SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue29The Research on Bibliometrics in Argentina: Who Are and What Do the Argentine Authors Conducting Bibliometric Studies ProduceSecretos del estante: elementos para la descripción bibliográfica del libro antiguo author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Información, cultura y sociedad

On-line version ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.29 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2013

 

ARTÍCULOS

 

Entre los estudios sobre el libro y la edición: El"giro material" en la historia intelectual y la sociología

Among the Book and the Publishing Studies: The"material turn" in Intellectual History and Sociology

 

Ezequiel Andrés Saferstein

Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina-CEDINCI  Fray Luis Beltrán 125 - (C1406BEC) Buenos Aires, Argentina. 
Instituto de Investigaciones Gino Germani-IIGG,  Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Correo-e: esaferstein@sociales.uba.ar

Artículo recibido: 15-05-2013.
Aceptado:
1-10-2013.

 


Resumen: El siguiente trabajo presenta dos perspectivas que se relacionan con el estudio sobre el Libro y la Edición en su relación con la cuestión de los intelectuales, tanto en la Argentina como en Francia. Por un lado, se presentan los principales aportes de la Historia Cultural y por el otro lado se incorpora la perspectiva sociológica. Ambas pueden vincularse al estudio de los intelectuales desde una perspectiva material, en estrecha relación con Estudios sobre el Libro y la Edición. Se concibe al libro desde dos variables articuladas: por un lado, como mercancía; por el otro, por su significación en el seno del espacio social, que lo convierte en un bien simbólico, portador de ideas que necesitan del objeto libro para materializarse y circular. En este sentido, se presentan, analizan y discuten los antecedentes centrales de estas perspectivas, en pos de establecer una línea de trabajo común para afianzar este campo de estudios.

Palabras clave: Giro Material; Campo editorial; Estudios sobre el libro y la edición;  Historia Cultural; Sociología del Libro y la Edición.

Abstract: This work presents two perspectives that are related to the Book and the Publishing studies in relation to the intellectuals issue, both in Argentina and internationally. Firstly, we present the main contributions of Cultural History and, secondly, we incorporate the sociological perspective. Both can be linked to the study of the intellectuals from a material perspective, in close connection with Book and Publishing studies. The Book is conceived here from two articulated variables: On one hand, as a commodity, and, on the other hand, according to its significance through the social space, which turns it into a symbolic good that carries the ideas that need to be materialized in books. In this way, we present, analyze and discuss the core history of these perspectives in order to establish a common line of work that can strengthen this field of study.

Keywords: Material turn; Publishing field; Book and Publishing Studies; Cultural History; Book and Publishing Sociology.


 

Introducción

El presente trabajo ubica en perspectiva dos corrientes de análisis que se aproximan al estudio de los procesos de producción, circulación, difusión, recepción y consumo1 de las ideas a partir del libro y la cultura impresa. Estas perspectivas son centrales a la hora de focalizarse en problemáticas en torno a los intelectuales y su vínculo con la cultura. La primera de estas corrientes se puede ubicar entre la Historia Cultural, la Historia Intelectual y la Historia del Libro y la Lectura, mientras que la segunda está relacionada con la Sociología de la Cultura, la Sociología de los Intelectuales y la Sociología del Libro y la Edición. Estas comienzan a difundirse en la década del ochenta y con más fuerza en los noventa, a partir de autores como Robert Darnton, Roger Chartier y Carlo Ginzburg para la primera, y por Pierre Bourdieu, Gisèle Sapiro y Pascale Casanova, entre otros, para la segunda. En este trabajo se dará cuenta de los aportes de cada una de las perspectivas, a partir de sus principales exponentes tanto a nivel mundial como en la Argentina, para ponerlos en discusión y poder plantear una línea de trabajo que las articule para contribuir a los Estudios sobre el Libro y la Edición, con los que están relacionados2.
Los autores aludidos, a los que les sumamos algunos representantes en el estudio de la cuestión editorial en la Argentina desde distintas disciplinas, como Horacio Tarcus, Gustavo Sorá, José Luis de Diego, Alejandro E. Parada, Leandro de Sagastizábal y Patricia Willson, no son integrantes de una corriente intelectual homogénea. El historiador Anthony Grafton (2007) ubica bajo la noción de"giro material" a los historiadores de la cultura Roger Chartier y Robert Darnton, quienes focalizan sus trabajos en torno a la centralidad de la cultura impresa y en cuanto a considerar desde una perspectiva material al libro y a los agentes intermediarios entre la producción de ideas y representaciones, su posterior materialización y su consumo. Sostenemos como hipótesis que el uso que hacemos del llamado"giro material" en la Historia de la Cultura y la Historia Intelectual puede ser conciliado y también discutido con los aportes de la Sociología, que desde distintos posicionamientos y puntos de partida, establece formas de abordaje novedosas y pertinentes para enriquecer el amplio campo de estudios relacionados al libro y la edición. Consideramos importante realizar un planteo que concilie estos aportes, no sin marcar sus tensiones en pos de reforzar el diálogo. El Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición, realizado en la Universidad de La Plata en 2012 y coorganizado por distintas instituciones y grupos de estudio afines a la temática, fue un primer paso en este sentido, que proponemos contribuir a afianzar.
Concebimos con Pierre Bourdieu (2009a [1999]) al libro desde dos variables articuladas: por un lado, como mercancía; por el otro, por su significación en el seno del espacio social. Esto lo convierte en un bien simbólico, portador de ideas que necesitan del objeto libro -o de otro tipo de soporte- para materializarse y circular. Consideramos a las ideas no como entidades transhistóricas, sino que para dar cuenta de la complejidad de las mismas debemos prestar atención a los elementos que se ubican por fuera de los textos, es decir, las mediaciones y condiciones sociales de producción, circulación y consumo. Vinculado con esto, partimos de una visión sociológica acerca de la cuestión de los intelectuales. En contraposición a una postura normativa -que trata a la tesis en torno a qué deberían ser los intelectuales- la Sociología indaga qué son efectivamente, cuáles son sus funciones y qué papel cumplen dentro de un espacio social determinado, en tanto portadores de bienes simbólicos (Bourdieu, 2009b [1971]) que los convierte en productores privilegiados de visiones del mundo3 (Rubinich, 2011). El estudio de Pierre Bourdieu se ajusta al análisis del entramado social que permite que determinados actores ocupen el rol de intelectuales, de acuerdo con su posición dentro del campo intelectual4. El autor francés se sitúa en oposición a la noción de intelectual (o artista) como individualidad creadora que ocupa un rol privilegiado por mérito propio. El estudio sociológico de los intelectuales lleva a desmitificar la relación encantada entre creador y su creación, para pensar a los actores como insertos en el campo ideológico, a partir de un análisis estructural del sistema de relaciones que definen un estado del campo intelectual (Bourdieu, 2009b). Estos actores conforman un espacio social con relativa autonomía respecto del campo económico, en tanto luchan por intereses propios, específicos. Estos intereses refieren al capital simbólico y cultural, bienes escasos distribuidos desigualmente dentro del campo, que llevan a que los actores que lo poseen ocupen posiciones históricas y relacionales. Bourdieu dice que los intelectuales ocupan la posición dominada de la clase dominante en el seno del espacio social. Esto es así porque ocupan una posición privilegiada en cuanto al capital cultural pero no en cuanto a lo económico, lo que los lleva a mantener una posición ambigua y en tensión con respecto a las clases dominantes y dominadas.
Esta perspectiva se encuentra en diálogo con la corriente de Historia Intelectual, que estudia las ideas y los grupos, insertos en contextos históricos determinados. Así, Carlos Altamirano piensa a los intelectuales como"conjunto de personas que poseen conocimientos especializados y aptitudes cultivadas en diferentes ámbitos de expresión simbólica y que proceden de diversas profesiones" (Altamirano, 2008: 15), cuyas prácticas inciden en la vida pública, en contextos históricos particulares. La Historia Intelectual presta atención a los contextos biográficos de desarrollo de las ideas y a sus sujetos portadores, concebidos desde una mirada amplia: no sólo a los grandes"intelectuales conceptivos" sino a editores, divulgadores, críticos, entre otros actores (Tarcus, 2007). Esta corriente se focaliza en el estudio de trayectorias, generaciones de intelectuales y sus espacios de sociabilidad en pos de dar cuenta de las producciones intelectuales en su contexto de surgimiento.

Intelectuales y cultura impresa: las perspectivas materialistas

Consideramos que los aportes teóricos y empíricos que realizan los exponentes del llamado"giro material" en la Historia, así como quienes consideraron la constitución de campos editoriales desde una perspectiva sociológica, están relacionados, además de con el estudio de los intelectuales, también con disciplinas tales como Bibliotecología, Letras y Antropología Cultural. Las perspectivas estudiadas aquí mantienen una posición que sitúa a los libros y a las mediaciones que impone la edición como partes insoslayables de la producción intelectual, en tanto las formas materiales del libro y las ideas que portan son factores centrales a la hora de considerar la labor intelectual. El libro es un objeto material y simbólico. La materialidad del mismo y los agentes intermediarios serán un punto de apoyo para aportar y comprender los procesos de producción, los modos de circulación, recepción y apropiación de las ideas a partir de la cultura impresa.
Consideramos con Luis Ignacio García (2009) que la comprensión de una producción intelectual y los sucesivos momentos de circulación, recepción y consumo deben ir acompañados por un análisis del campo intelectual del que son producto y de su contexto histórico, que forma parte de sus condiciones de producción. Así, el estudio de los soportes materiales de los procesos históricos de la cultura y las mediaciones que implica su circulación, son factores centrales para aportar al conocimiento de los procesos de producción intelectual.
Podríamos ubicar a los trabajos que tratan sobre el libro y la edición en este artículo, como en discusión con el"giro lingüístico". García sostiene que los estudios de recepción -uno de los momentos sobre los que se va a avocar el estudio material del libro y la edición- tuvieron con el"giro lingüístico" una focalización hacia marcos textualistas en torno a las ideas. Las corrientes postwittgensteinianas anglosajonas, las perspectivas contemporáneas de la hermenéutica alemana y el postestructuralismo francés, desde la Historia de las Ideas, consideraron al texto como lugar privilegiado del sentido, al lenguaje como constituyente de la realidad5, de alguna manera"reduciendo" todo a los textos, como herencia del estructuralismo. En la década del ochenta y noventa del siglo xx, continúa García, aparecen una serie de estudios dentro de la Historia englobados  bajo el rótulo de "giro material" (Grafton, 2007) que pasaron a considerar, como dijimos, los efectivos soportes materiales de los procesos intelectuales. Al igual que la Sociología del Libro y la Edición, esta corriente se aleja de la centralidad de la lectura de los textos -lectura textual, que de alguna manera corre el riesgo de deshistorizar el contexto de surgimiento de las ideas- para analizar a los objetos cargados de significado cultural y a las prácticas asociadas. Analizan también los espacios donde surgen las editoriales y las redes de sociabilidad que se tejen entre los actores que conforman el campo: autores, lectores, editores, agentes literarios, periodistas, grupos intelectuales, entre otros. El estudio de las ideas, sostienen estos autores, no puede realizarse por fuera de los modos en que estas se producen y se materializan en libros, se inscriben en determinadas editoriales y circulan por ámbitos específicos. Es necesario entonces llevar a cabo una historización de las ideas y de la cultura impresa. En palabras de Grafton"la interpretación de textos hoy va de la mano de la reconstrucción de comunidades intelectuales y editoriales" (2007: 144). Esto de ninguna manera significa despojarse de los aportes del"giro lingüístico" ya que los problemas que trata de abarcar el giro material no les son ajenos a las corrientes lingüísticas:

...si a partir de este denominado"giro lingüístico" ya no podemos pensar la impermeabilidad positivista entre hecho y significación, entre historia y lenguaje, de manera que las prácticas más "materiales" habrán de ser entendidas como cargadas ya de significación, como lingüísticamente modeladas, ahora son esas"materialidades" restituidas en su estatuto significativo las que se alzan como desafío para la historia intelectual y que, a pesar de su constitutiva significatividad, ofrecen una resistencia a ser equiparadas al texto y a los cánones de acceso al mismo (García, 2009: 109).

Esto implica que aparecen problemáticas que van más allá del dominio de la textualidad como ámbito privilegiado del sentido, dando lugar a"artefactos de cultura" que remiten a los circuitos editoriales, los espacios de circulación, el desarrollo de comunidades intelectuales que se relacionan con editores, libreros e intermediarios culturales. Por lo tanto, es necesario tomarse el trabajo de elaborar una Historia del Libro y la Edición como"sustrato material de la historia del texto", es decir, como un espacio que va de la mano con la producción, circulación, recepción y consumo de las ideas materializadas en libros y otros soportes impresos o digitales. Alejandro Blanco sostiene que

la edición pone en juego una serie de operaciones sociales -la traducción, la inserción en una colección, el prefacio y la cubierta- que mediatizan la recepción de una obra. La intervención editorial realiza un acto de apropiación y anexión: clasifica la obra (le asigna un género y la inscribe en una determinada tradición intelectual y disciplinaria) a la vez que la marca con una problemática que es específica del propio cambio de recepción (Blanco, 2009: 100).

Por lo tanto, la perspectiva historiográfica así como la sociológica que se relacionan con los Estudios sobre el Libro y la Edición contribuyen a retomar la cuestión de los intelectuales en relación con la materialidad donde se inscriben sus producciones: no desde la consideración de las prácticas del"genio creador", sino desde las condiciones sociales que permiten que determinado actor reúna el capital necesario para crear visiones privilegiadas del mundo, actor inserto en un mundo de relaciones sociales, entre las cuales cobra fuerza el entramado editorial y sus actores.
Para organizar la exposición, en primer lugar se dará cuenta de los aportes de la disciplina de la Historia Cultural, Historia del Libro y la Edición y la Historia de la Lectura. En segundo lugar se discutirán también los aportes de la Sociología, para luego confrontar ambos grupos de estudios y establecer relaciones entre sí y con la cuestión de los intelectuales. Por último se explorarán algunas líneas de trabajo existentes en la Argentina que consideramos pueden manifestar la relación propuesta. Tenemos en cuenta que la división en dos grandes disciplinas se realiza a modo analítico, pero hay que considerar la heterogeneidad que caracteriza a sus exponentes dentro de cada campo disciplinario, no solo entre la Sociología y la Historia sino también en el interior de cada disciplina. Hay que destacar también que los trabajos que se expondrán a continuación, no consideran al sector editorial como un espacio homogéneo y uniforme. Las racionalidades y modos de producción y circulación de libros dependen de los distintos tipos de empresa editorial y la posición que ocupen en un espacio y tiempo determinado. En este sentido, no consideramos la figura del editor como un actor indistinto: la catalogación de Bourdieu acerca del personaje"doble" que debe mediar entre su"amor a la literatura" y su sentido comercial, varía de acuerdo con el tipo de editorial y la posición que ocupa. En tanto los trabajos que aquí se exponen refieren a distintos"tipos" de editor -de libros académicos, de literatura, comercial- se tendrán en cuenta las particularidades de cada caso.

El"giro material" entre las ramas de la Historia

La Historia del Libro, de la Lectura y la Edición cobra fuerza en la disciplina en estrecha relación con la Historia Social, la Historia Cultural y la Historia Intelectual. El campo de la Historia Cultural prolifera en Europa a partir de los años sesenta, en sintonía con movimientos similares en la Sociología y la Antropología, al considerar a la cultura -entendida como proceso de significaciones y de generación de sentidos, en sintonía con las concepciones de Clifford Geertz (1987 [1973]) y Peter Burke (1991 [1978])- como un tema central para el debate en las Ciencias Sociales. En este orden, Beatriz Valinoti (2012: 519) piensa a la Nueva Historia Cultural (que se aboca al estudio de los pensamientos sistemáticos) en relación con la Historia Intelectual, relacionada con"el estudio de los pensamientos informales, las corrientes de opinión y las tendencias literarias, la historia social de las ideas y la historia cultural, que incorpora las visiones del mundo y las mentalidades colectivas". Esta rama es parte de lo que Grafton considera como"giro material", en tanto el estudio de las prácticas vinculadas con la producción, circulación y recepción de la cultura impresa, en relación con procesos sociales más amplios.
En este posicionamiento se encuentran los fructíferos trabajos de Roger Chartier (2005 [1992]; 1993), del mismo Chartier junto a Guglielmo Cavallo (1997), además del trabajo de Carlo Ginzburg6 (1994 [1976]) y los de Robert Darnton (2010; 1993), entre otros. Estos pensadores que pertenecen al heterogéneo ámbito de la Historia Cultural proclaman una historia de las representaciones y de las prácticas, partiendo de que existe una realidad más allá del discurso que representan dichas prácticas. El concepto de representación que plantea Chartier se emparenta con los trabajos de Bourdieu y el concepto de habitus, en tanto es la"forma en que un grupo social construye explicaciones sobre su realidad y, de esta manera, cuenta con un marco de interpretación simbólica en el que se incluye" (Valinoti, 2012: 519) para llevar a cabo sus prácticas (de forma conciente o inconciente, de modo que construyen la realidad social). Así, esta rama de estudios se focaliza en los modos en que los sujetos le otorgan sentidos a sus prácticas y construyen su vida social en condiciones determinadas. Esta corriente dinamiza el campo de Estudios sobre el Libro y la Edición que se considera marcado, según Alejandro E. Parada (2010), por otros dos sucesos anteriores. En primer lugar, la aparición de estudios cuantitativos estadísticos acerca del libro en Francia y, en segundo lugar, en torno a la publicación en 1958 de L'apparition du livre de Lucien Febvre -uno de los fundadores de la escuela de los Annales en la que Chartier puede ser situado en la cuarta generación (Aguirre, 2003)- y Henri-Jean Martin. Este incorpora los aspectos sociales, económicos y comerciales del libro, en tanto se orienta hacia un esquema general de producción y consumo en Francia. La novedad que plantearán Chartier y sus contemporáneos radica en la importancia de la materialidad en la transmisión y circulación de discursos, dando forma a una Sociología de los Textos y una Bibliografía Material. La forma del objeto libro, su corporeidad, constituye un aspecto central a tener en cuenta para reconstruir las prácticas de edición y lectura. Además, la aparición del lector como objeto de análisis le permite a esta rama de estudios reconstruir, a través de sus prácticas y representaciones, universos de sentido más amplios (Parada, 2010).

Chartier y su Historia de la Lectura

Bajo esta línea Roger Chartier lleva a cabo sus trabajos sobre las prácticas culturales, fundamentalmente a partir de la Historia de la Lectura. Parte de tres tipos de indagación: el análisis textual, el estudio de los objetos impresos y sus formas materiales, y la Sociología e Historia de las prácticas que significan los textos a partir del contacto con los libros considerados como objetos materiales y culturales7 (Chartier, 2005). Le interesan las prácticas de lectura durante el Antiguo Régimen entre los siglos XVI y XVIII, dada la creciente importancia de lo escrito en dichas sociedades europeas. Chartier dice que los lectores populares y los de estamentos letrados se apropian de los mismos textos. Las formas de lectura intervinieron sobre todos los sujetos, ya sea bajo lecturas en común, en voz alta (puesto que sólo una minoría sabía leer) para la formación de
sociabilidades intelectuales, así como las lecturas solitarias y luego compartidas, que fueron permitidas por la imprenta y la escritura. La materialidad del análisis de Chartier radica en la importancia de las formas en las que circularon los escritos -por ejemplo, la Biblioteca Azul en Francia entre el siglo XVI y XVII- para dar cuenta de su significación y las representaciones que generaba su lectura8:"Las formas producen sentido y un texto adquiere el significado y el estatuto de inédito en el momento en que cambian los dispositivos del objeto tipográfico que lo propone a la lectura" (Chartier, 2005: 108). Por ende, no hay texto sin su soporte y es a partir de dicho soporte donde se conforma el espacio donde se construye el sentido. Es en la"puesta en libro", es decir, en la decisión editorial que apunta a lectores y lecturas, el lugar donde Chartier pone su énfasis, en contraposición a la intencionalidad del autor y su mera "potencialidad creadora"9. En este sentido, las obras y su forma de circulación producen su propio campo de recepción: su consumo difiere de acuerdo a cómo se producen y circulan los textos, por lo que no hay interpretaciones unívocas. Chartier concibe así a la lectura como una práctica creadora pero situada, en la que conviven en tensión la libertad del lector y sus coacciones. Aquí se introduce el problema que será retomado más adelante acerca de la relación entre autor, editor y lector. Para Chartier, si bien el editor, el autor y el crítico"piensan que el lector debe ser sometido a un sentido único, a una comprensión correcta, a una lectura autorizada" (Chartier, 1993: 42), la lectura, en tanto"puesta a prueba del cuerpo", tiene usos históricos particulares10. La interpretación de las prácticas y representaciones se realiza a partir de dar cuenta de la historicidad de los modos de utilización, comprensión y apropiación de los textos en tanto objetos materiales (Chartier y Cavallo, 1997). Aquí entra en juego la mediación editorial. Chartier y Cavallo dicen que los autores no escriben libros, sino que los textos se transforman en objetos escritos a partir de procedimientos técnicos y artesanales. El resultado de esta materialización resulta en utilizaciones significativas por parte de lectores con maneras de leer que son históricas y situadas en un espacio determinado. Por ende su objetivo es doble: por un lado, abordar el estudio de la forma de los textos, que organizan las lecturas. Y por el otro, analizar las lecturas efectivas a partir de la reconstrucción de testimonios de comunidades de lectores, cuestión que será discutida por Bourdieu.

Darnton y la Historia del Libro

En una línea similar se encuentra el trabajo de Robert Darnton (2010) quien también se interesa en la experiencia literaria de los lectores"comunes y corrientes" que le dieron sentido a los libros, pero a partir de indagar e interpretar qué dicen los lectores de sus propias lecturas, en lugar de reconstruir las representaciones y las prácticas culturales como Chartier (Parada, 2010). Una Historia de la Lectura, para el autor estadounidense, debe reconstruir el contexto social donde se produce, y tener en cuenta la actividad de las prácticas por parte de los sujetos lectores y también los condicionamientos que les imponen las formas en que circulan los textos. La tipografía, el estilo y la sintaxis determinan la reacción de los lectores. Robert Darnton también se enfocará en los procesos de intermediación entre obra y público lector para trazar lo que llama una "Historia del Libro", en relación al estudio de los medios. En su trabajo"¿Qué es la Historia del Libro?", publicado originalmente en 1982, su objetivo es"entender la forma en que las ideas se han transmitido por medio de los caracteres impresos y cómo la difusión de la palabra impresa ha afectado el pensamiento y la conducta de la humanidad en el transcurso de los últimos quinientos años" (Darnton, 2010: 117). Sostiene que este campo de estudios se enfoca desde la invención de la imprenta de Gutenberg hasta las transformaciones en la cultura escrita mediante la incorporación de nuevas tecnologías en la actualidad. Darnton propone un modelo general para analizar el recorrido del libro, desde su nacimiento hasta su difusión por la sociedad, teniendo en cuenta que los libros impresos siguen un ciclo de vida similar. En discusión con Chartier, quien piensa una serie de cruces simultáneos, Darnton describe este recorrido como un circuito de comunicación que atraviesa al autor, al editor, al impresor, distribuidor, librero y lector, quien completa el círculo al influir sobre el autor previa y posteriormente a la creación del libro11. Cuando los lectores y escritores leen y establecen relaciones de sociabilidad entre sí, formando comunidades de lectura o de escritura, se forman por un lado las nociones de género y estilo, y por el otro, una"idea general de la empresa literaria, lo que afecta sus textos" (Darnton, 2010: 121). Así, la Historia del Libro para Darnton refiere al estudio de las fases de estos procesos y al proceso en general, situándolo históricamente en un espacio y un tiempo específicos, y analizándolo en relación con los sistemas económico, social, político y cultural. Advierte que esta tarea no debe realizarse sin este análisis en relación con las demás esferas de la vida social, ante el riesgo de caer en una especialización que no recupere un enfoque de conjunto del estudio histórico. Como ejemplo, el autor realiza un recorrido por los momentos del circuito donde intervienen los distintos actores (desde su composición, edición, impresión, introducción en bibliotecas, difusión en librerías y lectura) pensando en la historia de la publicación de questions sur l'Encyclopédie de Voltaire, en el siglo XVIII y su relación con las condiciones sociales, económicas, políticas e intelectuales de la época12. Sin embargo, consideramos que la especialización acerca de la producción, circulación y recepción del libro no implica una reducción. Consideramos a los Estudios sobre el Libro y la Edición como un campo en sí, que puede ser vinculado a la Historia Cultural y a la Historia Intelectual pero sin estar reducido a ella. Esto significa enfatizar en la materialidad de los impresos en donde circulan las ideas en un período histórico, si bien su amplio espectro lo vincula también con otras disciplinas, como la Sociología, la Antropología, la Bibliotecología y las Ciencias de la Información.
En este sentido, la Historia Cultural de la Lectura incluye

la construcción de una historia de los actos de escritura la historia de la producción y difusión de los testimonios impresos, una historia de los modos de leer, que se pregunta qué grupos sociales leyeron qué y que se cuestiona cómo se leía en el pasado, reconstruyendo las redes y las prácticas que organizan la forma histórica y socialmente determinada de acceso a los textos, incluyendo todo aquello que posibilita una reformulación de los espacios materiales y simbólicos (Valinoti, 2012: 521).

Esto implica la atención sobre las formas materiales como clave para dar cuenta de las formas de lectura de los textos. Pero para realizar un análisis más completo consideramos necesario un abordaje interdisciplinario. Este debe incluir también -y al menos- a la Sociología como estudio de los espacios sociales en donde participan los distintos agentes vinculados al campo intelectual, así como al propio campo editorial, que introduce mediaciones centrales -como advirtieron también Chartier y Darnton- para pensar la producción y circulación de la cultura impresa.

Sociología. La constitución del campo editorial como objeto de estudio

Consideramos al trabajo de Bourdieu titulado"Una revolución conservadora en la edición" (2009a), publicado por primera vez en 1991 en Actes de la recherche en sciences sociales, un trabajo fundamental en esta corriente de estudios, en tanto aborda la complejidad del dispositivo editorial. En este escrito el autor da cuenta de la materialidad de los textos y se propone realizar una historización social del campo editorial francés de su época, para construir un mapa del estado actual, que le permite constituirlo como objeto de estudio. En este trabajo analítico, producto de una investigación empírica grupal que se basó en trabajo de archivo y entrevistas a editores franceses, Bourdieu comienza rescatando el papel del editor en tanto eslabón fundamental para dar a conocer una obra:

El editor es el que tiene el poder totalmente extraordinario de asegurar la publicación, es decir, de hacer acceder un texto y un autor a la existencia pública, conocido y reconocido. Esta suerte de creación implica la mayoría de las veces una consagración, una transferencia de capital simbólico... (Bourdieu, 2009a: 223).

Esta transferencia se lleva a cabo en tanto el editor está legitimado por un catálogo, un fondo editorial con determinado prestigio -de acuerdo con sus autores o premios que hayan ganado- y una antigüedad, factores que influirán sobre las obras y los autores que publicará en un futuro. Lo que hace Bourdieu es trazar las condiciones de producción y circulación de las obras publicadas en Francia, a partir de un análisis del campo. Hay que tener en cuenta en estos análisis el"dispositivo institucional", es decir la estructura de una editorial en su interior, que selecciona los materiales que van a ser publicados. Esta operación de selección se da teniendo en cuenta diversos factores e intereses y, según la posición de la editorial en la estructura del campo en su conjunto, podría ser publicado por una editorial o por otra. La estructura del campo editorial determina las decisiones que se toman en el interior de cada empresa, por el tamaño y estructura de cada una, por la posición que ocupa en el interior del campo,"que depende de su posición en la distribución de los recursos raros (económicos, simbólicos, técnicos, etc.) y de los poderes que ellos confieren sobre el campo; es esta posición estructural la que orienta las tomas de posición de sus responsables..." (2009a: 224). Estas posiciones son históricas y modificables: las dominantes son ocupadas por las editoriales que han logrado acumular capital simbólico durante su trayectoria, lo que las ubica en un lugar de prestigio. Esto no quiere decir que su racionalidad sea ajena a la lógica del mercado a pesar de mostrar prácticas antieconómicas. Si quieren mantenerse en dicha posición deben privilegiar la gestión de los logros en disminución de buscar innovación. Las editoriales dominantes invierten su capital simbólico acumulado y lo ponen en riesgo al publicar autores más comerciales13. Si el libro es un objeto de doble faz, económica y simbólica, en tanto es a la vez mercancía y también significación, el editor es también un personaje doble que debe conciliar entre el"amor a la literatura" y el beneficio económico. A medida que el campo editorial ve amenazada su relativa autonomía, con la entrada en juego de los grandes grupos de origen financiero o de lugares ajenos a la edición, las editoriales van incorporando el"universal comercial" y su tendencia se orienta hacia prácticas más comerciales que"literarias". Esto transforma el rol del editor y la dinámica del campo en su conjunto. En este sentido, el trabajo sociológico de Pierre Bourdieu contribuye a cuestionar la "ilusión de descubrimiento" de los autores por parte de los editores, para mirar el mapa editorial en su complejidad y considerar que estos agentes actúan según habitus que se encuentran en sintonía con la lógica del campo14. Consideramos que este desencantamiento de la"producción de la creencia" es la riqueza del trabajo de Bourdieu que nos permite pensar el espacio editorial desde el punto de vista sociológico.

La circulación de las ideas a través de la circulación de libros y las traducciones

Desde el mismo campo disciplinario y ya más vinculado con la cuestión estricta de los intelectuales, el estudio sobre la circulación de las ideas y la cultura impresa se relaciona con los estudios materialistas sobre el libro y la edición. Esto es así en el sentido de que esta circulación se efectúa a través de los"artefactos culturales" materiales (libros y otros impresos) que contribuyen a sus modos de recepción y consumo. En un trabajo que tiene pretensiones tanto analíticas como políticas, Pierre Bourdieu afirma que el principal problema para la comprensión de las ideas que se transmiten internacionalmente es que los textos circulan sin sus contextos. Además, que hay una serie de operaciones sociales que intervienen sobre los mismos textos, contribuyendo al"malentendido estructural15" que se da en el intercambio intelectual transnacional (aunque el autor habla solamente de Europa) y la recepción de las ideas. En"Las condiciones sociales de la circulación de las ideas" (2009c [1990]), una conferencia inaugural del centro intelectual alemán-francés, publicada en 1990, es un punto de partida para una ciencia de las relaciones internacionales en materia de cultura. El objetivo político va en consonancia con otros escritos del autor, especialmente el Post-scriptum de Las Reglas del Arte:"Por un corporativismo de lo universal", donde el autor plantea la necesidad de formar una"internacional de los intelectuales" para establecer un intercambio fructífero de las ideas entre las naciones (europeas) y mejorar su comunicación y defender así la autonomía del campo intelectual16. El objetivo analítico remite a analizar los mecanismos sociales de la circulación de las ideas, los modos de legitimación de los actores en el intercambio internacional. Es decir, sentar las bases para realizar un análisis de la producción, circulación y recepción de las ideas. Esto implicaría desnacionalizar las categorías de pensamiento y análisis, historizando los campos de producción. Este análisis de las condiciones de producción y circulación contribuiría a reducir el"malentendido estructural" que se produce ante la circulación de las ideas sin sus contextos. El problema estructural que encuentra Bourdieu son los efectos que provoca la transformación de los mensajes originarios de una nación en su paso a otra17, de manera tal que el desfasaje entre los contextos funciona como"prisma deformante". En este sentido el autor propone analizar los mecanismos sociales de la circulación y los modos de legitimación de los actores en el intercambio internacional. Estos están también relacionados con las tres operaciones sociales donde intervienen activamente las editoriales: la selección, el marcado y la lectura. La primera tiene que ver con la selección que realiza un editor que se propone traducir una obra determinada, qué es lo que se traduce y qué se publica. Esta operación da como resultado que determinadas editoriales se adjudiquen el "descubrimiento" de un autor extranjero. Lo que señala Bourdieu es que detrás de esta operación se encuentran intereses específicos -beneficios simbólicos y económicos para una editorial, selección interesada de qué trabajos traducir de determinado autor, entre otras cuestiones-:"Muy frecuentemente con los otros autores extranjeros, lo que vale no es lo que ellos dicen sino lo que se puede hacerles decir" (2009c: 164). La mediación editorial es un factor clave para dar cuenta de los usos que se realizarán del texto. Por medio de este proceso, la editorial que se apropia de una obra, la anexa a su propia visión en su campo de recepción, constituyendo la operación de marcado. El elegir determinados prologuistas, una cubierta específica o incluirlos en una colección particular funcionan también como transferencia de capital simbólico y transformación del mensaje originario al desligar las obras de su contexto de producción en un campo de recepción distinto18. Por último, si bien el autor no lo desarrolla, se encuentra la operación de lectura, relacionada con los estudios sobre recepción, que podemos vincular a los trabajos de Chartier.
Este artículo de Bourdieu fue el disparador de un programa de trabajo que influyó en la labor que realizan autores como Gisèle Sapiro, Pascale Casanova y Johan Heilbron, quienes se enfocan en el problema de la traducción y la circulación transnacional de las ideas a partir de los libros. Sapiro (2011), a partir del estudio de la traducción y la circulación de los textos, advierte que la unificación a partir de la constitución de la Unión Europea y los lazos que mantienen los países en términos políticos y comerciales no tiene un correlato en un campo intelectual unificado. La autora analiza el campo intelectual en los países de Europa desde el surgimiento de la concepción moderna de intelectual, que tiene correlato en la institucionalización de los espacios académicos al mismo tiempo que surgen y se afianzan los Estados Nación. De esta manera, la autonomización de los campos intelectuales se dio en clave nacional: las identidades nacionales se forjaron a partir de los intelectuales, productores legítimos de representaciones colectivas por lo que no pudo lograrse una unificación cultural19. Ante esta problemática la autora plantea la necesidad de romper con el nacionalismo metodológico -en analogía con el trabajo de Bourdieu- para poder establecer los lineamientos de una historia intelectual transnacional, acorde con los procesos de globalización que atraviesan los Estados. Esta historia parte de la base sociológica de considerar al mundo intelectual como un espacio social donde conviven agentes que"constituyen mediaciones susceptibles de análisis socio-histórico", a la manera de Bourdieu con los campos nacionales. La intensidad de los intercambios culturales entre los países europeos en un espacio transnacional de bienes simbólicos, es analizada a partir de la traducción, que se focaliza en la cuestión de los editores, traductores y críticos de los países que actúan de acuerdo con lógicas diferentes de mediación.
Como advertía Bourdieu con respecto a la pérdida de autonomía del campo intelectual, Sapiro indica que las lógicas del mercado que caracterizan a las editoriales en las últimas décadas influyen en los intercambios culturales. De esta manera, el mercado transnacional de bienes simbólicos se estructura bajo la oposición entre un polo de producción restringida y un polo de la gran producción, con menor autonomía, supeditada a las leyes del mercado y caracterizado por la producción de los grandes grupos editoriales20. El primero, integrado por pequeñas editoriales llamadas"independientes", sostiene que los bienes simbólicos, lejos de ser considerados mercancías como cualquier otra, construyen un campo relativamente autónomo ante el campo económico,

a través de la imposición de valores propios y de un ethos intelectual -rigor, desinterés, capital cultural, auto-referencialidad, reflexividad-, incluso cuando la noción de desinterés adquiere sentido sólo en relación con la búsqueda de beneficios simbólicos, en particular el reconocimiento de los pares (Sapiro, 2011: 62).

De esta manera se delinea un espacio intelectual transnacional asimétrico, donde los actores intervinientes (personas e instituciones) ocupan posiciones determinadas en un espacio de referencia, de acuerdo con trayectorias individuales y a posesión de capitales específicos. Estos intercambios están plenamente relacionados con el desarrollo del mercado del libro, históricamente ligado a los Estados Nación pero que, gradualmente, ha transmutado en un mercado editorial global (Sapiro, 2009). La formación de un mercado mundial del libro a partir de la década de 1980 permitió el surgimiento de agentes especializados (traductores, directores de colecciones), lugares para el intercambio (salones, ferias), la profesionalización de intermediarios (agentes literarios) y la puesta en escena de políticas de fomento a la traducción. La autora advierte que las traducciones ocupan un papel fundamental para analizar la globalización, y es en el continente europeo donde se concentra la mayor densidad y diversidad de intercambios y traducciones21.
En la misma línea podemos mencionar a los trabajos de Johan Heilbron (1999) que analiza el espacio internacional a través de las traducciones. Según el autor, hay tres líneas de fuerza que organizan el campo intelectual transnacional: el Estado, el mercado del libro y los intercambios culturales (políticas específicas, acuerdos, intercambios académicos). A partir del análisis de estos factores se puede dar cuenta de los intercambios internacionales de traducción de libros y así de los circuitos político-culturales con relativa autonomía del mercado o el Estado. El sistema internacional de traducciones que observa el autor tiene una estructura jerárquica con lenguajes centrales y periféricos22, pero dicha estructura funciona de manera dinámica y transformada a través del tiempo. Desde una perspectiva similar, Pascale Casanova (2001) analiza el campo de las letras mundial (República mundial de las letras), organizado bajo la lógica de Bourdieu. Como una ampliación de Las Reglas del Arte, la autora da cuenta de cómo se (auto) regula el campo literario a nivel mundial, con una relativa autonomía de los poderes económicos y políticos:

Esta República mundial de las letras tiene su propio modo de funcionamiento, su economía, que engendra jerarquías y violencias y sobre todo, su historia, ocultada por la apropiación nacional (esto es, política) cuasi sistemática del hecho literario... (Casanova, 2001: 24).

Las naciones con débil patrimonio cultural se ubicarán en una posición subordinada con respecto a las naciones cuyo capital simbólico es más fuerte, es decir, las que lograron acumular y mantener un patrimonio literario importante en cuanto a su consagración. Estos trabajos en clave sociológica amplían los alcances de la Historia y enriquecen los Estudios sobre el Libro y la Edición, en tanto delinean un mapa de posiciones que evidencia las relaciones de poder en sus intercambios.

Entre la Historia y la Sociología, una línea de trabajo productiva

Teniendo en cuenta los aportes de la Historia y la Sociología a la cuestión del Estudio del Libro y la Edición y su relación con el estudio de los intelectuales, consideramos necesario conciliar y discutir ambas disciplinas. Esto es importante en tanto ambas perspectivas se alejan de considerar a las ideas y a los textos como entidades transhistóricas, para pasar a tener en cuenta su materialidad a partir de su circulación a través de los libros. Así, se considera que las formas de producción y circulación de los mismos interviene sobre las prácticas de su recepción y difusión. Las discusiones entre estas dos posturas han sido manifestadas por conversaciones entre Roger Chartier y Pierre Bourdieu (2011; 2010). Estos trabajos dan cuenta de diferencias y coincidencias entre ambos, por lo que nos parecen importantes en lo referido a afianzar los vínculos entre estos campos disciplinarios y fortalecer así el núcleo de los trabajos sobre la materialidad en la cuestión de los intelectuales.
En El Sociólogo y el Historiador (2011), Chartier entrevista a Bourdieu en 1988 en el marco de un programa radial que conducía el historiador francés. Allí se evidencian las críticas del sociólogo a la disciplina de la Historia ante la supuesta ausencia de reflexión sobre la construcción social e histórica de las clasificaciones que realizan los historiadores, con una tendencia a universalizarlas. Esto es así para Bourdieu, paradójicamente hablando sobre una disciplina que se ocupa de reconstruir el pasado desde su contextualización. Esta es la clave que plantea en su trabajo sobre la circulación y con la que acuerda Chartier. Si las ideas circulan sin sus contextos, de lo que se trata es de reponerlos y reconstruirlos, en definitiva, historizarlos. Más allá de que el sociólogo francés sugiera que su oficio trata de"incomodar", mientras que el de su interlocutor es"menos problemático" en tanto pertenece a una disciplina"más conforme con el ideal de la comunidad científica", el autor trata de establecer puentes con la Historia, recalcando su necesidad para la comprensión de los espacios sociales particulares y las relaciones desiguales que allí se suceden (García Garza, 2011).
La cuestión de la lectura como práctica cultural (Bourdieu y Chartier, 2010) es otro foco donde ambos pensadores exponen sus discusiones en un trabajo publicado en 1985. Los dos pensadores se ubican en contra de las posiciones estructuralistas que consideran al texto como referente único de la realidad al cual se debe abordar solamente desde su estructura interna. Claro está que también se encuentran en contraposición a considerar la lectura como una práctica sin condicionamientos externos, como si existiera un lector universal. Por ejemplo, Chartier afirma que contra el modelo actual de lectura silenciosa y en solitario, entre el siglo XVI y XVIII prevalecieron las lecturas colectivas que manipulaban el texto de otra manera. Pero en tanto Chartier piensa la lectura como una práctica activa y creadora (1997), critica el supuesto determinismo en la teoría bourdesiana. Este punto es interesante ya que Chartier piensa la potencialidad de la lectura en la producción de significados y representaciones del mundo, pero a partir de una tensión con las coacciones que sitúan al sujeto en un espacio social determinado. En este sentido Bourdieu reafirma que el sujeto nace determinado en contra de la"ilusión de la libertad":"la lectura es el producto de las condiciones en las cuales he sido producido como lector" (2010: 255). En contraposición, en Historia de la lectura en el mundo occidental Chartier y Cavallo discuten con Bourdieu en nombre de la historicidad de los modos de utilización, comprensión y lectura de los textos: si para Bourdieu la recepción y significación estaría relacionada con la posición de los sujetos en un espacio social jerarquizado, los autores invierten al sociólogo para explicar la diversidad de las prácticas:

El partir así de la circulación de los objetos y de la identidad de las prácticas, y no de las clases o los grupos, conduce a reconocer la multiplicidad de los principios de diferenciación que pueden dar razón a las diferencias culturales: por ejemplo, la pertenencia a un género o a una generación, las adhesiones religiosas, las solidaridades comunitarias, las tradiciones educativas o corporativas, etc. (Chartier y Cavallo, 1997: 3).

En cuanto a las formas materiales de los textos para la recepción de los mismos, Bourdieu adhiere en parte con Chartier al plantear que hay maneras de leer que permiten saber"lo que el texto quiere hacer hacer al lector" (Bourdieu y Chartier, 2010: 257). La coincidencia está con respecto a la importancia de la materialidad y del soporte para la recepción particular y significativa. Pero la lógica de Bourdieu lleva a evidenciar las relaciones de dominación, en tanto habría un intento de"manipulación" en la recepción por parte de quienes producen ese objeto material. Esto nos lleva a pensar no necesariamente en un sujeto consciente sino en prácticas sociales que se suceden de acuerdo con las luchas en los campos, entre las que aparecen las operaciones sociales de la mediación editorial. Y en relación con la operación de la lectura, Bourdieu acuerda con Chartier en la necesidad de indagar acerca de las maneras de leer para dar cuenta de las desigualdades y reflexionar así sociológicamente sobre las prácticas. Pero esto se debe llevar a cabo incluso cuestionando el status de los documentos y de sus usos sociales que los historiadores toman como válidos. Dicho de otra manera, el sociólogo pone en cuestión el tratamiento de los documentos sobre la lectura, ya que en las respuestas de los lectores interviene la lógica de la legitimidad cultural que los sitúa en un espacio social atravesado por relaciones de dominación económica y simbólica23. De esta manera, las discusiones entre Chartier y Bourdieu son muy productivas para aportar a la discusión precedente entre estas dos perspectivas en pos de establecer una línea de trabajo común. Esta debería reunir la historización de las prácticas, al mismo tiempo que un cuestionamiento acerca de los lugares en donde estas prácticas suceden, enmarcadas en un espacio de posiciones y jerarquizaciones.

Los Estudios sobre el Libro y la Edición en la Argentina

Los aportes de estas dos disciplinas serán retomadas aquí en lo referido a la Argentina, donde los Estudios sobre el Libro y la Edición desde esta línea son relativamente recientes24 . Sin embargo, en los últimos años se ha ido conformado, desde distintas disciplinas como la Historia, la Sociología, la Bibliotecología y la Antropología, un campo que estudia las historias de la edición nacional y su relación con temas más amplios, como corrientes intelectuales, grupos políticos, su vínculo con un contexto global y con las nuevas tecnologías, por poner algunos ejemplos. Es en este contexto donde se ubica el Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición mencionado al comienzo de este trabajo, que implica un esfuerzo interdisciplinario para promover lazos entre disciplinas afines con objetos de estudio similares. Es por ello que consideramos importante resaltar algunos trabajos de los que se orientan en el sentido de conciliar los aportes de la Historia y la Sociología expuestos hasta aquí.
El libro coordinado por José Luis De Diego, Editores y políticas editoriales en Argentina, 1880-2000 (2006) es un ejemplo de la investigación en un campo de estudios local, desde la disciplina de las Letras pero con aportes de la Historia y la Sociología. Tomando como eje las premisas de Bourdieu sobre la dualidad del libro y del editor, los trabajos se enfocan en períodos tales como el del surgimiento del mercado editorial en la Argentina, hasta su transformación con la entrada en juego de los grandes grupos extranjeros en la década de 1990, pasando por la llamada"época de oro" del mercado editorial entre fines de 1930 y la década de 1940, a partir de la llegada de exiliados españoles, y la crisis en la que cayó durante la última dictadura militar. El estudio es muy productivo en tanto se trabajó con indicadores económicos de la industria y con las políticas editoriales, para analizar cómo estas influyeron junto a otros factores sociales y culturales en la difusión de ciertos libros y autores. Podemos nombrar también el trabajo del historiador Leandro de Sagastizábal y el politólogo Fernando Estéves Fros (2002) como una clave para entender el campo editorial actual en la Argentina, a partir de los procesos de concentración y transnacionalización del sector, que implican cambios en los modos de edición, circulación y consumo. Por su parte, Alejandro E. Parada (2010; 2012) ha contribuido a la articulación de las Ciencias de la Información y la Historia del Libro y las Bibliotecas, con el objetivo manifiesto de reconstruir la"memoria pasada colectiva" en relación con las bibliotecas. Así, sus trabajos proponen, por un lado, una aproximación"sistemática y racional al conjunto de las producciones textuales" en tanto los discursos impresos forman parte de la Historia Social y la Historia Cultural25. Y por el otro lado, en consonancia con Chartier y Darnton, manifiesta la necesidad de articular la Historia del Libro y las Bibliotecas con la Historia de la Lectura desde una matriz teórica y epistemológica.
En lo que respecta a los intercambios y la circulación de las ideas y la cultura impresa a nivel nacional y regional, podemos mencionar el trabajo de Gustavo Sorá (2004),"Editores y editoriales de Ciencias Sociales: un capital específico", entre otros del autor. Sorá analiza la constitución de las editoriales de Ciencias Sociales de gran importancia en un espacio intelectual periférico, como lo es América Latina, tomando como caso al Fondo de Cultura Económica de México, y Eudeba y Centro Editor de América Latina de Argentina, a partir de sus editores Arnaldo Orfila Reynal y Boris Spivacow. El autor se propone observar las trayectorias y los círculos de sociabilidad que conformaron entre los años de 1930 y 1960, para dar cuenta de cómo las Ciencias Sociales lograron obtener un lugar destacado entre los libros de mayor edición. En este sentido, el trabajo sobre editores de libros de Ciencias Sociales amplía los Estudios sobre el Libro y la Edición hacia otros tipos de editor con lógicas particulares, donde la actividad editorial está relacionada con un proyecto no solo comercial sino con profundas ambiciones culturales en relación con el campo intelectual y sus posicionamientos. Este es otro ejemplo de la productividad de este tipo de estudios para analizar procesos más amplios, como es la consolidación de un campo disciplinario en la Argentina26. Si bien no se establece una línea directa entre la consolidación del género editorial y las Ciencias Sociales en general, las redes de relaciones que caracterizan la historia de estas editoriales y la dimensión internacional del mercado de libros, manifiestan características fundamentales para entender la historia de la disciplina. Sorá muestra cómo a partir de las prácticas, relaciones y saberes que se tejieron desde afuera del universo académico de las Ciencias Sociales (el mundo editorial) se pudo dar forma a las ediciones que abordaron dicho género. El mercado editorial latinoamericano adquirió importancia a raíz de la llegada de exiliados españoles que se encontraron con las condiciones históricas del campo cultural, propicias para fundar las editoriales más importantes en América Latina: Losada, Sudamericana y Emecé en la Argentina, y Fondo de Cultura Económica en México. El estudio de las trayectorias de sus editores reconstruye las relaciones que se trazaron entre los países latinoamericanos (y con España), formando verdaderas redes intelectuales transnacionales mediatizadas por el circuito del libro. A partir del trabajo etnográfico de Sorá27 podemos ahondar en trayectorias de editores pioneros, en tanto"especialista en relaciones: conoce y pone en contacto a escritores y empresarios culturales, escoge traductores, coordina la actividad de colección...." (Sorá, 2004: 271). El estudio de las trayectorias echa luz sobre estos personajes que adquirían el oficio de editor no a partir de una carrera profesional, sino con las prácticas del oficio, pasando por distintos puestos y diferentes editoriales y estableciendo relaciones con el mundo cultural e intelectual.
También desde el plano de la circulación pero haciendo foco en la in-traducción, el célebre trabajo de Patricia Willson, La constelación del Sur (2004) resulta un antecedente clave. La autora analiza cómo la editorial Sur, a través de sus exponentes, Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo y José Bianco, estableció una política de traducciones que tuvo resonancias en la configuración del sistema literario nacional y en estrategias editoriales concretas entre los años 1940 y 1950. La traducción aparece como una estrategia activamente productora de Literatura, que permite el intercambio simbólico de lo nacional con el espacio literario universal. Por otro lado, partiendo de la óptica de Pascale Casanova, Gabriela Adamo piensa a la extraducción en el marco de la competencia desigual dentro del campo editorial transnacional (Adamo, Añón y Wulichzer, 2009). La extraducción refiere a la exportación de los textos de un país hacia otras lenguas, por lo que la autora sostiene que la Argentina se inserta en una posición desfavorecida en el espacio editorial transnacional, con referencia a la poca antigüedad de la Literatura, la baja cantidad de escritores consagrados y la relativa poca incidencia de los indicadores culturales argentinos en relación con las potencias de la República Mundial de las Letras. En un trabajo posterior compilado por la autora, con pretensiones más empíricas que teóricas, y que refieren a la in-traducción, Adamo y los autores indagan acerca de cómo los traductores llevan a cabo su trabajo en relación con las instituciones académicas, los aparatos culturales, las fuerzas políticas y el estado actual del sector editorial argentino. Se pone en la balanza la posición desfavorable del idioma castellano para la traducción pero en relación con el entusiasmo y proliferación de editoriales que traducen Literatura, lo que contribuye a una institucionalización de la traducción (Adamo, 2012).
En lo que se refiere a los estudios sobre recepción y consumo de las ideas a partir de la cultura escrita en la Argentina, a las operaciones sociales de marcación y selección a las que refería Bourdieu (2009a), se les suma la lectura que se realiza de los textos impresos. Lejos de poseer una dimensión objetiva, en la que la intencionalidad del autor sería el punto de apoyo para su posterior interpretación"correcta", la teoría de la recepción asume que toda lectura supone interpretaciones infinitas y productivas para el círculo de la producción intelectual. Es decir que no hay una interpretación verdadera de la obra del autor sino que todo texto está sujeto a múltiples lecturas (Tarcus, 2007). Esto es a lo que aluden Chartier y Cavallo (1997) cuando sostienen que el"desglose" de lo social no se realiza bajo una"rejilla única", sino que la infinitud de comunidades de interpretación en su relación con lo escrito (y publicado) provoca una pluralidad de diferencias culturales, que se relacionan con modos de leer particulares y formas de inscripción dentro del espacio social.
En este sentido, Horacio Tarcus realiza una investigación acerca de la recepción de la obra de Karl Marx en la Argentina. Su objetivo es explicar cómo se recibió y difundió el marxismo en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX, quiénes lo recibieron y cómo fue su consumo. Articulando la Historia Intelectual con un planteo sociológico basado en Bourdieu,Tarcus afirma desde el comienzo que el proceso de recepción no debe desligarse de los momentos de producción (de la teoría, por parte de intelectuales conceptivos), difusión (edición de libros y circulación de las ideas a través de su materialización, cuestión que implica determinados intereses específicos, como la marcación y la selección) y la lectura (consumo de las ideas por parte de un sujeto lector productivo, no pasivo, que renueva el ciclo de la escritura). La recepción y la apropiación creativa son procesos activos mediante los cuales"determinados grupos sociales se sienten interpelados por una teoría producida en otro campo de producción, intentando adaptarla a su propio campo" (Tarcus, 2007: 31). Las mediaciones entre las obras marxianas hasta la recepción en la Argentina se manifiestan en la materialidad de las mismas (ya sea si se editan en forma de libros, folletos, artículos), las traducciones que se hacen, los prólogos que anteceden a la edición local, qué selección de la obra de Marx realizaron los encargados de seleccionarla, quiénes la recibieron (inmigrantes, obreros, exiliados, científicos, intelectuales) y por medio de qué rutas transnacionales. Esto significa que las ideas"no viajan solas" sino que traen aparejada una serie de problemáticas que los estudios históricos y sociológicos sobre los intelectuales pueden abordar desde esta perspectiva. Tarcus sostiene que no hay lecturas correctas o incorrectas de las obras, sino que el propósito de los estudios de recepción es establecer qué, cómo y por qué fue leída la obra. El texto no existe como"cosa en sí" sino que siempre es leído de maneras determinadas, contextuadas histórica y socialmente:"el texto no existe por fuera de la historia de sus interpretaciones [...]. El texto no es sino la historia del texto, la historia de sus lecturas" (Tarcus, 2007: 34). Así, la teoría de la recepción que propone Tarcus -y también lo manifiestan los autores encuestados en Políticas de la Memoria (2009), Dotti, Blanco, García, Plotkin y Vezzetti28- concibe a la obra bajo un carácter abierto, sujeto a múltiples interpretaciones y a la lectura como un proceso dialógico, polifónico, que establece relaciones con lecturas y textos pasados y futuros, como dice Mijail Bajtin.

Consideraciones finales

Con este trabajo pretendimos señalar algunos aportes de la Historia y la Sociología en relación con el mundo del libro y la edición en pos de establecer líneas en común que se manifiestan en las investigaciones que se realizan en nuestro país. Este recorrido bastante amplio -pero sin duda no acabado- sobre la perspectiva material en los estudios de las ideas impresas se consolida como un aspecto importante a la hora de abordar cuestiones acerca de la problemática intelectual. La Sociología y la Historia Intelectual deben, sin dudas, tomar en consideración el núcleo de Estudios sobre el Libro y la Edición para representar las mediaciones que atraviesan las prácticas de producción y circulación.
Considerando que en el interior del campo intelectual las luchas se suceden en torno a la apropiación del monopolio de la lectura legítima, una de las tareas del sociólogo y del historiador implica identificar el poder simbólico que tienen los libros. Estos actúan sobre las estructuras mentales y a partir de allí, sobre las estructuras sociales. Bourdieu dice que"Los intelectuales olvidan que un libro puede transformar la visión del mundo social, y, a través de la visión del mundo, transformar también el mundo social" (Bourdieu y Chartier, 2010: 264). Pero como esta transformación refiere a formas históricas de escritura, materialización y lectura, consideramos que la mediación editorial es un factor ineludible para abordar la Historia y los derroteros de las Ideas y de la Cultura Impresa, debido a la intervención de los factores materiales en su producción, difusión, recepción y consumo. Estos estudios no deben quedar desligados de una aproximación más amplia que contribuya a la reconstrucción de los procesos sociales, políticos y culturales donde se insertan. Si bien esta perspectiva material podría caer en un exceso de descripción -sobre todo porque es un campo de estudios no muy frecuentemente visitado y hay mucho por explorar-, no deja de ser considerada por nosotros como central para explicar fenómenos amplios de la vida social y cultural por la centralidad del objeto libro como mercancía y significación en el seno del espacio social. Por último, debemos observar que los modelos teóricos y de análisis que realizaron los autores que comentamos aquí nos sirven de inspiración para nuestras investigaciones pero deben ser tenidos en cuenta en su contexto histórico de surgimiento, en lugar de ser "importados" sin reflexionar sobre su aplicabilidad, en consonancia con los riesgos de adaptar teorías sin discernir las diferencias entre los campos de producción nacionales.

Notas

1 En este trabajo se utilizará una noción de "apropiación" en tanto"consumo", considerado como creativo, en la línea de Michel De Certeau (1996). A partir de una discusión contra posiciones estructuralistas, y contra posiciones que plantean a los consumidores como pasivos, dominados y dóciles, de Certeau lleva a cabo un análisis de las prácticas de los usuarios que con sus"maneras de hacer cotidianas", sus formas de utilizar los productos que les son impuestos, llevan consigo una fabricación activa que produce cultura e incide sobre el entramado de poder, de una manera no reproductiva. Desde una lógica relacional, pretende dar cuenta de la actividad individual inserta en un complejo de determinaciones y esquemas de acción que, lejos de permanecer pasiva, es reapropiada por los usuarios de forma activa y creativa. Esta fabricación la explica utilizando la teoría de la enunciación de Émile Benveniste, poniendo el foco en el acto de hablar en oposición al sistema lingüístico. En el acto funciona una apropiación y reapropiación de la lengua, instalando un presente relativo a un contexto histórico específico, mediante un contrato con un interlocutor en una red de relaciones.

2 Este trabajo no tiene pretensiones exhaustivas en lo referido a todas las disciplinas que se avocan a los Estudios sobre el Libro y la Edición, sino que se centra principalmente en la Sociología y la Historia por cuestiones de espacio y temática afín. Consideramos relevantes todos los aportes que se han realizado por fuera de estas dos disciplinas en tanto creemos en la necesidad de establecer líneas de discusión que sumen a la complejidad de los objetos de estudio de este campo. 

3 Desde la sociología del conocimiento en discusión con el marxismo, Karl Mannheim considera a la intelligentzia como un conglomerado que se encuentra"entre" y no"sobre" las clases. La caída del orden religioso del Antiguo Régimen y la entrada en la era moderna, las sociedades ingresan en una etapa de secularización donde las verdades absolutas desaparecen. Los intelectuales son producto de las condiciones sociales de la modernidad (su"relato de origen" es el affaire Dreyfus), y conforman un grupo que no se reduce a su posición clasista: aunque puedan tener una orientación particular de clase, pueden cambiar sus puntos de vista y fluctuar entre"bandos en lucha" (Mannheim, 1963).

4 El campo es un espacio con autonomía relativa, en donde hay objetos en juego: capitales específicos que pertenecen a la órbita de dicho campo, donde los actores intervinientes ocupan posiciones y luchan por obtener dichos intereses específicos. En palabras de Bourdieu (1999: 113), "para que un campo funcione es preciso que haya objetos en juego y personas dispuestas a jugar el juego, dotadas con los habitus que implican el conocimiento y el reconocimiento de las leyes inmanentes del juego, de los objetos en juego, etc.". Los habitus son disposiciones para la acción, incorporadas, durables pero transformables, que le permiten a los actores llevar a cabo sus dentro de un marco, un margen de acción. Si dentro del campo los actores ocupan determinadas posiciones, el inseparable concepto de habitus le repone al sujeto su sentido práctico, su capacidad de actuar en el espacio social. Los habitus son producidos por la lógica de los campos, a la vez que contribuyen a significar dicho espacio en donde el sujeto lleva a cabo sus prácticas.

5 En palabras de Gabrielle Spiegel, (2006: 20)"el «giro lingüístico» suponía la adopción de la noción de que el lenguaje es el agente constitutivo de la conciencia humana y de la producción social de significado y de que nuestra aprehensión del mundo, tanto el pasado como el presente, tiene lugar sólo a través de la lente de las percepciones precodificadas del lenguaje".

6 A partir del"método indiciario" en la microhistoria, en El queso y los gusanos Carlo Ginzburg indaga las huellas de Menocchio, un molinero italiano durante el siglo XVI. A partir de dicho trabajo, Ginzburg reconstruye el mundo intelectual y el complejo social en donde se situaba el molinero de manera"circular", en tanto se parte de interpretaciones y reinterpretaciones -nunca del todo hegemónicas puesto que se retroalimentan mutuamente- de construcciones de conocimiento. Así la cultura es un híbrido donde no hay preponderancia de la cultura popular o de la elite.

7 Las preguntas que se realiza Chartier son"¿Cómo los textos convertidos en objetos impresos son utilizados (manejados), descifrados, apropiados por aquellos que los leen (o los escuchan a otros que leen)? ¿Cómo gracias a la mediación de esta lectura construyen los individuos una representación de ellos mismos, una comprensión de lo social, una interpretación de su relación con el mundo natural y lo sagrado?" (Chartier, 2005: I).

8"Descifradas a partir de los esquemas mentales y afectivos que constituyen la cultura propia de las comunidades que las reciben, las obras se tornan, en reciprocidad, una fuente preciosa para reflexionar sobre lo esencial: a saber la construcción del lazo social, la conciencia de la subjetividad, la relación con lo sagrado" (Chartier, 2005: XI).

9 Esta consideración de Chartier puede ponerse en discusión con la"función autor" que argumenta Michel Foucault (1998) que radicaliza esta afirmación. Para Foucault la producción de textos se enmarca en la circulación de discursos, inserta en un marco de relaciones de poder, que da como resultado formaciones discursivas construidas a partir de dichas prácticas. El autor es una construcción social que funciona como productor de efectos de verdad en un momento histórico determinado, pero no un sujeto particular que escribe. El análisis no parte de la conciencia de un autor sino de su discurso en tanto práctica histórica, considerándolo como en un complejo de relaciones de enunciados en dispersión que posibilitan un saber.

10 En esta sintonía, el historiador Martin Lyons (2012) introduce una línea novedosa en su trabajo, al tratar a la lectura y la escritura como dos aspectos entrelazados, prestando atención a la relación entre conocimiento, cultura impresa y educación (Laporte, 2012). Desde un posicionamiento afín a Chartier, el autor aborda las"comunidades interpretativas" para reafirmar el rol activo del lector, pero en tanto coescritor del texto, cuestión que se profundiza en la actualidad. El objetivo de Lyons es situar a los autores en un contexto histórico determinado, apelando a sus condiciones de producción y a su relación con los lectores. El autor introduce además un rastreo hasta el presente para afirmar que la tecnología ha tenido un impacto importante en la difusión de la lectura. Sin embargo la democratización del lector y su capacidad de intervención debe ser puesta en relación a las relaciones de poder que lo atraviesan, en lo referido, por ejemplo, a la concentración de los medios digitales.

11"Un escritor puede responder en sus escritos a las críticas de su obra o anticipar las relaciones que su texto provocará. Se dirige a lectores implícitos y recibe los comentarios de críticos explícitos. Así se cierra el circuito" (Darnton, 2010: 121). Darnton concibe así que el autor imagina un lector ideal y el editor se encuentra después del primero. En relación a lo expuesto anteriormente sobre Chartier, este no concibe una cadena de momentos consecutivos, sino momentos entrecruzados. El texto no es"escrito" por un autor, sino inmerso en relaciones y fabricado por la mediación editorial. Por lo tanto,"hay que recordar con fuerza que no hay texto fuera del soporte que lo da a leer, que no hay comprensión de un escrito, cualquiera que sea, que no dependa de las formas que alcanza a su lector" (Chartier, 1993: 45-46).

12 En este sentido es interesante adentrarse en el estudio de los editores del siglo XVIII y la percepción que tenían del negocio editorial. A través de los archivos de la Société typographique de Neuchâtel (STN) Darnton da cuenta de los manejos y afán comercial de los editores que nos recuerdan a la percepción de los editores actuales, derribando el mito de los viejos editores cuyo interés sólo radicaría en obtener prestigio:"Los editores siempre estaban metidos en negociaciones. Siempre estaban cocinando una docena de asuntos, pero los que salían adelante eran la excepción: las transacciones que produjeron una reducida cantidad de literatura a partir de la nebulosa vastedad de literatura-que-pudo-haber-sido" (Darnton, 2010: 149). Y más adelante:"No es que los editores sufrieran de poco desarrolladas razones de interés. Ellos convirtieron la Ilustración en un negocio [...] Cuando las ganancias disminuían, los suizos cerraban imprentas, despedían trabajadores y vivían de lo que tenía su acervo. No se hacían ilusiones con la nobleza de la literatura como vocación" (Darnton, 2010: 150).

13 El autor toma como ejemplo a Gallimard, editorial francesa que publicó históricamente a los autores más prestigiosos y que en la actualidad se sostiene a partir de publicaciones más comerciales. En este sentido, el derrotero de una empresa de cultura no es lineal, en tanto las decisiones comerciales -que implican publicar tanto a autores reconocidos por el grupo de pares como a autores más comerciales- pueden variar de acuerdo a la posición que la editorial ocupa dentro del campo en un determinado momento histórico. Sin embargo, todas las estrategias tienen una racionalidad económica por más que se esconda detrás de un"interés en el desinterés".

14 Lo mismo hace para analizar el campo literario (en relación con el editorial) cuando analiza en Las Reglas del Arte (2011 [1997]) la constitución de un espacio social relativamente autónomo a partir de la obra de Baudelaire y Flaubert y cómo estos autores son concebidos como parte de un entramado social que permite pensar las condiciones de producción de una obra.

15 Esta expresión pude sugerir lecturas que refieran a una intencionalidad original o una objetividad de la obra en sí en relación a su posterior"incorrecta lectura". No consideramos que esto sea así, sino que el estudio de los contextos de producción y recepción como método para contrarrestar dicho malentendido, permite visibilizar la estructura de los campos de producción para entender las ideas en sus contextos de surgimiento, pero no como verdades objetivas atribuidas al autor original.

16 En este texto hay una toma de posición normativa que es el llamado a la acción de los intelectuales ante la pérdida de autonomía del campo intelectual, en relación al campo de poder y campo económico. Aquí Bourdieu se correría de su visión puramente sociológica sobre los intelectuales, para pensar a estos actores entre los que se incluye, como contrapoder crítico en oposición al orden económico: Al estar dotados de una autoridad específica -otorgada por el campo- deben comprometer esa autoridad en luchas políticas en pos de una organización colectiva, contraria al modelo de intelectual faro o"torre de marfil". Bourdieu resalta el poder internacional de crítica y vigilancia que provienen de la labor intelectual, limitado a su esfera propia, autónoma, que se encuentra en riesgo de ser diluida ante la entrada en juego de intereses económicos en la lógica del campo.

17 Por ejemplo, Bourdieu señala que el uso de Nietzsche que le dio Foucault indignó a los alemanes, creando una falsa oposición entre el autor francés y Habermas. Foucault utilizó al Nietzsche de Genealogía de la moral, que se ubicaba por un cientificismo, una sociología del conocimiento y de las ideas, en definitiva, una ciencia histórica de las razones históricas, en una Francia dominada por el existencialismo subjetivista de Sartre (que para Bourdieu significaba un racionalismo ahistórico). En Alemania, Habermas luchaba contra ese irracionalismo histórico, por lo que esto influyó en la lectura de Foucault en dicho país. La obra de Foucault aparece en Alemania como una restauración del irracionalismo, que es contra lo que discute Habermas. Estas cuestiones están ligadas no solo a la circulación sino a la recepción de las ideas, en el sentido de que hay que analizar qué Foucault se leyó en Alemania, qué Nietzsche recuperó Foucault, y cómo se lo recibió en Alemania.

18 Bourdieu utiliza el ejemplo de Noam Chomsky que es publicado en Francia por la editorial Seuil, a la que considera una editorial personalista, subjetivista, marcada por la publicación de Ricoeur. Chomsky, proveniente del estructuralismo se opondría al sujeto generador que transmitiría el catálogo de la editorial, por lo que en dicha estrategia de anexión hay una transformación del mensaje del autor.

19 Según las hipótesis de la autora esto se pudo deber, en primer lugar, a que la lógica económica de los intercambios tendió a la homogeneización, contrariamente a la diversificación cultural que caracteriza a Europa. La diversidad de idiomas demuestra las luchas en torno a la construcción de la identidad europea; es en el nivel nacional donde los intelectuales encontraron a su público. En segundo lugar, la hegemonía cultural de Estados Unidos llevó a desproteger una unificación europea en términos intelectuales. Por último, no hay una enseñanza de la"identidad europea" en el sistema escolar, al mismo tiempo en que los intelectuales ya no ocupan el mismo lugar privilegiado en la actualidad, a raíz de la pérdida de autonomía del campo y el crecimiento de la importancia de los expertos (Sapiro, 2011).

20 En este espacio también aparecen distintos tipos de editor, con racionalidades distintas. Sin embargo, todos juegan el mismo juego, en términos de Bourdieu, al participar en el campo editorial.

21 La diversidad es mayor en el plano de la producción restringida, según Sapiro (2011) por el vínculo histórico entre literatura y constitución de identidades nacionales.

22 Una muestra de esta estructura jerárquica donde el inglés es la lengua hegemónica muestra que la comunicación entre periferias, es decir, la traducción entre dos idiomas no centrales debe realizarse pasando por el centro. El inglés funciona como intermediario entre otros idiomas, entre otros países. Asimismo, la traducción a idiomas centrales abre el camino a la traducción a otros idiomas.

23"Cuando se le pregunta a alguien qué lee, entenderá: ¿qué es lo que leo que merezca ser mencionado? Es decir: ¿qué de lo que leo es, de hecho, literatura legítima?" (Bourdieu, 2010: 258).

24 Como afirma José Luis de Diego (2006), la constitución de la edición como objeto de discusión en Argentina es relativamente reciente y la bibliografía resulta escasa, si bien esta área ha cobrado interés durante los últimos çaños. Entre los trabajos de referencia sobre el sector editorial y las políticas editoriales desde sus inicios en el país, hasta los años sesenta, se encuentran los libros de Raúl Bottaro (1964), Eustasio García (1965) y Domingo Buonocore (1974). Posteriormente, Jorge Rivera (1998) analizará la industria editorial al momento de auge de otras industrias culturales, como la radio y el cine. Asimismo, proliferaron en los últimos años trabajos que refieren más que nada al aspecto económico del sector, como los valiosos estudios de Octavio Getino (1995, 2004) en torno a las estadísticas del libro y de otros sectores culturales.

25 La concepción de Parada en cuanto al objeto libro, lo ubica cercano a la discusión entre la historia y la sociología, en cuanto a las concepciones de Bourdieu y Chartier:"Un libro, pues, es una estructura material donde se encuentran las voluntades creadoras de muchos; por lo tanto, una obra es una tarea compartida entre el autor, la corporeidad física donde se«posiciona» el texto, los universos interpretativos y las prácticas de los lectores, y aquellos que «hacen» a la construcción y a la distribución de la cultura impresa (tipógrafos, editores, libreros, bibliotecarios, etc.)" (Parada, 2010: 97).

26"Una de las buenas razones para abordar los libros como referente de investigación es la propiedad que torna a estos objetos un condensador de formas de autoridad, de poder, de interés, organizadas en la tensión entre conjuntos de especialistas e instituciones" (Sorá, 2004: 266).

27 En otro trabajo Gustavo Sorá analiza de modo similar las prácticas editoriales, intelectuales y de traducción a partir de Gregorio Weinberg (Sorá, 2011). En sintonía con Pascale Casanova y Johan Heilbron, Sorá ubica a la traducción en el marco de la circulación de las ideas desde una óptica material del mercado de los bienes simbólicos, como inserta en un sistema de relaciones y posiciones. Los trabajos de Sorá permiten así ubicar el mundo de la edición en una red de relaciones y posiciones jerárquicas, que a partir del análisis de las prácticas de sus exponentes, permite reconstruir un entramado institucional que construye e influye el campo intelectual.

28 Dotti afirma que el estudio de la recepción es ineludible en todo estudio sobre la historia de las ideas en un país. Alejandro Blanco afirma que para realizar su trabajo sobre la recepción de los autores de Frankfurt por parte de Gino Germani tuvo en cuenta aportes de distintas disciplinas que no se reducen a la historia intelectual. El estudio de las marcaciones y selecciones que realizan las editoriales es central para dar cuenta de las mediaciones en la recepción, con intereses particulares. Lo mismo manifiesta Plotkin cuando afirma que la recepción y la lectura siempre es "selectiva, activa y podríamos decir, creativa" (Plotkin, 2009: 103), donde estas operaciones tienen efectos particulares sobre las ideas y sus posibilidades de difusión.

Referencias bibliográficas

1. Adamo, Gabriela. 2012. La traducción literaria en América Latina. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

2. Adamo, Gabriela; Valeria Añón y Laura Wulichzer. 2009. La extraducción en Argentina. Venta de derechos de autor para otras lenguas. Buenos Aires: GCBA - Fundación TYPA.         [ Links ]

3. Altamirano, Carlos. 2008. Introducción General. En Altamirano, Carlos y Jorge Myers, Historia de los intelectuales en América Latina. Buenos Aires: Katz. p. 9-27.         [ Links ]

4. Blanco, Alejandro. 2009. Encuesta sobre el concepto de recepción. En Políticas de la Memoria. No. 8-9, 98-109.         [ Links ]

5. Bottaro, Raúl. 1964. La edición de libros en Argentina. Buenos Aires: Troquel.         [ Links ]

6. Bourdieu, Pierre. 1999. Algunas propiedades de los campos. En su Cuestiones de sociología. Madrid: Istmo. p. 119-126.         [ Links ]

7. Bourdieu, Pierre. 2009a [1999]. Una revolución conservadora en la edición. En su Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba. p. 223-267.         [ Links ]

8. Bourdieu, Pierre. 2009b [1971]. Campo del poder, campo intelectual y habitus de clase. En su Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba. p. 23-42.         [ Links ]

9. Bourdieu, Pierre. 2009c [1990]. Las condiciones sociales de circulación de las ideas. En Bourdieu, Pierre Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba. p. 159-170.         [ Links ]

10. Bourdieu, Pierre. 2011 [1997]. Las reglas del arte. Barcelona: Anagrama.         [ Links ]

11. Bourdieu, Pierre y Roger Chartier. 2010. La lectura: una práctica cultural. En Bourdieu, Pierre. El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo XXI. p. 253-273.         [ Links ]

12. Bourdieu, Pierre y Roger Chartier. 2011. El sociólogo y el historiador. Madrid: Abada.         [ Links ]

13. Burke, Peter. 1991 [1978]. La cultura popular en la Europa Moderna, Madrid: Alianza.         [ Links ]

14. Buonocore, Domingo. 1974. Libreros, editores e impresores de Buenos Aires: esbozo para una historia del libro argentino. Buenos Aires: Bowker editores.         [ Links ]

15. Casanova, Pascale. 2001. La república mundial de las letras. Barcelona: Anagrama.         [ Links ]

16. Certeau, Michel de. 1996. La invención de lo cotidiano. México: Universidad Iberoamericana.         [ Links ]

17. Chartier, Rorger. 1993. Textos, impresos, lecturas. En su Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna. Madrid: Alianza. p. 41-57        [ Links ]

18. Chartier, Roger y Guglielmo Cavallo. 1997. Historia de la lectura en el mundo occidental. Madrid: Taurus.         [ Links ]

19. Chartier, Roger. 2005 [1992]. El mundo como representación. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

20. Darnton, Robert. 1993. Historia de la lectura. En Burke, Peter, ed. Formas de hacer historia. Madrid: Alianza.         [ Links ]

21. Darnton, Robert. 2010. El beso de Lamourette. Reflexiones sobre historia cultural. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

22. De Diego, José Luis. 2006. Editores y políticas editoriales en Argentina, 1880-2000. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

23. Foucault, Michel. 1998. ¿Qué es un autor? En Litoral. No. 25-26, 35-71.         [ Links ]

24. García Garza, Domingo. 2011. Reseña de Le sociologue et l'historien de Pierre Bourdieu y Roger Chartier. En Revista Mexicana de Sociología. Vol. 73, no. 1, 177-180.         [ Links ]

25. García, Eustasio. 1965. Desarrollo de la industria editorial argentina. Buenos Aires: Fundación Interamericana de Bibliotecología Franklin.         [ Links ]

26. García, Luis I. 2009. Encuesta sobre el concepto de Recepción. En Políticas de la Memoria. No. 8-9 , 98-109.         [ Links ]

27. Geertz, Clifford. 1987 [1973]. La interpretación de las culturas. México: Gedisa.         [ Links ]

28. Getino, Octavio. 1995. Las industria culturales en la Argentina: dimensión económica y políticas públicas. Buenos Aires: Colihue.         [ Links ]

29. Getino, Octavio. 2004. Industrias culturales en la Argentina. Los años '90 y el nuevo escenario post-devaluación. En Observatorio Industrias Culturales. Buenos Aires: Subsecretaría de Gestión e Industrias Culturales de la Secretaria de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.         [ Links ]

30. Ginzburg, Carlo. 1994 [1976]. El queso y los gusanos. Barcelona: Muchnik.         [ Links ]

31. Grafton, Anthony. 2007. La historia de las ideas. Preceptos y prácticas, 1950-2000. En Prismas. No. 11, 123-148.         [ Links ]

32. Heilbron, Johan. 1999. Towards a sociology of translation: Book translations as a cultural word-system. En European Journal of Social Theory. Vol. 2, no. 4, 429-444.  http://est.sagepub.com/cgi/content/abstract/2/4/429 Consulta: 15 septiembre 2012.         [ Links ]

33. Laporte, Juan P. 2012. Reseña Historia de la lectura y la escritura en el mundo occidental de Martin Lyons. Buenos Aires: Editoras del Calderón. En Información, cultura y sociedad . No. 27, 130-135 http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-17402012000200010&lng=es&nrm=iso&tlng=es Consulta: 15 julio 2013.         [ Links ]

34. Lyons, Martin. 2012. Historia de la lectura y de la escritura en el mundo occidental. Buenos Aires: Editoras del Calderón.         [ Links ]

35. Mannheim, Karl. 1963. Ensayos de sociología de la cultura. Madrid: Aguilar.         [ Links ]

36. Parada, Alejandro E. 2012. Bibliotecología e Historia del Libro y de las Bibliotecas. En Información, cultura y sociedad No.26, 7-11.         [ Links ]

37. Parada, Alejandro E. 2010. Una relectura del encuentro entre la historia del libro y la historia de la lectura (Reflexiones desde la Bibliotecología/Ciencia de la información). En Información, cultura y sociedad. No. 23, 91-115.         [ Links ]

38. Plotkin, Mariano. 2009. Encuesta sobre el concepto de selección. En Políticas de la Memoria. No. 8-9, 98-109.         [ Links ]

39. Rivera, Jorge. 1998. El escritor y la industria cultural. Buenos Aires: Atuel.         [ Links ]

40. Rubinich, Lucas. 2011. Productores privilegiados de visiones del mundo. Nociones de libertad en disputa. En Rubinich, Lucas y Paula Miguel. 0110: Creatividad, economía y cultura en la ciudad de Buenos Aires 2001-2010. Buenos Aires: Aurelia Rivera. p. 9-44        [ Links ]

41. Sagastizábal, Leandro de y Fernando Estévez Fros. 2002. El mundo de la edición de libros. Buenos Aires: Paidós.         [ Links ]

42. Sapiro, Gisèle. 2009. Les contradictions de la globalisation editorial. Paris: Nouveau Monde.         [ Links ]

43. Sapiro, Gisèle. 2011. El espacio intelectual en Europa entre los sigos XIX y XXI. En Políticas de la Memoria. No. 10-11-12, 57-65.         [ Links ]

44. Sorá, Gustavo. 2004. Editores y editoriales de ciencias sociales: un capital específico. En Plotkin, Mariano y Federico Neiburg. Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en Argentina. Buenos Aires: Paidós. p. 265-284        [ Links ]

45. Sorá, Gustavo. 2011. Traducir la nación. Gregorio Weinberg y el racionalismo del pasado argentino. En Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe. No. 21, 77-99.         [ Links ]

46. Spiegel, Gabrielle. 2006. La historia de la práctica: nuevas tendencias en historia tras el giro lingüistico. En Ayer. No. 62, 19-50.         [ Links ]

47. Tarcus, Horacio. 2007. Marx en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI.         [ Links ]

48. Valinoti, Beatriz C. 2012. Entramados textuales: Aportes para una historia de la cultura escrita. En Memoria Académica Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición (1er: 2012: La Plata). Trabajos presentados. La Plata: UNLP. p. 516-530.         [ Links ]

49. Willson, Patricia. 2004. La constelación del sur. Traductores y traducciones en la literatura argentina del siglo XX. Buenos Aires: Siglo XXI.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License