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Quinto sol

On-line version ISSN 1851-2879

Quinto sol  no.9-10 Santa Rosa 2005 / 2006

 

RESEÑAS

Estanislao Severo Zeballos, Episodios en los territorios del sur (1879). Estudio preliminar, edición y notas de Juan Guillermo Durán. Buenos Aires, El Elefante Blanco, 2004, 569 páginas.

Vanni Blengino, La zanja de la Patagonia. Los nuevos conquistadores: militares, científicos, sacerdotes, escritores. Prefacio de Ruggiero Romano. Buenos Aires, FCE, 2005, 216 páginas.

Pedro Navarro Floria

CONICET y Universidad Nacional del Comahue

El primer libro consiste en la edición crítica de un manuscrito del archivo Zeballos perteneciente al Museo Enrique Udaondo (Luján, Argentina), originalmente destinado a ser editado como primer tomo de la Descripción Amena de la República Argentina, pero luego reemplazado por el Viaje al país de los araucanos (1881).
El breve prólogo de J.L. Rojas Lagarde anticipa tres ideas significativas: inicialmente, que Zeballos es una figura emblemática en torno de la cuestión de la frontera sur de la Argentina de su época; en segundo lugar, que esa frontera constituía "una zona sui generis" caracterizada por "una serie de acontecimientos y relaciones interétnicas complejas e interesantes"; y, finalmente, que el documento publicado contiene muchos detalles pero no novedades importantes. Es claro que el texto original fue superado por el Viaje al país de los araucanos ya mencionado y desechado por su autor. Pero más allá de esta circunstancia, cabe acotar que tanto estos Episodios como el Viaje posterior pueden ser leídos como momentos de un mismo corpus discursivo, cuyo argumento central es el ocultamiento y el borramiento de toda posible memoria o huella de aquel mundo fronterizo que Sarmiento había caracterizado como la barbarie a vencer, que Mansilla había mostrado provocativamente como parte del cuerpo de la nación y refl ejo de sus problemas, y sobre el que Alsina había ideado el sofisma de que se trataba de un desierto a conquistar, haciendo abstracción de lo que ocurriera con sus habitantes.
Si en el Viaje de 1881 Zeballos recorrería personalmente y constataría desde el gesto positivista del "yo estuve allí", el vaciamiento y la disponibilidad del "desierto", depredando "restos" indígenas como en una autopsia y previendo la venturosa "regeneración" de la Pampa en territorio productivo, en estos Episodios militares fronterizos previos intenta suplir sus carencias de información mediante "el colorido de las formas agradables de la descripción pintoresca y de la historia" (p. 153). Esta sola confesión, acompañada de muchas otras en el mismo sentido que pueden espigarse de sus escritos-incluido el Viaje-, debería bastar para poner en duda, al menos, el mito de la cientificidad de Zeballos. Pero -como bien dice Rojas Lagarde- Zeballos es una figura emblemática y, entonces, todo cuestionamiento de su supuesta objetividad deviene polémico.
El documento publicado aquí consiste en una recopilación de episodios pampeanos ordenados en diecisiete capítulos -algunos de ellos publicados en La Prensa de la época-, en los que Zeballos despliega su conocido ideario de racismo y odio por los pueblos indígenas, de ignorancia de la geografía de la Pampa y de fe ingenua en un progreso que transformaría todo casi mágicamente, mediante el mero exterminio de los paisanos y el tendido de ferrocarriles y telégrafos. En los capítulos I y II el objeto de su desprecio es Pincén y su gente, acusados de ser araucanos y chilenos además de otras cosas. En el III desarrolla su idea de que la mítica Ciudad de los Césares sería la población pampeana de Los Árboles, cercana al Chadileuvú. Los capítulos IV a XV narran anécdotas militares de las campañas de avance sobre la Pampa de 1878 y 1879 referidas por allegados a Zeballos, mechadas con recuerdos de campañas militares anteriores, atravesadas todas ellas por la dicotomía discursiva civilización/salvajismo, cristiano/indígena, etc., y llegando a afirmar barbaridades tales como que con la llegada de las tropas salía el sol por primera vez sobre la Pampa, o que canjeó con un millonario alemán "algunas colecciones" de materiales etnográficos por la membresía de "varios compatriotas" en "algunas academias alemanas" (p. 342). Los capítulos XVI y XVII reproducen artículos de Zeballos publicados por La Prensa en 1879 y 1881, respectivamente, cuyos manuscritos originales no encontró Durán en el archivo Zeballos pero agrega a la compilación con el propósito aparente de completar el relato de la conquista, dado que se refieren a la llegada del general Roca al río Negro y a la campaña del general Villegas al Nahuel Huapi. Cada capítulo o "episodio" está precedido de un breve comentario de Durán, que también los agrupó geográficamente por comandancias militares (Guaminí-Trenque Lauquen-Italó; Carhué-Puán; Río Cuarto-Villa Mercedes), y después los de Río Negro y Neuquén. Durán agrega un capítulo XVIII de datos biográficos de "Caciques y comandantes", abundantes notas, una bibliografía de consulta un tanto dificultosa -por su arbitraria subdivisión en referencias documentales, cartografía, toponimia, diccionarios, estudios, artículos y publicaciones periódicas-, una larga lista de siglas, abreviaturas y signos, una cronología de la vida de Zeballos, un epílogo en el que insiste en temas del estudio preliminar, un apéndice documental con partes militares y correspondencia, un mapa de la Pampa y algunas fotos. De modo que la abundante intervención del compilador en la edición transforma las escasas 270 páginas de Zeballos en un volumen de casi 570.
Comentario aparte merece el extenso y erudito estudio preliminar de J.G. Durán, que realiza una crítica externa del manuscrito en cuestión, lo contextualiza en el plan editorial de Zeballos y luego se interna en un desafortunado relato de las acciones militares del Estado argentino en la frontera sur desde 1867 hasta la conquista de la Pampa. El autor incurre en interpretaciones difíciles de sostener a esta altura del avance de la historiografía y de la ética, por ejemplo, acerca de la política "de cuño pacifista y humanitario" del presidente Avellaneda hacia los indígenas (p.35), del conocido sofisma de Alsina acerca de que su plan era contra el desierto y no contra los indios (p.76), de la "idiosincrasia inveterada" de los indígenas reacios a someterse (p.36) o de considerar "incursiones de limpieza" a la matanza de paisanos (pp. 80 y 86). También cae en el uso anacrónico de una terminología militarista que consideraba a la frontera "el deslinde entre los dominios de la civilización y la barbarie" (p.54) y al argentino militar por instinto (p.116). Este sesgo se vuelve más problemático cuando Durán intenta elaborar un juicio de valor de la política estatal en la frontera sur del período. Su posición metodológica dista de ser la de un historiador, desde el momento en que considera que otras visiones del tema contienen "impronta ideológica" y la suya no (p.75). Como también resulta poco comprensible su impugnación de la extrema violencia material del Estado sobre la población fronteriza, cuando todo el aparato conceptual utilizado en el estudio forma parte de la misma violencia pero desde el campo discursivo. En un intento final por situarse entre "el más extremo militarismo de época" y "el más virulento indigenismo de nuestros días" (p.118) el autor opta por condenar los "excesos", dejando de lado toda la experiencia y el pensamiento del siglo XX en el campo de los derechos humanos, que como científico social no debería ignorar.
Aunque Durán reconoce que Zeballos carecía de información de primera mano sobre la frontera y que simplemente se proponía redactar un relato propagandístico entretenido, más imaginado que bien documentado, se muestra innegablemente seducido por una documentación realmente poco valiosa. Quizás la bulimia informática diagnosticada por Umberto Eco, que nos lleva a acumular materiales inútiles simplemente porque están a mano, o la reciente moda de la edición de bloopers, tomas fallidas, versiones preliminares, borradores y demás desperdicios, haya motivado la impresión de estos Episodios zeballianos, un bonus track realmente innecesario. La misma atracción por lo sureño que motiva ediciones y reediciones como las de El Elefante Blanco se refleja en el libro de Blengino. El título original italiano de su obra -Il vallo della Patagonia-, que alude al vallum Adriani, el muro con foso construido por los romanos en Britania, se aplica aquí a la zanja de Alsina, que no está en la Patagonia sino en la Pampa. Pero es sabido que en Europa, cualquier libro que diga "Patagonia" en la tapa, se vende. Tras ese curioso título se esconde una obra de análisis literario más que de historia propiamente dicha (no confundir con los excelentes trabajos de la línea de los "estudios culturales" anglosajones, de los que tanto tenemos que aprender los historiadores), basada en una extensa labor con textos de la época que analiza -que, excepto en las últimas páginas, es la segunda mitad del siglo XIX- pero -como en el caso de Durán- con muy escasa referencia a la historiografía reciente y actual sobre el tema. En realidad, al citar solamente los escritos de época y unos pocos títulos de una historiografía militarista claramente desactualizada, Blengino muestra -y me consta personalmente- que no da cuenta de todo lo que realmente ha leído recientemente sobre el tema.
En el primer capítulo analiza la política de frontera de Adolfo Alsina de 1874 a 1877 con base en escritos del propio ministro, de otros actores contemporáneos y de la clásica historiografía militarista anterior a 1980. En el segundo aborda los relatos fronterizos del ingeniero Alfred Ébelot y -muy brevemente- los del comandante Manuel Prado. En el tercero comenta las ideas científicas de Francisco Moreno a través de la narrativa de sus primeros viajes. En el cuarto analiza algunos escritos de los misioneros Salesianos en un recorrido más anecdótico que profundo. En el quinto y último comenta a Lucio V. Mansilla y realiza un salto mortal (por lo fallido) al presente de la Patagonia y su literatura.
A pesar de lo superficial que puede parecer la lectura de Blengino a los iniciados en la temática de la frontera decimonónica, hay en su refl exión al menos un aporte conceptual destacable (si no he encontrado otros, sin duda es por limitaciones mías y no del autor), que Blengino ya había anticipado en anteriores trabajos suyos: el de considerar la importancia que, en el discurso progresista de las últimas décadas del siglo XIX, tiene el tema del tiempo, de la evolución, del futuro que se propone para el país y, por lo tanto, del anacronismo del Otro antropológico. Esta consideración del factor tiempo en el discurso literario sobre la frontera opera como clave de lectura de varios de los textos que analiza Blengino y bien puede servir también para interpretar la posición ideológica, por ejemplo, de Zeballos sobre la conquista y el ya mencionado proceso de "regeneración" de la Pampa mediante el progreso. Entre los textos que relee Blengino está el proyecto fronterizo de Alsina, que pronto se revela como una operación ofensiva que simula ser defensiva, precisamente porque inaugura una retórica que considera a la conquista una cuestión de tiempo y configura una nueva relación de exclusión radical con la sociedad fronteriza. En esa lógica, la posición aparentemente contrapuesta del general Julio A. Roca no es más que una variación sobre el mismo tema, consistente en una aceleración del proceso en curso. Ébelot resulta ser, en ese contexto, un testigo privilegiado proveniente de la misma civilización europea propuesta como modelo, que en su doble rol de ingeniero y cronista contribuye a construir y al mismo tiempo narra el progreso de la Pampa, definiendo la distancia cultural y moral con el Otro en términos de anacronismo. Moreno contribuye a ese imaginario con la reconstrucción del status mítico de la Patagonia alrededor de la misma nueva idea de progreso que infiltra las representaciones de su generación acerca de los recursos de la región y subordina toda simpatía que pudiera sentir por los paisanos, y transparenta el móvil político del viaje científico al museificar -inmovilizar, naturalizar, enfriar, mediatizar, deshistorizar- los objetos que observa. El análisis de los escritos salesianos repite sin citar su origen observaciones hechas recientemente por otros estudiosos, sin lograr la profundidad de los conocedores del tema. El último capítulo es un recorrido bastante apresurado por algunas interpretaciones de la conquista de la Patagonia a la luz de la ideología historiográfica de los conquistadores, y de ahí a la literatura del siglo XX sin que se alcance a percibir el tipo de vínculo que el autor pretende establecer a través de esta serie dispersa de objetos. Reaparece entonces el hallazgo conceptual ya consignado, en la definición del futuro como "función consoladora respecto de la situación caótica del presente" (p. 177), presente que incluye a un espacio "dinámico en cuanto se encuentra disponible a la colonización" (p. 182).
La lectura tanto de La zanja de la Patagonia como de los Episodios de Zeballos me ha resultado de utilidad como objeto de comparación, para revalidar una intuición generada por el estudio sistemático del discurso político y la literatura científica sobre la Patagonia producidos en las últimas décadas del siglo XIX. Esa idea consiste en que la representación dominante de la región instalada como resultado de su conquista e integración al espacio nacional, aproximadamente entre 1880 y 1900, se afirma en la continuidad positivista entre el conocimiento de la historia y el de la naturaleza, produciendo una percepción presente y una proyección al futuro de los procesos sociales patagónicos en términos de evolución natural. Una historia "fría", en definitiva, que postula -manteniendo vigente la representación imperial tan del gusto, por ejemplo, de Bachelard- la imagen de que la Patagonia es el repositorio desierto de un venturoso e incierto futuro de la nación o de la Humanidad, que todos esperamos pero que nadie realiza. Desde el punto de vista historiográfico, los dos libros me dejan un interrogante acerca de los criterios con que algunos editores dan prioridad al valor de mercado de una temática de moda por sobre la calidad de los contenidos.

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