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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  n.7 Viedma ene./dic. 2005

 

ARTÍCULOS

Retórica y espacios de poder en ¿Qué es esto? Catilinaria

Adriana A. Lamoso
Universidad Nacional del Sur - CONICET

Resumen
En los ensayos que el escritor argentino Ezequiel Martínez Estrada dedica a la interpretación del hecho peronista en nuestro país, en particular en ¿Qué es esto? Catilinaria, problematiza el rol de la intelectualidad argentina, en virtud de su ilusoria intervención en los asuntos políticos y culturales de la esfera pública. Mediante un discurso panfletario monta un artefacto retórico con el que interpela a los intelectuales, en términos de virulenta reacción opositiva. El cuestionamiento a los otros recibe un tratamiento de fuerte confrontación e impugnación, y su representación se consolida conforme diseña su propia imagen y la de sus destinatarios supuestos, en un juego de marcadas tensiones contrapuestas. Tal configuración no puede recibir sino, por parte de los adversarios, polémicos y descalificadotes contraargumentos, no escasamente reconocibles en las esferas de transmisión de la cultura. El discurso del ensayista constituye una arenga en la que se afirma un saber desafiante, en virtud de la (auto)legitimidad que le otorga a su consabido conocimiento veraz de los móviles que determinaron y constituyeron la idiosincrasia de nuestra nacionalidad. En el desarrollo del trabajo se transitarán los argumentos que instalan al peronismo en el centro de una polémica que fractura y desplaza en cruentos duelos intelectuales a los partícipes de la cultura local.

Palabras clave: Intelectuales; Cultura; Nación; Peronismo; Discurso; Panfleto.

Rhetoric and spaces of power in ¿Qué es esto (What is this?) Catilina?

Abstract
In the essays that the argentine writer Ezequiel Martínez Estrada dedicates to the interpretation of the peronist phenomenon in our country, particularly in ¿Qué es esto? Catilinaria, questions the role of argentine intellectuals due to his illusory part in the political and cultural matters of the public sphere. By means of a pamphletist speech, Martínez Estrada creates a rhetorical machine with which he appeals to intellectuals in terms of virulent opposing reaction. The questioning to the others receives a treatment of strong confrontation and opposition, and his representation consolidates according to his own image and that of his supposed addressees, in a game of marked opposed tensions. Such configuration can't receive but, on the part of the opponents, controversial and disqualified counter-arguments not scantly recognized in the spheres of cultural transmission. The essayist's speech is a harangue in which a challenging knowledge is assured, in virtue of the own genuininess that he gives to the true knowledge of the motives that determined and made the idiosyncrasy of our nationality. In this paper we'll discuss the arguments that put peronism in the middle of a controversy that fractures and displaces the participants of local culture in bloody intellectual duels.

Key words: Intellectuals; Culture; Nation; Peronism; Speech; Pamphlet.

Recibido: 22/04/05
Aceptado:
25/10/05

En el marco de las condiciones histórico-culturales que tornan peculiar la etapa posterior a la Revolución de 1955, la construcción simbólica del 'hecho peronista' se entreteje a partir del discurso proveniente de divergentes sectores ideológicos y de campos disciplinares no exentos de heterogeneidad. Cada diseño interpretativo se asienta sobre la base de sólidas pretensiones de verdad, que irrumpen con una imponente fuerza asertiva, promocionada por el propósito de obstaculizar la refutación, al modo de una barrera infranqueable.

Abordar la exégesis del fenómeno peronista implica analizar los diferentes factores que se entrecruzan y que convergen en este punto nodal que los reúne y determina. En las interpretaciones de dicho acontecer político, sobresalen lecturas disidentes que se inscriben en el escenario compartido y disputado de la intelectualidad local. Una de las más controvertidas y álgidas por su abierto enfrentamiento con el peronismo, lo constituye el ensayo ¿Qué es esto? Catilinaria (1956) de Ezequiel Martínez Estrada, quien sale al cruce de los debates suscitados ante tal coyuntura política, a la que configura bajo la forma de una pesadilla.1

Uno de los elementos que forma parte del campo referencial, que, por cierto, no ofrece resistencia a la observación espectroscópica del ensayista, lo constituye el rol de la inteligentsia, durante la época en la que el gobierno de Perón ocupó el rol protagónico en la escena nacional. Entre las múltiples piezas que configuran la imagen del peronismo, resulta significativo, entonces, el espacio otorgado a la representación de los sectores que encarnan la cultura.2

Martínez Estrada interpela a la intelectualidad argentina, a la que considera un eslabón de importancia crucial para viabilizar y hacer efectiva la ideología política imperante.3 La figura del ensayista representa la contracara (visible a partir de los trazos esbozados en el ensayo en cuestión) de la inteligentsia, término con el que alude despectivamente al amplio espectro de agentes portadores de saberes que considera divorciados de los intereses nacionales. Silvia Sigal registra tales impugnaciones y las fundamenta de la siguiente manera:

El término "intelligentsia" fue acuñado para designar intelectuales encandilados por las luces de las metrópolis que, desde Sarmiento hasta el movimiento universitario reformista, pasando por Sur y La Nación, habrían traicionado fríamente a la patria y a las masas que se expresaban, ellas, a través de jefes plebiscitados: Rosas, Yrigoyen, Perón. (Sigal 2002: 14)

Martínez Estrada monta un aparato retórico en el que apela a estrategias fuertemente persuasivas, a través de las cuales traza el sugerente perfil de su adversario, conforme diseña su propia imagen y la de sus destinatarios supuestos. A la manera del prólogo a La Cabeza de Goliat, configura su propia imagen en la autenticidad de una verdad sólo a él revelada. La operación legitimadora se asienta en la negación de la escritura del otro y en la adscripción de su discurso en el trayecto certero de la cultura nacional.

Sus imprecaciones a los "dilapidadores del patriotismo cultural" (Martínez Estrada 1956b:41) se insertan en una línea de tensiones, en la que distintos actores lanzan sus veredictos inapelables en las convergentes condenas a los intelectuales argentinos, por su estrecha y condescendiente vinculación con los sectores que detentan el poder. La manera particular con la que Martínez Estrada representa la interpretación de sus pares, despliega una arista más en esa prolongada trayectoria. El ensayista actualiza el escenario de batalla y plasma unilateralmente la condena a las manifestaciones del intelectualismo, para proyectar en el campo discursivo del país, las observaciones verídicas provenientes de su inteligencia, corroboradas por la remisión constante a las premisas insertas en obras publicadas con anterioridad.4 Las iluminaciones del escritor se encuentran inscriptas en las tesis básicas que se diseminan en la construcción de sus ensayos previos. A partir de la negación, se instala en el espacio cultural del país, la afirmación de sus certezas y la autoridad de su pensamiento.

1. ARTIFICIOS RETÓRICOS - DISPUTAS DISCURSIVAS

Uno de los primeros rasgos que consolida la ausencia de una cultura nacional es la importación de los saberes provenientes de Europa.5 Así como el desarrollo del pueblo argentino se lleva a cabo sobre la base del desarraigo, también el cuerpo de saberes, que debiera constituir el patrimonio cultural local, se origina en el extranjero y se trasplanta para adoptar formas menores. Según el escritor, la caricatura y la parodización constituyen la muestra cabal de la desviación de la literatura y esta particularidad resulta irreconocible para los intelectuales. Martínez Estrada lo expresa en estos términos: "...lo que creemos que vale más (...) son las muecas del mono y las articulaciones estridulantes del loro." (Martínez Estrada 1956b:41)

El ensayista desencadena un pensamiento lógico, mediante el cual deduce premisas que se vinculan a partir de la impugnación y del agravio, caracteres que, paulatinamente, se multiplican e intensifican. La inconsistencia del saber de los otros aumenta su distorsión al resultar un procedimiento consciente, del que se hace uso a sabiendas para reproducir la impostura.

Una cultura de importación, no genuina, obedece a una estructura de pensamiento disidente y se asienta en lo endeble, por la falta de correspondencia con el espíritu de la propia tierra. La imposibilidad de consolidar una cultura legítima cede el paso al afloramiento de la "ignorancia culturaza" o de la "incultura cultivada" (Martínez Estrada 1956b:41); fenómeno que favorece, con su muda complacencia, el advenimiento de sucesos que trastocan y debilitan los cimientos genuinos del país. Bajo su visión, el peronismo halló campo propicio para diseminar sus principios, favorecido por la ausencia de barreras que obstaculizaran sus excesos, las que deberían haber provenido, fundamentalmente, de los representantes de la cultura.

Una de las razones más válidas para fundamentar la eclosión impune del hecho peronista, desde la perspectiva de la infamia, constituyen los caracteres que Martínez Estrada vislumbra en la intelectualidad argentina. El ensayista se distingue del conjunto de pensadores nacionales, porque es él quien puede apreciar las verdades profundas y porque es el único que asume el imperativo moral de iluminar con su saber al pueblo adormecido y engañado. En el prólogo a ¿Qué es esto? explicita su tarea ineludible:

Es un gran deber integrado por deberes menores de conciencia cívica y patriótica, de decencia personal y de salubridad pública, de hombre que tiene la responsabilidad de pensar y de hablar por los que reposan y enmudecen (...) Sé, en fin, que combato contra Holofernes o contra Goliat, contra un gigante y contra una multitud de esbirros gigantescos. No tengo más que una honda y una piedra, y estoy desnudo y solo. Pero como me anunció mi madre, cuando era aún muy muchacho, y sin pretender vaticinar la pobre, la fuerza de mi brazo me la ha dado Dios. (Martínez Estrada 1956b:11-12)

Su lucha entre Titanes se desenvuelve en la certeza indudable de su saber perspicaz y su trascendencia futura, impregnada por los designios divinos, se certifica en la confirmación de sus premisas, pronunciadas a partir de 1933. La particularidad en este juego de tensiones mutuas es que el discurso del ensayista, referido a los males que aquejan al país a partir de la asunción del gobierno de Perón, se profiere luego de su derrocamiento. El ensayo que alude a este particular acontecimiento político, planteado en términos agónicos, se escribe y publica en 1956, en un momento que implica un corrimiento temporal con respecto a las intervenciones culturales que se cuestionan.

¿Cuáles son los móviles que impelen al ensayista a no (auto) evaluarse en los mismos términos que lo hace con respecto a los demás integrantes del campo intelectual? ¿Por qué se (auto) configura al margen de todos ellos, a pesar de que sus ensayos no advierten en el momento preciso, acerca de la idiosincrasia que arremete contra el bien común? Curiosamente Martínez Estrada construye un discurso en el que confronta con la imagen de sus adversarios, de una manera tan intensa como la positividad que diseña de su propio rol de intelectual.

Por otra parte, la virulencia de su discurso panfletario,6 que lo torna casi ilegible, pone en cuestión los principios básicos sobre los que se asienta el fundamento de su imprecación a la cultura nacional. La ignorancia, que adviene como la afloración de la barbarie, se inscribe en el pueblo inculto que "no tuvo defensa en la intelectualidad ignorante" (Martínez Estrada 1956b:42). Este fenómeno crucial, que ha contribuido fundamentalmente a imposibilitar el cambio en el transcurso de la historia, no se asume como un imperativo en la escritura del ensayista. Martínez Estrada no se dirige al pueblo, al que hay que iluminar y guiar; tampoco hace uso del instrumento que recomienda para tal fin: "pocas palabras y acaso una, como 'Sésamo' o, con más aproximación, tres: 'Levántate y anda'." (Martínez Estrada 1956b: 15)

Paradójicamente, su retórica persuasiva supone la densificación en el uso del lenguaje, al que sobrecarga de connotaciones ideológicas que se traslucen en un léxico beligerante tanto como enciclopédico. Se impone la eficacia persuasiva del propio discurso que se repliega sobre sí mismo en la representación convergente y convincente de las nociones de verdad, sinceridad, deber, patriotismo, amor, comprensión, sabiduría, mandato divino.7 Esta construcción implica un contrapunto en el que cobra forma la imagen del adversario, quien se personaliza en un juego de tensiones contrapuestas que marcan la distancia: en él yace la mentira esencial, el error dominante, la ignorancia indiferente.

Poner de relieve las estrategias y procedimientos que conllevan la escritura de¿Qué es esto?, permite volver a pensar los cuestionamientos que se han ido suscitando durante el transcurso de las presentes reflexiones. El mismo ensayista arroja luz sobre estos interrogantes al poner de relieve el artificio. Enuncia el carácter panfletario de su obra8 y con este reconocimiento nos introduce en las convenciones propias de la tipología. Alertarnos acerca de la forma de su ensayo nos revela que el escritor tiene plena conciencia de que las imágenes que se proyectan en los escritos (incluidos los suyos) son construcciones voluntarias y arbitrarias, procedimientos convencionales con los que él acepta intervenir.

En tanto literatura combativa, Martínez Estrada se enfrenta a la inteligentsia nacional con las armas que mejor sabe usar, y la problematiza a través del discurso refractario que significa explicitar al destinatario con el que no polemiza. A través del artificio que diagrama el aparato retórico, la palabra del ensayista ocupa los espacios en blanco de las páginas que no se escribieron y el eco de su voz resuena en quienes nunca antes pudieron oír. En ¿Qué es esto? dibuja un horizonte de recepción en el que perfila un interlocutor preciso:

Hay jóvenes que comienzan ahora a aprender el alfabeto de esta nueva lengua que exige la lectura de nuestro libro jeroglífico de la realidad. Los jóvenes que sigan a estos jóvenes lo harán todavía con mayor provecho.
Yo no hablo el esperanto para que me entiendan todos. Hablo para mis congéneres, con quienes me entiendo hasta por gestos, sin necesidad de hablar. No pretendo predicar en el desierto, porque ni soy un apóstol ni un idiota. Hablo a mis iguales, de hombre a hombre, de conciencia a conciencia, de deber a deber. (Martínez Estrada 1956b: 12)

Dirige el discurso a sus discípulos, a quienes presentan filiación de pensamiento, y a aquellos que ingresan recientemente al ámbito de la cultura nacional, a los que pretende educar. La imponente fuerza perlocutiva de su discurso conlleva la destrucción de la imagen de los consagrados y la anulación de la presencia del adversario, lo que fortalece la imposición de su propia imagen. La exasperación por la etapa histórico-política que ha transcurrido y sus consecuencias que perviven en las evidentes estructuras sociales fundamenta la configuración negativa de la inteligentsia, a la que caracteriza en su inutilidad insalvable, desde la exterioridad misma de la escritura, marcada por una grafía que destaca su distancia y, a su vez, reproduce su ideología. Desentrañarla permite traslucir su colocación en el campo cultural del país, construida, en parte, por su representación como intelectual, proyectada en obras como el ensayo en cuestión.9

2. RETRATOS OPOSITIVOS EN TORNO A LOS AGENTES CULTURALES

En la exposición de la etiología y de la sintomatología de nuestros males, el diseño opositivo de la intelectualidad local asume caracteres peculiares que lo precipitan en la impugnación total. La génesis de su ineptitud se asienta en la esencia de una formación deforme y paralizada. La paradoja que ilustra la desviación es la amalgama de la incultura entremezclada con la alfabetización; fenómeno que se conjuga con el orgullo y la falsa satisfacción. Según Martínez Estrada, en la época peronista el país se consolida a partir de la preeminencia de los harapos: a la bajeza del pueblo le corresponde recíprocamente los andrajos de los intelectuales, entre los que incluye explícitamente tanto a los escritores como a los periodistas.

La inautenticidad de los "representantes de la cultura" se manifiesta en la simulación y el disfraz, formas impuestas a partir de las condiciones determinantes en la época de la conquista y colonización de estas tierras. La "barbarie ilustrada", los "impostores del saber" (Martínez Estrada 1956b:42) adolecen del vicio grosero de la soberbia, que los torna ciegos y absurdos, rasgos que se tornan evidentes a través de las irónicas muecas risibles que rigen una creencia equivocada.

Dentro del acotado espectro de pensadores nacionales que, según la perspectiva del ensayista, han marcado un rumbo acertado en el marco del campo cultural nacional, se destacan apenas algunos nombres. A ellos es necesario remitirse para retomar los caminos trazados y abandonados en el descuido, o en el olvido. Sarmiento, López, Alberdi, J. A. García y Groussac10 sobresalen entre la homogénea turba ilustrada. La singularización de estos nombres se vincula con los explícitos destinatarios que diseña Martínez Estrada en el prólogo de ¿Qué es esto? y se corresponde con la tradición liberal que reivindica frente a la nacionalista que rechaza. Oscar Terán hace referencia a la ubicación del ensayista dentro del complejo campo de poderes en el que se inscriben los intelectuales argentinos en los años sesenta, del siguiente modo:

(...) la colocación de Martínez Estrada dentro de un movimiento polémico apuntado hacia la franja liberal pero que rehusa incluirse en otro espacio político-cultural culminará autorrealizando su pronóstico de intelectual solitario que clama en el desierto, alentada porel reforzamiento que todo período de ruptura radical implica respecto de la emergencia del profetismo de los intelectuales. (Terán 1993:44)

La arenga a los jóvenes involucra la condición de respetar y conocer a estos "padres de la nacionalidad" (Martínez Estrada 1956b:45), a los que considera "los verdaderos maestros de su formación espiritual y cívica", "los representantes de los valores auténticos de la cultura", "los héroes anónimos sin solideo, ni kepi, ni el bicornio emplumado" (Martínez Estrada 1956b:45). De acuerdo con una idiosincrasia que conlleva el reclamo por un modelo de mundo particular, el ensayista promociona la formación de una nueva conciencia del deber, guiada por el objetivo de (re)fundar un verdadero y grandioso destino para el país.

La condena primordial, que arrastra hacia la incultura a la inteligentsia, se remonta a la violenta imposición de una cultura no genuina, un molde trasplantado de Europa que pervive ad infinitum y que condiciona invariablemente los móviles de estas tierras.

El horror del peronismo no residió en hacer emerger ni en otorgar preeminencia a la barbarie, puesta de relieve ya en los ensayos sobre el ser nacional que retoman las tesis sarmientinas. La despreciable perspicacia de Perón responde a la sagaz capacidad de distinguir las falencias insertas en la inteligentsia, para fortalecerlas y someterlas al influjo de su conveniencia, promoviéndolas en la impostura. La evidente ceguera de los intelectuales, que les impide escapar de estas sórdidas manipulaciones por parte de la coyuntura dominante, es una demostración cabal de la alfabetización divorciada de la cultura, alejada del ejercicio verdadero del pensamiento inteligente y libre; desencadenamientos propios de una instrucción que se mantiene al margen de la educación.

Es preciso detener la vorágine que precipita a la intelectualidad naciente en el fracaso irreparable, al que conducen las condiciones materiales e ideológicas del presente. La intensa fuerza persuasiva del discurso esmerilado del ensayista se fundamenta en el desafiante intento de encender las luces verdaderas en las inteligencias incipientes. Tras este imperativo moral, el escritor transita los escarpados caminos de las violentas polémicas que fracturaron y desplazaron en cruentos duelos intelectuales a los partícipes de la cultura local. El botín más preciado ha sido hacer emerger y consolidar con firmeza la verdad de su historia.

Notas

1. Cfr. Sigal, Silvia, Intelectuales y poder en Argentina. La década del sesenta, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2002, p. 99.

2. Al respecto, se reconoce la importante incidencia de los intelectuales, en los móviles que configuraron los caracteres histórico -políticos de la Nación: "...si el derrocamiento de la dictadura sólo había acarreado hasta entonces como datos positivos 'la huida con escolta del déspota y el saneamiento de los focos más infecciosos del peronismo', los males que este régimen había puesto sobre la escena pública mostraban tal magnitud que era la totalidad de la sociedad y la cultura argentinas las que debían quedar en entredicho." Terán, Oscar, En busca de la ideología argentina, Catálogos, Buenos Aires, 1986, p. 223.

3. La noción de .compromiso. estaba planteada, en el espacio cultural del país, a partir de la importación de la teoría existencialista sartreana: "...la doctrina del compromiso fue la mediadora para toda una franja de intelectuales críticos entre su adscripción profesional y sus incursiones en el terreno político." Terán, Oscar, ibidem, p. 202.

4. "Es cierto que no resulta difícil reconocer en este emprendimiento un estilo subsidiario de diagnósticos más generales nacidos en Radiografía de la pampa dentro de la perspectiva del ensayo ontológico - intuicionista, pero no lo es menos que junto con ello Martínez Estrada se instalaba en una versión diferenciada en los análisis del peronismo al sostener que lejos de ser un rayo caído del cielo sereno de la política argentina- la inteligibilidad de este acontecimiento sólo podía lograrse observándolo como un emergente de fenómenos anteriores a su misma constitución." Terán, Oscar, Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina 1956-1966, El Cielo Por Asalto, Buenos Aires, 1993, p. 42.

5. La crítica a los ensayos contemporáneos reconoce el cuestionamiento a la herencia europeísta: "Desde el fondo de una vertiente constitutiva de la ideología argentina, el europeísmo se tornó entonces un lugar común como presunto componente de un vicio que obnubiló recurrentemente la percepción de la propia especificidad nacional." Terán, Oscar, En busca de la ideología argentina, op. cit., p. 234.

6. Con el término 'panfleto' hacemos referencia a la terminología propia del análisis genérico, tal como el que propone Marc AngenotenLa parole pamphlétaire. Contribution à la typologie des discours modernes, Payot, Paris, 1982.

7. El mandato divino al ensayista se trasluce en fragmentos del prólogo de ¿Qué es esto?: "Se comprenderá que si he concebido y dado a luz, a los sesenta años y después de cuarenta de una carrera victoriosa, un ser apocalíptico que también a mí me espanta, ha de haber sido porque a ello me impelía una fuerza superior a las propias. Esa fuerza es sencillamente un imperativo absolutamente categórico, inexorable, terrible, exterminador." Luego agrega: "Espero que han de ser un día los peronistas quienes mejor me comprendan y quienes me den razón. Eso indicaría que el Espíritu del Señor habría descendido sobre mi pueblo. Nunca he aspirado a nada más." Martínez Estrada, Ezequiel, ¿Qué es esto? Catilinaria, Lautaro, Buenos Aires, 1956, pp. 11 y 15.

8. La explicitación del carácter del género se realiza en estos términos: "Alguna vez dije esta verdad: yo escribí "Radiografía de la Pampa", pero no la he leído. Ahora, después de tener concluido este panfleto, "una interpretación de la etiología y diagnóstico del peronismo, considerado como fenómeno típicamente argentino", me decidí a leerlo (...) Este panfleto puede ser apéndice de la serie de obras que tratan de interpretar nuestra realidad, y Dios me consienta descansar de esta batalla." Martínez Estrada, Ezequiel, ibidem, p. 12. Las cursivas me pertenecen.

9. La condena a la inteligentsia se realiza sobre la base de compartidas premisas acusatorias. Como María Celia Vázquez apunta con referencia a las apreciaciones de Jauretche: "...los criterios que rigen la acusación a la intelligentsia (son): la tradición europeísta, la indiferencia por la cultura y los intereses nacionales, el exceso de confianza en las virtudes de la mera inteligencia desconectada de sentido moral." "Retórica y modos de intervención: los Testimonios de Victoria Ocampo en un horizonte de debates", 2004, (mimeo).

10. Cfr. Martínez Estrada, Ezequiel, ibidem, p. 42.

Bibliografía

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7. Sigal, Silvia. Intelectuales y poder en Argentina. La década del sesenta. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2002.         [ Links ]

8. Terán, Oscar. En busca de la ideología argentina. Buenos Aires: Catálogos, 1986.         [ Links ]

9. Terán, Oscar. Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina 1956-1966. Buenos Aires: El Cielo Por Asalto, 1993.         [ Links ]

10. Vázquez, María Celia. Retórica y modos de intervención: los "Testimonios" de Victoria Ocampo en un horizonte de debates. 2004 (mimeo)        [ Links ]

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