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Avá

On-line version ISSN 1851-1694

Avá  no.24 Posadas Mar. 2014

 

ARTÍCULOS

Mapeo Participativo en parte del Tekoha Guasú, Territorio Mbyá Guaraní

 

Carolina Rodríguez* y Marcos Glauser**

* Bióloga, Centro de Estudios y Formación para el Ecodesarrollo, Alter Vida. Email: caroliroes@gmail.com
** Etnólogo, Máster en Agroecología. Email: marcosglauser@gmail.com

Fecha de recepción del original: marzo de 2014. Fecha de aceptación: mayo de 2014.

 


RESUMEN

En 1992 el gobierno paraguayo declaró como reserva para Parque Nacional San Rafael unas 78.000 hectáreas del territorio Mbyá Guaraní, sin contar con el consentimiento de las comunidades indígenas allí asentadas y sin respetar la normativa internacional vigente. Ante esto las comunidades Mbyá iniciaron varias estrategias para la defensa de su territorio tradicional o tekoha guasú. Se presenta en este trabajo la experiencia de construcción de una metodología de mapeo territorial participativo para obtención de resultados válidos para los Mbyá y para las instituciones paraguayas. La información obtenida en el mapeo es propiedad intelectual colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní. La agroecología, interesada en las interacciones que se producen entre naturaleza y sociedad, es útil para la incorporación de elementos del conocimiento tradicional en políticas relacionadas al manejo territorial. Se parte de la descripción de las actividades tradicionales de agricultura, caza, pesca, recolección; intentando siempre dar una contextualización histórica y cultural.

PALABRAS CLAVE: Mapeo Participativo; Tekoha Guasú; Mbyá Guaraní; Agroecología.

Participatory mapping in part of tekoha guasú, mbyá guaraní territory

ABSTRACT

In 1992 the Paraguayan government declared 78,000 hectares of Mbyá Guaraní territory as San Rafael National Park Reserve, without the consent of indigenous communities settled there and without respecting international regulations. Given this, Mbyá communities initiated several strategies to defend their traditional territory or Tekoha Guasú. This work shows the experience of building a participatory mapping methodology for achieving valid results for the Mbyá and for paraguayan institutions. The information obtained in this work is copyrighted by the Mbyá Guaraní. The agroecology, interested in the interactions that occur between nature and society, is useful to incorporate elements of traditional knowledge related to land management policies. There are descriptions of traditional activities: agriculture, hunting, fishing, gathering; always trying to give an historical and cultural context.

KEYWORDS: Participatory Mapping; Tekoha Guasú; Mbyá Guaraní; Agroecology.


 

Introducción

En Paraguay habitan más de cien mil indígenas pertenecientes a 20 grupos étnicos, que pueden ser divididos en 5 familias lingüísticas. Representan aproximadamente el 2% de la población total del país. El 92% de las comunidades indígenas está ubicada en zonas rurales, y se ven afectadas por el despojo y la desigualdad generados con la expansión del modelo agroexportador impulsado en la región. A pesar de que su derecho a la tierra está legalmente reconocido, casi el 45% de estas comunidades aún no cuenta con tierra propia (DGEEC, 2003:19). En el marco neoliberal vigente, instituciones públicas y privadas han promovido, desde una perspectiva conservacionista, la creación de Parques Nacionales y Reservas Privadas como estrategia para salvar los últimos remanentes de bosques. En el caso de la Reserva para Parque San Rafael (RPSR), en 1992 fue creada sobre el territorio Mbyá Guaraní y sin el consentimiento de las comunidades afectadas, entre las que se incluyen los tapýi, asentamientos tradicionales Mbyá sin contacto con la sociedad envolvente. Es por eso que varias comunidades Mbyá se han organizado para reclamar el aseguramiento definitivo de sus tierras ancestrales (PNUD, 2009:32). Se constituyeron jurídicamente dos organizaciones: Asociación de Comunidades Indígenas de Itapúa (ACIDI) en 1997 y la Asociación Tekoha Yma Jee'a Pavë en 2000. Se reclamó que la RPSR fue declarada sin la consulta, participación y consentimiento del pueblo Mbyá y en contra de lo requerido por la legislación.1 En las denuncias hechas a nivel nacional e internacional, se expresó también el temor de la posible imposición de restricciones al derecho de las comunidades en relación al uso de los recursos naturales y que la falta de titulación de los territorios reivindicados pueda generar un riesgo de apropiación por parte de terceros.

Actualmente, algunas de las comunidades cuentan con tierras legalizadas ya reconocidas jurídicamente sumando unas 13.093 hectáreas no contiguas en su totalidad. Los Mbyá reclaman la restitución y titulación de su Tekoha Guasú, que abarca y supera las aproximadamente 78.000 hectáreas decretadas como RPSR. Se debe tener en claro que la reivindicación Mbyá coincide parcialmente con la zona de la Reserva San Rafael, pero no se limita a ella. No es lo mismo, por lo tanto, hablar de la Reserva San Rafael o del Tekoha Guasú, como los Mbyá llaman a la zona reivindicada.

Esta investigación es resultado del proyecto "Fortalecimiento del Pueblo Mbyá Guaraní de Itapúa y Caazapá para el control efectivo y manejo sostenible de su territorio" (N° 11-PR1-0225; 2013). Fue propuesto y ejecutado por la Asociación de Comunidades Indígenas de Itapúa (ACIDI) y la Asociación indígena de Caazapá Tekoha Yma Jee'a Pavë, con el acompañamiento de la ONG Alter Vida, Centro de Estudios y Formación para el Ecodesarrollo. Fue administrado y financiado por el Grupo Intercultural Almáciga y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), respectivamente. La información obtenida en este trabajo es de Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní. El proyecto corresponde a la segunda fase de un Proyecto Global cuyo título es "Estudio y Mapeo Comunitario Participativo de la Ocupación, Uso y Conocimiento Tradicional del Pueblo Mbyá Guaraní de Itapúa y Caazapá Respecto a sus Tierras y Recursos Naturales y una Propuesta de Plan de Manejo sobre su Tekoha Guasú". A través de este trabajo se buscó construir una metodología de mapeo participativo en el Tekoha Guasú, y con esta metodología, elaborar mapas que sirvan de apoyo a la reivindicación territorial que estas comunidades vienen haciendo hace mucho tiempo. Es urgente que las autoridades nacionales entiendan que el Tekoha Guasú pertenece a los Mbyá y que comprendan por qué es importante para ellos. Se buscó que los mapas plasmen el vasto conocimiento Mbyá Guaraní sobre su territorio y que permitan visualizar a las comunidades entendiendo su presencia ligada a la historia ancestral que los une a ese territorio. Con el mapeo se demuestran cuáles son los bienes naturales utilizados por las comunidades en el presente.

Marco teórico

La comunidad no es solamente un asentamiento ubicado en el espacio, sino un conjunto de relaciones sociales y formas de convivencia (DGEEC, 2003:563). Las comunidades mapeadas son entendidas como un grupo de familias indígenas afincadas en una determinada superficie territorial, propia o ajena, que se identifica con un modo de ser, una cultura y organización social y política propias. La posesión comunitaria de tierra por parte de las comunidades indígenas permite que existan todavía ámbitos comunes, de los que depende la subsistencia y seguridad de las personas y de los colectivos. Estos ámbitos no son públicos ni privados y para acceder a ellos hay un gran conjunto de reglas de usos culturalmente determinadas por los miembros de cada comunidad.

Territorio indígena puede definirse como todo espacio imprescindible para que un pueblo indígena acceda a los recursos naturales que hacen posible su reproducción material y espiritual, según sus propias características de organización productiva y social (Servín, 2010:10). Una segunda definición pone énfasis en las relaciones entre los seres. El territorio indígena no es una extensión geométrica enmarcada en hitos físicos que separan y delimitan, sino un tejido de relaciones entre los diferentes seres que constituyen el entorno (Surrallés y García, 2004:33). La tierra de los guaraní se identifica con el tekoha, que tiene menos que ver con la producción económica que con la producción de cultura, el tekoha es el espacio donde cabe el modo de ser guaraní (Meliá, 2011:135). Los Mbyá identifican a su territorio como base de su organización sociopolítica y vida espiritual. Es de vital importancia, incluye no sólo la tierra sino también la relación entre los humanos y no humanos, los seres actuales, pasados y futuros.2 Lehner observa que un Tekoha tradicional está compuesto por un grupo de aproximadamente 30 familias nucleares relacionadas por parentesco. Los diferentes Tekoha tenían estrechas relaciones de parentesco a través del casamiento preferencial entre primos cruzados, dando lugar a un ente socio-político y territorial mayor llamado Tekoha Guasú (Lehner, 2002:7). El Tekoha Guasú es el territorio de un conjunto de familias Mbyá históricamente emparentadas y relacionadas entre sí, que actual y circunstancialmente se encuentran divididas en comunidades.

Concebimos la agroecología como una disciplina que:

"…promueve el manejo ecológico de los sistemas biológicos a través de formas colectivas de acción social, que persiguen caminos coevolucionarios que dan respuesta a las necesidades de la sociedad/naturaleza sin comprometer su integridad. Esto se logra por medio de estrategias sistemáticas que promueven el desarrollo de fuerzas y relaciones de producción; maneras de consumo y formas de distribución más flexibles y equilibradas. En el centro de estas estrategias está la dimensión local donde encontramos al potencial endógeno entrelazado al paisaje y a los sistemas de conocimientos (locales, campesinos o indígenas), lo cual promueve la diversidad biocultural" (Sevilla Guzmán y Woodgate, 1997-2002:201). La mirada de la agroecología toma los conocimientos conservados y transmitidos oralmente, sobre las interacciones que se producen entre la naturaleza y la sociedad (Sevilla Guzmán, 2004:201). El mapeo del uso de bienes naturales se centró en el sistema alimentario tradicional, específicamente en aquellos alimentos que son producidos utilizando técnicas transmitidas a lo largo de generaciones y modificadas para adaptarse a las necesidades locales. Los sistemas alimentarios son realidades dinámicas, por lo tanto, lo que algunos catalogan como un colapso del sistema alimentario derivado de las transformaciones históricas de los pueblos indígenas (Heusi, 2007:134), quizás debería ser abordado no como una ruptura radical, sino como una transformación que presenta algunos elementos invariables y otros con una extraordinaria transformación (Contreras y Arnáiz, 2005:204).

Los pueblos indígenas se han adaptado a los ecosistemas naturales y a la vez, han impreso un sello particular a los paisajes con sus actividades agrícolas, silvícolas y ganaderas. Esos paisajes son llamados paisajes bioculturales. Hasta la selva virgen Amazónica constituye un paisaje cultural modificado, por lo menos parcialmente, por la actividad de los pueblos que históricamente la han habitado. En ese sentido, Victoria Reyes-García (2009:5) afirma que "…las intervenciones de grupos indígenas sobre el medio ambiente van desde la domesticación -total o parcial- de plantas y animales, hasta la aplicación de técnicas para la conservación de suelos, la recogida de agua, el manejo de fuego o la recolección de frutos silvestres. Por tanto, muchos ecosistemas naturales son, en realidad, producto de la gestión humana". La cartografía social intenta transformar viejos paradigmas metodológicos y romper con la visión academicista científica, incorporando los conocimientos de pobladores locales en la construcción de los espacios. El método de trabajo consiste en que las comunidades construyan mapas de sus territorios, con la participación de técnicos con conocimientos académicos. Se toman elementos de la cartografía convencional y el saber tradicional, ambos como igualmente válidos, para construir un diálogo entre diferentes formas del conocimiento. Existen ricas experiencias de mapeo participativo en varios países latinoamericanos para apoyar distintos procesos sociales. La construcción colectiva de mapas y representaciones diversas del territorio han demostrado propiciar nuevas miradas sobre los territorios constituyéndose en herramientas útiles para la defensa de los derechos territoriales.3

Metodología del mapeo participativo

El pueblo Mbyá Guaraní tiene una larga historia de lucha territorial. Esta propuesta surge de las propias comunidades y asociaciones indígenas, como estrategia de defensa de su territorio ancestral. "Hay suficientes razones para que los Mbyá Guaraní protejamos nuestros territorios, porque es nuestro lugar ancestral, que actualmente se está reduciendo y de a poco se está terminando nuestro último pedazo de bosques que nos sobran, por ese motivo el gran Pueblo Mbyá, no sólo de Itapúa y Caazapá, sino de otros departamentos queremos proteger todos juntos lo más importante para nosotros que es nuestro Tekoha Guasú (…)" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:9). El mapeo territorial es fundamentalmente participativo, el trabajo es realizado por las comunidades, con apoyo del equipo técnico. Al hablar de uso territorial y entender el territorio como el definido en nuestro marco teórico, nos enfrentamos al mapeo de todos los bienes naturales y seres que se relacionan entre sí. Por supuesto, marcar y georeferenciar todo esto es no sólo una tarea imposible, sino impráctica. Por ello, se seleccionó una serie de bienes naturales y aspectos del territorio relevantes para los Mbyá y para la institucionalidad externa. Los puntos relevados en las 26 comunidades participantes no agotan todos los lugares y recursos utilizados por todos los grupos familiares que componen las comunidades analizadas.

En cuanto al sistema alimentario nos acotamos a la producción, y no a la distribución y consumo de alimentos. Las comunidades no están aisladas del mundo exterior y de las reglas de la economía de mercado; mencionamos esto sólo brevemente, limitándonos a analizar las estrategias de subsistencia relacionadas al uso de los recursos o bienes naturales del Tekoha Guasú. La metodología fue construida en un proceso de diálogos y entendimiento, en donde se moldearon y encontraron los fines comunes perseguidos entre los Mbyá y el equipo técnico. Al ser presentados a las autoridades, los mapas necesitaron cierto lenguaje cartográfico convencional. El método de trabajo para el mapeo participativo fue elaborado en conversaciones con las comunidades participantes y combinando otras metodologías ya puestas en práctica en otras partes del mundo. Oscar Peña de Colombia, y Fabián Moreno del pueblo Nonuya, desarrollaron un taller de cartografía social en 2012 con referentes Mbyá, técnicos y técnicas; se adaptaron metodologías utilizadas por Tropenbos-Colombia (Rodríguez, 2010). También consideramos la publicación Paisajes Indígenas (Chapin y Threlkeld, 2001), y las experiencias de mapeo participativo llevadas a cabo en Colombia.

En nuestra experiencia de mapeo participaron 14 jóvenes investigadores Mbyá, con quienes se realizó una jornada de formación en herramientas informáticas y manejo de GPS (Sistema de Posicionamiento Global); líderes religiosos y referentes del Tekoha Guasú, quienes estaban a cargo de las pautas de relacionamiento culturalmente adecuadas para la realización del mapeo; líderes políticos de ambas asociaciones; y las 26 comunidades participantes. Fueron los Mbyá quienes realizaron el proceso de documentación y elaboración de mapas. Todas las actividades se llevaron a cabo respetando la cosmovisión y espiritualidad Mbyá. Se contó con el acompañamiento de técnicos de la ONG Alter Vida, formados en Antropología, Ecología Humana, Biología, Agroecología e Ingeniería Forestal. Los GPS y las cámaras fotográficas digitales fueron las únicas herramientas exógenas utilizadas.

El mapeo fue la técnica central de esta investigación, la observación participante y la toma sistemática de notas fue esencial para capturar los datos que surgían durante su desarrollo. Se realizaron entrevistas a expertos no indígenas para complementar la información recabada en campo. La revisión bibliográfica se hizo antes, durante y después del trabajo de campo, el cual se realizó entre el 2012 y 2013. El reconocimiento y aprobación del trabajo por parte de las comunidades Mbyá, las asociaciones y los líderes se dio durante todo el proceso de trabajo. Al hablar de participación se incluye no solo la construcción de la metodología sino además la aceptación, corrección o anulación de los resultados parciales y finales (mapas, informes, material audiovisual, etc.) y la forma en que éstos fueron presentados. Esto se hizo mediante sucesivas asambleas, algunas en las que participaban sólo los Mbyá y otras en las que participaban también el equipo técnico, los asesores legales y consultores del proyecto.

Mapa de uso actual de la zona reivindicada

A continuación, se presenta uno de los mapas construidos. Este mapa indica el uso que actualmente hacen las comunidades del territorio reivindicado. Se distinguen dos zonas para cacería, pesca y recolección: una utilizada de manera "muy frecuente" y otra de manera "ocasional". El que sea una zona de uso "ocasional" no indica que las comunidades no utilizan estas tierras, porque los caminos por los que transitan abarcan todo el territorio. De aquí que los puntos relevados no agotan todos los lugares y recursos utilizados, son solamente una aproximación. Esto más bien indica que deben hacerse análisis más profundos. Teniendo en cuenta que al ser tierras privadas, muchas veces el acceso a estas propiedades se hace dificultoso o inclusive prohibido para las comunidades, marcar puntos allí podría implicar algún tipo de conflicto. Los resultados en este sentido deben interpretarse como preliminares.

Los Mbyá utilizan toda el área reivindicada e incluso mucho más allá de los límites puestos en los mapas construidos con fines prácticos o específicos. Este mapa demuestra que el territorio reivindicado es imprescindible para que los Mbyá accedan a los recursos naturales que hacen posible su reproducción material y espiritual, según sus características propias de organización productiva y social. Los límites presentes no deben entenderse como fijos, se deben mirar los mapas comprendiendo al territorio como dinámico, que es utilizado no sólo dentro de los límites de las propiedades, sino en su totalidad. Cuando uno mira los títulos de las comunidades y ve los mapas con sus límites de propiedad, en realidad sólo está viendo los límites jurídicos; esos planos no reflejan la realidad del espacio y los recursos que los indígenas usan (Balza, 2001:22). Por ejemplo, la agricultura generalmente se realiza dentro de estos límites comunales, pero la cacería, la pesca y la recolección son practicadas sin considerar los límites de la tierra comunitaria.


Mapa 1: uso actual de la zona reivindicada por el pueblo Mbyá guaraní


Mapa 2

Uso territorial y sistema alimentario

Las economías de reciprocidad implican ayuda mutua: uno da a los demás y por eso tiene derecho a recibir. Esta es la base de muchas economías indígenas que han logrado sobrevivir a las lógicas mercantilistas. A diferencia de la economía de mercado, la retribución o la devolución no son inmediatas ni tienen el mismo valor fijo. La economía de reciprocidad se basa en el "don", en el darse y dar generosa y libremente a quien te requiere o quien lo necesite. Pero la reciprocidad no solamente rige el relacionamiento entre hombres y mujeres, sino también entre éstos y los dioses, la naturaleza, las almas y espíritus de los animales, las plantas, las aguas, el aire, la tierra. La lógica política y económica de la que parten los Mbyá para relacionarse con la selva es contraria a la que fundamenta la visión de desarrollo productivo, que presupone que la única forma de hacer productiva a la selva es aprovechando su suelo y sustituyéndola con cultivos comerciales extensivos.

El sistema económico Guaraní, y en este caso el Mbyá, está basado en la agricultura a pequeña escala, la caza, pesca y recolección.3 Una característica importante es la posesión comunitaria de los recursos naturales, que va de la mano con la propiedad individual o familiar de la producción. La familia extensa es la unidad básica de la organización socioeconómica, y posee por lo tanto derecho a un lugar propio para sus viviendas y chacras. El jopói, la obligación de intercambiar bienes y favores; y el potirô, el trabajo en grupo para realizar algunas tareas, rigen las actividades económicas. Así, la reciprocidad mantiene y fortalece las relaciones políticas y sociales Mbyá (Lehner et al., 2011:19). El jopói como sistema económico amplio fue encubierto por el sistema colonial desde su mismo descubrimiento. Lo que fue una auténtica economía de reciprocidad en la sociedad guaraní, pasa ahora a estar relegado al campo de lo folklórico, y su práctica es circunstancial y limitada (Meliá, 2011:138), ya no extendida.

Toledo y Barrera-Bassols han definido como uso múltiple del ecosistema la estrategia económica de las unidades domésticas, que sigue hasta el presente. Esto "…supone el manejo simultáneo de varios ecosistemas diferenciados, tales como la selva alta, la selva baja, la selva primaria y secundaria, pastizales, arbustos, arroyos…" (Toledo y Barrera-Bassols, 2008:76), lo que contribuye, por un lado al mantenimiento y enriquecimiento de la biodiversidad y la conservación de los recursos naturales; y por otro lado, a diversificar los usos que se dan a estos recursos. Actualmente los sistemas tradicionales de producción y obtención de alimentos están sufriendo cambios y las comunidades se enfrentan al desafío de readaptaciones en sus prácticas culturales ante la presión de la sociedad envolvente. En el contexto actual, el entorno se encuentra profundamente modificado por la deforestación y cambio de uso de la tierra. Varias comunidades ya no encuentran todo su medio de subsistencia en el monte y se ven en la necesidad de obtener ingresos económicos realizando trabajos asalariados por temporadas en estancias o plantaciones vecinas. De todas formas, las técnicas tradicionales de subsistencia descritas en el mapeo se practican hasta hoy. Los Mbyá del Tekoha Guasú mantienen una identidad cultural muy fuerte, ligada tal vez a esta conexión que perdura con su territorio ancestral.

El ciclo anual Mbyá está dividido en dos grandes periodos: el arapyahu o tiempo nuevo y el arayma o tiempo viejo. El arapyahu dura aproximadamente 7 meses, inicia en agosto, después de las heladas, y concluye en febrero. En el mapeo participativo las comunidades mencionan que ésta es la mejor época del año para los cultivos, cosecha, pesca y recolección. Es tiempo de abundancia y armonía. Es en este periodo cuando la gente se reúne y realiza festividades importantes. También se realiza la bendición de las semillas para que tengan buena germinación, estén libres de enfermedades y den buenos frutos. El inicio del arapyahu está marcado por el canto del urutaú o pirupiru'i (aves), que indican que ya no habrá heladas y el tiempo será agradable.

El arayma dura aproximadamente 5 meses, desde marzo hasta finales de julio. En el mapeo participativo las comunidades mencionan que en esta época aparecen varias enfermedades. Las enfermedades son tratadas con oraciones de los líderes religiosos dentro del Opy o templo. Es ahí donde se sabe si la persona se va a curar o si es necesario trasladarla a un hospital, en caso que la familia está de acuerdo. El inicio de esta estación está marcada por el yro´yja´i (cigarra), que indica que pronto empezarán las heladas, por lo que se deben proteger y resguardar las semillas (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2013).

Ma'etÿ - La agricultura

Los Mbyá practican la agricultura de roza y quema. Bartolomé señala que no se conocen regiones del Bosque Atlántico5 que hayan sido devastadas por las actividades tradicionales de los Mbyá, ya que las modificaciones por ellos realizadas son graduales y la población no es masiva ni totalmente sedentaria (Bartolomé, 2009:84).

 


Figura 1:
Calendario ecológico-productivo y de ciclos culturales

El trabajo agrícola inicia con la selección del sitio, luego se realizan la roza y la tumba, y luego la quema. "…La chacra hacemos en el monte, cerca de un naciente de agua, así nos instalamos porque ahí encontramos todo, comida, agua, medicamentos y nuestros cultivos rinden más, no se enferman, no tienen insectos, libre de los vientos y se protegen del sol" (Líder Mbyá en Lehner et al., 2011:27). El tamaño de la chacra no suele superar una hectárea. Su tamaño pequeño contrasta con la alta producción lograda gracias a la asociación de cultivos, ya que consideran que cada planta tiene una compañera (Lehner et al., 2011:23). "Cuando vamos a plantar tenemos que rezar a Nuestro Dios, con cualquier tipo de plantación… Nuestras semillas propias son bendecidas antes de plantar. Hay cultivos que se plantan antes solos y otros que se cultivan asociados…" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:50).

La quema no es anual, se realiza sólo el primer año entre junio y julio (Lehner et al., 2011:22). Los cultivos se inician entre julio y agosto, y se prolongan hasta finales de noviembre, y la cosecha se inicia a finales de noviembre y concluye aproximadamente a mediados de marzo. Al concluir la cosecha, la tierra queda en reposo o barbecho hasta mayo. Sus principales cultivos son: maíz, mandioca, poroto, maní, habilla, batata, caña de azúcar, tabaco, sandía, melón, calabazas, zapallos, cebolla de verdeo, ajo, poroto manteca y arroz (Lehner et al., 2011:24). Cada uno de estos tipos de cultivo se subdivide en variedades. Explorando los 10 tipos más significativos, registramos 81 variedades que se consignan en la siguiente tabla:

Tabla 2. Cultivos y variedades utilizadas

El descanso o periodo de barbecho es necesario para el suelo. Con el paso de los años, los cultivos aumentan su demanda de nutrientes y disminuye la productividad de los suelos. Los Mbyá utilizan hierbas como indicadores biológicos para detectar el desgaste del suelo, algunas de éstas son: yvy'a (Jacaratiacorumbensis), kapi'iatî (Chenchrusechinatus), kapi'i una (Bidens pilosa), kapi'i pororó (Digitariainsularis), ñuatîpytã (Solanumsisymbrifolium) (Lehner et al., 2011:26). Esto lleva a que se abandone la parcela y comience el periodo de barbecho. Este sistema funciona con suficientes extensiones de tierra y con baja densidad poblacional.

En el Tekoha Guasú, sobre todo en zonas céntricas del territorio rodeadas aún de selva, estas prácticas son visibles, aunque con periodos de barbecho mucho más cortos. En algunas comunidades periféricas al Tekoha Guasú próximas a cultivos de soja transgénica, se observa una disminución en variedades vegetales cultivadas. Más que la cantidad o calidad de la producción, la agricultura es importante para los Mbyá por lo que significa su realización misma: "Su práctica implica la organización interna, la reciprocidad, intercambio de especies, experimentos, rituales, renovación de los ciclos de vida" (Lehner et al., 2011:20). Cada una de las familias que componen las comunidades vive en su propia casa y trabaja su propia chacra, pero están entrelazados por un sin número de intercambios de bienes y trabajos conjuntos que revelan un fuerte sentido de reciprocidad. No todas las familias cultivan lo mismo, y en algunos casos, sus miembros se dedican a otras actividades, posibilitando al grupo familiar una gama más amplia de estrategias de obtención de recursos. A esto se le llama complementariedad ecológica y económica, y forma parte del uso múltiple de la naturaleza. La familia extensa comparte todos aquellos trabajos pesados, como la carpida (roza), la quema y la cosecha; dejando el trabajo de la siembra como una actividad casi exclusiva de la familia nuclear. A pesar de que el producto de las chacras es apropiado de manera individual por cada familia nuclear, en última instancia éste es también propiedad colectiva y siempre está disponible para asegurar la sobrevivencia del grupo familiar. 

Ñama'êma'êivy ka'aguýre - La cacería

El Bosque Paranaense es rico en vida animal, y los Mbyá se relacionan hace muchos siglos con esta fauna. Solo como un ejemplo, el sistema clasificatorio Mbyá identifica 557 aves divididas en 38 familias (M. Cebolla Badie, en Bartolomé, 2009:67). Además de ser un importante aporte alimenticio, la caza tiene otros sentidos como la "…compañía solidaria de los hombres, la educación de los niños, el hallazgo de algún lugar desconocido, la aventura, el paseo y la posibilidad del relato nocturno de los nuevos eventos. Es a la vez predación, conocimiento, socialización y comunicación" (Bartolomé, 2009:78). Algunos Mbyá dicen que todavía hay muchos animales, pero otros están preocupados por la creciente dificultad para encontrar presas. "Nosotros sólo cazamos para tener alimentos con nuestra familia, no vamos a cazar por divertirnos simplemente. Los blancos en cambio si encuentran una manada de chanchos buscan cazar hasta el último animal, sin necesidad inclusive. Nosotros cazamos para nuestro sustento, esa es nuestra cultura, la cultura de los Mbyá. Cazar para el sustento familiar es parte de nuestra cultura y no va a cambiar" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:31).

"Cuando encontramos algún animal durante la cacería ya están señalados los que serían para nosotros. Aunque encontremos muchos animales no podemos aprovechar todo por más que se quiera. Cuando voy por el monte tengo mucha fe en Ñande Ru (Nuestro Dios), porque voy en su nombre y en nombre de mis hijos, por lo tanto encontraré algún animal para nuestro alimento. Hoy día ya no es como antes porque algunos animales ya escasean y es difícil encontrar comida en nuestro monte" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:69). Presentamos a continuación una lista de algunos animales cazados en la actualidad, construida por representantes de varias comunidades de la zona del Tekoha Guasú. Se han  registrado 34 variedades de presas, citadas a continuación con sus nombres Mbyá y nombres comunes6:

Las técnicas tradicionales de caza son básicamente cuatro: ñua (trampa con lazo), monde (trampa aplastante), hu'y (flecha), jagua (cacería con perros). De las presas registradas, los Mbyá indicaron que hay periodos en que no cazan a 10 de ellas: coatí (Nasua nasua), mono (Cebus sp.), tatu (Dasypus sp.), guasú (Mazama sp.), kure'i (Tayassu sp.), paca (Agouti sp.), akutí (Dasyprocta sp.) y otras tres especies de roedores no identificadas. Además de las técnicas de cacería mencionadas, los Mbyá usan los barreros como lugares especiales para la caza. Los barreros son claros fangosos y húmedos en los que aflora el salitre, y varios animales se acercan a lamerlo como complemento mineral. También utilizan el mangrullo, que consiste en pequeñas plataformas de ramas construidas sobre los árboles. Se coloca en árboles cercanos a los barreros o en algún otro lugar por donde pasan los animales, los cazadores suben a ellas y esperan a que el animal se acerque.

Pira jopói reegua- La pesca

Cuando los Mbyá tienen necesidad de buscar algún complemento para su dieta, recurren a la pesca en los incontables arroyos que corren por su territorio. Tienen por lo menos cinco técnicas de pesca: parí (represamiento con tejido de fibra vegetal), chimbó (intoxicación con compuesto vegetal), canasto (canasto), pinda (anzuelo) y hu'y (flecha). La construcción de un parí requiere de mucha gente y dura por lo menos una semana de trabajo. Se utilizan takuaras (bambu), ramas y guembepi (corteza de liana). Los Mbyá relatan que en algunas oportunidades caen hasta mil peces que son distribuidos a todas las familias que se acercan al lugar, inclusive a gente de otras comunidades. "Este evento es un gran gesto de amor entre nuestra gente y lo hacemos en demostración a los dueños de la naturaleza. El parí se tiene armado por cuatros meses. Luego lo levantamos para que los peces puedan ir aguas arriba. Los peces suben en busca de comida y para aparearse en los meses de septiembre y octubre. Vuelven a bajar en febrero y marzo" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:47). En las cascadas, donde saltan los peces, es donde se los puede atrapar con el canasto tradicional. Para ello no se requiere de mucha gente, pero sí buena práctica. Los pescados se distribuyen entre toda la gente que acude al lugar (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:47).

La recolección. Ñande yva'y kuéry- Nuestras frutas silvestres

Varios estudios etnobotánicos han destacado que hombres y mujeres Guaraní recolectaban y recolectan preferentemente en medios ya modificados de vegetación secundaria. En estos espacios brotan de manera silvestre antiguas plantas cultivadas, lo que recuerda que en los sistemas agroforestales la frontera entre la agricultura y la recolección no son tan distantes (Noelli, en Bartolomé, 2009:120). Ya en 1968, Martínez-Crovetto analizó la alimentación Mbyá, determinando que sobre 639 plantas identificadas a nivel botánico, 590 tenían un nombre en guaraní y 438 eran utilizadas. Esto equivale nada menos que al 68,5% de las plantas conocidas. La mayor parte de la lista presentaba usos farmacológicos y el resto complementaba la alimentación. Este complemento es bastante importante, ya que permite que durante las cacerías se pueda subsistir a base de las más de 60 plantas alimenticias de recolección que no requieren cocción (Bartolomé, 2009:121). Hasta la actualidad se mantienen relatos míticos conservados de manera oral, donde se recuerda cómo los Mbyá conocieron todas las frutas. En el marco de esta investigación se han identificado varias especies de plantas recolectadas por los Mbyá, de múltiples usos. Si consideramos, además de los frutos, las semillas, hojas y brotes, vemos que la recolección desempeña un papel muy importante en la dieta. Estas plantas también tienen otras utilidades, como construcción, leña, sombra, artesanía, pesca y medicina.

Tabla 5: calendario de recolección de especies vegetales

Ei kuéry-Las mieles

Los Mbyá insisten que no puede haber selva sin abejas, y viceversa. Todas las variedades de miel tienen alguna relación con su cosmovisión y con el mundo humano y vegetal (Bartolomé, 2009:67). La importancia que las abejas tienen para la alimentación Mbyá es trascendental, pero para ellos el mayor valor radica en que sus productos son utilizados en las actividades religiosas dentro del Opy (casa sagrada). Los Mbyá buscan miel mirando y observando el vuelo de las abejas entre los árboles y escuchando atentamente sus movimientos. Para esto, "…personas, desde niños, fueron preparadas para tener habilidad y artes para encontrar miel con facilidad. Se utiliza parte de la piel de un animal felino silvestre. Dentro del monte existen lugares donde hay más miel o colmenas" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:43). Las mieles son bendecidas en el arapyahu o tiempo nuevo. Para cosecharla los Mbyá utilizan machetes, hacha, recipientes y fuego. Las mujeres embarazadas nunca deben acompañar la búsqueda de miel. Según relatan, "…existen casos o historias relacionadas a las abejas que sólo algunas personas Mbyá conocen" (Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní, 2009:43). En el taller de cartografía social se registraron los siguientes tipos de abejas productoras de miel: Eiropa, Mandori, Kuñanguero, Tapesu'a, Karavosa, Eichu, Kavichu'i, Eimirï, Eirumbykyracha, Yvyra'ija, Pynguaréi, Eiraviju y Jate'i. En general, estas mieles abundan de octubre a enero, pero existen meses en los cuales cada tipo de miel está en su punto, lo que hace que la cosecha sea realizada preferentemente en un periodo especial.

CONSIDERACIONES FINALES

La síntesis de los datos recogidos en el mapeo territorial participativo realizado por las 26 comunidades Mbyá Guaraní, asociaciones, líderes, liderezas del Tekoha Guasú y el equipo técnico acompañante, muestra el alcance que tiene la investigación participativa y se evidencia el profundo conocimiento de los Mbyá y su capacidad de generar información respecto al uso y ocupación de sus tierras, territorio y recursos naturales. Se espera que los mapas sirvan como herramienta útil a los fines de las reivindicaciones territoriales y como apoyo a la fundamentación ante las autoridades para la restitución del territorio que corresponde a los Mbyá Guaraní.

El uso de los bienes naturales de las comunidades mapeadas revela que las estrategias de subsistencia actual de los Mbyá incluyen la producción de alimentos de una amplia gama de cultivos en cantidades moderadas, y a la recolección de recursos, adaptándose a la diversidad geográfica, biótica y climática. En el Tekoha Guasú existe una continuidad en los patrones tradicionales basados en un uso múltiple de la naturaleza, sin embargo, la destrucción de los ecosistemas circundantes y la consecuente pérdida de biodiversidad y equilibrio biológico debilitaron a la cacería y la pesca como fuentes de alimento. Esto obligó a los Mbyá a basar su alimentación en mayor medida en la agricultura y la recolección, pero el acceso limitado a algunas propiedades privadas de la zona (recordemos que gran parte de la RPSR está compuesta por propiedades privadas) redujo aún más el espacio con que cuentan los Mbyá para estas actividades. En algunas comunidades, la producción de alimentos a partir del Tekoha Guasú se conjuga con la obtención de recursos económicos realizando trabajos temporales asalariados o "changas" en propiedades vecinas.

Los resultados demuestran también que los Mbyá tienen conocimientos teórico-prácticos que despliegan al momento de seleccionar los ambientes más favorables para el desarrollo de sus múltiples actividades. A través de los mapas se distinguen básicamente tres ambientes en el uso territorial y de bienes naturales: la selva como lugar de caza y pesca, la selva cultivable, y la casa. Tradicionalmente estos espacios tuvieron una organización concéntrica, es decir, la casa en el centro con su patio, luego en el primer anillo la chacra y sus barbechos (selva cultivable) y un poco más alejado, en el último anillo, la selva y los esteros. Actualmente esta estructura busca adaptarse al medio natural existente tratando de mantener su forma concéntrica (Lehner et al., 2011:16), pero el espacio físico actual, la mayoría de las veces insuficiente, evita que los patrones y técnicas tradicionales del uso del territorio sean reproducidos. La existencia en el presente de un "remanente de bosque" en el área decretada como RPSR se debe principalmente a la presencia histórica comprobada de las comunidades Mbyá.

Las instituciones paraguayas, no solo autorizaron sino que promovieron durante décadas la suplantación del bosque por pasturas para la ganadería y luego para el monocultivo extensivo. Promovieron y promueven la creación de Parques Nacionales y Reservas Privadas para preservar lo que todavía queda de bosque, y al mismo tiempo siguen permitiendo e impulsando la producción de monocultivos extensivos transgénicos. Las consecuencias de esto para la conservación de la diversidad biológica son evidentes. Para los Mbyá el bosque no es sólo un conjunto de recursos naturales explotables para generar ingresos económicos; es el lugar donde es posible la continuidad de la vida y la cultura según sus tradiciones. Además, el territorio en cuestión pertenece histórica e indefectiblemente al pueblo Mbyá Guaraní. En el 2008 el Estado reconoció como territorio tradicional Mbyá Guaraní el Tekoha Guasú, declarándolo de interés cultural y de conservación (Resolución N° 1178/08); sin embargo esto aún no se ha traducido en la titulación formal ni en la restitución del territorio a nombre del Pueblo Mbyá Guaraní.

Con el mapeo se develó además la existencia de amenazas externas debidas en gran parte a la debilidad institucional de la Secretaría del Ambiente (SEAM) y al consecuente limbo normativo en que se encuentra la RPSR. En muchas propiedades privadas que forman parte de la RPSR se realizan de manera permanente y desde hace años, con o sin el consentimiento de sus dueños, actividades ilegales de extracción de rollos de madera. Al 'rollo-tráfico' se suma la presencia de cultivos ilegales de marihuana. Por lo menos 8 comunidades están asentadas en tierras privadas, lo que les deja en una posición desfavorable. La Asociación Tekoha Yma Jee'a Pavë y la Asociación de Comunidades Indígenas de Itapúa (ACIDI) han realizado innumerables denuncias de estos hechos, pero la complicidad de las autoridades zonales y nacionales impide accionar de manera directa. A esto hay que agregar la cacería ilegal desarrollada por no indígenas en los alrededores y dentro de la RPSR. Si bien ciertas prácticas -sobre todo de cacería y pesca- tendrán que ser re-estructuradas, adaptadas o reformuladas para seguir siendo viables en el contexto actual; queda claro que no son las comunidades Mbyá la amenaza a la conservación de los bosques y la biodiversidad. Es responsabilidad de las autoridades nacionales paraguayas corregir las violaciones de derechos indígenas cometidas con la creación de la RPSR y restituir el Tekoha Guasú al Pueblo Mbyá Guaraní. El Estado paraguayo debe velar por la conservación de dicho territorio brindando un marco jurídico y político que reconozca y defienda plenamente el derecho de los Mbyá al manejo y utilización de su territorio.

Notas

1 Constitución Nacional del Paraguay: Art. 64 y 65; Ley Nº 1/89, Art. 21 89 "Que aprueba y ratifica la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica"; Ley Nº 904/81, Art. 1 y 14 "Estatuto de las Comunidades Indígenas"; Ley Nº 96/92, Art. 41 "de la Vida Silvestre". Además, contradice Art. 6, 14, y 16 de la Ley Nº 234/93 que ratifica el Convenio Nº 169 de la OIT (PNUD, 2009, p. 9).

2 Existe una amplia bibliografía sobre el pueblo Mbyá Guaraní, como por ejemplo: Basini, 1999; Burri, 1998; Cadogan, 1997; Chase-Sardi, 1989; 2006; Fogel, 1998; Litaiff, 1994; Larricq, 1993; Ladeira, 1996; Meliá, 2011; entre otros.

3 Citando algunos (Salamanca y Espina (comp.), 2012): Mac Chapin, Lamb Z., Threlkeld B. Mapeo de Tierras Indígenas; Bryan J. Abordajes hacia la Cartografía; Rambaldi G., Mc Call M., KwaruKyem P., Winer D. Manejo y Comunicación de la Información Territorial en forma participativa en los países en vías de desarrollo; Surrallés A. Territorio, Conflictos y Mapas. El Movimiento Indígena Amazónico en el Perú después de Bagua; Sletto B., Torrado M., Crúz J., Galindo A. Memoria, Resistencia y Cartografía en la Sierra de Perijá, Venezuela; Salamanca, C. Memoria, acción colectiva y narrativas territoriales: paradojas y desafíos de la cartografía social en Argentina; Andrade H. Nupirau: Territorio, Saberes y Cartografía social; Berno de Almeida, A. Os Movimentos Indígenas e a Autoconsciencia cultural -diversidade lingüística e identidades coletiva; Grunberg, G. El mapa "Guaraní Retä 2008": Una reconstrucción simbólica del territorio Guaraní; Chase Smith, R. ¿Un sustrato Arawak en los andes centrales? La historia oral y el espacio histórico cultual Yánesha. Otros ejemplos: Unión de Nativos Ayoreo de Paraguay (UNAP), Iniciativa Amotocodie, Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA). El caso Ayoreo.; Kalisch, Hannes (ed.). Nuestra comunidad Na'teema-Amyep (Campo Largo) a los cincuenta años de su fundación; Fundación Tropenbos Internacional Colombia. Monitoreos comunitarios para el manejo de los recursos naturales en la Amazonia colombiana.

4 El ámbito de las normas tradicionales aquí presentado debe considerarse solamente como una primera aproximación. El abordaje del sistema agrícola se apoya en tres publicaciones muy bien detalladas: Ñande kuaapy teete. Un rescate de saberes y tecnologías ancestrales de la agricultura guaraní, de Lehner, B., Florentín, A., Vargas, F., Giménez, A.L. (2011); Parientes de la Selva (2009) de Miguel Alberto Bartolomé; y Estudio y mapeo comunitario participativo de la ocupación, uso y conocimiento tradicional del pueblo Mbyá Guaraní de Itapúa y Caazapá respecto a sus Tierras, Recursos Naturales y una Propuesta de Plan de Manejo sobre su Tekoha Guasú, de Propiedad Intelectual Colectiva del Pueblo Mbyá Guaraní (2009), éste último publicado como resultado de la primera etapa del proyecto donde esta investigación se inserta.

5 En secciones posteriores el Bosque Atlántico, también conocido como Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAPA) será referido como Bosque Paranaense.

6 Las aves no fueron registradas, será pues considerable el aumento en la variedad de presas si se incluye a este grupo. Por otra parte, si bien hay muchas especies aparentemente comunes, no se llegaron a contrastar con sus nombres científicos.

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