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Avá

versión On-line ISSN 1851-1694

Avá  no.29 Posadas dic. 2016

 

ARTÍCULOS

Migración paraguaya en el Gran Rosario: posicionamientos y categorías

 

María Georgina Granero*

* Doctora en Humanidades y Artes Mención Antropología. Centro de Estudios Aplicados a Problemáticas Socioculturales (CEAPROS), Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (Argentina). Email: georgranero@gmail.com.

Fecha de recepción del original: febrero de 2017.
Fecha de aprobación:
septiembre de 2017.


RESUMEN

Diversas fuentes indican la primacía de motivos laborales para gran parte de la migración paraguaya contemporánea hacia Argentina. En este trabajo confrontamos el análisis de estos desplazamientos en términos estrictamente “económico-laborales” desde un estudio de caso y una síntesis bibliográfica. Lo primero corresponde al material etnográfico recabado entre 2010 y 2014 entre migrantes paraguayos asentados en el Gran Rosario (Argentina). Lo segundo refiere a nuestra lectura sobre la continuidad y efectos históricos del contexto paraguayo en los procesos de desplazamiento de los migrantes. De tal intersección, nos preguntamos por el anclaje de lo político en la formulación de los entrevistados, sus posicionamientos y estrategias. Tal pregunta será articulada desde un análisis sobre la lógica del don, basado en trabajos previos. Finalmente, fundamentamos nuestra crítica al uso de la categoría de “migrantes económicos” como la contraparte adecuada de las de exiliados o refugiados.

PALABRAS CLAVE: Migración Paraguaya; Gran Rosario (Argentina); Posicionamientos; Categorías.

ABSTRACT

Different sources show the primacy of labor motivations for much of the contemporary Paraguayan migration towards Argentina. In this paper we discuss the analysis of those displacements as strictly “economiclabor”, considering a case study and a bibliographic outline. The first point corresponds to an ethnographic corpus made between 2010 and 2014 among Paraguayan migrants settled in the Gran Rosario (Argentina). The second aspect refers to the continuity and historical effects of Paraguayan context over migrants’ displacements. From such intersection, we wonder about the political formulation among migrants’ point of view and how this extends to their positions and strategies. This question will be articulated from an analysis concerning to the logic of the gift, based on previous works. Finally, we base our critic of the use of the “economic migrants” category as the adequate counterpart of those of exiled and refugees.

KEY-WORDS: Paraguayan Migration; Gran Rosario (Argentina); Political Positions; Categories.


INTRODUCCIÓN

La migración paraguaya a Argentina, su principal destino histórico (ADEPO-OIM, 2011), se remonta a momentos muy previos a la conformación como Estado-nación; particularmente en las áreas fronterizas, donde la comunicación perdura hasta el presente. Sin embargo, desde mediados del siglo XX, esta corriente junto a otras, limítrofes y regionales, han tendido a concentrarse fundamentalmente en las metrópolis argentinas (Benencia, 2012). Si bien Buenos Aires es el principal destino, concentrando más del 60 % de la población de origen paraguayo según el último Censo de 2010, otras urbanizaciones como el Gran Rosario, en el sur de la provincia de Santa Fe1, son receptoras de migrantes limítrofes desde hace más de 30 años. La inserción en el sector de servicios, en especial, en la construcción y el servicio doméstico, la conformación de redes sociales y la residencia en zonas periféricas, son rasgos compartidos con el resto de urbanizaciones receptoras de migración paraguaya.

Sin embargo, vale destacar el escaso desarrollo de estudios locales en torno a migraciones contemporáneas de origen limítrofe. De allí que hagamos referencia a estudios realizados en Buenos Aires, lugar que nuclea la mayor cantidad de migrantes y estudios al respecto. A su vez, diferentes fuentes señalan la preponderancia de motivos laborales para la emigración contemporánea de paraguayos (ADEPO-OIM, 2011; PNUD, 2009). Sin desconocer la validez de tales estudios, en este trabajo queremos destacar la necesidad de un cambio de énfasis que no suponga lo económico y lo político como nichos diferenciados sino imbricados. Nos referimos en concreto a que la historia de violencia política en Paraguay ha tenido consecuencias directas en los procesos de desplazamiento de dicha población. Por un lado, tal es el caso de los exiliados políticos cuyos antecedentes más álgidos se remontan a la Guerra Civil (1947) y el posterior período dictatorial con Stroessner (1951-1989). Por otro, una lectura transversal destaca que la marcada desigualdad que caracteriza a Paraguay ha sido gestada históricamente desde el Estado, al facilitar la explotación de recursos naturales y la extensión de capitales extranjeros desde el término de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) hasta el presente. La extrema concentración de la riqueza, las sucesivas crisis políticas signadas de violencia y la efectuación de políticas sistemáticamente excluyentes en términos sociales, han resultado en la imposición de un modelo económico expoliativo (Arellano, 2005) y una frágil institucionalidad democrática (Schembida, 2012).

De modo que, los sucesivos desplazamientos emigratorios a lo largo de la historia del Paraguay han traducido formas de expulsión sistemática de contingentes poblacionales ‘excedentes’, con complicidad gubernamental, tanto en sus causas directas, socio-económicas y políticas, como en la desafectación de la realidad de la emigración a nivel de las políticas (no) formuladas (Halpern, 2001; Mármora, 2004; López, 2009). Asimismo, la sistemática ausencia del Estado en sus funciones sociales es enfatizada por la impronta del autoritarismo, la violencia política, la corrupción, la construcción de olvido en torno a la violencia ejercida y la sedimentación de valores e imaginarios políticos vinculados al clientelismo y el prebendarismo, signado de ‘favores’ e influencias (Arellano, 2005; Soler, 2007). La resultante desconfianza hacia representantes, instituciones y mecanismos democráticos (Schembida, 2012:132) da así lugar a una generalizada desmovilización ciudadana y al desprestigio de lo institucional (Brugnoni, 2009).

Esto contrasta con la continuidad del movimiento campesino en Paraguay y de organizaciones sociales en Paraguay y en Argentina, pero no necesariamente con lo observado en la población de referencia. En particular, los migrantes con los que realizamos una aproximación cualitativa (entrevistas y observaciones) en el Gran Rosario (2010-2014)2, no corresponden a la categoría de exiliados ni realizan algún tipo de activismo. Sus motivaciones declaradas se centran en la búsqueda de trabajo y de una reproducción material que les permita una mejor calidad de vida. En relación a ello, el contexto histórico que aludimos nos llevó a pensar el proceso emigratorio como consecuencia de un desplazamiento ligado a la historia de exclusión y violencia de Paraguay, como sugerimos. Nos preguntamos, así, por las implicaciones socio-políticas de los desplazamientos desde la formulación de nuestros entrevistados. Para ello, consideramos no solo los motivos abiertamente expresados por los migrantes entrevistados sino los elementos políticos en principio ausentes en sus relatos. Dicho de otra manera, realizamos una lectura de tal ‘ausencia’, la que asimismo pensamos como ‘huella’ a reconstruir. Ello supuso preguntarnos por la construcción de ‘lo político’, en términos más generales, como parte de las condiciones de emigración y las trayectorias, pero sobre todo, de los posicionamientos que los migrantes construyen en su presente.

En términos de posicionamiento indicamos la construcción de la referencia del ‘nosotros’, en tanto migrantes de un mismo origen nacional, proyectada al marco socio-político de (para el caso considerado) los lugares de destino y origen. Conceptualizamos los posicionamientos como una instancia de definición liminar, ‘entre’ y ‘de cara a’ lugares, asimismo referentes construidos a lo largo de la trayectoria migratoria individual y colectiva (Bourdieu, 2010; Sayad, 2010). Por lo que, estas construcciones tienen parte en la formulación identitaria así como en las formas de ciudadanía posibles y posibilitadas, las que pensamos se definen en torno a la percepción de derechos sujetos a límites nacionales y sus formas de inclusión y exclusión (Quiroga, 2005).

Pero también, en tanto discuten (explícitamente o no) tales límites en las prácticas colectivas (Sassen, 2003); aunque ello no sea necesariamente organizado o fundamentado en principios políticos vinculados a un fin explícito, como sí se observa en otros casos (Halpern, 2001 y 2009; Del Águila, 2013; Bruno, 2013), sino más bien orientado por estrategias socio-reproductivas. Tales estrategias están destinadas a resolver la reproducción material y, si bien son dadas en un marco de sociabilidad, no necesariamente implican una acción política declarada y planificada. Con ello no indicamos una escisión del contenido político que las atraviesa porque justamente queremos discutir que lo político sea exclusiva, directa y necesariamente ligado a un activismo.

Asimismo, nuestra lectura de tales posicionamientos se cruza y fundamenta desde el análisis de disposiciones valorativas y lógicas propias del intercambio social o lógica del don, como indicaremos. En tal sentido, los posicionamientos políticos que procuramos analizar se encuentran inscritos y definidos en base a esta lógica, que no precisa de mayores instancias de elaboración discursiva o de otro tipo sino que se asienta en un ‘saber práctico’.

Hacia el final esperamos contar con los elementos necesarios para debatir el concepto de “migrantes económicos” como alternativa a las categorías de ‘exiliados políticos’ o ‘refugiados’; ambas definidas desde los instrumentos internacionales (Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, 1951; en adelante)3. Pero también, en particular la primera, desde la propia historia paraguaya y la producción académica, en relación a lo cual, aludimos a quienes se han desplazado a Argentina desde Paraguay por motivos de persecución política e ideológica, en particular, durante la Guerra Civil y la dictadura de Stroessner; no obstante su condición de exiliados ha sido reconocida posteriormente (Arellano, 2005; Halpern, 2009). De esta forma, reconocemos la necesidad de sostener dicha distinción en la medida en que se trata de fenómenos diferentes pero discutimos que, en contraposición a esta, se señale una motivación estrictamente económica en la medida en que ello se escinda del trasfondo político. Con dicha objeción también apelamos a una definición más amplia (y clásica) que integre los fenómenos económicos con los procesos políticos y no distinga y oponga uno de otro. Operación que creemos conlleva su propio efecto de nominación y dominación sobre los sujetos y colectivos en los que recae. En particular, el riesgo de verlos como meros agentes económicos que deciden libremente navegar por el mercado laboral.

DE PREGUNTAS, “HUELLAS” Y CONSTRUCCIONES

La contextualización de la emigración paraguaya que indicamos, así como la posterior lectura de trabajos realizados con organizaciones y asociaciones paraguayas, principalmente en Buenos Aires (Halpern, 2001 y 2009; Del Águila, 2013; Bruno, 2013), nos ha hecho volver varias veces en nuestra investigación a la pregunta por la impronta de lo político en la construcción de posicionamientos de los migrantes entrevistados. De tal forma, la ausencia de referencias directas a los procesos políticos en los relatos de los entrevistados sobre los motivos de migración y lugares de origen (haciendo explícito tal vínculo) y, particularmente, la aparente no participación en espacios o debates políticos (Granero, 2016), nos instó en su momento a realizar preguntas más directas en torno al rol del Estado y a eventos que entonces interpelaban el contexto presente.

En relación a esto último, debemos indicar que gran parte del trabajo de campo coincide con la presidencia de Fernando Lugo en Paraguay (2008-2014). La llegada de Lugo al poder, encabezando una Alianza de partidos, tuvo la impronta de romper la hegemonía del partido colorado, implantada durante 60 años consecutivos (Brítez y Caballero, 2010). A su vez, las consignas políticas de Lugo pusieron en escenario la distribución y tenencia de la tierra y el lugar del campesinado, así como, particularmente, el reconocimiento del derecho al voto en el extranjero; reclamo sostenido por las organizaciones de migrantes paraguayos en Argentina4. En efecto, si bien en gran parte el cambio de gestión estuvo determinado por cismas al interior del partido hegemónico y, desde el bando opositor, por un estratégico reposicionamiento del partido liberal, Lugo se ubicó como referente del movimiento campesino del departamento San Pedro, cercano a organizaciones rurales y de base; lo que constituyó en sí un vuelco significativo en el perfil de los referentes políticos del Paraguay.

De su gobierno se han reconocido avances en materia social y salud pública y el saneamiento de la Policía Nacional. No obstante, la problemática conformación de consensos y las tensiones internas, especialmente con el partido liberal y respecto de la oposición, tomaron forma en denuncias cruzadas y amenazas de juicio político y de desestabilización (Brugnoni, 2009; Brítez y Caballero, 2010). Mientras que el derecho a voto fue logrado gracias al plebiscito de 2011; más allá de que su posterior implementación, en abril de 2013, tuvo un alcance limitado5. Paradójicamente, los paraguayos residentes en el exterior ejercieron entonces su derecho a voto como corolario de la polémica destitución de Lugo, sometido a juicio político, tras la masacre de Curuguaty en junio de 2012.

Menos paradójico fue el hecho de que la disputa por tierras ilegítimamente habidas durante la dictadura stronista haya sido el trasfondo de Curuguaty, evento que desencadena la más reciente crisis institucional del Paraguay6. Tal coyuntura obtura en el peor escenario el intento de reforma agraria que pondría en tapete la distribución de la tierra así como la carga impositiva de la renta y los bienes; puntos críticos en el sistema productivo del Paraguay: “el sector agropecuario que genera casi el 20% del PIB [Producto Interno Bruto] tributa menos del 1% sobre su renta” (Brítez y Caballero, 2010:102). No resulta difícil comprender que la estructura de poder político recurra a formas de violencia y persecución política a organismos sociales y al movimiento campesino. En el transcurso de tales eventos, realizamos las preguntas aludidas a los migrantes entrevistados. A continuación presentamos los fragmentos del registro7.

ESTADO, RECIPROCIDAD Y DERECHOS: “PARAGUAY vs. ARGENTINA”

Hacia mediados de marzo de 2011, nuestra inquietud se centraba en la percepción de los migrantes sobre la gestión de Lugo, lo que consultamos con dos vecinas paraguayas del barrio Cabín 9:

N [E]- “Para vos el Paraguay, ¿está cambiando o no? El rol de Estado…

Elena (Paraguaya, 25 años, trabajadora doméstica, arribada en 2000)- “Para mí no, sigue igual. En la salud no contás [con] nada, la educación más o menos. […] La gente no hace nada, se ignora uno misma. La gente se calla. El gobierno dice ‘¿qué van a hacer si son ignorantes?’. No es que seamos ignorantes, sino que uno se ignora a sí mismo […] La gente allá no participa, cada uno por su lado. La gente se defiende a sí misma. Y en casa [hogar] se va a votar, pero hasta ahí nomás. No se meten en cosas de políticas. Los que salen a la calle se dice que no quiere trabajar. Si uno sale a la calle a tirar papelitos [repartir volantes políticos] es porque no consigue un trabajo. Los políticos dan trabajo y no hay agencia de trabajo […] Acá en la Argentina el que uno no tiene y sale a manguear [pedir], allá no, no estamos acostumbrados a manguear. Nosotros siempre nos prestamos de paraguayo a paraguayo, como una cuestión de confianza, al que conocemos y nos conoce.

Esther (Paraguaya, 48 años, cuidadora, arribada en 1980)- Si yo no tengo [dinero], no voy a pedirle a nadie.

Elena- Ahí se queda con la angustia hasta que tenga […]. Porque la gente de por acá ¿Vos te pensás que van a tirar con 500 pesos [cubrir sus necesidades]? ¿Trabajar? Noo, en vez de pagar se van a buscar para comer de la basura. O si no se sientan con los 500 a fumar, a comer, a compartir un asadito con los amigos. Después se terminan los 500 pesos y sale a cirujear [recolección informal de materiales desechados para su reventa].

G [E]- ¿Te referís a los planes sociales?

Elena- Sí, le ayudan un montón…

Esther- Le va a cortar la calle, seguro que le va a pagar […]

Elena- …porque nosotros en Paraguay no podemos hacer un piquete [protesta social con corte de vías] ¿quién nos da plata? El Estado es pobre ¿de dónde saca plata? Ahora en Buenos Aires están cortando calle, diez personas, cada uno va a sacar algo […] No, allá tenés que luchar cada uno por su lado, con su profesión, y traer la plata. Y el que quiere trabajar tiene que ir y venir a estudiar y trabajar.

N[E]- Acá hay otra…

Esther- Otra vida

Elena- Mucha la ayuda del gobierno

N[E]- …Otra cultura política

Elena- Otra cultura política, totalmente. Allá no hay plan de nadie, a favor de nadie. Ahora ni la salud ya no.

Esther- Por eso la gente [de Paraguay] viene, todos” [Entrev. 15/03/11].

En la cita expuesta, encontramos eslabonadas la apreciación del rol del Estado en ambos contextos, origen y destino, de forma marcadamente contrastiva: “pobre”/ con recursos; no ayuda/ “ayuda mucho”. Correlativamente, se hace referencia a las prácticas de los ciudadanos, caracterizadas según disposiciones valorativas disímiles: “pedir”/ “no pedir”; “no trabajar”/ “luchar”; “manguear”/ “prestar”; participar/ “ignorar(se)”. De modo que, respecto del contexto de origen, el pasaje de lo público institucional a lo individual, sin instancias intermedias, advierte de una resolución individual y no colectiva de la reproducción social. Allí donde el Estado más se ausenta, la brecha de desigualdad se evidencia con mayor acento y limita el marco de acción a una “lucha” individual, fundamentalmente en el trabajo, y a la solidaridad entre quienes se (re) conocen. En ello se distingue la condición básica del intercambio social: esta se da entre quienes confían mutuamente, comparten expectativas y códigos y por tanto pueden garantizar que un ‘favor’ sea reconocido como tal. Esto supone una relación equitativa que es afianzada a través de sucesivas redonaciones (Godelier, 1998). Lo contrario sucede cuando las expectativas y las relaciones de base son disímiles; como señala Esther: “Si yo no tengo, no voy a pedirle a nadie”.

Por otro lado, vemos que tanto los planes sociales como los “piquetes” en Argentina, aparecen como una situación inédita que es explicada a partir de la valoración negativa de “manguear” y de un gobierno que “ayuda mucho”. En tal contexto, entendemos que “manguear” no se contrapone a “prestar”, porque esta última situación contempla la posibilidad de redonar, señalada previamente. Mientras que la cuantificación de la ayuda del Estado, indicada como “exceso”, sugiere también un carácter de excepcionalidad (Pitt Rivers, 2011). Así, ante el Estado paraguayo, considerado “pobre” e imposibilitado para ‘dar’, el homónimo argentino aparece ofreciendo, acceso laboral, a la salud y a la educación, así como también asistencias económicas directas. Ello refuerza la instancia emigratoria como opción alternativa válida, no sin consolidar una brecha significativa en la cual la condición de extranjeridad imprime una deuda desproporcionada, dada por el acceso a derechos denegados en el lugar de origen y la percepción de ser ‘ajeno’ a los mismos en el contexto de destino. Señalamos que tales disposiciones valorativas y su vinculación con la lógica del intercambio social (en tanto mecanismo societario), son claves para analizar los posicionamientos referidos. Halpern en su estudio de organizaciones de exiliados y migrantes paraguayos en Buenos Aires, indica que el sentimiento de deuda (que también reconoce en algunos discursos de la migración) inhabilita la constitución de sujetos de derechos y, en tal sentido, los despolitiza (2009:384). Ahora bien, en contraste con este registro y lectura, hemos observado que algunos migrantes, particularmente mujeres, participan en organizaciones barriales y acceden a beneficios asistenciales (e.g. ‘tarjetas sociales’ con las que se adquieren productos en comercios barriales por un valor determinado). La participación en dichos espacios consta de asistencia a reuniones y acciones de protesta convocadas por los organizadores, calificadas como obligatorias por los entrevistados. Asimismo, existen contraprestaciones laborales de los beneficiarios, quienes, por ejemplo, deben trabajar en un comedor comunitario o en la limpieza de lugares públicos. Hasta donde pudimos relevar, tales organizaciones están alineadas con estructuras político-partidarias en la administración de sus recursos y en su organización interna. Enmarcamos tal participación bajo el término de estrategias socio-reproductivas, orientadas a resolver la reproducción material, porque los migrantes entrevistados no definen su participación en términos organizacionales (en función de las acciones realizadas por la organización), sino como: “un movimiento que me dio la plata y ahora la tarjeta” (Adela, paraguaya, 45 años, comerciante, arribada en 1980; Obs. 19/10/10), o bien como “una ayuda” (Esther, paraguaya, 46 años; Entrev. 27/04/11). Por su parte, Vanesa (argentina, 20 años), hija de Adela, comenta que en las reuniones “hablan pavadas [palabras sin sentido], pero hay que ir [porque] anotan para ir a los piquetes [manifestaciones de protesta, caracterizadas por el corte de rutas o calles]” (Obs. 19/10/10). Resulta significativo que estas mujeres discontinuaron su participación por la resistencia de sus parientes varones, especialmente ante su asistencia a acciones de protesta. En relación a ello, Silvia (Paraguaya, 27 años, trabajadora doméstica, arribada en 2000), nos comenta:

“Hay paisanos míos que me da vergüenza que tengan planes. Porque los de acá están en su país y está bien que les den. Pero vos que venís de afuera, si podés laburar… Yo tengo todo trabajando, si me vine con un bolso y ahorré, entonces todo el que trabaja lo puede hacer. Eso es para el que es muy pobre y no tiene nada, o si está enfermo y no podés trabajar […] Pero hay algunos que tienen planes desde que llegaron […] Una vecina mía no quiso ponerse en blanco [formalizar el contrato laboral] para no perder el subsidio. No piensa que [así] tenés tu salud, tu jubilación. Si ya está cobrando por su trabajo” [Entrev. 03/08/11].

En efecto, el hecho de que un migrante acceda a un plan social tensiona el esquema valorativo expuesto previamente y demanda alguna formulación. En primer lugar, destacamos cómo, a partir del límite que divide el interior y exterior de la comunidad política local, se legitiman o deslegitiman posicionamientos y prácticas en torno a derechos ‘correspondidos’ o ‘no correspondidos’. Ello se vincula a otra disposición valorativa que analizamos en torno a la inserción laboral de los migrantes, principalmente en el área de la construcción y el servicio doméstico (Granero, 2015) y que encontramos asimismo indicada en la literatura local (Vargas, 2005): los entrevistados se reconocen y distinguen (especialmente de los locales) por ser “trabajadores”. Indicamos ello como valorativo porque, lejos de aludir a una cualidad técnica, se asocia a una disposición ética de cumplimiento y esfuerzo no obstante inserta en las relaciones de poder que definen los espacios laborales, su plusvalía y dinámicas de explotación laboral (Panaia, 1990; Bruno, 2008; del Águila, 2008; Canevaro, 2009; Courtis y Pacecca, 2010). En concreto, ello implica evitar conflictos y reclamos legales, lo que es asimismo formulado en el lenguaje de la reciprocidad en términos de lealtades y deudas (del Águila, 2014; Bruno, 2008 y 2011; Courtis y Pacecca, 2010). Por lo que, en términos de intercambio, la contraprestación válida a la deuda adquirida en tanto extranjero, sería ante todo laboral, aquella que define (clasifica) el lugar del migrante (ahora sí en términos globales) en la sociedad de destino (Sayad, 2010).

Dicho ello, consideramos que la crítica a los beneficiarios de la asistencia social que subyace al comentario de Silvia, indica que el ‘trabajo’ como valor es aplicable asimismo a la legitimidad de la posición de los ciudadanos locales. De esta forma, que estos en general se muestren “menos trabajadores” (“ayuda” del Estado mediante) que quienes “vienen de afuera”, es una de las tesis sostenidas para dar cuenta y legitimar el lugar asignado en el entramado sociopolítico, donde se los clasifica usualmente como ‘competencia’ (Grimson, 2006). Sin embargo, en tanto ‘ciudadanos’, aunque ‘menos trabajadores’, tales prerrogativas les corresponden. Podemos asimismo considerar la significativa expresión de la ‘vergüenza’ sentida por Silvia como una forma de desmarcación, en un sentido, y de remarcación en una posición asumida como legítima (Halpern, 2009), en otro.

Bajo tales parámetros creemos se encuadra el malestar de familiares de Adela en relación a la participación de ella y su hija en la organización barrial. Pero también aquí aparece una posible diferenciación genérica, dado que son principalmente mujeres las que participan en estos espacios barriales y, hasta donde hemos registrado, ello no da lugar a un activismo de algún tipo sino a una estrategia de tipo socio-reproductivo. Nos preguntamos, entonces, si la división genérica del trabajo promueve esta opción, especialmente en mujeres que no se emplean fuera de sus hogares y por tanto carecen de remuneración, como es el caso de estas entrevistadas (a diferencia de Silvia y Elena, quienes se posicionan críticamente, y de sus pares varones)8. Siendo una estrategia en la cual la identificación por origen nacional y condición de migrante se encuentra desplazada por la de clase, se garantiza la invisibilización de dichos marcadores, especialmente cuando su visibilidad resulta desventajosa y es estigmatizada.

Pero sea este el caso, ¿estas prácticas contradicen o revisan el lugar de deudor sugerido previamente? Nos encontramos frente a una participación orientada desde un posicionamiento definido por variables socioeconómicas y contextuales, es decir, relativas a un marco interactivo barrial, donde la condición migratoria no desaparece pero desplaza su protagonismo de modo estratégico. La idea de una deuda no es necesariamente modificada o criticada reflexivamente, sino que, en tales casos, la identificación socioeconómica (emergente del intercambio cotidiano) y de género (basada en el rol reproductivo), da el marco necesario y suficiente para desplegar esta estrategia socio-reproductiva sin que la condición de extranjeridad o la nacionalidad (con sus atributos valorativos asociados) se anteponga. En cierta forma, el acceso a estos recursos económicos se mediatiza a través de tales identificaciones y por dicha mediación se vuelve posible.

Mientras que, para quienes acceden a un trabajo fuera de sus hogares, tanto varones como mujeres, obtienen en dicho acceso una forma de posicionamiento válido y validado en la sociedad de destino. Por lo que, si entre los trabajadores remunerados se presenta una identificación funcional (Vargas, 2005), que asocia origen nacional y tipo de inserción laboral, entre las trabajadoras no remuneradas, las estrategias socio-reproductivas sugieren lo contrario, una diferenciación funcional. La ‘funcionalidad’ en ambos casos indica el marco preciso de acción en el que las operaciones de identificación o diferenciación se despliegan, sin agotar tampoco las posibilidades de inscripción sociales e identitarias relativas a la condición migrante.

PARTICIPACIÓN ELECTORAL, CURUGUATY Y LUGO

En línea con lo expuesto, nos preguntamos por la participación electoral en contexto de migración, específicamente, ante la reforma que habilitó a los paraguayos residentes en el exterior a votar y su implementación en la elección presidencial en el año 2013. En relación a ello, cabe considerar que, dada la extensión del período dictatorial, para quienes migraron en la década de 1980 o 1970 especialmente, la instancia electoral se presenta como un hecho inédito. Tal antecedente permite contextualizar las respuestas y comentarios registrados; como dice por ejemplo Mónica (paraguaya, 56 años, trabajadora doméstica, arribada en 1970): “En Paraguay no van a votar, no es obligatorio. No votamos ni allá ni acá. No sé si tendríamos que votar, nunca averiguamos” [Entrev. 26/06/06]; o Esther: “Nunca voto yo, ni acá ni allá” [Obs.12/12/11]. Citamos a continuación varios fragmentos vinculados a la destitución de Lugo y las elecciones siguientes:

1. Elena- “Más crisis, de a como estaba, todavía más crisis ahora” [Obs. 19/06/12].

2. Esther- “Qué desastre eso, más desastre todavía”

Elba- Sí, y lo terminaron sacando [a Lugo], si lo querían sacar.

Romina- Ahora dicen que lo sacaron a Paraguay del Mercosur, hasta abril parece

G [E] - Sí, que hay elecciones, ¿y van a votar?

Elba- No, yo nunca voté. Pero ¿para qué? Mirá que es mi país y yo lo quiero, pero siempre fue igual, siempre fue igual. Ya no cambia más, la corrupción…

N [E] - Acá también…

Elba- Si acá, allá más corrupto todavía […] [Obs. 02/07/12].

3. Silvia- “A mí me preocupa ahora porque como echaron a Paraguay del Mercosur ya no se puede entrar [a Argentina]. El que está irregular no va a poder entrar. Aparte Paraguay no produce lo que la gente come […] [Lugo] Sé que se equivocó, pero a mí me gustaba mucho lo que hizo. Puso pensión para los abuelos; mi abuela dice que le van a sacar eso.

N[E] - Pero eso es por ley, no se lo van a sacar

S- Sí, ¿quée…? [expresa incredulidad] Pero también puso escuela, para el que no pueda pagar vaya. En mi época no era así. Y salud pública […] Pero se equivocó con los campesinos que fueron a ocupar. Nuestro país no está preparado para eso, nunca pasó. No es como acá que hacen piquetes, cortan […] Allá ¡pum! te bajan de un tiro. […]

G[E]- ¿Y por qué pensás que a muchos no les interesa votar?

S- Porque nosotros allá vivimos muchas cosas y la gente está desilusionada, muy desilusionada” [Entrev. 02/07/12].

4. Julio (paraguayo, 24 años, obrero de la construcción, arribado en 2000)- “A mi parecer que Lugo no pudo hacer muchas cosas […]. Sí le echó a […] gente de la aduana que agarraban plata, coima […] Y después cambio, cambio, no hubo. Sí de la policía, tuvieron mucho apoyo, le dieron vehículos nuevos…

N[E] - ¿Y por qué no se pudo lograr ningún cambio?

J- Y… difícil es. […] Yo vivo todo el día en la calle y sé cómo se maneja […] En Paraguay, le das unas cuantas monedas [al agente aduanero] y podés pasar [mercadería por la frontera] […] Y ahí no hay producción. Acá en Argentina hay muchas fábricas […] ¿Cómo vas a conseguir trabajo si no hay fábrica? […] Acá el problema lo tienen los paraguayos, vendieron su propia tierra y ahora son personal de su propia tierra […] eso pasa porque no hay una ayuda del gobierno […]

G[E] - ¿Y sobre lo que pasó en la matanza entre campesinos y policías…?

J- Pero eso son […] tierras mal habidas […]. Época de Stroessner […], él repartía así, a todos los soldados que salían para tener tierras. Pero qué pasa, la gente nunca se fueron, porque la tierra antes sobraba […]. Y ahora todo el mundo se preocupa porque no hay más […]

G[E]- ¿Y sabés que acá en Argentina hay algunas organizaciones paraguayas? […]

J- […] Yo ningún movimiento escuché acá de los paraguayos. Acá vienen para trabajar y nada más […] Lo único que sé es que hay muchísimo paraguayo acá. Porque si vos te vas a una obra [de construcción], si hay 20 personas, 15 son paraguayos” [Entrev. 27/07/12].

5. Ignacio (paraguayo, 26 años, obrero de la construcción, arribado en 2000)- “Dice que para el presidencial [elecciones], que se va a poner un transporte y lo que están todos en padrones van a ir a votar allá […]

G[E]- ¿Irías?

I- Sí, ahí sí. Si tendría el viaje libre [...] Hay que aprovechar para ir y relajarme un poco […]

G[E]- ¿Y con esto de Lugo?

I- Sí, perjudica mucho ahora. Porque viste que el otro [Franco] está sacando todo [las reformas]. Escuché que sacó todos los salarios devuelta que le estaban dando a las abuelas y eso. […]

Esther- El nuevo nadie lo quiere. Allá [en Paraguay], […] nadie lo quiere […]

Elena- El otro dice que ayudaba mucho a todos y este nada…nadie le quiere […]

I- Yo le votaba a Lugo, cuando estaba en Paraguay […] Daba mucha propuesta […] Dice que cumplía […]

G[E]- ¿Y por qué lo sacaron?

I- Y porque viste el tema ese que se armó con los campesinos... por eso […] Quería hacer el golpe de estado por eso le echaron […] vamos a ver qué pasa ahora […] quieren ganar devuelta, los colorados […]

G[E] - En Buenos Aires hay muchas organizaciones políticas de paraguayos…

I- … [silencio] ¿Para la presidenta [argentina] decís vos? Que están apoyando…

G[E]- No, no sé si apoyan o no. Pero digo que se han organizado desde que vinieron…

I- Mucho movimiento más que acá…” [Entrev. 12/11/12].

Aunque carecemos de un relevamiento que pudiera confirmarlo, la participación electoral no aparece claramente referenciada como un hecho esperado y referido explícitamente por nuestros entrevistados. De forma complementaria, tampoco encontramos eco en las entrevistas sobre el conocimiento de las organizaciones de paraguayos en Buenos Aires, quienes militaron activamente por el derecho a voto. Aun así, como advertimos, ello no excluye sino insiste en el interrogante sobre la relación ciudadanía-Estado. En tal línea, vemos que la perspectiva general de la situación política y social del Paraguay carece de expectativas superadoras: “siempre fue igual”, “ya no cambia más”. Aun cuando se evalúen positivamente algunas medidas tomadas por Lugo, esto no introduce la posibilidad de transformación del contexto más general. Los eventos que desencadenaron la crisis política durante 2012 son interpretados como una profundización: “más crisis ahora”, “más desastre todavía”. Se agrega a este panorama, la preocupación por la eventual salida de este país del Mercosur y sus consecuencias para la entrada al país de personas de origen paraguayo.

En general, las perspectivas de nuestros entrevistados están centradas en las consecuencias más que en las causas de estos hechos. En relación a ello, se señala la precaria posición de Paraguay en relación a sus naciones vecinas. Por un lado, a la imagen del Paraguay “pobre” y sin recursos, se agrega la de “corrupto”, al mismo tiempo que contrasta con la imagen presentada de Argentina, como país con más recursos y ‘menos’ corrupción. En tal sentido, el contexto de origen se presenta como un referente frente al cual la situación actual se destaca positivamente. Correlativamente, a nivel social, se menciona que Paraguay “no está preparado” para sostener instancias de reclamo y es calificado como un “error” de Lugo. Así, la imagen negativa y estática de Paraguay condice con la lectura sobre las consecuencias de la historia política de dicho país que introducimos (Schembida, 2012; Brugnoni, 2009). Respecto de ello, vemos que, con escasas excepciones, no registramos referencias que vinculen los procesos políticos del Paraguay con su presente. Entonces, ¿qué podemos decir sobre el registro del acontecer político que ha configurado las condiciones de emigración padecidas?

Por un lado, reconocemos que, más allá de la concepción de la realidad política y la social (que hacen a unos poder ubicar la génesis de algunos hechos), no encontramos un claro posicionamiento a favor de alguna forma de participación política para incidir sobre dicha realidad a ese nivel: político y social. Esto no implica que, aunque veamos en ello efectos desmovilizantes, las trayectorias de estos migrantes sean meramente reactivas a sus condicionantes socio-políticos. Por el contrario, creemos que estas se constituyen activamente a través de estrategias, mayormente informales, concebidas como eficaces, es decir, en tanto logran incidir en las condiciones de vida particulares y de la producción de formas de inscripción social e identitaria.

Sin duda ello constituye un gran desafío para quienes apuestan a la consolidación de espacios participativos activos como formas válidas de construcción ciudadana. Tampoco planteamos que esto no sea en sí posible, pero no podemos descuidar que buena parte de la población migrante, paraguaya en particular, no participa de tales espacios más allá (y quizás, a pesar) de sus ideas o percepciones sociales y políticas. De allí que la pregunta sobre las razones que hacen de ello la expresión más general, está estrechamente conectada con los vaivenes políticos e históricos del contexto de origen y con la construcción de determinados posicionamientos en los migrantes en el contexto de destino.

En Paraguay, como indicamos, ello implica revisar la experiencia ciudadana en relación a un Estado históricamente ausente en materia social a la vez que presente en formas de violencia política. A partir de allí, se instaura un orden que define pertenencias y exclusiones desde lo cual se formula el horizonte de una ciudadanía posible. Este esquema de acción e interpretación se encuentra posteriormente interpelado desde el lugar (asumido y adjudicado) como migrante limítrofe y paraguayo en la sociedad de destino. En relación a ello, consideramos que en Paraguay la construcción sistemática del olvido en torno a la violencia política e institucional (Arellano, 2005), así como las imágenes de deslealtad y traición que fueron elaborándose en relación a las experiencias contestarias y el exilio (Halpern, 2009), operan en la formación de juicios, ‘ausencias’ y posicionamientos. Esto es, más allá de que se reconozca la situación de violencia que antecede a Curuguaty, como también, los eventos que configuran a grandes o precisos rasgos la propia historia de los contextos particulares de emigración: el reconocimiento de tales hechos no incide en un planteamiento que induzca a una acción política definida, a nivel individual o colectivo.

Resta decir que, luego de las elecciones de abril de 2013, intentamos sin éxito relevar la participación a nivel local. Si bien obtuvimos algunas referencias vagas de personas que habrían ido a votar a Paraguay: “De acá fueron muchos a votar […] Pusieron colectivos gratis” [Esther; Obs. 07/05/13], no logramos dar con mayores precisiones. A su vez, en la entrevista realizada en la oficina consular paraguaya en Rosario, la Cónsul confirmó que: “No hubo organización de ninguna naturaleza porque fue muy corto el tiempo” [Entrev. 22/05/13], tanto para realizar el empadronamiento como el traslado de paraguayos a los lugares habilitados.

POSICIONAMIENTOS POLÍTICOS: CONTINUANDO LA LECTURA

Al considerar los condicionantes que actúan en la construcción de los posicionamientos políticos analizados, recordamos la definición de violencia simbólica como aquella que “impone una coerción que se instituye por medio del reconocimiento extorsionado que el dominado no puede dejar de prestar al dominante al no disponer, para pensarlo y pensarse, más que de instrumentos de conocimiento que tiene en común con él y que no son otra cosa que la forma incorporada de la relación de dominio” (Bourdieu, 1999:18). Pero también la definición de “poder” de Foucault, por la cual este, “no se aplica pura y simplemente como una obligación o una prohibición a quienes ‘no lo tienen’; los invade, pasa por ellos y a través de ellos; se apoya sobre ellos, del mismo modo que ellos mismos, en su lucha contra él, se apoyan a su vez en las presas que ejerce sobre ellos” (1985:34).

La situación emigratoria de los entrevistados se define en el contraste con la situación de inmigración, bajo una situación sociopolítica concebida como trasfondo ‘dado’ y no como elemento posible de transformación y afectación. No obstante, ello no diluye sino que desplaza la atención sobre la tensión que define la situación presente como inmigrantes y como emigrantes y se manifiesta en las valoraciones en torno a los derechos percibidos y el lugar construido. Tal percepción hace posibles y necesarias algunas estrategias (sobre otras) y, de esta manera, se introduce un posicionamiento político que resume la relación Estado-ciudadanía, a su vez definida por una serie de disposiciones valorativas vinculadas a la lógica de intercambio social en un marco de extrema jerarquización.

A diferencia del planteo clásico (Godelier, 1998), aquí la relación de extrema desigualdad impide toda posibilidad de equiparación a través de sucesivos intercambios. Por tanto, el posicionamiento de los migrantes se debate en términos de una deuda total, dado el extremo contraste entre quienes se vinculan a través de la relación de intercambio y deuda: en este caso, Estado-nación y extranjeros.

Aun así, la emigración aparece como una estrategia válida y eficaz, entre otras, frente a la dificultad de afectar el campo político en el contexto de origen y, por ende, las condiciones que originaron el desplazamiento. Ya en el contexto inmigratorio, ello da lugar a estrategias planteadas desde el lugar de extranjeridad que conlleva la impronta de un deudor total. Creemos que tal concepción limita la emergencia de posicionamientos político-participativos como canales viables de acción, como señalara Halpern (2009). En tal contexto, las estrategias socio-reproductivas, con distinto grado de organización, son los modos concebidos como ‘efectivos’ para lograr el acceso a derechos y definir la inscripción social. En términos de ciudadanía, el conjunto de derechos esenciales, restringidos en el contexto de origen y posibilitados relativamente en el de destino a través de tales estrategias, se acceden al costo de asumir vulnerabilidades y un endeudamiento extremadamente desigual.

Sostenemos que, si por un lado las estrategias socio-reproductivas no conllevan un cuestionamiento del orden político que sustenta las condiciones de reproducción, ello no implica la ausencia absoluta del reconocimiento de tales determinantes. Reconocimiento por lo demás forzoso, en tanto da cuenta de los motivos y circunstancias padecidos que, asimismo, han dado origen (y en gran parte sentido) a lo vivido y, en nuestro caso, al propio proceso de migración. Lo que discutimos es que existe una relación automática entre ello y la disposición a una acción política definida linealmente.

CONCLUSIONES

La migración ha sido usualmente despolitizada en su conformación como objeto político-académico; como indicara A. Sayad: “no hay mejor despolitización de un problema social que su tecnificación o su total reflujo en el campo de la moral” (2010:313). Frente a ello, analizamos aquí las huellas que identificamos en las ausencias (y algunas presencias) para reconstruir los posicionamientos políticos de los migrantes entrevistados. Creemos que los resultados presentados responden a los efectos de discursos y significados construidos históricamente (Arellano, 2005). En tal sentido, las “ausencias” no responden a meras omisiones a nivel del relato sino que expresan una historia de despojo que está en la base del proceso emigratorio de gran parte de los paraguayos arribados a Argentina. En resumidas cuentas, sintetizamos tales resultados en tres puntos que hacen a la reconstrucción y lectura de los posicionamientos políticos de nuestros entrevistados:

1. La significación del lugar de emigrantes –inmigrantes– extranjeros desde la noción de deuda. En tanto “deudores permanentes” del Estado y la sociedad receptora, los migrantes asumen la necesidad de una donación continua en condiciones de desigualdad, para legitimar su lugar. Como consecuencia, el sentimiento de deuda implica la “anulación del potencial político” (Halpern, 2009:384) del sujeto migrante, quien no puede reclamar o asumirse como sujeto de derechos.

2. La preeminencia de estrategias socio-reproductivas e informales (Granero, 2016) entendidas como ‘eficaces’ en el marco de vulnerabilidad (tanto emigratorio como presente). Ello indica una búsqueda por el acceso a derechos básicos, vinculados a las posibilidades de reproducción material (lo que no excluye sino condiciona otras búsquedas).

3. La evaluación de la situación actual y pasada de Paraguay como desfavorable en relación a Argentina, al mismo tiempo que ‘dada’ y estática (“no cambia más”). Ello condice con los sentimientos de desconfianza y deslegitimidad de las instancias democráticas institucionales y la desmotivación hacia instancias de participación, señalados como efectos históricos (Brugnoni, 2009; Schembida, 2012). Al mismo tiempo que ratifica el presente y el lugar asumido en el contexto de inmigración.

En tal derrotero, la reconstrucción de lo político implicó ver cómo el referente nacional, en su lógica de inclusión/exclusión y en su función de delimitador en el contexto migratorio, se inscribe en el posicionamiento de los migrantes paraguayos. De tal modo, encontramos referencias a un Estado-nación no garante de los derechos reconocidos como ‘propios’ y manifiestos en los motivos de emigración (reproducción material restringida) como condición general de expulsión. Desde los trazos aportados en el registro, pero también de la exploración bibliográfica, entendimos que dicha desposesión implica también la concepción de una desafectación generalizada sobre las condiciones de producción, con efectos de desmovilización política y social. En su base, rastreamos la traducción de esta exclusión al plano del intercambio y su ética como imposibilidad de participar en calidad de ciudadano, no a partir de derechos (que no pueden verse desafectados), sino de dones, y, consecuentemente, como compulsión a donar bajo condiciones (¿aún más?) desiguales a fin de inscribirse en la sociedad de destino.

A razón de ello, vemos que la definición del inmigrante como sujeto de derechos, suscrita en el marco legal vigente (Ley 25.871)9, resta ser incorporada tanto por locales como por inmigrantes. El postulado de la “integración” en el contexto de destino aparece exigido y condicionado a sucesivos endeudamientos como forma global de posicionamiento. Esto es, no solo a nivel ideológico sino también de los ámbitos de inserción laboral en la sociedad de destino. Por su parte, destacamos la singular eficacia que el intercambio, como lógica societaria general, presta al organizar en contextos desiguales relaciones sociales y marcos valorativos que no pueden ser convenientemente formalizados y evidenciados a través de los instrumentos y discursos normativos (Pitt Rivers, 2011).

Creemos que lo dicho fundamenta revisar la definición de ‘migrantes económicos’ sin más que recordar que lo económico, así como lo personal, es en sí político; proclamas que tanto el marxismo como el feminismo han llevado adelante desde hace tiempo. En este marco, ello se concreta en la implicancia que las nominaciones tienen en la definición del lugar de los migrantes en la sociedad de destino y en miras a sus lazos con la sociedad de origen. Para ello, analizamos lo político en sus huellas, esto es, los efectos que aparecen en la formulación que los migrantes realizan de su trayectoria y referentes nacionales. No sin dejar de leer que la ‘reproducción material’ buscada, implica derechos afectados en el origen y disputados, desigualmente vividos y percibidos, en el destino. Por tanto, la reproducción de la definición de ‘migrantes económicos’ implica en muchos casos desconocer los efectos y contextos históricos de tales trayectorias, de por sí evitable en cualquier instancia de análisis. Ello coadyuva al ocultamiento del nudo político que las ha definido, siendo por tanto una acción política en sí, emprendida desde el lugar institucional que se ocupa. Tal acción va de la mano de la cotidiana reproducción de similares prácticas en diferentes ámbitos sociales e institucionales que configuran el día a día de migrantes y no migrantes y, por tanto, la centralidad de tal experiencia (así como la dificultad de pensar otras, experiencias y nominaciones). Justamente, la gran diferencia entre lo que presentamos y la situación de los exiliados políticos, en particular, y de migrantes con una participación política definida, en general, es la posibilidad de estos de ‘formular’, explícita y críticamente, los fundamentos políticos de sus trayectorias. Por lo que la apuesta sería redefinir, tanto para el campo administrativo como el académico, la categoría de migrantes económicos, en tanto esta ha sido mayormente desligada de su matriz socio-política.

Desde la producción académica podemos, en efecto, abogar por no reproducir categorías cuyos efectos analizamos como cuestionables, con el fin último de incidir en el diseño de políticas públicas y/o en lecturas críticas a nivel social. Pero consideramos que ello debe ser acompañado de un análisis que permita explorar lo que de hecho está incorporado socialmente, tanto por migrantes como por la sociedad en general, a fin de contribuir a vías de acción posibles. En ese horizonte inscribimos el presente trabajo como aporte a una discusión necesariamente abierta a otros planteos, contextos y marcos disciplinarios.

Notas

1 El Gran Rosario incluye la Ciudad de Rosario y localidades aledañas; conforma el tercer conglomerado urbano del país según el último Censo. Correlativamente, se concentra allí el 66.7% del total de la población extranjera a nivel provincial. De tal grupo, las personas de origen paraguayo conforman el colectivo más numeroso, con un total de 5979 personas; equivaliendo al 73.32% de la población paraguaya registrada en la provincia de Santa Fe.

2 Nuestro acercamiento a campo se basó en la mediación prestada por migrantes con los que establecimos contacto, en particular en el barrio de Cabín 9, localidad de Pérez; sumando luego algunas entrevistas en la Ciudad de Rosario. En total hemos entrevistado a 43 migrantes paraguayos (10 varones y 33 mujeres de entre 18 a 78 años) con quienes realizamos más de un encuentro; sus años de llegada a la Argentina corresponden a tres períodos: 1970, 1980 y 2000. Los nombres indicados en este trabajo son ficticios; al lado de estos indicamos las edades que tenían al momento del registro y su origen nacional. A su vez, en cada fragmento citado se indica la modalidad de registro: observación (Obs.) o entrevista (Entrev.) y la fecha del mismo entre corchetes.

3 En breve, lo que define a un refugiado es la situación de desplazamiento forzado y urgente a razón de peligrar su vida en el contexto de origen; los motivos pueden ser varios: persecución política, religiosa e ideológica, conflictos bélicos y étnicos, etc. Los exiliados serían, así, parte de esta categoría; la que, no obstante, para el marco normativo, se basa en la delimitación nacional. De tal forma, quienes se desplazan dentro del territorio de un Estado-nación se les asigna una categoría y procedimiento asociado diferente, como ‘desplazados internos’.

4 La reforma constitucional de 1992 solo habilitaba la participación política a quienes residían en el Paraguay, separando la ‘condición de nacionalidad’ de la de ‘ciudadanía’ (Halpern, 2009:317-318). Punto central en el marco de discusión de los convenios de bilateralidad entre Argentina y Paraguay hacia fines de la década de 1990 (Halpern, 2001).

5 La reforma del art. 120 de la Constitución Nacional paraguaya fue resultado de un referéndum realizado el 9 de octubre de 2011, bajo la presidencia de Lugo. Se planteó, entonces, el empadronamiento de paraguayos residentes en el exterior, el cual presentó dificultades de implementación, reduciéndose a Argentina, EE.UU. y España y, en nuestro país, Buenos Aires y zonas fronterizas.

6 Entonces murieron 17 personas (11 campesinos y 6 policías) a partir del desalojo de tierras cuya propiedad reclamaba un grupo empresario local. En menos de 24hs se estableció el juicio político que dejó a Lugo fuera de la presidencia y estableció a Federico Franco como mandatario interino. Este hecho ocasionó la salida de Paraguay de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), hasta que se realizaran nuevas elecciones democráticas. Ello aconteció en abril de 2013, cuando asume con mayoría de votos Horacio Cartes, representante del partido colorado.

7 El registro presentado fue construido junto a TS. Nanci Sánchez, su intervención se indica como N [E]; mientras que la propia G [E]. A su vez, contamos con entrevistas realizadas por el grupo de estudiantes e investigadores que trabajaron en Cabín 9 bajo la dirección de la Lic. Marcela Valdata (UNR) entre 2005 y 2009. Tal material ha sido facilitado por sus autores y es citado con en su fecha original. La utilización del mismo y sus posibles fallos, corresponden enteramente a mi autoría.

8 Causa (2011: 17) sostiene que la participación de mujeres paraguayas en organizaciones sociales del conurbano bonaerense evidencia la asunción de un cuádruple rol (doméstico, laboral, de participación comunitaria y de cuidados familiares). Mientras que la discontinuidad de tal participación en contextos más prósperos, con ocupación laboral de las mujeres y sus parejas, alega a favor del marco reproductivo en que dicha participación se inscribe ante condiciones de extrema precarización: “Para la mayoría de las entrevistadas, la incorporación inicial a las filas piqueteras fue una estrategia más de sobrevivencia” que extiende las “tareas domésticas en el espacio comunitario”.

9 La ley vigente en materia de regulación migratoria se suscribe a un marco de derechos humanos y al MERCOSUR; entidad que integra a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay desde 1991, pero que hasta entonces no había operado en esta materia. Los derechos reconocidos son: reunificación familiar, debido proceso en situaciones de detención y expulsión y asistencia jurídica gratuita; acceso a educación y salud, independientemente de la regularización documentaria; anulación de la obligación de denunciar a migrantes “irregulares”; difusión de las obligaciones y derechos de los migrantes; promoción de la integración de los migrantes a través del reconocimiento de la diversidad cultural y lingüística; participación de los extranjeros en la administración de los contextos locales de residencia. No problematizamos aquí aspectos de su gestación, tardía reglamentación (hacia 2006) y desafíos a nivel de las prácticas institucionales, los que, sin embargo, deben considerarse a los fines de ampliar el debate sugerido.

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