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Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica

versión On-line ISSN 1851-2372

Bol. Soc. Argent. Bot. vol.52 no.4 Córdoba dic. 2017

 

ETNOBOTÁNICA

Etnobotánica de la alimentación entre los indígenas moqoit actuales de la provincia del Chaco (Argentina) y comparacion con fuentes históricas de los siglos XVIII y XX

 

Cintia N. Rosso y Gustavo F. Scarpa1

1 División Botánica del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET), Av. Ángel Gallardo 470, C1405DJR Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina; autora para correspondencia: cintia_rosso@macn.gov.ar


Resumen

A partir de información genuina registrada a campo, se identifican las plantas empleadas actualmente como alimentos por los indígenas moqoit de la provincia del Chaco (Argentina), así como sus aplicaciones específicas. Se identifican 51 taxones vegetales pertenecientes a 25 familias botánicas, empleadas por los moqoit en 76 preparaciones culinarias y/o formas de consumo. Las especies con mayor cantidad de usos son Bromelia hieronymi (5), Aechmea distichantha, Araujia odorata y Sarcomphalus mistol (4). El 80% de las plantas (41 especies) son nativas del bosque chaqueño e involucran al 82% de los usos. Prevalece el uso de partes vegetales crudas, principalmente frutos. La comparación con lo registrado durante el siglo XVIII por misioneros jesuitas y a mediados del XX por Martínez-Crovetto muestra que los índices de similitud más altos se obtienen entre estos últimos y los datos actuales (0.67). Las diferencias registradas se deberían a las transformaciones producidas por el impacto de la sociedad englobante sobre los moqoit, quienes reemplazaron gradualmente sus ítems alimentarios. Se registra por vez primera para indígenas del Gran Chaco el uso comestible de los frutos frescos de Scutia buxifolia, de las flores de Glandularia peruviana y de las cenizas de cfr. Sporobolus spartinus como sal.

Palabras clave: Moqoit; Gran Chaco; Etnobotánica; Plantas alimenticias.

Summary

Alimentary Ethnobotany among present moqoit indian people of Chaco province (Argentina) and comparison with historical sources of 18th and 20th centuries

Plants used as food by Moqoit indian people from Chaco province (Argentina) as well as their specific applications, are here identified from genuine source of information taken during fieldworks. A total of 51 plant species belonging to 25 botanical families, are employed by Moqoit people in 76 forms of preparation and/or consumption. Bromelia hieronymi (5), Aechmea distichantha, Araujia odorata, and Sarcomphalus mistol (4), are the edible plants mostly used. Eighty percent of which (41 species) are native from the Chaco forest, encompassing 82 % of total uses. Raw fruits are the prevalent plant part and form of consumption registered. Comparison with similar data taken during 18th century by jesuit missionaries and during the mid of 20th by Martinez-Crovetto, shows the higher similarity index between the latter ones and those taken at present (0.67). These differences should be explained by the impact of western society over moqoit people, as a consequence of which they were gradually replacing their food items. The edible use of fresh fruits of Scutia buxifolia, the flowers of Glandularia peruviana and the ashes of cfr. Sporobolus spartinus as salt, are here referred to Gran Chaco indigenous people for the first time.

Key words: Moqoit; Gran Chaco; Ethnobotany; Food plants.


 

Introducción

Los mocovíes (moqoit) se dedicaban tradicionalmente a la caza, la recolección y a la pesca, además de haber practicado una horticultura incipiente, tareas llevadas a cabo por grupos familiares que se fisionaban en otoño-invierno y se fusionaban en primavera-verano (Braunstein, 1983). Durante este último período se llevaban a cabo distintas actividades que afianzaban los lazos entre ellos, como celebraciones de diversos tipos en las que se elaboraban y consumían preparaciones a base de vegetales recolectados (Citro, 2008; Rosso, 2012). Según fuentes históricas, estas poblaciones se encontraban ubicadas más al norte que en la actualidad, en la zona cercana al río Bermejo, ya que en el transcurso del siglo XVIII se trasladaron hacia las cercanías del río Paraná. En dicha época los mocovíes fueron uno de los primeros grupos de la zona meridional del Gran Chaco que se asentaron en reducciones administradas por sacerdotes de la Compañía de Jesús, como las de San Javier y San Pedro (Maeder & Gutiérrez, 1995). Al mismo tiempo, las campañas militares llevadas a cabo entre 1870 y 1884 por el gobierno argentino (Maeder, 1977) y la aparición de colonos europeos se conjugaron para que los indígenas de la región paulatinamente fueran incorporándose como mano de obra a la producción capitalista, como obrajes de madera, ingenios azucareros o chacras algodoneras al ver reducido los territorios para las actividades de subsistencia tradicionales (Iñigo Carrera, 1983). En la actualidad, las comunidades mocovíes se encuentran ubicadas en su gran mayoría al sur de la provincia del Chaco y al norte de la provincia de Santa Fe, asentadas en áreas periurbanas y rurales. Entre sus ocupaciones se cuenta el trabajo como jornaleros, en labores agrícolas o forestales, como docentes, enfermeros, agentes sanitarios u otras tareas asalariadas, o bien arriendan o trabajan sus propias fincas.
Entre los antecedentes sobre la etnobotánica de la alimentación para grupos indígenas del Chaco se encuentran los estudios de Martínez-Crovetto (1964; 1965), Vuoto (1981) y Martínez (2012) para los qom; Arenas (1981; 1982; 2003) para los maká, qom-ñachilamole’ek y wichi-lhukutax; Maranta (1987) y Suárez (2014) para los wichí; Schmeda- Hirschmann (1994; 1998) para los ayoreo; Filipov (1996) para los pilagá; Arenas & Scarpa (2007) para los chorote y de Montani & Scarpa (2016) para los tapiete. Sin embargo, todavía nos encontramos en una etapa descriptiva de la etnobotánica de la alimentación de cada uno de los grupos, resultando escasos los estudios comparativos a este respecto entre grupos chaqueños. Entre estos últimos se cuentan los de Arenas & Scarpa (2007) para los chorote y su comparación con otras cuatro etnias y, en especial, el de Scarpa (2009) que compara las plantas alimenticias entre diez grupos indígenas del Gran Chaco.
Respecto a los indígenas moqoit el equipo de investigación del Laboratorio de Etnobotánica del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) ha venido desarrollando una serie de trabajos tendientes a recuperar datos históricos -hallados en fuentes de distinta naturaleza-, como únicos antecedentes de su etnobotánica. En primer lugar, se han analizado las correspondencias botánicas (Rosso & Scarpa, 2012) y las prácticas alimentarias (Rosso, 2012; Rosso & Medrano, 2013) asociadas a las plantas incluidas en la obra del jesuita Florián Paucke ([s/f] 2010), sobre los mocovíes asentados en la reducción jesuita de San Javier (provincia de Santa Fe) durante el siglo XVIII. También hemos rescatado y analizado datos inéditos de Martínez- Crovetto sobre su fitonimia (Scarpa & Rosso, 2014a), y distintos usos de las plantas, incluidos los alimentarios (Scarpa & Rosso, 2014b; Martínez- Crovetto, 2014†), obtenidos a finales de la década de 1960. Desde la perspectiva de la antropología de la alimentación, como antecedente subsidiario, se pueden citar los trabajos de López (2007) para los moqoit de la provincia del Chaco, así como los de Camargo & Escobar (2015) y Ruatta (2009) para los de la provincia de Santa Fe. Sin embargo, no existe a la fecha ningún trabajo que analice desde la perspectiva estrictamente etnobotánica, de manera exhaustiva y documentada, las prácticas alimentarias de este grupo humano.
A inicios del siglo XX comienza el desarrollo de la producción agrícola, en especial la del algodón, y la explotación ganadera en el sudoeste de la provincia del Chaco. Estas transformaciones modificaron el entorno de manera tal que comunidades asentadas en áreas periurbanas (barrios de la ciudad de Villa Ángela como Lote 20 y Cacique Catán) ya casi no tienen acceso a los recursos vegetales, mientras que otras del espacio rural sólo cuentan con franjas de vegetación nativa que desaparecen cada vez con mayor rapidez a expensas de usos agrícolas (como Colonia Gral. Necochea y La Tigra, en los departamentos de Chacabuco y O’Higgins, respectivamente). Otro de los factores que ha transformado el uso de alimentos vegetales silvestres lo constituiría el cambio cultural operado sobre esta etnia, al igual que lo registrado para otros grupos humanos del Gran Chaco. Debido a la recopilación de los datos históricos sobre la etnobotánica alimentaria moqoit realizada por los autores, es posible analizar, evaluar e interpretar desde una perspectiva diacrónica la dimensión que habrían adquirido dichas transformaciones a partir de su comparación con los datos actuales.
En este marco, los objetivos de este trabajo son: 1) identificar las plantas y sus aplicaciones específicas asociadas a la alimentación de los moqoit actuales de la provincia del Chaco, 2) comparar estos datos con los registrados durante el siglo XVIII por misioneros jesuitas y durante mediados del XX por Martínez-Crovetto, 3) interpretar los resultados de dicha comparación.

Materiales y Métodos

Se efectuaron ocho campañas a los asentamientos moqoit de Colonia Gral. Necochea (Departamento Chacabuco), San Bernardo y La Tigra (Departamento O’Higgins), Colonia El Pastoril y Lote 20 (Departamento L. J. Fontana), localizados hacia el sudoeste de la provincia del Chaco (Fig. 1), entre noviembre de 2008 y octubre de 2016. El clima del área es subtropical con estación seca, con una precipitación media anual de 800-900 mm. Desde el punto de vista fitogeográfico, se ubica en el distrito del Chaco de Transición (Prado, 1993), caracterizado por una composición florística que combina tanto elementos del Chaco Húmedo como del Chaco Seco y comunidades vegetales distintivas, como los bosques de tres quebrachos: “blanco”, Aspidosperma quebracho-blanco Schltdl., “colorado chaqueño”, Schinopsis balansae Engl., y “colorado santiagueño”, S. lorentzii (Griseb.) Engl. Las áreas boscosas de esta zona fueron profundamente degradadas tanto por la extracción forestal y la expansión de la actividad agrícola, como por el disturbio que supone la actividad ganadera y la concomitante fragmentación de las comunidades vegetales. Esta situación afectó la abundancia y la disponibilidad de plantas alimenticias y, por ende, su utilización y transmisión cultural asociada por parte de los indígenas.
Durante el trabajo de campo se aplicó el método de observación participante y se efectuaron entrevistas abiertas y semiestructuradas a un total de 23 colaboradores indígenas sobre las plantas alimenticias y sus aplicaciones específicas (Alexiades, 1995; Martin, 1995). Las preguntas más relevantes giraron en torno a las plantas y partes utilizadas, formas de su preparación y consumo y nivel de actualidad de las prácticas asociadas, entre otras. Sus edades se ubican en el rango comprendido entre los 18 y 89 años y la proporción de hombres y mujeres fue de 65,2% y 34,8%, respectivamente. La información obtenida fue grabada en español en forma digital y/o transcripta en cuadernos de campo. Los datos de este trabajo se obtuvieron con el consentimiento informado de los colaboradores entrevistados. En su compañía se coleccionó la mayor parte del material vegetal.
Debido a los mencionados procesos de transformación del entorno vegetal se implementaron estrategias de obtención de información alternativas, a fin de registrar
datos etnobotánicos de taxones que ya no se encontraban en el área. Una de estas consistió en trasladarnos junto con los colaboradores al Parque Nacional Chaco (Fig. 1) a los fines de coleccionar e indagar sobre la significación de especies vegetales que ya no pueden ser localizadas en los territorios que habitan actualmente. Otra técnica fue la implementación de entrevistas –del mismo tipo que las ya mencionadas -realizadas sobre material coleccionado previamente en otras áreas (por ejemplo, Santiago del Estero), o sobre la base de fotografías propias de especies nativas de la región chaqueña que permitieran referenciar aquellas plantas que no fueron observadas en compañía de los colaboradores. Por último, unos pocos taxones no pudieron ser coleccionados –por no haber sido hallados a campo-, o bien se encontraron estériles en todas las campañas realizadas, razones por las cuales su identificación aquí referida resulta tentativa y aproximada. La determinación botánica de los ejemplares coleccionados fue realizada por los autores. Los especímenes fueron acondicionados y depositados en el Herbario del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (BA). Los nombres científicos se actualizaron según la base de datos Flora Argentina (2015) del Instituto de Botánica Darwinion y de la base de datos Tropicos.org (2014) del Missouri Botanical Garden.


Fig. 1.
Mapa de las principales localidades referidas en el texto.

Respecto a la notación lingüística de los fonemas que se diferencian del español, seguimos la propuesta de Gualdieri (1998; 2006): “y”: oclusiva palatal sonora, “x”: oclusiva uvular sonora, “´”: oclusiva glotal, “q”: oclusiva uvular sorda, “h”: fricativa glotal sorda, “k´”: oclusiva velar sorda, y “sh”: fricativa palatal.
Como metodología comparativa entre los taxones alimenticios actuales y aquellos procedentes de las dos fuentes históricas consideradas, se calculan para cada una de las combinaciones resultantes el índice de similitud de Sørensen. Este índice calcula el número de especies comunes entre las diferentes fuentes en función de todas las especies consideradas en ambas fuentes a partir de la fórmula S = 2C / (A + B) (siendo “A”: número total de especies en la fuente A; “B”: número total de especies en la fuente B y “C”: número de especies compartidas en las fuentes A y B) (Matteucci & Colma, 1982).

Resultados

Taxones alimenticios actuales
Se registran 51 taxones vegetales empleados por los moqoit en 76 preparaciones culinarias y/o formas de consumo. Las especies más importantes según cantidad de usos alimenticios son Bromelia hieronymi Mez (con 5 usos), Aechmea distichantha Lem., Araujia odorata (Hook. & Arn.) Fontella & Goyder y Sarcomphalus mistol (Griseb.) Hauenschild (con 4 usos cada una), Prosopis alba Griseb., P. nigra (Griseb.) Hieron. y Zea mays L. con 3 usos cada una, entre otros. Estas especies pertenecen a 25 familias botánicas, entre las que se destacan las Cactaceae (15 usos), Fabaceae (10), Bromeliaceae (10), Rhamnaceae (5), Solanaceae (4), Poaceae (4) y Apocynaceae (4). El 80% de las plantas (41 taxones) son nativas del bosque chaqueño e involucran el 82% de los usos, mientras que el resto (10) son exóticas cultivadas y sólo incluyen el 18% de las preparaciones. La mayoría de los datos etnobotánicos fueron consensuados por dos o más informantes (66%), mientras que el resto sólo fue referido por un solo colaborador moqoit. En la Tabla 1 se refieren los taxones alimenticios agrupados por familia botánica ordenadas alfabéticamente, parte utilizada, aplicación específica y material estudiado para cada uno de ellos.

Tabla 1. Taxones alimenticios moqoit.




En cuanto a las formas de preparación o consumo prevalece el uso de partes vegetales crudas (37 usos; 47%), mayormente frutos, limitándose las demás aplicaciones a menos del 10 % cada una de ellas (Fig. 2). Las partes vegetales más consumidas como alimentos son los frutos (60; 73,6%) y en mucho menor medida las hojas (6; 7,8%), raíces (3; 3,9%), semillas, flores, meristemas, parte aérea (2; 2,6% cada una), tubérculo (1; 1,3%) y polen (1).


Fig. 2.
Formas de preparación o consumo de las plantas alimenticias.

Dadas las transformaciones mencionadas, la mayoría de los alimentos vegetales silvestres que los propios indígenas afirman haber sido consumidos en el pasado, han sido reemplazados por otros de origen manufacturados que adquieren en los comercios. Por ende, su alimentación actual es semejante a la de sus vecinos criollos, elaborada principalmente sobre la base de harinas, cereales y productos cárneos. En efecto, a partir de su relación con grupos criollos se habría favorecido la incorporación de algunas formas de preparación y consumo criollas tales como el “patay” y el “bolanchao”, elaborados a partir de los frutos molidos de S. mistol y de especies de Prosopis. El “patay” consiste en una especie de torta seca y achatada, elaborada a partir de la harina apelmazada y prensada sobre un molde circular, a la que se le agrega agua y se hornea. El “bolanchao” consiste en bolillos hechos de frutos molidos de S. mistol cubiertos por una fina capa de harina de especies de Prosopis (Scarpa, 2012). En la actualidad, pudo registrarse que sólo se consume harina de “algarroba” (Prosopis alba) y “ají del monte” (Capsicum chacoense Hunz.) en algunos hogares, ocasionalmente frutos de "tala" y de "mistol" y las flores de Glandularia peruviana (L.) Small que algunos niños liban de manera lúdico-recreacional por su gusto ligeramente dulce.

Conceptualización de los alimentos vegetales silvestres
Al igual que López (2007) registramos que los moqoit agrupan a la mayoría de los alimentos vegetales silvestres dentro de una categoría que denominan “comida de los antiguos” o “alimentos naturales”. Esta clase de alimento era obtenido por las antiguas generaciones moqoit (consideradas como cuasi “míticas”) durante las partidas de recolección que realizaban en el “monte”. Por este motivo, según nuestros colaboradores, estos gozaban de una excelente salud: “Los antiguos nunca se enferman” (VT, La Tigra, 49 años). En cambio, los “nuevos” (moqoit actuales) serían propensos a la enfermedad al haber abandonado las antiguas prácticas alimentarias y haber incorporado otras provenientes de la sociedad englobante: “La gente nueva ya parece que nos acostumbramos de otra manera, de otra cultura que hemos aprendido (…) lo que la naturaleza ofrece ya estamos dejando ya de consumirlo, ya casi no comemos, en esta época que nos toca vivir ya somos débiles porque ya hemos dejado de comer lo que en un principio nuestros abuelos comían” (SL, Colonia Gral. Necochea, 57 años). Si bien la pérdida de estas prácticas es asociada a condiciones negativas, al mismo tiempo es considerada como inevitable: “Ya no es lo de antes, la gente ya quiere comer cosas más finas, las cosas de la naturaleza no las quieren comer, ya se aburrieron” (VT, La Tigra, 49 años). Esta misma frase muestra la relación que existe entre el consumo de cierta clase de alimentos y un status social más elevado (“cosas más finas”). Otro justificativo que los moqoit esgrimen para explicar el abandono de ciertas prácticas alimentarias es que algunas preparaciones implicaban varios pasos y llevaban mucho tiempo de elaboración: “Una vez lo hice, pero era mucho trabajo, había que hervir varias veces el poroto del monte (Cynophalla retusa (Griseb.) X. Cornejo & H.H. Iltis)” (HM, Colonia Gral. Necochea, 53 años). En contrapartida, los alimentos adquiridos en los comercios cercanos son de fácil y rápida preparación (harinas, fideos, arroz).
En congruencia con lo anterior, se pudo observar a campo que sus actitudes frente a la disponibilidad de estos recursos (durante la colección del material vegetal) era de indiferencia y desinterés respecto a su potencial recolección para su futuro empleo o acopio, aun hallándose estos en las cercanías de sus viviendas (como Prosopis sp.). Sólo se pudo registrar el consumo ocasional de frutos de “pencoshik” (Celtis sp.) y “nallik” (S. mistol), así como la libación de “margarita punzó” (G. peruviana) durante los recorridos etnobotánicos.

Taxones alimenticios de fuentes históricas. Comparación
En la Tabla 2 se indican las cantidades totales de los taxones alimenticios para cada una de las fuentes de procedencia de los datos, así como el número de aquellos compartidos entre sí. Asimismo se indican los índices de similitud de Sørensen para cada combinación de fuentes (entre paréntesis), calculados a los fines de servir como medida comparativa de los taxones alimenticios registrados. En primera instancia, puede observarse una diferencia sustancial entre las
cantidades totales registradas para cada fuente. En efecto, Martínez-Crovetto (2014†) ha referido casi un 30 % más de plantas alimenticias moqoit que los señalados por Paucke ([s/f] 2010) en el siglo XVIII y los autores en la actualidad. Sin embargo, se observa que la cantidad de taxones alimenticios registrados actualmente resultó similar en comparación con los de Paucke, tanto en términos de plantas silvestres como cultivadas. Como era previsible por el tiempo transcurrido, las concordancias entre los datos de Martínez-Crovetto registrados en la década de 1960 y los nuestros actuales resultaron mayores que entre éstos y los referidos por Paucke en el siglo XVIII (además de representar el máximo calculado). De todas maneras, debe destacarse el bajo valor de este último índice (0.67), en términos absolutos, lo cual se explica por el alto número de taxones alimenticios no compartidos entre nuestro trabajo y Martínez- Crovetto (2014†) (25). A pesar de los bajos valores del índice de similitud entre Paucke y las demás fuentes, estos dan cuenta de una mayor semejanza entre las actuales y el de Paucke (0.46), en relación con el resultante de la comparación entre Martínez-Crovetto y Paucke (0.37).

Tabla 2. Comparación de taxones alimenticios entre fuentes de datos.

Discusión

A continuación se analizan los resultados obtenidos a campo por los autores, luego se interpretan los resultados derivados de la comparación con fuentes históricas a nivel cuantitativo y cualitativo, para finalmente discutir las conceptualizaciones actuales de los alimentos vegetales silvestres de los moqoit.
En cuanto a los datos actuales, el hecho de que Cactaceae sea la familia botánica más representada resulta coincidente con lo registrado para la mayoría de los grupos indígenas chaqueños (Scarpa, 2009; Montani & Scarpa, 2016). También resultan similares la parte vegetal más aprovechada (frutos), así como la forma de consumo más empleada (crudo). La diversidad de plantas alimenticias relevadas (51 taxones) es del mismo orden que la hallada entre otras etnias del Gran Chaco, aunque el número de preparaciones (76) resulta significativamente menor respecto a otros grupos (Arenas & Scarpa, 2007; Scarpa, 2009). Como en otras etnias chaquenses una de las formas de condimentar la comida ha sido el uso de sales preparadas a partir de cenizas de partes aéreas de ciertas plantas (Scarpa, 2009), aunque actualmente hayan sido reemplazadas por sal adquirida en comercios. El consumo de flores asadas es poco frecuente entre los indígenas, ya que la modalidad más usual es someterlas a hervor. Sin embargo, al igual que los autores registramos para los moqoit, Scarpa & Arenas (2002) citan el consumo asado al rescoldo de las flores de Harrisia entre los ayoreo.
En términos cualitativos se registra aquí por vez primera para los indígenas del Gran Chaco el uso alimentario de los frutos frescos de Scutia buxifolia Reissek (Rhamnaceae), de las flores de Glandularia peruviana (Verbenaceae) y de las cenizas de la parte aérea de cfr. Sporobolus spartinus (Poaceae) como de condimento para
comidas. Esto se infiere a partir de contrastar las especies comestibles moqoit con las registradas en Scarpa (2009) para 10 frupos étnicos del Gran Chaco y con las últimas contribuciones sobre esta temática publicadas para los wichí (Suárez, 2014) y para los tapiete del Chaco Semiárido (Montani & Scarpa, 2016). Sin embargo, el mismo uso alimentario de las flores de G. peruviana ha sido registrado por Scarpa (2012) para los criollos de dicha región lo cual, en concordancia con el nombre vulgar asignado (“margarita punzó”), permitiría inferir que dicha práctica se trata de un préstamo criollo.
A pesar que el número de plantas alimenticias registrado en la actualidad es similar al referido por Paucke en el siglo XVIII, sólo comparten entre sí la mitad de los taxones botánicos identificados en uno y otro caso. Aquellos taxones no compartidos corresponden, en su mayoría, a plantas cultivadas a instancias de los propios misioneros, que cayeron en desuso (por ejemplo, el “romero”, Rosmarinus officinalis L.). Este hábito de cultivar especies europeas en América fue parte de un proceso de “occidentalización”, definido como la importación de un modo de vida europeo desde América, que se intentaba propiciar tanto en los ámbitos misionales como en las poblaciones fundadas por europeos (Gruzinski, 2007). Parte de estas plantas fueron incorporadas en el repertorio cultural de las poblaciones indígenas y criollas a partir de las interacciones que se daban con los colonizadores de dicho origen. Por último, otros taxones no compartidos entre Paucke y la actualidad corresponden a plantas que no hemos podido registrar por el hecho de vegetar en una ecorregión en la cual no realizamos trabajo etnobotánico, como la selva paranaense, por ejemplo, Hexachlamys edulis (O. Berg) Kausel & D. Legrand, mientras que, sobre las otras, o bien no indagamos o bien se habrían perdido indudablemente.
Es posible suponer que los bajos valores de similitud hallados entre las fuentes más actuales (Martínez-Crovetto y esta contribución) respecto a la de Paucke del siglo XVIII (menores a 0.46), se explicarían como consecuencia de las profundas transformaciones observadas en los tipos y diversidad de taxones alimenticios aprovechados debido al largo tiempo transcurrido. Sin embargo, esto no concuerda con los resultados obtenidos en términos absolutos, en tanto que Martínez- Crovetto obtuviera mayor diversidad de estos que Paucke, unos 200 años más tarde. Ahora bien, ¿cómo se explicaría esta situación si lo observado más frecuentemente en los registros etnobotánicos es una disminución de los taxones alimenticios empleados a medida que nos alejamos de los tiempos históricos? Las explicaciones posibles a estos resultados serían de dos tipos. En primer lugar, Florián Paucke no era un naturalista ni se hallaba imbuido de un especial apego al registro etnográfico, como concluye Rosso (2012) en su tesis sobre el análisis de la obra histórica de interés etnobotánico de dicho autor. Asimismo, el hecho de que muchas de estas plantas no se hallaran en la periferia ni cerca de las misiones donde aquél desempeñaba cotidianamente sus tareas, sumado a no haber sido especialmente afecto a emprender expediciones al Chaco “Gualamba” (es decir, no colonizado por extranjeros a fines del siglo XVIII), podría haber dificultado o imposibilitado su registro. Todo esto, de manera conjunta, podría explicar el escaso número de ítems alimentarios registrados por Paucke. Sin embargo, otra explicación plausible del alto número de plantas alimenticias referidas por Martínez Crovetto en relación a Paucke, estribaría en la posibilidad de adquisiciones o préstamos culturales provenientes de otros grupos étnicos con los que estuvieron contactados luego de la expulsión de los jesuitas a fines del siglo XVIII. Debido a que esto último nunca pudo comprobarse hasta ahora para ninguno de los grupos étnicos chaquenses, consideramos que la primera hipótesis planteada sería la más probable para explicar las diferencias entre dichas fuentes.
El bajo valor del índice de similitud resultante de comparar los datos actuales con los de Martínez- Crovetto, se debería en gran parte a que un conjunto de plantas atribuidas como comestibles entre los moqoit por Martínez-Crovetto (2014†), publicado por Scarpa & Rosso (2014b), resultaría a todas luces dudosa. Entre estas merecen citarse plantas nunca señaladas como comestibles para ningún grupo indígena del Gran Chaco, tales como Nicotiana longiflora Cav., Desmanthus tatuhyensis Hoehne, Chloris sp. y los frutos de Schinus fasciculatus (Griseb.) I.M. Johnst. y S. longifolius (Lindl,) Speg., sensu Scarpa (2009), lo que ameritaría mayores estudios al respecto que convaliden o no estas afirmaciones. De todas maneras, la mayor cantidad de plantas alimenticias registradas por Martínez-Crovetto en relación a las aquí presentadas, estribaría en que la mayor parte de ellas se empleaban en el pasado pero ya no se consumen por los mocovíes y quedan sólo en la memoria de la gente mayor, como sucede entre otros grupos chaqueños (Arenas & Scarpa, 2007).
Los resultados hallados acerca del desuso de muchos vegetales silvestres como alimento son congruentes con lo afirmado hace varias décadas atrás por Martínez-Crovetto (1970) en estos términos: “Las [plantas] alimenticias principalmente toman ahora un valor secundario, pasando a ser una golosina para los chicos, o terminando en el desuso”. Esto y lo registrado por los autores nos permite inferir que las razones de tal abandono se debería a un complejo proceso histórico que incluye tanto cambios económicos y ecológicos producidos en la región por la sociedad englobante, como así también a transformaciones socio-culturales de la sociedad moqoit. Entre los aspectos ecológicos que habrían determinado dicho abandono merecen señalarse los fenómenos de degradación del bosque nativo por el avance de la frontera agrícola y de prácticas económicas afines que implican la desaparición y/o fragmentación de las masas boscosas, con la consecuente disminución de la biodiversidad vegetal derivada de estas acciones. Otro de los factores asociados es la imposibilidad actual de acceder a territorios que antes formaban parte de los itinerarios anuales de estas comunidades, caracterizadas por una alta movilidad espacial, antes mencionada, en pos de garantizar la disponibilidad de recursos.
Desde el punto de vista socio-cultural, este abandono se pudo observar en los escasos conocimientos que sobre la cuestión mostraron las generaciones más jóvenes, como se evidencia en la gran cantidad de datos que fueron consignados por un único colaborador (34 %), todos ellos ya ancianos. Resulta paradójico que a pesar la valorización positiva mencionada de estos alimentos silvestres frente a los alimentos “nuevos” (en muchas ocasiones conceptuados como nocivos), todas las familias moqoit consumen este tipo de alimentos en mayor o menor medida. Esto se explica porque, al igual que entre otros indígenas chaquenses (Montani & Scarpa, 2016; Scarpa & Pacor, 2017), los moqoit también consideran al consumo de vegetales silvestres como “comidas de los antiguos”, y en tanto tal, hábitos propios de “pobres” (no de “finos”), o como parte del pasado, fenómeno que también ha sido mencionado como razón del reemplazo de estas prácticas. De esta manera, los indígenas justifican estos cambios como parte de un proceso de imitación de las prácticas de los “criollos”, que son vistas como una mejora en sus condiciones de vida, es decir, como símbolos de prestigio social. En efecto, durante muchas décadas se produjo un fenómeno de “invisibilización” de “lo indígena” como una estrategia de resistencia a la dominación (Citro, 2006), así como una “criollización” de ciertas prácticas como una forma de hacer frente a la desvalorización ejercida por parte de la sociedad criolla. Ambos fenómenos pueden verse como tácticas de “supervivencia”, especialmente, durante las persecuciones que sufrieron los moqoit luego de los levantamientos indígenas de principios del siglo XX en San Javier, El Zapallar y Napalpí donde muchos se vieron forzados a ocultar su condición de indígena. Esto ha empezado a revertirse desde la década de 1980, a partir de lo cual se comenzó a observar un proceso contrario de “visibilización” y de reivindicaciones de los derechos de estas sociedades indígenas que buscan valorar sus prácticas y sus conocimientos ante la sociedad englobante, incluidos sus alimentos de antaño.

Conclusiones

Se registró un total de 51 especies vegetales nativas empleadas por los moqoit en 76 preparaciones culinarias y/o formas de consumo, siendo las más importantes Bromelia hieronymi, Aechmea distichantha, Araujia odorata, Sarcomphalus mistol, Prosopis alba, P. nigra y Zea mays. El 80% de las mismas son nativas del bosque chaqueño e involucran al 82% de los usos, mientras que el 20% restante son exóticas cultivadas y sólo incluyen el 18% de las preparaciones. En cuanto a las formas de preparación o consumo prevalece el uso de frutos en estado crudo. En términos cualitativos se registra aquí por vez primera para los indígenas del Gran Chaco el uso alimenticio de los frutos frescos de Scutia buxifolia (Rhamnaceae), de las flores de Glandularia peruviana (Verbenaceae) y de las cenizas de la parte aérea de cfr. Sporobolus spartinus (Poaceae) como condimento de comidas, representando una clara particularidad moqoit en el uso comestible de la vegetación chaqueña.
Respecto a las diferencias obtenidas como producto de la comparación efectuada entre los resultados aquí expuestos y las fuentes consultadas (Paucke, Martínez-Crovetto) a nivel de la cantidad de especies empleadas por los moqoit, se podría inferir que estas se deben a: 1) el entorno vegetal claramente distintivo al que ocupaban los moqoit aludidos por Paucke (riberas del río Paraná); 2) cambios en las prácticas alimentarias moqoit debido a procesos de degradación ambiental y al abandono de las mismas por el fenómeno de estigmatización de la alimentación indígena; y 3) diferencias metodológicas respecto a los criterios de obtención y registro de los datos etnobotánicos. Más allá de estas comparaciones, el presente trabajo constituye la primera contribución al análisis de la etnobotánica de la alimentación de los moqoit llevado a cabo en forma exhaustiva y documentada.
En suma, debido a las transformaciones económico-ecológicas y socio-culturales que impactaron durante el último siglo sobre la sociedad moqoit, la mayoría de los alimentos vegetales silvestres consumidos en el pasado han sido reemplazados por otros de origen manufacturado que adquieren en los comercios. De esta manera, su alimentación actual es semejante a la de sus vecinos criollos, basada principalmente en harinas, cereales y productos cárneos. Aunque la mayoría de las prácticas se han abandonado, muchos conocimientos aún se encuentran presentes en la memoria de las personas de mayor edad. Por ello consideramos de suma importancia el registro, la difusión y la valorización de los conocimientos que perviven en los relatos de los ancianos.

Agradecimientos

A nuestros colaboradores moqoit por su inestimable ayuda, al Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas y a la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica por financiar la presente investigación; a la Administración de Parques Nacionales por extendernos los permisos de colecta correspondientes.

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Recibido el 9 de febrero de 2017,
aceptado el 11 de abril de 2017.

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