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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.22 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dez. 2015

 

Psicoanálisis

¿Qué es el acto analítico?

What is the analytical act?

RESUMEN
Este artículo forma parte de una investigación más general sobre el concepto de acto analítico en la obra de Lacan.
La investigación se deriva de otras dos. El proyecto de Investigación UBACyT (Azaretto y Ros, 2014-2017) El Psicoanálisis y otras disciplinas: lazos contemporáneos y sus antecedentes en la obra de Freud y Lacan y la investigación de maestría (Murillo, 2015) La hipótesis de los tres registros. Sujeto, metapsicología y formalización en psicoanálisis.
Se plantea la pregunta sobre el acto analítico como un problema de especificidad, significación y vacilación del concepto: ¿Qué es el acto analítico? ¿Qué significa que sea un acto? ¿Cómo se incorpora el concepto en el corpus más general de conceptos lacanianos?
Para el tratamiento de estas preguntas se analizan referencias de los seminarios 14 y 15 de Lacan.

Palabras clave:
Psicoanálisis - Lacan - Acto analítico

ABSTRACT
This paper is part of a larger research about analytic act concept in Lacan work. It derives from other two research.
The UBACyT research proyect (Azaretto and Ros, 2014-2017) Psychoanalysis and other disciplines: contemporary ties and their antecedents in Freud and Lacan work.
And the master research (Murillo, 2015) The three registers hypothesis. Subject, metapsychology and formalization in psychoanalysis.
We formulate the analytic act question as a speciicity, meaning and hesitation problem: What is the analytic act?
What does it means, to be an act? How the concept is incorporated in the wider corpus of lacanian concepts?
For the treatment of these questions we analyzed references from Lacan seminars 14 and 15.

Key words:
Psychoanalysis - Lacan - Analytical Act

Introducción, problema y antecedentes
Este artículo forma parte de una investigación más general sobre el concepto de acto analítico en la obra de Lacan. La investigación se deriva de otras dos. El proyecto de Investigación UBACyT (Azaretto y Ros, 2014-2017) El Psicoanálisis y otras disciplinas: lazos contemporáneos y sus antecedentes en la obra de Freud y Lacan y la investigación de maestría (Murillo, 2015) La hipótesis de los tres registros. Sujeto, metapsicología y formalización en psicoanálisis. Lacan introduce el concepto de acto analítico de manera original en el Seminario 14: La lógica del fantasma y dedica un seminario entero, el Seminario 15: El acto psicoanalítico para tratar los problemas que esta formulación implica. Finalmente existe una tercera fuente que es la clase XXII del Seminario 16, titulada Las paradojas del acto psicoanalítico. En esa clase Lacan hace una re-lectura y puntualización de su propio concepto.
Es en estas fuentes donde hallamos un tratamiento específico del concepto pero debemos reconocer que la cosa, o las cosas a las que el concepto apunta están presentes a lo largo de toda la obra de Lacan. Incluso pueden reconocerse antecedentes importantes del concepto previos al Seminario 14, por ejemplo la presencia del psicoanalista de los Seminarios 1 y 11 y otros conceptos herederos del acto analítico, posteriores al Seminario 16, por ejemplo el discurso analítico en el Seminario 17.
Este mapa del concepto en la obra de Lacan nos lleva a tres problemas: 1. ¿Qué es el acto analítico? Un problema de especificidad del concepto, dado que la definición de Lacan a través de estos tres seminarios está atravesada, como lo veremos, por un signo de interrogación, que forma parte del concepto mismo; 2. La formulación del concepto -acto analítico- propone en sí misma que existen otro actos, que no son el acto analítico, y que el análisis es un acto. ¿Por qué el análisis es un acto? ¿Qué significa que sea un acto? 3. La cuestión de la especificidad del concepto y su significación para el psicoanálisis recoge un problema de vacilación del concepto, presente como veremos en el mismo texto de Lacan, y presente en la recepción que tuvo por la literatura analítica posterior. A partir de esto nos preguntamos cómo se sostiene el concepto en la obra de Lacan, con qué otros conceptos se articula, con cuáles se confunde, de cuáles se diferencia. En términos generales: ¿cómo se incorpora el concepto en el corpus más general de conceptos de la obra lacaniana?
La literatura analítica sobre el tema puede ordenarse en la pregunta de qué se habla cuando se habla de acto analítico. Existen antecedentes que se refieren al acto analítico en el sentido general de psicoanálisis o clínica psicoanalítica (Aramburu, 1988; Maeso, 1993; Laurent, 2006; Soler, 2011), en lo cual queda en suspenso la especificidad o precisión del concepto lacaniano. En un extremo opuesto, hay antecedentes que al hablar del acto analítico se refieren al grupo de Klein (Vegh, 1993; Harari, 2000; Brodsky, 2002; J-A. Miller, 2011).
En un tercer caso hay referencias al acto analítico como el acto de un sujeto en análisis (Maeso, 1983; Miller, 1984; Aramburu, 1988; Vegh, 1993; Lombardi, 1993; Lombardi, 1993b; Miller, 1999; Harari, 2000; Brodsky ,2002) y de manera correlativa a esto, las patologías del acto: acting out y pasaje al acto, o acto fallido y acto sintomático (Aramburu, 1988; Miller, 1993; Vegh, 1993; Greenacre, 1993; Lombardi, 1993b; Miller, 1999; Harari, 2000; Zack, 2005). En el otro extremo, el acto aparece como el acto del analista, su intervención, la relación con la transferencia y la interpretación (Maeso, 1983; Rabinovich e Indart, 1984; Miller, 1984; Aramburu, 1988; Soler, 1988; Lombardi, 1993; Safouan, 1997; Aramburu, 2000; Schejtman, 2004; Zack, 2005; Ruiz, 2010; Schejtman, 2013).
En otro sentido, al referirse al acto analítico se habla de los conceptos de deseo del analista y discurso del analista (Vegh, 1980; Rabinovich, 1994, 1999; Aramburu, 1988, 2000; San Miguel, 2005; Zack, 2005; Schejtman, 2014).
Finalmente hay antecedentes que se refieren al acto analítico tal como Lacan lo define en el Seminario 15, tomando como referencias parciales diferentes aspectos o fórmulas del seminario (Vegh, 1980; Chamorro, 1983; Aramburu, 1988; Soler, 1988; Lombardi, 1993b; Rabinovich, 1999; Harari, 2000; Brodsky, 2002; Schejtman, 2004; Zack, 2005).

Ejes para el tratamiento del concepto
Antes de desarrollar el objetivo de esta presentación, señalemos cuáles son los ejes para el tratamiento del concepto que nos orientará tanto aquí como en el programa más general de la investigación. Organizaremos estos ejes en cuatro series de conceptos.
1. Acto analítico, acto del analista, acto del sujeto: Sostendremos como primer supuesto general, del cual derivamos los siguientes, que es posible extraer tres sentidos distintos sobre el acto, que no se confunden entre sí: el acto como acto del sujeto, que Lacan llama “acto a secas” (1967-1968, 20/3/68); el acto como acto del analista, que a veces se confunde con la interpretación, el manejo de la transferencia, o la noción más general de intervención, pero cuyo estatuto está aun en cuestión; el acto como acto analítico, aquello a lo que se refiere Lacan más específicamente en el Seminario 15, como soporte y fundamento del análisis, y por lo tanto del que-hacer analítico y el acto del sujeto. El acto analítico no es algo que el analista hace, lo cual es el tratamiento más imaginario del concepto. Para Lacan incluso en muchas ocasiones es no hacer o no actuar: “Aun si el analista no hace nada, hay que dar sin embargo algún peso a la presencia del acto.” (1967-1968, 15 17/1/68)
La cuestión lleva a la pregunta de quién es el acto: “…no se trata de un acto del que alguien pueda decirse enteramente dueño.” (1967-1968, 24/1/68) Pero tampoco exime al analista de ocupar su posición: “¿qué puede querer decir el acto psicoanalítico si, en efecto, el acto psicoanalítico es a pesar de todo el analista quien lo comete?” (1967-1968, 7/2/68)
2. Deseo del analista, acto analítico, discurso analítico
Lacan formaliza en primer término el concepto de deseo del analista, entre cuyas primeras formulaciones debemos citar La dirección de la cura y los principios de su poder. Trata explícitamente el concepto de acto analítico en el Seminario 15 y hacia los seminarios 16 y 17 formaliza explícitamente el concepto de discurso, los cuatro discursos, y entre ellos el discurso analítico. Los tres conceptos no se confunden entre sí. Lacan especifica en
el Seminario 18 que el discurso formaliza la lógica del acto (1971, p. 57). Respecto de la segunda articulación, propondremos que el acto analítico supone la puesta en juego del deseo del analista, tal como Lacan entiende
este concepto. Para que el acto analítico adquiera valor de tal, el deseo del analista debe operar como función.
Por otro lado, no es una función que opere en el vacío, sino que adquiere cuerpo en el acto analítico.
3. Acto, transferencia, interpretación
Los conceptos de transferencia e interpretación tienen una larga historia dentro de la formalización analítica, desde Freud hasta Lacan. La formalización por parte del acto en Lacan, supone re-interrogar las tres nociones y analizar sus articulaciones. El acto no es la transferencia ni la interpretación y sin embargo es soporte tanto de la primera como de la segunda. Como así también es soporte de los momentos de entrada y fin de análisis. En este sentido creemos que el antecedente freudiano privilegiado para analizar el concepto de acto analítico en Lacan no es el acto fallido, el acto sintomático, el acto psíquico o cualquier otro concepto que remita al acto como acto del sujeto, sino el concepto de neurosis de transferencia, que involucra tanto al paciente como al analista en el acto.
4. Escena, significante, semblante
La noción de acto analítico es ya una definición del análisis: el análisis es un acto, implica o supone un acto. Lacan se refirió a esto como un “encuentro de cuerpos” (1971-1972, 21/6/72), un “lazo de a dos” (1974, p. 86), incluso un “autismo de a dos” (1976-1977, 19/4/77). Aun cuando en el plano de la transferencia y la interpretación haya un solo sujeto (Lacan, 1960-1961), en el acto analítico nunca hay un solo cuerpo en juego. Si el acto del sujeto es un acto que se hace en soledad (Lacan, 1959-1960), el acto analítico es un acto que jamás se hace en soledad, razón por la cual no hay auto-análisis. El análisis se soporta de esa presencia irreductible que es el analista en-cuerpo (Lacan, 1972-1973).
El acto analítico supone por estructura: una escena, que Lacan llamó escena del fantasma, soporte tanto del síntoma como de las identificaciones imaginarias del sujeto (Lacan, 1960). Supone al significante, al inconsciente en su estructura de lenguaje (Lacan, 1957-1958), y a lalengua como aquel enjambre de significantes amo que marco al sujeto (Lacan, 1972-1973). Supone al semblante, la estructura imaginaria y real del yo, sus identificaciones narcisistas y su particular economía de goce (Lacan, 1971).
En lo que sigue de este artículo avanzaremos en el primer paso de la investigación, consistente en establecer la formalización del concepto en los Seminarios 14 y 15. En una siguiente presentación deberemos retomar las referencias específicas del Seminario 16.
Surgimiento del concepto en el Seminario 14 El concepto de acto analítico surge como una exigencia del Seminario 14 a partir del análisis de la lógica del fantasma. Por eso Lacan refiere que para “hablar de la lógica del fantasma es indispensable tener al menos alguna idea de dónde se sitúa el acto analítico.” (1966-1967, 8/3/67) Si el fantasma es cierta relación del sujeto al objeto ($ ◊ a) constituida como una respuesta, la formulación del acto analítico resulta de la inversión de estos términos (a → $), cuestión que Lacan escribirá en el discurso analítico (1969-1970). Es decir que en algún sentido fantasma y acto analítico son posiciones en disyunción. El solo montaje de alguna forma de acto analítico opera en sí mismo una subversión, por lo menos, de algún aspecto del fantasma. Si el acto analítico es entonces por definición una subversión del fantasma, las respuestas del sujeto, entendemos la observación de Lacan: “Tenemos, en un campo tan difícil, que avanzar como el rinoceronte en la porcelana1. Tenemos que avanzar lentamente [doucement].” (1966-1967) Vale la pena aquí desplegar los sentidos de esta última palabra. Doucement significa también dulcemente, con suavidad, con buenas maneras, despacio, tranquilamente. Tal vez podamos incluso decir amorosamente. Es en muchos sentidos un adjetivo temporal. No significa que el analista deba ser dulce o amoroso2, sino que la relación del acto analítico al fantasma debe tener ese cuidado, ese cálculo de tiempo.
Si nos preguntamos por la especificidad del concepto debemos advertir que no es el único acto al que Lacan se refiere. Aparecen allí el acto sexual, que involucra la relación del sujeto con su partenaire, y para lo cual Lacan señala que no hay acto, y más tarde, no hay relación sexual; en segundo lugar el acto del sujeto, que involucra la relación del sujeto con el Otro, y la relación repetición-acto; finalmente el acto analítico, que involucra la relación del sujeto con el analista. De qué se trata esta relación, es precisamente la pregunta por el acto analítico.
Estos tres actos, distintos, pero articulados, tienen un punto en común: en los tres casos el concepto de acto supone lo que Lacan llama una “mutación del sujeto”, un “cambio de estructura”, un “cambio de superficie” (1966-1967, 15/2/67), lo que en el Seminario 15 llama “acontecimientos” que “impliquen consecuencias” (1967-1968, 24/1/68).
Otro punto que debemos tratar respecto del concepto es la cosa a la que se dirige, que es incluso un objeto explícito en el título del escrito La cosa freudiana, donde aparece un antecedente importante, el apartado La acción analítica (1955, p. 412). Esa cosa recibió históricamente diferentes nombres: la relación analítica, la situación analítica, la escena analítica, el dispositivo analítico, incluso la aventura analítica (Lacan, 1967-1967: 21/2/68). Lacan señaló expresamente que si se lo llama de estas maneras es para “eludir la cuestión del acto analítico” (1966-1967: 8/3/67) y dedicó todo un seminario a tratar exclusivamente este concepto que eligió llamar acto analítico.
El concepto implica una elusión, a la cual Lacan se refirió de diferentes maneras: rechazo del acto (1966-1967, 15/2/67), resistencia al acto (1966-1967, 8/3/67; 1967-1968, 24/1/68), olvido del acto (1966-1967 8/3/67), incluso represión del acto: “El acto analítico tiene, diría de alguna manera, la estructura de la represión. Una suerte de posición al costado, un representante, si puedo expresarme así de su representación deficiente nos he dado bajo el nombre de acting out, es lo que introduciré hoy.” (1966-1967, 8/3767). Como ejemplo de esto recuerda su lectura hecha del caso de los sesos frescos, de Kris, en La dirección de la cura. Recupera el sentido del término inglés acting out: to represent, to play a story, representar, interpretar una historia. Efectivamente, en el acting out el sujeto lleva a cabo una puesta en escena de algo. De allí se deriva su relación con el acto analítico.

Delimitación del concepto en el Seminario 15
La delimitación del concepto en el Seminario 15 puede leerse a partir de tres ejes: lo que Lacan dice que no es el acto analítico, lo que se pregunta si el acto analítico es, y lo que no nombra del acto, pero lo esboza.
Así, en la primera clase señala expresamente que el acto analítico, como por lo demás todo acto, no es la motricidad, no es un arco relejo, y no es una descarga de tensión.
Se trata del significante (1967-1968: 15/11/67): el acto analítico es significante, o debe analizarse por relación al concepto de significante. Aquí interviene la relación hablar-actuar, cuya contradicción, por lo menos aparente, Lacan señala: “…para introducir al acto psicoanalítico, remarcaremos que, en la teoría psicoanalítica se habla.
Por otra parte no estamos todavía en condiciones de especificar este acto de una manera tal que podamos de alguna manera poner su límite con eso que se llama en términos generales, y a fe mía, usual en esta teoría analítica: la acción.” (1967-1968: 15/11/67)
Aquí cabe introducir un rasgo que define al concepto: el acto analítico es un elogio de la boludez (Lacan, 1967-1968: 22/11/67). Si en el Banquete de Platón se hace un elogio del amor, lo cual implica hablar del amor, dar un discurso sobre el amor, en el acto analítico se habla de boludeces. Y en este contexto esto puede significar muchas cosas: Lacan lo remite a las formaciones del inconsciente, esos tropiezos del lenguaje que a veces el paciente califica de pavadas; lo remite por otro lado a cierta posición del paciente en el análisis, el hecho de que boludea; podemos añadir también otro sentido, el registro de lo que para el paciente es lo importante y lo que son las boludeces, cuando muchas veces toma por boludeces cosas que son muy importantes. En eso Lacan sugiere ver los modos en que la verdad del sujeto y la boludez de su relato se separan y reúnen: “Y bien, esto no es tan simple, porque ellas se recubren y si hay una dimensión que es la propia del psicoanálisis, no es tanto la verdad de la boludez como la boludez de la verdad.” (Lacan, 1967- 1968: 22/11/67) Articula la boludez al desconocimiento, como aquella función específica del narcisismo: “Lo importante es: ¿desconoce qué? Precisamente es eso por lo que se distingue la dimensión de la boludez. Aquello que es lo que desconoce, es algo que, en verdad, merece ser presentado por este término, a saber, llamarse la boludez. Es indispensable captar la verdadera dimensión de la boludez como siendo eso con lo que tiene que vérselas el acto psicoanalítico.” (Lacan, 1967-1968: 22/11/67)
Esto recuerda la indicación freudiana respecto de la relación del paciente con los honorarios del analista: “Lo más costoso en esta vida es la enfermedad… y la estupidez.” (Freud, 1913: p. 1668) Y la indicación de Deleuze: hay que resistir a la estupidez humana (Deleuze, 1988). En el orden de la política, de la familia, de los lazos, la estupidez humana hace del significante algo que encierra la vida, la mata, la vuelve triste. Es otra cosa que las resistencias del enfermo. Estas últimas en algunos casos forman parte de la estupidez humana y en otros juegan un efecto de resistencia. El acto analítico es un espacio de resistencia a la estupidez humana, a esa fuerza estúpida que a veces es el significante sobre el cuerpo.
Dejando ya dicho lo que el acto analítico no es y comenzando a esbozar el concepto, Lacan se pregunta si acaso el acto es ir al psicoanalista, decidirse, o instalarse como analista. Se pregunta por otro lado si el acto no será la sesión, la interpretación, o algún otro tipo de intervención o incluso el silencio (1966-1967: 15/11/67). Son preguntas que van animando la delimitación del concepto a lo largo del seminario.
Pero cuando llega al momento de precisar con algún orden de especificidad lo que él propone como definición del acto analítico, señala: “implica algo que yo no nombro, que he esbozado…” (1966-1967: 29/11/67). Continuemos analizando esta referencia entonces.

El acto analítico es la causa del análisis
En la clase 3 del seminario encontramos esta definición, que citaremos extensamente: “El acto analítico esencial del psicoanalista implica algo que yo no nombro, que he esbozado bajo el título de ficción y que se vuelve grave si se convierte en olvido: fingir olvidar que su acto es ser causa de ese proceso. Que se trate de un acto, se acentúa con una distinción que es esencial hacer aquí.
El analista, por supuesto, no sin necesidad, diría incluso, de justificarse a sí mismo en cuanto a lo que se hace en un análisis... Se hace algo y se trata precisamente de esta diferencia, del hacer a un acto.
¿En qué banco colocamos al psicoanalizante? En el banco del hacer. Él hace algo. Llámenlo como quieran, poesía o manejo… él hace, y es bien claro que justamente, un parte de la indicación de la técnica analítica consiste en un cierto dejar hacer.
Pero, ¿es esto suficiente para caracterizar la posición del analista cuando este dejar hacer implica hasta un cierto punto el mantenimiento intacto en él de este sujeto supuesto saber, a pesar de que este sujeto él conoce por experiencia la caída [o destitución] y la exclusión y lo que de ello resulta del lado del psicoanalista?” (1967-1968: 29/11/67).
La definición contiene muchos conceptos condensados o varias capas de conceptos planteados, que propondremos desglosar:
1) El acto analítico es la causa del proceso del análisis.
2) El analista no debe olvidar esto, porque toca a su función como analista, es decir a la posibilidad misma de que el análisis se instaure.
3) El analista finge olvidar esto, de allí y entre otras razones, que el análisis implique una ficción.
4) Al analista le toca el acto y al paciente el hacer o el trabajo, de allí que Lacan lo llame analizante, cuando su trabajo analítico así lo implique.
5) El acto analítico no puede dejar intacto el mantenimiento del sujeto supuesto saber, es decir la entidad misma del análisis como dicha ficción.
Si hacemos la prueba, diríamos que es posible enmarcar en estos cinco puntos la mayoría de las precisiones que Lacan hace sobre el acto analítico a lo largo del Seminario 15.
El acto analítico es la causa del análisis. Debemos contextualizar esto observando que Lacan desde el Seminario 10 comenzó a referirse a la función del objeto a en la causa del deseo. Articulado al acto analítico, esto aparece formalizado en la fórmula superior del discurso analítico, en el Seminario 17: a→$.
En el Seminario 15 señala la función de soporte: soportar el análisis o ser el soporte del análisis. El acto analítico es el soporte de la transferencia y de la interpretación (Lacan, 1967-1968: 29/11/67, 6/12/67, 17/1/68), es decir que el amor de transferencia, el odio en la transferencia, y lo que allí se dice, toma su función por referencia a este acto. La idea de soporte implica también que existe algo insoportable3 en el análisis (1967-1968: 6/12/67), que toca precisamente a la función del objeto.4
El analista no debe olvidar que su acto es la causa del análisis. Si Lacan subraya aquí no debe olvidar es precisamente porque lo olvida, incluso en el sentido de un olvido inconsciente. Y como vimos existen sobradas razones para que este olvido ocurra: si analizar es imposible, si supone un aspecto insoportable, si causa horror, no sorprende que el acto sea algo rechazado, que tenga resistencias o incluso la estructura de la represión. Es decir, puede ser que alguien, a quien llamamos analista, esté en silencio o diga algo, pero eso no implica a priori que esté actuando o que esté haciendo algo. Lacan observa que “acto analítico” significa que el analista debe situarse en acto (1967-1968: 28/2/68): “…ese psicoanálisis, precisamente, no podría instaurarse sin un acto, sin el acto de aquel que, si puede decir, autoriza la posibilidad, sin el acto del psicoanalista y que la tarea psicoanalítica se inscribe al interior de ese acto que es el psicoanálisis” (1967-1968: 21/2/68). Si el analista olvida esto, o no está advertido de esto, nada garantiza la posibilidad de que se instaure el análisis. Dicho al revés: la única garantía que el analista tiene de abrir la opción del análisis, como una posibilidad, es su acto.
El analista inge olvidar que su acto es la causa del análisis. El acto que el analista no olvida, no es sin embargo algo a lo que se refiere en el análisis. Finge olvidar esto.
Y sostiene por ello la ficción del análisis. El análisis es una ficción por varias razones. El saber que el sujeto puede suponer en algún momento al analista, es precisamente aquello de lo que el analista hace ejercicio de su ignorancia, como posibilidad de despliegue del saber no sabido del analizante. De este saber inconsciente hay que decir que en parte pre-existe al análisis, y en parte no (Lacan, 1967-1968: 21/2/68). Es una obviedad que pre-existe al análisis porque es una obviedad decir que la neurosis pre-existe al análisis. Pero así como hay una neurosis… de transferencia, que no pre-existe al análisis, hay también un inconsciente, un lenguaje particular… de transferencia, que es el lenguaje propio de ese análisis, que bien vale llamar “un autismo de a dos” (Lacan, 1976-1977), para referirse a los significantes de esa transferencia.5
Cuál será la enfermedad artificial por la que el análisis transcurra dependerá de marcas muy singulares del encuentro con el analista. Si bien el analista no cuenta como sujeto en el análisis, la presencia irreductible de su cuerpo hace que esas marcas existan. Se puede hablar del estilo de un analista o del deseo del analista. Aún cuando se trate de un deseo vacío, no es un deseo matemático, y el modo como ese deseo se vacía para cada quien supone ya marcas muy singulares.
El acto analítico entonces es el acto que sostiene aquella ficción por la cual el sujeto se analiza, incluso cuando miente al analista, es a través de la mentira que dice la verdad (Lacan, 1959-1960). O cuando construye un mito: “Si los psicoanalistas fueran más serios, en lugar de perder su tiempo hurgando en Agamenón o en Edipo para extraer no sé qué cosa, siempre lo mismo, hubieran empezado por observar que lo que hay que explicar es justamente que se haya convertido en una tragedia, pero que hay algo mucho más importante que explicar aún, por qué razón los psicoanalistas nunca han formulado expresamente que el Edipo no es más que un mito gracias al cual ellos ponen de algún modo en su lugar los límites de su operación. ¡Y es muy importante decirlo!” (1967-1968: 21/2/68).
Por ello define al acto analítico, a diferencia del acto del sujeto, como “un acto en falso” (1967-1968: 17/1/68), algo que quedará en la historia del sujeto como “una especie de episodio” (1967-1968: 24/1/68).
Lacan hace intervenir aquí otro aspecto, la vida privada del analista. Se trata del lugar que el analista ocupa en la vida del paciente, pero no la idea inversa, que involucra la función del deseo del analista, de la pregunta, de su enigma: “Lo que hace el estatuto del analista es en efecto una vida que merece ser llamada vida privada, es decir el estatuto que se da es propiamente en el que mantendrá, está construido para eso, la autorización, la investidura del analista, su jerarquía, el ascenso de su gradus, de forma tal que al nivel en que, para él eso puede tener consecuencias, esta función, la suya, la más escabrosa de todas que es la de ocupar el lugar de ese objeto a, eso le permite conservar sin embargo estables y permanente todas las ficciones más incompatibles con lo que resulta de su experiencia…” (1967-1968: 27/3/68).
El acto analítico implica un acto y un hacer. Lacan lo define como “la conjunción de un acto y un hacer” (1967-1968: 24/1/68). Instituye un hacer, pero “ese hacer no es el suyo” (1967-1968: 6/12/67), sino del analizante. “Analizante”, a diferencia de analizado o paciente, es un concepto activo: “…después de todo el que habla todo el tiempo es el ‘psicoanalizante’…” (1967-1968: 6/12/67). Es él el que habla porque es sobre él que deben experimentarse los efectos de la palabra (1967-1968: 7/2/68), lo que Lacan llama una elección, “la elección de probarse a los efectos del lenguaje” (1967-1968: 7/2/68). El analista mismo no existe antes de esta elección y por ello es el analizante el que produce, literalmente, al analista (1967-1968: 7/2/68). Y lo produce con un valor instrumental: no es el analista quien analiza al paciente, sino el analizante el que se analiza “con”… ese analista (1967-1968: 13/3/68) Ser un instrumento no es lo mismo que hacer un trabajo. Se trata de ser algo, indefinido a priori, a partir de lo que un sujeto pueda analizarse.
A partir de qué alguien se analizaría con otro. No es algo en sí mismo natural sino que por el contrario supone un encuentro muy singular. De acuerdo al proverbio chino, enseñar a pescar en lugar de dar un pescado, diríamos aquí que se trata menos de dar o enseñar que de ser la caña. Si el analista es eso, está abierta la posibilidad de que el analizante pueda hacer algo con eso. En cuanto al analista, Lacan subraya que se niega al acto, se resiste al acto (1967-1968: 24/1/68). No en los términos referidos más arriba, sino precisamente porque sabe que no le corresponde a él hacer el trabajo. Es analista porque no analiza. Y por ello su acto es un acto que permite otro (1967-1968: 24/1/68), lleva a otro, el acto del sujeto o acto a secas. En el Seminario 7 aparece esta fórmula: el análisis deja al sujeto en las puertas del acto (1959-1960, p. 32).6
Este es el punto donde debemos diferenciar el acto analítico (acto y hacer) del acto del sujeto. El segundo bien puede ser un acto que se hace en soledad, pero no el primero y por ello no es concebible el autoanálisis. Y aún cuando no se hace solo hay que resaltar que el analista no hace. Es una fórmula muy temprana en la enseñanza de Lacan: “…nuestro papel: un no actuar positivo con vistas a la ortodramatización de la subjetividad del paciente.” (1952, p. 215) Si el acto del analista es no hacer, es precisamente porque su hacer obstruye el hacer del analizante. Existen sin duda muchos límites al no actuar del analista, según diferentes casos, contextos y situaciones.
Pero tal vez haya dos límites marcados como universales de la práctica: la transferencia y la interpretación, que Lacan llama por esta época “una maniobra afectiva” y “una elucidación intelectual” (Lacan, 1936: p. 78). Aún así, en algunos casos no actuar es en sí mismo una maniobra de la transferencia o una interpretación.
El acto analítico no puede dejar intacto el mantenimiento del sujeto supuesto saber. Lacan observa en varios pasajes del Seminario 15 que el analista sabe, por su propia experiencia de análisis, qué es lo que sucede con la transferencia, qué es lo que sucede con el sujeto supuesto saber en el análisis: el efecto de reducción del saber a la verdad, del significante al objeto (1967-1968: 29/11/67). Sobre este punto vuelve a referirse al olvido. Así como el analista no debe olvidar que su acto es la causa del análisis, tampoco debe olvidar lo que él deviene al final de este proceso. Olvidarlo sería, nuevamente un efecto de la represión, por parte del analista (Lacan, 1967-1968: 29/11/67).
Tenemos presente aquí dos referencias de Lacan respecto a la experiencia del análisis del propio analista. La primera es del Seminario 8 donde se refiere a la contratransferencia y al deseo del analista. Dice que el analista, por su experiencia de análisis debe ser alguien advertido: “Debe admitirse que en nadie se da una elucidación exhaustiva del inconsciente, por lejos que se lleve un análisis. Una vez admitida esta reserva de inconsciente, es perfectamente concebible que el sujeto avisado, precisamente por la experiencia del análisis didáctico, sepa, de alguna manera, jugar con ella como con un instrumento, como con la caja del violín cuyas cuerdas, por otra parte posee. De todas formas no se trata en su caso de un inconsciente en bruto, sino de un inconsciente suavizado, de un inconsciente más la experiencia de este inconsciente.” (1960-1961, p. 211).
La segunda referencia es precisamente del Seminario 15: “No olvidemos que el psicoanalista es supuesto haber alcanzado este punto donde, por reducido que sea, se ha producido para él esta terminación que comporta la evocación de la verdad” (1967-1968: 6/12/67) “…comenzar a ser psicoanalista, todo el mundo lo sabe, eso comienza al fin de un psicoanálisis” (1967-1968: 10/1/68).
Ya se trate de estar advertido, o de haber terminado el análisis, Freud llama a esto los puntos ciegos del analista: “…a cada una de las represiones no vencidas en el médico corresponde un punto ciego en su percepción analítica.”
Si extendemos la metáfora óptica en juego también podríamos llamarlo los puntos sordos del analista.
Tanto la referencia al significante como al objeto a remiten al fantasma como pantalla frente a la castración. Es cierta relación fija del sujeto dividido al objeto lo que oficia de tal pantalla. En este sentido el fantasma del analista es uno de los grandes obstáculos al acto analítico. De allí la exigencia de Lacan al fin de análisis o al menos la necesidad de haber hallado alguna salida respecto de algunas fantasías.

Para concluir
Ofrecemos a modo de conclusión las ideas que hemos extraído de la exploración de estos dos seminarios.
a) El acto analítico se desprende de la lógica del fantasma y es por definición algo que “toca” al fantasma del analizante.
b) El acto analítico no es el acto sexual ni el acto del sujeto.
c) El acto analítico implica una mutación en la relación del sujeto con el analista.
d) El acto analítico tiene la estructura de la represión, resulta rechazado por el analista, y el acting out es un representante de la representación deficiente que este tiene del acto.
e) El acto analítico no es un acto motriz, no es un arco reflejo ni una descarga de tensión.
f) El acto analítico se define a partir del significante.
g) El acto analítico es un elogio a la boludez.
h) El acto analítico es un acto de resistencia a la estupidez humana.
i) El acto analítico no es ir al psicoanalista, no es la sesión, la interpretación u otra forma de intervención cualquiera.
j) El acto analítico es la causa del proceso de análisis.
k) El acto analítico es el soporte del análisis, de la transferencia y de la interpretación.
l) El acto analítico supone un punto insoportable e incluso de horror respecto del acto.
m) El acto analítico, por su estructura de represión, es algo que el analista no debe olvidar, precisamente porque en el análisis él debe situarse en acto.
n) El acto analítico es lo que instaura la posibilidad del análisis.
o) El acto analítico sostiene la ficción del análisis y es por ello un acto en falso.
p) El acto analítico requiere que el analista tenga respecto del analizante una vida privada.
q) El acto analítico es la conjunción de un hacer y un acto.
r) El acto analítico es no actuar, donde el analista oficia de instrumento a través del cual es el sujeto quien se analiza.
s) El acto analítico es una equivocación del sujeto supuesto saber.
t) El acto analítico requiere cierta experiencia del analista, por su propio análisis, respecto de su inconsciente y su fantasma.

1 La cosa recuerda la figura del elefante del Seminario 1: “Con toda seguridad no basta para que nuestro ego entre en juego, que tengamos una cierta concepción del ego, cual un elefante en el bazar de nuestra relación con el paciente.” (1953-1954, p. 34)

2 Esto involucraría al semblante del analista, pero aquí nos referimos a la dimensión del fantasma, más allá de cualquier semblante.

3 Incluso “el psicoanalista tiene horror de su acto” (Lacan, carta a Le monde del 24/01/1980), por el trabajo del que se hace soporte, que estructuralmente supone la castración.

4 Respecto de este aspecto tanto Freud como Lacan observaron que analizar es imposible. Por ello creemos que el análisis es un acto.

5 De aquí se desprende una definición crucial del acto analítico, que tomamos del Seminario 16: el acto analítico no apunta a que el sujeto exprese sus pensamientos, sino a causarlos (1968-1969: p. 13). Dicho de otra manera: no se trata de que el sujeto diga lo que piense, sino de que piense. Una situación frecuente de esto suele darse cuando ante una pregunta del analista el paciente responde “nunca lo pensé”, y entonces el analista lo invita a ello.

6 Textualmente dice: “…indico desde ya que la acción moral nos plantea problemas precisamente en tanto que, si el análisis nos prepara quizá para ella, a fin de cuentas, nos deja en su puerta.”

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Fecha de recepción: 19/04/15
Fecha de aceptación: 23/09/15

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