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Estudios y perspectivas en turismo

versión On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. vol.24 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene. 2015

 

DOCUMENTOS ESPECIALES

 

Valoración económica ambiental en el turismo

Temas de debate

 

Marialva Tomio*

Fundação Universidade Regional de Blumenau Blumenau (SC), Brasil

Danielle Regina Ullrich**

Instituto Federal de Santa Catarina Blumenau (SC), Brasil

* Posdoctorado en Administración por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), Porto Alegre, Brasil. Doctora en Ingeniería de la Producción por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), Florianópolis, Brasil. Maestría en Turismo y Hotelería por la Universidad del Vale do Itajaí (UNIVALI), Balneário Caboriú, Brasil. Graduada en Administración por la Universidad Regional de Blumenau (FURB), Blumenau, Brasil. Es profesora titular de la Universidad Regional de Blumenau (FURB). E-mail: marialvatomio@yahoo.com.br

** Doctora en Administración por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), Porto Alegre, Brasil. Maestría en Desarrollo Regional por la Universidad Regional de Blumenau (FURB), Blumenau, Brasil. Graduada en Administración y en Turismo y Ocio por la FURB. Se desempeña como profesora en el Instituto Federal de Santa Catarina (IFSC), Blumenau, Brasil. E-mail: danielle_ullrich@yahoo.com.br


Resumen:

El presente artículo, de naturaleza teórica, tiene por objetivo reflexionar sobre la valoración económica ambiental en el campo del turismo porque éste se vale de recursos naturales tanto con intencionalidad económica como social. Este uso de los recursos naturales implica repensar la manera en que se realiza la valoración económica ante los desafíos que enfrenta el turismo al presentar su contribución y responsabilidad en la conservación ambiental. En los cuestionamientos sobre la valoración económica ambiental surge la pregunta: ¿Cómo se da en el turismo la valoración de los bienes públicos (los recursos naturales)? Los resultados mostraron que hay escasos debates sobre el tema y sugieren un nuevo ámbito de reflexión y diálogo en el turismo, visto que en otros campos como la economía, la ecología y la administración se avanza hacia debates que ya presentan casos empíricos. Por lo tanto, se afirma que este artículo puede sentar las bases para responder a este cuestionamiento, presentando algunos modelos que pueden adaptarse a esta importante reflexión académica sobre el turismo y su relación con el ambiente.

PALABRAS CLAVE: Valoración económica ambiental; Recursos ambientales; Turismo.

Abstract:

Environmental Economic Appraisal in the Tourism Field: Issues for Discussion! This article aims to present reflections on environmental economic valuation, in the tourism field, because it makes use of natural resources, both economic and social intentionality. The use of natural resources implies to rethink how economic valuation is performed, given the challenges that tourism faces in presenting his contribution and responsibility in environmental conservation. In questions on environmental economic valuation, some questions arise: How occurs, in tourism, the valuation of public goods, notably natural resources? The results showed that there are few or rare discussions on the subject, suggesting a new field of reflection and dialogue in the field of tourism, as in other fields, such as economics, ecology and management, we are moving towards discussions already present empirical cases. Therefore, it is believed that this article may provide information to answer these questions, with some models that can adapt to this important academic reflection on tourism and its relationship with the environment.

KEY WORDS: Environmental economic appraisal; Environmental resources; Tourism.


INTRODUCCIÓN

El uso indiscriminado de recursos naturales es una de las preocupaciones de la sociedad actual y consecuentemente los debates relativos a este tema han sido objeto de estudio de economistas y ambientalistas. Los debates se refieren al uso indiscriminado de los recursos ambientales por las actividades económicas y al hecho de que este uso no es computado por el sistema de precios corriente, lo que provoca una utilización más dañina de dichos recursos. Para los teóricos del área el uso de estos recursos se comprende como una externalidad negativa de la actividad, pues no compensa a la población por la utilización de recursos que son bienes públicos. Por eso, se han realizado estudios para el desarrollo de métodos que permitan establecer valores económicos relativos a los bienes y servicios ambientales.

Además de la atribución de valores económicos, Amazonas (2009) indica que la valoración económica ambiental está compuesta por tres instancias de valores: 1) el conjunto de los valores económicos corrientes o de mercado; 2) los valores sociales no económicos relativos a la conservación y/o uso sustentable de los recursos ambientales; 3) los valores económicos derivados de la aprensión de dichos valores sociales no económicos y de la "internalización" de éstos en el conjunto de las variables económicas. Para el autor los valores y juicios humanos relativos a la conservación y uso sustentable de los recursos es algo incierto, relativo y controvertido pues es difícil dirimir dichos valores ambientales y sus grandezas. Por lo tanto, la forma de medición entre valores sociales y económicos también será incierta, relativa y controvertida.

El turismo es uno de los campos en los cuales se da el uso de recursos naturales con intencionalidades económica y social. Entre las opciones para su práctica se destacan los segmentos que involucran los recursos naturales como el ecoturismo y el turismo de naturaleza, los cuales buscan y utilizan espacios naturales que permiten el desarrollo de actividades de ocio en contacto con la naturaleza. En estos segmentos, los recursos naturales son tratados como "materia prima" transformada en producto de consumo para los turistas. El uso de esos recursos naturales también implica valores sociales además de los económicos.

Ante estas cuestiones surgen las preguntas: ¿Cómo se da en el turismo la valoración de los bienes públicos en particular los recursos naturales? ¿Cuáles son los modelos propuestos por los economistas y los ambientalistas y cómo acercar dicho debate al campo del turismo? Con el objetivo de verificar cómo se ha reflexionado en el ámbito del turismo sobre la valoración económica ambiental este artículo, de carácter teórico, utilizó la técnica de la investigación bibliográfica. Para Marconi & Lakatos (2007: 15) esta técnica "no es una mera repetición de lo que ya fue dicho o escrito sobre cierto tema, sino que propicia el análisis de un tema bajo un nuevo enfoque o abordaje llegando a conclusiones innovadoras." La recolección de datos fue realizada en las principales revistas del área de turismo que abordan el debate teórico de la valoración económica.

Los debates propuestas sobre la valoración económica ambiental en el campo del turismo se inspiran en el modelo de Costanza et al. (1997) y en la propuesta de la Evaluación Ecosistémica del Milenio - MA (2005) que indica categorías de pago de los servicios ambientales. A partir de estos modelos se presentan los métodos de valoración ambiental, cuya intención es medir los valores de uso, de no uso, de opción y de existencia.

Este artículo está dividido en cuatro secciones. La introducción propone un debate teórico en base a los autores del área sobre la valoración económica de los recursos ambientales y el turismo. La segunda sección presenta una discusión relativa a la valoración económica ambiental aplicada al turismo, resaltando aspectos económicos y sociales. La tercera presenta los modelos y métodos de valoración ambiental directos. Y la cuarta expone las consideraciones finales relativas al objeto de estudio propuesto.

VALORACIÓN ECONÓMICA DE LOS SERVICIOS AMBIENTALES Y EL TURISMO 

Con la repercusión de las problemáticas ambientales surgidas en las décadas de 1960 y 1970, las cuestiones relativas al ambientalismo pasaron a ser incorporadas en los estudios científicos, incluso en el área de la economía. Por eso, las investigaciones en esta área comenzaron a recibir influencia ambientalista y surgieron dos importantes perspectivas teóricas con propuestas de desarrollo sustentable: la economía ecológica y la economía ambiental denominada ecosocioeconomía (Maia & Pires, 2011).

Los teóricos de estas dos líneas de la economía adoptaron varios criterios para analizar la participación de las organizaciones en dirección a la responsabilidad y al compromiso en el uso de los recursos naturales y al involucramiento con las problemáticas ambientales. Los diferentes abordajes y limitaciones de las dos corrientes económicas son reconocidos en este artículo, pero esta reflexión no representa el objeto de análisis de este estudio y no pretende entrar en ese debate. El objetivo central es situarse teóricamente en relación a la valoración económica de los servicios ambientales en el turismo, comprendiendo que este tema es la preocupación de diferentes economistas y ambientalistas que discuten sobre cómo el "valor" económico (costos, cobranzas, precios y pagos) puede contribuir a la conservación, preservación y mantenimiento del ambiente natural.

Los autores cercanos a la perspectiva de la economía ecológica (uno de los parámetros de comprensión de la valorización económica ambiental) como Costanza et al. (1997), inspiran este artículo. Estos autores estimaron el valor económico de la biosfera en base a cálculos adicionales propios captando valores de uso (materias primas, recreación, alimentos y no comercializados), de no uso (regulación del clima, control de erosión, ciclo de nutrientes, tratamiento de residuos, etc.), de opción (recursos genéticos, hábitat) y de existencia (culturales, hábitat, etc.), entre otros.

En la política ambiental la evaluación económica abarca la atribución de valores monetarios o precios a los servicios ambientales y los estoques de activos ambientales, principalmente cuando estos activos son comercializados. Un ejemplo es el petróleo bruto o el gas natural, en los cuales la noción de valorar o poner precio a los estoques es ampliamente comprendida y aceptada. Esta noción de valoración puede ser extendida a otros bienes y servicios utilizados por el mercado, cuya fijación de precios no es tan bien aceptada. Un ejemplo del mercado creado recientemente en el área ambiental es el de dióxido de carbono o la "fijación" de carbono atmosférico en la biomasa. En la década de 1990 no se hablaba de este tipo de mercado que hoy es común y está en crecimiento (Pearce & Seccombe-Hett, 2000).

Los usos potenciales de valoración económica incluyen análisis del costo-beneficio (ACB) de los proyectos, evaluación económica de políticas, política de precios, creación de impuestos ambientales contabilidad nacional y herramientas de gestión como el ejercicio participativo. No obstante, la falta de mercados para servicios ambientales significa que al revés de los productos producidos por el hombre, éstos no poseen precios y sus valores monetarios pueden no ser fácilmente comprendidos por las personas. El problema práctico de la valoración económica deriva de la dificultad de las personas para estimar valores en contextos de mercados no aparentes o en mercados imperfectos (Pearce & Seccombe-Hett, 2000). Una de las dificultades de la valoración ambiental es el establecimiento de precios y de la producción de un mercado. Esto se resolverá a partir del establecimiento de métodos estandarizados de evaluación de bienes y servicios ambientales (Farrow, Goldburg & Small, 2000).

Las decisiones que involucran la política ambiental en especial la evaluación económica, son consideradas difíciles por los economistas ambientales cuando el grado de las dificultades de implementación de una política excede los beneficios que se espera acumular con esta política. Por ejemplo, la extensión de los efectos causados por los gases que causan el efecto invernadero debe ser medida a través de los costos relativos al establecimiento de un control en comparación con los beneficios de la prevención de los daños causados a las generaciones futuras. Las preocupaciones en relación a los daños ambientales resultantes de una determinada acción son expresados por los economistas ambientales dentro de un cálculo utilitarista, lo que exige la comparación de los costos y los beneficios (Spash, 1997).

Amazonas (2009) señala que la definición de los valores económicos forma parte de los valores sociales. Por lo tanto, debe considerar elementos fundamentales como: 1) El Objeto y sus respectivos atributos por los cuales será valorado; 2) El Sujeto con su percepción y juicios acerca del objeto por medio de los que lo evalúa; 3) La intersubjetividad o interacción entre los sujetos operando los mecanismos que institucionalizan y/o establecen los valores en el conjunto de la sociedad. Para Amazonas (2009) la definición de valores económicos se inicia en los atributos materiales concretos de los bienes y recursos, continúa con el juicio valorativo y el correspondiente uso instrumental de éste y al final se manifiesta bajo formas económicas monetarias institucionalizadas.

Según Pearce & Seccombe-Hett (2000) el "valor económico total" de un bien ambiental puede estar compuesto por "valores de uso" como por ejemplo el uso recreacional de un recurso y "valores de no utilización" que reflejan el hecho de que los individuos pueden valorizar los recursos por razones no relacionadas con su utilización. Estos dos abordajes básicos abarcan las preferencias inferidas a partir del comportamiento de un individuo al tomar decisiones sobre los atributos de los bienes. Entre los métodos disponibles se encuentran la "valoración contingente" y el "análisis conjunto" que son los únicos capaces de estimar los valores de no utilización. 

Estos métodos están alineados con el abordaje de costo-beneficio que considera en qué medida las personas están dispuestas a pagar para evitar daños o si están dispuestas a aceptar una compensación por los daños sufridos. En estos casos el método que ha asumido el rol central es el de la valoración. Los problemas ambientales incluyen aspectos que tienen implicaciones a largo plazo y son irreversibles, como la destrucción de ecosistemas mediante la inundación de un valle para generar hidroelectricidad provocando la pérdida de especies, o la creación de contaminantes que perjudican las funciones de los ecosistemas y causan mutaciones genéticas en sus especies. Costanza et al. (1997) dicen que los valores (uso, no uso, opción y existencia) practicados para evaluar los recursos naturales representan un compromiso con la conservación del ambiente.

La aplicación de técnicas de valoración económica genera conflictos de opiniones. El uso del dinero como un patrón es visto como una barrera para su aceptación. Muchas personas aseguran que algunos bienes ambientales son "priceless" (sin precio) y afirman que no hay forma de establecer valores a los bienes como el aire limpio o el agua, que son vistos como un derecho de todos. La monetarización sería simplemente una forma conveniente de expresar los valores relativos que la sociedad establece sobre los diferentes usos de recursos. Es fundamental resaltar que una evaluación económica es un medio para medir las preferencias del público en relación a los recursos ambientales, pero no puede ser vista como la evaluación de los recursos en sí mismos (valores intrínsecos) (Pearce & Seccombe-Hett, 2000).

Así, surgen preocupaciones más amplias sobre la valorización de la naturaleza como el debate sobre el "pago de los servicios ambientales" que no sólo considera los recursos sino los servicios de los ecosistemas. Conforme la Evaluación Ecosistémica del Milenio - MA (2005) los servicios de los ecosistemas son los beneficios que el hombre obtiene de esos ecosistemas: servicios de provisión que incluyen alimentos, agua, madera y fibras; servicios reguladores que interfieren en el clima y la calidad del agua (inundaciones, sequías), causan enfermedades y dejan residuos; servicios culturales que aportan beneficios recreacionales, estéticos y espirituales; y servicios de soporte como la formación del suelo, la fotosíntesis y el ciclo de nutrientes. La especie humana, aunque esté protegida de los cambios ambientales por la cultura y la tecnología, depende fundamentalmente del flujo de los servicios de los ecosistemas.

Paralelamente, los factores sociales, económicos y culturales no relacionados con los ecosistemas alteran la condición humana y muchas fuerzas naturales influyen sobre los ecosistemas. Aunque se enfatice la relación entre los ecosistemas y el bienestar humano, la misma reconoce que las acciones del hombre que influyen sobre los ecosistemas provocan preocupación por el bienestar humano y por el valor intrínseco de las especies y esos ecosistemas. El valor intrínseco es el valor inherente a alguna cosa por sí misma, independientemente de su utilidad para otro (MA, 2005: 10).

Es obvio que este debate no puede quedar afuera de las reflexiones de los sectores económicos y principalmente del sector turístico, considerando su relación con el ambiente y los recursos naturales.

El turismo como actividad económica utiliza recursos que son su "materia prima", pero a diferencia de los demás procesos productivos los "consume" en su propio lugar de origen y de forma normalmente intangible, sin que exista en principio agotamiento sino la permanencia de los recursos como bienes de mercado (Pires, 2003: 231)

Es primordial el interés del turismo por la naturaleza y evidentemente por el desarrollo sustentable, dado que es una actividad que "vende" el medio ambiente tanto físico como humano. La integridad y continuidad de estos "productos" resulta una gran preocupación para el turismo (Murphy & Price, 2005). Por eso, en este sector se discute desde hace tiempo la manera de "compensar" financieramente los problemas ambientales y el uso de los recursos.

Según Riera Font (2000) el debate en turismo sobre las cuestiones económicas relacionadas con el ambiente ya aparecen en 1949 en la carta de Harold Hottelling donde se discutía el "Método de Costo del Viaje". Este método permitía calcular el valor de los servicios recreativos de un Parque Nacional con la simple contabilización del uso. Preveía que cada individuo que visitara un parque pagaría un costo de acceso y otro por las ofertas de recreación. Los primeros estudios sobre este método surgieron en la década de 1960 y discutían los problemas de acceso al uso de los recursos hídricos y a la propiedad de la tierra con la finalidad de determinar criterios de racionalidad, eficiencia y equidad de las intervenciones públicas. En la década de 1970 el principio del Método fue útil para medir el flujo de servicios recreativos ofrecidos en áreas naturales. Luego fue usado para medir los costos de los flujos de visitantes y la calidad ambiental. En los años siguientes buena parte de los estudios realizados abordaron la cuestión de la calidad ambiental.

En el sector del turismo estos debates representan marcos que remiten a las preocupaciones por la valoración económica del ambiente natural. En esta dirección existen reflexiones e iniciativas que incluyen el debate sobre los impactos ambientales provocados por la actividad turística: el costo del paisaje; el cobro del uso de áreas naturales y otros recursos ambientales, que promovieron la definición de soporte de las áreas naturales; la fijación de precios y el costo del uso turístico; entre otros. Para Holden (2003) en la década de 1990, centrada en el crecimiento económico y la modernización (política que generó costos o la destrucción ambiental), mermó el número de turistas porque notaron una pérdida en la calidad ambiental (España, Caribe). Generalmente, debido a la complejidad del turismo que abarca muchos interesados es difícil hablar de una ética ambiental (conservación) homogénea.

El turismo, como cualquier otra actividad socioeconómica involucra el uso/explotación de muchos recursos naturales en su desarrollo y se puede afirmar que en la mayoría de los casos la viabilidad del turismo depende directamente del ambiente y los ecosistemas. Esta dependencia no ocurre sólo en la perspectiva de uso (transformación y fabricación) para obtener "materias primas" y productos como sucede en otras actividades, sino en la conservación de éstos para crear "valor" al "atractivo turístico". Un ejemplo es la explotación de los paisajes naturales (conservados) que representan uno de los elementos más importantes de la oferta de tipologías turísticas. Este es el caso del ecoturismo, el turismo de naturaleza, el turismo rural, entre otros que usufructúan el paisaje y los recursos naturales. Marques & Comunne (1995) dicen que la lógica en el turismo es diferente a la lógica de otros sectores, pues en una economía de mercado son los mecanismos de los precios los que permiten atribuir valor a los bienes y servicios; y esto implica un mercado en el cual los propietarios puedan vender a mejor precio. Los recursos turísticos no son vendidos en el mercado, es decir que no tienen precio.

Holden (2003) afirma que en el turismo un destino se encuentra en etapa de madurez del desarrollo cuando vincula las cuestiones económicas de las políticas de desarrollo del turismo con los costos ambientales del uso de recursos. Por lo tanto, la consciencia de la necesidad de enfatizar la conservación es cada vez más evidente.

MODELOS Y MÉTODOS DE VALORACIÓN ECONÓMICA AMBIENTAL EN EL TURISMO

Existen algunas prácticas de valoración económica ambiental que pueden ser relacionadas con el turismo. En este artículo se presenta la adaptación de la valoración económica del ambiente sugerida por Costanza et al. (1997), que está compuesta por Valor de uso, Valor de no uso, Valor de opción y Valor de existencia; y la propuesta de la Evaluación Ecosistémica del Milenio que indica cuatro categorías de pago de los servicios ambientales: Servicios de provisión, Servicios reguladores, Servicios culturales y Servicios de soporte (MA, 2005).

A partir de los estudios de Costanza et al. (1997) se pueden estimar los valores de los bienes y recursos ambientales y los impactos ambientales ocasionados por la actividad turística, no captados por el mercado. También es posible medir la disposición de la sociedad y de los individuos que la forman para pagar por la preservación o conservación de los recursos y servicios ambientales. Se puede afirmar que el valor económico de los recursos ambientales ha sido desagregado en: Valor económico total (VET) = Valor de uso (VU) + Valor de no uso (VNU) + Valor de opción (VO) + Valor de existencia (VE) (Cuadro 1).

Cuadro 1: Valor económico total (VET)
Fuente: Basado en Costanza et al. (1997)

El VU en turismo estaría asociado a las actividades desarrolladas en el ambiente natural como visitas, caminatas, actividades en la naturaleza y deportes extremos. El VNU estaría asociado a los beneficios que las funciones ecosistémicas aportan a la región en la cual puede desarrollarse la actividad turística como los parques nacionales, donde el mantenimiento de los ecosistemas contribuye a la regulación del clima, la protección del agua, etc. El VO representa aquello que es atribuido en el presente para que en el futuro puedan ser utilizados los servicios prestados por el medio. Se trata de un valor relacionado con los usos futuros que pueden generar alguna forma de beneficio o satisfacción a los individuos, como el beneficio farmacéutico de las plantas que aún no ha sido descubierto. El VE de la actividad turística se caracteriza por ser un valor atribuido a la existencia de propiedades del medio ambiente independientemente del uso presente o futuro. Se trata de un valor atribuido a ciertos recursos ambientales como florestas y animales en extinción simplemente por su existencia. Se lo asocia con una postura moral, cultural o ética en lo que respecta a los derechos de las especies no humanas o a la preservación de las riquezas naturales.

La valoración económica de los recursos ambientales utilizados para la práctica y desarrollo de la actividad turística en base a la propuesta de Costanza et al. (1997), implica considerar tanto los atributos económicos como los sociales y los éticos. En la práctica no siempre los valores económicos oriundos de los ingresos por la visita a los parques nacionales o las tasas cobradas para la práctica de deportes extremos consideran los valores de no uso, de opción o de existencia. La medición de esos valores en especie monetaria es bastante complicada. Los estudiosos del área de la economía ambiental presentan algunas propuestas de métodos que pueden ser utilizados para estimar un valor monetario adecuado al valor económico total de los recursos ambientales utilizados por la actividad turística.

En la propuesta de la Evaluación Ecosistémica del Milenio (Cuadro 2) se destacan cuatro categorías de pago de los servicios ambientales: Servicios de provisión, Servicios reguladores, Servicios culturales y Servicios de soporte.

Cuadro 2: Evaluación Ecosistémica del Milenio
Fuente: Basado en MA (2005)

Cuando se analiza la propuesta de la Evaluación Ecosistémica del Milenio - MA (2005), se verifica que el desarrollo de la actividad turística no "remunera" los servicios prestados por los recursos naturales (servicios de provisión, reguladores y de soporte). Aunque las personas se beneficien con los servicios prestados por los ecosistemas como la regulación de la calidad del aire y el agua y la presencia de un paisaje estéticamente agradable, no existe un "mercado" para estos servicios y no se cobra una "remuneración" por las actividades realizadas en la naturaleza como en el ecoturismo y el turismo de naturaleza. Cuando hay degradación o impactos negativos originados por el turista no existe una compensación por los daños sufridos. Si un grupo de turistas provoca un incendio en un parque nacional que destruye gran parte del ecosistema, ocasionaría un daño irreparable e invaluable en términos económicos.

Buscando garantizar la gestión sustentable de los ecosistemas el MA (2005) propone algunas solucionas basadas en cambios radicales en las instituciones y la gobernanza, las políticas y los incentivos económicos, los factores sociales y de comportamiento, la tecnología y el conocimiento. Para garantizar la gravedad de los problemas se sugieren acciones relacionadas con una mayor transparencia e imputación de responsabilidad al gobierno y al sector privado en la gestión de los ecosistemas, eliminación de subsidios perversos, mayor uso de instrumental económico y de abordaje basados en el mercado, delegación de poderes a grupos que dependen de los servicios de los ecosistemas o que son afectados por su degradación, desarrollo de tecnologías que permitan mayor rendimiento del uso del suelo sin impacto sobre el medio ambiente, recuperación de los ecosistemas e incorporación de los valores no comerciales de los ecosistemas y sus servicios a las decisiones gerenciales. 

El MA (2005) propone como forma de valoración económica de los recursos naturales utilizados por la actividad turística: a) la cobranza de impuestos o tasas al usuario para actividades con costos "externos" como el ecoturismo; b) la creación de mercados incluyendo sistemas de fijación de un límite máximo de emisiones acompañado de un mercado de libre intercambio de títulos de derecho de emisión, como ocurre con el mercado del carbono; c) el pago de los servicios de los ecosistemas (actividades de conservación pagadas por los desarrolladores para compensar los daños que un proyecto causa a la biodiversidad); d) mecanismos para permitir que las preferencias del consumidor sean expresadas a través de mercados (programas de certificación para la práctica pesquera y forestal que permitan promover la sustentabilidad mediante la elección de los consumidores).

Algunas intervenciones en cuanto a la valoración social de la actividad turística en base a la propuesta del MA (2005) son: a) medidas para reducir el consumo total de los servicios de los ecosistemas gerenciados de forma no sustentable incluyendo acciones gubernamentales (programas de educación y concientización del público o promoción de la gestión orientada a la demanda) y de la sociedad civil (a través de la concientización del público); b) comunicación y educación; c) delegación de poderes a grupos de interés particularmente dependientes de los servicios de los ecosistemas o afectados por su degradación, inclusive mujeres, pueblos nativos y jóvenes.

Estas acciones pueden suplir la necesidad de estimar un valor social para el desarrollo de la actividad turística porque involucran al gobierno y a la sociedad. Sin duda uno de los caminos para el establecimiento de valores sociales para la actividad turística es la educación de los usuarios y de la sociedad en su conjunto. Los valores son intrínsecos a la sociedad y representan la base ética para el desarrollo del turismo sin perjuicios al ambiente natural.

De acuerdo con Maia, Romeiro & Reydon (2004) las técnicas de valoración pueden ser divididas en métodos indirectos y directos. Conforme los autores citados en los métodos indirectos se incluyen la productividad marginal y los métodos basados en mercados de bienes substitutos (costos evitados, costos de control, costos de reposición, costos de oportunidad); y los métodos directos están constituidos por la Disposición a Pagar o DAP indirecta (costo de viaje y precios hedónicos) y DAP directa (evaluación contingente). En este artículo serán abordados sólo los métodos de valoración directa considerando que buscan obtener el valor del recurso a partir de las preferencias de las personas valiéndose de mercados hipotéticos o de bienes complementarios para obtener la disposición a pagar (DAP) de los individuos.

Método de Valoración Contingente (MVC)

Según Andrade (2008) la técnica de valoración ambiental más controversial es la evaluación contingente. Esta técnica ha sido utilizada en estudios ambientales en Brasil dada su capacidad para captar todas las fracciones del valor económico de los recursos ambientales (incluso el valor de existencia). Está regida por el principio de estimación de una DAP o por la disposición a aceptar o a recibir (DAA o DAR) de los individuos y estos principios serán capaces de mantener inalterado el nivel de utilidad de los recursos ante la variación de la disponibilidad ambiental. La función de utilidad no es observable directamente mientras que la DAP y la DAA son estimadas en base a los mercados hipotéticos cuya simulación ocurre vía investigación de campo (surveys).

Motta (1997) afirma que el MVC busca simular escenarios cuyas características estén lo más cerca posible de las existentes en el mundo real, mostrando que las preferencias reveladas en las investigaciones reflejan decisiones que los agentes tomarían de hecho si existiera un mercado para el bien ambiental descripto en el escenario hipotético. Las preferencias desde la perspectiva de la teoría económica deben ser expresadas en valores monetarios. Estos valores serían obtenidos a través de datos sobre cuánto estarían dispuestos a pagar los individuos para garantizar el bienestar o cuánto estarían dispuestos a aceptar como compensación por soportar la pérdida del bienestar.

La ventaja del MVC en relación a otro método de valoración es que éste puede ser aplicado en un espectro más amplio de bienes ambientales. No obstante, es criticado por su limitación para captar valores ambientales que los individuos no entienden o desconocen. Aunque sea capaz de medir el valor de existencia la aplicación del MVC no es trivial y puede generar resultados bastante sesgados (Motta, 1997). En turismo es como si se pudiera aplicar un cuestionario a los visitantes de un parque nacional solicitando que estimen cuánto estarían dispuestos a pagar para garantizar el mantenimiento de esos recursos naturales o cuánto estarían dispuestos a pagar como compensación por la pérdida de esos recursos naturales. Se puede observar que resulta difícil para los individuos establecer un valor monetario a algo que ellos no entienden o para lo cual no tienen parámetros de medición en el mercado, lo que estaría de acuerdo con la crítica que se le hace.

Método de los Precios Hedónicos

Según Motta (1997) la base de este método es la identificación de atributos o de características de un bien privado que sean complementarias de los bienes y servicios ambientales. Al identificar esta complementariedad es posible medir el precio implícito del atributo ambiental en el precio de mercado cuando se aíslan los otros atributos. El ejemplo más asociado a la valoración ambiental se relaciona con los precios atribuidos a las propiedades cuando éstas poseen diferentes niveles de atributos ambientales (calidad del aire, proximidad a un sitio natural, etc.). Cuando estos atributos son valorados por los individuos las diferencias de precio de las propiedades debido a su nivel de atributos ambientales deben reflejar la disposición de los individuos a pagar por estas variaciones.

Motta (1997) critica a este método porque capta sólo los valores de uso directo e indirecto y de opción. No se pueden medir valores de no uso puesto que cuando la demanda del atributo ambiental es cero, la demanda de propiedades con este atributo también es cero.

En turismo este método es adaptado al método del costo del viaje hedónico, el cual para Gazoni (2007) presupone que las personas eligen sus lugares de visitas no sólo por la diversión sino también por el bienestar proporcionado mediante la contemplación del paisaje, además de otros recursos. El método estima una función del costo del viaje en razón de las características socioeconómicas de los visitantes y de las características del lugar de la visita. O sea que el precio es atribuido de acuerdo con los atributos ambientales de un producto turístico. Si no existe este atributo, no habrá turismo y no podrá establecerse un valor. Esto implica que este método no considera el valor de no uso.

Método del Costo del Viaje

En la formulación de este método está previsto el cálculo de una DAP indirecta por el recurso natural al medirse los costos en que incurre el agente económico al visitar un área ambiental (playa o parque ambiental abierto a las visitas). Los beneficios no son directamente preguntados a los visitantes sino estimados por sus preferencias individuales en los mercados de bienes substitutos. Dicho método consigue captar sólo las partes de uso directo e indirecto, considerando que sólo las personas que visitan el lugar forman parte del espacio muestral (Andrade, 2008; Maia, Romeiro & Reydon, 2004).

Para Motta (1997) el costo del viaje representará el costo de la visita al sitio natural. Cuanto más lejos del sitio natural viven los visitantes menos uso harán del sitio (menor número de visitas) porque la distancia aumenta el costo del viaje. En tanto que quienes viven más próximos al sitio lo usarán más (mayor número de visitas), pues el precio implícito de usarlo (el costo del viaje) será menor. Mediante la investigación realizada en el propio sitio natural a través de un cuestionario aplicado a una muestra de visitantes se relevaron los siguientes datos. Una cantidad menor de visitas realizadas a un lugar puede deberse a los gastos de la realización del viaje (alojamiento, alimentación, desplazamiento al lugar, compras, tiempo), como puede deberse a otras variables socioeconómicas (ingreso, edad, escolaridad) o de actitud (intereses, opiniones). Por medio de estos datos se construyó la función de la demanda de visitas al lugar de recreación usando los resultados del análisis de la regresión. Este método recibe críticas porque no contempla costos de opción y de existencia, visto que sólo capta los valores de uso directo e indirecto asociados a la visita al sitio natural, lo que hace que los individuos que no visitan el sitio pero presentan valor de opción o existencia no sean considerados.

Por otro lado, Gazoni (2007) afirma que el uso de este método puede ayudar al gestor por medio de la simulación de variaciones de los costos y la prevención de los impactos de la variación de la demanda de visitas, posibilitando una interferencia en la intensidad de los efectos de las externalidades del fenómeno sobre los ambientes económico, ecológico y social.

Al analizar los métodos presentados Andrade (2008) dice que generalmente los métodos disponibles para el establecimiento de precios de mercado (real o simulado) no resuelven el problema de valorar los recursos naturales. Los métodos disponibles no ofrecen herramientas para estimar los costos del uso de los recursos (agotables) y las estrategias para la gestión de su explotación. Las técnicas más importantes de valoración ambiental deben ser capaces de responder: ¿Cuál es la pérdida (costo) de su agotamiento creciente? ¿Cuál es la ganancia de su uso sustentable? ¿Cuál es la escala máxima de uso de los recursos naturales? ¿Serían los beneficios obtenidos hoy sin poner límites al uso de los recursos, el costo social de las generaciones futuras que serían privadas de su consumo?

De acuerdo con Andrade (2008) se percibe que aunque haya avances en el debate y en las propuestas de métodos de valoración ambiental, éstas aún no logran seguir principios de transparencia, participación y equidad fundamentales para un proceso sustentable de gestión y uso de los recursos naturales. Lo que les falta a estos métodos es discutir y comprender la dimensión ética sobre el uso de los recursos en especial cuando se refiere al turismo, actividad multidisciplinaria que involucra una gran variedad de segmentos económicos.

Ante la cuestión ética en el turismo los aspectos de la valoración ambiental aún no han sido revisados junto a las empresas y el gobierno para que la reciprocidad entre responsabilidad y beneficio pueda ser mejor comprendida para ser cumplida. El conocimiento de las actitudes que abarcan la valoración ambiental puede generar bases para la gestión que consideren la calidad de la experiencia turística en el desafío del respeto a la conservación ambiental. Medir los beneficios y los costos de la utilización turística que son el uso, no uso, valor opción y existencia (Constanza, 1997) de los bienes naturales contribuye al análisis de la viabilidad y factibilidad tanto económica como social y ambiental de un producto o servicio turístico. Para Florit & Dreher (2009) es preciso reconocer que muchos de los paisajes valorizados por el turismo fueron física y simbólicamente construidos sobre relaciones crueles y destructivas. De ese modo, en la lógica del valor de existencia, la defensa de paisajes y experiencias que atraen el turismo debería promover la reflexión sobre la historia que generó la configuración de la localidad receptora, considerando los intereses de quienes fueron y son descuidados en esta historia.             

Desde el punto de vista del consumidor es fundamental comprender que el usufructo de lo que la naturaleza ofrece también es su responsabilidad y esto tiene un valor intrínseco, además del monetario. Mantener un paisaje por ejemplo requiere respeto por el ritmo y las características de la vida del ecosistema y esto puede no ser comprendido por los turistas o los que organizan y comercializan el turismo. Así, cuanto mayor es la transparencia del método de medición y fijación de precios, mejor será la credibilidad de la cobranza al público. No significa sólo la relación de la oferta y la demanda turística, sino la comprensión de lo que cada una representa en ese contexto que involucra el ambiente.

Los métodos de valoración económica del ambiente, ya experimentados y presentados aquí, contribuyen al uso turístico. Se destaca que las propuestas poseen un punto de vista "económico" y siguen la lógica de este entendimiento. Pero éstas aún precisan ser constantemente articuladas con los otros aspectos (políticos, ambientales o ecológicos, sociales y culturales). Es esencial crear un valor por medio de un método específico para cada realidad turística y en este caso para la adaptación de lo modelos es fundamental lo que la biodiversidad representa. Este valor puede ser aplicado para el mantenimiento del ambiente y puede ser un diferencial del mercado turístico, especialmente en cuanto a la aceptación por parte de sus consumidores. El turismo, sin importar el tipo practicado, si incluye al ambiente debe considerar las especies involucradas, los ecosistemas y la conservación genética.  

CONSIDERACIONES FINALES

Como el objetivo de este artículo fue verificar cómo se enfrenta la valoración económica ambiental en las reflexiones del turismo, se afirma que hay pocos teóricos en este campo que se estén ocupando del tema. Los debates sobre ambiente natural y turismo aún se concentran en los impactos que la actividad ocasiona y en las posibilidades y modelos para revertir este problema.

Como el turismo es una actividad en creciente expansión en todo el mundo, los agentes de turismo y los investigadores académicos podrían encarar con más profundidad este tema, visto que la valoración de los bienes públicos naturales afecta directamente a la mayoría de los principales atractivos turísticos, cuyos atributos están directa o indirectamente ligados a la naturaleza y sus recursos. 

Se presentaron algunos métodos como la sugerencia de adaptación a la realidad del turismo, el de Constanza et al. (1997) y la Evaluación Ecosistémica del Milenio - MA (2005), que pueden representar el inicio de los debates sobre el tema. Pero aún se necesitan mayores reflexiones y verificaciones prácticas sobre cómo adaptar estos métodos a las necesidades del turismo. Las organizaciones turísticas independientes del sector han lidiado con la valoración y fijación de precios de sus productos de acuerdo con las necesidades y la competitividad que exige el sector. En esta lógica, aún muy centrada en las exigencias económicas, hay que tener especial cuidado cuando se trata del ambiente natural.

La efectiva aplicación de los métodos presentados y debatidos por los ambientalistas y economistas aún precisa una mayor comprobación empírica y cambios que superen las críticas a los modelos existentes, considerando las dificultades para valorar los recursos ambientales sobre todo en cuanto a su valor de existencia. Florit & Dreher (2009) advierten que en el caso de la actividad turística se apela a la naturaleza como un refugio donde el ser humano estaría protegido de los efectos nocivos de la civilización. Un lugar privilegiado para restablecer el equilibrio perdido. Con esta perspectiva se comercializan muchos ambientes naturales transformados en atractivos turísticos que priorizan las necesidades inmediatas de los visitantes en detrimento de la conservación ambiental y de la cultura local.           

Debido a la complejidad del tema este artículo presenta sólo un pequeño fragmento de la reflexión que requiere el tema y quedan muchos espacios vacíos por llenar. Así, se sugiere la realización de nuevos estudios que puedan ampliar esta reflexión en el campo del turismo.

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Recibido el 02 de enero de 2014
Reenviado el 23 de marzo de 2014
Aceptado el 01 de abril de 2014

Arbitrado anónimamente
Traducido del portugués

 

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