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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.22 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

Psicoanálisis

Modos del sufrimiento contemporáneo. Del síntoma al estrago - feminización de la civilización

Modes of contemporary suffering. Of the symptom to havoc - feminization of civilization

Arca, Gabriela1; Mazzoni, M. Yanina2; Naparstek, Fabián A.3; Bousoño, Nicolás4

1 Docente de la Cátedra de Psicopatología I y de Clínica de las Toxicomanías y el alcoholismo, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: gabriela.arca@gmail.com

2 Profesora Adjunta de la Cátedra de Psicopatología I y Docente de la cátedra de Clínica de las Toxicomanías y el alcoholismo, Facultad de Psicología, UBA.

3 Profesor Titular de la Cátedra de Psicopatología I y Profesor a cargo de la materia Clínica de las Toxicomanías y el alcoholismo, Facultad de Psicología, UBA.

4 Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Psicopatología I y Docente de la Cátedra de Clínica de las Toxicomanías y el alcoholismo, Facultad de Psicología, UBA.

RESUMEN
El artículo es producto de un trabajo de investigación sostenido, realizado desde 2008 en el marco de una serie de proyectos UBACyT. Este recorrido nos permite abordar un problema que resuena en muchos de los desarrollos actuales dentro del campo del psicoanálisis lacaniano y fuera de él.
Se trata de interrogar los modos del sufrimiento en la actualidad a partir de las recientes conceptualizaciones dentro este campo sobre la feminización de la vida contemporánea.

Palabras clave:
Epoca - Sintoma - Estrago - Feminizacion

ABSTRACT
The article is the result of sustained research we have been conducting since 2008 under a series of UBACyT projects. This route allows us to address an issue that resonates with many of the current developments in the field of Lacanian psychoanalysis and outside of it.
It is to interrogate the ways of today´s suffering, from recent conceptualizations within the psychoanalytic field about feminization of contemporary life.

Key words:
Era - Havoc - Symptom - Feminization

Introducción
El artículo es producto de un trabajo de investigación sostenido, realizado desde 2008 en el marco de una serie de proyectos UBACyT. Este recorrido nos permite abordar un problema que resuena en muchos de los desarrollos actuales dentro del campo del psicoanálisis lacaniano y fuera de él.
Se trata de interrogar los modos del sufrimiento en la actualidad; sus particularidades, sus causalidades y sus consecuencias para la teoría y la práctica del psicoanálisis de orientación lacaniana a partir de las recientes conceptualizaciones dentro este campo sobre la feminización de la vida contemporánea. En esas coordenadas, donde tiene lugar la fractura entre el antiguo orden del mundo y el nuevo, nos proponemos interrogar sus consecuencias a nivel del régimen de goce en un sujeto.

La feminización del mundo contemporáneo
Ya en el año 1997, en su curso El Otro que no existe y sus comités de ética, J.-A Miller y E. Laurent caracterizaron al movimiento de la civilización contemporánea en términos de feminización del mundo. En continuidad con esa elaboración, una indicación más reciente de J.-A. Miller en su curso El ser y el Uno1, sitúa que lo que caracteriza al siglo XXI, su corriente dominante, es una “aspiración a la feminidad”.
Esta concepción fue retomada por diversos autores y mantiene una absoluta vigencia. Podríamos mencionar tanto a Guy Briole como a Miquel Bassols, a Mauricio Tarrab o a Ernesto Sinatra - entre otros - quienes han tomado la lógica que implica esa lectura para abordar desde el campo psicoanalítico fenómenos muy dispares.
Las nuevas formas que toman tanto las clasificaciones psicopatológicas como los tratamientos propuestos con ellas; la extensión de los problemas causados por distintos tipos de consumo; los cambios en las formas de agrupamiento e interacción social; manifestaciones relacionadas al fanatismo religioso; las variaciones producidas con respecto a la consideración del género, son algunos de ellos.
Entendemos que esa caracterización de la civilización contemporánea, en términos de “aspiración a la feminidad” o “feminización del mundo”, tiene su fundamento en la conceptualización que hace J. Lacan de las posiciones sexuadas con los matemas a los que llama “fórmulas de la sexuación”.
Esto implica el uso de esas fórmulas para entender el pasaje de un modo de funcionamiento de la civilización en el que prevalecía una lógica masculina, una lógica fálica, del Todo y la excepción, es decir de una lógica que hace existir al Otro; a una lógica regida por el No-todo, una lógica donde la existencia del Otro como conjunto cerrado es puesta en cuestión2 y que Lacan ubicará como la posición femenina por excelencia.
Siguiendo los argumentos que Lacan desarrolla en su Seminario Aún, podemos ubicar del lado masculino de las fórmulas de la sexuación a la articulación entre la excepción y el universal como la condición que hace existir al Otro “...el hombre en tanto todo se inscribe mediante la función fálica, aunque no hay que olvidar que esta función encuentra su límite en la existencia de una x que niega la función. Es lo que se llama función del padre [la función de la excepción] (...) que funda así el ejercicio de lo que, con la castración, suple la relación sexual, en tanto ésta no puede inscribirse de ningún modo. El todo se apoya entonces aquí en la excepción postulada como término...3
La función de la excepción - que Lacan remite al padre en tanto la encarna - es al mismo tiempo la que excluyendo un elemento del conjunto permite su cierre, es decir, la que sostiene a la universalización. Es donde el Todo se apoya.
Así, se establece la universalidad de la castración por una excepción al conjunto: existe un x para el que no vale Фx, hay al menos un elemento que se exceptúa de la función fálica. El todo, así, se funda en la excepción, que al negar esa función constituye el conjunto de aquellos para los que si vale.
Del lado femenino de dichas fórmulas se ubica la lógica del No-todo: “A la derecha tienen la inscripción de la parte mujer de los seres que hablan. A todo ser que habla, sea cual fuere, esté o no provisto de los atributos de la masculinidad -aún por determinar- le está permitido, tal como lo formula expresamente la teoría freudiana, inscribirse en esta parte. Si se inscribe en ella, vetará toda universalidad, será el no-todo, en tanto puede elegir estar o no, en Фx. Tales son las únicas definiciones posibles de la parte llamada hombre y de la parte llamada mujer, para los que se encuentran en la posición de habitar el lenguaje.4
Esta formulación, del lado femenino niega la excepción, no existe al menos una que no caiga bajo la función de la castración. No hay elemento entonces que funcione como límite, por lo que no puede cerrarse un universo, lo que se lee: para no toda x vale Фx. No-toda la mujer está afectada por la función fálica.
Habiéndose establecido que era la excepción la que sostenía el universal, el conjunto cerrado, se deduce que al desaparecer ésta se produce el estallido del Todo; ya que para que cierre el conjunto, para que consista, es necesaria la excepción.
Se trata de la inconsistencia del conjunto -esta es la acepción del no-todo.
Aplicar esta lógica a las transformaciones de la civilización nos permite entender múltiples fenómenos presentes en la cultura actual; a los ejemplos que mencionamos anteriormente podemos agregar desde la disolución de los estados nacionales en función de “unidades de negocios” a escala más amplia a la explosión del uso de las redes sociales; desde el relieve que ha tomado el “espectro autista”, pasando por las formas particulares que toma la violencia a la multiplicación de los padecimientos que toman a las adicciones como modelo. Partiendo de aquí, podemos afirmar que la inconsistencia de los universales a nivel de la civilización produce lo que J.-A Miller indica como “el no-todo en todas partes5. Esta aspiración a la feminidad es inherente entonces a la época del Otro que no existe, del estallido del Todo, de la desintegración del Universal fálico.
Tal feminización no debe pensarse solamente como consecuencia de la caída o reducción de los valores fálicos; sino como fenómeno con múltiples causalidades y efectos. Es posible afirmar que, en nuestra época, lo que mantiene al mundo unido -acaso atrapado- ya no es el orden simbólico, los ideales del amo, sino la ciencia en su alianza con el capitalismo, es decir la promesa de una satisfacción total e inmediata por medio de objetos producidos por la técnica y ofrecidos en el mercado para su consumo.
Esto implica un deslizamiento del discurso y una suerte de desarreglo de lo real, de desregulación; desde que ya no es el significante amo el que comanda sino la satisfacción bajo estas condiciones de alianza entre la ciencia y el capital.
Este desplazamiento a nivel de la cultura no es sin consecuencias para la economía de goce de cada sujeto contemporáneo.
En El reverso del psicoanálisis6 Lacan se refiere al “horizonte de la mujer” para describir un goce sin forma -“informado”- al que somos empujados por la ciencia y que se manifiesta, en la proliferación de objetos gadgets que invaden nuestra vida cotidiana y en el surgimiento de sofisticadas tecnologías que intentan rodear y atrapar un real que sigue escapándose, un real informe.
Al mismo tiempo esos objetos gadgets, que se proponen masivamente a la satisfacción pulsional, demuestran cada vez más la prevalencia de ese goce informe, deslocalizado, sin medida fálica. El goce femenino, el goce no-todo.
La modalidad que ha tomado el goce en nuestra época entonces no responde a la lógica del padre en tanto interdictor, no se ordena en relación a una prohibición, sino que ha tenido lugar una positivización del goce, goce que no entra en una dialéctica, que no está afectado por una negativización.
Es decir que el conflicto clásico de la neurosis, el conflicto entre los ideales paternos y la pulsión, ha sido desplazado. En esta lógica, el ideal es la pulsión; lo que J.-A. Miller ha trabajado -a propósito de una referencia en Lacan- como el ascenso del objeto a al cénit de la civilización7.
Ya no son los ideales -I(a)- los que comandan las identificaciones, sino el objeto a, sin velo. Se impone entonces una pregunta: en estas coordenadas ¿De qué ideal, de que identificaciones se trata? E. Laurent, en su conferencia sobre “Las patologías de la identificación”8, ubica en las compulsiones a gozar - todo un signo de la época - identificaciones sólidas, “de hierro”, frente a la liquidez9 de los lazos sociales en la hipermodernidad, en tanto orientan en una lógica de empuje a gozar incesante, sin límite, mortífero y que F. Naparstek ha abordado en su trabajo sobre “la fiesta permanente”10.
En ese trabajo Naparstek retoma los desarrollos freudianos en el texto “Tótem y Tabú”, para mostrar cómo el exceso - la fiesta - en la cultura totémica estaba regulado y acotado en el tiempo. El exceso tenía lugar dentro de un marco determinado y definido culturalmente con un sentido y un propósito. Se trataba entonces de una práctica de goce sujeta a cierto ordenamiento, que respondía a una cierta legalidad. Es lo que podemos llamar el antiguo régimen de goce.
La civilización contemporánea, por el contrario, aspira a una satisfacción continua y sin límites; en consonancia con ello ha expandido los límites de la fiesta, del party al after party y luego al after-after party. Es la época de la fiesta permanente, del exceso todo el tiempo y en todo lugar. Así vemos como goce se vuelve el propósito en sí mismo, se deslocaliza, invade, se vuelve mortífero y tantas veces mortal.
El superyo ya no porta en su voz la envoltura de la prohibición, si no que directamente comanda gozar. El imperativo de la época, el deber, es gozar.

Del síntoma al estrago
A partir de estos anclajes podemos ubicar una lógica que, por supuesto, también desplaza el modo del sufrimiento en la época: del síntoma al estrago, una feminización del malestar.
Los estudios sobre la toxicomanía fueron pioneros en la exploración de este campo. La llamada tesis lacaniana sobre la droga, y todo el trabajo de investigación producido a partir de ella, permitieron advertir la particular modificación de la economía de goce en un sujeto cuando no es la lógica fálica la que comanda, cuando se encuentra suspendida en su función. No es la lógica del síntoma-fantasma, sino la del sin-límite propia del estrago: deslocalización, sin límites, metástasis de goce desregulado.
El goce en todas partes que lleva a lo peor. El problema no es el goce, sino su desmesura.
Los síntomas, desde el pensamiento de Freud, están organizados alrededor de un punto, un punto de fijación somática, un acontecimiento de cuerpo dirá Lacan, lo “zonático” en términos de Fabián Naparstek11. Ese punto demuestra lo localizado, preciso y limitado del núcleo de goce del que se trata en el síntoma.
Freud tempranamente piensa el síntoma como un compuesto, constituido por dos elementos heterogéneos.
Uno, su cara pulsional, la satisfacción de anclaje somático, núcleo duro del síntoma; recubierto por el otro elemento, su cara de sentido, las historias que se enlazan a él. Este es el síntoma analítico clásico.
Pero cuando aborda el estudio de las denominadas neurosis actuales, delimita un tipo de síntoma particular, el síntoma actual, que carece de mecanismo psíquico; es decir, carece de sentido. Y señala que esto es lo que determina su condición tóxica: “ya sea que se exteriorice en las operaciones corporales o anímicas, parece ser de naturaleza toxica12. Todo síntoma tiene su punto de goce; lo que se revela en la raíz del síntoma, es que el goce no se contabiliza, no se adiciona. Se itera.
J:-A. Miller señala que esto es lo que permite ubicar con claridad la adicción: “La adicción es la raíz del síntoma que está hecha de la reiteración inextinguible del mismo Uno. Es el mismo, es decir precisamente no se adiciona. No tendremos jamás el «he bebido tres vasos por lo tanto es suficiente», se bebe siempre el mismo vaso, una vez más. Esa es la raíz misma del síntoma. Es en este sentido que Lacan pudo decir que un síntoma es un etcétera. Es decir el retorno del mismo acontecimiento13.
La disposición del universo simbólico característica de nuestra civilización dificulta la envoltura formal del síntoma, dejando al descubierto su núcleo pulsional. Pero es aún un síntoma, porque está implicado en un punto de goce singular.
No hay seres hablantes sin síntomas, ya que el síntoma es el producto del encuentro del lenguaje con el cuerpo, es el ombligo de lo humano. El síntoma es huella de un encuentro traumático y al mismo tiempo también una solución. En lo que puede considerarse una lectura clásica; como no hay relación sexual, hay síntomas; síntomas singulares propios de un parlêtre.
El síntoma es entonces también el recurso, la solución del sujeto para enlazarse al Otro, para saber hacer con el Otro sexo, ya que no hay una fórmula de la relación entre los seres sexuados. Es un recurso frente al impasse de la relación sexual. Y este no hay relación es la marca, la huella traumática de goce. Así pensado el síntoma tiene un valor de uso. A partir de él el sujeto puede hacer lazo, puede obtener una satisfacción y puede abordar, con mayor o menor dificultad, al Otro.
En la civilización contemporánea, se evidencia que muchos sujetos no cuentan con el recurso del síntoma. Eligen el sin límites de la satisfacción, lo desmedido del goce, en detrimento de lo localizado del síntoma, localizado en el inconsciente, el amor, el lazo.
Se ve cómo la época -en virtud de lo que venimos desarrollando- alienta esa modalidad de goce que impacta sobre la regulación sintomática, favoreciendo el exceso.
Se perfora el límite, la inhibición y el síntoma. Los sujetos se ven arrojados a arrobamientos y embriagueces propias de lo femenino. J.-A. Miller dirá que este arrobamiento, el estrago, es también la faz de goce del amor. El estrago es concepto muy preciso en Lacan que queda directamente ligado a lo femenino, al no-todo en términos de infinitud, de sin límite. Vale la pena recordar que el no-todo femenino sólo tiene valor cuando es inscripto en la estructura de lo infinito: es un no-todo de inconsistencia, no de incompletud. Lo propio del estrago, es el sin-límite.
El término estrago (ravage), del lado mujer, está muy bien elegido”, dice J.-A. Miller en el Partenaire síntoma14. La etimología misma del término ravissement -arrobamiento- que es una palabra que viene de la mística, refiere tanto a la idea de robo, de rapto violento, como a la idea de ser transportado al cielo con el fin del éxtasis. Es también, nos dice J.-A. Miller, el verbo del transporte amoroso y sobre amoroso.
Así encontramos en la etimología misma del término dos figuras con las que Lacan abordó lo femenino: la mística y la erotomanía. Esta es otra vía por la que el estrago se inscribe en la lógica de lo femenino. El extremo del no tener y el extremo del amor.

Para concluir
Elaborando estas referencias, sostenemos que es característico en nuestra época que el síntoma no se presente con su cara de sentido. Por el contrario, lo encontramos cada vez con más frecuencia desprovisto de ella, con su cara tóxica descubierta. El síntoma ya no habla, no se da a la interpretación.
Y es esta ausencia de tratamiento simbólico de ese núcleo pulsional, esa falta de envoltura formal del síntoma lo que le otorga un carácter particular.
El malestar contemporáneo se caracteriza por su resistencia a la entrada en el discurso, haciendo muy difícil empalmar el goce autístico de la repetición, desde siempre presente en el síntoma, al Otro, al inconsciente. Los síntomas modernos no hacen lazo.
Se caracterizan, al igual que los síntomas de las neurosis actuales descriptas por Freud, por la ausencia de mecanismo psíquico y por la toxicidad que esto implica, toxicidad devastadora que en muchos casos toma la forma del estrago, de la manía, signos de lo irrefrenable e ilimitado.
El imperativo actual a un goce sin límites hace a la toxicomanía el malestar paradigmático de la época. Para el sujeto contemporáneo, el consumo -de drogas pero también de esos objetos gadgets- no sólo reporta una satisfacción pulsional desmedida, en el mismo movimiento evitan, previenen del encuentro con el Otro, con el Otro sexo.

Permiten al sujeto además desabonarse del inconsciente, de sus determinaciones en tanto ser hablante. Permiten un más allá de la castración: un mundo donde nada es imposible, donde la fiesta no termina nunca, donde todo se puede y se debe alcanzar, experimentar, siendo el límite la muerte misma.

De este modo, el parlêtre se ahorra el impasse de la relación sexual y sus devenires, al costo de quedar a merced de un empuje de goce insaciable. La particularidad de este goce mortificante reside en que no está regulado fálicamente y no está orientado por el Ideal soportado por el nombre del padre. Es un goce más allá del padre, que no se sirve de él, sino que lo elude.
Se perfila entonces una compulsión a gozar que lleva a lo peor. No hay fantasma que encuadre, ley que regule, objeto que recorte, síntoma que localice el goce. Encontramos a la pulsión de muerte imparable, sin tramitación simbólica.

Resta una pregunta, que concierne a la experiencia analítica en esta época. Es la pregunta de cómo saber arreglarse, cómo hacerse partenaire de sujetos que son consumidos por una satisfacción sin sentido, que no se dirige al Otro y que sólo ocasionalmente se transforma en sufrimiento.

Pensamos que se trata de encontrar cada vez, cómo hacer pasar ese goce ilimitado a la lógica del síntoma. Es necesario operar un vaciamiento de ese goce desmedido que recorte un objeto que permita localizarlo.

También de cómo volver ese núcleo pulsional crudo, un síntoma que desintoxique, que localice, que incluya al Otro y que se abra a la interpretación. Una vía posible es la historizar ese síntoma “actual”.

No hay respuestas simples ni certeras, pero, al menos frente a este estado de cosas, permanece presente para nosotros la comparación freudiana del analista con el químico. Freud no dudaba en equiparar el dispositivo analítico con un laboratorio donde se produce un síntoma artificial -un síntoma sintético para estar a la altura de la época- al cual se le agrega, en su naturaleza autoerótica, en su condición de Uno, el dos, el lazo con el Otro.

1 Miller, J.-A. Curso de la orientación lacaniana: El ser y el uno, Inédito, 2011.

2 Estos desarrollos se encuentran en el libro de Jacques-Alain Miller, El Otro que no existe y sus comités de Ética, Buenos Aires, Paidós, 2005.

3 Lacan, J. El seminario, Aún, Paidós, Buenos Aires.

4 Lacan, J. Op.cit.

5 Miller, J.-A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Buenos Aires, Paidós, 2005, p.76-77.

6 Lacan, J. El Seminario, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós,1992, p.172.

7 Miller, J.-A. “Una fantasía”, en Revista Lacaniana nro. 3, EOL, 2005, pág 19.

8 Laurent, E. Conferencia “Las patologías de la indentificación en los lazos familiares y sociales”, Jornadas Anuales de la EOL, Diciembre 2006, Buenos Aires.

9 Referencia a los trabajos de Zygmunt Baumann, en particular La modernidad líquida.

10 Naparstek, F. “La era de la fiesta permanente”, en Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo II, Buenos Aires, Grama, 2009.

11 Naparstek, F. Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo III, Grama, Bs. As. 2010.

12 Freud, S. “La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna”, en Obras completas T. IX, Buenos Aires, Amorrortu, p.167.

13 Miller, J.-A. Curso de la orientación lacaniana: El ser y el uno, Inédito, 2011.

14 Miller, J-A, El partenaire síntoma, Buenos Aires, Paidós, 2011, p.298.

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Fecha de recepción: 21/05/15
Fecha de aceptación: 14/10/15

 

 

 

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