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Información, cultura y sociedad

On-line version ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.5 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2001

 

EDITORIAL

Los pilares de la investigación en Bibliotecología / Ciencia de la Información

Susana Romanos de Tiratel

Directora
Información, cultura y sociedad

¿En qué pilares se sustenta la investigación en Bibliotecología / Ciencia de la Información? Si observamos los países más desarrollados, se pueden identificar, al menos, los siguientes: la implantación de las carreras de Bibliotecología / Ciencia de la Información en las universidades, la obligatoriedad de los cursos sobre metodología de la investigación, el compromiso activo de las asociaciones profesionales, la creación y sostenimiento de revistas especializadas que cumplan con los estándares aceptados por la comunidad científica, la indización exhaustiva de la producción nacional publicada, la identificación de instituciones que subsidian proyectos y el modo más eficaz de diseñarlos, y el establecimiento de una red de formación en la investigación tanto académica como profesional.
Si miramos a los Estados Unidos, país reconocido como líder en nuestra profesión, podríamos afirmar que, en la actualidad y analizado desde el exterior, si bien no ha logrado aún el máximo nivel en cada uno de estos aspectos tiene, al menos, conciencia de su necesidad y trabaja activamente para alcanzar los parámetros óptimos de desarrollo. Sin embargo, algunos investigadores estadounidenses critican duramente muchos de estos puntos: debilidad de las normas de acreditación de los planes de estudio por la American Library Association en relación con la preferencia de medidas cuantitativas sobre las cualitativas; bajo perfil y poco estímulo de parte de las asociaciones nacionales y sub-nacionales; reclamos por  normas más altas en la ejecución de la investigación y necesidad de mejoras en todos los componentes de la investigación publicada; monotonía y falta de creatividad en la aplicación de los métodos en vista de la preeminencia de la encuesta sobre otras técnicas de recolección de datos;  y falta de compromisos fuertes de los investigadores académicos para ofrecer guía a los profesionales en el diseño, conducción y publicación de trabajos de investigación (Hernon y Schwartz, 1999: 424-26; Hernon, 2000). No está demás destacar que en ninguno de los artículos se plantean problemas financieros que dificulten el desarrollo de las investigaciones.
Volviendo a los fundamentos que sustentan la investigación en Bibliotecología / Ciencia de la Información, analizaré el estado de cada uno de éstos tal como se dan actualmente en nuestro país.
La implantación de las carreras de Bibliotecología / Ciencia de la Información en las universidades no ha sido una política aplicada uniformemente en la Argentina.  Según Fernández y Giunti (1999) las carreras universitarias no alcanzan la decena mientras que las de terciarios no universitarios casi triplican este número. Desde el punto de vista de la actividad de  investigación, se identifican cinco con proyectos que han sido o están siendo apoyados por las autoridades universitarias. La universidad en la Argentina declara entre sus principales objetivos la enseñanza, la investigación y la extensión a la comunidad. Socialmente se la reconoce como la única institución habilitada para impartir carreras profesionales. Es, por lo tanto, por sus propósitos y organización la entidad natural donde se desarrolla la investigación, y en este sentido, por diferentes políticas aplicadas en los últimos siete años se ha convertido en el ámbito mejor reconocido y con mayor visibilidad. Los apoyos financieros para los proyectos en Bibliotecología / Ciencia de la Información provienen del presupuesto universitario asignado a la investigación.
Esta descripción no expone en toda su magnitud el problema. La matrícula de las escuelas terciarias no universitarias es mucho mayor y la duración de los planes de estudio menor que en las universidades. Por lo tanto, por diferentes causas que tienen su razón de ser, la profesión ha aceptado que se forme un número considerable de recursos humanos que no han sido capacitados específicamente para investigar ni académica ni profesionalmente. Por otra parte, quienes investigan son, mayoritariamente, profesores universitarios que, a su vez, representan sólo una porción muy pequeña de los graduados y las mayores dedicaciones (tiempo completo y medio tiempo) son minoritarias en casi todas las carreras universitarias, quedando así muy pocas personas que realmente puedan dedicarse a la investigación.
En el país existe un solo centro, el actual Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas que tiene 34 años de existencia, fue el primero en su tipo que se creó en América Latina, a través de su historia y del trabajo sostenido de todos sus directores apoyó investigaciones, editó series, libros y una revista académica con arbitraje externo, todo en una escala humilde, con altibajos como los tiene la propia historia de nuestro país, pero sostenida a través del tiempo. Sin embargo, la falta de recursos humanos dedicados a la investigación es endémica y muy difícil de remontar por los problemas antes mencionados.
Respecto de la obligatoriedad de los cursos sobre metodología de la investigación en todas las carreras universitarias se contempla su inclusión aunque la profundidad, contenido y número de asignaturas dedicadas al tema varían notablemente de una a otra. Además, sólo en los últimos años se ha iniciado un incipiente interés en los estudios de postgrado, más concretamente de doctorado, dado que no existen maestrías en el área. El postgrado es el ámbito donde los graduados pueden aplicar in extenso las metodologías aprendidas en sus cursos de grado y nutrir así la disciplina. Cuando no se desarrolla regularmente este tipo de estudios se vuelve más difícil lograr esta meta.
Existe en nuestra profesión un discurso aceptado, por otra parte meramente declarativo, respecto de la importancia de la investigación. Nadie, en ningún foro público al menos, declara que ésta no sirve o carece de valor. Sin embargo, las asociaciones profesionales, sean de nivel nacional o provincial, no estimulan adecuadamente la conducción de la investigación y su posterior comunicación. En los congresos y reuniones, las sesiones que informan sobre la investigación, cuando las hay, son poco concurridas. Los talleres previos, simultáneos o posteriores a los congresos raramente tratan sobre investigaciones y, cuando lo hacen, es poco frecuente que investigadores muy conocidos actúen como guías de las sesiones. Tampoco las asociaciones han trabajado sistemáticamente en establecer agendas de temas de investigación prioritarios consensuados con las partes involucradas, ni ofrecen o intentan conseguir subsidios, becas o premios permanentes para proyectos o investigadores individuales. Esta situación no es exclusiva de nuestro país, para comprobarlo remito a Hernon y Schwartz (1999: 424-25).
Aunque se ha visto un aumento de títulos argentinos especializados en Bibliotecología / Ciencia de la Información desde mediados de 1os '90 (véase Parada, 2000: 5), dados los pocos años transcurridos y la variabilidad que presentan en el cumplimiento de las normas, no se puede hablar, con rigor, de un esfuerzo sostenido respecto de la creación y sostenimiento de revistas eruditas que cumplan con los estándares aceptados por la comunidad científica: inclusión de trabajos de investigación, regularidad en su aparición, frecuencia preferida menor a un año, evaluación externa de los artículos por pares expertos, comité asesor internacional, cuerpo editorial formado en la disciplina, registro por servicios de indización y resúmenes, etc. De todos modos, es positivo que los profesionales, sean o no investigadores, tengan una oferta variada que les permita difundir sus trabajos. En cuanto a la indización de las revistas por servicios internacionales, el mismo período de vida que recién han alcanzado dificulta su inclusión en éstos. Regularidad y calidad son dos rasgos excluyentes para la consideración de nuevos títulos, si es que dichos servicios están dispuestos a considerarlos porque el ingreso de nuevas revistas entraña aumento del trabajo y del tamaño de la publicación, con los consiguientes costos asociados.
La identificación de instituciones que subsidian proyectos y el modo más eficaz de diseñarlos para que sean aceptados es una tarea pendiente y, tal como la veo, cooperativa. Por ahora, son las universidades donde trabajan los profesores / investigadores los organismos que han otorgado becas de investigación o subsidiado proyectos desde 1986 en el primer caso y desde 1991 en el segundo. Sin embargo, la situación económica, social y política que vive actualmente la Argentina lleva a muchos miembros de la comunidad universitaria a preguntarse sobre el futuro, futuro que se presenta, en el mejor de los casos, incierto y complicado. Ante la disyuntiva de recortar salarios u otros gastos, las autoridades tenderán a inclinarse por la segunda alternativa con el único propósito de evitar conflictos directos o, al menos, de posponerlos. Del mismo modo, la presión de la formación de los alumnos inscriptos en las diferentes carreras influirá en la redistribución de los pocos fondos disponibles y las actividades asociadas con la investigación se verán profundamente afectadas. Por todas estas razones, una tarea prioritaria es la identificación de fuentes alternativas de financiamiento, sean nacionales o internacionales, y el acopio de informaciones relativas a formularios, requisitos, fechas de presentación y cualquier otro dato que contribuya al éxito de las solicitudes.
Para mejorar la calidad de sus proyectos, los profesionales pueden recurrir a los departamentos universitarios o a los institutos de investigación, si existieran, para solicitar asesoramiento y ayuda en los estadios tempranos del desarrollo de un estudio. Para esto, es importante identificar apropiadamente a los investigadores calificados que estén dispuestos a guiar a los interesados en el modo de llevar a cabo investigaciones de alta calidad, tanto en su diseño como en la elección de los métodos más apropiados. Por supuesto, se requiere que el mentor dedique tiempo y energía a la tarea, y que la persona que recibe su ayuda esté predispuesta a aceptar los desafíos de aprender, a elaborar las críticas y a seguir las indicaciones recibidas. Mediante este mecanismo se establece una red formación en la investigación tanto académica como profesional. ¿Cuáles son las condiciones imperantes en la Argentina para que pueda constituirse este colegio informal de investigadores formados guiando a los profesionales en sus proyectos?
En nuestro país y dentro del actual contexto, una gran parte de las unidades de información que emplean bibliotecarios dependen de organismos oficiales que, como las universidades nacionales, sufrirán mermas sustanciales en sus partidas presupuestarias. Esto afectará el desempeño de los profesionales y la prestación de los servicios, generará una serie de problemas y demandará mucho trabajo e indagación reflexiva para poder encontrar soluciones que tiendan a superar la presente coyuntura. Sin embargo, en general, la actitud será la de mantener un statu quo mínimo de funcionamiento y la suspensión de proyectos a mediano y largo plazo. Pero es a todas luces evidente que detenerse, en el nuevo contexto mundial de la información, significa quedar atrás, sobre todo en nuestro país donde el desarrollo bibliotecario no ha alcanzado aún niveles medianamente satisfactorios.
He sostenido en otro editorial que el ejercicio profesional "proporciona los problemas y comprueba la utilidad de los resultados" y que "la función de la investigación en las escuelas profesionales... es combinar el conocimiento acerca de los problemas y las prácticas de la profesión con una gama de disciplinas de la Ciencia Social para comprender y extender el ejercicio profesional." (Romanos de Tiratel, 2001: 7). Si reflexionamos analizando integralmente la situación planteada, veremos que el ejercicio profesional propondrá a la academia problemas cada vez más acuciantes y graves, y que ésta no estará en condiciones de dar respuestas porque carecerá de los recursos humanos y materiales para hacerlo.
Este es el descarnado presente que nos preocupa y nos rebela. Tomando cada uno de los puntos, todos tienen dificultades, defectos de implementación y, algunos, ni siquiera existen. Sin embargo, ampliar y fortalecer el campo de la investigación en Bibliotecología / Ciencia de la Información no es sólo responsabilidad de quienes se dedican enteramente a ella, es un compromiso que debe compartirse entre todos los componentes de la disciplina, sean estos individuos o instituciones.
Cuando la calidad y la excelencia de las carreras universitarias y de la investigación están amenazadas se ataca a la raíz misma de nuestra profesión, que no será más o menos respetada porque exista una ley que la proteja, sin dejar por eso de desconocer su importancia, sino que su reconocimiento social y su proyección internacional se derivarán del nivel alcanzado en su producción científica y de la capacidad de sus profesionales para organizar sistemas de información que satisfagan las expectativas de la comunidad.

Referencias bibliográficas

1. Fernández, Stella Maris; Giunti, Graciela María. 1999. Planes de estudio de las escuelas de Bibliotecología, Archivología y Museología de Iberoamérica. Buenos Aires: Sociedad de Investigaciones Bibliotecológicas. 193 p.         [ Links ]

2. Hernon, Peter. 2000. Survey research: time for some changes. En Journal of Academic Librarianship. Vol. 26, no. 2, 83-84.         [ Links ]

3. Hernon, Peter y Candy Schwartz. 1999. LIS research: multiple stakeholders. En Library & Information Science Research. Vol. 21, no. 4, 423-427.         [ Links ]

4. Parada, Alejandro E. 2000. Cuatro miradas bibliotecarias desde el Río de la Plata. En Información, cultura y sociedad. No. 3, 5-9.         [ Links ]

5. Romanos de Tiratel, Susana. 2001. Investigación y práctica profesional. En Información, cultura y sociedad. No. 4, 5-8.         [ Links ]

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