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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.22 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

Historia de la Psicología

La circulación de saberes psicológicos, psiquiátricos y psicoanalíticos en la Argentina (1900-1993):  apuntes historiográficos e históricos

The circulation of psychological, psychiatrical, and psychoanalytical knowledge in Argentina (1900-1993): historiographical and historical notes

Macchioli, Florencia A.1; García, Luciano N.2; Molinari, Victoria3; Benítez, Sebastián M.4; Cardaci, Gabriela5

1 Dra. en Medicina, UBA. Especialista en Psicoterapia Familiar, Fundación Aiglé – Universidad Maimónides. Especialista en Clínica Sistémica – Relacional, Fundación Familias y Parejas, Instituto Argentino de Terapeutas Relacionales. Lic. en Psicología, UBA. Prof. Adjunta Regular, Historia de la Psicología I, UBA. Becaria Doctoral y Postdoctoral (2005-2012), CONICET. Directora del Proyecto de Investigación UBA- CyT(2014-2016) “Circulación, recepción y transformación de saberes de la psicología, psiquiatría y psicoanálisis en la Argentina (1900-1993)”. E-mail: famacchioli@yahoo.com.ar

2 Doctor en Historia, UBA. Licenciado en Psicología, UBA. Becario Posdoctoral, CONICET. Docente de Historia de la Psicología I, UBA. Codirector de Proyecto UBACyT (2014-2016).

3 Licenciada en Psicología, UBA. Doctoranda en Historia, (FFyL, UBA. Becaria Doctoral, CONICET. Docente de Psicología I, UNLP y de Historia de la Psicología I, UBA. Investigadora Tesista de Proyecto UBACyT (2014-2016) e Investigadora Tesista en el Proyecto de Investigación SeCyT-UNLP: Psicología y orden social: desarrollos académicos y usos sociales de la psicología en la Argentina (1890-1955).

4 Licenciado en Psicología, UBA. Doctorando en Psicología, UNLP, Proyecto doctoral: “Historia de los saberes psi sobre la masculinidad en la infancia en la Argentina (1900-1930)”. Integrante del proyecto UBACyT (2014-2016) y del Proyecto de Investigación SeCyT-UNLP: Psicología y orden social: desarrollos académicos y usos sociales de la psicología en la Argentina (1890-1955). Docente de Historia de la Psicología I (UBA) y en Psicología I y Psicología II (Facultad de Psicología, UNLP).

5 Licenciada en Psicología, UBA. Becaria Doctoral UBACyT, Facultad de Psicología, UBA. Tesista de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios de la subjetividad, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Docente de Historia de la Psicología I y de Teoría y Técnica de Grupos II.

RESUMEN
Se presenta un modelo historiográfico crítico sobre la circulación de saberes psicológicos, psiquiátricos y psicoanalíticos, que contempla distintos planos de análisis: conexiones individuales e institucionales entre autores y de corrientes locales con otras foráneas; los medios específicos y las asimetrías en el intercambio de saberes; procesos de lectura, apropiación y uso de los mismos, así como su transformación según las características locales. Se ofrecen los resultados de este modelo historiográfico en investigaciones en la Argentina durante el siglo XX.

Palabras clave:
Recepción - Trasnacionalismo - Periferia - Indigenización

ABSTRACT
A critical historiographical model is present on the circulation of knowledge form psychology, psychiatry and psychoanalysis, which considers several levels of analysis: individual and institutional connections between local authors and disciplines with foreign ones; specific means and asymmetries in knowledge exchange; their reading processes, appropriation and uses, and their transformation according to local characteristics. The results of using this historiographical model in research in Argentina during XXth Century are shown.

Key words:
Reception - Transnationalism - Periphery - Indigenization

Introducción
Tanto la bibliografía internacional como los trabajos producidos localmente muestran una importante renovación de los enfoques historiográficos, particularmente al indagar y mostrar críticamente la relevancia de la trama social, cultural e institucional en el desarrollo de las disciplinas (ej. Carroy, Ohayon & Plas, 2006; Dagfal, 2009; Smith, 2013).1
En dicha dirección, los estudios históricos de la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis en la Argentina han tenido un impulso significativo estos últimos años. En este marco, se proponen dos objetivos de carácter programático para la investigación en el área. En primer lugar, ofrecer criterios historiográficos ajustados a los procesos transnacionales de circulación, recepción y transformación de los saberes psicológicos, psiquiátricos y psicoanalíticos. Para ello, se analizan nociones y categorías, disponibles en la literatura reciente, sobre la difusión e implantación de saberes y prácticas. Desde esta reflexión teórica, se sopesa su productividad y límites en lo que respecta a esclarecer los procesos de circulación.
En segundo lugar, a partir de dicho análisis, se propone indagar en profundidad los procesos de lectura, apropiación y uso de los saberes psi en la Argentina durante el siglo XX. Para ello se ofrecen los tópicos y resultados de cinco líneas de investigación histórica: 1) Los saberes psicológicos sobre la masculinidad en la infancia (1900-1930), en particular la obra de Quintiliano Saldaña; 2) La circulación de pruebas de inteligencia entre Europa y la Argentina (1900-1946); 3) La psiquiatría comunista argentina y los saberes psicológicos franceses y soviéticos (1928-1958); 4) La circulación e implantación de la terapia familiar en la Argentina, Inglaterra, Francia y EE.UU. (1957-1979); 5) El pensamiento francés en la publicación Lo Grupal (1983-1993), en particular la obra de Robert Castel.
Se reconoce a la psicología como un conjunto de conocimientos y técnicas con criterios plurales de legitimación científica, cuya inserción en la sociedad se realiza mediante prácticas profesionales en diferentes ámbitos y por medio de construir y discutir representaciones sociales sobre la psiquis. Por ello, es inseparable de los contextos académicos y sociales más amplios que participan, de diversos modos, en la producción del saber y de prácticas de investigación y de intervención. En esta línea, se indagan las relaciones de la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis con otras disciplinas (biología, medicina, criminología, educación, filosofía, entre otras) y con instancias no científicas. Todas inciden en la delimitación de su campo disciplinar y en los modelos de investigación, así como en los
criterios epistémicos que definen los modos de producción, legitimación y circulación del conocimiento.
Considerado esto, se proponen las siguientes hipótesis de carácter general: a) la circulación de saberes y prácticas es un proceso histórico altamente mediatizado y requiere de múltiples instancias de difusión y adaptación a los diversos contextos de lectura y uso. Tal mediatización es constitutiva de los saberes en juego, en sus aspectos epistémicos, aplicados y de legitimación; b) los canales de mediación responden a diversas esferas (institucionales, políticas, intelectuales, editoriales, socio-económicas, disciplinares, etc.), las que han sufrido importantes transformaciones a lo largo del siglo XX en su conformación y su relación entre ellas. Por esto requieren análisis específicos de sus cualidades, en pos de elucidar su rol e incidencia; c) las prácticas ligadas a los saberes no se implantan de modo directo y sin modificaciones desde su contexto de producción. Si bien la historia de los saberes se encuentra relacionada a la de las prácticas, su relación no es fija ni lineal, y debe reconstruirse en cada recepción particular; d) la introducción, relevancia e implementación de saberes y prácticas responde a problemas y circunstancias de un determinado contexto, lo que guía su interpretación, implantación y uso.

Sobre la circulación de saberes psicológicos
Los objetos, métodos, problemas y tecnologías de la psicología académica son construcciones complejas, resultantes del cruce de representaciones, saberes y prácticas de diversa índole, por lo que su análisis requiere contemplar diferentes procesos históricos entrelazados y utilizar herramientas conceptuales pertinentes. Aquí se recuperan criterios y enfoques historiográficos que han permitido integrar tanto aspectos sociales como epistemológicos en dichas construcciones. Para ello, se hace necesario considerar diversas dimensiones: los espacios de legitimación académica (universidades, publicaciones, congresos, sociedades cientíicas, etc.); los procesos de lectura, discusión, apropiación y adaptación al contexto local de obras de autores y corrientes de pensamiento provenientes de otras geografías y/o períodos históricos; los cruces entre la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis, así como con otras disciplinas; y las prácticas de investigación y de uso profesional de estos saberes, entre otras.
Considerado esto, puede advertirse que la dimensión epistemológica del conocimiento psicológico se articula y modula por los modos específicos por los que circula.
Resulta posible entonces plantear un marco historiográfico que permita examinar los problemas epistemológicos y metodológicos en detalle y precisar sus vínculos precisos con coyunturas más amplias. Esto permite una plena indagación histórica la construcción de hipótesis y de procedimientos para contrastarlas, elementos fundamentales en la historia académica y profesional de las disciplinas y evitar subsumirlas sin mediaciones a categorías demasiado imprecisas como “épocas”, “países”, “ideas”, “escuelas”, etc.
Cabe entonces elucidar críticamente una serie de categorías historiográficas para tematizar y analizar, profunda y sistemáticamente, los múltiples planos implicados en la circulación de saberes. Los estudios centrados en la recepción permiten, por un lado, estudiar el plano específico de las lecturas, el modo que los contenidos de los textos son recreados en cada coyuntura a partir de saberes disponibles y de problemas locales (Jauss, 1970/2000); por otro, destacan la constitución del intelectual y el experto como agentes productivos dado que realizan las lecturas en situaciones específicas y definen la relevancia de ciertos tópicos, autores o tradiciones de pensamiento (Altamirano, 2013). Estos estudios constituyen una estrategia flexible para el estudio de la actividad intelectual y la mutación de saberes en su traslado e intercambio. Sin embargo no agotan las instancias de análisis; deben contemplarse los problemas lingüísticos involucrados en la interpretación de los textos, tanto en el análisis de la recepción realizada por los autores, como en la exégesis del historiador mismo (Palti, 1998). Cabe agregar a esto dos aspectos relativos al denominado “giro material” de la historia intelectual: primero, el trabajo de traducción de los textos como interpretación (Ricoeur, 2005) y segundo, el rol de los editores y editoriales como mediaciones tanto de contenido como de confección y distribución de los textos (Sora, 2004). Pueden entonces incluirse otras figuras no especializadas en el proceso de circulación, las vías materiales de circulación de los textos y la conformación de un público lector. La historia de las disciplinas queda así conectada con instancias socio-económicas constitutivas de sus saberes y prácticas.
Otro plano a considerar es la conformación de circuitos que conectan científicos, intelectuales y profesionales en diversos escenarios. La historia trasnacional atiende este punto mediante la reconstrucción de tres tipos de procesos interdependientes: la conformación de instituciones y programas académicos integrados en redes internacionales; la migración de intelectuales y científicos y las políticas de intercambio de los productos académicos y científicos (Heilbron, Guilhot, Jeanpierre, 2008). Se destaca, por tanto, la difusión e implantación de saberes en función de lógicas de funcionamiento no supeditadas a los estados-nación y sus gobiernos. En lugar de asumir que la producción de conocimiento depende necesariamente de un contexto particular o de estructuras estatales, el enfoque transnacional pone de relieve el espacio fluido de intercambio de saberes y la autonomía relativa de científicos e intelectuales respecto de las culturas nacionales y las instituciones estatales. Esto problematiza el habitual supuesto de la nación como una unidad y punto de partida analítico para la delimitación y/o comparación de las actividades científicas e intelectuales (como cuando se habla de psicología “norteamericana” o psicoanálisis “francés”) y permite indagar los mecanismos específicos de interlocución y organización de la esfera académica y la profesional (Werner & Zimmermann, 2006).
Con todo, relativizar el papel del estado-nación en la producción de saberes no conlleva minimizarlo o desestimarlo (Turchetti, Herran & Boudia, 2012). Más bien, se trata de reconstruir la relación entre saberes, actores y condiciones locales e internacionales de modo detallado y advertido, sin supuestos apriorísticos.
La circulación de saberes también implica mecanismos económicos y de poder, plano de análisis abordado por los estudios poscoloniales (Chakrabarty, 2008; Harding, 2008). Es necesario analizar las asimetrías económicas, sociales y culturales que constituyen las agendas de problemas y definen la selección e implantación de saberes.
Dado que la circulación de personas, ideas y recursos ha estado acompañada muchas veces de la imposición de hegemonías culturales, políticas y económicas, resulta fundamental reconstruir los objetivos de los intercambios y las condiciones de producción y recepción que marcan las interlocuciones posibles. En este sentido, en las ciencias, incluidas las dedicadas al estudio de lo psíquico, se han impuesto cánones, surgidos de contextos específicos, erigidos como universales y que modulan globalmente la acreditación y uso de saberes (Somsen, 2008).
En este marco, la distinción centro/periferia resulta instrumental para dar cuenta de los circuitos específicos de los saberes, los modelos con los cuales se emulan las prácticas que producen y reproduce conocimiento e instituciones. Es de especial importancia el grado de replicación de las metodologías de investigación y de las prácticas profesionales, en tanto ello informa sobre el grado de comunicación e incidencia que los centros tienen en las periferias tanto en planos epistémicos como disciplinares (Kreimer, 2010). Con todo, las discusiones sobre la obra de Roberto Schwarz (Amante y Garramuño, 2000) han destacado que las asimetrías culturales y materiales entre los países europeos, EE.UU. y América Latina no implican necesariamente que los saberes recibidos desde los “centros” hacia las “periferias” sean una mera copia degradada. Como se dijo, su circulación conlleva una transformación de los mismos mediante la traducción, edición y adaptación a las condiciones locales. Se contemplan así las asimetrías sin asumir que las periferias son intrínsecamente pasivas e improductivas. Se hace necesario, entonces, reconstruir para cada caso la conformación y cambios históricos de dichas relaciones y considerar la productividad de quienes actúan como receptores. La evidencia histórica muestra que los saberes sobre la psiquis han tenido interacciones complejas y distribuidas entre diversos escenarios, donde algunos han pasado de ser centros a periferias y viceversa (ej. Damousi & Plotkin, 2009; Danziger, 2010).
En los últimos años, los estudios históricos de la psicología han apelado a una concepción internacionalista del desarrollo de las disciplinas, las que no pueden entenderse como una mera acumulación de saberes, sin dar cuenta de los modos de producción e intercambio de los mismos (Brock, 2006). Ello enfatiza el modo en que las distintas psicologías fueron tributarias de sus condiciones locales, por lo que no habría una psicología que reúna saberes universales, sino psicologías “autóctonas” o “nativas” (indigenous psychologies) cuyos conocimientos se hallan entrelazados con eventos históricos y se acreditan mediante consensos y debates (Pickren & Rutherford, 2010).
Con todo, estos trabajos no ofrecen distinciones claras entre los términos indigenización, transnacionalización, internacionalización o centro/periferia, por lo que ofrecen una perspectiva relativamente simplificada de las múltiples mediaciones y factores socio-económicos que modulan y encausan la transmisión de saberes y la emulación de las prácticas. Debido a ello se hace necesario recurrir otras nociones y tradiciones de análisis solidarias con el problema de la circulación de saberes.

Circulación de saberes y cruces disciplinares en la Argentina
Como segundo objetivo de este trabajo, se examina históricamente los modos en que saberes de diversos contextos fueron leídos y puestos en práctica en la Argentina a lo largo del siglo XX, así como la forma en que los saberes locales alcanzaron otras coyunturas. El contexto local no fue sólo un punto de llegada, sino que actuó como una vía de retransmisión de saberes psicológicos, psiquiátricos y psicoanalíticos. Se presentan a continuación resultados de cinco líneas de investigaciones poco desarrolladas en la literatura disponible, local e internacional, que indagaron temáticas y autores en función de los puntos de articulación entre la apropiación de saberes producidos en otros contextos, la elaboración local de conocimiento y su utilización en prácticas profesionales.

1. Quintiliano Saldaña y la filosofía latinoamericana.
En el marco de una investigación sobre la historia de los saberes “psi” acerca de la masculinidad a principios del siglo XX en la Argentina, se analizaron las ideas de Quintiliano Saldaña sobre el ejercicio de la sexualidad en Iberoamérica (Benitez, 2013a). Este autor, profesor en la Universidad de Madrid, se ocupó ampliamente de los fundamentos teóricos de la Criminología a partir de una matriz biologicista de corte spenceriano. En ese sentido, la matriz positivista del darwinismo social ha funcionado como un modo de legitimar teorías sobre lo psíquico así como sus usos en la educación, el ámbito clínico y la criminología (Benítez, 2013b; Benitez & Parellada, 2014).
Además de una extensa obra criminológica, Saldaña ha publicado diversos artículos y ensayos en los que se ocupó del ejercicio de la sexualidad en varones y mujeres así como estudios sociológicos sobre problemas sociales de interés para la época: el matrimonio civil, el debate por la regulación o prohibición de la prostitución, entre otros (su obra se trabaja con mayor detalle en González Radio, 2004; y en Jiménez, 2007; 2008; 2010; 2011). En Siete Ensayos Sobre Sociología Sexual (1929a), Saldaña planteó la importancia de ocuparse teóricamente de estas problemáticas en función de estrategias de intervención sobre el orden social. Las ideas de este autor instauraron ciertos parámetros comunes para el establecimiento de prácticas eugenésicas que tuvieron un fuerte impacto en toda la región Iberoamericana. Algunos de estos ensayos fueron publicados en la Revista de Criminología, Psiquiatría y Medicina Legal, así como en la Revista de Filosofía (Saldaña, 1919; 1929b), invitado por José Ingenieros mediante un intercambio epistolar (Saldaña, 1930).
Ha resultado relevante analizar la circulación de las ideas filosóficas entre España y Argentina en el inicio del siglo XX. Por un lado, los mecanismos de difusión de las ideas dependían no sólo de las vías institucionales sino también de los recorridos biográficos de los autores y sus redes de contactos personales. Las ideas de autores como Saldaña e Ingenieros tenían un marco teórico-epistemológico similar, no sólo por las ideas más amplias en las que estaban insertas sino también por las relaciones con figuras intelectuales en común.
Por otro lado, la publicación de los ensayos de Saldaña en las revistas mencionadas, así como su análisis de la obra de Ingenieros, han podido analizarse en términos de centro/periferia. En tanto la filosofía y sociología españolas compartían las referencias teóricas con las publicaciones locales, y problemáticas similares en ambas regiones, Saldaña brindaba un análisis de la sexualidad humana y las sociedades de la época que podía ser útil en España y por consiguiente en las sociedades latinoamericanas.
Saldaña destacaba las figuras de Sarmiento y de Ingenieros en el pensamiento latinoamericano y en las páginas de Revista de las Españas (1926-1936), órgano de difusión de la Unión Iberoamericana en Madrid, se ocupó de la relación entre las ideas latinoamericanas y españolas.
Para el español, la figura de Ingenieros, a quien conoce a partir de la relación de éste con su maestro, daba inicio a la filosofía hispanoamericana. Consideraba que su filosofía recuerda claramente a los desarrollos italianos y franceses pero con una mejor fundamentación teórica y trazaba el paralelo con la filosofía de Sarmiento, de quien señala su falta de consistencia teórica y práctica. Saldaña ha remarcado la importancia de las tesis de Spencer como fundamento logrado de una filosofía hispanoamericana y dado que Ingenieros se ajustaba a ese fundamento, podía ser pensado como un faro del conocimiento para Latinoamérica y para el mundo académico español.
El intercambio epistolar de ambos autores también ha permitido analizar la dimensión material de los procesos de recepción de las ideas y circulación del conocimiento científico. En una carta de 1917, reproducida por Saldaña en su artículo de 1930, Ingenieros le señaló su preocupación por la publicación de una compilación de sus ensayos realizada en España por un editor sin conocimiento exacto de la situación de la filosofía en la Argentina, así como de la fragmentación de la publicación. Además de invitarlo a publicar en la Revista de Filosofía, Ingenieros expuso la dificultad que existe en el proceso de publicación de la obra de un autor en el extranjero, dados los malentendidos a los que puede ser sometido un autor al abordar una problemática ajena a los lectores. Sin embargo, insiste en su pedido así como le solicita a Saldaña el envío de sus trabajos para una posterior lectura y análisis de la realidad argentina. El caso de Saldaña y su relación con Ingenieros puede ser pensado entonces como un modo particular de circulación y de recepción de saberes. Tanto los recorridos biográficos así como las trayectorias profesionales de estos autores dan cuenta del mismo. Por otra parte, el análisis de este caso ha mostrado cómo las relaciones entre “centro” y “periferia” no pueden plantearse de manera unidireccional, sino a partir de procesos de mutua transformación.

2. Historia de las pruebas de inteligencia en la Argentina y su relación con Francia, Estados Unidos e Italia.
A comienzos del siglo XX, la Argentina enfrentó una serie de problemáticas sociales que requirieron de saberes específicos para su abordaje e intento de resolución. Los intelectuales recurrieron entonces a la psicología y la psiquiatría a fin de atender esas cuestiones y lograr un perfil de sociedad preciso, dentro de un objetivo más amplio, la formación de una nación. Uno de esos problemas tenía que ver con las aptitudes y nivel intelectual de la población ya que no sólo representaba un problema a nivel escolar, sino que, en términos criminológicos, también podía significar una amenaza social (Molinari, 2014). Se implementaron diversas estrategias de abordaje que permiten examinar la circulación de saberes al respecto de este tema. Si bien los trabajos internacionales eran frecuentemente puestos en discusión, poco se definía en un verdadero contexto local. Teniendo en cuenta la visión de los estudios poscoloniales (Teo, 2005), hemos podido dilucidar que no sólo la agenda de problemas podría haber estado relacionada con cuestiones extranjeras, sino también los modos de abordaje de dichos problemas (Patrascoiu, 1921; Salerna, 1943). En este sentido, es preciso remarcar la noción de “universalidad científica” que avalaría una circulación e implantación algo indiscriminada de las diversas pruebas y teorías sobre nivel intelectual.
Son tres los países que tuvieron mayor inluencia en la Argentina en relación con esta temática: Estados Unidos, Francia e Italia. Es preciso notar que la influencia de Estados Unidos y de Francia ha sido más notoria en el plano educativo, mientras que las teorías sobre nivel intelectual italianas han impactado mayormente en el plano psiquiátrico y criminológico (Molinari, 2013, 2014).
Resulta interesante entonces analizar el cruce entre estos tres modos de pensamiento ya que no se trata de la simple circulación de teorías estancas, sino que es posible armar un mapa tanto de contextos de producción disimiles y de contextos de apropiación remarcando la diferencia entre los distintos objetivos perseguidos por cada sector.
Tomando como ejemplo el cruce de teorías francesas y norteamericanas, se han encontrado desemejanzas no sólo en las situaciones particulares de producción de pruebas y conocimiento, sino también en las diferencias de aplicación en cada uno de esos países. Mientras que en Francia, el test de inteligencia Binet- Simon apareció en la escena educativa como medio para la adaptación de niños con dificultades en el rendimiento escolar, su recepción en Estados Unidos ha estado marcada por otro tipo de problemas como la inmigración, la segregación racial, el ejército y la organización racional de la sociedad industrial. Incluso con diferentes marcos epistemológicos de base se han igualado las diferentes escalas desarrolladas en estos países y se importaron a la Argentina como modo de responder a las problemáticas locales. Por ejemplo, numerosos artículos de El Monitor de la Educación Común remarcaron la importancia de los planteos teóricos de Terman y Goddard, dado que la Argentina se enfrentaba a problemas similares y que podrían resolverse emulando las prácticas llevadas a cabo en Norteamérica, aunque aún así se utilizara el test desarrollado por Binet.
Esta mixtura entre modelos ha dado como resultado una interesante propuesta programática. Teniendo en cuenta el marco naturalista y evolucionista basado en la importancia de la herencia (como en Estados Unidos) y en la fuerte influencia que el ambiente podría tener sobre ella (siguiendo el modelo francés), se plantearon modos de acción basados en la educación, tanto en la escuela como en los hospitales, para poder afrontar el problema del retardo mental de ciertos niños. Entonces, teniendo como objetivo la promesa de orden de la sociedad norteamericana, modulados por una teoría francesa de las pruebas de inteligencia y al mismo tiempo una lectura local de ambas teorías, se aplicaron los tests traducidos pero poco adaptados a la sociedad argentina.
Por otro lado, la influencia italiana se plasmó en la recepción de las pruebas de Sante de Sanctis sobre anormalidad infantil que fueron llevadas a cabo en hospitales de la mano de Lanfranco Ciampi. Éstas otorgaban una interpretación diferente sobre esta temática, a pesar de presentar ciertas similitudes. En este sentido, se propuso en primer lugar el uso de la prueba desarrollada por Binet para un primer diagnóstico de niños que presentaran problemas en su desarrollo intelectual y posteriormente la aplicación de los reactivos de De Sanctis para lograr una clasificación más acabada dentro del grupo de individuos detectados como “problemáticos”. Surge entonces el problema de la diferenciación entre contextos de producción y marcos epistemológicos que sostuvieron ambas teorías, además de la adaptación que se hizo de ellas en el plano local. El supuesto de la universalidad del conocimiento científico atravesó estos problemas en tanto ha habilitado una indagación de categorías psicológicas presuntamente indistintas y un abordaje de la cuestión del nivel intelectual. Ello permitió una combinación de saberes particulares en un terreno fértil para la implantación de teorías dado que reflejaban los problemas sociales.

3. Comunismo y psicología: un enfoque trasnacional (1935-1964).
Son numerosos los cruces teóricos entre marxismo y psicología, psiquiatría y psicoanálisis durante el siglo XX y en ellos ha podido detectarse una nutrida red de figuras e instituciones vinculadas en diversos grados al comunismo. Una de las características de esta corriente política fue la difusión activa del marxismo- leninismo como filosofía de la ciencia y de la producción científica de la URSS.
La alta capacidad organizativa de los partidos comunistas en diversos países, el soporte financiero y logístico de la URSS y el rol de instituciones como la Komintern, que nucleaba a los partidos comunistas del mundo, permitió formar una trama de científicos e intelectuales que encontraron espacios de interlocución productivos y nuevos modos de pensar su rol en la sociedad. Fue posible indagar históricamente la conformación de saberes psicológicos y psiquiátricos, tanto por actores militantes como por los que tenían un interés intelectual no partidario en el horizonte soviético y en las ideas del canon marxista.
Para el caso argentino, hacia mediados de la década de 1930, dentro del clima político del antifascismo pre-bélico, una serie de intelectuales con formación médica se apropiaron del marxismo-leninismo como fundamento epistemológico de la psicología, en particular Aníbal Ponce y Emilio Troise (García, Macchioli y Talak, 2014; García, Sebastián M.; Cardaci, Gabriela 2014). Estas figuras, discípulas de Ingenieros, reconfiguraron una cultura científica positivista a partir del compromiso político con la causa del bolchevismo: el socialismo de estado de la URSS se ubicaba como la vanguardia científica al planificar el trabajo científico en concordancia con los intereses del proletariado. Ponce tuvo una vinculación directa con el antifascismo francés y español, lo que le permitió acercarse al comunismo y ser una referencia intelectual central en organizaciones como el Colegio Libre de Estudios Superiores y la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores, que congregaron a intelectuales científicos y artistas progresistas durante las décadas de 1930 y 1940. En este contexto el libro de Troise Materialismo Dialéctico, de 1938, pasó a ser una referencia de intelectuales y científicos de izquierda. En 1952 el libro recibió a la aprobación de filósofos y políticos soviéticos y pasó a ser un manual de formación militante entre los comunistas argentinos. Los viajes de intelectuales argentinos comunistas y filo-comunistas a Francia y Rusia fueron constantes, facilitados por los partidos, y fundamentales en la circulación de saberes acreditados por el comunismo.
A partir de estas instituciones y organizaciones, se definieron dos modos complementarios de relacionarse con saberes producidos en otros contextos: por un lado, la difusión sistemática de la obra de Henri Wallon, uno de los cuadros políticos más reconocidos del Partido Comunista Francés, la cual fue presentada como una psicología que entendía el desarrollo infantil en términos del materialismo dialéctico. Algunos comunistas, como Berta Braslavsky, se formaron con Wallon y han contribuido en la divulgación de sus ideas y técnicas de diagnóstico en la Argentina. Además, las editoriales comunistas locales tradujeron casi todas sus obras importantes, lo que permitió su circulación en el ámbito hispanoamericano (García, 2014b).
Por otro lado, la URSS difundió activamente la obra de Ivan Pavlov, especialmente desde 1950, y para los comunistas la psicofisiología pavloviana fue el fundamento científico de la psiquiatría. Con todo, no resolvía el problema de generar prácticas clínicas específicas, lo que impuso la tarea de construir una psicoterapia ajustada a las idas de Pavlov y al materialismo dialéctico soviético. Ese esfuerzo fue realizado a partir de 1960 por un círculo de psiquiatras comunistas integrado por Jorge Thénon, César Cabral, José Itzigsohn, Antonio Caparrós, Adolfo Lértora, entre otros, en pos de disputar el campo clínico con el psicoanálisis. Ello se hizo sin la guía ni de Pavlov ni de la URSS, dado que ni el fisiólogo ni la psiquiatría soviética habían generado una alternativa satisfactoria y la psiquiatría francesa comunista había abandonado ese objetivo en 1956 (García, 2015). El contexto local era periférico respecto de París y Moscú, pero ello no significó la reproducción de saberes ya conformados, sino que, con las mismas referencias, se propusieron objetivos propios. Si bien las propuestas de la psiquiatría pavloviana no se impusieron localmente, por razones políticas y disciplinares diversas, de todos modos esta corriente fue la principal rival de las escuelas psicoanalíticas hasta mediados de la década de 1960 y logró un papel relevante en la Federación Argentina de Psiquiatría y en la carrera de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. La recepción de las obras de Wallon y de Pavlov constituyó un medio que los comunistas utilizaron para legitimar sus prácticas y teorías como científicas, y para disputar políticamente los campos profesionales y académicos en la Argentina en un período denso en conflictos internacionales, sin por ello perder las mediaciones disciplinares y epistémicas que tradujeron las agendas políticas en opciones teóricas y prácticas profesionales. Así, la apropiación y uso de saberes producidos en Francia y la URSS fueron constitutivos de las dinámicas disciplinares y su circulación dependió de canales trasnacionales organizados por el comunismo.

4. Avatares de la terapia familiar entre saberes “psi” argentinos, europeos y norteamericanos (1957-1979).
La implantación, configuración y desarrollo de la terapia familiar a nivel local ha mostrado una matriz compleja de lecturas y apropiaciones diversas que delimitaron a partir de los sesenta cuatro modelos de intervención según se haya asociado la familia al grupo, al sistema, a la estructura o a la comunidad (Macchioli, 2010). Cada uno de estos conjuntos se encontró conformado simultáneamente por diferentes modos de difusión de saberes, aunque en cada uno predominó cierta implantación particular, que en el caso argentino se enlazó a un psicoanálisis de corte inglés que predominó durante los cincuenta y sesenta.
Han podido establecerse para la terapia familiar los circuitos de circulación del Hemisferio Norte al Sur a partir de los eventos científicos y de las publicaciones en diversos formatos. Los eventos suelen ser los primeros emergentes de un interés conjunto sobre algún área en particular.
Estados Unidos tomó la delantera en la dimensión profesional y los primeros simposios especializados en el tema fueron los de la American Ortopsychiatric Association y poco después, gracias a la intervención de Nathan Ackerman y Don Jackson, la terapia familiar figuró en sus congresos anuales, siendo los más sobresalientes los de 1956 y 1957 en Chicago.
En la década de 1960 el modelo sistémico empezó a difundirse en otros países, incluida la Argentina (Macchioli, 2012). Europa se vio rápidamente cautivada por los desarrollos norteamericanos y en Italia, Alemania e Inglaterra la terapia familiar se expandió rápidamente. En 1967 Mara Selvini Palazzoli organizó el primer simposio italiano dedicado a la terapia familiar. Poco después, se sustanciaron los Congresos Internacionales de Terapia Familiar (Tel Aviv, 1976; Florencia, 1978; Tel Aviv, 1979). A ellos concurrió el psiquiatra argentino Alfredo Canevaro, donde contactó con renombradas figuras de la especialidad y difundió algunos de estos avances en la revista Terapia familiar. Las intervenciones familiares en el Hemisferio Norte cobraron relevancia en la segunda postguerra al privilegiar los resortes grupales y, por ende, familiares como promotores de la cura (García, Macchioli y Talak, 2014; Macchioli , 2014a, 2014b, 2014c, 2015). En la Argentina, entretanto, los saberes y prácticas familiares partieron de interrogantes vinculados a la psicosis. Los problemas clínicos devinieron problemas teóricos enfocados en cómo concebir e intervenir en familias que parecían ser el punto de partida y de llegada de la enfermedad mental.
En 1965 se realizó un primer coloquio en la Argentina. A pesar de contar con unos pocos invitados, el número de asistentes extranjeros en proporción era significativamente alto. Cinco años después se realizó el primer congreso sobre la especialidad; concurrieron unas 1.200 personas y también contó con invitados extranjeros, sobre todo norteamericanos. Por último el segundo congreso de la especialidad fue en 1982, apenas advertido en las historias sobre la especialidad (Macchioli, 2010b).
Su coniguración surgió fundamentalmente en los Estados Unidos, así como sus primeras publicaciones. Hasta la década de 1960, la mayor parte de los artículos sobre terapia familiar se publicaban en Archives of General Psychiatry. A partir de 1962, tuvieron su propia publicación, Family Process, surgida a través de un acuerdo entre Jackson y Ackerman, auspiciada por el Mental Research Institute (Palo Alto) y el Ackerman Institute for the family (Nueva York). Su primer director fue Jay Haley y, luego, su editor en jefe fue el psiquiatra argentino Carlos Sluzki entre 1983 y 1990. Muchas publicaciones aparecieron en los años posteriores, entre ellas, The Journal of Marital and Family Therapy, American Journal of Family Therapy, International Journal of Family Therapy y Family Therapy Networker. Y por fuera de Estados Unidos, Journal of FamilyTherapy (Inglaterra), Terapia Familiare (Italia), Cuadernos de Terapia Familiar y Mosaico. Revista de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar (España). En la Argentina, el principal órgano de difusión han sido las páginas de Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, dirigida por Guillermo Vidal. Pero también se pueden encontrar algunos artículos en Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo editada desde 1961 y en Revista Argentina de Psicología, editada desde 1969. A partir de 1978 la especialidad ha contado con un órgano de difusión propio, la revista Terapia Familiar. Estructura, Patología y Terapéutica del grupo familiar, editada por Canevaro, su mentor y principal impulsor.
Hubo autores extranjeros en los primeros eventos argentinos desde mediados de los sesenta (Ackerman, J. Beavin, P. Watzlawick, M. y J. Haley, entre otros), así como entrevistas y traducciones a fines de los setenta a autores como Selvini Palazzoli, M. Andoli, I. Boszormenyi-Nagy o H. Stierlin. La recepción y difusión de estos saberes y prácticas se efectuaba rápidamente desde los ámbitos del norte a los ámbitos del sur. Sin embargo, autores como Sluzki, Cloe Madänes o Canevaro también intervenían en los procesos de producción del norte, por lo que la circulación fue un proceso de intercambios recíprocos.
Esto se observa en la conformación de muchas de las publicaciones e instituciones mencionadas en las que coexistían profesionales de diversas formaciones y nacionalidades en dicha circulación de saberes y prácticas.

5. Clínica, crítica y política en Lo Grupal (1983-1993): Lecturas de El psicoanalismo de Robert Castel.
En los años de posteriores a la última dictadura argentina, la iniciativa de la publicación Lo Grupal fue rescatar un horizonte de antecedentes del campo intelectual argentino de la década de 1960 y de comienzos de la década de 1970.
Uno de los ejes principales fue la recuperación de una reflexión privilegiada de ese tiempo: la relación entre la práctica profesional, la dimensión intelectual y la política.
El tratamiento que ese tópico en esta publicación colectiva reveló una operación particular: la recepción de una serie de lecturas, obras y herramientas conceptuales del pensamiento francés (Foucault, Castel, Deleuze, Guattari, Castoriadis, entre otros) combinado con la tradición del psicoanálisis argentino vinculada a la cultura de izquierda (Enrique Pichon-Rivière, José Bleger, Marie Langer, los grupos Plataforma Internacional, Plataforma y Documento, Cuestionamos) (Cardaci, 2012, 2014a, 2014c).
El modo en que los autores de Lo Grupal retomaron los planteos que Castel había realizado en El psicoanalismo merece especial atención.
Para Castel (1973/1980), el desconocimiento de la problemática sociopolítica por el psicoanálisis: lo que llama el “inconsciente social del psicoanálisis”, lo “ignorado social que opera dentro de él” (p. 75) es condición constitutiva de su conformación. El sociólogo francés busca en esa obra postular “las condiciones del psicoanálisis en su ‘verdad’, es decir, como conjunto teórico-práctico definido en y por la formación social actual” (p.74).
En el marco de una revisión crítica de los discursos presentes en el campo “psi” en los años de post-dictadura, Marcelo Percia, Luis Herrera y David Szyniak distinguieron tres tendencias: discursos “apolíticos”, discursos “formalistas” y discursos “críticos de lo social”. Discutieron las concepciones de realidad social y de lo socio-histórico en las dos primeras y se posicionaron en proximidad con los discursos críticos. Señalaron en las dos primeras una actitud técnico-profesional que desconoce la relación que toda práctica social (entre ellas la práctica clínica) tiene con la problemática del poder. En particular, dirigieron hacia la tendencia formalista la crítica central de Castel al psicoanálisis -el desconocimiento de la problemática sociopolítica-, para subrayar el riesgo de desvincular el deseo de su relación con el mundo social.
Este planteo permite reconocer el tipo apropiación que se realizó en Lo Grupal de la obra de Castel. Para el sociólogo francés, el desconocimiento de la problemática sociopolítica por el psicoanálisis es condición constitutiva de su conformación. Más aún, Castel había explicitado que no excluía de su crítica ni siquiera a aquellos que reconocían la dimensión sociopolítica para darle al psicoanálisis un sesgo político y subversivo. El autor consideró esas tentativas como mistificaciones; desde su perspectiva el psicoanálisis encubre siempre la dimensión sociopolítica.
Los autores de Lo Grupal realizaron una apropiación muy particular de estas ideas. No dejaban de explicitar que se afirmaban en el psicoanálisis -en rigor, en cierta tradición argentina del mismo- y dirigieron las críticas de Castel hacia la tendencia de filiación lacaniana, caracterizada como “formalista”, que adquiría predominio en el ámbito local en esos años. El problema que señalaban era el efecto de autonomía que podía lograr una supuesta verdad de “la estructura del deseo del sujeto” en relación con las condiciones histórico-sociales de producción de subjetividades. Retomaron en este sentido uno de los aspectos más interesantes de la crítica de Castel: el que afirma que su reproche no se dirigía tanto a la complicidad del psicoanálisis con el poder, como a su pretensión de haberse librado del problema del poder. Lo que interesa destacar aquí es el uso específico que adquiriría este argumento en el ámbito local. Se trataba, en Lo Grupal, de visibilizar las implicancias de esa posición de idealización de un “purismo teórico” y del consecuente rechazo o descalificación de cualquier intento de invención en el trabajo psicoterapéutico, en la situación socio-política argentina y latinoamericana. Para los autores, esas actitudes de ceguera social y política contribuían a sostener e incluso a profundizar, en tiempos democráticos, un esquema implantado durante la dictadura: la escisión entre teoricismo y acción clínica como refugio de amplios círculos profesionales frente al vaciamiento del sistema de salud.
Por su parte, Eduardo Pavlovsky utilizó la noción de inconsciente social, citando a Castel, aunque varió su significado, lo que resulta significativo para mostrar el tipo de operación de lectura realizada. Mientras que para el francés, esa expresión aludía a lo ignorado social que opera en el campo del psicoanálisis, para Pavlovsky -más cerca en este punto de Deleuze y Guattari que de Castel- la noción de inconsciente social indicaba que, lo que llamamos inconsciente desde Freud, se trama en el campo social histórico. Esa es la posición que sostenido en el prólogo inaugural de 1983 al inscribir el proyecto editorial de Lo Grupal en una continuidad con la tradición del psicoanálisis argentino vinculada a la cultura de izquierda (Cardaci, 2014b, 2014c).
Se advierte entonces que para el colectivo de la publicación Lo Grupal se trataba de una lectura que incorporaba al campo del psicoanálisis los problemas planteados por Castel para marcar una posición que se diferenciaba de la corriente psicoanalítica más difundida en ese tiempo.
Se han propuesto intervenir críticamente en el campo disciplinar en su articulación con la situación sociopolítica de entonces, y, siguiendo una tradición crítica, interrogar sus propias prácticas.

Consideraciones finales
Los resultados de las líneas de investigación expuestas han mostrado diversos aspectos históricos vinculados a la circulación de saberes relativos al estudio de la psiquis, tanto desde aspectos editoriales y de organización de colectivos específicos, a problemas políticos nacionales e internacionales, pasando por la conformación y transformación de diversas disciplinas. De tal modo, se ha podido partir de diversos objetos de estudio (como la infancia, la familia, el grupo, la masculinidad o la inteligencia), distintos modos de organización (partidos políticos, gobiernos, instituciones profesionales, publicaciones) y de múltiples saberes disciplinares (entre ellos, los que aportan la psicología, psiquiatría y psicoanálisis, y sus vinculaciones con la educación, la biología, la medicina y la criminología), así como de territorios diversos centrados en países (Argentina, España, Inglaterra, Francia, Italia, Estados Unidos) o zonas geográicas (Latinoamérica, Iberoamérica, Europa, URSS), entre otros posibles recorridos. Se ha puesto de manifiesto así que la introducción e implementación de saberes y prácticas responde a problemas y circunstancias que los vuelven relevantes en un determinado contexto histórico. Esos problemas son los que guiarán la interpretación, las estrategias de implantación y el empleo de los saberes. Aquí se ha buscado ofrecer elementos para confeccionar un marco historiográfico sofisticado que se ajuste a ello.
Aunque la articulación entre los diversos enfoques y categorías de análisis mencionadas aún es materia de estudio y discusión, dado que atienden a problemáticas específicas y cuentan con vocabularios distintivos, han permitido, sin embargo, tematizar específicamente los diversos planos y esferas comprometidas en la circulación y transformación de saberes. Pueden conformar una serie de herramientas analíticas para la investigación, si bien su complementariedad se revelará mediante el trabajo sobre las fuentes primarias. Resta avanzar, profundizar y desplegar ciertos recorridos trazados que permitirán a su vez, nuevos itinerarios históricos e historiográficos.
De conjunto, queda destacado que la circulación de saberes no es un proceso trasparente ni automático, requiere de la intervención de diversas figuras, la conformación de circuitos específicos, y la transformación, voluntaria o no, de los saberes de modo que sean relevantes y ajustados a cada coyuntura. Desde esta perspectiva, y con las herramientas analíticas comentadas, la historia de la psicología, psiquiatría y psicoanálisis multiplica sus posibilidades y perspectivas de análisis, así como se abre al dialogo a diversas formas de hacer historia. Esto no solo amplía las posibilidades de investigación, sino que renueva interrogantes históricos, historiográficos, epistemológicos y disciplinares, lo que en consecuencia permite reconsiderar la inserción del contexto local en una trama global de producción, transmisión y apropiación de conocimientos.

1 El enfoque crítico de la historia de la psicología ha sido trabajado en numerosos proyectos de investigación desde hace más de una década. Actualmente se desarrolla en el marco del Proyecto UBACyT (20020130200134BA) 2014-2017, “Circulación, recepción y transformación de saberes de la psicología, psiquiatría y psicoanálisis en la Argentina (1900-1993).”, Dir. Dra. F. A. Macchioli, co-Dir. Dr. L.N. García.

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Fecha de recepción: 18/05/15
Fecha de aceptación: 19/09/15

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