INTRODUCCIÓN
La remoción del vello genital es una práctica bastante común, inherente al ser humano desde tiempos remotos.1 Se presenta en ambos sexos, siendo más frecuente en mujeres que en hombres,2 con prevalencia en Colombia de 57.9% y 31.1%, respectivamente.3 Actualmente se presenta la tendencia cada vez más popular de realizar la remoción total del vello púbico, principalmente en mujeres adolescentes y adultas jóvenes.4
Se ha reportado que los principales motivos por los que las mujeres eliminan su vello púbico son dados por normas sociales en las que esta práctica se ve como reflejo de feminidad, higiene o sensación de limpieza, erotismo o atractivo físico, entre otras.1,5Sin embargo, no es una práctica exenta de problemas: en Colombia se ha documentado hasta un 10% de las personas tengan alteraciones cutáneas causadas por este hábito,6 lesiones que pasan por lo general desapercibidas, sean estas abrasiones, prurito intenso, irritación, laceración, eritema, alergias, foliculitis, infecciones vulvovaginales o quemaduras.4 Adicionalmente, hallazgos recientes han sugerido una posible asociación entre la remoción del vello púbico y el historial personal de infecciones de transmisión sexual (ITS) dado los microtraumas causados en la piel por la depilación que afectan la barrera cutánea y que podría facilitar la entrada y diseminación de patógenos.7,8Así mismo, reportes de caso han informado complicaciones subagudas post-rasurado como infección por Staphylococcus aureus resistente a meticilina.9
Aunque algunos estudios han examinado los comportamientos de la remoción del vello púbico en grandes grupos de mujeres de diversa edad, existe poca información sobre esta práctica en mujeres embarazadas. La relevancia del estudio de esta conducta en dicho grupo poblacional radica en que el aumento del riesgo de adquirir una infección podría traer consigo consecuencias deletéreas para la madre, el feto o ambos. Estas infecciones se han asociado a complicaciones ginecobstétricas como enfermedad inflamatoria pélvica, parto pretérmino, ruptura prematura de membranas, aborto espontáneo, corioamnionitis, retardo en el crecimiento intrauterino y bajo peso al nacer.10 Por ello, se planteó como objetivo describir la frecuencia y las características de esta práctica durante el embarazo en gestantes de bajo riesgo obstétrico en una institución de primer nivel de Colombia.
MATERIAL Y MÉTODOS
Este es un estudio prolectivo de cohorte en el que se incluyeron gestantes de bajo riesgo obstétrico de 18 a 35 años atendidas en el servicio de consulta externa del Hospital de Girón, Santander, Colombia; que empezaron control prenatal en su primer trimestre de embarazo entre agosto/2017 y marzo/2018. El estudio fue aprobado a priori por el Comité de Ética e Investigación de la Universidad Industrial de Santander y del Hospital de Girón; todas las participantes dieron su consentimiento informado por escrito.
Los otros criterios de inclusión fueron: iniciar control prenatal en el primer trimestre del embarazo, saber leer y escribir, no tener discapacidad auditiva o visual, tener vida sexual activa con el progenitor de la gestación actual, no estar usando medicamentos o sustancias que afectaran la función sexual, ni tener un embarazo producto de abuso sexual. Se excluyeron aquellas gestantes que durante el seguimiento fueron reclasificadas en alto riesgo obstétrico, cambiaron de ciudad de residencia, iniciaron medicación u otra sustancia que modificara la respuesta sexual, perdieron o cambiaron de compañero sexual, perdieron la gestación o no continuaron con el seguimiento.
El estudio sobre la remoción del vello genital estaba anidado en otro adelantado en ese tipo de pacientes relativo a disfunción sexual femenina en gestantes. Para tal estudio se consideró que, bajo α=0.05 y β=0.20, la gestación aumenta en hasta 2.5 veces la prevalencia de disfunción sexual, del embarazo, era necesario estudiar al menos 40 gestantes para ser evaluadas en los tres trimestres del embarazo.
En el control prenatal de cada trimestre se entregó una encuesta autoaplicable con diez preguntas sobre la práctica de remoción del vello genital de las anteriores cuatro semanas.
Los datos se analizaron utilizando el programa Stata 16.0 (Stata CorpLLC, College Station, EE.UU., 2019). El análisis de las variables cualitativas se realizó mediante medidas de proporción y razón. Adicionalmente, las variables cuantitativas también fueron descritas mediante medidas como promedio o media y mediana, con intervalos de confianza del 95%. Posteriormente, se realizó un análisis longitudinal de los datos, comparando los resultados en diferentes trimestres del embarazo.
RESULTADOS
De 4320 gestantes atendidas en el servicio de consulta externa del Hospital de Girón, Santander, Colombia, 62 cumplieron los criterios de inclusión, pero dos no aceptaron participar en el estudio. Se obtuvieron datos de 60 gestantes hasta el final del embarazo; de las otras pacientes, no concluyeron el seguimiento completo debido a que tres fueron reclasificadas en alto riesgo obstétrico, dos tuvieron pérdida gestacional, una dejó de tener pareja y seis no lograron ser contactadas nuevamente. Durante el intervalo del estudio se recolectaron encuestas de 60 pacientes en total (figura 1).
La edad promedio de las gestantes fue de 22 años; el 61% fueron primigestantes y 95% practicaban algún tipo de religión, con mediana de religiosidad de 20 puntos en la escala de Francis (recorrido intercuartil -RIQ- 18 a 20). La ocupación más reportada fue la relacionada con oficios del hogar, seguida por actividades de atención al público. A pesar que solo el 54% de las gestaciones fueron planeadas, el 90% fueron aceptadas. Las características sociodemográficas de las pacientes se muestran en la tabla 1.
Todas las participantes aceptaron haber removido su vello genital al menos una vez en el mes previo a la fecha de aplicación de la encuesta, fuese en parte o totalmente; la mayoría afirmó haberlo hecho en forma total (91.9%). El método empleado con más frecuencia fue el afeitado con máquina o cuchilla de afeitar (93.8%) y más de un 80% reportó la remoción total del vello genital. Al menos 14.3% de las mujeres utilizan la misma máquina de afeitar para eliminar el vello en otras áreas corporales además del área genital, y un 5.9% comparten con otra persona tal equipo. Además, un pequeño porcentaje de mujeres no informa que toman medidas de higiene previo a la remoción del vello genital. En la tabla 2 se amplían los resultados de la encuesta sobre la caracterización de la práctica de remoción del vello genital trimestre a trimestre, en donde no se encuentran cambios significativos en esta práctica a lo largo del embarazo.
DISCUSIÓN
El presente estudio encontró que todas las gestantes participantes practicaron la remoción de vello genital, sin que se evidenciara que dicha conducta cambiase a lo largo del embarazo. Esta prevalencia total de remoción del vello genital es superior a la de por sí alta prevalencia encontrada previamente en las mujeres jóvenes no gestantes de la misma región geográfica colombiana donde residen las participantes en el presente estudio: 72.1% en mujeres entre 20 y 39 años.3 Esta conducta también es ampliamente practicada entre mujeres de otros países; por ejemplo, en un estudio de 2019 en Bélgica, el 80.3% de las mujeres reportaron hacer remoción parcial o total de su vello genital;2 mientras que en Estados Unidos la prevalencia para 2017 reportada en mujeres es de 85.3%.14
Se considera que la depilación púbica frecuentemente se asocia con una percepción aumentada de la higiene y de la satisfacción general con respecto al aspecto físico, más que como una práctica relacionada con el erotismo o la conquista de pareja.11 La tendencia a este comportamiento normativo ha sido atribuida a la representación que se le ha otorgado al cuerpo humano en diferentes medios de comunicación (revistas, noticias, publicidad, televisión, películas y pornografía), todos ellos mostrando un cuerpo “ideal”, totalmente libre de vello.12 Adicionalmente, durante el embarazo puede ocurrir un aumento en el crecimiento del vello en todo el cuerpo debido al aumento de andrógenos; para algunas mujeres resulta difícil lidiar con estos cambios fisiológicos y dermatológicos que experimentan durante esta etapa.13
Ahora bien, el presente estudio encontró que el método más utilizado para la remoción del vello genital fue la cuchilla de afeitar, lo que también se ha reportado de manera similar en estudios de población femenina general en Estados Unidos, donde más del 90% de encuestadas ha utilizado este método.4 Se ha planteado que rasurar la zona genital aumenta de forma directa o indirecta la trasmisión de ITS. Esta conclusión se obtuvo de un estudio realizado a través de una encuesta que contó con la participación de 7580 hombres y mujeres entre 18 y 65 años, donde el 74% reportó haber removido su vello genital y el 13% de estos afirmaron tener historial de ITS;8 Sin embargo, el único otro estudio que existe al respecto no logró documentar una asociación entre la remoción extrema del vello púbico y la presencia de infecciones por Neisseria gonorrhoeae o Chlamydia en mujeres universitarias.15
Aunque nuestro trabajo no tuvo como objetivo estudiar las complicaciones relacionadas con la depilación en población obstétrica, algo a considerar para posteriores investigaciones, la alta prevalencia de remoción del vello genital obliga a que durante el control prenatal se indague y revise la zona genital en búsqueda de complicaciones derivadas de esta práctica, ya que esta no está exenta de riesgos. Por ejemplo, en los Estados Unidos entre 2002 a 2010 se presentaron 11,704 consultas a emergencias por lesiones genitourinarias relacionadas con la remoción del vello genital,11 cifra que implicó un aumento de cinco veces en la frecuencia de ese tipo lesiones durante tal período de tiempo; adicionalmente, el 83% de las lesiones involucraron el uso de una máquina de afeitar, dispositivo que es el que con más frecuencia emplearon las gestantes colombianas acá estudiadas. Es más, esta práctica no solo se da entre mujeres occidentales: en Arabia Saudita, el 75.5% de las mujeres encuestadas reportó complicaciones derivadas de la remoción del vello genital, las que incluyeron laceraciones, prurito severo, eritema, foliculitis, quemaduras, abrasiones e hiperpigmentación, algo tan frecuente que el 17.9% de las mujeres necesitaron un tratamiento específico para estas complicaciones.16 Finalmente, en la misma región geográfica colombiana en la que se adelantó este estudio, en 2015 se reportó que la prevalencia global de complicaciones relacionadas con la remoción del vello genital oscilaba entre 8.3% a 13.0%, resaltando como las más frecuentes las foliculitis y otras infecciones (70.8%), el trauma cutáneo (9.7%) y los fenómenos inflamatorios (19.4%),6 lo que es reflejo del cambio que se produce en el microambiente genital derivado de tanto la práctica misma como del microtruama que genera.1
CONCLUSIÓN
La remoción del vello genital es una conducta de práctica masiva, que ha ganado popularidad en los últimos años. A pesar de las complicaciones conocidas asociadas a esta conducta, muchas mujeres rasuran su vello genital debido a diversas razones socioculturales relacionadas con la percepción de la higiene, de la sensualidad, el bienestar y la expresión de la sexualidad. De acuerdo a este estudio, se trata de una tendencia que se mantiene sin cambios en el embarazo, con una prevalencia similar a lo reportado en estudios previos sobre remoción del vello genital en población femenina general.
Todo indica que es necesario que el personal de salud relacionado con la atención de las gestantes esté atento a indagar sobre la frecuencia y técnica empleada en esta práctica y evaluar la presencia de problemas inadvertidos, aparentemente menores e inocuos, pero que pudiesen evolucionar a complicaciones mayores, qué para el caso de las embarazadas, adquieren mayor relevancia. Así podrán adelantar la debida consejería relativa al cuidado de la zona genital y asistir a la consulta oportuna en caso de complicaciones dadas por la práctica de remoción del vello genital.