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Estudios y perspectivas en turismo

versão On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. vol.24 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr. 2015

 

DOCUMENTOS ESPECIALES

Memorias de viajes

Las cartas como fuente histórica para el turismo

 

Dalila Rosa Hallal*

Universidad Federal de Pelotas - Brasil

Débora Clasen de Paula**

Universidad Federal da Fronteira Sul - Brasil

Dalila Müller***

Universidad Federal de Pelotas - Brasil

* Doctora en Historia por la Pontifícia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUCRS), Porto Alegre/RS, Brasil. Maestría en Turismo por la Universidad de Caxias do Sul, Caxias do Sul/RS, Brasil. Profesora adjunta de la Facultad de Administración y Turismo de la Universidad Federal de Pelotas, Pelotas/RS, Brasil. E-mail: dhallal@ufpel.edu.br.
** Doctoranda en Historia por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), Porto Alegre/RS, Brasil. Maestría en Historia por la Universidad do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS), São Leopoldo/RS, Brasil. Profesora asistente de la Universidad Federal da Fronteira Sul, Erechim/RS, Brasil. E-mail: deboraclasen@hotmail.com.
*** Doctora en Historia por la Universidad del Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS), São Leopoldo/RS, Brasil. Maestría en Turismo por la Universidad de Caxias do Sul, Caxias do Sul/RS, Brasil. Profesora adjunta de la Facultad de Administración y Turismo de la Universidad Federal de Pelotas, Pelotas/RS, Brasil. E-mail: dmuller@ufpel.edu.br.


Resumen:

Diversas áreas de estudio se valen de las cartas y demás archivos personales como fuente, por ejemplo la historia, la educación y la antropología. Entre los historiadores las cartas son muy utilizadas como medios de acceso al pasado. En este sentido el presente artículo tiene como objetivo reflexionar sobre las cartas como fuente de investigación histórica para el turismo, por entenderse que para que haya un avance en el conocimiento social de los viajes y del turismo es necesario el aporte teórico y metodológico de otras ciencias. En este artículo el diálogo propuesto con la historiografía hace posibles nuevas investigaciones sobre los viajes, el turismo y sus relaciones con coyunturas sociales más amplias. La correspondencia puede revelar varios aspectos de la historia de los viajes y el turismo como el perfil de los viajeros, los motivos de los viajes, los itinerarios, los destinos, los servicios utilizados, las impresiones sobre el lugar visitado, la mirada del viajero, hábitos, bienes materiales, saberes y culturas, los significados sociales de los viajes, algunas consecuencias económicas, sociales y culturales de ese proceso, la visitas por segunda vez, etc.

PALABRAS CLAVE: Cartas; Historia; Viajes; Turismo.

Abstract:

Travel Memories: Correspondence as a Historical Source for Tourism. Several areas of study use correspondences and other personal files as source, eg, history, education and anthropology. Letters are widely used among historians as vehicles to access the past. In this sense, this article aims to reflect on the letters as a source of historical research for tourism, by understanding that theoretical and methodological support of other sciences are necessary in order to provide a breakthrough in social knowledge of travel and tourism. In this article the proposed dialogue with historiography makes possible new research on travel, tourism and its relationship to broader social conjunctures. Correspondences can reveal various aspects of the history of travel and tourism, such as the profile of travelers, the reasons for travel, routes, destinations, services used, the impressions of the place visited, the vision of the traveler, habits, material goods, knowledge and cultures, the social meanings of travel, some consequences of economic, social and cultural rights of this process, return, among others.

KEYWORDS: Correspondence; History; Travel; Tourism.


INTRODUCCIÓN

Sólo basta pasar por una librería y detenerse unos instantes en los libros de historia y literatura para percibir el gran número de biografías, diarios, cartas y autobiografías publicadas. El público lector se muestra cada vez más interesado en este género de escritura llamada "escritura de sí mismo".

Si bien el público lector se muestra interesado por estos documentos, la academia también. La literatura viene haciendo un gran uso de estas fuentes y también la historia de la educación, que se ha beneficiado con los cambios en el campo de la historia cultural. El uso de las cartas y otros archivos personales como objeto de estudio han ganado un lugar de privilegio entre los investigadores de la historia de la educación. Hay estudios acerca de la escritura de cartas realizados en el siglo XIX mediante libros de registros, memorias, diarios, registros de evaluaciones y autobiografías.

Entre los historiadores como Gomes (2004, 1998) y Gontijo (2005) las cartas son muy utilizadas como medios de acceso al pasado y algunas de ellas son bastante conocidas. Es el caso de la carta de Pero Vaz de Caminha a la Corte Portuguesa informando el "descubrimiento" o la polémica carta final de Getúlio Vargas, entre otras.

De ese modo, la "escritura de sí mismo" puede constituirse en una importante fuente para la (re)construcción de la historia. Así, el objetivo del presente artículo es reflexionar sobre las cartas como fuente de investigación para la reconstrucción de la historia de los viajes y del turismo. Vinculando el "proceso de apertura" por el que pasan las diferentes áreas del conocimiento, especialmente la Historia y el Turismo, se busca resaltar la riqueza de información que las cartas pueden suscitar contribuyendo con la historia de los viajes y el turismo.

Investigando archivos históricos que pudieran contribuir con la escritura de la historia del turismo se identificaron varias fuentes, entre ellas las cartas. Éstas despertaron algunas inquietudes referentes al uso de las mismas como fuentes para el turismo. A partir del acceso a esas cartas se observó que, las mismas resultan un objeto privilegiado para el análisis de la historia del turismo.

A través del manejo de esas cartas fue posible percibir que proveen información sobre varios aspectos relacionados con vínculos familiares, muerte, dinero, posicionamientos políticos, lecturas, creencias y vivencias sociales, trabajo, ocio, viajes y las relaciones que se establecen. La escritura, no obstante, más que reconstituir la trayectoria de vida de quien escribe revela el modo de vida y pensamiento de un segmento social en un tiempo y espacio específico. Así, se puede decir que la carta es una fuente para identificar y describir las prácticas de ocio, los viajes y el turismo en un tiempo y período específicos y en un grupo definido. Las cartas pueden ser consideradas como una fuente para la escritura de la historia sobre los viajes y el turismo, pero aún son poco utilizadas.

Este artículo versa sobre cuestiones teóricas relativas al uso de las cartas por parte de los historiadores destacando su uso, características y limitaciones, y relevando cuestiones importantes para la utilización de las mismas por parte de los investigadores de la historia de viajes y turismo.

Durante más de dos mil años las cartas fueron el principal medio de comunicación. Las prescripciones que regulaban la composición de las cartas tuvieran permanencias y variaciones a lo largo del tiempo (Tin, 2005). La antigüedad no legó ningún tratado de epistolografía autónomo y las pocas reglas sobre la escritura de cartas están dispersas en correspondencias de la época o integran los tratados de retórica. Desde Demetrio que escribió la primera obra exponiendo las reglas sobre la epistolografía alrededor de los siglos I A.C. y I D.C. hasta Cicerón y Seneca, la carta ya resultaba un diálogo con expresiones de amistad que mezclaba los estilos "graciosos y simples" y promovía un "encuentro" entre remitente y destinatario (Tin, 2005: 22).

Durante la Edad Media su estilo formal se tornó más rígido debido a los negocios públicos porque el desarrollo político y económico aumentó de forma drástica la cantidad y variedad de documentos oficiales. "Nace entonces la Ars dictaminis, cuyos tratados eran establecidos a partir del discurso clásico adaptando la tradicional división del discurso a las peculiaridades de la carta" (Tin, 2005: 31).

El uso de cartas se expandió enormemente entre los hombres del Renacimiento y durante la Edad Moderna cuando se comprometió en el proyecto humanista que pretendía "asegurar la convivencia social a través de comportamientos que todos pudieran aceptar y decodificar" (Miranda, 2000: 44).

Las cartas, diarios íntimos, memorias, entre otros, integran la producción de sí mismos que cobró límites específicos a partir de las palabras biografía y autobiografía en el siglo XVII y alcanzó su ápice durante el siglo XIX. Pensando en esto, el mercado se apresuró a promover una serie de productos destinados a la producción de la escritura. Papeles de carta, tarjetas, postales, diarios, álbumes y demás artículos destinados a la escritura pasaron a formar parte del mercado a gran escala para todos los gustos, edades y poderes adquisitivos.

Este "yo moderno" le dio a la vida individual una importancia hasta entonces desconocida, digna de ser narrada y sobrevivir en la memoria. Este es el sentido de la feliz observación de Calligaris (1998) al señalar que si bien el acto de escribir sobre vidas es antiguo, la idea de que la vida es una historia es mucho más reciente.

Públicas o privadas, de "famosos" o de "anónimos", las cartas fueron en algún momento el principal registro del pasado y sin ellas sería imposible construir una memoria. De ese modo, pueden ser utilizadas como una fuente importante para los estudios históricos del turismo generando nuevos conocimientos.

[...] La investigación histórica que se renueva a partir de contextos historiográficos específicos, resulta pertinente a la turismología cuando consigue elucidar los saberes históricos producidos por hombres y mujeres en el tiempo. En efecto, los saberes y prácticas históricas pueden ser difusos y un tanto caóticos para los profesionales y científicos del turismo. Por eso, la apropiación de un pensamiento histórico reflejado en la experiencia de la práctica social requiere procedimientos teóricos y metodológicos coherentes con lo que se puede llamar patrimonio historiográfico (historiografías clásica y contemporánea) (Flores, 2005: 3).

Las correspondencias muestran una heterogeneidad de temas que pueden ser utilizados como fuente de investigación para la escritura de la historia del turismo. Demuestran, sobre todo, la necesidad cada vez más inminente de una mirada atenta de los archivos personales que permiten diversos abordajes sobre la historia de los viajes y el turismo.

LAS CARTAS COMO FUENTE HISTÓRICA PARA EL TURISMO

Los archivos privados, el encantamiento de la fuente y la búsqueda de métodos

Motivada por la quiebra de los grandes paradigmas la historia reubica a los individuos como sujetos históricos. Este cambio en la práctica historiográfica es visto por algunos como sinónimo de "crisis" y por otros "[...] como una modificación de la relación con la historia como disciplina científica, con el tiempo y con los fenómenos observados" (Prochasson, 1998: 105). La escritura sobre los sistemas globales explicativos y los "grandes nombres" anteriormente de moda en las investigaciones históricas, cede espacio a la escritura sobre el individuo común, investigado en su aspecto público y en su vida privada.

Esta "revalorización" de lo privado hace emerger una serie de sujetos y es responsable de provocar una nueva visita a los ya conocidos "grandes nombres" de la historia. Estos "individuos conocidos" aparecen en tesis, disertaciones y publicaciones como las cartas de Júlio de Castilhos y su esposa Honorina (Castilhos, 1993). También se puede citar la obra "Bem traçadas linhas: a história do Brasil em cartas pessoais" (Líneas bien escritas: La historia de Brasil en cartas privadas), donde el autor propone un breve contexto sobre la época y deja en manos de los remitentes la tarea de contar la historia de Brasil (Lemos, 2004).

Para Christophe Prochasson (1998) el interés por los archivos privados está unido a dos factores: inicialmente a la historia cultural, principalmente en la multiplicación de los trabajos sobre intelectuales; y en segundo lugar al cambio de la escala de observación de lo social enfatizando la micro-historia y la antropología histórica, que llevó a un interés mayor por las fuentes cualitativas. Ambos cambios teóricos condujeron a nuevas metodologías, fuentes y temas, que si bien ya habían sido abordados ganaron nuevos límites y significados. Se cita como ejemplo de esta nueva mirada la publicación en la década de 1990 de la Historia de la Vida Privada y la Historia de la Vida Privada en Brasil.

Las fuentes producidas en el ámbito privado sirven como puerta de acceso a la vida de gente desconocida que no precisa características excepcionales para ser digna de ser recordada. El objeto de investigación histórica es el individuo común que dota al mundo que lo rodea de significados. Para Chartier (1991) investigar las cartas ayuda a comprender los modos en que una comunidad construye su representación del mundo dándole significados plurales.

La búsqueda de fuentes privadas y de "gente desconocida" es una tarea bastante difícil para el historiador que precisa buscar fragmentos dispersos considerando que lo anónimo a veces deja pocos registros, pero es importante para entender cómo ese grupo construye sus representaciones sobre el mundo. Para reconstruir las vivencias de viajes el investigador puede usar las fuentes que han sido relegadas a un segundo plano durante mucho tiempo. Abandonadas en el sótano o en el ático, estas fuentes no eran vistas como importantes y constituían una documentación menor. Cartas, diarios, libros de memorias y anotaciones constituyen el caudal de la documentación privada, que suele estar dispersa y fragmentada.

En Brasil hay pocos centros destinados a guardar documentos privados para investigación. En este sentido, se destacan desde la década de 1970 el Centro de Investigación y Documentación de Historia Contemporánea de Brasil (CPDOC) de la Fundación Getúlio Vargas y el Archivo Edgard Leuenroth de la Universidad Estadual de Campinas.

Las dificultades para el investigador de archivos personales no se limitan sólo a la oportunidad. Suelen aumentar cuando las fuentes son privadas y están en manos de familiares (donde el investigador es un intruso en la memoria familiar). Los obstáculos se asemejan a los enfrentados por la historia oral donde debe existir confianza para obtener documentos. En Brasil no hay leyes que regulen el acceso de los investigadores a los documentos privados, de forma que quedan a merced de sus depositarios quienes tienen el poder de permitir el acceso o no y deciden si entregarlos generosamente o a cuenta gotas (Garcia, 1998). Sin embargo, el encantamiento de los investigadores frente a las fuentes privadas cargadas de subjetividad ha llevado a muchos historiadores a caer en los "tejidos del hechizo" (Gomes, 1998).

Las correspondencias familiares y la literatura "personal" (diarios íntimos, autobiografías, memorias), si bien son testimonios insubstituibles no por eso constituyen los documentos 'verdaderos' de lo privado [...] No hay nada menos espontáneo que una carta; ni nada menos transparente que una autobiografía hecha para ocultar tanto como para revelar. (Perrot, 1991: 11)

Son numerosas las dificultades que enfrentan los estudiosos de los archivos privados debido a que es una escritura más informal y cargada de subjetividades; y provoca la ilusión de que una carta o un diario son capaces de revelar lo más íntimo de su autor, la más pura "verdad" sobre él o sobre la realidad vivida. El hechizo permanece al lado del investigador que necesita tratar esa fuente con el mismo cuidado que trata las fuentes de carácter público.

Como afirma Gontijo (2005) escribir sobre sí mismo es construirse y transformarse, es un ejercicio que busca el efecto de la verdad para convencer de que lo que está escrito no tiene la intención de engañar o disimular. La escritura de sí mismo utiliza el argumento de la sinceridad que es individual y subjetiva y le atribuye valor de verdad. La sinceridad se refiere al modo en que el individuo se presenta en sus relaciones con los otros.

Recorriendo los archivos privados, especialmente las cartas, resulta interesante pensar en ellas como un "objeto histórico". Esta categoría de objeto histórico, por su propia naturaleza y funciones, privilegia las clases dominantes - hecho fácilmente observable en los museos y ampliamente denunciado en la bibliografía. Es evidente que el objeto histórico es de orden ideológico y no cognitivo. No quiere decir que no pueda ser utilizado para la producción de conocimiento. Por el contrario, son fuentes excepcionales para entender la sociedad que los produce o reproduce precisamente como objetos históricos (Meneses, 1998: 94-5).

Considerando que la mayoría de los objetos históricos han sido legados por las elites o clases dominantes como expone el autor, ni responden a una única verdad ni se los debe ignorar en la construcción del conocimiento. Hay que ser precisos en las preguntas y reflexiones que se generen a partir de ellos.

Otra idea propuesta por Meneses (1998) es el debate sobre "documento histórico", entendiéndolo en su expresión empírica como un "soporte de información". Para el autor cualquier objeto puede funcionar como documento e incluso "la partida de nacimiento puede brindar información inesperada" (Meneses, 1998: 95). De esta forma, no es su identidad la que hace del objeto un documento sino el "conocimiento que crea el sistema documental" (Meneses, 1998: 95). El investigador es quien habla sobre el documento y de allí surge la necesidad de explicitar sus criterios y procedimientos para definir el alcance de lo que dice. En lo que respecta a la escritura epistolar se hace referencia a la sociedad alfabetizada, que puede materializar sus palabras. Quedan fuera de su alcance los analfabetos, salvo que soliciten a alguien que escriba por ellos. En Brasil desde el siglo XIX, según un estudio oficial realizado en 1872, sólo un quinto de la población libre podía leer (Bastos, 2002).

Pensando específicamente en la historia de los viajes del siglo XIX y principios del siglo XX es importante destacar que en este período los viajes de ocio y entretenimiento eran realizados principalmente por una elite letrada, capaz de expresar sus sensaciones. Así, esta no sería una limitación para la historia del turismo. Pero hay que aclarar a qué grupo se refiere y en qué contexto acontece.

Cuando el investigador encuentra una carta se siente incitado a contar cómo la encontró, quién y para quién escribe y qué cuenta, cómo lo cuenta, cuándo y en qué contexto. También debe pensar en cómo y con qué finalidad se almacenaron las cartas. Dauphin & Poublan (2002) dicen que la correspondencia continua y conservada es reveladora de un "habitus" característico de ciertos medios, principalmente en el siglo XIX y principios del siglo XX. "El 'habitus' es al mismo tiempo un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de percepción y apreciación de las prácticas" (Bourdieu, 1990: 158).

El hecho de que algunas personas se preocupen más que otras por la producción, clasificación y conservación de las cartas recibidas se asocia a la propia naturaleza de la profesión ejercida. También la ocupación durante mucho tiempo de grandes residencias propició el archivo de estos documentos en sótanos y áticos. A veces las cartas constituyen parte del patrimonio material e inmaterial familiar (Borges, 2002). Legadas como herencia de generación en generación transmiten o construyen la memoria de la familia.

Conservar y clasificar las cartas permite mostrarlas a los hijos, nietos y otros descendientes. Esta manera de retener y elegir lo que es calificado como "buenas cartas" es un instrumento eficaz para construir la herencia considerando la calidad del contenido. Los sentimientos religiosos y morales y las virtudes del trabajo son valores compartidos en las familias y el medio burgués de esa época (Dauphin & Poublan, 2002).

Las cartas presentan singularidades en relación a los demás documentos privados. Tal como otras prácticas de escritura de sí mismo, la correspondencia constituye al mismo tiempo el sujeto y su texto, pero guarda la singularidad de ser producida considerando un destinatario con quien establecerá una relación. Para Trebitsch (1992) la correspondencia es un instrumento de aproximación pues es una de las raras fuentes escritas sobre el mundo de las relaciones sociales dominado por la palabra y la oralidad. Este diálogo es necesariamente condicionado por la distancia y la ausencia y precisa tiempo, reflexión, disciplina y confianza para realizarse (Gomes, 2004).

El investigador que se dedica a trabajar con cartas tiene que actuar como detective para descifrar diversos códigos comunes a quienes las escriben, expresiones que forman parte del "pacto epistolar" y que por ser de común conocimiento entre los remitentes no necesitan ser explicitadas. Se reúnen una serie de palabras en las entrelíneas, silencios, abreviaturas y hasta códigos destinados a mantener la privacidad del tema por si la carta acaba en "manos equivocadas". Las expresiones de época o creadas para cifrar y/o facilitar la comunicación epistolar deben ser recuperadas por el investigador.

La correspondencia es un documento que surge de la unión de factores, como destacan Dauphin & Poublan (2002: 86):

[...] no depende sólo de competencias (extensión de la alfabetización) o de incitaciones infraestructurales (servicio postal, apertura económica), sino que de manera más profunda esa práctica se enraíza en un modelo de comportamiento, en una manera de vivir el vínculo social y de estrechar relaciones.

La correspondencia refleja una manera de ser y relacionarse con el otro, definido por el modo de vida característico de una sociedad. Chartier (1991) dice que la correspondencia es un espacio privilegiado para la observación de la relación del individuo consigo mismo y con otros. Al analizar la correspondencia también debe considerarse el soporte material ya que es capaz de afectar a quien la recibe antes de leer la primera línea. La forma, el color del papel, la tinta, el timbre, la letra familiar, etc. representan al remitente y promueven el encuentro entre quien escribe y quien lee. El papel utilizado por el remitente que está viajando a veces pertenece al hotel donde se hospeda, con su timbre y logotipo, lo que permite identificar el lugar donde está el viajero.

La correspondencia equivale a un "acto de presencia" responsable de solidificar la relación entre los sujetos que intercambian roles a través del tiempo (Gomes, 2004). Se trata de una escritura "en tránsito", ya que su existencia es "fluctuante y contingente" (Gontijo, 2005: 267). De la misma forma que las cartas, las postales también tienen por objetivo establecer y mantener relaciones entre ausentes, siendo un "acto de presencia", realizando el "encuentro" entre remitente y destinatario. Como afirma Schapochnik (1998: 424) "la tarjeta postal procura establecer una comunicación entre ausentes y así restituir una distancia".

En este trabajo los intercambios epistolares no son prácticas culturales separadas de los viajes. Las cartas son documentos y objetos históricos en los que se privilegia no sólo lo que fue visto sino también lo imaginario y las representaciones de los viajes y del turismo. Las cartas no deben ser tratadas como simples relatos sino conjuntamente con los viajes, como espacios de sociabilidad, formación y entrenamiento de los remitentes y los destinatarios. Las cartas tienen carácter polisémico, es decir que pueden producir intercambios afectivos, profesionales e intelectuales (Lemos, 2004).

Se destaca que la recepción, lectura y difusión de las cartas ocupaba un lugar importante en la vida de las elites decimonónicas. Sea en la privacidad familiar o en las reuniones sociales su contenido se transformaba en el tema central.

Cécile Dauphin (1995) hace referencia a la existencia de un "Mise-en-scène del gesto de la escritura" para la cual existiría una etiqueta para la producción y lectura de la misma. La autora da varias características de la escritura y lectura de las cartas que ocupaban gran espacio en las prácticas familiares y constituían verdaderos rituales reveladores de valores y de representaciones individuales y sociales. La mise-en-scène sería constitutiva de la eficacia de los gestos y en los hogares el cuarto reservado y vacío sería el espacio preferencial para la producción de la escritura y lectura de la carta. Esta práctica estaría directamente ligada a la valoración de la intimidad y de la privacidad en las sociedades modernas y contemporáneas, como refugios del "yo". Quebrar este sosiego significaba prohibir la práctica epistolar.

Las cartas también eran difundidas en los eventos sociales donde los códigos culturales europeos se reverenciaban como los bailes, saraos, teatros y paseos públicos, donde normalmente se abría un espacio para la comunicación y el debate de las novedades traídas por las últimas cartas.

Asimismo deben destacarse la frecuencia de los intercambios epistolares y la ansiedad por la llegada. Hèbrard (1991) demuestra que la rareza de la correspondencia era responsable de la expectativa ante la llegada del cartero. Recibir cartas se transformaba en un momento excepcional porque unía espacios lejanos y rompía la rutina. La práctica epistolar poseía como lógica particular la posibilidad de intercambio entre interlocutores distantes. Se comprende que la comunicación vía cartas era esencial para soportar las distancias y la larga duración de los viajes.

Gomes (2004) comenta que la sociedad ganó espacio para lo íntimo a través de la valoración del individuo y la espontaneidad de sus sentimientos como el amor y la amistad. El estrechamiento de los lazos y el relato más libre de las vivencias de quienes escribían hacen que el investigador se involucre emocionalmente. Surge entonces la necesidad de romper los lazos afectivos que unen al investigador de correspondencias con su objeto de estudio, pues factores como la emoción y la comparación consigo mismo dificultan la objetivación de este material como fuente. El concepto de sensibilidad puede ser útil para interpretar estos documentos: "Una forma de reacción de los sentidos a través de emociones y sensaciones dadas por el contacto del individuo con la realidad" (Pesavento, 2005: 2).

El mundo sensible regido por los sentimientos y las emociones se traduce externamente y se materializa por ejemplo en las palabras y prácticas, evidencias de lo sensible. Para Pesavento (2005) quizá la única forma de "medir las sensibilidades" sea evaluando su capacidad movilizadora por su presencia, las reacciones que provocan y la forma en que exterioriza o intenta esconder los sentimientos.

El hecho de enviarse cartas no depende sólo de factores como la alfabetización y el servicio postal (o cualquier otro medio que permita el transporte de la carta) sino que está asociado a una manera de "vivir el vínculo social". Se percibe que el acto de intercambiar correspondencia fue característico de determinados grupos: intelectuales, políticos y mujeres.

Según VenÂncio (2004) los intelectuales más que cualquier otro grupo social se caracterizan por el intercambio de opiniones, datos e ideas por medio de correspondencia. Esa correspondencia intercambiada entre los que forman parte del "mundo de las letras" es responsable de formar lo que Michel Trebitsch llamó "sociabilidad privada", en oposición a los espacios públicos de sociabilidad. Asimismo, aparecen como espacios de intercambio "no sólo entre personas sino también entre comportamientos individuales y reglas impuestas desde el exterior, códigos sociales y normas de escritura" (Trebitsch, 1992: 74).

Las correspondencias desarrolladas en espacios privados como salas, cuartos o gabinetes, formaron parte de la práctica cotidiana de las mujeres. Aunque no se pretende inscribirlas sólo en el ámbito privado sino reconocer que es en éste donde dejaron mayores huellas. Esas "sombras tenues" de las que habla Michelle Perrot (1989) al decir que las mujeres tenían vedados los espacios públicos e hicieron de la escritura su refugio. Los diarios, cartas y anotaciones resultan una puerta de acceso a la vida cotidiana de las mujeres letradas. Sin embargo, no se puede abrigar la ilusión de encontrar una mujer que desnude su alma por completo, porque su escritura es controlada. Inscriptas en el grupo de las "recitantes", las mujeres que llevan consigo la memoria de lo privado ordenan los hechos y autodestruyen sus huellas por temor a la incomprensión, sugiriendo la "dificultad femenina para existir de otro modo que no sea en el instante fugaz de la palabra" (Perrot, 1989:13). Fonseca (2007) aborda el hecho de que las brasileñas también emprendieron viajes por Europa.

La mayoría de ellas acompañaba a sus padres y maridos en sus expediciones aprovechando el tiempo disponible para ampliar sus estudios de piano o idiomas. La memoria de sus viajes fue en gran parte construida por el relato masculino de sus compañeros a través de la correspondencia o de las narrativas por ellos producidas. Aunque sean pequeñas las referencias a ellas, en la casi inexistencia de una narrativa propia de la mayoría de las viajeras, encontramos indicios que nos permiten identificar sus rutinas en tierras extranjeras. A partir de ellas observamos que las principales actividades desarrolladas eran educativas, ya que Europa era una oportunidad única para acceder a una educación aún restringida para las mujeres brasileñas (Fonseca, 2007: 140).

Benjamin (1994) había definido al narrador como alguien distante, alejado de la experiencia cotidiana. Su narración poseía como fuente principal su experiencia como narrador-personaje en tierras distantes. Es importante destacar que en la narrativa de viaje se establece una memoria de la misma y sobre la misma, a través de la descripción de la propia vida del sujeto-viajero.

En las cartas de Cecília Meireles son comunes las noticias biográficas, los temas sobre trabajo, problemas de salud, alegrías y tristezas y su fascinación por los viajes. En una carta del 9 de julio de 1946 Cecília escribe: "Con esta bella expectativa me escribe Gabriela, sugiriéndome ir a California [...] No sé si esto será más que un sueño. Hace dos años que no viajo y usted no sabe lo que significa estar parada en un lugar para una criatura que nació para moverse [...]". (Paiva, 2006: 159)

Los viajes están presentes en su obra sea en una dimensión geográfica retratando diferentes ciudades europeas, indianas u otras, o los viajes marítimos portugueses; o sea en una dimensión metafórica donde el yo lírico realiza un infinito viaje de autoconocimiento. Esto se observa en sus testimonios y también en las misivas a Henriqueta Lisboa, como se observa en la despedida de una carta del 14 de noviembre de 1944: "Un abrazo, Henriqueta y hasta la próxima carta. De su amiga a quien le gustaría firmar 'Marco Polo'. Muy cariñosamente, Cecília" (Paiva, 2006: 159). El viaje parece haber sido para Cecília Meireles más que un tema a ser tratado en la poesía y más que el título del libro de 1939 que la consagró en la escena de las letras nacionales. Ella le dijo a Pedro Bloch en una entrevista publicada en la Revista Manchete: "Viajar para mí nunca fue turismo [...]. El viaje es una prolongación del horizonte humano" (Meireles, 1964).

Al viajar y producir una escritura sobre el viaje expresada a través de cartas, el viajero-narrador se afirmaba ante su comunidad al regresar a su propia cultura; por haber vivido la experiencia del viaje y haber visto lo nuevo y todo aquello que ya sabía que existía. Su mirada producía representaciones del otro y sus prácticas culturales. Pero no sería sólo el remitente quien construye una imagen sobre el otro sino que el destinatario también produciría representaciones sobre los lugares y pueblos visitados.

En la identificación de la producción de estas escrituras de viajes como monumentos intencionales o una "escritura de sí mismo", no hay que olvidar que en la recepción y lectura de los mismos se producirán nuevos monumentos o representaciones sobre el viaje que como práctica cultural se prolonga más allá de su realización.

Según Castilho Gomes (2000) las cartas transmitían impresiones, opiniones e ideas, llevando el lector a entrar en contacto con el pensamiento de sus remitentes, considerados intérpretes privilegiados de la realidad nacional por la distancia que les garantizaba la "imparcialidad del análisis" y por la "experiencia vivenciada" en los "países civilizados". Las cartas representaban una conversación entre ausentes donde los consejos, consuelos, pedidos, indiscreciones y pensamientos serían correspondidos.

Fonseca (2006) analiza la práctica cultural del viaje como uno de los elementos de la formación de las elites decimonónicas a ser inventariados en la lectura de sus relatos de viajes presentes en diarios, notas periodísticas, memorias y cartas particulares. No hay que olvidarse de las indispensables "cartas de presentación" expedidas por personas influyentes y autoridades para que el viajero consiguiera hospedaje en Brasil (Pires, 2001: 134).

De ese modo, desde tiempos remotos los viajeros escribieron diarios, relatos, cartas, artículos, mapas, litografías y otros materiales. También hacían relatos minuciosos sobre sus viajes emprendidos a partir de la escritura de cartas como la Carta de Pero Vaz de Caminha. Estas misivas circulaban tanto en el ámbito privado entre familiares y amigos como en el ámbito público y sirvieron tanto para producir conocimiento sobre el mundo como también para crear imaginarios sobre destinos visitados.

Los textos elaborados a partir de viajes realizados por sus autores son bastante utilizados como fuentes por los historiadores. Eran escritos por individuos que se encontraban en la posición de extranjeros y debido a esto tenían "condiciones para percibir aspectos y contradicciones de la vida cotidiana que el residente era incapaz de percibir por considerarla natural y permanente" (Moreira Leite, 1997: 9-10). Este tipo de obra se difundió en Europa debido a la necesidad de conocimiento sobre las regiones "periféricas" y sus habitantes y el desarrollo científico. Los estudios vinculados a la Historia Natural fueron algunos de los factores motivadores de los innumerables viajes que se hicieron con mayor frecuencia durante el siglo XIX.

Muchos relatos de viajeros asumían la forma de cartas o diarios. El intercambio epistolar realizado durante los viajes puede ofrecer importante información sobre los viajes en el ámbito de la vida privada con una perspectiva complementaria, ya que Moreira Leite (1997) sitúa los libros de viaje como un producto intermediario entre el documento personal (diario íntimo y cartas) y el informe oficial (memoria descriptiva con objetivos políticos, económicos y educativos).

En la escritura de la historia de los viajes y el turismo en Brasil, principalmente del siglo XIX, se puede observar el uso de relatos de viajeros ya hechos públicos a través de libros como los de Mário Jorge Pires (2001), Haroldo Leitão Camargo (2007) y Silvio Lima Figueiredo (2010). Estas fuentes son más fáciles de encontrar a diferencia de las cartas privadas que están dispersas y guardadas por particulares. Así, las mismas aún son poco utilizadas por los investigadores del área de turismo.

Pero es importante resaltar la importancia de esa fuente porque a través de ella es posible identificar las prácticas de viajes de un grupo específico en un tiempo definido, sus destinos y los significados atribuidos a esa práctica. Esta es una de las principales ventajas de la carta privada. Quien escribe vuelca allí sus emociones y sentimientos que serán divulgados de forma restringida. Aunque no se puede olvidar que tanto quien escribe como el destinatario están profundamente incluidos en un ámbito social.

Muchas veces la escritura de las cartas poseía motivos ajenos a los viajes y como observadores en tránsito aparecen en sus registros de los lugares visitados su mirada sobre esos lugares. Como el viajero elige lo que observará su mirada será siempre fragmentada porque estará enfocada en atractivos conscientemente seleccionados. No hay que olvidar que este viajero porta consigo no sólo la experiencia constituida durante el viaje sino toda una vivencia anterior que le indica cómo ver el mundo y vivir la vida, pues "lo que cada uno ve cuando viaja es el resultado de la manera en que mira, del lugar desde dónde mira y de las luces que iluminan aquello que el viajero elige ver" (Pimentel, 1998: 8).

En ese sentido, las cartas pueden revelar importantes aspectos de los viajes y del turismo como el perfil de los viajeros, los motivos de los viajes, los itinerarios, los destinos, los servicios utilizados, las impresiones sobre el lugar visitado, la mirada del viajero, los hábitos, bienes materiales, saberes y culturas, los significados sociales de los viajes, algunas consecuencias económicas, sociales y culturales de ese proceso, el retorno, entre otros aspectos que pueden contribuir al conocimiento histórico y etnográfico del área.

Otro aspecto relevante a ser considerado es que el investigador no puede sucumbir a la tentación de leer esa escritura de viaje como una descripción "fiel" de la realidad. Durante sus análisis debe considerar que esas experiencias son escritas a partir de la mirada del otro delimitada por aquello que ya fue visto y escrito por otros. Con matices y entrelíneas de una experiencia marcada por lo que debe y puede ser visto, cuantificado, observado, registrado y escrito. Por lo tanto, viajar, mirar y narrar son acciones fuertemente vinculadas.

Así, las cartas son utilizadas en varios campos de la investigación y se las considera una fuente extremadamente relevante para analizar la perspectiva histórica de los viajes y del turismo. El "descubrimiento" de fuentes privadas puede ser crucial para el trabajo de los historiadores y turismólogos. Cabe destacar que la existencia de buena parte del archivo de fuentes permitirá al investigador descubrir la vida del hombre común que no posee prestigio en el ámbito público. Estas fuentes permanecen en el interior de las casas a merced de la suerte de quien las encuentre. Estas fuentes asimétricas y de acceso aleatorio constituyen el corazón de las cosas guardadas, sobre todo para la gente de la tercera edad que las revén para reavivar los recuerdos. Escribir es una forma de conceder linealidad a la vida, estabilidad y permanencia a través del tiempo y puede resultar como una forma de catarsis para atenuar la soledad.

CONSIDERACIONES FINALES

Durante el siglo XX la correspondencia sufrió el impacto ocasionado primeramente por el teléfono y posteriormente por el correo electrónico y demás medios de comunicación que satisfacen la demanda de lo rápido y de lo efímero al mismo tiempo. Surgen medios más veloces para comunicarse, generalmente más fríos, que reducen el flujo de las cartas y dispensan el ritual de la escritura. Éstos eximen al destinatario de aguardar al cartero, de reconocer los trazos tan particulares de la letra, de la sensación de abrir el sobre y desdoblar la hoja. Aunque acortan la velocidad de comunicación y se pueden enviar en mayor número, los e-mails y mensajes generalmente son "eliminados" sin dejar rastros. Se pierde buena parte de la voz del otro lado de la línea y en las bandejas de entrada del e-mail. Ya no se guardan los atados de cartas amarillentas dentro de un cajón y de esta manera se pierde la posibilidad de releer.

Si bien la facilidad de comunicarse aumentó, la fugacidad también. Para los historiadores y turismólogos existirán pocas fuentes de este tipo para las investigaciones pero habrá otras formas de estudiar los vínculos sociales durante los viajes. Los investigadores de los archivos privados deben enfrentar diversos desafíos y la búsqueda de métodos y categorías de análisis son algunos de ellos. Se debe considerar la dimensión subjetiva que el documento expresa, sobre todo para el autor porque constituye "su" verdad. Tal vez una de las respuestas para trabajar con cartas esté en uno de los primeros autores que pensó sobre ellas. Demetrio concibió la carta como algo más elaborado que el diálogo porque es escrita y enviada a alguien "como si fuera un presente" revestido de gran cuidado y gran preparativo. Puede residir en él la desconfianza de que se está ante un documento "mejorado" en cuanto a la influencia de las características de su tiempo.

El análisis de las cartas y demás archivos personales amplía y hasta rompe los límites disciplinarios, proponiendo un mayor diálogo con otras áreas del conocimiento en las que estas fuentes y/o objetos de estudio han sido fructíferas.

A partir del debate presentado en este artículo es posible destacar la riqueza del uso de cartas para escribir la historia de los viajes y el turismo, pero también sus limitaciones que requieren mayor atención de los investigadores durante su análisis. La importancia de las cartas para la historia de los viajes y el turismo está principalmente en el tipo de fuente. Es decir que por el hecho de ser privada y destinarse a un destinatario específico lo que se dice es más espontáneo, íntimo, informal y subjetivo, impregnado de la perspectiva del viajero, sus sensaciones, emociones más íntimas y los significados sociales atribuidos a esa práctica.

En ese sentido, el interés por documentos como las cartas es animado por la posibilidad de ampliar el análisis de los procesos históricos de los viajes, el turismo y el ocio, incorporando opiniones, impresiones y versiones sobre la actividad turística que representan diversas miradas de los ciudadanos comunes. Los registros permiten construir una versión de la historia de los viajes y el turismo más plural y representativa de la diversidad social que caracteriza a la sociedad brasileña.

El uso de las cartas también permite "otra" historia de los viajes y del turismo, diferente de la historia oficial asumida como verdadera. Esa historia se vuelca hacia los individuos viéndolos como sujetos históricos. Las prácticas de viajes turísticos o no son realizadas por individuos, por sujetos que construyen su propia historia y de esa forma es posible entender la sociedad que los produce o reproduce.

En cuanto a las limitaciones se destaca que la mayoría de las cartas se encuentra dispersa y fragmentada en manos de particulares, lo que dificulta el acceso a las mismas y su uso para la investigación.

Es importante destacar también que las cartas no revelan la "pura" verdad pues las fuentes no hablan por sí solas, sino que deben ser cuestionadas por la mirada del investigador. Las fuentes hablan sólo cuando el investigador las aborda. Es él quien decide qué hechos mostrar y en qué orden o contexto. Así, ya no se buscan más verdades absolutas sino diferentes versiones de las representaciones de las verdades evidenciadas por el poder de la historia para realizar indagaciones acerca de los hechos y las estructuras relacionales que se comunican con éstos. En este sentido, para definir el alcance de lo dicho el investigador debe explicitar los criterios y procedimientos de su análisis pues es él quien habla sobre el documento.

En la historia de los viajes y el turismo se debe tratar la fuente con cuidado, entendiendo quién es el que escribe y quién es el destinatario, la relación entre ellos y qué sociedad las produce o reproduce; para no analizarlas en forma aislada del contexto en el que se insertan. Así, entender la historia de los viajes, el turismo y el ocio también revela la historia de la propia sociedad.

Como se mostró, las cartas pueden servir como fuente para la investigación histórica de los viajes y el turismo. Solas o cotejadas con otras fuentes e incluso como documentación auxiliar para lograr una mejor aproximación al pasado, no hay dudas de que conforman las nuevas tendencias historiográficas del turismo.

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Recibido el 03 de diciembre de 2013
Reenviado el 07 de marzo de 2014
Aceptado el 19 de marzo de 2014

Arbitrado anónimamente

Traducido del portugués