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Estudios y perspectivas en turismo

versión On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. vol.24 no.4 Ciudad Autónoma de Buenos Aires oct. 2015

 

DOCUMENTOS DE BASE

La oferta de trabajo sexual masculino en el Perú

su interacción con las demandas del turismo internacional

 

Carlos F. Cáceres*

Universidad Peruana Cayetano Heredia - Lima, Perú

César R. Nureña**

Universidad Nacional Mayor de San Marcos - Lima, Perú

Ada Gomero***

International Planned Parenthood Federation - Nueva York, Estados Unidos

* Médico por la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), Lima, Perú. Maestría en Salud Pública y Doctorado en Epidemiología por la Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos. Se desempeña como profesor principal de Salud Pública en la UPCH y dirige el Instituto de Estudios en Sexualidad, Salud y Desarrollo Humano, Lima, Perú. E-mail: carlos.caceres@upch.pe

** Antropólogo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú. Maestría en Sociología por la Universidad Iberoamericana – Ciudad de México, México. Se desempeña como investigador independiente. E-mail: cnurena@yahoo.es

*** Bachiller en Psicología por la Universidad de Chicago, Estados Unidos. Maestría en Salud Pública por la Universidad de Columbia, Nueva York, Estados Unidos. Se desempeña como analista de datos en el International Planned Parenthood Federation (IPPF), Nueva York, Estados Unidos. E-mail: acgomero@gmail.com


Resumen:

La oferta turística en Perú, país entre los más visitados del mundo, va en franco aumento. Aunque el turismo LGBT es aún incipiente, otras formas de turismo como el de negocios, van ganado una mayor presencia. Este trabajo explora la relación entre turismo y trabajo sexual masculino, en particular el dirigido a turistas varones, en las tres regiones de mayor afluencia turística del país: Lima, Cuzco y la Amazonía. Además evalúa los avances obtenidos en los esfuerzos por adecuar esta actividad a los acuerdos internacionales sobre trabajo sexual, desplazamiento de personas, salud pública y derechos humanos.

PALABRAS CLAVE: Trabajo sexual masculino; Turismo sexual; Salud pública; Derechos humanos; Perú.

Abstract:

Male Sex Work in Peru and its Interaction with the Demands of International Tourism. Tourism in Peru, one of the main tourist destinations in the world, is rapidly expanding. Although LGBT tourism is still incipient, other forms of tourism, such as business tourism, show an increasingly greater presence. This article explores the relationship between male sex work and tourism (especially male tourists) in the country's three major tourist regions: Lima, Cusco and the Amazonía, and evaluates the progress achieved in adapting this activity to international agreements on sex work, people displacement, public health and human rights.

KEY WORDS: Male sex work; Sex tourism; Public health; Human rights; Peru.


INTRODUCCIÓN

En la última década, la llegada de turistas internacionales al Perú ha aumentado en más del 100 por ciento, con la visita de 3.2 millones de turistas en 2013 (Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, 2014). El considerable crecimiento económico del país en los últimos quince años, además de su relativa tranquilidad política, su baja inflación y sus reconocidos atractivos para el turismo cultural, ecológico, de aventura y gastronómico, han contribuido a convertirlo en un destino internacional de prestigio con capacidad de crecer de forma sustancial (Tinoco, 2014). A fin de estimular el crecimiento económico de las ciudades de la costa, la sierra y la selva, se han implementado diversas campañas para atraer a turistas internacionales y nacionales (Tinoco, 2014).

Por otra parte, el trabajo sexual masculino también ha crecido mundialmente en las últimas dos décadas. Especialmente entre aquellos individuos con nivel educativo más elevado y con mejor acceso a las herramientas de la información, ha adquirido dimensiones internacionalmente estandarizadas como resultado de la proliferación de redes sociales y sitios web orientados a esta actividad (Baral et al., 2014).

Dada la percepción generalizada de que los turistas gay tienen más recursos económicos para gastar que los demás visitantes (Cordero, 2008), en muchos destinos turísticos internacionales se busca atraerlos mediante campañas específicas, como reporta Coon (2012) en el caso del sur de Florida en los Estados Unidos. En el caso del Perú no existe una campaña específica orientada al segmento lésbico-gay-bisexual-transgénero (LGBT), ni documentación sobre cuántos turistas LGBT visitan este país que, pese a sus incipientes avances en el reconocimiento de los derechos de la población sexualmente diversa, no ha logrado cambiar significativamente su reputación de homofóbico. En el índice de Spartacus, guía de viaje específica para la población gay que clasifica 138 destinos según las leyes y costumbres locales, Perú aparece con un puntaje de -4 en una escala de +9 a -14 que va del destino más amigable al más hostil (Spartacus International Gay Guide, 2014). En mayo de 2013 los resultados de este índice sugirieron que Perú era el país más homofóbico de Latinoamérica, lo cual generó una gran controversia que llevó a la industria del turismo a evaluar los beneficios del turismo gay en Perú (Pérez, 2014). Aunque esto no se ha traducido en cambios positivos inmediatos, sí motivó al menos una discusión importante sobre la imagen de Perú frente al resto de la comunidad global en materia de esfuerzos hacia la igualdad de género.

En términos generales viajar proporciona oportunidades, privacidad y deseo de experiencias distintas a lo habitual, lo que suele incluir experiencias sexuales casuales en los países de destino. Al viajar, los hombres gay no son menos proclives que los hombres heterosexuales a involucrarse en experiencias sexuales ocasionales y están también dispuestos a pagar por algunos de estos encuentros (Ward et al., 2006). Entre los destinos en los que los hombres gay son más propensos a pagar por sexo (o tienen la oportunidad de hacerlo) se encuentran Tailandia, Brasil (Fernández Dávila et al., 2012), Cuba y la República Dominicana (Padilla, 2007).

Como en muchos otros países el trabajo sexual masculino es sólo parcialmente visible en Perú y los trabajadores sexuales difícilmente reconocen una profesión en esta práctica, a la que consideran una actividad informal y temporal para conseguir ganancias inmediatas (Baral et al., 2014). Por su parte, los turistas que compran los servicios de trabajadores sexuales masculinos suelen también desconocer que están haciéndolo porque no necesariamente pagan con dinero, sino con comida, regalos o la esperanza de salir del país (Ward et al., 2006). La literatura sobre la demanda del trabajo sexual masculino es aún más escasa que la que se ocupa de la oferta. Aún así, la evidencia sugiere que hay un punto de encuentro entre turistas gay y trabajadores sexuales masculinos en Perú.

El trabajo sexual masculino en Perú presenta una realidad diversa que puede agruparse en dos grandes grupos: 1) aquel practicado por hombres de muy bajos ingresos que se desempeñan sobre todo en espacios públicos de los sectores urbanos medio-bajos y populares, se sirven de hoteles de paso, y están expuestos a violencia y otros riesgos, y 2) aquel practicado por jóvenes de más alto nivel educativo y conocimientos básicos de inglés que utilizan Internet para anunciarse (con frecuencia en sitios web internacionales), atienden en departamentos alquilados, residencias de clientes u hoteles de turistas, y que ven en el trabajo sexual ya sea un complemento a sus ingresos o un ingreso principal muy lucrativo (Cáceres et al., 2014). El primer tipo coexiste con la oferta de servicios de mujeres y mujeres transgénero (en su mayoría travestis que viven de forma permanente como mujeres, algunas de las cuales pueden haber iniciado algún tratamiento médico conducente al cambio de sexo) en distintas regiones del país. Mientras que el segundo, de especial interés en este trabajo, es más un fenómeno de la ciudad de Lima.

En Lima y otras ciudades grandes de la Selva los trabajadores sexuales contactan a sus potenciales clientes en espacios públicos, discotecas y bares, pero también en sitios web, salas de chat y agencias accesibles a los turistas (Nureña et al., 2011). Las nuevas tecnologías de comunicación han permitido que los turistas coordinen encuentros sexuales desde antes de llegar al país, tal como hacen con sus visitas a museos e hitos turísticos de la ciudad. Asimismo, la disponibilidad de aplicaciones con ubicadores geosociales en teléfonos inteligentes es una de las estrategias de las que se valen los trabajadores sexuales para ofrecer sus servicios en cualquier momento del día todos los días del año; y los visitantes suelen asegurarse de tener sus dispositivos disponibles y conectados a la red.

Aunque la literatura sobre el tema ofrece escasas evidencias, existen sitios web con anuncios internacionales de escorts masculinos y masseurs para clientes extranjeros (Cordero, 2008) en Lima y en otras ciudades. También se anuncian saunas donde se ofrecen masajes con servicios adicionales. En las ciudades amazónicas de Iquitos y Pucallpa los trabajadores sexuales jóvenes se valen de otras estrategias para atraer a sus potenciales clientes como son el reclutamiento en bares y discotecas y el contacto mediante intermediarios (Nureña et al., 2011). Finalmente, en el Cusco, el destino turístico más popular del Perú, se dan encuentros sexuales transaccionales entre la población local y los turistas en un fenómeno conocido como "bricherismo".

Si bien el punto medular de este trabajo son las interacciones entre turistas varones internacionales y trabajadores sexuales, en particular del género masculino, se incluirán particularmente para la región de la Amazonía las interacciones con mujeres transgénero(identidad política emergente que incluye a personas identificadas con el término nativo de "travestis"). Consideramos razonable este enfoque porque para dicha región la información sobre trabajadoras transgénero es especialmente abundante; éstas trabajan en equipo con los varones y parecen ser más populares que aquéllos; y algunas de ellas reportan haber dejado de usar hormonas femeninas para evitar las disfunciones eréctiles (Nureña et al., 2011). Por su parte los extranjeros usuarios de todos estos servicios son varones (identificados o no como gay), excepto en el caso del bricherismo que se da sobre todo entre varones locales y mujeres extranjeras en Cusco. Tiene más la forma de un acompañamiento integral durante su visita, en el que el sexo es un componente entre muchos y no es imprescindible.

OBJETIVOS Y ESTRUCTURA

Mediante el análisis de los datos disponibles acerca de la relación del trabajo sexual masculino con el turismo en el Perú se pretende responder a las siguientes preguntas: ¿Existe sexo transaccional entre varones locales y turistas (en principio, varones) en Perú? ¿En qué contextos se da y cómo varía de región a región? ¿En qué medida dicha oferta se diferencia de la existente para el público local? ¿Se dan estos intercambios en condiciones que justifiquen la caracterización de "turismo sexual"? ¿Existen evidencias de que el turismo sexual, si lo hubiere, involucra la explotación a menores? ¿Tiene la realidad descripta consecuencias relevantes para definir políticas públicas de algún tipo?

El marco conceptual planteado a continuación permitirá explorar: 1) el sexo comercial en la Amazonia peruana, donde el trabajo sexual masculino se caracteriza por la expectativa de lo exótico y la sensualidad desbordada; 2) la práctica del bricherismo en Cusco, acompañamiento con elementos sexuales y un ingrediente de autenticidad andina para atraer a los clientes, en su mayoría más no exclusivamente mujeres; 3) la franja superior del mercado de trabajo sexual masculino en Lima desarrollada por un segmento demográfico de clase media que se sirve de ciertos patrones internacionales estandarizados para anunciarse y relacionarse con clientes, que aprende inglés y emplea criterios más complejos de marketing para anunciar sus servicios y las bondades de sus cuerpos. Todos estos contenidos serán evaluados en la penúltima sección para discutir la necesidad de desarrollar políticas públicas orientadas a promover la libertad y el desarrollo humano, y prevenir el abuso y problemas de salud pública. Finalmente, en las conclusiones se analizará la situación que guarda actualmente la relación entre sexualidad e intercambios internacionales en el país.

MARCO CONCEPTUAL

Para los propósitos de este análisis, se llamará "sexo transaccional" a aquel que involucra tanto transacciones comerciales formales (conocidas como trabajo sexual o tradicionalmente "prostitución") cuanto transacciones informales de sexo por alimentos, bebidas o regalos; sin necesidad de un acuerdo inicial conocidas como "sexo compensado", del cual el ya citado bricherismo sería un ejemplo aunque con características propias.

Una segunda distinción importante es aquella entre "turismo sexual" (es decir, turismo cuyo propósito principal es la búsqueda de una oferta de trabajo sexual) y el uso de servicios sexuales por parte de turistas o viajeros de negocios. Como se ha mencionado, no existe ninguna evidencia de que Perú sea un destino de turismo sexual. En lo que toca al abuso sexual de menores, aunque en Perú están prohibidas la oferta, la promoción y la demanda de servicios sexuales de menores de edad, la oferta existe y se da sobre todo en el caso de algunos menores en condición de marginalidad en Lima (por ejemplo niños de la calle generalmente usuarios de drogas), para una clientela local de bajos ingresos. No existe ninguna evidencia de oferta organizada para turistas extranjeros.

Finalmente, es importante diferenciar entre una oferta de sexo transaccional especializada en clientes extranjeros, y otra oferta que se hace extensiva a extranjeros, pero que está dirigida a un público local con ingresos medios o altos. Es posible que en la ciudad de Lima y otras ciudades grandes del país (a excepción de aquellos servicios que puedan ofrecerse confidencialmente en circuitos de hoteles de lujo) los servicios utilizados por los viajeros sean los mismos que utiliza el público local con capacidad adquisitiva. En cambio, en algunos lugares del país con características especiales, como Cuzco o la Amazonía se ofrecen formas de sexo transaccional que están más claramente orientadas al público extranjero, puesto que elaboran sobre aspectos de la cultura local.

TURISMO Y TRABAJO SEXUAL DE VARONES Y TRAVESTIS EN LA AMAZONÍA

La Amazonía peruana ha sido representada muchas veces como un territorio exótico, "de frontera" (Santos Granero & Barclay, 2002) y de libertad sexual (Motta, 2011). Si bien las imágenes de Perú más difundidas hacia el exterior aluden a los Andes y el mundo andino, la Amazonía ocupa más de la mitad del territorio del país y es el área de mayor diversidad cultural y biológica. La región aparece como un destino turístico relativamente importante pero menor si se la compara con lugares como Cusco y Lima. No obstante, en los últimos años la relativa estabilidad económica y social del país y el desarrollo de negocios y servicios turísticos, han propiciado un creciente flujo de visitantes extranjeros hacia esta zona donde además es posible percibir en la sociedad una actitud de relativa tolerancia frente a las identidades y prácticas homosexuales y hacia las mujeres transgénero (denominadas "travestis" en el habla nativa).

En Perú las imágenes y los estereotipos que vinculan al mundo amazónico con la libertad sexual y con una sexualidad "desbordada" y "ardiente" resultan de procesos históricos que tienen que ver con las diferencias de poder entre regiones y que han repercutido en la configuración de las ideas de género (Motta, 2011). Actualmente, algunos reportes y discursos locales hacen destacar esos aspectos de exotismo y sensualidad para explotar el potencial turístico de la región (Babb, 2012; Cabada et al., 2002). Sin embargo, en la literatura existente no hay evidencias que permitan afirmar que los visitantes extranjeros a la Amazonía peruana sigan un patrón de comportamiento similar al que define el turismo sexual. Los datos existentes apuntan más a las interacciones sexuales entre viajeros y la población local, pero se sabe muy poco aún sobre el lugar que ocupa la búsqueda de experiencias sexuales entre las motivaciones que podrían tener los visitantes foráneos al decidir viajar a esta zona.

En un estudio sobre comercio sexual que abarcó a las dos principales ciudades Amazónicas peruanas, Iquitos y Pucallpa (Nureña et al., 2011), se recogieron mediante entrevistas los testimonios de jóvenes varones y de algunas jóvenes travestis que ofrecían servicios sexuales y mencionaban a clientes "extranjeros" o "turistas", además de información pertinente a partir de observaciones sistemáticas en los lugares de comercio sexual frecuentados por turistas nacionales y extranjeros. En ambas ciudades, algunas de las principales zonas de comercio sexual se ubicaban cerca de los mejores hoteles, a donde se espera que lleguen los visitantes nacionales y extranjeros más adinerados. Lo mismo ocurría en Pucallpa con las "travestis", quienes ofrecían sus servicios por las noches en al menos dos calles poco iluminadas en los contornos del principal hotel de la ciudad, muy cerca de la Plaza de Armas. En Iquitos, algunas de las travestis reconocidas como "las más regias" (de mejor aspecto físico y modales más refinados, incluyendo a las "operadas" o "siliconeadas") ofrecían sus servicios sexuales también por las noches en la Plaza de Armas de la ciudad, donde se ubica el principal hotel, diferenciándose así de otras travestis reconocidas como de condición social más baja y que trabajaban en otra plaza en una zona alejada del centro, donde la oferta de servicios sexuales está dirigida a un público masculino local y de menores ingresos.

En Iquitos, la Plaza de Armas y el céntrico Malecón Tarapacá(conocido bulevar ubicado frente a los ríos Amazonas e Itaya) son también lugares de encuentro entre foráneos (nacionales y extranjeros), hombres y mujeres que ofrecen servicios sexuales sobre todo por las noches. En el caso de los jóvenes varones, dichos contactos involucran la negociación de tarifas y acuerdos sobre las condiciones del servicio (roles sexuales, tiempo, lugar, etcétera), siguiendo un esquema muy similar al de la oferta sexual de hombres jóvenes en calles y plazas conocido como "fleteo" (Cáceres & Jiménez, 1999; Nureña et al., 2011), que no hace muchos años era visible en diversos sectores de Lima y hoy ha quedado restringido a áreas de menores ingresos de la capital.

En ocasiones, los contactos e intercambios sexuales se inician como aproximaciones casuales que conducen a salidas a lugares de diversión e invitaciones a comer o beber y resultan luego en relaciones de sexo compensado (con "propinas" antes que pagos con tarifas establecidas de antemano). Esta pauta era más común en Pucallpa, donde estos contactos entre extranjeros y jóvenes varones tenían lugar comúnmente en la Plaza de Armas de la ciudad. A diferencia de lo que ocurría en Iquitos o Lima donde había mayor presencia de trabajadores sexuales profesionales, en Pucallpa los protagonistas de estos encuentros en lugares públicos eran sobre todo jóvenes a quienes se suele denominar "maperos",término con el que en el ambiente gay local se designa a muchachos de barrios populares, muchas veces adolescentes, que se identifican como heterosexuales y que tienen contactos sexuales con hombres gay a cambio de ayudas económicas, comida, licor, diversión, ropa u otras ventajas materiales.

Tanto en Pucallpa como en Iquitos, pero sobre todo en esta última ciudad, algunas discotecas y bares eran también escenarios de encuentros entre visitantes extranjeros y jóvenes varones locales que ofrecían servicios sexuales. Se identificaron tres modalidades de contacto: la primera, en Pucallpa, donde un joven (que se identificaba como "flete") relató cómo acudía junto a un grupo de amigos a determinadas discotecas y bares gay buscando a potencialesclientes (locales, turistas nacionales o extranjeros) a quienes se aproximaba en principio para bailar, conversar y solicitarles invitaciones de tragos, y ofrecerles luego sus servicios sexuales. Estos jóvenes habían desarrollado estrategias grupales para conseguir clientes y brindarse protección mutua y a veces compartían también parte de las ganancias (por ejemplo, cuando el que había obtenido más dinero invitaba a comer a los demás). Otra modalidad es la de jóvenes varones de Iquitos que a ciertas horas de la noche, luego de recorrer las zonas céntricas de la ciudad, acudían individualmente a las principales discotecas (no sólo gay) esperando hacer contacto con clientes locales o turistas con el propósito de establecer relaciones de sexo comercial. En estos mismos establecimientos se identificó una tercera pauta, en la que entraban en escena algunos jóvenes gay que operaban como intermediarios entre los turistas y las personas que ofrecen compañía y servicios sexuales. Dependiendo de las preferencias de los clientes, estos intermediarios les ofrecían la posibilidad de contactarlos con mujeres, jóvenes varones o travestis que podían encontrarse en esos locales o a quienes llamaban por teléfono para que se acercaran al lugar. Por lo general, los intermediarios indicaban a los clientes cuánto les cobrarían por establecer esos contactos, y cuánto deberían pagar a las personas que les brindarían los servicios sexuales (Nureña, comunicación personal).

En varios casos, los entrevistados se atribuyeron el supuesto carácter hipersexuado y "fogoso" de los amazónicos (la figura del mítico "charapa ardiente") que según ellos los haría más deseables ante los ojos de los visitantes a la Amazonía. De manera similar, entre aquellos que salían de esta región para trabajar ofreciendo servicios sexuales en Lima o en otras ciudades, era también relativamente común encontrar a sujetos que se veían a sí mismos como poseyendo cierta ventaja frente a otros en el terreno del desempeño sexual por el hecho de provenir "de la selva".

En las entrevistas a trabajadores sexuales de la Amazonía los relatos sobre clientes extranjeros hacían referencia en primer lugar a la posibilidad de obtener ganancias económicas mayores a las habituales con clientes locales o nacionales. Varios de ellos tomaban en cuenta este factor como el criterio principal al momento de elegir los lugares de la ciudad en los que ofrecían sus servicios sexuales (zonas cercanas a hoteles céntricos, lugares turísticos y discotecas de moda). Es así que negociaban tarifas más altas, a veces en dólares, cuando contactaban a clientes extranjeros. Una travesti que frecuentaba la Plaza de Armas de Iquitos mencionó que algunos turistas le pagaban "por noche, no por servicio".

Más allá del aspecto económico, otras travestis manifestaron también su extrañeza ante las preferencias, "fantasías" y prácticas sexuales de algunos extranjeros.

Otro tema mencionado en las entrevistas fue el de las dificultades de comunicación con extranjeros que hablaban solo inglés u otras lenguas europeas, lo cual normalmente no impedía que se concretaran las relaciones y los acuerdos de sexo comercial. En ocasiones, las referencias a extranjeros destacaban también sus características físicas, cercanas a ciertos ideales estéticos occidentales ("son chicos guapos, simpáticos") (Nureña, comunicación personal). Sólo una de las travestis entrevistadas habló de riesgos sexuales en sus relaciones con extranjeros; concretamente el caso de un "americano" que luego de un par de encuentros sexuales le confió que tomaba tratamientos contra el VIH. Aunque, según ella se habían protegido en dichos encuentros la revelación le generó una gran preocupación y motivó que se realizara posteriormente un examen para descartar una posible infección.

En síntesis, en Pucallpa e Iquitos, pero sobre todo en esta última ciudad, hay una visible vinculación entre el turismo y la oferta de servicios sexuales dirigida a hombres homosexuales (y bisexuales), la cual aparece más claramente definida e influida por la demanda foránea en comparación con lo que ocurre por ejemplo en Lima, donde los servicios sexuales destinados a turistas extranjeros no parecen diferenciarse mucho de los ofrecidos al público masculino local de clase media y media alta (Nureña et al., 2011). Más allá de esto, el medio amazónico aparece en los discursos e imaginarios populares como un escenario de exotismo y sexualidad desbordada, algo que muchas veces reivindican las propias personas que se dedican al comercio sexual y que no se sabe aún en qué medida puede estar contribuyendo a la definición de la Amazonía como un destino turístico para extranjeros que buscan experiencias sexuales. Este es un tema de discusión que merece ser explorado más profundamente a partir de mayores evidencias de investigaciones enfocadas en la demanda de servicios sexuales.

BRICHERISMO EN EL CUSCO

La ciudad de Cusco y el cercano sitio arqueológico de Machu Picchu se encuentran sin duda entre los destinos turísticos más populares entre los extranjeros que visitan Perú. Los flujos de turistas hacia estos lugares se han venido incrementando sostenidamente desde mediados del Siglo XX, con un crecimiento notable en las últimas décadas. Dado que hasta el Siglo XVI el Cusco fue la sede del imperio incaico (el más importante del mundo prehispánico en Sudamérica), y luego un destacado centro urbano colonial, la ciudad y sus alrededores brindan una oferta singular para visitantes que desean tener experiencias de consumo cultural cargadas de historia ancestral y "autenticidad" andina. En parte por esta demanda, que más allá de las ruinas y los templos, no excluye la búsqueda de exotismo y autenticidad entre la población autóctona, y en parte también por el propio devenir de los discursos y las identidades locales, ha cobrado protagonismo en esta ciudad la figura del brichero; una suerte de Casanova andino o Andean lover, llamado también "cazador de gringas". Debido a la importancia de este personaje en la configuración de la cultura sexual del Cusco, en este apartado se analiza el fenómeno del bricherismo para explorar luego sus posibles relaciones con prácticas de sexo transaccional masculino ligadas al turismo.

El bricherismo aparece en la sociedad peruana en las últimas décadas del siglo pasado como una pauta social típica de algunos jóvenes cusqueños, indígenas o mestizos, que en las imágenes populares comenzaron a ser representados como sujetos que visten ropas y accesorios con motivos andinos, usan a veces el cabello largo, saben algo de quechua y algo de inglés, y frecuentan lugares en los que es posible tomar contacto con turistas con el propósito de seducir a mujeres extranjeras y eventualmente salir del país con ellas para establecerse idealmente en Europa o los Estados Unidos (Babb, 2012; Vich, 2007). Se dice que el término brichero deriva del vocablo inglés bridge ('puente'); es decir, el brichero sería originalmente aquel que al conquistar a extranjeras consigue un "puente" para salir del país (Valcuende del Río & Cáceres Feria, 2014). No es casual que este término empezara a popularizarse en los años ochenta, precisamente cuando debido a la grave crisis económica y social que por entonces tuvo lugar en el Perú la perspectiva de salir del país para huir de la crisis se convirtió en un anhelo muy valorado en diversos sectores de la población (según una frase común en el Cusco de ese entonces: "hay tres formas de salir del país: en barco, en avión y en gringa"). En todo caso, más allá del contacto sexual, estas relaciones con extranjeras implican para los bricheros el "pasarla bien", acompañarlas, ofrecerles una experiencia de aproximación "mística" a la cultura y cosmovisión andinas (los incas, los apus, etcétera) y recibir regalos e invitaciones de comida, bebidas y salidas a lugares de diversión. Por eso no faltan quienes los califican como "vividores" o hasta "gigolós". No obstante, a pesar del estigma y los reparos morales que rodean a veces a esta práctica, algunos de estos jóvenes –no sin cierto orgullo– se reconocen a sí mismos como bricheros principalmente por el prestigio que frente a otros les otorga la cercanía con mujeres "gringas". Muchos bricheros trabajan como guías de turistas, vendedores callejeros de artesanías, músicos o empleados de bares y discotecas. Otros pueden ser simplemente jóvenes desempleados que se buscan la vida y no faltan quienes tienen también estudios universitarios. Según Valcuende del Río & Cáceres Feria (2014: 78) para el brichero "La gringa o el gringo garantizan viajar, comer en restaurantes, discotecas, [...] practicar idiomas e, incluso, acceder a cuerpos exóticos, pero también estatus, a partir de la proximidad a un cuerpo cuya lectura social define una posición de poder".

Los sentidos adscritos al bricherismo han ido evolucionando con los años. Actualmente, se habla también de mujeres bricheras con un sentido despectivo que en ocasiones implica señalamientos de prostitución, mientras que el término brichero suele ser aplicado también a jóvenes en general de diversas partes del país que buscan tener encuentros románticos o sexuales con mujeres u hombres extranjeros, comúnmente "gringos", incluso en ausencia de los elementos "autóctonos" descritos en el párrafo previo. Cabada et al. (2009: 299-300) coinciden con esta apreciación sobre la ampliación del sentido del término: "At the present time, the term brichero (or the feminine 'brichera') is used indistinctly to name young Peruvians engaging in sexual intercourse with travelers".

En la caracterización original y típica ideal del bricherismo, éste no remite en un sentido estricto a la idea de sexo transaccional. Si bien las motivaciones del brichero incluyen la búsqueda de beneficios materiales, sus prácticas y estrategias apuntan más al logro de tales beneficios mediante la seducción y la "conquista", antes que a la negociación en el marco de un intercambio de sexo comercial. A ese nivel, técnicamente podríamos hablar de "sexo compensado" pero no de comercio o trabajo sexual. En Cabada et al. (2002: 85) se afirma que "El 'brichero' no se prostituía o vendía en el sentido estricto; él intercambiaba 'amor' por un techo y comida, aunque algunas veces, además se obtenía dinero". Por otro lado, el esquema del bricherismo clásico conlleva una idea de masculinidad heterosexual asociada a elementos étnicos. En fuentes literarias, visuales y periodísticas, los bricheros varones aparecen reivindicando su capacidad seductora con mujeres exclusivamente.

Sin embargo, dejando de lado aquella pauta clásica para enfocarse en el sentido más amplio que tiene hoy la noción de bricherismo, sí es posible pensar en la presencia en el Cusco y otros lugares de Perú de jóvenes varones que se aproximan a hombres extranjeros gay y bisexuales para ofrecerles compañía y servicios sexuales (comerciales), además de experiencias culturales con tintes étnicos, independientemente de si buscan o no salir del país. Hay que considerar aquí al menos dos aspectos importantes en relación con el tema principal de este trabajo. En primer lugar, el carácter comercial de estos intercambios sexuales, para lo cual no existe suficiente evidencia más allá de los reportes y comentarios que pueden circular en medios no académicos o esporádicamente en informes de investigación sobre temas relacionados. Por ejemplo, en algunos blogs en Internet se equipara la condición de brichero(a) con la de prostituto(a) (Crónicas de madrugada, 2008) y en otros la relación con la prostitución es por lo menos ambigua o poco clara:

Hay peruanitos de altísima moral que miran mal toda esta usanza urbana. Los bricheros son inconfundibles y mirados de reojo. Apestan como las prostitutas clandestinas. ¡Qué horror, vender tu tiempo, tu cuerpo y tu amabilidad! (Vichoescribe, 2008).

En otra fuente se afirma: "Bricheros are prostitutes, they take advantage of women, and sometimes homosexuals, just for the visa..." (Testimonio de un brichero radicado en los Estados Unidos citado en Vásquez del Águila, 2014: 187).

Desde luego, sería necesario explorar más a fondo esta relación. En segundo lugar se sabe poco sobre el vínculo que actualmente podría existir entre homosexualidad y bricherismo. Sobre este punto, Cabada et al. (2002; 2009) han empleado una definición bastante amplia de brichero(a) ("jóvenes que tienen contacto sexual con viajeros") en un estudio sobre conducta sexual en el Cusco en el que encontraron que algunos de ellos se identificaban como bisexuales u homosexuales (9% y 4% respectivamente), y que reportaron tener más parejas extranjeras que quienes se autodefinían como heterosexuales (Cabada et al., 2002). Años después una nueva medición encontró porcentajes muy similares (Cabada et al., 2009).

Al igual que en el caso de la Amazonía, los datos disponibles para el Cusco no permiten hablar de un patrón identificable y sistemático de turismo sexual motivado por el tipo de experiencias que los bricheros ofrecen a los extranjeros que visitan la ciudad o el país. Es posible que desde antes de viajar algunos extranjeros sepan algo sobre los bricheros y tengan en mente la posibilidad de encontrar romance o sexo con estos jóvenes como una forma de lograr un acercamiento a la otredad, el "misticismo" y la "autenticidad andina"; pero al colocar esto en el contexto de la amplia oferta cultural y turística del Perú no existen elementos para afirmar que siquiera un sector de estos viajeros visiten el país única o principalmente por ese motivo. Antes bien, como sugiere Vich (2007) el brichero puede ser visto como parte de esa oferta cultural mayor pues además de ser alguien que busca aproximaciones sexuales con parejas foráneas es "un contador de cuentos que vende un producto diferente (su identidad, su historia) en una ciudad también diferente (ancestral, mítica) [...] se ofrecen a los turistas como los verdaderos portadores de un ancestral conocimiento andino y así terminan produciendo el discurso identitario que el otro ha venido a consumir" (Vich, 2007: 160).

A esto se puede agregar que varios de los elementos señalados al caracterizar la práctica del bricherismo (la seducción y "conquista", la búsqueda de ventajas materiales, el aprovechamiento y la visión del extranjero como una suerte de víctima, etcétera) llevan a pensar que se trata más bien de algo con lo que los visitantes se encuentran estando ya en Perú y que les abre la posibilidad de tener experiencias sexuales si optan por ello y acceden a los requerimientos y avances de los bricheros.

LIMA: OFERTA DEL COMERCIO SEXUAL DIRIGIDA A TURISTAS GAY Y BISEXUALES

Lima es a la vez la capital y la ciudad más grande, moderna y poblada de Perú. En ella viven alrededor de 10 millones de personas (un tercio de la población del país), en su gran mayoría migrantes o descendientes de migrantes de otras regiones que llegaron a la ciudad desde mediados del Siglo XX, cuando se inició allí un acelerado proceso de crecimiento demográfico y urbano. Además de ser el más importante núcleo económico (comercial, empresarial y de servicios), Lima es también desde el Siglo XVI el principal centro político-administrativo del país. Su pasado prehispánico y colonial (como metrópoli virreinal de Sudamérica), así como sus desarrollos contemporáneos (ligados por ejemplo al boom gastronómico de la última década), la colocan como un destacado destino turístico para los visitantes extranjeros. Además, su posición como sede del principal aeropuerto internacional del Perú la convierte también en la puerta de entrada para quienes desean recorrer otras zonas del país.

La oferta de servicios sexuales comerciales dirigidos a hombres es en Lima mucho más variada que en cualquier otro lugar del país, como han mostrado estudios previos sobre el tema (Cáceres & Jiménez 1999; Nureña et al., 2011; Bayer et al., 2014). En esta sección se presentan las principales características de esa oferta y de los escenarios sociales en que se da a partir de un análisis de los datos obtenidos en el estudio de Nureña, enfocado en la relación con el turismo extranjero protagonizado por hombres gay y bisexuales. Así, luego de hacer un breve recuento sobre la evolución de las principales zonas de prostitución masculina de la ciudad, se procederá a describir las principales formas en que esta actividad se vincula actualmente con el turismo.

De acuerdo con los relatos ofrecidos por algunos trabajadores sexuales veteranos y otros conocedores del ambiente gay limeño, desde las últimas décadas del siglo pasado la prostitución (en general, no sólo la masculina) se volvió una actividad visible y recurrente en la zona del Centro Histórico de Lima, que comprende a la Plaza San Martín y sus alrededores, donde a partir de entonces algunas calles comenzaron a ser reconocidas como lugares de sexo comercial (por ejemplo, el Jirón Caylloma en el caso de las mujeres), y aparecieron numerosos locales de socialización homosexual, como bares, discotecas, pequeños clubes gay y cines porno.

No parece casual que el comercio sexual haya proliferado en esta parte de la ciudad, siendo que precisamente en la Plaza San Martín se encuentra el Hotel Bolívar que desde su inauguración en 1924 y hasta los años setenta fue el principal hotel de la ciudad. Éste y otros hoteles comenzaron a decaer en los años ochenta con el deterioro y el perfil más "popular" que adquirió el Centro de la ciudad a raíz de las migraciones, la aparición de nuevos hoteles en otras zonas y el desplazamiento de muchos negocios turísticos hacia distritos como Miraflores y otros lugares aledaños. Al respecto, uno de los informantes que trabajó ofreciendo servicios sexuales en el Centro de Lima en los años ochenta refiere que en aquella época él y otros fletes (jóvenes varones dedicados al comercio sexual) (Cáceres & Jiménez, 1999; Nureña et al., 2011) aún podían obtener buenas ganancias atendiendo a turistas y hombres extranjeros que por distintos motivos llegaban a hospedarse al Hotel Bolívar y otros ubicados en las cercanías, pero que a partir de entonces esos contactos fueron haciéndose cada vez más raros, algo que él atribuye al crecimiento de la inseguridad en la zona: "venían extranjeros... y nos llevaban, porque era mucho mejor que ahora; ahora tiene bastante miedo la gente de ir a la Plaza: mucho piraña". En el Perú se suele llamar "pirañas" a los niños y jóvenes pobres que roban en las calles y que frecuentemente se encuentran en situación de desamparo. Actualmente, la Plaza San Martín y sus alrededores siguen siendo frecuentados por muchos fletes, aunque quienes demandan sus servicios son hombres gay y bisexuales locales de medianos y bajos ingresos con una presencia menor de extranjeros. 

En la actualidad, el principal entorno de interacciones callejeras entre jóvenes fletes y turistas extranjeros es Miraflores, un distrito moderno de clase media y alta que alberga buena parte de la oferta comercial y turística de Lima. En Miraflores se encuentra el Parque Kennedy, donde el "fleteo" en sus aspectos básicos se sigue desarrollando más o menos como fue descripto hacia fines de los años noventa: como una práctica sistemática de intercambio sexual comercial entre hombres, con tarifas, negociaciones y acuerdos con clientes que llegan a pie o en vehículos para contratar los servicios de estos jóvenes (Cáceres & Jiménez, 1999). En este Parque, como también en cierta medida en algunas zonas adyacentes (como la conocida "Calle de las Pizzas"), es posible encontrar a diversas horas y más aún en las noches a jóvenes sobre todo de aspecto "varonil" que en general intentan pasar inadvertidos, pero que muy sutilmente ensayan iniciativas de aproximación a sus posibles clientes. A diferencia del Centro de Lima donde los fletes suelen ser jóvenes de bajos ingresos, muchos de ellos sin hogar o en situación muy precaria (Bayer et al., 2014), en Miraflores tienden a ser de ingresos algo más altos, tanto por sus antecedentes sociales como por las tarifas que cobran por sus servicios sexuales.

En contraste con lo registrado en la Amazonía (Iquitos y Pucallpa), donde los travestis y transexuales tenían una importante presencia en el comercio sexual asociado al turismo, en Lima la mayor visibilidad en este escenario corresponde a los jóvenes varones que se presentan como más masculinos y que típicamente se promocionan como de rol sexual "activo". Esto podría deberse a factores de la demanda pero quizás también en parte a que los controles policiales y municipales sobre la prostitución homosexual son más estrictos en Miraflores o el Centro de Lima que en las ciudades amazónicas, lo cual a juicio de los autores de este trabajo se relaciona con aspectos más profundos de la cultura sexual. Si se compara con el ambiente de tolerancia sexual de la Amazonía, la escena limeña se presenta más bien como conservadora. Por ejemplo, según los relatos y observaciones recogidos, hasta hace poco tiempo, mientras que en Iquitos una travesti puede transitar por las mañanas en las calles, quizás siendo objeto de miradas y sonrisas, pero sin mayores preocupaciones, en Lima muchas de ellas evitaban salir a las calles de día o salir solas debido a que comúnmente eran objeto de burlas y comentarios negativos, miradas y juicios desaprobatorios y hasta violencia física. Es así que en Lima la "transfobia" interviene también en el panorama de la oferta callejera de servicios sexuales en las zonas turísticas, pues en la Plaza San Martín y el Parque Kennedy los agentes de seguridad pública suelen conocer y tolerar la presencia de fletes, pero no permiten la prostitución protagonizada por travestis qur son relegadas a zonas marginales y con frecuencia son objeto de persecución y "batidas" (redadas policiales). No obstante, sea cual fuere el caso en los datos obtenidos en Lima mediante entrevistas a trabajadores sexuales, las referencias espontáneas a contactos con clientes extranjeros o turistas provenían sobre todo de fletes y otros jóvenes de aspecto "varonil" y sólo muy raramente de travestis.

Pero la oferta masculina de servicios sexuales dirigida a turistas gay o bisexuales no se limita en Lima a lo que ellos puedan encontrar en calles y plazas. Aunque en distinta medida también en lugares de diversión o socialización gay los visitantes extranjeros pueden entrar en contacto ya sea con fletes o con acompañantes que trabajan en esos mismos locales como "anfitriones" o mozos. Es lo que ocurre por ejemplo en ciertos bares, discotecas, videospub o en otros pequeños clubes gay ubicados en varias partes de la ciudad. Asimismo, existen también en Lima algunos saunas que atienden exclusivamente a un público gay de clase media y que cuentan entre su personal con jóvenes "masajistas", quienes además de dar masajes pueden ser requeridos por los clientes para tener contactos de sexo comercial en los mismos locales, bajo esquemas regulados por los administradores de esos negocios. En un conjunto de entrevistas realizadas a masajistas que trabajan en saunas gay, varios de ellos reportaron haber brindado servicios sexuales a los hombres gay extranjeros o turistas que forman parte del público habitual de esos lugares.

La diversificación y segmentación del mercado limeño de comercio sexual masculino se manifiesta también en la proliferación de acompañantes o escorts, mayormente jóvenes que ofrecen una imagen de virilidad y se presentan como "activos", muchos de ellos provenientes de sectores socioeconómicos de ingresos medios. Hacen pública esta información ya sea independientemente o a través de agencias que funcionan como intermediarias entre estos jóvenes y una demanda compuesta por un público gay de clase media, hombres adinerados con una imagen pública heterosexual (especialmente interesados en la confidencialidad) y turistas y hombres de negocios extranjeros. En algunos casos se trata de jóvenes que son contratados para bailar en fiestas como strippers o alguna otra forma de baile exótico y que también son solicitados para tener sexo por dinero directamente o por medio de sus managers.

Estas modalidades de comercio sexual existían ya desde hace mucho tiempo, pero en los últimos diez o quince años han crecido y adquirido una mayor sofisticación por la difusión masiva de los teléfonos móviles y el acceso a Internet. Este factor ha tenido un impacto significativo en la estructura de la oferta de servicios sexuales de la ciudad, no sólo porque los nuevos medios de comunicación facilitan los contactos entre clientes y trabajadores sexuales sino también porque han favorecido una mayor diferenciación y segmentación de dicha oferta (Cáceres et al., 2014). Si bien la mayoría de trabajadores sexuales tiene acceso a estos medios electrónicos, quienes los usan de una manera más sistemática para establecer contactos de sexo comercial tienden a ser aquellos que por sus ingresos o antecedentes socioeconómicos se ubican en sectores medios de la sociedad. A diferencia de muchos fletes que trabajan en las calles y que suelen ser migrantes, jóvenes sin hogar o residentes en barrios populares periféricos, los escorts o strippers (como también algunas travestis) pueden servirse de la tecnología y los medios virtuales para evitar los riesgos callejeros, preservar su imagen pública, ofrecer mejores condiciones de confidencialidad a sus clientes y tener ingresos más altos, debido a que pueden enfocarse en un público de mejor posición económica, incluyendo a los turistas extranjeros que demandan sus servicios. Para esto, muchos de ellos invierten tiempo y dinero en estrategias de "branding" (estudiando nombres a adoptar, formas de responder el teléfono, respuestas a preguntas clave), adquieren conocimientos básicos de inglés (si no los tenían ya) y se promocionan mediante páginas web y perfiles en redes sociales virtuales. En otros casos, sus fotografías y descripciones son divulgadas en Internet por los intermediarios y agencias que los reclutan en función de sus características y atributos físicos y los ponen en contacto con los clientes.

En resumen, en la ciudad de Lima la oferta de comercio sexual accesible a hombres gay y bisexuales es ampliamente diversa. A la variedad de trabajadores sexuales (fletes, travestis, anfitriones de locales gay, masajistas en saunas, escorts, strippers) se suman las múltiples modalidades de comercio sexual (callejero, en locales de diversión gay, mediante intermediarios y agencias, o independientes) que implican costos con amplia variación entre sí. Sin embargo, los datos disponibles no permiten hablar de una oferta específica o exclusiva para turistas o viajeros de negocios. Antes bien, éstos y otros extranjeros generalmente acceden a los mismos servicios destinados a los hombres gay y bisexuales locales de los segmentos más acomodados de la sociedad limeña, ya sea en las zonas céntricas del distrito de Miraflores o en locales de socialización gay y recurriendo a agencias y jóvenes independientes que emplean intensivamente las tecnologías de información y comunicación para promocionar sus servicios y contactar a sus clientes. Todo ello, en el ambiente moderno y cosmopolita de la ciudad, y considerando las condiciones de anonimato comunes a las grandes urbes, entre otros factores, convierte a Lima en el lugar del país con la mayor y más variada oferta masculina de servicios sexuales.

EL COMERCIO SEXUAL MASCULINO EN EL CONTEXTO DEL TURISMO: ¿ES ÉSTE RELEVANTE PARA LAS POLÍTICAS PÚBLICAS?

Perú es un estado reglamentarista, tolera el comercio sexual y las autoridades locales establecen reglas a las que deben ajustarse los trabajadores como la emisión de permisos para los lugares donde se desarrollan transacciones sexuales (Arbulú Bramon, 2004). El trabajo sexual no está prohibido por la ley en Perú y el segundo artículo de la Constitución Política del Estado establece los derechos inalienables de hombres y mujeres a la vida, la identidad y la no discriminación (Arbulú Bramon, 2004). Aun así, la falta de políticas públicas claras que protejan y expliquen los derechos de los trabajadores del comercio sexual masculino ha creado una ambigüedad legal que conduce al acoso, la falta de protección, la violencia o la negligencia por parte de la policía y los clientes. La homofobia y transfobia siguen siendo comunes en el contexto de Lima (Ministerio de Salud y  Onusida, 2014) y la cobertura por la prensa (Panorama, 2014; El Panamericano, 2012) aísla aún más el trabajo sexual masculino. Esto, sumado a la intervención de factores de género (es mucho más difícil para los varones asumir una identidad de trabajadores sexuales) impide que los trabajadores sexuales masculinos se organicen para demandar sus derechos como lo han hecho las mujeres trabajadoras sexuales en Perú (Reuters, 2007).

El actual marco legal que permite el trabajo sexual pero no aborda las condiciones en las que normalmente se ha ofrecido, genera vacíos que condicionan muchas formas de abuso. Por ejemplo las y los trabajadores sexuales de bajos ingresos suelen reclutar clientes (e incluso ofrecer servicios) en la vía pública, y con frecuencia su presencia atrae ciertos tipos de delincuencia y es rechazada por los vecinos. Por estos motivos las y los trabajadores sexuales suelen ser objeto de campañas represivas que buscan "erradicar el comercio sexual callejero", sin ofrecérseles oportunidades claras de organizar su trabajo y espacios para trabajar. Para resolver estos vacíos y contradicciones legales es necesario contar con abordajes legales creativos. Por ejemplo, para asegurar la salud y el bienestar de los y las trabajadoras del comercio sexual, las políticas públicas en materia de salud deberían establecer una interfaz entre ellos y los distintos niveles de gobierno (Lewis & Maticka-Tyndale, 2000). Una de las opciones planteadas es la del uso de licencias individuales, el cual puede representar un cambio positivo en el reconocimiento de la profesión, pero también puede ser negativo si se usa como fuente de acoso por parte de la policía. Entonces, no se trata solo de cambios legales sino de cambios de la cultura institucional (de la policía y municipios) que permitan que una norma de esta naturaleza pueda implementarse de manera positiva.

Otras medidas de importancia atañen a la salud pública. Es importante evitar que el histórico estigma en torno del trabajo sexual sea un obstáculo para que las personas que lo practican tengan acceso a los servicios de salud, incluyendo desde luego la prevención. Por otra parte, del lado de la demanda, es necesario investigar a fondo la relación entre capacidad económica y prácticas de alto riesgo: ¿acaso son los turistas extranjeros más proclives a solicitar de los trabajadores sexuales sexo sin protección que sus clientes locales? (Bauer, 2009; Valderrama et al., 2008). Una política de salud estratégica debería maximizar la oferta amigable de educación y servicios sanitarios a estos trabajadores, a modo de garantizar su buena salud, la de sus parejas y la de sus clientes locales y extranjeros.

CONCLUSIONES

La información obtenida permite afirmar que en Perú existe una oferta de sexo transaccional masculino y travesti dirigida a turistas extranjeros en el país. Esta oferta incluye tanto modelos de transacción "formal" (basada en tarifas con criterios específicos que varían según el lugar y el contexto) cuanto intercambios informales que siguen patrones variables según el contexto local; siendo el caso más evidente el del bricherismo observado sobre todo en el Cusco, que es casi la oferta de un romance místico como parte de la visita a la ciudad.

Las transacciones más frecuentes parecen ser las que en Lima y ciudades grandes están a cargo de trabajadores sexuales masculinos contratados por clientes varones gay, al lado de una demanda limitada de mujeres transgénero ("travestis"), probablemente cubierta por quienes tienen características adecuadas a un mercado exigente y que ofertan sus servicios por la Internet. Esta relación, no obstante, cambia en ciudades de la Amazonía, donde la demanda por servicios sexuales de travestis es más acusada, y el contacto entre trabajadores y turistas extranjeros se hace ya sea de manera directa, o a través de intermediarios.

Aunque toda relación transaccional puede convertirse en una relación duradera, el bricherismo en particular es más que un encuentro de un momento o una noche y se plantea como una relación intensa de múltiples facetas cuya duración se extiende al tiempo que dure la visita del o la turista y en ocasiones más allá. Si bien esta práctica iba en un principio dirigida a turistas del género femenino ahora se observan también intercambios de bricheros con otros hombres. Por su componente de fantasía romántica, las relaciones del brichero siempre llevan incluida la posibilidad de un vínculo duradero que pueda significar su salida del país, meta que muchos jóvenes del país perseguían en algún momento.

Los vacíos legales, y la persistencia del estigma en torno al trabajo sexual no permiten mejorar las condiciones en las que se ofrecen estos servicios y con frecuencia se observan abusos y discriminación. Peor aún, estos factores dificultan el acceso a la educación y los servicios para prevenir las enfermedades de transmisión sexual. El abordaje adecuado del sexo transaccional en términos generales y en particular del que sirve a clientes extranjeros es una tarea pendiente de las políticas públicas del país, misma que debe ser atendida de inmediato en consonancia con las reflexiones y acuerdos internacionales relativos al trabajo sexual, el movimiento de personas, la salud pública y los derechos humanos.

Agradecimiento: Los autores agradecen los valiosos comentarios y aportes de Percy Fernández-Dávila al borrador de este manuscrito.

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Recibido el 01 de febrero de 2015
Reenviado el 26 de marzo de 2015
Aceptado el 05 de abril de 2015

Arbitrado anónimamente

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