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Información, cultura y sociedad

versión impresa ISSN 1514-8327versión On-line ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  n.11 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2004

 

La crisis de las bibliotecas universitarias argentinas

The Crisis in Argentine University libraries

Irene Münster

Duke University Libraries, William R. Perkins Library. Box 90195. Durham, N.C. 27708-0195 E.E.U.U.   Correo electrónico:imunster@duke.edu

Resumen: El presente trabajo intenta brindar un panorama de la situación de las bibliotecas universitarias argentinas, tanto nacionales como privadas, en el período comprendido entre los años 2001 a 2003. Se ha tratado de identificar y evaluar si la crisis acontecida en Argentina en diciembre de 2001 afectó puntualmente el desenvolvimiento de estas instituciones o tan sólo acrecentó problemas de vieja data. Mediante una encuesta enviada a todas las bibliotecas universitarias del país, se cubrieron ciertas áreas de su planeamiento (desarrollo de colecciones, personal, etc.) y se presentan los resultados de la misma.

Palabras claves: Bibliotecas universitarias argentinas.

Abstract: The article outlines the situation faced by Argentinean university libraries, both national and private, between 2001 and 2003.  It investigates whether the fiscal crisis in December 2001 significantly changed the management of Argentinean libraries or only increased old problems. Through a survey on university libraries of the country, certain areas of their planning was covered (collection development, personnel, etc.) and the results are shown.

Keywords: Argentine University libraries.

Artículo recibido: 28-04-04.
Aceptado: 22-10-04.

Hacia fines de 2001 la Argentina sufrió una crisis de grandes proporciones que afectó a todos los estamentos e instituciones de la sociedad; ante esta situación uno puede preguntarse: ¿se trató de  un hecho aislado o fue simplemente una consecuencia de las malas políticas administrativas de distintos gobiernos y autoridades tanto nacionales como provinciales? Del mismo modo, ¿los problemas actuales de nuestras bibliotecas universitarias son transitorios o son la cara visible de un proceso iniciado hace mucho tiempo? Espero que el último interrogante pueda clarificarse después del desarrollo de este trabajo.
Concentraré mi artículo en un relevamiento realizado, durante los meses de abril y de junio de 2003, respecto de los problemas presupuestarios de las bibliotecas universitarias del país. Esta investigación surgió como consecuencia de un pedido de presentar el tema en la XLVIII Conferencia de SALALM (Seminar on the Acquisition of Latin American Library Materials), que tuvo lugar en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, entre el 23 y el 27 de mayo de 2003. Para contextualizar esta investigación, fue prácticamente imposible compilar una bibliografía de nivel académico, porque no hay material disponible respecto de este tema.Hubo gran interés en conocer los resultados obtenidos tanto por parte de los asistentes al Congreso, como por los pocos participantes del estudio que respondieron la encuesta en el mes de abril. Por este motivo, se solicitó a los directores de bibliotecas universitarias que no tuvieron la oportunidad de enviar su respuesta, que así lo hicieran durante el mes de junio. La recopilación de datos, tanto los de abril como los que se obtuvieron en junio, se tomaron como una unidad, debido a la poca diferencia de meses transcurridos. Estos podrían dar un panorama de la realidad bibliotecaria universitaria argentina en un momento crítico. Un total de setenta y cuatro bibliotecas universitarias contestó la encuesta. Para una mejor comprensión del modo en que cada tipo de biblioteca universitaria ejecuta su misión, se decidió presentar dicho estudio comparando las bibliotecas de universidades nacionales y las de universidades privadas.

Introducción

La Argentina cuenta con dos tipos de universidades: nacionales y privadas. Las universidades nacionales, se iniciaron a partir de la creación, en 1613, de la Universidad Nacional de Córdoba, la más antigua del país y una de las primeras del continente americano. Hoy en día hay 36 universidades nacionales diseminadas a lo largo del territorio nacional; por lo general, cada una posee una biblioteca central, bibliotecas de facultades y de centros de investigación. A grosso modo, se podría calcular entonces que hay entre 300 y 350 bibliotecas en total.
Un dato importante (Castro, 2002) con respecto a estas universidades y a su presupuesto es que en el año 1995 recibieron fondos otorgados por el Banco Mundial (World Bank) por un total de u$s 238.000.000. Este proyecto, mejor conocido con el nombre de FOMEC (Fondo para el Mejoramiento de la Calidad Universitaria) fue creado para implementar un 'Programa de Reforma de la Educación Superior' y se desarrolló entre los años 1997 y 2002. Uno de sus objetivos era la modernización de las bibliotecas y centros de documentación, pudiendo éstas optar por capacitar al personal, adquirir equipamiento o comprar material bibliográfico. Respecto del primer rubro se utilizó una porción mínima del presupuesto (U$S 200.000 que representan un 0,08% del total de fondos asignados); en el segundo ítem algunas universidades hicieron inversiones importantes, como por ejemplo, la Universidad Nacional de Cuyo que instaló el cableado en su campus con el objeto de implementar una red informática; finalmente, en el tercer aspecto, todas las universidades adquirieron materiales para aumentar sus fondos, pero casi ninguna lo hizo concertadamente con sus unidades de información, ni cumplió con un programa de desarrollo de las colecciones previamente establecido.
Las universidades privadas surgieron con la creación de la Universidad Católica de Córdoba en 1959, gracias a la ley 14.557 promulgada por el Congreso durante la presidencia de Arturo Frondizi. En este momento existen 46 universidades que, en su gran mayoría, poseen una biblioteca única. No reciben ningún tipo de subsidio del Estado, salvo las que ya han obtenido la autorización definitiva para su funcionamiento. En ese caso, pueden llegar a recibir un fondo para investigación. De este modo, sus bibliotecas deben solventarse con el presupuesto que le asigna su administración universitaria. Un mal común en la mayoría de las bibliotecas universitarias es la falta de apoyo institucional para su desarrollo como biblioteca académica y de investigación.
Por falta de información disponible, tanto histórica como actualizada,es difícil determinar los problemas que afectan a las bibliotecas universitarias argentinas en su conjunto pero, a partir de la experiencia, podríamos generalizar señalando los siguientes:

Problemas administrativos:

  • El presupuesto que le adjudica cada universidad a su biblioteca es de vital importancia. Lamentablemente, del total ingresado a las universidades, se destina a la biblioteca un porcentaje muy bajo, por no decir insuficiente o nulo. El enorme volumen de material y la calidad de los mismos, que se requieren tanto para la docencia como para la investigación, se ven afectados mayoritariamente por estas políticas.
  • Falta de planificación. A veces se debe a la ausencia de un profesional idóneo para esta tarea; otras, a que la resolución acuciante de los problemas diarios no da respiro para evaluar, pensar e incluso soñar.

Colecciones:

  • El crecimiento de las  colecciones de libros impresos se detiene en tiempos de crisis. La Argentina no cuenta con bibliógrafos especializados por área temática; esto ocasiona, junto con la falta de presupuesto antes mencionado, que la biblioteca dependa en el desarrollo de su colección de los intereses personales de los investigadores de la institución. Otro motivo más por el cual se habla de colecciones truncas.
  • Las suscripciones a las publicaciones periódicas son difíciles de mantener, tanto por los vaivenes político/económicos de cada época como por erróneas decisiones de los profesionales o administradores a la cabeza de las bibliotecas.

Personal:

  • Falta de capacitación del personal, que se puede adjudicar a una deficiente educación profesional, si bien en los últimos tiempos se han desarrollado cambios renovadores en la curricula de algunas escuelas de Bibliotecología (Facultad de Filosofía y Letras-UBA) que es meritorio destacar. Sin embargo, al salir al mercado laboral, los graduados prácticamente no encuentran bibliotecas donde aplicar estos nuevos conocimientos y procedimientos. Así, se preguntan ¿para qué estudié todo esto, si no lo puedo aplicar en la Argentina? Y yo me pregunto ¿cuánto tiempo se necesitará hasta que esta nueva generación tome las riendas de la profesión y logre el cambio radical tan necesario?
  • No existe, prácticamente, investigación producida por el profesional bibliotecario. Hubo una 'época de oro' en la Bibliotecología Argentina, con destacadas figuras como Buonocore, Cortazar, Penna, Sabor, etc., cuando la producción era muy rica. Hoy en día, podemos hablar de un intento de resurgimiento impulsado por centros como el INIBI, el SAI, etc.

Cooperación:

  • Es muy difícil compartir recursos entre las distintas bibliotecas porque no existe un uso generalizado de estándares internacionales
  • No existe aún un catálogo centralizado a nivel nacional de publicaciones ni de publicaciones periódicas ni de monografías, sí, a veces, a nivel institucional
  • Hay poco espíritu cooperativo, sintetizado muy bien en la frase: "bibliotecarios, más dados a vivir en una torre de marfil que a vincularse entre ellos" (Sabor, 2002: 36-37).

Tecnología informática:

  • La mayoría de las bibliotecas tiene tecnología obsoleta. La compra de nuevos materiales se efectúa con cuenta gotas.
  • Los edificios no han sido construidos con el fin de albergar bibliotecas y salvaguardar su patrimonio.
  • Tampoco se los mantiene, lo cual hace peligrar a largo plazo las colecciones y los equipos allí utilizados.
  • Lo que debe quedar en claro, es que el patrimonio nacional no se pierde solo por falta de presupuesto para mantener edificios e instalaciones en condiciones óptimas sino, en general, por negligencia y desconocimiento.

Métodos y técnicas de compilación de datos

Con el objetivo de conocer el estado actual de las bibliotecas universitarias argentinas con respecto a la crisis presupuestaria que sufren, se envió un cuestionario a través del correo electrónico. Hubo dos instancias bien definidas en la recopilación de los datos de dicha encuesta: abril y junio.
En abril, tal como ya se mencionó, y previo al Congreso de SALALM,  se envió un e-mail a la lista de discusión de las bibliotecas de universidades nacionales a través del Sistema de Información Universitario (SIU). Se optó por enviar la encuesta por medio de la lista del SIU, puesto que no se tenía seguridad de qué cantidad de bibliotecas nacionales tenían conexión a Internet. Según un informe del SIU, en 1997 tan solo el 70% de las mismas tenían dicha conexión. En cuanto a las bibliotecas de universidades privadas, se envió en forma personalizada un correo electrónico a cada uno de los directores de estas 46 bibliotecas, pues ya existía un vínculo entre ellos y quien compilaba esta información.
Se les solicitó que giraran sus respuestas en el lapso de dos semanas y se recibió el cuestionario completado por 16 universidades nacionales (bibliotecas centrales, de facultades o institutos) y 23 universidades privadas. La proporción recibida fue mínima, pero daba una tendencia de lo que estaba sucediendo.
En junio, se definió mejor la estrategia a seguir porque se determinó el tipo de biblioteca de universidades nacionales a quienes se dirigiría la encuesta: solamente a bibliotecas centrales y, en ausencia de estas, a las de las facultades (por ej., la Universidad de Buenos Aires); además, se insistió con los directores de bibliotecas de universidades privadas que no respondieron al primer pedido. Se llamó telefónicamente y se identificó a cada director de biblioteca, se le explicó el motivo de la misma y se le solicitó su colaboración para la realización del estudio. Con estos datos en mano, se re-envió la encuesta a la dirección electrónica personal e institucional de cada uno de estos directores, dándoles aquí también tan solo dos semanas de plazo para responderla. (El listado de todas aquellas Instituciones que colaboraron en el envío de la información solicitada, tanto en abril como en junio, se encuentra  en el Apéndice I).
No se ha evaluado el acervo bibliográfico del que disponen dichas bibliotecas ni cómo están organizadas, tampoco la calidad ni el tipo de servicios que brindan, lo que se ha intentado determinar es si hubo un gran impacto en la política presupuestaria de las bibliotecas a partir de la debacle de diciembre de 2001 (cabe recordar que el valor de un dólar por un peso trepó a casi cuatro pesos a mediados de 2002); si es un mal endémico que se viene arrastrando hace generaciones; y cuál es el grado de compromiso de los profesionales para lograr una formación y capacitación de mayor calidad, con el objeto de disminuir la brecha que se abre cada día más entre nosotros y los países en desarrollo.
El cuestionario consistió en 14 preguntas cerradas y opciones múltiples (ver Apéndice II). La investigación fue de tipo descriptiva y se usaron métodos cuantitativos. No hubo tiempo suficiente en el mes de abril para hacer una prueba piloto. Al recibir las respuestas, se hizo evidente que hubiese sido importante realizar esta prueba, puesto que las bibliotecas de universidades privadas y nacionales difieren en ciertos conceptos básicos, como por ejemplo, en el servicio de provisión de documentos o préstamo de libros, que no se realiza en la mayoría de las bibliotecas de universidades nacionales.

Resultados

Podemos presentar los resultados de la encuesta tomando en cuenta los siguientes aspectos: Colecciones; Inversión; Servicios; Presupuesto; Cooperación; y Personal.

Colecciones

Si bien la compra de material impreso y electrónico disminuyó entre el 2001 y el 2002 en ambos tipos de bibliotecas, no podemos aseverar que se debió a la crisis sufrida a fines del 2001, tal como se puede ver en los gráficos. En las bibliotecas universitarias nacionales hubo un incremento en aquellos centros que no adquirieron monografías impresas en estos dos años (de 8 a 13 bibliotecas). La situación en las universitarias privadas que no incorporaron ningún tipo de publicación se mantuvo constante (4 bibliotecas), percibiéndose una disminución en el número de bibliotecas que lograron comprar más de 500 monografías anuales en el 2002.

La cantidad de publicaciones periódicas impresas, renovadas entre los años 2001 y 2003, posiblemente se vio afectada por las malas políticas administrativas llevadas a cabo por  las autoridades de ciertas instituciones. Debido a la crisis de diciembre de 2001 se observa una merma más evidente en las bibliotecas de universidades públicas en el 2002. Esto se puede deber a que las bibliotecas de universidades privadas ya habían logrado pagar entre octubre y diciembre de 2001 sus renovaciones de las publicaciones periódicas para el  año siguiente. En el 2003, ya se aprecia cómo esta relación dólar-peso afectó a todas las bibliotecas por igual.

También se puede observar la falta de inversión en estos años en nuevos títulos de publicaciones periódicas. En ambos casos, los valores se mantuvieron casi constantes. En el 2001: 28 bibliotecas universitarias nacionales y 25 privadas no suscribieron a ninguna nueva publicación. En el 2003: 31 nacionales y 22 privadas no pudieron hacerlo. En ninguno de los casos se logró comprar más de 10 nuevos títulos en el 2003.

Con respecto a la suscripción a bases de datos, tal como ya se mencionó en la introducción, las bibliotecas de universidades nacionales se vieron beneficiadas con el proyecto de la SeCyT (Science Direct; Biological Abstracts, MathScience, etc.). Sin embargo, solo 10 de las bibliotecas encuestadas indicaron tener conocimiento del acceso a esta alternativa para sus investigadores. Las otras 24 no suscribieron a ninguna base de datos, ni nacional ni internacional, para el 2003.

En las bibliotecas de universidades privadas se observa un incremento en la suscripción para el año 2003. Se puede deber a una exigencia más grande de los investigadores o a una mayor asignación presupuestaria para este rubro.
Al analizar las respuestas respecto de a qué tipo de bases de datos se suscribieron, se pudo observar que en las 39 bibliotecas de universidades privadasaquí evaluadas: 6 suscribieron a bases de datos nacionales (La Ley, LexisNexis, Reporte Informativo, SAIJ, etc.) e internacionales (Ebsco, Proquest, Jstor, MD Consult, Infotrac, MLA, etc.) en el 2003; y 8 no suscribieron en estos tres años a ninguna base de datos.
Dado que tan pocas bibliotecas suscribieron o indicaron estar suscriptas a bases de datos internacionales, cabría preguntarse y analizar si esto se puede deber a que no han sido notificadas por sus autoridades (como en el caso de la SeCyT en las nacionales); no asignan presupuesto a este rubro; son muy caras y al no lograr la conformación de consorcios de bibliotecas no se logra reducir los costos; justifican el no suscribirse, pues consideran que sus usuarios no las utilizarán debido a una barrera idiomática; y/o la investigación que se realiza en las distintas instituciones es más localista y no se necesita o considera la posibilidad de un acceso a otro tipo de información global o distinta.

Inversión

En el período estudiado, es notable observar cómo decayeron las inversiones en equipamiento en todas las bibliotecas universitarias del país. Esto coincide con la crisis que atravesó el país junto con un presupuesto reducido y una mala planificación en las respectivas administraciones.
En 2001, el 76% de las bibliotecas universitarias privadas realizaban inversiones comprando, en su mayoría, computadoras y escáneres. En el 2002, 58% invirtieron sobre todo en mobiliario. En 2003, 52% pudieron seguir adelante con parte de sus proyectos de compra de mobiliario y de equipamiento informático.
El nivel de inversión de las bibliotecas universitarias nacionales ya era algo menor. En el 2001, la mayor parte del 66% invirtió en equipamiento informático. En 2002, el 56% indicó haber invertido mayoritariamente en el mismo rubro. En el 2003, tan solo el 50% logró hacer algún tipo de inversión en mobiliario o equipamiento informático. Los números indican cómo ambas instituciones se vieron seriamente afectadas y no lograron una recuperación a rápida.

Servicios

Se intentó determinar los servicios que brinda la biblioteca a sus usuarios, ya sean investigadores, profesores o alumnos. Para esto se plantearon tres preguntas específicas, tratando de detectar si hubo un incremento o una disminución en la solicitud de préstamo de material entre las bibliotecas, comparando los años 2001 y 2002, y qué servicio de provisión de documentos utilizaban: préstamo interbibliotecario de libros impresos; préstamo interbibliotecario de publicaciones periódicas impresas; servicio de provisión de documentos.
La figura no. 8  indica que la gran mayoría de las bibliotecas universitarias (14 en ambos casos) no ha experimentado cambio en su préstamo interbibliotecario de monografías entre el 2001 y el 2002. Lo que sí se puede apreciar es un incremento de este tipo de préstamo, manifestado por 12 bibliotecas nacionales y una falta de información en 8 privadas.

Ante los resultados obtenidos sobre el préstamo interbibliotecario de publicaciones periódicas, hay que tener en cuenta que una gran parte de las bibliotecas universitarias nacionales no lo realiza, mientras que este recurso es muy utilizado por las bibliotecas privadas.

Es interesante observar que luego del recorte presupuestario institucional que afectó a las bibliotecas, este servicio de préstamo de publicaciones impresas (libros y/o publicaciones periódicas) no se ha visto incrementado en la mayoría de las instituciones.
Podrían considerarse varios factores que han incidido en este resultado: los investigadores nunca utilizaron en forma asidua este tipo de servicio brindado por las bibliotecas, por serle desconocido o considerarlo ineficiente; los investigadores encuentran el material accesible a través de sus colegas: 'colegio invisible'; los investigadores, dada la gravedad de lo ocurrido en el país en diciembre de 2001, se encontraban como el resto de la población en un estado de shock, dando por sentada la imposibilidad de que durante 2002 las bibliotecas pudiesen satisfacer sus demandas.
La figura no. 10 indica que pocas bibliotecas utilizan los servicios internacionales de provisión de documentos. Esto podría deberse al desconocimiento del tipo de servicios que estas compañías brindan y sus beneficios; al precio excesivo que cobran por cada documento solicitado; a que los investigadores de las respectivas instituciones no lo necesitan.

Presupuesto

La elaboración, gestión y ejecución del presupuesto en ambos tipos de instituciones está marcado por una gran diferencia en la autonomía. El rectorado, junto con la administración universitaria, son las que determinan qué porcentaje de lo recaudado se destinará a las bibliotecas para utilizarse en inversiones, sueldos e insumos. En consecuencia, el director de la Biblioteca no siempre sabe a ciencia cierta con qué dinero cuenta, lo que no significa que deba quedar ajeno al presupuesto, para lograr que sus proyectos y expectativas de crecimiento se vean realizadas.
Las bibliotecas privadas, en su mayoría, pueden realizar las compras de materiales en forma independiente, decidiendo y eligiendo a sus proveedores. En el caso de las nacionales esto se ve complicado, pues las mismas deben cumplir con las estipulaciones establecidas para las compras efectuadas en la administración pública (licitaciones, concursos de precios, etc.).
En la figura no.11 podemos observar que la gran mayoría de las bibliotecas privadas, 24 en total,  informaron que la elaboración de sus presupuestos se realiza en forma conjunta con la administración universitaria. Sólo 4 bibliotecas lo hacen en forma independiente y 2 indican que no tienen ingerencia alguna en el mismo.
Mientras que en las nacionales, 13 indican que lo elabora su administración universitaria, 11 manifiestan que lo hacen en forma conjunta con la administración, 5 que lo planifican por sí mismos y 5 que no tienen ingerencia alguna.

Se observa una diferencia al recibir las respuestas respecto de quiénes gestionan y ejecutan el presupuesto. Es ostensible que, en ambos tipos de instituciones, es la misma biblioteca quien trabaja sobre el presupuesto (9 privadas y 12 nacionales) y hay menor ingerencia de las administraciones, aunque luego sean las únicas ejecutoras del mismo (3 privadas y 8 nacionales).

Comparando (Fig. 11 y Fig. 12) aquellos que elaboran con aquellos que gestionan el presupuesto, se aprecia que no existe gran variación en las respuestas recibidas. En la mayoría de los casos, se realiza conjuntamente entre la biblioteca y la administración universitaria. Mientras que en las bibliotecas nacionales esto varía, pero con un mayor énfasis en la ejecución autónoma (este resultado contradice la forma en que se deben manejar las bibliotecas para la compra de material).

Cooperación

Como ya se ha indicado, la no utilización de estándares internacionales (formatos comunes a todas, utilización de reglas AACR2, etc.) imposibilita, entre otras cosas, el intercambio de información en forma ágil entre distintos sistemas, el compartir recursos, la reducción de costos en los procesos, y la colaboración en sistemas y redes de información. También se identifica una incapacidad de comunicación o cooperación entre instituciones por no existir, prácticamente, consorcios nacionales salvo el organizado por la SeCyT para las instituciones nacionales. Las figuras 13 y 14 dan una idea del grado de envolvimiento que tienen estas instituciones a nivel nacional y su interés por lo que acaece a nivel internacional. Es muy notoria, en ambos tipos de bibliotecas, la gran participación en redes nacionales y el poco interés mostrado en el intercambio de experiencias sobre diversos temas que se tratan en redes fuera del país. El 87% de las bibliotecas universitarias nacionales (30 bibliotecas) informan estar suscriptas a redes nacionales. Entre las redes más mencionadas, se encuentran: Unired, SIU, SISBI; 79% de las bibliotecas universitarias privadas (33 bibliotecas) manifiestan integrar redes nacionales, entre las redes más seleccionadas están Amicus, Jurired, Vitrubio; el 9% de las bibliotecas universitarias nacionales (3 bibliotecas: BiblioMed, Agrícola, Riblu) y el 10% de las privadas (4 bibliotecas: BVS, BIREME (2), SALALM) están suscriptas a redes internacionales.

La pertenencia a consorcios de nivel internacional es prácticamente inexistente: una biblioteca universitaria privada manifiesta compartir recursos con OCLC y LAPTOC y otra pertenecer al consorcio ISTEC; una nacional dice pertenecer a la Red de UNESCO. A nivel nacional tan solo algunas bibliotecas notifican participar del consorcio formado por la SeCyT; el 87% de las privadas y el 57% de las nacionales dicen no pertenecer a ningún consorcio.

Personal

Se intentó determinar el grado de compromiso que tienen las instituciones para capacitar y mantener al día a su personal en las nuevas tendencias bibliotecarias. Así, se les solicitó a los directores que indicaran, entre siete opciones posibles, cómo lograban cumplir ese objetivo. No se intentó evaluar el nivel de capacitación exigido ni alcanzado.
Es llamativo que, en las bibliotecas de universidades nacionales, hay una mayor toma de conciencia en capacitar y mantener actualizado a su personal. Las respuestas recibidas arrojan resultados interesantes: asiste a cursos presenciales el 83% de bibliotecarios de universidades nacionales (28 bibliotecas) y 53% de bibliotecarios de universidades privadas (20 bibliotecas); participan en listas de discusión nacional 62% de bibliotecarios de universidades nacionales ( 21 bibliotecas) y 39% de bibliotecarios de universidades privadas (15 bibliotecas); suscriben a listas de discusión internacional 24% de bibliotecarios de universidades nacionales (8 bibliotecas) y 32% de bibliotecarios de universidades privadas ( 12 bibliotecas); no brindan capacitación alguna a su personal 9% de bibliotecas nacionales (2 bibliotecas) y 24% de las privadas (8 bibliotecas).

Es posible imaginar el gran esfuerzo que realizan las universidades nacionales en capacitar a su personal bibliotecario, si se compara la cantidad de personal empleado por éstas respecto del utilizado por las privadas. También es notorio que las universidades privadas trabajan tan sólo con una tercera parte del personal empleado por las universidades nacionales (no se investigó la diferencia remunerativa percibida en ambos tipos de instituciones). Se observa que, a pesar de la crisis sufrida a fines de 2001, este sector de la universidad no se vio afectado.

Conclusión

Las bibliotecas argentinas convivieron con situaciones de crisis sean estas políticas, económicas o sociales durante casi toda su existencia. Las bibliotecas universitarias argentinas sufrieron grandes devastaciones durante las crisis políticas y sociales (por ejemplo, la dictadura militar del 76) y grandes mermas en su desarrollo durante las crisis económicas del país o de la institución, por lo tanto, sobrevivir en situaciones de crisis no es novedoso para este tipo de instituciones. La pregunta es si la crisis de 2001 afectó aún más a dichas bibliotecas o tan sólo continuaron en su letargo.
A lo largo del trabajo se pudo apreciar que las bibliotecas de universidades nacionales se vieron más afectadas que sus pares de la esfera privada en la compra de monografías. Las bibliotecas de universidades nacionales vieron comprometidas sus colecciones de publicaciones periódicas, tanto en la renovación como en la suscripción a nuevos títulos. Si bien esto también afectó, en gran medida, a las bibliotecas de universidades privadas, el efecto fue más atenuado. Ninguna invirtió entre el 2001-2003 en nuevos títulos de publicaciones periódicas, lo que indica que esta era una política que ya se venía gestando con anterioridad. En cuanto a la suscripción a bases de datos, en el caso de las bibliotecas universitarias nacionales, se limita a los beneficios que otorga la SECyT con su convenio con Elsevier. En las universidades privadas, salvo algunas excepciones, se observa una pobre capacidad para suscribirse en forma individual o conformar consorcios para hacerlo; sin embargo, son las únicas que lograron mantener accesible este tipo de información para sus usuarios durante estos años. Los servicios de provisión de documentos no se vieron modificados, mientras que el préstamo de libros se vio incrementado en ambos casos. Habría que evaluar qué títulos son los que han circulado y qué institución los solicitó, para poder dar un diagnóstico objetivo de si este incremento se dio con títulos de nueva aparición en el mercado o no. En la gran mayoría de los casos, la elaboración de los presupuestos continúa siendo ajena a la tarea que debe realizar el equipo bibliotecario, en consecuencia, la proyección hacia nuevos cambios se ve dificultada. La comunicación y el intercambio de experiencias se da sobre todo a nivel local. La capacitación de su personal se desarrolla en el país con gran presencia de las bibliotecas nacionales; habría que investigar más a fondo el tipo y nivel de cursos al cual se envía al personal bibliotecario. Por otra parte, ¿cuál es la razón de que haya poca matriculación en cursos dictados en el exterior? Si la respuesta a este interrogante fuese por cuestiones económicas, esto no siempre es valedero puesto que se obtienen becas y subsidios para los mismos; de este modo habría una mayor apertura a las realidades y experiencias bibliotecarias que acontecen en otros países y su posible implementación en el país.
De lo anteriormente expuesto, se puede concluir que las bibliotecas vienen arrastrando hace varios años estos problemas y la crisis de 2001 no las provocó sino tan solo acentuó estas falencias. Quedan planteados, como inquietudes a resolver en el futuro mediato, ciertos puntos vitales para la subsistencia de las bibliotecas universitarias en la Argentina y en pro del buen funcionamiento para el mejor aprovechamiento de sus recursos: políticas de desarrollo de sus colecciones, sean estas impresas o virtuales; capacitación y actualización de su personal; autonomía en la elaboración y gestión de su presupuesto; trabajos en equipo y conformación de consorcios tanto a nivel local como internacional; y planificación a corto y largo plazo.






Referencias bibliográficas

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2. Sabor, Josefa. 2002. Carta abierta a los bibliotecarios de hoy. En Referencias. Vol. 7, no. 2, 36-37.        [ Links ]

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