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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.22 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2015

 

Psicología Social, Política y Comunitaria

La justificación del sistema: aportes para la construcción de un diálogo interdisciplinario

The system justification: contributions for the construction of an interdisciplinary dialogue

Jaume, Luis1; Cervone, Nélida2; Quattrocchi, Paula3; Biglieri, Jorge4

1 Investigador Becario, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: lcjaume@psi.uba.ar

2 Directora de Proyecto UBACyT, Facultad de Psicología, UBA.

3 Investigadora Tesista. Profesora a cargo de "Psicología", Ciclo Básico Común, UBA.

4 Codirector de Proyecto UBACyT. Profesor Adjunto a cargo de Psicología Política, Facultad de Psicología, UBA.

RESUMEN
La teoría de la justificación del sistema señala que los individuos justifican y racionalizan los sistemas sociales a los que pertenecen, de manera que las decisiones políticas, sociales y económicas tienden a ser percibidas como justas y legítimas aunque estas los afecten y perjudiquen (Jost & Banaji, 1994). Este fenómeno ha sido estudiado principalmente desde la sociología con una perspectiva marxista, dando cuenta de cómo los grupos dominantes difunden ideas que justifican y mantienen las jerarquías sociales que promueven la desigualdad en la sociedad (Marx & Engels, 1846/1991). Desde esta perspectiva, los grupos dominados se encontrarían alienados, sin saber de la dominación de la que son objeto, dado que la toma de conciencia de su condición los llevaría a rebelarse (Sidanius & Pratto, 1999). Si bien esta perspectiva ha gozado de un amplio consenso (Sidanius & Pratto, 1999), Jost (2007), desde la psicología política, la considera incompleta dado que la aceptación de ideas que justifican y mantienen las jerarquías sociales no necesariamente es una actividad consciente, realizada de forma activa y deliberada, sino que la misma puede ser producto de los beneficios psicológicos que ofrece al individuo, como la percepción de un mundo ordenado y controlable facilitando una reducción de la ansiedad (Jost & Hunyady, 2002).
El objetivo de este trabajo es analizar las diferencias teóricos conceptuales entre ambas perspectivas con el fin de generar aportes para la construcción de un diálogo interdisciplinario.

Palabras clave:
Justificación - Sistema - Alienación - Beneficios psicológicos

ABSTRACT
The system justification theory states that individuals justify and rationalize the social systems to which they belong, so that the political, economic and social decission tend to be perceived as fair and legitimate although these may affect them and damaging (Jost & Banaji, 1994). This phenomenon has been studied mainly from a sociological approach with a marxist perspective, realizing how dominant groups disseminate ideas that justify and maintain social hierarchies that promote inequality in society (Marx & Engels, 1846/1991). From this perspective, the dominated groups would ind themselves alienated, unaware of domination of which they are subject, as awareness of their condition would lead to revolt (Sidanius & Pratto, 1999). While this perspective has enjoyed a wide consensus (Sidanius & Pratto, 1999), Jost (2007), from political psychology approach, considered incomplete since the acceptance of ideas that justify and maintain social hierarchies is not necessarily a conscious activity, conducted actively and deliberate, but rather it may be the result of the psychological benefits offered by the individual, as the perception of an ordered and controllable facilitating a reduction in anxiety (Jost & Hunyady, 2002).The aim of this paper is to analyze the theoretical and conceptual differences between the two perspectives in order to generate contributions for the construction of an interdisciplinary dialogue.

Key words:
Justification - System - Alienation - Psychological benefits

Introducción
Una de las principales preguntas que las ciencias sociales han intentado responder es cómo y por qué los individuos aceptan y mantienen los sistemas sociales y económicos que les afectan y perjudican (Jost & Banaji, 1994). Este fenómeno fue estudiado desde un enfoque sociológico y desde una perspectiva marxista dando cuenta de cómo los miembros de los grupos dominantes difunden ideas que justifican y mantienen las jerarquías sociales que promueven la desigualdad (Marx & Engels, 1846/1991).
Desde esta perspectiva, se plantea que los grupos dominados se encuentran alienados, ignorando la dominación de la que son objeto, dado que la toma de conciencia de su condición los llevaría a rebelarse (Sidanius & Pratto, 1999). Desde esta visión, cobran valor conceptos tales como la ideología, alienación, conciencia de clase y falsa conciencia que delimitan una forma de comprender por qué los individuos justifican los sistemas sociales de los que son parte.
Si bien esta perspectiva aún tiene un amplio consenso (Sidanius & Pratto, 1999), Jost (2003) la considera incompleta por dos razones: en primer lugar, señala que un individuo, más allá de la clase social a la que pertenezca, puede apoyar o no ideologías igualitarias. En segundo lugar, tanto la difusión como la aceptación de ideas que justifican y mantienen las jerarquías sociales no necesariamente son actividades conscientes, realizadas de forma activa y deliberada, sino que pueden ser producto de los beneficios psicológicos que ofrecen a los individuos, como el aumento del bienestar subjetivo, la sensación de percibir el mundo como ordenado y controlable o el mantenimiento de la autoestima (Jost & Hunyady, 2002, 2005).
En este sentido, la justificación del sistema es considerada como parcialmente responsable de la internalización del sentimiento de inferioridad entre los miembros de los grupos menos favorecidos en la sociedad (Jost, Banaji & Nosek, 2004). Por ejemplo, la aprobación de la ideología meritocrática se asocia con una satisfacción económica transclasista, puesto que los individuos ya sean ricos o pobres sienten que mejoran su calidad de vida esforzándose (Jost, Pelham, Sheldon, & Sullivan, 2003). Otros beneficios psicológicos de la justificación ideológica de la desigualdad es que la misma se asocia a la reducción de la indignación moral, así como a otras formas de angustia emocional, junto con la renuencia a involucrarse en conductas destinadas a ayudar a los desfavorecidos (Jost & Banaji, 1994). Además, conlleva una menor preocupación sobre la evolución económica de la desigualdad y, relacionado con esto, mayor satisfacción con la vida (Napier & Jost, 2008).
Jost y Banaji (1994) desarrollan la teoría de la justificación del sistema, la cual plantea que los individuos poseen una motivación intrínseca para justificar y racionalizar los sistemas sociales a los que pertenecen, de manera que los acuerdos sociales, económicos y políticos tiendan a ser percibidos como justos y legítimos. Desde esta teoría se analiza al fenómeno de la justificación del sistema desde una perspectiva psicológica, centrándose en las distintas subestructuras motivacionales que modularían al individuo a la hora de tomar una actitud de justificación o de rechazo hacia el sistema.
Ambas perspectivas para el estudio del fenómeno de la justificación del sistema (marxista y josteana), son generalmente interpretadas como sustitutivas y antagónicas, producto de las perspectivas de análisis sociológicas y psicológicas. Sin embargo, no se evidencian estudios que hayan analizado los diferentes abordajes, considerando las particularidades de cada enfoque. Es por ello que el objetivo principal de este trabajo ha sido analizar las diferencias teóricos conceptuales entre ambas perspectivas y discutir si es posible una complementariedad entre las mismas, a partir de un análisis interdisciplinario del fenómeno.

La perspectiva marxista en la justificación del sistema
Históricamente el fenómeno de la justiicación del sistema ha sido estudiado desde la sociología, a partir de la perspectiva marxista y su análisis sobre cómo los miembros de los grupos dominantes difunden ideas que justifican y mantienen las jerarquías sociales que promueven la desigualdad (Marx & Engels, 1846/1991). Estas ideologías que son diseminadas por la clase dominante generan la instalación de una falsa conciencia en los grupos dominados, quienes ignoran la dominación de la que son objeto.
Sin embargo, si el individuo toma conciencia de las relaciones de explotación a la que es sometido por el sistema económico político, se produciría la conciencia de clase que eliminaría esa falsa conciencia y los efectos negativos de la ideología en el individuo, quien se revelaría contra el sistema socioeconómico que lo explotaba. Para comprender esta perspectiva en torno al fenómeno, es necesario adentrarse en conceptos tales como ideología, falsa conciencia, conciencia de clase y alienación, ya que permiten explicar porque los individuos en situaciones económicas desfavorables podrían apoyar el status quo del sistema.
En primer lugar, el concepto de ideología ha sido uno de los más debatidos en las ciencias sociales (Jost, 2004), otorgándosele un lugar fundamental a la hora de explicar la desigualdad y que los individuos justifiquen el sistema.
En este sentido han emergido dos grandes enfoques epistemológicos para estudiar la ideología de la desigualdad: el funcionalismo y el marxismo clásico, que han surgido a lo largo de los siglos XIX y XX, como producto de que distintos filósofos y científicos sociales, discutían en asumir un perfil más neutral al describir y analizar ideologías o alternativamente, adoptar una postura más crítica (Knight, 2006). Estas dos concepciones parten de supuestos diferentes sobre la sociedad y el ser humano.
La postura funcionalista concibe a la sociedad como un sistema coherente y unitario que pretende regirse por un conjunto único de valores y normas (Martín-Baro, 1983/2004). Esta postura asume que el concepto de ideología combina ideas y actitudes que se agrupan de manera interdependiente (Converse, 1964) y que cumple una función positiva de organización funcional (Knight, 2006). En este sentido la ideología se define como "un conjunto de creencias sobre el orden correcto de la sociedad y cómo este puede alcanzarse" (Ericsson & Tedin, 2003, p. 64). Por otro lado, Denzau y North (1994, 2000) agregan a esta definición el rol de los grupos sociales (Parsons, 1951): "las ideologías son las estructuras compartidas de los modelos mentales que poseen los grupos de individuos y proveen tanto una interpretación del medio como una prescripción de cómo el medio debe ser estructurado" (p. 163). La función de la ideología sería entonces organizar los representaciones sociales que dan lugar a ciertas actitudes, controlar las creencias sociales y personales e influir sobre el comportamiento social, justificando el orden social existente y legitimándolo como universal (van Dijk, 1999). La ideología vincula lo personal y lo cognitivo con las prácticas sociales, convirtiéndose así en un sistema de percepción y representación subjetiva acerca de las realidades que rodean a los grupos de individuos (van Dijk, 1999).
La segunda tradición, la más crítica, es la de Marx y Engels (1846/1970) quienes consideran a la ideología, en contraste con la ciencia, como una forma potencialmente peligrosa de ilusión y mistificación que típicamente sirve para ocultar y mantener relaciones sociales de explotación. Esta postura concibe a la sociedad como el enfrentamiento entre grupos con intereses contrapuestos y al individuo como fruto de su clase social. Por otro lado, desde esta perspectiva, las ideologías no son propias de un individuo, sino de un grupo social. La transformación que Marx y Engels imprimieron al problema de las ideologías consistió en incorporar la dialéctica en el estudio de los procesos sociales e históricos, descartando su concepción abstracta, subjetiva e individual. Las ideologías quedarán adscritas, desde Marx y Engels, no ya a una mente, sino a una parte de la sociedad, en tanto se enfrenta a otras (sea para controlarlas dentro de un orden social, para desplazarlas de su posición dominante, o solo para definir una situación de adaptación). El concepto de ideología en Marx (1846/1991) considera una conciencia objetiva (conciencia social, supraindividual), no en el sentido de una conciencia sin sujeto, sino que la misma se le impone al sujeto en la interacción con otros individuos que forman parte de su grupo social. Esa conceptualización se diferencia de la conciencia subjetiva, la cual se caracteriza por ser individual, a diferencia de la objetiva. Esta última favorece la emergencia de dos conceptos centrales para el análisis de la justificación del sistema: la falsa conciencia y la conciencia de clase.
El concepto de falsa conciencia refiere al pensamiento de los individuos que no es consecuente con sus condiciones materiales de existencia, además de no ofrecer una visión fiable de la realidad, lo que dificulta conocer la verdad (Marx, 1846/1991). Según Marx, el ser social determina la conciencia y no a la inversa. Por ejemplo, la falsa conciencia se verificaría en la adopción de la ideología burguesa por un trabajador asalariado. Es decir, el trabajador adopta una visión del mundo que no concuerda con sus intereses individuales y de clase, sino con los intereses de clase de la burguesía. De esta manera, mediante la falsa conciencia, el individuo tenderá a justificar el sistema socioeconómico existente por más que el mismo lo perjudique. Asimismo, como correlato psicológico y producto de este proceso, se produce la alienación del individuo. Esto es, según Marx (1846/1991), la imposibilidad de ver la explotación capitalista en la propia vida cotidiana. De esta manera, con la alienación, se genera un sistema de perpetuación del sistema al cual los individuos cooperan sin saberlo producto de la falsa conciencia.
Por último, y como complemento teórico y antítesis de la falsa conciencia, el concepto de conciencia de clase es central para comprender el mecanismo por el cual el individuo dejaría de justificar el sistema. Este concepto define la capacidad de los individuos que conforman una clase social de ser conscientes de las relaciones sociales antagónicas que los atraviesan -ya sea económicas, políticas, etc.-. Marx utilizaba el concepto para pensar la motorización de la organización de una sociedad sin clases, ya que tomar conciencia de la clase social permitiría al individuo dejar de justificar el sistema económico existente y actuar de acuerdo a sus intereses. De esta manera, la conciencia de clase implicaría estar advertido de la explotación de la burguesía sobre el proletariado. Es decir, si el obrero reflexiona, toma conciencia y percibe injusta su posición social, su pertenencia a una clase, dejaría de justificar a los sistemas sociales que lo perjudican y lucharía por una sociedad diferente.
Por último, la relación entre estos conceptos es estrecha ya que según Marx (1848/1991), los grupos que dirigen la sociedad ocultan la relación de explotación humana propia del régimen mediante la diseminación de ideologías que alienan al individuo y favorecen el desarrollo de una falsa conciencia, justificando el sistema económico capitalista e impidiendo el acceso de los individuos a una conciencia de clase. En este sentido, si la actividad social de los individuos es alienada (no se corresponde con sus necesidades y deseos), la conciencia de estos individuos también lo será. De esta manera, Marx ofrece una concepción implícita (ya que no la explicita) de cómo funcionaria la justificación del sistema en el individuo, en la cual se puede advertir una noción universalista y teleológica del comportamiento humano. Un individuo solo puede justificar al sistema si considera que lo favorece, aspecto que conlleva una concepción racionalista del individuo. En este sentido, el individuo se siente favorecido por el sistema debido a la ideología, la cual le impide ver sus intereses y oculta las relaciones de explotación a la que está sometido, produciendo una falsa conciencia y su alienación. Por otro lado, a través de la toma de conciencia (conciencia de clase) el individuo daría cuenta de las condiciones de explotación a la que está sometido y formaría parte de la lucha de clases en pos de una sociedad igualitaria.
Si bien la postura marxista permite comprender muchos fenómenos relacionados a la justificación del sistema, algunas investigaciones comenzaron a evidenciar que esta perspectiva era, al menos, incompleta. En este sentido, Wakslak, Jost, Tyler y Chen (2007) observaron que un individuo, más allá de la clase social a la que pertenezca, puede apoyar o no ideologías igualitarias. Por otro lado, propusieron que la justificación del sistema ofrece beneficios psicológicos a los individuos, como el aumento del bienestar subjetivo, la sensación de percibir el mundo como ordenado y controlable, la reducción de la angustia emocional o el mantenimiento de la autoestima (Jost & Hunyady, 2002, 2005).

La perspectiva josteana en el estudio de la justificación del sistema
Desde una perspectiva psicológica, Jost (1994) desarrolla la teoría de la justificación del sistema, la cual explica cómo los individuos defienden los sistemas sociales en los cuales se encuentran inmersos, aunque sean negativos para la propia persona o para su grupo de pertenencia. Ésta teoría sostiene que el individuo tiende a legitimar el status quo percibiéndolo como necesario, natural, justo e inevitable (Jost & Hunyady, 2005). Así, incluso los grupos desfavorecidos en el entramado social aceptan su situación de inferioridad social en tanto perciben al sistema como legítimo y estable (Jost et al., 2004). Asimismo, desde ésta teoría se argumenta que hay un motivo ideológico general para justificar el orden social existente, el cual es parcialmente responsable de la internalización de sentimientos de inferioridad entre los miembros de los grupos desfavorecidos, aspecto que se expresa de forma implícita, no conciente y, paradójicamente, es el más fuerte entre los más perjudicados por el status quo. Por otro lado, la justificación del sistema se caracteriza por sus efectos positivos a corto plazo, tales como la reducción de la ansiedad, la incertidumbre y el miedo provocado por las amenazas al statu quo de la sociedad (Jost & Hunyady, 2002; Jost, Wakslak, & Tyler, 2008). Sin embargo, las implicaciones a largo plazo de la justificación del sistema pueden ser negativas, especialmente para los miembros de los grupos desfavorecidos (Jost & Thompson, 2000; Rankin, Jost & Wakslak, 2009). En este sentido, si bien este fenómeno es funcional al individuo para racionalizar la realidad que vive disminuyendo su ansiedad (Kay, Jiménez, & Jost, 2002), provoca una disminución de actitudes que favorezcan el cambio del sistema que lo perjudica (Wakslak, Jost, Tyler, & Chen, 2007).
Jost (2004) sostiene que la tendencia a la justificación del sistema se vería modulada por distintos factores psicológicos englobados dentro de distintas subestructuras motivacionales. La subestructura motivacional es un concepto que se refiere a las necesidades y motivos psicosociales que conducen a los individuos a justificar el sistema a partir de tres tipos de motivaciones: epistémicas, existenciales y relacionales (Jost, 2006). Las primeras sirven para reducir la incertidumbre, estableciendo un cierre a nivel cognitivo y dando una percepción de estabilidad; las segundas tienen como función minimizar la amenaza, para percibir un ambiente seguro y tranquilizador (Jost & Kay, 2004); por último, los motivos relacionales se basan en la motivación de logro de una "realidad compartida" con miembros del endogrupo, con el fin de establecer y regular las relaciones interpersonales (Hardin & Higgins,1996), es decir, los individuos tienen una necesidad de afiliarse a otras personas que forman parte de su mismo sistema social (Jost & Hunyady, 2005; Jost, Ledgerwood, & Hardin, 2008).
En síntesis, desde la perspectiva josteana, es posible considerar que diferentes factores psicológicos pueden jugar un papel fundamental en la justificación del sistema.
Sin embargo, los factores psicológicos mencionados, así como los conceptos sociológicos introducidos por Marx, no pueden explicar solos en su totalidad un fenómeno tan complejo como el que se está abordando.

Análisis interdisciplinario de la justificación del sistema
Como fue desarrollado anteriormente, el estudio del fenómeno de la justificación del sistema ha sido abordado desde diferentes niveles de análisis. Por un lado, desde una perspectiva sociológica, se destaca la perspectiva marxista, mientras que por otro surge la propuesta josteana desde un enfoque psicológico. Ambas perspectivas analizan en el fenómeno desde diferentes niveles de análisis, ya que cada una de ellas distinguen un tipo de procesos diferenciales para el análisis de los fenómenos sociales: los procesos top-down (de arriba hacia abajo), a través de los cuáles se estudia la influencia de los factores sociales en las conductas individuales y, por otro, los procesos bottom-up (de abajo hacia arriba), quienes dan cuenta de cómo las diferencias individuales pueden favorecer o no a las diferentes formas de influencia social (Jost, 2006).
De esta manera, si bien los dos enfoques se han ubicado frecuentemente de forma yuxtapuesta, asumiéndose incompatibles el uno con el otro, sostenemos que estos dos enfoques no son excluyentes sino que pueden ser complementarios. En este sentido, el fenómeno de la justificación del sistema se compone por una superestructura discursiva (contenido construido socialmente) y una subestructura funcional (o motivacional) en el plano individual. La superestructura discursiva refiere al conjunto de actitudes, valores y creencias que se construye socialmente, ligada a una posición ideológica particular en un tiempo y lugar determinado. Por otro lado, las subestructuras motivacionales refieren a las necesidades psicológicas que conducen a los individuos a justificar el sistema.

Discusión
El objetivo de este trabajo fue analizar las diferencias conceptuales entre la perspectiva marxista y josteana acerca del fenómeno de la justificación del sistema y discutir si es posible una complementariedad entre las mismas, a partir de un análisis interdisciplinario del fenómeno. En primer lugar, desde una perspectiva psicológica, Jost (2008) sostiene que hay una motivación más fuerte que la individual y la grupal (las cuales serían producto del autointerés), a la que denomina justificación del sistema.
El autor considera que para poder comprender porque los grupos desfavorecidos por un sistema tienden a justificarlo, debemos considerar que en ciertas condiciones los individuos están modulados por distintos factores psicológicos. Pensar que un sistema es justo y que beneficia al individuo favorece la reducción de la ansiedad que provoca creer que no lo hace. En segundo lugar, desde una perspectiva sociológica, se considera la idea de un sujeto racional que atiende a su autointerés y que de esa manera si está en una situación de poder hará todo lo posible por sostener un discurso y acción que permita conservar su lugar preferencial. De esta manera, si incurriésemos en el error de psicologizar esta perspectiva podríamos ubicar a ambas perspectivas en el marco de la teoría del conflicto realista (Sheriff, 1963). Es decir, los individuos tendrían intereses contrapuestos en su lucha por el poder, mientras que los individuos de clase sociales bajas están alienados sin saber de su condición social e histórica y es esto lo que les permite a los grupos de poder mantenerse en una situación de sostenimiento de su status quo.
Otra diferencia entre ambas concepciones del fenómeno es que desde la perspectiva sociológica se podría pensar en un mecanismo para dejar de justificar el sistema, ya que si el individuo deja de estar alienado debería tender a luchar por los intereses de su clase mediante la conciencia de clase. Sin embargo, desde la perspectiva psicológica, se plantea una limitación a nivel cognitivo intraindividual, dado que la idea de las distintas necesidades psicológicas irrumpe en cualquier tipo de acción para mejorar la situación social de un grupo. Por otro lado, también vemos la idea de la alienación y de la falsa conciencia desde la sociología donde se pensaría o se tendría de base la idea de un sujeto más pasivo susceptible de ser alienado. Desde la psicología, en cambio, se tiene la idea conceptual de orientación motivacional en donde el sujeto cumple un rol activo en una mayor o menor adopción ideológica.
Respecto de las dos perspectivas en general, consideramos que la psicologización o sociologización de este fenómeno son reduccionismos que solo abordan un área del tema. Si bien algunos conceptos se contraponen, otros se complementan. De esta manera hemos planteado, basándonos en los aportes de Jost (2004), la necesidad de un abordaje conjunto e interdisciplinario de ambas disciplinas para poder lograr una comprensión más acabada de este fenómeno ya que por un lado encontramos la influencia de los grupos dominantes en la ideología que se difunde entre los grupos dominados (top-down) y por otro lado encontramos que existen diferencias individuales en distintas variables psicológicas así como distintos estilos de personalidad que afecta a las tendencias ideológicas de cada individuo (Jost et al., 2003).
Por último, pensamos necesario abordar el fenómeno de la justificación del sistema de manera interdisciplinaria desde ambas disciplinas. La sociología se encargaría de la superestructura discursiva analizando los procesos top down y la psicología de las subestructuras motivacionales estudiando los procesos bottom-up. Así el estudio complementario de estos fenómenos nos permitirá una mejor intelección del por qué los individuos tienden a justificar el sistema. Para futuras investigaciones consideramos necesario continuar analizando los diferentes enfoques para el estudio de la justificación del sistema con la finalidad de delimitar con mayor claridad los alcances y límites de cada uno de ellos.

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Fecha de recepción: 14 de mayo de 2015
Fecha de aceptación: 15 de octubre de 2015

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