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Avá

On-line version ISSN 1851-1694

Avá  no.36 Posadas  2020

 

Artículos Libres

REMEMORACIÓN DE NIÑOS DIFUNTOS: ÁNGELES SOMOS (CORRIENTES, ARGENTINA)

César Iván Bondar1  2  3 

1CONICET

2Instituto de Estudios Sociales y Humanos. Universidad Nacional de Misiones

3Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones

Resumen

El siguiente artículo aborda la rememoración de los niños difuntos en el Norte de la Provincia de Corrientes, Argentina. Proponemos una aproximación descriptiva e interpretativa de dos formas genéricas de manifestación: caminata de niños durante el 31 de octubre por la tarde o el 1 de noviembre durante el día y la serenata de adultos durante la madrugada del 1 de noviembre. Estas prácticas coinciden con dos celebraciones litúrgicas del catolicismo, el Día de Todos los Santos y Ángeles y el Día de los Fieles Difuntos. Nos centramos en describir y analizar diversos momentos de la rememoración. Hemos trabajado con población de credo católico, priorizado el trabajo de campo entre los años 2006 y 2019. Se han realizado observaciones con diferentes grados de participación, entrevistas etnográficas y registros en diversos dispositivos. Se ha trabajado con fuentes secundarias y archivos familiares.

Palabras clave Angelitos; Rememoraciones; Memoria Funeraria; Muerte

Abstract

The following article addresses the remembrance of deceased children in the North of the Province of Corrientes, Argentina. We propose a descriptive and interpretive approach of two generic forms of demonstration: children’s walk, either in the afternoon of October 31 or during November 1, and adults serenade, in the early morning of November 1. These practices coincide with two Catholic liturgical celebrations, All Saints Day and All Souls Day. In this article, we focus on describing and analyzing diverse moments of remembrance. We have worked with a Catholic creed population, and we have prioritized the fieldwork carried between 2006 and 2019. We have conducted participant observation with varying levels of involvement, ethnographic interviews, and records in various devices. We have examined secondary sources and family archives.

Keywords Little Angels; Commemorations; Funeral Memory; Death

PRESENTACIÓN

“Si la muerte ocurre en un paraje alejado, de esos que aún existen, ¿dónde van a sepultarlo? Lo mejor es el patio con una cruz, con su paño y flores. Tampoco se consigna el nombre (a lo mejor no llegó a tenerlo). En los pueblos, como algo folclórico, todavía se acostumbra la tradicional visita de los “Ángeles Somos”, con sus conocidas cuartetas”.

(Fragmento de la entrevista a Girala Yampey. Folklorólogo paraguayo, 2013)

En el siguiente artículo proponemos el abordaje de una parcialidad del campo de la Antropología de la muerte, el morir y los muertos; nos centramos en algunas de las prácticas rememorativas de los angelitos o niños difuntos en la Provincia de Corrientes[1], Argentina. Referirnos a los angelitos nos remite a un complejo ordenamiento del inframundo que amerita algunas breves consideraciones iniciales. En la zona bajo estudio se considera como angelito al niño difunto que, por no poseer pecados veniales o mortales, y habiendo sido librado del pecado original por medio del Bautismo Oficial o el Agua del Socorro, accede al Tercer Cielo[2] y pueden gozar de visión beatífica.[3]Desde ese momento los familiares disponen de un mensajero, abogado protector o custodio a quien solicitar favores, pedidos y bendiciones.

Es oportuno señalar que desde los preceptos de la Iglesia Católica la salvación de las almas de los niños sin bautismo ha sido explicada hasta el año 2007 sobe la base de una hipótesis teológica: el limbo de los niños. Esta hipótesis ha sido rechazada en el documento “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo” actualmente legitimado por la Comisión Teológica Internacional del Vaticano.[4] El documento señala que “(…) Todos los factores que hemos considerado (…) dan serias bases teológicas y litúrgicas a la esperanza de que los niños muertos sin bautismo estén salvos y gocen de la visión beatifica [visión de Dios en el Tercer Cielo]”.[5] De esta forma los niños difuntos, bautizados o no, mantienen la esperanza de la visión de Dios y constituyen parte de los coros celestiales; se definen como mensajeros y mediadores entre sus dolientes y lo sagrado.[6]

En lo que respecta a la problemática de interés los mensajes que los angelitos reciben en forma de oraciones, ofrendas y pedidos, pueden ser realizados (o entregados) de forma directa al angelito en determinadas fechas del año; a saber: 31 de octubre o 1 de noviembre, donde las almas de los niños difuntos regresan temporalmente al mundo de los vivos para revisitar a sus familiares, conocidos, miembros de la comunidad y en especial a sus padres y hermanos. En estas visitas las almas de los niños recopilan los pedidos y mensajes que transmitirán en forma directa a Dios.

Para el abordaje de la rememoración de los niños difuntos, en la forma de Ángeles Somos, nos hemos propuesto conocer, describir e interpretar sus especificidades y modalidades atendiendo a los correlatos con la memoria funeraria, lo social, el espacio y el tiempo identificando los movimientos, continuidades y tensiones partiendo de algunas de sus diversas formas de representación.

Para el tratamiento de la memoria funeraria en planos de los niños difuntos partimos de los aportes de Ricoeur y sus apreciaciones sobre la “memoria feliz” (Ricoeur, 2004:633). En términos de Belvedresi (2018):

la memoria feliz se opone a las formas de memoria desdichadas, tales como las melancólicas o patológicas. La memoria feliz sería una memoria ‘sana’, fundada en un trato sincero con el pasado a partir de reconocer su nota característica, es decir su paseidad (…) A través del reconocimiento la memoria puede volver a encontrar algo ausente, que tenía antes y había perdido. Lo perdido y recuperado es el recuerdo (2018:1).

Consecuentemente abordamos la problemática de la memoria funeraria, como memoria feliz, en relación a los procesos de ritualización. Bell (1992) señala que la noción de ritualización permite ver de qué modo ciertas acciones sociales se distinguen de otras. De esta forma la ritualización se vincula a diversas estrategias culturales que permiten una distinción cualitativa entre las realidades sagradas y profanas, sus retroalimentaciones, convivencias y divergencias generando transformaciones en la temporalidad y las relaciones humanas. En la misma línea el trabajo de Finol (2009), expone que la ritualización parte de un extrañamiento temporal, de una separación y un desplazamiento de lo cotidiano y construye un presente que dialoga con lo extra-cotidiano u extra-ordinario. Este extrañamiento temporal y contextual se configura desde “a) Un discurso diferente, b) Una actitud corporal distinta, c) Una vestimenta diversa, d) Una nueva ‘formalidad’, e) Una especial ‘emocionalidad’ (…)” (Finol, 2009:64). Esta idea de ritualización propicia el acceso a un complejo abanico de posibilidades descriptivas y analíticas; consideramos que para el abordaje de las problemáticas de la muerte, el morir y los muertos se deben abordar, con el mismo rango de relevancia, los rituales funerarios, las prácticas vinculadas a los procesos de muerte, las acciones post mortem.

Las referencias citadas con anterioridad nos permiten adherir a la afirmación de Martínez (2013) en lo que refiere a la muerte como proceso o proceso de la muerte:

proponemos llamar proceso de la muerte al período que comienza con los eventos de anticipación del deceso (…) Esta categoría analítica permite resaltar que la muerte no se restringe a un evento biológico único, sino a una serie de sucesos y contingencias que son socialmente interpretados como relevantes. Esta idea, además, tiene la ventaja de correr el foco de atención de la variable orgánica (2687-2688).

Sobre la base de lo señalado podríamos mencionar las siguientes hipótesis de trabajo que han orientado la investigación: a) estas formas locales de ritualización en torno a la figura popular de los angelitos se inscriben dentro de las costumbres funerarias debido a que su puesta en escena posibilita el recuerdo de los niños difuntos, b) como formas de discurso social -partes constituyentes de la religiosidad- como prácticas ritualizadas de rememoración, construcción y reconstrucción de identidad, actualizan la memoria funeraria implicando un encadenado de diferenciales estados pasionales a la vez que ofician de delimitadoras de fronteras donde la temporalidad humana se redefine habilitando manifestaciones diversas de vivir el recuerdo de los niños difuntos, c) estas formas de rememorar a los niños difuntos construyen constelaciones celebratorias que condensan elementos significantes antiguos y actuales, diferenciales según el grupo etario de practicantes. De la misma forma significan desde particularidades lingüísticas emergentes del contacto entre guaraní y español. Al unificar estas cualidades gozan de significativa validez frente a otras manifestaciones culturales globales, coincidentes en tiempo y espacio, como ser el Halloween.

SOBRE EL TRABAJO DE CAMPO Y LA METODOLOGÍA

El trabajo de campo comprende el periodo 2006-2019. Como hemos señalado nos centramos en la provincia de Corrientes, Argentina. Para la recolección de información de primera mano se ha trabajado en el norte de la provincia, con foco en las zonas limítrofes con las provincias argentinas de Chaco y Misiones, y con las poblaciones en límites internacionales con la República del Paraguay. En las zonas urbanas se han priorizado las cabeceras de los Departamentos, indagando también en zonas periurbanas y rurales. En tal sentido el trabajo de campo se instrumentó en los Departamentos de Ituzaingó, San Miguel, Berón de Astrada, General Paz, Itatí, San Luis del Palmar, San Cosme, Capital, Mburucuya y Concepción.

Durante el trabajo de campo se han realizado más de trescientas entrevistas[7] sobre la base de tópicos conversacionales[8] (algunas registradas en imagen y audio, otras solamente en audio y otras escritas), del mismo modo se han realizado talleres en organizaciones educativas donde los interlocutores narraron y describieron la práctica (ello principalmente en niños y jóvenes). Asimismo, se ha participado activamente en catorce celebraciones de Ángeles Somos (se aplicaron guías para las observaciones con diversos grados de participación).[9]

Debido a que se trata de una práctica calendárica, y se desarrolla solamente una vez al año, se han instrumentado observaciones participantes y entrevistas etnográficas en diversos contextos y haciendo partícipes a una amplia variedad de interlocutores (en espacios domiciliarios, organizacionales como Escuelas de Nivel Primario, Colegios Secundarios, Institutos de Nivel Superior, Iglesias); movilizándonos entre varias localidades de la provincia entre el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre. Este movimiento en el espacio nos permite disponer de un mapeo y de la reconstrucción del proceso puntualizando en las particularidades y recurrencias del antes, durante y después del recorte bajo estudio.

Si bien priman en la presentación aspectos devenidos de la recolección directa, testimonial de los interlocutores, señalamos que se ha indagado en la producción de conocimiento devenido de los estudios folclóricos y de la literatura regional.

Siguiendo los aportes de González Torres (2012) para la referencia a ciudades, pueblos o lugares se conservará la forma tradicional de escritura del guaraní. Ahora bien, en el caso de las palabras que no identifiquen lugares, ciudades, pueblos o no sean citas textuales, se adopta la grafía establecida en el Primer Congreso de la Lengua Guaraní-Tupí reunido en Montevideo, Uruguay, en 1950. De allí data un alfabeto de acuerdo con la fonética internacional; por ejemplo: escritura tradicional se usa la Guaicurú- nueva Guaikuru, tradicional Yacaré- nueva Jakare, tradicional Tacurú- nueva Takuru.

SOBRE LA PRÁCTICA DE ÁNGELES SOMOS

Teniendo en cuenta la información recabada destacamos que esta práctica es definida de variadas formas, a saber: Ángeles Somos, Ángeles Tomos, Noche de los Angelitos, Noche de los Ángeles Loros (niños difuntos que ya han aprendido a hablar pero que no saben lo que dicen, no distinguen entre lo malo y lo bueno). López Bréard (1983) propone un abordaje desde las concepciones: “cantor de los angelitos” “velorio del angelito” y “ángeles somos”, reseña que éste hecho se identifica con la conmemoración del día de los ángeles (primero de noviembre), o de todos los santos según el calendario católico, y que posee en las “serenatas” ribetes especiales que le dan al hecho un matiz distinto en cuando a las formas conocidas de venerar a los niños difuntos:

en la noche para amanecer el día 1º [ de noviembre], y cuando el lucero fija ya su luz diamantina en la cúpula celeste, se escuchan transitar por las calles pueblerinas el tintinear de los cencerros que los Ángeles Somos, o Ángeles Tomos, [ personas vestidas de blanco, algunas con alas y aureolas], en giras serenateras hacen sonar en las rejas de los viejos caserones, buscando despertar a los moradores, anunciándoles que hasta sus ventanas han llegado del cielo diciendo: Ángeles somos, Ángeles somos, Ángeles somos. Que venimos del cielo, traemos esta serenata pidiendo una limosna por caridad de Dios. Colación, Colación... (...) Este es un momento esperado por los hogares, preparándose para no ser sorprendidos, con chipá de almidón, caburé, pasteles, empanadas, licores de mandarina o yataí, etc. (…) Durante el día existen varios grupos o solitarios Ángeles Somos, que con una cruz en la mano, y haciendo alusión a la fecha, recorren las puertas buscando cargar sus maletas con lo que pudo haber quedado de la noche (López Bréard, 1983:107-108-109).

Aludiendo a las escenas analizadas un interlocutor señaló:

las personas mayores comienzan esta costumbre partiendo el día treinta y uno de octubre a las cero horas y durante toda la noche se visitan los domicilios de aquellos que conocen y se alegran con esas serenatas, por ser tan nuestras como el mate. Desde tiempos muy antiguos es costumbre de salida de niños y grandes, en horas de la noche, vestidos de ángeles con un crucifijo, flores y un cencerro; llamando a las puertas y pidiendo una limosna en oración. La gente les obsequia, matambre, queso u otros alimentos elaborados en casa, algunas mercaderías o algo de dinero (…) es para recibir al día de todos los ángeles y después de los santos difuntos (…) recordamos así a los angelitos fallecidos que recitando refranes tocan a las puertas de los vecinos…a veces los niños salen por la mañana del primero de noviembre (Mujer, 50 años. 2016. Ituzaingó. Entrevista realizada por el autor).

Asimismo, Salas (2004) destaca que Ángeles Somos era una curiosa modalidad de los niños de comunidades semi rurales en el día de Todos los Santos:

Ese día al amanecer, estos niños, en grupos recorrían el vecindario cantando “Ángeles Somos, colación pedimos…” y otras rimas, que en la medida que no recibían regalos, subían el tono. Esta costumbre, tradicional entonces, hacía elaborar a los dueños de casa los pasteles, chipá o caramelos a obsequiar a estos grupos (2004:44).

Retomamos los aportes de Salas, uno de los referentes que ha trabajado la problemática de las Creencias y Espacios religiosos del NEA, con el objeto de señalar las discrepancias en torno a su alocución. Siendo un trabajo editado en el año 2004 el autor describe la manifestación cultural de Ángeles Somos como si se tratase de formas pretéritas: (…) Esta costumbre ha desaparecido en nuestro medio (…) Era una curiosa modalidad (…) (Salas, 2004:44). Contrariamente, las experiencias recopiladas en el periodo del trabajo de campo nos motivan a señalar la vigencia de esta rememoración.

Expone Coluccio (1995) que esta práctica proviene de la creencia de que el primero de noviembre los ángeles o almas infantiles visitan las casas de los poblados. Debido a que la mayoría de las familias, sus parientes o conocidos tienen niños fallecidos coadyuvan a la vigencia de esa manifestación.

Asimismo, López Breard (2011) sostiene que el día de los Ángeles, inscripto en el santoral católico del calendario gregoriano, tiene en la región -durante el 1° de noviembre- tres momentos especiales: la serenata nocturna, la visita a los cementerios (que se extiende durante el 2 de noviembre) y las caminatas de Ángeles Somos:

Durante el día, los Ángeles se personifican generalmente en niños, que portando una pequeña cruz de ocasión, adornadas con flores de papel crepe, carey o naturales, recorren el vecindario, presentándose en las casas para pedir "una limosna por el amor de Dios" (2011: s/p).

Como hemos señalado la práctica de Ángeles Somos puede ser abordada teniendo en cuenta las serenatas concretadas por jóvenes y/o adultos en la madrugada del 1° de noviembre y las procesiones (caminatas) protagonizadas por los niños en horas del atardecer del 31 de octubre, la mañana o la tarde del 1° de noviembre. En su forma de serenata se encuentra encabezada por jóvenes y adultos, acompañados de música regional recorren las casas del poblado y a cambio de las serenatas reciben donaciones: alimentos regionales o bebidas con alcohol. En la versión de las caminatas de niños se resaltan diferencias significativas; si bien también se visitan las casas los grupos están compuestos por niños acompañados por algunos adultos, priman las canciones religiosas y símbolos católicos (imágenes de santos y rosarios). A cambio de las visitas y las bendiciones reciben colaciones (ofrendas) consistentes en golosinas variadas, bebidas dulces sin alcohol y dinero.

En ambas versiones de la práctica podemos reconocer determinadas recurrencias significantes.[10] Entendemos por RS a condensados de significaciones que se entrelazan con especificidades cronotópicas, que orientan, actualizan, ordenan y proyectan las puestas en escena. Señalamos que estas recurrencias constituyen imágenes (móviles) vigentes en la serenata como en la caminata. Móviles debido a que guardan vertiginosas, mixturadas y armoniosas particularidades significantes, pero manteniendo una forma general de expresión y recurrencia.

Estas RS resultan construcciones del investigador, referencias etic observables en las puestas en escena, no deben ser entendidas como fracciones degolladas del cuerpo significante, describimos estas recurrencias con el objeto de ilustrar -a grandes rasgos- facetas de los tejidos vivenciados. Entre las RS podemos referir a las siguientes:

(RS1) Algunos de los miembros del grupo visten trajes de ángeles. En el caso de las serenatas nocturnas suelen aparecer otras imágenes como ser diablos, payasos o gauchos; en las caminatas de niños puede observarse trajes de santos, santas o vírgenes. (RS2) Anuncian su llegada con un cencerro y diciendo (entre los versos más conocidos) “ángeles somos, ángeles somos, del cielo venimos, limosna pedimos, en nombre de Dios… colación, colación, bendición”. (RS3) A cambio de la visita suelen recibir comidas saladas o dulces, o bien alimentos no perecederos; habiendo recibido ofrendas bendicen y agradecen con el recitado de versos, de lo contrario, con otros veros, repudian la falta de consideración del auditorio. (RS4) Los grupos (que suelen ser varios por la madrugada o el día) definen los territorios del recorrido, asimismo distribuyen las tareas según categorías tales como: maletero (encargado de llevar la maleta en la cual se depositan las ofrendas, rol más diferenciado entre los adultos), musiqueros (encargados de ejecutar los instrumentos), ángel (miembro –o miembros- vestidos de ángeles depositarios de los objetos fetiches cruz/paño/flor/cencerro), anunciador (cuándo el ángel no lleva el cencerro el anunciador es el encargado de comunicar la llegada), algunos incluyen la forma del recitador (encargado de recitar los versos, prosas o refranes a los recepcionistas). (RS5) Las ofrendas recibidas se intercambian entre los miembros del grupo, luego se consumen en un banquete (este banquete puede tener la forma de una merienda o de una guiseada[11] en el domicilio de algún voluntario): el banquete como imagen diacrónica memorable.[12] (RS6) Ambas formas incluyen actos de reciprocidad que buscan equiparar los bienes recibidos entre los grupos.

De las formas escénicas expuestas deseamos hacer especial referencia al refranero que acompaña los recorridos. Los versos genéricos que anuncian la llegada se componen del siguiente modo: “Ángeles somos, ángeles somos, del cielo venimos, limosna pedimos, en nombre de Dios… colación, colación, bendición”.

Tabla 1 Versos recopilados en las serenatas y caminatas 

Elaboración propia sobre la base del trabajo de campo

Serenata y caminata poseen como objetivo rememorar a los angelitos, llevar oración y bendiciones a las familias que tienen niños difuntos y agilizar el tránsito de estas almas al Tercer Cielo. Estas formas de la memoria funeraria no se extienden por toda la provincia de Corrientes, se concentran en la zona norte. Actualmente su puesta en escena responde, básicamente, a dos movimientos

a. La iniciativa directa-espontánea de la comunidad de practicantes o

b. Se encuentra encabezada por instituciones religiosas, educativas y/o culturales. Incluimos en esta última a la capital de la provincia donde se montan presentaciones públicas denominadas “Noches Blancas” en oposición a las localmente consideradas “Noches Negras” del Halloween. Las “Noches Blancas” se caracterizan por ser puestas en escena en plazas públicas con la presencia de numerosos niños vestidos de ángeles recorriendo las calles y pidiendo colación. Encabezan estas formas de acción colegios religiosos, congregaciones, ONG, bibliotecas populares, centros culturales, etc., (aquí no podríamos señalar que estas formas de rememoración resultan de la expresión espontánea de los grupos, sino que son retomadas como estrategias de revalorización de las memorias de la provincia y la región).

Los registros que presentamos nos permiten observar variadas instancias y contextos de expresión de la práctica: domicilios particulares, vía pública, escuelas. Asimismo, la presencia de sujetos provenientes de diversos contextos sociales.

En el caso de las zonas rurales, a diferencia de las zonas urbanas, la participación en estas instancias de rememoración suele nacer de la organización personalizada de los grupos domésticos con escasa intervención de otras instituciones. Los casos rurales más representativos han sido abordados en Loreto, San Miguel, Villa Olivari, Caa Catí e ItáIbaté (para esta presentación se han seleccionado los registros de Villa Olivari, Departamento de Ituzaingó).

En lo que respecta a las zonas urbanas retomamos los casos de las ciudades de Corrientes Capital, Ituzaingó, Mburucuya y Virasoro donde las mediaciones de las escuelas primarias y de la Iglesia Católica son significativas en lo que corresponde a los niños (en el caso de las zonas urbanas se presentarán los registros de Ituzaingó).

En tal sentido cabe aclarar que las intervenciones de otras instituciones más allá de las familias han sido registradas en el caso de las caminatas de los niños, no así en las serenatas de jóvenes y adultos. La serenata continúa comprendiendo instancias de organización y puesta en escena independientes de la influencia de instituciones educativas o religiosas. En el caso de Ituzaingó la vigencia y continuidad de la serenata es identificada por sus participantes desde fines de la década del 60 del siglo XX y en el caso de Caa Catí desde 1940 aproximadamente (Piñeiro, 2017).

En lo que respecta a las matrices que ordenan la práctica sostenemos que esta forma de rememoración de la muerte del angelito resulta de complejos procesos de sustitución y mestizaje entre derivaciones de las Fiestas Mayales europeas, las ofrendas de las luminarias realizadas en Neuquén, las caminatas y juegos de monaguillos registrados entre las ordenes jesuíticas y franciscanas, las procesiones y representaciones del Corpus Christi descriptas por Garay Díaz (1999), las procesiones medievales de Todos los Santos y la celebración inglesa post renacentista de la muerte de Guy Fawkes (Tuleja, 1993), todas dimensiones devenidas de complejos procesos de transculturización. Estos aspectos, encuadrados en el calendario gregoriano, cumplían una eficaz función evangelizadora.

No pretendemos afirmar un orden entre las temporalidades de las prácticas definiendo cuáles de ellas resultan más antiguas o más actuales, tampoco señalar estados edénicos de germinación. Simplemente hablamos de proyecciones y refracciones temporo-espaciales que evidentemente han retomado de prácticas seculares un conjunto de manifestaciones con el objeto de generar estrategias litúrgicas con fines de evangelización y conversión. Empero, la dinámica de la memoria colectiva provoca, actualmente, un proceso neo secularizador de manifestaciones que han sido marcadamente litúrgicas.

Si bien la extensión geográfica de la práctica de Ángeles Somos coincide significativamente con la expansión del cristianismo en América, creemos que no podemos limitar la germinación de Ángeles Somos a la mera cristianización del “paganismo”.

Como hemos expuesto, consideramos a Ángeles Somos (en las formas de serenata y caminata) un resultante del cruce, andamiaje, mestizaje y resignificación cocreadora de la cultura, combinándose imágenes del cristianismo, sentidos locales religiosos y seculares, aspectos de la religiosidad (como marco general en el que se inscribe actualmente), percepciones sobre lo vivo y lo muerto, estrategias evangelizadoras, juegos e hilaridad, matrices ideológicas (consuetudinarias e idiosincráticas).

Ángeles Somos, en su proceso de resignificación, ha ido actualizando aspectos que se entrelazan fuertemente con las formas de ser-sentir y actuar de la comunidad.[16]

Los procesos re significadores de la vida y la muerte fueron delimitando fronteras de sentidos, demarcando espacios de pertenencia(s) y acción(es) (pensables/proyectivas). Serenata y caminata participan de las dimensiones significantes expuestas con anterioridad, reforman las imágenes del entramado mestizo y pulen nuevos sentidos y relaciones con la muerte, la rememoración y el convivio. Delimitan territorialidades significantes.

Posiblemente la distinción entre la serenata y la caminata sea (complejamente) la distinción entre las temporalidades y significaciones noche-día / oscuridad- luz / adulto- niño. Terrenos donde se puede (o no se puede) estar-permanecer-percibir-sentir.[17] Esferas de incumbencias, no solo de edades, sino además de obligaciones, funciones y sentidos en la trama de las relaciones y comunicaciones de la cultura.

DIVERSOS MOMENTOS DE LA PRÁCTICA DE ÁNGELES SOMOS

Al referir a las instancias preliminares de las escenas rememorativas analizadas optamos por verlas como procesos que se desglosan en un conjunto de acciones significantes. La noción de desglose es utilizada con fines descriptivos e interpretativos, pues las prácticas significantes referidas se inscriben en un complejo encadenamiento que suele durar varios días y que se extiende hasta pasado el 2 de noviembre -en las tertulias de amigos y los comentarios sobre lo recibido, cantado, visto y vivido.

Las prácticas de este proceso podrían ser referidas desde dos entramados de significación: preparativos para la recepción de las visitas y preparativos para la concreción de las serenatas y/o caminatas. Entre las primeras, prima la presencia de las mujeres y los espacios se circunscriben a contextos domésticos, básicamente preparado de las ofrendas (comidas regionales, bebidas) y arreglo de la casa.

Las segundas se definen por la participación de los agentes que formarán parte de los recorridos. En el caso de las serenatas de jóvenes y/o adultos la confección de los trajes, de los objetos fetiches y la selección de las piezas musicales son concretadas por los mismos participantes. Cuando se trata de niños se prioriza la intervención de las madres, madrinas o amigos de la familia. Asimismo, en muchos casos, los niños confeccionan sus propios trajes, los adultos intervienen en el armado de la cruz y la selección de las canciones.

Las prácticas que requieren más dedicación temporal son las destinadas a los preparativos para la recepción. Comidas tales como sopa paraguaya, chipá, mbeju, pan casero, pastelitos de dulce o queso son preparados, las más de las veces, días previos al primero de noviembre; asimismo se reserva una parte importante con el objeto de compartirlas con los difuntos y deudos adultos el 2 de noviembre en el cementerio.

PREPARATIVOS PARA LA RECEPCIÓN DE LAS VISITAS

Las visitas de los angelitos demandan a las casas del vecindario un conjunto de preparativos que vinculan el espacio doméstico con lo sagrado y con la actualización de la memoria funeraria. Recibir a las visitas -las más de las veces de la mano de las mujeres o los niños (estos durante el día)- implica un encadenado de situaciones matizadas con relatos, traspaso de recetas, imágenes del pasado y añoranzas por lo que “ha sido” en un momento esta manifestación.

ya días antes se preparaba la comida, pan casero, pastelito, cosas dulces. Era toda una fiesta. Ahora muchas veces la gente se olvida, pero nosotros siempre esperamos con algo para los ángeles (…) nos juntamos con algunas vecinas y nos convenimos para ver que hacemos. La bebida compramos, pero la comida se hace. Siempre hablamos de cómo se hacía (…) si, porque antes las chicas no salíamos, ahora salen (Mujer 65 años. Villa Olivari. 2010, entrevista realizada por el autor).

En las casas se juntan las mujeres y preparan la mercadería, arroz, chipa cuerito, pastelitos (Niño, 11 años. 2016. Villa Olivari. Trascripción textual [sic] al de una narración escrita).

Los encuentros previos son indisociables de los intereses que se gestan en torno al día de los fieles difuntos. De esta forma el 2 de noviembre ya es pensado en estos preparativos hacia Ángeles Somos. Se considera que los angelitos han recorrido un largo camino requiriendo de bebidas y alimentos que tornen más llevadera su misión de bendiciones entre las casas de la comunidad. Asimismo, los angelitos necesitan de la mediación humana ya que, al ser seres espirituales, no pueden consumir las ofrendas, se llevan los aromas, colores y texturas.

El preparativo de la ofrenda cumple dos objetivos: saciar el cansancio y el hambre por el recorrido y alivianar el tránsito de las almas al más allá, en este caso hacia las huestes celestiales. Por ello los días previos no conciernen solamente a lo gastronómico, también se debe limpiar la vivienda, perfumarlas, barrer el patio, muchas veces colocar flores con la finalidad de que el angelito se sienta recibido, acogido y el año entrante desee retornar por ese camino. Estas formas de expresión, como lo gastronómico, son llevadas a cabo por las mujeres, se limpian los altares domésticos, se cambian las velas, se lavan las flores artificiales (de plástico o tela) y se colocan flores frescas. Claramente estas prácticas se inscriben en un marco más general propiciatorio de los vínculos con todos los difuntos, pero ya para la recepción del angelito se aconseja tener la vivienda dispuesta

son días especiales, siempre se limpia toda la casa para esperar este día, y también el dos cuando vamos al cementerio. Es lindo saber que te traen una serenata o un rezo, por eso tenemos que recibirlos bien, algunos quieren pasar entonces se les hace pasar y cantan algunas piezas en la sala o al santo (Mujer 60 años. 2011. Ituzaingó, entrevista realizada por el autor).

Cada año se incorporan nuevos sujetos a los preparativos, los que más participan junto a las mujeres adultas son los niños, los jóvenes se concentran en el armado de la serenata, preparación de los instrumentos, trajes, mapeo de los recorridos. La participación de los niños, por iniciativa propia o inducidos por las madres o madrinas, regenera espacios de socialización y crea instancias de transmisión de la memoria donde, en analogía a lo referido por Rodríguez Herrero, Cortina Selva & Herrán Gascón (2010), se pone en práctica una “pedagogía de muerte”. Si bien los autores trabajan esta noción en relación a la educación sistematizada/formal creemos que estas instancias de trabajo generan una ruptura en el tabú vinculado a la muerte y el morir, asimismo redefine las relaciones entre el hombre y el más allá, la comunidad, las instancias festivas y lo memorable.

Señala García (2004: 133) que el “medio y modo” por el cual los nuevos miembros se integran al “universo de conocimientos” es la memoria, la cultura, lo histórico social, “que dicen ya desde el inicio acerca de la semioticidad de la experiencia, su trama espesa de sentido y memoria”.

Tal como expone Dewey (García 2004) existe una relación fundamental entre experiencia, memoria y relato. Estas relaciones darían sentido, no solo a las experiencias recordadas, sino además a las nuevas construidas con la participación activa, la observación. La memoria reciente —el futuro previsible, la actualidad— constituye una de las dimensiones sobre las cuales hemos podido dialogar con más precisión con los participantes de Ángeles Somos:

hace mucho que hacemos los preparativos y nos juntamos, esto no se debe perder, tratamos de enseñarle a los más chicos, más ahora con tantas otras cosas de afuera que parece que les llama, este es bueno para no olvidar lo que somos (Mujer 42 años. Villa Olivari. 2015, entrevista realizada por el autor).

La reconstrucción de las dimensiones de espacio y tiempo en las entrevistas (las unidades del tiempo y la narración) representan instancias creativas y figurativas de la cultura. Esta forma de expresión de la cultura se orienta hacia la configuración del devenir, hacia el futuro: “seguir haciendo, eso es importante, que los chicos no se olviden de estas cosas” (Mujer, 45 años. Ituzaingó, 2015, entrevista realizada por el autor).

Los preparativos para la recepción, y aquellos para la concreción de las caminatas y/o serenatas, combinan en las expresiones dialogizadas de la memoria, el relato y las experiencias construidas, lo sagrado, lo cotidiano y lo ritualizado.

Entre los preparativos siempre se alude, de alguna forma, a la imagen de los angelitos y de los demás difuntos. Estos preparativos, como ejercicio de la memoria, como práctica semiótica de la memoria implican, en términos de García (2004:167) que la comunidad: “no ‘entierra’ de una vez y para siempre a sus ‘muertos’, recuerda sus estados pasados y su pasar, los hace contemporáneos, espacios en los que se celebran los oficios memoriosos” (2004: 167).

De esta forma los preparativos se convierten en instancias de socialización fuertemente arraigadas, provocan la resistencia de la memoria ante los cambios vertiginosos de la historia y de sus acontecimientos contemporáneos. Los cambios son ineludibles, pero la recreación de las escenas garantiza la continuidad, la actualización de los sentidos.

Se dialoga entre diferentes momentos, entre diferentes estamentos, parcialidades y focos de memoria/historia. Entran a jugar facetas de la vida familiar y percepciones que desbordan los márgenes de Ángeles Somos; los niños y jóvenes aprenden de preparativos que vinculan a las madres con sus niños fallecidos y que trascienden la espera de las visitas:

El día de los ángeles que su familiare se va a prenderle vela y le pide que siempre le protega a su familia alguno tiene ijos muertos bebeses por eso se prepara y le lleva caramelo o lo que le gustaba al hijo y le pide que le protega a sus ermano. Y la familia le pintan las tumba y le pone cinta a la crus y pasan todo ese día (Niño, 11 años. 2016. Trascripción textual [sic] al de una narración escrita).

Mi mamá dice que el 1° tenemos que irnos al cementerio para prenderles vela a los ángelitos, a pedirles que su alma descansen en paz, pedirles por nosotros que nos proteja en todo momento (Niña, 11 años. 2016. Trascripción textual [sic] al de una narración escrita).

La memoria en torno a los angelitos se nutre de complejas situaciones de la experiencia individual y comunitaria. Estos movimientos intensos y vertiginosos apelan a la actualización y a la (co)construcción de la memoria, aunque esta acción no sea siempre intencional o buscada directamente. De esta forma la preparación de las ofrendas se encauza y articula con otras finalidades. En estas instancias previas a Ángeles Somos intervienen la transmisión y enseñanza de ideas que, claramente, desvinculan a los angelitos de los adultos difuntos (o bien al hacer referencia a estos se los separa de los muertos “comunes”). Se habla de ofrendas para los angelitos, no de ofrendas para los muertos quienes recibirán su parte el 2 de noviembre.

PREPARATIVOS PARA LAS SERENATAS Y/O CAMINATAS

Los preparativos para la concreción de las serenatas y/o caminatas suelen definirse uno o dos días antes del 1 de noviembre. Como hemos señalado los niños reciben ayuda de sus padres o familiares, los jóvenes y adultos suelen operar con más autonomía.

Este proceso se compone por prácticas orientadas a la confección de la vestimenta, la cruz y la búsqueda de los participantes. La presencia del musiquero (del que ejecuta el instrumento musical) es de vital relevancia para que las ofrendas recibidas sean más abundantes y de mejor calidad.

Si bien estamos frente a una manifestación vincular a lo sagrado, sus preparativos vuelven a disgregarse en prácticas ceremoniosas, litúrgicas y por otro lado aquellas más desvinculadas de lo sagrado (como ser el armado de los recorridos, el diseño de los dichos, la búsqueda de los musiqueros, la selección de la música).

Aquellas que definimos como ceremoniosas o litúrgicas tienen que ver, básicamente, con la confección de la cruz, su consagración y la consagración de su portador. La cruz que encabezará la serenata puede ser confeccionada con ramas verdes o bien con maderos viejos que se asemejen a las cruces desgastadas de las tumbas. Éstas son adornadas con flores y con paños.

La secuencia de imágenes que exponemos a continuación ilustra una de las posibilidades de confección del objeto cruz, es claramente distinguible la participación de la mujer al momento de adjuntar a la cruz los detalles que la consagran como cruz de un angelito: las flores y el paño de color azul (también pueden ser usados el blando o el rosado).

Fotografía: Ramón Gabriel Aguirre. Villa Olivari. Corrientes. 2006

Secuencia de Imágenes 1 a-b-c-d-e-f 

La cruz debe reposar un tiempo en el altar de algún santo para iniciar su círculo de consagración (que muchas veces culmina con su calma en el cementerio).

siempre se pide a la virgen que bendiga la salida de los ángeles. La cruz es la que va adelante, no van santos porque es de noche, si durante el día. Por eso la cruz es importante que este bendecida por la Virgen, queda un rato en el altar (…) muchos dejan eso después en el cementerio (Mujer, 40 años. 2006. Villa Olivari. Entrevista realizada por el autor).

Este reposo es acompañado por las acciones en búsqueda de las melodías y la confección de “esquelitas” (trozos de papel con los refranes escritos), ya sean de bendición o desprecio. Estas “esquelitas” serán usadas en dos oportunidades: (1) en caso de que los ángeles no sean recibidos serán arrojadas por debajo de la puerta o en el patio de la casa y (2) si son recibidos con abundante ofrenda, no solo bendecirán oralmente, sino que además dejarán un mensaje escrito.

Fotografía: Ramón Gabriel Aguirre. Villa Olivari. 2006

Imagen 2 Elección del cancionero y confección de las “esquelitas” con los mensajes. 

Los trajes que vestirán los jóvenes, sobre la base de lo que hemos observado, son diseñados con menos accesorios que los trajes de los niños. Para las serenatas, básicamente, se dispone de túnicas, telas o sábanas blancas, un par de alas y en algunos casos una aureola, para la presencia de los diablitos se incorpora una máscara de papel negro y atuendos oscuros (telas o ponchos).

Asimismo, se puede observar la utilización de vestidos de boda, túnicas en desuso que se solicitan a la Iglesia o el reciclado de los trajes de comunión o confirmación. Esta selección responde a que estos trajes son de color blanco y se asemejan a vestimentas angelicales.

Claramente la participación de las mujeres se diferencia en esta instancia del preparativo, mientras los varones –dirigidos por una mujer adulta- participan directamente en la consagración de la cruz ante la imagen de la Virgen, las jóvenes diseñan los trajes a ser usados.

Si bien la consagración de la cruz puede ser realizada ante la imagen de otro Santo señalamos la primacía de la imagen de la Virgen ya que es una constante en los altares domésticos. De esta forma, sin ánimos de establecer leyes o cánones inamovibles, podríamos bosquejar la siguiente tabla ilustrativa de la distinción de las funciones previas a la serenata o caminata.

Tabla 2 Distribución de las funciones según género 

Elaboración propia sobre la base del trabajo de campo

La caminata de los niños presenta una importante intervención de los adultos, ya sea en la disposición de las cruces o la confección de los trajes. Muchas veces las cruces son reutilizadas en ambas versiones de la práctica, asimismo parte de los trajes (básicamente las alas y las aureolas).

Fotografía: Ramón Gabriel Aguirre. Villa Olivari. 2006

Imagen 3 Preparación de los angelitos y diablitos. 

Fotografía: Ramón Gabriel Aguirre. Ituzaingó. 2009

Imagen 4 Mujer diseñando los trajes de los niños. 

Fotografía: Ramón Gabriel Aguirre. Ituzaingó, 2009

Imágenes 5 y 6 Angelitos. Trajes confeccionados por las madres de los niños. 

Fotografía: Ramón Gabriel Aguirre. Villa Olivari, 2008

Imagen 7 Detalle de la maleta usada en la caminata/procesión de los niños. 

Los niños dedican un tiempo significativo al diseño de las maletas que le servirán para recolectar las ofrendas, asimismo hemos podido observar que muchos de ellos diseñan partes de sus trajes.

Nos juntamos en la casa de alguno y hacemos los trajes. También dibujamo, pintamo y recortamo angelitos para pegar en la bolsa para juntar las cosas que nos dan. Armamos el ramo de flores, salimos con un santo (…) mi mamá nos ayuda con los trajes y la cruz, también nos presta la Virgencita (Niña, 12 años, Villa Olivari. 2009. Entrevista realizada por el autor).

Los horizontes de posibilidades y campos de acción se remarcan como terrenos de niños y terrenos de adultos: dibujar y pegar, armar y colorear se complementan con recibir en préstamo un santo, diseñar un traje. Estos entramados relacionales se constituyen en agencias de reproducción social y cultural. Destaca García que “sus productos, y los recursos que en ellas se utilizan, toman parte, y partido, de la institución del mundo del sentido común como matriz de sentido” (García, 2004:186). De esta forma lo válido e inválido, posible e imposible, concebible o inconcebible, lo falso, lo errado o acertado, puro o impuro se conjugan como agencias mediadoras entre los hombres y los mundos de las acciones. Las instancias socializadoras, móviles, articuladoras y actualizadoras de la memoria generan y regeneran la definición de la identidad y su andamiaje con el mundo, las relaciones, las necesidades, las diferentes esferas discursivas.

La aceptación de la autoridad de los símbolos referentes encarna y procede de la realización misma del ritual que los implica, como hemos señalado, al provocar una serie de estados anímicos y motivaciones y al definir una imagen de orden cósmico por medio de una serie de símbolos. Los estados anímicos y las motivaciones que genera la participación en las escenas rememorativas ejercen impacto fuera de los límites del rito mismo, debido a que prestan valor a la concepción que el individuo tiene del mundo establecido (Geertz, 1995).

Estas cadenas de experiencias se configuran, básicamente, por un conjunto de eslabones que navegan entre dimensiones disímiles constituidas por el intercambio de información, la conformación de la comunidad, la orientación de intereses colectivos sobre la vida de la cultura y la memoria en torno a los angelitos.

En los relatos de los adultos y los niños el contar se conforma como generador de comunidad, el contar socializa, regenera y porta historicidad, rememora las instancias memoriosas útiles de acuerdo a cada situación, describe una integrada y holística percepción sobre lo memorioso; la actividad narrativa puesta en juego -jugada- en estos momentos de los preparativos “enseña” los modos relativos de hacer-decir-callar y creer.

Tienen que hacer así [indica como cortar la tela]. Para la cintura un cinto gua’u, como tienen los padres, [refiere a sacerdotes] (…) [aprox. 10 minutos después] anda a buscar unas rosas y trae del kiosco un metro de cinta blanca (…) [horas más tarde] freí los pastelitos, separá los de queso de los dulce, así le damos queso a la noche (…) aprendan chamigo que después van a tener que hacer ustedes (Mujer, 50 años. Ituzaingó. Contexto doméstico con la presencia de un par de niños de 11 y 12 años de edad).

¿Y DESPUÉS? LA CONTINUIDAD DEL ACHAMIGAMIENTO

Cuando solemos escuchar en la expresión regional el término chamigo los hablantes hacen (hacemos) referencia al vínculo de amistad que une a dos o más sujetos. Es un vínculo construido sobre la base del compartir determinados valores, podríamos afirmar que promueve un vínculo fundado en el ñande (distinto al ore[18] -excluyente-). El vocablo encarna una expresión resultante del contacto entre grupos de hablantes guaraní/español.

Por ejemplo, “Arrimate chamigo” equivaldría a “acércate amigo” y achamigarse a “hacerme amigo”. “Aquí estamos achamigándonos” se entendería como estar compartiendo un momento que permite que las personas se conozcan y se construyan lazos de amistad.

Proponemos la noción de “continuidad del achamigamiento” entendiéndola como un encadenado de situaciones que permiten, en la continuidad de la fiesta, la construcción de lazos amistosos y/o el refuerzo de los ya existentes. “Ángeles Somos, del cielo venimos… aquí estamos achamigándonos en esta fiesta tan nuestra” (Mujer, 50 años, Corrientes. Entrevista realizada por el autor).

La construcción y el refuerzo de los lazos sobre la base de la memoria compartida se expanden más allá del cierre de las serenatas o las caminatas. Como hemos mencionado se nutre de otras formas festivas que hemos dado por denominar: banquete/guiseada y merienda. Referimos a éstas como formas festivas debido a que resultan vistosas, alegres continuidades de las instancias vividas a lo largo de la noche o la tarde de Ángeles Somos.

En estas instancias de achamigamiento las narraciones de lo vivido y de cómo se harán las presentaciones en años venideros poseen un lugar privilegiado. Cumplen la función de actualización de lo construido; asimismo refrescan las situaciones que vivieron los participantes. “¿Y cómo fue? ¿Por dónde pasaron? ¿Fueron a lo de…? ¿Qué les dijo doña…? ¿Le visitaron a…?” son los interrogantes que se exponen indistintamente luego de concretar ambas versiones de la práctica. Consideramos que estas preguntas reconstruyen la cartografía de las visitas, demarcan territorialidades, actualizan los lugares memoriosos de la comunidad, por ej.: no resulta plausible olvidarse de visitar a algunos personajes reconocidos, a la viuda más popular o a la madre de varios angelitos.[19]“Le llevaron a la viuda de González (…) y al intendente (…) a la señora de la esquina que perdió angelitos” (Mujer, 39 años, Corrientes. Entrevista realizada por el autor).

Del mismo modo las proposiciones expuestas sirven como desencadenantes y generadoras del chisme.

Y si, sabido era que ese viejo amarrete ni les iba a recibir, tenían que sacarle de la cama (Mujer 50 años, Ituzaingó. Entrevista realizada por el autor).

Haber. Hae largó del almacén… ese que no fía[20] nada (Mujer, 60 años, Ituzaingó. Entrevista realizada por el autor).

Así el chisme actualiza islotes de memoria, los incluye en un mapeo mucho más amplio que se proyecta a otros valores, situaciones, percepciones, espacios y relaciones. La actualidad de lo vivido genera la disyuntiva -ruptura- entre aquello que se considera pasado y su distancia -supuestamente natural- con lo considerado como futuro. “Charlar” sobre los personajes que han sido visitados, y sobre los demás visitadores, regenera lazos que en otros momentos de la vida cotidiana se subsumen a disímiles actividades domésticas.

Recordar que se debe llevar la serenata a la viuda o a la madre de los angelitos no solo reconoce determinadas posiciones de los sujetos, sino que las legitima como partes del encadenamiento de la memoria y la historia de la comunidad. Los recorridos de Ángeles Somos demarcan la territorialidad de la memoria, bifurcan las fronteras de lo posible, incluyen y/o excluyen según la selectiva mirada de los Ángeles; reconocen en sujetos, momentos y lugares valores temporo espaciales que sólo pueden ser distinguidos e interpretados desde las ópticas de la cultura local. Los niños y los jóvenes (ya desde niños) aprenden - y transmiten- lógicas significantes/configurativas de quiénes, cómo, cuándo y por qué. La fuerza del rito, la particularidad de la fiesta, invierte los sentidos. Aquellos “anónimos” en otras situaciones resultan inevitables en estas ocasiones. Recordar a la viuda, sumar valor para pedir en la casa de aquellos vistos como “amarretes” y llevar condolencias a la madre de los angelitos habla de un reposicionamiento y de una reestructuración de las significaciones.

Antes-durante-después: -como momentos significantes- resultan de entramados sumamente complejos, claramente muchos aspectos quedan por fuera del abordaje del investigador. Empero, las experiencias recabadas en los años de duración del trabajo de campo permiten distinguir que estas temporalidades interactúan, básicamente, sobre las bases de las categorías privado/doméstico y público/comunitario. El grado de interacción entre los Ángeles y el resto de comunidad será progresivo encontrando su clímax más condensado en la concreción de la caminata, la serenata y los banquetes finales. Disipándose luego hacia marcados estados de privacidad. Estas fronteras se exponen solamente con fines descriptivos ya que representan continuidades permanentes en los movimientos de actualización de la memoria.

CONTINUIDADES

Podríamos pensar a estas instancias rememorativas -donde interviene lo narrativo, lo gastronómico, lo artístico, lo vivencial, lo colectivo, lo biográfico- como un revival. Del mismo modo que el revival implica un movimiento que reivindica y revaloriza modas o estilos del pasado estas formas de acción sobre las cuales hemos reflexionado actualizan la memoria en constantes movimientos hacia el futuro. Bregan de imágenes que se transportan hacia la historia de la comunidad, y de la cultura. Pero regeneran una vívida contemporaneidad de sentidos, contextos dialogizados donde pareciera que las temporalidades -por más rígidas que parezcan- se flexibilizan al punto de que las fronteras entre el pasado-el presente y el futuro se mezclan, se disocian de las casillas que pretenden contenerlas y se refractan en las acciones, en los diálogos, en las prácticas, en las enseñanzas, en los relatos del (los) cómo y para qué.

De alguna forma los juegos de la memoria incorporan disímiles formas de ver, percibir y actuar ante (y con) las manifestaciones de la cultura; en planos de lo público y lo privado. Los espacios domésticos se convierten en “ejemplares” para la trasmisión y actualización de la memoria, espirales concéntricos atravesados transversalmente por cronotopías diversas.

La actualización de la memoria, de la mano de los relatos y las experiencias construidas, se nutre -las más de las veces- con historias pasadas; pero estas parcelas del pasado transfiguran a vigentes estelas de vívidas configuraciones socio-culturales. Como hemos señalado las pretensiones de fragmentar el tiempo hallan -en determinadas escenas- los límites construidos por la memoria. Por medio de la memoria narrada se estipulan cánones re significantes de lo “supuestamente” muerto.

La espera, los preparativos, la dedicación y la salida en las caminatas y serenatas hablan de la memoria compartida, de las actualizaciones y de las herencias de formas no cristalizadas, rememorativas y críticas. Un orden que puede ser comprendido sobre la base de la cultura compartida, de la lengua común, de las relaciones cotidianas y de la reconfiguración de las fronteras.

Desde el momento de la muerte del angelito hasta las formas escénicas de rememoración descriptas, la comunidad se conjuga bajo un halo de sacralidad comprensible y reconstruirle por el común-compartir. No resulta extraño el jolgorio ante el recuerdo de los niños difuntos, es propia de los niños la alegría. La música y la danza marcan una clara frontera: se deconstruye la imagen de la “danza macabra”, continúa en forma de baile y canción, pero incorpora elementos muchas veces vistos como impropios de lo mortuorio.

La memoria transmitida -y consecuentemente vivida- sobre los angelitos y su rememoración posee marcas propias, claramente identificables: los relatos de las experiencias se configuran entre adultos, niños y jóvenes. De esta forma podemos identificar:

El relato de los adultos (básicamente mujeres) a los niños y jóvenes El relato de los adultos entre sí El relato de los jóvenes a los niños El relato de los jóvenes entre sí El relato de niños entre niños y una forma que pareciera contradecir las clásicas percepciones sobre la socialización: los niños y jóvenes relatan experiencias a los adultos - experiencias vividas en las caminatas o serenatas-. De esta forma las actualizaciones se producen en tramas complejas: verticales, horizontales y transversales.

Los adultos, en la interacción con los jóvenes y niños, aprenden (incorporan) nuevas formas de expresión de la memoria sobre la rememoración de los niños difuntos. Afirmar que los adultos aprenden de las generaciones más jóvenes reafirma la condición móvil de la vida, la interminable (compleja) carrera de la memoria. Resulta conflictivo sostener esta proposición, pero es innegable su expresión significante. No hablamos de quiebres de la significación o la muerte de los significados, sino de la continuidad de los sentidos, de la actualización de las formas, de las neo configuraciones de la cultura (de la vida de (y en) la memoria).

De esa forma el relato y la puesta en escena que protagonizan los jóvenes y niños genera una tensión significativa (y creativa) entre: (a) la imagen de la rememoración que sostienen los adultos en la memoria y (b) las transformaciones (actualizaciones) que ha sufrido la rememoración a lo largo su puesta en escena.[21]

Consideramos, junto Magariños de Morentin (1999) que, “las costumbres y los rituales funerarios tienen historia, cambian según cambia lo que con ellos quiere enunciarse y según cambian los lenguajes con los que se construyen tales costumbres y rituales”.[22] Sobre estas experiencias señalan los practicantes:

antes no salían las mujeres, ahora las guainas ya salen (…) era una salida de hombres, ahora cuando vemos que vienen también guainas (Hombre, 60 años, Ituzaingó. Entrevista realizada por el autor).

sí, salimos las chicas, es divertido, más a veces atiende un hombre y si se baila un chamamé a veces no tiene con quien bailar, entonces si hay chicas en el grupo que lleva serenata esa sale a bailar con el dueño de la casa (…) hace poco eso, antes dicen que no salían las mujeres (Joven, 17 años, Ituzaingó. Entrevista realizada por el autor).

Las nuevas formas por las cuales atraviesa la puesta en escena son culturalmente aceptadas por los adultos, si bien se reservan algunos comentarios y apreciaciones sobre las transformaciones -como las citadas con anterioridad-. Resulta de común acuerdo que estas particularidades responden a la necesidad de mantener vigente la rememoración. Y como cierre apostamos de forma responsable a las afirmaciones de un interlocutor: “esto es bueno, tiene que ser, para que no se pierda” (Mujer, 40 años. Ituzaingó. Entrevista realizada por el autor).

En relación a los vínculos estrechos construidos con los grupos humanos entre los que nos hemos movilizado, y dado que se trata de un tema altamente sensible para la población, el proceso de investigación implicó una reflexión constante en torno a los riegos que implica la intromisión del investigador en la vida emocional de los sujetos. Asimismo, la naturaleza del tema a investigar requirió un trabajo específico sobre las posibles resistencias por parte de los sujetos para expresar sus vivencias y creencias. Cabe señalar que parte de estas dimensiones se encontraron resueltas debido a que el trabajo de campo, al ser de larga duración, ha permitido la construcción de redes sociales firmes y de confianza entre el investigador y los interlocutores.

REFERENCIAS

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[1]Situada en la Región Mesopotámica, limita al Norte con Misiones y al Sur con Entre Ríos. Al Oeste, el Río Paraná la separa de Santa Fe y Chaco. Al Este, el Río Uruguay le sirve de límite con Uruguay y Brasil. Ocupa el 3,2% del territorio Nacional. La provincia está dividida en 25 departamentos. La provincia de Corrientes tiene más de un millón de habitantes (censo 2010), lo cual representa el 2,6% de la población del país. En 1528, Sebastián Gaboto fue el primer hombre europeo en recorrer las tierras de la actual Corrientes. La génesis de Corrientes surge a partir de la fundación de lo que es hoy la ciudad capital, realizada por Juan Torres de Vera y Aragón, en 1588. Luego se sumaron las reducciones jesuíticas sobre el Río Uruguay. La provincia de Corrientes presenta un conjunto de características culturales y lingüísticas particulares: (1) La presencia de la lengua guaraní, sumada a la histórica y constante relación con la República del Paraguay ha generado, del contacto entre el guaraní y el español determinadas variantes: una primera –que por analogía con el Paraguay- podríamos denominar jopara (definida como una forma dialectal de dos lenguas en contacto) y otra conocida como jehe’a (asociación de palabras y elementos de la gramática para construir una nueva expresión o palabra), siendo éstos los modos primarios de comunicación. (2) Asimismo, en la región lindante con el Río Uruguay, el contacto con el Brasil genera variantes similares a las presentes en la provincia de Misiones, denominadas como portuñol (contacto entre portugués y español). (3) En estrecho vínculo las tradiciones, las prácticas culturales, la religión y las creencias –al igual que en la República del Paraguay- están representadas por cultos de disímiles espacios socio-culturales dispuestos de un complejo calendario festivo anual, visita a los cementerios en el día de la solemnidad de todos los santos y ángeles, como también el día de todos los muertos, la “cañita” con ruda el primero de agosto, el karai octubre, etc. Por otra parte, los mitos folklóricos predominantes resultan el JasyJatere, el Lobizón, el Kurupi y el Pombero. Asimismo, el paje y las curanderas poseen su protagonismo; como también las ánimas, los aparecidos y los asombrados. De este modo se suscitan un conjunto de innumerables prácticas que se nutren de esta miscelánea de modos de ser, sentir y percibir el mundo.

[2]En la tradición judeo-cristiana identificamos que el Cosmos se organiza en niveles de creciente abstracción, sacralidad y progresiva lejanía de lo humano. Algunas versiones hablan de hasta siete niveles, pero la versión más difundida presenta tres niveles o Cielos. El Primer Cielo estaría representado por lo que contiene la Atmósfera (hasta donde vuelan las aves, lo observable a simple vista); el Segundo Cielo por el Universo que contiene a la Tierra (hasta este Cielo el Hombre puede ambicionar experimentar). Dios ha creado estos Dos Cielos, pero habita en el Tercer Cielo desde donde ha dirigido la creación. En este Tercer Cielo moran los ángeles, los seres celestiales y se goza de la visión beatífica: “San Pablo, que fue arrebatado hasta el tercer cielo, hasta los más grandes misterios de Dios y, precisamente por eso, al descender, es capaz de hacerse todo para todos” (cf. 2 Co 12, 2-4; 1 Co 9, 22). Los niños difuntos ruegan por sus dolientes desde el Tercer Cielo, junto a Dios y los demás ángeles.

[3]Para los interlocutores el tipo de muerte (trágica, violenta, natural) no modifica la naturaleza sagrada del alma del niño. Cabe destacar que, según lo registrado en el trabajo de campo, el tipo de muerte se relaciona directamente con la posibilidad de santificación. Las santificaciones en las formas regionales de alminas o animitas suelen registrarse con más recurrencia entre los niños muertos en accidentes o asesinatos. En las experiencias recabadas casi la totalidad de las familias que poseen niños difuntos dedican un altar a las almas de éstos y los ubican en planos de las santificaciones pero de orden familiar/doméstica/íntima, pocos son los casos que arriban a las santificaciones populares reconocidas en la comunidad y la provincia, tal es el caso de La Pilarcita, niña que fallece en una muerte trágica en 1914 en Concepción del Yaguareté Corá, Corrientes (Argentina). En lo que refiere a la práctica abordada todos los niños difuntos de la comunidad poseen el mérito de protagonizarla, variará la selección del repertorio musical y gastronómico siempre y cuando la familia lo solicite.

[4]El tema “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin Bautismo” ha sido sometido al estudio de la Comisión Teológica Internacional. Para preparar este estudio se formó una Subcomisión formada por los Exmos. Mons. Ignazio Sanna y Mons. Basil Kyu-Man Cho, de los Rdos. Profesores Peter Damian Akpunonu, Adelbert Denaux, P. Gilles Emery O.P., Mons. Ricardo Ferrara, István Ivancsó, Paul McPartlan, Dominic Veliath S.D.B. (presidente de la Subcomisión) y de la profesora Sr. Sara Butler, con la colaboración del P. Luis Ladaria S.I., secretario general, y de Mons. Guido Pozzo, secretario adjunto de la misma Comisión Teológica, y con las contribuciones de los otros miembros. La discusión general tuvo lugar con ocasión de las sesiones plenarias de la CTI celebradas en Roma en diciembre de 2005 y en octubre de 2006. El texto presente fue aprobado en forma específica por la Comisión y fue sometido a su presidente, el Cardenal William J. Levada, el cual, una vez recibido el consenso del Santo Padre en la audiencia concedida el 19 de enero de 2007, ha autorizado su publicación. (Disponible en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html. Consultado el 10 de julio de 2020).

[6]“(…) Exequias de niños sin bautizar (295). De acuerdo al canon 1183 § 2 del Código de Derecho Canónico, “el Ordinario del lugar (Obispo o Vicario) puede permitir que se celebren exequias eclesiásticas por aquellos niños que sus padres deseaban bautizar, pero murieron antes de recibir el bautismo” (296) En ambos casos el uso de ornamentos de color blanco es el que mejor expresa la alegría del tránsito con su Salvador resucitado de quien no ha tenido pecado personal (…)” (Celebración de la Muerte – Subsidios para la celebración de las exequias- que acompaña el Rito Exequias (2009) –Concilio Vaticano II-:8).

[7]Para la elaboración de este artículo se ha seleccionado un corpus reducido de entrevistas atendiendo al recorte temático abordado. Las citas de las entrevistas son señalizadas con el indicador: varón-mujer, la edad del interlocutor, fecha de realización y el lugar de residencia dentro de las comunidades con las que se trabaja, localidad, ciudad, etc.

[8]Tópicos conversacionales generales más relevantes: historia de vida de los interlocutores, nociones de muerte, morir y muerto, prácticas y creencias vinculadas a la muerte, el morir y los muertos. Distinciones entre muertos adultos y niños difuntos, prácticas y creencias diferenciales según muerto niño o adulto, noción de angelito, prácticas votivas, velorios y relaciones con los espacios funerarios (cementerios, enterratorios, altares, etc.).

[9]En las observaciones se realizaron registros atendiendo a la identificación de personas, actividades, roles, posiciones, tiempos y espacios. En el caso de las serenatas nocturnas se han realizado observaciones participantes ocupando el rol de Ángel, maletero y anunciador, roles diferenciados según las descripciones y cualidades que se mencionan oportunamente en el artículo.

[10]De aquí en adelante RS

[11]Localmente se denomina guiseada a una reunión que posee como eje central compartir un “guiso”: comida típica que suele incluir, básicamente, carne vacuna o de ave, fideos o arroz, salsa de tomate, condimentos varios, papas, zapallos, mandioca. Esta forma es propia de las serenatas nocturnas ya que las ofrendas suelen incluir estos elementos, los faltantes son provistos por los miembros que ofrecen su casa como lugar de encuentro o bien adquiridos con los aportes monetarios recogidos en la serenata. Esta expresión compartida en torno al “guiso” guarda mucha similitud con la imagen del sancocho centroamericano.

[12]“(…) Persas (…) Las familias se reunían en banquetes, no tanto para comer opíparamente como para acoger a las almas de los difuntos (feruers), de quienes se suponía que acudían a visitar a sus parientes en los días llamados Farvadiantes: en esta época era cuando se plantaban cipreses en las tumbas (…)”(Nicolaÿ, 1904 Tomo II : 7)

[13]Del Guaraní: s. Hormiguero, termitero. t. rova. Hosco

[14]Del Guaraní: relativo a indio

[15]Del Guaraní: relativo a oloroso. Katĩ: h., adj., Hediondo, maloliente, catingudo. 2. s. Olor fuerte, sobaquina, catinga.

[16]Sus formas exponen una complejidad que desborda los márgenes de primigenios intentos evangelizadores: se han vuelto tejedoras de memoria, canciones, comidas, códigos, prácticas secularizadas, danzas, refranes.

[17]Señala Piñeiro (2017) que hasta 1960 inclusive, en el caso de Caá Catí, la serenata se desarrollaba sólo hasta media noche ya que la continuidad de la serenata más allá de esta temporalidad resultaba una ofensa a los difuntos. Ello reafirma la hipótesis de que Ángeles Somos, en cualquiera de sus formas, resulta una forma de recuerdo y comunión para con los angelitos y no para con los muertos adultos.

[18]Del Guaraní: pron. pers. de 2da. pers. pl. que excluye al interlocutor.

[19]Refiere a la mujer que posee varios hijos (niños) difuntos. Asimismo, se dice “que suerte que se salvó [el niño] sino tendrías angelitos”.

[20]De fiar. “fíame medio kilo de pan y un vino”. Cuando en un comercio el comerciante permite que los clientes lleven mercaderías y paguen las cuentas a fin de mes. Se usa además “sacar a cuenta”, “anótame en la libreta”. Estas cuentas suelen ser recargadas al momento del pago.

[21]Destacamos, desde lo expuesto por Magariños de Morentin (1999), que los comportamientos en los que se concretan las costumbres y rituales funerarios constituyen un complejo lenguaje, en el que confluyen individual o conjuntamente las tres semiosis: lo icónico de las formas, lo indicial de las actitudes y lo simbólico de las palabras (en: Archivo virtual de Semiótica. http://www.archivo-semiotica.com.ar. Recuperado el 20 de octubre de 2019)

[22]Ver (1) Manual de estudios semióticos, (1.8) Concepto y desarrollo de semióticas particulares, (1.8.2) Semiótica indicial, (1.8.2.3) Funebria. (Ídem, anterior)