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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  n.9 Viedma ene./dic. 2007

 

RESEÑAS

Cervera, Vicente, Belén Hernández y María Dolores Adsuar (eds.) El ensayo como género literario, Murcia: Universidad de Murcia, 2005, pp.191.

Néstor Tkaczek
Universidad Nacional del Comahue

Recibido: 12/12/07
Evaluado:
02/02/08

Vicente Cervera, Belén Hernández y Mª Dolores Adsuar acometen la tarea de editar una serie de conferencias referidas al ensayo dictadas en la Universidad de Murcia. El título responde a algunas certezas, tales como la de considerar al ensayo como un género y, además, literario. Sobre esta problemática girará el debate más denso y rico del libro que reúne diversidad de perspectivas sobre el ensayo, problemática que ha sido considerada por muchos estudiosos del ensayo hispanoamericano en publicaciones recientes, como por ejemplo Claudio Maíz.

El libro está organizado en torno a cuestiones teóricas del género, temática de la que se ocupan varios de los artículos. En esta línea se inscribe "El género ensayo, los géneros ensayísticos y el sistema de géneros" de Pedro Aullón de Haro, uno de los teóricos españoles de mayor relevancia. En este artículo el autor plantea las dificultades y complejidades que implica definir el género, consideración que lo lleva a afirmar que es "un tipo de texto no dominantemente artístico ni de ficción ni tampoco científico, ni teorético; sino que se encuentra en el espacio intermedio entre uno y otro extremo estando destinado reflexivamente a la crítica o a la representación de ideas" (p.14). Como la mayoría de los críticos y estudiosos que participan de El ensayo como género literario, sostiene que el género ensayo es creación de la Modernidad y contribuyó a la creación del pensamiento moderno. El otro aspecto interesante que destaca el español es la consideración del ensayo como "libre discurso reflexivo" es decir, reconocer que es el resultado de la libre operación reflexiva articulada por el juicio. En cuanto a los géneros ensayísticos -otra cuestión teórica que es motivo de análisis- los caracteriza como "la extensa producción textual altamente elaborada no artística ni científica". (p. 15) Por otra parte, Aullón de Haro sostiene que en la medida en que este tipo de textos se acerca más a la literatura se está en presencia de la biografía, la autobiografía, crónicas, libros de viaje, confesiones, memorias. En cambio, si el fiel se inclina hacia el campo científico, se está frente a un estudio, un tratado, un opúsculo, un folleto. Por último el autor de este artículo establece cierta ordenación en cuanto al sistema de géneros. Propone dividir el sistema de géneros literarios en dos grupos, los géneros ensayísticos y los géneros artísticos y estos se dividen en tres: a) temáticamente no determinados, b) ensayo, c) temáticamente determinados/ narrativos, líricos y dramáticos. Por tratarse de un esquema que adolece de una cierta rigidez, no resulta un aporte sustantivo.

Por otra parte, Francisco Jarauta en "Para una filosofía del ensayo" analiza dos de los pilares teóricos más importantes del siglo pasado, G. Lukács y Th. Adorno. Establece las semejanzas y las diferencias entre ambos pensadores en cuanto a las características del ensayo, información que, si bien es bastante conocida para quienes frecuentan el género, sirve como síntesis para plantear los aspectos que le interesan. Su preocupación teórica está centrada en el método al que recurre el ensayo. Destaca que el método es el rodeo, es decir, no una vía directa y unívoca en el análisis del objeto, sino más bien un recorrido que aparentemente nos aleja de él, pero que en la práctica nos permite una más correcta aproximación.(p.38). Vincula diferentes escritores como W.Benjamin, R. Musil, H. Broch, cultores del ensayo precisamente por su discurso de lo incompleto, de lo no resuelto. Concluye que el ensayo se convierte "en los diálogos socráticos de nuestro tiempo." (p. 41)

José M. Pozuelo Ivancos se suma a los artículos de P. Aullón de Haro y de F. Jarauta con un texto sobre teoría del ensayo titulado "el género literario 'ensayo'. Su trabajo se constituye en un punto de inflexión interesante puesto que es el único autor que se pregunta si el ensayo es un género literario y responde: "No sabría responder afirmativamente (tampoco me atrevería a negarlo) me cuesta hacer ambas cosas, y esa dificultad provendría tanto de la parte del sustantivo, su carácter de género, como de su adjetivo literario." (p. 179)

Sin embargo esa duda no es obstáculo para seguir avanzando en su pensamiento acerca de las características de este tipo de texto y ver de qué manera aflora lo literario en él. Distingue qué no es un ensayo literario y aquellos que sí lo son como los textos de W.Benjamin, F.Nietzsche, J.Ortega y Gasset y Octavio Paz. La concepción de género del teórico español está muy cerca de la concepción de estilo y vincula al ensayo con lo que denomina "escrituras del yo", cuya particularidad es tener una escasa tradición literaria y una carencia de formulaciones orales. Un aporte interesante es el de efectuar un rastreo por la historia literaria para determinar en qué momento de la cultura occidental la obra como libro y como un todo cerrado van creando la categoría de autor. Siguiendo esta traza, naturalmente se detiene en lo que significó la obra de Montaigne, puesto que la impronta del francés será fundamental en "la medida en que el Asunto refiera a un YO y se configure con él, en una Tensión insustituible del Discurso con la impronta del Autor". (p. 187). Pozuelo Yvancos otorga un peso muy alto a la temporalidad del discurso y para ello recurre a la distinción de E. Benveniste entre historia, relato de acontecimientos pasados; y discurso, la enunciación que supone un locutor y un oyente y la intención del primero de influir sobre el segundo. Luego de analizar las formas de enunciación y los usos verbales tanto de la historia como del discurso sostiene que si en la escritura autobiográfica hay una mixtura de dos tiempos, en la medida en que el autobiógrafo remite a los hechos (historia) y a su vivencia (discurso), en simultaneidad; en el ensayo "prevalece el tiempo del Discurrir mismo, de la enunciación como punto dominante de la nueva forma. (p. 187) Ese YO que construye el ensayo para Pozuelo es una forma no ficcional. Reitera una y otra vez a modo de conclusión que la propiedad fundamental del ensayo como género es "la Tensión discursiva de un pensamiento ejecutándose." (p. 189)

Siguiendo la línea de agrupamiento de ensayos que he propuesto, un segundo conjunto está conformado por aquellos que focalizan su atención en la obra de algunos destacados ensayistas españoles e hispanoamericanos. Pertenecen a este grupo los trabajos de Jorge Novella y Juan García Casanova. En "Las estelas de Ortega", Novella pone en evidencia la gran contribución al género ensayo, y más precisamente al filosófico, de José Ortega y Gasset, para desplegar de inmediato algunas notas esenciales del ensayo filosófico. No descuida, por cierto, su preocupación por la crítica de las ideas dominantes, en particular la filosofía política. Por decirlo en palabras de Ortega y Gasset, España y su circunstancia serán el eje de la reflexión de este artículo. No están ausentes las referencias a José Ferrater Mora, Francisco Ayala y Juan Marichal en tanto tres pensadores que han dedicado parte de su obra a pensar España y lo han hecho desde el ensayo filosófico. Señala, acertadamente, que es posible advertir en ellos la continuidad de la estela trazada por Ortega.

Por su parte García Casanova dedica un ensayo al español Manuel Azaña, trabajo en el que se propone estudiar las ideas republicanas en la producción ensayística de Azaña. En "Manuel Azaña: ensayista político", aborda la producción ensayística del español en tres momentos constitutivos: formación, madurez y experiencia de la guerra. Este estudio es de interés para quienes quieren adentrarse en el pensamiento del último presidente de la II República española.

La revisión de períodos históricos en diferentes espacios es el eje temático del tercer grupo de artículos que conforman este libro. Iluminador y profundo pese a moverse en toda la geografía americana y en un lapso que ocupa el siglo XIX es el trabajo de Vicente Cervera Salinas titulado "Pensamiento literario en la América del XIX. Ensayo de un ensayo social". Destaca la importancia central del ensayo en el s. XIX, lo señala como piedra fundante de la literatura hispanoamericana y se pregunta el porqué de esta relevancia. Cervera sostiene que el ensayo corre paralelo al ensayo de nación de los pueblos hispanoamericanos y también la preferencia de los escritores se debe a la juventud del género, a su hibridez, es un excepcional trasmisor de ideas y que seduce porque es un género libre, y el yo personal se mueve a sus anchas al igual que el yo plural. Al realizar un recorrido por autores, países y épocas, ofrece al lector un panorama medular del ensayo en Hispanoamérica. En cambio "Generaciones y semblanzas del pensamiento español del siglo XX" de Francisco Abat se desvía de esta línea puesto que el abuso de signos de erudición y una sintaxis poco precisa hacen que este trabajo esté sostenido por el suministro de datos que no constituyen un aporte significativo.

Teniendo como base la escritura constitucional, es decir la escritura política, Antonio Lastra en el "Pretexto de América" se propone indagar la escritura ensayística de Alfonso Reyes, sin embargo poco aborda al ensayista mejicano y sí se detiene, en cambio, en la escritura de Martí como génesis no solo de la escritura de Reyes sino también de Lezama Lima.

Un cuarto grupo centra su análisis en una cuestión teórica central: el autor y la teoría que sostiene al ensayo. Continuando con investigaciones para el estudio de este género, Elena Arenas Cruz contribuye con un interesante y esclarecedor trabajo: "El ensayo como clase de textos del género argumentativo". Esta estudiosa sostiene su teoría en la lingüística textual puesto que es desde ese lugar donde puede hacer evidente la pertenencia del ensayo a un género, el argumentativo. Muestra luego de qué manera el ensayo se organiza como superestructura argumentativa (exordio, argumentación y epílogo); su finalidad y función. Un pequeño ensayo de Ortega sirve como ejemplo para sus formulaciones teóricas.

"El ensayo como ficción y pensamiento" de Belén Hernández se propone estudiar el ensayo literario a partir de dos puntos de vista complementarios. Por un lado el historiográfico, que ve al ensayo como un conjunto de textos derivados de los géneros didácticos y, por otro, el estilístico, esto es considerándolo una clase de textos desarrollados en una época en la cual se han fundido y mezclado los tres géneros tradicionales y a la vez que han adquirido rango de género textos humorísticos y marginales. Concluye que "una reflexión sobre el significado del ensayo en los estudios de teoría literaria obliga a replantear problemas esenciales en esta disciplina, tales como la noción de literariedad, la delimitación de géneros y relaciones entre los mismos, la noción de verdad filosófica y de verosimilitud artística y los conceptos de forma y trascendencia estética." (p. 178) Además asevera que el ensayo artístico es auto referencial en la medida en que se basa en datos subjetivos entramados en una lógica original, construida con elementos artísticos como la metáfora, la ironía y con una finalidad estética. Esa lógica original a la que hace referencia Hernández está edificada sobre la poética y los recursos de la ficción.

Como toda compilación de distintos autores el texto tiene desniveles en el tratamiento del tema que articula todo el libro. Sin embargo, más allá de esta irregularidad inevitable en este tipo de compilaciones, cada artículo proporciona al lector una vía de ingreso para seguir explorando el mundo del ensayo. El libro, a la manera de un prisma, esparce sus diferentes coloraciones que los estudiosos del ensayo sabrán apreciar de acuerdo con sus intereses.

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