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Estudios y perspectivas en turismo

versão On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. vol.24 no.4 Ciudad Autónoma de Buenos Aires out. 2015

 

DOCUMENTOS DE BASE

Códigos encubiertos

Prostitución de varones y turismo sexual en Tijuana, México

 

Nora Leticia Bringas*

Ruth Gaxiola**

El Colegio de la Frontera Norte Tijuana, México

* Doctora en Geografía por la Universidad de la Nueva Sorbona, París 3, Francia. Se desempeña como Investigadora del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, México. E-mail: nbringas@colef.mx

** Doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios Regionales por El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, México. Se desempeña como Coordinadora Administrativa en la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF NORTE) de El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, México. E-mail: rgaxiola@colef.mx


Resumen: 

El fenómeno del turismo sexual masculino en Tijuana, México es analizado desde una perspectiva espacial. Se examina la manera en que los sexoservidores usan y se apropian del espacio a través de sus interacciones con los turistas y cómo estas interacciones configuran los espacios del turismo sexual atendiendo a las variables de accesibilidad, oportunidad y restricción. La observación no participante y las entrevistas en profundidad con sexoservidores permitieron identificar las áreas de prostitución masculina en el centro de la ciudad. Los resultados preliminares muestran que los sexoservidores no son usuarios pasivos de los territorios en los que trabajan, sino que se apropian de ellos y los transforman en espacios seguros libres del estigma y la presión social en los que pueden interactuar sin temor al acoso policial.

PALABRAS CLAVE: Sexoservidores; Prácticas espaciotemporales; Tijuana; Turismo sexual; Varones.

Abstract: 

Covert Codes. Male Prostitution and Sex Tourism in Tijuana, México. This article tackles the phenomenon of male sex tourism in Tijuana from a spatial perspective. The authors examine the way male sex workers use and appropriate space through their interactions with male tourists, and how such interactions give shape to sex tourism spaces according to the variables of accessibility, opportunity and constraint. Instrumental to the identification of the areas of prostitution were non-participant observation and in-depth interviews with male sex workers who offer their services to male tourists. Preliminary findings show that these sex workers are not passive users of the territories in which they work, but rather they appropriate space and transform it into safe places, free from stigma and social pressure, and from police harassment.

KEY WORDS: Male sex workers; Socio-spatial practices; Tijuana; Sex tourism spaces.


Introducción

A pesar de que no es una problemática nueva, en los últimos años el turismo sexual ha acaparado la atención de organismos internacionales como la Organización Mundial del Turismo (OMT), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Red de Organizaciones contra la Explotación Sexual Comercial de Niños (ECPAT, por sus siglas en inglés), sobre todo por la incorporación de menores al mercado del sexoservicio. Los primeros estudios sobre el turismo sexual sugieren que esta actividad empezó a desarrollarse en los países del este y sureste asiático, donde la práctica estuvo asociada con el envío de soldados estadounidenses a la guerra de Vietnam entre 1959 y 1975. Varios autores coinciden al señalar que al finalizar el conflicto bélico y retirarse el ejército de la zona, la infraestructura abandonada encontró un nuevo uso en el turismo sexual (Cohen, 1982; Graburn, 1983; Barger, 2002).   

A partir de entonces, surgieron en la literatura términos como "turismo relacionado a la prostitución" (Cohen, 1982: 405) y "turismo de prostitución" (Graburn, 1983: 438) para referirse a este fenómeno. La principal diferencia entre "turismo de prostitución" y "turismo sexual", es que en el primero la relación entre el turista y el proveedor de servicios sexuales es puramente comercial, es decir que existe entre ellos un intercambio sexo-dinero, mientras que en el turismo sexual la relación no se limita solamente a un encuentro sexual comercial.

Reducir el turismo sexual a una mera transacción comercial nos lleva a caminos equivocados, sobre todo si se considera, por un lado, que los turistas sexuales no son los únicos que se involucran en relaciones sexuales cuando viajan, y que en general las personas que viajan lo hacen, ya sea con su pareja habitual o con una pareja ocasional, producto de un encuentro circunstancial, de mutuo acuerdo y sin que medie una relación comercial. Por otro lado, existe la idea de que sólo los turistas participan en relaciones sexuales comerciales en el destino y, por lo tanto, que es gracias al turismo que se promueve la prostitución, cuando lo cierto es que ya existe una industria del sexo en el destino que es utilizada por los residentes locales (Carter, 2000; Bauer & McKercher, 2003).

En este orden de ideas, Bauer & McKercher (2003: 5-10) proponen un marco conceptual para entender el turismo sexual a partir de tres dimensiones: a) el rol que juega el sexo en la decisión de viajar; b) la naturaleza del encuentro, y c) el papel del turismo como facilitador de ese encuentro. De esta manera, establecen que el papel más importante que juega el turismo en una relación sexual es ofrecer un ambiente liminar fuera de las normas sociales establecidas para el hogar, lo que atenúa las inhibiciones y propicia mayores oportunidades para el sexo. Así, el viaje se erige como un detonador de oportunidades para que los turistas realicen actividades que no harían en su lugar de origen o que no podrían realizar debido a las restricciones sociales de su entorno.

Históricamente, el turismo sexual se ha relacionado más con un turismo heterosexual, en el que los hombres viajaban a diferentes destinos en busca de encuentros sexuales con mujeres locales (Cohen, 1982; Graburn, 1983; Hall, 1992; Harrison, 1994), aunque no se debe soslayar que la comercialización de este servicio no excluye a quienes desean un encuentro con una persona de su mismo sexo.

Actualmente, México sobresale entre los países latinoamericanos en los que el turismo sexual se ha desarrollado, sobre todo en destinos turísticos de playa como Acapulco, Cancún y Puerto Vallarta, así como en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez (Azaola, 2006; López & Van Broeck, 2013). Estas últimas representan un nicho de oportunidad para el desarrollo de investigaciones relacionadas con el turismo fronterizo, pues por su dinámica y estrecha  relación con los países vecinos, las áreas de prostitución en las ciudades fronterizas han variado a través del tiempo y el espacio de manera general (Curtis & Arreola, 1991).

Teniendo en cuenta que la prostitución y el turismo sexual masculino son fenómenos poco abordados en la literatura (Minichiello et al., 2003), éstos representan un área de oportunidad para estudiar los espacios físicos donde se lleva a cabo la prostitución de varones, actividad que suele estar asociada con la pobreza, el desempleo y la marginación social. Por ello, el objetivo del presente trabajo consiste en reconocer los espacios físicos destinados a esta actividad en el casco histórico de la ciudad de Tijuana e identificar las características principales de quienes se dedican a esta actividad, así como algunas de las prácticas socioespaciales de los trabajadores sexuales entrevistados.

El turismo sexual entre varones en Tijuana se explica a partir de los procesos que han intervenido en el desarrollo de la ciudad, entre los cuales destacan la migración y el turismo internacional. Este último ha marcado fuertemente el crecimiento económico de Tijuana desde inicios del siglo pasado, y la migración ha sido determinante en su poblamiento y desarrollo.

APROXIMACIÓN METODOLÓGICA PARA ESTUDIAR LA PROSTITUCIÓN Y EL TURISMO SEXUAL MASCULINO 

En la literatura sobre turismo sexual, el uso de los términos "prostitución", "trabajo sexual" y "sexoservicio" está sujeto a las distintas ––y en ocasiones antagónicas–– valoraciones que los autores hacen de la venta de sexo a cambio de un pago o beneficio monetario o en especie. Aunque algunos autores prefieren emplear el último de estos términos con la intención de suprimir su contenido transgresor y peyorativo, en el entendido de que una persona adulta tiene derecho a alquilar su cuerpo como forma de vida (Altman, 1999), no se puede soslayar que con ello se esconden las verdaderas causas que llevan al individuo a practicar el sexoservicio, como son la pobreza, el hambre y la indefensión, con todos los efectos que traen la estigmatización y la marginalización. Así pues, para muchas personas el sexoservicio parece ser no la mejor sino la única opción viable de subsistencia (Khan, 1999: 197). Reconociendo esta diferencia y con fines prácticos, en este trabajo se utilizarán estos términos de manera indistinta.

El tema de la prostitución tiene muchas aristas y una carga social que hacen difícil abordarlo; más aún si se lo relaciona con el turismo y si, además, se considera que la prostitución entre varones es una práctica encubierta y no reglamentada. Estudiar este tipo de temáticas implica descifrar lo que Córdova (2010) denominó "códigos esotéricos", los cuales se refieren a un sistema de gestos corporales y símbolos que utilizan los trabajadores sexuales para que los reconozcan sus clientes potenciales, pero que son imperceptibles para quienes no están involucrados con esta actividad. Para los trabajadores sexuales proteger su identidad de género y la de sus clientes es un factor de vital importancia que evita el rechazo público y la segregación social.

Con lo anterior en mente, el trabajo de campo partió de la realización de recorridos por diferentes zonas utilizando la técnica de observación no participante, la cual facilitó la identificación de los espacios y los sujetos de estudio, es decir, los varones que participan en el trabajo sexual. Con ello se pudieron estudiar las prácticas de apropiación del espacio y los códigos encubiertos utilizados, incluyendo miradas, lenguaje corporal y señas sexuales discretas.

Una vez identificados los sujetos de estudio empezó la difícil tarea de abordarlos para realizar entrevistas en profundidad y analizar el comportamiento de los trabajadores sexuales y el significado que otorgan a sus prácticas. La técnica de selección del individuo fue por muestreo intencional por atributos, por lo que se buscó a trabajadores sexuales mayores de 18 años, cuyos servicios estuvieran orientados al turismo en los espacios seleccionados del primer cuadro de la ciudad: la plaza Santa Cecilia, el Parque Teniente Guerrero y un pequeño corredor que parte de ese lugar y se extiende a lo largo de tres cuadras hacia la avenida Revolución, principal arteria turística de la ciudad. A este espacio se le denominó "Andador de prostitución de la calle Cuarta".

La estrategia utilizada para hacer las entrevistas se adaptó en función de los espacios. Si los espacios eran abiertos, como el Parque y el Andador, se utilizó la técnica "bola de nieve", en la que un entrevistado conduce a otro y así sucesivamente (Taylor & Bogdan, 1987). Para las entrevistas en la plaza Santa Cecilia se contó con el apoyo de la Asociación Fondo de Asistencia para el SIDA, la cual fungió como puente de enlace con algunos meseros que trabajaban en los bares gay-friendly de la zona y que ofrecían sus servicios al turista sexual masculino. En total se aplicaron once entrevistas cara a cara.

Teniendo presente las propias limitaciones del tema y lo difícil de asirlo, en este trabajo se intentó hacer una aproximación, sin pretender llegar a generalizaciones sobre el fenómeno estudiado. Otros estudios han constatado que la falta de información y datos confiables son un problema común en los estudios de prostitución y turismo sexual (Aramberri, 2005).

TRAS LAS PISTAS DEL SURGIMIENTO DE LA PROSTITUCIÓN EN TIJUANA 

La ciudad de Tijuana se localiza en el estado de Baja California en el extremo noroccidental de la frontera México - Estados Unidos, adyacente a la línea divisoria que separa esta ciudad del estado de California. Esta situación de vecindad ha sido determinante para el crecimiento de la ciudad, su perfil y posterior desarrollo, en gran parte ligado a la confluencia de dos flujos de visitantes: los turistas del norte y los migrantes del sur (Bringas & Woo, 1992). Estos fenómenos han estado acompañados de un sinfín de hechos y leyendas asociadas con la ilegalidad, la prostitución y el vicio (Demaris, 1970). Por lo anterior, resulta pertinente buscar en la reseña histórica de Tijuana los sucesos relacionados con el surgimiento de la prostitución asociada con el turismo, para así tratar de entender la prostitución de varones con turistas e identificar cómo se configuraron los espacios que actualmente funcionan como plataforma para esta actividad.

El origen de la actividad turística en Tijuana, así como la vida social, cultural y económica del estado al que pertenece, estuvo influenciada por los sucesos de distinta índole que tuvieron lugar en el vecino estado de California desde principios del siglo XX, sobre todo a partir del cierre de los establecimientos de venta de alcohol, apuestas y prostitución. Estos hechos obligaron a los empresarios estadounidenses a buscar alternativas fuera de su país y dirigir su mirada hacia Tijuana, ciudad en la que encontraron un espacio de oportunidad para desarrollar las actividades censuradas en su país (Robinson, 2002). 

Tijuana se promovía en la prensa de San Diego como destino abierto en el que los turistas podían disfrutar de un pintoresco pueblo mexicano al tiempo que disfrutaban de actividades "prohibidas" como los casinos, las apuestas, los juegos de azar y las casas de prostitución (Robinson, 2002: 36). En este contexto de censura por el lado del gobierno estadounidense y de permisibilidad por el lado mexicano, en 1920 entró en vigor en el vecino país la llamada Ley Volstead o Ley seca, con la cual se prohibía la producción y venta de bebidas alcohólicas, lo cual convirtió a Tijuana en el escenario apropiado para desarrollar estas actividades. Esto influyó sin duda en el desarrollo de la ciudad y reafirmó su mala imagen de "ciudad del vicio" de la frontera mexicana (Price, 1973;  Robinson, 2002; Félix, 2003).

En 1920 la Junta de Temperancia, Prohibición y Moral Pública de la Iglesia Metodista de Estados Unidos llamó a esta ciudad "la meca de las prostitutas [y] los vendedores de drogas..." (Price, 1973: 53). Lo anterior ocasionó una fuerte presión moral para que Estados Unidos cerrara la frontera a las seis de la tarde para evitar que sus conciudadanos visitaran la ciudad. No obstante, contra lo esperado, esta medida provocó que los visitantes se quedaran a pernoctar en la ciudad, lo que originó el desarrollo de la hotelería en la región (Bringas, 1991).

Los flujos turísticos continuaban llegando a la ciudad y en 1928 el florecimiento de Tijuana como destino turístico que explota la prostitución y el vicio se vio reforzado por la construcción del Casino de Agua Caliente, que marcó toda una época en ambos lados de la frontera. Su apertura fue todo un acontecimiento que transformó a la ciudad en un centro de diversiones de renombre internacional, visitado por el jet sethollywoodense, como Charles Chaplin, Clark Gable y el conocido capo de la mafia Al Capone (Félix, 2003).

En este nuevo paisaje urbano la prostitución femenina proliferó como actividad lícita y regulada. Las prostitutas, en su mayoría estadounidenses, eran atraídas de Estados Unidos y estaban autorizadas por el gobierno local para ejercer ese oficio, además de que estaban sujetas a inspecciones médicas (Price, 1973: 54; Robinson, 2002: 38). Se estima que en 1932 existían alrededor de 500 prostitutas trabajando tanto en el interior de los bares como en la calle (Ruiz, 2001: 133),

Pero la "época de oro" del turismo en  Tijuana estaba llegando a su fin. El 5 de diciembre de 1933 se derogó la ley Volstead en Estados Unidos afectando con ello significativamente la actividad turística y económica de Tijuana. Para 1935 la prostitución se empezó a realizar sólo en el interior de los establecimientos (Murrieta & Hernández, 1991) y en 1938 el Presidente de México, el general Lázaro Cárdenas, prohibió los juegos de azar en el país por considerarlos "centros de decadencia moral" (López, 2005: 69), cerrando todos los casinos y poniendo fin a la primera época de la leyenda negra de Tijuana.

Posteriormente, con la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra de Corea, los bares y cabarets de Tijuana nuevamente empezaron a recibir a un número importante de marinos de la recién creada base naval de San Diego, quienes buscaban comprar sexo y alcohol. Durante este período entre guerras resurge la leyenda negra en la ciudad (Félix, 2003: 158). En esta nueva época la prostitución era la característica principal de casi todos los bares e incluso había establecimientos como el Aloha y el Blue Fox que  abrían las 24 horas (Ruiz, 2001: 130).

En la década de 1950 las áreas de tolerancia de las ciudades fronterizas se trasladaron hacia las afueras de las ciudades buscando generar una imagen "libre de pecado" (Curtis & Arreola, 1991). Así, en 1953 los establecimientos de prostitución de Tijuana fueron trasladados hacia la periferia de la ciudad en los conocidos "kilómetros 7 y 8" de la antigua carretera a Ensenada, hacia donde eran llevados, desde la línea internacional, camiones repletos de marinos de la base de San Diego (Murrieta & Hernández, 1991: 35-36).

Posteriormente, al cerrar estos establecimientos, los nuevos centros de entretenimiento sexual regresaron al centro de la ciudad y conformaron lo que actualmente se conoce como la zona norte, zona roja o de tolerancia, lugar que concentra la mayor oferta de servicios sexuales en Tijuana, a escasos 300 metros de la línea internacional. Esta zona es una de las más grandes de la frontera norte y es un referente de la vida nocturna de la ciudad y un punto estratégico para las actividades de prostitución y tráfico de drogas (Hernández, 2003:18).

A pesar del gran auge experimentado durante la primera mitad del siglo XX, a finales de los años cincuenta se observó una reducción de la actividad económica en la ciudad (Verduzco, Bringas & Valenzuela, 1995), lo que derivó en algunas iniciativas por parte del gobierno federal para contrarrestar los efectos de la crisis creando el Programa Nacional Fronterizo en 1961 y el Programa de Industrialización Fronteriza en 1965, este último basado en la industria maquiladora (Verduzco, Bringas & Valenzuela, 1995).

Ambas iniciativas trajeron consigo un aumento poblacional ocasionado por las olas migratorias que llegaron desde el interior del país, ejerciendo mayor presión y demanda por servicios y empleos (Bringas & Woo, 1992). Lo anterior provocó que algunos problemas sociales se agudizaran, como el aumento de madres solteras, un mayor número de niños y adolescentes en actividades delictivas y drogadicción. Igualmente, proliferaron los antros, cantinas y lugares de table dance de la mano de la prostitución (Arzate, 2005: 10-11).

Si bien la mayor parte de la historia de Tijuana se asocia al trabajo sexual femenino, existen algunas referencias sobre el turismo queer en México. De acuerdo con Cantú (2002) las zonas de tolerancia son espacios en los que la sexualidad de los hombres mexicanos se fija o se transforma, siendo tres los procesos que intervienen en la construcción de la homosexualidad en México: la tensión entre las identidades de género-sexo tradicionales y las nuevas, la difusión masiva de la cultura norteamericana entre los jóvenes, y los lazos existentes entre la población latina, principalmente de la región suroeste de Estados Unidos. Esta última población representa el principal componente de las corrientes turísticas que llegan a la ciudad (Bringas, 1991; 2004).

En aras de mejorar la imagen urbana de la ciudad, la década de 1980 marcó una significativa transformación del equipamiento y la infraestructura de Tijuana, siendo quizá la construcción de la canalización del Río Tijuana la obra más importante, acompañada de un desarrollo comercial y financiero que atrajo grandes inversiones en sitios como el Centro comercial Plaza Río y el Centro Cultural y Turístico de Tijuana (Cecut), edificaciones que abonaron positivamente en mejorar la imagen urbana de la ciudad. Esta transformación coincidió con una fuerte devaluación del peso frente al dólar y una aguda crisis económica, lo que atrajo una fuerte ola migratoria desde distintas partes del país hacia esta región fronteriza, en busca de mejores oportunidades de vida (Verduzco, Bringas & Valenzuela, 1995).

Los flujos migratorios del interior del país continuaban llegando y la ciudad experimentaba un creciente proceso de urbanización. Este proceso, aunado al establecimiento de la zona de tolerancia en Tijuana, propició el surgimiento de los bares gay en el primer cuadro de la ciudad, con lo cual se atrajo al mercado gay del sur de Estados Unidos y posicionó a las ciudades de la frontera norte de México entre los principales destinos para el turismo sexual masculino (Cantú 2002: 144; Curtis & Arreola, 1991: 340).

El bar Los Equipales, en la calle séptima, fue uno de los primeros establecimientos gay reconocidos abiertamente en la ciudad. Otro bar importante en la historia y conformación del turismo sexual masculino de Tijuana es el Club Éxtasis, recientemente rebautizado como Club Fusión, uno de los espacios de socialización más importantes que aún se encuentra funcionando y que permite el encuentro de la población local con los turistas anglosajones y mexicoamericanos que vienen del otro lado de la frontera.

En años más recientes, la comunidad gay, lésbica, bisexual y transexual de Tijuana ha llevado a cabo actividades que le han dado visibilidad a su lucha por defender los derechos de la diversidad sexual. Tal es el caso de la Marcha del Orgullo Gay, la cual se celebra desde 1995 en esta ciudad y gradualmente ha ido ganando importancia e incrementado sus participantes. A la par de esto, se ha ido incrementando también el número de establecimientos gay-friendly en la ciudad, sobresaliendo bares como el DF, El Ranchero, el Hawaii, el D'Luna Café, el Villa García, el Mike's, El Clóset Bar, el Taurino y El Colibrí, entre otros.

Por último, se puede decir que la prostitución en Tijuana no sólo es vista como una actividad económica consolidada sino que, además, el gobierno la ha legitimado invirtiendo entre 2000 y 2004, en obras de remodelación, equipamiento y embellecimiento en la zona norte o zona de tolerancia, con el propósito de mejorar la imagen urbana y reactivar el turismo (Bringas, 2004).

A pesar de lo anterior, son escasos los establecimientos que ofrecen condiciones para ejercer el trabajo sexual masculino, con excepción de algunas casas de masajes y algunos bares que cuentan con "privados", cuartos pequeños en los que puede realizarse el contacto sexual (Información obtenida en trabajo de campo, varios entrevistados).

LOS ESPACIOS DE PROSTITUCIÓN MASCULINA EN TIJUANA

La distribución espacial de la oferta de servicios sexuales responde a las ventajas de la ubicación de la zona turística y se relaciona con la industria del entretenimiento, lo que hace posible relacionar la prostitución con el turismo. En este sentido, la prostitución constituye una actividad urbana relacionada con otras funciones económicas y sociales de una ciudad (Ashworth, White & Winchester, 1988; Carter, 2000). En Tijuana los espacios en los que se desarrolla la prostitución masculina coinciden con los espacios turísticos y por consiguiente se ubican en zonas muy visitadas, principalmente en el primer cuadro de la ciudad, en espacios abiertos como la calle, la plaza, el parque, aunque también existen espacios fuera de la zona turística que por lo mismo son menos frecuentados.

El primer cuadro de la ciudad atrae a los sexoservidores y a la clientela masculina por diversos factores: a) por su cercanía a la zona de prostitución femenina; b) por la proximidad con la línea internacional, lo que facilita el acceso de los turistas internacionales, ya sea caminando o en taxi; y c) por la existencia de establecimientos comerciales o de servicios de apoyo al turismo, como son los hoteles y bares aledaños.

Además de los espacios abiertos o públicos, los servicios sexuales se ofertan en espacios privados, como los bares dirigidos a un público homosexual o gay-friendly. Estos sitios de socialización ofrecen varios servicios de entretenimiento y son frecuentados tanto por locales como por visitantes extranjeros. Sin embargo, los bares son sólo espacios de encuentro, pues el contacto sexual se realiza en otros sitios.

En un primer recorrido de campo realizado en los meses de enero a febrero de 2008 se identificaron alrededor de 13 bares gay-friendly. Actualmente existen 21 bares de este tipo, ubicados en su mayoría en la zona centro. Esta concentración espacial de establecimientos y de sitios de prostitución masculina en el primer cuadro de la ciudad reduce la movilidad de los turistas internacionales, quienes no requieren desplazarse grandes distancias o utilizar algún medio de transporte para acceder a los sitios donde se ofertan los servicios sexuales. A estos sitios, muy próximos al cruce fronterizo, se puede llegar a pie o en taxi.

Entre los demás espacios de encuentro entre hombres están aquellos que encubren la prostitución masculina (como las casas de masaje, aunque también masajistas independientes ofertan estos servicios a domicilio) y los identificados como de "ligue" entre la población gay, como la sección de libros y revistas de la tienda departamental Sanborn's en la zona Centro (Angelfire.com, 2009). También el Cinema Latino, una antigua sala de cine en la misma zona que en sus últimos años proyecta películas pornográficas sirve de espacio para encuentros sexuales entre hombres (Angelfire.com, 2009; Clandestinogay.com, 2010; Cruisinggays.com, 2010; Myspace.com, 2010; Antrosgay.com, 2010; Yelp.com, 2010).

Los baños sauna también propician la interacción masculina y de éstos existe una gran oferta en distintas zonas de la ciudad. Por su popularidad destacan La Toalla y Baños Vica. Los sanitarios públicos de algunos centros comerciales y de la Unidad deportiva del CREA también son identificados como sitios de ligue. Existen además otros espacios urbanos que se han convertido en sitios de socialización para hombre gay, como el malecón de Playas de Tijuana, algunos cibercafés y el centro comercial Plaza Río Tijuana (Angelfire.com, 2009).

A través de anuncios clasificados en periódicos locales, en sitios de Internet o en guías gay se publicitan actividades que también favorecen los encuentros sexuales entre hombres. Las agencias de acompañantes o escorts ofertan servicios de tours orientados a un público estadounidense bisexual o gay. Como parte de estos servicios, los escorts cruzan la frontera y traen a los turistas a Tijuana, donde los acompañan a los sitios de entretenimiento nocturno y de encuentros para adultos (Meetbigmen.com, 2011).

Cabe mencionar que en la zona Norte de la ciudad existen otros espacios cercanos al área turística, en donde se oferta el sexoservicio por parte de hombres travestis y personas transgénero, quienes por su apariencia física de mujer y porque se asumen como tales para realizar su trabajo, presentan una dinámica similar a la prostitución femenina, por lo que estos lugares no forman parte de los sitios de prostitución masculina.

LOS PRINCIPALES ESPACIOS ABIERTOS DE PROSTITUCIÓN MASCULINA EN LA CIUDAD

Ashworth, White & Winchester(1988: 208-210) fueron de los primeros en reconocer una falta de atención sobre los aspectos espaciales de la prostitución, por lo que propusieron un modelo en el que se podía localizar y determinar el tipo de prostitución existente en la ciudad considerando tres categorías: a) accesibilidad, que corresponde a un nivel macro y engloba la ubicación de la oferta, los espacios de interacción, y su afinidad con otros servicios comerciales; b) oportunidad, a una escala micro, e incluye los sitios en los que se lleva a cabo la transacción de forma segura;  y c) restricción, que tiene su mecanismo de control a través de la policía y de la sociedad. Con base en lo anterior, más adelante se determinarán los espacios de la prostitución y las prácticas de los sexoservidores asociadas con los mismos.

En este trabajo la atención se centra en la prostitución de varones en espacios abiertos, como la Plaza Santa Cecilia, el parque Teniente Guerrero y el andador de prostitución masculina de la calle Cuarta (Salvador Díaz Mirón) del centro de la ciudad. 

La plaza Santa Cecilia

Este sitio es el que más claramente atrae la atención de la población local y los visitantes, sobre todo por su ubicación y su fácil acceso desde la garita internacional de San Ysidro, además de estar ubicado en la zona de mayor concentración de servicios, infraestructura y equipamiento turístico.

Esta plaza ––antes Callejón Argüello–– está contigua a la zona Norte y es un corredor peatonal de comercios que cruza en diagonal una manzana completa; es el puente que conecta el andador turístico con la Zona Norte y la Avenida Revolución. En ambos lados del corredor existen locales comerciales y de servicios, como restaurantes, hoteles, farmacias y bares, y se instalaron pequeños kioscos para la venta de artesanías. Esta plaza fue inaugurada el 22 de noviembre de 1980 con la finalidad de contar con un sitio turístico que ofreciera una mejor imagen de la ciudad para atraer a los visitantes. Posteriormente, entre los años 2002 y 2003 la plaza fue remozada  (El Mexicano, 2010).

La plaza debe su nombre a "Santa Cecilia", patrona de los músicos, y desde su fundación ha sido identificada como lugar de reunión de mariachis y otros grupos musicales. La actividad musical ––sobre todo los fines de semana–– continúa siendo una de las atracciones más importantes de este espacio abierto que durante el día es un sitio comercial muy concurrido por familias locales y por las noches, cuando los comercios cierran, ve aparecer trabajadores sexuales que caminan a lo largo del corredor peatonal, muchos de los cuales se colocan afuera de los bares viendo de reojo a los hombres que entran a ellos y esperando la oportunidad de ofrecer sus servicios.

A  la plaza acuden tanto turistas como población local, no necesariamente para buscar un "ligue" con otros hombres sino simplemente para divertirse en un lugar sin ser juzgados por sus preferencias sexuales. Este sitio es lo más cercano a lo que podría considerarse un distrito gay; un espacio que ha construido su propia identidad y a partir de ella atrae visitantes que no se sienten excluidos socialmente. A nadie asombra ver a hombres solos o acompañados paseando por esta zona. Los turistas jóvenes y los ya no tanto, saben que aquí pueden encontrar quien cumpla sus fantasías sexuales. 

En el interior de los bares de la plaza algunos meseros ofrecen servicios sexuales para obtener mayores ingresos. Según el testimonio de algunos de ellos, si concretan un encuentro sexual durante las horas de trabajo necesitan pagar su "derecho de salida" al encargado del bar, es decir, una cuota de entre 20 y 25 dólares para poder abandonar temporalmente su trabajo.

Cuando empecé a trabajar aquí en el Hawaii ─una muchacha me trajo a conocer aquí─ un cliente me habló y me ofreció dinero, yo le pregunté qué cuánto y me dijo tanto, así me fui con él [...] La mayoría [de los turistas] son señores de 40 a 50 años, unos tienen empresas, negocios, puestos de comida, así varias cosas (Ariel, sexoservidor y mesero, 27 años de edad).

A diferencia de la prostitución femenina, los sexoservidores no ocupan un lugar fijo de trabajo, están en constante movilidad para evitar el control de la policía y al mismo tiempo conservar su anonimato y el de sus clientes, ya que solicitar o proporcionar servicios homosexuales es una actividad doblemente estigmatizada.

El parque Teniente Guerrero

En este espacio, orientado a una clientela predominantemente local, la prostitución masculina se desarrolla las 24 horas del día todos los días de la semana. La dinámica de trabajo presenta diferencias en función del horario, ya sea diurno o nocturno.

En 1924, gracias a la Junta Femenina Pro-Patria de Tijuana, el parque fue construido paradójicamente para contrarrestar la imagen negativa de la ciudad (López, 2005: 40-48). Es uno de los parques más antiguos y céntricos de Tijuana, de múltiples usos y con equipamiento variado que incluye una biblioteca pública municipal, áreas de juegos infantiles, bancas, andadores y áreas verdes. Está enfrente de una iglesia y los fines de semana es un espacio recreativo muy concurrido por las familias tijuanenses.

Pero el parque también es un lugar donde algunos varones ofrecen servicios sexuales, aunque la actividad no es visible para muchos y coexiste con las otras actividades. Aquí los sexoservidores atraen a sus clientes utilizando el lenguaje de su cuerpo, las señales son decodificadas por quienes los buscan, pero también por algunos agresores homofóbicos y sobre todo por la policía que arremete contra ellos y los extorsiona para permitirles continuar trabajando. Esta multifuncionalidad del parque es lo que Córdova (2010) denomina "universos paralelos", que no se tocan ni entran en conflicto.

Durante el día los trabajadores sexuales se mimetizan con el resto de los jóvenes que visitan el parque y visten de forma discreta: pantalones de mezclilla y camiseta. A simple vista se ven como jóvenes solitarios sentados en las bancas del parque, observando a las personas que pasan caminando. Para detectarlos se debe estar atento a las miradas y señas que realizan. Si los hombres pasan frente a ellos o se acercan, utilizan cualquier pretexto para entablar una conversación y a través del lenguaje corporal llaman la atención de aquellos que los entienden (Valentine, 1996; Córdova, 2010).

Cuando cae lanoche la dinámica cambia: el número de visitas disminuye después de las ocho, cuando los jóvenes dejan las bancas del parque y empiezan a caminar de una esquina a otra y sólo se detienen por un breve tiempo. En sus testimonios indican que si no consiguen algún cliente optan por desplazarse hacia otros espacios de prostitución cercanos, como el andador de la calle cuarta o la plaza Santa Cecilia. Esta estrategia además evita que los policías los reconozcan, y con ello la extorsión y el arresto. En los recorridos de observación se detectó con frecuencia al mismo trabajador sexual en distintos espacios de prostitución en una misma noche.

Como en las cercanías no existen servicios de hospedaje donde realizar la transacción entre cliente y sexoservidor, es común que se elijan otros espacios como las casas de los clientes, los hoteles ubicados en las afueras de la ciudad y, en algunos casos, en el propio automóvil de los usuarios del servicio.

El andador de prostitución de la Calle Cuarta

Este espacio surge a partir de las obras de mejoramiento realizadas en el parque Teniente Guerrero en 2005, que incluyeron una mejor iluminación, la instalación de una caseta de vigilancia y la extracción de grandes árboles, lo que propició un nuevo control de seguridad y obligó a que los sexoservidores se apropiaran de otros espacios para continuar con su trabajo.

El andador de prostitución se encuentra en la zona comercial más antigua del centro. Abarca aproximadamente cinco cuadras a lo largo de la calle Cuarta, iniciando desde la Avenida Cinco de Mayo, donde se ubica el parque, hasta conectarse con la Avenida Revolución, principal arteria turística de la ciudad. A diferencia del parque, el sexoservicio se oferta exclusivamente en horario nocturno cuando el comercio cierra sus puertas y aparecen los trabajadores sexuales alrededor de las nueve de la noche. La demanda de sus servicios es predominantemente local, aunque también acuden algunos turistas.

Aquí los servicios sexuales también se ofertan de manera encubierta dada la presión de la policía y el pago de una cuota que exige para dejarlos trabajar sin molestarlos. Algunos policías, más que brindar seguridad, fungen como proxenetas de los jóvenes trabajadores y a veces utilizan a los sexoservidores menores de edad como carnada para extorsionar a los clientes potenciales.

La mayoría de los sexoservidores concurre en la manzana formada por las calles Cuarta, Niños Héroes, Quinta y Miguel F. Martínez, donde algunos de ellos inician su jornada de trabajo, a diferencia de otros que la inician en el Parque y después se desplazan hacia el andador. Al caer la noche sólo algunos establecimientos permanecen abiertos, entre ellos un cibercafé, frecuentado por los sexoservidores y reconocido como espacio de ligue entre hombres, en donde es posible mantener encuentros sexuales (El Mexicano, 2010).

Como se evidenció en líneas anteriores, quienes participan en la prostitución masculina se apropian de los espacios de forma diferenciada. En ese sentido, los sitios públicos pueden ser ocupados en el transcurso del mismo día por diversos grupos sociales, quienes a través de sus prácticas confieren significados distintos a esos espacios en función del momento o tiempo en que son utilizados (McDowell, 2000: 247-248). 

LOS SEXOSERVIDORES MASCULINOS DE TIJUANA: PERFIL BÁSICO

La identidad de los trabajadores sexuales se construye no sólo a partir de sus características sexuales, también los aspectos socio-demográficos como la edad, el estado civil, el nivel de estudios y el origen étnico juegan un papel importante en su conformación, lo que hace que se detecten diferencias en lo concerniente al trabajo sexual (Browne & Minichiello, 1996). Ocho de los once entrevistados mencionaron ser solteros y, con excepción de uno de ellos, todos tienen entre 20 y 30 años de edad, lo que coincide con otros estudios que han encontrado que los trabajadores sexuales son siempre jóvenes menores de 30 años y en algunos casos llegan a tener menos de 18 años (Azaola, 2006; Browne & Minichiello, 1996; Katsulis, 2008; Leary & Minichiello, 2007; Minichiello et al., 2003).

Siete de los sexoservidores entrevistados provienen del interior del país y tienen más de cuatro años viviendo en la ciudad, y los cuatro restantes son originarios de Tijuana. Tres de ellos habían sido deportados recientemente de Estados Unidos por conducta delictiva. El nivel promedio de escolaridad es bajo e incluso uno de ellos no recibió ningún tipo de educación, mientras que otro tiene estudios universitarios en Estados Unidos. Los bajos niveles de escolaridad generalmente se asocian con condiciones de pobreza y marginalidad (Bazdresch, 1999).

La misma situación de pobreza hace que muchos de estos jóvenes ––especialmente aquellos recién llegados a la ciudad–– vean en esta ocupación como una manera de sobrevivir, ya sea para aportar a la economía familiar o, en el caso de quienes han sido deportados de Estados Unidos, para mantenerse mientras esperan la ocasión propicia para regresar nuevamente al vecino país.

Muchos de estos jóvenes también utilizan lo que ganan para adquirir y consumir drogas. El uso de drogas y alcohol es una práctica común entre los sexoservidores (Morse et al., 1992), situación que se pudo confirmar en este estudio al identificar que diez de los once entrevistados consumen algún tipo de droga. Esta adicción los convierte en una población en riesgo ante infecciones de transmisión sexual (ITS). Algunos de estos jóvenes admitieron que aceptan tener un encuentro sexual sin protección a cambio de un mayor pago:

[...] la gente que te pide eso [no usar el condón] son los gringos [...] y te dan más dinero. Eso es para ganar más en un sólo trabajo (José, sexoservidor, 20 años de edad).

Otros de los sexoservidores manifestaron que consumen drogas durante su jornada laboral para no pensar en el conflicto moral que les provoca el hecho de tener relaciones homosexuales:

Haz de cuenta que cuando no ando drogado se me vienen los cargos de conciencia y es algo que no soportamos, que somos co­bardes y ahí vamos al Parque a prostituirnos pa' sacar una feria pa' drogarnos... (Ernesto, sexoservidor, 22 años de edad).

Los ingresos provenientes de esta actividad varían considerablemente en función de los espacios en los que trabajan los entrevistados. Por ejemplo, en el Parque y el andador de la calle Cuarta algunos cobran una tarifa base de 20 dólares o 250 pesos por encuentro sexual, o en algunos casos intercambian sexo por una dosis de droga. En la Plaza Santa Cecilia las tarifas son más altas, entre 40 y 200 dólares, y en el interior de los bares son superiores, entre 50 y 200 dólares. En el caso de los meseros el cliente debe pagar 20 dólares más al administrador del bar por derecho de salida.

Al  parecer, lo anterior está relacionado no sólo con el tipo de espacio, sino también  con la antigüedad en el trabajo y la edad, pues la juventud y la apariencia física intervienen favorablemente para atraer clientes (Browne & Minichiello, 1996). Ante esta situación, los sexoservidores se refugian en las drogas e incluso buscan "tekatos", es decir, ofrecen servicios sexuales a cambio de una dosis. Esta situación forma un círculo vicioso en el que el sexoservidor, al ganar edad y perder apariencia física, va aumentando su consumo de estupefacientes, lo cual acelera la velocidad en la que la persona pierde no sólo su aspecto sino su salud.

Están mal vestidos, la droga los va dejando así, y ya nadie los recoge, yo lo conocí a éste hace mucho tiempo, unos seis meses, andaba bien, en chinga, también levantando... esto no deja nada bueno en el aspecto que si estás en la droga te hundes más, diario tienes dinero, te drogas diario y en un lapso de dos meses, ya estás perdido (Gustavo, sexoservidor, 23 años de edad).

Por los relatos extraídos de estos jóvenes, la carrera del sexoservidor es corta, pues el trabajo nocturno, el consumo de drogas y alcohol hace que su salud se vaya deteriorando al grado que varios de ellos trabajan por temporadas, alternando periodos de descanso para desintoxicarse y poder regresar nuevamente a trabajar.

UNA APROXIMACIÓN AL PERFIL DEL TURISMO SEXUAL

De acuerdo con Hughes (2002: 299-300) los factores que influyen en el desarrollo del turismo sexual masculino se agrupan en dos tipos: a) factores de extracción,generados en el lugar de origen del turista (la censura social, la discriminación, la criminalización, el deseo de relacionarse y ser sexualmente activos con otros hombres y el anonimato) y b) factores de atracción, estos propios del destino turístico (la existencia de bares, centros nocturnos y otro tipo de atractivos concentrados en una determinada zona, la tolerancia por parte de las autoridades y de la misma población local, la seguridad del sitio, entre otros).

El  turismo sexual en general, y más el de varones, está rodeado de estigmas y tabús que dificultan su comprensión y análisis. Dado que no fue posible obtener entrevistas de este tipo de visitantes se optó por aproximarse al tema a través de la información brindada por los sexoservidores. 

En general se observó que el sitio más frecuentado por los turistas sexuales es la plaza Santa Cecilia, mientras que en el parque Teniente Guerrero y el andador de la Calle Cuarta los clientes son mayoritariamente locales.

Es que los americanos o pochos, o no sé cómo se les pueda decir, que vienen para acá, la mayoría vienen para la plaza, porque antes en el parque, hace como tres años, había mucho zacate grande, y ahí pues atracábamos mucho a esas personas que nos pagaban por el servicio, porque nada más nos utilizan la verdad, y ahí pues los atracábamos [...] pero fueron quitando la maleza y pues ya no fueron los gabachos ahí, porque pos les hacían daño, los robaban y ya tenían miedo; y ya nomás en la plaza Santa Cecilia es donde llegan los americanos, se hospedan en los hoteles de ahí de alrededor, el Alaska, el San Nicolás, ahí y cada fin de semana vienen (José, sexoservidor, 22 años de edad).

De acuerdo con los testimonios de los entrevistados los clientes extranjeros son generalmente hombres mayores de 30 años, con cierta solvencia económica, muchos de ellos empresarios provenientes del estado de California, aunque también llegan turistas de Nueva York y Las Vegas y de otras partes de los Estados Unidos. Por su parte, los clientes nacionales proceden principalmente de los estados de Chihuahua, Durango, Guanajuato, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y el Distrito Federal.

Gran parte de los turistas que buscan a los sexoservidores son de origen anglosajón, asiático e "hispano", residente en Estados Unidos. Casi todos son hombres casados, divorciados o en unión libre que no se atreven a manifestar abiertamente su preferencia sexual en espacios heterosexuales, por lo que recurren al sexoservicio para cumplir sus fantasías, preferentemente en lugares privados (saunas, clubes, bares, antros, casas de masaje). El anonimato y la clandestinidad son muy importantes para ellos, de manera que su masculinidad no se ponga en entredicho y que sus familias no se enteren de sus preferencias sexuales.

La mayoría (de los turistas sexuales) son casados, tienen familia. Su familia no sabe que son gay, no saben que vienen aquí los fines de semana y pagan porque les completen su fantasía de que les gusta estar con un hombre [...] Pero sí, la mayoría son casados, son divorciados, tienen hijos y vienen aquí (Rubén, sexoservidor, 25 años de edad).

Se pueden distinguir dos grupos de clientes varones: los de apariencia heterosexual o "tapados", y aquellos abiertamente homosexuales. Los "tapados" frecuentan el parque y el andador de la Calle Cuarta, donde difícilmente pueden ser reconocidos y corren menos riesgo de ser vistos, mientras que los abiertamente homosexuales visitan los bares ubicados en la plaza Santa Cecilia.

En cambio, en la plaza Santa Cecilia es más común encontrar turistas y locales que se identifican como homosexuales. El simple hecho de viajar a un lugar distinto tiene un efecto liberador, porque el turista escapa de las normas morales impuestas (Bauer & McKercher, 2003), y en Tijuana disfrutan del anonimato que les permite tener encuentros homosexuales que quizá no tendrían en sus lugares de origen. El ámbito de vida transfronteriza facilita las visitas frecuentes de los turistas estadounidenses, lo que hace posible establecer relaciones más duraderas con los trabajadores sexuales con los cuales media un intercambio comercial, pero también afectivo.

Hay turistas que rentan un departamento o casa en la ciudad y regresan a ella cada siete o 15 días, lo cual les permite construir relaciones más duraderas con los sexoservidores, a quienes suelen enviar dinero con cierta frecuencia y hasta ofrecerles su casa o departamento para vivir a cambio de compañía. Algunos turistas llegan además a invitarlos a realizar viajes al interior del país (Pablo, sexoservidor, 34 años de edad).

PRÁCTICAS ESPACIOTEMPORALES DE LA PROSTITUCIÓN MASCULINA

La práctica turística, en tanto práctica social, se concibe asociada al espacio, a la vez que lo transforma y lo produce (Lefebvre, 1991). Por ello no puede disociarse del contexto social en el que se lleva a cabo y que define sus propias características. Diversos autores (Oppermann, 1999; Puar, 2002; Cantú, 2002; Hubbard & Sanders, 2003; Binnie, 2004) han replanteado las relaciones entre el fenómeno de la prostitución y el espacio. 

Tomando como referencia a Léobon (2006) la apropiación de un espacio ocurre cuando se lo percibe como portador de una identidad y de una interacción. En este sentido, la dicotomía de lo público y lo privado adopta un significado especial en las distintas maneras en que los sexoservidores se apropian del espacio en el que interactúan creando un sentido de pertenencia y fortaleciendo su identidad mediante una serie de códigos corporales y visuales.

A través de sus percepciones, sus miradas y técnicas corporales, los trabajadores sexuales construyen su espacio, marcando límites simbólicos y materiales, buscando su desciframiento por otros usuarios. Las personas perciben las prácticas de ubicación de los demás al mismo tiempo que orientan sus propias prácticas sobre lo que ellos han percibido (Löw, 2006).

Las prácticas socioespaciales del turismo sexual masculino pueden comprenderse, en parte, a través de los escenarios de comportamiento; es decir, a partir de los espacios y tiempos en los que se dan los encuentros entre personas y su negociación (Goffman citado por Lindón, 2006: 373). Las prácticas en estos escenarios se diferencian en función del tipo de lugar, por lo que no debe extrañar encontrar comportamientos distintos en espacios distintos (por ejemplo, un espacio público en comparación a uno cerrado) (Lindón, 2006: 373-374).

En la actividad sexual comercial masculina, ciertos códigos, señas y movimientos son importantes para atraer a un posible cliente, como son la forma de vestir, el intercambio de miradas y el uso de ciertos gestos. Estas prácticas disfrazan la actividad ante los ojos de los demás (Córdova, 2010).

Prácticas de prostitución realizadas a la luz del día

El parque es el único sitio en el que los sexoservidores desarrollan prácticas diurnas, caminando o permaneciendo sentados en las bancas de los pasillos exteriores en espera de que algún cliente potencial pase o se les acerque. Desde su lugar recorren el parque con la vista, abren y cierran las piernas repetidamente, como si estuvieran ansiosos o nerviosos, se tocan o frotan los genitales de manera discreta, intercambian miradas con los hombres que se acercan, les sonríen e inician la conversación con el posible cliente. Este último, al llegar al parque recorre el pasillo, prestando especial atención a los jóvenes de las bancas, intercambiando señales con alguno que sea de su agrado para después sentarse junto a él e iniciar una conversación, que puede ir desde preguntas un tanto triviales, hasta proposiciones directas de índole sexual.

Prácticas de prostitución realizadas a la luz de la luna

Como ya fue mencionado con anterioridad, existen diferencias significativas entre las prácticas y sus escenarios de comportamiento, realizadas "fuera" o "dentro" de un establecimiento (Lindón, 2006). En este caso, las prácticas se agrupan en dos tipos: las llevadas a cabo en espacios abiertos como el parque, el andador de la calle Cuarta y de la plaza Santa Cecilia, y en espacios cerrados en el interior de los bares gay-friendly ubicados en la misma plaza.

En los espacios abiertos, como el Parque y el Andador de la calle Cuarta, las dinámicas nocturnas son más activas, en parte para evitar problemas con la policía, pero sin dejar de prestar atención a los transeúntes que pasan y estando vigilantes por si algún automóvil se detiene.

Generalmente los clientes potenciales que llegan en su vehículo dan varias vueltas antes de detenerse y bajar el cristal, señal que esperan los trabajadores sexuales para iniciar el contacto, respondiendo con algún movimiento de cabeza o de la mano.

En la Plaza los jóvenes permanecen de pie afuera de los bares o recargados sobre los kioscos (que durante el día se ocupan para la venta de artesanías o suvenires), en donde puedan ver a los clientes y también ser fácilmente vistos por éstos al salir de los bares. El intercambio de miradas y el coqueteo entre el cliente y el trabajador sexual son prácticas comunes para iniciar el acercamiento en estos espacios.

En cambio, en los espacios cerrados como los bares, los clientes potenciales tienen la oportunidad de elegir de entre los visitantes y los meseros a algún joven que sea de su agrado. Aquí también las miradas y el coqueteo juegan un papel importante. Algunas señales para llamar la atención del cliente son pasar por su lado o dirigirse hacia los sanitarios esperando que el otro lo siga. Los clientes llegan al bar buscando alguien que les agrade, si es un mesero lo mandan llamar para que atienda su mesa y poder iniciar una conversación con él. Si el elegido es un cliente del bar mandan a un mesero para ofrecerle algún trago y si acepta lo invitan a sentarse en su mesa.

Estos espacios cerrados gay-friendly proporcionan el entorno adecuado para actuar con un poco más de libertad. En estos sitios puede darse algún contacto corporal, que puede ir desde pequeños roces de las manos, pasar la mano 'accidentalmente' por la pierna, el brazo o la espalda, algunos abiertamente llegan al beso y las caricias. Como bien lo remarca Lindón (2006) las prácticas varían de acuerdo con el tipo de espacios.

Estas diferencias se deben también a que algunos de los clientes son gay, de manera que las muestras de afecto no les causan ningún conflicto, siempre y cuando el sexoservidor acepte incurrir en ellas. Pero aquí, al igual que en el caso anterior, son los clientes quienes toman la iniciativa y los abordan de manera directa.

Algunos trabajadores sexuales mencionan que muchos clientes no quieren que los vean salir juntos, por lo que primero llegan a un acuerdo sobre los términos en que se realizará el contacto sexual, como la tarifa o las prácticas sexuales que se incluyen y el lugar, para posteriormente encontrarse en algún otro sitio desde donde se van juntos. Sin embargo, debido a la limitación que se tuvo para entrevistar a turistas sexuales, no fue posible abundar en la forma en que ellos se resisten a estas presiones y mucho menos diferenciarlas por tipo de cliente.

Con la información obtenida durante el trabajo de campo se constató que por cuestiones de seguridad son pocos los turistas que se desplazan hasta el Parque o el Andador en busca de servicios sexuales, y que en estos sitios los clientes pertenecen principalmente a la población local. Los turistas sexuales prefieren visitar los bares de la plaza Santa Cecilia, porque es un espacio más seguro, accesible y cercano a la línea fronteriza. 

COMENTARIOS FINALES

Para entender la relación entre el turismo sexual y la prostitución masculina en Tijuana es necesario ubicarla en el contexto mismo del surgimiento de la ciudad y su posterior desarrollo urbano y económico, ligado a sucesos que tuvieron lugar en "el otro lado" de la frontera y que influyeron fuertemente en su desarrollo. Estos acontecimientos estuvieron asociados con actividades clandestinas o consideradas non sanctas, lo que contribuyó a generar  la leyenda negra de Tijuana, y aunque la dinámica de la ciudad ha cambiado y se ha convertido en un importante centro financiero, industrial y turístico, todavía continúa cargando sobre sus espaldas este estigma. Quizá, como sugieren Ashworth, White & Winchester (1998: 208), una vez establecida una reputación es difícil cambiarla e incluso se convierte en un activo valioso para el comercio.

En este sentido las ciudades fronterizas ofrecen a turistas varones heterosexuales (casados y con hijos) la posibilidad de explorar prácticas sexuales con personas de su mismo sexo, prácticas que quizá sean censuradas en el lugar donde viven y por lo mismo no puedan asumirlas libremente. Un comportamiento sexual distinto se puede explicar por la propia naturaleza liminar del turismo, como ya ha sido demostrado por otros autores (Hughes, 2002; Ryan & Hall, 2001; Bauer & McKercher, 2003).

En este estudio se pudo observar que el turismo sexual masculino en Tijuana presenta dinámicas diferenciadas de uso y apropiación del espacio por parte de los sexoservidores y sus clientes, dependiendo de si los espacios son abiertos y cerrados o si la actividad se realiza durante el día o la noche. Estos espacios son un activo importante para los sexoservidores, usuarios no pasivos del territorio en el que trabajan y que lo van adaptando y apropiando para convertirlo en lugares de identidad y pertenencia en los que pueden llegar a sentirse seguros.

La noción hegemónica de lo masculino, tanto en los espacios públicos como en la sexualidad, así como el rechazo a todo lo que contravenga la norma, confina a la homosexualidad a lo privado y a lo clandestino. De esta manera, un espacio privado o cerrado como un bar gay, por su carácter anónimo, propicia la libre expresión de la sexualidad, mientras que los espacios públicos o abiertos, como el parque, la plaza o la calle, son reconfigurados por la prostitución masculina para asegurar el anonimato y evitar la exposición de la orientación sexual.

La aceptación o construcción de la identidad sexual depende muchas veces del hecho de ser turista, pues durante el viaje, lejos del hogar, se relajan las normas sociales y el anonimato permite que el individuo actúe más libremente, escape de los roles sociales que le son asignados y pueda ejercer su sexualidad con mayor libertad.

En suma, los testimonios brindados por los jóvenes sexoservidores muestran que tanto el turismo sexual como la prostitución masculina se encuentran atrapados entre los convencionalismos dominantes de género y lo que considera la norma debe ser un comportamiento sexual apropiado. De este conflicto se derivan las prácticas espaciotemporales con las que los sexoservidores y los turistas reconstruyen su identidad y se apropian del espacio.

En este tenor, la apropiación del espacio urbano por los actores de la práctica sexual masculina deja abiertas varias vías para continuar avanzando en la comprensión de este controversial y complejo tema, que demanda nuevas vías para abordarlo.

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Recibido el 04 de mayo de 2015
Reenviado el 10 de junio de 2015
Aceptado el 18 de junio de 2015

Arbitrado anónimamente

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