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Estudios y perspectivas en turismo

On-line version ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. vol.25 no.4 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Oct. 2016

 

DOCUMENTOS ESPECIALES

Turismo comunitario en Ecuador: ¿Quo vadis?

 

Carlos García Palacios*

FLACSO Salamanca, España

* Doctor en Relaciones Internacionales con Iberoamérica por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España; y BA (Hons) Public Relations and Marketing Management por la University of Wales, Reino Unido. Se desempeña como profesor asociado en la Fundación Gregorio Peces Barba, adscripta a la Universidad Carlos III, España; y es miembro titular de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO - España, Salamanca. E-mail:cargarpal@gmail.com


Resumen:

El turismo comunitario, definido como toda actividad turística solidaria que permite la participación activa de la comunidad desde una perspectiva intercultural y el manejo adecuado del patrimonio cultural, basado en un principio de equidad en la distribución de los beneficios locales, se ha convertido desde los años ochenta en una actividad estratégica para muchas comunidades rurales e indígenas del Ecuador. Sin embargo, pareciera que este proceso que comenzó hace más de treinta años, presenta hoy una marcada desaceleración y no pocos desencuentros. El objetivo de la presente investigación es analizar quiénes son y qué papel desempeñan los principales actores del Turismo Comunitario en Ecuador, el marco legal vigente, y poder dar una respuesta sobre los factores limitantes, que obstaculizan el despegue de esta actividad, nacida en el propio seno de las comunidades indígenas.

PALABRAS CLAVE: Turismo; Comunidad; Respuesta; Desaceleración; Desencuentros.

Abstract:

Community Tourism in Ecuador: ¿Quo Vadis? The community tourism, defined as all solidarity tourism activity, allows the active participation of the community from an intercultural perspective and the adequate management of the cultural heritage, based on an equity principle in the distribution of the local benefits. Since 1980, it has become a strategic activity for many rural and indigenous communities of the Ecuador. However, this process, which began more than 30 years ago, presents today a sharp deceleration and not a few disagreements. The objective of this research is to analyze who are the main actors and which role they play in the Community tourism of Ecuador, in the existing legal framework, and be able to answer on the limiting factors, which block the launch of this activity that was born in the own bosom of the indigenous communities in this country.

KEY WORDS: Tourism; Community; Answer; Deceleration; Disagreements.


INTRODUCCIÓN

En el Ecuador, la descomposición del régimen de hacienda a raíz de los procesos de reformas agrarias de los años sesenta y setenta provocó dramáticas modificaciones en los modos de vida de los campesinos e indígenas. Aún así, buena parte de las instituciones comunitarias se mantuvieron y algunas comunidades incluso cobraron una nueva vitalidad (Ruiz Ballesteros & Vintimilla, 2009) por iniciativa de ONGs que trabajaban en la zona, incursionaron en la elaboración y venta de artesanías y no pocas se insertaron en nuevas e innovadoras soluciones de desarrollo sostenible a través del denominado turismo comunitario. Este es un modelo que se caracteriza por el hecho de que las comunidades rurales indígenas o mestizas se encargan de al menos una parte del control de esta actividad, recibiendo también una parte de los beneficios económicos (Ruiz Ballesteros, Hernández, Coca, Cantero & del Campo, 2008).

There is insufficient rigor in the use of the concept of community-based tourism. The concept is used flexibly. The Thailand Community Based Tourism Institute defines CBT more rigorously as: "tourism that takes environmental, social and cultural sustainability into account. It is managed and owned by the community, for the community, with the purpose of enabling visitors to increase their awareness and learn about the community and local ways of life" (The Mountain Institute, 2000: 2).

La WWF lo definió como una forma de turismo "where the local community has substantial control over, and involvement in, its development and management, and a major proportion of the benefits remain within the community. WWF accepted that the concept of community depends on local "social and institutional structures" and accepted that it must also embrace individual initiatives within the community" (WWF, 2001: 2).

Su rasgo distintivo es su dimensión humana y cultural orientada a fomentar encuentros interculturales de calidad con los visitantes. Se trata de una determinada forma de organización empresarial en el destino turístico, basada en pautas de autogestión de los recursos patrimoniales comunitarios, con arreglo a prácticas democráticas y solidarias en el trabajo y en la distribución de los beneficios generados para el bienestar de sus miembros (Maldonado, 2006). Es un modelo que se caracteriza por que las comunidades rurales indígenas o mestizas se encargan de al menos una parte del control de esta actividad, recibiendo también una parte de los beneficios económicos (Ruiz Ballesteros et al., 2008), y se entendería mejor desde la economía social y las economías populares que desde el sector turístico tradicional, ya que su elemento definitorio es su organización comunitaria.

Ahora bien, debido al auge y a la falta de conocimiento en el desarrollo y la planificación del turismo en el ámbito comunitario, en 1990 inició sus actividades la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario del Ecuador (FEPTCE), una organización sin ánimo de lucro  que reúne diversas iniciativas comunitarias de turismo en las tres regiones continentales del Ecuador: Costa, Sierra y Amazonía. Por su parte, el Ministerio de Turismo, con sede en la ciudad de Quito, impulsó en el año 2002 la Ley Nº 97 de Turismo, que entre otros puntos promueve la iniciativa y participación indígena y campesina, con su cultura y sus tradiciones, preservando su identidad y protegiendo su ecosistema. Ante este escenario, muchos pensaron que el turismo comunitario se había convertido en una oportunidad para muchas comunidades de indígenas y mestizos ecuatorianos y en un modelo a seguir en otras regiones latinoamericanas. Sin embargo, después de más de tres décadas, esta actividad presenta hoy pocas comunidades con potencialidad de desarrollo y muchas experiencias marcadas por la incertidumbre (Ruiz Ballesteros & Fedriani, 2009). Se ha convertido, como señala Lyall (2011), en un espacio disputado y tan amplio de debate que ya no se refiere a prácticas definidas, ni lógicas, ni claras con respecto al cómo y el por qué de un proceso de cambio socioeconómico, sino a muchas lógicas a veces contrapuestas.

Además, la dispersión de los programas entre las diversas instituciones genera un sentido de confusión en las comunidades, las cuales cuestionan la actuación de los diferentes intermediarios y aspiran, con una mezcla de esperanza y miedo, a un desarrollo impulsado y controlado por la propia comunidad (Prieto, 2011). De forma paradójica, resulta evidente que hay una demanda potencial, un turista posmoderno que tiene conciencia de la fragilidad de las comunidades y de la repercusión del turismo sobre éstas (Cohen, 1995), un tipo de turismo posfordista o de pequeña escala (Hampton, 2003) que, como apuntaba MacCannell (1973), podría dar por tierra con la idea generalizada  de que el turismo es la antítesis de la autenticidad, de una autenticidad recreada.

Lo hasta ahora abordado fundamenta la problemática que justifica el fin del estudio que se presenta. Por lo tanto el presente trabajo tiene como objetivo general analizar la relación entre la FEPTCE, el Ministerio de Turismo, las ONGs que actúan en la zona y el ámbito académico, lo cual permitirá conocer los principales puntos que entran en conflicto.

DELIMITACIÓN CONCEPTUAL

En la actualidad no existe unidad de criterio para referirse a la actividad turística que se realiza en el ámbito indígena. Lo que sí está claro es su forma organizativa, la cual debe ser participativa y comunitaria. Dos términos utilizados frecuentemente en América son etnoturismo y turismo indígena. Para Morales González (2008) estos  dos conceptos, que parecieran decir lo mismo, expresan dos modalidades distintas: el etnoturismo se refiere a las diversas actividades que pueden realizar los turistas y sus alcances por medio del encuentro con pueblos indígenas, haciendo hincapié en las actividades y beneficios de los usuarios o turistas. Mientras que el turismo indígena hace referencia a la construcción participativa de las etnias para ofrecer servicios turísticos consensuados mediante encuentros, acuerdos y cumbres locales, nacionales e internacionales, buscando interactuar con los visitantes de una manera crítica y responsable, solidaria con la naturaleza y con su identidad cultural.

Por su parte, Moscardo & Pearce (1985) definen el etnoturismo como aquellos viajes de contacto que tienen tres finalidades: la observación de las expresiones y formas de vida culturales de grupos humanos exóticos, las costumbres pintorescas de indígenas y la búsqueda de la autenticidad de una forma primitiva étnica exótica.

Finalmente para la Red Indígena de Turismo de México (RITA, en línea), que nació en el año 2002 y en la actualidad agrupa a 32 microempresas indígenas dedicadas al sector turismo, el Turismo Indígena es aquel que se práctica en los territorios indígenas y en el cual las tradiciones, la cultura, los usos y las costumbres, o parte de ellas se encuentran presentes. Debe ser, asimismo, manejado, monitoreado y administrado por hombres y mujeres pertenecientes a un pueblo indígena que comparten con el visitante la riqueza natural y cultural, a través de actividades de recreación, esparcimiento y descanso.

También es común en Ecuador denominar al turismo realizado en el ámbito indígena como  turismo comunitario, sin embargo no son pocos los emprendimientos de este tipo gestados y gestionados por comunidades campesinas. Su rasgo distintivo es su dimensión humana y cultural orientada a fomentar encuentros interculturales de calidad con los visitantes. Se trata de una determinada forma de organización empresarial en el destino turístico, basada en pautas de autogestión de los recursos patrimoniales comunitarios, con arreglo a prácticas democráticas y solidarias en el trabajo y en la distribución de los beneficios generados para el bienestar de sus miembros (Maldonado, 2006). Es un modelo que se caracteriza por que las comunidades rurales indígenas o mestizas se encargan de al menos una parte del control de esta actividad, recibiendo también una parte de los beneficios económicos (Ruiz Ballesteros, Hernández, Coca, Cantero & del campo, 2008), y se entendería mejor desde la economía social y las economías populares que desde el sector turístico tradicional, ya que su elemento definitorio es su organización comunitaria.

Por último debemos mencionar al turismo solidario, un tipo de actividad económica en la que los procesos de desarrollo se realizan fundamentalmente en beneficio de las poblaciones directamente implicadas y ubicadas en países en vías de desarrollo. Dicha actividad debe efectuarse, como indican López-Guzmán, Millán Vázquez & Melián Navarro (2007), de acuerdo con dos premisas: la primera, que el turismo minimice el impacto sobre el entorno, buscando conservar el patrimonio local, las culturas, las tradiciones, el medio ambiente, etc.; y la segunda, que el turismo fortalezca las sociedades locales, gracias a dinámicas económicas autónomas. En definitiva, son actos solidarios que se realizan durante un viaje, convirtiéndose, por tanto, en una actividad beneficiosa para el país y las comunidades locales (Organización Mundial del Turismo, 2004). La mayoría de estas iniciativas tienen como destino principal América Latina y generalmente proceden de ONGs europeas o de los Estados Unidos. La finalidad de los viajes puede ser diversa, desde la ayuda a la construcción de una escuela o charlas de concientización a las poblaciones locales sobre un tema que les afecte, hasta poner en marcha un proyecto de turismo comunitario. En otras palabras, desde una tipología turística denominada turismo solidario, se puede ayudar a un emprendimiento de otra tipología turística denominada turismo comunitario. Las únicas premisas son la solidaridad y el respeto a otra cultura.

METODOLOGÍA

El estudio de carácter mixto (cuali-cuantitativo), no experimental y transversal, aplicó una revisión bibliográfica desde el año 1995 y hasta el año 2013. El trabajo de campo fue realizado entre los meses de junio y septiembre de 2014.

Los métodos de análisis de datos utilizados para la presente investigación fueron: (a) método histórico-lógico, mediante el cual se examinó el transcurso del fenómeno turístico en el área comunitaria - rural e indígena- en Ecuador y (b) el método analítico-sintético, mediante el cual se observaron las causas que llevaron a estos pueblos a incursionar en el turismo comunitario y sus efectos para reconstruir teorías a partir de ello.

Como técnicas del presente estudio se utilizaron: (a) observación,  (b) entrevistas in situ a representantes de los principales actores del Turismo Comunitario; y (c) la encuesta que consistió en sólo 4 preguntas: Nivel de aceptación de este tipo de turismo, objetivos del  turismo comunitario, reglamentación vigente y principales escollos.

MARCO LEGAL

El reconocimiento del turismo comunitario como un sector más de la actividad turística fue incorporado en la Ley de Turismo del Ecuador (Ley de Turismo Nº 97, 2002) tras un esfuerzo y diálogo de 25 años entre las comunidades y el Estado. Esta Ley, en su Capítulo II, "De las Actividades Turísticas y de Quienes las Ejercen", Artículo 12, establece que:

Cuando las comunidades locales organizadas y capacitadas deseen prestar servicios turísticos, recibirán del Ministerio de Turismo o sus delegados, en igualdad de condiciones todas las facilidades necesarias para el desarrollo de estas actividades, las que no tendrán exclusividad de operación en el lugar en el que presten sus servicios y se sujetarán a lo dispuesto en esta Ley y a los reglamentos respectivos.

En el capítulo III, "Del Consejo Consultivo de Turismo", se establece la creación de un organismo asesor de la actividad turística del Ecuador y se especifica que entre sus miembros con voz y voto estará "un representante de la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario del Ecuador (FEPTCE)" (Art. 14. Numeral 8).

En el Plan Nacional de Desarrollo del Ecuador (2009), llamado también Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013, el turismo comunitario está considerado como eje transversal de la economía popular y solidaria. Asimismo, en el Plan Estratégico de Desarrollo del Turismo Sostenible en Ecuador hacia el año 2020 (Plandetur 2020), el turismo comunitario es interpretado como un sector más de la actividad turística y por lo mismo con políticas y acciones propias, que ante todo respetan la especificidad cultural de las comunidades que forman Ecuador. La riqueza natural y cultural de las comunidades es también observada en el Plan Nacional de Marketing Turístico 2010-1014.

Además, el Ministerio de Turismo ha puesto en práctica el Programa Nacional de Capacitación en Turismo Comunitario en el cual las comunidades interesadas participan activamente. Por otra parte, tras 24 años de lucha y diálogo con el gobierno, las comunidades del Ecuador consiguieron expedir el Reglamento para el Registro de Centros Turísticos Comunitarios (Acuerdo Ministerial Nº 14, 2006), el cual tiene el objetivo de normar su ejercicio. En el Artículo 2 de dicho reglamento se plantea que:

Los centros de turismo comunitario podrán realizar una o más de las siguientes actividades: Alojamiento, Alimentos y bebidas, Trasportación turística, Operación, Organización de eventos, Congresos y Convenciones.

Instrumentos de regulación y vigilancia internacionales 

Por lo que respecta al turismo en el ámbito de las comunidades indígenas, los primeros instrumentos de regulación y vigilancia relacionados con esta actividad aparecen en el momento en que se reúne por primera vez, en octubre de 1984 y a petición urgente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD) con los propósitos de reexaminar las cuestiones críticas relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo y formular unas propuestas de acción innovadoras, concretas y realistas para afrontarlas; reforzar la cooperación internacional sobre el medio ambiente y el desarrollo, y evaluar y proponer nuevas formas de cooperación que puedan romper con las modalidades existentes e influir así en las políticas y acontecimientos en la dirección del cambio necesario; e incrementar el nivel de comprensión y compromiso respecto de la acción por parte de los individuos, las organizaciones voluntarias, el mundo de los negocios, las instituciones y los gobiernos.

Pasarían tres años hasta que la ONU (1987) publicara su informe originalmente denominado Nuestro Futuro Común y conocido actualmente como Informe Brundtland, que plantea la posibilidad de obtener un crecimiento económico basado en acciones y políticas que permitan la adecuada utilización de los recursos ambientales para garantizar el progreso humano y la supervivencia del hombre en el planeta.

Por su parte, la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo (OMT, 1985), en la Declaración de Sofía adoptó dos textos complementarios: la Carta del Turismo y el Código Ético Mundial para el Turismo. En el primero se especificaban los deberes de los Estados para con los turistas y los derechos de las comunidades receptoras, a las que los Estados deben proteger, y se establecía el acceso a los recursos turísticos por parte de las comunidades y el derecho a que se respeten sus costumbres, religiones y culturas. El Código Ético Mundial para el Turismo recogía, de forma muy sucinta, los deberes y derechos por los que se debe regir el comportamiento del turista, basándose en el principio de que éste debe favorecer la comprensión y las relaciones amistosas entre los hombres, solicitándole comprensión ante las costumbres, creencias y comportamientos de la comunidad de acogida.

En 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, también conocida como Cumbre de la Tierra. En dicha ocasión, los pueblos indígenas de todo el mundo expresaron su preocupación ante el deterioro de sus tierras y del medio ambiente, así como las condiciones actuales de sus pueblos originarios y los esfuerzos que era necesario hacer para captar la atención internacional y lograr una mejor vida para las poblaciones indígenas de todo el mundo. El capítulo 26 del Programa 21, que comprende el plan de acción adoptado por la Conferencia, se dedicó al reconocimiento y fortalecimiento del papel de las poblaciones indígenas y sus comunidades. En él se señala la relevancia de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas con relación al medio ambiente y el indispensable reconocimiento y respeto que éstos merecen por parte de los Estados.

Uno de los resultados de la Cumbre de la Tierra fue la firma del Convenio sobre la Diversidad Biológica, titulado Preparación de Métodos y Prácticas de Utilización Sostenible de los Recursos Biológicos (SCDB, 2004), incluido el Turismo, que incluye disposiciones que atañen específicamente a los pueblos indígenas respecto de su participación en este tema. De esta manera, la convención reconoció, por primera vez en el derecho internacional, que la conservación de la diversidad biológica es una preocupación común de la humanidad y una parte integral del proceso de desarrollo. El acuerdo abarca todos los ecosistemas, especies y recursos genéticos y vincula los esfuerzos tradicionales de conservación con la meta económica de la utilización de los recursos biológicos de manera sostenible.

La Declaración de Otavalo en el año 2001 tuvo como objetivo avanzar en la incorporación y en el reconocimiento de las potencialidades indígenas en el desarrollo turístico, por medio de una planificación que integrase la identidad cultural de cada uno de los pueblos indígenas presentes en estos países. Por otra parte, sirvió para sentar las bases para la institucionalización de una Red de Turismo Comunitario. De esta forma la OIT (2001), en el marco del Convenio N.º 169, diseñó un programa de Servicios de Desarrollo Empresarial (SDE) para el turismo comunitario denominado Red de Turismo Sostenible (REDTURS). Este trabajo involucró los esfuerzos de Ecuador, Perú y Bolivia y su objetivo preliminar fue proteger el ejercicio de la empresa de tipo comunitario de cada uno de estos países mediante la promoción y la difusión de sus servicios. El programa elaborado por REDTURS, denominado Etnoturismo Comunitario, hace referencia a actividades que permiten a los turistas compartir y aprender costumbres y tradiciones de comunidades indígenas inmersas en su hábitat natural mediante experiencias vivenciales.

En mayo de 2002, en virtud de la declaración del Año Internacional del Ecoturismo por la OMT, se celebró en la ciudad de Quebec (Canadá) la Cumbre Mundial del Ecoturismo, auspiciada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la OMT. En dicha cumbre, los participantes formularon una serie de recomendaciones, resumidas en la Declaración de Quebec sobre el Ecoturismo cuyo objetivo principal era establecer un programa preliminar y una serie de recomendaciones para el desarrollo de actividades de ecoturismo en el contexto del desarrollo sostenible, dirigidas a diversas instituciones públicas y privadas, así como a las comunidades locales e indígenas. En relación a estas últimas se sugirió: Garantizar la participación y la coordinación entre los diversos agentes interesados en la planificación ecoturística; asegurar la conservación natural y cultural de los espacios utilizados; desarrollar mecanismos financieros que promuevan la formación y la capacitación de las comunidades indígenas y locales; definir, por parte de la comunidad indígena, una estrategia para mejorar los beneficios colectivos derivados del ecoturismo; fortalecer y promover en la comunidad indígena su capacidad para mantener y desarrollar sus técnicas tradicionales (artesanía, construcción tradicional, etc.), entre otros aspectos (OMT, 2002).

Finalmente, la Declaración de San José sobre Turismo Rural Comunitario del año 2003, firmada por representantes de los pueblos indígenas y de las comunidades rurales de América Latina (Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Perú), ratificó los principios y recomendaciones de la Declaración de Otavalo sobre Turismo Comunitario sostenible, competitivo y con identidad (Cañada & Gascón, 2005: 159), afirmando  que el desarrollo del turismo se sustenta en los valores de solidaridad, cooperación, respeto por la vida, conservación y aprovechamiento sostenible de los ecosistemas y de la diversidad biológica, reclamando una justa distribución de los beneficios entre todos los actores participantes y propiciando la autogestión del turismo como una actividad que debe complementar adecuadamente (la) economía comunitaria y familiar, aplicar Códigos Éticos y reafirmar el derecho de propiedad y control de […] tierras.

PRINCIPALES ACTORES DEL TURISMO COMUNITARIO EN ECUADOR

El papel de la FEPTCE

Los movimientos indígenas y afroecuatoriano, con el apoyo de autoridades municipales y nacionales, más el acompañamiento del Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (CODENPE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), fueron los impulsores de la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario del Ecuador. Las metas principales de esta federación, que como se ha dicho nació en los años noventa, son la promoción y el reforzamiento de las diferentes iniciativas turísticas comunitarias a escala nacional e internacional, así como la mejora de la calidad de vida de las comunidades mediante el desarrollo sostenible y el mantenimiento de la identidad cultural.

Para la FEPTCE, el turismo comunitario debe ser una actividad sustentable, que genere beneficios económicos para las comunidades involucradas, que contribuya a la conservación de la herencia natural y al fortalecimiento de la diversidad étnica y cultural. Su actual presidente, Darwin Japón Quizhpe, señala: Nuestro objetivo es no solo posicionar al turismo comunitario en los diferentes sectores del  Estado ecuatoriano a través de políticas públicas claras que motiven la inversión del Estado, sino generar una conciencia nacional e internacional de que experiencias como las que se vienen implementado van más allá de la simple oferta turística. Es una forma de vida con identidad, con responsabilidad, con conciencia y compromiso no solo con nuestras futuras generaciones, sino con la vida de todo el planeta. (...) Nuestra organización debe brindar un modelo de desarrollo alternativo al de las comunidades indígenas, que priorice la integridad cultural y natural del Ecuador por encima de la predominante "visón mercantilista de poder" (Japón Quizhpe, 2012).

Llegados a este punto es necesario hacer una pausa, ya que la denominada visión mercantilista de algunos protagonistas del turismo comunitario que manifiesta Japón Quizhpe sería uno de los principales puntos de desencuentro en la Federación. Así, uno de los impulsores de este proyecto, Ariruma Kowi, ex subsecretario de Educación de los Pueblos Indígenas de Ecuador del Ministerio de Educación y  actualmente Director del Área de Letras de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito dice: Siempre les ayudé, les propuse la creación de una agencia de turismo para integrar todos los emprendimientos, pero huyen del mercantilismo, como si fuese un tema tabú, ¿y así cómo van a lograr algo? (C. García Palacios, comunicación personal, 7 de junio de 2014).

Por su parte, Germán Collahuazo, coordinador del emprendimiento Yunguilla, una reserva compuesta por cincuenta familias de campesinos y mestizos que es en la actualidad un modelo a seguir afirma: Este tema del mercantilismo hay que abordarlo cuanto antes, ¡ya está bien! Nosotros estamos en la FEPTCE desde sus inicios, pero no somos indígenas, somos mestizos, y te aseguro que, siguiendo algunas pautas de la OIT y la REDTURS, de la cual algunos no quieren ni oír hablar, nos ha ido más que bien (C. García Palacios, comunicación personal, 18 de junio de 2014).

Para Nuvia Yanés, principal colaboradora y a cargo de la oficina de la FEPTCE en Quito, este es uno de los problemas más graves que enfrenta la Federación. No disponemos de dinero, las ONG, excepto Ayuda en Acción, ya no nos ayudan y no sabemos cómo generarlo. Necesitamos gente, no podemos pagarle y no disponemos de un programa de voluntariado efectivo (C. García Palacios, comunicación personal, 11 de junio de 2014).

Finalmente, Darwin Japón Quizhpe  dice: Quizá estuvimos un poco cerrados. Sería bueno realizar un análisis en profundidad de todo lo que pasó en la FEPTCE desde el principio, desde 1980. Lo que ocurre es que estamos cansados de que cualquiera que llegue quiera imponer sus ideas. Por ejemplo, hay quienes tienen otra visión del turismo comunitario, como es el caso de  REDTURS; y los respetamos, pero no compartimos su visión mercantilista (C. García Palacios, comunicación personal, 12 de julio de 2014).

Retomando el papel de la Federación, en la actualidad más de cien emprendimientos de turismo comunitario gestionados por comunidades indígenas o mestizos están relacionados a esta y, a partir de consultas generadas desde el año 2009 en reuniones, foros, asambleas y debates internos, han redactado su propio Código de Operaciones o reglamentación interna (Roux, 2013). Su representante legal, el doctor William Ochoa Parra, señala:

Vale aclarar que se trata de un reglamento interno en construcción que debe nutrirse con las mejores ponencias de dirigentes, de compañeros/as de las bases, de los/as técnicos siempre solidarios/as con la causas de las comunidades, de cualquier persona que se interese por organizar un país mejor. [...] No creo que debamos hablar solo de turismo comunitario porque sí, por moda, ciegamente, dejando de lado aquello que es más importante: que debemos mejorar juntos las condiciones de vida de la población, especialmente de aquel sector empobrecido por falsas políticas de desarrollo. Y dirán qué tiene que ver un reglamento interno, que ahora lo llamamos Código de Operaciones, para lograr un modelo de vida respetuoso a la palabra y a los hechos de la historia que recogemos; pero aquí debemos impregnar pautas de conducta colectiva que al final darán luces para orientar una FEPTCE diferente al resto de organismos gremiales o clasistas (Roux, 2013).

Con respecto a la relación que la Federación mantiene en la actualidad con otros actores del turismo comunitario en Ecuador, en el caso del Ministerio de Turismo es distante e inexistente. Esto quedó reflejado en el último Taller Nacional de Turismo Comunitario organizado por la FEPTCE y la ONG Ayuda en Acción en la ciudad de Saraguro entre los días 8 y 9 de agosto de 2014, cuando se enviaron tarjetas de invitación al Ministerio, pero no acudió ningún representante del organismo. Sin embargo, y como se ha visto, la Ley de Turismo Nº 97 (2002) reconoce el turismo comunitario y a la FEPTCE como órgano consultivo y en el año 2010 ambos organismos firmaron un acuerdo por el cual se estableció que ambas partes participarán en las discusiones de planes de desarrollo y elaboración de proyectos de interés común. No obstante, este acuerdo ha abierto un divorcio (conflicto entre la operación comunitaria y la operación turística privada), ya que por parte de los empresarios turísticos puede entenderse que se está asistiendo a una regulación del mercado turístico que los discrimina frente a las operaciones comunitarias; en definitiva, a una competencia desleal (Ruiz Ballesteros & Solís Carrión, 2007).

Finalmente, existe una buena relación con la Universidad Andina Simón Bolívar, de la ciudad de Quito. Las aulas o salones de esta institución siempre están disponibles para determinados eventos de la Federación, como charlas formativas o entrega de diplomas de cursos relacionados con el turismo comunitario, los cuales están a cargo únicamente de formadores pertenecientes a la FEPTCE.

Ámbito académico y turismo comunitario

A pesar de que el turismo es un fenómeno reciente en Ecuador, no es poca la oferta formativa para este sector. Así, la Universidad Tecnológica San Antonio de Machala ofrece la carrera de Administración Turística; la Universidad del Azuay, ubicada en Cuenca, las carreras de Guía Profesional de Turismo en dos años y la licenciatura en Gestión y Desarrollo Turístico en cuatro años; la Universidad Ecotec, en Guayaquil, la carrera de Ingeniería en Planificación Turística, con énfasis en Operación Turística;  la Universidad Tecnológica Equinoccial de Quito, la carrera de Administración de Empresas Turísticas y Conservación Ambiental; la Universidad Estatal Amazónica de Pastaza, la carrera de Ingeniería en Turismo;  la  Universidad Nacional de Loja, la carrera de Administración Turística; la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede Esmeraldas, la carrera de Hotelería y Turismo; la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede Santo Domingo, la carrera de Ingeniería en Administración Turística y Hotelera; la Universidad de Especialidades Turísticas de Quito, la carrera de Ingeniería en Administración de Empresas Comercializadoras de Turismo;  el Instituto Tecnológico de Turismo y Hotelería de Quito, la carrera de Guía Nacional de Turismo; la Universidad Particular Internacional SEK de Quito, la licenciatura en Administración de Empresas Turísticas; la Universidad de Especialidades Turísticas de Quito, la carrera de Ingeniería en Administración de Empresas Hoteleras; la Universidad Interamericana del Ecuador de Riobamba, la carrera de Administración Turística; la Universidad Regional Autónoma de los Andes, ubicada en Ambato, la carrera de Administración y Dirección de Empresas Turísticas y Hoteleras; la Universidad San Francisco de Quito, la carrera de Tecnología en Operaciones Turísticas; y la Universidad de  Guayas, la carrera de Ingeniería en Gestión Turística.

Sin embargo, la única institución universitaria que ofrecía la carrera de Turismo Comunitario, con una duración de cuatro años, fue la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi, la cual formó parte del Sistema Nacional de Educación Superior desde la aprobación de su Estatuto Orgánico por el Consejo Nacional de Educación Superior, el 30 de noviembre de 2005, hasta su intervención y cierre por parte del Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior en el año 2009. Dicha resolución fue ratificada en el año 2013 por el Consejo de Educación Superior: 

Esta fue una decisión muy cuestionada y no aceptada por parte de las comunidades indígenas, pues la institución ya tenía una demanda ganada, porque su forma de organización no se daba por facultades, sino por lo que ellos denominan centros del saber, pues trabajaban directamente con las comunidades (El Universo, 2013).

En el ámbito de posgrados, si bien es cierto que la mayoría de estas universidades presentan maestrías en turismo, sólo la Universidad de Cuenca iniciará en el próximo periodo lectivo 2014-2016 una maestría en Turismo Rural Comunitario, con una duración de dos años. Para este autor, su malla curricular de cuatro semestres carece de un tema clave en la gestación de todo emprendimiento turístico en el seno de las comunidades indígenas, como es el de sus Derechos. Por otra parte, en el listado de profesores asignados es significativa la ausencia de líderes comunitarios o representantes de proyectos de turismo comunitario consolidados en Ecuador, o la participación de la FEPTCE.

Mercedes Prieto, antropóloga docente en la Universidad FLACSO de Ecuador, comenta que es lamentable que un país que quiere proyectar el turismo comunitario no incentive a las universidades a abrir nuevas líneas de investigación sobre esta temática. Hay mayor predisposición a investigar sobre el turismo comunitario en nuestros alumnos que en nuestros profesores. Allí están nuestras tesis; no son pocas las que incursionan en este tema (C. García Palacios, comunicación personal, 19 de julio de 2014).

El papel de las ONGs

Dos elementos suscitarán una fuerte presencia de organizaciones ambientalistas en Ecuador: la declaración de las Islas Galápagos como Patrimonio Natural Mundial por la UNESCO en 1975 y la explotación petrolera en la Amazonía. Estos hechos propiciarán la presencia de ONGs ambientalistas como Conservación Internacional (CI), WWF, The Nature Conservancy (TNC), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (AEUDI), la Fundación Natura y otras ONGs de desarrollo como la española Ayuda en Acción (Solís Carrión, 2007). En esta primera etapa, las ONGs que se encontraban ubicadas en zonas de conflicto velaban por la protección del medio ambiente, llevando a cabo actuaciones de ecoturismo de tipo comunitario a través de voluntariado y recaudando fondos de organismos internacionales.

Así por ejemplo, en los años noventa, Ayuda en Acción articuló un proyecto de desarrollo en más de treinta comunidades ubicadas en la Amazonía ecuatoriana, y desde 1977 la cooperación belga al desarrollo está presente en Ecuador. En el año 2006 se firmó un programa de cooperación a largo plazo centrado en el desarrollo rural (Programa de Desarrollo Rural del Norte, PdRN). La Agencia Belga de Desarrollo apoya, en estrecha colaboración con autoridades nacionales y provinciales, diversos proyectos en el norte del país, de los cuales diez son de turismo comunitario.

Por otra parte, la actuación de estas organizaciones no está dirigida únicamente a las comunidades indígenas, sino también a comunidades rurales mestizas. Ejemplo de ello es el emprendimiento Yunguilla, que en el año 1995 inició un proceso de organización comunitaria y conservación ambiental a través de un proyecto de desarrollo forestal. El proyecto fue apoyado por ONGs y obtuvo ayuda de la cooperación internacional. Mediante él se pusieron en marcha actividades productivas sustentables como huertos orgánicos, pequeñas fábricas de procesos lácteos, fruta para la elaboración de mermeladas y el ecoturismo. En el año 2000 se conformó la Corporación Microempresarial Yunguilla como ente organizativo comunitario. En el 2010 y 2013, con el apoyo de la Fundación Ecofondo, Yunguilla fue declarada Área de Conservación y Uso Sustentable dentro del sistema de áreas protegidas del Distrito Metropolitano de Quito. Otros aportes valiosos fueron los de Solidaridad Internacional y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), las cuales también están presentes en la zona, y uno de los últimos aportes de ambas fue la consolidación del turismo comunitario en el pueblo de Saraguro.

La Fundación CODESPA, con el apoyo de CAF–Banco de Desarrollo de América Latina, en el marco del programa RUTAS–Turismo Comunitario con Calidad Sostenible en América Latina, está llevando a cabo una iniciativa que pretende construir posadas para turistas en el ámbito de los kichwa, y el programa de turismo comunitario en San Pablito de Agualongo, que se desarrolla con el apoyo de la Fundación COAGRO, aspira a un turismo ecológico y responsable. Por su parte, la Fundación PRODECI, por mediación de Ayuda en Acción, promueve los vínculos solidarios entre ciudadanos de España y niños, familias y comunidades de las áreas de desarrollo de Intag y del Valle de los ríos Chota y Mira.

Aun así, una crítica recurrente por parte de las comunidades es que a las ONGs, una vez que el emprendimiento está en marcha, les resulta muy difícil, por no decir imposible, dejar en manos de sus verdaderos protagonistas dichos proyectos y hoy en día, por el contexto de recesión económica que vive la Unión Europea, cada vez  resulta más difícil conseguir fondos. Esto ha hecho que muchas organizaciones capten un importante número de voluntarios, quienes se pagan sus pasajes y su alojamiento en una casa de familia, brindando de forma gratuita cualquier tipo de tarea relacionada con el emprendimiento. Sería un turismo de tipo solidario para poner en marcha un emprendimiento de turismo comunitario.

Ministerio de Turismo de Ecuador

Los inicios de la actividad turística en Ecuador datan del año 1948, durante el gobierno Galo Plaza Lasso (1948–1952), creándose en esta etapa la primera oficina de turismo del país. Gracias a esta iniciativa por parte del gobierno, años más tarde iniciarían su actividad comercial Metropolitan Touring y Turismundial, empresas pioneras en la venta del producto Islas Galápagos. En agosto de 1992, durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, surgirá el Ministerio de Turismo e Información, y en abril del año 2000, mediante un decreto ejecutivo, se otorgará independencia a todos los ministerios, quedando el Ministerio de Turismo como el único encargado de la actividad turística del Ecuador.

En el caso del turismo comunitario, esta modalidad de operación estuvo ligada en sus inicios al ecoturismo o al ecoturismo comunitario indistintamente. No nació de una ley de fomento o desarrollo, sino que empezó como una actividad no reconocida que, con el esfuerzo constante y una lucha basada en los territorios, llegó a ser legalizada y reivindicada por actores sociales y políticos del país (Estrella Durán, 2007).

En el año 2001, la entonces Ministra de Turismo Rocío Vázquez Alcázar, en un seminario organizado por la OIT y el Ministerio, habló de la necesidad de poner en funcionamiento en Ecuador un tipo de turismo especializado, responsable, sostenible y respetuoso con el patrimonio natural y cultural (Oficina Internacional del Trabajo, 2001). Este mismo año, la Organización de los Estados Americanos se interesó en este tema y financió la primera base de datos de turismo comunitario, naciendo así el interés por legalizar y formalizar la operación turística comunitaria, lo que daría lugar al Reglamento de Ecoturismo que fue introducido dentro del Reglamento General de Actividades Turísticas, Registro Nº 589 (Órgano del Gobierno del Ecuador, 2002). También en el 2001, y en reconocimiento al papel que juega el turismo como uno de los sectores más dinámicos para lograr la reducción de la pobreza, la generación de empleo y la armonía social en la Comunidad Andina, se celebró en los cinco países que la integran (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) el Día del Turismo Andino (Comunidad Andina, 2001).

Todos estos hechos darían forma a la nueva Ley de Turismo (Ley Nº 97, 2002) por la que quedó asentado que existe un tácito reconocimiento a que las comunidades presten servicios turísticos, bajo los parámetros de la ley, es decir, sujetándose a cumplir los requisitos contemplados en este mismo cuerpo jurídico, que reconoce su potestad de trabajar en turismo (Ruiz Ballesteros & Solís Carrión, 2007: 69). 

Además se creó un consejo consultivo, que en el tema de turismo comunitario estaría representado por un dirigente de la FEPTCE. En el año 2006, y después de no pocos desencuentros, el Ministerio de Turismo expidió, de común acuerdo con la Federación, el Reglamento para el Registro de Centros Turísticos Comunitarios, entendiendo por actividad turística comunitaria el ejercicio directo de uno o más de los servicios de alojamiento, alimentos y bebidas, transportación turística, operación, intermediación, agenciamiento, organización de eventos, congresos y convenciones, en los términos señalados en el artículo 5 de la Ley de Turismo, por parte de las comunidades legalmente organizadas y capacitadas. En el Art. 2 de dicho reglamento queda establecido que, para realizar el registro único de todos los centros turísticos comunitarios, las comunidades deberán estar constituidas como personas jurídicas debidamente aprobadas por la autoridad competente (Acuerdo Ministerial Nº 14, 2006).

En el año 2010, el entonces Ministro de Turismo Freddy Ehlers manifestaba que el turismo comunitario será el vehículo para proteger el hábitat, la naturaleza y la pacha mama, y es uno de los objetivos más importantes del Plan Nacional para el Buen Vivir (De la Torre, 2010). En este mismo año se redactó el Reglamento para los Centros Turísticos Comunitarios.

Finalmente, el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2017 deja claro que el fortalecimiento de las actividades rurales no agropecuarias, como la artesanía, la pequeña industria y el turismo, es un componente esencial de una acción integrada de desarrollo territorial, y que el Sistema Nacional de Áreas Protegidas será un destino clave del turismo nacional y se convertirá en un instrumento fundamental para la promoción de los derechos de la naturaleza y la transformación de la matriz productiva del país.

La raíz del conflicto

Como se ha puesto de manifiesto, después de una etapa en la que la Ley de Turismo del año 2002 ratificó el turismo comunitario y lo posicionó como un producto emblemático del Ecuador, lentamente llegarían los primeros desencuentros entre el Ministerio de Turismo y la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario. En el caso de las ONG que trabajan en proyectos de turismo comunitario en el país, éstas se mantenían en un segundo plano, al margen del conflicto. Según de la Torre (2010), muchas de las fundaciones y agencias de cooperación se quedan enquistadas en los emprendimientos porque es una forma mucho más fácil de demostrar gestión al presentar un informe con los resultados de evaluación.

La raíz del problema estuvo relacionada con la capacitación. En el año 2005, el Ministerio de Turismo elaboró un curso de capacitación para los dirigentes de comunidades indígenas y campesinas que querían incursionar en el turismo. Este curso estuvo a cargo de capacitadores del Ministerio, pero para la FEPTCE la formación de las comunidades en turismo comunitario debía ser abordada desde la cosmovisión de los pueblos indígenas, con sus propios formadores, dirigentes comunitarios destacados provenientes de emprendimientos ya posicionados. En este contexto quedarían plasmadas dos posturas: la de la FEPTCE, que se muestra reticente a cualquier intervención externa, sea esta pública o privada, que no tenga como premisa ayudarles en sus proyectos, dejando de lado el mercantilismo y reforzando su sentimiento de pertenencia y el empoderamiento de nacionalidades, y la del Ministerio de Turismo, para el que el turismo comunitario no es una prioridad, pues muchos de los programas de turismo comunitario tienen una repercusión mínima o nula sobre las prácticas locales de uso de recursos, mejoran sólo modestamente los ingresos familiares y dependen excesivamente de ayudas externas no sólo a corto, sino también a largo plazo, y a veces indefinidamente (Kiss, 2004).

CONCLUSIONES

Como se ha demostrado en esta investigación, el turismo comunitario está colaborando para que las comunidades de Ecuador sean escuchadas como grupo y no como personas individuales, lográndose lentamente el empoderamiento de las nacionalidades y pueblos, y una identidad frente a la defensa del territorio. Sin embargo, resulta evidente que la situación actual, de distintos enfoques o formas de hacer por parte de los principales actores implicados, está ralentizado considerablemente el alcance de sus principales objetivos.

Quizá sea porque el turismo comunitario  nació en el propio seno de las comunidades indígenas ecuatorianas, desde abajo, sólo con la ayuda de algunas ONGs instaladas en la zona y el desconocimiento por parte del Estado, que ubicaba esta actividad en el plano marginal, fuera de la ley. Si hubiera ocurrido a la inversa, desde arriba, es posible que hubiera sido un modelo de desarrollo más eficiente, pero quizá también más excluyente.  En todo caso, el turismo comunitario es hoy una realidad en Ecuador. Una realidad no exenta de contradicciones y algunas utopías, donde el desencuentro del sector público y privado, del ámbito académico o de algunas ONGs resulta evidente y paradójico, pues el trabajo conjunto podría aportar importantes beneficios a las comunidades en particular y al sector turístico en general.

Pero el turismo en el ámbito de las comunidades indígenas debe ser sólo una herramienta y no un fin. Una herramienta para lograr mejorar su calidad de vida y lograr que la comunidad internacional, y sobre todo los gobiernos nacionales respeten sus derechos y les devuelvan al menos en parte sus tierras, las cuales fueron entregadas a multinacionales americanas, europeas o canadienses, con el fin de obtener dinero para sus campañas políticas o su enriquecimiento personal, siempre  a expensas del hambre, la muerte y la miseria de los habitantes de estos pueblos. Para lograr este objetivo, (siempre y cuando contemos con el apoyo unánime de la  comunidad indígena), habrá que tener muy en cuenta que el éxito de estos proyectos va de la mano de un proceso que entrelace, detrás de un objetivo nacido del seno indígena, al conjunto de la comunidad con el Estado y que incluya también a las empresas. Por último, resulta llamativo que Ecuador proyecte su imagen turística a través de sus pueblos indígenas, a quienes, como es este caso del turismo comunitario, generalmente margina.

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Recibido el 08 de marzo de 2016
Reenviado el 28 de marzo de 2016
Aceptado el 03 de abril de 2016

Arbitrado anónimamente

 

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