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Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica

versão On-line ISSN 1851-2372

Bol. Soc. Argent. Bot. vol.52 no.1 Córdoba mar. 2017

 

OBITUARIO

El Julián cotidiano: docente, investigador, artista…

El Ing. Agr. Julián Cámara Hernández dedicó su vida profesional, de más de cincuenta años, a la investigación y la docencia, ensambladas y enriquecidas sabiamente por sus aptitudes artísticas para el dibujo, la pintura y la fotografía.
Quedó marcado por el entusiasmo y la visión de futuro de su maestro, el Ing. Agr. Lorenzo R. Parodi y se hizo cargo del compromiso de devolver el bien recibido en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. La investigación realizada en el Laboratorio de Recursos Genéticos Vegetales "N. I. Vavilov" de la Cátedra de Botánica Sistemática, comenzó con el estudio de material coleccionado por el Ing. Parodi y continuó con las colecciones posteriores.
Conjugaba la libertad del espíritu artístico en sus diversas formas con el rigor científico para respaldar sus trabajos. Era estricto en las exigencias para la redacción de los trabajos científicos propios y ajenos, sin el uso del lenguaje coloquial ni de la "jerga de laboratorio".
En la actividad docente, todos los años preparaba sus clases como si fuera la primera vez que iba a desarrollar cada tema y con el deseo de entusiasmar a los nuevos alumnos en el conocimiento de las plantas, indispensable directa o indirectamente para cualquier futura orientación en la carrera. Esto lo señalaba en una carta que entregaba a los alumnos al comenzar el curso. En la misma resaltaba el aprendizaje productivo, dependiente de la predisposición para la tarea diaria y más allá de las obligaciones para aprobar la materia y hacía hincapié en el progreso diario. Insistía en la observación detallada de las plantas, "únicos organismos que guardan un rayo de sol y su energía en un terrón de azúcar".
Tenía mucha paciencia para volver a explicar a los alumnos los temas que no entendieran, siempre y cuando los problemas planteados fueran fruto del estudio y no un pedido de repetición por no haber estudiado. Asimismo, si durante un examen advertía que algún alumno se ponía nervioso con sus preguntas, hacía que otro docente preguntara y él escuchaba mientras hacía sus famosos dibujos. Ha quedado un rico anecdotario de situaciones jocosas durante los exámenes finales, cuando los alumnos utilizaban términos difíciles y les preguntaba su significado.
Creó, con la colaboración del Centro de Educación a Distancia de la Facultad, el Jardín Botánico Virtual "Lorenzo R. Parodi" donde aportó su valiosa colección de fotografías. Según sus palabras "un Jardín Botánico al que se puede concurrir a pesar de las lluvias y de los mosquitos".
El Julián cotidiano regaba las plantas de la huerta del Jardín Botánico con agua con cal, y ponía el cartel "tratadas con veneno" para que los visitantes furtivos no se las comieran antes de que los alumnos pudieran verlas. Todos los años regalaba a los alumnos semillas de Ginkgo biloba, con la explicación de que tener una planta de Ginkgo era como tener un dinosaurio en el Jardín. Muchos años después, los alumnos le contaban que todavía cuidaban su Ginkgo.
Vivía, como le gustaba decir "a 265 pasos" (medidos por él) de la Facultad. Esto le permitía ir a almorzar a su casa con su familia, pero además trabajar en su laboratorio sábados y domingos sin horario.
El Julián que amaba viajar, en sus innumerables viajes de colección cuando veía antiguas terrazas de cultivo imaginaba a los agricultores prehispánicos trabajando en ellas. Consideraba importante involucrar a quienes practican la agricultura familiar para el uso del maíz en la alimentación. Rechazaba la idea de mantener las razas autóctonas de maíz a expensas de que los cultivadores actuales continuaran viviendo como en la época de sus ancestros y como consecuencia de un malentendido "indigenismo". Fue muy querido y respetado por los cultivadores de las zonas que visitaba, quienes lo consultaban también acerca de sus otros cultivos.
Mientras trabajaba en el cultivo experimental en el Pucará de Tilcara, era capaz de escuchar impasible la historia de que en el Museo Arqueológico de Tilcara las momias escribían a máquina durante la noche, tanto como de explicar cómo se multiplicaba el maíz, rebatiendo la idea de que las plantas de maíz se casaban de noche, como se afirmaba.
Tanto en la Facultad como durante los viajes de colección acostumbraba hacer referencias afectuosas acerca de su esposa Maggie, sus hijos Verónica y Diego y, más tarde, también de sus nietos.
El Julián emprendedor y entusiasta hasta pocos días antes de su fallecimiento desarrolló sus clases normalmente en el curso de Botánica Sistemática y en el curso de Collages Vegetales.
Nos cuesta mucho hablar de Julián en tiempo pasado.
En la Cátedra surgen recuerdos que no podemos ni deseamos evitar: cuando florecen nuevas plantas, cuando tomamos exámenes… Entre los lindos recuerdos, está el de las Cenas de Egresados cuando los ex alumnos, que ya habían cambiado el Usted por el tuteo afectuoso, se acercaban a saludarlo y especialmente en 2015, cuando a la medianoche, con motivo de su cumpleaños número 83, le cantaron "las mañanitas".
Luego de una vida tan plena en todos los aspectos, podemos imaginarlo diciendo como el poeta:
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Ana María Miante Alzogaray

Facultad de Agronomía, UBA

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