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Circe de clásicos y modernos

On-line version ISSN 1851-1724

Circe clás. mod. vol.17 no.2 Santa Rosa Dec. 2013

 

RESEÑAS

MÁRSICO, Claudia e INVERSO, Hernán
Platón. Eutidemo (Introducción traducción y notas). Colección Griegos y Latinos.
Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina, 2012, 213 págs. ISBN 978-950-03-9690-5

 

por Mariana Gardella Hueso
[CONICET/Universidad de Buenos Aires - marianagardellahueso@gmail.com]

 

El Eutidemo de Platón se presenta al lector como un diálogo enigmático, en torno al cual se vuelve compleja y laboriosa la tarea de desentrañar las intenciones del autor, delimitar los referentes polémicos de la obra y develar el hilo conductor que hilvana la multiplicidad de temas que allí se desarrollan. Por este motivo, suele ser abordado de manera soslayada y sin prestar atención a las múltiples conexiones que guarda con el resto del corpus platonicum. Sin embargo, la traducción que aquí presentamos procura revertir esta tendencia, al mostrar el singular valor que esta obra posee no solo para la comprensión de problemas centrales de la filosofía platónica, sino también para el conocimiento de la relación que Platón mantuvo con otros discípulos de Sócrates, entre los que se cuentan principalmente los filósofos megáricos, de cuya propuesta filosófica el autor del Eutidemo pretende diferenciarse.
La presente versión del Eutidemo se suma a la traducción completa de los fragmentos y testimonios de los filósofos socráticos, a cargo de Claudia Mársico, y a los trabajos puntuales sobre Aristipo de Cirene, desarrollados por Hernán Inverso, que contribuyen a poner en valor el pensamiento de los discípulos de Sócrates. Aunque a diferencia de Platón y Jenofonte figuras como Euclides de Mégara, Antístenes, Aristipo, Fedón de Elís y Esquines de Atenas fueron considerados como pensadores 'menores', sus propuestas filosóficas constituyen verdaderos hitos del pensamiento del siglo IV a.C., a la luz de los cuales es posible reinterpretar las doctrinas de los filosóficos que la tradición consagró como 'mayores'.
La presente traducción está hecha en base a la edición de L. Méridier, publicada en 1931 en la editorial parisina Les Belles Lettres, y toma como referencia la edición canónica de Henri Estienne para la numeración del texto. La traducción logra ajustarse fielmente al original griego respetando, al mismo tiempo, las estructuras castellanas. Asimismo sortea las dificultades adicionales que impone una traducción del Eutidemo, pues en numerosos pasajes de la obra, los hermanos Eutidemo y Dionisodoro, interlocutores de Sócrates, presentan razonamientos que se estructuran en base a ambigüedades semánticas o sintácticas propias de la lengua griega que no tienen un correlato estricto en nuestra lengua, e.g. los razonamientos que operan en torno a la ambigüedad de ciertas proposiciones objetivas, en las que el sustantivo o participio en acusativo puede interpretarse como sujeto u objeto directo del verbo en infinitivo (cf. Eut. 299e-300c). Por esta razón, en profusas notas a pie se consignan explicaciones sobre estos fenómenos y se presentan al lector traducciones alternativas que ponen de relieve la ambigüedad en cuestión.
La traducción está precedida de una introducción que comprende una centena de páginas y que ofrece las principales líneas de la interpretación original de la obra que proponen los autores. Esta culmina con una lista de bibliografía actualizada que se completa con las menciones de piezas bibliográficas adicionales en notas a pie. El primer apartado de la introducción, "Sobre enfrentar hidras y cangrejos", indaga la analogía que Sócrates establece entre su encuentro con los hermanos Eutidemo y Dionisodoro y la segunda de las doce tareas de Heracles, donde el héroe se enfrenta, según algunas versiones del mito, a la Hidra de Lerna y al cangrejo que Hera le enviara para atacarle los pies. Este episodio se propone como clave de lectura del diálogo y muestra las batallas que el propio Platón debe librar contra líneas intelectuales que, como la megárica, se reclaman herederas de las enseñanzas socráticas.
El segundo apartado, "Escenario, datación y personajes", está dedicado a la descripción del gimnasio Liceo, sitio donde transcurre el diálogo, y al tratamiento del problema de la fecha ficcional en la que se desarrolla la trama y de la fecha real de composición del diálogo. En torno a este último punto, sin duda controvertido, los autores ubican al Eutidemo como un diálogo de transición, escrito circa 384 a.C., destinado a conformar el "cinturón protector" de la teoría de las Formas desarrollada en diálogos posteriores. El tratamiento de los personajes, lejos de ser una cuestión de detalle menor, es uno de los puntos nodales de la interpretación del diálogo, de modo que, allende la descripción de los principales protagonistas del diálogo, Sócrates, Critón, y los muchachitos Clinias y Ctesipo, el tratamiento de las figuras del interlocutor innominado y de los hermanos Eutidemo y Dionisodoro se profundiza y completa en apartados posteriores.
Tras una referencia en el tercer apartado, "Estructura de la obra", a la organización general del diálogo, cuyas diversas secciones son distribuidas en un cuadro, el cuarto apartado, "Síntesis exegética de los problemas centrales", dividido a su vez en diferentes secciones, se aboca al tratamiento de la cuestión de la identidad de los adversarios del diálogo y a la crítica platónica de otras filosofías socráticas (4.1). Luego de analizar las referencias a la tradición literaria (4.1.1) y a las menciones marginales a sofistas que tienen lugar en la obra (4.1.2), se argumenta a favor del vínculo entre la práctica erística retratada en el Eutidemo y la dialéctica megárica. La hipótesis que los autores defienden es que, aunque la dialéctica megárica guarda algunas semejanzas con la platónica, pues ambas derivan de la práctica de interrogación del Sócrates histórico, en el Eutidemo se enfatizan las diferencias que existen entre una y otra, al mostrar cómo el aspecto beligerante de la erística contrasta con el diálogo cooperativo socrático-platónico. En este punto, Platón no solo muestra las falencias formales del procedimiento erístico, sino también la falta de una dimensión ética que procure la mejora del interlocutor, al exhortarlo a la vida virtuosa. En este punto, el análisis de los autores podría enriquecerse con la consideración de la diferencia entre la práctica refutatoria o élenchos, propia de los diálogos tradicionalmente llamados 'socráticos', y la dialéctica que Platón desarrolla en el Fedón y en los libros centrales de República, escritos en su madurez. A diferencia de lo que ocurre en estos últimos diálogos, donde los interlocutores cooperan con Sócrates en la búsqueda conjunta del conocimiento, en las obras tempranas la actitud de algunos interlocutores, e.g. Calicles en el Gorgias y Trasímaco en el primer libro de la República, se caracteriza por la hostilidad y la renuencia a entablar una conversación amigable, que no se adecuan a la identificación total de la dialéctica socrático-platónica con el diálogo cooperativo.
Los fundamentos y aspectos formales de la dialéctica de los megáricos son reconstruidos a partir de los testimonios supérstites sobre el grupo, en especial, los que conciernen a las figuras de Euclides de Mégara y Eubúlides de Mileto. Sopesando la interpretación platónica, los autores señalan cómo, lejos de ser solo una práctica litigante, la dialéctica megárica pretende alertar a los usuarios poco precavidos de una lengua sobre las múltiples ambigüedades, tanto sintácticas como semánticas, que presenta el lenguaje y que son el motivo por el cual este se convierte en una herramienta inútil para acceder al conocimiento de lo real. Para ello el filósofo megárico diseña una serie de argumentos que manifiestan las contradicciones de los conceptos gnoseológicos y ontológicos utilizados por la tradición filosófica. Este es el caso de los argumentos desarrollados por Eubúlides, conocidos como el Mentiroso, el Velado (o Electra) y el Sorites (o Pelado), los cuales son analizados en la introducción.
Luego, los autores realizan un examen pormenorizado de los argumentos refutativos que utilizan Eutidemo y Dionisodoro (4.2). Entre ellos se cuentan, por una parte, las paradojas sobre la imposibilidad de conocer (Eut. 275e-278e), elaboradas en torno a la homonimia del verbo manthánein, que poseen una estructura similar a las que Platón consigna en Menón 80d-e. Por otra parte, la tesis sobre la imposibilidad del error (Eut. 283a-286b), que los autores vinculan no solo con la doctrina protagórica, sino también con la de Antístenes. Contra este socrático Platón mantuvo abiertas disidencias, motivadas especialmente por la diferencia que la propuesta materialista de Antístenes guardaba con la doctrina platónica. Por último, un argumento contra las Ideas (Eut. 300e-301c), que problematiza la relación que existe entre lo Bello y la multiplicidad de las cosas bellas. Los autores muestran cómo esta sección puede ser vinculada no solamente con los dilemas de la participación presentados en Parménides 130e-131c, sino también, y en esto radica la novedad del planteo, con la objeción conocida tradicionalmente como 'el tercer hombre'. Aunque las versiones más conocidas de esta objeción son las que Platón aporta en Parménides 132a-b y las que Alejandro de Afrodisia atribuye a Aristóteles y a Eudemo (in Metaph. 83.34-84.7; 84.21-85.3), los megáricos también formularon versiones de este argumento. A diferencia de las versiones tradicionales, las megáricas no postulan un regreso infinito de Formas, sino que objetan el concepto de participación. Los autores analizan la versión del megárico Políxeno (Alejandro, in Metaph. 16-21) y muestran su vinculación con el pasaje del Eutidemo.
A continuación, los autores se dedican al análisis de los modelos protrépticos desarrollados por Sócrates en la obra (4.3). Luego de formular algunas consideraciones sobre el protéptico qua género textual tradicional, analizan el contenido de estos discursos a la luz de su vinculación con algunos planteos que serán desarrollados posteriormente en la República. Asimismo, señalan el valor de la apelación a este género en el contexto del Eutidemo, que sirve a los efectos de mostrar a los ojos del lector que la exhortación, ligada con el ámbito práctico y con la transmisión de contenido ético, está ausente en la erística que impulsan Eutidemo y Dionisodoro, pero no así de la dialéctica platónica.
Por último, los autores se dedican al análisis de la figura del interlocutor innominado, que aparece al final del diálogo censurando frente a Critón tanto a los cultores de la erística como a Sócrates. Los autores adhieren a la identificación de este personaje con el orador Isócates, cuyo Contra sofistas condena diversos modelos educativos, entre los que se cuentan los de los filósofos socráticos. Por este motivo es que Platón pretende marcar distancia con respecto a prácticas filosóficas que, a ojos de otros intelectuales como Isócrates, pueden parecer idénticas.
Por todo lo dicho, esta traducción del Eutidemo logra no solo revalorizar esta obra, sino también acercar al lector del diálogo al conocimiento de las voces de los interlocutores platónicos, cuya consideración permite el surgimiento de interpretaciones nuevas sobre obras y problemas tradicionales.

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