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Información, cultura y sociedad

versión On-line ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.29 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2013

 

ARTÍCULOS

 

Un sistema de información para la ciencia argentina: biografía de Ricardo Alberto Gietz (1932-1998)

An information system for argentine science: Ricardo Alberto Gietz biography (1932-1998)

 

Tomás Solari

Biblioteca Institucional Ricardo A. Gietz, Centro Argentino de Información Científica y Técnológica - CAICYT-CONICET. Saavedra 15 (C1083ACA) - Buenos Aires, Argentina. Correo-e: tsolari@caicyt.gov.ar

Artículo recibido: 31-10-2012.
Aceptado: 1-10-2013.

 


Resumen: el presente artículo aborda el trabajo profesional del bibliotecario Ricardo Gietz, entre los años del Estado Benefactor desarrollado por el peronismo hasta el desmantelamiento del mismo por el neoliberalismo en la década de 1990. El interés en la figura de Gietz, se debe a que fue el único latinoamericano que tuvo a su cargo la presidencia de la FID, fue director del CAICYT y del Servicio Iberoamericano de Información sobre la Traducción de la UNESCO en la Argentina, entre otros cargos que ocupó en organismos nacionales e internacionales. Ha sido uno de los documentalistas más importantes que tuvo el país, no obstante, es desconocido para las nuevas generaciones de trabajadores de la información. Junto a su padre, que también había sido bibliotecario, tuvieron un papel clave en la implementación de políticas documentales y bibliotecológicas que, en algunos casos, siguen dando frutos dentro y fuera del CONICET.

Palabras clave: Gietz, Ricardo Alberto; Caicyt-Conicet; FID; Documentación científica.

Abstract: This article deals with the professional work of the librarian Ricardo Gietz, between the Welfare State developed by Peronism to the dismantling of the same by neoliberalism in the 1990s. The interest in the figure of Gietz is in that he was the only Latin American who was in charge of the presidency of FID, was the director of  CAICYT, and of Latin American Service on Translation Information of UNESCO in Argentina, among other charges in national and international organizations. He was one of the most important documentalists in the country, however, he is unknown to the new generations of information workers. Along with his father, who was also a librarian, they played a key role in the implementation of documental and library policies and, in some cases, continue to bear fruit inside and outside CONICET.

Keywords: Gietz, Ricardo Alberto; CAICYT-CONICET; FID; Documentation.


 

Introducción

Ricardo Alberto Gietz pertenece a la generación posterior a la que se conoce como la"Generación de Oro" de la Bibliotecología argentina. La casi totalidad de sus actividades profesionales las realizó en el CONICET entre los años 1958 y 1986 y, en representación del organismo, participó en distintos congresos y organizaciones internacionales como la Federación Internacional de Documentación (FID) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Hemos incluido, en este artículo, abundante información sobre los congresos a los que asistió Gietz y datos históricos para tratar de contextualizar la evolución de la documentación científica y la Bibliotecología en nuestro país, tratando de reflejar algunas tensiones de la época y los cambios ocurridos en la disciplina.
Durante su desempeño como documentalista, la Argentina vivió un período dominado por la inestabilidad política y económica y distintas posturas sobre el rol del Estado y la Ciencia. En los distintos contextos en los que trabajó Gietz, durante cuarenta años, se aplicaron políticas públicas que fueron alterando la política científica y achicaron o agrandaron las funciones del Estado. Desde el peronismo (1946-55), la Revolución Libertadora (1955-58), el período de Arturo Frondizi (1958-62), el gobierno de Illia (1963-66), la Revolución Argentina (1966-73), de nuevo una etapa peronista (1973-76), el Proceso de Reorganización Nacional (1976-83), el período radical (1983-89) y, a partir de 1989, un nuevo gobierno peronista. Estos cambios, afectaron al CONICET, aunque podemos excluir los primeros años de la década de 1960 porque los problemas políticos no perturbaron la política documental dentro del organismo, a causa de que no hubo cambios de relevancia en la dirigencia científica y se pudo desarrollar un plan coherente teniendo presente las necesidades de información de los investigadores. Otras causas de problemas fueron las políticas económicas, las dificultades en el acceso a divisas y las trabas administrativas a las importaciones de nuevas tecnologías y a la compra de bibliografía.
Ricardo Gietz nació en Buenos Aires el 9 de enero de 1932, se recibió en el año 1950 de bachiller en el Colegio Nacional. Su padre, don Ernesto Gustavo Gietz (1899-1981) era un"patriarca indiscutido de la Bibliotecología Argentina", según lo evocó Domingo Buonocore (1981) y miembro de la"generación de oro" de la Bibliotecología argentina.Hijo de padres alemanes, Ernesto había nacido en la Argentina en 1899 y fue uno de los bibliotecarios más importantes de nuestro país. Era técnico mecánico, pero su verdadera pasión fue la Bibliotecología y la Documentación, disciplinas con las que comenzó a relacionarse en 1922 gracias a un trabajo como auxiliar de bibliotecario en la biblioteca de la Facultad de Ciencias Exactas. Este primer trabajo, lo consiguió debido a sus conocimientos del idioma alemán, más tarde llegó a ocupar la dirección de la biblioteca. Luego trabajó en la biblioteca de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA) entre 1952-72. Antes había sido director de la Biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires (1930-43), organizador y director del Instituto Bibliotecológico de la UBA, entre 1943 y 1959 (hoy SISBI) y profesor de la Universidad del Museo Social Argentino (Buonocore, 1981). Además, realizó trabajos como colaborador para la Biblioteca Nacional, entre otros importantes cargos ad honorem, integró asociaciones internacionales y fue designado responsable de la dirección técnica de la primera edición (1942) del Catálogo de publicaciones periódicas científicas y técnicas (CCPP) que permitió conocer las revistas que poseía cada disciplina en el país y aportó como resultado un total de 7.387 títulos. A lo largo de su vida, publicó artículos y brindó distintas conferencias sobre Bibliotecología, Documentación e Informática (Matijevic, 1965). Entre las conferencias se destaca la que hizo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en el año 1939, que se publicó en forma de libro titulado Bibliotecas y elementos bibliográficos y dondedesarrolla distintos temas de interés bibliotecológico y bibliográfico. Este texto nos permite, en la actualidad, conocer qué técnicas se aplicaban, qué influencias teóricas y qué temas les preocupaban a los bibliotecarios que nos antecedieron. Ernesto Gietz fue uno de los renovadores de la Bibliotecología e impulsores de la Documentación; se destaca el hecho de que, en congresos internacionales, fue el primero que propuso la creación de un sistema nacional de información científica. Su hijo continuó en estas líneas de política documental y, por ello, relatamos algunas acciones del trabajo e ideas de su padre que fue quien introdujo el concepto de "Bibliotecología" como sinónimo de biblioteconomía en Latinoamérica, influido por teóricos alemanes, como Fritz Milkau y Arnim Graesel.
La Bibliotecología, en los tiempos de Ernesto Gietz, se dividía en tres ramas; la Bibliología, que se ocupaba de la Historia del Libro; la Bibliografía, que trataba la historia y tipos de bibliografías; y la Biblioteconomía, que estudiaba la administración de las bibliotecas. Los términos para denominar la disciplina fueron distintos según el país y la época; en la Argentina se utilizaba, en las primeras décadas del siglo pasado, el término"bibliotecnia" (Selva 1939).

Metodología

Para realizar este trabajo, hemos consultado y cotejado distintas fuentes (ver bibliografía): artículos de publicaciones periódicas, monografías, artículos periodísticos, actas de congresos, boletines, diccionarios, directorios, cartas, memorandums, etc., pero nos faltó consultar los archivos del CONICET y otra documentación científica valiosa que fue víctima del expurgo, como es el caso de documentación del Centro Argentino Científico de Información Científica y Tecnológica (CAICYT) que fue descartada por cuestiones de espacio.
Para reconstruir las actividades profesionales de Gietz durante los últimos años de su vida, fue necesario revisar otros tipos de fuentes con las que habíamos trabajado, como, por ejemplo, pasajes de avión y credenciales de seminarios y congresos que nos entregó su viuda. Desde que renunció a la dirección del CAICYT y al no estar más Gietz en la función pública, perdimos sus rastros en las publicaciones oficiales y privadas, dedicadas a la Ciencia de la Información, a causa de que sus apariciones comenzaron a ser ocasionales. No hay disponible una bibliografía actualizada acerca de la Historia de la Documentación Científica y su evolución dentro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), por lo que fue necesario que reconstruyéramos ciertos hechos a partir de fuentes primarias y secundarias, y a través de charlas informales y entrevistas a personas que trabajaron con Gietz o lo conocieron como, por ejemplo, Mercedes Couselo, Oscar López, Mercedes Patalano, Ana María Flores, Hugo García, Tatiana Carsen, Pilar Vázquez Uria y Tito Suter. Hemos incluido abundante información sobre reuniones, congresos y cursos que realizó o en los que participó Gietz, porque estas acciones eran para él, junto a la cooperación entre centros de documentación, bibliotecas y bibliotecarios, fundamentales para salir del subdesarrollo informativo.

El inicio de su desarrollo profesional

Después de finalizar el colegio secundario, Ricardo Gietz comenzó a trabajar como ayudante mayor en la biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires, hasta que renunció en abril de 1953. Entre los años 1953-58, estuvo encargado de las secciones de adquisiciones, consultas y préstamos de la biblioteca de la Dirección General Impositiva (DGI), en la que colaboró en la elaboración de su boletín institucional. En el año 1958 comenzó a trabajar en el servicio bibliográfico del CONICET.
En cuanto a lo referido a sus estudios de Bibliotecología, los realizó en la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional, donde egresó en el año 1964, con el promedio más alto, recibiendo, por su desempeño, un premio de la Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina (ABGRA). Además de sus estudios en Bibliotecología, Gietz había cursado materias de la Carrera de Derecho en la UBA y había realizado un curso sobre investigación de mercados en la Fundación de Altos Estudios de Empresa.
En la época en que Ricardo Gietz estudió Bibliotecología, solo Brasil y la Argentina contaban con veinte escuelas, de las treinta y tres que había en Latinoamérica dedicadas a la enseñanza de la disciplina. Si comparamos con los Estados Unidos, que en la década de 1930 ya tenía cuarenta instituciones destinadas a la formación de bibliotecarios y asociaciones profesionales que se reunían en congresos desde el siglo XIX, y con Europa, donde desde hacia más de cien años que se firmaban convenios entre bibliotecas y acuerdos para el canje de publicaciones, podemos notar la debilidad del desarrollo bibliotecológico latinoamericano.

La Bibliotecología y la Documentación en la década de 1950

Los cursos de formación bibliotecológica más antiguos del continente que se conocen, son el realizado por el Consejo Nacional de Mujeres en 1903, en Buenos Aires, y el que dictó el Ingeniero Federico Birabent entre 1909-1910 quien, además, fue el que introdujo la Clasificación Decimal Universal (CDU) en el país y los lineamientos del Instituto Internacional de Bibliografía (IIB). Ricardo Gietz se formó en una disciplina poco desarrollada que, desde hacía cinco décadas, intentaba establecer cursos duraderos que fracasaron en su institucionalización.
Por otra parte en los comienzos de la profesionalización de la Bibliotecología,los esfuerzos individuales y privados estuvieron más presentes que las políticas oficiales, la disciplina no estaba todavía institucionalizada y, para la documentación científica, el escenario era más incipiente, pero comenzó a cambiar la situación con el peronismo que impulsó las bibliotecas populares, la organización de los bibliotecarios e incluyó en el Segundo Plan Quinquenal la creación de un Centro de Documentación Científica (C.D.C.). En el año 1952, se realizó en la Facultad de Ciencias Exactas, con el auspicio de la Dirección Nacional de Investigaciones Técnicas del Ministerio de Asuntos Técnicos, el que, tal vez, sea el primer curso de Documentación. Las clases duraron varios meses y se puede considerar que fue un hito, ya que la formación de los documentalistas era, hasta esta época, autodidacta. Asistieron un gran número de bibliotecarios y Gietz padre se ocupó de la organización, entre los docentes se encontraba Roberto Couture de Troismonts, amigo de Ricardo Gietz.
Se podría considerar que durante el gobierno de Perón, por primera vez,  hubo un programa y una planificación científica (Hurtado, 2010), Ernesto Gietz había sido invitado por el Ministerio de Asuntos Técnicos para que realizara un proyecto de creación de un Centro de Documentación Científica, sobre la base del Instituto Bibliotecológico de la UBA. A causa del golpe de 1955, no se pudo concretar hasta unos años después de la creación del CONICET que recibió los bienes y el personal del organismo científico creado en 1951 (Hurtado, 2010).

Ernesto Gietz (1955) expresó que los fondos bibliográficos y documentales de un país son elementos básicos y preponderantes de su potencial científico y técnico y expuso, como ejemplo, las políticas llevadas a cabo en los Estados Unidos. Además, sostuvo que desde 1946 se había comenzado a impulsar la investigación científica en el país, siendo pionero en lo referido a la agricultura. Este proyecto es valioso como prueba de que antes de 1958 hubo intentos de aplicar una política documental científica que fue incluida en el Segundo Plan Quinquenal y que sostenía entre sus objetivos que "El Estado posibilitará, asimismo, la actualización de las bibliotecas científicas y técnicas, oficiales y privadas, mediante el otorgamiento de facilidades para la adquisición racional de libros y revistas de origen extranjero" (Gietz, 1955). Después del golpe, se interrumpieron distintos proyectos científicos y retomaron sus lugares en la cultura y en la ciencia aquellos que fueron excluidos o se autoexcluyeron a partir de 1943; Bernardo A. Houssay es un ejemplo. El Decreto N.° 9695 de 1951 de creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CNICyT) incluía catorce puntos, entre los que se destacan tres, referidos a la documentación: organizar un centro nacional de documentación técnico-científica, asegurar la publicación de los trabajos científicos y facilitar a los investigadores argentinos, el acceso a la más amplia bibliografía científica mundial y realizar y mantener permanentemente actualizado el inventario científico nacional (Gietz, 1955).
En 1958, meses después de la creación del CONICET, el futuro C.D.C. había comenzado a funcionar como biblioteca y ofrecía servicios de fotoduplicados (microfilmación) bajo el mando de Ricardo Gietz. La rápida organización de la biblioteca y de sus servicios bibliográficos se debía al apoyo de Houssay y era una de las funciones que se había establecido en el Decreto-Ley de creación del CONICET: reunir y facilitar la utilización del material bibliográfico y documental necesario para la investigación científica y proveer información.
Ese mismo año se había realizado la Primera Reunión de Bibliotecas Científicas y Técnicas, organizada por el CONICET. Houssay brindó el discurso inaugural e hizo una impecable defensa de las bibliotecas científicas y del Catálogo Colectivo de Publicaciones Periódicas existentes en Bibliotecas Científicas y Técnicas Argentinas (CCPP). Según recordó Ernesto Gietz, esta reunión se planeaba realizar desde 1942, después de haberse publicado la primera edición del CCPP, pero debió posponerse. Durante las conferencias, en reiteradas oportunidades, se agradeció a las autoridades del CONICET porque, sin su ayuda, no podrían haber realizado el encuentro. Enrike Kreibohm, director de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Tucumán, expresó que el CONICET"... hoy nos da la mano que ansiosamente buscan los bibliotecarios desde Sarmiento y Avellaneda" y"...que ha hecho el milagro de convertir en realidad todo un anhelo latente por años..." (CONICET, 1958). Gietz asistió a esta reunión como oyente y su padre fue uno de los organizadores. El Secretario Ejecutivo del CONICET, Raúl Luis Cardón, el último día de la reunión, ofreció la continuación de la colaboración y ayuda financiera para completar y actualizar las colecciones de revistas e invitó a las bibliotecas que recibieron ayuda, a enviar sus necesidades bibliográficas para que fuesen tratadas por el Directorio.
En las exposiciones de Ernesto Gietz y Domingo Buonocuore, quedó reflejado que la inestabilidad política había afectado los planes de cooperación y racionalización implementados una década atrás, que el país tenía colecciones científicas poco desarrolladas y que las dificultades en el acceso a divisas era uno de los problemas que requería una solución inmediata, junto a la carencia de personal idóneo. Asimismo, hay una crítica a la falta de compromiso de los bibliotecarios.
Houssay no pudo asistir a una reunión de documentación científica realizada años después, pero recibió a los bibliotecarios en su despacho del CONICET. En 1962 escribió el prólogo de la segunda edición del Catálogo Colectivo de Publicaciones Periódicas existentes en Bibliotecas Científicas y Técnicas Argentinas. Durante la gestión de Houssay, Cardón ocupó los cargos de Secretario Ejecutivo y Secretario Asesor del CONICET. Cardón había estudiado Diplomacia en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y fue director del C.D.C., vicepresidente de la FID y presidente de la Comisión Latinoamericana (FID/CLA), cargos que, luego, ocuparía Ricardo Gietz (Matijevic, 1965).
El apoyo de Houssay no fue olvidado por los bibliotecarios y el primer suplemento del CCPP, del año 1972 le fue dedicado. Houssay se preocupó por la documentación y los catálogos colectivos, ya que estos le permitían estar informado a través de un rápido acceso a las revistas. Ernesto Gietz sostuvo en su exposición durante la Conferencia de la FID, realizada en Buenos Aires en 1970, que en nuestro país habían sido los científicos los que promovieron la documentación y los catálogos colectivos (FID/CLA, 1970).
La edición del CCPP, del año 1962, significó la finalización de la primera etapa de tres, de un plan de racionalización documentaria lanzado hacía treinta años y que debía llevar a (Gietz, 1979):

  • Establecer la ausencia en el país de publicaciones periódicas científicas y técnicas indispensables.
  • Evitar la duplicidad innecesaria en instituciones, ciudades o zonas, de revistas recibidas, simultáneamente, por varias bibliotecas.
  • Integrar la documentación científico-técnica en todos los campos, haciendo desaparecer los vacíos existentes.
  • Conseguir el aprovechamiento máximo de los recursos disponibles.
  • Establecer el préstamo interbibliotecario reglamentado.
  • Organizar un plan cooperativo de suscripciones, entre todas las bibliotecas responsables de la documentación científico-técnica, para lograr un máximo y eficaz apoyo a la investigación privada y estatal.
  • Proponer, en casos necesarios y a los efectos de una explotación documentaria integral, la redistribución de sectores del potencial documentario.
  • Publicación de un boletín que permita la localización documentaria actualizada y el perfeccionamiento de los catálogos de las bibliotecas cooperantes (Gietz, 1979).

Los encargados de aplicar la segunda etapa del plan de racionalización documentaria, que comenzó en 1964, habían sido la Asociación de Bibliotecas y Centros de Documentación Científicos y Técnicos y el C.D.C, la tercera y última etapa comenzó en 1968.
Gracias al CCPP, aumentaron las consultas, el préstamo interbibliotecario, las reproducciones y las traducciones y se federalizó el acceso a la información. El CONICET había tomado como suyo este plan y colaboró en su implementación, facilitando el trabajo a los bibliotecarios que habían comenzado tres décadas atrás. Un problema era la centralización, ya que más de la mitad de las bibliotecas y publicaciones periódicas presentes en el catálogo se encontraban en la Capital Federal.

Consolidación del CONICET

Aunque sus orígenes se remontan al peronismo que estaba interesado en expandir el desarrollo industrial, es necesario tener en cuenta, para comprender el impulso que tuvo el CONICET y luego el C.D.C., la importancia que le había dado la gestión desarrollista a la cultura y a la ciencia durante el gobierno de Arturo Frondizi, entre los años 1958 y 1962. Entes como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y en especial el CONICET, fueron beneficiados por políticas públicas.
Algunas políticas venían impulsadas desde los tiempos del peronismo que había creado diferentes centros de investigación, pero ciertos proyectos fueron interrumpidos y desmontados por el gobierno militar de 1955, que intentó"desperonizar" a la sociedad. El CONICET es producto de las ideas internacionales de la época, del impulso de la UNESCO y, como así también, de las disputas dentro del ámbito científico. Durante el frondizismo aumentó la inversión pública y privada, se profesionalizó a los investigadores, se sancionó el régimen de dedicación exclusiva, se multiplicaron las becas, se aplicó un programa de subsidios para investigaciones específicas y para la adquisición de equipos o instrumental de investigación, para la contratación de investigadores extranjeros, y para viajes al exterior (Hurtado, 2010). Todas las ramas de las ciencias se vieron favorecidas. Entre los años 1961 y 1966 (gobiernos de Frondizi, Guido e Illia) el presupuesto destinado a la investigación científica aumentó a un promedio del 8,3 % anual (UNESCO, 1970).
En la UBA estaba como Rector Risieri Frondizi y se fundó, bajo su mandato, EUDEBA, la editorial universitaria que se convirtió en la más grande de habla hispana y que divulgó la ciencia argentina. El CONICET y EUDEBA trabajaron en varios proyectos editoriales en común y en los que colaboraron bibliotecarios como Josefa Sabor y Roberto Juarroz. Durante estas décadas, se fundaron bibliotecas especializadas y populares en todo el país y hubo un notable aumento en la cantidad de estudiantes universitarios. EUDEBA logró, a través de sus publicaciones, la modernización científica y la divulgación, pero en 1966, el golpe militar interrumpió el proceso y la editorial sufrió los problemas de la Universidad y se implantó la censura, secuestros y quema de libros (Sagastizábal, 1990). A estos inconvenientes, se sumó que la prioridad de la editorial dejó de ser la divulgación masiva.

Los años 60: el ascenso internacional de Ricardo Gietz

La cooperación internacional con la FID

Desde el año 1958, Gietz trabajaba como jefe del Servicio Bibliográfico del CONICET. Es un hecho para destacar su participación en la Conferencia General de la FID realizada en Río de Janeiro en 1960. Este congreso fue su primer contacto con la organización de la cual fue presidente dos décadas más tarde. Aprovechó este viaje para visitar bibliotecas, tanto en Río de Janeiro como en San Pablo. El 18 de diciembre de 1960, se había casado con la bibliotecaria Ana María Liviero.
Entre los años 1960 y 1961, los principales dirigentes del CONICET habían discutido la necesidad de crear un centro de documentación y, en el año 1962, se realizará y aprobará el proyecto de fundación. El fin del gobierno de Frondizi provocó una ruptura y polarización dentro del CONICET, entre los que estaban en contra del golpe y los que tenían una postura indiferente o neutral (Hurtado, 2010), sin embargo, estas tensiones no perjudicaron la política documental ya que la idea de fundar el centro de documentación siguió su curso y en el año 1964 comenzó a funcionar.
En esta década, se inició la cooperación argentina a través del CONICET con la FID. La FID había sido creada por los belgas Paul Otlet (1868-1944) y Henry La Fontaine (1854-1943) en 1895, bajo el nombre de Oficina Internacional de Bibliografía e Instituto Internacional de Bibliografía, con la idea de desarrollar la CDU y organizar y mantener un Catálogo Bibliográfico Universal que llegó a tener quince millones de fichas a fines de 1930. Pero el objetivo del catalogo fracasó, entre otras causas, por el estallido de la Primera Guerra Mundial, luego la FID se centró en la CDU (Gietz, 1986). Además, tenía como meta convertirse en el líder mundial en Documentación. En el año 1938, el IIB cambió el nombre por el de FID.
En 1962, Gietz fue elegido, durante la III Reunión FID/CLA realizada en Buenos Aires, Secretario de dicha comisión, para el período 1962-65. Este fue su primer cargo en un organismo no gubernamental internacional. FID/CLA había sido creada en el año 1960 como un foro para debatir ideas y compartir experiencias y fue la primera comisión regional de la FID. En 1968 se fundaron las comisiones de Oceanía (FID/CAO) y, en 1980, la de África (FID/CAF).
Según un estudio, en la década de 1960, el trabajo de los bibliotecarios era menospreciado,"no merece la menor consideración. No se trata ya de haber alcanzado la muy elevada de algunos profesionales, en especial, médicos y abogados, sino ni siquiera se lo coloca en el plano de los profesores y maestros..." (Penna, 1965). En la Argentina, había alrededor de un déficit de cinco mil bibliotecarios profesionales, en 1965 había un bibliotecario cada 4.200 habitantes. No obstante, los bibliotecarios de esta época que estaban al frente de las bibliotecas más grandes del país, son consideradas la generación profesional más importante que ha dado la Argentina. Eran profesionales capaces, eruditos, algunos tenían más de un título universitario, hablaban varios idiomas, habían publicado libros, traducciones y artículos, otros solían ser invitados y becados por gobiernos extranjeros para visitar bibliotecas y dar cursos y tuvieron cargos en organismos internacionales. Como ejemplos de bibliotecarios que tenían estudios en otras disciplinas, podemos nombrar a Buonocuore que era abogado; Horacio Hernández era médico, Eva Borkowska, profesora de filosofía y psicóloga; Rosa Hildegard, doctora en química; Augusto Cortazar tenía estudios en Filosofía y Letras y derecho; Juan Cortes del Pino, doctor en Filosofía y traductor; Frédéric Finó, procurador; Carlos Giuffra, profesor de dibujo; Roberto Juarroz tenía estudios en Derecho, Documentación, Letras, Filosofía e Historia del Arte: Raúl López, traductor; Nicolás Matijevic, profesor de Letras; Elda Nocetti tenía estudios en Arquitectura; Julio Novillo Corvalán era escribano público; Pablo Parodi, profesor de Bellas Artes; Atilio Peralta, licenciado en Letras; Raúl Ramella, ingeniero agrónomo; Nicolás Rivero, abogado; Enrique Rothe, licenciado en Lengua y Literatura Alemana; Josefa Sabor, profesora de Historia; Edgardo Scotti, escribano y abogado como Iván Simko.
En 1963 Ricardo Gietz, junto con su padre y Hans Gravenhorst, se dedicó a confeccionar una lista de instituciones latinoamericanas para enviarles ejemplares del CCPP, como se había prometido en el Seminario de Documentación Científica de Lima y reiterado en la III Reunión de FID/CLA. Ese año, además, en el C.D.C. fue el encargado del proyecto para establecer una Red de Servicios de Fotoduplicaciones, para ello debió ponerse en contacto con institutos de cinematografía universitarios para saber con qué medios trabajan. En julio del 1963, se realizó la II Reunión de Bibliotecas Científicas y Técnicas en Córdoba.
Para la IV Reunión de FID/CLA, realizada en Montevideo, la Secretaría que funcionaba en el CONICET se ocupó de la programación y de los contactos internacionales, a la sesión de clausura asistió Houssay. Cardón, presidente de FID/CLA, presentó un informe sobre la situación de la comisión, las actividades realizadas en el año, los programas de la FID y habló sobre la importancia de la cooperación internacional para el desarrollo de la Documentación.
En 1964, Gietz viajó junto a Cardón a la V Reunión de FID/CLA realizada en Río de Janeiro. Asistieron delegaciones de la Argentina, el Brasil, Chile y el Uruguay. En la reunión, se habló sobre temas organizativos y de política documental. Otros asuntos, tales como la Documentación Científica y fuentes de información, no estuvieron tan presentes como en otros años. Como FID/CLA tenía poco tiempo de vida, estaban más preocupados en sumar países e instituciones.
La secretaría latinoamericana de la FID, había sido una idea plasmada en el Esquema del Programa a largo Plazo de 1960 que duraría siete años y se proponía trabajar en fuentes primarias, secundarias, lingüística, normalización, reproducción de documentos, clasificación, índices y fomentar la creación de centros especializados (FID, 1960).
En aquel año de 1964, participó como Director Ejecutivo de la organización del Curso Regional de Orientación a la Documentación Científica y Técnica organizado por el CONICET y auspiciado por la UNESCO y FID/CLA entre los meses de noviembre y diciembre. Además, participaron de la organización Lasso de Vega, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España; Jaime Robredo, director del Centro de Documentación del Vidrio de Francia; Oscar Campiglia, director del Servicio de Documentación de la Universidad de San Pablo; Elena Martínez, directora de la Escuela Universitaria de Bibliotecnia del Uruguay; Ernesto Gietz, de la UBA; Cardón, del CONICET; Elisa Bachofen, del INTI; Augusto Pérez Victoria, por UNESCO; José María Martinez, de la UBA y Emma Linares, del Instituto Di Tella.
Según López Yépez, Lasso de la Vega (1892-1990) fue un notable pionero de la Documentación y se lo considera el introductor de la Ciencia de la Documentación y de la CDU en España. Sus estudios sobre Documentación fueron encarados desde un aspecto independiente con respecto a la Biblioteconomía, sus ideas ubican a la Documentación por encima de la Bibliotecología (Pérez Pulido y Herrera Morillas, 2005). Lasso de Vega era conocido en la Argentina, había publicado un artículo en 1938 en el Boletín de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares. Dicho Boletín..., en la década de 1940, publicaba artículos de bibliotecarios, políticos e intelectuales como Alfredo Cónsole, Domingo Sarmiento, Ernesto Gietz, Joaquín V. González, José Luis Romero, Vicens de la Valle, Reinaldo Vanossi y Germán García, entre otros. Además, brindaba noticias sobre proyectos de ley que involucraban al libro y a las bibliotecas y que eran impulsados, en su mayoría, por diputados socialistas.

Creación del C.D.C.

Aunque funcionaba desde hacía algunos años y su creación había sido aprobada por el Directorio del CONICET en 1962, es recién en el año 1964, cuando se inaugura de manera oficial el C.D.C. y centraliza diferentes servicios que se prestaban en forma separada, como por ejemplo, los servicios de imprenta, microfilmación y fotografía.
Los objetivos que se establecieron para el C.D.C. eran el desarrollo de servicios de microfilms, la creación de un servicio de traducciones, el mejoramiento del CCPP, la realización de informes sobre la bibliografía nacional, un programa para salvar baches en el patrimonio bibliográfico, la difusión de información relacionada con la Documentación y las actividades del Registro Científico, la realización de un curso sobre técnicas de Documentación, la participación en actividades de la FID y trabajar para acrecentar la cooperación latinoamericana en el programa FID/CLA.
Durante el primer año de servicios, el C.D.C. recibió el primer ejemplar del Science Citation Index, una adquisición indispensable para los científicos. La compra del repertorio fue reflejada en los boletines dedicados a la Documentación Científica y a la Bibliotecología. Asimismo era innovador el Servicio de Información sobre Traducciones Científicas en Español (SITCE) que se realizaban en el C.D.C., con las colaboraciones de instituciones como el INTA y la Universidad Nacional de Tucumán. Este servicio se brindaba a causa de que, desde la Segunda Guerra Mundial, a idiomas como el francés, el inglés y el alemán se habían sumado otras lenguas de países que tenían peso científico en la posguerra, como son los casos del Japón y de la URSS. El servicio de traducciones, contaba con un plantel numeroso de traductores universitarios, quienes tenían a su disposición una colección de repertorios, adquiridos por el CONICET, necesarios para su trabajo. En la biblioteca del C.D.C. se realizaba el informativo de prensa diario, que compilaba las noticias publicadas sobre ciencia, actividades universitarias y culturales. Circulaba por todas las oficinas del CONICET y luego se seleccionaban las noticias más importantes y se las guardaba; hasta 1965 contaba con 13.000 recortes.
En esta etapa, el C.D.C. tuvo un rápido crecimiento, se especializó en investigación, desarrollo y servicios en información científica y tecnológica. Un país subdesarrollado como la Argentina, que aspiraba al crecimiento de su industria pesada y de su sector científico, necesitaba que los científicos y técnicos obtuvieran un rápido acceso a la información producida en todo el mundo; por ello, la creación del C.D.C. buscaba ser una solución a esa necesidad que se había planteado con fuerza durante el gobierno peronista. Houssay fue uno de los principales impulsores de estas políticas documentales llevadas a cabo por el CONICET.
El año 1964, fue abundante en actividades para Gietz y el CONICET. Pasada la mitad del año, salió a la luz el primer número del Boletín Informativo del Centro de Documentación Científica, bajo la dirección de Cardón. Además de la presentación, se detalló la misión de los órganos asesores y sus miembros, los servicios de microfilm, de traducciones, de la biblioteca y el CCPP. Aparte de todo lo mencionado, se brindaba información sobre FID/CLA, sobre las publicaciones editadas por el CONICET, un informe del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), se informaba la compra del Science Citation Index y se publicitaba un curso sobre Documentación Científica. Este boletín, tal vez, sea el primero publicado en la región dedicada a la Documentación Científica (CONICET, 1964).
Cardón, en la presentación, sostuvo que un centro de documentación es una institución dinámica que busca al lector, actitud que lo diferencia de la pasividad de las bibliotecas tradicionales. Además, indicó que "... Los fines del Centro se identifican con los del Consejo, dentro del más limitado campo de acción que le corresponde. Ellos pueden condensarse en esta frase: servir al investigador científico, cuya labor en gran medida depende de las posibilidades de documentarse en forma rápida, completa y exacta" (CONICET, 1964). Los fines del C.D.C. eran:

  • Promover el desarrollo y coordinación de los servicios de documentación, en el plano nacional, para beneficio de los investigadores científicos del país.
  • Proveer servicios de documentación a los investigadores, tales como suministro de fotoduplicados, traducciones e información bibliográfica.
  • Elaborar y mantener actualizados catálogos colectivos, bibliografías; listas de publicaciones y otros instrumentos de interés para los investigadores del país.
  • Contribuir a la formación de documentalistas mediante la difusión de conceptos, la organización de actividades y la colaboración con instituciones que se encargan de esa función.
  • Realizar censos y encuestas, para determinar la situación, medios y organización de la investigación científica en el país, así como las actividades que se desarrollan en este campo (centros de investigación, personal científico, instrumental, bibliotecas, investigaciones en desarrollo, etc.).
  • Reunir la mayor información posible sobre la organización y actividades de los consejos de investigaciones e institutos similares de otros países y, en general, sobre organización del trabajo científico, recursos que se le destinan, instituciones científicas internacionales, etc.
  • Mantener relaciones con los organismos internacionales y extranjeros de Documentación y con las secciones que, dentro de instituciones de carácter más amplio, se encargan de Documentación e información científica; y procurar conducir y/o coordinar las relaciones internacionales de nuestro país en esta materia.

Aparte de la publicación de la actualización del CCPP, del Catálogo Cartográfico y del Catálogo Colectivo de Actas, Informes y Conclusiones de Congresos, Conferencias y Reuniones similares Científicas y Técnicas, se publicó, a través de EUDEBA, el manual de la FID Técnicas modernas de documentación e información, de Otto Frank, y el Boletín Informaciones de FID/CLA, lo que significó un importante avance documental como lo había sido la creación de la Secretaría de la FID para Latinoamérica en 1960.
La creación del C.D.C. no había pasado inadvertida, por ejemplo, la publicación Informaciones sobre Documentación e Información Científicas (Centro de Documentación Científica, 1964) editada por la UNESCO, informó que el CONICET contó con el asesoramiento del experto Julio Garrido, quien elaboró distintos informes sobre el estado de los servicios de documentación en el país. Con la creación del C.D.C., culminó una etapa en el desarrollo de los servicios de documentación en la Argentina, consideró el autor del artículo.
En lo que se refiere a la nueva edición del CCPP de 1962 y todo lo que hacía el CONICET, tenía un espacio considerable en las revistas y boletines de Bibliotecología y Documentación de la época. Del mismo modo el Instituto Bibliotecológico de la UBA era otra institución referente para los centros de documentación científica de América Latina.
En el año 1965, Gietz, fue designado Secretario del C.D.C. y viajó, junto a Jorge Wright, a Santiago de Chile a la VI Reunión de FID/CLA. En esta reunión, que se hizo en Chile a causa de la inclusión del Centro Nacional de Información y Documentación (CENID) como miembro de la FID, se revisó la labor de FID/CLA en los tres años anteriores, se discutió la participación de los países latinoamericanos en la próxima conferencia de la FID que se realizaría en los Estados Unidos y sobre Bibliografía, Clasificación, servicios de reprografía, catálogos colectivos, traducciones, formación profesional, CDU y Documentación Científica. Cardón presentó una ponencia sobre los objetivos de la FID/CLA y los presentes alabaron, felicitaron y aplaudieron la gestión argentina por las tareas realizadas durante el período que la oficina estuvo a su cargo. En las conclusiones, se agradece el desempeño de Gietz como secretario.
En 1966, se produce un hecho importante en su vida profesional, recibió una beca del gobierno francés para realizar estudios de Documentación (Curso de Informante Científico) en el Institut Nacional des Techniques Documentaires de París y estudios complementarios en información científica y automatizada. Ese año, el gobierno de Arturo Illia fue derrocado mediante un golpe de Estado encabezado por el General Juan Carlos Onganía que intervino las universidades y los sindicatos. Esta intervención y la represión llevada a cabo en la"Noche de los Bastones Largos", empujó al exilio a cientos de científicos y docentes, otros renunciaron a sus cátedras y se quedaron en el país. El Directorio del CONICET (1966) no condenó el hecho y emitió un comunicado que decía que debían quitarse de las universidades y de los ámbitos de investigación a los perturbadores. Houssay coincidía con Onganía acerca de que era necesario terminar con la indisciplina en la UBA, causada por el gobierno tripartito (Hurtado, 2010).
En el mes de abril de 1967, Gietz fue invitado para integrar el cuerpo docente del Curso Latinoamericano de Documentación e Información Educativa organizado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Para este curso, escribió dos trabajos, uno de ellosbasado en su experiencia en Francia, titulado El Centro de Documentación del C. N. R. S. En junio, dentro del Ciclo de divulgación bibliotecaria, organizado por la Biblioteca Nacional, dictó un Curso sobre Reprografía. En un artículo del diario Clarín, publicado el 21 de junio, en el que se publicitaba el curso, se menciona que Gietz"se ha especializado en institutos nacionales y en los principales centros de documentación de otros países, entre ellos los de Brasil, España y Francia", entre otros antecedentes laborales y académicos como el premio de ABGRA (Clarín, 1967).

Asimismo en 1967, Gietz asistió a la VII Reunión FID/CLA y Congreso Regional sobre Documentación, realizada en México, en la cual presentó un trabajo sobre los servicios de traducción científica. Junto a él, asistieron dos miembros de Comité Consultivo, Roberto Couture de Troismonts y Elisa Bachofen, y el Presidente de FID/CLA/CDU Ángel Fernández.
En febrero de 1968, viajó a la provincia de Jujuy donde colaboró en los proyectos de diseño y remodelación del edificio de la Biblioteca Popular de Jujuy y fue uno de los profesores del Curso de Capacitación Bibliotecaria a cargo de Couture de Troismonts. El evento fue reflejado en los periódicos provinciales en dos artículos en los que se destaca su participación (Pregón, 1968).
En junio asistió a la IV Reunión de Bibliotecas Científicas y Técnicas realizada en Santa Fe, en la cual su padre, como director técnico de la Asociación Argentina de Bibliotecas y Centros de Documentación Científicos y Técnicos, actuó como vicepresidente de la reunión. En esta conferencia, Ricardo Gietz ofreció un informe sobre los trabajos realizados para la actualización del CCPP. Gietz explicó que se habían presentado dificultades para la cooperación de las bibliotecas, pero que las autoridades del CONICET estaban dando un gran apoyo para superar los problemas. También participó como presidente de la Comisión"C" que se ocupó de los servicios de reprografía, traducciones, cooperación interbibliotecaria y catálogos colectivos. Ese año, además, estuvo como docente en el proyecto Bibliotecas Escolares Móviles, una experiencia piloto que se realizó en la provincia de Río Negro, con el fin de promover la lectura en alumnos y sus familias (Couture de Troismonts, 1995).
En 1969, se sumó como docente a la Escuela de Librería, un proyecto que tenía como objetivo capacitar a trabajadores de librerías, que era auspiciado por la Cámara Argentina del Libro (CAL) y la Fundación Interamericana de Bibliotecología Franklin.
A pesar del clima dictatorial que se vivía en el país y de los cambios y reestructuraciones en la política científica (mayor intervención del Poder Ejecutivo), el C.D.C. trabajó en un ambiente de relativa normalidad. Gietz, ese año, tuvo un ofrecimiento de la UNESCO, para que se hiciera cargo de la dirección del Centro Boliviano de Documentación Científica y Técnica, pero no aceptó porque estaba ocupado en la organización del congreso de la FID de 1970 que se iba a realizar en la Argentina.
Entre agosto y septiembre, la OEA y la Biblioteca de la Facultad de Ingeniería de la UBA, organizaron un Cursillo Regional sobre Técnicas de Información y su Aplicación a la Extensión Industrial. En el curso, Gietz tuvo seis participaciones, se ocupó de los trabajos prácticos, dictó clases sobre registro y selección de la información, sobre el C.N.R.S. y reprografía.

Comité Consultivo del C.D.C.

Por resolución del directorio del CONICET, desde el año 1965 el C.D.C. contaba con un Comité Consultivo de Documentación Científica, integrado por Raúl Luis Cardón (Presidente del Comité), Ricardo Gietz (Secretario), Horacio Bosch (físico, trabajaba en la Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas), Virgilio Foglia (profesor de Fisiología de la UBA), Roberto Recoder (químico de la UBA), Manuel Sadosky (Director del Instituto de Cálculo de la UBA), Jorge Wright (profesor de Botánica de la UBA), Ernesto Gietz (Director de la Biblioteca de la Facultad de Ingeniería de la UBA), Hans Gravenhorst (Director del Instituto Bibliotecológico de la UBA), Elisa Bachofen (ingeniera del INTI), Margarita Muruzabal (Directora de la biblioteca de la Asociación Odontológica Argentina) y Roberto Couture de Troismonts (Director de Bibliotecología de la Fundación Interamericana Franklin).
A su vez existían otros tres subcomités integrados por científicos y bibliotecarios, que se ocupaban de la CDU, del CCPP, y del análisis de recursos bibliográficos y de la bibliografía científica nacional. La idea de crear el comité consultivo es del año 1962 y el encargado de organizarlo y llevarlo a la práctica fue Cardón, director del C.D.C. y Secretario Ejecutivo del CONICET.
En una de las cartas que envió Cardón (carta del autor, 16 de noviembre de 1962) a Couture de Troismonts el 16 de noviembre de 1962, miembro del futuro comité, le comenta que"El aludido Comité estará integrado por hombres de ciencia y figuras caracterizadas de nuestro ambiente bibliotecario y documentalista". También le explica que él piensa que no será necesario hacer reuniones demasiado frecuentes, con sólo convocar una, cada uno o dos meses, estaría bien. Couture de Troismonts, en ese momento, trabajaba en la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba y Cardón dudaba si resultaría o no práctica su participación porque estaba viviendo en aquella provincia, pero en 1965 ya residía en Buenos Aires. El 17 de marzo de 1964, Cardón le envió una nueva carta anunciándole su designación para integrar el Comité por un año, y luego, en marzo de 1965, se renovará su designación por un año más.
La primera reunión oficial del Comité fue el 7 de abril de 1965, aunque hacía al menos dos años que funcionaba de manera informal. En 1963, Cardón informó a los miembros que el impasse que habían soportado fue a causa de que no había sido aprobado el reglamento. Ricardo Gietz participó de las reuniones del Comité de noviembre y diciembre de 1963, febrero, marzo, junio y julio de 1964. Sabor también participó como asesora en las reuniones de 1964 y también otros bibliotecarios que no eran miembros activos.
Las resoluciones y medidas de este Comité eran importantes para las bibliotecas universitarias y científicas, porque delineaba y coordinaba políticas, otorgaba becas y subsidios para las adquisiciones de publicaciones periódicas. Además, decidía políticas editoriales como subsidios a publicaciones de EUDEBA
o a las Universidades Nacionales, elegía los miembros para los comités de las CDU y diseñaba las relaciones con la UNESCO, la Sociedad Argentina de Bibliotecas y Centros de Información, con el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), y otorgaba subsidios para la asistencia a conferencias y reuniones internacionales de bibliotecarios y documentalistas tanto del CONICET como de aquellos miembros de otros organismos científicos que solicitaban ayuda.
Asimismo, se ocupaba de la organización de la venta, canje o donación de las publicaciones del CONICET, la organización de la bibliografía científica, la bibliografía agrícola argentina, la colaboración y el asesoramiento para la edición de boletines científicos y cursos de capacitación en Documentación científica. Por decisión de Houssay, se había renunciado a la posibilidad de crear una gran biblioteca científica, por cuestiones presupuestarias y se decidió apoyar el mejoramiento de las bibliotecas existentes en universidades nacionales y centros de investigación. Desde el Comité, se discutía la posibilidad de realizar pedidos al Poder Ejecutivo para que los libros que fuesen enviados, para cumplir con el depósito legal, no pagaran el correo y que las máquinas y computadoras importadas para ser usadas en bibliotecas y centros de documentación fueran eximidas de impuestos a la importación.
En agosto de 1966, durante la V Reunión del Comité Consultivo de Documentación, se trató su regreso de Francia y la incorporación de nuevos equipos al servicio de reprografía. En los documentos de las reuniones del Comité, se observan problemas actuales en un centro de documentación: no participaban todos los miembros en las reuniones, insuficiencia y dificultad para prever un presupuesto, necesidad de más personal, escasez de nuevas tecnologías y propuestas sobre investigaciones, congresos y ediciones que no se pudieron concretar, y proyectos como la Bibliografía Científica Argentina que no progresaron. Una práctica interesante era que en cada reunión los miembros que habían viajado al exterior para asistir a un congreso, contaban sus experiencias y, a veces, realizaban un informe.
En el año 1966 visitó nuestro país el Presidente de la FID, el norteamericano Kennet Lowry, quien mantuvo reuniones con Cardón y miembros del Comité. En 1969, se reestructuró el C.D.C. y sus servicios como Departamento de la Secretaria Científica, para destacar que, en sus primeros once años de funcionamiento, entre 1958 y 1969, el Servicio de Información Bibliográfica del C.D.C. recibió 22.927 consultas. Entre los años 1962 y 1969, se sumaron cuarenta y siete bibliotecas al CCPP, lo que, en total, daba 189 instituciones cooperantes. En el lapso del año 1969, el Laboratorio realizó 3.660 reproducciones, entre 1964 y 1969 se realizaron 794 traducciones y se pasó de una planta de 77 traductores a 241.
En aquellos años, entre los setenta científicos y profesionales argentinos que tenían cargos en organismos internacionales, encontramos dos relacionados con las bibliotecas y los archivos: Raúl Cardón, presidente de FID/CLA y vicepresidente de la FID, y Aurelio Tanodi que era miembro de la UNESCO y del Consejo Internacional de Archivos. Y dos científicos cercanos a la Documentación Científica y la Informática, Houssay y Sadosky, este último miembro del"Comité Consultivo" del C.D.C. (Cardón, 1965). Otro miembro argentino en la FID/CLA, en cargos directivos, fue Ángel Fernández en la Comisión de FID/CLA/CDU.
Como una política sobresaliente en Documentación, se destaca que ese mismo año el directorio aprobará un subsidio de $ 200.000 para la contratación de un equipo de bibliotecarios que trabajarán a destajo para el fichado de una nueva edición del CCPP, y entre las actividades del C.D.C se resalta el dictado de un curso de Documentación Científica para investigadores jóvenes.
Al consultar el Programa a largo plazo de la FID (1960) y sus recomendaciones, podemos indicar que el C.D.C cumplió, en sus orígenes, con estos lineamientos, a pesar de los inconvenientes que siempre presentan estos centros en los países en vías de desarrollo, a causa de la inestabilidad económica y política.

La década de 1970: su consolidación como referente en el campo documental

Congreso de la FID en Buenos Aires

En la década de 1970, Gietz se consolidó como un referente y realizó varias acciones claves para consolidar la Documentación Científica. En las bibliotecas, había comenzado la etapa de implementación de procesos automatizados mediante computadoras, un proceso que generó cierta resistencia por parte de los bibliotecarios.
Durante la Asamblea General de la FID, el órgano máximo de la Federación, que se reunió en 1970 en Buenos Aires, Gietz fue elegido por primera vez consejero junto a Celia Ribeiro Zaher. Los boletines de la época lo mencionan como un destacado documentalista latinoamericano.
Gietz, a fines de la década de 1960, había sido designado secretario general del Comité Organizador del Congreso Internacional de Documentación de la FID, que se realizó en Buenos Aires y que integraban su padre, Ángel Fernández, Emilio Jáuregui, Roberto Couture de Troismonts, Jorge Wright y el vicepresidente del CONICET, José Gandolfo. En este congreso, Rodolfo Geoghegan presentó un trabajo sobre las obras de referencia en nuestro país. Junto con Gietz padre, fueron los únicos argentinos que expusieron, los demás expositores fueron todos extranjeros como, por ejemplo, S. R. Ranganathan, Eugene Garfield, A. I. Mikhailov, H. Arntz, J. Marchlewska, J. Saha, Günther Reichardt, W. Krumholz, D. J. Maltha y D. N. Wood, entre otros.
El Congreso, contó con un importante apoyo de los directivos del CONICET, que se plasmó en que Houssay fue el orador en el acto de clausura, y del gobierno nacional. Por medio de un Decreto del General Onganía, se había ordenado que el gobierno preste el auspicio a la reunión por tratarse de un evento relevante para el desarrollo científico, en representación del Poder Ejecutivo, participó de la conferencia José Luis Cantini, Ministro de Educación y Cultura de la Nación. Participaron de la Conferencia 561 documentalistas y bibliotecarios de los cinco continentes, además de las reuniones de la Asamblea General, del Consejo y del Comité Ejecutivo de la FID, hubo otras reuniones técnicas divididas en ocho comités y foros. Dentro de este congreso de la FID, se realizó una exposición llamada Expodocumentaria, en el cual Ricardo Gietz, pronunció el discurso inaugural (CONICET, 1970).
En el año 1971, trabajó como coordinador del Curso Interregional de Entrenamiento para Oficiales de Información y Documentalistas en Información Industrial, organizado por la Organización para el Desarrollo Industrial de las Naciones Unidas (UNIDO) y la UNESCO, con la colaboración de la FID. El curso incluía entrenamiento teórico y práctico con el objetivo de transmitir experiencias en el campo de la información y documentación industrial. El teórico ruso Mikhailov fue uno de los docentes del curso y se lo puede encontrar como expositor en los congresos de la FID. Un hecho relevantedel año 1971, fue el cambio en el Plan de Estudios de la Carrera de Bibliotecología de la UBA que pasó a denominarse Ciencias de la Información. El plan había sido aceptado por el rector de la UBA, en 1970, y, según Garza Mercado (1974), fue el más completo de los que hubo en el país.
La cooperación internacional era, para Gietz, esencial para poder progresar. Para ello era necesario crear sistemas y redes de servicios que brinden un rápido acceso a la información, objetivos que pudieron cumplirse en algunas acciones que realizó el C.D.C. Un ejemplo de cooperación y rápido acceso a la información, era el servicio de telex, que recibía de investigadores de instituciones públicas y privadas de la Argentina y del exterior miles de solicitudes anuales vía satélite. El servicio instalado por el CONICET, en 1971, tenía como cabecera al C.D.C y funcionaba en red con otras ocho bibliotecas universitarias. Según las estadísticas, se obtenía el 80 % de los pedidos, el resto de lo que no se podía recuperar era a causa de citas incorrectas o problemas de propiedad intelectual.
Para su instalación, se llevaron a cabo gestiones con academias de Ciencias de la Argentina y de los Estados Unidos, lo que permitió, a los investigadores argentinos, contar con material de ese país. Colaboraban diez Universidades Nacionales, el INTA, el INTI y la CNEA. La idea era inaugurar el sistema en el Congreso de la FID en Buenos Aires, pero la instalación, capacitación y puesta en funcionamiento llevó varios meses de trabajo y comenzó a funcionar en 1971. El CONICET se hizo cargo de todos los gastos de instalación y ofreció descuentos de un 20% para los pedidos que se realizaran, durante el primer año de funcionamiento del servicio. Gietz sostenía, como principio, que el CAICYT no perseguía fines de lucro (muchos servicios para los investigadores eran gratis o se les otorgaba hasta un 50 % de descuento) y que su objetivo era brindar información a quienes la necesitaran.
En el año 1972, Gietz asistió, como representante por la Argentina, a la Asamblea General de FID/CLA, realizada en México; además participaron Fernández, presidente de la comisión FID/CLA/CDU y Juarroz, director del Departamento de Ciencias de la Información de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Ellos tres fueron los únicos representantes del país. En su ponencia, Juarroz destacó algunos problemas en la formación de los bibliotecarios (Juarroz, 1972).
En la XXVI Conferencia y Congreso Internacional de la FID, realizada en Budapest, Hungría y que tuvo como tema central la Documentación en los países en desarrollo, Gietz fue elegido consejero de la Federación por el período 1973-1976. Además, ese año se editó un suplemento a la segunda edición de CCPP y Gietz, como Jefe del C.D.C., escribió la introducción. La misma es interesante porque menciona el tiempo y el trabajo que hizo falta para realizar la edición: se trabajó desde 1965, hubo asesoramiento de la UNESCO y del ingeniero Janardán Karandikar, se utilizó un sistema IBM 1050, un equipo de catalogadoras y se discutieron procedimientos en París, con el director del Servicio de Documentación de Brevatome. Gietz, además, enumera las decenas de bibliotecarios que trabajaron hasta febrero de 1972. Su padre también brindó su experiencia desde el comienzo del trabajo. La edición de este suplemento estuvo a cargo, en su totalidad y por primera vez, del CONICET, ya que la Sociedad Argentina de Bibliotecas y Centros de Información Científicos y Técnicos les cedió los derechos de autor a cambio de que se comprometiera a mantenerlo actualizado.
Según Ernesto Gietz (1970)"la primera recomendación del ingeniero Karandikar fue la de procesar solamente la información referente a los títulos no registrados por el catálogo impreso, es decir los nuevos (aparecidos o adquiridos con posteridad y títulos con cambios en su denominación) y producir un suplemento para poder satisfacer esa necesidad de información".
El CCPP había sido una fuente de referencia que revolucionó el acceso a la información en la Argentina y Latinoamérica, ya que fue el tercer repertorio de su tipo en el mundo, después de su similar inglés y el norteamericano. El CCPP fue único por el esfuerzo cooperativo que significó su edición. También ese año, con el apoyo del CONICET, se publicó en español la obra de Marcel Van Dijk y Georges Van Slype El servicio de documentación frente a la explosión de la información, en el cual Ricardo Gietz se ocupó de la corrección, de la revisión técnica y de la introducción. En el libro, se pueden observar los adelantos documentales de la época que, en algunos temas, referidos al tratamiento de la información, no han cambiado.
En 1972, con el auspicio de la OEA y la UNESCO, se realizó en Washington el Seminario Interamericano sobre la Integración de los Servicios de Información de Archivos, Bibliotecas y Centros de Documentación en América Latina y el Caribe, en el cual se evaluaron los servicios de información y donde uno de los asistentes señaló que, en los últimos veinte años, la Bibliotecología no había avanzado, sí, en cambio, la Documentación gracias al apoyo de los Consejos Nacionales de Ciencia y Tecnología (Penna; Mitchell y Shepard, 1972). Ricardo Gietz, el experto presente por la Argentina, señaló que algunos problemas que mencionaban los colegas latinoamericanos no tenian la misma significación para su país, ya que desde 1938 y desde la creación del CONICET, en 1958, se estaban aplicando políticas junto con los bibliotecarios para facilitar el acceso a la información. Josefa Sabor compartió lo expresado por Gietz, pero comentó que le llamaba la atención que sólo se mencione la información científica y técnica y que se dejen de lado las Humanidades y las Ciencias Sociales.
En 1973, se firmó un acuerdo entre el CONICET y la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC) y el C.D.C. se mudó al edificio de la calle Moreno 433. Hasta esa época había funcionado en la sede central del CONICET ubicada en la avenida Rivadavia 1917. Además se decidió, que el C.D.C., pasase a depender de la Secretaria Ejecutiva del CONICET.
Gietz viajó en noviembre de ese año a la primera Reunión del Comité de Dirección del United Nations International Scientific Information System (UNISIST), realizada en París, y en la cual fue designado para integrar la mesa del comité de la organización. En esta reunión, se insistió en que los miembros de UNISIST, que todavía no habían adoptado el ISDS, debían hacerlo pronto. Gietz explicó que ya se había puesto en contacto con la Directora del Centro Internacional del ISDS para sumar a la Argentina. En el informe (Gietz, 1988b) que escribió sobre este viaje mencionó diferentes discusiones que se dieron en el Congreso y explicó cuáles eran, a su entender, las carencias en formación e información para los países en vías de desarrollo y, por último, informó sobre las próximas reuniones de UNISIST a las que debería asistir. Pero no podrá participar en todas esas reuniones porque se le negaron algunos viáticos, la relación con los interventores del CONICET no era buena. Además, en este informe, Gietz detalló dos proyectos que se estaban tramitando entre el CONICET y la UNESCO, que unos años más tarde se concretaron.
En 1974, asistió a la Asamblea General de la FID en La Haya y en 1975, durante la Asamblea General de FID/CLA, realizada en la ciudad de México, Gietz planteó analizar los programas de la FID en la próxima reunión del Consejo y sostuvo que los nuevos cambios en el tratamiento de la información provocaban que, si la FID quería seguir a la vanguardia, debería plantearse algunas modificaciones en el futuro. Mediante la lectura del texto de las Actas, Conclusiones y Recomendaciones de la Asamblea General Regional de la FID/CLA (CONACYT, 1975), se induce que sus intervenciones fueron importantes, participó en los debates, con aportes acerca de la cooperación internacional y con la lectura de un informe sobre los servicios de información en la Argentina.
En abril de ese año, presentó junto a Ángel Fernández un trabajo sobre Usuarios y servicios de información agrícola en la IV Reunión Interamericana de Bibliotecarios y Documentalistas Agrícolas realizada en el la ciudad de México. En mayo de 1975, el interventor del CONICET le negó los viáticos por causas presupuestarias para asistir a la Reunión de UNISIST, pero entre el 30 de septiembre y el 9 de octubre, sin embargo, asistió en Europa al Simposio de la FID realizado en Bélgica, a la Reunión de la Mesa del Comité de UNISIST, a la UNESCO, a la reunión de ISBD/S, de ISDS y al Simposio sobre Sistemas y Servicios de Información en Investigaciones Científicas en Proceso de Desarrollo, todos ellos realizados en Francia. Además, visitó el Instituto para el Film Científico en Alemania. Un mes antes de este viaje, el 25 de agosto, dictó una conferencia en el Centro Argentino de Ingenieros sobre los servicios del C.D.C.

ISSN

Gietz firmó en 1974, en representación de la Argentina, el acuerdo para el ingreso alInternacional Standard Serial Number (ISSN) Data System, lo que convirtió al país en el octavo del mundo en ingresar al sistema, el primero en lengua española y en Latinoamérica. Este proyecto era impulsado dentro del programa UNISIST y, en nuestro país, comenzó a funcionar en el C.D.C., donde continúa funcionado el Centro Nacional del ISSN. El proyecto de ingresar al Sistema Internacional de Datos sobre Publicaciones Periódicas (ISDS) para establecer el ISSN en la Argentina, había comenzado en el año 1973.

Nace el CAICYT

El 24 de marzo de 1976, se produce el golpe de Estado que derrocó a Isabel Martínez y que implementó una política liberal que destruyó la industria nacional y que, en lo social y político, incluyó la desaparición de personas, la prisión por causas políticas y sindicales, la censura y la quema de libros. Entre los desaparecidos hay bibliotecarios y tres trabajadores del CONICET y cientos de trabajadores cesanteados. Sin embargo, los problemas para el CAICYT desde 1977 hasta 1981, sólo parece que fueron presupuestarios, ya que desaparecieron las dificultades que hubo con la intervención peronista, y Gietz volvió a tener un diálogo fluido con las nuevas autoridades. El 14 de julio de 1976, se produce un hecho clave, el C.D.C. fue recategorizado y modificado su nombre por el de Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica. Gietz fue nombrado su director, antes su cargo era el de jefe. En el acto en el cual se realizó la Resolución de recategorización, firmada en la sede central del CONICET, estaban presentes el Ministro de Cultura y Educación de la Nación y el Subsecretario de Ciencia y Tecnología del gobierno militar.
¿Cómo fue el proceso que derivó en la creación del CAICYT?, la clave estaría en sus trabajadores. Como el C.D.C. tenía sólo carácter de departamento, los sueldos de sus responsables y trabajadores eran bajos y esto generaba un gran malestar entre el personal. Entre 1975 y 1976 se había devaluado el peso, aumentaron las tarifas de los servicios públicos y los sueldos habían sido congelados. En 1976, los trabajadores presentaron en dos reuniones sus reclamos a Gietz por sus sueldos, este tomó las demandas y, junto con la ayuda de Juan Carlos Cobre, responsable del departamento administrativo, diseñaron el futuro CAICYT, según nos relató Oscar López, trabajador jubilado del Centro (Entrevista realizada en la Ciudad de Buenos Aires el 3 de junio de 2010).
En la introducción que realizó para el segundo suplemento de CCPP de 1981, Gietz menciona la recategorización del personal como un logro inmensamente positivo, obtuvieron importantes mejoras salariales, ya que pasaron a desempeñarse dentro de la carrera de personal científico (CONICET, 1981). En dieciocho años, el actual CAICYT pasó de ser denominado Servicio de Biblioteca e Información Bibliográfica (1958-62) a ser un Centro de Documentación Científica que funcionaba como Departamento dentro del CONICET (1962-76) al actual CAICYT (1976-13) que funciona como unidad de servicios.
Entre las causas de la recategorización que el CONICET argumentó y sostuvo que se consideraran, estaban los contactos en el exterior y la vinculación con el Programa mundial del UNISIST que llevaba adelante el C.D.C. según lo expuesto en el boletín Informaciones del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, 1976). Entre las nuevas actividades que serían desarrolladas encontramos como las más importantes: promover la investigación y el desarrollo científico, coordinar sistemas y redes de información, asegurar instrumentos de control y desarrollar programas a nivel nacional e internacional. Durante el mes que se llevó a cabo la recategorización del centro, Gietz escribió un informe confidencial sobre la Situación general de la información científica y técnica en la Argentina, donde detalla, según su punto de vista, los inconvenientes del país en información científica. Según su opinión, la cooperación se logrará si se estimula la voluntad de participar, si se es flexible y se deja de pensar de forma individual porque la rivalidad, la suspicacia, el egoísmo, la envidia y la ambición son enemigos del trabajo en equipo, como lo son la imposición y la arbitrariedad (Gietz, 1976).
En abril de 1977, volvió a La Haya para asistir a una reunión de la FID y realizó diferentes gestiones sobre ISDS, automatización de la información, asistió a reuniones de UNISIST y trató con personal de la UNESCO para organizar un seminario regional sobre lenguajes de indización, en el cual el CAICYT asumiría la responsabilidad de la organización. Un año después, en agosto, se realizó el seminario que fue incluido dentro del programa UNISIST de la UNESCO. Entre los que dictaron los cursos se encontraba el bibliotecario anglo-norteamericano Frederick Lancaster que, según las crónicas publicadas en la revista Bibliotecología y Documentación (1979), sus clases superaron todas las expectativas de los asistentes.
Es relevante destacar que posteriormente al curso de Lancaster, se constituyó el Grupo de Trabajo en Lenguajes de Indización, coordinado por la bibliotecaria Mónica Allmand e integrado por bibliotecarios de diversas instituciones del ámbito de la Ciencia y la Tecnología como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Instituto Nacional de Ciencia y Técnicas Hídricas (INCYTH, hoy Instituto Nacional del Agua), entre otras. Ese grupo realizó una completa investigación sobre el estado del arte en lenguajes documentales, tradujo al español los materiales del curso de Lancaster y preparó sobre esta base un conjunto didáctico para la construcción de tesauros que fue editado por UNESCO y distribuido en América Latina, España y Portugal.
En ese viaje a La Haya, además, Gietz firmó un convenio con la UNESCO para establecer un proyecto piloto destinado a conformar y evaluar un servicio de difusión selectiva de la información en Química. El proyecto, unos meses después, fue evaluado de modo favorable por el Institut Français du Pétrole, y desde 1978 comenzó a funcionar de manera formal como"Servicio de Difusión Selectiva de Información Química", dejando atrás su funcionamiento experimental. El acceso era público y había sido un servicio revolucionario para la época en la Argentina. Esta prestación se complementará con el servicio de reprografía que ofrecía el CAICYT, ya que si el investigador estaba interesado en algún documento o artículo podía pedir una copia. En noviembre, Gietz viajó a Francia invitado por la UNESCO para dictar un seminario de información automatizada y presidió la delegación argentina en la reunión del Consejo Intergubernamental del Programa General de Información (PGI) de la UNESCO. La participación de Gietz en esta reunión, como solía ser en la de la FID, fue importante.
En agosto de 1977, participó de la Reunión Nacional de Bibliotecarios realizada en Mar del Plata, donde presentó un trabajo sobre el rol delbibliotecario en el proceso de la información desde la etapa de su generación, pasando por la etapa de transferencia y la etapa de utilización, además habló de los servicios de información y la necesidad del trabajo en equipo, y viajó a Teherán a una reunión de la FID.
En marzo de 1978, viajó a Suiza, como invitado consultor, a una Reunión del Grupo de Expertos sobre Información contenida en Documentos de Patentes. Un mes después, en abril, asistió a una reunión de ISDS en Francia, a una reunión de la FID en Holanda y, finalmente, participó como relator general y expositor en España de la Reunión Iberoamericana sobre Documentación e Informática Documentaria. En septiembre, asistió al Congreso de la FID realizado en la Universidad de Edimburgo.
En el año 1979, también tuvo numerosas actividades, participó del Seminario sobre Estrategias Nacionales e Internacionales para el Desarrollo de Redes y Servicios de Información realizado en febrero en la ciudad de Bogotá, donde presentó un trabajo sobre el desarrollo de un Sistema Nacional de Información en la Argentina, en el cual describe algunas actividades en documentación científica realizadas por el CAICYT (Gietz, 1979). Además, participó de este seminario en representación de la Argentina, Ángel Fernández, en carácter de presidente de la comisión de FID/CLA/CDU. En 1979, también presentó, en un congreso internacional, el trabajo Formación y perfeccionamiento en el uso de las IATI (Infraestructura de Almacenamiento y Transferencia de Información). Apuntes para una política regional, y participó de la reunión de UNISIST convocada en Polonia.
En esa década de 1970, además, actuó como vicepresidente del Consejo Intergubernamental del PGI de la UNESCO e integró, al mismo tiempo como representante argentino, los Comités de Redacción de las Conferencias Intergubernamentales UNISIST I y II y la Mesa del Comité de Dirección del UNISIST. El programa UNISIST era un programa destinado a establecer un Sistema Mundial de Información Científica impulsado por la UNESCO y el Consejo Internacional de Uniones Científicas (CIUC).
Para Gietz (1979) era"... el esfuerzo internacional más coherente y elaborado para lograr el establecimiento de un sistema mundial de información científica". Asimismo, en estos años, Gietz amplió sus trabajos como consultor de la UNESCO, de la OEA, de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Desde estas instituciones, se ocupó de la cooperación regional a través de los sistemas de información y redes nacionales por medio de"una normalización en todas las fases del proceso de tratamiento de la información; el mejoramiento de la transferencia de información; la formación de especialistas; la elaboración de políticas para el establecimiento de redes nacionales, y la asistencia preferencial a los países en desarrollo" (Gietz, 1973).

El ISBN en la Argentina

El 11 de diciembre del año 1979, Gietz recibió una nota de Saira Arias, miembro de la Secretaría Nacional Argentina para la UNESCO, donde le consultó sobre la posibilidad de adoptar el Internacional Stand Book Number (ISBN) en la Argentina y le preguntó si la UNESCO aplicaba dicho sistema para sus publicaciones. El día 13 de diciembre, Gietz le respondió narrándole la historia del sistema originado por el profesor Gorden Foster en Inglaterra en 1967, le explicó los cuatro componentes del número y la participación de varios países en el sistema. Gietz le comentó que España, Colombia y el Brasil ya lo habían adoptado y que, para él, en la Argentina debería ocuparse la Biblioteca Nacional. Además, mencionó que la Oficina Internacional del ISBN le había enviado información que estaba en proceso de traducción y que le haría llegar copias a la Cámara de Asuntos Legislativos y a la Biblioteca Nacional, una vez terminada. Estos papeles demuestran que Gietz tuvo cierta responsabilidad en el ingreso del ISBN a la Argentina, un dato importante que no mencionan los trabajos sobre el tema (carta del autor, 13 de diciembre de 1979).

Enseñanza

Gietz se desempeñó, entre 1968 y 1977, como profesor en la Escuela Nacional de Bibliotecarios en la materia Documentación. El programa de la materia era variado, contenía seis unidades que iban desde una parte histórica, pasando por la clasificación e indización, el registro de la información, los documentos secundarios, la reproducción y duplicación de documentos, las traducciones y otros temas variados de los cuales se ocupaba el CAICYT. Gietz era el indicado para esta materia, pero ¿por qué dejó de dictar sus clases? No conocemos las causas, su esposa tampoco recordaba por qué dejo la cátedra, pero nos dijo que, tal vez, tomó esa decisión debido a su falta de tiempo y a sus continuos viajes al exterior (Entrevista realizada a Ana Liviero el 23 mayo de 2010 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).

La década de 1980

A partir de comienzos de la década, el CAICYT, que seguía a cargo de Gietz, comenzó con algunos proyectos para automatizar el CCPP. Para ello, obtuvo asesoramiento técnico del Centro Internacional del ISSN y se efectuaron gestiones ante organismos públicos para el uso de sus centros de cómputos (Suter, et al., 1996?). Pero, con el alejamiento de Gietz, se interrumpió el proyecto. Gietz aprobaba la asistencia técnica extranjera para el desarrollo científico de la Argentina y, en su discurso, adopta la idea de que la información, además de un recurso, es poder.
En julio de 1980, en una nota publicada en el diario Convicción (1980), Gietz, al referirse al modo en que había afectado la crisis económica a las bibliotecas, sostuvo"La subida brusca del dólar y la economía de personal, que se produjeron en determinados momentos, han ocasionado vacíos difíciles de llenar en las bibliotecas especializadas. Para solucionar este inconveniente no es cuestión de comprar todo lo que falta [...]. Hay que dedicarse mejor a estudiar de qué manera se puede aprovechar mejor el material existente y comprar el que falta sin que se produzcan superposiciones inútiles".
Durante el gobierno militar, el presupuesto y personal del CONICET aumentaron, en pocos años se crearon más de cien institutos, pero como se comprobó luego, durante las investigaciones ordenadas por el gobierno de Alfonsín, hubo fraudes y el aumento de presupuesto no fue destinado a la inversión para Ciencia y Técnica, sino todo lo contrario, un grupo de dirigentes civiles y militares malversaron los fondos públicos. Los fraudes ocurrieron a través de subsidios tramitados y otorgados de manera irregular a asociaciones y fundaciones privadas que por ley tenían prohibido recibir este tipo de contribuciones. El dinero se usó para la especulación financiera y la compra de inmuebles, según las denuncias realizadas por dos investigadores en el último año del gobierno militar y reflejados en el Informe sobre investigaciones de hechos ocurridos en el CONICET. Período 1976-1983 (CONICET, 1989). Uno de esos inmuebles era el edificio perteneciente a la FECIC, donde se encontraba el CAICYT. Recién en el año 1981, luego de ocho años de intervenciones, se designó un nuevo directorio del CONICET. Más de cien investigadores fueron cesanteados producido el Golpe de Estado. Como en 1966, otra vez hubo un importante éxodo de científicos. Otro agravante había sido el alejamiento del CONICET de las universidades nacionales a causa de las políticas de investigación aplicadas entre 1976-1983. Una de las razones se debía a que los militares veían en la universidad un foco de perturbación. Con el regreso a la democracia el directorio del CONICET dispuso el reintegro de los cesanteados sin sumario previo a parir del año 1976 y se recuperaron bienes inmuebles por un valor de 20 millones de dólares (CONICET, 1989).
En mayo de 1980, se realizó el Congreso de FID/CLA en Río de Janeiro y fue creado el Comité de Educación y Entrenamiento (FID/CLA/ET) que comenzó a funcionar bajo la presidencia de Mónica Allmand y, además, se creó el Grupo de Trabajo de Lenguajes de Indización, a cargo de Ana María Sanllorenti. Ambos funcionaron en el CAICYT y demuestran el liderazgo de Gietz y sus colaboradores a nivel regional.
En febrero del año 1981, Gietz asistió al Simposio Latinoamericano de especialistas en la formación y el planeamiento para el desarrollo de los recursos humanos en el campo de la información realizado en San José de Costa Rica y organizado por la Confederación Universitaria Centroamericana con la ayuda de la UNESCO. Entre el 10 y el 15 de agosto dictó un curso de Información en campos especializados en San Miguel de Tucumán, organizado por la provincia y el Consejo Federal de Inversiones. Luego, en septiembre, participó de la XVII Reunión Nacional de Bibliotecarios realizada en Buenos Aires, en la cual presentó una ponencia sobre los recursos humanos del proceso de la información, la capacitación de los bibliotecarios, los lenguajes de indización y las actividades del comité FID/CLA/ET que funcionaba en el CAICYT (Gietz, 1981b). En 1981, publicó un artículo en la revista Internacional Forum on Information and Documentation donde describió algunas ideas sobre el valor de la información. El trabajo fue traducido y publicado por la revista Bibliotecología y Documentación editada por ABGRA ese mismo año (Gietz, 1981a).
En 1981, se publicó el segundo suplemento a la segunda edición de 1962 del CCPP, que fue dedicado a su padre que murió el 30 de abril. Como en el primer suplemento del año 1972, Gietz escribió la introducción como director del CAICYT, en ella responsabilizó al gobierno peronista (1973-76) del resentimiento que sufrió la actualización del CCPP y a los conflictos económicos que llevaron a su falta de personal y de dinero para la compra de publicaciones periódicas. Esta crisis documental, para Gietz, terminó en julio de 1976 con la creación del CAICYT y la llegada de nuevos trabajadores. Los trabajos para editar este suplemento habían comenzado en 1978 y concluyeron tres años después. Además de explicar las dificultades, menciona al personal del CAICYT que trabajó en la edición y agradece a las bibliotecas cooperantes. La responsable del CCPP, durante los trabajos realizados, fue Obdulia Passaron. En este nuevo suplemento, se agregó el número de ISSN a los títulos de las revistas y la información sobre 11.620 publicaciones de 159 bibliotecas especializadas. En total, habían sido invitadas a sumarse al CCPP 337 bibliotecas, pero sólo 159 aceptaron participar, lo cual significó un gran faltante de información en el repertorio como sucedió en las anteriores ediciones. Aparte de estas actividades, ese año viajó en diciembre a Washington, aunque no se pudo establecer el motivo del viaje.
En septiembre, se realizó en Buenos Aires, con la ayuda de la UNESCO, la Conferencia Iberoamericana sobre Información y Documentación Científica y Tecnológica (REUNIBER II), en la que Gietz tuvo una destacada participación. En el lapso de ese año, sucederá uno de los hechos más relevantes para Gietz y la documentación científica argentina: es elegido presidente de la FID para el período 1981-84. Antes había ocupado dos veces el cargo de consejero durante los años 1971-78 y el de vicepresidente entre 1979-81. Sus principales objetivos al frente de la institución, eran descentralizar las actividades y darles más poder a las comisiones regionales.
Al año siguiente, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de su padre, sus colegas y amigos en la Argentina y otros países le rindieron un homenaje a través de cartas y telegramas. Con los documentos recibidos de personas que recordaban a Gietz como, por ejemplo, Domingo Buonocore, Amelia Aguado de Costa, Edmundo Clemente, José Hernández, Tito Suter, Horacio Zabala y otros, se las compiló y se hizo un libro que hoy se encuentra en la biblioteca Ricardo A. Gietz y es uno de los documentos que fueron donados por su viuda, Ana Liviero. Los encargados del homenaje fueron Gravenhorst, Couture de Troismonts y Rosa Perrota.

Presidencias de la FID (1981-1984) y FID/CLA (1985-1988)

En una entrevista realizada a comienzos de 1982, publicada en la Revista Latinoamericana de Documentación (FID/CLA, 1982), Gietz expresaría con respecto a su designación como presidente de la FID:

[...] Yo diría que en mi caso, la circunstancia de haber sido elegido por la Asamblea General de la FID para presidir durante cuatro años sus destinos, puede ser interpretado en cierto sentido como la confianza depositada en alguien que, por primera vez desde 1895, proviene de una región en desarrollo" y al finalizar la nota agregó"[...] Se que FID/CLA, en el período 1981-84, se encuentra en muy buenas manos y que la nueva Presidencia y Secretaría responderán más que satisfactoriamente a ese desafío. Pero corresponde a todos los miembros nacionales de la Comisión colaborar para que ello sea posible, participando activamente en los trabajos de FID/CLA. Solo si el esfuerzo es conjunto y amplio, abarcando a todas las instituciones e individuos que, de una forma u otra, están involucrados en el fascinante mundo de la información, podrán lograrse resultados concretos y los beneficios de la cooperación regional.

La presidencia de la FID es, sin duda, el cargo más importante que ocupó y le tocó a nivel internacional y, en segundo lugar, la Presidencia de FID/CLA, la cual terminó en momentos políticos y económicos difíciles para la institución y América Latina. Dichas dificultades fueron las causas por las que no pudo aplicar sus ideas más innovadoras y no pudo hacer mucho por la FID para reforzar el primer programa a plazo medio que se había discutido para los años 1981-84. El contexto político de nuestro país tampoco lo favoreció.
Su sucesor, Huberto Arango, Director del Instituto de Información Científica y Tecnológica (IDICT) de Cuba escribió, años después de recibir el cargo de Presidente de FID/CLA que dejaba Gietz que:

Recibimos de nuestro estimado colega de la Argentina, Ricardo A. Gietz, en 1988 la Presidencia de la FID/CLA. Fue el resultado de la voluntad expresada por los miembros nacionales de la organización, pertenecientes a la región, en la Asamblea General celebrada en La Habana durante el Congreso Internacional de Información INFO'88. Eran tiempos en que la Federación, una vez más, se sostenía básicamente sobre la vocación profesional de sus integrantes, quienes acudían ya fuera de manera institucional o personal en apoyo de sus escasas finanzas.
El drama económico y financiero de la denominada década perdida latinoamericana tuvo sus efectos en la organización argentina que servía de soporte a la Secretaría Permanente de la Comisión y, en general, a la capacidad de las instituciones y personas en los demás países en las acciones que realizaban bajo el paraguas de FID. El liderazgo y visibilidad regional que había tenido FID/CLA en los años sesenta y setenta había disminuido progresivamente y nuevas alternativas, nuevos espacios, emergían para servir de escenario a los esfuerzos sostenidos que llevaban a cabo la vocación de colaboración, cooperación e integración entre los países y subregiones latinoamericanos en el sector informativo y documental (Arango, 1992).

Para estar asociado a la FID/CLA había que pagar una cuota y algunos países de América Latina no podían hacerlo a causa de sus vaivenes económicos, entonces eran aceptados como"miembros asociados". La crisis en un momento fue de tal gravedad que hubo que cancelar la adhesión del Ecuador. Los problemas económicos provocaban que los objetivos principales de la comisión, que eran la cooperación y sumar más países a FID/CLA se vieran obstaculizados, y proyectos, como la edición de revistas especializadas, fueran interrumpidos, como fue el caso de la Revista Latinoamericana de Documentación. Además, se había producido una importante fuga de recursos humanos calificados. En 1988, sólo cinco de los doce países miembros tenían la cuota de adhesión al día y la FID, desde el año anterior, no enviaba subvenciones. En el mensaje que proporcionó Arango, en la Asamblea General celebrada en La Habana, expresó que contaba con el apoyo de Gietz para realizar reestructuraciones en la Federación según el boletín Informaciones FID/CLA (1989).
En 1982, junto con Antonio Miranda, Presidente de FID/CLA, organizaron en el CAICYT, un Seminario sobre Conmutación Bibliográfica con el fin de discutir proyectos y metodologías sobre el acceso al documento primario y el intercambio bibliográfico a nivel nacional. En este seminario, se creará el Comité sobre Conmutación Bibliográfica (FID/CLA/CB) integrado por Brasil, Colombia, Argentina, Venezuela, Bolivia, Costa Rica y Chile. También se realizó, en Buenos Aires, la XIX Asamblea General de FID/CLA. Ese año se hizó un estudio sobre el CCPP, en el cual, hasta ese momento, participaban 400 bibliotecas y se registraban 45 mil títulos y, entre otros datos de importancia, se comprobó que el 53,4 % de las revistas poseían ISSN y cada título se recibía en promedio en cuatro bibliotecas. Aunque Gietz aclara que estos datos eran muy variables y que existían colecciones incompletas. Asimismo, participó de la Reunión Nacional de Bibliotecarios realizada en Salta, donde presentó un trabajo sobre el control bibliográfico de las publicaciones periódicas y organizó en el CAICYT un seminario regional para docentes sobre la construcción de tesauros, junto con la UNESCO (Gietz, 1982).
En 1983, asistió a la Asamblea de la FID/CLA realizada en Brasilia, a un Seminario Regional de Servicios Telemáticos y a la I Reunión Nacional de Información Forestal. En 1984, estuvo en la Asamblea General Regional de FID/CLA realizada en Río de Janeiro, en la cual, en nombre de la FID, dio la bienvenida a los asistentes y realizó la lectura de un informe en el que detalló las actividades del CAICYT y la de los dos grupos de FID/CLA con sede en la Argentina. En este congreso, fue elegido por unanimidad como presidente de FID/CLA para el período 1985-1988. Además de Gietz, participó, por nuestro país, la bibliotecaria Ana María Sanllorenti, secretaria del Grupo de Trabajo sobre Lenguajes de indización del CAICYT entre 1980-86.
Como presidente de FID/CLA, Gietz eligió como sede de la Secretaría al CAICYT y designó como secretaria a la licenciada Mercedes Patalano. Entre los objetivos que planteó al asumir, se encuentran: la cooperación regional y la formación de grupos profesionales.
En 1984, recibió una medalla del CONICET por su trayectoria y participó del congreso anual de la FID. Entre 1985 y 1988, al mismo tiempo que ocupó la presidencia de la FID/CLA, siguió con sus viajes y trabajos como consultor para la OEA, CONICET, UNIDO y la UNESCO y escribió diferentes artículos sobre Documentación Científica. En diciembre de 1985, participó de la Reunión de trabajo de la Red Nacional de Bibliotecas Universitarias (RENBU) realizada en el rectorado de la UBA, a la que asistió un experto de la UNESCO para colaborar en el desarrollo del Sistema de Bibliotecas y de Información (SISBI).
En octubre de 1988 se despidió, de la presidencia de la FID/CLA en la Asamblea realizada en Cuba. Entre otros temas comentó"... he tenido la oportunidad - y el enorme privilegio- de alternar con destacados colegas de todo el mundo, compartiendo sus esfuerzos y aspiraciones. Transcurrieron veintiocho años desde mi primer contacto con la Federación Internacional de Documentación y desde el Congreso de Río de Janeiro en que creamos esta comisión. Tuve el honor de participar en los trabajos de ambas..." (Gietz, 1988a). Asimismo, en otra reunión como ex presidente de FID/CLA, manifestó su preocupación por la falta de cooperación y comunicación de los bibliotecarios, como lo había hecho décadas atrás, porque decía que no eran capaces de responder ni a un cuestionario o brindar información a los que trabajaban con el objetivo de solucionar los problemas en el acceso a la información. De sus escritos, se refleja que él notaba que el individualismo, en nuestra profesión, es muy duro de quebrar y superar. Al mismo tiempo que abandonó el cargo en FID/CLA, en el Congreso de Helsinki de la FID, fue elegido"Honorary Fellow".
Como logros de su gestión al frente de la FID, se destacan: la aprobación del segundo Programa a Plazo Medio para 1983-1986 y la conformación de un grupo para que asesore al Consejo sobre las prioridades de los programas de la Federación. El primer programa a plazo medio para 1982-84, se elaboró en 1978 y sus prioridades eran las bases teórico-lingüísticas de la Ciencia de la Información, tratamiento y tecnología de la información, educación y formación de especialistas y usuarios de la información, diseño y gestión de sistemas y redes y necesidades de información y hábitos de los usuarios (Arango, 1992).

1986: el final de una trayectoria en la función pública. Renuncia a la dirección del CAICYT.

Dirección del Servicio Iberoamericano de Información sobre la Traducción (SIIT)

En el año 1986, se produjo unos de los hechos más relevantes para la vida de Gietz, después de casi tres décadas dejó el CAICYT y se hizo cargo de la Dirección del Servicio Iberoamericano de Información sobre la Traducción (SIIT), proyecto de la UNESCO que funcionaba en Villa Ocampo. Trasladó allí también la Secretaría de FID/CLA. Por problemas económicos, el boletín que tenía a cargo, Informaciones FID/CLA, se editó una vez al año en un formato menor y de baja calidad.
En esta etapa, fomentó el desarrollo de la Red Iberoamericana de Terminología (RITerm), convocó y presidió las reuniones del Grupo Argentino de Trabajo sobre la Traducción, integrado por representantes de distintas instituciones, y fue también miembro del consejo asesor de la Revista Española de Documentación Científica. Además, fue integrante del Comité Editorial de la Revista International Forum on Information and Documentation publicada por la FID.
¿Por que renunció a la dirección del CAICYT? Los inconvenientes con las nuevas autoridades del CONICET y el ofrecimiento de parte de la UNESCO, empujaron a que tomara la decisión de irse de la institución donde tanto había hecho por el desarrollo de la Documentación Científica. En un comienzo, el proyecto de la UNESCO iba a funcionar en el CAICYT, pero Gietz se fue con él a Villa Ocampo cuando decidió dejar el CONICET. Los trabajadores del CAICYT no quedaron conformes con Gietz y no hubo despedida (Entrevista realizada a Oscar López en la Ciudad de Buenos Aires el 3 de junio de 2010). Aunque algunos, con el paso de los años y apagadas algunas emociones, consideran que su gestión fue la mejor y la que instaló al CAICYT como un organismo referente a nivel nacional e internacional. El CAICYT, luego de su renuncia, ingresó en un período de inestabilidad porque dependía de Gietz y de sus vínculos. Por otra parte el ex director del CAICYT y amigo de Gietz, Tito Suter, nos comentó que su amigo fue un gran profesional, con empuje e iniciativa, pero muy rígido con el personal (Entrevista realizada en Beccar el 12 de mayo de 2011).
A pesar de todo, su vida profesional continuó, ese año presentó un trabajo sobre el valor de la información en el Foro de Invierno '86 organizado por la Fundación para la Interacción de los Sistemas Productivo, Educativo, Científico-Tecnológico (FINPRECTI), donde mencionó las nuevas tecnologías de la información y los cambios que se estaban produciendo con la valorización comercial de la información científica. Al año siguiente, participó de la Reunión Nacional de Bibliotecarios realizada en Paraná, Entre Ríos, en la cual presentó un trabajo sobre los servicios de información, las tecnologías de información y un estudio realizado por el SIIT, donde se buscó determinar la demanda y las características de la necesidad de información de los potenciales usuarios del servicio de traducciones.
Además, participó de la Asamblea Regional de FID/CLA celebrada en La Habana y, a pedido suyo, en las Actas Finales se mencionan las dificultades en las que se encontraba el CAICYT para la edición y publicación de un tesauro en lengua española y portuguesa. El problema principal de dicho retraso se debía al alejamiento de personal técnico que se ocupaba de la edición. Al volver de esta Conferencia, pasa unos días en Venezuela donde visita instituciones, en busca de apoyos para su nuevo proyecto de traducciones. Asistió a una reunión regional de la UNESCO y, luego, fue a la asamblea de FID/CLA en Chile.
Una de sus últimas actividades profesionales como Director del CAICYT, fue en marzo de 1986 cuando, junto al profesor Galo Luvecce en representación de RENBU, Dominique Babini por la Fundación Aragón y Ana Xantakis por la Fundación Antorchas se reunieron para coordinar un plan de trabajo para crear un Catálogo Nacional de Revistas Automatizado.
En 1987, ya instalado en Villa Ocampo, continuaba como presidente de FID/CLA y, a causa de los problemas económicos, no pudo asistir a las reuniones de la FID en Holanda y en la URSS. La falta de recursos había sido tan profunda que se publicó sólo un número anual de la revista de FID/CLA.
En el Congreso de la FID, realizado en Finlandia, al que no pudo asistir, se acordó cambiar el nombre de la organización por el de Federación Internacional de Información y Documentación, para adecuarse a los nuevos tiempos. Asimismo, Gietz, ese año, fue invitado por el IDICT cubano a distintas reuniones de trabajo y, además, realizó otras actividades como visitas a los principales centros dedicados a la información científica en La Habana y a la Biblioteca Nacional. A su regreso, se detuvo en Venezuela donde mantuvo reuniones en la UNESCO y en distintas universidades.
En 1988, asistió al I Congreso sobre Documentación e Información Técnica realizado en San Juan (Argentina).

Década de 1990: un modelo documental declina

El modelo documental pensado por Gietz y su padre, entró en crisis en esta década. Un hecho significativo de esta declinación es que la Argentina no participó en la Asamblea Regional de FID/CLA realizada en 1990 en La Habana, comenzaron a realizarse capacitaciones rentadas y hubo intentos de privatizar el CONICET.
Entre sus actividades se destaca su participación, en 1990, del Encuentro de Traductores realizado en San Pablo en representación del SIIT. En 1992, asistió a la conferencia de la FID realizada en Madrid y al Encuentro Nacional de Informática y Documentación realizado en la provincia de San Juan (Gietz, 1992).
En 1996, participó del Primer Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación y en 1997 de la Conferencia Regional de Comisiones Nacionales de América Latina y el Caribe realizada en Buenos Aires.
Gietz falleció el 23 de marzo de 1998, en Buenos Aires, a causa de una enfermedad que lo agobió durante un largo período, hasta ese momento trabajó como Director del SIIT que funcionaba en Villa Ocampo.
En 1997, el CAICYT se mudó a la sede que ocupa en la actualidad, ubicada en la calle Saavedra 15; y en el año 2002, Cecilia Mabragraña, directora, en ese momento del centro, decidió designar a la biblioteca con el nombre de Ricardo A. Gietz. Al acto asistió su viuda, ex y actuales trabajadores del CAICYT y profesores de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Conclusiones

El objetivo de este trabajo fue difundir la vida profesional de Ricardo Gietz y darla a conocer a más de diez años de su muerte, dentro del contexto político y documental en el que vivió y dando cuenta de los hechos más trascendentes que sucedieron en el país y en el CONICET. Gietz fue un líder innovador y pragmático pero conservador a nivel político. En gran parte, su trabajo fue para una minoría, los científicos; sin embargo, fue muy importante su visión vanguardista en cuanto a Documentación Científica, no temió a los cambios, tal vez influido por el espíritu de su padre. Buscó trabajar en equipo e impulsar acciones transformadoras en el campo documental y bibliotecológico. Entre sus más importantes logros, está el hecho de que instaló la Documentación argentina a nivel nacional e internacional, promovió la recategorización del CAICYT, fue el gestor de la implementación del ISSN y un promotor de la cooperación interbibliotecaria.
Ambos Gietz serán un símbolo para la historia del desarrollo de la Bibliotecología y de la Documentación Científica, con especial importancia para el CONICET y la UBA. Creemos que existe un vacío en la historia de la Documentación Científica e interrogantes pendientes para desarrollar en futuros trabajos, como ¿Qué debates y tensiones hubo sobre los proyectos de Documentación Científica que debían implementarse en la Argentina? ¿Quiénes y por qué se opusieron a las ideas de Gietz? ¿Por qué se impusieron sus planes y no otros? ¿Cual era el proyecto documental del grupo que se oponía y que reivindicaba el conocimiento científico aplicado al desarrollo industrial y económico y a las necesidades sociales? ¿Cuánto afectó a los servicios del CAICYT la privatización de empresas públicas que realizaban investigación?
Las intervenciones de Ernesto y Ricardo Gietz en la creación del CAICYT, del SISBI y su responsabilidad en la UMSA, la Escuela Nacional de Bibliotecarios, FID/CLA y la FID, tal vez hayan sido las únicas políticas documentales planificadas a largo plazo y exitosas que se aplicaron en el país, con el objetivo de crear un sistema nacional de información para la ciencia argentina.
Desde los tiempos de Ernesto Gietz han sido radicales las transformaciones ocurridas en el país y en la Bibliotecología y la Documentación, pero los problemas siguen siendo, en algunos casos, los mismos: falta de presupuesto y personal, dificultades para acceder a nuevas tecnologías, colecciones fragmentadas y falta de apoyo de las autoridades, un acentuado individualismo y carencia de ideales sumado a la falta de una visión estratégica para la formación en Bibliotecología y Ciencias de la Información. A estos inconvenientes podemos agregar que es difícil encontrar dirigentes que den el apoyo a las bibliotecas y centros de documentación, como el que brindó Houssay y un plan bibliotecológico nacional pensado a largo plazo, a pesar de que el éxito de las investigaciones científicas depende del acceso a la información.
Ambos trabajaron y vivieron en una época donde estaba todo por hacerse en el ámbito de la Bibliotecología y la Documentación Científica y lograron desempeñarse con audacia. Cuando Gietz padre se introdujo en la Bibliotecología, sus contemporáneos se encontraban con un gran problema en el acceso a la información, ya que en las bibliotecas argentinas no se realizaban analíticas de publicaciones periódicas ni catálogos de revistas, lo que provocaba que allí donde estaba la información más actualizada y abundante que necesitan los científicos, no pudiera ser abordada en su totalidad. Otro problema de la época era la falta de normalización en la catalogación y clasificación, a los cuales Gietz enfrentó con propuestas y soluciones. Su modelo de biblioteca ideal fue la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, la aplicación de experiencias extranjeras en la Argentina es una política constante.
Ricardo Gietz fue un pionero y logró concretar proyectos importantes para el ámbito documental que todavía hoy son usufructuados por bibliotecarios e investigadores, por ello, es necesario recordarlos y saber quiénes son los pioneros de la Bibliotecología y la Documentación en nuestro país. Ahora bien, ¿qué nos han dejado como legado a las nuevas generaciones de bibliotecarios Ernesto y Ricardo Gietz? El legado más importante es que nos dejaron el ejemplo de que desde un país en desarrollo se puede lograr influir y conducir una política documental en beneficio del progreso nacional, en el cual los bibliotecarios pueden tener un papel clave y conducir esas transformaciones y que, sin cooperación y trabajo en equipo, no hay posibilidades de prosperar ni de desarrollar ningún tipo de política para un sistema de información destinado a la investigación, la educación y la transferencia de conocimiento.

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