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Información, cultura y sociedad

On-line version ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2000

 

RESEÑAS

El futuro del libro : ¿Esto matará eso? / Geoffrey Nunberg, comp.; epílogo de Umberto Eco. Barcelona; Buenos Aires : Paidós, 1998. 314 p. (Multimedia; 8). ISBN 84-493-0529-2

Laura Silberleib

Universidad de Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Bibliotecología y Ciencia de la Información

Este libro es el resultado de las charlas y conferencias dictadas en ocasión del congreso  celebrado en el Centro de Semiótica y Estudios Cognitivos de la Universidad de San Marino, entre el 28 y el 30 de julio de 1994.
El objetivo de la reunión era discutir sobre los cambios y las transformaciones  que ya empezaban a perfilarse sobre la tecnología del libro y  las formas de leer, y los consecuentes cambios que afectarían a las instituciones culturales,  los procesos cognitivos de la lectura y  la escritura.
Numberg se hace una pregunta importante: "el libro como objeto material, seguirá manteniendo parte de su valor simbólico o se desvanecerá en el terreno de las entidades meramente virtuales?"
Estas cuestiones competen a una amplia gama de especialistas: filósofos, lingüistas, semiólogos, historiadores, psicólogos, autores, libreros, editores e informáticos.
El libro reproduce los documentos que se presentaron en el congreso, revisados a la luz de distintos comentarios.
En la Introducción, el compilador Geoffrey Numberg, enuncia, entre otros, los tópicos más relevantes tratados a lo largo de la obra: el fetichismo de los bibliófilos por el objeto, y el de los informáticos por sus "nuevos juguetes" y las posibles manipulaciones obsesivas y frívolas de los mismos; la doctrina de la sustitución ("esto matará aquello", "ceci tuera cela"), idea vinculada al posmodernismo, en la que sus seguidores sostienen que la historia avanza gracias a abruptas demoliciones de lo anterior; la utilidad e importancia del formato libro que no se reduce sólo a  la  página impresa, ya que los aportes tecnológicos prometen cambios en la producción de libros (por ejemplo, la impresión digital) hecho que también genera una revolución y un cambio y, por último, la realidad de que algunos materiales se adaptaron mejor que otros a las nuevas tecnologías, como las revistas científicas o las  enciclopedias.
La obra se compone de los siguientes capítulos:

  • Los libros en el tiempo, por Carla Hesse
  • La pragmática de lo nuevo: Tritemio, McLuhan, Casiodoro, por James J. O'Donnell
  • Cuestiones materiales: el pasado y la futurología del libro, por Paul Duguid
  • Adiós a la era de la información, por Geoffrey Nunberg
  • El libro como objeto simbólico, por Régis Debray
  • Hacia la metalectura, por Patrick Bazin
  • Hipertexto y autoría, por Luca Toschi
  • Dentro de viente minutos, o ¿cómo nos trasladamos más allá del libro?, por George P. Landow
  • El cuerpo del texto, por Raféale Simone
  • Ekphrasis, realidad virtual y el futuro de la escritura, por Jay Davis Bolter
  • Sustituyendo al autor: "Un libro en ruinas", por Michael Joyce
  • Epílogo, por Humberto Ecco

Citando particularmente algunos de los trabajos que componen esta obra, nos podemos referir a Cuestiones materiales: el pasado y la futurología del libro, de Paul Duguid, quien sugiere que el discurso de la sustitución presupone que el contenido  es una especie de sustancia neutral  que se puede desalojar sin cambiar su base material.
Para este autor, algunos inventos simples sobreviven a los avances tecnológicos por la fuerza de su profunda utilidad social, como el libro, que proporciona una "importante materia significante" y plantea que no hay que definir la supervivencia como resistencia, sino como el resultado de un proceso social e histórico.
Hay dos conceptos que aplica para describir esta situación, y que son por un lado el fenómeno de la sustitución: "esto matará aquello", que es lo que algunos sostienen al decir que cada nueva tecnología mata a su antecesora. La teoría de la sustitución tecnológica sugiere que no quedarán espacios vacíos ni rupturas por las que preocuparse y que todo cambio tecnológico supone la erradicación de privilegios. Las exigencias de sustitución son una importante estrategia de marketing. Se vende lo nuevo a expensas de lo viejo y de este modo, se entierra y desprecia el pasado. Para examinar el significado de los cambios tecnológicos y culturales, necesitamos análisis concretos, no "vocación de barrenderos", escribe el autor.
Por el otro lado, se refiere al fenómeno de la liberación, que consiste en la búsqueda de nuevas tecnologías de la información que produzcan un efecto liberador: "la información quiere ser libre". Se plantea así la oposición entre la información libre vs. el libro "carcelero". Así la tecnología "libera a la escritura de la estructura congelada de la página".
Estas proclamas transfieren atributos de libertad a la información: "el derecho de la información de manejarse libremente". La liberación tecnológica hará estallar los límites sociales impuestos por el códice.
Duguid considera al libro una herramienta: "el libro es una máquina con la que pensar". Si el libro es máquina y algo más que un vehículo de ideas, es en sí mismo un medio de producción. Los libros forman parte de un sistema social que incluye, entre otros,  autores, lectores, editores, libreros y bibliotecas. Producen y son producidos por el sistema en su totalidad. Son agentes esenciales en el ciclo de producción, distribución y consumo. El autor sostiene que hay que considerar la publicación de un libro como un acto de socialización y no de encarcelamiento: "la publicación es un proceso de producir un artefacto público e insertarlo en un determinado circuito social".
Como conclusión, sugiere no caer en  oposiciones como las que  hemos analizado.  Nos incita a descubrir que el libro, a pesar de su aparente simplicidad, tiene muchas cosas que decirnos, y que por un tiempo más será una herramienta útil y práctica para los diseñadores de tecnologías alternativas.
En el capítulo titulado Hipertexto y autoría, Luca Toschi parte de la idea de que no se alterará la convicción de que un texto literario es una entidad creativa que permanecerá intacta, más allá de la forma física o paratextual que le haya conferido su creador.
También se refiere a la novedad que representa el poder que han conseguido los medios que comentan o promocionan un texto en forma crítica, dominando el universo del papel reescribiendo en algún modo el texto original.  Lo verdaderamente nuevo es el lenguaje de ese paratexto que la campaña publicitaria pone en circulación arrollando a veces el texto original, y dotando al primero de instrumentos de transmisión mucho más eficaces que en el pasado.
Luego toma como ejemplo y analiza la obra "Los Novios", de Francesco Gonin (1849), intentando demostrar cómo la estrecha relación existente entre el texto pictórico y el alfabético da lugar a otro texto.  La obra citada combina textos e imágenes, donde el entralazado de ambos crea un texto indivisible y orgánico, en el que trabajaron diseñadores, cortadores de bloques y un mestro de imprenta.  El resultado final es una obra con una estructura semántica sumamente rica con posibilidades de lectura desde diferentes perspectivas, terminando con las tradicionales divisiones entre el signo iconográfico y el alfabético.
El trabajo concluye con un acercamiento al análisis del texto electrónico.  Se refiere a la enorme utilidad que representa poder acceder a la "crítica genética" a través del lenguaje hipertextual, convirtiendo en algo material las múltiples relaciones, separando y volviendo a unir el texto según el punto de vista que se desea adoptar. 
Cambiar de la virtualidad basada en el papel al hipertexto nos conduce al análisis crítico de las obras en nuevos niveles aún inexperimentados, contando por un lado con la obra original, y por el otro con la versión hipertextual, que constituye una organización nueva con la interpretación y la crítica de la misma. 
En el trabajo titulado Dentro de veinte minutos, o ¿cómo nos trasladamos más allá del libro?, George P. Landow analiza el argumento de que "cuando muchas personas entran en contacto por primera vez con el concepto de textualidad electrónica y libros electrónicos, señalan que leer en la pantalla de un ordenador, un medio transitorio de leer texto electrónico, carece de muchos de los placeres que ofrecía el libro impreso", para luego señalar que el estándar de comparación en estos casos es el de un libro utópico y perfecto,  que en realidad nunca han leído.
Resalta el hecho de que los actuales estudiantes universitarios consideran al libro como un objeto que no reúne los requisitos de un volumen ideal, y al que muchas veces reemplazan con recopilaciones textuales elaboradas por profesores específicamente para la ocasión, constituyendo antologías con diferentes tipos de letras, tamaños, diseños, y aún sin paginación.
Entonces, ante este panorama, se pregunta ¿ qué implicancias tiene el cambio de lo físico a lo digital para la cultura del libro?.  Enumerando ventajas y defectos de la digitalización, cita a Tufte, quien ya advertía que uno de sus principales defectos es la "baja definición de la pantalla", pero luego acota que ante la escasa definición pueden oponerse como ventajas la interactividad, adaptabilidad y fácil acceso a la información. Así, el recurso digital gana en velocidad, facilidad de uso y adaptabilidad.
Para Landow, aunque sí es nueva la tecnología digital, no lo es tecnología de la información, e insiste en que no debemos tratar a la retórica, el lenguaje, la escritura y la imprenta como si no fueran tecnologías.
Destaca que la diferencia entre las formas previas de la textualidad y la palabra digital, es que ésta última es virtual y no física.  Las primeras imprimían marcas físicas sobre superficies también físicas, pero es con las tecnologías digitales que la escritura adopta forma de códigos.  Así, ya nadie lee el texto en sí mismo, sino la versión virtual del mismo, que reside en una pantalla de computadora, percibiendo así como máquinas a los libros impresos.
La tecnología digital permite manipular textos de manera más económica y a gran escala, reconfigurando, gracias a los lenguajes de marcado, la apariencia de textos íntegros. Además, otro hecho destacable es la facilidad de distribución de un texto a través de la red o WWW, lo que antes exigía moverlo físicamente de un lugar a otro.
Destaca que la nueva textualidad también se presenta ante la combinación de texto alfanumérico con programas de simulación y visualización, desarrollando nuevas habilidades en el lector proporcionando información vedada al libro impreso. Acota luego que el hipertexto, al darle al lector la posibilidad de elegir su propio camino, otorga nuevas interpretaciones a los conceptos de texto, autor, propiedad intelectual y otros asuntos relacionados con la cultura y la educación.  "Hipertextualizar un texto no produce un libro electrónico sino una biblioteca en miniatura."
A modo de conclusión, se refiere a la "muerte de la ficción" como algo que nunca va a suceder ya que ni el cine ni la TV han desplazado a la ficción basada en la imprenta, sino que se alimentan de ella y se influyen mutuamente, y que lo mismo sucederá con el texto de ficción electrónico. El punto fuerte del lenguaje reside en la capacidad de abstracción, y de significar otra cosa, a la que cada cuál accede de forma diferente.
Partiendo de la diferenciación entre las dos entidades: el libro, y el texto en él contenido, Raffaele Simone en El cuerpo del textosustenta el análisis del futuro del libro en el cuerpo textual que se almacena en  él. Generalmente se considera al texto como a una entidad cerrada, y que el lector se encuentra frente a su lectura en una posición ROM (de sólo lectura, utilizando una imagen de la ciencia de la información), siendo su interpretación un hecho inmaterial, ya que no puede modificar el cuerpo físico de la obra.
Enuncia tres presuposiciones en cuanto al término texto. Una se basa en la preeminencia del autor, en la que él es el principal responsable del texto, el único que puede reabrirlo cada vez que lo desee y quien puede completarlo, cambiarlo, adaptarlo y modificarlo. La segunda presuposición es la de que el autor entrega el texto en un estado de perfección, o de completitud. Es en esa instancia cuando le entrega su obra al lector.  La última presuposición es la que se relaciona con la originalidad del texto. 
La idea de una noción del texto como entidad cerrada es para este autor una noción que surge con la aparición de la escritura, ocasionando la idea de que el texto, que era abierto, sin autor y desprovisto de originalidad, es ahora sí una entidad cristalizada y estable.  Ante la estabilidad del texto cita a Platón, quien la describía como peligrosa y terrible, ya que la obra pierde la capacidad de enfrentarse con las preguntas del receptor, cediendo el lugar de la riqueza expresiva con respecto a la versión oral.
Luego se refiere a los términos copia e interpolación, procedimientos básicos en que se basa la cultura escrita de todo el mundo.
Sus observaciones finales acerca del futuro del libro observan que está próximo el momento en que la membrana protectora de los textos caerá, para dar lugar nuevamente a la concepción de textos abiertos de la Edad Media, obras que se pueden copiar e interpolar sin límites.
Es de destacar que analiza el papel de la computadora, ya no como un elemento que estabiliza y le confiere al texto una forma pulida y cerrada, sino que en realidad lo deja abierto, ya que un texto grabado en un diskette es una virtualidad de un texto estable ubicado en otro lugar.  Sólo con ubicar el mouse en algún lugar del texto, estamos reabriéndolo, modificándolo e interviniendo en él indefinidamente. 
Concluye con: "Escribir un libro es completamente distinto a comentarlo, copiarlo o anotarlo. Sin embargo, en un futuro próximo, será cada vez más difícil, casi imposible, decir quién es el autor del texto."
Para  Jay David Bolter, en su Ekphrasis, realidad virtual y el futuro de la escritura, al referirnos al futuro del libro estamos hablando de sutiles interacciones entre "limitaciones tecnológicas cambiantes y necesidades culturales cambiantes" y que no podemos tratar de predecir el futuro sino de lo que sucederá unos pocos años más por delante, pues no sabemos cómo serán las computadoras de las próximas décadas, y si éstas serán capaces de sustituir la imprenta, propósito para el cuál no estamos aún preparados, ni los autores ni los lectores. La pregunta para él realmente importante es si el libro sobrevivirá como idea cultural.
Algunos investigadores o científicos ya están prefiriendo la pantalla de la computadora a la página impresa, y si la cultura actual  sigue su ejemplo, asociará el texto más con las cualidades del ordenador, como rapidez de distribución, interactividad y flexibilidad, en lugar de con las del libro impreso, esto es, estabilidad y autoridad.
Luego se refiere al hipertexto y a otros sistemas de escritura electrónicos, indicando que no son los únicos candidatos para sustituir al libro como símbolo cultural, sino las tecnologías electrónicas de representación que incluyen gráficos digitales, animación y realidad virtual.  Los gráficos electrónicos, aunados a sonidos digitalizados o sintetizados pueden proporcionar atractivas experiencias perceptuales.  Así, el video y la animación, en esta nueva presentación perceptual, dominan la pantalla, y pueden reemplazar o desplazar al texto verbal.
En el Epílogo de la obra, Umberto Eco vuelve a mencionar la frase "esto matará aquello" al igual que lo hicieron Nunberg y Duguid, como una de las principales preocupaciones del simposio, lo que interpreta como "la computadora matará al libro".
Dice que nuestra cultura no está específicamente orientada a la imagen, y que es menos visual de lo que lo era la cultura en la Edad Media.  Entre las principales características de las computadoras podemos decir que son herramientas más alfabéticas que visuales, a las que el concepto de lo hipertextual las antecede.
Con respecto a la pregunta acerca de si los libros quedarán obsoletos frente al uso de las computadoras, califica a los primeros como más fáciles de transportar, flexibles, no dependientes de la corriente, y sobretodo, más baratos y resistentes que los soportes magnéticos. Las computadoras están difundiendo una nueva forma de cultura  pero no pueden satisfacer todas las necesidades intelectuales que despiertan, aunque es seguro que las nuevas tecnologías convertirán en obsoletos muchos tipos de libros, como son las enciclopedias y los manuales.
Establece también una diferencia entre publicar y comunicar, donde "comunicar" es algo que ha ido cambiando con los siglos, para, por último, referirse a las tres concepciones de hipertexto, basándose en las definiciones  esbozadas por Landow, Pierce y Joyce, consecutivamente. Distingue, entonces, entre sistema y texto ante la pregunta de qué representa un documento de hipertexto, acota que un hipertexto textual es finito y limitado, aunque sujeto a innumerables y nuevas consultas, y finalmente se refiere al planteo de Michael Joyce, para quien desaparece la clásica noción de autoría y se la reemplaza por la de nueva creatividad.
Concluye que en la historia de la cultura nunca nada ha terminado con algo, sino más bien, lo ha transformado profundamente, y que el verdadero problema no es computadoras o libros, o escritura electrónica contra escritura impresa, sino que el verdadero problema de la nueva comunidad electrónica es la soledad, es decir, si podrán las computadoras lograr establecer una "auténtica comunidad de sujetos interactuantes".

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