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Información, cultura y sociedad

versión On-line ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.31 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2014

 

EDITORIAL

 

Articulaciones y paradigmas móviles en Ciencia de la Información

Mobile articulations and paradigms in Information Science

 

Alejandro E. Parada

Secretario de redacción
Información, cultura y sociedad

 


Resumen

En este editorial se analizan las diversas interrelaciones, tanto teóricas como tecnológicas, que impactan en la moderna Ciencia de la Información. Entre varias temáticas, se abordan la denominación actual de la "Bibliotecología", el papel de las bibliotecas en el contexto de las "nuevas formas de sociabilidad", la reconfiguración de las tipologías de las bibliotecas, las formas actuales de colaboración y alianzas, la participación de los usuarios en los procesos de gestión en las bibliotecas, entre otros aspectos que transforman los conceptos de la disciplina en una dinámica de "articulaciones y paradigmas móviles".

Palabras Clave: Bibliotecología; Ciencia de la Información; Aspectos teóricos

Abstract

In this editorial the various relationships, both theoretical and technological, impacting on modern Information Science are analyzed. Among many topics, the current name of "Librarianship"; the role of libraries in the context of "new forms of sociability"; the reconfiguration of the libraries typologies; the current forms of collaboration and partnerships; user participation in the processes of library management are addressed, among other things that transform the concepts of the discipline in a dynamics of "mobile articulations and paradigms".

Keywords: Information Science; Theoretical aspects; Librarianship


 

Las denominaciones de una disciplina responden a diversos motivos. Pueden existir justificaciones académicas, de época, didácticas u otras formas expresivas, tanto similares como divergentes. La especificidad de un campo, en este caso, la Bibliotecología, devenida en los últimos años en Ciencia de la Información (sin el vocablo "Bibliotecología") como un macro estudio que agrupa su tensión dialéctica con las modernas Archivología y Museología1, es un hecho prácticamente incontrastable, ya que el debate sobre la nominación léxica de un área de la información, en cierta medida, plantea la instancia de un perfil epistemológico que aún demanda su resolución final.
En editoriales anteriores2 hemos abordado algunos aspectos de la Ciencia de la Información frente a las "perspectivas imaginadas y reales" que escenifica el posmodernismo virtual acerca de nuestra profesionalidad modelada, precisamente, en ese vórtice casi devorador de la denominación moderna de nuestra área disciplinar, cuya inocencia siempre esta puesta en duda debido a su connotación de identidad política y social: nos referimos a la particularidad ontológica y fenomenológica que denominamos "la información".
El tema de la propia reflexión resulta un núcleo difícil de sortear, aunque fundamental y necesario, en ese juego del dilema de toda profesión inmersa en definir su imagen y operatividad dentro de las Humanidades y las Ciencias Sociales.
John Budd3, en un complejo pero no menos originalísimo libro, intenta aproximarse a esta polémica situación que hace de los bibliotecarios/profesionales de la información agentes sociales con carencias en su pensamiento teórico y, en consecuencia, propicios más a la esfera de la ortodoxia que a la heterodoxia de un pensamiento crítico de sus quehaceres. Como es posible observar, el tema del nombre no solo posee una raíz de operatividad técnica, incluye, en su específica implementación, fundamentos culturales, filosóficos y éticos4. Es posible que aún no se encuentre totalmente cerrada nuestra evocación por el nombre, esto es, "Bibliotecología y Ciencia de la Información" o la unicidad de "Ciencia de la Información", aunque este último término, ya se torna de imposición académica ineludible.
No obstante, el tema de cómo definimos aquello que nos identifica, no constituye un obstáculo para manifestar "las nuevas articulaciones" que presionan sobre nuestra epidermis profesional. Fuera de lo identitario, de lo crítico o acrítico y, quizá, sin ahondar en la ausencia de nuestra inclinación hacia el pensamiento especulativo, hay dimensiones que hoy se presentan en forma rotunda y que reconvierten nuestros significados tradicionales en otros impensados.
Dentro de la esfera de un editorial como el presente solo es posible señalar, en forma soslayada y preliminar, algunas de dichas articulaciones que con una designación casi heideggeriana "se eyectan" en nuestras prácticas y novedosas representaciones modernas de la Ciencia de la Información. Por otra parte, cabe la aclaración que, inequívocamente, estas "articulaciones con significados no pensados" puedan resolverse en profecías auto cumplidas o incumplidas, pues el sino de toda prospectiva, y aún más en la dimensión de un ejercicio colectivo, dentro de una estricta racionalidad, deviene por definición en una constelación imprevisible.
¿Cuáles pueden ser, con este margen de error descripto, algunas -unas pocas- de esas articulaciones que nos acosan en los extramuros de nuestra posmodernidad bibliotecológica, pero de cuño autosuficiente en la actual inmaterialidad de la Ciencia de la Información? El rigor académico exige, pues, una menguada selección que, aunque escasa, puede vislumbrar y trasmitir la naturaleza de las nuevas reconfiguraciones. Para ello, y siempre en el terreno selectivo que necesariamente implica una carencia de otros temas recurrentes, es necesario acudir a la literatura sobre nuestra disciplina, la que se presenta en las publicaciones periódicas sobre la especialidad, en forma dinámica y pujante, como un lugar de tópicos comunes pero no por ello menos valiosos.
Un punto capital para las bibliotecas modernas es, sin duda, que se transformen en las matrices generadoras de nuevas formas de sociabilidad. ¿Qué significa esto? Se trata de aplicar una vieja concepción de Ray Oldenburg y que ha sido retomada y desarrollada por Mathilde Servet5; es decir, hacer de los espacios bibliotecarios una arquitectura humana de intercambios formales e informales centrados, especialmente, en la biblioteca como "un tercer lugar" de encuentro para interrelacionar, comunicar y mediar la complejísima variedad de las necesidades personales de información.
Esto implica un desafío para la Ciencia de la Información, ya que debe asumir que la informalidad actual de los encuentros modernos se basa, en particular, en la intensidad de esa "no-forma estructurada y jerárquica" de las relaciones modernas. El espacio bibliotecario como "tercer lugar" es una arquitectura de la información abierta, donde los documentos impresos y virtuales forman parte de esa nueva sociabilidad por su plasticidad y capacidad de adaptación para "adherirse" a la informalidad de las interrelaciones sociales. Esta revolucionaria sociología urbana de la biblioteca está más allá de las normas y taxonomías profesionales, no tanto en cuestionar el rigor con el cual se trazan los dispositivos estandarizados de las pautas bibliotecarias, sino (y he aquí la magnitud de la empresa) en acompañar y adaptar dichas clasificaciones formales a los cambiantes ámbitos comunitarios de la actualidad.
El proceso, además, posee un instancia de larga duración en el tiempo: es la culminación (o acaso una etapa más) de la conquista del espacio público urbano que comenzó a mediados del siglo XVIII y que ha sido identificado por Jürgen Habermas6. Sin embargo, lo realmente importante de esta conceptuación se enmarca en el proceso de construcción de ciudadanía que han impulsado las bibliotecas desde el siglo XIX a partir del uso público (y compartido socialmente) de la cultura escrita e impresa, tal como lo sostiene Servet: "Los terceros lugares tienen una función política. Promueven el desarrollo del espíritu democrático, proporcionando un marco propicio a los intercambios, a los debates públicos"7.
Otro tema que se impone con gran tensión consiste en la nueva gestión multiétnica de los servicios sociales de la Ciencia de la Información, en el centro mismo de ese plexo polifónico que plantea la imbricación de la Bibliotecología, la Archivología y la Museología, y el cual solo se resuelve con la inclusión de la diversidad económica, social y demográfica del mundo posmoderno. Ya para el caso de Estados Unidos, Keith Michel Fiels8 ha planteado en 2011 la necesidad de comprender que el mundo se está transformando no solo virtualmente sino, además, en el trazado de sus paisajes sociales y étnicos. Las bibliotecas del futuro, aquellas muy próximas a nosotros, esas colecciones materiales e inmateriales que "se proyectan hacia nuestra realidad y desde su concreción aún impalpable", nos advierten que las migraciones de grandes grupos humanos debido a las guerras, las exclusiones materiales, la pobreza estructural, las persecuciones religiosas y, por añadidura, en vísperas de buscar nuevos y más prósperos horizontes para su realización en la esfera del bienestar, impondrán a las bibliotecas del futuro esa capacidad sociológica de absorber e integrar a dichas poblaciones dentro de la mayor diversidad; es en este caso particular, caracterizado por el ámbito o dimensión virtual y física de la biblioteca posmoderna, donde debe urdirse la nueva trama de una agencia bibliotecaria en apertura empática hacia la multiplicidad poblacional del mundo. En este marco, las bibliotecas, en especial las públicas, para cumplir con su mandato social deben ser cada vez más inclusivas de los sectores que tienen menos recursos, es decir, de los desclasados, de los que quedan expulsados por las imposiciones del capitalismo.
Pero también se vislumbran grandes cambios en ciertos paradigmas tradicionales que parecen aún incólumes, no obstante su paulatina erosión que anuncian próximas instancias de ruptura. Tal es el caso de las antiguas divisiones bibliotecarias en cuanto a los tipos de bibliotecas. En una sociedad globalizada, modelada por fragmentos reales y electrónicos que mudan bajo el imperio de una caduca instantaneidad, donde los capitales económicos y las fuerzas de trabajo pierden su localidad para proliferar en una internacionalización de los medios de producción, las actitudes de colaboración bibliotecaria deberán cambiar y fortalecerse a la luz de estas transformaciones. Los diferentes tipos de bibliotecas (nacional, legislativa, universitaria, escolar, pública, especializada, especial) ya no poseen una propia particularidad autosuficiente en su identificación. Muchos profesionales de la información han llamado la atención sobre esta realidad. Concha Varela-Orol recientemente reflexionaba acerca de dicho fenómeno. En la actualidad se están llevando a cabo alianzas en diversos tipos de bibliotecas que, hasta hace poco, jamás se hubieran pensado. De este modo se han consustanciado "alianzas horizontales" entre bibliotecas que usualmente no colaboraban entre ellas: estrategias que abarcan a las bibliotecas universitarias, especializadas, escolares y públicas. Son las nuevas "bibliotecas integradas o bibliotecas de doble uso o duales" (joint-use libraries, combined libraires o dual use libraries). Y también emergen otros vínculos con mayor brío: "las alianzas verticales y de convergencia" de las bibliotecas y los centros tecnológicos universitarios; por ejemplo, los modelos de las bibliotecas universitarias llamados learning resources o "centro de recursos para el aprendizaje y la investigación"9. Estos cambios, que ya datan de hace algunos años, cada vez con mayor intensidad y originalidad, han rediseñado la tradicional cartografía de la Ciencia de la Información.
El futuro, pues, de esta disciplina se centra en una red de complejos vínculos entre los tradicionales tipos de bibliotecas; es decir, tipos de bibliotecas que ya están dejando de responder a la realidad para la cual fueron creadas; estamos, en consecuencia, ante un desfasaje tipológico de las bibliotecas: una transición cuyo epicentro se manifiesta en colaboraciones más independientes y no ceñidas a las herencias taxonómicas que se diseñaron durante el desarrollo del siglo XX.
También se manifiesta un tema de especial significación referido con las redes sociales de la Web 2.0. En este punto, como es bien sabido, la mayoría de las bibliotecas han generado en sus sitios o través de sus repositorios instrumentos tales como Blogs, Facebook, YouTube, Twitter, y otros. Pero los bibliotecarios no solo pueden aspirar al empleo de estas herramientas en el ámbito de sus unidades de información. Sobre todo, en el caso de las bibliotecas públicas, se deben transformar en los "centros nodales" de intercambio de información; esto es, tomar la iniciativa de un papel de liderazgo en el entorno de las redes sociales en sus reclamos de información, de orientación ciudadana, de búsqueda laboral, de asesoramiento jurídico, de sugerencias alternativas relacionadas con las demandas culturales en los momentos de ocio. Muchas bibliotecas ya están realizando estas experiencias con éxito. En este apasionante rol, tal como lo afirma Lee Rainie, los bibliotecarios pueden potencializar los proyectos creativos de sus usuarios y "ayudar a las personas a aprender cómo llegar a convertirse ellos mismos en gestores o creadores de estos nuevos medios"10. Formar, de este modo, una territorialidad donde el "tercer espacio" complemente a la esfera informal de encuentro con las necesidades de información, aunque lideradas por las bibliotecas desde las nuevas redes sociales y así plasmar plenamente la nueva secularización virtual de las mediaciones humanas.
Este concepto lleva a otro tema que tarde o temprano formará parte de la formación curricular bibliotecaria y que constituye una extensión de la Bibliotecología Social: la participación de los usuarios en la gestión de las bibliotecas. Los bibliotecarios, ahora centrados en los dispositivos de las nuevas redes sociales, tendrán que orientar sus decisiones profesionales con las sugerencias (y las decisiones ciudadanas) de sus usuarios, en un nuevo ámbito de participaciones integradoras y abiertas. Esto no significa el malentendido de declinar nuestra formación profesional sino ir, con nuestra profesionalidad, más allá de ella: estar en la vanguardia de las nuevas realidades tecnológicas y de sociabilidad electrónica.
Esta realidad exige un gran esfuerzo de adaptación, pues debemos pensar las bibliotecas modernas, tomando en préstamo un giro antropológico de García Canclini, como geografías en procesos de "hibridación multicultural"11: no son lugares físicos, son espacios reconfigurados por la virtualidad de las personas. Por otra parte, ya se presentan desarrollos profesionales con distintos procesos de automatización y con concepciones insospechadas hasta hace poco tiempo. Un ejemplo de ello son las recientes Plataformas de servicios bibliotecarios (PSBs), que permiten un enfoque dinámico en la gestión de los contenidos y, además, la migración de los sistemas de bibliotecas en servidores locales a los hospedajes de "computación en la nube" (cloud computing)12.
Las "bibliotecas híbridas" reclaman, entonces, nuevas actitudes bibliotecarias; iniciativas que necesitan un estado de apertura especial y, por cierto, retomar las dimensiones de liderazgo social que tuvieron las bibliotecas, por ejemplo, durante los grandes procesos de alfabetización y urbanización en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX.
Todo esto nos conduce al comienzo del presente editorial. Detrás de la complejidad de nuestra identidad nominal, en las últimas fronteras de la Ciencia de la Información, se visualizan otros desafíos bibliotecarios: la encrucijada de nuestro estatus como profesión normalizadora del lenguaje (Web semántica, metadatos, folksonomías, etc.), la heterogeneidad de los nuevos usuarios digitales nativos, la instrumentación de las bibliotecas ahora plenamente pensadas "para la inmaterialidad de los soportes", la mutante desestructuración de la profesión inmersa en un archipiélago de paradigmas móviles, entre otros muchas instrumentaciones. Aspectos y situaciones que trazarán los senderos de una "Ciencia de la Información intercultural", con mayores improntas en la diversidad polimórfica entre lo humano y sus vínculos tecnológicos, y que, a la postre, dependerá de nuestra imaginación para brindar respuestas sustentables y acordes con esa realidad.

Notas

1 Tal como lo ratificaron los docentes integrantes del Área 1 (Fundamentos teóricos de la Bibliotecología y Ciencia de la Información) en el reciente X Encuentro de Directores y IX de Docentes de Escuelas de Bibliotecología y Ciencia de la Información del Mercosur: "La cooperación y el compromiso en la formación profesional" (Buenos Aires, Biblioteca Nacional Mariano Moreno: 1, 2, y 3 de octubre de 2014).         [ Links ]

2 Véase: Parada, Alejandro E. 2013. Perspectivas imaginadas en la Bibliotecología y Ciencia de la Información. En Información, cultura y sociedad. No. 29, 5-12. <http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1851-17402013000200001&script=sci_arttext>; Parada, Alejandro E. 2014. Posmodernismo y Bibliotecología. En Información, cultura y sociedad. No. 30, 5-11. <http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-17402014000100001&lng=es&nrm=iso> [Consulta: octubre 2014].         [ Links ]

3 Budd, John M. 2008. Self-Examination: The Present and Future of Librarianship. Westport, CT: Libraries Unlimited.         [ Links ]

4 Budd, John M. 2006. Toward a practical and normative ethics for Librarianship. En The Library Quarterly. Vol. 76, no. 3, 251-269.         [ Links ]

5 Servet, Mathilde. 2010. Les bibliothèques: troisième lieu. En BBF. T. 55, no. 4, 57-63.         [ Links ]

6 Habermas, Jürgen. 1981. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gustavo Gili.         [ Links ]

7 Servet, Mathilde. 2010. Les bibliothèques: troisième lieu. En BBF. T. 55, no. 4, 58. Para un desarrollo más profundo sobre este tópico, véase: Servet, Mathilde. 2009. Les bibliothèques troisième lieu. Paris: ENSSIB. <http://www.enssib.fr/bibliotheque-numerique/documents/21206-les-bibliotheques-troisieme-lieu.pdf> [Consulta: 4 junio 2014].         [ Links ]

8 Fiels, Keith Michael. 2011. A library "state of the state": trends, issues, and myths. En Advances in Librarianship. Vol. 34, 3-17.         [ Links ]

9 Varela-Orol, Concha. 2011. ¿Hacia un nuevo paradigma bibliotecario? El nuevo orden digital. En El profesional de la información. Vol. 20, no. 5, 564-570. <http://eprints.rclis.org/16147/1/paradigma.pdf> [Consulta: junio 2014].         [ Links ]

10 Rainie, Lee. 2010. How libraries can survive in the new media ecosystem. En El profesional de la información. Vol. 19, no. 3, 308-314. <http://www.elprofesionaldelainformacion.com/contenidos/2010/mayo/rainie.pdf> [Consulta: agosto 2014].         [ Links ]

11 García Canclini, Néstor. 2008. La globalización imaginada. Buenos Aires: Paidós. p. 87.         [ Links ]

12 Breeding, Marshall. 2011. Current and future trends in information technologies for information units. En El profesional de la información. Vol. 21, no 1, 9-15. <http://www.elprofesionaldelainformacion.com/breeding-espanol.pdf> [Consulta: junio 2014].         [ Links ]

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