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Revista Pilquen

On-line version ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.7 Viedma Jan./Dec. 2005

 

ARTÍCULOS

Tres miradas frente a la modernidad Latinoamericana

Nelda Pilia de Assunçao y Silvina Celeste Fazio
CURZA - Universidad Nacional del Comahue

Resumen
En el presente artículo se realiza un análisis contrastivo de la construcción discursiva de la modernidad en América Latina, según la reflexión crítica de los ensayistas Octavio Paz en Tiempo Nublado, Carlos Fuentes en Nuevo Tiempo Mexicano y Luis Costa Lima en Pensando nos Trópicos. Se trata de identificar, en cada caso, el lugar de enunciación en el que se ubica y desde dónde se manifiesta el sujeto enunciador y cuáles son los dispositivos enunciativos que selecciona de acuerdo con la intencionalidad buscada y con el contexto sociocultural en el que emerge cada ensayo. De este modo, tanto con el privilegio del orden expositivo, marcado por una amplia intertextualidad, (Costa Lima) como con el predominio de una preocupación estética (Octavio Paz y Carlos Fuentes), los ensayos ostentan, en términos de Liliana Weinberg, un verdadero carácter evaluativo que se proyecta sobre el mundo para intervenir, opinar o incidir en él.

Palabras clave: Ensayo; Modernidad; América Latina; Lugar de enunciación; Dispositivos enunciativos; Discursividad.

Three looks on Latin American Modernity

Abstract
This article presents a contrastive analysis of the discursive construction of modernity in Latin America according to the critical reflection of the essayists Octavio Paz in Tiempo Nublado, Carlos Fuentes in NuevoTiempo Mexicano and Luis Costa Lima in Pensando nos Trópicos. In each case, we have tried to identify the place of the enunciation, from where the enunciator expresses itself and the enunciative mechanisms chosen in accordance with the purpose looked for and the sociocultural context of each essay. As stated by Liliana Weinberg, the essays display, with an expository style, marked by a vast intertextuality ( Costa Lima), and with an aesthetic concern predominance (Octavio Paz and carlos Fuentes), a real evaluative nature that projects on the world to have an effect or take part in it, or express views.

Key words: Essay; Modernity; Latin America; Place of enunciation; Enunciative mechanisms; Discursivity.

Recibido: 25/03/05
Aceptado:
18/05/05

Abordar el ensayo, como dice Liliana Weinberg, significa "profundizar en el análisis de fenómenos de producción de sentido" (p.XIII, 2003) ya que, en él, el acento está puesto en el uso, en la significación, en el cruce de crítica, interpretación y puesta en valor del carácter social de los procesos de simbolización. Si bien, en algunos casos, el ensayo se aproxima más a la expresión poética y en otros, sigue más de cerca al discurrir del pensamiento filosófico, su manifestación es híbrida y compleja ya que trata de examinar conceptos e imaginarios, preformados culturalmente. En este sentido, ya desde la consideración de Theodor Adorno, en su libro El ensayo y la forma, esta manifestación textual se legitima como vehículo de conocimiento pero de un conocimiento surgido de la propia construcción ensayística. Por lo tanto, desde esta perspectiva, nos proponemos analizar, aquí, la construcción discursiva de la modernidad en América Latina según las perspectivas adoptadas por Octavio Paz en Tiempo Nublado y en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, por Carlos Fuentes en Nuevo Tiempo Mexicano y por Luis Costa Lima en Pensando nos Trópicos. Además, en el caso particular de Octavio Paz confrontaremos esta posición con la que adopta.

En el caso particular de Octavio Paz en Tiempo nublado, el tratamiento del tema de la modernidad se centra en los motivos que impidieron su instauración en el plano socio-político y desde allí constituye un preámbulo del tema de la democracia, ya que también ésta ha padecido distorsiones e inconvenientes en su desarrollo, aunque con un saldo positivo que lleva al autor a plantear, con un acto de habla marcadamente exhortativo, la necesidad de defenderla y mantenerla. En este sentido, el lugar de enunciación desde donde se manifiesta el sujeto, resulta de la convergencia de su condición de escritor y de ciudadano mexicano y latinoamericano, lugar que le permite expresar su pensamiento crítico con respecto a la trayectoria sociopolítica latinoamericana, sin olvidar el camino exitoso seguido, en cambio, por la literatura.

En cuanto a la presentación de temas variados que se ponen en contacto en la organización discursiva, se observa aquí una estrategia presente también en otros ensayos, que ha sido destacada por César Aira en su libro El ensayo y su tema, y que consiste en la relación "binaria", de un tema con otro, en ese "saltar a prisa de un tema a otro" o, como en este caso, "en ese encuentro de dos temas entre sí". Así, el ensayo "América Latina y la democracia" de Octavio Paz ofrece las relaciones binarias de: "literatura y sociedad", "modernidad y democracia" e "imperio e ideología". El tratamiento de estos tópicos se presenta en forma sucesiva en la escena discursiva y el punto de partida es, como ya dijimos, la relación entre literatura y sociedad, relación marcada por su carácter complejo, de aproximación y distanciamiento, ya que, a pesar de ser "un vínculo necesario, contradictorio e imprescindible", también muestra los caminos diferentes, seguidos por cada una de ellas en cuanto a los logros obtenidos. Octavio Paz señala, explícitamente, el éxito en el campo literario mientras que deja asomar su duda con respecto a lo social mediante la interrogación "¿son modernas las sociedades latinoamericanas?" (1983:162). De este modo, la voz del locutor interpela al lector para que realice también su reflexión y lo acompañe en su aproximación crítica e interpretativa. Focaliza el análisis en lo social ya que es, precisamente, en el contexto sociopolítico donde ancla la temática de la tradición antimoderna de América Latina.

La mirada ensayística de Octavio Paz nos remite a las consideraciones de Montaigne en cuanto al privilegio del juicio, de la reflexión en profundidad y de la evaluación. En este sentido, Octavio Paz trata de explorar, explicar y evaluar la situación de América Latina con respecto a la modernidad, privilegiando los datos históricos pero desde la expresión de su subjetividad. Se remonta así a los orígenes de la constitución de las Américas para marcar una diferencia significativa entre Norte y Sur, en cuanto a la herencia europea y su relación con la modernidad, en una correlación con la Reforma y la Contrarreforma respectivamente, "debido al carácter peculiar de la civilización de Occidente que encarnaron España y Portugal" (p.163). En esta mirada retrospectiva, señala la negación de España y Portugal a la naciente modernidad occidental afirmando que "la idea de la misión universal del pueblo español [...] era una supervivencia medieval y árabe" (p.164)

Esta idea básica orienta la discursividad hacia una observación profunda y crítica del devenir sociopolítico latinoamericano para marcar los errores y reivindicar los aciertos, ensayando una respuesta que no escapa a esa misma complejidad que la motiva. De este modo, junto a su señalamiento de la "herencia antimoderna", resalta "el esplendor de la civilización hispano-árabe" (p.168) y rescata, lo positivo de "las creaciones americanas de España y Portugal". Éstas, en su opinión, "fueron admirables", regidas por un doble eje de "desigualdad y convivencia: principios opuestos y complementarios [y puntualiza que] si aquellas sociedades no eran justas tampoco eran bárbaras" (p.165)

Además, en una verdadera búsqueda de precisión, la voz de Octavio Paz se alza crítica e inquisidora ante los equívocos de denominaciones y juicios que, históricamente, se vienen haciendo sobre América Latina y trata de precisar los alcances que manifiestan su postura y producen un texto que, como dice Liliana Weinberg al caracterizar al ensayo, "es de carácter evaluativo" y constituye "una representación de representaciones, una interpretación de las interpretaciones" (2005:14)

En ese planteo reinterpretativo y de intencionalidad correctiva, la interrogación indagatoria, frecuente como disparador ensayístico, se convierte en una estrategia discursiva básica que abre el camino para expandir sus ensayadas respuestas con pretensión esclarecedora. De este modo, cada palabra o expresión evocada genera una pregunta que limita el sentido y encamina la búsqueda de precisión: "¿América Latina, América Hispana, Iberoamérica, Indoamérica? Cada uno de estos nombres deja sin nombrar a una parte de la realidad" (p. 162). De la misma manera, se pregunta en qué sentido se hace referencia a Latinoamérica como una prolongación de Europa o en qué aspectos se habla de subdesarrollo.

Por todo lo dicho, consideramos que el ensayo "América Latina y la democracia" se constituye como ese saber que se va construyendo, mediante preguntas y respuestas, en el dinamismo del propio discurrir ensayístico. Presenta así, como dice José Luis Gómez Martínez, desarrollos que se exponen en un proceso dialogal en el que el lector es una parte integral (1981:51). Así, agudizando su mirada crítica, Octavio Paz trata de penetrar en el sentido profundo de estos conceptos, en una relación de palabra-mundo, para rectificar el sentido equívoco que la tradición histórica y cultural le han asignado.

Esa perspectiva crítica no sólo le permite al autor realizar una representación de las causales de la realidad latinoamericana, sino también y, a través de ella, construirse a sí mismo como un intelectual comprometido con su mundo, que observa, juzga y a su vez marca la ausencia de "una corriente intelectual crítica y moderna" que hubiera sido capaz de reaccionar contra "la inercia y la pasividad que forma la tradición de los pueblos". De este modo, el ejercicio de la reflexión interna del ensayista y su necesidad de expresarla hacen del ensayo, como dice Jean Starobinsky, un "examen atento pero también enjambre verbal que se libera" (1998:21). Esa voz individual y comprometida se hace cargo, explícitamente, de su posición personal y se ofrece a través de expresiones como "a mi juicio" o "es mi simple parecer". Ahora bien, más allá de este carácter de opinión, hay momentos en que la voz de Octavio Paz adquiere la fuerza de una advertencia trágica, casi amenazante, como es su reclamo a aquellos intelectuales y pensadores, por sus opiniones frente a la "paradójica" tiranía de Cuba y así dice: "algunos, un día se avergonzarán [...] de lo que dijeron y de lo que callaron" (p.176)

En todo su decir, Octavio Paz manifiesta su punto de vista y reconstruye la trayectoria de América Latina focalizando la tradición antimoderna pero también enjuiciando la prioridad en "adoptar" modelos extraños sin saber "adaptarlos" a la realidad particular de este mundo latinoamericano. La mirada enjuiciadora de Octavio Paz suma a la tradición antimoderna "el imperialismo norteamericano", imperialismo categorizado como "de orden económico y de supremacía política". Representa así, una situación latinoamericana de desamparo y sufrimiento, que oscila entre "la violencia anárquica y la tiranía" ya que "los revolucionarios no lograron establecer, salvo en el papel, regímenes e instituciones de verdad libres y democráticos" (p. 168). Estados Unidos es representado discursivamente en su gran paradoja de ser por un lado, "arquetipo de la democracia e instituciones libres" y, por otro lado, como los protectores de los tiranos y los aliados de los enemigos de la democracia de América Latina (p.171) Es importante destacar la selección léxica efectuada por Octavio Paz, que funciona como conjunto de subjetivemas evaluativos de esa realidad, reconstruida a través de su mirada, con palabras como: "disgregación", "atomización", "dispersión", "inestabilidad", "violencia", "desorden", entre otros.

Por otra parte, se puede observar que, en la trayectoria textual, el sujeto discursivo alterna el uso de la primera persona (a veces del singular y otras del plural) y el de la tercera. Reserva, generalmente, la tercera persona para expresar su saber generalizado, explicativo o sentencioso, modalizando deónticamente su decir con acentuada fuerza exhortativa, como cuando se refiere a la democracia y exclama: "hay que pelearla". En cambio, usa la primera persona para hablar desde su experiencia personal, individual o colectiva, pero, sobre todo, como testigo vivencial de los hechos. Así por ejemplo, al referirse a la fuga de los cubanos dice: "cuando vimos a los fugitivos en las pantallas de cine y de televisión" (pp.176-177), acentuando aquí también el cruce de la imagen verbal con la visual.

Más allá de este análisis, no podemos dejar de conectar el tema de la modernidad trabajado en estos ensayos, con la referencia a ella que hace Octavio Paz en su discurso de aceptación del Premio Nobel, pronunciado ante la Academia Sueca en el año 1990. En este caso, si bien, al igual que en Tiempo Nublado, comienza planteando que la modernidad se ha entendido como la búsqueda de algo externo, "lo moderno estaba afuera y teníamos que importarlo"1,

se ubica después en un presente de búsqueda y de rescate del pasado. Además, en este caso, el recurso discursivo del binarismo se presenta en la relación modernidad - creación poética y adquiere su anclaje en la fuerza convocante del tiempo presente. Desde aquí reivindica su propia experiencia personal y afirma: "la modernidad me condujo a mi comienzo, a mi antigüedad". En este descubrimiento, el sujeto de la enunciación se fusiona con el sujeto del enunciado acrecentando el valor testimonial del conocimiento experimentado y transmitido con la profundidad conceptual y artística de la imagen metafórica: "supe así que el poeta es un latido en el río de las generaciones".

En consecuencia, el sujeto de la enunciación se construye a sí mismo, en esta oportunidad, como un poeta que habla desde su experiencia personal en búsqueda de una modernidad a la que descubre y visualiza "no como una escuela poética" sino como una "tradición". Este hecho de ser "tradición", le ha permitido a la modernidad poética "simultáneamente, permanecer y cambiar". Luego de ese nuevo posicionamiento, la reflexión ensayística de Octavio Paz se centra en la problemática del tiempo presente, del tiempo de la "presencia", de un tiempo que debe ser descubierto y vivenciado como punto de partida para reivindicar el pasado y proyectarse hacia el futuro. Este tiempo, denominado significativamente en su discurso "otro tiempo", "el tiempo nuevo", aproxima esta perspectiva de Octavio Paz a Carlos Fuentes, en esa concepción esencialmente mexicana del tiempo continuo y circular, que no tiene principio ni fin. Podríamos decir que este tiempo convergente es como el tiempo mismo del ensayo puesto que se articula en una construcción dinámica que retoma decires para recrearlos con nuevas miradas que se proyectan hacia el futuro.

En cuanto al ensayo particular de Carlos Fuentes "Tiempos Mexicanos", podemos comprobar que su reflexión sobre el tema de la modernidad es el eje de la construcción discursiva al desarrollar la idea básica de un "nuevo tiempo mexicano". La focalización de este tema no se hace, como en el ensayo de Octavio Paz, considerando la herencia recibida desde Europa, sino tratando de reivindicar y anunciar una modernidad específica de lo mexicano, en particular, y de lo latinoamericano, en general. Frente al desarrollo de una modernidad excluyente de los valores del pasado y que acentúa las diferencias entre el Norte y el Sur, este texto proclama una nueva modernidad y adquiere el "carácter epistemológico y jurídico", que Liliana Weinberg reconoce como clave del ensayo, puesto que, como ella señala, esa "tensión", inicial y motivadora, se convierte "en afán por intervenir, por opinar, por incidir en el mundo" (2005:14). En este caso, concretamente, las acciones están orientadas a rescatar la esencia mestiza de lo mexicano. Así, aunando lo conceptual y lo estético, Carlos Fuentes manifiesta su juicio crítico al decir: "El engaño del progreso ha sido decirnos que podemos dejar atrás lo que ya fuimos [...] nunca hay un ya fuimos, hay un estamos siendo, vamos a ser, porque seguimos siendo cuanto hemos sido" (1995:206)

En consecuencia, con ese sentir profundo de continuidad se construyen los cimientos del nuevo tiempo mexicano, de la nueva modernidad proclamada desde el poder constructivo del lenguaje como "modernidad incluyente" y que "consiste en salvar los valores del progreso sin dejar de afirmar el derecho al misterio, el derecho al asombro y al autodescubrimiento inacabable" (p. 207)

Merece destacarse la calidad artística de esta construcción ensayística que vehiculiza la voz poética de Carlos Fuentes y, que, al mismo tiempo, se expande segura, potente y persuasiva. Se aúnan así, como dice Peter Earle al referirse a las particularidades de ensayo hispanoamericano, el compromiso social con la expresión y el desarrollo de un estímulo lírico en el que las imágenes y los conceptos se aproximan y expresan estéticamente la subjetividad. Esa mirada profunda se transforma también en una advertencia sobre los peligros futuros, advertencia motivada por la propia vivencia del autor al exclamar: "[l]a fractura Norte/Sur es el peligro mayor que veo en el horizonte de mi país" (p.205). Aquí, el verbo "ver" acentúa el compromiso personal del autor y acrecienta la fuerza evidencial de su conocimiento y el poder persuasivo del enunciado. Por otra parte, su voz orientadora también se hace presente y, junto a esta advertencia, Carlos Fuentes marca el camino futuro ya que "sólo puede superar [esa crisis] la justicia social y la política democrática" (p.205)

Otro aspecto importante para destacar en el discurso de Carlos Fuentes es su uso de la palabra modernidad. Cuando el ensayista se refiere a la modernidad que ha privilegiado la importación de modelos occidentales, que en términos de Octavio Paz buscaba "europeizar", coloca a este término entre comillas ("modernidad", ser "modernos") como si quisiera distanciarse del mismo y revestirlo de un carácter menos auténtico desde su sentir personal. De este modo, la misma palabra se convierte en significante de dos significados que le permiten al autor presentar la doble significación de ser "moderno" o moderno. Esta modernidad propuesta por Carlos Fuentes implica también una valorización de la memoria, una recreación permanente del tiempo, recreación simbolizada en el "mandala", ya que "[e]l tiempo mexicano antiguo y nuevo está dentro de esta vieja memoria, dentro de esta modernidad radical e incluyente: la constituye y es constituido por ella" (p. 208) Con la reivindicación de la memoria, se trae a la escena discursiva la valoración del pasado, con una perspectiva "renacentista", precisamente porque ello implica fundar "cada día un nuevo tiempo mexicano". Las palabras de Carlos Fuentes expresan esta reivindicación de vitalidad permanente y de profundo sentimiento mexicano, ya que "[l]a grandeza de México es que el pasado siempre está vivo. No como una carga, no como la losa, salvo para el más crudo ánimo modernizador" (p. 211). El punto de vista de Carlos Fuentes constituye así una postura esperanzada y optimista, con fe en el poder mexicano para fundar y mantener viva una modernidad auténtica, renovadora y esencialmente latinoamericana.

En función del análisis efectuado, podemos manifestar que, más allá de los recortes diferentes del tema tratado, tanto el ensayo de Carlos Fuentes como el de Octavio Paz, constituyen formas discursivas que cabalgan -como dice José Luis Gómez Martínez- "a los lomos de lo científico y lo estético, en la búsqueda de un difícil equilibrio" puesto que "[e]l ensayista es ante todo un escritor y, como tal, busca la perfección en la expresión [...] contando con su propia personalidad para dar unidad a sus reflexiones" (p. 65)

Pasamos ahora a analizar el enfoque de la modernidad, presente en el libro del ensayista brasileño Luiz Costa Lima: Pensando nos trópicos. En primer lugar, es necesario realizar algunas consideraciones sobre el uso de las citas textuales como estrategias discursivas. Recordamos que este recurso es utilizado, generalmente, para avalar posiciones del autor o bien para contraponerlas a posiciones diferentes a las suyas. Aquí, la cita vale, sobre todo, por el peso de su contenido representativo y, tal como señala José Luis Gómez Martínez:

las citas, numerosas en los ensayos, tienen valor por sí mismas en relación con lo que el ensayista nos está comunicando; importa destacar que alguien creó una idea (en este caso "el desencantamiento del mundo"), representada en la cita, pero el "quién" y el "dónde" carecen, en realidad, de valor. No son, las citas, importantes porque fulano o mengano las dijo, sino por su propia eficacia. Y el hecho de señalarlas como citas es sólo con el propósito de indicar que no son de propia cosecha, sino que forman parte del fondo cultural que se trata de revisar (41)

En efecto, en el ensayo de este autor titulado "Una cuestión de la modernidad: el lugar del imaginario", que pertenece al libro antes mencionado, la cita de Weber sobre el desencantamiento del mundo religiosamente orientado marca el punto de partida de una sucesión ordenada de citas que operan como disparador de la reflexión crítica del ensayista y de la exposición de sus propias ideas. Además, ellas marcan hitos importantes del itinerario histórico cultural que la representación de la relación "racionalidad-imaginación" ha tenido, a través de distintos autores desde el Iluminismo, y llevan al autor a reflexionar sobre la repercusión de dicha relación en el contexto político latinoamericano. En este contexto, las dictaduras han mostrado un apartamiento de lo emocional resaltando la eficacia de la razón técnica, de la razón instrumental.

El primer tópico que recorta este ensayo es "la tensión entre la religión y el conocimiento intelectual" y focaliza, en esta relación, el desplazamiento de un Dios por otro nuevo que es postulado explícitamente como el "conocimiento empírico racional" y enmarcado en el principio de causalidad, concebido como primer mandamiento. En este planteo, se asienta el "desencantamiento del mundo" expuesto por Weber. Ahora bien, Costa Lima exalta esa afirmación de Weber, modalizando evaluativamente su enunciado con los subjetivemas "aguda", "precisa", "famosa" puesto que ella manifiesta, de manera contundente, el sentido de ese corrimiento de los valores axiológicos, cuyo centro es la afectividad. Ese desencantamiento de la modernidad supone que "la racionalidad científica rechaza el sentido de un cosmos científica y éticamente orientado" (1991:58)

Por otra parte, con las mencionadas reflexiones filosóficas, Costa Lima avanza sobre la conexión del desencantamiento de la modernidad con el lugar que ocupa el imaginario. Para ello, organiza textualmente su respuesta ensayística en dos partes sucesivas que explícitamente menciona: "un argumento general", centrado en la reiterada concepción de la "fuerza maléfica de la imaginación" atribuida por el predominio de la razón y "una demostración particularizada" que trata de analizar la irrupción de la imaginación a través del sueño, a pesar del control racional.

Para el tratamiento de la primera de las respuestas mencionadas, la progresión de la información se logra mediante una sucesión de citas pertenecientes a los filósofos Fontenelle, Bayle, Hume y Kant, matizadas con la referencia anecdótica a la fiesta conmemorativa de la Revolución francesa. Todo este itinerario va mostrando las variadas consideraciones que sobre la imaginación se han sucedido, a través de miradas que deterioraron su valor mostrándola como resultado de "infantilismo", "de fuerzas maléficas", de "fuerzas primitivas", "capacidad ilusoria y pervertida", que demandan un control de la razón, un accionar del entendimiento. De este modo, el análisis y las reflexiones del ensayista van mostrando que la modernidad ha impuesto un control del imaginario que terminó distorsionando y coartando las posibilidades del accionar humano libre. De este modo, ese control se conecta también con la imposición de modelos, situación que coarta entonces las posibilidades de presentación de otras alternativas al modelo dominante. Se muestran, de esta forma, distintas manifestaciones del control del imaginario.

Por su parte, en el ensayo "Antropofagia y control del imaginario", Costa Lima cuestiona la orientación política de las dictaduras latinoamericanas, en especial, desde su vivencia de la dictadura brasileña. Su propuesta reinterpretativa señala, en consecuencia, la necesidad de "repensar y reconsiderar los límites de la razón en vez de apenas aprender a aplicarla" (1991:33), puesto que "la razón moderna es fuertemente caracterizada por su incapacidad, o al menos su inhabilidad, en reconocer, en legitimar aquellos objetos culturales en los que ella, en cuanto razón, inmediatamente no se reconozca"(p.35) Quizá sea éste el motivo por el cual la razón moderna cultiva la sospecha, condena la imaginación y privilegia la razón técnica, obstruyendo así variadas alternativas que surgen del respeto a la libertad, a la diversidad y al mestizaje.

En cuanto a la segunda respuesta, la que corresponde a su demostración particularizada, Costa Lima presenta un texto de Diderot centrado en las reflexiones sobre el origen de las formas vivas y el realce de la sensibilidad con una explicación transformista de la especie y del dinamismo del mundo. Ahora, el sueño es focalizado como otra vía capaz de liderar la fuerza del imaginario. En definitiva, todo el ensayo va mostrando cómo la vida, más allá de las variadas concepciones y controles, necesita del alimento de la ficción, de un lugar para el imaginario.

En reiteradas oportunidades, el autor hace explícita su preocupación por aproximarse a una interpretación adecuada de lo ya dicho y para ello utiliza refuerzos expresivos como: "será preciso que la entendamos mejor", "será preciso desenvolverla", "notamos cómo su reflexión se desenvuelve". De este modo, la secuencia explicativa se va construyendo con un privilegio dialógico muy marcado, ya que, como dice Arenas Cruz "el enunciador atrae la atención sobre el propio proceso de enunciación a través de ciertos comentarios que sirven como elementos de enlace y de coherencia textual, con el fin de facilitar la comunicación global" (1997:388), esto es, suscitar la reflexión del receptor para justificar su opinión a través de la reflexión compartida.

Además de este efecto aparentemente didáctico, la construcción discursiva muestra esa intención, propia de todo ensayo, de "interpretar el mundo y su historia". Así, con las citas explícitas, el autor traslada la revisión del discurso del otro a su propia enunciación. En esta tarea de representación e interpretación, el autor se va construyendo a sí mismo a través de la selección de los textos filosóficos que reproduce y de los comentarios que realiza de los mismos. Este hecho marca una fuerte relación de la construcción ensayística con la "glosa humanística", como señala Arenas Cruz al referirse a una de las particularidades discursivas del ensayo. Por otra parte, estos comentarios le permiten al autor poner en contacto a distintos autores para esclarecer el alcance de la modernidad en cuanto al privilegio de la razón y a su relación con la imaginación desplazada.

La heterogeneidad discursiva lograda mediante la selección intertextual, le permite a Costa Lima mostrar que el desencantamiento del mundo moderno se produce por el desplazamiento del ejercicio de la imaginación ya que debe sujetarse al control impuesto por la tiranía de la razón.

La reinterpretación de Costa Lima, que posibilita el dinamismo discursivo de su ensayo, sumada a la emotividad de su propia experiencia, presenta una fuerte orientación filosófica y ética, unida a una preocupación didáctica, que privilegia el lenguaje denotativo y la búsqueda incesante de precisión conceptual. Marca así, una acentuada diferencia con privilegio de lo estético que puede observarse en los ensayos de Octavio Paz y de Carlos Fuentes. De esta forma, su práctica escritural contrapone la propia reivindicación del imaginario y de la imaginación que postula en la trayectoria de sus ensayos, al cuestionar el absolutismo de la razón. Por otro lado, se aproxima, en lugar de distanciarse como lo hacen otros ensayos, al estudio sistemático y riguroso, ya que manifiesta un denso "bagaje erudito" marcado por la abundancia de citas bibliográficas. La textualidad mantiene una adecuada coherencia y cohesión a pesar de su densidad intertextual. Presenta con sistematicidad rigurosa la exposición de las ideas y privilegia el orden explicativo, que se aparta de las preocupaciones estéticas propias de la flexibilidad estilística, común en la mayoría de los ensayos. También son escasas las referencias anecdóticas de participación del autor, como aparecen sí en la forma discursiva de los otros dos autores trabajados. Sin embargo, hay una vivencia personal a la que el autor le reserva su privilegio y es precisamente su sentir frente a la dictadura del Brasil, a la que focaliza y enjuicia críticamente.

Por último, a partir del análisis realizado podemos comprobar que el lugar de enunciación, desde el cual cada uno de los ensayistas realiza sus reflexiones y sus experiencias con el lenguaje, para manifestar su opinión y juicio crítico, produce diferentes recortes y configuraciones discursivas aún cuando el tema sea el mismo. Esto nos permite reivindicar lo ya dicho por varios teóricos: el ensayo no trata temas nuevos sino que revé y profundiza temas ya tratados en una permanente vinculación de texto y contexto.

En síntesis, podemos decir que en el caso de Octavio Paz, cuando habla desde su posición de intelectual y ciudadano comprometido con la historia de México, focaliza su mirada en la tradición antimoderna y en la importación de modelos, es decir, le preocupa precisar el por qué de la dificultad de instauración de la modernidad occidental en lo socio-político. En cambio, cuando este mismo autor habla desde su condición de poeta, plantea la búsqueda de una tradición fundada en la esencia mexicana que se debe hacer "presencia" en un tiempo nuevo. Por su parte Carlos Fuentes, que mira a México en su esencia mítica e indígena, propia de su vivencia personal ("yo veo un país indio"), proclama un nuevo tiempo mexicano, una modernidad incluyente, comprometida con esa diversidad, con esa fusión de pasado y futuro en el presente, con esa consideración del "sueño del otro" que aparta todo fundamentalismo. Frente a ellos, Luis Costa Lima, ubicado en la reinterpretación de las reflexiones filosóficas acerca de la modernidad, se centra en el debate entre racionalidad e imaginario y analiza el lugar ocupado por cada una de ellos para explorar las distintas formas de control que se han sucedido en el proceso histórico de América Latina. Su planteo es entonces mostrar la necesidad de encontrar la convivencia de ambos en las prácticas humanas, en una búsqueda de equilibrio difícil pero necesario para no coartar las posibilidad de reaccionar, de buscar alternativas encaminadas a dar vida propia a esta América.

Así, más allá de los variados tratamientos del tema en cuestión, en cada uno de estos ensayos se construye un espacio discursivo en el que cobran forma las particularidades de la realidad socio-política de América Latina. En cada caso, el mundo interno y externo acicatea la capacidad productiva del escritor y, como dice Liliana Weinberg "en el momento en que el ensayista despliega su punto de vista, se forma un triángulo en el cual su mirada refiere al mundo, el mundo refiere a su mirada, y a la vez ambas se traducen en un texto: el ensayo que las incluye y las construye a ambas" (p. 11)

Nota

1. Discurso extraído de www.nobelprize.org 25 de julio de 2005

Bibliografía

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