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Anuario de investigaciones

versión On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.23 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2016

 

Historia de la Psicología

HIPNOSIS Y MAGNETISMO EN LA REVISTA MAGNETOLÓGICA (1897-1903)

HYPNOTISM AND MAGNETISM IN REVISTA MAGNETOLÓGICA (1897-1903)

Conforte, Anna J.1; Vallejo, Mauro S.2

1Miembro del Proyecto UBACYT 20020130300028BA “La Construcción del Campo de las Neurosis en la Ciencia y la Cultura de Buenos Aires (1870-1900)” (Programación 2014-2017). Con sede en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la UBA. E-mail: conforteanna@gmail.com

2Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Cátedra I de Historia de la Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

RESUMEN
El objetivo de este artículo es analizar una fuente poco estudiada hasta el presente, la Revista Magnetológica publicada por una sociedad conformada principalmente por adherentes al espiritismo y la teosofía en Buenos Aires. El contenido de la revista ofrece evidencias muy valiosas sobre la manera en que actores sociales ajenos al campo médico tradicional abordaron teórica y prácticamente la hipnosis y el magnetismo en el cambio de siglo. En efecto, los magnetólogos de Buenos Aires no sólo elaboraron complejas conceptualizaciones sobre esos fenómenos, sino que también pusieron en práctica curaciones magnéticas cuyos detalles fueron difundidos desde las páginas de la revista. Nuestro cometido es analizar algunos aspectos puntuales de esa publicación: de un lado, el modo en que los magnetólogos se posicionaron en relación a los médicos de la ciudad, y de otro, sus estrategias de autolegitimación.

Palabras clave:
Hipnosis - Magnetismo - Fin de siglo XIX

ABSTRACT
The aim of this article is to analyze a source that has not been deeply studied yet: the Magnetologic Magazine (Revista Magnetológica) published by a society mainly composed of adherents of spiritualism and theosophy in Buenos Aires. The content of the magazine offers valuable evidence about the way in which social actors -who were foreign to the medical traditional field- theoretically and practically approached hypnosis and magnetism at the end of the century. In fact, magnetists from Buenos Aires not only developed complex conceptualizations of these phenomena, but also implemented magnetic cures which details were spread throughout the pages of the magazine. Our task is to analyze some specific aspects of this publication: on the one hand, how the magnetists were placed in relation to the doctors of the city, and on the other, their strategies of self-legitimation.

Keywords:
Hypnotism - Magnetism - End of the 19th century

Introducción
A la hora de pensar el campo de la salud y de la cultura científica de las últimas décadas del siglo XIX en Buenos Aires, uno se encuentra de manera ineludible con la compleja relación entablada entre los científicos –del área de la medicina en particular- y los representantes de los llamados “tratamientos alternativos” (Di Liscia, 2003). A simple vista, esa relación parece tomar una modalidad nítida, un perfil transparente: una suerte de contienda entre el bando médico y el bando iletrado. Sin embargo, sucede que cuanto más se ahonda en el entramado que conformaban los agentes de la salud en el territorio rioplatense finisecular, más se iluminan zonas grises, territorios compartidos e hibridizaciones culturales.
Salta a la vista fundamentalmente la diversidad de actores en juego. Los científicos no conformaban un grupo cohesionado y homogéneo. Mientras que una parte importante de los galenos tildaba de “charlatanería” y “fraude” toda iniciativa sanadora de los competidores profanos, otros colegas asumían una posición bien diferenciada: algunos incluían a la hipnosis en su agenda de trabajo, y otros incluso abogaban por la libertad y apertura, y llegaban a interesarse por los “fenómenos maravillosos”, psíquicos o paranormales. Al mismo tiempo, el otro “bando” tampoco presentaba un perfil unificado u homegéneo. Teósofos, espiritistas, ocultistas, magnetizadores, curanderos, mano-santas y tantos otros “legos” tenían interés por fuerzas desconocidas similares, pero sostenían ideas y teorizaciones diversas, e inclusive métodos de curación y experimentación muy disimiles (Quereilhac, 2010).
Al menos dos hipótesis vertebran esta investigación. En primera instancia, cabe sostener que lo hecho por espiritistas y teósofos debe ser analizado para alcanzar una historia más comprensiva del desarrollo de los conocimientos psicológicos. Con sus numerosos y sostenidos órganos de prensa difundieron en el contexto local conceptos, interrogantes, experiencias y teorías que poco después pasarían a engrosar el campo de la “psicología” (entre otros, los funcionamientos nerviosos automáticos y la histeria). En segunda instancia, dado que a fines del siglo XIX el mercado de remedios destinados a los desarreglos nerviosos estaba compuesto por competidores disímiles (médicos, curanderos, vendedores de tónicos, magnetizadores, farmacéuticos, espiritistas), hay algunas ofertas curativas que, utilizadas en igual medida por esos competidores, sirven de mirador privilegiado para indagar las disputas y negociaciones entre actores que, a pesar de sus divergencias teóricas, comaprtían lenguajes e idearios.
El objetivo de este trabajo es efectuar un análisis histórico de la Revista Magnetológica, órgano de difusión de la Sociedad Magnetológica Argentina, fundada en 1896 por un grupo de científicos provenientes de las filiales locales del espiritismo y la teosofía. En esta oportunidad nos concentraremos en un primer tramo de la mentada publicación (1897-1903), con el cometido de rastrear, por un lado, qué conceptos sobre la hipnosis y el magnetismo se transmitían, y por otro, qué tipos de prácticas curativas eran llevadas a cabo por los miembros de la institución. De esa manera, este estudio intenta realizar un aporte sustancial a un reciente campo de trabajo, abocado a la reconstrucción histórica del desarrollo del hipnotismo terapéutico en la ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX.
Hasta la fecha, se ha hecho un único abordaje de la Revista Magnetológica. Éste fue llevado a cabo por Soledad Quereilhac en su Tesis Doctoral titulada “La imaginación científica. Ciencias ocultas y literatura fantástica en el Buenos Aires de entresiglos (1875–1910)” (Quereilhac, 2010). Nuestro escrito, entonces, pretende abordar aquellos aspectos de la Revista que aún no han recibido suficiente atención. Esto incluye principalmente estudiar la tensa relación que establecieron los participantes de la redacción de la Revista entre el magnetismo y la medicina, caracterizada sobre todo por críticas, denuncias y cuestionamientos a los diplomados. Intentaremos iluminar las diferencias y similitudes que pueden ser halladas entre los postulados de los médicos y aquellos de los magnetólogos; se identificarán los ataques que estos últimos dirigieron a los doctores en las páginas de su revista, en el contexto de los altercados que los médicos habían tenido anteriormente con otros competidores en el mercado de la sanación. Habremos asimismo de atender a las estrategias desplegadas por los magnetólogos para evitar ser catalogados como curanderos o charlatanes.
En cuanto a la metodología, este trabajo se basa en una indagación histórica de fuentes primarias, y abreva de hipótesis y herramientas provenientes de la historia de las ideas y de las ciencias de la salud.

Surgimiento de la Revista. Objetivos y aspiraciones
No es el objeto de este trabajo reconstruir la historia de la implantación y el desarrollo del espiritismo y la teosofía en Buenos Aires1. Sí nos permitimos señalar que para 1896, año de la fundación de la Sociedad Magnetológica, el espiritismo contaba ya con una larga historia en el terreno local. Las primeras Sociedades habían sido fundadas a fines de la década de 1860, y una década más tarde comenzaban a circular por la Ciudad las primeras revistas dedicadas a difundir las actividades y los idearios de esos agrupamientos. Desde entonces, y aproximadamente hasta 1910, tanto el espiritismo como la teosofía lograron una buena acogida por ciertos sectores del campo letrado y cultural de Buenos Aires; algunos de sus emprendimientos eran seguidos con interés por personajes importantes de la política, las artes e incluso la ciencia.
Por otro lado, los defensores de esas doctrinas esotéricas mostraron gran poder de iniciativa: además de redactar y difundir sus revistas, organizaban periódicamente conferencias públicas y debates, entablando polémicas con otros sectores sociales (con la Iglesia, pero también con las autoridades sanitarias o pedagógicas), y a su vez se ocupaban de traducir e imprimir una gran cantidad de textos. Considerando estas circunstancias, la fundación de la Sociedad Magnetológica y de la Revista que aquí interesa indagar, puede ser aprehendida como un hito más de ese afán constante de intervenir en el desenvolvimiento de la vida cultural, sanitaria y científica.
En el mes de Agosto de 1896 surge en Buenos Aires la “Sociedad Magnetológica Argentina”, institución que si bien estaba conformada por varios simpatizantes de ideas espiritualistas e incluso miembros de la Sociedad Espiritista Constancia, se inclinaba por un estudio secular (y de marcado tinte científico) de las fuerzas y energías humanas.
La Sociedad Magnetológica Argentina comenzó a publicar en 1897 -de forma mensual- la Revista Magnetológica. Ésta tomaba como inspiración a revistas y Sociedades como la Société Magnétique de France (Sociedad de Magnetismo de Francia), la Society for Psychical Research (Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres), la Revista “Lumen” de Barcelona y “Lucce e Ombra” de Italia.
Sus principales integrantes provenían de la Revista “Constancia”, de la cual intentaban diferenciarse poniendo entre paréntesis la creencia en el “más allá”, abogando en cambio por supuestos más propensos a una explicación científica y material. El fundador de la Revista Magnetológica fue Ovidio Rebaudi2. Entre los miembros de la Sociedad Magnetológica estaba también Pedro Serié (compañero de Rebaudi en “Constancia”3) y Manuel Frascara.
Los objetivos de la Sociedad se encuentran publicados en la primera edición de la Revista Magnetológica (Enero, 1897). Citemos un pasaje significativo: “Estudiar el magnetismo bajo sus múltiples fases, así como las demás ciencias que se relacionan con él, y procurar la vulgarización de los conocimientos adquiridos por todos los medios lícitos a su alcance. Fundar uno o varios consultorios magnetológicos […] Crear una Biblioteca para que los socios se ilustren”4. ¿De qué formas se apropiaron de la teoría del fluido universal de Mesmer y cómo se reflejó esto a lo largo de las páginas de su Revista durante los primeros tres años de publicación?5 ¿Cuáles fueron las principales tareas emprendidas por la Sociedad Magnetológica Argentina entre 1897 y 1903?
Mientras intentaba desprenderse del espiritualismo de la Revista “Constancia”, la Magnetológica empieza sus páginas desarrollando las bases del “magnetismo animal” -término acuñado por vez primera por Franz Antón Mesmer en el siglo XVIII- y su teoría universal sobre los fluidos. A tal respecto, conviene realizar las siguientes puntualizaciones.
Las doctrinas de los magnetólogos porteños fueron un ejemplar más del resurgimiento de estas ideas fluídicas producido en el tramo final del siglo XIX. Hablando en términos generales, se puede afirmar que las hipótesis fluídicas o magnéticas pregonadas por Mesmer fueron lentamente reemplazadas por lenguajes que abrevaban de la neurología (al modo de Charcot y los automatismos) o de la psicología de las representaciones (al modo de la escuela de Nancy)6. De todas formas, sería incorrecto suponer que las primeras cayeron en el completo olvido del lado de la ciencia, o que perduraron exclusivamente en los terrenos esotéricos o del curanderismo. En efecto, tal y como ha sido señalado por los especialistas, el propio Charcot y algunos de sus discípulos más aventajados (Luys, Binet, Babinsky) apelaron a marco fluídicos a lo largo de la década de 1880 (Plas, 2012). Ello puede ser documentado incluso en el plano local. Hubo en Buenos Aires médicos que tempranamente adhirieron a concepciones magnéticas, como por ejemplo Bartolomé Novaro, quien en 1880 comenzó a pregonar las ventajas de la “metaloterapia” desde las páginas de las revistas médicas más importantes de la ciudad (Novaro, 1880a, 1880b). Por otro lado, los egresados de la Facultad de Medicina siguieron ofertando curaciones basadas en la “metaloterapia” o los imanes hasta comienzos del 19007.
En cuanto al contenido de la Revista en particular, allí se describe al magnetismo como una herramienta curativa mediante la cual todos podían magnetizar y ser magnetizados, subrayando constantemente éste hecho como principal ventaja: “el magnetismo es para todos […] no crean que es tan difícil y requiere tanto estudio […] todo hombre podrá ser el médico de su esposa o hijos”8. A lo largo de las publicaciones siguientes esta propaganda del magnetismo “al alcance de todos”, incluso de los analfabetos, se irá viendo cuestionada y modificada. Mientras que el primer número de la Revista tenía claros fines propagandísticos por sobre otras metas, luego se subraya repetidas veces la importancia del conocimiento de física, química, anatomía, entre otras ciencias. Ya en la sección “Práctica del Magnetismo” publicada en el segundo número de la Revista, Serié afirmaba “No se puede adquirir el poder espontáneamente sin estudio de la ciencia, ni práctica, ni método. La fuerza magnética no es un don especial”9.

Lo maravilloso de hoy, lo natural de mañana.
¿El magnetismo dentro de los deslumbrantes adelantos científicos?
La tensión entre lo “imposible” y lo “posible” parece conformar el telón de fondo de muchos de los contenidos difundidos desde la Revista, sobre todo en sus primeros 3 años de vida. Desde la primera página de la publicación en enero de 1897, se alude a la fe en el progreso característico del “siglo de la electricidad y el vapor”. En su conferencia de la sesión de apertura de la Sociedad, Rebaudi comienza exclamando: “¿Quién se hubiera atrevido a estas ideas hace diez años?!”. Ese enunciado resume de alguna forma la estrategia de autolegitimación que los espiritistas emprendieron desde el comienzo: en una época caracterizada por adelantos técnicos y científicos que parecían sacados de un relato de ficción, ¿con qué criterio se puede afirmar que un hecho o una fuerza actual son inverosímiles o quiméricos? Así, la referencia a los variados fenómenos extraños -pero posibles- se mencionan bajo distintos nombres y variantes: no parece que existan imposibilidades, la producción de hechos que antes tomaban carácter de “milagros sobrenaturales”10, entendidos primero como magia pero luego como ciencias, dan lugar a secciones tituladas “Los milagros de la electricidad”11, “Cómo se hace un milagro”12 o “Lo maravilloso de hoy, lo natural de mañana”13. No sólo se sostiene este constante entramado entre el magnetismo y su contexto de progreso, sino inclusive se lo incluye en la misma serie de descubrimientos como la electricidad, los rayos, el fonógrafo, la telegrafía sin hilos, Curie y la radioactividad, el calórico.
En las publicaciones mensuales correspondientes al primer año de edición de la Revista se alude a esta analogía sucesivas veces: “El magnetismo es una fuerza universal; es otra manifestación o modalidad de la energía, así como la luz, el calor, la electricidad y el sonido”14. En una traducción de la Revue des Revues publicada en Mayo de 1897, se cierra un apartado con la sentencia siguiente: “Todo esto parece tener algo de milagro, pero con la ciencia en general y la electricidad en particular, los milagros se están día a día convirtiendo en la cosa más banal y común que pueda tener lugar”15; al mismo tiempo que, unas páginas después, en uno de sus primeros casos clínicos, Amado sostiene que uno de los casos presentados, revestido de todos los caracteres de milagro magnetismo (Envoûtement)” escrito por un estudiante de la Escuela de Magnetismo también puede leerse: “Hoy vemos que la ciencia y las investigaciones modernas, en vez de demostrar lo ficticio e ilusorio de muchas prácticas vulgares y empíricas de nuestros campesinos y curanderos, viene a suministrarnos pruebas en favor de la base positiva de hechos extraños, tenidos hasta ahora como el producto exclusivo de la ignorancia […] Ante el hecho brutal enmudece la argumentación”17.
Los fragmentos que ejemplifican este afán de establecer analogías entre lo maravilloso de los fluidos y los descubrimientos de las ciencias siguen a lo largo de los meses. Serié relata en su conferencia publicada en septiembre de 1897 que las prácticas y fenómenos del magnetismo se han vuelto familiares como fenómenos psíquicos, por completo exentos del cariz maravilloso y sobrenatural que podría llegar a suponer quien los estudiara por vez primera (año 1, Num 7, pp. 3-4). En el número siguiente de la Revista, en una sección dedicada al agua magnetizada, también afirma: “este fenómeno ayer absurdo e inexplicable, está hoy perfectamente aceptado por las ciencias, y solo pueden dudar de su posibilidad los que nada conocen de magnetismo o los que lo niegan de por sí […] La influencia magnética sobre objetos explica creencias populares hijas de la ignorancia y la superstición”18.
Cuando en 1902 reaparece la Revista, después de haber sido suspendida por cuatro años por la “glacial indiferencia de los socios y su inasistencia”19, surge nuevamente (en el primer artículo del número de Enero) una comparación hecha por Rebaudi entre el magnetismo y otros fenómenos tomados hasta entonces como inverosímiles. Así, traza en sus páginas relatos sobre el éter, los rayos de Becquerel y los de Roentgen, la recepción de ondas del telégrafo, los metales radioactivos de Curie, continuando el anhelo de que los fenómenos psíquicos que parecen sueños sean pronto, también, simples realidades (año 2, Num 13, p. 3). Así mismo Vandevelde, vicepresidente de la Sociedad, sostiene en su Apartado “Magnetismo e Hipnotismo”, que el magnetismo “es normal tanto como lo es la electricidad, la luz y el calor”20 y en el número siguiente de la Revista se argumenta que los adelantos de las ciencias físico-químicas hasta ahora no sospechados echan por tierra muchos de los principios existentes. Los descubrimientos que demostraban los difusos límites entre los reinos de la naturaleza y los estados de la “materia” también se hacen presentes en el tercer año de la Revista, en el cual se reafirma la analogía entre magnetismo humano y electricidad (año 3, Num 26; y Num 33, p. 194). Allí se rescatan asimismo unos enunciados de Mesmer, según los cuales el progreso de las ideas ha sido responsable de que lo sobrenatural se transformase en natural: “Progreso que hace que el sacerdote y el público sean cada día más inaptos para la producción de aquellos hechos: el primero por su ignorancia, el segundo por su alejamiento de ésta […] Es necesario eliminar la adivinación y la evocación de seres sobrenaturales como objetos de la ciencia, pues el milagro establecido científicamente, cesa de ser tal milagro”21.
Así, a lo largo de las páginas de la Revista, los magnetólogos emprendieron una compleja tarea: reemplazar la imagen mágica de los fenómenos extraños por otra un poco más secular -e incluso científica- referente a las fuerzas psíquicas y fluidos humanos. Los miembros de la Sociedad pretendían otorgar legitimidad a sus objetos de estudio y, para ello, ¿qué mejor que realizar un tratamiento similar al que daban a sus fenómenos las ciencias reconocidas, como la física, la química, la fisiología? Los magnetólogos se percataban, una vez más, de la necesidad de dotar de leyes y explicaciones científicas a sus maravillas fluídicas. Para ser reconocidos efectivamente como ciencia, estas precauciones eran una imposición: todo fenómeno debía poder ser concebido y estudiado desde la cara más materialista de las ciencias, según leyes fijas y mecanismos concretos, para poder tener el control de las manifestaciones de los fluidos de forma racional. En la sección “De todas partes” de Julio de 1902 aparece, en un pequeño caso sobre la médium Eusapia Palladino, lo siguiente: “Las ciencias deben librar a esta fuerza de ese velo misterioso y sobrenatural en que aparece envuelta para desentrañar sus leyes […] ¿Hubiéramos podido admitir, antes del descubrimiento de las ondas de Hertz la transmisión sin hilo de una impresión eléctrica a grandes distancias?”22.
En resumen, podemos afirmar que de manera reiterada los magnetólogos porteños apelaron al dominio de lo científico y de lo técnico con el fin de otorgar fundamentos científicos y racionales a sus creencias, siempre bajo el supuesto de que el progreso de la razón imponía la aceptación de recortes de lo real que una mirada desinformada podía tomar por inexistentes. Incluso de forma casi irónica, los mismos magnetólogos sostenían: “Las ciencias varían según el capricho de los hombres. Lo que era científico hace un siglo, está cerca de pasar al presente al dominio de la fábula”. Estas aspiraciones de aceptación de los fluidos como parte de una nueva deriva de lo científico, iban de la mano de críticas a la Ciencia materialista, normalmente escéptica frente a cierto tipo de hechos. El fanatismo de los médicos alópatas, sostenía Rebaudi (año 1, Num 1, p. 1), resultaba en un obstáculo que no permitía adentrarse en los nuevos descubrimientos del siglo del progreso.

Denuncias y cuestionamientos al modelo médico y a su monopolio del “arte de curar”
Buscando extremar las homogeneidades entre sus conceptos y los elementos de la ciencia y de la técnica, los miembros de la Revista abogaban de alguna manera por una ampliación de los lindes de lo científico. Las ya mencionadas analogías hechas entre las maravillas del magnetismo y los descubrimientos de las ciencias, no se debían solamente a un afán de aceptación, legitimidad y reconocimiento científico; ellas contenían en su envés críticas al conservadurismo médico y sus principios. Como puede verse en una de las publicaciones de la sección “Experiencias que permiten demostrar la existencia del fluido magnético”, se comienza aludiendo a los progresos de la época para desembocar en una crítica feroz a los “sabios”: “Los tiempos son propicios: la telegrafía sin hilos, los rayos X, Becquerel,…. las maravillas propias del Radium etc, etc, son otros tantos jalones que van conduciendo a nuestros sabios materialistas por el camino de la espiritualidad de la materia; y, á no ser por la perniciosa influencia ejercida en sus cerebros por una educación asaz viciosa de nuestras facultades, que hace parásitos incrustados en el dogma de la cátedra, dueños de síntesis agenas (sic. ) y faltos de análisis propios […] ya nuestros sabios hubieran comprendido que sus descubrimientos claman por darse la mano con otros que no llevan timbre académico”23.
Durante el primer año de publicación de la Revista Magnetológica las críticas al campo de la ciencia apuntaban principalmente a los médicos, presuntos responsables de sostener y propiciar un “mercado de lujo” (año 1, Num 1, p. 3), atiborrado de medicamentos que resultaban ser sustancias muy nocivas. Por otro lado, muchos de los miembros de la Revista se encargaban de denunciar el accionar de los diplomados. Algunos más mesurados en sus comentarios y otros menos, todos confluían en la lucha contra el monopolio del arte de curar que ejercían los médicos. Odamaaj, uno de los participantes de la Revista, expresaba la relación entre el magnetismo y la medicina como una “guerra abierta” (año 1, Num 6, p. 3), aunque más adelante afirmaba no querer suplantar esta Ciencia24, pero sí terminar con su monopolio (año 1, Num 8, p. 14).
Serié denunciaba, en su Conferencia publicada en Septiembre (año 1, Num 9, p. 7), errores fatales de parte de los médicos, quienes pretendían buscar la causa última de todo en el organismo físico; aunque este miembro de la Sociedad también terminaba aclarando que no era su intención aniquilar la medicina25.
Otros magnetólogos eran menos cautos. Fue el caso, por ejemplo, de Ovidio Rebaudi. Lo que él quería era censurar el exclusivismo de la Ciencia Oficial que estaba en perjuicio de la verdadera ciencia, e incluso sostenía: “Los grandes descubrimientos no han salido de los diplomados (galvanismo, circulación sanguínea, vacunación, pararrayo, vapor, hélice, ferrocarril, luz)… más ha sido el mal que el bien hecho por las Academias”26. Repetidas veces a lo largo de las publicaciones de la Magnetológica, retoma su acusación al monopolio de las academias –nombrándolas como “corporaciones”- expresando que lo único que éstas pretendían era oficializar la Ciencia para imponerla como un dogma (año 1, Num 10, p. 2).
En Octubre de su primer año de vida, la Revista Magnetológica comienza a publicar, en varias entregas, “El masage y el magnetismo amenazado por los médicos. El proceso Mouroux en Angers”, en las cual se da forma a un relato merced al cual el enfermo es representado como una mercancía en poder del médico. Asimismo, los magnetólogos relatan que los médicos les reconocen sus éxitos en cuanto a las curas realizadas, pero sin dar a los enfermos un lugar central: “Qué importa el interés de los enfermos! Lo que reclaman los médicos es su interés profesional”27. En la segunda entrega de este apartado se siguen ilustrando los cruentos intereses que, según ellos, guiaban a los médicos: “Los enfermos truécanse en su propiedad y deben morirse doctoralmente según las reglas de su arte (médico), antes que curarse por medio del masage o el magnetismo”28.
Ya en las primeras páginas del segundo año de la Revista –en1902- Rebaudi retoma su batalla contra las Academias (año 2, Num 13, p. 2). En ese mismo número, otro de los miembros de la Sociedad, Vandevelde, se suma a estas denuncias y expresa que los hechos ocurren con una frecuencia abrumadora. Este año las denuncias a la medicina se vuelven aún más duras que en los comienzos de la Revista; se habla directamente de la crueldad, las atrocidades y los crímenes cometidos por los diplomados. Desde el mes de Septiembre, la Revista Magnetológica realiza en diversas entregas la sección titulada “Un libro contra la medicina. Las memorias de un médico. La crueldad de los cirujanos” escrita por Gómez Carrillo. Este periodista relata experiencias de sujetos frente a diversos cirujanos, afirmando que “La muerte no es sino una solución de experimentos”29. En estas entregas enumera grandes crueldades cometidas por los profesionales, y denuncia su insensibilidad, su frialdad ante el dolor, y fundamentalmente su dañina indiferencia (año 2, Num 22, p. 155).
En noviembre de este segundo año de publicación los magnetólogos porteños prosiguen su campaña anti-médica a través de una lúcida estrategia: retoman argumentos a favor de los masajes y del magnetismo, esgrimidos presuntamente por algunos galenos y por científicos de otras especialidades. Sacan a relucir enunciados de médicos diplomados que sostienen acusaciones sobre la incapacidad confesada de la medicina, la cual se vuelve homicidacual“instrumento de persecución”30. Aún más, algunos sabios habrían expresado que “Impedirles de poner al servicio de la comunidad esta potencia (del magnetismo) es la perpetuación de un crimen”31.
Al calor de estas sentencias la Revista llega a su tercer año de vida. En 1903, la publicación retoma las críticas a la ceguera intelectual y dogmática de los médicos dispuestos a negar los hechos más evidentes. El Dr. O Recnys empieza su apartado “La terapéutica actual” –en el primer número de la Revista-hablando de las miles de drogas inútiles que retrasan la curación; drogas que deben ser aguantadas por el público “doliente” bajo el monopolio absoluto de la medicina Oficial, conducida más por afanes comerciales que por el respeto a los derechos de las personas (año 3, Num 25, pp. 11-12)32. Vandevelde escribe en mayo una sección a la que titula “Crueldades Científicas”. Allí relata la soberbia y los errores de la ciencia al hacer pagar con su sangre a centenares de víctimas los “ensayos científicos” agregados a la lista de “martirologia sangrienta de la alopatía”. Cuenta diversos casos donde él y sus colegas magnetólogos han salvado a los pacientes de ir a cirugía recomendada por los médicos como último recurso, tan sólo con algunos pases magnéticos por día (año 3, Núm. 29, pp. 106-107).
En efecto, el recuento obsesivo de los casos resueltos fue una de las armas más fuertes de los miembros de la Sociedad33. Desde comienzos de la Revista mantuvieron una sección titulada “Casos Clínicos” donde narraban el éxito obtenido en casos de empacho (año 1, Núm. 3, p. 15), jaqueca (año 1, Núm. 4, p. 7),diversos tipos de cáncer (año 2, Núm. 14, p. 26; Núm. 23, p. 173 y año 3, Núm. 25, p. 21; Núm. 27, p. 61), tuberculosis con pocas horas de vida (año 2, Núm. 16, p. 58), lupus (año 2, Núm. 17, p. 74) y gangrena (año 2, Núm. 24, p. 187), entre tantos otros.
Mientras que en los inicios de la Revista, aquellos pacientes curados de este modo no querían que se revelasen sus nombres por no tener el magnetismo “carta de ciudadanía” (año 1, Núm. 3, p. 15), en los últimos números de 1903, empezaban a aparecer largas cartas de agradecimiento por las curaciones realizadas, firmadas y fechadas por los sujetos (año 3, Núm. 31, p. 161; Núm. 35, p. 255; Núm. 36, p. 279)34. Las páginas de la revista describían a esos enfermos como individuos “desahuciados” de la Medicina durante meses o años. Según el relato de los magnetólogos, los pacientes habían sido tratados sin éxito por la alopatía, sometidos a la ingesta de centenares de medicamentos, o a la angustiosa idea de ser operados como única alternativa de mejora, frente a la ausencia de cualquier esperanza de vida. Al principio, la mayoría acudía al magnetismo como último recurso (año 1, Núm. 6) pero luego los mismos magnetólogos admitían que los casos que llegaban eran cada vez más, y los éxitos más rotundos (año 1, Núm. 11, p. 5). Todas las curaciones eran llevadas a cabo de forma gratuita, y siempre acompañadas en su publicación de algún comentario que remarcara el traspié o el perjuicio cometido por la medicina oficial. Estaba claro un hecho en el que convergían todos los ataques a la medicina: los sabios condenaban, con su desdén y terquedad, a los iniciados en el arte magnético (año 1, Núm. 2, p. 4) y eludían los hechos con tal de no demostrar su ignorancia, impotencia o furia (año 1, Núm. 6, p. 11). Los magnetólogos atribuían este enojo de la Ciencia Oficial a la imposibilidad de demostrar que el fluido fuera inexistente (año 1, Núm. 7, p. 5), y de tener que lidiar con estas fuerzas que poco a poco ganaban reconocimiento y terreno, pudiendo hacer peligrar el monopolio del tratamiento puramente químico-farmacéutico.
La sostenida y constante crítica hacia este tipo de tratamientos llevados a cabo por los médicos, acompañada de ironías, quejas, acusaciones y cuestionamientos, estaba influenciada por dos situaciones imbricadas entre sí: una de ellas era el reclamo frente a las injusticias de los diplomados en el accionar que tenían con sus pacientes, mientras que la otra hacía referencia a los anhelos de los magnetólogos por dejar de ser asociados a prácticas fraudulentas y terminar de franquear las puertas de entrada hacia el mundo científico. Por un lado, entonces, los magnetólogos pregonaban por una aplicación y uso de las herramientas curativas que no fuese cruenta ni invasiva35. Pero al mismo tiempo, los miembros de la Sociedad se veían en la tarea de batallar a sus “enemigos” médicos quienes querían restringir el uso del magnetismo acusándolo ya sea de fraudulento, inexistente, o ilegal.
Ambas situaciones sustentaban las luchas que se hacen presentesen todos los números de la Revista del 1 al 36 (de 1897, 1902 y 1903). En la conformación de estos conflictos, se deja entrever también una relación de algún modo paradójica del magnetismo con la medicina. Los magnetólogos criticaban la terquedad, crueldad y ceguera de los médicos. Sin embargo, a pesar de todas las desaprobaciones que esta rama de las ciencias les generaba, ellos ponían en práctica procedimientos narrativos y fácticos muy emparentados con la ciencia tan criticada. Ellos apelaban constantemente al “caso clínico”, elaboraban un lenguaje sofisticado que permitía enunciar leyes generales sobre el funcionamiento de los hechos, realizaban supuestos “experimentos”, medían el éxito con patrones de curación que en nada se oponían a los de la medicina, etc. En su tercer año de publicación, la Magnetológica incluso expuso varias fotos con el objetivo evidente de recubrir los sucesos experimentales de tintes científicos: guardapolvos, instrumentos de gabinete, vendaje en los ojos de las magnetizadas (Quereilhac, 2010, p. 145).
Sin duda había un camino que nacía del encuentro (o los desencuentros) de los magnetólogos con los representantes de la Medicina. Camino que se bifurcaba, por un lado en denuncias y críticas, y por otro, en esta necesidad de reconocimiento científico, en el anhelo de dejar de convivir sólo “a un lado de la medicina de modo clandestino”36 para ingresar en ella. Ambas bifurcaciones coexistían, como parte del mismo camino, y lo hacían de modo manifiesto: “Los mismos médicos que nada encuentran de eficaz fuera de la farmacopea, cuando echen los prejuicios y la sociedad se halle preparada para no ridiculizar a los que se decidan por su empleo, encontrarán en el magnetismo un cooperador eficaz e indispensable”37. En cuanto a esta última cita, correspondiente al segundo año de la Revista, quizás pueda hacerse una salvedad: los médicos ya habían encontrado en la hipnosis este “cooperador eficaz” relativo al magnetismo.

La singular relación triádica: Hipnotismo, magnetismo y sugestión
A diferencia de lo que había sucedido con el magnetismo animal a comienzos del siglo XIX, la hipnosis sí logró un reconocimiento científico inmediato e incluso entusiasta. Ello se produjo en los primeros años de la década de 1880, y se debió en gran medida a la labor del neurólogo Jean-Martin Charcot. Es sabido también que la conformación del nuevo hipnotismo (definido con el lenguaje de la neurología) supuso una renuncia a conceptos y experiencias ligados al viejo magnetismo (Gauld, 1992). Sin embargo, tal y como adelantamos más arriba, algunos estudiosos han sabido mostrar que esa separación jamás fue total, ni siquiera en los centros médicos más reputados. Dicho en otros términos, todo lo relativo al magnetismo no sobrevivió exclusivamente en el terreno del curanderismo, el espiritismo o las ciencias ocultas. Todo lo contrario, él perduraba aún en el vocabulario y el accionar de los médicos que se interesaban por el automatismo nervioso (por la metaloterapia, la hipnosis, la electro-terapia). Hace instantes recordamos, a modo de ejemplo, que los magnetólogos porteños llevaron adelante su empresa en un momento en que algunos diplomados también ofrecían a los enfermos las bondades de los imanes. Por otro lado, cabe recordar que los miembros de la Sociedad Magnetológica actuaron en un período en que la hipnosis había sido de alguna forma abandonada por los galenos de Buenos Aires. Tras unos años de interés por la novedad, los egresados de la Facultad de Medicina habían dejado de estudiar el hipnotismo hacía unos pocos años. La tesis presentada por Gregorio Rebasa en 1892 fue el último trabajo en la materia antes de la aparición de Ingenieros (cuyos primeros escritos sobre sugestión datan de 1902) (Rebasa, 1892).
A lo largo de la Revista Magnetológica, la diferenciación entre hipnotismo y magnetismo aparece casi en tantas ocasiones como las críticasa la ciencia médica. A grandes rasgos, el hipnotismo era descrito como una técnica para adormecer la conciencia del sujeto y someterlo a sugestión, logrado artificialmente. En cambio, sostenían que el magnetismo animal era un fenómeno objetivo de la naturaleza, comparándolo incontables veces con los recientes descubrimientos de los campos de la física.
Las referencias a la hipnosis que aparecen en la Revista pueden reunirse en cuatro grupos. El primero versa sobre el intento de asimilar tanto el hipnotismo como la sugestión al magnetismo, cuestión que prevaleció durante el año inicial de publicación. En contraposición a esto, las páginas de los dos años siguientes son sede de la diferenciación crítica de los magnetólogos frente a la “brutalidad” del hipnotismo. El tercero considera el ingreso a la Ciencia Oficial del magnetismo, reducido y bautizado como hipnosis; este tópico aparece muy sutilmente en el primer año, pero resurge con mucha más presencia durante 1902 y 1903. El cuarto tema recurrente es el de la sugestión, tanto sus aspectos positivos como aquellos luego desdeñados por la Sociedad Magnetológica.
La agrupación de los contenidos sobre la relación magnetismo-hipnosis-sugestión en estos cuatro conjuntos es simplemente didáctica, guiada por la intención de aportar un poco más de claridad a la comprensión de la Revista Magnetológica.
En cuanto al tópico inicial de interés, puede verse ya en el primer número de la Magnetológica cómo sus autores relatan que el magnetismo y el braidismo (denominado así en referencia a Braid, cirujano oriundo de Manchester, quien a comienzos de 1840 acuñó el término “hipnosis”), habían surgido primero como “enemigos” que luego, con el pasar de los años, iban volviéndose similares (año 1, Núm. 1, p. 4). Asimismo, un apartado del número de Febrero aparece con el nombre de “Contribución al estudio del hypno-magnetismo”38 fusionando en su título las dos corrientes. No mucho tiempo después, en la Conferencia de Rebaudi leída en Marzo, publicada como “Acción Curativa del Magnetismo”, él sostiene que el magnetismo incluye al hipnotismo y a la sugestión, “que toman parte en todas las cosas”39.
En ese mismo número se publica una sección titulada “Magnetismo, Hipnotismo, Neurosismo”, la cual comienza con la afirmación de que todos son nombres de lo mismo (año 1, Núm. 4, p. 13)40. Lo mismo advierte J. A. Amado en su Conferencia Pública, donde el hipnotismo y la sugestión parecen converger en las teorías del magnetismo (año 1, Núm. 5, p. 4). Los fenómenos magnéticos vuelven a verse asociados a la hipnosis en el primer apartado del número de Mayo, titulado “El Magnetismo de la Palabra”. Allí se sostiene que, si bien el lenguaje científico varía a lo largo del tiempo, los hechos siguen siendo los mismos: “Hoy se niega el magnetismo pero se descubre el hipnotismo, se niega el agente magnético pero se descubren formas de vibración moleculares, se niega el magnetismo de la voz pero se afirma la acción sugestiva de estos actos”41.
En los años siguientes, las sentencias de los magnetólogos dan un giro trascendental para volverse opuestas a lo dicho en 1897. El intento de hermanar al magnetismo con la hipnosis y la sugestión desaparece, siendo reemplazado por las críticas frente a dos aspectos del hipnotismo: su nulidad para curar afecciones orgánicas -quedando reducido a una expresión empobrecida y futil del magnetismo-, y la violencia de sus prácticas.
De manera evidentemente provocativa, Bonicel ya escribía en uno de los primeros números de la Revista: “Si Braid ha curado enfermos, es porque hacía magnetismo sin saberlo”42, deslizando primero la sospecha de si Braid en verdad había curado enfermos, y suponiendo que, de haberlo hecho, no había sido por efecto del hipnotismo. Respecto de este primer aspecto crítico, en la misma línea de comentarios pero en publicaciones posteriores, el Dr. O. Recnys explica que si una afección es por causas orgánicas o fisiológicas, y no de origen nervioso,la hipnosis resulta inútil y debe recurrirse al magnetismo (año 3, Núm. 26, p. 40). En la misma dirección afirma: “El procedimiento hipnótico jamás cura –cuando cura- otras afecciones que las nerviosas. El magnetismo cura toda clase de enfermedades”43. También el fundador de la Magnetológica, Rebaudi, explica sucesivas veces que el hipnotismo no es otra cosa que una aplicación “imperfecta y defectuosa del agente magnético”, apreciación similar a las ideas de Mesmer sobre el hipnotismo exclusivamente como la “parodia” de este agente (año 2, Núm. 19, p. 99; año 3, Núm. 28, p. 85; Núm. 29, p. 106).
El segundo aspecto criticado está emparentado con la reprobación de las cruentas prácticas médicas ya trabajadas en párrafos anteriores. Éste alude a la violencia propia del hipnotismo, mencionada copiosamente incluso en apreciaciones de un simple estudiantede la Sociedad: “Mientras el hipnotismo usa medios violentos y trata de enseñorearse de una voluntad para hacer del cuerpo un dócil autómata, el magnetismo, por sus prácticas lentas, suaves y agradables nunca hace presión ni quebranta el imperio de la voluntad”44. En Abril de 1902, Vandevelde escribe un apartado titulado “Magnetismo e Hipnotismo. Estudio comparativo bajo el punto de vista de sus efectos fisiológicos”, donde habla de los bienes del primero y los peligros de la práctica del segundo, tildando al modus operandi de la hipnosis como violento (año 2, Núm. 16, pp. 52-53). Continúa este apartado durante el mes de Mayo, afirmando que el hipnotismo no es más que un procedimiento del arte de enfermar, y quejándose: “Los hipnotistas, no obstante su brutalidad, jamás han sido denunciados oficialmente como atentados a la salud, y tienden a un solo objeto que es fatigar los sentidos para provocar el sueño”45.
Este tópico, referido al ingreso del magnetismo a la Ciencia Oficial, puede ubicarse durante el segundo y tercer año de la Revista. Durante 1902, en la sección titulada “Hechos y experiencias”, el Dr. V. Rappazafirma que después de mucha resistencia el oficialismo científico concluyó por admitir una parte del magnetismo “dándole su carta de ciudadanía académica bajo el nombre de hipnotismo”46. En el siguiente mes, la sección continúa con este tipo de sentencias sobre la supuesta “conquista médica” de la hipnosis, rematando el texto con la idea de que los médicos están muy lejos de aprehender el magnetismo, e incluyo sosteniendo que “El hipnotismo con el que pretendieron matar al magnetismo, les es tan desconocido como éste”47.
El desarrollo de este tema lleva directamente a los cuestionamientos hechos al fenómeno de la sugestión, cuarto tópico mencionado. Según los magnetólogos, las ciencias que del magnetismo sólo admiten las prácticas hipnóticas de Braid, arguyen que todo es por autosugestión (año 2, Núm. 20, pp. 114 y 121; año 3, Núm. 31, p. 164); así, muchos diplomados preferían dar su voto a la idea de Bernheim sobre la influencia sugestiva, con tal de no aceptar el posible influjo de las fuerzas fluídicas.
De todas formas, durante el primer año de la Revista, la sugestión era considerada como una práctica legítima del magnetólogo. Uno de los miembros, Odamaaj, publica una sección con el título de “La Sugestión Magnética”, apoyando la idea de que los progresos de las ciencias magnéticas sabrían aprovechar los beneficios de la sugestión. En el número de Septiembre, en la conferencia dada por Serié, puede verse a la sugestión como un auxiliar del magnetismo, con marcados efectos terapéuticos (año 1, Núm. 9, pp. 3-5). Rebaudi también expresa sus ideas sobre este tema, sin dejar pasar la oportunidad de batallar contra las Academias. En su apartado “La Medicina Alcaloidea” sostiene que los médicos, con el aire de sabios que asumen y la seguridad con que hablan delante del enfermo ejercen una acción sugestiva poderosa, esgrimiendo la certeza de que “Esto no constituye medicina, en el sentido oficial de la palabra, sino magnetismo”48.
Cuando la Revista retoma sus publicaciones, cinco años después de su primer año de vida, los comentarios acerca de las prácticas sugestivas se vuelven críticos, evidenciando el afán de los magnetólogos de purgar sus experiencias de toda influencia sugestiva. En una transcripción del Journal du Magnetisme publicada en la Magnetológica, afirmaciones de este estilo se hacen presentes: “existen curas magnéticas sin palabras del magnetizador y sin que el enfermo tenga idea, lo que probaría que hay algo más que la muy cómoda sugestión”49. Asimismo, en ese número de la Revista, es relatado un caso donde Rebaudi había magnetizado un sillón en ausencia de la dueña de casa, y al llegar ésta, sentada allí sehabía quedado profundamente dormida. Todo esto para probar que el fenómeno estaba exento de sugestión (año 2, Núm. 21, p. 133).
A lo largo de las entregas de una sección titulada “Experiencias para demostrar la existencia del fluido magnético” se describen situaciones experimentales repletas de medidas de prevención frente a los posibles errores hijos de la sugestión y los sentidos (año 2, Núm. 24, p. 178). Afirmando que la sugestión es un ardid empleado por los que pasan superficialmente por sobre estos fenómenos (año 3, Núm. 26, p. 25), inclusive piden disculpas a los lectores por tomar tantas precauciones “que ya rayan el ridículo, pero como ésta es la principal arma con la que se nos combate por parte de los ‘positivistas’ intransigentes, queremos ponernos al abrigo de sus golpes”50.
De nuevo se presenta una relación un tanto paradójica. Los magnetólogos concluyenen una posición despreciativa del hipnotismo; lo tildan de práctica anti natural, cruenta, molesta, y con efectos poco duraderos y restringidos a enfermedades del sistema nervioso. Al mismo tiempo es que, varios miembros de la Revista, incluyendo a su fundador Ovidio Rebaudi (recuérdense sus palabras en la Conferencia de apertura de 1897), se ven llevados a aceptar un hecho: el hipnotismo, más allá de los puntos débiles o negativos que pudiese presentar, resultó ser finalmente la única herramienta capaz de lograr lo que los magnetizadores se proponían. Ni con los relatos de las curaciones hechas en sus consultorios, ni con las analogías establecidas entre las maravillas científicas descubiertas por la física y la química y el fenómeno magnético, ni tampoco con las fotografías y los procedimientos de tintes experimentales, pudieron los magnetólogos lograr todo lo que logró en aquellos años el hipnotismo. Es decir, despojar al magnetismo de su envoltura sobrenatural y fantástica, para incluirse dentro de los límites de lo científico.

Consideraciones finales.
El hipnotismo en Buenos Aires a fines del siglo XIX, tanto en su faceta experimental como en su uso terapéutico, fue utilizado por actores sociales contrapuestos. Uno de los principales difusores locales de esa herramienta aún no había merecido la atención de los historiadores. A lo largo de estas páginas hemos intentado efectuar un primer balance de las acciones llevadas a cabo por los magnetólogos, más puntualmente del contenido de la revista que publicaron a partir de 1897. Hemos colocado un especialénfasis en las maneras en que esos hipnotizadores profanos batallaron contra los médicos de la capital. A modo de balance, podemos concluir que sus denuncias contra la medicina no aparecen sin paradojas ni contrasentidos. Los intentos de diferenciación respecto de la medicina académica iban de la mano de la adopción de liturgias y procedimientos que parecían borrar las fronteras recién trazadas. Ese proceso no fue privativo de los magnetólogos, sino que fue caractéristico de todas los cientificismos esotéricos de fines de siglo: espiritismo, ciencias ocultas, teosofía, etc. Todos ellos prentendían reconocerse en el progreso del saber racional, y abrevaban de los lenguajes y los procedimientos de la ciencia, y su apuesta mayor consistía en la ampliación de las lindes de lo cognoscible. Más que observar retrospectivemente el tamaño de ese fracaso, interesa sopesar las consecuencias de esa empresa. A través de sus faenas, esos representantes del cientificismo esotérico (entre quienes cabe colocar a los magnetólogos) inventaron observables que luego fueron apropiados por el saber académico –ese fue el caso de la telepatía o la escritura automática, dos fenómenos que durante muchos años habitaron las agendas de trabajo de los académicos-; por otro lado, a través de sus diatribas y denuncias, iluminaban zonas sensibles de la disciplina médica (la sola existencia de tales representantes de lo esotérico muchas veces es testimonio suficiente de la escasa eficacia terapéutica de los galenos); por último, ellos pueden hacer las veces de espejo en que reconocer perfiles menos visibles de zonas de la cultura científica. En efecto, tanto sus conceptos como sus estrategias de autolegitimación frecuentemente fueron análogas a las implementados por sectores más exitosos de aquella cultura.

1Al respecto, véase (Quereilhac, 2010; Gimeno, Corbetta & Savall, 2013).

2Ovidio Rebaudi (1860-1931) nació en Paraguay y luego fue enviado a estudiar a Italia, donde se recibió de químico. Fue miembro del Círculo Médico Argentino y en 1886 ingresó por concurso a la Oficina Química Municipal, ámbito donde ascendió hasta el cargo de director, constituyéndose al mismo tiempo en uno de los creadores de la Oficina Química Nacional, en 1894. Rebaudi se incorporó a “Constancia” en 1886 y al poco tiempo comenzó a desempeñarse como colaborador de su revista homónima. Tiempo después la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires le otorgó un diploma nacional de químico (1905), y luego la Universidad de Chicago el de Doctor en química (1906). Publicó numerosos libros tanto técnico–científicos como espiritualistas y fue docente en la Universidad de la Plata mientras que, hacia 1908, fue nombrado Rector de la Universidad del Paraguay (Quereilhac, 2010). Otros aspectos de su biografía pueden ser consultados en: http://ovidiorebaudi. blogspot.de/2008/06/vida-yobra_23. html.

3Según refiere Soledad Quereilhac, Serié (1865-1951) era uno de los miembros espiritistas con mejor formación científica (Quereilhac, 2010). Naturalista aficionado, en 1894 ingresó a trabajar en el Museo Nacional de Historia Natural, y a partir de la segunda década del siglo XX asiduamente publicó colaboraciones en revistas como Anales del Museo, Anales de la Sociedad Científica Argentina y El Hornero (Freiberg, 1954). Había ingresado a Constancia con apenas 19 años, y durante mucho tiempo ofició de secretario de redacción de la revista.

4Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 1, pp. 1-2.

5Acerca del médico alemán Franz Anton Mesmer (1734-1815) existe una copiosa bibliografía (Rausky, 1977). Fue el creador de la doctrina del “magnetismo animal”, según la cual todas las enfermedades humanas se deben a desarreglos en cuanto a la cantidad o circulación de un “fluido vital” que atraviesa todos los organismos vivos. Dicha teoría suele ser considerada el antecedente más importante del hipnotismo.

6De acuerdo con Hippolyte Bernheim (1840-1919), líder de la denominada “escuela de Nancy”, los hechos del hipnotismo eran una consecuencia de la sugestión, y por ende no respondían a supuestos automatismos fisiológicos (Carroy, 1991).

7Sólo a título de ejemplo, mencionemos el Instituto Médico Hidroelectroterápico dirigido por el doctor Ruiz Gutierrez, en el cual se ofrecía “magnetoterapia” y “metaloterapia”. Ese instituto, cuyas actividades fueron difundidas por avisos publicitarios que se imprimieron en muchas revistas y diarios de la ciudad, funcionó en los mismos años en que la SociedadMagnetológica desarrolló sus labores (véase, por caso, el aviso impreso en la Revue Illustrée du Rio de la Plata, Año III, julio de 1892, p. 113). De esos emprendimientos, el más exitoso y célebre fue quizá el “gabinete” que el médico español Alberto Díaz de la Quintana dirigió en la ciudad entre 1889 y 1893. Allí también se ofrecían curaciones con magnetismo (véase aviso en El Correo Español, 5 de octubre de 1891).

8Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 1, pp. 3-4.

9Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 2, p. 7.

10Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 6; y Año 2 (1902), Núm. 19.

11Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 5.

12Revista Magnetológica, Año 2 (1902), en varios números de la misma.

13Revista Magnetológica, Año 3 (1903), Núm. 30.

14Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 3 p. 13; Núm. 4, p. 5.

15Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 5, p. 14.

16Revista Magnetológica, Año 1 (1896), Núm. 5, p. 6.

17Revista Magnetológica, Año 1 (1896), Núm. 5, p. 16.

18Revista Magnetológica, Año 1 (1896), Núm. 10, p. 3.

19Revista Magnetológica, Año 1 (1896), Núm. 12, p. 11.

20Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 17, p. 68.

21Revista Magnetológica, Año 3 (1903), Núm. 30, p. 128; y Núm. 33, p. 199.

22Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 19.

23Revista Magnetológica, Año 3 (1903), Núm. 33, p. 194.

24Ya que “Esto solo daría conocimientos rudimentarios que si bien bastarían para curar ligeros trastornos, en los graves solo traerían alivio hasta la llegada del facultativo” (año 1, Núm. 8, p. 14).

25“No quiere decir esto que se deba abandonar la medicina clásica, la alopatía es útil y necesaria, pero sus numerosas faltas de éxito y la vanidosa intransigencia de sus pontífices la han hecho impopular” (año 1, Núm. 9, p. 7).

26Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 9, pp. 1-2.

27Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 10, p. 14.

28Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 11, p. 3.

29Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 21, p. 136.

30Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 23, pp. 171-172.

31Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 24, p. 186.

32Al realizar esa crítica al afán de lucro de los médicos porteños, los magnetólogos no hacían otra cosa que profundizar una acusación lanzada repetidas veces por otros actores sociales. Más aún, se trató de una diatriba esgrimida muchas veces por los propios médicos en contra de algunos colegas. Nada menos que José María Ramos Mejía se refería en 1887 a sus compañeros de profesión en estos términos: “falange mal encaminada de los médicos que sólo conocen la profesión por el lado de su fecundidad pecuniaria” (Ramos Mejía, 1887: xv).

33Los casos eran curados en los propios Consultorios de los magnetólogos, o a domicilio, ya que la Sociedad aún no había logrado su meta de contar con un lugar específico donde recibirlos.

34La publicación de esas supuestas cartas de agradecimiento conformaba un recurso muy usual en el mercado de la salud de fines de siglo. Si bien no fue tan utilizado por los médicos diplomados, sí lo fue de parte de curanderos, farmacéuticos o vendedores de pócimas, brebajes, licores, etc.

35En este sentida, la Magnetológica también difundía y tomaba partido por las terapias homeopáticas aplicadas a determinadas enfermedades, así como por los tratamientos con piedras, la hidroterapia y el hidromasaje, la adopción del vegetarianismo, los hábitos de higiene, entre otros temas que no necesariamente se vinculaban con el ocultismo sino, más precisamente, con la prevención y los tratamientos no invasivos (Quereilhac, 2010, 142).

36Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 10, p. 14.

37Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 19, p. 98.

38Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 2, p. 4.

39Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 4, pp. 1-4.

40Odamaaj, en otra entrega de este mismo apartado, sostiene que no se puede ser uno de los tres -magnetólogo, hipnotista o neurista aisladamente (año 1, Núm. 6, p. 3).

41Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 5, p. 1.

42Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 3, p. 7.

43Revista Magnetológica, Año 3 (1903), Núm. 27, pp. 51-52.

44Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 7, p. 10; y Núm. 3, p. 10.

45Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 17, p. 68.

46Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 15, p. 37.

47Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 18, pp. 84-85.

48Revista Magnetológica, Año 1 (1897), Núm. 11, p. 11.

49Revista Magnetológica, Año 2 (1902), Núm. 21, p. 134; y Año 3 (1903), Núm. 26, p. 35.

50Revista Magnetológica, Año 3 (1903), Núm. 27 p. 50.

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Fecha de recepción: 26 de mayo de 2016
Fecha de aceptación: 16 de septiembre de 2016

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