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Estudios y perspectivas en turismo

versão On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. vol.24 no.4 Ciudad Autónoma de Buenos Aires out. 2015

 

DOCUMENTOS DE BASE

Aspectos territoriales de la prostitución masculina vinculada al turismo sexual en Acapulco

 

Salvador Yolocuauhtli Vargas*

Brenda Alcalá**

Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad de México, México

* Geógrafo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México. Se desempeña como autor, editor y revisor técnico de libros de texto de Geografía para la educación básica y nivel medio superior. E-mail: yolocuauhtli@gmail.com

** Maestra en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México, México. Es doctoranda en Geografía de la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México. E-mail: dotsinha@hotmail.com


Resumen:

Uno de los centros turísticos con mayor tradición en la historia de México y primer destino de playa hoy día en el país, Acapulco contiene una serie de espacios en los que convergen la diversidad sexual y el homoerotismo, en los que pueden encontrarse varones que ofrecen sus servicios a otros varones. Este artículo aborda la relación del turismo con el sexoservicio entre varones en Acapulco a partir de la visión de los trabajadores sexuales, desde un enfoque espacial, destacando las características y diversas funciones de los espacios cerrados y abiertos en las prácticas homoeróticas en venta.

PALABRAS CLAVE: Turismo sexual; Prostitución masculina; Acapulco.

Abstract:

Territorial Aspects of the Relationship between Male Prostitution and Sex Tourism in Acapulco. Traditionally one of the main tourist resorts in Mexico, and today the first of beach destinations in the country, Acapulco offers various spaces where sexual diversity and homoeroticism converge, and where sex for men with other men is readily available. This article discusses the relationship between tourism and sex work among men in Acapulco from the point of view of sex workers and from a spatial perspective. The emphasis is on the features and functions of these closed and open spaces, in relation to the homoerotic practices for sale.

KEY WORDS: Sex tourism; Male prostitution; Acapulco.


INTRODUCCIÓN

Considerado uno de los centros de playa con mayor tradición turística y también uno de los destinos predilectos de la comunidad gay, Acapulco ofrece hoteles bares, discotecas, cantinas y otros establecimientos "gay-friendly" (término, según Castañeda [2006], empleado para designar aquellos establecimientos que además de atender a todos los segmentos del mercado turístico, se preocupan por cuidar los intereses y necesidades de la comunidad gay). En dichos establecimientos los hombres gay pueden expresar su homoerotismo sin pudor ni temor de represión o veto. La presencia en estos lugares de sexoservidores que satisfacen las necesidades de placer, deseo y compañía de los turistas y de habitantes locales, complementa esta oferta.

Este estudio se centra en los aspectos territoriales de las relaciones entre sexoservidores y turistas. El análisis parte de una revisión del contexto histórico y turístico de Acapulco con el fin de destacar su importancia como destino de playa nacional e internacional; en seguida se ofrece una tipología de los lugares que recorren los sexoservidores para llevar a cabo sus encuentros homoeróticos; y finalmente se analiza el proceso de "iniciación" del sexoservidor, las relaciones que establece con el turista/cliente y los vínculos afectivos que surgen de estas relaciones.

METODOLOGÍA

El trabajo se apoya en las investigaciones sobre prostitución masculina de Azaola (2000), Azaola & Richards (2003) y Cantú (2002); así como en el reportaje de Díaz (2002) para la revista Proceso y en páginas de Internet y guías turísticas orientadas al público gay. Los datos de campo se obtuvieron mediante 13 entrevistas a sexoservidores en sus distintos lugares de trabajo: siete de la calle, dos strippers, dos masajistas y dos "call boys" (sexoservidores contratados vía telefónica a través de una agencia que se anunciaba en el diario Novedades Acapulco, 2006). Además, se entrevistó a tres personas que tienen contacto con los sexoservidores y se obtuvo información de cinco personas que trabajan en cuatro instituciones de gobierno y organizaciones no gubernamentales contra el VIH: el Centro de Salud del municipio, el Centro de Desarrollo Integral para la Familia (DIF), Acasida y el Grupo de Apoyo a personas con VIH (Gavih). La visita a los lugares que frecuentan los trabajadores sexuales entrevistados permitió hacer un análisis de los espacios en los que el sexoservicio masculino se vincula con el turismo.

CONTEXTO HISTÓRICO-TURÍSTICO DE ACAPULCO

La ciudad y puerto de Acapulco se localiza en la bahía de Santa Lucía, en el estado de Guerrero. Como destino turístico, Acapulco ofrece no sólo atractivas playas sino toda una gama de servicios accesibles a diferentes estratos socioeconómicos, una gran diversidad de actividades recreativas y culturales y una vida nocturna muy activa. El puerto es un polo de atracción del turismo nacional e internacional (Dirección General de Turismo Municipal Acapulco, 2008; Propin & Sánchez, 2007).

La ciudad se ha dividido en tres zonas turísticas: el Acapulco Tradicional, el Acapulco Dorado y el Acapulco Diamante. Con el turismo nacional surgieron los primeros hoteles de alta categoría, así como búngalos, casas de huéspedes, balnearios, restaurantes y otros negocios, y se asfaltaron las calles de arena y piedra (Ruíz, 1992; Carrascal & Pérez, 1998; Servín, 1998).

El Acapulco Tradicional concentra los atractivos culturales más importantes, como la basílica de Nuestra Señora de la Soledad, el zócalo, el fuerte de San Diego y el Museo de la Máscara; además de antiguas residencias, comercios de importancia local, hoteles accesibles a turistas con ingresos medios y bajos y un equipamiento para la recreación que incluye el Club de Yates, La Quebrada y el Parque Papagayo. Por su cercanía con la terminal marítima, esta zona recibe turistas extranjeros que llegan en los cruceros y visitan estos atractivos culturales (Inegi & Secretaría de Turismo, 1999; Valenzuela, 2008; Ruíz, 1992; Sánchez & Propin, 1999).

El Acapulco Dorado surgió con el proceso de internacionalización y masificación del puerto hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, la infraestructura turística y de servicios básicos se extendió hacia las playas Hornitos, La Condesa e Icacos, y se construyó el actual aeropuerto internacional. Durante este periodo predominó la inversión privada de las grandes cadenas hoteleras estadounidenses como Hilton, Hyatt, Marriot, Best Western y Sheraton, las cuales se aliaron con las líneas aéreas para ofrecer los primeros paquetes turísticos con transporte y alojamiento incluidos. A la par de la construcción hotelera comenzó también la diversificación de la oferta de restaurantes, bares, discotecas y clubes (Valenzuela, 2008; Inegi & Secretaría de Turismo, 1999; Carrascal & Pérez, 1998; Escudero, 1997; Ruíz, 1992; Ramírez; 1986).

Esta zona es la más dinámica del puerto y cuenta con el mayor número de turistas, una gran cantidad de comercios y servicios orientados a consumidores de clase alta y media y una gran derrama económica. A diferencia del Acapulco Tradicional, los hoteles aquí son altas torres, conjuntos de condominios, centros comerciales tipo "mall" y sitios de recreación como el parque acuático Cici y el Planet Hollywood (Inegi y Secretaría de Turismo, 1999; Sánchez & Propin, 1999; Ruíz, 1992; Valenzuela, 2008).

El Acapulco Diamante, que abarca desde la glorieta Icacos hasta el aeropuerto internacional, es resultado de un esfuerzo por reposicionar al puerto como destino turístico de primer orden. Esta zona alberga complejos hoteleros muy amplios de clase "gran turismo" y de "cinco estrellas" que pueden incluir, además del hospedaje, campos de golf, grandes albercas, lagos artificiales y spas (Valenzuela, 2008; Carrascal & Pérez, 1998; Ruíz, 1992; Sánchez & Propin, 1999). Sus atractivos turísticos incluyen la Carretera Escénica, el área residencial Las Brisas, Punta Diamante, Puerto Marqués y las playas Pichilingue, Diamante y Revolcadero.

Durante los años 2010-2013, Acapulco fue el segundo destino turístico más importante del país después de la Ciudad de México, con más de cuatro millones de turistas al año, de los cuales 97 por ciento fueron turistas nacionales. Respecto al turismo internacional, ocupa la décima posición entre los destinos de playa de México y la decimoquinta posición de la lista considerando los destinos coloniales y urbanos, ya que recibe poco más de 130 mil turistas extranjeros (Secretaría de Turismo, 2014).

Asimismo, en este mismo periodo ha ocupado de forma constante la cuarta posición como el destino turístico con mayor disponibilidad de cuartos, después de la Ciudad de México, Cancún y la Riviera Maya (Akumal, Playa del Carmen, Playacar y otros); el tercer lugar de cuartos ocupados por nacionales, después de la Ciudad de México y Guadalajara; así como la decimocuarta posición en habitaciones ocupadas por extranjeros (Secretaría de Turismo, 2014).

EL TURISMO SEXUAL EN ACAPULCO

Acapulco tiene una tradición de sexoservicio que se remonta a la llegada de los españoles y ha cambiado conforme al contexto económico e histórico. El surgimiento de este puerto mercante enlazado con el Oriente propició la presencia de diferentes grupos étnicos. En los galeones viajaban soldados y reos de origen europeo (neerlandeses, británicos, españoles) y asiáticos (japoneses, chinos, filipinos), algunos de los cuales incurrían en prácticas homoeróticas y eran acusados de bigamia y brujería (Sales, 1998a y 1998b; Novo, 1996; Castrejón, 1989).

La importancia de Acapulco como bastión militar durante el siglo XIX introdujo otro componente importante para el desarrollo de la prostitución en el puerto. Como afirma Seguardo (2002) los militares y marinos son un mercado potencial para el sexoservicio debido a la abstinencia a la que están sujetos en su lugar de trabajo, y los prostíbulos, comúnmente ubicados lo más próximo a la base militar o el puerto, son considerados espacios de fuga para el desahogo sexual. Así pues, previo a su auge turístico, Acapulco ya contaba con burdeles y casinos.

Aunque no existen testimonios de la evolución de la prostitución en el puerto, en su artículo "Acapulco, paraíso sexual infantil", publicado en la revista Proceso, Díaz (2002) identifica los lugares en los que se prostituyen los menores, los costos de sus servicios y las investigaciones que realizan organizaciones no gubernamentales y el DIF sobre la explotación sexual infantil y la complicidad de las autoridades.

Al igual que Los Cabos, Puerto Vallarta y Cancún, Acapulco se ha convertido en uno de los centros turísticos de playa preferidos por la población gay (Sánchez & López, 2000) y se promociona a través de agencias turísticas nacionales y extranjeras, el Internet y publicaciones orientadas a esa comunidad. En Internet y en las publicaciones de la comunidad gay aparecen inventarios de hoteles, discotecas, bares y sitios de playa gay y gay-friendly, lugares de ligue y las maneras de establecer contacto con la población local y con personas que ofrecen servicios diversos.

ASPECTOS TERRITORIALES DE LA PROSTITUCIÓN MASCULINA EN ACAPULCO

Se identificaron dos áreas frecuentadas por los sexoservidores para contactar clientes entre los turistas: el zócalo y sus alrededores, y la Playa Condesa y lugares adyacentes.

El zócalo

Según Ricardo Tapia, Coordinador de la campaña de prevención del Grupo de Apoyo con VIH (Gavih) el zócalo, una explanada compuesta por un kiosco y unas jardineras alrededor de las cuales se concentra una gran cantidad de negocios de alimentos y artesanías, es el lugar que los sexoservidores frecuentan para encontrar clientes en el Acapulco Tradicional. Algunos encuestados declararon que aquí tuvieron su primer encuentro sexual con una persona de su mismo sexo.

Aunque predominan los clientes locales algunos entrevistados declararon encontrar clientes entre los turistas. Adrián, sexoservidor del zócalo, señala que ahí la gente come a las tres pero después salen algunos clientes y quieren tener sexo con un hombre. Por su parte, Nico, stripper de la discoteca Picante, afirma que la mayoría de los canadienses, estadounidenses y "chilangos" (habitantes del Distrito Federal) que buscan tener un encuentro gay llegan al zócalo por el malecón. Finalmente, un comerciante que sirve como enlace entre sexoservidores y clientes describió lo siguiente:

Cuando llegan extranjeros, lo primero que hacen es preguntar dónde pueden encontrar chamacos. Hay unos que quieren mayores, otros quieren menores de edad. La Rebanada es un restaurante con mesas afuera y el dueño es una persona extranjera. Llega mucho gringo por la comida que preparan, y también canadiense, así como todo tipo de extranjeros de los que viven aquí; ahí se concentran. Hay otro lugar llamado La Placita, ahí va mucho "mayate" [...] aquí se le llama mayate al que se mete con un maricón. Ahí les venden cerveza, y se sientan todos los maricones a beber, mientras que los otros [sexoservidores] están más abajo, entonces se empiezan a echar el ojo y hacen sus conectes. Al zócalo viene toda clase de turistas; cuando es turista extranjero paga más [100 dólares] y cuando es nacional o gente local [doscientos o trescientos pesos -18 ó 27 dólares-] más o menos, y ya saben la tarifa; en cambio, el extranjero no (Aldo, 45 años de edad, comerciante e informante).

Durante las vacaciones de Semana Santa, de verano y decembrinas, en el zócalo predominan los clientes nacionales; en septiembre predominan los extranjeros que llegan en los cruceros y en abril y mayo los llamados "spring breakers". La territorialidad de la prostitución masculina en este espacio abierto se construye a partir del desplazamiento de sexoservidores y clientes entre las jardineras y las señales que intercambian entre ellos para evidenciar el deseo homoerótico, como  juegos de seducción y flirteo previos al acto sexual tales como las miradas y el lenguaje corporal (movimientos de manos y piernas, la forma de caminar) y algunas señas sexuales discretas.

Acompañados de sonrisas y gestos, el lenguaje corporal y las miradas permiten medir el grado de atracción mutua. Esto tiene que hacerse del modo más discreto posible.

Aquí la clave es que las personas que se dedican a esto, que andan aquí día y noche, llegan ofreciendo un masaje. Se lo ofrecen tanto a los homosexuales como a las mujeres. Ven que viene un grupo de mujeres y les dicen "¿quieres un masaje?" Pero todo es mentalmente, las mujeres ya lo saben; el hombre ya sabe que le ofrecen un masaje y es para ir a la cama. Y esas personas que andan en eso, andan nomás cazando los grupos de mujeres o los homosexuales... los están esperando (Aldo, 45 años de edad, comerciante y contacto).

Para José Luis, otro informante, la mirada es lo más importante: "si le ponen el ojo al chile [al pene], ahí se ve que quieren algo". Según él, los clientes nacionales son más aventados, con los extranjeros existe la barrera del idioma y a veces no se sabe qué es lo que quieren. Esto es una desventaja porque el extranjero regularmente paga mejor, alrededor de setenta dólares, y a veces hasta mil pesos (90 dólares) o más, mientras que el nacional gasta cuando más 500 pesos (45 dólares).

A los sexoservidores que sólo asumen un rol activo en la relación homoerótica se les conoce como "mayates". Son varoniles y su masculinidad forma parte de su atractivo. Algunos sexoservidores adoptan una actitud hipermasculina que raya en la agresividad, no se les puede identificar como homosexuales y no están dispuestos a asumir un rol "femenino" en la relación sexual. Estos hombres son conocidos como "chacales". Aunque todos los "chacales" entrevistados declararon preferir las relaciones sexuales con mujeres y algunos tienen hijos y esposa, otros informantes aseguran que en la intimidad su conducta es variable.

Los sexoservidores no están solos en el negocio. Cuentan con contactos que les ayudan a establecer el vínculo con sus clientes, ya sean turistas o locales. Muchos de los que operan en el zócalo se dedicaron al sexoservicio en algún momento de su vida y conocen la dinámica. Es el caso de un comerciante que no quiso dar su nombre:

Hay personas que ya están grandes y que se han dedicado a prostituirse, pero ahora ya no les hacen caso, por lo que [...] se dedican a poner jóvenes que vienen a eso, a prostituirse. Ellos hacen los conectes con personas que convivieron con ellos cuando fueron jóvenes (Aldo, 45 años de edad, comerciante y contacto).

El comerciante dijo también que en esa playa es común que asalten y roben a cualquier persona que se encuentre en estado de ebriedad, y que los sábados es común encontrar muchas mujeres jóvenes y maduras, así como "maricones" vestidos de mujeres. Anteriormente, la Zona Rosa se encontraba rumbo a Pie de la Cuesta.

José, un bolero del zócalo, relata que un turista "gabacho" (estadounidense) le pidió que le consiguiera un niño, a lo que él se negó, por lo que el cliente recurrió a otra persona que atendiera su solicitud. A decir de este informante, los niños que son enganchados en el negocio pueden vivir de la calle o ser estudiantes que salen de la escuela.

La Plaza del Mariachi

Otro lugar cercano al zócalo donde se ejerce la prostitución masculina es la Plaza del Mariachi, un bar frecuentado por la población local y recomendado en Internet a los turistas de la comunidad gay (nacional e internacional) como lugar de ambiente y ligue donde es posible conseguir marineros, travestis y hombres "straight" (no gay) (Angelfire, 2012; Csdinformatica.net, 2015; Cruisinggays.com, 2015). El lugar es atendido por meseras y por ficheras que se ofrecen para bailar. Parece tratarse de un lugar para hombres que desean bailar y pasar un buen rato con mujeres disponibles, pero conforme avanza la noche en las mesas más recónditas del bar, cerca de los sanitarios, es posible ver varones afeminados y "chacales" que con miradas penetrantes e insistentes buscan conseguir un "ligue" o un cliente. El lugar destinado para practicar al menos una felación es el sanitario de los hombres. El sitio es considerado como de alto riesgo por la posibilidad que tiene el visitante de contraer alguna enfermedad de trasmisión sexual o de ser asaltado y sufrir alguna agresión física a causa de un desacuerdo con el compañero sexual.

En ocasiones surge la idea de ir a tomar otra copa en otro lugar, a veces porque de alguna manera no te iba a gustar eso [la relación homoerótica], debido a que su tendencia sigue siendo más heterosexual, cuando le entra la "conciencia" reacciona y surge la violencia. (Ricardo Tapia, coordinador de Gavih).

Recomendado como sitio para conocer hombres de aspecto varonil y renombrado por ello como "La Plaza del Mayate", el lugar forma parte del circuito que recorren los sexoservidores, especialmente en temporada baja cuando es más difícil conseguir clientes en otras partes.

Del zócalo a la Avenida Cuauhtémoc

En las inmediaciones de la avenida Cuauhtémoc, muy cerca del zócalo, entre locales comerciales y puestos ambulantes se ubican bares, cantinas, billares y cantabares (como El Embarcadero, el Casablanca, El Pulpo, El Galeón, Las Puertas, El Cubo, el Puerto Rico, el Kaos, el Toxic, La Victoria y El Picapiedra) que forman parte del circuito nocturno de los trabajadores sexuales, normalmente hacia las horas de la madrugada. Aparentemente orientados a una clientela heterosexual, estos sitios son frecuentados por sexoservidores que se jactan de "ligar" heterosexuales.

Otros lugares de encuentro considerados sitios óptimos para practicar el sexo oral son el Cinema Dorado 2000 (que proyecta películas pornográficas), los baños sauna San Carlos y los sanitarios públicos del mercado Parazán, conocidos como Baños Tepito. En el análisis que hace Juliano (2000) del deterioro de los centros indica:

Cuando los centros son deteriorados por el tiempo, por reacomodo o sustitución de funciones, éstos son abandonados y la población con escasos recursos accede a ellos a través de una infiltración. De esta forma, personas con pocos recursos o con alguna identidad marginada forma un enclave en estas zonas céntricas como los que ejercen la prostitución en calles y barrios específicos, olvidados y marginados (Juliano, 2000: 110-111).

La Condesa

El otro sitio frecuentado por los sexoservidores es Playa Condesa, en el Acapulco Dorado. Integrada por una porción de playa, otra rocosa, la avenida Costera Miguel Alemán, los hoteles gay-friendly y una amplia área de influencia con servicios de hospedaje y de entretenimiento nocturno para la comunidad gay, La Condesa concentra una gran cantidad de bares, restaurantes, comercios y centros de diversión a precios accesibles (como Disco Beach, Mangos y Barbarroja, y el trampolín conocido como "bungee"). El turista llega a La Condesa sabiendo que es un lugar para tener encuentros sexuales.

Algunos entrevistados afirman que en los años 70 del siglo pasado, cuando Acapulco estaba en su mayor auge turístico, Playa Condesa era el espacio preferido por los artistas del espectáculo nacional e internacional y que posteriormente surgió como lugar predilecto de la población gay.

El ambiente de permisividad sexual que prevalece hoy en esta playa parece haber iniciado con las nuevas prácticas y costumbres que un creciente número de visitantes extranjeros se encargó de introducir. Por ubicarse en la Zona Dorada de la ciudad La Condesa es una de las playas más caras, tanto en la renta de las palapas como en el consumo de bebidas y alimentos.

Adyacente a La Condesa hay una pequeña playa privada que atrae a aquellos visitantes que buscan una aventura sexual. Separada de la playa principal por un promontorio natural de piedra que hace las veces de filtro (y de elemento simbólico del homoerotismo para la población homosexual masculina) este espacio privado poco vigilado es invisible desde los hoteles aledaños, la playa principal o la avenida, por lo que es fácil que en él se cometan atracos y otros ilícitos.

Entre las siete y las ocho de la noche, en las rocas y Playa Condesa hay mucho movimiento. A raíz de eso empezó a haber mucho sexoservicio por parte de los jovencitos, pero últimamente bajan mucho los preventivos [policías]. Aquí llegan muchos chichifos que se hacen pasar como que son del cotorreo, pero son chichifos. En los lugares donde te puedes esconder, entre las piedras o las plantas, es posible que te asalten. El riesgo y la peligrosidad siguen siendo el mismo, y eso no ha cambiado, aunque esto afecta la imagen turística de Acapulco (Fernando Díaz, coordinador de campaña, Acasida).

Para Córdova (2003) el chichifo se caracteriza por establecer relaciones más o menos duraderas con algunos de los clientes, quienes les proporcionan regalos, dinero en efectivo y, a veces, vivienda, a cambio de cierta exclusividad sexual. La referencia de Córdova explica una de las varias modalidades del sexoservicio masculino, aunque en el lenguaje popular es muy común que el término se use como sinónimo de sexoservidor.

También Carlos, quiropráctico que ofrece además sus servicios sexuales, asegura que en las rocas es muy común que roben, asalten y golpeen a los turistas durante la noche, incluso con armas de fuego, y que en ocasiones son los mismos sexoservidores o los policías los asaltantes. A pesar de todo esto, Playa Condesa es uno de los sitios predilectos de los sexoservidores en busca de turistas nacionales o internacionales.

Uno de los negocios más importantes en esta playa es el de La Güera, conocido establecimiento de ambiente gay atendido ahora por la hija mayor de su célebre dueña. Desde este restaurante y bar de playa es posible observar parejas de varones ocultas entre las rocas y hombres solos de esbeltos cuerpos que en diminutos trajes de baño deambulan en dirección a la barrera rocosa. Mariah, mesera del negocio, invita a los hombres que pasean por la playa a ocupar una de las palapas, y al tiempo que les sirve un trago o un platillo se gana su confianza para ofrecerles sus servicios como contacto, presuntamente seguro, con algún sexoservidor.

Conozco un chico, okey, yo te presento a un chico buena onda [...] si quieres yo te lo traigo, si te gusta bien y si no, nada más dices "gracias", y ya. Te pones de acuerdo tú con él, cuatrocientos, o lo que tú quieras dar. Si te gusta, adelante, okey [...] No te voy a presentar un chico que te robe, te amarre, te golpee en el baño y todo, no, no. Yo te voy a presentar a un chico que sea buena onda y que al otro día tú vengas y me digas "¡estuvo fabuloso!", para que vengas otra vez conmigo (Mariah, mesera y contacto).

Una vez hecho el enlace se establece un contrato sustentado en la buena fe de ambas partes para que todo salga sin problemas y el cliente se vea invitado a volver. Como sucede en el zócalo los contactos cobran una comisión por la protección que ofrecen al cliente contra las malas intenciones de algunos sujetos.

La predilección de los turistas gay por este lugar propició la instalación, al otro lado de la Costera Miguel Alemán, de hospedajes exclusivos con atención preferencial a los turistas gay y sus acompañantes. Entre los hoteles más conocidos están Palace, Casa Condesa, Surcase, Casa Caracol y Las Palmas (Angelfire.com, 2012). Sobre la Costera se ubican algunos hoteles gay-friendly, como Copacabana, Acapulco Tortuga, Romano Palace y Fiesta Americana Condesa-Acapulco. En el cruce de la Costera Miguel Alemán se ubican negocios de entretenimiento nocturno para este sector, como las discotecas Moons, Demas y Savage. En las calles aledañas se localizan otras discotecas, como Picante (de mayor tradición) y Evolution (antes Relax).

Casa Condesa es ocupado por homosexuales que tienen más billete; los sexoservidores que visitan el lugar pueden cobrar hasta ocho mil pesos (725 dólares). Para los de ingresos más bajos pueden ir a los antros, donde los sexoservidores pueden cobrar de 50, 100 o hasta mil (4,5; 9 ó 90 dólares). Y es muy lógico que según la apariencia económica del cliente se le cobre (Fernando Díaz, coordinador de campaña de Acasida).

Las discotecas de La Condesa

Las discotecas Moons, Demas y Savage pertenecen al mismo dueño. La primera es amplia, tiene una pista para los strippers y otra para el público en general, y privados para la contratación de servicios personales. Los strippers son el centro de atracción, bailan en la pista y algunos se exhiben mientras se duchan acariciándose el cuerpo, moviéndose de forma sensual y seduciendo a los clientes. Demas se llena de gente local y de turistas que van a bailar los fines de semana. Aunque tiene una barra donde bailan los strippers, éstos reciben poca o nula atención de los clientes. El lugar es amplio, cobra "cover" y cuenta con un cuarto oscuro. Por último, Savage atrae mucha clientela por su show travesti "internacional" con caracterizaciones de artistas de lengua hispana e inglesa. El lugar es pequeño en comparación con los dos anteriores y aunque cobra cover, siempre está moderadamente lleno. En la esquina de la Calle de los Deportes y la Costera está Cabaretito Beach. Los sexoservidores frecuentan todos estos lugares pero a diferencia de los strippers, con quienes compiten por los clientes, no tienen horario fijo, no son controlados por los dueños y no reciben un sueldo. José Luis, que trabaja en la calle, dice preferir Demas a partir de las 11 de la noche; Noé las discotecas de La Condesa y del zócalo, desde Disco Beach hasta Mangos, sobre la Costera, entre las 11 y 12 de la noche; y McGyver dice que el lugar que visita con mayor frecuencia es Demas.

La dinámica de ligue y contrato que tienen los sexoservidores de la calle al interior de una discoteca es muy distinta a la de los strippers. Sexy, otro sexoservidor de la calle, afirma que los strippers cuidan mucho su apariencia física. Es evidente que los chichifos (como él se define) no suben a bailar a la pista o a las barras, sino que se la pasan dando vueltas y cobran la mitad de lo que cobra un stripper. No obstante, el chichifo gana más, ya que en un día puede obtener dos, tres o hasta cuatro clientes en distintos lugares (la playa, el zócalo, otra discoteca), mientras que el stripper sólo uno y si le va bien, obtener hasta mil pesos (90 dólares).

Comparando los oficios del "chippendale" y del stripper, Nico señala que mientras el primero no se desnuda, trabaja para mujeres principalmente, no es señalado ni estigmatizado por la sociedad y no necesita ligar para obtener un ingreso, el segundo se desnuda y para ligar necesita tener erecto el pene mientras baila, hacer privados y "fichar" (ser contratado para bailar en un privado). Es decir, se ve obligado a hacer más cosas. Josua, otro stripper que fue chippendale, añade que aunque el stripper obtiene mayores ganancias cuando hay clientes, el chippendale puede trabajar en otros lugares y obtiene de 200 a 300 pesos (18 a 27 dólares) por cada presentación, más propinas, por lo que en una noche pueden llegar a obtener 800 o hasta mil pesos (73 o hasta 90 dólares).

En las discotecas se observó que los meseros se acercan a conversar con los clientes y, si el agrado es mutuo, les ofrecen su compañía a la salida del trabajo a cambio de dinero u otro regalo. Al parecer, el único requisito para ser contratado como stripper es ser mayor de 18 años.

Hoy en día ya no hay requisitos sino la labia que tengas. Ya no necesitas tener buen físico o ser muy guapo, simplemente ser agradable al cliente; que tú le gustes al cliente, porque al final de cuentas el que te contrata es el cliente, no el dueño. Porque si tú, por muy chaparrito o muy feíto que estés, tienes buenos clientes, das a ganar a la casa y te tienen en la disco. Antes, sí se decía que fueras alto, de buen físico, pero ya no (Nico, 24 años de edad).

A pesar de que Nico y Josua aseguran que la apariencia física no es requisito, ciertas habilidades son indispensables, como ser desinhibido para exhibir los genitales, mantener erecto el pene mientras se baila, tener disposición de bailar en el momento en que el dueño o el cliente lo soliciten (en la pista o en un cuarto privado), mostrar facilidad, agrado y simpatía para relacionarse con los clientes y hacer que éstos consuman bebidas y permanezcan largo tiempo en el lugar. Conforme el stripper adquiere experiencia, puede cotizarse en otras discotecas y aspirar a recibir una mejor paga.

Entre más chavos tenga [el dueño de la disco], más va a ganar él, y cuando piden físico es ya como un sueldo que uno lo exige: "me vas a pagar tanto o cómo nos arreglamos"; en cambio [si llega] un chavo normal [...] que no hace ejercicio pues "sí, súbete a bailar, te voy a pagar tanto", para él está bien. Así yo entré y me pagaban 100 pesos [9 dólares] [...]. Cuando me fui metiendo más, me puse a hacer ejercicio y fue cuando empezaron a salir más contratos y ya es otro ingreso (Josua, 23 años de edad).

Parece ser que la apariencia física es más una preocupación del trabajador por los beneficios que de ella pueda llegar a obtener, que una exigencia de su patrón. También son importantes ciertos accesorios que ayudan a mejorar la apariencia como los pantalones entallados, la loción, las botas y la ropa interior.

No nada más [importa] cómo llegues vestido; adentro, en el trabajo, tienes que comprarte botas, tanga, hacer cambiar tu ropa, que no salgas con el mismo calzón toda la semana o las mismas botas, también tienes que cambiar (Nico, 24 años de edad).

A diferencia de lo que sucede en el zócalo o en la playa, en las discotecas el contacto entre los strippers y los clientes se da de manera directa, a invitación expresa del cliente a sentarse a la mesa y tomar una copa, o a instancias del stripper, quien, por ejemplo, se acerca a la mesa con el pretexto de pedir fuego para encender su cigarrillo. A la pregunta de ¿cómo identificas a un cliente?, un entrevistado responde:

Pues sencillo, porque ellos a veces te llaman o se te quedan viendo y "buenas noches me regalas un cigarro", y les empiezas a hacer plática, y ya solitos dicen "¿quieres una copa?" [...] Te vas relacionando con él poco a poco, hasta que te preguntan: "¿y qué hacen en los privados?" o "¿hay privados?" o "¿tienes servicios?". "Ah, sí, te cobro tanto de esto o por tanto dinero hago esto o también esto"; o te dicen: "¿sabes?, no te quiero para mí, te quiero para un amigo, para una fiesta"; es que nunca sabes qué te van a solicitar... o nada más quieren estar contigo y ya (Nico, 24 años de edad).

Durante la conversación se revelan las intenciones del cliente y la oportunidad del stripper de obtener ganancias, y se establecen las condiciones y las tarifas.

La contratación de un stripper ofrece al cliente cierta seguridad y algunas ventajas. A diferencia de los sexoservidores de la calle (que suelen infiltrarse y operar también en las discotecas), los strippers están sujetos a un control sanitario y poseen un documento de registro conocido como "cárdex", expedido por la Secretaría de Salud Municipal y que en ocasiones emplean para poder entrar a hoteles y otros establecimientos. Poseedores por lo general de atributos físicos muy atractivos, estos trabajadores sexuales muestran un comportamiento profesional. Todo esto hace que cobren más por un servicio sexual que quienes trabajan en la calle. Quien contrata a un sexoservidor de la calle no sólo se expone a mayores riesgos, sino tiene muy poca garantía de satisfacer sus deseos y necesidades eróticas. Los strippers procuran evitar contratarse fuera de las discotecas.

El sexoservicio de la calle en el Acapulco Dorado

Sobre la Costera han proliferado los sitios de prostitución masculina que, dirigidos a la clientela que sale de las discotecas gay, operan después de la medianoche y cierran al amanecer. Cuadras adelante están los travestis ofreciendo sus servicios.

Los fines de semana, a partir de la medianoche, el ambiente gay de esta zona está en su apogeo, y es común ver grupos de chicos divirtiéndose mientras esperan a un cliente previamente contactado en una discoteca o atraen a un transeúnte. Aunque es difícil identificar a un sexoservidor desde el automóvil, si uno recorre la avenida a pie se observan chicos ligando desde el Demas hasta la discoteca Paradise.

Por la Costera, alrededor de las ocho o las nueve, hasta las tres o cuatro de la mañana, hay jovencitos de 15 y 18 años que se dedican a esto; tienen su cuota y diario están ahí. En ocasiones se pelean por el lugar los que ya tienen experiencia con los que apenas están iniciando, porque estos últimos obtienen más clientes. Ahora es común ver mucho chamaquito [entre 14 y 16 años] y jotitas [en alusión despectiva a varones amanerados]; esto es lo que predomina. Hace tiempo [entre 20 y 25 años atrás] había hombres más viriles, cuerazos de hombre (no se veía gente obvia) bien dotados, y se veía mucha gente del ambiente artístico (Fernando Díaz, coordinador de campaña de Acasida).

El coqueteo y la amabilidad con el cliente son importantes, y algunos sexoservidores de la calle hacen uso de su creatividad y de otros recursos para llamar su atención. Carlos, por ejemplo, recorre esta zona de la Costera en patines ofreciendo por las tardes un masaje a los turistas (en especial a los extranjeros) o a cualquier transeúnte que aparente tener una buena posición económica.

A los gay les interesa estar delgados, [tener] buena forma, ponerse bien; porque cuando llegaba un gay que yo observaba siempre les decía: "¿qué tal?, hola, buenas noches, oye, ¿necesitas algún lugar especial?, ¿un bar gay o un masaje en especial?", y sonriéndoles simpáticamente, porque ellos siempre ven eso, la sonrisa, y es como les gusta a ellos... y luego te preguntan "el tamaño", "¿cómo lo tienes?" (Carlos, 27 años de edad).

Tanto en La Condesa como en el zócalo hay una constante afluencia de turistas nacionales y extranjeros en busca de sexoservidores. Las maneras de contactarlos o ser contactados, así como las tarifas y la forma de establecer los tratos, difieren notablemente. Mientras los clientes de La Condesa pagan alrededor de 500 pesos (45 dólares) por una felación y más de 700 (65 dólares)por un encuentro íntimo en una habitación de hotel, en el zócalo y sus alrededores las tarifas oscilan entre los 200 y los 300 pesos (18 y 27 dólares). La movilidad y la versatilidad son cruciales para la subsistencia del sexoservidor. En un día normal, un sexoservidor puede pasar la mañana entera en el zócalo, trasladarse a la playa por la tarde, entrar en una discoteca por la noche, y en la madrugada desplazarse de regreso al Centro para visitar las cantinas y los bares. Esto si no ha conseguido un cliente que pague sus servicios durante todo el día o toda la noche.

La infraestructura turística y la apropiación de espacios por parte de la comunidad gay han propiciado que los sexoservidores encuentren en La Condesa un lugar óptimo para conseguir clientes. Algunos entrevistados dijeron haber tenido en esta playa su primer encuentro sexual con una persona de su mismo sexo a cambio de dinero.

Otros espacios orientados al sexoservicio de varones para varones

Entre los espacios públicos que los sexoservidores han logrado apropiar para sus fines están los centros comerciales, como Galerías Diana, la Gran Plaza y Plaza Bahía, ubicados sobre la Costera Miguel Alemán, entre los límites del Acapulco Dorado y la glorieta de la Diana. Por las múltiples oportunidades de encuentro que ofrecen, estos espacios reciben por la tarde una gran afluencia de hombres jóvenes que acuden con el fin de ligar a otros hombres; algunos con intenciones de tener sexo, remunerado o no. Algunos de los entrevistados que combinan el sexoservicio con el estudio (educación primaria, secundaria o preparatoria) acuden en busca de turistas o clientes locales.

Hacia el oriente, en la colonia Playa Icacos cerca de la base naval, hay bares frecuentados por militares. Uno de ellos exhibe videos pornográficos para público heterosexual a partir de las cinco de la tarde y su clientela se compone de militares muy viriles (de apariencia "chacal"), de otros hombres con deseos homoeróticos y, en especial los sábados, de sexoservidores. El lugar de ligue y donde se establecen los acuerdos es el baño, y de ahí los involucrados se dirigen a los hoteles económicos de los alrededores.

Por último, están las fiestas en residencias lujosas del fraccionamiento Costa Azul para personalidades con poder económico y político. Organizadas el primer miércoles de cada mes, estos acontecimientos son una oportunidad más para los encuentros homoeróticos. Los asistentes deambulan desnudos alrededor de una alberca para servirse de un buffet amenizado con música y se relacionan con turistas (principalmente estadounidenses) que han pagado para entrar y por el derecho a usar sus cámaras de fotografía y video.

Acapulco es inmenso, porque si nos vamos desde el zócalo, nos recorreremos hasta la base naval, donde puedes encontrar servicios sexuales. No es necesario que digan La Condesa o en el zócalo; a veces hasta caminando... Mira, la Gran Plaza es un lugar de contactos, Galerías, centros comerciales, Internet, en los cibercafés hacen contacto para prostituirse; no es necesario estar en la calle. En el periódico se contratan compañías como de varón a varón [...] que también se prostituyen (Nico, 24 años de edad).

Aún teniendo un empleo fijo en una discoteca, es probable que un sexoservidor se vea motivado a acudir a otros lugares de encuentro en busca de clientes. Algunos de los entrevistados (como Irving, Nico y Adrián) son muy solicitados y tienen su propio servicio telefónico; otros, como Lenny y Fernando ("call boys" contactados a través de un anuncio del diario Novedades de Acapulco) están en alguna red de acompañantes y por ello cobran más que los que trabajan en la calle.

Yo tengo clientes extranjeros y amigos que platican conmigo [...] Cuando ven la computadora les enseñan a los demás a dónde conseguir business [...] les dan los nombres y los lugares, y entonces esos lugares aparecen en otros lugares como el zócalo, La Condesa o Plaza del Mariachi. Se maneja por teléfono o el celular, además de que hay agencias que se encargan de ser intermediarios (Aldo, 45 años de edad, comerciante y contacto).

Turismo sexual e infraestructura hotelera

Aunque el encuentro entre el sexoservidor y su cliente puede consumarse tanto en lugares abiertos (playas) como cerrados (discotecas, sanitarios de las cantinas, baños públicos o residencias particulares), los sitios más frecuentados son los hoteles y moteles de baja categoría del Acapulco Tradicional y el Acapulco Dorado. Muchos de los hoteles ubicados en la Costera no permiten el paso a los sexoservidores, por lo que los clientes optan por rentar un cuarto en algún hotel ubicado en la semiperiferia de la zona turística (el Centro, Playa Caleta, la Avenida Cuauhtémoc, el Paseo del Farallón, o la carretera a Pie de la Cuesta).

El hotel más visitado para este efecto (incluso por turistas extranjeros) es el Rosalinda, que en diarios locales anuncia la renta por hora de habitaciones provistas de televisores con canales de pornografía(Novedades de Acapulco, 2006). Entre los hoteles de mayor categoría que han visitado los sexoservidores están Fiesta Americana, Hyatt, Copacabana, Presidente y Tortuga; ubicados todos sobre la Costera. Fuera de la Costera, Las Palmas y Casa Condesa permiten también la entrada a los sexoservidores, y en este último, de pocas habitaciones, los huéspedes pueden deambular desnudos.

Uno de los problemas más comunes que enfrenta la administración de un hotel es el robo a los turistas, y con frecuencia el responsable es un sexoservidor. Para hacerle frente a esta situación algunos hoteles de alta categoría sobre la Costera, restringen el acceso a las habitaciones. No obstante, como señalan en sus testimonios Carlos y Noé, es común que los clientes ofrezcan dinero a los empleados de seguridad para que les permitan pasar a su acompañante, o efectúen un pago extra directamente en la recepción.

TIPOLOGÍA DE LOS ESPACIOS DE PROSTITUCIÓN MASCULINA Y DE ENCUENTRO GAY

A partir de la descripción y el análisis espacial del sexoservicio homoerótico y de la identificación y observación de los lugares en que se efectúa, se obtuvo la siguiente tipología de los espacios de prostitución masculina en relación con la actividad turística.

Espacios abiertos al sexoservicio. Son aquellos que no pertenecen a un particular y que permiten el libre tránsito de personas (incluidos los sexoservidores) a cualquier hora, como el zócalo, la Playa Condesa, las rocas que limitan esta playa, y la Avenida Costera Miguel Alemán.

Espacios cerrados con predominio de turistas gay. Son negocios (como las discotecas y los centros nocturnos) que cobran por el acceso. Aquí, los sexoservidores deben pagar para entrar o, si trabajan como meseros o strippers, deben pagar para salir. Son los espacios preferidos por los turistas gay porque ofrecen mayor seguridad, y porque ahí pueden obtener servicios sexuales.

Espacios cerrados con predominio de clientes locales. Son bares, cantinas, cantabares y billares (como El Pulpo, El Galeón, Las Puertas, El Cubo, La Plaza del Mariachi, Puerto Rico) que no cobran la entrada y que ofrecen bebidas a un precio accesible, visitados por gente de bajos recursos. La clientela es mixta y se compone principalmente de mujeres, hombres que asumen una identidad heterosexual y ocasionalmente travestis. Los sexoservidores llegan a estos lugares en temporada baja o cuando no han logrado encontrar un cliente durante la noche.

Espacios mixtos. Los centros comerciales, con sus establecimientos de entretenimiento (máquinas de videojuegos, cines), ofrecen espacios idóneos para el ligue. Aunque son poco visitados por sexoservidores experimentados.

Alojamiento gay y gay-friendly. Muchos hoteles orientados a la comunidad gay permiten la entrada de sexoservidores a sus instalaciones. La mayoría de los entrevistados declaró no tener problema para entrar a esos establecimientos; aunque a veces es necesario hacer un pago extra.

Alojamiento "de paso". Son los hoteles y moteles ubicados en la periferia de la zona turística en un área de transición entre ésta y la habitacional. Frecuentados casi exclusivamente por la población local, es ahí donde van los sexoservidores cuando sus clientes carecen de alojamiento o cuando no les es permitida la entrada a él.

Otros espacios de encuentro sexual. En esta categoría se incluyen cines, baños públicos, cuartos oscuros y todos aquellos espacios cerrados que favorecen los encuentros sexuales entre la población local y en menor proporción los turistas.

CAUSAS DE LA PROSTITUCIÓN MASCULINA EN ACAPULCO

La prostitución masculina suele atribuirse a la pobreza, el desempleo o la ignorancia. Si así fuera, la cantidad de personas dedicadas a este oficio sería mayor, no sólo en Acapulco, sino en la mayoría de las ciudades del país. Los sujetos entrevistados declaran que el sexoservicio les reporta mejores ingresos que cualquier otro empleo al que pudieran tener acceso y por el cual difícilmente obtendrían más de un salario mínimo. Mientras que en la construcción, por ejemplo, uno podría obtener novecientos pesos a la semana por largas horas de arduo trabajo, el sexoservicio reporta un ingreso seguro del orden de 2 mil 100 pesos semanales (190 dólares) libres de impuestos.

Por carecer de documentos oficiales y ser menores de edad muchos de los sexoservidores no pueden ser contratados legalmente. Los trabajos informales (como las ventas a particulares) tampoco les son atractivos y, en ausencia de control familiar o de orientación de un adulto, tienden a privilegiar las formas más fáciles de obtener dinero. Algunos de los entrevistados aceptaron necesitar ese dinero para comprar droga y otros mencionaron el "tener un cotorreo" como la razón para practicar el oficio.

Así pues, no son la pobreza, el desempleo ni la ignorancia las causas que llevan a un joven a dedicarse al sexoservicio, sino la oportunidad que tienen de alcanzar una mejor situación económica ante la demanda de un mercado sexual exigente y exclusivo (el del turista internacional).

Con todo, tener un empleo es importante para mantener una imagen socialmente aceptable, así que entre los entrevistados hay pintores de casas y edificios, cocineros, meseros, quiroprácticos, repartidores de volantes, afanadores, cajeros, cargadores en el mercado, empacadores en tiendas de autoservicio, albañiles y taxistas. El caso de Irving es representativo. Al preguntarle sobre su ocupación, respondió directamente ser mayate y sexoservidor, y agregó que no se dedica a otra cosa. Sin embargo, en otra ocasión y otro lugar, al ser contactado en plan de ligue, mencionó ser caddie (asistente de golfistas) y explicó que esa ocupación le permite relacionarse con turistas nacionales e internacionales y conseguir más clientes.

Los entrevistados reconocen que no son muchas las oportunidades que brinda el sector turístico en cuestión de empleo formal y bien remunerado. El trabajador depende de las propinas para mejorar su salario, y en algunas actividades prevalece la explotación.

Aquí en Acapulco no hay industrias, no hay maquila ni fábricas, no hay nada de eso [...] Entonces, el único medio es el turismo; normalmente lo que llega aquí es turismo nacional e internacional (McGyver, sexoservidor y quiropráctico).

La iniciación de los sexoservidores

Aunque las limitaciones económicas, el desempleo o el nivel educativo no determinen por sí solas la decisión de una persona a dedicarse al sexoservicio, es claro que los jóvenes que viven en estas condiciones son más proclives a hacerlo.

Ricardo Tapia y Fernando Díaz de León, coordinadores de campaña contra el VIH (Gavih y Acasida, respectivamente), consideran que algunos varones se inician en prácticas homoeróticas durante la pubertad o la adolescencia; etapas en las que es común evitar las relaciones sexuales con mujeres por el riesgo de embarazarlas y terminar siendo casados a la fuerza. Por otra parte, los juegos y rituales sexuales típicos de estas edades son más difíciles de realizar abiertamente con mujeres de su edad. Así pues, el sexo con otros varones se presenta como una opción y el practicarlo no necesariamente los lleva a cuestionar su identidad heterosexual (Perlongher, 1993; Perlongher, 1999). Finalmente, los turistas (nacionales o extranjeros) juegan también su parte en la inducción de estos jóvenes al resultarles una oportunidad de obtener placer a cambio de poco dinero y, aunque lo común es que sea un mediador quien haga el contacto (por lo general un amigo o vecino), no tienen dificultad en conseguirlo.

Muchos de los entrevistados consideran que esta etapa de iniciación es sólo un juego o un pasatiempo ocasional, pero con frecuencia el pasatiempo termina por transformarse en una forma de vida. La mayoría de los entrevistados declaró que después de hacerlo por primera vez acudió a los "antros" para conseguir más clientes. Es el caso de Noé, quien empezó a prostituirse en el zócalo a los 13 años, y después asistió a las discotecas de La Condesa. En el caso de Sexy, fue un travesti que trabaja en una estética quien lo abordó por primera vez para ofrecerle dinero a cambio de sexo. Otros se iniciaron con extranjeros, inducidos por amigos que les aseguraban que les iba a gustar el oficio y que valía la pena "poner la mente en blanco" a cambio de una remuneración significativa. Quienes se iniciaron con extranjeros (como Nico, José Luis y MacGyver) llegaron a recibir hasta 100 dólares. Los clientes eran estadounidenses y fueron contactados en la Costera. Otros, como Adrián, se iniciaron con turistas nacionales en el zócalo. Y la imitación juega también su papel. Algunos, como Sindi, refirieron que el que sus amigos cercanos trajeran siempre dinero lo motivó a trabajar desde temprana edad.

Relaciones del sexoservidor con sus clientes

El sexoservidor de la calle busca a sus clientes de manera velada y es común que finja ser empleado (taxista, caddie, promotor o asistente de un negocio relacionado con el turismo). Ésa es su forma de ligar. En cambio, quienes trabajan en las discotecas adoptan la actitud de una persona inalcanzable y entran en un juego erótico de seducción que regularmente desemboca en la obtención de alguna dádiva (un cigarrillo, una bebida o una propina muy significativa) seguida de un contrato.

Una de las principales barreras que tienen los sexoservidores para relacionarse con los turistas extranjeros es el idioma, pese a que varios de ellos han aprendido inglés. Una vez trascendida esta barrera se enfrentan a otros problemas, como tener que cumplir con un vasto repertorio de fantasías sexuales. Carlos, masajista, dijo atender con frecuencia a parejas heterosexuales en sus fantasías. Por este tipo de servicios, señala Nico, puede llegarse a cobrar hasta siete mil pesos (más de 600 dólares). En ocasiones hay que vestirse de mujer, recibir golpes y patadas en todo el cuerpo, o consoladores y otros juguetes sexuales y dejarse humillar. Muchos sexoservidores prefieren evitar este tipo de clientela, pero es difícil adivinar a priori lo que un cliente pretende, ya que quienes llegan a solicitar este tipo de prácticas no siempre son extranjeros. En opinión de Irving, hay una especie de mafia que opera comprando la discreción de quien sea necesario y garantiza que el cliente obtenga lo que busca: "cualquier taxista da facilidades a los turistas para hacerlo hasta en su casa".

Es común que los sexoservidores tengan clientes frecuentes y que con ellos lleguen a desarrollar relaciones de amistad duraderas.

Me vienen a buscar [...] fines de semana y me buscan los dos días que se quedan [...]. Estoy con ellos, vienen y me dejan lo que ellos quieren. A veces no es necesario tener sexo; a veces no, pues que "vamos a beber", que la fregada, y "ten mil", "ten dos mil", por estar ahí sentados con ellos y ya (Nico, 24 años de edad).

Otra variedad de sexo-servicio es aquella que implica desplazarse a otras poblaciones, siempre con todos los gastos pagados (incluyendo alimentos) y frecuentemente con algún regalo extra, como ropa o calzado. Si se trata de un cliente frecuente con el cual se ha establecido un vínculo afectuoso, no es difícil que éste acepte enviarle dinero quincenal o mensualmente al sexoservidor para cubrir sus necesidades básicas, aunque este tipo de relaciones no duran mucho tiempo.

En el imaginario colectivo de los sexoservidores los turistas extranjeros gustan de ellos porque son mejores amantes que los que pueden conseguir en sus países y porque tratan a sus clientes con amabilidad y respeto (Perlongher, 1993; Perlongher, 1999). Todo turista extranjero busca pasarla bien en sus vacaciones y los sexoservidores ponen de su parte para que lo logren (Clift & Forrest, 1999); aún si hay ciertas prácticas y juegos eróticos que no les resulten agradables.

Por lo general el turista extranjero es más valorado que el nacional, ya que el segundo es considerado por muchos como menos respetuoso, menos sensible y con menos dinero. No obstante, aunque es un hecho que el turista extranjero paga más por los servicios sexuales, lo más probable es que no vuelva a aparecer en escena y por ello los turistas nacionales no dejan de ser apreciados. Como asegura Nico "un turista de aquí o de México puede mandarte dinero, te puede ayudar o alivianar. El ingreso es poco, pero seguro".

Aunque, en opinión de la mayoría, cualquiera puede dedicarse a este oficio, mucho ayuda mostrarse simpáticos y accesibles. Son preferidos los adolescentes de apariencia latina (de acuerdo con los turistas y clientes "los latinos son más ardientes") que tengan piel, ojos y cabello obscuros, cara de inocentes y carezcan de vello corporal; que luzcan una masa muscular notable y tengan un pene de tamaño sobresaliente. También es importante llevar un corte de pelo y vestimenta de moda.

Los vínculos afectuosos y eróticos entre el sexoservidor y el cliente se rigen por relaciones de poder y están impregnados de resentimiento social mientras se exalta la virilidad del sexoservidor y se fortalece su identidad heterosexual, por ejemplo, llegando al "antro" acompañado de la novia.

Los tiempos del turismo y los tiempos del sexoservicio masculino

A quienes, como Sexy, trabajan en discotecas o alternan su oficio con otro empleo, poco les afecta la disminución de turistas durante la temporada baja. Pero quienes trabajan en la playa, la Costera o en el zócalo, y no tienen otra fuente de ingresos, se ven en aprietos.

La primera época muy cargada es diciembre, la segunda en Semana Santa y la tercera ahorita, en las vacaciones del maestro [mayo]. No viene extranjero, pero viene mucho nacional, maestros, alumnos, de todo [...]. En diciembre son más extranjeros, porque llegan de los barcos, hay dinero, hay dólar, hay de todo en diciembre. En Semana Santa, ya casi nomás el nacional, barcos todavía hay, pero ya menos; y en las vacaciones de verano puro nacional (Aldo, 45 años de edad, comerciante y contacto).

En diciembre la mayoría de los sexoservidores consigue de dos a tres clientes diarios, principalmente extranjeros, mientras que en Semana Santa o durante el verano predominan los nacionales. Sindi dijo que a veces surgen contratos por 20 días o un mes para trabajar en otras ciudades de la República Mexicana. Además, muchos de los entrevistados cuentan con una agenda de clientes locales (como Adrián e Irving) y algunos de ellos organizan itinerarios para conseguir trabajo, como hacen los strippers.

...pero a partir de aquí [junio] hay lluvias, pues no hay nada, porque la mayoría del turismo viene aquí porque hay sol, pero cuando llueve no hay nada, se va la gente pues, es lo que llamamos temporadas bajas [...] La mayoría de nosotros emigramos a otros estados [...] Hay una persona que nos hace contratos para ir a trabajar por cierta cantidad, por 15, 20 días o un mes. Terminándose tu contrato te regresas otra vez a Acapulco; a veces los contratos son hasta dos días (Nico, 24 años de edad).

CONCLUSIONES

La prostitución masculina en Acapulco se ha adaptado a las condiciones de la actividad turística y se ha infiltrado en los espacios de convivencia –predominantemente turísticos– de la comunidad gay en la ciudad. Percibida como una opción ocupacional para quienes desean obtener mejores ingresos, se desarrolla en lugares específicos, muchos de ellos negocios orientados al segmento del turismo gay. La apropiación de estos espacios por parte de los sexoservidores no sólo ha sido tolerada por sus propietarios, sino propiciada por quienes ven en ello una manera de seguir atrayendo turistas. Éstos, por su parte, frecuentan los lugares ya sea para convivir con gente de su misma identidad sexual, para encontrar un compañero sexual (local o foráneo), o para contratar los servicios de un sexoservidor, pese a los riesgos que ello implica. Acapulco se ha convertido en un lugar ideal para iniciar una relación homoerótica.

No obstante, debido a la estigmatización y la carga moral que sufren quienes tienen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, la prostitución masculina en esta ciudad turística se practica discretamente, lo que contribuye a aumentar los riesgos de ambas partes involucradas de ser víctimas de violencia física, robo, enfermedades de transmisión sexual e incluso extorsión por parte de los agentes de seguridad pública. El turista extranjero preferirá visitar los espacios cerrados (como las discotecas) para conseguirse un mayate, un chichifo o un stripper, mientras que el turista nacional visitará la Costera, la playa, el zócalo o los bares del Centro para satisfacer sus deseos y placeres eróticos a un menor precio y, si su condición económica se lo permite, visitará las discotecas o contratará a un call boy que se desplace a su habitación o lugar de residencia.

La dinámica económica de Acapulco, como puerto y como destino turístico, ha propiciado el flujo constante de colectivos masculinos proclives a solicitar servicios sexuales: militares, marinos, inmigrantes y, más recientemente, turistas, hombres de negocios y personal de empresas o instituciones que asiste a congresos y convenciones; una población flotante que incluye personas dispuestas a pagar por satisfacer deseos sexuales que no se permitirían contemplar en su lugar de residencia, o que simplemente desean vivir una experiencia distinta. Si bien el turismo no es la causa de la prostitución masculina, sí ha contribuido a su desarrollo. 

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Recibido el 27 de abril de 2015
Reenviado el 5 de junio de 2015
Aceptado el 15 de junio de 2015

Arbitrado anónimamente

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