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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.22 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

Psicoanálisis

Espectros biotecnológicos en el duelo contemporáneo: la espectralidad virtual

Biotechnological spectrums in the contemporary process of mourning: the virtual spectrum

Fleischer, Déborah1; Allegro, Fabián2; Rivas, Daniela3; Surmani, Florencia4

1 Graduada en Medicina, UBA. Profesora Titular de Psicoanálisis: Escuela Inglesa, Cát. I, UBA. Doctora en Psicología, UBA. Psicoanalista. Miembro de la EOL y AMP. Directora del Equipo de investigación UBACyT (2013-2016): “Incidencias de la Biotecnología en el proceso de duelo”. E-mail: deborahfleischer@speedy.com.ar

2 Graduado en Medicina, UBA. Adjunto a Cargo de “Problemas Filosóficos en Psicología”, UBA. Adjunto Interino Psicoanálisis: Escuela Francesa II, UBA. Codirector de la Maestría en Psicopatología, UCES. Doctor en Filosofía, Departamento de Humanidades y Arte, Universidad de Lanús. Psicoanalista. Codirector de Proyecto de Investigación UBACyT (2013-2016).

3 Licenciada en Psicología, UBA. Especialización en Clínica de Niños y Adolescentes. Becaria UBACyT. Maestría en Psicoanálisis. Miembro de Equipo de Investigación UBACyT (2013-2016). Docente, Psicoanálisis: Freud II, Facultad de Psicología, UBA.

4 Licenciada en Psicología, UBA. Maestría en Psicoanálisis (UBA) aprobada con tesis en elaboración. Psicoanalista. Jefa de Trabajo Prácticos de Psicopatología, Cátedra II, UBA. Jefa de Trabajos Prácticos de Psicoanálisis: Escuela Francesa, cátedra II, UBA. Miembro del Equipo de Investigación (UBACyT 2013-2016).

RESUMEN
El término espectro tiene diferentes acepciones, originariamente, está relacionado con una manifestación de los espíritus que retornan en forma hostil y, de alguna manera, se vinculan con la muerte y el duelo. En la actualidad, el trabajo de duelo se ha modificado de tal manera que, incluso, ha perdido la importancia que antes tenía en la tramitación de una muerte. Si bien el trabajo de duelo tiene un lugar fundamental en la estructura del aparato psíquico, sostenemos que, hoy en día, por la impronta de los cambios de la cultura, el mismo se manifiesta de otra manera. La tecnología ha tomado un impulso inusitado e incide, incluso, sobre el campo psíquico. El objetivo del presente trabajo es investigar algunos de los cambios que puede haber promovido la biotecnología en el trabajo del duelo.

Palabras clave:
Duelo - Biotecnología - Dolor - Virtual - Espectros

ABSTRACT
The term spectrum has different meanings, originally, it is related to the manifestation of the spirits that return in a hostile way and that, somehow, they are connected to death and mourning. Nowadays, the mourning task has been modified in a way that it has even lost the importance that it had before, in the processing of death. Although the mourning process has a highl fighted place in the structure of the psychic apparatus, we support the idea that, in our present time, by the imprinting of the cultural changes, this process is shown in another way. Technology has taken an unusual impulse and influences even on the psychic field. The main purpose of the present paper is to investigate some of the changes that may have been promoted by biotechnology in the mourning process.

Key words:
Mourning - Biotechnology - Pain - Virtual-Spectrums

“¿Qué lo inhibe, entonces, en el cumplimiento de la tarea que le encargó el espectro de su padre? Aquí se nos ofrece de nuevo la conjetura: es la particular índole de esa tarea. Hamlet lo puede todo, menos vengarse del hombre que eliminó a su padre y usurpó a éste el lugar junto a su madre, del hombre que le muestra la realización de sus deseos infantiles reprimidos. Así, el horror que debería moverlo a la venganza se trueca en autorreproche, en escrúpulo de conciencia: lo detiene la sospecha de que él mismo, y entendido ello al pie de la letra, no es mejor que el pecador a quien debería castigar” (Freud, S, 1900, pág. 258).
“Todo lo bueno halla su recompensa final, y todo lo malo su castigo, si no en esta forma de vida, al menos, en las existencias posteriores que comienzan tras la muerte. Así, todo terror, toda pena y aspereza de la vida están destinados a compensarse; la vida tras la muerte, que prosigue nuestra vida terrenal como la porción invisible del espectro se añade a la visible, lleva todo a la perfección que acaso echábamos de menos en este mundo” (Freud, S, 1927, pág. 19).

A) Matices del espectro
El término espectro aloja una particular forma de polisemia e incluso le otorga un lugar al malentendido. Tradicionalmente, spectrum se asimila a fantasma pero, también, en otro marco, a cierta manifestación que induce a pensar en un ámbito o espesura determinada. Fantasma alude a una representación asociada a un escenario sobrenatural o ilusorio o alucinatorio, sin embargo, en la física, en la química o en las matemáticas tiene diversas acepciones.
Originalmente, en su primera acepción, este concepto se vincula al retorno de los muertos que se presentan en forma inquietante. Es origen de prejuicios y de mitos, pero, en muchas oportunidades, son manifestaciones de modalidades particulares de los avatares del duelo.
Son conocidas ya las desventuras del fantasma de Canterville, en las cuales éste queda atrapado en el terreno de una ficción irrisoria que pierde todos sus derechos a inspirar, por lo menos, terror, tal como observaba Freud (Freud, 1919, pág. 251), en tanto el poeta se permite ridiculizar a su personaje y burlarse de él. De la misma manera que en el mundo de la ficción se puede independizar el efecto de terror del dominio de los espectros, en la actualidad, los mismos, han perdido autoridad frente a un mundo desangelado de la razón. Pero lo que antiguamente estaba reservado para el terreno de lo suprarreal, hoy en día, adquiere otra realidad: la virtual.
En las investigaciones anteriores hemos profundizado las modalidades del consumo y la adicción como maneras de tapar la falta, cubrir el duelo y la angustia por medio del uso de drogas o “máquinas de juego” (es decir, distintas formas en las cuales el excedente intenta cubrir aquello que no se puede duelar). Actualmente, establecimos como eje de investigación las modalidades del “sufrimiento” y la posibilidad de pensar la articulación de la biotecnología con las formas de tramitación del duelo.
Hay que tener en cuenta que, frente al sufrimiento, la respuesta no viene exclusivamente del psicoanálisis, sino también desde la cultura. Por lo cual, es de suma importancia establecer la base de los entramados sociales que la condicionan. Por otro lado, la ciencia ha tomado una iniciativa que excede el campo de la misma y ha ingresado, con características inclusos categóricas, en la formulación de nuevas pautas morales que establecen nuevos imperativos y que obligan a poder definir, en ese contexto, los problemas dilemáticos que acarrean.
No sólo la oferta de la farmacología, de los objetos técnicos o de la ciencia establecen nuevas modalidades de operar clínicamente, sino que se generan nuevas expectativas a la espera de ser satisfechas. Todas estas propuestas inciden en los modos de goce y la manera de aplacar el sufrimiento del sujeto moderno. Se observa que, en la actualidad, es como si el deseo se fabricara por encargo. La ciencia intenta una disección del comportamiento humano en pequeños segmentos, deja de lado al sujeto, para que la “persona” pueda observarse a sí misma como si fuera una máquina que funciona.
Cuando la interrogación establece nexos con el padecimiento subjetivo en el transcurso del duelo es necesario, también, interrogar otras disciplinas que incluyen a la filosofía, la ciencia y, también, la psiquiatría.

B) Contribución a la teoría de los espectros
Es conocida la teoría freudiana por la cual se sostiene una creencia en los espectros cuando hace referencia al hecho, de fácil constatación, de que la creencia en espíritus y fantasmas, y en almas que retornan, tiene una importancia en las religiones, sin embargo, en realidad, se debe a viejas creencias que tanto el devoto como el supérstite alojan, pero que tiene su asidero en la infancia y ha sido sepultada en todas las personas cultas, y ello hasta el extremo de que muchas de éstas, racionales de ordinario, hallan compatibles con la razón las prácticas espiritistas (Freud,1907 [1906]), pág.60).
Ésta tiene su origen, según el austríaco, en los malos pensamientos de los vivos hacia los muertos, como consecuencia, surge, entonces, el augurio de la muerte. El territorio de los espectros es el de lo unheimlich, lo siniestro y, a su vez, un envés problemático de lo familiar.

“Ahora bien, esta hostilidad, penosamente registrada en lo inconsciente como satisfacción por el caso de muerte, tiene entre los primitivos un destino diferente; se defienden de ella desplazándola sobre el objeto de la hostilidad, sobre el muerto. En la vida anímica normal, así como en la patológica, llamamos proyección a este frecuente proceso de defensa. El supérstite desconoce {leugnen} que haya abrigado alguna vez mociones hostiles hacia el muerto amado; pero el alma del difunto las alienta ahora, y se empeñará por llevarlas a la práctica todo el tiempo que dure el duelo. A pesar de esa exitosa defensa por proyección, el carácter punitorio y arrepentido de esta reacción de sentimientos se exteriorizará en el hecho de que uno tiene miedo, se impone renuncias y se somete a restricciones, que en parte uno disfraza de medidas protectoras contra el demonio hostil. Volvemos a toparnos así con que el tabú ha crecido sobre el suelo de una actitud ambivalente de sentimientos”(Freud, 1913 [1912-13], pág. 66) (El subrayado es nuestro).

Con respecto al tabú de los muertos, Freud afirma que éste tiene origen en la oposición entre lo que sería el dolor consciente y la satisfacción inconsciente por aquello acontecido. Esto, por consiguiente, daría lugar a cierto “rencor de los espíritus” y al consecuente miedo por parte de sus deudos más allegados.
El viviente queda abandonado al dominio de un territorio de incertidumbre, lo cual propone un retorno de la inermidad inicial y, como resultado de esto, se imputa el dolor conferido a la causa de la muerte. Aunque esta referencia sea considerada demasiado esquemática para Adorno y Horkheimer (hay que recordar que la tesis doctoral de Adorno fue sobre Freud). Es necesario, a su vez, destacar que este sentimiento hostil hacia los muertos se entrama en un complejo en el cual se privilegia el sentimiento de culpa. Este sentimiento es el que motiva un lugar central en el duelo y que traza uno paralelo con la estructura moral bajo la modalidad de la hostilidad.
En la historia de la humanidad en la cual la muerte aparecía aún directamente como una continuación de la vida, el abandono por muerte debía aparecer como una traición e, incluso, en el hombre de la Ilustración esta noción no se halla aún extinguida del todo. La conciencia no se adapta a pensar la muerte como irrepresentable; la nada absoluta es impensable. Por lo cual, la amenaza de los estadios espectrales se propaga inexorablemente en un tiempo de inquietud que no se apacigua fácilmente. Es por tal motivo que la persistencia de los ritos se sostiene en gran medida en acallar las resonancias espectrales.

“La forma en que muchos reorganizan su vida después de la muerte de un pariente, el culto diligente del difunto o, viceversa, el olvido justificado como discreción, son la versión moderna de los espectros que, no sublimados, se reproducen como espiritismo. Sólo el horror a la aniquilación, hecho enteramente consciente, establece la relación justa con los muertos: la unidad con ellos, dado que nosotros somos, como ellos, víctimas de las mismas condiciones y de la misma desilusionada esperanza” (Horkheimer, Adorno,1969, pág.257) ( el subrayado es nuestro).

De esta manera, una relación que puede ser calificada por estos autores como una relación anormal hacia los muertos es uno de los síntomas de la enfermedad que ha sufrido la experiencia. Una llamativa obsolescencia parece inundar al concepto propio de vida humana como una unidad de la historia de un sujeto en tanto que la misma sólo es puesta a disposición de la historia a partir de la emergencia de la muerte. Los sujetos son una mera sucesión de presentes puntuales sin rastros o siendo estos últimos odiados como irracionales y, hasta inclusive, superados.
El olvido de la propia historia y la degradación del tenor histórico del relato es señalado por estos autores como un síntoma de la misma enfermedad. En otras palabras, se sostiene que: se reprime la historia en uno mismo y en los demás por temor a que pueda recordar el desastre de la propia existencia, que consiste, a su vez, en gran parte, en la represión de la historia. Pero esa situación, que acontece en particular, es consecuencia de una extravío de la cultura que se extiende a todos los acontecimientos:

“la exclusión de todo lo que no tiene valor de mercado, le sucede en la forma más brutal a aquello de lo que no se puede lograr siquiera la reconstrucción psicológica de la fuerza de trabajo: al duelo” (Horkheimer, Adorno, 1969, pág. 257).

Es, según estos autores, justamente el duelo, por maldecido, que se convierte en una suerte de estigma de la civilización, en una especie de sentimentalismo asocial que da cuenta de que no se ha logrado totalmente todavía hacer que los hombres se encadenen al reino de los fines.
En este sentido el duelo intenta ser configurado en nuevos procesos, en otros términos, el duelo es desfigurado y reducido conscientemente, en última instancia a lo que implica la formalidad social, ya sea en el tanatorio o en el crematorio, donde el muerto es transformado en cenizas transportables. En la fina ironía de estos autores que materializan una gran contradicción, incluso los preparativos de un funeral son, en definitiva, otra modalidad de actualizar una antigua maldición (judía): “nadie se acordará de ti”. Es, en sí, la oportunidad de los hombres de desahogar sobre los muertos su desesperación por no acordarse ni siquiera de sí mismos.
De esta manera, los hombres han llegado a la superación de la propia inercia en la producción de obras materiales y espirituales, merced a la injerencia de la cultura y a la brutalidad en esta condición que comienza a incidir con el avenimiento de la Ilustración y la razón instrumentada en los términos del mercado.

C) El espectro biotecnológico
La preeminencia de la biotecnología ha operado en dirección a excluir al sujeto y ha producido, como consecuencia, diferentes incidencias y modificaciones en el trabajo de duelo. Al intentar abolir la dimensión del deseo, la biotecnología perturba el proceso de duelo y trastoca la noción de “pérdida”.
Actualmente, la tendencia a la analgesia y a la prevención de los dolores, ocupa un lugar importante en el reclamo de la sociedad a la ciencia médica. Es uno de los más grandes avances en la medicina la preocupación por la mejoría de la calidad de vida, incluso, en lo que se llama medicina paliativa.
Sin embargo, el dolor de la existencia se resiste a cualquier analgésico y éste es un punto preocupante. Siempre ha habido una tendencia casi natural a evitar ese dolor, pero esto da lugar, a veces, a actitudes que llevan casi, prácticamente, a una expoliación de la subjetividad del enfermo con diagnóstico ominoso. Pareciese que el enfermo es considerado subjetivamente muerto, como si no tuviese deseos, ni poder de decisión.
Desde otro contexto, Philippe Aries describe en un libro llamado “El hombre ante la muerte” (Aries, 1983) los diferentes matices que ha encontrado la muerte en la cultura. Los puntos que definen la muerte en relación a la cultura son:

1. La muerte domada: la muerte no puede ser considerada como un acto individual, es un acto que pone en juego un lazo familiar, el moribundo tiene un papel activo en donde él mismo da lugar a las últimas recomendaciones. Luego, viene la escena de los adioses y, después de ella, la escena del duelo rigurosamente pautada. -Todos vamos a morir-

2. La muerte propia: El predominio del individualismo a partir del siglo XI genera un cierto viraje en las costumbres mortuorias. El testamento reemplaza el papel activo del moribundo y el séquito y los servicios fúnebres reemplazan la escena familiar de presenciar la muerte.-
Uno es por lo que tiene-.

3. La muerte lejana y próxima: Los ritos se hacen más solemnes y se establece una relación morbosa con el cadáver, que se presenta a modo fetichista de cuerpo presente. -La muerte es tan familiar como siniestra-.

4. La muerte ajena: La vida privada adquiere el carácter de un bien. En este contexto de lo privado, la muerte se vuelve bella y patética, no se piensa tanto en la muerte propia sino en la muerte del otro como escena. -La muerte romántica-

5. La muerte invertida: La caída de los ideales del romanticismo, el carácter de la naturaleza no es el mismo, el hombre no ocupa un lugar privilegiado en el universo, ni en la naturaleza. Por otro lado, la acentuación de la privacidad y la propiedad hacen de la muerte algo incómodo, la muerte se constituye como algo a rechazar -La muerte debe ser excluida-

Este último punto es de interés por el lugar que toma la medicina en relación con la muerte. La muerte como fenómeno queda atravesada por un avatar en una naturaleza estrictamente biológica, la muerte es despojada de todo el velo sagrado y queda reducida al fenómeno natural y, paralelamente, excluida. Esto da pie para un viraje esencial: la supresión del duelo y la medicalización de la muerte constituyen los dos ejes de la exclusión.

D) La muerte despojada de la ciencia
A partir del siglo XIX, la coacción despiadada de la cultura - dice Aries (1983)- se constituye en el imperativo de la supresión de la manifestación del duelo, expresión del rechazo de la muerte. Las expresiones públicas se transforman en privadas.
Doble efecto de rechazo y aceptación pone en juego una situación paradójica en relación con la muerte y sus efectos. Hay quienes conciben esa pérdida del duelo como un correlato contemporáneo con las dos guerras. Freud señala dos grandes consecuencias: La decepción de la humanidad y el cambio espiritual frente a la muerte.
Esta pérdida del duelo, la pérdida de los ritos establecidos por una tradición, el actual salvajismo en el cual se configura la muerte -como dice Jean Allouch (2006)- como la muerte seca, hace que, actualmente, se empuje a la muerte del duelo, hacia un acto de pérdida vacía. La caída de los velos luctuosos hacen de la muerte una pérdida a secas. Hay que recordar que el duelo y los ritos del duelo son un andamiaje simbólico importante para la tramitación de una pérdida.

E) La muerte recluida por la medicina
En forma correlativa se producirá otra modificación en el imaginario de la muerte a partir de mediados del siglo XIV, el médico reemplazará al sacerdote y tendrá a su cargo la anunciación de la proximidad de la muerte -el nuncius mortis-.
El papel que estaba reservado al emisario religioso queda ubicado en torno al hombre de ciencia. Pero la religión alojaba la dimensión de la muerte, en un imaginario que incluía un espacio providencial de una segunda muerte.
Por eso el anuncio de la muerte era un punto privilegiado y esperado de la última unción. La medicina, a partir de la ciencia, sólo otorga el lugar dudoso de ser límite y fracaso de la misma (por otro lado, la muerte también es para la medicina fuente de conocimiento), así el anuncio de la muerte precipita una incertidumbre.
Tres elementos se empiezan a entrelazar con la muerte, la de ser sucia, medicalizada, e indecente. Se correlaciona a la muerte con la enfermedad y, por lo tanto, debe ser excluida. La medicina, al situar a la muerte en el dominio de su saber, también introduce nuevos contextos de ritualización. No se concibe hoy una muerte sin la asistencia médica, los cuidados médicos. Más aun, la muerte inadvertida, se constituye como inherente a una muerte digna (bella). Es más, hay un punto en que no se puede concebir la muerte misma sin las condiciones de atención médica e íntimamente ligada a todos los avatares del saber médico. La medicalización de la muerte ha dejado lugar a las respuestas biotecnológicas sobre la misma. Si bien estas respuestas tienen un límite en su desesperado intento de dar respuesta a la muerte y al deseo; fracasan en ello, se relanzan constantemente tratando de abolir la dimensión de la pérdida.
La muerte implica la inexistencia del cuerpo y el vacío se presenta de tal manera que los ritos en las distintas épocas y culturas acompañan en el inicio del duelo, legitimando así un lugar y un tiempo frente a la muerte. La muerte nos excede como sujetos de palabra, por eso lo inevitable de este agujero en la existencia (hecha de trama simbólica).
La muerte, lo mismo que la sexualidad y los orígenes, son el motor de la producción de mitos. Sabemos que frente a lo imposible de simbolizar, la cultura genera esas grandes producciones colectivas que son los mitos que conjuran y tranquilizan. Son un modo de velar lo imposible de simbolizar, se presentan como un relato atemporal, como una ficción estable que porta una verdad. Un mito relata, explica lo inexplicable. Puede ser una producción colectiva, una producción de la cultura o un mito individual ya que cada uno tiene su forma de duelar. Siempre la creación mítica responde a una pregunta y ofrece la posibilidad de tomar una posición frente a la verdad, en este caso, la verdad de que somos mortales.
En este contexto, el estudio de Freud sobre el duelo se encuentra en un punto de sumo interés en los estudios de la metapsicología. El ensayo “Duelo y Melancolía” (Freud, 1917) tiene suma importancia porque es el resultado directo de la introducción del narcisismo. En este ensayo Freud propone pensar el duelo como un trabajo, por ese motivo la metapsicología tiene una dirección interesante al proponer una nueva lógica. En el trascurso del mismo, el duelo queda circunscripto a un movimiento de la investidura que en la tramitación de la pérdida de un objeto convoca al dolor. El duelo es un intento de permanencia del objeto en el aparato psíquico. El carácter del dolor toma un lugar de suma importancia en este ensayo, pero la economía del mismo no termina de ser formulada allí.
Recién en “Inhibición, Síntoma y Angustia” (Freud, 1921), se vuelve a plantear el tema pero ya en la lógica de una nueva teorización de la angustia.
Hay que observar que algunos autores han señalado que el duelo se ha modificado en los tiempos actuales, como hemos dicho Philippe Ariès (1983) habla de la medicalización del duelo, el cual resulta de la intervención de la medicina en el campo que antes estaba reservado a la religión. Este autor es taxativo al afirmar que en el tiempo en que la ciencia positiva ha tomado su égida, se asiste a una inversión del duelo en el sentido de que el mismo ya no opera en torno a una preeminencia del lugar que tenía antaño, el que va a fallecer, sino que ahora es la ilusión de nuevas respuestas ante el dolor que propone una nueva expectativa frente al mismo. Esto exige a la ciencia el cumplimiento de una promesa de progreso.
Esto toma una radical importancia al establecer los lazos de poder en torno al entramado que ofrece la ciencia y, en particular, la biotecnología que es una forma depurada de la razón instrumental elevada a la categoría de un excedente privado, incluso, de toda reflexión sobre la razón.
Hay que tomar en cuenta que, desde el punto de vista del dolor físico, la respuesta de la ciencia, en el tiempo actual, está empeñada en lógicas en donde el dolor es desplazado o abolido en base a premisas analgésicas. Del mismo modo, hemos encontrado que esas premisas se desplazan hacia las expectativas con respecto al dolor psíquico.
La búsqueda de la analgesia en el terreno psíquico da por resultado una excesiva farmacologización de la clínica, por un lado, y, por otro, a la búsqueda de constantes lenitivos que promueven salidas, en algunos aspectos, de un tenor adictivo.
Nuestro intento de explorar esta lógica ligada al entrecruzamiento del dolor psíquico en relación con el duelo y con la biotecnología nos ha permitido encontrar elementos que nos permiten corroborar, en primera instancia, una interesante correspondencia en la iniciativa tecnológica de proponer alternativas que introducen un cambio en los paradigmas tradicionales del duelo. Es sabido que hoy, incluso, se debate la posibilidad de que el duelo pueda ser medicado. La medicalización del duelo es un paso inicial que, en vistas de las nuevas perspectivas biotecnológicas, se ha acentuado.

F) El espectro virtual
Hay un escenar io de la biotecnología que asume un carácter tan novedoso como espectral: el terreno de lo virtual.
Es en este tópico que hemos encontrado un lugar privilegiado en el cual la tecnología ha desarrollado una inagotable producción de objetos que, en lo que concierne a nuestro interés en la investigación, es un tema de suma importancia. El avasallamiento del sujeto del deseo por parte de la tecnología virtual introduce nuevas perspectivas en la conformación de objetos que proyectan una acción en la economía de goce. En ese sentido, hemos encontrado que incluso la perspectiva de la economía del dolor y, particularmente, del duelo ha quedado tomada por este factor. El duelo, también, ha quedado modificado por las premisas de la biotecnología y de la cultura del consumo. El consumo inagotable de restos revestidos como objetos plus de goce de imitación inciden directamente en la vertiente pulsional y conllevan la necesidad de una innovación constante y calculada en la construcción de quitapenas de síntesis. En ese sentido, el campo virtual recubre un territorio absolutamente funcional a la enajenación del proceso de duelo que modifica aun más el duelo ya invertido de la modernidad. La presentación de lo impresentable lleva el sello de la consumación biotecnológica de un intento de poder evadir la propia muerte.
Hemos hallado que el proceso de duelo se ha modificado por la incidencia del dominio de la biotecnología en le época actual. En otro momento, la incidencia de la medicalización de la muerte y el ensañamiento tecnológico operado sobre el paciente terminal obedecen a las mismos objetivos: el triunfo de la ciencia por sobre las manifestaciones de subjetividad doliente. En dicho sentido, los avances sobre el tema “muerte digna” intentan contrarrestar esa expoliación de la subjetividad del sujeto terminal.
Los ritos, ceremonias y tradiciones, como modos de elaboración que contribuyen al trabajo del duelo, se han visto afectados por la incidencia biotecnológica y el examen de realidad agrega un nuevo elemento: lo virtual.
Este factor es una componente del nuevo territorio (incluso libidinal) que debe seguir siendo estudiado en torno a nuestro objetivo. Los tiempos lógicos del duelo, en la era de la inmediatez han sufrido los avatares propios de la época. No hay tiempo para el duelo porque el duelo es considerado un tiempo de pérdida. Por tal motivo, es una práctica habitual la utilidad que ofrece el espacio virtual para reemplazar las premisas propias del duelo, en cierta medida, la muerte ha encontrado en el terreno virtual un alojamiento impropio para los rituales de duelo. Incluso se corre el riesgo de que la ironía tome un viso de seriedad: a la muerte biológica, la muerte civil, habría que agregar ahora: la muerte virtual.
En la manifestación de la presencia de un sujeto, en su vida social, es casi imperiosa la presencia virtual. Internet se manifiesta cada vez más como modo de constatación de la existencia fáctica de un sujeto, por lo menos en la vida civil.

“Entonces, el sujeto adquiere conciencia de su deseo en el otro, por intermedio de la imagen del otro; imagen del otro que le proporciona el espectro de su propio dominio. Así como es harto frecuente que en nuestros razonamientos científicos reduzcamos el sujeto a un ojo, también podríamos reducirlo a un personaje instantáneo captado en relación a la imagen anticipada de sí mismo, independientemente de su evolución” (Lacan, 1953-54, pág.156).

Este nuevo territorio libidinal se extiende con una posibilidad tan poco previsible como inquietante, el territorio virtual es de por sí ininito e inmanejable, en el cual todo rastro de privacidad parece estar amenazado. Es particularmente interesante que en dicho terreno la inscripción de la memoria quede como rastro digital que asume un tenor de perennidad tan notable como turbador. Pero dicho espectro no obedece más que a un efecto de aplanamiento de todo interés privilegiado.
Para Cassin corremos el riesgo de que Google consuma toda posibilidad de manifestación subjetiva en la cultura bajo el efecto ciego y clasificatorio que propone un buscador de Internet. En ese entramado no hay escala valorativa más que lo que interesa a la búsqueda. Por otro lado, todo el terreno de lo privado queda expuesto en esta nueva versión de un Gran hermano.
Así como Cassin (2008) hace referencia a L´Eturdit cuando Lacan afirma que “una lengua, entre otras, no es más que la totalidad de los equívocos que su historia dejó persistir”, de la misma manera, el efecto de Google sorprende en esa búsqueda sin criterios que amenaza, incluso, la singularidad del lenguaje en su cruce con el deseo.
Los rastros de la letra quedan traducidos a fríos intercambios binarios.
Si el duelo, en Freud, se articulaba a una prueba de realidad, esa dimensión puede ser puesta en jaque a partir del concepto de realidad virtual. Una imagen anticipada de sí mismo, pero despoblada de toda emergencia subjetiva, asecha como el marco de un espectro que no por ser inanimado cobra la virtud de la inquietud de un todo globalizado que en su sesgo de fascinación tecnológica no deja de amenazar.

A modo de conclusión:
Aries dice que, en el siglo pasado, definió una nueva circunstancia en los imaginarios ante la muerte: la medicalización y la caída de los rituales tradicionales. Estas circunstancias fueron enmarcadas por el autor en lo que llamó “la muerte invertida”. Si bien no propone una relación directa con el trabajo del duelo, se puede leer que, en lo referente a los escenarios de la muerte, la medicina ha tomado un lugar que antes estaba reservado para el sacerdote. A nuestro entender, este fue un paso intermedio en el ingreso de la ciencia positivista a un recinto que estaba reservado para lo sagrado. Entendemos que el duelo es un trabajo propio del sujeto del deseo. El duelo junto con la melancolía y la alucinación de deseo son tomados por Freud (1917b) [1915) como tres modalidades que intentan sostener la permanencia en el aparato psíquico del objeto perdido.
La tendencia de la ciencia actual, en cambio, en su intento de reducir las expresiones del sujeto en lo atinente al dolor ha impactado sobre el luto y, particularmente, sobre el duelo.
Actualmente, entendemos que la razón biotecnológica ejerce un efecto particular sobre el dominio de la vida cotidiana; de allí que, el mismo duelo, escenario íntimo frente a la muerte de un ser querido, se vea afectado por los vectores de la biotecnología que, en su horizonte, excluyen la posibilidad de todo lugar para el sujeto.
Las prácticas biotecnológicas en los escenarios de la muerte tienden a preservar el cuerpo biológico por encima del concepto propio de vida digna (encarnizamiento biológico). Por otra parte, la incidencia de la biotecnología en la época ha llevado a modificar y, en muchos casos, inclusive borrar los ritos, ceremonias y tradiciones que acompañan el duelar como modos de elaboración.
En la actualidad, entonces, nos enfrentamos a una suerte de extinción de los mitos, efecto de la abolición de la dimensión de la pérdida del relato que el discurso biotecnológico promueve en su avance y desarrollo. Por ello, es necesario conceptualizar el efecto de esto en el marco del duelo. Hay que considerar, entonces, qué deviene del estudio de la muerte y el duelo en los tiempos actuales para poder, así, tener un punto de base en las consideraciones actuales del duelo y, por otro lado, tomar en cuenta el estudio de la incidencia de la biotecnología en referencia a la temática de la muerte.

BIBLIOGRAFÍA

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9- Freud, S. (1892-1899) “Fragmentos de la correspondencia con Fliess”, manuscrito E, En: Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982. Vol 1.

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11- Freud, S. (1913 [1912-13]) “Tótem y tabú - Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos” En: Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982. Vol 13.

12- Freud, S. (1915) “De guerra y muerte. Temas de actualidad”, En: Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982. Vol. 14.

13- Freud, S. (1917a) [1915] “Duelo y melancolía” En: Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982, Vol. 14.

14- Freud, S. (1917b) [1915] “Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños” En: Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982, Vol. 14.

15- Freud, S. (1923) “El yo y el ello”, En : Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982, Vol. 19.

16- Freud, S. (1924a) “El problema económico del masoquismo”, En: Obras Completas. Según la Standard Edition y el ordenamiento de James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu. 1982.

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Fecha de recepción: 02/05/15
Fecha de aceptación: 25/08/15

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