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Circe de clásicos y modernos

versión On-line ISSN 1851-1724

Circe clás. mod. vol.16 no.2 Santa Rosa dic. 2012

 

ARTÍCULOS

Acerca de la historia y la ficción en tres versiones imperiales de la fundación de Alejandría

Ivana Chialva
[Universidad Nacional del Litoral]
[ichialva@gmail.com]

 


Resumen: Las fuentes de la tradición indirecta de las Vidas (βίοι) de Alejandro se distinguen entre las más creíbles, enmarcadas en los límites de la historiografía y de la biografía imperiales, y aquellas de invención, más cercanas a la novela de viajes y la paradoxografía. Este trabajo propone ir más allá de esa categorización genérica para pensar la dualidad historia / ficción como material coexistente en las diferentes versiones en torno a la fundación de Alejandría según tres autores griegos de la época imperial: Anábasis de Alejandro Magno de Arriano, Vida de Alejandro de Plutarco, Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia del Pseudo Calístenes.

Palabras clave: Alejandría; Arriano; Plutarco; Pseudo Calístenes; Imperio romano.

About history and fiction in three imperial versions of the founding of Alexandria

Abstract: The sources of the indirect tradition of Alexander's Lives (βίοι) are distinguished among those more credible, framed within the limits of imperial historiography and biography, and those of invention, closer to the travel novels and paradoxography. This paper attempts to go beyond these genre categories to understand the duality history / fiction as material coexisting in the different versions about the founding of Alexandria by three Greek authors of the imperial period: Anabasis of Alexander the Great by Arrian, Life of Alexander by Plutarch and The life and exploits of Alexander the Great by Pseudo- Callisthenes.

Key words: Alexandria; Arrian; Plutarch; Pseudo-Callisthenes; Roman Empire.


 

El período helenístico, con la inclusión de las tierras de Oriente al mundo griego, está signado por el cambio en la configuración del espacio geográfico que repercute en la impronta de los géneros narrativos difundidos desde la segunda mitad del siglo IV d.C. Un ejemplo es la proliferación de los relatos de viajes, en su amplia diversidad, representada por los escritos, hoy perdidos, de la 'tradición directa', i.e. las narraciones de los compañeros de Alejandro en la expedición1. Según sabemos por fuentes posteriores, estos relatos proporcionaban descripciones naturalistas de lugares, bitácoras de navegaciones, testimonios de estrategias militares, diarios oficiales y biografías encomiásticas de Alejandro, que superaba con sus campañas las hazañas propias de los mitos. El macedonio se erige así como un nuevo héroe que sintetiza los valores de la ἀρετή de figuras legendarias como Aquiles y Odiseo: Alejandro es un guerrero valiente que viaja.
Este héroe, sin embargo, no viaja para regresar, ya no se trata de un νόστος a la Hélade, sino de extender Grecia hasta donde llega él, siempre impulsado 'más allá' por dos motivos indisociables en la figura del macedonio: el afán de conocimiento y el afán de gloria. En líneas generales, hasta este momento predomina una concepción centrípeta del viaje del héroe, que se aleja de su lugar para volver, con mayor honor, a las πολεῖς de la Hélade. Este paradigma domina desde la épica a la tragedia del siglo V: Jasón, Heracles, Teseo, Odiseo, Agamenón, Orestes son algunos nombres representativos. Los héroes míticos que viajan siempre están ligados, por sinécdoque, a una ciudad griega que recibe sus beneficios e incluso donde se les rinde culto después de su muerte: Jasón en Yolco (Tesalia); Heracles en Tebas; Teseo en Atenas; Odiseo en Ítaca; Agamenón y Orestes en Micenas, etc. Es decir, es el regreso a la 'patria' o a las ciudades griegas el que da sentido al periplo del héroe. Con Alejandro, esa matriz se rompe o, en todo caso, se dispersa en un movimiento centrífugo que heleniza todo lo que toca. El sello de esa helenización es la fundación de ciudades, centros articulados que cohesionan, en una geografía bárbara, un nuevo mapa de focalización y difusión de la cultura griega.
El viaje de Alejandro cobra, así, un matiz universal y sincrético, ya que no solo conquista sino que funda nuevas ciudades griegas con su nombre y jamás regresa a Macedonia. Después de su muerte, el cuerpo es transportado a la capital egipcia y adorado en el Σῶμα Ἀλεξάνδρου. Más allá de las incógnitas arqueológicas del presente en torno a la ubicación real de su tumba y del cuerpo momificado del rey, la Antigüedad tardía hasta el siglo IV d.C. no tuvo dudas al respecto. Según consta en las fuentes griegas y latinas, los emperadores romanos, desde César hasta Caracalla, llegan a la metrópolis egipcia para rendirle honores como a un dios: el espíritu civilizador de Alejandro pervive en la grandeza de la ciudad de Alejandría2. Esa visión del período helenístico continúa en las reelaboraciones de la tradición indirecta de las Vidas (βίοι) de Alejandro de la época imperial. Las razones son diversas. En primer lugar, Alejandría, heredera de la tradición de la πόλις griega, supone no obstante el fin de aquella: se pasa de la limitación cerrada y etnocéntrica de la πόλις clásica a la inmensidad e integración cultural de la κοσμόπολις. En segundo lugar, estos autores disponen no solo de los testimonios de la 'tradición directa' sino, además, de su conocimiento de la historia de la ciudad en los siglos posteriores y de su consolidación como el principal centro cultural del mundo antiguo, del cual los romanos se sentían herederos.
De las numerosas fuentes tardías, nos centraremos en las versiones de la fundación de Alejandría según tres autores de la Roma Imperial, cada uno exponente de diversos géneros de cuño helenístico: 1- Anábasis de Alejandro Magno (AAM) de Flavio Arriano (s. I-II d.C.) que pertenece a la tradición historiográfica que emula a los grandes historiadores de época clásica como Jenofonte y Tucídides (Rodríguez Cerezo: 1999). En palabras de Vidal Naquet (1990: iv): está considerada la mejor [historia] de todas las que nos ha legado la cultura griega, como la más crítica y 'científica'; 2- Vida de Alejandro (VA) de Plutarco (s. I-II d.C.) que se identifica como βίος diferenciado de la ἱστορία por ser, precisamente, la narración de una vida a partir del carácter (ἦθος) de un personaje histórico, según consta en el famoso prólogo a esta biografía. Su relato de la fundación está muy cercano a la παιδεία literaria; 3- Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia (VHAM) del Pseudo Calístenes (s. III d.C.), conocida como Novela de Alejandro, ha sido la obra más popular en la Antigüedad tardía y el Medioevo. Su relato de viaje hunde las raíces en el género paradoxográfico, cuyo antecedente más antiguo es el mismo Odiseo homérico. En este último texto nos detendremos con más detalle.
Tradicionalmente se dividió dichas narraciones a partir de la oposición entre obras historiográficas y obras de invención, esquema según el cual nuestros textos irían, gradualmente, decreciendo en rigor, conocimiento y estima para los académicos en el orden en que los hemos presentado. No obstante, como ha explicado de Polignac (2003), actualmente todas las manifestaciones literarias sobre Alejandro son objeto de interés no solo porque las fronteras entre historia y leyenda son inestables, incluso en la 'tradición directa', sino porque en ocasiones lo maravilloso permite comprender el tenor de cómo eran percibidos esos sucesos o, incluso, cómo Alejandro pretendía que se los interpretara. Quisiéramos partir de esta opinión para tratar las variantes sobre la fundación de Alejandría y ofrecer una interpretación (sintética aunque significativa a los fines de este trabajo), que indague más allá de la intención de veracidad o de mero entretenimiento de sus autores. En especial porque, como buscamos demostrar, la invención de hechos fantasiosos también implica circunstancias 'históricas' relativas al contexto y al público al que se dirige la obra. Sobre Alejandría, puntualmente, todas las fuentes coinciden en que el único acto que vincula a Alejandro con la ciudad es la fundación, no obstante, cada versión ofrece variables sustanciales respecto al momento cuando ocurre (antes o después de la visita al templo de Amón) y los aspectos religiosos y culturales implicados (sueños premonitorios, presagios, oráculos).
La Anábasis de Arriano organiza coherentemente la travesía según un itinerario geográfico verosímil: Alejandro avanza hacia el sur hasta Egipto, primero arriba a Menfis, luego funda Alejandría y después se dirige al templo libio de Amón en el desierto de Siwa. El relato de fundación ocupa muy pocas líneas. La particularidad es que esta primera edificación es la única que despierta el singular deseo (πόθος) del rey, quien demuestra gran interés por una ciudad que con el tiempo habría de ser próspera (εὐδαίμονα τὴν πόλιν)3. El futuro de la urbe da lugar a la única anécdota transmitida por Arriano, quizás porque la considera un relato no increíble (λόγος οὐκ ἄπιστος): el episodio de la demarcación del perímetro de la πόλις con harina. Este hecho, según el autor, es interpretado por un adivino acertadamente como augurio de la prosperidad de la ciudad (εὐδαίμονα... τὴν πόλιν)4. Si confrontamos nuestras obras, vemos que aquí se cuenta una versión parcial de la historia: según Plutarco y el Pseudo Calístenes5, una multitud de aves descienden y comen la harina hasta borrar el dibujo de los límites, y es ese el signo de abundancia y cosmopolitismo de Alejandría, y no la demarcación en sí. Según el análisis minucioso de la anécdota que ofrece Le Roy (1981), estamos en presencia de las dos variantes principales de este episodio, tal como lo transmiten las múltiples fuentes antiguas6. No podemos afirmar si Arriano omite el resto de la anécdota por desconocimiento de otros testimonios que lo mencionen o porque su afición a lo verosímil no lo cree conveniente. O incluso si su versión concisa y despojada de anécdotas no responde a motivos de índole discursiva, siguiendo el estilo de su admirado Jenofonte. Tampoco ofrece otros datos, excepto la referencia al contorno circular del perímetro de la ciudad: el impersonal se cuenta (λέγεται) que introduce toda la anécdota no permite especificar si el autor seguía alguna fuente directa que omitía más información acerca de la organización urbana, que sí brindan los otros autores, o si él es el que selecciona la información. No obstante, para hipotetizar sobre la forma que supuestamente tenía la ciudad, generalmente se sigue la descripción transmitida por Plutarco, que explicaremos luego. En todo caso, según esta versión, la Alejandría egipcia no es un centro de atracción del mundo conquistado sino, junto con las otras Alejandrías, una secuencia de focos civilizados que marcan un desplazamiento continuo 'más allá' de las geografías conocidas por héroes y dioses griegos. El nombre de la obra de Arriano organiza la concepción espacial del periplo histórico de Alejandro, y las Alejandrías son los testimonios de ese descentramiento de Grecia en una progresiva anábasis hacia los límites de lo conocido7.
La VA de Plutarco es, como hemos explicado en otro lugar8, la más 'literaria' de las versiones sobre la fundación: el βίος del macedonio está organizado por una lógica narrativa que vincula palabras y hechos, λόγοι καὶ ἔργα, entendida como una dualidad de causa/consecuencia que vincula lo que Alejandro lee (Homero, en primer lugar, tragedias y ditirambos, Alex. 8. 3-4) y lo que Alejandro hace. Sus lecturas justifican sus acciones en la medida en que la grandeza de sus actos se alimenta de la grandeza de la παιδεία que lo inspira: basta recordar el testimonio sobre la Ilíada de la caja, copia del poema homérico que Alejandro consideraba el viático o alimento de su virtud guerrera (τὴν μὲν Ἰλιάδα τῆς πολεμικῆς ἀρετῆς ἐφόδιον), y por ello la guardaba junto con la espada, debajo de la cabecera donde dormía9. La complementariedad de la dupla λόγοι καὶ ἔργα es el rasgo propio del período helenístico, que se materializará en la construcción de la gran ciudad de Alejandría. Precisamente, los λόγοι serán los ἔργα que distinguirán este momento de esplendor literario bajo la tutela de la gran Biblioteca. Plutarco, desde la distancia temporal que le da su propio siglo, logra convertir ese cambio cultural en el principio narrativo de la VA y especialmente de la fundación de la ciudad (Alex. 26)10. El parágrafo comienza con la anécdota de la lujosa arca que Alejandro recibe de los bienes de Darío y en la que decide proteger su Ilíada. Entonces (en sentido causal), Homero recompensa esa deferencia asociándose en la campaña (συστρατεύειν) de la fundación. Alejandro ve en sueños a un anciano de blancos cabellos que recita versos (λέγειν τὰ ἔπη τάδε) del canto 4 de la Odisea, señalándole el lugar en que debe construir la ciudad. Así, Alejandría es fundada sobre un tópos poético griego, ella misma es la obra (ἔργον) de la παιδεία y por eso la πόλις en tierras egipcias es, al decir de Plutarco, una ciudad griega grande y multitudinaria (μεγάλην καὶ πολυάνθρωπον Ἑλληνίδα). La ékfrasis de la diagramación de la ciudad brinda algunos detalles: sobre la base circular se trazaron dos líneas paralelas cerca de los bordes, de manera que el diseño resultaba como la figura de una clámide (ὥσπερ... εἰς σχῆμα χλαμύδος). Efectivamente, el contorno aproximadamente rectangular de la metrópolis es el más verosímil y es el que reproducen, hasta hoy, las reconstrucciones de los mapas posibles de la Alejandría helenística11. No obstante, no solo debe destacarse esa información que transmiten otras fuentes como Diodoro Sículo y Plinio, sino cómo es tratada la comparación con la clámide para lograr que el diseño sea evidente a los ojos del lector. En efecto, la asociación de los versos del poeta, el reconocimiento del lugar, y la forma de la ciudad se ubican en un orden secuencial: Alejandro pide que se diseñe la forma de la ciudad acomodada al sitio (διαγράψαι τὸ σχῆμα τῆς πόλεως), sitio que le fue indicado por Homero, y entonces surge la forma de la clámide (εἰς σχῆμα χλαμύδος). Ahora bien, la imagen del perímetro urbano visualizada como el vestido por antonomasia de los jóvenes griegos no solo aporta a la evidencia (ἐνάργεια) de la ékfrasis de lugar (ἔκφρασις τόπου) sino que sella la identidad cultural de la urbe.
La concepción helénica que Plutarco tiene del macedonio es coherente con el lugar asignado a la fundación en el periplo del viaje. El rey cruza a Asia y sigue por la costa hacia el sur, hasta sitiar Tiro y Gaza. Luego pasa a Egipto y funda Alejandría antes de ser reconocido faraón en el templo de Amón, momento que marca en el βίος plutarqueo la creciente orientalización geográfica y subjetiva del macedonio. El autor de Queronea, escritor griego y ciudadano romano, heleniza la figura de Alejandro y ese signo identitario se extiende a la impronta libresca de la fundación de la gran πόλις, ofreciendo a sus lectores, griegos y romanos de las elites, un modelo de buen rey12 y de educación libresca que sigue vigente en su propia función de πεπαιδευμένος en el Imperio.
Un periplo muy diferente, regido por la invención y la παραδόξα, es el que nos brindan las diversas recensiones helenísticas de la Novela de Alejandro. Si bien se asume que una forma originaria de esta obra surgió pocas décadas después de la muerte del rey (Stoneman 1994), el texto tal como nos ha llegado en la más antigua de sus recensiones, la α, pertenece al mundo imperial y su autor era procedente de Alejandría. La composición de la novela se ha asociado al renacimiento del culto de la figura de Alejandro promovida por la dinastía de los Severos en las primeras décadas del siglo III. También son significativas las reelaboraciones presentes en la recensión β, datada del siglo V d.C. y que es considerada como la versión helenizada de la fuente α13. Mucho se ha censurado la ignorancia de los autores, agrupados bajo el nombre de Pseudo Calístenes, respecto de los itinerarios del macedonio y de la geografía real de sus viajes, excepto cuando se trata de las poblaciones de Egipto. No obstante, Paschalis (2007) ha demostrado la coherencia semántica y el valor narrativo de los errores en los topónimos o en los personajes de las recensiones y ha constatado que los desaciertos no resultan de la escasa instrucción sino de una elección consciente del autor en favor de la narración heroica. Sin dudas, las libertades ficcionales respecto del material histórico estaban justificadas por el género paradoxográfico al que pertenece el relato, y no puede considerarse simple desconocimiento la inaudita ficción de hacer que Alejandro (I. 28-29) desvíe su camino desde Panfilia (en el Asia Menor) hacia Occidente, surcando el mar Mediterráneo hasta Sicilia, luego llegue a Italia donde es amablemente coronado Rey de los romanos (Ἀλέξανδρε βασιλεῦ Ῥωμαίων)14, y prometa a ese pueblo hacerlos grandes en poder (μεγάλους αὐτοὺς ποιεῖν τῇ δυνάμει). De allí, Alejandro atraviesa el mar hacia África (I. 30) y ocupa Cartago donde, menos amistosamente, les advierte a los cartaginenses que deben hacerse más fuertes o pagar tributo a quienes son más fuertes que ellos. Según este insólito periplo, Alejandro sigue su marcha por el norte de África hasta el templo de Amón, en el oasis de Siwa. Y de allí va a Alejandría, luego a Menfis y continúa su campaña hacia Tiro15. Este trastocamiento histórico-geográfico de la travesía del rey tiene consecuencias en diversos planos. Por un lado, estrecha los vínculos entre Alejandro y Roma, asociación cercana a las aspiraciones políticas de los Severos. De hecho, el novelista parece dar curso libre a datos de la tradición y convertir en anécdota lo que fuentes historiográficas, como Arriano (VII. 1-3), mencionaban entre los futuros planes de Alejandro después de conquistar Oriente: volver hacia Occidente y anexar a su reino helenístico Cartago, Sicilia y la expansiva Roma. La invención del autor es contundente: Alejandro fue un rey favorecedor de los romanos y el poder (δύναμις) actual del Imperio no es sino la concretización de la voluntad de aquel. El viaje cobra así un valor proléptico respecto del presente del autor y de los receptores contemporáneos de la novela. Para acentuar la afinidad, el novelista solo atribuye al trato con los cartaginenses una superioridad distante por parte de Alejandro que, según otras fuentes, también había demostrado con los romanos16. La travesía por Libia hasta el templo de Amón marca ya el preludio de la fundación de Alejandría (I. 31-33), y el carácter sincrético del héroe, macedonio de padre egipcio. Efectivamente, VHAM comienza con Nectanebo, el último rey de Egipto antes de la dominación persa, quien huyó de su país y se refugió en Macedonia: de los encuentros entre él y Olimpíade (que lo recibe engañada, creyéndolo el dios Amón) nace Alejandro. Este rey-profeta, como buen egipcio, domina los poderes de la magia con los que somete los elementos del universo17 y a los cuales conjura para el elemennacimiento de su hijo. Por ello, cuando en el templo de Amón, el dios reconoce a Alejandro como su descendiente18 y le revela el oráculo para la fundación de Alejandría, todo el viaje de helenización cobra, simultáneamente, el sentido de un νόστος que legitima el dominio del macedonio como auténtico heredero de la realeza egipcia. Es evidente, como ha señalado la crítica, que tal relato de fundación debía agradar a los lectores alejandrinos a quienes se dirigía, en primer lugar, esta historia. Así como debían agradar los dos rasgos sobresalientes que adquiere aquí la gran πόλις: universalidad e inmortalidad. Ambos tópicos persisten en la novela, donde Alejandro es sucesivamente reconocido por magos, por su maestro Aristóteles, por reyes y por los dioses mismos como el κοσμοκράτωρ, rey del universo (I. 7. 10; I. 12. 16; I. 16. 13; 1. 17. 17; 3. 24. 7) y como ἀθάνατος, inmortal (I. 33. 31; III. 24. 8, 14). Sin embargo ambos atributos, y especialmente el último, son indisociables de la fundación de la ciudad y del legado del nombre de Alejandro. Lo interesante es que el valor del epónimo, siempre matizado por las circunstancias mágicas de la palabra, adquiere progresivamente un valor 'literal', en el sentido de la 'letra' misma, dado que ese legado inmortal se cristaliza en las letras del alfabeto griego. Volvamos al templo de Amón (I. 30). Como hemos dicho, el sincretismo de las tradiciones egipcias y helénicas, principalmente, se conjuga en el tratamiento de la magia a lo largo de la historia. Alejandro consulta al dios porque desea dar su nombre a una ciudad que guarde siempre su memoria (ἀειμνημόνευτος μείνῃ ἡ πόλις)19. Entonces Amón, que se identifica a sí mismo como Febo Apolo, le revela que si desea ser joven por toda la eternidad (αἰῶσιν ἀκηράτοις<ι> νεάζειν) funde una famosa ciudad (κτίζε πόλιν περίφημον) en la isla donde reine el dios Plutonio y esa divinidad hará girar en torno a las cinco cimas de la ciudad el universo infinito (<πενταλόφοις κορυφαῖσιν ἀτέρμονα κόσμον ἑλίσσων.>). El híbrido Amón- Febo, con cuernos de carnero en la cabeza, da su mensaje en prolijos versos hexámetros, como corresponde a la tradición oracular helénica. La πόλις cobra, a partir de entonces, dos cualidades nuevas: el número cinco20 y su sentido concéntrico, como un núcleo en torno al cual gravita el κόσμος (adjetivo περίφημος y verbo ἑλίσσων). En efecto, el número cinco reaparece en el momento de la fundación (I. 32), en las cinco letras del alfabeto griego con las que Alejandro denomina cada sector de la ciudad21: ΑΒΓΔΕ. Este dato histórico22 es reelaborado ficcionalmente por el novelista, quien transforma la secuencia alfabética en un acrónimo que narra el acto de fundación de la ciudad. En el paso de las letras como entidades asignificantes a las letras como narración, el texto enfatiza el gesto fundacional del rey: Alejandro inscribe las letras (ἐπέγραψε γράμματα) en los cimientos. En consecuencia, la versión paradoxográfica de la fundación de Alejandría crea una imagen literaria que resume toda una época: la ciudad se edifica sobre la letra griega escrita en sus bases y, de ese modo, el alfabeto ahora también simboliza el enciclopedismo que, como ha explicado Sirinelli (2001), distingue el proyecto de Alejandría y de sus edificios en la dinastía Ptolemaica. La escritura griega deviene la clave de la universalidad: ese es el ideal alejandrino que alimenta la Gran Biblioteca. De hecho, este relato ficcional postula, en clave narrativa, la nueva tradición cultural griega que 'funda' Alejandro en el momento en que 'funda' la ciudad. No es casual que la recensión β, en su carácter 'helenizante', introduzca a continuación el episodio del derrumbe de la tabla o mesa con letras (γράμματα), debajo de la cual surgen serpientes benéficas que entran en las obras en construcción, en claro sentido propiciatorio del futuro cultural de la ciudad23. Anécdota, además, que aparece testimoniada en esta única fuente. Es la cultura escrita en lengua griega la que garantiza la singularidad, la fama y la inmortalidad de la πόλις en el universo. El elogio de Alejandría llega en el parágrafo siguiente (I. 33), con la visita del rey al templo de Sérapis. Allí se le revela a Alejandro que la ciudad será su tumba y que él habitará en ella muerto y no muerto24. Por razones de extensión, no nos detendremos en este pasaje, pero sí queremos recordar la similitud mencionada por de Polignac (2003: 153) entre este encomio de Alejandría y el Elogio a Roma de Elio Arístides. Los tópicos de la ciudad eterna, madre de ciudades, centro del mundo habitado, son comunes en ambas piezas. Ciertamente, como afirma el autor, estas semejanzas hacen de un elogio la contrapartida exacta del otro. Aunque no se trata de un enfrentamiento real entre dos escritores grecorromanos, sino de versiones que reflejan la vigencia de una misma tradición retórica de cuño helenístico y un mismo ideal de ciudad-κόσμος, cuyo antecedente también es helenístico, o al menos es postulado como tal en la Novela de Alejandro. Lo que hace grande a Alejandría perdura en lo que hace grande a Roma: Alejandro define a su ciudad como la métropolis de todo el mundo habitado (μητρόπολιν δὲ οὖσαν ὅλης τῆς οἰκουμένης, I. 34. 25 s.), pero la palabra οἰκουμένη que en el siglo IV a.C. delimitaba el mundo griego, para el lector del siglo III d.C. circunscribe al mundo romano. Es esa polivalencia de sentido, esa fusión de los planos 'pasado y presente' creada deliberadamente por el autor, la que nos interesa destacar: así como hace del macedonio el rey de los romanos, aquí utiliza su conocimiento de la tradición encomiástica de Alejandría, y presumiblemente de Roma, para darle a la κοσμόπολις un sentido anticipatorio, donde Roma puede reconocerse y a la vez perpetuarse, como urbs mundi.
En conclusión, entre la historia y la ficción de las Alejandrías en la Roma imperial se juega algo más que la intención de veracidad o de entretenimiento de sus autores. Cada versión, la historiográfica, la biográfica y la paradoxográfica, reelabora en las claves propias de su género un relato de fundación que siempre incluye, en diferentes formas y grados, elementos históricos a la vez que ficcionales. Indagar en los 'cómo' y los 'por qué' ha sido el objetivo de este trabajo.

Notas

1 Respecto de los compañeros de Alejandro que compusieron relatos contemporáneos a los hechos, los testimonios tardíos citan a: Calístenes de Olinto, sobrino de Aristóteles, escribió una historia encomiástica de las victorias del macedonio; Cares de Mitilene, maestro de ceremonias, dejó testimonios de hechos diversos, especialmente aquellos relacionados con las descripciones de los banquetes; Aristóbulo de Casandrea, arquitecto e ingeniero, dio cuenta desde las primeras expediciones de Alejandro en Tebas hasta las campañas en Gedrosia; Nearco de Creta, almirante de la expedición, describió los itinerarios en la India y aportó numerosos datos botánicos y zoológicos; Onesícrito de Astipalea, filósofo cínico y timonel de la nave donde viajaba Alejandro, relató principalmente acerca de la geografía de la India; Ptolomeo Lago, compañero de Alejandro y diádoco de Egipto después de la muerte de rey, fue un historiador militar y escribió a edad avanzada una biografía muy estimada por los autores posteriores del Imperio; Eumenes de Cardia, secretario encargado de las Efemérides Reales, el diario oficial que daba cuenta de las expediciones hasta los últimos días de Alejandro; y por último Clitarco, quien probablemente no participó en la expedición pero compuso, en tiempos de Ptolomeo, una historia novelada conocida como Sobre Alejandro. Esta obra, cargada de hechos extraordinarios y elementos patéticos, propios de las biografías helenísticas, es la fuente principal de los relatos posteriores de la Vulgata. Acerca de los testimonios de estos autores y de sus escritos, ver la introducción de Guzmán Guerra a la Anábasis (1982: 23-61) y el artículo de Pérez Molina y Guzmán Arias (2006).

2 Alejandría de Egipto es la primera gran fundación de Alejandro en Asia, luego serán fundadas muchas otras ciudades con el mismo nombre (doce según los autores antiguos y, según los estudiosos modernos, el número oscila entre seis y veinte), entre las treinta y cuatro ciudades que dejó el macedonio a su paso por los reinos orientales. Fuentes antiguas que detallan las Alejandrías fundadas por el macedonio: Ps. Callisth. 3. 35.; estudios contemporáneos sobre el tema, Lévêque (2006: 17), Stoneman (2008) y Evans (2008: xvi).

3 Arr. An. 3. 1. 5. 3 - 7:καὶἔδοξεναὐτῷὁχῶροςκάλλιστοςκτίσαιἐναὐτῷπόλινκαὶ γενέσθαι ἂν εὐδαίμονα τὴν πόλιν.πόθος οὖν λαμβάνει αὐτὸν τοῦ ἔργου,καὶαὐτὸς τὰ σημεῖα τῇ πόλει ἔθηκεν,... Le pareció, en efecto, aquel lugar muy idóneo para fundar una ciudad que con el tiempo habría de ser próspera en sumo grado. Sintió por la nueva fundación gran interés, fijando él mismo los límites de la ciudad... (Guzmán Guerra 1982: 260 s.)

4 Arr. An. 3. 2. 1. 1 - 2. 5:Λέγεταιδέτιςκαὶ τοιόσδε λόγος,οὐκἄπιστοςἔμοιγε·ἐθέλεινμὲνἈλέξανδρονκαταλείπειναὐτὸντὰ σημεῖα τοῦ τειχισμοῦ τοῖς τέκτοσιν,οὐκεἶναιδὲὅτῳτὴνγῆνἐπιγράψουσιν·τῶν δὴ τεκτόνων τινὰ ἐπιφρασθέντα,ὅσαἐντεύχεσινἄλφιταοἱστρατιῶταιἐκόμιζον ξυναγαγόντα ἐπιβάλλειν τῇ γῇ,ἵναπερὁ βασιλεὺς ὑφηγεῖτο,καὶτὸνκύκλονοὕτω περιγραφῆναι τοῦ περιτειχισμοῦ,ὅντινα τῇ πόλει ἐποίει.τοῦτοδὲἐπιλεξαμένουςτοὺςμάντειςκαὶμάλισταδὴἈρίστανδρον τὸν Τελμισσέα,ὃςδὴπολλὰμὲνκαὶἄλλα ἀληθεῦσαι ἐλέγετο Ἀλεξάνδρῳ,φάναιεὐδαίμοναἔσεσθαιτὴνπόλιντάτεἄλλα καὶ τῶν ἐκ γῆς καρπῶν εἵνεκα. A propósito, se cuenta una anécdota, que a mi parecer no es del todo increíble. Quiso el propio Alejandro señalar a los albañiles los límites por dónde habían de alzarse las obras de fortificación, pero no tenía con qué marcar la señal sobre la tierra. A uno de los maestros de obra se le ocurrió hacerlo con la harina que los soldados transportaban en unos barriles, y dibujó con ella el contorno circular de la ciudad, precisamente por donde el rey había indicado que se hiciera. Reflexionando sobre esto los adivinos, especialmente Aristandro, el telmisio, que ya en muchas ocasiones anteriores había interpretado a Alejandro con exactitud muchos otros augurios, vaticinaron que la nueva ciudad sería próspera por muchas razones, y en especial por su fertilidad en frutos de la tierra (Guzmán Guerra 1982: 261 s.).

5 Cfr. Plu. Alex. 26. 9; Ps. Callisth. 1. 32.

6 Esta versión centrada en el uso de la harina, según la leemos en Arriano, se encuentra también en Estrabón (17. 1. 6) y Amiano Marcelino (22. 16. 7), lo cual indica que Arriano estaba siguiendo fuentes anteriores. El resto de los autores antiguos que aluden al episodio siguen la misma versión que Plutarco y el Pseudo Calístenes, donde el elemento principal es la llegada de los pájaros. Para profundizar en las variantes de este presagio, sus posibles circunstancias históricas y sus connotaciones simbólicas en el momento de la fundación, ver el citado artículo de Le Roy (1981).

7 Cfr. Arr. An. 5. 1. 5.

8 Remitimos a nuestro trabajo La ciudad de Alejandría y los héroes que leen en las Vidas de Alejandro y César de Plutarco (2012).

9 Plu. Alex. 8. 2. 1 - 3. 1:ἦνδὲκαὶφύσειφιλόλογοςκαὶφιλομαθὴςκαὶ φιλαναγνώστης,καὶτὴνμὲνἸλιάδατῆςπολεμικῆςἀρετῆςἐφόδιονκαὶνομίζων καὶ ὀνομάζων,ἔλαβεμὲνἈριστοτέλους διορθώσαντος ἣν ἐκ τοῦ νάρθηκος καλοῦσιν,εἶχεδ'ἀεὶμετὰτοῦἐγχειριδίουκειμένην ὑπὸ τὸ προσκεφάλαιον,ὡςὈνησίκριτος ἱστόρηκε (FGrH 134 F 38)· En general, era naturalmente inclinado a las letras, a aprender y a leer; y como tuviese a la Ilíada por viático de la virtud militar, y aun le diese este nombre, tomó corregida de mano de Aristóteles la copia que se llamaba la Ilíada de la caja, la que, con la espada, ponía siempre debajo de la cabecera, según escribe Onesícrito (Ranz Romanillos 1971: 34).

10 Plu. Alex. 26. 1. 1 - 8. 5:Κιβωτίουδέτινος αὐτῷ προσενεχθέντος,οὗπολυτελέστερονοὐδὲνἐφάνητοῖςτὰΔαρείουχρήματα καὶ τὰς ἀποσκευὰς παραλαμβάνουσιν, ἠρώτα τοὺς φίλους,ὅτιδοκοίημάλιστα τῶν ἀξίων σπουδῆς εἰς αὐτὸ καταθέσθαι. πολλὰ δὲ πολλῶν λεγόντων,αὐτὸςἔφητὴνἸλιάδαφρουρήσεινἐνταῦθακαταθέμενος·καὶταῦταμὲνοὐκὀλίγοι τῶν ἀξιοπίστων μεμαρτυρήκασιν. εἰ δ',ὅπερἈλεξανδρεῖςλέγουσινἩρακλείδῃ (fr. 140 W.) πιστεύοντες, ἀληθές ἐστιν, οὔκουν [οὐκ]ἀργὸςοὐδ'ἀσύμβολοςαὐτῷ συστρατεύειν ἔοικεν Ὅμηρος.λέγουσιγὰρὅτιτῆςΑἰγύπτουκρατήσαςἐβούλετοπόλινμεγάληνκαὶπολυάνθρωπονἙλληνίδασυνοικίσαςἐπώνυμονἑαυτοῦ καταλιπεῖν,καίτινατόπονγνώμῃτῶνἀρχιτεκτόνωνὅσονοὐδέπωδιεμετρεῖτο καὶ περιέβαλλεν.εἶτανύκτωρκοιμώμενοςὄψινεἶδεθαυμαστήν·ἀνὴρπολιὸςεὖμάλατὴνκόμηνκαὶγεραρὸςτὸεἶδοςἔδοξεν αὐτῷ παραστὰς λέγειν τὰ ἔπη τάδε (Od. 4, 354)·νῆσοςἔπειτάτιςἔστιπολυκλύστῳ ἐνὶ πόντῳ, /Αἰγύπτουπροπάροιθε· Φάρον δέ ἑ κικλήσκουσιν.εὐθὺςοὖν ἐξαναστὰς ἐβάδιζεν ἐπὶ τὴν Φάρον,ἣτότεμὲνἔτινῆσοςἦντοῦΚανωβικοῦ μικρὸν ἀνωτέρω στόματος,νῦνδὲδιὰ χώματος ἀνείληπται πρὸς τὴν ἤπειρον.ὡςοὖνεἶδετόπονεὐφυΐᾳδιαφέροντα (ταινίαγάρἐστινἰσθμῷπλάτοςἔχοντι σύμμετρον ἐπιεικῶς,διείργουσαλίμνηντεπολλὴνκαὶθάλασσανἐνλιμένιμεγάλῳ τελευτῶσαν),εἰπὼνὡςὍμηροςἦνἄρατάτ'ἄλλαθαυμαστὸςκαὶσοφώτατος ἀρχιτέκτων,ἐκέλευσεδιαγράψαιτὸσχῆμα τῆς πόλεως τῷ τόπῳ συναρμόττοντας.καὶ γῆ μὲν οὐ παρῆν λευκή,τῶνδ'ἀλφίτωνλαμβάνοντεςἐνπεδίῳμελαγγείῳ κυκλοτερῆ κόλπον ἦγον,οὗτὴνἐντὸςπεριφέρειανεὐθεῖαιβάσειςὥσπερἀπὸκρασπέδωνεἰςσχῆμαχλαμύδοςὑπελάμβανον ἐξ ἴσου συνάγουσαι τὸ μέγεθος. Habiéndole presentado una arquilla que pareció la cosa más preciosa y rara de todas a los que recibían las joyas y demás equipajes de Darío, preguntó a sus amigos qué sería lo más preciado y curioso que podría guardarse en ella. Respondieron unos una cosa y otros otra, y él dijo que en ella iba a colocar y tener defendida la Ilíada, de lo que dan testimonios muchos escritores fidedignos. Y si es verdad lo que dicen los alejandrinos sobre la fe de Heraclides, no le fue Homero ocioso ni dejó de pagar su escote en aquella campaña, pues refieren que, apoderado de Egipto, quiso edificar en él una ciudad griega, capaz y populosa, a la que impusiera su nombre, y que ya casi tenía medido y circunvalado el sitio según la idea de los arquitectos, cuando, quedándose dormido a la noche siguiente, tuvo una visión maravillosa: parecióle que un varón de cabello cano y venerable aspecto, puesto a su lado, le recitó estos versos: En un undoso y resonante ponto/ hay una isla, a Egipto contrapuesta, de Faro con el nombre distinguida.(...) Cuando vio aquel lugar tan ventajosamente situado -porque es una faja que a manera de istmo de anchura suficiente, separa de una parte un gran lago, y de otra un mar que remata en espacioso puerto-, no pudo menos de exclamar que Homero, tan admirable en todo lo demás, era al propio tiempo un habilísimo arquitecto, y mandó que le diseñaran la forma de la ciudad acomodada al sitio. Carecían de tierra blanca; pero con harina, en el terreno, que era negro, describieron un seno circular, cuya circunferencia interior limitaban dos bases rectas, de modo que resultaba la figura de una clámide, partiendo estas líneas, como si dijéramos, de las franjas, y reduciendo uniformemente la superficie (Ranz Romanillos 1971: 55 s.).

11 Con respecto a la debatida cuestión de la forma de la clámide, ver el artículo de Tarbell (1906). Allí se analizan los diversos diseños según la información que brindan los textos antiguos. Es posible, como afirma el autor, que la referencia a la clámide para definir el contorno de Alejandría, tal como lo leemos en Diodoro Sículo, Plinio el Viejo y Plutarco, no aluda a hechos históricos precisos sino a las concepciones imaginarias que los antiguos tenían sobre los hechos ya que, por ejemplo, Estrabón (2. 5. 14) utiliza la misma comparación de la clámide para describir la extensión de la οἰκουμένη, i.e. del mundo habitado. No obstante, en el caso de Plutarco, esa información queda ligada al episodio del sueño y a la indicación del lugar por parte de Homero, de manera que la clámide cobra un matiz de legado helénico.

12 Acerca de la construcción de la figura de Alejandro como ejemplo de buen rey y la vigencia de ese modelo político en la dinastía de los Antoninos cfr. los artículos de Plácido (1995), López Salvá (1997) y Santana Henríquez (2005).

13 Para un estudio en profundidad de las recensiones proto-bizantinas de la Novela de Alejandro, sus fuentes, influencias y características textuales, ver el interesante libro de Jouanno (2002).

14 Ps. Callisth. (β) 1. 28. 15 - 19. 8:εἷλεδὲ Φρυγίαν καὶ Λυκίαν τήν τε Παμφυλίαν,ἐνᾗπαράδοξονἐγένετο·ναῦςοὐκἔχωνἈλέξανδροςμεθ'ἑαυτοῦμέροςτιτῆς θαλάσσης ὑπεχώρησεν,ἵναἡπεζὴ δύναμις διέλθῃ.Καὶδιελθὼνἦλθενεἰς† Ἀναποῦσαν †,ἔνθαἦσαναἱτῶνπλωΐμων αὐτοῦ δυνάμεις.καὶδιεπέρασεκαὶἦλθεν εἰς Σικελίαν.καίτιναςἀντιτιθοῦνταςαὐτῷὑποτάξαςδιεπέρασεκαὶἦλθεν εἰς τὴν Ἰταλικὴν χώραν.οἱδὲτῶνῬωμαίωνστρατηγοὶπέμπουσιναὐτῷδιὰΜάρκουστρατηγοῦαὐτῶνστέφανονδιὰμαργαριτῶνκαὶἑτέρωντιμίωνλίθων λέγοντες αὐτῷ· προσεπιστεφανοῦμέν σε,ἈλέξανδρεβασιλεῦῬωμαίωνκαὶπάσης γῆς,προσάγοντεςαὐτῷκαὶχρυσίου λίτρας πεντακοσίας.ὁδὲἈλέξανδροςἀποδεξάμενοςαὐτῶντὴνεὐχαριστίανἐπηγγείλατομεγάλουςαὐτοὺςποιεῖντῇ δυνάμει. Conquistó Frigia, Licia y Panfilia, en la que ocurrió un portento. Como Alejandro no tenía naves, una parte del mar se retiró para que su infantería pudiera cruzar a pie. Después de este recorrido llegó al lugar en que estaban sus efectivos navales. Con ellos hizo una travesía hasta Sicilia. Después de someter allí a algunos que se le oponían, cruzó el mar hasta la tierra de Italia. Los jefes de los romanos le envían, a través del general Marco, una corona de perlas y otras de piedras preciosas con este mensaje: Nos sumamos a coronarte, Alejandro, rey de los romanos y de toda la tierra. Además le mandan 500 libras de oro. Alejandro aceptó el obsequio y les prometió hacerlos grandes en poder... (García Gual 1995: 77). Trabajaremos en general con el texto griego de la recensión β citado en la bibliografía (que es, por otra parte, la recensión seguida por la traducción de García Gual), aunque aludiremos cuando sea conveniente a las variaciones de los pasajes según el texto de la recensión α.

15 Diodoro Sículo y Curcio Rufo coinciden con este recorrido en el solo hecho de que ubican la fundación de Alejandría después del regreso de Alejandro del templo de Amón.

16 Ver el testimonio de Memnón de Heraclea (F. Gr. Hist. 434 F 18, 2) citado por García Gual (1995: 78, n. 43).

17 El texto de la recensión α es más enfático en este aspecto, y la mixtura de elementos culturales de los cuales se nutre esta παραδόξα se percibe en la significación del término λόγος, que aquí está usado con su sentido helénico de inteligencia y conocimiento, pero sumado al poder mágicodemiúrgico de la palabra. Ps. Callisth. (α) 1. 2. 1 - 3. 2: φασὶ γὰρ τὸν Νεκτανεβώ,τὸντελευταῖον τῆς Αἰγύπτου βασιλέα,μεθ'ὃνἡ Αἴγυπτος ἐξέπεσε τῆς τοιαύτης τιμῆς,τῇμαγικῇ δυνάμει πάντων περιγενέσθαι.τὰγὰρκοσμικὰστοιχεῖαλόγῳπάντααὑτῷὑπετάσσετο· Cuentan, pues, que Nectanebo, el rey de Egipto, después del cual Egipto decayó de su anterior dignidad, dominaba todas las cosas con su poderío mágico. Todos los elementos cósmicos se sometían a él, a su palabra... (García Gual 1995: 38, n. 1).

18 Ps. Callisth. (β) 1. 30. 9 - 11.

19 Ps. Callisth. (β) 1. 30. 15 - 24:ἠξίουδὲκαὶ χρησμὸν λαβεῖν παρ' αὐτοῦ,ποῦκτίσει πόλιν κατὰ τὸ ὄνομα [τῆς ὀνομασίας] αὐτοῦ, ὅπως ἀειμνημόνευτος μείνῃ ἡ πόλις. καὶ εἶδεν αὐτὸν τὸν Ἄμμωνα γηραιόν, χρυσοχαίτην,κηρύκιονἔχοντακατὰτῶν κροτάφων λέγοντα αὐτῷ· Ὦ βασιλεῦ,σοὶ Φοῖβος ὁ μηλόκερως ἀγορεύω[ν]. /εἴγε θέλεις αἰῶσιν ἀκηράτοις<ι> νεάζειν, /κτίζε πόλιν περίφημον ὑπὲρ Πρωτηίδα νῆσον, /ἧςπροκάθητ'ΑἰὼνΠλουτώνιοςαὐτὸς ἀνάσσων /<πενταλόφοιςκορυφαῖσιν ἀτέρμονα κόσμον ἑλίσσων.> Deseaba además recibir del dios un oráculo acerca de dónde fundar una ciudad con su nombre, para que la ciudad conservara su memoria eternamente. Y tuvo la visión de que Amón, anciano, de aúrea cabellera, con cuernos de carnero en sus sienes, le decía: Oh rey, a ti Febo, el de cuernos de carnero, te anuncia: / si quieres rejuvenecerte en inholladas edades, / funda una ciudad ilustre en la isla de Proteo, / sobre la que se establezca como soberano el propio Eón Plutonio, / que hará voltear en torno a sus cinco colinas el universo infinito (García Gual 1995: 79).

20 Al respecto García Gual (1995: 80) propone dos interpretaciones posibles de las cinco colinas (πενταλόφοις) del oráculo: pueden referir a los cinco elementos cósmicos de la religión persa o a las cinco partes de la ciudad. Esta última nos parece la asociación más clara en el texto, en primer lugar porque, como veremos a continuación, reaparece el número cinco en la designación de los sectores de la ciudad, y además porque en el comienzo del parágrafo 33, se habla nuevamente de las colinas del lugar (ἐν τοῖς ὑψηλοῖς λόφοις..., 1. 33. 1).

21 Ps. Callisth. (β) 1. 32. 8 - 13:ἐκέλευσενοὖν κτίζεσθαι τὴν πόλιν.θεμελιώσαςδὲτὸπλεῖστονμέροςτῆςπόλεωςἈλέξανδροςκαὶχωρογραφήσαςἐπέγραψεγράμματα πέντε· ΑΒΓΔΕ· τὸ μὲν Α Ἀλέξανδρος,τὸ δὲ Β βασιλεύς, τὸ δὲ Γ γένος, τὸ δὲ Δ Διός, τὸ δὲ Ε ἔκτισε πόλιν ἀμίμητον. ὑποζύγια δὲ καὶ ἡμίονοι εἰργάζοντο.ἱδρυμένουδὲτοῦπυλῶνοςτοῦἡρῴουἐξαίφνηςπλὰξμεγίστηἐξέπεσενἀρχαιοτάτηπλήρης γραμμάτων, ἐξ ἧς ἐξῆλθον ὄφεις πολλοί. Así que ordenó fundar la ciudad. Al poner los cimientos en la mayor parte de la ciudad y delimitar su terreno, Alejandro hizo inscribir en ellos cinco letras: ΑΒΓΔΕ. La Α por Alejandro, la Β por rey (basileús), la Γ por linaje (génos), la Δ por de Zeus (Diós), la E por fundó (éktisen) una ciudad inigualable. Bestias de carga y mulas eran utilizadas en las faenas. Al edificar el portón del templo se desplomó un enorme y antiquísimo entablamiento recubierto de letras. Bajo él salieron muchas serpientes que se deslizaron reptando por las entradas de las edificaciones en construcción (García Gual 1995: 84).

22 Desde el siglo V a.C., las letras del alfabeto se utilizaban como criterio para la denominación de tribus y cortes en Atenas. Cfr. Arist. Ath. 63. 2 - 4.

23 Según analiza Le Roy (1981), la presencia conjunta de los pájaros y de las serpientes en esta versión del Pseudo Calístenes simboliza, en imágenes cotidianas del mundo egipcio, las fuerzas aéreas y ctónicas que se reúnen en el momento de la fundación de la ciudad, la cual resulta así el capital y centro del universo. Esa interpretación explica, además, la coherencia de la selección del material anecdótico por parte del autor, quien compone su relato aportando un tratamiento mítico coherente a sucesos presumiblemente históricos, como es el caso de la llegada de los pájaros.

24 Ps. Callisth. (β) 1. 33. 30 - 33:σὺδὲἀποθεωθεὶςπροσκυνηθήσῃνεκρὸςκαὶ δῶρα λήψῃ ἐκ πολλῶν βασιλέων πάντοτε.οἰκήσειςδὲαὐτὴνκαὶθανὼνκαὶμὴ θανών. (ex. vers.) τάφονγὰρἕξειςαὐτὴν ἣν κτίζεις πόλιν. Tú, convertido en dios, serás adorado después de muerto y recibirás presentes de numerosos reyes siempre, y habitarás la ciudad muerto y no muerto. Porque tendrás como tumba la ciudad que fundaste (García Gual 1995: 88).

Bibliografía

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Recibido: 20-10-2012
Evaluado: 01-11-2012
Aceptado: 06-11-2012