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Quinto sol

On-line version ISSN 1851-2879

Quinto sol  no.11 Santa Rosa Jan./Dec. 2007

 

RESEÑAS

Raúl Mandrini, Vivir entre dos mundos, Las fronteras del sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX. Buenos Aires, Taurus, 2006, 382 páginas.

Martín Sebastián Bergia
Florencia Azul Prina
IESH-F.C.H.-UNLPam

Durante años la historiografía tradicional, tanto en su vertiente positivista como revisionista/nacionalista, se encargó de difundir una visión estereotipada sobre las sociedades indígenas, donde prevalecía la guerra y el conflicto constante en la relación con los criollos, en los pocos casos en los que se interesó por el tema. Pero a partir de la década del ochenta, se desarrollaron nuevas perspectivas, sustentadas en estudios interétnicos. Estas comenzaron a deconstruir el estereotipo que la historia de viejo cuño había impreso en el imaginario colectivo. Hoy, estas posturas renovadoras continúan avanzando a pasos agigantados.
Los nuevos trabajos ponen el acento en la interdisciplinariedad, el uso de diversas fuentes, la aplicación de enfoques y metodologías novedosas. Así, historiadores, antropólogos y arqueólogos, cuestionan nociones existentes acerca de las sociedades indígenas, buscan profundizar y complejizar el conocimiento desde la diversidad y la heterogeneidad, en particular sobre las zonas de la Pampa y la Patagonia, sin olvidar que esta historia comprende procesos que no se acotan solamente al espacio argentino, porque se extiende de manera intrincada por las actuales tierras de Chile.
El control de territorios y recursos, vías de circulación, transformaciones sociales al interior de los grupos indígenas, llegada de inmigrantes transcordilleranos, alianzas tribales y grupales, permanentes reacomodamientos de las relaciones interétnicas, son algunos de los pilares fundamentales para la comprensión, no sólo de las sociedades nativas, sino también de su interacción con los hispanocriollos. Si bien existieron enfrentamientos en la frontera, también se concretaron otras formas de contacto, en función principalmente de los intereses comerciales y de la obtención de productos, que permitieron el intercambio de pautas y bienes culturales entre los distintos actores sociales. Como señala Mandrini "...un complejo haz de relaciones vinculaba a ambos mundos a través de la fluctuante línea que marcaba, de manera no muy precisa, los espacios formales que cada una de ella controlaba..." (2006:10).
Precisamente Raúl Mandrini, el compilador del libro, nos presenta una síntesis de tan importantes avances y fruto de esas nuevas perspectivas, nos ofrece el producto intelectual de más de tres décadas de exhaustiva investigación. Vivir entre dos mundos... nos sumerge en ese complejo marco de relaciones en la frontera "...entre la sociedad hispano-criolla y los distintos grupos de indios".
Esta obra nos enseña y perfecciona en el uso de una de las armas más importantes que tiene a su alcance el historiador para lograr que el conocimiento no quede estancado en gabinetes eruditos y en discusiones teórico-metodológicas, totalmente alejadas del lector no especializado en la temática: la palabra y el poder de comunicar.
A partir del recurso biográfico, los/as autores construyeron tramas establecidas a ras "de las familias", sin perder por ello la globalidad y la rigurosidad que merece el tema. La biografía, como herramienta se valoriza justamente, en tanto y en cuanto deja entrever la especificidad de las relaciones interétnicas y puede convertirse en un instrumento-no el único- capaz de dar cuenta de la complejidad de la vida fronteriza.
Esta complejidad se ve reflejada por las/os historiadores que escribieron los artículos de este libro. Organizadas cronológicamente, las reconstrucciones de los individuos que aquí aparecen dan cuenta de la vida de cristianos e indios y de sus relaciones, desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX. Se trata de un largo período, en el que también podemos observar las mutaciones de las relaciones interétnicas y la manera en que las mismas se vincularon con el desarrollo y la consolidación de los Estados nacionales.
En el primer artículo, que funciona como eje articulador de los restantes trabajos, Raúl Mandrini y Sara Ortelli explican globalmente la vida social de la frontera y analizan el marco témporo-espacial de su expansión. En esta contextualización, nos llevan por tolderías, fortines, rastrilladas, estancias, entre Remington y lanzas, junto a comerciantes, cautivos, milicianos, corsarios, caciques.
Para adentrarnos de lleno en este apasionante mundo, Mandrini nos presenta la historia de Don Blas Pedrosa, un gallego que sacó provecho de su cautiverio aprendiendo códigos sociales y culturales para interactuar y hacer fortuna en la frontera. Continuamos el viaje con la guía de Juan Francisco Jiménez y hermanándonos con Llanketruz, nos convertimos en un lancero a sus órdenes para luchar contra pehuenches y milicianos, aliados en pos de un objetivo común: vencer al líder auca. Aquí el autor desmitifica la idea de que las motivaciones que conducían a las "avanzadas" indígenas tuvieran como único fin la búsqueda de "tesoros"-hombres, mujeres, ganado, vicios-, y sostiene que también existieron intenciones claramente políticas, que contribuyeron a moldear ciertas formas de organizar el poder y de relacionarse con la corona española.
De la mano de Daniel Villar, el criollo Juan Dios Montero da cuenta de su carrera militar, de sus batallas gloriosas y del renombre que logró a partir de la relación que construyó con los indios. La mala suerte cayó irremediablemente en su destino, cuando la facción gobernante del Estado rioplatense lo convirtió, por sus hábitos, en un insubordinado. Esta vinculación con los indígenas, forzosa en este caso, también fue explotada por Santiago Avendaño, al oficiar como intermediario entre el Estado y las distintas parcialidades al volver con los cristianos. Los sentimientos dicotómicos que rodearon el corazón de este niño que hablaba con el papel y que leía cuando fue raptado, son analizados por Claudia Salomón Tarquini.
Por su parte, Marcelino Irianni, hace una reconstrucción de los principales caciques de la dinastía de los Catriel para dilucidar los cambios acaecidos a partir del contacto con el blanco. Los atractivos que ofrecieron y un contexto de alta conflictividad, fueron primordiales al momento de avenirse como "indios amigos", situación que socavó viejas costumbres y produjo mutaciones en su organización política.
No todo fue penuria en la frontera, y Valeria Mosse nos lo demuestra con el itinerario que siguió Pedro, el mayor de los "hermanos Vega". A partir de su historia, se descubren las infinitas posibilidades que ofreció la campaña a los comerciantes ávidos de fortuna, que como los Vega -antiguos y desafortunados hacendados en Montevideo- comenzaron a hacerse de capital en el comercio porteño. Progresaron rápidamente, a medida que tejían lazos con los grupos de poder y participaban activamente en la política.
Asimismo, con Melina Yangilevich, observamos que la frontera fue un espacio para la construcción de poder, en base a la descripción de los episodios vividos por José Benito Machado. El rápido ascenso de su carrera plagada de turbulencias, tuvo lugar en un contexto social perturbado, caracterizado por duras luchas intestinas. No obstante, se observa claramente el rol que jugaron los espacios fronterizos en la trayectoria política-militar de muchos hombres destacados del siglo XIX.
La presencia femenina llega de la pluma de María Bjerg, quien a partir de una minuciosa descripción del entorno doméstico y social de Dorothea Fugl, echa luz sobre el papel de la mujer en el endeble orden social de Tandil, un incipiente poblado enclavado en la campaña bonaerense. Tampoco está ausente el "Señor de Los Andes", Feliciano Purrán, un cacique que han borrado tanto la historiografía argentina como chilena, a la hora de construir el imaginario nacional, para poner en primer lugar la imagen de un indio salvaje, que heroicamente es derrotado por el Estado. Gladys Varela y Carla Manara, re-escriben esta página de la historia y dan cuenta de la complejidad de la época en la que Purrán vivió, rescatándolo del olvido.
La vida de otro cacique patagónico, Sayhueque, históricamente aliado del gobierno argentino durante el sexto decenio del siglo XIX, es reconstruida por Julio Vezub, para mostrarnos por un lado, lo complejas e intrincadas que fueron las negociaciones que el jefe indígena mantuvo con el poder rioplatense y por otro, el desacuerdo que existió al interior de los toldos, evidenciando que la política manzanera estuvo lejos de ser monolítica. Confrontaciones, choque de intereses, presiones, desacuerdos caracterizaron la política "conciliadora" implementada por el cacique, obligándolo a oir y atender los reclamos de sus allegados.
Si vamos más hacia el sur de la Patagonia nos encontraremos con un colono galés: John Daniel Evans, un pionero que sirve de ejemplo para refutar la tesis clásica, que caracterizaba a la frontera como un espacio meramente militar en el que prevalecía el disturbio y la violencia. Precisamente, Marcelo Gavirati, a través de la biografía de Evans nos demuestra la coexistencia pacífica que hubo entre colonos galeses y tehuelches, relación cimentada básicamente en torno a vínculos comerciales. De esta manera, se constituyó un ámbito social centrado en un modelo de convivencia que finalizó cuando las tropas nacionales destruyeron y desmantelaron a las poblaciones tehuelches.
Para cerrar este viaje por distintas biografías, aparece Ñancuche Nahuelquir, fundador de la colonia "Cushamen" ubicada al noroeste de Chubut. Débora Finkelstein nos relata las vicisitudes y las "mudas de piel" que el cacique tuvo que realizar, para negociar y mantener esta colonia pastoril aborigen en el contexto de consolidación de los Estados nación de Argentina y Chile. Estas relaciones, atravesadas por la subordinación y el conflicto, dejaron como resultado consecuencias materiales y simbólicas.
En síntesis, el libro a través de sus páginas, nos traslada a un sinfín de situaciones que se encuadran en la renovación historiográfica que señala el compilador en su presentación, dejando al descubierto la diversidad de relaciones interétnicas en la cambiante coexistencia de blancos e indios. El recurso de la biografía que utilizan los/as historiadores en la obra, cumple por demás con el objetivo: hacer conocer a los lectores no especializados la vida de frontera, con una desmitificación de las erráticas nociones arraigadas desde antaño en el imaginario colectivo.
Más aún, en momentos en que se alzan voces para cuestionar la forma en que se hace historia. Dichas voces, en su mayoría, no han podido ofrecer un estudio con la rigurosidad necesaria, si bien es cierto que por su lenguaje coloquial y demás "innovaciones" han logrado llegar al gran público. No es este el caso de Vivir entre dos mundos..., que constituye una iniciativa válida para dar cuenta de la complejidad de la vida de frontera sin escatimar acertadas reconstrucciones históricas. Mandrini señala que "....biografía e historia sufrieron como matrimonio mal avenido, muchos acercamientos y distanciamientos..., esperamos que esta vez historia y biografía/ biografía e historia logren un matrimonio perdurable".

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