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Avá

On-line version ISSN 1851-1694

Avá  no.30 Posadas June 2017

 

ARTÍCULOS

La imagen del país de origen entre los descendientes de inmigrantes

 

Katarzyna Porada*

* Becaria postdoctoral (CONICET/UBA). Integrante de la Red de Estudios Migratorios Transatlánticos. Email: katarzynaporada@gmail.com.

Fecha de recepción del original: 09/06/2017.
Fecha de aprobación: 28/03/2018.


RESUMEN

El sentido de pertenencia a una determinada colectividad de origen inmigrante se construye en torno a la percepción de compartir sus miembros un origen común que, en la mayoría de los casos, remite a un territorio concreto. Esta percepción es lo que garantiza la cohesión de un grupo y establece un criterio básico de inclusión y exclusión. En el presente artículo, centrándose en un caso concreto, el de la comunidad polaca en la provincia de Misiones, nos proponemos analizar la vinculación que sus integrantes mantienen con el país de sus antepasados. Paralelamente, estudiaremos la imagen que han ido elaborando de Polonia y cuáles son los acontecimientos que evocan para afirmarse como miembros del grupo.

PALABRAS CLAVE: Identidad Étnica; Territorio; Descendientes de Inmigrantes; Polacos en Misiones.

ABSTRACT

The sense of belonging to a particular community of immigrant origin is built around the idea of sharing its members a common origin that, in most cases, refers to a specific territory. This perception is what guarantees the cohesion of a group and establishes a basic inclusion and exclusion criteria. In this article, focusing on a particular case, the Polish community in the province of Misiones, we propose to analyze the ties that its members maintain with the country of their ancestors. At the same time, we will study the image of Poland they have been developing and the events that they evoke to assert themselves as members of the group.

KEY WORDS: Ethnic Identity; Territory; Descendants of Immigrants; Poles in Misiones.


INTRODUCCIÓN

El proceso migratorio si bien comprende el desplazamiento físico de un territorio a otro, raras veces produce una ruptura en la vinculación que el individuo conserva con el país de procedencia. La memoria, los recuerdos, así como los motivos que han producido la migración contribuyen a la resignificación del lugar de origen que, frecuentemente, se eleva en el imaginario de los inmigrantes a la categoría de un espacio privilegiado; el de la inscripción emocional y de un marco que engloba determinadas prácticas culturales y apegos afectivos (Velasco Ortiz, 1998:120). Es por ello que, y para compensar la pérdida que muchas veces implica la experiencia migratoria, en el nuevo destino los inmigrantes intentan conservar las pautas de comportamiento étnico, es decir, reproducir ciertas prácticas y actividades aprendidas en el lugar de origen. En otras palabras, aunque se abandone físicamente un territorio, esto no quiere decir que se pierda la referencia al mismo (Giménez, 1996: 15). Esta vinculación, que muchas veces se transmite a las siguientes generaciones, puede adquirir formas y dimensiones muy variadas. También diferentes pueden ser los aspectos a los que se alude para evocar el lugar de origen. Es por ello que en el análisis de la relación que un grupo de origen inmigrante mantiene con el país de procedencia nos parece oportuno acudir a las aportaciones del sociólogo polaco, Stanislaw Ossowski y, particularmente, a la diferenciación entre lo que él denomina la patria privada (ojczyzna prywatna) y la patria ideológica (ojczyzna ideologiczna) (Ossowski, 1984:26).

La primera, la patria privada, está estrictamente relacionada con las experiencias y vivencias individuales que vinculan al sujeto con un territorio limitado. Se trata de un espacio que se conoce personalmente y donde el individuo pasó una parte importante de su vida. En este sentido, particular relevancia adquiere el lugar donde transcurrió la infancia y la adolescencia; etapas que, según Ossowski, están más susceptibles a la formación de poderosos lazos emocionales. La segunda, la patria ideológica, es un territorio mucho más extenso que el que abarca la patria privada y del que ésta última forma parte. Los lazos mantenidos con la patria ideológica no se basan en las vivencias personales, sino en la firme creencia de formar parte de una comunidad asociada a un territorio concreto. Éste, a su vez, es visto como una unidad homogénea, con límites claramente definidos; visión que se mantiene aunque sus fronteras sufran cambios o transformaciones (Barth, 1976; De Vos, 2006). La fuerte vinculación que los individuos establecen con la patria ideológica se refleja en el caso de los inmigrantes, por ejemplo, en la fundación de clubes o asociaciones que tienen la capacidad de reunir a los individuos cuyas respectivas patrias privadas sean muy diferentes.

Si nos atenemos a las colectividades de origen inmigrante –aquellas compuestas mayoritariamente por sus hijos, nietos o bisnietos– su persistencia en el tiempo demuestra la perdurabilidad de los vínculos basados en la creencia de formar parte de una comunidad específica; creencia que encuentra su legitimación remitiendo a un pasado y lugar de origen común (Monkevicius, 2010). Retomando la terminología de Ossowski, al creerse parte de una comunidad dada, al igual que los inmigrantes, sus descendientes también construyen una imagen de patria ideológica. Un pasado compartido, vinculado con un territorio concreto, constituyen un poderoso nutriente que garantiza la cohesión de una comunidad dada. Al mismo tiempo, es lo que establece un criterio básico según el cual se define su sentido de pertenencia y el de alteridad (Alba, 1990). Se trata, pues, en palabras de Laura Velasco Ortiz, de "un ancla simbólica que reterritorializa la identidad"(Velasco Ortiz, 1998:120).

Según hemos podido comprobar, éste también es el caso de la comunidad polaca en la provincia de Misiones1. Sus integrantes sienten estar unidos entre sí por el hecho de compartir una historia que se origina en la tierra que, aunque no es la que se habita –o incluso no se conoce– es la que se convierte en objeto de un fuerte apego afectivo (Giménez, 1996). En función de lo dicho, las preguntas que nos planteamos en este trabajo son las siguientes: ¿qué significa Polonia para los descendientes de inmigrantes polacos residentes en Argentina?, ¿cuál es la imagen (o las imágenes) que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo?, ¿qué acontecimientos del pasado son evocados con mayor frecuencia? Y, finalmente, ¿de qué manera los integrantes de la comunidad exhiben sus lazos con el país de sus ancestros?

En el presente artículo, una vez esbozada la historia de la inmigración polaca hacia el nordeste argentino, nos proponemos estudiar la visión de Polonia que han elaborado los integrantes de la actual colectividad polaca en Misiones, así como los elementos y características a los que acuden para evocarla. Posteriormente, analizaremos la especificidad del pasado compartido que se ha ido transmitiendo de generación en generación. Particular enfasis pondremos en estudiar las ceremonias comemorativas y la importancia que en la construcción de la memoria colectiva tuvo la Segunda Guerra Mundial. Por último, analizaremos el impacto que sobre la imagen de Polonia han tenido los viajes al lugar de nacimiento de los antepasados realizados por varios miembros de la colectividad.

LOS POLACOS EN LA PROVINCIA DE MISIONES

La emigración polaca hacia Argentina se inscribe dentro de un proceso migratorio transoceánico a gran escala, iniciado en la segunda mitad del siglo XIX. La escasez de tierra, la extremadamente precaria situación que se vivía en el campo y el sucesivo desmembramiento del país entre las grandes potencias vecinas –Rusia, Imperio Austrohúngaro y Prusia– que Polonia sufrió en las últimas décadas del siglo XVIII, constituyen los principales motivos que forzaron a miles de personas a emigrar en busca de un sustento económico. En un principio, el flujo migratorio se produjo del campo a la ciudad, más tarde, hacia los países europeos que disponían de un mercado de trabajo más amplio y, posteriormente, hacia el continente americano (Pilch, 1984). En la fase inicial de la emigración transatlántica, los movimientos poblacionales se dirigían principalmente hacia los Estados Unidos2. A este destino, a partir de la década de los años 70 del siglo XIX, se sumaron los puertos brasileños. Los beneficios otorgados a los inmigrantes por las autoridades brasileñas se reflejaron en un rápido crecimiento de las cadenas migratorias, iniciando un fenómeno que, por su escala, pasó a ser denominado la "fiebre brasileña"3.

Si bien la presencia polaca en Argentina se hizo visible desde la segunda mitad del siglo XIX, la migración masiva con destino hacia este país es más tardía y data del año 1897. En esta fecha arribó a Buenos Aires un grupo de 14 familias, procedentes de la región de Galitzia, perteneciente en esta época al Imperio Austrohúngaro. El arribo a Argentina de este contingente coincidió con la implementación de una organizada política proinmigratoria, enfocada en fomentar la llegada de los inmigrantes europeos y en poblar los inmensos territorios argentinos4. Tras una corta estadía en el Hotel de Inmigrantes –enorme edificio ubicado en las proximidades del puerto y capaz de albergar de hasta 3 mil de los recién llegados– los galitzianos fueron enviados a la ciudad de La Plata, donde les recibió un sastre polaco, Michał Szelągowski (1853-1936). Radicado en Argentina desde el año 1878, Szelągowski durante años se hizo conocer como un destacado activista polaco y promotor de la idea de recuperar la independencia de Polonia (Mazurek, 2006). Al mismo tiempo, fue uno de los fundadores de la primera asociación polaca creada en Argentina en 1890, enfocada en promover la cohesión de las personas de este origen residentes en el territorio argentino (Pyzik, 1966). Adoptando el papel de intermediario y para conocer las posibilidades de establecimiento en el nordeste argentino, Szelągowski se puso en contacto con el gobernador de Misiones, Juan José Lanusse (1896-1905). En respuesta a su carta, el gobernador no tardó en contestar:

"Escribirle hoy y anticiparle que estos inmigrantes estarán bien venidos. Tengo intérprete. Sirvase decirme cuantos son y asegureles todo mi mejor concurso. Creo háceles Ud. un buen servicio mandándoles aquí. (…) Puede estar seguro que haré en obsequio de esta gente cuanto esté en mi mano y que se encontrarán bien. Le agradezco que quizás por estar yo aquí se haya acordado de este territorio y aprovecho la ocasión para ponerme enteramente a sus ordenes (…). P.D. Aquí hay arados y semillas"5.

La carta refleja un gran interés con el que se aguardaba el arribo de los colonos a esta región fronteriza con muy escasa densidad poblacional y carente de grandes núcleos urbanos. Según el Censo Nacional de 1895, más de la mitad de la población, que apenas alcanzaba 33 mil habitantes, había nacido fuera del territorio nacional, siendo la mayoría originarios de Brasil o Paraguay (Segundo Censo Nacional de Población 1895, 1898). Por tanto, el arribo de las familias galitzianas a Misiones y su establecimiento, por la decisión del gobernador Lanusse, en Apóstoles respondía al interés estatal de poblar dicho territorio y garantizar la integridad de la región (Stemplowski, 2011).

El gobernador Lanusse cumplió con su promesa. Además de cederles en propiedad parcelas de entre 25 y 100 ha, los recién llegados obtuvieron una ayuda considerable en forma de animales de tracción, herramientas, semillas y provisiones (Stefanetti Kojrowicz y Prutsch, 2002). La información sobre los beneficios recibidos pronto llegó a Polonia, dando inicio al establecimiento de unas fuertes cadenas migratorias. Con el objetivo de financiar el viaje los campesinos, guiados por un insaciable "hambre de tierra", empezaron masivamente a vender sus pertenencias y emprender camino hacia Argentina. Ya en diciembre de 1898 en Apóstoles vivían 100 familias provenientes de Galitzia; es decir, en apenas un año el número de los polacos en la región creció siete veces y siguió aumentando en los años posteriores. En 1903 en la zona se radicaron 810 familias galitzianas más, a las que se sumaron 70 familias de la zona anexada al Imperio Ruso. Con la llegada masiva de los campesinos, la comunidad polaca se fue expandiendo. Ya en el año 1901, los colonos se establecieron en Azara, San José, Corpus y, en los años siguientes, en Cerro Corá (1910), Bonpland (1917), Gobernador Roca (1928), Polana (1932), Campo Grande (1934) y Campo Viera (1936). Como resultado, al cabo de unos años, Misiones se convirtió en una de las más numerosas y activas comunidades polacas en toda América Latina.

Con la llegada de nuevos inmigrantes, no sólo de origen polaco, y debido al creciente número de sus hijos que inicialmente iban colonizando los terrenos en la zona sur de la región, resultó necesaria la colonización de los territorios en el norte de Misiones (Łukasz y Stemlpowski, 1983). La demanda de nuevas tierras, abrió paso a la aparición de las empresas particulares de origen europeo que iniciaron la etapa de la colonización privada en el Alto Paraná. Uno de los primeros emprendimientos privados a gran escala en la región fue iniciado por la Compañía Colonización y Explotación de Bosques Eldorado. La empresa se dedicó a atraer a la zona a los inmigrantes alemanes, daneses y suecos que se establecieron en la colonia Eldorado (1919). Paralelamente, y destinadas a los inmigrantes alemanes residentes en Brasil, fueron fundadas las colonias de Puerto Rico (1919) y Montecarlo (1920). También se hizo visible la inmigración suiza, que dio lugar al establecimiento de Santo Pipó (1924), Puerto Esperanza (1926) y Oro Verde (1925) (Gallero, 2009).

En la misma época llegaron a la provincia los empresarios polacos. En 1935, la Compañía Colonizadora del Norte S.A. con capital polaco-argentino adquirió casi 60 mil hectáreas en la zona norte del Alto Paraná (Kraustolf, 2011). En los territorios de la compañía pronto fueron creadas otras colonias: Wanda en 1936 y un año más tarde, a 38 kilómetros de distancia, Gobernador Lanusse, donde se establecieron alrededor de 150 familias polacas (Stemplowski, 2011). Los proyectos de la Colonizadora del Norte no pretendían limitarse a estas dos colonias; no obstante, el estallido de la Segunda Guerra Mundial interrumpió bruscamente los movimientos migratorios entre ambos países y, consecuentemente, los planes de colonización de la zona.

El conflicto bélico y sus consecuencias, principalmente la colocación de Polonia detrás de la cortina de hierro, además de obstaculizar la llegada de nuevos inmigrantes, se reflejaron en el debilitamiento de los lazos mantenidos con el país de origen y una progresiva argentinización del grupo6. La falta del contacto mutuo que perduró hasta 1989, año que puso fin a la existencia de la Polonia Popular, provocó que durante más de cuatro décadas la imagen del país a la que accedían los descendientes de inmigrantes fuera transmitida, principalmente, por dos agentes de sociabilización: la familia y las asociaciones. De esta forma, junto con los relatos transmitidos oralmente de generación en generación en el seno de la familia, que reflejaban las diferentes Polonias de las que salieron los inmigrantes, sus patrias privadas, se sumó la visión "oficial" de la patria ideológica, propagada por las entidades polacas, encargadas éstas últimas de perpetuar la memoria colectiva.

Esta situación cambió sustancialmente en los últimos años. La entrada de Polonia a la Unión Europea en 2004 y las consecuencias que supone este hito, una mayor circulación de personas –turistas, estudiantes, profesores o investigadores– entre ambos países, los viajes realizados al lugar de nacimiento de los antepasados, así como las numerosas iniciativas de colaboración entre las autoridades polacas y los integrantes de la comunidad emprendidas en los últimos años7 han influido, indudablemente, en la construcción de la imagen del país de los antepasados. En este proceso hay que tomar en cuenta también el impacto que han tenido las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs). Éstas, a pesar de la distancia geográfica, ofrecen un acceso, incomparablemente mayor que en las épocas anteriores, a todo tipo de información referente al país de origen.

Por último, en el análisis de la construcción identitaria entre los integrantes de la comunidad polaca en Misiones no se puede ignorar que el tiempo transcurrido desde el establecimiento del último grupo de inmigrantes polacos en Argentina se ha reflejado en la composición de la comunidad. Los nacidos en Polonia constituyen un pequeño porcentaje dentro de la misma, siendo la mayoría descendientes de inmigrantes: hijos, nietos y bisnietos e incluso tataranietos, que nacieron –muchos en familias exogámicas– crecieron y fueron educados en Argentina. Se trata de un grupo heterogéneo de personas de diferentes edades, sexos y niveles educacionales, que siguen desarrollando una serie de actividades que pretenden, de una u otra forma, mantener viva la cultura polaca y conservar la vinculación con Polonia (Porada, 2016).

El presente trabajo se basa en las entrevistas realizadas en los años 2013 y 2014 a cincuenta personas residentes en la provincia de Misiones (Posadas, Oberá y Colonia Wanda) que reconocen su origen polaco y participan, en mayor o menor grado en la vida de algún club, asociación o colectivo polaco en su lugar de residencia. Dentro de este grupo: veinticinco son hijos, dieciséis nietos y nueve bisnietos de inmigrantes polacos. Se han realizado entrevistas tanto a personas que integran las comisiones directivas de las respectivas asociaciones polacas o que están al frente de acciones que trascienden la comunidad polaca, así como a los miembros que son actores pasivos y que solo participan en las actividades que otros impulsan.

POLONIA: UN PAÍS IMAGINADO

Los vínculos basados en la creencia de formar parte de una comunidad específica, a la que el individuo está unido por el hecho de compartir un pasado y origen común remiten, en la mayoría de los casos, a un territorio concreto (Monkevicius, 2010). Como señala Gilberto Giménez, éste no se reduce a un "contenedor geográfico-administrativo", sino que se convierte en el imaginario colectivo en un espacio cuasi-sagrado, semi paradisiaco y dotado de una muy alta dosis de simbolismo (Giménez, 1996). También los resultados de la presente investigación comprueban un importante grado de idealización con el que los descendientes de inmigrantes polacos, residentes en la provincia de Misiones elaboran su visión de Polonia. De esta forma, según reflejan los testimonios, el país de los antepasados aparece como un lugar bucólico y de una naturaleza exuberante:

"Uno tiene el gusto por el país, lo que comentaban los abuelos, que las manzanas tienen un olor especial, que las flores, las amapolas, tienen un color especial, que te comentan el paisaje que se les quedó en la memoria, que los muñecos de nieve, que los sanki [trineos], que esto, que lo otro, que los maliny [frambuesas]…" (hombre, Posadas, 50 años, padre y abuelos maternos polacos).

"Mis padres, por ejemplo, añoraban mucho, añoraban la fruta, lo que se comía, parece que se les quedó el gustito en la boca (…). De los jagody [arándanos]… Que acá por ejemplo, entras al monte y no encuentras fruta y en Polonia dicen que entrabas al monte en la época de frutas y encontrabas de todo y acá frutitas también hay, pero no tienen este sabor, este gusto, como las de allá… Que todo era mucho más sabroso allá que acá. Y las partes de la fruta, como se almacenaban, como saboreaban la fruta silvestre, la frutilla" (mujer, Wanda, 71 años, ambos padres polacos).

"Sí, ellos [los abuelos] vinieron de niños de Polonia, y me hablaban de unos hongos colorados que había allí y en mi mente de niña quedaron grabados estos hongos colorados" (mujer, Posadas, 54 años, cuatro abuelos polacos).

Esta imagen, basada en los relatos transmitidos por los padres y abuelos, se nutre de las respectivas "patrias privadas" que guardaron en la memoria los propios inmigrantes. Es por ello que la visión que se conserva remite, a menudo, a sabores y aromas específicos, revelando la imperiosa nostalgia, que podríamos denominar sensorial, que padecieron los inmigrantes tras arribar a Argentina; nostalgia que, a su vez, muchos lograron transmitir a sus hijos y nietos. Según esta imagen "todo era mucho más sabroso allá que acá", crecía en abundancia y, además, estaba al alcance de la mano de cualquiera. En los altamente idealizados relatos referentes al país de origen tampoco pudieron faltar las alusiones al invierno. La nieve y el frío, percibidos como algo exótico por los habitantes de Misiones, aparecen invariablemente como una característica que otorga una belleza adicional a los paisajes polacos:

"La imagen que tengo es una imagen muy hermosa, los juegos que hacían en invierno, los muñecos de nieve, como preparaban los sankis [trineos], como hacían los payasos en la nieve, como si fuera un libro de cuentos" (hombre, Posadas, 55 años, ambos padres polacos).

A menudo, según relatan las personas entrevistadas, Polonia se nos presenta como una fotografía obtenida hace varias décadas, como un espacio que milagrosamente ha logrado escaparse de los cambios y transformaciones transcurridas en todo el mundo o un lugar que, frecuentemente, aparece adornado con diferentes elementos propios del folklore polaco:

"Yo me imagino paisajes muy lindos, que por allí uno ve en la fotografía, paisajes muy lindos. Me imagino el paisaje contrastado con los trajes típicos coloridos (…). Y yo me imagino poniéndome el traje típico y sacándome fotos de estos paisajes (…). Y me imagino también las casitas bien típicas, porque nosotros nos basamos también mucho en lo que es la cultura ancestral de ellos, su folklore, diría, entonces me imagino mucho lo que tiene que ver con el folklore y un lindo país (…). Me viene eso a la mente, y con trajes coloridos, con los trajes típicos, no la gente vestida normal…" (mujer, Oberá, 27 años, bisabuelos maternos polacos).

La idealización del país de los antepasados no se basa exclusivamente en resaltar su naturaleza, los bellos paisajes o la colorida cultura popular. Polonia también es imaginada como un país ordenado, donde todo funciona a la perfección y donde no se cometen delitos ni infracciones de ningún tipo. Dicha imagen suele elaborarse en contraposición a la visión bastante crítica que muchos de los entrevistados mantienen sobre su lugar de residencia. Esta mirada está particularmente presente entre aquellos descendientes de inmigrantes que hasta la fecha no han tenido la oportunidad de visitar Polonia:

"Mis padres vinieron de Polonia, de un país limpio, lindo y aquí nosotros andamos en tierra, en mugre, no podés plantar una plantita, una flor en la vereda porque te roban, te roba cualquiera…" (mujer, Posadas, 70 años, ambos padres polacos).

"Polonia es tan bella, el orden, la organización, el tránsito y además esas cosas de cultura, esa historia, los mismos edificios" (mujer, Wanda, 66 años, padre y abuelos maternos polacos).

Llama la atención que a pesar del acceso generalizado a las nuevas tecnologías de información y comunicación, una gran facilidad de acceder a las noticias sobre la actualidad polaca, la visión de Polonia como un país bucólico y paradísiaco sigue siendo la predominante entre los descendientes de inmigrantes. Esta visión sólo se transforma parcialmente, como demostraremos más adelante, en el caso de que se produzca el viaje al lugar de origen de los antepasados.

POLONIA: UN PASADO COMPARTIDO

La evocación de un pasado compartido y la percepción de un origen común constituyen la base en torno a la que los grupos construyen y mantienen la identidad colectiva (Monkevicius, 2005). La apelación a estos elementos se realiza a través de diferentes estrategias, entre las que ocupa un lugar destacado la conmemoración de las fechas patrias. La recordación de un determinado pasado mediante los relatos transmitidos de generación en generación o a través de las ceremonias conmemorativas con la simbología adecuada y con los rituales específicos, moldea la memoria colectiva, genera el sentimiento de pertenencia y marca las fronteras étnicas (Barth, 1976; Lesiakowski, 2010). Es decir, dichas prácticas tienen como objetivo legitimar la existencia de una determinada comunidad; estrategia que opera tanto frente a otros grupos con los que existe el contacto como ante los integrantes de la misma. En el contexto migratorio, las que evocan el pasado compartido son frecuentemente las asociaciones étnicas; éstas mediante la narración "oficial" se encargan de "recordar" los acontecimientos pasados y otorgarles significación de acuerdo con las necesidades del presente (Monkevicius, 2006).

LAS CEREMONIAS CONMEMORATIVAS: ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE

El análisis de la prensa publicada por la colectividad polaca en Argentina, así como las entrevistas realizadas a los descendientes de inmigrantes, nos han permitido constatar la importancia que dentro del calendario festivo de las respectivas colectividades polacas en Misiones han tenido dos celebraciones particulares: el 3 de mayo, Día de la Constitución8 y el 11 de noviembre, Día de la Independencia9. Se trata, pues, de fechas que han simbolizado en el imaginario colectivo la resistencia a las derrotas y la capacidad de superar los cataclismos históricos (Lesiakowski, 2010). Durante décadas, las celebraciones mencionadas ocuparon un lugar privilegiado en el calendario comunitario, se caracterizaron por una asistencia multitudinaria de los inmigrantes y de sus descendientes y destacaron por una serie de actos y exhibiciones preparados exclusivamente para la fecha.

Si nos centramos en cómo dichos eventos se conmemoran en la actualidad, en primer lugar resulta evidente, y lo comprueban los testimonios reunidos, que su capacidad de atracción es incomparablemente menor que en las décadas anteriores; fenómeno particularmente visible entre los integrantes más jóvenes de la comunidad. La declinación en la asistencia a las conmemoraciones de las fechas patrias polacas podría encontrar su justificación en la menor fuerza numérica de la colectividad, por un lado, y en el hecho de que los integrantes de la comunidad ya no conceden al mismo valor simbólico, en comparación con el periodo anterior al año 1989, a las fechas señaladas. Es importante resaltar que dichas conmemoraciones fueron abolidas del calendario oficial durante la época de la Polonia Popular, quedando reestablecidas nuevamente a partir de 1990. Por tanto, la participación en los actos conmemorativos muchas veces era una forma de afirmar el posicionamiento ideológico de los integrantes de la comunidad.

El decaimiento de la festividad interna está relacionado también con el contexto en el que está inserto el grupo. Nos referimos principalmente a la promoción de la idea de la Argentina como una nación plural, tanto a nivel político como étnico-cultural y religioso. Según señala Ignacio Irazuzta, tras diferentes vaivenes político-ideológicos, se ha observado un considerable esfuerzo por consolidar una imagen simbólica de Argentina como un país en que (Irazuzta, 2001: 40). De esta forma, la retórica que ha respaldado esta promoción de la nación plural, ha seguido la tendencia internacional, basada en la ideología del pluralismo cultural (Domenech, 2007). La particularidad de este reconocimiento oficial de la diversidad se ha basado principalmente en la escenificación de la pluralidad étnica en el espacio público. Con el apoyo de las autoridades han ido apareciendo en los últimos años las fiestas, festivales o ferias protagonizadas por las colectividades de origen inmigrante. Se trata de eventos organizados en los espacios de acceso abierto al público, tales como plazas, calles o parques, con un fuerte apoyo de las autoridades y cuyo objetivo consiste en promover las festividades propias de los respectivos colectivos. La característica común de estos actos es que, edición tras edición, logran atraer a un público multitudinario.

Éste es el caso, por ejemplo, de la Fiesta Nacional del Inmigrante, celebrada en el mes de septiembre en la ciudad de Oberá y en la que anualmente participan los integrantes de la colectividad polaca. Durante las diez jornadas que conforman la celebración, se llevan a cabo diferentes actividades culturales, deportivas y recreativas10. La actividad que despierta mayor interés entre los espectadores es la noche de la "Elección de la Reina Nacional del Inmigrante", en la que las candidatas, vestidas de trajes "típicos", exhiben coreografías preparadas para la ocasión. El principal atractivo de la fiesta lo constituyen numerosas exhibiciones de danzas populares presentadas por los conjuntos folclóricos, así como la degustación de platos y bebidas que ofrecen las colectividades participantes. Otro de los eventos que, si bien se organiza a menor escala, ha conseguido cierto renombre en la región, tanto entre los descendientes de colonos polacos como entre los demás habitantes; se trata de la "PierógPol", fiesta celebrada en la Colonia Wanda y organizada por la Asociación Argentino-Polaca de Wanda, debe su nombre a la comida tradicional polaca pierogi11. Su realización en mayo –preferentemente en la primera mitad del mes– responde según sus organizadores al propósito de conmemorar el Día de la Constitución del 3 de mayo. Sin embargo, a pesar de las declaraciones del comité organizador, en las invitaciones emitidas por la asociación y en la publicidad previa que recibe el evento, denominado "Cena con Show musical", este dato no figura.

En este sentido, como hemos podido comprobar, el interés que entre los descendientes de inmigrantes polacos despiertan los eventos destinados a los espectadores extracomunitarios es incomparablemente mayor que el que suscitan las conmemoraciones de las fechas patrias, organizadas en las sedes de las respectivas asociaciones étnicas. Ha resultado evidente que los proyectos oficiales, promovidos desde fuera de la comunidad y dentro del marco vigente de las políticas culturales argentinas, han tenido un gran impacto entre los integrantes de la comunidad. Lo demuestra el testimonio de una de las socias de la colectividad polaca de Oberá:

"Si bien [la colectividad] comenzó siendo esta cuestión para fomentar, seguir con la cultura polaca, que tuvieron estos inmigrantes que vinieron, hoy en día, nosotros tenemos la Fiesta del Inmigrante (…). La Fiesta es un gran atractivo de la provincia, te diría (…) pero también nos jugó en contra a la hora de estar en contacto con lo que es la cultura, porque a veces nos encasillamos tanto en lo que es la Fiesta… Y bueno, hay que cocinar para la Fiesta, hay que juntar plata para la Fiesta, hay que bailar para la Fiesta y se perdió un poco el hilo de esa cuestión…" (mujer, Oberá, 27 años, bisabuelos maternos polacos).

Consecuentemente, en los últimos años, las celebraciones destinadas al público ajeno a la comunidad han llegado a ocupar un lugar privilegiado en las agendas culturales de las entidades polacas. Dichos eventos han quedado asumidos, a su vez, por sus integrantes como fundamentales para expresar su pertenencia étnica. La importancia concedida a las fiestas auspiciadas por las autoridades argentinas se ha reflejado, en varias ocasiones, en el desplazamiento del calendario festivo de los festejos tradicionales polacos o su subordinación a las iniciativas recientes. El hecho de que dichas iniciativas promuevan los aspectos más despolitizados de las culturas referenciales, ha potenciado, a su vez, la ya mencionada importancia otorgada al folklore y a los aspectos culinarios.

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN LA MEMORIA DE LOS INMIGRANTES POLACOS DE MISIONES

En este punto, cabe destacar que si bien la evocación del pasado histórico se ha visto considerablemente reducida, no quiere eso decir que los acontecimientos pretéritos hayan dejado de constituir un potente elemento aglutinador o que hayan desaparecido por completo del imaginario colectivo. No obstante, según hemos podido observar, se trata de un proceso altamente selectivo; proceso que otorga una particular importancia a un pasado determinado y que se reduce, a menudo, a un acontecimiento específico. En este sentido, en el discurso que elaboran los integrantes de la actual comunidad polaca un lugar privilegiado ocupa, indudablemente, la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias. Las reminiscencias del conflicto bélico finalizado hace más de siete décadas siguen muy presentes entre los descendientes de inmigrantes.

Como hemos señalado, la comunidad polaca en Misiones es resultado de los movimientos migratorios iniciados en la década de los años 90` del siglo XIX y finalizados en el segundo lustro de los años 30` del XX. No obstante, aunque se trate de personas cuyos antepasados no han sufrido directamente las consecuencias del conflicto bélico, durante las entrevistas realizadas han sido muy frecuentes las alusiones a la Segunda Guerra Mundial. En este caso, el estallido de la guerra, su desenlace y sus consecuencias son presentadas como un acontecimiento que justifica la decisión de emigrar que tomaron los antepasados. Según el relato transmitido de generación en generación es lo que, a los ojos de los entrevistados, compensa las dificultades y penurias por las que tuvieron que pasar sus padres o abuelos en las primeras etapas de su establecimiento en Misiones:

"Mi abuela, cuando vio este camino tan largo y tan rojo, dijo: 'mirá dónde nos trajo, al infierno directamente' (…). Mi madre me contaba que la abuela lloraba mucho y creo que mi abuelo también, pero como fue él [el abuelo] quien tomó la decisión, no decía nada, guardaba el silencio (…). Sólo después, cuando estalló la guerra le decía: "¿Ves? Tenés todos tus hijos vivos, y allí…" (mujer, Wanda, 65 años, ambos padres polacos. Traducción propia).

Consecuentemente, al remitir a la experiencia migratoria, entre los motivos que incitaron a tomar la decisión de abandonar el país de origen y aventurarse a emprender un largo viaje transoceánico, como principal factor de expulsión, junto con la escasez de tierra, el discurso colectivo ha incorporado el presentimiento generalizado de la proximidad de la guerra:

"Y ellos emigraron para buscar más tierra (...). Además, según mi mamá decía, mi abuelo, que leía mucho, sabía que iba a venir otra guerra" (mujer, Wanda, 66 años, padre y abuelos maternos polacos).

"Todos los polacos de acá llegaron por la tierra. Porque en Polonia la estaban dividiendo entre todos los hijos y a uno ya le quedaba bien poco (…). Y parece que también habían escuchado algo sobre la guerra, que algo ya se estaba moviendo..." (mujer, Wanda, 70 años, ambos padres polacos. Traducción propia).

Los recuerdos reconstruidos, que constituyen la base de la memoria colectiva, han incorporado la guerra como una forma de legitimar la presencia de los inmigrantes polacos y sus descendientes en la provincia de Misiones. En este punto es interesante llamar la atención sobre el hecho de que la alusión a la guerra como principal causa de la migración aparece también en los relatos de aquellas personas cuyos antepasados inmigraron en épocas en las que no se registran conflictos bélicos. En este sentido, podemos hablar de un fenómeno parecido al que señalan Xose Núñez Seixas y Ruy Farias al referirse a los relatos elaborados por los inmigrantes gallegos en Argentina (Núñez Seixas y Farias, 2010). Los autores han observado la estrategia de incorporar a la narración colectiva una serie de vivencias que, aunque no han sido realmente protagonizadas por el individuo o la comunidad, después de haber sido repetidas durante años, son asumidas como propias. En el caso de la comunidad polaca en la provincia de Misiones, la memoria colectiva, que constituye una forma de evocación de situaciones pasadas, ha incorporado las reminiscencias de la guerra como un acontecimiento que otorga sentido a su establecimiento en Argentina.

EL VIAJE Y LA POLONIA DE HOY

El viaje a Polonia constituye un hito que ha repercutido en la visión sobre el país de los antepasados entre aquellos entrevistados que han tenido la oportunidad de visitarlo. En primer lugar cabe destacar que el viaje, según lo comprueban los testimonios reunidos, constituye uno de los sucesos más significativos en la vida de los protagonistas de nuestra investigación. Es percibido como un encuentro con las "raíces", una especie de peregrinación que permite "estar cerca" de los ancestros ya desparecidos y a los que la mayoría no tuvo la oportunidad de conocer. El viaje, por tanto, se convierte en una experiencia crucial e inolvidable, que se recuerda una y otra vez, y cuya evocación sigue despertando fuertes emociones entre los entrevistados; emociones que siguen presentes aunque hayan transcurrido varios años desde que se realizó. Además de ser percibido como un acontecimiento que marca un antes y un después en sus respectivas trayectorias étnicas, el viaje a Polonia ha significado para muchos de los descendientes el reto de enfrentarse a un país que no corresponde con la imagen preestablecida que se ha ido construyendo, a lo largo de las décadas, en el imaginario colectivo. Así explican las primeras impresiones algunas de las personas entrevistadas:

"Yo, cuando fui a visitar a mi familia en Polonia, me di cuenta que como que me quedé en la Polonia que me contaba mi papá, Polonia de antes de la guerra, no en la Polonia moderna. Polonia fue evolucionando, hasta culturalmente, y nosotros no lo tenemos, lo perdimos" (hombre, Oberá, 51 años, padre polaco).

"Como que hay un distanciamiento de Polonia. Entonces la Polonia la que nosotros vemos tal vez sea la Polonia de nuestros abuelos. Por allí no tenemos tanto contacto con la Polonia de ahora" (hombre, Oberá, 23 años, cuatro abuelos polacos).

"Creo que [el viaje] nos conectó con una Polonia más actual. Nos encontramos, a mí me pasó también, de encontrarme con, a ver… como que muchas cosas nosotros los hacíamos como en los años cuarenta" (mujer, Posadas, 37 años, abuelos maternos polacos).

En el caso de las comunidades de origen inmigrante, las funciones simbólicas de los países de procedencia se basan principalmente en evocar la imagen de cómo éstos eran antes o durante la salida de los antepasados (Gans, 1979). Éste también parece ser el caso de nuestro objeto de estudio. A pesar de las declaraciones que han apuntado un mayor contacto con Polonia, la posibilidad de realizar viajes y la recuperación de contactos familiares, así como la oportunidad de contrarrestar la imagen que se ha ido elaborando durante décadas, la situación actual, lo que está pasando a miles de kilómetros de Argentina, no parece despertar mayor interés entre los descendientes de inmigrantes polacos. Este fenómeno se ha registrado tanto en lo referente a la escena política, socioeconómica o a la producción cultural. Salvo acontecimientos particulares que aparecen en los medios de comunicación argentinos o con la excepción de los eventos deportivos internacionales en los que participan los equipos polacos, los entrevistados, en la mayoría de los casos, presentan un alto grado de desinformación sobre la actualidad polaca:

"Yo creo que por allí hay mucha gente que no entiende polaco, entonces leer un diario en polaco no puede. Yo más o menos entiendo, pero como que me cuesta… O sea a pesar de que queremos mantener las costumbres, la vida también la vivimos acá y estamos más pendientes de lo que pasa acá y por allí uno sabe más de lo que le cuentan los abuelos, los padres y no tanto lo que pasa ahora en Polonia" (hombre, Wanda, 25 años, abuela materna y abuela paterna polacas).

"Estoy desconectada de eso (…). Nunca me interesé mucho por… ¿viste? No teníamos nadie que nos asesore, nos informe, ahora que sabemos un poquito más, pero antes los padres se dedicaban a enseñarles a los chicos a trabajar, y la cultura del trabajo te enseñaban para que puedas salir en adelante" (mujer, Wanda, 71 años, ambos padres polacos).

"De la actualidad no, no sé, el presidente, ni me acuerdo del nombre del presidente… Porque uno murió en un accidente, ¿no es cierto? Y ahora, las nuevas autoridades, no me acuerdo del nombre (…). No, de la actualidad no…" (mujer, Wanda, 70 años, ambos padres polacos).

La desinformación generalizada se ha registrado durante las entrevistas entre la mayoría de las personas entrevistadas, incluidas las que declaran un amor incondicional hacia lo que perciben como su país de origen o entre aquellos que han relatado sentirse muy orgullosos de sus "raíces". El acceso a las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) que ofrecen noticias en el idioma castellano, así como las iniciativas de colaboración entre los organismos polacos y la comunidad polaca, no se han traducido, hasta la fecha, en un creciente interés por saber más acerca de la actualidad polaca.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Según hemos podido comprobar, los descendientes de inmigrantes polacos mantienen al mismo tiempo, una relación muy fuerte y muy débil con el país de origen de sus antepasados. Por un lado, los lazos con Polonia están, indudablemente, impregnados por una muy alta carga emotiva. Son capaces de despertar profundos sentimientos de lealtad y constituyen una muy poderosa fuerza aglutinante entre los integrantes de la comunidad polaca en la Argentina. Al mismo tiempo, presentan, salvo acontecimientos particulares, muy bajo conocimiento acerca de la historia polaca.

Por otro lado, la imagen de Polonia que conservan se basa en un amplio abanico de imágenes, no exentas a menudo de fuertes contradicciones. De esta forma, el país de los antepasados de nuestros entrevistados se nos presenta como un lugar bucólico, cuasi paradísiaco, con una naturaleza exuberante e inmune a los cambios y transformaciones ocurridas en el mundo y, paralelamente, como un país moderno, ordenado, que "ha progresado" mucho en las últimas décadas. Un peso importante en el imaginario colectivo adquiere la Segunda Guerra Mundial, aunque muchos de los antepasados de los descendientes de inmigrantes habían emigrado tiempo antes de que ocurriera. Es por ello que en el imaginario colectivo Polonia aparece a menduo como un país invadido, sufrido, destruido, pero que, a pesar de las múltiples tragedias nacionales y numerosas invasiones, ha podido recuperarse. En definitiva, se trata de una imagen sumamente atractiva, de la que los integrantes de la comunidad se sienten muy orgullosos y cuyos determinados aspectos resaltan según el contexto y circunstancias en las que se encuentran.

El apego afectivo que afirman sentir hacia Polonia en pocas ocasiones es resultado de la vivencia propia. Éste muchas veces se nutre de los relatos transmitidos, en el seno de la familia, por sus padres o abuelos. Como se ha podido observar, en la imagen que los descendientes de inmigrantes han construido sobre el país de sus antepasado se interponen los recuerdos de las respectivas patrias privadas y patrias ideológicas que les fueron transmitidos, durante años, tanto en el seno familiar como a través de las asociaciones étnicas. Si bien los que han podido realizar el viaje al país de origen de sus antepasados se sorprenden ante las diferencias entre el lugar evocado en los relatos familiares y el conocido durante su estancia en Polonia, dicho contraste no influye sustancialmente en la visión que han ido construyendo sobre Polonia. Ésta a menudo se sostiene sin actualizar, dando una clara prioridad a la imagen transmitida en el seno de la familia.

Por último, ha resultado evidente que los proyectos oficiales, promovidos desde fuera de la comunidad y dentro del marco vigente de las políticas culturales argentinas, han tenido un gran impacto dentro de la comunidad y han influenciado la forma en la que los integrantes expresan su vinculación con el país de origen. Dicho fenómeno ha quedado comprobado, entre otras cosas, en el cambio de las prioridades organizativas de los respectivos centros, que otorgan un lugar privilegiado a las nuevas modalidades de representación. Éstas han quedado asumidas, a su vez, por sus integrantes como fundamentales para expresar su pertenecía étnica y han conseguido desplazar del calendario festivo a las celebraciones tradicionales polacas.

NOTAS

1 Este artículo se inserta en el marco del proyecto de investigación HAR2015-63689-R, financiado por el Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad de España.

2 Entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, los EEUU acogieron varias oleadas de emigrantes polacos que se desplazaban tanto por motivos económicos como por causas de índole política. Como consecuencia, se estima que antes del estallido de la primera guerra mundial en este país se radicaron casi dos millones de personas de origen polaco (Mazurek, 2006: 30).

3 Los historiadores calculan que el número de los polacos que hasta 1914 se fueron estableciendo en Brasil, principalmente en los estados sureños del país como Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, pudo haber alcanzado 115 mil personas (Mazurek, 2006: 57).

4 En el año 1876 fue promulgada en Argentina laLey General de Inmigración y Colonización que constituyó el marco legislativo para la política proemigratoria desarrollada en las décadas posteriores. La ley definía quién era un inmigrante, al tiempo que fijaba un conjunto de normas que iban a organizar el proceso migratorio ya a partir de su inicio. De esta forma, y con el objetivo de fomentar la inmigración, se pretendía contemplar todas las posibilidades y problemas con los que se podía encontrar el futuro inmigrante desde su salida de uno de los puertos europeos hasta su posterior colocación en el oficio o industria a la que querían dedicarse (Devoto, 2009).

5 Carta manuscrita del 12 de julio de 1897 del Gobernador J. J. Lanusse dirigida a Michał Szelągowski (Fondos del Archivo de la Biblioteca Polaca Ignacio Domeyko en Buenos Aires, sin catalogar).

6 Sobre el proceso de formación de actitudes adaptativas entre los colonos eslavos en Apóstoles, véase el trabajo "Los colonos de Apóstoles: estrategias adaptativas y etnicidad en una colonia eslava en Misiones" de Leopoldo J. Bartolomé (2000).

7 Las mencionadas iniciativas de colaboración, acompañadas por generosas inversiones económicas, de las que ha podido beneficiarse, en los últimos años, la comunidad polaca en Argentina ha sido enfocadas, principalmente, en dos tipos de proyectos. Por un lado, gracias a las ayudas recibidas del gobierno polaco ha sido posible remodelar las sedes de algunos colectivos y, por el otro, iniciar una serie de proyectos de promoción y divulgación de la cultura y tradiciones del país de origen entre los descendientes de inmigrantes (Ministerstwo Spraw Zagranicznych, 2009).

8 La celebración conmemora la aprobación el día 3 de mayo de 1791 de la Carta Magna polaca, considerada como la primera Constitución en Europa y la segunda en el mundo, después de la de Estados Unidos.

9 El Día de la Independencia –celebrado el día 11 de noviembre– remite a 1918, año en que Polonia después de 123 años de estar repartida entre los países vecinos, aparece nuevamente como Estado independiente.  

10 Fiesta Nacional del Inmigrante: http://www.fiestadelinmigrante.com.ar/ [Fecha última consulta: 20 de abril de 2018].

11 Pierogi es un plato típico de la cocina polaca; pasta fresca en forma semicircular con diferentes rellenos (dulces o salados).

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