse así, sino para que otra le prive de él". (LACAN Ibíd., 100). Ello a raíz de su interés en la otra mujer, lo cual imposibilita el despliegue de la pregunta por lo femenino, en su hacer de hombre y en la estabilidad que comporta la respuesta fantasmática y el anudamiento sostenido en el amor al padre, el cual otorga una singular consistencia y estabilidad al sujeto histérico en tanto lo previene del encuentro con el punto real de la estructura en el cual lo simbólico no responde y que desestabiliza su unidad, aquel delimitado por la pregunta por lo femenino.
En función de lo antedicho, consideramos que el hecho de recurrir a la topología permite dar cuenta de los lazos que se establecen entre el sujeto con el Otro. Asimismo, ello nos posibilita pensar su constitución a partir del lazo con el padre, lazo al cual la histérica se aferra ya que ello es lo que le permite un funcionamiento y su estabilidad. Si retomamos asimismo los antecedentes, se puede señalar que las reversiones tóricas constituyen una forma de entender y graficar la estabilidad histérica en su lazo con el padre a la luz de la topología nodal. De este modo, se intenta delimitar que el lazo al padre, entablado por la vía del amor y la identificación, le otorga a la histérica una forma de amarre, de respuesta. Constituye la elaboración edípica que hace la histeria en el despliegue de su historia, y esa es la dimensión que destacaremos en el apartado siguiente.

5. Cadena inconsciente y parentesco
Quisiéramos concluir este desarrollo estableciendo una articulación entre la vertiente his-tórica propia de la histeria, en esta trama edípica e identificatoria, y la perspectiva que se abre cuando Lacan pregunta "¿Por qué todo se engulle en el parentesco16 más chato? ¿Por qué la gente que viene a hablarnos en psicoanálisis no nos habla más que de eso? ¿Por qué el psicoanálisis orienta a la gente...hacia sus recuerdos de infancia?" (LACAN 1976-77, 17/5/77). O bien: "¿La cadena inconsciente se detiene en la relación con los padres? ¿Es, sí o no, fundada, esta relación del niño a los padres?" (LACAN Ibíd., 14/12/1976). Así, planteará esta relación en términos de cadena, como "...el montaje es la cadena, la cadena de las generaciones" (LACAN Ibíd.), quedando delimitada una articulación entre la "armadura", esto es, el amor al padre y la cadena de las generaciones que viene a formalizar la serie.
Al respecto, y en función del desarrollo de las identificaciones tomadas de Freud, vale señalar que, ya en El yo y el ello, se plantea a la identificación al rasgo como aquella que viene a redoblar la identificación primera al padre, ya que tras ella se esconde "...la identificación primera, y de mayor valencia, del individuo: la identificación con el padre de la prehistoria personal. A primera vista, no parece el resultado ni el desenlace de una investidura de objeto: es una identificación directa e inmediata, y más temprana que cualquier investidura de objeto. Empero las elecciones de objeto que corresponden a los primeros períodos sexuales y atañen a padre y madre parecen tener su desenlace, si el ciclo es normal, en una identificación de esa clase, reforzando de ese modo la identificación primaria" (FREUD 1923, 33). De esa manera, las identificaciones post-edípicas terminan redoblando la identificación primaria. Así, Freud enlaza a la prehistoria con la historia y el Edipo para dar cuenta de las identificaciones que sostienen inconscientemente los síntomas histéricos, constituyendo la cadena de las generaciones delimitada por las relaciones de parentesco.
En su obra El parentesco en cuestión17, el antropólogo Rodney Neeham cuestiona fuertemente el estatuto del
parentesco, ya que las relaciones culturales implican una mayor variedad, extensión y complejidad. No obstante, Lacan sostiene que "La observación incontestable de que el parentesco tiene valores diferentes en las diferentes culturas no impide que la machaconería por parte de los analizantes de sus relaciones con sus parientes, próximos además, es un hecho que el analista tiene que soportar" (LACAN 1976-77, 19/04/77). Ya que si el analizante "...no habla sino de eso..." es porque "...sus parientes próximos le han enseñado lalengua" (LACAN Ibíd.). O bien, tal como lo plantea en el Seminario 25: "Es cuando menos a donde me conduce el hecho del análisis, pues el análisis es un hecho, es un hecho social al menos, que se funda sobre lo que se llama el pensamiento, que se expresa como puede con "lalengua" (lalangue) que se tiene" (LACAN 1977-78, 11/04/78). Agregando que "...no hay...más que el aprendizaje que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras, la que es para él lalengua" (LACAN 1976-77, 19/04/77).
Es así como lalengua se historiza con esos parientes más próximos, es decir, lalengua traumatiza y ello recae sobre quienes la han trasmitido, de modo tal que se configura un sentido en torno a la historia parental. Ello ya supone un tratamiento, y esa constituye la solución por excelencia del inconsciente histérico por la vía del amor al padre. Tal como sostiene en el Seminario 20 "El lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua" (LACAN 1972-73, 26/06/1973), y de ello la histeria constituye un paradigma. Y, a su vez, resulta fundamental señalar cómo Lacan articula al inconsciente con el parentesco y lalengua. Así sostiene: "Lalengua, cualquiera sea, es una obscenidad, lo que Freud designa -perdónenme también el equívoco- como la obtrescena, como la otra escena que el lenguaje ocupa por su estructura, estructura elemental que se resume en la del parentesco" (LACAN 1976-77, 19/04/77). De esta manera, se permite este equívoco para afirmar que lalengua constituye lo traumático por estructura, lo cual se delimita y halla un tratamiento en las relaciones de parentesco, de las cuales la clínica freudiana supo dar particular cuenta a partir de la enseñanza de la histeria.

1 Si bien el diagnóstico entre histeria y neurosis obsesiva no constituye el eje de este desarrollo, resulta importante señalar también que en el Seminario L´insu... efectúa una particular contraposición entre la histeria, la neurosis obsesiva y él (Lacan mismo, quien se define como "histérico perfecto") por sus modos de relacionarse con el inconsciente y la conciencia. Así, la histérica está sostenida por una armadura "...distinta de su consciente" o asimismo "...no tiene en suma para hacerla consistir sino un inconsciente" (LACAN 1976-77, 14/12/1976). Como contraparte, la neurosis obsesiva es el "...principio de la conciencia..." (LACAN Ibíd., 17/05/1977) y Lacan afirma de sí mismo que "...a fuerza de tener un inconsciente lo uniico con mi conciencia" (LACAN Ibíd., 14/12/1976). Al respecto, vale agregar lo que sostiene M. Brousse (Cf. BROUSSE 2010) respecto de la histeria en su comparación con la neurosis obsesiva: "l'hystérieest la structurequirépond le plus à l'appel du père" (La histeria es la estructura que responde mejor a la llamada del padre). Se destaca así no sólo su primacía, sino también el lazo tanto al inconsciente como al padre, tal como se verá de diversos modos a lo largo de todo este trabajo.

2 Cabe señalar que allí vuelve a tomar gran parte de la formalización topológica de las reversiones tóricas introducidas en el Seminario 24.

3 Lacan, a diferencia de Aristóteles que articula hysteron (útero) e histeria, hace un interjuego entre ésta última y la historia, esto es, en función de la historia de parentesco y la estructura tórica, tal como será desarrollado luego.

4 LAURENT, E. "Hablar con el síntoma, hablar con el propio cuerpo" http://www.enapol.com/es/template.php?ile=Argumento/Hablar-con-el-propio-sintoma_Eric-Laurent.html

5 Tal como sostiene Eric Laurent: "La identificación participativa implica un partenaire, es dos [du deux]. Él lo dice: La histeria era dos. Ese dos no es solamente el lazo entre la histérica y su interpretante, sino que también designa el hecho de que la histérica extrae un síntoma del otro del cual está enamorada. El ejemplo que Freud da en el capítulo VII de Massenpsychologie es el de Dora que está afónica, identificándose así a lo que ella cree que es el goce del padre dedicado al cunnilingus de la Sra. K. La afonía pone en juego su boca misma dentro de esa participación en el goce del padre. El padre es objeto de amor, pero ese amor implica una participación en el goce. Luego llega la última identificación, aquella que antes de Lacan era total y absolutamente dejada de lado por el psicoanálisis y considerada como la más banal. El ejemplo es: en un pensionado de jovencitas, una de ellas recibe una carta de su amante que la alige; todo el mundo llora en el dormitorio esa noche, las jovencitas vibran entre sí, es la epidemia histérica. No conocen al amante, ni siquiera saben quién es, pero el dolor de su compañera hace vibrar a todo el dormitorio. Lacan hace de esa última identificación, fundamento de la epidemia histérica, una clave. En cuanto a la segunda identificación, Freud dice que se basa en "un único rasgo" de ese padre, y Lacan hace de eso la intuición freudiana fundamental acerca de la reducción de la identificación al rasgo -al cual da el valor fundamental del rasgo de escritura. El rasgo que acaba de aparecer en su Seminario 9 reviste pues un peso totalmente especial. Él retoma, a partir de la segunda identificación, la primera, y luego la tercera. Por otra parte, a partir de la tercera identificación se pone a interrogar la segunda, diciendo que la participación en el goce al cual Dora se identiica es un rasgo".LAURENT, E. "Hablar con el síntoma, hablar con el propio cuerpo" http://www.enapol.com/es/template.php?ile=Argumento/Hablar-con-el-propio-sintoma_Eric-Laurent.html

6 Además de las mencionadas, es posible ubicar las identiicaciones que tienen lugar en la melancolía y en la homosexualidad masculina. (Cf. FREUD 1921, 102-103).

7 Cf. FREUD 1921, 101.

8 Según la perspectiva de La dirección de la cura y los principios de su poder, allí donde interroga: "¿Qué es lo que desea la espiritual carnicera?, puede contestarse: caviar. Pero esa respuesta es desesperada, porque el caviar, es ella también la que no lo quiere. Lejos de que este callejón sin salida la encierre, encuentra en él la escapatoria hacia el campo de los deseos de todas las espirituales histéricas, carniceras o no, que hay en el mundo...Hay que poner en juego en lo particular el eje esencial que da allí la identificación de la histérica. Si nuestra paciente se identifica con su amiga, es porque ésta es inimitable en ese deseo insatisfecho por ese salmón que Dios confunda, si no es El quien lo ahúma" (LACAN 1958, 605). En relación con ello y con el caso de Dora, en el Seminario 17 resume de manera notable lo que hace a la estrategia histérica en relación con la insatisfacción a nivel del deseo y el lugar de la otra, airmando: "...está la bella carnicera y el follador de su marido que es un verdadero chocho de oro, y a cambio ella tiene que demostrarle que no va todo eso con lo que él quiere atiborrarla por añadidura, lo que signiica que en cuanto a lo esencial eso no arregla nada, aunque lo esencial ella ya lo tenga. Lo que ella no ve, porque su pequeño horizonte también tiene sus límites, es que sería dejándole ese marido suyo tan esencial a otra como encontraría el plus-de-goce, ya que de eso se trata en el sueño. Ella en el sueño no lo ve, es todo lo que puede decirse. Otras sí lo ven. Por ejemplo, Dora, lo que hace es eso. Adorando el objeto de deseo en que se ha convertido, en su horizonte, la mujer, la mujer que es su envoltura y que en la observación se llama Señora K, la que va a contemplar bajo la igura de la Madonna de Dresde, obtura con esta adoración su reivindicación peniana. Esto me permite decir que la "bella carnicera" no ve que a in de cuentas sería feliz, como Dora, si le dejara ese objeto a otra". (LACAN 1969-70, 78). Así, esa otra a la que Dora contempla "boquiabierta" (LACAN Ibíd., 101) bajo la forma de la Madonna, puede sostener el deseo, "...pero también demorar la contrapartida, si puedo decirlo así, y al mismo tiempo privar de ella a Dora, que se halla así, por partida doble, a salvo de ser capturada" (LACAN Ibíd.). En este caso, por el Sr. K, mientras que en el caso de la bella carnicera es su marido a quien ella le muestra que no quiere aquello con lo cual él pretende colmarla -perspectiva que será retomada al desarrollar el Discurso histérico-.

9 Cf. LACAN 1974/75, 15-04-1975.

10 Para los estoicos, a diferencia del plano eidético platónico, algo es efectivamente real si es corpóreo. Ahora bien, los incorporales en la filosofía estoica comprenden el tiempo, el vacío, el lugar y lo enunciable (lekton). Constituyen así, por un lado, los existentes corpóreos y, por otro, la posibilidad de volcarlos a partir de lo que subsiste, esto es, los incorporales, los cuales tienen la posibilidad de manifestarse en estos tipos de lekta. De este modo, el lekton como incorporal y manifestación proposicional constituye aquello que busca, que tiende hacia el cuerpo.

11 Tal como lo afirma en Televisión: "El hombre no piensa con su alma, como lo imagina el Filósofo. El piensa ya que una estructura, la del lenguaje -la palabra lo admite-, ya que una estructura recorta su cuerpo, lo que nada tiene que hacer con la anatomía. La prueba el histérico. Esta cizalla llega al alma con el síntoma obsesivo: pensamiento con que el alma se entorpece, no sabe qué hacer" (LACAN 1973, 88).

12 Cf. AA.VV. 2009.

13 Tal como se desarrolla en "Tótem y tabú" (Cf. FREUD 1913-1914).

14 A diferencia de la neurosis obsesiva donde lo que prevalece es la dimensión de la conciencia.

15 "Cuando insistió otra vez en que la señora K. sólo amaba al papá porque era «einvermögender Mann» {un hombre de recursos, acaudalado}, por ciertas circunstancias colaterales de su expresión (que omito aquí, como la mayoría de los aspectos puramente técnicos del trabajo de análisis) yo noté que tras esa frase se ocultaba su contraria: que el padre era einunvermögender Mann {un hombre sin recursos}. Esto sólo podía entenderse sexualmente, a saber: que el padre no tenía recursos como hombre, era impotente. Después que Dora hubo corroborado esta interpretación por su conocimiento conciente, le expuse la contradicción en que caía cuando, por un lado, insistía en que la relación con la señora K. era un vulgar asunto amoroso y, por el otro, aseveraba que el padre era impotente, y en consecuencia incapaz de sacar partido de semejante relación. Su respuesta mostró que no le hacía falta admitir la contradicción. Bien sabía -dijo- que hay más de una manera de satisfacción sexual. Por lo demás, la fuente de este conocimiento le era de nuevo inhallable" (FREUD 1905, 42-43).

16 El subrayado es nuestro.

17 Cf. NEEHAM, R. (1977) La parenté en question, Ed. Seuil, París, 1977.

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Fecha de presentación: 12 de marzo de 2014
Fecha de aceptación: 1 de julio de 2014

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