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Revista industrial y agrícola de Tucumán

On-line version ISSN 1851-3018

Rev. ind. agric. Tucumán vol.92 no.2 Las Talitas Dec. 2015

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Agricultura Certificada, la evolución de la Siembra Directa*
Un pequeño paso para su empresa, un gran salto para la agricultura

Nicolás Tettamanti**

*Coordinador grupos regionales Aapresid.

En 1964, con los primeros ensayos en SD (Siembra Directa) en Argentina, comenzaba a gestarse la base tecnológica y conceptual de una revolución en la manera de hacer agricultura.
En 1996, con la aprobación en el país del primer evento de la agrobiotecnología moderna, se abría un amplio horizonte de innovaciones que serían claves para el salto productivo que experimenta actualmente nuestro agro.
Hoy, ambos hechos pueden considerarse hitos, porque históricamente marcaron un antes y un después.
Pero pocos, en el mismo momento de ocurrir, pudieron entrever su impacto futuro.
La razón es que esta clase de hitos no son concluyentes, sólo marcan un inicio, un mojón, el kilómetro cero de un camino a recorrer.
En 2008, desde Aapresid, comenzamos a construir el camino de la Agricultura Certificada. Un modelo de gestión, mejora continua y captura del valor agregado que expresa la evolución de la SD y que, estamos convencidos, está destinado a ser considerado en un futuro cercano el tercer gran hito de la agricultura innovadora en Argentina y en el mundo.

Una nueva visión está llegando a la agricultura
Agricultura Certificada es un proyecto que sienta las bases de una nueva revolución en el sector.
Comencemos diciendo que la "no-labranza", no alcanza para hablar de "agricultura productiva y sustentable". Para ostentar esa condición es necesario promover una gestión de los recursos ambientales a través de procesos integrados y sistémicos, con vistas a la obtención de productos en cantidades suficientes y cualidades deseables, manteniendo y -mejor aún- incrementando su capacidad productiva.
Hablamos de un "Sistema en SD" donde además de suprimir la labranza y contener en superficie residuos orgánicos en descomposición, necesariamente se incorporan un conjunto de herramientas que reciben el nombre de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA’s), donde la rotación, la inclusión de los cultivos de cobertura, el manejo integrado de malezas, insectos y enfermedades, la nutrición balanceada y reposición de nutrientes, el uso racional y profesional de insumos externos, el registro de las tareas y productos y la sistematización de esa información, como así también los registros ganaderos, conforman las bases para un certificado de calidad de procesos y productos.
Es desde este enfoque amplio, sistémico e integrador que la SD cambió los paradigmas de la agricultura, iniciando una nueva era. Son más los suelos que producen y menores los riesgos de erosión. Más aún, en numerosos casos, la productividad ha aumentado, por mejora de la fertilidad física y química, y por la mayor eficiencia en la economía del agua. También se reduce el consumo de combustibles fósiles empleado en el laboreo, crece el secuestro de carbono por aumento de materia orgánica, y ambas consecuencias ayudan a mitigar el efecto invernadero.
El concepto de BPA’s ha ido evolucionando con el tiempo, en un contexto rápidamente cambiante y complejo. El presente encuentra a la humanidad frente a un dilema entre el fantasma de una hambruna generalizada por una producción deficitaria de alimentos, y el peligro de la destrucción de los recursos naturales, necesarios para procurarlos.
La coyuntura se hace cada vez más compleja. Por un lado, la sobre-explotación de la tierra, empujada por el crecimiento demográfico, podría llevar al colapso de las economías mundiales. Por el otro, el agravante histórico de que la agricultura extensiva se rige por el paradigma de la labranza, siendo algunas de sus externalidades negativas la degradación, la erosión y la pérdida de materia orgánica, la desertización y salinización de los suelos.
La alternativa productiva viene de la mano de la agricultura de conservación en general, y de la SD en particular; siempre concebida con este enfoque sistémico y no solamente como ausencia de laboreo. Este complejo permite incrementar los rendimientos y eficiencias en el uso de los recursos, como así también disminuir los costos y externalidades negativas sobre el ambiente.
En este contexto, desde Aapresid surge la iniciativa de desarrollar un "Sistema de Gestión de Calidad en Agricultura de Conservación" certificable. Esta certificación apunta a lograr una Agricultura Certificada, con las garantías que supone ajustarse a un protocolo de BPA’s y de indicadores de base científica, que permitan medir el impacto de la agricultura sobre el ambiente, foco de este proceso.
La certificación tiene beneficios directos para el empresario agropecuario, tanto en la gestión técnica como en el negocio. Por un lado, la certificación involucra el uso de registros y de información ordenada que, junto al relevamiento de los indicadores de calidad de suelo, agregan valor a la gestión agronómica, tornándola más confiable, precisa y profesional. Por otro lado, es la herramienta que permite agregar valor, al internalizar la externalidad positiva que genera la SD y transformarla en potenciales ingresos económicos. Al estar basado en principios y estándares generales, con adaptación local, el certificado permite generar la diferenciación del proceso.
Al estado del conocimiento actual, la SD y su factibilidad de certificación se constituyen en la alternativa productiva que mejor conjuga los intereses -muchas veces contrapuestos- de alcanzar una producción económicamente rentable para las empresas, ambientalmente sustentable, socialmente aceptada y energéticamente eficiente.

Lograr que el mundo valore nuestra forma de producir
Certificar un proceso o un servicio significa cumplir con ciertos requisitos que le confieren al mismo valor agregado en las transacciones comerciales, nacionales e internacionales. Certificar significa "hacer las cosas bien y dar prueba de ello".
Además del valor que la Agricultura Certificada agrega a la gestión técnica de la empresa - en la toma de decisiones de manejo agronómico y el análisis de la evolución del sistema -, es de esperar que, a mediano o largo plazo, la certificación tenga también beneficios directos sobre el negocio agropecuario, por todo el valor adicional mencionado anteriormente consecuencia de su implementación. Se abre también la posibilidad de generar negocios por contrato con empresas que, por sumarse a la Agricultura Certificada, logren diferenciar su producto. Asimismo, el acceso a los mercados de Bonos de Carbono se vislumbra como un gran aliado.
A la vez, como Sistema de Gestión de Calidad, la Agricultura Certificada le permite al consumidor conocer las características del proceso de producción y a la sociedad, reconocer sus beneficios tangibles. "Certificar", siguiendo un Manual de Buenas Prácticas Agrícolas, es mostrar a la sociedad cómo son los procesos de producción de alimentos y energía. La Agricultura Certificada plantea una manera precisa y estandarizada de someter los procesos productivos a una auditoría, al transparentarlos en una suerte de "trazabilidad agroecológica". Y una vez más, es esperable que esto genere utilidades adicionales al ser reconocida socialmente.
A largo plazo, certificar el proceso de producción agropecuaria puede derivar en usos potenciales, asociados a negocios existentes o fácilmente accesibles. La Agricultura Certificada podría comportarse, en un futuro, como un elemento de diferenciación del inquilino o como exigencia del propietario en contratos de arrendamiento; operar como garantía en la compra de campos cuya historia agronómica esté certificada; ser un aspecto a favor en la evaluación para la toma de créditos (Balance ambiental y de producción) o un condicionante para acceder a desgravaciones impositivas. También puede ser una oportunidad para hacer negocios con empresas que lleguen al consumidor con productos que incluyan entre sus materias primas a derivados de la agricultura, y que quieran diferenciarse bajo el signo de la "responsabilidad ambiental". El mismo ejemplo es válido para empresas de insumos agropecuarios. Por ejemplo, los semilleros que apliquen los estándares e indicadores en su proceso de obtención de semillas a campo lograrían diferenciar, así, su producto.
También los estados provinciales pueden capturar el valor de estimular la adopción de una Agricultura Certificada, al asegurarse que sus recursos naturales (principalmente el suelo, el agua y el aire) están siendo manejados de manera responsable, preservándolos para las generaciones futuras.
Si de ir lejos se trata, podemos imaginar que así como la SD se impuso en Argentina hasta cubrir más del 70 por ciento de la superficie cultivada, posibilitando que deviniera en un referente a nivel mundial, producir de acuerdo a los parámetros de la Agricultura Certificada podría generar una nueva "Marca País": la de ser un lugar de referencia mundial no sólo en la provisión de alimentos, sino también en el hecho de producir de manera responsable con el ambiente y en sintonía con el aumento poblacional.
La agricultura certificada no es una meta en sí misma, sino la invitación a transitar un proceso de mejora continua basado en la incorporación de conocimientos y experiencias.
• Es ciencia y es experiencia.
• Es conocimiento y es arte
• Es acción y es filosofía
• Es realización y es futuro

La agricultura certificada es una actitud. Es estar comprometido con la generación responsable de alimentos y energía. Es creer que nuestro paso por la vida tiene sentido si tiene trascendencia. Una trascendencia marcada por una coherencia entre lo que pregonamos y lo que hacemos. Por estar convencidos que vamos transitando por el camino que soñamos.
Aapresid
Para mayor información, comunicarse al +54-341-4260745 o enviar un mail a aapresid@aapresid.org.ar.
En www.ac.org.ar podrá descargar el Protocolo de Agricultura Certificada y el Manual de Buenas Prácticas Agrícolas e Indicadores de gestión.

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