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Avá

On-line version ISSN 1851-1694

Avá  no.22 Posadas Apr. 2013

 

ARTÍCULOS

Madres, ciencia y burocracia

 

María Victoria Castilla

Dra. En Antropología. Investigadora CONICET-FLACSO. vickycastilla@yahoo.com.ar

Fecha de recepción del original: febrero de 2011. Fecha de aceptación: diciembre de 2011

 


RESUMEN

Partiendo del análisis de los principales argumentos sobre parentesco y familia desarrollados en la Antropología durante las últimas décadas y basada en los resultados de una investigación etnográfica en la ciudad de La Plata, en este texto me propongo describir y analizar críticamente las características, contradicciones, continuidades y/o cambios en las dinámicas de cuidado, contención y atención que desarrollan las madres del nuevo siglo en relación con las de 1970. Uno de los principales argumentos es que las reformas neoliberales implementadas en Argentina, principalmente durante 1990, transfirieron al ámbito doméstico actividades (salud, vivienda, seguridad o educación) que desde la primera mitad del siglo XX estaban a cargo del Estado. Este proceso, pone en juego estrategias de cuidado, atención y contención diversas que varían entre la tercerización del cuidado acompañada por una creciente cientifización del mismo y/o una tendencia hacia la burocratización del mismo.

PALABRAS CLAVE: Maternidad; Individualización; Cientifización; Burocratización.

Mother's science and bureaucracy

ABSTRACT

Based on an analysis of the main arguments on kinship and family developed in the Anthropology and based on the results of an ethnographic research in La Plata, in this text I describe and critically analyze the characteristics, contradictions, continuities and/or changes in the dynamics of care, containment and attention that develop the mothers of the new century compared with 1970`s mothers. One of the main arguments is that the neoliberal reforms implemented in Argentina, mainly during 1990, transferred activities (health, housing, security or education) to the domestic sphere that since the first half of this century were in charge of the State. In this process, mothers develops strategies of care and containment taht various between the outsourcing of care accompanied by a growing cientifización and/or a bureaucratization of the care.

KEY WORDS: Motherhood; Individualization; Cientifizacion; Bureacratization.

 


INTRODUCCIÓN

Durante el transcurso de los últimos treinta años han ocurrido cambios significativos tanto en el tipo, forma e intensidad de los vínculos familiares y de la organización de los grupos domésticos, como en los discursos sociales que se tejen en torno a la familia, la maternidad o las relaciones inter/intragénero (Cosse, 2006; Valdés, 2007; Wainerman, 2005; Torrado, 2000; Roudinesco, 2002). Nuevas estrategias vinculares, residenciales, afectivas o de unión -por ejemplo, en Argentina la reciente sanción del matrimonio entre personas del mismo sexo1- no sólo gozan de amparo jurídico sino de una mayor aceptación social respecto de décadas anteriores. Conjuntamente con estos cambios, persiste en los distintos sectores de la sociedad un núcleo duro del horizonte ideacional de la "buena maternidad" en el cual el amor incondicional hacia los hijos, la entrega de tiempo y recursos, la postergación de los proyectos personales y la vigilia constante para que los hijos logren ser seres felices y competentes, son dimensiones que se encuentran estructuradas y que, a la vez, estructuran las prácticas y normativas maternales y los sentidos atribuidos al ser mujer.

Partiendo del análisis de los principales argumentos sobre parentesco y familia desarrollados en la Antropología durante las últimas décadas y basada en los resultados de una investigación etnográfica en la ciudad de La Plata, Argentina2, en este texto se identifican, describen y analizan críticamente las características, contradicciones, continuidades y/o cambios en las dinámicas de cuidado, contención y atención que desarrollan las madres del nuevo milenio en comparación con las madres de la década de 1970.3 Sin dejar de lado, los condicionantes estructurales que limitan o facilitan las lógicas de cuidado y que dan forma a los arreglos y experiencias cotidianas de la maternidad, tanto en los sectores medios como en los más marginales y vulnerables.

Uno de los principales argumentos que se desarrolla a lo largo del texto plantea que las reformas neoliberales implementadas en Argentina, sobre todo, durante la década de 1990 y la crisis social, política y económica que tuvo su corolario en diciembre de 2001, dieron el marco para el surgimiento de nuevos problemas sociales, así como acentuaron viejas y conformaron nuevas desigualdades (Bayón y Saraví, 2002). Específicamente, la transferencia de las actividades  (cuidados de la salud, vivienda, seguridad o educación) al ámbito doméstico, que desde la primera mitad del siglo XX habían estado a cargo del Estado, actuó como catalizador de la precariedad, las falencias, los aciertos, virtudes, contradicciones o semejanzas de las estrategias maternales.

Este proceso de transferencia de responsabilidades y costos hacia el dominio de los vínculos familiares, pone en juego estrategias de cuidado, atención y contención que, a su vez, varían según las capacidades y los recursos económicos, afectivos, materiales y culturales con los que cuentan las madres. Si para algunas, la tercerización acompañada por una creciente cientifización del cuidado es una posible respuesta al proceso antes mencionado, para otras, el énfasis puede situarse en una tendencia hacia la burocratización del mismo. Ambas respuestas, pueden pensarse como la continuación de "las maternidades" por otros medios.

El texto se estructura de la siguiente manera. En el primer apartado, se analiza la relación entre las dinámicas familiares, los supuestos y nociones de "familia" presente en el Estado argentino y las características de las políticas sociales en el país. En el segundo, se plantea y desarrolla el concepto de destradicionalización y cientifización de la maternidad, mientras que en el tercero se analiza el fenómeno de la burocratización del cuidado de los hijos.4

EL ESTADO Y LAS DINÁMICAS FAMILIARES

En Argentina, en la década de 1950 juntamente con el desarrollo de la economía basada en el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, y luego con el surgimiento del Estado de Bienestar, comenzó a consolidarse una organización social basada en la familia nuclear con una clara división de los roles de género. En la misma, el hombre era el principal (o único) proveedor, quién con el esfuerzo de su trabajo proporcionaba el sustento económico; mientras que la mujer, se encargaba de cuidar a los hijos y de las tareas domésticas del hogar.

A lo largo del siglo XX, se produjeron numerosos procesos que acompañaron la transformación de "las familias" en Argentina. El Estado de Bienestar, cambió el rumbo de la historia al convertirse en un promotor del modelo de "familia nuclear", el que principalmente se consolidó como propio en los sectores medios y luego se extendió como un horizonte normativo para todos los sectores sociales. Este modelo familiar estipulaba un "deber ser" para varones y mujeres y dibujaba los contornos del proyecto vital y las conductas apropiadas para las relaciones de la pareja matrimonial y entre padres/madres e hijos-hijas (Cosse, 2006).

En las madres recaía la responsabilidad de tener hijos sanos, futuros ciudadanos, de cuidarlos y criarlos de acuerdo a las normativas tanto médicas como religiosas; mientras que en los padres se volcaba la expectativa de ser los proveedores y la autoridad del hogar. Emergió una dimensión pública de la maternidad a partir de la aceptación de cierto grado de responsabilidad del gobierno sobre el bienestar de los niños (principalmente, la educación y la salud). No obstante, se mantenía la definición de la misma como una experiencia individual privada, donde las madres debían hacerse de los recursos para proveer el bienestar a los hijos.

La familia nuclear con presencia de un padre proveedor, una madre ama de casa e hijos, fue considerada -y aún lo es- el paradigma de familia ideal y el modelo sobre el que se planifican las políticas públicas (Jelín, 1984). En la actualidad, el deterioro de las condiciones de trabajo, el aumento de la vulnerabilidad y la pobreza de los hogares, además de los cambios demográficos, han contribuido a alejar a los hogares latinoamericanos de este modelo tradicional de organización familiar. Los dos aspectos clave en el contexto argentino son: 1) un Estado de Bienestar que entra en crisis y en proceso de disolución antes de haberse consolidado; 2) un mercado de trabajo que sufre un proceso de precarización y flexibilización, sobre un trasfondo de amplia informalidad.

Las familias en general y las madres en particular, sobre todo en los sectores sociales caracterizados por altos índices de precariedad, vulnerabilidad, violencia y pobreza se ven atravesadas tanto por las políticas sociales (Cosse, 2006; Nari, 2004), el tipo e intensidad de los vínculos comunitarios (Kornblit, 1989) y las redes afectivas básicas; como por los supuestos y normativas morales en torno a la familia (Roudinesco, 2002; Wainerman, 2005). Dentro de estas últimas, la noción de "culpa" emerge como indicador del horizonte normativo, reforzando el rechazo a cada acto que se pueda considerar "desviado" en los hijos y fungiendo como objeto emocional vinculante.

Todas estas transformaciones dan cuenta de cambios en las representaciones de la vida social que potencian la emergencia de nuevas contradicciones en las políticas sociales del Estado moderno, dando lugar a nuevas definiciones de sujeto y disciplina (Wainerman, 2005), de familia y sus roles. Lo expuesto anteriormente, permite evidenciar la conformación y consolidación de un modelo familiar que no sólo es social, sino también es político, jurídico, económico y moral; y a partir del cual se construye un discurso sobre la familia asociado a los intereses del Estado (Nari, 2004; Cosse, 2006); favorece la mercantilización asociada a las necesidades sociales y genera contradicciones, distanciamientos y conflictos entre las normativas morales y las prácticas familiares.

Las políticas sociales destinadas a los pobres, poseen una orientación neoliberal (Ortale y Eguía, 2007) y conforman otro de los componentes que limitan el acceso al bienestar y a las buenas condiciones de salud. Asimismo, en las mismas subyacen concepciones implícitas de familia que si bien, por un lado, reconocen la existencia de diferentes tipos de arreglos familiares, por el otro mantienen un "tipo ideal" ligado a la familia conyugal o nuclear. En estos sectores, "la familia" como institución se vincula estrechamente con: trabajos precarios (Beccaría, 2001; Neffa, 2003); trabajo infantil (Duro y Marcón, 2002); redes de ayuda informales familiares, de afinidad o vecindad (Fonseca, 2000; Lomnitz, 1978; Jelín, 1984) que comienzan a mostrar su fragmentación; trayectorias familiares caracterizadas por múltiples uniones de hecho y mayor incidencia de la fecundidad adolescente (Wainerman, 2005). Estas características, se presentan junto con una tendencia generalizada a la emergencia de nuevas identidades genéricas (Tarducci, 2008) y parentalidades (Roudinesco, 2002) que impactan en la relación entre las dinámicas y estructuras familiares, de género y la pobreza (Arriagada, 2005).

Desde la década de 1990, Argentina comenzó a implementar una nueva estrategia de crecimiento económico basada en la convertibilidad de la moneda, la reducción del déficit fiscal, la desregulación de los mercados (incluido el mercado de trabajo) y las masivas privatizaciones de empresas estatales. Todo ello junto con una reducción en los aportes destinados a la seguridad social, la flexibilización del uso de tiempo, de trabajo, la desarticulación de los sindicatos y la creciente inestabilidad laboral (Bayón y Saraví, 2002).  

En un  contexto de creciente globalización, las transformaciones recientes en las estructuras familiares y en el mercado de trabajo plantean nuevos problemas. El sistema económico y el bienestar social dependen actualmente -aún más que en el pasado- tanto del trabajo remunerado de hombres y mujeres, como del trabajo doméstico y de cuidados familiares, a cargo fundamentalmente de mujeres. Las transformaciones de la vida familiar (inestabilidad del vínculo matrimonial, diversidad de arreglos familiares), se conjugan con el debilitamiento de la sociedad asalariada y la desestructuración del mercado de trabajo, que en el pasado fungió como el principal factor de integración social. De allí, surgen nuevas necesidades que ya no pueden ser cubiertas por las familias, especialmente por las mujeres en tanto responsables del trabajo doméstico y los cuidados familiares. Todo ello, acentuado luego de la crisis económica que embistió al país en el año 2001.

DESTRADICIONALIZACIÓN Y CIENTIFIZACIÓN DE LA MATERNIDAD

En las diversas generaciones y en los distintos sectores socioeconómicos que conviven en la actualidad, la maternidad se erige sobre emociones, deseos, tradiciones, normas y creencias tácitas compartidas, las que forman parte del sistema de roles de género y continúan siendo un eje central de las trayectorias biográficas de las mujeres -ya sea por presencia o ausencia-. No obstante, cuando se analizan los discursos y experiencias de las madres de los distintos sectores sociales, los matices y diferencias comienzan a emerger.

Para el caso específico de los niveles socioeconómicos medios, las madres planifican sus proyectos de vida en torno a la maternidad y la familia, a la vez que sienten la necesidad de contar en mayor o menor medida con una trayectoria profesional-laboral y una vida social propia. En sus prácticas cotidianas de cuidado, atención y contención de los hijos, conviven acciones consideradas como instintivas y otras más tradicionales junto con un sinnúmero de publicaciones, textos académicos, folletos y recomendaciones que aluden a prácticas detalladas y específicas de crianza. Mucha de esta información se encuentra influenciada por la pedagogía, la psicología o la psiquiatría y hace referencia y aconseja acerca de cómo estimular las capacidades de los hijos, cómo desarrollar nuevas o de cómo corregir los defectos o disminuir o minimizar las posibles deficiencias que pudieran tener en un futuro.

Esta tendencia es conocida en la discusión pedagógica como "cientifización de la educación" (Beck-Gernsheim, 2003) y, en el marco específico de esta investigación sobre los modelos y experiencias de cuidado y atención hacia los hijos, podría decirse que se trata de una creciente "cientifización de la maternidad". Se trata de un esquema de cuidado que cuestiona la idea de aceptar a los hijos sólo "como son", con sus peculiaridades físicas, psicológicas, intelectuales, artísticas y sus aciertos y/o falencias, dificultades y limitaciones. Recapitulando, algunos antecedentes de esta cientifización del cuidado de los hijos/as menores, los encontramos en los inicios del siglo XX y relacionado con los procesos de medicalización de la maternidad y de tecnificación de la crianza, en especial con los planteamientos eugenistas.

Según, los relatos de las propias mujeres entrevistadas, se considera "buenas madres" a aquellas que se apropian de este saber para el bien presente y futuro de sus hijos: María una madre de 28 años que vive con su marido y su hija de dos años en una casa cerca del centro de la ciudad, tiene pegada en la puerta de su refrigerador, en la cocina, un folleto donde aparecen las habilidades y capacidades que los niños/as deberían desarrollar desde el nacimiento hasta los seis años de vida. A la manera de recordatorio, también resguarda el calendario de vacunación oficial y unas letras de madera con imán para que, según María, su hija (de dos años) ".pueda jugar y a la vez ir conociendo el abecedario". En nuestros encuentros, María me comentaba que una de las principales preocupaciones que tiene en torno a la crianza de su hija, es el tipo, cantidad, diversidad y calidad de los alimentos que la pequeña debería consumir ya que, según su opinión, ese es uno de los factores más significativos para el "buen desarrollo" de los niños. En especial, durante el encuentro que mantuve con ella en su casa, me comentó acerca de las dudas respecto al consumo de embutidos y fiambres, específicamente de si darle o no de comer salchichas. Para resolver este dilema de la alimentación, había recurrido a diversas fuentes de información tanto para formarse una idea, decidir o, incluso, tener un argumento para no hacerlo.

"M: Lo que yo considero es que siempre. podes consultar a todo el mundo pero el que te va a decir lo que realmente [debes hacer] es el médico. Pero, yo le pregunté por el tema de las salchichas. El médico me dijo ni salchichas ni carne picada. Acá nosotros compramos la carne, la procesamos nosotros, la cocinamos nosotros. y si ella quiere las salchichas. Le pregunté a Mercedes (una amiga) y como no le pasó nada a sus hijos, se las doy de vez en cuando. Entonces hay cositas que por ahí. al médico lo tomo con pinzas también. Entonces, yo voy preguntando.

V: Vos me decías que leíste mucho sobre la maternidad.

M: Sí, en Internet también busqué lo de las salchichas. También en la revista Mamá. y en Internet busco también porque ahí hay de todo, también le pregunto mucho a otros  padres." (María, madre 2000, nivel socioeconómico -NSE- medio, 28 años)

Buscar información pertinente, encontrar alternativas a la información que poseemos, indagar en las experiencias de otros padres, indagar sobre la mejor forma posible de resolver los problemas de la crianza y/o buscar todo lo que se necesite sobre cómo ser madres, son relatos emergentes. Pero estas búsquedas no parten de una respuesta previamente concebida, sino de una duda constante anclada en la incertidumbre del ejercicio de las maternidades y de una falta de referentes claros en los que orientarse.

"No soy de preguntar demasiado. Por ahí leía las revistas o buscaba en Internet. Buscaba sola más que nada, pero no pregunto mucho. No tengo muchos referentes que diga 'como ésta quiero ser'. Mi cuñada tal vez, pero no, mucho no." (Nora, madre 2000, NSE medio, 30 años)

".ahora hay de todo, creo que una tiene que buscar, enterarse de qué es lo mejor para ellos, porque también hay mucha basura que no sirve para nada. Por eso tenés que buscar, preguntar, leer y fijarte. los primeros años son decisivos." (Olivia, madre 2000, NSE medio, 29 años)

Emerge la importancia de "buscar" para poder tomar una decisión y el camino de esta búsqueda lo traza cada madre con base en la información que tiene, que puede  comprender, elaborar, reproducir o llevar a la práctica dados los condicionantes económicos, sociales, culturales, familiares, morales o personales de cada una de ellas. Lo difícil de este tipo de práctica no es hallar información ya que ésta abunda, sino que está en decidir qué seleccionar de lo encontrado, a quién escuchar y a quién no, a quién preguntar o en dónde. En ocasiones, pareciera que el motivo que tienen las madres para buscar es la propia práctica de hacerlo, bajo la sospecha que pueda haber surgido alguna información especial, nueva, no contemplada que pueda ayudar a resolver determinadas situaciones cotidianas, incluso algunas que no hayan sucedido.

Todo se puede mejorar, corregir o potenciar y los esfuerzos no son en vano cuando se trata de disminuir los riesgos de los hijos de sufrir, enfermarse, no desarrollarse o no crecer conforme a lo esperado, entre otras muchas cosas que potencialmente pudieran pasar. Esta tendencia hacia la cientifización de la maternidad y a la autoproducción normativa de las prácticas de atención y cuidado de los hijos, se acompaña de su contracara: un proceso de creciente destradicionalización de las maternidades.

La polifonía de discursos presentes en los relatos de las madres del nuevo milenio, también da cuenta de que en las prácticas de crianza de las nuevas madres se entrelazan y conjugan una amplia, diversa y compleja variedad de opciones. Estas nuevas formas de ejercer la maternidad han desplazado el lugar privilegiado que durante el siglo XX había tenido la medicina y erosiona las bases de la medicalización de las maternidades. Los discursos médicos, si bien presentes y con un lugar preponderante, ya no son dominantes o hegemónicos y van cobrando mayor relevancia otras fuentes como internet o libros o revistas especializadas. Toda la información recabada por éste y otros medios, es acompañada por sentimientos de desincrustación social (Beck y Beck-Gernsheim, 2003), que convierten el tomar una decisión en un dilema.5

Junto a estas tendencias, también encontramos fuerzas contrapuestas. Como han notado diversos autores críticos, la individualización no ha significado una desincrustación total de los actores, y en particular de la construcción de sus experiencias biográficas, ni es inmune a las desigualdades sociales, que en el caso de América Latina adquieren dimensiones notables (Rustin y Chamberlyne, 2002). La familia sigue teniendo peso propio, sólo que ahora convive con otras fuentes generadoras de modelos y con la posibilidad de tercerizar el cuidado que brinda el mercado. Por otro lado, las posibilidades de decisión, y las mismas capacidades reflexivas, están fuertemente influenciadas por el acceso a recursos, las oportunidades y los constreñimientos correspondientes con valores morales a que se ven sujetas las madres provenientes de distintos sectores sociales.

Las contrapartes generacionales de estas madres del nuevo milenio, las madres de 1970 de clase media, dan cuenta de dudas características del ejercicio de sus maternidades vinculadas con aspectos específicos de la salud sus hijos. La mayoría de estas madres mencionó no haber necesitado los consejos de nadie, salvo del pediatra frente a problemas que se vincularan estrictamente con la salud del hijo/a.

"E: Cuando tenías alguna duda, o algún problema con el bebé, ¿a quién recurrías?

L: Al pediatra. Pero por lo general no tenía dudas, salvo por ahí a nivel salud, sino no. Pero es cuestión de dejarte guiar, que te lleve el instinto.

E: ¿Y seguías todos los consejos del pediatra?

L: En general sí, porque eran cosas puntuales. Si le tenía que preguntar algo, era por algo particular. Digamos que lo tenía de guía, de ahí a seguir todo al pie de la letra, no. me manejaba más por mi instinto que por otra cosa... yo me daba cuenta de qué es lo que necesitaban o les faltaba

S: ¿A alguna otra persona, recurrías?

L: No." (Liliana, madre 1970, NSE medio, 60 años)

Las madres de 1970 al igual que las madres del 2000, y en todos los sectores económicos y sociales, resuelven los problemas asociados al cuidado, atención y contención de sus hijos dentro de los límites de la vida doméstica, privada y de forma individual. Solo que, ahora, las madres del nuevo milenio de clase media buscan información para resolver sus inquietudes y para muchas de ellas no sólo se trata de la atención y cuidado de los hijos tendiente a lograr adultos sanos e insertos en el sistema productivo y social, sino que se ha agregado la responsabilidad de decidir cómo lograrlo. Uno de los mecanismos por los cuales estas madres han resuelto la tensión entre las responsabilidades domésticas sobre el bienestar de los hijos y sus tareas productivas y sociales, es a través de la tercerización del cuidado caracterizada por un incremento de la presencia del mercado como empleadas domésticas, guarderías, juguetes, alimentos, cuidadoras, colegios de doble escolaridad, prácticas de estimulación temprana, entre otras.6 Las posibilidades de recurrir al mercado en el ejercicio de las maternidades no es un tendencia homogénea que integra a todas las madres de la sociedad, sino que independientemente de las preferencias de cada cual, un sector amplio de la población carece de los recursos económicos suficientes para ello.

BUROCRATIZACIÓN DEL CUIDADO

La maternidad en los últimos tiempos ha emergido como un elemento central de la vida social y las acciones de crianza de las madres hacia sus hijos son consideradas como las principales responsables tanto de los males sociales (delincuencia juvenil, consumo de drogas, violencia) como de la permanencia del orden establecido. La idea de "la familia" con centralidad en "la madre" capturó las miradas de legos y expertos y se erigió como el eje privilegiado de políticas y estrategias normativas y/o asistenciales. Este esquema tiende a ubicar casi con exclusividad en el ámbito privado, doméstico, el cuidado, atención y desarrollo de los menores y focaliza sus miradas en la noción de la familia nuclear tradicional.

Por otra parte, la tendencia en las maternidades en los sectores más vulnerables de la sociedad, es hacia una creciente centralidad del cuidado y la atención en el ámbito doméstico e individual, en desmedro de la presencia del Estado en la provisión de bienestar. A su vez, implica que la responsabilidad por las virtudes de los hijos, los defectos, las prácticas aceptadas o reprobadas por la sociedad recaigan en los hombros de las madres y/o de aquellas mujeres que se encarguen del ejercicio de las maternidades.7

"Nos dicen que los consentimos, que no les ponemos límites. me dicen que los problemas de conducta de él es porque yo lo consiento demasiado. Pero, decime cómo lo puedo estar consintiendo tanto si nunca le festejé su cumpleaños, ni le compré un juguete, ni nada. En la escuela me dicen que le ponga límites, que le hable para que entienda. A mí me gustaría que ellas [las maestras] me digan qué es lo que tengo que hacer. Me dicen que la psicología, que su comportamiento, muchas cosas. yo necesito que me digan qué es lo que puedo hacer cuando estoy sola, él se porta mal y mi casa es un quilombo con mi suegra y sus hijos." (Marcela, madre 2000, NSE bajo, 22 años).

"Consentir" y lo que aparece como su contraparte "poner límites", son dos expresiones recurrentes en las madres de ambos grupos y en los discursos psicológicos y pedagógicos. En los centros de salud, en las escuelas, en los medios de comunicación o en los discursos legos, se presenta la idea de "poner límites" como una herramienta central en la crianza de los hijos. Bajo este paraguas, las recetas para cumplir esa meta son innumerables, cambiantes, contradictorias, divergentes y categóricas. Se argumenta que las conductas conflictivas o no deseables que los niños realizan en las escuelas o en el ámbito público en general, devienen de falencias de las madres en el ámbito privado. Así, es menester modificar sus prácticas de cuidado, contención, atención y disciplina para, a su vez, modificar las conductas de sus hijos. No obstante, en los sectores vulnerables de la ciudad, esta noción asociada a un modelo de maternidad reflexiva parece desvanecerse en las complicaciones, conflictos y dinámicas cotidianas.

La responsabilidad de las madres por las características de la vida social, se relaciona con cuatro condicionantes estructurales que no hacen otra cosa que acentuar la vulnerabilidad tanto de las madres como de sus hijos: 1) un creciente proceso de desfamiliarización del bienestar y de aumento de la fragilidad de las redes sociales; 2) ausencia de políticas de conciliación de tareas productivas y reproductivas junto con políticas sociales insuficientes en el apuntalamiento y facilitación de la provisión de bienestar hacia los hijos en contextos de pobreza; 3) el hecho que las madres pobres -y las familias en general- continúan dependiendo de los ingresos de algún tipo de trabajo o de las posibilidades de acceso a mercancías o beneficios sociales; 4) dadas las limitaciones económicas, de recursos y capacidades, las madres pobres -a diferencia de las madres de nivel socioeconómico medio- carecen de la posibilidad de recurrir al mercado para brindarles bienestar a sus hijos (Castilla, 2011).

Junto con lo anterior, las madres de nivel socioeconómico bajo, ejercen su maternidad en un escenario caracterizado por un creciente debilitamiento de las redes sociales y de los mecanismos de reciprocidad, que se acompañan del aumento del proceso de individualización y refugio en el ámbito privado de aquellos comportamientos referidos con el ejercicio de la maternidad. En el ámbito que compete a esta investigación, se puede señalar que las redes sociales de los hogares pobres, se han fragmentado en un escenario caracterizado en la actualidad por la violencia y la falta de confianza, sobre todo, cuando se trata del cuidado y bienestar de los hijos.

En el grupo de mujeres entrevistadas que tuvieron a sus hijos durante el 2000, la vida se desarrolla principalmente en el hogar debido a las dificultades que encuentran en el acceso a servicios de guarderías y al horario reducido de los jardines públicos (educación preprimaria). Asimismo, se debe a la falta de confianza en delegar el cuidado de los hijos en otras personas -en el caso que las abuelas o las hermanas no lo puedan hacer-, y a no disponer de "la vereda" o el espacio público circundante a los hogares para que los niños puedan estar o jugar y que implique el cuidado del colectivo de los vecinos.

Por ejemplo, Lorena, una madre de 19 años que vive con su marido en un barrio marginal vulnerable a las afueras de la ciudad, manda al hijo a una guardería estatal y el tiempo máximo que tiene para dejarlo son 4 horas. Ella trabaja como empleada doméstica por hora en diversas casas y con horarios que con frecuencia se modifican según las necesidades de las/los empleadores. Lorena, hacía referencia en su relato que no tiene confianza de dejar a su hijo al cuidado de otros miembros de la familia y que prefiere llevarlo consigo.  

"A él [el hijo] me lo tengo que llevar a todas partes conmigo. mi mamá no me lo puede tener porque son un montón en esa casa, están mis hermanitos, los más grandes, la más grande con los tres hijos y mi padrastro que no sirve para nada, está todo el día ahí. tirado.

E: ¿Y alguna vecina o amiga, tenés alguien que te ayude?

L: No, no. va a la guardería o se viene para todos lados conmigo, a veces me lo cuida mi hermana cuando hay lugares donde no puedo ir con él, pero prefiero ver siempre cómo hago para no tener que pedirle nada a nadie, siempre me las arreglé sola, todo sola. es difícil dejarlo así con otro que no sabés si te lo cuida bien o qué..." (Lorena, madre 2000, NSE bajo, 19 años)

Pero no todo sugiere conflicto y aislamiento, en general, en toda la sociedad, se valora mucho el hecho de "arreglárselas sola" y/o "no tener que pedirle nada a nadie". En los sectores medios, se apoya con frecuencia en la tercerización como parte de la solución, en la ayuda de familiares y allegados y, en menor medida en llevar a el/la hija consigo. En los sectores vulnerables, implica el desarrollo de otras estrategias como el llevar a los hijos a todos lados, la ayuda de otros parientes o allegados, el dejarlos al cuidado de un/a hermana/o mayor u otro adolescente que aún no trabaje, transferir la crianza del hijo/a a otra persona por un período prolongado de tiempo o el uso de los recursos estatales.

En los sectores más vulnerables, las madres enfrentan dificultades a la hora de recurrir al mercado, pero a la vez, tampoco disponen de un Estado con políticas eficientes que les permitan resolver las tensiones producidas por la creciente individualización del cuidado. El contrasentido de la transferencia de la responsabilidad del bienestar de los hijos hacia el ámbito doméstico, privado, es el desarrollo por parte de las madres de una estrategia de burocratización del cuidado. Las madres en los barrios más vulnerables y marginales han comenzado a conocer en detalle los vericuetos legales, institucionales y político-técnico de las políticas y planes sociales, logrando obtener los fragmentados beneficios que el Estado brinda para ellas, sus hijos y el grupo familiar. El uso estratégico de los recursos que brindan las diversas instituciones en los distintos niveles de gobierno por parte de las madres, se manifiesta en la siguiente transcripción del cuaderno de campo que ilustra la dinámica cotidiana de Ana, una joven mujer que trabaja en un comedor barrial.

".Llegué al comedor con muchas ganas de refugiarme de la punzante llovizna que había comenzado a caer y de su efecto al combinarse con el frío de agosto. Me recibió Ana. Le hice algunos halagos sobre el lugar y me comentó que funcionaba como comedor y también como guardería-jardín-maternal para un cupo reducido de niños en edad de ir al jardín. La construcción parecía reciente, lo que luego confirmé preguntando. En noviembre se cumplían dos años de su inauguración por parte de una ONG la cual no recordaba el nombre. En el interior del comedor los chicos estaban en dos habitaciones o aulas. En una, un grupo de chicas ensayaba una coreografía con una maestra que era voluntaria de un terciario pedagógico, en la otra. Un grupo de niños y niñas hacían dibujos supervisados por otra maestra en iguales condiciones que la anterior. En la cocina, las madres de algunos de los niños que asistían al comedor hacían la comida como tarea por recibir un subsidio del gobierno local.

Me contaba Ana que la comida la recibían del municipio y, en ocasiones, de la provincia y que ella estaba con el plan de Jefes y Jefas de Hogar y que ayudaba a muchas madres que enviaban a sus hijos al comedor a tramitar los subsidios y planes. Entre otros, me mencionó el plan para las madres con siete hijos o más, cómo conseguir leche en los centros de salud, la canasta con ropa, utensilios, cunas y alimentos para los recién nacidos y mercadería. Me mencionaba con detalle las formas como tramitar los planes y programas, con quién hay que hablar en el barrio según cada plan, cuáles son los funcionarios del gobierno más receptores de las demandas que ellas plantean o dónde y cuándo llevar las solicitudes. Cuando le pregunté por su trayectoria laboral, me comentó: "Yo empecé a trabajar a los 25... Empecé en un comedor acá cerca de éste y después bueno, ya entré en el plan Jefas y Jefes y me quedé en este comedor. Además ayudo a la salita [centro de atención primaria de la salud] cuando me piden." (Nota de campo. 29 de agosto de 2006)

No obstante y dada la complejidad de la relación entre el Estado, la política o las políticas sociales y las familias, este fenómeno de la burocratización del cuidado se encuentra mediada por marcadas desigualdades en las capacidades que poseen los individuos y que limitan el acceso a los recursos (Grassi, 2000) y obstaculizan el aprovechamiento de las oportunidades y de los beneficios institucionales.

Debido a las profundas reestructuraciones en materia político-económica y la resultante persistencia de las privaciones socioeconómicas, los hogares pobres se han desplazado hacia una situación caracterizada por una pobreza de recursos que erosiona la capacidad de sobrevivencia de éstos. Este hecho, en las madres de 1970 no se presentaba de manera tan acuciante. Para este último grupo de madres, las redes de solidaridad estaban más presentes y la confianza en los vecinos, allegados o familiares permitía disponer de recursos humanos para enfrentar situaciones o problemas surgidos en la cotidianeidad.

Por ejemplo, Adriana una mujer de 55 años, vive en el mismo barrio desde que se mudó con su marido cuando estaban recién casados. En el mismo barrio nacieron y se criaron sus 4 hijos. Ella me comentaba los cambios que notaba en sus relaciones con los nuevos vecinos y de los jóvenes entre sí. Si bien, manifiesta que aquellos años no eran la panacea de la solidaridad y los buenos tratos, las relaciones de reciprocidad entre vecinos se mantenían, en parte por cierto aislamiento que mantenía ese barrio respecto de las zonas comerciales y de servicios de la ciudad. En parte también, porque había cierta lógica del dar y del recibir más extendida que en la actualidad.

"A: Antes entre todos nos ayudábamos. no era que 'ayyy!! qué buenos que éramos todos' [ironía] porque el que robaba estaba y el mala gente también, pero no era tanto como una ve ahora que ni se saludan. Se pasan por al lado y como si nada. Cuando llegamos acá, éramos pocos y había mucho descampado, para allá no había nada hasta llegar al camino. Nosotros siempre fuimos muy de resolver los problemas entre nosotros, cuando vivía mi marido. pero cuando necesitabas algo, a veces no tenías otra que pedirle a algún vecino, porque sino qué hacías. para el colectivo [transporte público] tenías que caminar unas quince cuadras y no había nada cerca.

E: ¿y ahora cómo es?

A: Acá todos me conocen porque hace muchos años que vivo y siempre vienen a preguntar cosas o a pedirme que los ayude con algo. Siempre que puedo ayudar ayudo. [pero] no es lo mismo, ya no quedan muchos de los vecinos de antes, el barrio cambió mucho y la gente también." (Adriana, madre 1970, NSE bajo, 58 años)

"Ahora no podés dejar la casa sola que cuando volvés ya te sacaron todo. Está todo bien con todos. saludo a todos y muy bueno todo, pero no podés confiar en nadie. No puedo dejar la casa sola y menos a los chicos ahí. solos. Ahora están viviendo dos de mis nietos que tienen 10 y 9 y ellos se quedan en la casa cuando salgo yo o mi marido." (Ursula, madre 1970, NSE bajo, 64 años)

Con la expresión que refiere Adriana respecto que "el barrio cambió mucho y la gente también", se pone de manifiesto que las redes sociales (en las que se enmarcan las experiencias de la maternidad), se han debilitado en su intensidad y fuerza respecto de la relación entre los vecinos de antes y los vecinos de ahora. Pareciera que uno de los motivos por los que se transformaron las relaciones de solidaridad, se debe no tanto a cambios estructurales visibles en el vecindario sino a cambios en las formas de relacionarse que tienen las generaciones más jóvenes, sobre todo la indiferencia. Y estos cambios en las personas, a su vez, han modificado las dinámicas y geografía del barrio debido a la presencia extendida de rejas en las casas o paredones que delimitan el espacio de una vivienda con otra. Asimismo, en los relatos de las madres de 1970, aparecen más frecuentemente referencias a la presencia de la confianza como una forma de facilitar el intercambio recíproco esencial para la supervivencia del grupo familiar.8

Para el caso de las madres del 2000, las lógicas de reciprocidad, asistencia y confianza también presentes se entablan principal y casi exclusivamente con los parientes cercanos, lo cual refuerza la centralidad de la madre en las tareas de cuidado y atención de los niños al reducirse las personas disponibles para pedir ayuda en dichas tareas. Las relaciones entre madres e hijos/as, padre e hijos/as y en menor medida entre hermanos/as, parecen ser los más resistentes a la disolución e indiferencia.

Constanza tiene una hija de 2 años y vive sola con ella desde que se separó de su marido, cuando la bebé tenía seis meses. Durante las etapas finales del embarazo y los primeros meses de la bebé, ella vivía con su pareja en una casita que le habían dejado los suegros arriba de la de éstos. No obstante, cuando se separó volvió con su madre y luego sus hermanos la ayudaron a construirse una casa en una parte del terreno de su mamá quien, a su vez, le cuida a la hija cuando tiene que ir a trabajar: "Mi mamá me la cuida cuando me voy al trabajo. mis hermanos me pusieron una casita en el patio de mi mamá, porque mi mamá tenía un patio muy grande y ahí me pusieron mi casita y ahí estoy con ella." (Constanza, madre 2000, NSE bajo, 19 años)

Todas estas estrategias que se desarrollan para brindar cuidado y atención a los niños se basan en los recursos familiares, barriales y burocrático-institucionales y, a diferencia de sus contrapartes de clase media, no contemplan, debido a sus costos, la posibilidad de recurrir al mercado como un paliativo a los problemas surgidos de la maternidad. El bienestar de los hijos de las madres pobres, ha sido focalizado en la iniciativa privada e individual de las madres con base en una normativa de la buena maternidad compartida por todos los sectores de la sociedad. Entonces, puede observarse un modelo normativo e ideacional que integra a todas las madres de los diversos sectores y que se distancia en las prácticas asociadas al ejercicio del mismo.

Las madres jóvenes que viven en barrios vulnerables, se enfrentan a un proceso de individualización para poder resolver los problemas estructurales emergentes entre los cuales se desarrollan sus pequeños hijos. Es justamente aquí, donde se ensanchan las brechas en el bienestar de las madres y los hijos de nivel socioeconómico medio y bajo. Así, la maternidad en la pobreza, sintetiza un conjunto de contradicciones presentes en la sociedad argentina actual caracterizada por una creciente diferenciación social que marca profundas brechas de inequidad en las oportunidades de desarrollo. Asimismo, estas madres se encuentran en un proceso de desapego a las pautas sociales tradicionales, en parte, debido a que las características de los problemas que enfrentan y los contextos sociales en los que deben resolverlos son nuevos (redes sociales fragmentadas, mayor violencia, mayor exclusión y vulnerabilidad).

CONCLUSIONES

En este texto se abordaron las características, contradicciones, continuidades y/o cambios en las dinámicas de cuidado, contención y atención que desarrollan las madres del nuevo milenio en comparación con las madres de la década de 1970. En la actualidad, la mayoría de las madres continúan siendo las principales encargadas del bienestar de los hijos, comparten un mismo modelo ideacional de la maternidad y se enfrentan a un debilitamiento de las redes de contención y solidaridad tanto comunitarias como familiares. Sus maternidades se desenvuelven en el marco de un estado que brinda políticas focalizadas y una estructura social caracterizada por marcadas desigualdades en la distribución de recursos y capacidades (Sen, 2002).

Dada la merma, e incluso abandono, del Estado en la provisión de bienestar en las últimas tres décadas, la maternidad ha quedado a merced de las fuerzas del mercado, se ha transformado en una responsabilidad individual y/o a agudizado las estrategias institucionales de respuesta por parte de las madres. Las madres que viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad han centrado el cuidado, atención y contención de los hijos en la iniciativa privada y han desarrollado una estrategia de burocratización del cuidado que implica el conocimiento de los anidados y complejos procesos institucionales para proveerse de los planes y beneficios que brindan los distintos niveles de gobierno. Por su parte, las mujeres de nivel socioeconómico medio, en el ejercicio de sus maternidades hacen uso de las posibilidades que brinda el mercado en relación al cuidado y atención de los niños pequeños, debido a que cuentan con los recursos necesarios y suficientes para ello.

De tal modo, en la actualidad, las madres desarrollan sus maternidades entre: a) un Estado que no brinda políticas de conciliación y, a su vez, ha generalizado las políticas focalizadas; b) una ampliación y diversificación de  la oferta en productos y servicios de cuidado y atención en el desarrollo y crecimiento tanto físico como emocional de los menores; c) una sociedad con marcadas desigualdades en la distribución de recursos y capacidades (Sen, 2002); d) redes comunitarias y familiares debilitadas; y e) una disminución del uso de los espacios públicos por parte de la sociedad en general y, los niños en particular.

NOTAS

1. En julio de 2010, se sancionó la Ley 26.618 que modifica el Código Civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

2. La investigación que dio origen a este manuscrito, trata sobre las continuidades y los cambios en las experiencias y sentidos de la maternidad en dos generaciones de madres residentes en la cuidad de La Plata (provincia de Buenos Aires) tanto de nivel socioeconómico medio como bajo. Los objetivos de la misma consistieron en explorar de qué manera las experiencias de maternidad en la Argentina contemporánea, se han visto afectadas por el creciente proceso de individualización que caracteriza, según diversos autores, la modernidad tardía, y que permea distintos ámbitos de nuestra vida cotidiana. Asimismo, en analizar la diversidad de significados, experiencias y procesos de cambio en torno a la maternidad en la sociedad argentina contemporánea. Se analizan crítica y sistemáticamente, las continuidades, los cambios, las contradicciones y armonías presentes en las experiencias que se erigen sobre los modelos de maternidad socialmente estructurados en Argentina (específicamente, en la ciudad de La Plata); teniendo en consideración la confluencia de las tensiones entre modernidad-tradición y biografía-estructura, así como también las diferencias intra-género que se puedan presentar.

3. A lo largo del texto se considerarán a los grupos de madres de 1970 y del 2000 como pertenecientes a distintas generaciones y no como miembros de una misma cohorte (definida por haber experimentado cierto acontecimiento en un mismo periodo de tiempo). Las experiencias y sentidos de la maternidad, se encuentran influenciadas por las propias de los miembros de la familia, por las normativas morales y por los factores estructurales (economía, política o demografía). Por tal motivo, en este artículo se considera a las generaciones de madres de 2000 y de 1970, siguiendo la propuesta de Donati (1999) para quien es preciso considerar el concepto "generación" a partir de un enfoque relacional. Es decir, una generación de jóvenes no es una generación si no se la considera en virtud de los padres que tiene. Del mismo modo, una generación de hijos, no es una generación si no se observa cómo la sociedad define y trata la condición de los jóvenes, en cuanto fase específica del curso de vida al cual se atribuyen determinados modelos socioculturales. Las dos cosas tienen que estar correlacionadas, porque la constitución de una generación depende de la interacción entre el status-rol que es atribuido por la sociedad con base en la edad. Así, las madres de 1970 y del 2000 entrevistadas fueron consideradas como dos generaciones. Es decir, en las distintas décadas, todas las madres comparten los mismos escenarios políticos, económicos, legales y demográficos aunque la intensidad y características que asumen en los distintos niveles socioeconómicos, sean muy distintas.

4. Para la realización de este texto, se analizaron los discursos sobre las representaciones y experiencias de la maternidad. Se trató de un estudio cualitativo, intensivo y en profundidad, cuyo fin último consistió en brindar descripciones y explicaciones que permitieran comprender una larga clase de casos similares. Se trabajó con cuatro grupos de mujeres residentes en la ciudad de La Plata: 1) jóvenes "madres del 2000" de nivel socioeconómico (a continuación, NSE) medio; 2) jóvenes "madres de 1970" de NSE medio; 3) jóvenes "madres del 2000" de NSE bajo; y 4) jóvenes "madres de 1970" de NSE bajo. Por "madres de 1970" se entiende a las madres que tuvieron su primer hijo en la década de 1970; mientras que "madres del 2000" se refiere a las madres que tuvieron su primer hijo después del año 2000.
El criterio de selección consistió en que las mujeres debían tener entre 15 y 29 años al momento de convertirse en madres en la década de 1970 y en el 2000. Un criterio adicional de selección para las madres del 2000, es que éstas debían tener hijos/as mayores de un año y no más de cinco. El corpus final se construyó a partir de 56 entrevistas: 14 madres de 1970 de NSE bajo; 14 madres de 1970 de NSE medio; 14 madres del 2000 de NSE bajo; 14 madres del 2000 de NSE medio.

5. La maternidad como gran idea de una relación con un hijo, se encuentra "desincrustada" de los mandatos sociales para reincrustarse en prácticas y significados nuevos seleccionados por la propia madre. Una manera por la que estas mujeres dan coherencia a las experiencias de su maternidad individualizada, tal vez podría respaldarse en la libertad que ellas tienen de construir y de reflexionar su propia vida. Las madres en particular, pero los individuos en su mayoría, han pasado a estar desincrustados de la seguridad de "lo normal" estipulado y para poder decidir a cada momento se requiere de recursos de diversos tipos. Cuando el proceso de individualización es fuerte, el fracaso tiende a adquirir el carácter de una experiencia personal y las crisis económicas y sociales empiezan a ser analizadas como crisis personales y pierden su dimensión social (Guzmán, 2002).

6. Concibo el "modelo ideacional de la maternidad", como el conjunto de normativas asociado al deber ser de una madre, en sentido ético, expresado en la valoración de la buena y de la mala maternidad. Incluye los atributos de comportamientos asociados al amor, los relacionados con la atención hacia los hijos y los vinculados al tiempo de entrega total hacia ellos. Independientemente de las formas adecuadas de criar a los hijos que consideren las madres y de las variaciones individuales en las relaciones madre-hijo/a marcadas por las experiencias biográficas de cada una, el modelo ideacional de la maternidad es compartido por el conjunto de las madres entrevistadas, en ambas generaciones.

7. En la ciudad, las clases bajas están integradas mayoritariamente por trabajadores en servicios no calificados (industrial y agropecuario) se ubican en los alrededores o suburbios de la ciudad, hacia el oeste y el sur. Para la configuración de los grupos de madres consideradas en esta investigación, se utilizó el nivel socioeconómico. El mismo, consiste en una estructura jerárquica basada en la acumulación de capital económico y social. La dimensión económica representa el patrimonio de bienes materiales, mientras que la dimensión social representa el acervo de conocimientos, contactos y redes sociales. En suma, el nivel socioeconómico representa la capacidad para acceder a un conjunto de bienes y estilo de vida.

8. En este sentido, se presenta una correspondencia entre los relatos de las madres de 1970 con los planteamientos de Lomnitz (1978).

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