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Quinto sol

versión On-line ISSN 1851-2879

Quinto sol  no.14 Santa Rosa ene./dic. 2010

 

DOSSIER

Vender las pampas. El imaginario de la modernización y la fotografía propagandística en el Territorio Nacional de La Pampa1

Paula Inés Laguarda2

Resumen: En las postrimerías del siglo XIX, el discurso de la modernidad fue utilizado por sectores empresariales en el Territorio Nacional de La Pampa para atraer inversiones y mano de obra destinadas a sus iniciativas de colonización y producción, al aportar un repertorio de imágenes que documentaban los avances económicos y el progreso general del Territorio, pero también al contribuir a la resignificación de un espacio asociado con el desierto" y la barbarie.
A través del análisis de dos álbumes fotográficos producidos en La Pampa a comienzos del siglo XX, en este artículo se aborda el modo en que la fotografía fue utilizada con fines propagandísticos apelando a imaginarios sociales vinculados al progreso y la modernización. Sin embargo, cada álbum se insertó en un contexto social diferente, en el que variaron tanto las condiciones económicas y sociales como el modo en que el proyecto modernizador fue percibido por la sociedad.

Palabras clave: Modernización; Fotografía; Imaginarios sociales; Resignificación del espacio; Legitimación.

Selling the pampas. The imaginary of modernization and propagandistic photography in the National Territory of La Pampa

Abstract: By the late 19th century the discourse of modernity was used by business sectors in the National Territory of La Pampa, for attracting investments and labor force oriented to their colonization and production initiatives. Photography played a core role in legitimating modernization project, by providing an arsenal of images that documented the economic developments and the general progress of the Territory, but also by contributing to resignify a space associated to desert" and barbarism.
Through the analysis of two photograph albums produced in La Pampa in the early 20th century, this article deals with the way that photography was used for propagandistic purposes appealing to social imaginaries related to progress and modernization. However, each album was produced in a different social context, in which not only economic and social conditions varied, as the way modernization project was perceived by society did.

Key words: Modernization; Photography; Social imaginaries; Space resignification; Legitimation.

En 1884 se constituyó la Gobernación de la Pampa Central -luego Territorio Nacional de La Pampa- en el marco de un proceso sostenido de expansión de la frontera productiva que venía desarrollándose desde el siglo XVIII, ante los mayores requerimientos de tierras que imponía la expansión ganadera en el área bonaerense, y desde finales del siglo XIX por el desarrollo del modelo agroexportador y la inserción del país en la economía capitalista mundial. El interés económico se unía a los afanes de la Generación del '80 por llevar sus ideales de progreso y civilización a los lugares que el discurso sarmientino había asociado con la barbarie3, básicamente aquellos ocupados por la población indígena, mermada y desplazada por la campaña militar de Roca a partir de 1879, mediante la cual se incorporó a la organización nacional la actual provincia de La Pampa y los territorios patagónicos.
En ese marco, entre finales del siglo XIX y principios del XX, sectores vinculados al comercio de tierras y a la producción en el Territorio Nacional de La Pampa hicieron propio el discurso de la modernidad, al menos en los aspectos relacionados con las nociones de progreso y modernización económica. La circulación de estas ideas se dio a través de diversos debates y documentos -expresados fundamentalmente en la prensa de la capital territorial- y en la construcción de una iconografía que apuntaba a legitimar la necesidad de domesticar el desierto"4.
La retórica del progreso fue funcional a los objetivos económicos de los sectores empresariales, al permitirles atraer capitales y mano de obra a sus proyectos de colonización y producción, pero también al brindarles el sustento ideológico necesario para su legitimación política. En este artículo se analizan dos casos específicos en los que se utilizó el imaginario iconográfico5 de la modernización con fines propagandísticos, en dos momentos clave del desarrollo modernizador: la ocupación productiva del Territorio Nacional de La Pampa a comienzos del siglo XX, y el aumento de la conflictividad social en el campo pampeano en los años previos a la década de 1920, donde dicha situación haría eclosión.
En contextos históricos tan disímiles, dos empresarios tuvieron una idea similar: producir álbumes fotográficos que les permitieran promocionar sus iniciativas y atraer inversiones. A partir de la caracterización histórica de esos dos momentos, analizaremos el Álbum Telén (1907) y el Álbum de Anzoátegui (1918) a la luz del imaginario de la modernización expresado en el discurso de la prensa pampeana y porteña. Con ese objetivo se ha relevado el periódico La Capital6 para los períodos 1897-1907 y 1917-1918, por considerar que expresaba en forma cabal el pensamiento de la llamada Generación del '807 y de los sectores que detentaban el poder económico en el Territorio Nacional de La Pampa. Sin embargo, esta fuente fue contrastada con otras publicaciones periódicas del Territorio y de la ciudad de Buenos Aires, a fin de matizar el discurso del diario capitalino y no caer en el error de suponer que los imaginarios sociales eran homogéneos8, aunque ciertamente los sectores vinculados al comercio y la producción se hallaban más cercanos ideológicamente a La Capital o La Autonomía -otra de las fuentes consideradas, que si bien difería con La Capital en la mirada política sobre la autonomía pampeana, no lo hacía con respecto a la importancia de la modernización y el progreso territoriales9-, que a una publicación socialista como Germinal (1913).

El campo pampeano: entre la modernización y el conflicto social

Entre 1880 y 1916 la economía argentina alcanzó un crecimiento sin precedentes, que tuvo como motor principal la exportación de productos primarios en un contexto internacional favorable, a raíz del aumento de la demanda de materias primas y alimentos en los países industrializados y del aprovechamiento de ciertas condiciones estructurales y coyunturales10. Las avanzadas militares contra los pueblos indígenas que habitaban la campaña bonaerense durante los gobiernos de Mitre (1862-1868) y Avellaneda (1874-1880) habían permitido el corrimiento de la frontera productiva en sucesivas etapas a lo largo del siglo XIX, mientras que la llamada Campaña al Desierto", comandada por Roca en 1879-1880, permitió al Estado nacional avanzar más allá del oeste de la provincia de Buenos Aires y apropiarse de miles de hectáreas en la región que más tarde conformaría el Territorio Nacional de La Pampa11 y en la Patagonia. Sin embargo, aunque las tierras fueron rápidamente mensuradas y vendidas a manos privadas, para su efectiva ocupación productiva era imprescindible atraer inversores y mano de obra dispuesta a radicarse en esos lugares.
Además de las acciones concretas desplegadas en tal sentido, como el tendido de vías férreas y el envío de agentes estatales para garantizar el orden, era necesario resignificar un espacio que hasta entonces había estado asociado a los conceptos de desierto y barbarie. El discurso del progreso civilizador se desplegó a través de diferentes medios y con distintas estrategias que coadyuvaron a lograr esa resignificación, produciendo además efectos legitimadores tanto sobre la acción del Estado como la de aquellos primeros inversores y sus iniciativas de colonización.
Uno de esos proyectos fue el emprendido por el inmigrante francés Alfonso Capdeville y sus socios en el oeste del Territorio de La Pampa -una zona más agreste y menos favorecida por las condiciones climáticas que el este pampeano12- donde fundaron el pueblo de Telén y desarrollaron un emprendimiento productivo de singulares características para la época, al incorporar innovaciones modernas y diversos avances tecnológicos. Si bien en un principio la actividad de Capdeville y sus socios se inclinó hacia la producción y comercialización de lana, pronto diversificaron sus negocios e intereses13. En 1907 se conformó una sociedad en comandita administrada por Capdeville, Pablo Jalabert, Inocente Rebollo y José Joubert e integrada por otros diez socios radicados en Francia, destinada a canalizar inversiones y capitales franceses hacia Telén. Andrea Lluch conjetura que fue con este propósito que se encargó el Álbum Telén, y afirma que las fotos que lo componen pueden ser visualizadas, entre múltiples lecturas, como parte de la estrategia de encandilamiento y atracción de inmigrantes, pero especialmente, de inversores" (Lassalle y Lluch 2001:47).
El segundo álbum analizado en este trabajo fue producido en un contexto político, social y económico diferente. La crisis económica sufrida por el país a partir de 1914, las huelgas ferroviarias de 1917 y el cuestionamiento a los grandes latifundios y las formas de arrendamiento, provocaron que a lo largo de la segunda década del siglo XX aumentaran los niveles de conflictividad social en el campo pampeano. En 1910 ya se habían producido conflictos agrarios en Macachín y Trenel, impulsados por chacareros que reclamaban por la apropiación de la renta y mayores libertades capitalistas", mientras que en las siguientes dos décadas irrumpirían los reclamos de los trabajadores rurales por las condiciones de explotación a las que eran sometidos. En ese marco, el empresario Fortunato Anzoátegui, que había iniciado en 1911 su proyecto de colonización en la zona de la estación Naicó del Ferrocarril Pacífico, encargó en 1918 la elaboración de un álbum fotográfico sobre sus establecimientos salineros y forestales.
El desmonte del bosque natural de caldén se promovió en el primer cuarto del siglo XX en el territorio pampeano con el fin de obtener nuevas tierras para la explotación agropecuaria en zonas marginales, abastecer las necesidades de la incipiente industria, los nuevos centros urbanos y los emprendimientos rurales; así como suplantar las importaciones de carbón destinadas al ferrocarril en períodos de desabastecimiento, en especial durante la Primera Guerra Mundial. Entre 1900 y 1925 llegaron a exportarse unas 100 mil toneladas de leña anuales, que eran sacadas de las explotaciones forestales a través de las líneas ferroviarias. La zona productiva centro-este, donde se encontraba el proyecto de colonización de Naicó, concentró el 65,7% de los volúmenes exportados (Garbarino 2008:207-217). Se trataba de un trabajo estacional, que se extendía durante el otoño y el invierno. Los hacheros vivían en el interior del monte, en viviendas hechas de troncos, ramas y barro que no los protegían adecuadamente de las bajas temperaturas. A esto se sumaban las largas jornadas de trabajo, la escasez de agua y la falta de comunicación con núcleos urbanos importantes, lo que ocasionaba que los trabajadores debieran abastecerse en las proveedurías de los obrajes mediante un desventajoso sistema de vales14.
En la primavera de 1917 se produjeron huelgas de hacheros en las zonas de Conhelo y Guatraché, donde Anzoátegui tenía parte de sus explotaciones. Unos 800 obreros, en su mayoría de nacionalidad rusa, habían sido convocados para efectuar tareas de desmonte y al llegar al lugar se enteraron de que la empresa les descontaría del jornal las herramientas y útiles que iban a utilizar, además de la mercadería que debían comprar en la proveeduría del propio obraje. Bajo el liderazgo de Andrés Mendoza, los hacheros elaboraron en asambleas un pliego de condiciones que revertía en parte esa situación, estableciendo entre otras cuestiones que el agua les sería suministrada exenta de pago (Etchenique 2000). También a fines de 1917 se desarrollaron las huelgas de la Federación Obrera Ferrocarrilera y el gremio La Fraternidad, que afectaron particularmente a los Ferrocarriles Pacífico y del Oeste, a través de los cuales Anzoátegui transportaba sus cargamentos de leña. Producto del conflicto, la actividad de transporte de cargas se vio paralizada durante varios meses y diversos vagones y depósitos fueron incendiados.
Tanto en el Congreso Agrícola realizado en La Pampa en 1917 como en el celebrado poco después en Córdoba, Anzoátegui presentó su proyecto para colonizar la zona del río Colorado y su propuesta de la chacra-monte", un tipo de establecimiento rural que combinaría la explotación forestal con la agricultura. Este es el contexto en el que se inserta el Álbum de Anzoátegui, producido con un claro objetivo propagandístico en un momento en que el empresario planeaba extender sus explotaciones hacia el sur del territorio y desarrollar un nuevo proyecto de colonización junto a las Salinas Grandes. Pero también, en un entorno social conflictivo, consideramos que apuntaba a demostrar que en sus establecimientos reinaba un clima de trabajo y paz.
La campaña propagandística de Anzoátegui no se limitó al álbum, sino que además incluyó diversos órganos periodísticos del país. Frecuentemente invitaba a periodistas, escritores y empresarios a recorrer sus propiedades, visitas que luego eran volcadas en diarios y revistas de Buenos Aires y Santa Rosa. La más significativa de esas acciones fue la desarrollada por el escritor Jaime Molins, autor del libro La Pampa, editado en 1918, en el que dedicó una generosa semblanza a Anzoátegui y sus emprendimientos. Partes de ese trabajo fueron publicadas en forma de columna primero por el periódico La Capital y luego por el diario La Nación de Buenos Aires. También las revistas porteñas La Gaceta y La Rural reprodujeron fragmentos en el marco de sendas biografías del empresario.
Molins brinda algunas de las claves de la expansión de Anzoátegui, propietario de explotaciones forestales en el centro y sureste pampeano y salineras en la zona cercana al río Colorado, además de emprendimientos agropecuarios, e impulsor de dos proyectos de colonización (Ministro Lobos, en la zona de Naicó, y Anzoátegui en el sur). A principios de 1918, cuando el escritor recorrió las propiedades del empresario, Anzoátegui acababa de suscribir un acuerdo con el Ferrocarril del Sud por el que se comprometía a suministrarle leña por 20 millones de pesos en el transcurso de cinco años. Para agilizar la entrega logró la construcción de una línea de ferrocarril particular en sus tierras, con una longitud de 40 kilómetros, que empalmaba con el Ferrocarril Pacífico en el tramo entre Guatraché y Remecó. Esta transacción, la más importante que se ha celebrado hasta ahora en el país, ha venido a dar a este obraje el contorno de un verdadero emporio de riqueza"15, afirmaba Molins. En aquel momento el monte de Anzoátegui tenía una producción diaria superior a las 600 toneladas y el autor estimaba que podría duplicarse con la incorporación de un mayor número de hacheros.
La huelga ferroviaria de 1917 había frenado la construcción de la línea férrea con la que Anzoátegui planeaba sacar la producción, y las protestas de los hacheros también constituían un obstáculo. Sin embargo, Molins nada decía de los conflictos sociales que se vivían en la explotación. Por el contrario, afirmaba que la labor de los obreros es muy bien remunerada, y trabajan con entera libertad y elección del sitio en que tiene que hacer el desbroce, oscilando el pago entre 2,50 y 3 pesos por tonelada"16. Asimismo aseguraba que los precios que la proveeduría del obraje les cobraba por los artículos de consumo eran ventajosos para el trabajador y más baratos que los de la reconocida asociación mutualista Jewish Colonization Association".

El discurso de la prensa territorial

Entre fines del siglo XIX y principios del XX el discurso civilizador de la modernidad irrumpió en la Territorio Nacional de La Pampa fundamentalmente a través de la prensa, vinculado a las ideas de modernización económica, innovación tecnológica y progreso social. La proliferación de publicaciones periódicas en La Pampa finisecular ha sido abordada en diversos trabajos (Etchenique 2007; Aimetta y D'Atri 2008) que acentúan el papel central de la prensa en la construcción de una incipiente esfera pública, en la que se expresaban las tensiones políticas y las diferentes visiones sobre un proceso clave en la historia territorial: la configuración de la Gobernación de la Pampa Central como Territorio Nacional y no como provincia. Estas tensiones se harían especialmente visibles en la organización del Primer Congreso de la Prensa Territorial17, realizado en Santa Rosa en 1917, donde confrontarían la demanda inmediata de provincialización de La Pampa, impulsada por el periódico La Autonomía, y la idea de una progresiva autodeterminación mediante la designación de gobernantes locales y no impuestos por el Estado nacional, aunque sin llegar al extremo de una total autonomía, posición que era sostenida desde La Capital. Si bien La Autonomía ha sido ligada a una burguesía profesional urbana, de corte progresista, mientras que La Capital se asoció en líneas generales a sectores conservadores vinculados al capitalismo agrario y al oficialismo de turno18, otros análisis de esta publicación matizan un poco esta última afirmación19.
Una de las características de la prensa de frontera en esa primera época, además de expresar a las diversas fracciones de la política territorial, es que convocó a aquellos sectores sociales interesados en ejercer o participar en la construcción del poder. Quienes escribían en aquellas primeras publicaciones eran maestros, profesionales (abogados, escribanos, médicos), que se autopercibían como integrantes de un grupo de vecinos ilustrados, detentadores de un capital cultural que los convertía en voces autorizadas para legitimar o deslegitimar la acción de los gobernantes y ejercer la tutela de un pueblo" no emancipado intelectualmente (Prislei 2001:13-14). Es por eso que el discurso civilizador" se difundió a través de la mayoría de los medios de prensa de los Territorios, más allá de sus orientaciones políticas.
Bajo el título de Progreso", La Capital dio cuenta en agosto de 1901 del aumento de su tirada20, así como de la inversión en maquinarias y tipos destinados a instalar un taller de obras. La modernidad técnica alcanzada en la producción material del periódico se aunaba con la modernidad proclamada desde lo discursivo, en relación con los avances que se producían en el Territorio21.
En 1897 el colaborador José Saliner publicó un diagnóstico acerca del estado del Territorio y sus logros. Aunque reconocía que la mención de la región de La Pampa Central despertaba aún asociaciones no deseadas y muchos podían pensar que se trataba de un país inhabitable, poblado de indios, lleno de médanos, con un clima insano"22, Saliner se ocupaba de desmentir esa imagen, hallando las claves del progreso pampeano en el desarrollo ganadero y comercial, así como en las posibilidades que ofrecía la explotación forestal del caldén.
En distintas oportunidades enviados de los grandes medios porteños, como el diario La Nación, recorrieron el Territorio de La Pampa para informar acerca de su situación. Estas visitas eran bien recibidas por La Capital, aunque el periódico no siempre estaba de acuerdo con lo publicado en los diarios de Buenos Aires por la visión centralista que presentaban. A partir de 1907, cuando la legislación que regulaba a los Territorios Nacionales comenzó a ser rediscutida en el Congreso Nacional, esta situación se modificó y varios medios porteños ofrecieron nuevas representaciones sobre La Pampa. En septiembre de ese año se recibió la visita del reconocido investigador Eduardo L. Holmberg, quien recorrió el Territorio acompañado por un fotógrafo y volcó sus impresiones en una serie de artículos publicados a lo largo de los dos meses siguientes en el semanario Caras y Caretas. En una carta de Holmberg publicada por La Capital, éste planteó su admiración por el clima de trabajo y paz que se percibía en el Territorio y reconoció que se llevaba una nueva impresión de La Pampa, cuando a pesar de todas mis lecturas, sólo creía que se trataba de un desierto de arena cubierto en parte de caldenes y nada más"23.
Uno de los artículos de Caras y Caretas estuvo dedicado a Telén, presentándose a Capdeville y a su socio Jalabert como hombres de progreso" e ilustrándolo con numerosas fotos de sembradíos y maquinaria
agrícola, los talleres de herrería y carpintería, el almacén y las viviendas de los peones. Además de documentar fotográficamente algunas de las principales poblaciones pampeanas, retratando sus edificios públicos, iglesias, calles, escuelas, almacenes y estaciones ferroviarias; el relevamiento de Caras y Caretas también incluyó imágenes sobre las comunidades indígenas de La Pampa en las zonas de Colonia Emilio Mitre, Catriló y Toay. Las formas de agrupamiento familiar, sus viviendas y las misiones evangelizadoras de los salesianos fueron los aspectos que más llamaron la atención de la publicación. Sin embargo, este tipo de imágenes estarían ausentes en los álbumes producidos en el Territorio con fines propagandísticos. Como bien lo había expresado Saliner en La Capital, para el imaginario modernizador La Pampa ya no era país de indios".
Las innovaciones científicas y técnicas, especialmente las que podían ser aplicadas a la producción agropecuaria, eran recibidas con beneplácito por el periódico capitalino. Pero esta construcción no sólo se llevó a cabo desde lo discursivo, sino también desde lo iconográfico. A pesar de no acompañar aún sus artículos con fotografías, en los primeros años del siglo XX La Capital comenzó a introducir imágenes en sus avisos publicitarios. Los dibujos de maquinaria agrícola y otros adelantos técnicos como motores y dínamos (posteriormente también los automóviles de distintas marcas) empezaron a aparecer asiduamente en las promociones de las casas comerciales dedicadas a la importación de esos aparatos.
En cuanto a las revueltas obreras producidas en 1917 con las huelgas de los gremios ferroviarios, La Capital mantuvo una visión sumamente crítica de los huelguistas y de la posición tomada por el gobierno del radical Hipólito Yrigoyen al intentar mediar en el conflicto24. A diferencia del contexto imperante en 1907, para la época en que se producen estas manifestaciones ya ha surgido en el Territorio de la Pampa un periódico de carácter obrero, que ofrecen visiones contrastantes a las de La Capital y la mayor parte de los principales periódicos territorianos. Se trata de Germinal, órgano de prensa del Centro Socialista de Santa Rosa, fundado en 1913. Después de 20 días de huelgas ferroviarias, Germinal afirmaba: Las peticiones de los obreros justas y razonables son resistidas por las explotadoras empresas con una tenacidad digna de la mejor causa. La soberbia de los señores del carril, su avaricia reconocida, no quiere doblegarse ante las justas reclamaciones de sus asalariados"25. Y en 1918, ante la publicación del libro de Jaime Molins, el periódico socialista le dedicó un extenso artículo en tono irónico donde atacó su incomprensión de la situación de los chacareros y trabajadores pampeanos, así como su interés por defender al capitalismo agrario. Especialmente le achacaban la omisión en el libro del Congreso Agrícola de 1917, celebrado en simultaneidad con la visita de Molins a La Pampa26.

Primeras fotografías

Las imágenes más antiguas que se conservan de La Pampa datan de la campaña militar del General Roca (1879)27, aun antes de su conformación como Territorio Nacional, mientras que a partir de la fundación de los primeros pueblos fue frecuente la visita de fotógrafos itinerantes. A principios del siglo XX surgieron fotógrafos locales que abrieron sus casas de fotografía en Santa Rosa, Victorica, General Acha y Toay.
Tanto los fotógrafos amateurs como los profesionales construyeron representaciones que apuntaban, por un lado, a registrar el proceso de institucionalización y la creciente presencia del Estado en el Territorio (actos públicos, inauguración de edificios, autoridades políticas, creación de escuelas), mientras que por otra parte se registraban los principales acontecimientos sociales de la vida pueblerina (tanto de las clases acomodadas como de los sectores populares, aunque en mayor medida de las primeras).
Pero el eje fundamental sobre el que se articuló el imaginario modernizador fue el desarrollo productivo, la expansión de la economía rural y las innovaciones tecnológicas aplicadas a la producción ganadera y la agricultura. Imágenes de ferrocarriles, barracas, estancias, hacheros, agricultores, casas de comercio, maquinaria agrícola, molinos y esquila fueron registradas a lo largo de todo el Territorio, en sintonía con lo que ocurría en otros puntos del país28.
Para este trabajo se analizaron básicamente dos grupos de fotografías, ordenados en forma de álbumes: el Álbum Telén (1907) y el Álbum de Anzoátegui (1918). Sin embargo, las fotografías presentan un obstáculo metodológico que es necesario explicitar: desconocemos quién fue el autor de las tomas, aunque existen algunas referencias que permiten contextualizar esas producciones e inferir para quién y con qué objetivos fueron realizadas. Asimismo, se advierte cierta profesionalización en sus condiciones de producción que sugeriría la intervención de verdaderos expertos en la realización de este tipo de trabajos.
En el caso del Álbum Telén fue editado originalmente en París por la casa Phototypie Frères, bajo el título de Colonia Telén (Pampa Central)-(République Argentine)- 1907. Producido por encargo del fundador de Telén y sus socios, consideramos que tuvo como objetivo central difundir su emprendimiento colonizador tanto en Argentina como en el exterior (especialmente en Francia, país de origen de Capdeville). El original está en poder de la Municipalidad de Victorica y fue reproducido íntegramente (tanto las imágenes como sus epígrafes) en el libro Arando en el desierto (Lassalle y Lluch 2001). Además se conservan reproducciones de las fotografías en el Archivo Histórico Provincial.
En cuanto a la segunda colección, el Álbum de Anzoátegui, su título original fue Recuerdo de una visita hecha a los obrajes y salinas en la Pampa del Sr. Fortunato Anzoátegui y está integrado por una veintena de fotos pegadas en un álbum de tapas duras, con epígrafes impresos y encuadernación profesional, fechado entre el 23 y el 27 de julio de 1918, período en el que se habría efectuado la mencionada visita. Si bien fue producido en un contexto histórico completamente diferente, este álbum también tuvo como fin la propaganda, aunque su motivación estaba dada por la necesidad de demostrar que el campo pampeano, a pesar de los disturbios y las huelgas, era un lugar seguro para invertir.
Cabe aclarar que si bien algunas de las fotografías fueron analizadas en forma individual, con más detalle, en general se privilegió el análisis iconográfico y la interpretación iconológica29 de los elementos que se repetían a lo largo de cada serie, en relación con los objetivos de esta investigación.

El Álbum Télen

Una de las fotografías iniciales del Álbum Telén es una toma panorámica que parece simbolizar el contraste entre desierto/civilización o, en forma más general, entre naturaleza/cultura. Una fila de casas blancas aparece en el horizonte, poniendo un límite a la árida planicie que se extiende en el primer plano, apenas salpicada por algunos árboles. El epígrafe nos informa que se trata de varias casas a la orilla del monte", pero la amplitud de la toma y su gran profundidad de campo convierten al caserío en verdadera línea demarcatoria que se erige para poner coto a la naturaleza y, de acuerdo al imaginario civilizador, al desierto (Foto 1).


Foto N° 1
Fuente: Álbum Colonia Telén (Pampa Central) -(République Argentine)- 1907", en : Lassalle y Lluch (2001).

Una de las fotos que quizás exprese con mayor claridad el imaginario de la modernización es aquella en la que se observa un tanque de agua de 300.000 litros, alimentado por un molino y rodeado de alambrados. Delante de la tranquera que da acceso al bebedero, posa una mujer de tez oscura ataviada a la europea, probablemente una trabajadora de la explotación agropecuaria. En segundo plano, detrás del molino, animales ovinos y vacunos comparten los corrales, dando cuenta de la transición que se estaba operando por aquella época en la actividad ganadera (Foto 2).


Foto N° 2
Fuente: Álbum Telén, 1907. AHP.

Distintas actividades del proceso productivo son documentadas en otras fotografías, como el baño de las ovejas para mejorar la calidad de su lana, la esquila en los galpones y el detalle de las novedosas máquinas esquiladoras eléctricas. Interiores de la casa de comercio, con sus estanterías rebosantes de mercadería y la presencia de empleados y clientes, dan cuenta del desarrollo comercial que acompañó al crecimiento productivo. Los talleres dedicados a la construcción de tranqueras, bebederos, carros y alambre ocupan otra serie de fotografías en las que aparecen los edificios, las alambradas, el personal y parte de la maquinaria empleada. El motor de vapor de la fábrica de hielo y el dínamo que proveía electricidad ocupan dos tomas en las que se recurre al primer plano y al plano detalle para capturar la atención.
Otro grupo de fotografías resulta particularmente significativo al representar el modo de vida de los trabajadores rurales de la Colonia Telén. En ellas se observan los tranvías utilizados como vivienda por los peones, la preparación de la comida bajo la atenta mirada de un capataz a caballo y distintas escenas del trabajo cotidiano, como la operación de las máquinas de enfardar pasto (Foto 3).


Foto N° 3
Fuente: Álbum Telén, 1907. AHP

La serie de imágenes contenidas en el Álbum Telén, como decíamos, tuvo un objetivo propagandístico claro, de acuerdo al momento histórico y el contexto particular en el que fue producido y circuló. Apuntaba fundamentalmente a atraer capitales, inversiones y mano de obra a partir de la difusión de imágenes que testimoniaban que el desierto había sido poblado y civilizado. Para ello recurría a diversos elementos iconográficos que podían ser asociados al discurso modernizador difundido por la prensa territoriana. Si el progreso se alcanzaba mediante la modificación del espacio natural", la máquina y la técnica puestas al servicio de la producción, la instauración de servicios de transporte y comercialización, la inmigración y la población del territorio, qué mejor prueba de que ese proceso estaba en marcha que esas imágenes de relucientes molinos sacando agua en medio de la aridez, o las barracas en pleno trabajo de acopio, o los carros cargados de fardos de lana. De esta forma, la fotografía aportaba su efecto de realidad"30 a la intención de difundir y vender un proyecto probablemente inverosímil a los ojos europeos por las características del contexto en el que se desarrollaba. Pero también, más allá de sus objetivos explícitos, no podemos dejar de interpretar a este álbum como parte de la simbólica de una época (Bourdieu 2003:44).

El Álbum de Anzoátegui

Según la carátula impresa al inicio del Álbum de Anzoátegui, las fotografías que lo componen fueron tomadas en ocasión de la visita de un grupo de autoridades e ingenieros del Ferrocarril del Sud y empresarios del rubro alimentario a los establecimientos de Fortunato Anzoátegui. Entre ellos se destacan los jefes del frigorífico Armour, provenientes de La Plata, probablemente interesados en comerciar con él.
La fotografía que abre el álbum es una toma del ferrocarril avanzando sobre las vías cubiertas de nieve (el epígrafe nos indica que fue tomada en el mes de junio), mientras una silueta masculina vigila el proceso parada sobre un punto elevado del terreno, junto al alambrado de un campo. No sabemos quién es el hombre, podría ser Anzoátegui, pero la posición de su cuerpo, con las manos en la cintura y una rodilla flexionada hacia adelante, como si tuviera el pie sobre un peldaño, configura una clásica postura heroica; una actitud de dominio hacia la naturaleza y la técnica, simbolizada por el ferrocarril. Es el hombre que ha dominado el espacio mediante los avances de la modernidad, más allá de los obstáculos que la naturaleza insista en ponerle (Foto 4).


Foto N° 4
Fuente: Álbum Anzoátegui, 1918. AHP.

La tríada hombre-naturaleza-técnica analizada en la primera imagen se repite en varias fotografías, especialmente en aquellas referidas al trabajo de desmonte. En distintas escenas aparecen hacheros y autoridades invitadas posando junto a los árboles tronchados por la actividad humana. La actitud es nuevamente de dominio. Los pies sobre los troncos caídos, los brazos en jarra para los hombres de mayor jerarquía, las hachas empuñadas para los trabajadores. La vestimenta, las acciones y la postura corporal separan a unos y otros, marcando claramente las diferencias de su posición social. Los visitantes visten riguroso traje de tres piezas, con sombrero de calle y corbata, y calzado inadecuado para el campo. Tienen las manos en los bolsillos o sobre la cintura, la postura erguida; la mirada en ocasiones dirigida hacia el horizonte, en un intento por abarcarlo todo. Entre los trabajadores también se registran diferencias. Por un lado, los capataces, ingenieros y técnicos, de botas altas, pantalón amplio con tiradores, saco o sobretodo, camisa y sombrero. Por el otro, los obreros, con vestimenta de trabajo, camisa arremangada, gorra y alpargatas, pañuelo al cuello y barba de varios días. Frente a los capataces, que siempre aparecen de pie y erguidos, vigilando todo lo que pasa, los trabajadores están inclinados sobre los troncos o las vías durante el proceso de trabajo. Aun en las fotos en que posan para la cámara aparecen agachados o encorvados; en definitiva, doblegados. Inclinan los cuerpos sobre sus hachas, no hay sonrisas; en los primeros planos sus rostros muestran las evidencias de una vida dura de trabajo al aire libre (Foto 5).

 


Foto N° 5
Fuente: Álbum Anzoátegui, 1918. AHP.

Otro grupo de fotografías apunta a mostrar los avances técnicos llevados por Anzoátegui a sus explotaciones. Es el caso de la larga hilera de automóviles formados en los obrajes, delante del molino de agua, o la perforación de agua en la estancia Santa Rosa. Una de las tomas que más ilustra ese aspecto presenta a visitantes y trabajadores posando junto al motor y los tanques que proveen de agua al ferrocarril en el desvío de la estación Anzoátegui. La figura del molino, con sus aspas en movimiento, domina la imagen. Sobre el lado izquierdo, autoridades del ferrocarril y trabajadores posan subidos a la estructura de los tanques. En el fondo, se divisa una locomotora. Esta vez no se trata de mostrar el dominio sobre la naturaleza, sino sobre la técnica31. La inventiva humana se pone al servicio de la producción y abre nuevas posibilidades en lugares que antes eran inalcanzables (Foto 6).


Foto N° 6
Fuente: Álbum Anzoátegui, 1918. AHP.

Finalmente, el último grupo de imágenes remite a la vida cotidiana de los trabajadores y obreros. Se muestran sus viviendas, la proveeduría donde deben comprar la mercadería, el festejo de una romería con banderas de distintas nacionalidades y la jornada de trabajo en el monte (Foto 7). En un principio estas imágenes pueden resultar llamativas, por la atención prestada por el empresario a sus trabajadores. Sin embargo, su inclusión debe ser comprendida en el marco de conflictividad social señalado antes. Tanto el conflicto ferroviario como los reclamos de los hacheros habían sido divulgados por la prensa porteña y territorial, y seguramente constituirían un factor de riesgo para los posibles inversores a los que Anzoátegui deseaba atraer. Los artículos en la prensa, el libro de Molins, las visitas de capitalistas y empresarios a los obrajes y el propio Álbum de Anzoátegui estaban encaminados a disipar esas dudas y difundir una imagen de desarrollo, prosperidad y, fundamentalmente, paz. Esta misma idea es fortalecida a través de dos fotografías que se anexan al álbum y que son las únicas que no han sido tomadas en los establecimientos de Anzoátegui: una imagen del empresario junto al Gobernador del Territorio, en Santa Rosa, y otra de una formación de la policía pampeana. El mensaje es claro: la ley y el orden están garantizados en la Pampa.


Foto N°7
Fuente: Álbum Anzoátegui, 1918. AHP.

Reflexiones finales

A lo largo de este artículo indagamos cómo las ideas, discursos, símbolos e imágenes que conformaban el imaginario sobre la modernización del país contribuyeron a legitimar iniciativas productivas y acciones impulsadas por los sectores empresariales en el Territorio Nacional de La Pampa, en dos momentos históricos diferentes. Las series fotográficas analizadas retomaron con fines propagandísticos algunas ideas que, como vimos, ya estaban presentes en el discurso periodístico, pero al representarlas en imágenes contribuyeron a legitimarlas, a dar prueba" de que el progreso en nombre del cual se habían desarrollado la Conquista del Desierto", la ocupación productiva del territorio pampeano, la inmigración y la colonización, era efectivamente real. Que el espacio había sido finalmente domesticado" y la amenaza de desagregación social estaba conjurada.
El discurso sobre la modernización enraizaba en movimientos de ideas más amplios, que remitían al positivismo, a los debates sobre la cuestión nacional y el progreso, a la relación del país con la economía mundial. Estas ideas fueron aplicadas al análisis de la realidad pampeana y se conjugaron con imágenes del proceso de transformación económica, social y espacial que vivía el Territorio. Pero a la vez esa construcción recurrió a conceptos y representaciones sobre la modernización que podían ser reconocidos en otros contextos culturales. En definitiva, abrevó en conjuntos simbólicos que configuraban el imaginario de la modernidad, aquellos criterios que la sociedad occidental de finales del siglo XIX y principios del XX había instituido como parámetros de sentido, y que a su vez se tornaban instituyentes de nuevas significaciones sociales.
Los dos álbumes analizados fueron producidos con la clara intención de circular en esos marcos de inteligibilidad cultural (Buenos Aires, Francia y el resto de Europa) y por esa razón recurrieron a dicha iconografía para legitimar los respectivos proyectos que promocionaban. Pero también, esas colecciones fotográficas -y muchas otras- contribuyeron a la resignificación del espacio pampeano en consonancia con el ideario modernizador difundido a través de la prensa, aportando ambos discursos a la elaboración de un nuevo imaginario sobre La Pampa, ya no más asociado al desierto" y la barbarie, sino al progreso y la civilización.

Notas

1 Este artículo retoma y profundiza un planteo esbozado en las Terceras Jornadas de Historia de la Patagonia (Bariloche, noviembre de 2008), en el marco de la línea de investigación desarrollada en el proyecto Sociedad, economía, población, política y religión en la Pampa. Un abordaje histórico (Siglos XIX-XX)" (IESH, FCH-UNLPam, 2006-2008).

2 Investigadora del Instituto de Estudios Socio-Históricos de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNLPam y becaria de CONICET, cursa el Doctorado con Mención en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Quilmes.

3 Svampa (2006) ha analizado cómo la imagen civilización o barbarie", propuesta por Domingo F. Sarmiento en su libro Facundo (1845), ha sido retomada una y otra vez en la historia argentina y latinoamericana para cumplir con tres funciones básicas: desacreditar al adversario al calificarlo como bárbaro, es decir el polo negativo del binomio; como mecanismo legitimador de la burguesía, clase que se ha autoproclamado depositaria de los valores del progreso y la civilización; y en tercer lugar, como imagen que representa el temor a la amenaza de la desagregación social.

4 Como ha señalado Graciela Silvestri (1999) ya desde la primera mitad del siglo XVIII las pampas argentinas son representadas como un desierto, al que en el siglo siguiente se intentará conocer, dominar y ordenar, transformando radicalmente el espacio indígena.

5 Desde una mirada amplia, entendemos los imaginarios sociales en referencia a la visión de Castoriadis (2007), quien considera que cada sociedad instituye un mundo de significaciones imaginarias (y es a su vez instituida por ellas) que definen lo que tiene o no sentido para esa sociedad. Ese conjunto de representaciones colectivas son además fundamentales para la legitimación del poder (Baczko 1991). En este trabajo oscilaremos entre dicha concepción amplia y una más restringida, que centra los imaginarios sólo en la producción iconográfica de una época y las ideas que subyacen a ésta (Rojas Mix 2006).

6 La Capital comenzó a editarse en 1892 en General Acha, la primera capital territorial, con frecuencia semanal. Su creación puede vincularse al segundo gobernador del Territorio de La Pampa, Eduardo Pico, ya que su fundador fue Eduardo de Chaperouge, secretario de la Gobernación de ese momento (Aimetta y D'Atri 2008:594). En septiembre de 1900 el periódico comenzó a publicarse en Santa Rosa de Toay, luego del traslado de la capital a esa ciudad; en tanto desde 1904 empezó a salir dos veces por semana y en 1909 se convirtió en diario. La Capital sobrevivió hasta 1984, recorriendo gran parte de la historia pampeana, aunque no se conservan ejemplares anteriores a 1897.

7 Prislei (2001:12) sostiene que el estatus jurídico de los Territorios Nacionales, marcado por la situación fronteriza, habilitaría la gestión de la figura del ciudadano como custodio de la Nación, y en ese marco el periodismo finisecular se concebiría como parte inescindible de la avanzada civilizatoria encabezada por el Estado nacional.

8 Entendemos que la prensa, en tanto fuente historiográfica, nos brinda una referencia parcial y fragmentaria de la realidad, máxime teniendo en cuenta que a fines del siglo XIX la prensa territoriana se constituye en articuladora de la esfera pública, formadora de opinión y constitutiva del campo político. Por ese motivo proponemos analizar el discurso de La Capital críticamente a la luz de sus condiciones de producción y recepción, contrastándolo con otros documentos, sean periodísticos o no. Sobre el papel de la prensa como actor político y sus posibilidades como fuente historiográfica, véase Kircher (2005).

9 Para un análisis de la línea editorial de La Autonomía, véase Etchenique (2007).

10 Para un marco general sobre el proceso de modernización económica en la Argentina y su inserción en el mercado mundial de bienes primarios, pueden consultarse Míguez (2008) y Gelman y Barsky (2005).

11 Sobre la conformación de la frontera productiva en La Pampa y los factores económicos y políticos que propiciaron ese proceso, ver Maluendres (2001).

12 La distribución heterogénea de los recursos naturales en La Pampa determina la conformación de dos franjas productivas, separadas por la isohieta de 500 mm: una franja centro-este, con condiciones de suelo y precipitaciones similares a las de la Pampa Húmeda que la hacen más apta para la agricultura; y una franja oeste con menor calidad de suelo y precipitaciones, así como una mayor amplitud térmica, en donde ha prevalecido la actividad ganadera -ovina primero y luego bovina- y la agricultura de subsistencia (Alonso 2007:43-45).

13 La compraventa de campos, frutos del país y hacienda, así como la fabricación de carros y de hielo y los ensayos agrícolas fueron algunos de sus negocios, asociándose en cada rubro con diferentes personas, en su mayoría de origen francés. Ver A. Lluch en Lassalle y Lluch (2001:37-56).

14 Sobre las condiciones de trabajo en el campo pampeano, y en particular en los obrajes forestales, véase Ledesma y Folco (2008).

15 Extractos del libro de Molins reproducidos en La Gaceta, Nº 115 y 116, Buenos Aires, octubre y noviembre de 1922. Archivo Histórico Provincial de La Pampa (en adelante AHP).

16 La Gaceta, Nº 115 y 116, Buenos Aires, octubre y noviembre de 1922. AHP.

17 Sobre el temario y los debates del Congreso de la Prensa, véase Diez (2001).

18 Véase Etchenique (2007) y Aimetta y D'Atri (2008:598).

19 En varios editoriales publicados en La Capital por el abogado Mariano Berón, radicado en General Acha pero cuyo ámbito de acción se extendía a todo el Territorio, se cuestionaba la forma de elección de los gobernadores de los Territorios Nacionales -por designación del Poder Ejecutivo Nacional- y se criticaba el desconocimiento que los agentes estatales poseían sobre la realidad pampeana, así como las políticas implementadas. En el mismo sentido, La Capital reprodujo en diciembre de 1901 un artículo del también abogado Cristóbal Rollino, titulado Gobernadores y Territorios" y aparecido originalmente en la prestigiosa revista Derecho, Historia y Letras dirigida por Estanislao Zeballos, con fuertes críticas al gobierno territorial (Moroni 2008).

20 A principios de 1898 La Capital había pasado de editar 600 ejemplares a 800, con miras a distribuirlos
en Buenos Aires en el marco de una campaña en pro del otorgamiento de franquicias aduaneras a los Territorios Nacionales de La Pampa y Neuquén. En agosto de 1901 aumentó en 90 ejemplares más su tirada, debido al incremento de las suscripciones.

21 En el mismo artículo, quedó explicitado el ideario de La Capital: Defensores como lo fuimos siempre de los intereses generales, propagandistas incondicionales de todo adelanto territorial, celosos del progreso de la Pampa, nos sentimos orgullosos al poder llevar también nuestro modesto grano de arena a la creciente montaña de ese progreso" (4-8-1901, Santa Rosa de Toay. AHP).

22 La Capital, 11-5-1897, General Acha. AHP.

23 La Capital, 9-10-1907, Santa Rosa de Toay. AHP.

24 Afirmaba La Capital en aquel momento: Los obreros, inducidos en error por su ignorancia de las leyes y decretos que rigen las relaciones entre el gobierno y las empresas de ferrocarril, han llegado a creer que aquél puede disponer de éstas como si realmente fuera el propietario de la cosa y que los reglamentos para el trabajo interno de las compañías, redactados por él, deben ser acatados, sin observación, por aquellas. De este error, consecuencia de un abuso, hace la confusión que extravía al obrero y lo lanza contra las empresas como si éstas fueran su enemigo natural" (17-11-1917, Santa Rosa de Toay. AHP).

25 Germinal, 18-10-1917, Santa Rosa. AHP.

26 Germinal, 16-5-1918, Santa Rosa. AHP.

27 Sobre las imágenes de la Campaña al Desierto, consultar Vezub (2002).

28 Distintos trabajos han abordado las imágenes fotográficas producidas entre fines del siglo XIX y comienzos del XX en Argentina, registrando los procesos de modernización en distintos sectores productivos y regiones. Entre los más importantes pueden citarse los de Alexander y Priamo (2002) y Alexander y Cuarterolo (2002), quienes compilan fotografías de tareas rurales en la campaña bonaerense y en el campo santafesino (además de imágenes de Buenos Aires, San Luis, San Juan, Mendoza y Mar del Plata, entre otras locaciones) que presentan notables semejanzas iconográficas con las presentadas en este trabajo.

29 Tomando como base los desarrollos teóricos de Erwin Panofsky, Miguel Rojas Mix (2006) explica que la iconografía es una fase descriptiva previa a la iconología; un método de aproximación al signo-imagen que describe temas y contenidos, precisándolos en el marco del trasfondo cultural y sus cambios en el tiempo. En cambio, la iconología es la fase del significado intrínseco o contenido", en la que se indagan aquellos supuestos que revelan las actitudes de una nación, un período, una clase, una creencia, condensadas en una obra" (Rojas Mix 2006:428). Es en esta fase que pasamos al análisis de lo simbólico y podemos acceder a los imaginarios sociales, a partir de la interacción de la imagen con el contexto cultural. Para una crítica de los métodos iconográfico e iconológico y la necesidad de ampliar sus interpretaciones incorporando también aspectos de otras disciplinas, como la semiótica, el psicoanálisis y la sociología para confeccionar una historia cultural de las imágenes, véase también Burke (2005).

30 Roland Barthes (1989) considera que el efecto de realidad" se produce cuando la fotografía es tomada como testimonio de autenticidad y se tiene la impresión de que lo que el fotógrafo decidió fotografiar es, efectivamente, la realidad. Por su parte Kossoy (2001) señala que desde sus orígenes la fotografía concitó gran credibilidad a partir de su alto grado de iconicidad, es decir de la acentuada semejanza entre el objeto y su representación, constituyéndose en prueba de que aquello que se retrataba efectivamente existía.

31 En el mismo sentido, tras una visita a los establecimientos de Anzoátegui la revista porteña La Gazeta afirmó: aquello es sencillamente maravilloso. Allí se han llevado los últimos adelantos de la civilización: la electricidad, el telégrafo, el teléfono, motores y máquinas, vehículos, copiosa inmigración, a tal punto que junto a las salinas grandes hay una especie de barrio turco" (octubre y noviembre de 1922, Buenos Aires. AHP).

Fuentes

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Fecha de recepción de originales: 10/03/2009
Fecha de aceptación para publicación: 22/06/2010

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