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Información, cultura y sociedad

On-line version ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.29 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2013

 

EDITORIAL

Perspectivas imaginadas en la Bibliotecología y Ciencia de la Información

 

Alejandro E. Parada

Secretario de Redacción
Información, cultura y sociedad

 

El tópico de los paradigmas bibliotecarios ha tenido una recurrencia muy activa desde fines del siglo XX hasta el presente pero, ante todo, es necesario destacar que dichos modelos reconfiguraron y configuran nuestras representaciones actuales y, por añadidura, su incidencia en el futuro profesional posee un grado tal de intensidad que, indudablemente, provocarán procesos de mutación constantes en los modos de pensar la Bibliotecología y Ciencia de la Información.
Reflexionar sobre este campo que nos incumbe con sus contingencias discontinuas deviene, en su aspecto más esencial, pensar en una disciplina impregnada por la incertidumbre y la variabilidad global inherente a las Ciencias Sociales. Ya no hay posibilidad de sustraerse a las reconversiones curriculares impulsadas por el mundo electrónico. La virtualidad globalizada de la información se impone, en nuestros quehaceres bibliotecarios, con un rotundo desafío que apela a las responsabilidades sociales en la modernidad; esto es, tratar de instrumentar la tecnología de nuestra profesión con los aspectos teóricos que construyen su marco de pensamiento crítico. E incluso, como demanda urgente, ayudar a la gestación de un nuevo humanismo que no solo se ciña a una formación neorrenacentista sino que, además, sugiera otras opciones para aquello que es estar, aquí y ahora,"humanísticamente", en un firmamento virtual1.
Dentro del breve contexto de este Editorial, es posible meditar sobre algunos paradigmas bibliotecarios que, precisamente, a corto o mediano plazo, también influirán sobre las publicaciones académicas especializadas. No nos referimos a los últimos paradigmas emergentes y que han motivado un replanteo epistemológico de la profesión, tales como el físico, el cognitivo y el social2. Más allá de ellos, las perspectivas globales de la Bibliotecología y Ciencia de la Información y, en consecuencia, las temáticas y contenidos de las revistas profesionales, están siendo moldeadas por un conjunto de representaciones y de prácticas operativas que se caracterizan por su metamorfosis continua. En cierto sentido, debido al vértigo de los cambios dentro del cambio mismo, resulta importante identificar estos paradigmas móviles y en mutación interminable, pues la tecnología electrónica, como un demiurgo virtual con vida propia, nos recrea permanentemente.
La bibliografía sobre estos modelos bibliotecarios no solo resulta abundante sino que, además, es heterogénea y dispersa. Sus concepciones y aspectos teóricos se transforman en forma ininterrumpida, por lo tanto, la esencia misma de su expresión e influencia en el pensamiento profesional suele ser efímera y, en ocasiones, circunstancial. Sin embargo, es factible su formulación provisional, aunque sea un acto temerario y, en poco tiempo, una retórica manifiesta del pasado y no del presente.
¿Qué perspectivas globales imaginadas3, entonces, existen hoy en la Bibliotecología y Ciencia de la Información? Perspectivas que implican tendencias que eclosionan y eclosionarán en nuestras actividades, investigaciones y formas de ejercer la escritura temática en las revistas especializadas. Una producción académica que debe apelar al impacto y a la visibilidad de sus textos4.
En primer término, por más que estas orientaciones carezcan de una jerarquía sistemática entre ellas, es fundamental destacar un fenómeno ya conocido pero no por ello menos estimulante en su vital encrucijada: el itinerario incesante de las migraciones textuales. El "hábitat electrónico" posee una condición de debilidad temporal debido a la duración de sus soportes. En una concepción amplia, las texturas virtuales donde se depositan las palabras ya no son tan decisivas en cuanto a su perdurabilidad corpórea: lo significativo se centra en comprender e implementar la asidua mudanza de textos que, en sí mismo, evolucionan como una diáspora en perpetua migración desde una forma de recepción a otras. Estos laberintos de migraciones irreductibles plantean disyuntivas de compleja resolución. Una de ellas se patentiza, por ejemplo, en la necesidad de renovar el antiguo equipamiento"instrumental obsoleto" por otro vigente, para así leer los nuevos formatos que, sin duda, deben ser reemplazados por este advenimiento material.
El acontecer de las migraciones sucesivas proyecta al primer plano un aspecto nuclear en nuestra disciplina: lo imperioso que resultará a los bibliotecarios la necesidad de abandonar (o registrarlo evolutivamente, en aras de su supervivencia) parte del esquema normativo para incursionar, más decididamente, como un agente activo en el paradigma de la conservación de la cultura impresa pre-electrónica.
En este caso en particular se abre un nuevo nexo entre la Bibliotecología y la Museología, ya que la preservación de los libros como objetos de exposición y escenificación (además de lectura) demandará la imbricación de las prácticas bibliotecarias con los escenarios de exhibición moderna implementados por un área en constante desarrollo como lo es hoy la Museología. Las contextualizaciones que instrumenten este nexo de fructífera articulación entre el museo y la biblioteca como una agencia social donde se manifiesten las expresiones inherentes a la cultura, permitirán pensar a la Bibliotecología como un lugar propicio para el encuentro de los estudios culturales textuales, virtuales, cognitivos y de proyección corpórea. Nos referimos a un movimiento inesperado pero no por ello irreal, tanto inevitable como imprevisible, de los acervos bibliotecarios que aspiran a proyectarse comunitariamente no solo dentro de un ámbito cerrado sino, además, en el extramuros conceptual que actualmente plantea la Museología en su búsqueda de una mayor ciudadanía.
Esto también presenta otros tipos de innovaciones que es necesario tener en cuenta. Por un lado, las migraciones constantes plantean un nuevo escenario en las estructuras materiales de la información, pues ¿hasta qué punto, en la postmodernidad, podemos hablar de"procesos de larga duración" en las apropiaciones y prácticas de las lecturas y, por ende, en los estudios de usuarios? Apropiaciones y maneras que mudan en forma creativa y persistente, hasta el grado de que el presente tiende a caer en el dominio de la Historia con una rapidez vertiginosa, en una caída que también involucra"cierta nostalgia por el presente"5.
Por otra parte, el bibliotecario, en una especie de eyección al pasado, reasume un fuerte rol como conservador del conocimiento impreso. El eje se posicionará en la resignificación de nuestros quehaceres cotidianos y en las formas de expresarnos en las publicaciones académicas a partir, inequívocamente, de las migraciones de formato y de nuestro accionar para garantizar su lectura y disposición a un público ya universal, a un universo de lectores que refunda permanentemente las bibliotecas virtuales de extramuros.
En estas condiciones -de migraciones constantes y de repositorios universales de extramuros- la complejidad de mantener la normativa bibliotecaria se centra en el lenguaje, en la importancia inefable de la palabra. Lo lingüístico, aquello que establece la norma de control en la forma hablada sometida a una instancia sistemática y artificial, ahora compite, y no siempre con ventaja, con el lenguaje natural. Es más, este último, en muchas ocasiones, se ha incorporado a las formas de representación y de búsqueda profesional. De este modo, entre las tendencias bibliotecológicas modernas se encuentra la resolución (¿o convivencia?) interactiva y dinámica entre el lenguaje controlado y el natural. Los bibliotecarios y los editores de revistas debemos aprender de estas recientes condiciones tecnológicas de la palabra, signadas por las innumerables facetas de lo ambiguo.
El paradigma cognitivo de la Bibliotecología moderna plantea esta disyuntiva. La representación del lenguaje humano no puede basarse en su exclusivo control, pues la cognición del ser social (o agencia) que se manifiesta en la elaboración de la información y el conocimiento, aunque suene heterodoxo, tiende a su desarrollo pleno en la expresión natural, sin ataduras ni lastres normativos. Es significativo, pues, reflexionar y teorizar acerca del paradigma sobre la articulación dialéctica entre norma y lenguaje natural. El tema de la lingüística bibliotecaria, ante la realidad de nuestras bibliotecas, no es tópico subalterno ni pasajero. La lingüística bibliotecaria (y su imprescindible biósfera textual) es una asignatura pendiente entre nosotros: acaso la llave que nos permita comprender el fenómeno de la era de la información virtual6 y su impacto en la biblioteca tradicional.
El futuro de buena parte de la Web semántica se desarrollará en el contexto de los intercambios lingüísticos y, al menos, esta tendencia parece inexorable, en la polivalencia discursiva de los conceptos en un campo donde el crecimiento del lenguaje natural señala una orientación determinante.
Nos encontramos, pues, ante una paradoja lingüística plural, donde el campo de la Bibliotecología ya no es una geografía que traza las normativas sistemáticas tradicionales y características de esta disciplina. Se impone ante nosotros un destino de entrecruzamientos conceptuales, propios del ámbito conjetural y polivalente.
La globalización transforma la realidad en un vasto archipiélago de discontinuidades combinadas. Por lo tanto, las pautas que definieron tradicionalmente a las Ciencias Sociales ya no pueden ser "dimensiones de lo específico", pues ahora solo les resta -para bien o para mal- definir su identidad como campos de estudios culturales que han sufrido un proceso de"desterritorialización".
Dicho concepto, el paradigma emergente de la desterritorialización7, responde a una de las peculiaridades modernas de la Bibliotecología y Ciencia de la Información desde un punto de vista antropológico: aquella que comienza a convivir con una personalidad disciplinar distinta a la habitual y cuya mirada apunta a las geografías especulares de los otros. El mundo de la información virtual construye esta noción de ausencia de territorio (una especie de no-lugar)8, ya que instala un novedoso vínculo paradojal: la Biblioteca y los bibliotecarios como agentes que tienden a alejarse de lo biológico. El paradigma de la desinterpersonalización mediado por el contacto virtual se manifiesta con una intensidad creciente e irreducible. Es un distanciamiento o extrañamiento del entorno biológico para fundar las relaciones humanas, aquí y ahora, no desde la esfera del espacio público como aconteció a mediados del siglo XVIII9 sino, en particular, a partir de los espacios electrónicos gestados por las redes sociales, y que hacen que los lectores sean a la vez lectores-internautas e internautas-lectores-espectadores10, en una dimensión que cae fuera de la comunicación cara a cara. Estos espacios no-biológicos implantan una tipología de alto impacto: la conquista de los espacios sociales a través del dominio de sus instrumentaciones virtuales.
Además, la posibilidad de consultar una biblioteca universal en la Web, como todos sabemos, reinstala un aura inesperada sobre el modelo bibliotecario alejandrino, un hálito donde la"reproducción técnica"11 de los documentos se vuelve en un tópico más allá de la memoria. La Bibliotecología moderna, impulsada por las fuerzas culturales de la globalización electrónica, se identifica con el mito realizado de una interminable y desmesurada Biblioteca de Alejandría. Una colección de producciones escritas, sonoras y visuales prácticamente ingobernable por su multiplicidad y diversidad, pues las tendencias globales no implican una"homogeneización cultural"12. Las mutaciones culturales se dan en ámbitos interactivos que resultan totalmente distintos a los usos conocidos. Cuando Néstor García Canclini sostiene que"la cultura global fue una ficción"13, hace hincapié en este potente y taxativo concepto de variación y diferenciación de los procesos colectivos y sociales de la cultura; señala, sobre todo, el cambio de significado de los objetos culturales modernos en artefactos sociales y simbólicos que ya no son patrimonio del libro, del arte o de un proceso artístico definido. Nuestra profesión, pues, tendrá que operar, en prospectiva, dentro de un paradigma de diversidad polivalente, donde"el trabajo de la imaginación"14 deja de estar en la esfera exclusiva de lo individual para instalarse como una herramienta gregaria de la cotidianidad.
Este modelo bibliotecario se posiciona en un ambiente epocal inevitable: la incertidumbre paradojal de la sobreinformación en la modernidad. Desde la invención de la escritura, las producciones textuales han sufrido todo tipo de"filtrados", selecciones y drenajes. Los libros que han llegado hasta nosotros estuvieron inmersos en procesos de selección: presencia de un canon que elegía ciertas obras y dejaba a otras en el olvido, autores desdeñados por la crítica, censuras, incendios y destrucciones de bibliotecas, etc. Los textos eran motivo de recortes y filtraciones a lo largo del tiempo, donde el azar también tenía su misterioso lugar15. En el presente, la sobre abundancia de información"sin filtración alguna" ha alterado este proceso y, en su desborde, aquello que podría ser terciario o secundario compite en un nivel de igualdad con lo que podría ser una fuente primaria.
La pregunta que se impone, desde el punto de vista de la Bibliotecología y Ciencia de la Información, es ¿cuál es el papel (y la intensidad) que debe jugar nuestra disciplina en la selección de esta infinita información? Y lo que es más importante aún: ¿resulta factible y ético seleccionar una información que construye su identidad desde un imaginario social activo y presente, por ejemplo, en Internet? ¿Los bibliotecarios acaso son los gendarmes de la información y los agentes de su disciplinamiento? ¿Cuál es el grado de imposición normativa que estamos dispuestos a desplegar sobre ella? Estas cuestiones plantean y diversifican la problemática casi dramática que existe entre la necesidad de homogeneizar la información para facilitar su recuperación y la extraordinaria libertad social de su heterogeneidad natural.
Quizá el mayor aporte profesional de los bibliotecarios, en esta nueva y desmadrada modernidad, no se afinque tanto en la necesidad de seleccionar los aspectos relevantes de la información sino, más bien, en ayudar a construir identidades de lo local distintas a las tradicionales pero inmersas en la globalidad, con el objetivo de mixturarlas "con una identidad propia" dentro del firmamento planetario de la información.
De modo que el pensamiento sistémico y la mentalidad taxonómica en pro de un isomorfismo que dominó la humanidad durante siglos e influyó decididamente en el pensamiento bibliotecario, hoy se resuelve en un universo de comunidades narrativas que interactúan en una forma ya no contingente y establecida. El espacio y el tiempo han dejado de ser determinantes y los contactos e intercambios se manifiestan con una gran variedad de vidas sociales, donde se reestructuran los realismos con las comunidades imaginadas, en un fuerte contexto transnacional signado por el debilitamiento de las geografías específicas del Estado-nación16.
Nos hallamos ante una ecúmene global y, al unísono, con comportamientos fractales, en que el caos juega un rol de marcada importancia. Es posible, no obstante, que las situaciones caóticas que vive el mundo y la información, a la postre, tengan ciertas regularidades, pero ya no características de un sistema inalterable sino, por cierto, de una formación con aspectos de rizoma17. La Bibliotecología y Ciencia de la Información no pueden escapar a esta realidad mundial. Se requieren, pues, nuevas relecturas diagonales, tal como la están realizando numerosas Ciencias Sociales, entre las que se destacan la Antropología y la Sociología, para reconfigurar nuestro ámbito curricular y adaptarlo al arrollador impulso de los vertiginosos estudios culturales.
La nueva Bibliotecología imaginada tendrá que tener en cuenta esta pléyade de fragmentos de información, en tanto pautas reales-refractarias y aspectos materiales-polivalentes, que operan con una espesura heterogénea por encima de los límites fronterizos y que interactúan con dimensiones tecnológicas, ideológicas, étnicas, económicas y sociales en constante cambio y mutación de conceptos, usos, prácticas, motivos. La fantasía y la imaginación bibliotecarias serán peculiaridades conceptuales capitales que, en consecuencia, intentarán definir e identificar a los nuevos usuarios de este universo global en tensión con los localismos de identificación grupal y los"transnacionalismos" crecientes.
Tal como se señaló en el comienzo, dentro de las acotaciones textuales de un Editorial solo se pueden realizar algunas menciones circunstanciales sobre las tendencias de la profesión. Sin embargo, es necesario ahora enumerar varias de estas orientaciones: la metamorfosis de los soportes y sus migraciones, el tópico de la conservación del universo impreso y sus vínculos con los procedimientos de los museos, la articulación dialéctica y en tensión entre el lenguaje artificial y el natural, la importancia del paisaje lingüístico como campo determinante, la emergencia de los estudios culturales transnacionales para reflexionar sobre la profesión bibliotecaria autóctona, el modelo dominante de la creciente desterritorialización de la información ante la crisis del Estado-nación, la despersonalización de la comunicación cara a cara entre los bibliotecarios y los usuarios, la masiva y constante incertidumbre paradojal de la sobreinformación carente de elementos de selección, el dilema de construir identidades en geografías globalizadas, entre otros muchos.
Los bibliotecarios, pues, se encuentran ante un avatar complejo y de difícil resignificación: deben colonizar con sus prácticas profesionales estos ambivalentes espacios o paisajes virtuales, en cuyos parajes los lectores ejercen sus originales e imaginadas representaciones, la mayoría de las veces fuera de toda normativa decimonónica o de aquella que operó hasta fines del siglo XX. En esas geografías diseñadas por cartografías novedosas se fundan, inequívocamente, constelaciones de información sin contornos discernibles: son los sitios en los que circulan los impalpables textos de la modernidad.
Es, entonces, en estas territorialidades mudables y con turgencias inasibles, donde las palabras bibliotecarias y las revistas especializadas tienen que enfrentarse a la realidad y, por lo tanto, reflejar, alentar y reflexionar críticamente ante los nuevos paradigmas emergentes que, rápidamente, se convierten en otros paradigmas superadores.

Notas

1. Sloterdijk, Peter. 2008. Normas para el parque humano: una respuesta a la"Carta sobre el humanismo" de Heidegger. Madrid: Siruela.         [ Links ]

2. Capurro, Rafael. 2007. Epistemología y Ciencia de la Información. En Enlace. Año 4, no. 1, 11-29. Hernández Quintana, C. Ania.  R. 2007. Paradigmas dominantes y emergentes en la Bibliotecología y la Ciencia de la Información: continuidad y ruptura en la dinámica informacional. En Acimed. Vol. 16, no. 3. http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol16_3_06/aci02307.htm Consulta: 13 marzo 2013.

3. García Canclini,  Néstor. 1999 [2008]. La globalización imaginada. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

4. Piccone, María Sol y Magdalena Jousset, eds. 2011. Impacto y visibilidad de las revistas científicas. Buenos Aires: Biblioteca Nacional.         [ Links ]

5. Jameson, Fredric. 1989. Nostalgia for the Present. En South Atlantic Quartery. No. 88, 517-537.         [ Links ]

6. Castells, Manuel. 1999. La era de la información: economía, sociedad y cultura. La sociedad en red. Vol. 1. México: Siglo XXI.         [ Links ]

7. García Canclini, Néstor. 2012. Desterritorialización. En su Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Nueva edición. Buenos Aires, México: Fondo de Cultura Económica. p. 281-297.         [ Links ]

8. Augé, Marc. 1993. Los no-lugares, espacios del anonimato: una antropología de la sobremodernidad. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

9. Habermas, Jürgen. 1981. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gustavo Gili.         [ Links ]

10. García Canclini, Néstor. 2007. Lectores, espectadores e internautas. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

11. Benjamin, Walter. 2011. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Buenos Aires: Ediciones Godot.         [ Links ]

12. Appadurai, Arjun. 2001. La modernidad desbordada. Montevideo: Trilce; México: Fondo de Cultura Económica. p. 27.         [ Links ]

13. Oybin, Marina. 2013. Entrevista a Néstor García Canclini. En Ñ. Revista de Cultura. Año 10, No. 521 (21 de septiembre), 10-11.         [ Links ]

14. Appadurai, Arjum. Op. Cit., p. 20-27.         [ Links ]

15. Eco, Humberto y Jean-Claude Carrière. 2010. Nadie acabará con los libros. Barcelona: Lumen.         [ Links ]

16. Anderson, Benedict. 2000. Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

17. Deleuze, Gilles y Félix Guattari. 1998. El Anti Edipo: capitalismo y esquizofrenia. Barcelona: Paidós Ibérica.         [ Links ]

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