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Avá

On-line version ISSN 1851-1694

Avá  no.12 Posadas Mar. 2008

 

Rozando la memoria. Memoria y trabajo entre campesinos "sin tierra"*

Fernanda Figurelli**

* Agradezco a Moacir Palmeira la lectura cuidadosa del texto y valiosas sugerencias dadas antes y después de la escritura. Asimismo, mi gratitud para Sergio Caggiano y las colegas del grupo de orientación por las observaciones ofrecidas. Los comentarios realizados por José Sergio Leite Lopes y John Comerford en mi defensa de tesis de maestría fueron fundamentales para la construcción del artículo, como también lo fue el seminario de postgrado "Antropologia do Trabalho: Memória Operária" que brindó el primero durante el semestre inicial del 2007 en el Museu Nacional (UFRJ).
** Doctoranda del Programa de Pós-graduação em Antropologia Social, Museu Nacional, Universidade Federal do Rio de Janeiro. TE: 0055-21-25436917. Dirección: General Ribeiro da Costa 230, apto. 503. Correo electrónico: ferfigus@yahoo.com.ar

Resumen

El trabajo explora la reconstrucción del pasado entre los habitantes de un acampamento sem-terra, localizado en la Zona da Mata Norte de Pernambuco, Brasil. Un elemento común aflora de manera marcada entre la diversidad de historias que confluyen en aquel lugar: la alusión a una experiencia campesina. Colocando el foco de análisis en las condiciones sociales que posibilitan la edificación de los recuerdos, se intenta mostrar el trabajo en los rozados como un aspecto fundamental para explicar la centralidad que adquiere la construcción de una memoria campesina entre los habitantes del acampamento. En este sentido, dicho trabajo actúa como factor de afirmación identitaria. El recuerdo del campo enfatiza un aspecto común de los varios pasados vividos y los atraviesa en su heterogeneidad. Por lo demás, al remitir a significados relevantes en otros universos sociales, la identificación como trabajador de campo abre un espacio de diálogo entre lenguajes diversos.

Palabras clave: Memoria Campesina; Rozado; Acampamento Sem-Terra; Pernambuco.

Abstract

This work explores the reconstruction of the past by the inhabitants of an acampamento sem-terra, settled in the Zona da Mata Norte, Pernambuco, Brazil. A common element emerges strongly from the stories of the people that converged to this place: the reference to a peasant experience. By focusing the analysis on the social conditions that make memory construction possible, we try to show the centrality of the 'work in the fields' as a fundamental feature of the construction of a peasant memory. The 'work in the fields' is an important element in the affirmation of a peasant identity. The memory of a rural past emphasises a common aspect of the various life histories and traverses them in their heterogeneity. Furthermore, as it conveys relevant meanings in other social universes, the identification as a rural worker opens a place for dialogue among diverse languages.

Keywords: Peasant Memory; AgriculturalWork; LandlessWorkers' Camp; Pernambuco.

Fecha de recepción: Noviembre 2007
Fecha de aprobación: Junio 2008

Ele é de essas pessoas antigas que não pode estar parado, que lá ele vivia no roçado, depois que a usina parou ele foi trabalhar no roçado. O roçado dele de lá era cheio de inhame, macaxeira, batata, mandioca; aí depois que saiu de lá ficou sem fazer nada, só pensando naquilo ali. Aí pronto, prejudicou a memória dele, ele está doente. Zezé1

Presentación

"La memoria depende del entorno social", señalaba Maurice Halbwachs (2004a) en el prólogo de una de sus obras. El autor nos advertía acerca del origen social de la memoria y su interrelación intrínseca con el presente. El recuerdo no es un dato del pasado, que subsiste por sí mismo, por el contrario, sólo puede ser comprendido en relación a los marcos sociales presentes que generan su reconstrucción: "no es necesario que el recuerdo haya permanecido, puesto que la conciencia actual posee en sí misma y encuentra también en torno suyo los medios de fabricarlo. Si ella no lo reproduce es porque esos medios son insuficientes" (Halbwachs, 2004a: 115). Halbwachs se dirige de este modo a mirar la memoria no como una imagen que permanece y en algún momento se reencuentra, sino como una operación de reconstrucción: "el recuerdo es, en gran medida, una reconstrucción del pasado con la ayuda de datos tomados del presente, y preparada de hecho con otras reconstrucciones realizadas en épocas anteriores, por las que la imagen del pasado se ha visto ya muy alterada" (2004b: 71). Desde esta óptica el presente se configura en un punto central a ser mirado cuando se piensa la memoria, el recuerdo no es visto como una sustancia inmutable que existe por sí misma, sino como una operación dinámica de reconstrucción que une el pasado a las categorías actuales. A partir de aquí, la memoria se distingue de la historia, de la historia escrita, de la historia abstracta; la memoria retiene lo que aún queda vivo y con ello el pasado deja de existir (Halbwachs, 2004b)2.

No es únicamente el presente lo que el autor rescata al pensar la memoria, sino también la centralidad que, a la hora de reflexionar sobre la misma, adquieren las relaciones sociales. En sus análisis Halbwachs nos presenta un individuo que no es sino social. Quien recuerda -nos dice el autor- sólo recuerda socialmente. La posibilidad de una memoria individual se restringe a ser "un punto de vista sobre la memoria colectiva"; el recuerdo que nos parece "individual" no puede ser más que el recuerdo que se ubica en el "límite de las interferencias colectivas", que asociándose a varios grupos y a ninguno de ellos por completo nos da la sensación de ser puramente personal, cuando no es más que la combinación de numerosas influencias sociales. "Afirmamos que uno sólo recuerda a condición de situarse en el punto de vista de uno o varios grupos y volver a colocarse en una o varias corrientes de pensamiento colectivo" (2004b: 36). Con esta afirmación Halbwachs coloca las relaciones sociales de las que participa un individuo como la condición central de la reconstrucción de un recuerdo. "Hay tantas memorias como grupos" señalaba Pierre Nora (1984: XIX) al respecto de esta reflexión. "La sucesión de recuerdos, incluso los más personales, se explica siempre por los cambios que se producen en nuestras relaciones con los distintos medios colectivos" (Halbwachs, 2004b: 51). La dinámica se hace de nuevo presente, el individuo que recuerda se entiende en función de las relaciones sociales que establece. Y mientras las relaciones sociales se transforman, también lo hace la memoria del sujeto. A través de la deconstrucción del individuo como categoría cosificada, como ente autónomo y absoluto, la memoria se introduce en el análisis social.

Varios trabajos ilustran sobre este rescate del contexto social a la hora de pensar la memoria. Así, por ejemplo, Michael Pollak (1986) coloca las condiciones presentes como un lugar de observación central en las reconstrucción de los testimonios de sobrevivientes de campos de concentración nazis: "lejos de depender de la sola voluntad o de la capacidad de los testigos potenciales para reconstruir su experiencia, todo testimonio se ancla también y sobre todo en las condiciones sociales que lo vuelven comunicable"3. Una idea semejante es expresada por Sidney Mintz (1960) cuando en el intento por captar la retrospectiva de Taso, su informante, coloca el contexto social del entrevistado -en el cual se incluye también la situación de entrevista, el trabajo conjunto del antropólogo con el informante- como un dato a tener en cuenta al pensar la reconstrucción que Taso hace de su propia vida. Por su parte J. Sergio Leite Lopes y Rosilene Alvim (1999) se centran sobre un relato autobiográfico novelado de un obrero textil habitante de una "vila operária" de Paulista, en el Nordeste de Brasil. Al enfocar sobre el mundo cotidiano del escritor, los autores enfatizan sobre la relación estrecha entre aquella forma de expresión escrita de la propia vida -poco frecuente en aquel mundo- y el presente social, haciendo de la actualidad un dato de los recuerdos escritos del operario. Al hablar de los "lugares de memoria" como lugares donde la memoria muere -ya que se vuelve deliberada, se transforma en historia-, Nora (1984) dejaba en claro el carácter vivo y espontáneo de "la memoria verdadera", entendida ésta como un fenómeno que se vive socialmente.

La memoria se origina socialmente y su existencia es un dato del presente lo que convierte el contexto social en un espacio fundamental a ser atendido cuando se piensan los recuerdos y por este carril ayuda a reflexionar sobre algunos aspectos observados en el caso de una ocupación sem-terra4. Aspectos estos referidos a la marcada presencia que el origen agrícola de los acampados y el trabajo en el rozado adquieren en el acampamento.

En este aspecto, la ocupación se mostró como escenario del cruzamiento de múltiples historias de vida en las que aparecían situaciones diversas. Sin embargo, la alusión a una experiencia en el campo se presentaba como un elemento común en la mayoría de esas historias. Además de aparecer como situación común, los narradores colocaban dicha experiencia no como una anécdota ya recorrida, sino como un camino siempre presente. Su estadía actual en el acampamento hallaba en esa experiencia campesina un hilo de continuidad. Por otra parte, también los rozados que cada "familia" de acampados trabaja en la ocupación se constituyó como un factor fundamental de los discursos: el rozado no solo adjetivaba positivamente la experiencia en el acampamento, sino que también se constituía en un elemento de presentación de la persona, allí se materializaba su actividad diaria, su saber hacer. Se materializaba además la aspiración de poseer una tierra para plantarla sin depender de un patrón, aspiración que el acampar tornaba próxima.

Con esto, la figura del trabajador de campo adquiría relieve. Se reconstruía allí una memoria campesina. Si nos sumamos entonces a la propuesta de Halbwachs y otros autores y tenemos en cuenta el carácter continuo de la memoria que hace del pasado y el presente una unidad y el origen social que la misma supone, podemos preguntarnos sobre las condiciones sociales que posibilitan la reconstrucción de una memoria campesina en el acampamento. ¿De qué manera el entorno del presente nos ayuda a explicar ese rescate?

El acampamento

El acampamento Cachoeira5 se localiza en la zona norte de la mata6 pernambucana. Su existencia data de agosto de 1999 y se encuentra montado sobre un engenho de propiedad de una Usina de azúcar7 que quebró en 1996 quedando endeudada con diferentes agentes, entre los que se contaban sus trabajadores. La Comissão Pastoral da Terra (CPT) es la organización a la cual se asocia el acampamento.

En aquel espacio conviven sem-terra y moradores8. La mayoría de los sem-terra provienen de municipios próximos al del engenho Cachoeira, en la Zona da Mata Norte de Pernambuco. Si bien la categoría de acampados unifica los dos grupos y los envuelve en un universo de experiencias cotidianas donde las clasificaciones entre ambos adquieren escasa relevancia, los puntos de distinción no se encuentran completamente apagados. Más allá de la diferenciación pragmática que se invoca al hacer referencia a la potencial distribución de las parcelas en la conversión del acampamento en assentamento9 -distribución en la que los moradores adquirirían preferencia por sobre los sem-terra- la distinción se configura diacrónicamente, se actualiza cuando se invoca al pasado. En esta distinción, la categoría de morador simboliza a los habitantes antiguos del lugar, quienes acompañaron con su propia experiencia la transformación de las relaciones sociales en el área donde hoy se edifica el acampamento en cuestión. Es en la diferenciación con los sem-terra que la figura de morador se conforma, el arribo de ese grupo resignifica dicha figura. Ambas categorías operan aquí por oposición y en esta oposición el pasado juega un papel fundamental.

En el presente cuadro, los sem-terra son los nuevos habitantes que llegan al espacio de los moradores, los cuales llevan consigo un saber vivido, una memoria del lugar. Esto hace de los moradores los contadores legítimos de la historia del acampamento y de lo que va más atrás de sus inicios: al conversar sobre el lugar, ellos no exponen una historia abstracta, por el contrario, narran sus memorias. De este modo, cuando son los moradores quienes hablan de lo acontecido en Cachoeira, los sucesos adquieren continuidad con el presente y se tornan un pasado vivo; dejan de ser historia para tornarse memoria. Los moradores se convierten así en los "depositarios del pasado" de Cachoeira, sus vivencias le atribuyen a aquel pasado una continuidad con lo actual (Halwbachs, 2004a).

Sin embargo, no es únicamente la memoria del engenho la que allí se construye sino que, como se señaló, una multiplicidad de experiencias se cruza en el acampamento, una multiplicidad de situaciones diversas que constituyen las historias de vida de los acampados y se presentan en sus narraciones. El espacio de Cachoeira es así un punto de confluencia de aquella complejidad de historias, espacio que no actúa únicamente como escenográfico, sino también como un objetivo a ser alcanzado: la propiedad de las tierras sobre las que se erige el acampamento es un fin, la adquisición del espacio explica la presencia de los acampados. Estableciéndose como objetivo y como punto de confluencia, el acampamento actúa de este modo como un espacio que agrupa. Y en este sentido, los rozados que allí se construyen adquieren un papel fundamental.

En Cachoeira, las casas del antiguo engenho -nucleadas en su mayor parte en torno de lo que fue la Casa Grande- ven surgir hoy las viviendas provisorias de los acampados. La mayoría de los rozados se encuentran distantes de las mismas. Aproximadamente treinta "familias" habitan el acampamento, cada una de las cuales dispone de su parcela. Las parcelas fueron delimitadas provisoriamente hace unos pocos años por los propios habitantes de Cachoeira, con la ayuda de otros acampados y asentados del lugar ligados a la CPT. Son cultivadas en una mínima parte10 con la fuerza de trabajo familiar, buscando con esto obtener alimentos para el propio consumo. Zapallo, macaxeira, mandioca11, batata, papa, maíz, sandía, feijão verde, kiabo, maxixe, fava, inhame se cuentan entre algunos de los productos cultivados, espacialmente mezclados unos con otros como la "lavoura de pobre" indicada por Garcia Jr. (1983)12. A estos cultivos se suman árboles frutales que se encontraban previamente en el lugar, tales como bananos, cajueiros, graviola, acerola, entre otros. Algunos productos son a veces destinados a la venta, operación que se realiza en ferias cercanas al acampamento.

Además del rozado, la cría de animales es una actividad importante en la organización del acampamento. Gran parte de las personas del lugar se dedica a esta actividad, la cual auxilia a la subsistencia material proporcionando alimentos (mediante la cría de cabras, gallinas y vacas), medios de transporte (a partir de los burros y caballos) y dinero (obtenido a través de la cría y posterior venta de animales, como vacas y bueyes). La pesca se hace también presente, pero de manera poco frecuente. Otros medios de subsistencia se constituyen por las cestas básicas que durante un tiempo fueron otorgadas por el Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária (INCRA) -otorgamiento que no estaba siendo realizado durante el momento de mi trabajo de campo13-, por subsidios dados por el gobierno, como la bolsa família, y por fondos de jubilación, estos dos últimos recibidos por una escasa minoría de acampados.

El trabajo en el rozado es la principal forma de manutención y la organización cotidiana se estructura en base a esta actividad. Las personas se levantan a la mañana temprano para trabajar en su parcela, previamente dedican un tiempo al cuidado de sus animales: los conducen a zonas de pastoreo, los ordeñan, entre otras tareas. El sol leve de la mañana, como el sol que comienza a apagarse en la tarde, permite a los acampados trabajar en los cultivos. Es así que algunos de ellos retornan a la sede del acampamento durante el mediodía y horas posteriores, mientras que otros permanecen en el rozado y llevan consigo su almuerzo, permitiéndose un descanso en esas horas. Esto depende básicamente de las distancias que se atraviesan al dirigirse desde la casa (ubicada por lo general próxima a la Casa Grande, en la sede del engenho) hacia el rozado y viceversa: varios acampados deben recorrer un trecho para ellos considerable, de manera que las idas y vueltas se convierten en una dificultad, por lo que se prefiere hacer el recorrido una vez al día. La distancia es, de esta forma, un factor que la mayoría de ellos desea superar en el futuro asentamiento: construir las casas próximas al rozado es un deseo de muchos.

Cuando vuelven del rozado los hombres guardan en el establo común o cerca de su casa los animales de mayor tamaño que se encontraban pastando, actividad que coincide con la puesta del sol. Los baños ocurren luego de este final de jornada laboral y se realizan en el río o en el baño (en el caso de los acampados cuyas casas lo poseen, aún en este último caso se prefiere en ocasiones el río). Posteriormente a esto las "familias" se reúnen para cenar. Algunos acampados que viven solos comen a veces en las casas de otras familias. Este es un momento de descanso y por lo general se ve seguido de encuentros entre los vecinos que se juntan para conversar. Además de la cena, las otras dos refecciones del día son el café da manhã y el almuerzo. Los alimentos que se emplean en las diferentes refecciones son semejantes, con poca variabilidad entre una y otra comida (macaxeira, cuzcuz, batata, papa, huevos, carne, salchichas y diferentes tipos de poroto -el cual no se encuentran en el desayuno-, siempre acompañados de café). La mayor parte de estos alimentos proviene de la propia producción de los habitantes.

Cotidianamente la actividad de cultivo es entonces un punto central de organización de los acampados, de modo que el calendario agrícola se vuelve una referencia fundamental. Los tiempos de reorganización de los cultivos y la llegada del verano y del invierno -respectivamente del período de seca, que se extiende aproximadamente desde septiembre hasta abril/mayo y de lluvias, que ocupa los meses que restan- se convierten en puntos de demarcación temporal fuertemente presentes en el imaginario de las personas que participan de la ocupación.

Hombres y mujeres trabajan en el rozado, el cual requiere de la fuerza de trabajo familiar como se señaló anteriormente. Además del desempeño en el rozado las mujeres se dedican a la preparación de las comidas, a la limpieza de la "casa", al lavado de ropas y se encargan de buscar leña y agua para beber en las cacimbas. Hombres que viven solos es un caso frecuente en el acampamento, ya sea por causa de soltería, viudez o -lo que es lo más común- porque la familia de procreación se encuentra en la rua14 mientras el hombre permanece en el acampamento en espera de las tierras. Esta situación hace que las tareas realizadas en su mayoría por mujeres sean también desempeñadas por personas del sexo masculino, modificando con esto algunos patrones de división sexual del trabajo en aquel lugar. Así, muchos hombres acampados limpian su casa, lavan su ropa, preparan la comida, entre otras actividades. Y mantienen, es pertinente señalarlo, intensos lazos de reciprocidad con los vecinos. La cría de animales es otra actividad compartida por ambos sexos, si bien algunos animales se destinan preferentemente al cuidado femenino y otros al cuidado masculino. En el caso de las ferias donde se venden los productos, son los hombres los que concurren allí.

También los "hijos" se desempeñan en el rozado, son particularmente niños los que observé en esta tarea (no menores de diez años, aproximadamente). Por otra parte, visualicé una participación más destacada de los hijos varones en el cuidado de los animales, mientras que las mujeres ayudan a sus madres en las tareas de la casa, a pesar de que los niños también lo hacen. La concurrencia a la escuela es realizada por niños y niñas, lo que ocupa la mayor parte de su tiempo.

Cuando se observan estos aspectos de la organización del acampamento se encuentran varias similitudes con lo que Heredia (2003) señala al respecto de una población campesina situada en la Zona da Mata Norte de Pernambuco, próxima a Cachoeira. Así, la predominancia del trabajo en el rozado, los cultivos que allí se realizan, la organización del año agrícola en dos estaciones (verano e invierno), la organización de los ritmos cotidianos, la alimentación, la división sexual y etaria del trabajo, entre otros, son factores descriptos por la autora en los que se percibe una gran semejanza con lo visualizado en el acampamento. El deseo de acortar las distancias entre las casas y los rozados -al que varios acampados hicieron referencia- es otro dato que dice al respecto de esta proximidad si se tiene en cuenta que en la población estudiada por Heredia "la casa y el roçado correspondiente constituyen generalmente una única unidad espacial, no existiendo en general una separación notoria entre ellas" (2003: 25)15. Por otra parte, que en Cachoeira son los hombres quienes participan de la ferias, es una ilustración de lo indicado por Palmeira (1971) al respecto de la participación en la feria como una actividad definida socialmente como masculina16.

Los datos anteriores permiten observar el acampamento como un espacio donde - además de las características que adquiere en su condición de ocupación sem-terra (lo que no será tratado aquí)- se hacen presentes aspectos que recrean una organización cotidiana que, en su semejanza, establece lazos con grupos de pequeños productores de la región. Un acampamento en cuya organización se actualiza una experiencia campesina que excede los límites de este, se abre a nuestras miradas.

El rozado y la constitución de una memoria campesina en Cachoeira

El rozado -como también la cría de animales- adquiere entre los acampados un papel protagónico. Como se señaló, el cultivo de las tierras organiza los ritmos constitutivos de la cotidianeidad de Cachoeira y ocupa un tiempo considerable de las actividades diarias. La actividad agrícola juega además un papel central en la presentación que los habitantes de Cachoeira construyen de sí, en las narraciones sobre su vida y sobre su experiencia en el acampamento, como veremos más adelante. A su vez, actúa como un elemento que media y posibilita las relaciones entre acampados y no acampados.

Pueden señalarse algunos ejemplos en este último sentido. Así, la participación de los acampados en las ferias y la interacción con los agentes que a ellas concurren es una actividad que se ve posibilitada por la existencia de un rozado. Por otra parte, la tarea agrícola operó como un mediador fundamental en las relaciones que entablé con las personas: las visitas que realicé a sus cultivos, los regalos de sus productos, la conversación sobre su trabajo fueron lugares constitutivos de nuestras interacciones. Lo mismo ocurre en lo que hace a las relaciones entre los habitantes de Cachoeira y el INCRA, como entre estos y la CPT, donde el rozado ocupa un lugar significativo. Mostrar que producen, que trabajan, fue señalado por los acampados como un punto relevante en la formación de su imagen, de la imagen de un grupo que se orienta hacia la obtención de las tierras que ocupa. Esto se vuelve interesante de ser pensado cuando se tiene en cuenta la importancia que en la desapropiación juega la productividad de la tierra17, de manera que producir en la tierra donde se encuentran acampando se vuelve simbólicamente relevante en las interacciones mantenidas con los agentes encargados de ejecutar el proceso de desapropiación en el ámbito administrativo. Por su lado, existen formalmente ciertas pautas morales que deben ser cumplidas para asegurar la permanencia en el acampamento. El adjetivo de "trabajador" es un ladrillo prioritario en la conformación de aquellas pautas, conformación donde la CPT comparte un papel protagónico. Señalaba Halbwachs: "…la sociedad aprecia las cualidades profesionales desde su punto de vista, que no es el de la técnica, pero que es el de la tradición" (2004a: 295). El conjunto de tradiciones indicado por el autor, que se encuentran en la base de la profesión, adquiere aquí una presencia explícita.

De este modo, el rozado materializa significados que permiten establecer un código común posibilitando el diálogo entre diversos interlocutores. Ser un trabajador, un productor, configura una idea que, al hacer referencia a significados relevantes en el universo de los trabajadores del campo, de la "opinión pública" y de las normas legales, actúa como articuladora de códigos diversos. El acto de poner a producir las tierras recrea tanto un saber-hacer del habitante del campo, como un parámetro moral positivo en el universo de la opinión pública, así también actualiza una norma legal. El rozado se vuelve un punto de confluencia, posibilita la mixtura de lenguajes.

En lo que hace al relato de los acampados, la experiencia etnográfica en Cachoeira vio nacer una conjunción de historias de vida y de experiencias cotidianas en las que se mezclaban los más diversos aspectos, como también algunos puntos en común. La vivencia en el campo era un lugar visitado en la totalidad de los relatos y se presentaba como una experiencia centralmente constitutiva de la persona que relataba.

En el acampamento viven Joaquim, Tatá Boi y Estela, entre tantos otros que me contaron trechos de sus experiencias. Con Joaquim conversé sobre su esposa y sus tres hijos que viven en la ciudad, me decía que el costo de los transportes tornaba dificultosas las visitas y con ello la dificultad impregnaba su cotidiano; conversamos además sobre la enfermedad que lo perseguía, enfermedad que comenzó a manifestarse a los 8 años y que él asociaba a su nacimiento antes de tiempo, un antes transcurrido en la incubadora; también su gusto por criar animales se presentó repetidas veces en sus enunciados, así como su origen en el campo, en un sítio de Feria Nova donde aprendió al respecto de la cría de animales y del trabajo en la tierra, y donde aprendió también sobre la aproximación progresiva de cercados colocados por fazendeiros que iban adquiriendo tierras. Su experiencia en la rua donde habitó 10 años luego de salir del campo y antes de lanzarse a la experiencia de acampar y donde siguió criando animales, aún con el espacio pequeño del que disponía, fue otro lugar transitado en nuestras interacciones. También, conversamos sobre varias otras cosas.

Joaquim contaba que desde pequeño conoce el campo. La tierra donde nació era del abuelo. Cuando este murió, la misma se dividió en porciones pequeñas que fueron distribuidas entre sus hijos. Una de estas porciones fue el hogar de Joaquim durante muchos años. Allí tenían un rozado y criaban animales, como también trabajaban en propiedades que arrendaban y en la caña. Su vida en el campo acabó cuando un fazendeiro fue comprando las tierras de los hermanos de su padre. Aún cercados y amenazados por pistoleros, su padre se negaba a vender. Finalmente, se fueron a la ciudad, pero ni allí dejaron de criar y plantar, y así "enchiam o quintal de cabras". Joaquim "gosta muito da terra, de suas cabras, da luta" y me decía que es eso lo que fue a buscar a los acampamentos. Cuando llegó a Cachoeira fue "a pior agonia". Fue muy difícil construir el rozado, pero una vez que consiguió montarlo todo cambió, aunque hoy, enfermo, sin atención médica y con su familia lejos, continuar le resulta un "sofoco".

Como los demás factores que Joaquim colocaba en la construcción de su relato, su gusto por la vida del campo y la imposibilidad de tener sus propias tierras se conjugaban formando parte de su experiencia presente en el acampamento, su pasado campesino se presentaba como un dato actual, asomaba en la forma de memoria. En sus recuerdos el campo se mostraba como un factor constitutivo de su vida, de sus deseos, de sus intereses y experiencias, como un punto disparador de la búsqueda de hoy, de la lucha por la tierra. Y aquel factor constitutivo se actualizaba en el acampamento. Estar en Cachoeira -decía Joaquim - le brindaba la posibilidad de estar en contacto con lo que le gustaba, gustos asociados a su experiencia en el campo. Allí Joaquim podía criar sus gallinas y cabras (que ordeñaba todas las mañanas), plantar, tener el sítio que nunca pudo comprar y siempre quiso. Allí podía producir. Lo que despertaba el contexto de la ocupación era así su identificación como trabajador de campo, su experiencia campesina -y aquí la ciudad no se presentaba más que como su contraparte, como un trecho del pasado (o del futuro) que intentaba ser superado en su búsqueda. De este modo, el origen campesino y el acampamento adquirían una asociación directa, la memoria campesina encontraba en ese entorno su lugar.

Tatá Boi también tiene hijos, pero ya grandes, y es viudo. De sus once hijos, cuatro están vivos y todos casados. Al igual que Joaquim, vivió y se crió en el campo, en un municipio de la Mata Norte de Pernambuco, cercano a Cachoeira. Asimismo, habitó la ciudad (sin salir del municipio), donde vivía "da maré", pescaba y eso no le daba para comer toda la semana. En este último lugar también trabajó como pedreiro, además de desarrollar otras actividades laborales. En el campo, vivió en un engenho de una usina, plantaba caña al igual que su padre. Contaba Tatá Boi que allí se vio en un episodio semejante al del acampamento: el usinero no quería que se queden en sus tierras. Sólo que en aquella época debieron irse a la ciudad, mientras que hoy únicamente sale de Cachoeira en el cementerio, señalaba. Llegó allí a partir del comentario de un vecino de la ciudad sobre la existencia de una parcela para plantar.

"É tão bonito", opinaba Tatá Boi cuando miraba las tierras que se extendían más allá de su casa de acampamento. En la ciudad "não há futuro", todo tiene que ser comprado y solo compra quien puede hacerlo. En cambio, en el acampamento sí tiene futuro ya que posee su rozado, puede plantar para él mismo y no trabaja más para nadie -decía el entrevistado mientras me señalaba a la distancia el espacio cultivado y me hablaba con orgullo de sus productos, algunos de los cuales recibí como regalo. Entretanto conversaba sobre su rozado, Tatá Boi agregaba a su relato las respuestas a mis interrupciones, que indagaban acerca del significado de "conta", "pé" y demás terminologías que él empleaba, abriéndome camino a un saber específico. Tatá había conseguido que la "macaxeira" sea abundante y la vendería en la feria, también había logrado un buen "milho" y el aspecto del "jerimum" y las "vitaminas" que me ofreció lo honraban. Quiere plantar banana, lo que no fue hecho durante los dos años que está en el acampamento. Es necesario dejar pasar un año para esta plantación, me comentaron algunos acampados, como Benedito, por ejemplo, quien no la había realizado todavía ya que era el primer año que estaba allí. Si en el primer año en el rozado se planta banana la persona muere o se muda, me explicó este último, agregando que él seguía la costumbre que le enseñaron su padre y sus antepasados.

Tatá Boi no se proyecta ahora plantando caña, la caña que lo sacó de sus tierras, ni desea volver a la ciudad donde precisa dinero para comprar y donde no tiene casa (ya que se la regaló a su hija, y a la casa de los hijos sólo se va de visita para no ser "xingado"). En el presente, Tatá se proyecta trabajando la tierra, su tierra. Quiere plantar su rozado y quedarse en el acampamento, solo la muerte lo sacaría de ahí. Cultivando a expensas del "cabra" de la usina, situación que le recuerda el momento en que fue expulsado del campo junto a su padre, él defiende hoy sus tierras.

En una mirada retrospectiva Tatá Boi se observaba positivamente, su gusto por el trabajo agrícola encontraba en el presente un espacio y tejía una línea directa con su pasado. Con el rozado actualizaba un saber-hacer aprendido en sus experiencias laborales en el campo, un saber que se combinaba ahora con una independencia: no trabajaba para nadie más que él mismo, el patrón usinero -junto al empleador urbanodesaparecían.

Estela conversó sobre sus seis hijos, tres viven con ella, una nena de dos años se encuentra en la casa de su hermana y dos hijos casados viven en la casa de su ex marido. Me contaba además que le gusta el campo más que la ciudad. Se crió en un sítio de la Zona da Mata Norte y aprendió a plantar con el padre. Como Joaquim y Tatá Boi también dejó el campo, su familia debió abandonarlo. A los doce años comenzó a trabajar en Recife como empleada doméstica, los fines de semana volvía a la casa de sus padres que ya no estaban en el campo, pero sí en el mismo municipio del sítio donde se crió. Cuando se casó, Estela retornó a este último lugar y, junto a su marido, fueron a vivir a un terreno donde plantaban. Al mismo tiempo que plantaban, el marido -que antes se había desempeñado en la caña- trabajaba como constructor. Por decisión de este último, ella abandonó su trabajo como empleada doméstica. Estela narró extensamente lo difícil de aquel casamiento que duró veinticinco años, los golpes físicos de su ex-marido hacia ella y sus hijos. Recordó también las dificultades que le trajo la separación, cuando perdió su casa y debió refugiarse en la vivienda de su hermana un tiempo y en la de su madre otro tiempo (ambas vivían en el mismo municipio, allí donde Estela nació). Cuando la situación de vivir con su madre "não dava mais", Estela alquiló una casa y "andava pedindo esmola" para pagarla, hasta que una amiga, que la vio "pasando dificultades", le avisó de un acampamento próximo a donde vivía.

A pesar que "os sem-terra" le daban miedo, Estela concretó la sugerencia de su amiga y permaneció siete años en aquel acampamento, acompañada de manera permanente por uno de sus hijos. Allí tenían un rozado, comentó, pero muy pequeño, y no todas las personas disponían de uno. Las escasas plantaciones y lo "violento" del acampamento fueron parámetros centrales en las evaluaciones que Estela hizo sobre este lugar. En los dos aspectos Cachoeira es diferente, opinaba, si bien en un comienzo fue "ruim" ya que no tenían rozado. Pero ahora, después de siete meses de estar allí, ella y su marido -a quien conoció en el acampamento anterior- plantan "jerimum, fava, milho, coentro, macaxeira, pimentão, alface, batata", entre otros productos. Además del rozado principal, tienen un rozado menor que se localiza cerca de su casa y que me enseñaron con gran placer. Participan también de la feria, donde venden principalmente fava, es su marido quien se dirige allí.

A Estela no le gusta acampar, se encuentra lejos de su lugar de origen (donde viven su madre, su hermana y tres de sus hijos), lejos de su hija pequeña con quien querría estar, le provoca miedo y se siente ajena a las formas organizativas que implica la participación en una ocupación. Sin embargo, si bien el acampamento como una forma de movilización colectiva le resulta extraño, el acampamento no se cierra para Estela en aquel significado. Ella y su marido dedican gran parte del día a plantar -enfatizaba-, ocurriendo que su cotidianeidad en el acampamento se ve tomada por el desempeño en el rozado. Y así -como señaló- Cachoeira despierta en ella su experiencia campesina, le recuerda el campo.

La actividad en el rozado recrea para los acampados una experiencia campesina, su recuerdo del trabajo en el campo se vuelve un dato del presente, se actualiza en el acampamento. El rozado teje una línea directa entre el ayer y el hoy y múltiples historias de vida se articulan a partir de este recuerdo, el origen campesino atraviesa todas las historias y permite así su cruzamiento.

De esta forma, el rozado materializa un elemento en común de la experiencia de vida de los habitantes de Cachoeira y lo articula con un espacio concreto: la tierra cuya desapropiación es buscada. Actualiza un elemento de identificación en la multiplicidad de historias de vida que allí se presentan, un elemento de identificación positiva que posibilita el diálogo con otros universos. El trabajador de campo encuentra en el rozado una expresión. Las historias vividas confluyen allí, las historias transcurridas en Cachoeira -como las de los moradores- y las experiencias que exceden aquel espacio pero que se ligan con la tierra, ligazón que hoy se renueva en el acampamento. El rozado es un punto de identificación que posibilita la mixtura, la articulación de la variabilidad.

En este sentido, el rozado puede entenderse como una actividad que materializa la construcción de una memoria colectiva, una memoria que se convierte en bisagra de experiencias de vida disímiles. Es un "lugar" de identificación y una actividad cotidiana, una "materialización de la memoria", pero una materialización dinámica. Lejos de convertirse en un lugar petrificado, en un lugar "histórico", con el trabajo en el rozado la memoria se recrea "en el gesto y en el hábito, en los oficios donde se transmiten los saberes del silencio, en los saberes del cuerpo, las memorias de impregnación y los saberes reflejos" (Nora, 1984)18. Con el rozado "la memoria es vivida colectivamente" (1984: XXX).

Como espacio de articulación el rozado se vuelve así una actividad central en la existencia del acampamento. Sin embargo, no en todas las ocupaciones existe la posibilidad de producir (y por esto la oportunidad de plantar las tierras fue un punto positivo recurrente en la valoración de Cachoeira)19. Lo anterior no evita su centralidad: si la existencia del rozado no es un acto, se hace presente de manera potencial, se busca su presencia con la desapropiación.

Pero Jacinta no tiene rozado. "Está transitoria", decía Mário. Es interesante citar su caso con el fin de ilustrar sobre este protagonismo del rozado. Jacinta tiene más de sesenta años y era una acampada de Cachoeira. El tiempo que allí había transcurrido era breve, aproximadamente un mes. Vivía sola y era soltera. Ella me contaba que su llegada al acampamento fue debido a un pedido que algunas personas de la CPT le hicieron para que organice un grupo de maracatú20 entre los asentamientos y acampamentos de la región.

La presencia de Jacinta en el acampamento se constituía en un elemento de disonancia en relación a las normas acostumbradas en la organización de este espacio. Varios elementos podrían ser analizados con respecto al desafío que presentaba hacia algunos de estos parámetros de organización. Así, Jacinta no se restringía al espacio reservado al mundo femenino: circulaba diariamente por los acampamentos y asentamientos de la zona que pertenecían a la CPT construyendo una red que excedía la amplitud de relaciones habituada en las mujeres, y circulaba por lo general sola; participaba activamente de las asambleas realizadas en el acampamento colocándose dentro de la sala de reuniones -lugar ocupado por los hombres-, mientras que las otras mujeres se instalaban en el sitio externo a la habitación, asomándose a la reunión a través de las ventanas. Era además soltera y estaba por casarse con un habitante de un asentamiento cercano de la CPT. Sin embargo, lo que aquí quiero destacar al respecto de la particularidad de Jacinta dice en relación a su no posesión de un rozado y su ligazón con el maracatú, con lo cual no era únicamente el lugar asignado a las mujeres lo que se desafiaba, sino también la centralidad de la tierra como espacio por excelencia del trabajo.

Citaré una situación. Durante una asamblea en Cachoeira Jacinta hizo referencia al maracatú. Túlio, uno de los acampados allí presentes se dirigió hacia ella señalando que con aquel tema únicamente lograba molestar, ya que el maracatú es para perezosos. De lo que se trata es de trabajar -opinaba este acampado- asociando el trabajo con la tierra y la cría de animales. Jacinta se defendió en una alusión a los gustos personales: al que le gusta le gusta y al que no no, cada quien tiene sus gustos, respondió. Para Túlio la presencia del maracatú en el acampamento, la "brincadeira", estorbaba el quehacer de sus habitantes, quehacer que se identificaba con la actividad agrícola y el ganado.

Jacinta era una acampada y se dedicaba al maracatú, pero no tenía rozado. Si bien aquella actividad no era mal vista por todos -e incluso era apreciada por varios-, lo que le daba una connotación negativa en esta situación era que se constituyese como la actividad principal de uno de los acampados, su combinación con la ausencia de rozado. Por sí sola aquella actividad no podría justificar la presencia de Jacinta en el acampamento, no era suficiente para posibilitar su pertenencia al grupo de acampados. Se hacía necesaria su constitución como "trabajadora", su ligazón con la tierra, la ligazón del trabajo con el espacio procurado. Se hacía necesaria su participación en la actividad donde se agrupaban las varias historias de vida que confluían en Cachoeira, la actividad que recreaba la memoria colectiva. Sin rozado, Jacinta no podía estar más que transitoriamente.

En el acampamento, plantar era una condición. La dedicación exclusiva al maracatú corría el riesgo de desvirtuar la tierra como foco central de la actividad laboral, desafiando un espacio de articulación, un espacio de identidad común.

Conclusiones

A lo largo del trabajo intenté mostrar la memoria campesina como un espacio de articulación y el trabajo en el rozado como una actividad fundamental en la construcción de esta memoria.

A este respecto, el rozado se constituía en una actividad central en el acampamento, tanto en la práctica como en el discurso de los habitantes. Se observaba allí una continuidad con una forma de existencia que excedía la consideración del acampamento como mero producto de una organización sem-terra. La actividad cotidiana en el rozado recreaba para los habitantes de Cachoeira un pasado rural, actualizaba un modo de vida adquirido en el campo, favorecía la construcción de una memoria campesina. Y esta memoria era compartida por la totalidad de acampados. De manera que el énfasis que el rozado adquiría entre los mismos no solo recreaba una memoria de trabajo en el campo, sino que también enfatizaba sobre un aspecto común de los varios pasados vividos. El rozado se presentaba así como un articulador de la variabilidad, como articulador de historias de vida, como una actividad que posibilitaba y materializaba la construcción de una memoria colectiva.

Dicha articulación no sólo se ejercía entre los acampados -quienes se unían en lo que fuera su experiencia en el campo-, sino también entre estos y otros universos, tales como el de la "opinión pública" o el de las normas legales de la reforma agraria, donde la idea de trabajar y producir las tierras encontraba una valoración positiva, facilitando de este modo el diálogo.

Mirando, como Halwbachs y otros autores, la memoria como un dato actual, como un fenómeno que se entiende en relación al presente, vemos entonces como las condiciones sociales, el entorno del acampamento, favorecen la reconstrucción de una memoria campesina que, como punto de articulación, se vuelve una parte fundamental en la lucha implicada en el acampar.

Notas

1 Entrevista con Zezé, quien fue acampado de Cachoeira. En la cita el entrevistado se refiere a su suegro, ex morador de Cachoeira. El nombre colocado aquí no es el verdadero.

2 Foucault (2005) indica esta distinción al reflexionar sobre la "mutación epistemológica de la historia", mutación en donde la historia ya no se dedica a "memorizar", por el contrario, se vuelca hacia las discontinuidades, hacia las diferencias.

3 "Loin de dépendre de la seule volonté ou de la capacité des témoins potentiels de reconstituer leur expérience, tout témoignage tient aussi et surtout aux conditions sociales qui le rendent communicable" (1986:4).

4 Estas ocupaciones que toman la forma de acampamento (Sigaud, 2000) se realizan en propiedades no productivas a los fines de su desapropiación. Las mismas adquieren un lugar predominante en la zona de plantación de caña de Pernambuco a partir del final de la década de los ochenta, cuando el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST) se incorporó en la región recreando estas formas de lucha por la tierra que fueron adoptadas por otras organizaciones. A partir de este momento "a luta pela terra deixou de ser uma resistência contra a expulsão" (Leite, Heredia, et al., 2004: 53) y las ocupaciones se convirtieron en la principal forma de reivindicación de la Reforma Agraria, institucionalizada en 1964 con el Estatuto da Terra. A través de la lucha de los Movimientos las ocupaciones pasaron a ser reconocidas por el Estado y se constituyeron en un factor generador de los procesos de desapropiación.

5 En este escrito utilizo nombres ficticios para designar al acampamento y a las personas que viven allí.

6 La zona da mata se extiende sobre las márgenes del Atlántico, desde Rio Grande do Norte hasta el Sur de Bahia. La producción de caña de azúcar es la actividad económica principal de la zona, caracterizada por el monocultivo y el latifundio. El nombre de la región deriva de la selva que se constituía en su paisaje predominante previamente a la introducción de la caña de azúcar, lo cual comienza en el siglo XVI. En relación a la Mata Norte de Pernambuco, las Usinas instaladas allí son menores que las instaladas en el Sur, además, los cambios ocurridos en la producción de caña se desarrollaron aquí más lentamente (Andrade, 1998).

7 "O Termo engenho designava no passado o conjunto fábrica-plantação e, mais especificamente, a fábrica onde, dentro de uma propriedade rural, era produzido o açúcar. Hoje o termo é utilizado em Pernambuco, onde os últimos engenhos propriamente ditos deixaram de moer na década de 50, para designar qualquer grande propriedade, que pertença a um proprietário independente ou que faça parte do patrimônio territorial de uma usina, que plante cana de açúcar" (Palmeira, 1976). La Usina refiere a la "moderna fábrica de açúcar" que se instaló en las tierras de estos antiguos engenhos, proceso que se inicia en Pernambuco en las dos últimas décadas del siglo XIX (Andrade, 1998).

8 Los moradores se constituyeron en la principal fuerza de trabajo utilizada en la producción de caña de los Engenhos de la Zona da Mata de Pernambuco -donde recibían casa y una porción de tierra para cultivar productos de subsistencia, además de criar animales-, en el período que se extiende desde la abolición de la esclavitud hasta mediados de 1950, momento en el cual comienza su expulsión de los engenhos. A pesar de la desaparición de las antiguas relaciones que definían la morada, la categoría de morador continúa vigente en el contexto social de los trabajadores rurales (Palmeira, 1976).

9 Los assentamentos se construyen sobre la tierra ya desapropiada. Allí, la distribución de parcelas se realiza siguiendo un orden de preferencia (Estatuto da Terra. Título II. Capítulo II. Art. 25 y Ley 8.629/93. Art. 19).

10 La ocupación mínima de la parcela no se debe únicamente a la insuficiencia material (escasez de mano de obra, de agua, de maquinarias, de dinero, invasión de plagas, etc.), destacada por los acampados, sino también a la situación de transitoriedad que los mismos experimentan, al "miedo" a perder el producto de su trabajo si las tierras no llegasen a ser desapropiadas.

11 En el sentido que aquí se emplea, la "mandioca" se utiliza únicamente para la elaboración de harina, no es comestible sin pasar antes por este proceso.

12 En su estudio basado sobre pequeños productores de la Zona da Mata Sul de Pernambuco, Garcia Jr. indica la asociación de varios cultivos en los roçados de dichos productores: "Um traço distintivo básico da pequena produção é justamente a importância que aí assume a associação de cultivos num mesmo terreno (…). Foi freqüentemente ressaltado, durante a pesquisa de campo, que lavoura de pobre era tudo misturado porque contava com pouca terra, enquanto lavoura de rico era 'uma em cada canto', porque a terra possuída o permitia" (Garcia Jr., 1983: 126).

13 Las cestas básicas se componen de alimentos. Se enviaban mensualmente al acampamento.

14 Este es un término utilizado frecuentemente por los acampados para aludir a la ciudad.

15 Si bien se trata de una zona más lejana y se observan mayores diferencias, también varios aspectos descriptos por Garcia Jr. (1983) al respecto de pequeños productores localizados en la Zona da Mata Sul de Pernambuco se hacen presentes en el acampamento.

16 El autor analiza dos ferias de la Zona da Mata pernambucana, localizada una en la Zona da Mata Norte y la otra en la Zona da Mata Sul. Es principalmente en los sectores centrales de la feria que esta masculinización se torna efectiva (Palmeira, 1971). En la población que estudia, Heredia (2003) también observa la predominancia masculina en esta actividad.

17 El incumplimiento de la "función social" de la tierra habilita su desapropiación. Entre los factores que conforman dicha función social se encuentra el "aproveitamento racional e adequado" que refiere a la productividad de la tierra (Lei Nº 8.629/93). Este punto ocupa una atención central en la ejecución de las desapropiaciones.

18 "…Dans le geste et l'habitude, dans les métiers où se transmettent les savoirs du silence, dans les savoirs du corps, les mémoires d'imprégnation et les savoirs réflexes…" (Nora, 1984 : XXV).

19 Acampar en los costados de las rutas, fuera de la propiedad cuya desapropiación se exige, se convirtió en una estrategia de quienes realizan las ocupaciones ante la Medida Provisoria Nº 2183-56 - 24/08/2001 (art. 4, inciso 6), la cual introduce la categoría de "invasor" y penaliza las ocupaciones de propiedades. Se establece allí que: "O imóvel rural de domínio público ou particular objeto de esbulho possessório ou invasão motivada por conflito agrário ou fundiário de caráter coletivo não será vistoriado, avaliado ou desapropriado nos dois anos seguintes à sua desocupação, ou no dobro desse prazo, em caso de reincidência; e deverá ser apurada a responsabilidade civil e administrativa de quem concorra com qualquer ato omissivo ou comissivo que propicie o descumprimento dessas vedações". El tamaño de las tierras sobre las que se construye el acampamento se vuelve muy pequeño en las márgenes de las rutas, lo que torna difícil la producción.

20 No cabe aquí detenerme en una definición del "maracatú". Diré tímidamente, con los fines exclusivos de orientar al lector, que en el maracatú se combinan músicas, cantos y danzas y, actualmente, es durante el carnaval de Pernambuco que se espectaculariza.

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