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Revista Pilquen

On-line version ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.11 Viedma Jan./Dec. 2009

 

ARTÍCULOS

El derrotero Radical en 25 años de gobierno provincial: La territorialización del partido en Río Negro (1983-2008)

Hernán Pose
CURZA, Universidad Nacional del Comahue

Resumen
En este artículo nos proponemos estudiar la hegemonía mantenida por la Unión Cívica Radical (U.C.R) en el sistema político de la provincia de Río Negro. Sostendremos que la U.C.R. distrito Río Negro, luego de ser un modelo paradigmático dentro del discurso alfonsinista, produce un proceso de territorialización de su estructura y de su discurso. Este proceso le da la posibilidad de articular actores heterogéneos en una provincia con marcadas diferencia regionales, tanto económicas como socio-culturales. El caso de Río Negro cobra especial interés en el análisis, ya que se presenta como un caso especial dentro de la fisonomía del sistema político argentino. Es una de las dos únicas provincias, la otra es la vecina Neuquén, donde el partido predominante en el nivel nacional y en la mayoría de los distritos provinciales, el justicialismo, nunca ha sido gobierno. Por otro lado, es la única provincia en donde la Unión Cívica Radical ha conseguido mantenerse ininterrumpidamente en el poder y lograr siempre mayoría legislativa que lo acompañe. Conforma de esta manera parte (a esta altura como única provincia) de lo que Juan Russo llama el área radical de la Argentina Hegemónica, aquella que posee sistemas políticos con un partido predominante.

Palabras clave: Río Negro; Unión Cívica Radical; Territorialización.

Radical course in 25 years of provincial government: The territorialización of the party in Río Negro (1983-2008)

Abstract
In this paper we propose to study the hegemony held by the Unión Cívica Radical (UCR) in the political system of the province of Río Negro. Maintain that the U.C.R. Río Negro district, after being a paradigmatic model within the discourse Alfonsín, produces a process of territorialization of its structure and its discourse. This process gives the possibility of integrating heterogeneous actors in a province with strong regional differences, both economic and socio-cultural. The case of Río Negro is of particular interest in the analysis, as it presented as a special case in the face of the Argentine political system. It is one of only two provinces, the other neighboring Neuquén, where the ruling party at national level and in most of the provincial districts, the justicialismo has never been government. On the other hand, is the only province where the Unión Cívica Radical (UCR) has managed to keep steadily in power and achieve legislative majority that always accompanies it. Thus forms part (at this point as the only province) what John Russo called the radical area of Argentina hegemonic political systems, which contains a predominant party.

Key words: Río Negro; UCR; Regionalization.

Recibido: 26/09/09
Aceptado: 03/02/10

INTRODUCCIÓN

Las líneas que siguen son parte de un trabajo mayor que corresponde al proyecto de investigación "Tiempo de democracia electoral: oficialismos y oposiciones, las escenas legislativas y municipales 1983-2007, perteneciente al Programa de investigación Medio siglo de oficialismo, oposición y violencia institucional en las provincias patagónicas, 1957-2007. Un estudio comparativo: Neuquén, Río Negro y Chubut, desarrollado en Universidad Nacional del Comahue y no pretenden más que esbozar algunas líneas de análisis del sistema político rionegrino.

El caso de Río Negro cobra especial interés en el análisis, ya que se presenta como un caso especial dentro de la fisonomía del sistema político argentino. Es una de las dos únicas provincias, la otra es la vecina Neuquén, donde el partido predominante en el nivel nacional y en la mayoría de los distritos provinciales, el justicialismo, nunca ha sido gobierno. Y por otro lado, es la única provincia en donde la Unión Cívica Rionegrina (UCR) ha conseguido mantenerse ininterrumpidamente en el poder y lograr siempre mayoría legislativa que lo acompañe. Conforma de esta manera parte (a esta altura como única provincia) de lo que Juan Russo llama el área radical de la Argentina Hegemónica, aquella que posee sistemas políticos con un partido predominante.(Russo, 2003: p 15-16)

En el último tiempo, la literatura política específica viene considerando como cuestión central en la problemática de la política, el proceso de cambios operados en torno a la representación y el tipo de formato democrático asociado. Según la ya conocida tesis de B. Manín, durante las décadas finales del siglo XX asistimos a una metamorfosis en las formas de representación, que da por resultado la conformación de un nuevo formato democrático asociado a la emergencia de una esfera cada vez más autónoma de opinión pública independiente, provocada por la masificación y homogenización de la información a través del impacto masivo de los mass-media. Este proceso induce cambios en los canales de mediación y transmisión de demandas políticas y hace perder peso relativo a los partidos políticos, que se convertirían en poco más que sellos de donde colgar candidaturas promovidas mediáticamente. (Manín, 1992)

En la Argentina podríamos distinguir, como hace Inés Pousadela (2007), entre este proceso más general de cambios en la representación y un proceso específico de crisis de representación que discurre paralelo y confunde con aquél ciertas características comunes, y tiene como hito máximo la crisis del 2001. Estos dos procesos impactan sobre las identidades colectivas antes establecidas sobre fuertes clivajes sociales bien definidos y por ende dejan heridos y desorientados a los partidos políticos tradicionales. Hoy en día se ve cómo los liderazgos surgen en los márgenes de los partidos, o incluso por fuera de ellos, pero aprovechando estructuras existentes que han devenido en meras maquinarias electorales. Una opinión pública más independiente como base de poder y la consecuente volatibilidad del voto, por otro lado, hacen depender la gobernabilidad en extremo del humor ciudadano y le plantea nuevos desafíos de legitimidad a la democracia actual. Como señala Pierre Rosanvallon, los regímenes políticos actuales soportan una participación ciudadana ligada a mecanismos de control del poder o lo que él llama la "democracia de control" que vuelve difícil el arte de gobernar y aumenta la distancia entre la sociedad civil y las instituciones democráticas. El aumento de esta distancia se debe a que estas prácticas favorecen lo que él autor da en llamar la "impolítica", es decir, altos grados de participación democrática en conjunto con la "la falta de aprehensión global de los problemas ligados a la organización de un mundo común", con su consiguiente impacto sobre las instituciones específicas. En este caso, los partidos políticos, encargados de la mediación política y la construcción y amalgama de los distintos intereses y visiones en un proyecto común (2007: p.38-39). Sin embargo en los sistemas políticos subnacionales, parece perder vigor esa tendencia.

En el caso de Río Negro, los partidos políticos parecen haber salidos, si no indemnes, mejor parados de este proceso, manteniendo todavía sólido el andamiaje de las identidades que los vinculan con sus bases electorales, aunque estas mismas hayan sufrido amplias transformaciones. Fundamentalmente la UCR, como partido de gobierno, generó un sentido de pertenencia al presentarse como paladín de la defensa de los intereses locales y provinciales. La capacidad de adaptación, que puso al partido en la senda de su proceso de territorialización (sumados también a una creciente utilización de prácticas clientelares y de cooptación) está en el origen de las diversas alianzas en que basó su sustento del gobierno a lo largo del periodo. Este proceso le otorgó una flexibilidad de maniobra y una autonomía, que le permite despegarse de las sucesivas debacles partidarias a nivel nacional y lo presenta, aunque con oscilaciones según la conveniencia del momento, con un funcionamiento más de partido provincial que de filial local de un partido nacional. Esta dinámica, favoreció su realineamiento y adaptación en circunstancias variables, le posibilitó alianzas con grupos sociales, tanto nacionales como provinciales y locales, más heterogéneos; consiguiendo de este manera mantenerse en el poder sin sufrir grandes sobresaltos, a pesar de la fragmentación y diferenciación social que se produce a los largo del periodo y a pesar también de la crisis estatal que sobrellevan sucesivamente sus administraciones.

Por otro lado, su principal oponente en la arena electoral provincial, el Partido Justicialista (P.J.), sufre en mayor medida las transformaciones que se operan sobre su propio partido en el nivel nacional y muchas veces su desarrollo queda ocluido por dicho proceso, no pudiendo el justicialismo rionegrino despegarse lo suficiente de él. A este hecho le suma, ya desde el mismo comienzo del período con la disputa entre la renovación y la ortodoxia, la incapacidad para saldar sus propios liderazgos al interior del partido, produciendo en cada elección una corriente variable de fuga de votos y lideres resentidos por las disputas internas, que aunque a veces no demasiados significativos, si decisivos en términos de diferencia electoral. Ni siquiera la aparición constante de terceras fuerzas que amenazan con romper un sistema político de base netamente bipartidista, quebró esta tendencia a la hegemonía radical, sino más bien coadyuvaron a mantenerla.

En este artículo, nos proponemos estudiar entonces, en qué medida el proceso de territorialización del partido radical, lo prepara mejor para lograr articular actores heterogéneos en una provincia con marcadas diferencia regionales, que parece más una federación de zonas económica y socio-culturalmente muy divergentes, que una provincia integrada y compacta.

PROCESO DE TERRITORIALIZACIÓN

En primer lugar, dado el panorama nacional que presenta un sistema de partidos en crisis, que está en un proceso continuo de cambio, afirmación y reafirmación de nuevas y viejas identidades y el impacto en el partido gobernante en Río Negro, provocó un proceso que lo sitúa más como un partido provincial que como la expresión provincial de un partido nacional. Nos proponemos indagar en las razones operadas por las cuales se produjo esta transición y cuáles fueron las ventajas que este proceso le brindó al partido, transición que lejos está de ser exclusiva de Río Negro y mucho menos del Partido Radical.

Como sostienen Ernesto Calvo y Marcelo Escolar (2005), en contraste con las primeras décadas del siglo XX en que el proceso de centralización de funciones en el estado Nacional llevó a un proceso de nacionalización y centralización en grandes partidos nacionales, durante los noventa el proceso de descentralización administrativa y de delegación de funciones en los estados subnacionales, promovió una situación inversa de territorialización del poder de los partidos y de la competencia interpartidaria. En este sentido, "los procesos de descentralización político-administrativa fortalecen a los actores políticos locales respecto de sus pares nacionales. Se reduce el valor político de la "etiqueta" partidaria y crece el valor relativo de las agendas programáticas de alcance local. El proceso de territorialización de la competencia partidaria en la Argentina está íntimamente ligado con la creciente descentralización de la política pública así como la creciente capacidad de las elites provinciales para "desanudar" la competencia provincial de la competencia electoral nacional." (Escolar y Calvo, 2005: p.356-358)

En nuestro enfoque, el proceso en Río Negro difiere de las razones esgrimidas por los autores antes mencionados. Principalmente porque la provincia de Río Negro ya tenía a su cargo desde su conformación como provincia en 1957, gran parte de las funciones delegadas a las provincias durante los 90´, tales como educación y salud. En este sentido, creemos que este proceso de territorializacion del radicalismo provincial, se ve estimulado por su función de gobierno durante todo el período, principalmente porque en la mayoría de sus gestiones tuvo que acostumbrarse a lidiar con un gobierno nacional de diferente signo político. A este hecho se le suman dos factores más: la predisposición constante de los diferentes gobiernos nacionales a utilizar los recursos públicos por medios discrecionales para garantizar el disciplinamiento provincial y por otro lado, el creciente endeudamiento que demanda una creciente asistencia y, por ende, dependencia nacional. Es en el cruce de estos tres procesos, que la UCR rionegrina tiende a desplazarse de las estrategias nacionales del partido, para conformar una suerte de partido provincial que le permite un mayor nivel de maniobra para lograr coaliciones nacionales y provinciales.

EL DESARROLLO DE LA UCR RIONEGRINA

Para analizar este proceso se hace necesario remitirnos en primer lugar a las características que adoptó la transición democrática en nuestro país. El proceso de transición tenía características muy particulares que impactaron también en la impronta que le marcaría a la primera administración democrática:

En primer lugar, la apertura política no era el resultado de la aún precaria estrategia opositora de los partidos políticos hacia el régimen, sino la consecuencia del descalabro militar en una guerra externa. En segundo lugar, la invasión [de Malvinas] había contado con la complicidad de la amplísima mayoría de la dirigencia política y sindical del país, es decir, de aquellos actores supuestamente predestinados a la construcción de un horizonte posdictatorial. En tercer lugar, el descalabro bélico dejo al gobierno militar en una situación de suma debilidad para intentar articular una salida negociada. En cuarto y último lugar, para una opinión pública que había acompañado mayoritariamente la invasión de Malvinas, el resultado de la contienda significó un verdadero revulsivo que colocó al futuro electorado cara a cara con una complicidad que se necesitaba dejar atrás, agudizó la oposición antidictatorial y desestructuró las frágiles lealtades hacia dirigencias partidarias y sindicales que mayoritariamente habían estado a la cabeza de dicha complicidad. (Aboy Carlés, 2004: p.37-38)

Estas características le dieron al proceso rasgos constitutivos que habrían de impactar fuertemente en la historia de la democracia restaurada hasta el presente. La poca o casi nula capacidad de negociación de las Fuerzas Armadas que dejaban el poder, las cuales sólo pudieron llegar a acuerdos en torno al cronograma y a la legislación electoral pero no imponer (más allá de un intento de imponer una, a la postre, infructuosa ley de auto amnistía) condicionamientos efectivos a los actores democráticos, presentaron ante la sociedad el proceso como altamente incondicionado; pero a su vez fuertemente restringido en su accionar por la herencia socio-económica recibida de aquellas (Novaro y Palermo, 2004). Como bien sostienen Marcos Novaro y Vicente Palermo "esta paradójica circunstancia dio lugar, desde el comienzo mismo de la transición y por largo tiempo, a una disonancia aguda entre expectativas y posibilidades" (2004: p16-17), disonancia que se vio favorecida por el accionar discursivo de los diferentes actores democráticos en pugna. Es éste el marco en el que se encuentran y luchan diversos discursos que intentan apropiarse de las experiencias pasadas para redefinirlas en nuevos lineamientos futuros. La explosión informativa que tuvo lugar en un primer momento sobre la violencia política que el régimen dictatorial había llevado adelante contra gran parte de la sociedad, en la que se destacaban los más aberrantes casos de torturas y desapariciones; coayudaron al hartazgo social contra décadas de violencia utilizada para dirimir los conflictos políticos.

El distanciamiento tomado por Raúl R. Alfonsín1, en la gesta bélica, de la cual había sido cómplices gran parte de la dirigencia política, lo deja en situación privilegiada. Puede encarar un discurso de ruptura marcada con este pasado inmediato, y a su vez hacerlo extensible a décadas pasadas de violencia política, en donde entre los principales actores, se encontraba uno de los mayores partidos políticos de nuestro país: el peronismo. Este hecho, además de implicar el posicionamiento de la UCR como contrapartida a la herencia dictatorial, revestía un carácter más profundo y de mayor alcance; es decir el planteamiento del proceso inaugurado en 1983, como de ruptura radical con perfil de la lucha política que se había iniciado con el golpe militar del 30. Tenemos, entonces, dos grandes dimensiones entrelazadas en las cuales el discurso alfonsinista haría pie primero para arribar al gobierno en 1983; y luego para darle a éste una impronta de regeneración societal de largo alcance, en donde el objetivo principal era una reforma cultural que le permitiera al país salir de décadas de postración apostando a un sistema pluralista democrático de resolución de conflictos, en la creencia de que con la democracia "no sólo se vota, sino que se come, se educa y se cura".2 El radicalismo rionegrino triunfa en 1983, de la mano del arrastre alfonsinista, como parte de un proyecto político nacional en el que Río Negro se perfila como una provincia paradigmática dentro de los planes políticos del proyecto alfonsinista. Este lugar no era ocupado sólo por ser uno de los pocos bastiones electorales que logra mantener durante todo el lapso de su gobierno (la otra provincia en iguales condiciones es Córdoba), sino por las características particulares que presentaba a los ojos de una parte importante de su dirigencia.

Estas características particulares estaban la visión que tenían de ella los sectores medios "progresistas" urbanos, de los cuales se nutría sobre todo en su intelectualidad, el radicalismo alfonsinista. Estos sectores estaban representados en su mayoría por jóvenes dirigentes radicales (especialmente los vinculados con la Junta Coordinadora Nacional) o de sectores o partidos progresistas, en su mayoría ligados con el ámbito universitario, que se habían acercado al alfonsinismo, le imprimirían el sesgo a su discurso político y representaban el recambio generacional dentro del partido. Esa visión se cristalizaba en la concepción del espacio patagónico como un espacio de posibilidades. En especial la provincia de Río Negro era vista como una provincia nueva, cuyo desarrollo se asociaba con el de una sociedad más equilibrada, con una estructura productiva que se vinculaba con actividades de carácter más moderno que la de las provincias "tradicionales" y le imprimía a la estructura social una dinámica de mayor movilidad social y amplios sectores medios. Como consecuencia, se estimaba o se creía, que la dinámica política no se movía al compás de los intereses arraigados en una estructura política de tipo caudillezca en donde pesan demasiado las características de autoridad tradicional, contra el debate más político abierto y "racional". Era, además, tomada como un caso paradigmático, ya que la categoría de provincia "nueva" no solo hacía referencia al momento que fueron creadas sino que también resalta las posibilidades que tuvieron estas sociedades de desarrollarse y crear instituciones modernas e infraestructura libres del influjo tradicionalista, de corte patrimonialista y clientelista que caracterizó la historia de las provincias "viejas". En este sentido, la clase dirigente de la provincia y de la región en su conjunto, coadyuvaba a esta visión. Por un lado asumía un creciente papel en la esfera nacional, ubicando a varios de sus dirigentes en puestos clave de la administración nacional. Por otro lado también colaboraba el perfil de intelectual democrático del gobernador rionegrino Osvaldo Álvarez Guerrero, bien alejado de la imagen de los gobernadores de cuño "caudillista".

Esta clase política regional va a ir desarrollando un proceso de identidad patagónica, para lo cual asume un discurso renovador en lo político con un fuerte sesgo republicano, de modernización democrática y de cambio social. En este sentido, si tomamos las ideas principales sobre las cuales se erige el proyecto político alfonsinista, caemos en la cuenta de la importancia de la "cultura política" de un ciudadano participativo y racional en la lucha por el reparto de los beneficios sociales. Sobre esta conciencia se fijaría el proceso de desarrollo argentino que se identificaba con la modernidad alfonsinista. Río Negro y su dirigencia política se orientaban hacia ese camino; aunque mal no sea (en el sentido negativo) por el peso de su historia vinculada con un poblamiento tardío y por lo tanto de muchas maneras planificado por el Estado.

Desde esta perspectiva el escenario político rionegrino se presentaba como un campo fértil para llevar adelante las políticas más puras y audaces en lo que se refiere a una nueva cultura democrática, basada en una amplia participación conjugada con equidad y autonomía ciudadana. Y es en este sentido como el gobierno de Osvaldo Álvarez. Guerrero3 vive este proceso.

El primero de mayo de 1986 el Gobernador inaugura por tercera vez desde el retorno de la democracia la asamblea legislativa. Aclara ya desde el comienzo de su exposición que "las circunstancias en que se abre este período de sesiones de la Legislatura rionegrina, son históricas [ya que] nunca en la historia de la provincia y muy pocas veces en la vida nacional, se han vivido tan trascendentes instancias de decisión, tan incitantes y enérgicas dimensiones para producir cambios fundamentales". Esta circunstancias son potenciadas por la transformación fundamental que implica el funcionamiento a "plenitud y armoniosamente" de las instituciones de la provincia que ha hecho que el "conjunto de la sociedad [fuera] perfeccionando formas solidarias de convivencia y animando responsabilidades de participación". Destaca el gobernador el momento histórico que transcurre por las iniciativas comprometidas por el gobierno nacional que llevan una fuerte tónica de refundación republicana, de las cuales se señalan, más allá de regeneración institucional producida por la vigencia democrática, o mejor dicho como una parte importante de ella, la planificada reforma de la constitución y fundamentalmente el proyecto de traslado de la capital federal a la comarca Viedma-Carmen de Patagones, proyecto que el Presidente de la República Argentina anunció el 16 de abril de ese mismo año en la ciudad de Viedma4 y que ese mismo día ratificaba ante el Congreso de la Nación.

Si bien estos proyectos que tienen por sustento la "descentralización, modernización y redistribución del poder político en un nuevo ordenamiento territorial, son cambios para todos los argentinos", impactan especialmente en la provincia y el pueblo de Río Negro ya que "será el valle del río Negro con todas sus raíces históricas, junto a este río que nos identifica y junto al océano que nos convoca, (la) palanca de apoyo y el fundamento geográfico de la segunda república". Es, entonces, en el marco del proyecto alfonsinista en el que hay que interpretar el comienzo de la hegemonía radical en la arena política provincial y el espíritu modernizante y a su vez refundacional que le quiere imprimir la clase dirigente provincial, y que va a ser una de las claves de su permanencia en el poder, espíritu, por otro lado, que está en consonancia con el carácter también refundacional que adquiere el proceso nacional, en el cual Río Negro se ve sumamente comprometido a través del proyecto de traslado de la Capital Federal a una parte de su territorio y que oficia como disparador de un replanteo profundo de las estructuras provinciales.

El radicalismo triunfa en 1983 a partir del discurso rupturista de Alfonsín en torno a la democracia como valor y método a la vez. Álvarez Guerrero, su administración y en general la provincia en su conjunto son visualizados en ese caso, como modelo y posibilidad. Las prioridades del primer gobierno democrático provincial se orientan en este sentido. La importancia que se le brinda a la cultura, la puesta en marcha de un plan de reformas de avanzada en la educación y la modernización de las estructuras provinciales a través de una reforma constitucional consensuada en su mayoría por un amplio espectro de partidos políticos que incluía al principal partido de la oposición, son muestra de ello.

El impulso del discurso refundacional llegó en Río Negro hasta las elecciones del 87 por el entusiasmo generado por el proyecto de traslado de la capital a la ciudad de Viedma, salvando al radicalismo rionegrino de la derrota que el partido sufre en el resto del país, con la sola otra excepción de la provincia deCórdoba. Dos años después, se produce la debacle del gobierno de Alfonsín que va a arrastrar tras de sí la suerte del partido por largo rato. Sin embargo la habilidad política de Horacio Massaccesi5 para comprender los cambios políticos que se vivían, su pragmatismo, su oportunismo en presentarse como el adalid del federalismo a través del asalto a las reservas nacionales que estaban depositadas en el banco de la provincia en la ciudad rionegrina de General Roca, y su discurso que lo presentaba como un gran hacedor y protector del bienestar estatal ante el modelo neoliberal; librarían al radicalismo rionegrino de esa suerte y lo pondrían en la senda de territorialización de su poder.

El partido convierte en elemento positivo el tener un signo opositor al gobierno nacional, ya que esto le permite defender "el interés rionegrino", mientras que por otro lado siempre se las arregla para llegar a buenos acuerdos con él. Discursivamente Massaccesi utiliza el significante "modelo rionegrino" como alternativa opuesta al modelo neoliberal menemista6. Pero a pesar de ello, se las arregla para ser parte de la "nueva dirigencia" que pregonaba el presidente e intensificar a lo largo de su mandato la relación política y personal con Carlos S. Menem7. Esta relación llega hasta el punto de hacer del gobernador uno de los pocos dirigentes opositores que van a avalar desde un primer momento la tentativa reeleccionista del presidente, en un claro desafío a las directivas del partido en su momento.

De esta manera Horacio, como era conocido coloquialmente el gobernador, va construyendo una imagen de líder moderno, adaptado a las nuevas realidades que demandaba un mundo globalizado y mediatizado, en contraposición a la dirigencia nacional del partido, pero que poseía una alternativa de neto corte opositor al menemismo. Esta imagen se vio afianzada por la publicidad y reconocimiento que adquirió el asalto al tesoro antes mencionado. Este perfil explica que a pesar del estilo de liderazgo político de Massaccesi, que le hizo ganar el apodo del "Menem rubio" y la censura del ex gobernador Álvarez Guerrero que compara su forma de hacer política con el estilo cholulo y corrupto del menemismo (Diario Río Negro 8/12/94)8 A pesar de sus desplantes a las directrices del partido; a pesar de la galopante crisis fiscal a la que su administración había llevado a la provincia; Massaccesi logra convertirse en candidato a Presidente de la Nación en 1995 por la UCR. Claro está, que igualmente era una candidatura devaluada, ya que las encuestas ubicaban al partido cómodo en el tercer puesto detrás del FREPASO9.

En términos provinciales, la elección de 1995 pone en cuestión, como nunca antes y nunca después, la hegemonía radical. En medio de una crisis fiscal que había llevado a la suspensión de pagos a acreedores y agentes estatales, lo que había desatado una extensa ola de huelgas y paros gremiales a lo largo y ancho de la provincia; Pablo Verani, intendente de General Roca y candidato radical a gobernador, gana una elección reñida10 por solo seiscientos treinta y cuatro votos al Senador peronista Remo Costanzo, candidato a gobernador por el PJ.

El impacto de la crisis del tequila, la convulsionada situación social que se vivía, más el urgente achique de gastos que se preveía necesario, hizo tambalear el discurso radical de defensa del "modelo rionegrino" y puso en tensión a su coalición gobernante. Días después de las elecciones, Carlos Torrengo11, escribía en el diario Río Negro (28/05/95)

Es paradojal lo que sucede en estos días con el régimen radical. A lo largo y ancho de su mapa, todos sus hombres respaldan públicamente el ajuste. Pero durante años y hasta horas antes de las elecciones, se resistieron a todo análisis acerca de la necesidad de racionalizar el aparato del Estado. Quien lo proponía era estigmatizado automáticamente. En ese camino usaron hasta el hartazgo a muchos de los que dicen que ahora echarán." Verani logró superar ese microclima partidario que negaba la necesidad de ajuste, sabía la seria crisis fiscal en que se encontraba el estado provincial y fue hablando hacia adentro del partido, pero hasta el recuento de votos esto debía mantenerse en el silencio de las filas radicales.

Como afirma Hugo Villca (2004), este proceso daba fin al modelo de estado providencialista que se había iniciado en 1987 y que hasta 1991 se había caracterizado por políticas públicas de inclusión ciudadana, en salud, educación y asistencia social; y que desde 1991 a 1995 se había caracterizado por ocupar los espacios abandonados por el Estado nacional. El mencionado atraso en el pago de sueldos a los empleados públicos y en las transferencias a los municipios, así como la reducción de prestaciones de la obra social estatal por la falta de pagos a los prestadores del sistema de salud, tuvo como consecuencia la unión de los sindicatos de los trabajadores del sector público en el Frente de Gremios Estatales; manifestaciones; paros; ocupaciones de edificios públicos; y la convocatoria del Estado a una consulta popular para poder privatizar la empresa de energía provincial (E.R.S.E.), el Departamento Provincial de Aguas y la Caja de Jubilaciones. El resultado de la consulta fue negativo y complicó la provincia en un decisivo año electoral. La crisis asumió tal magnitud que el Estado nacional estuvo a punto de intervenir la Provincia y envió fuerzas de orden público que llevaron a cabo una dura represión.

En este marco, Verani, una vez en el gobierno encara un programa de ajuste de los gastos de la administración pública. Llega a un acuerdo con Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), a quien promete estabilidad laboral a cambio de reducción transitoria de los sueldos de los empleados estatales y su participación privilegiada en la nueva Secretaría para la Función Pública y Reforma del Estado. Por otro lado privatiza casi todas las empresas públicas que el plebiscito obligaba a mantener en manos del Estado y llega a un acuerdo con Nación para la refinanciación de la deuda pública. Todas políticas neoliberales antes descartadas de plano por las administraciones y el partido radical. Este giro de la política radical, lleva a Verani a buscar nuevos puntos de apoyo en lo que H. Villca (op.cit.) denomina, un nuevo "acuerdo corporativo", que tenía como principales referentes a los gremios acuerdistas con UPCN a la cabeza y a los sectores de la fruticultura del Alto Valle que vieron licuadas sus deudas luego de la privatización del Banco Provincia. Este último sector ya tenía lazos fluidos con el gobernador desde su gestión como intendente de la ciudad de Roca. En este sentido, dado el marco nacional, Marcos Novaro afirma que los dirigentes políticos provinciales no peronistas "encontraron mucho más racional limitarse a la política local y desentenderse de los problemas nacionales, lo que le permitía reunir apoyos en sus distritos que no tenían un correlato para el partido en el país y a la vez les evitaba enemistarse con el presidente o con los gobernadores peronistas, de quienes requerían sostén financiero y el aporte de sus programas compensatorios para sobrellevar la crisis y el ajuste"(1998: p.136), el costo de este encierro local fue la asunción sin resistencia de las políticas públicas provenientes de la administración nacional. Como sostiene Gabriel Rafart:

Ello explica la subordinación a las políticas nacionales, adquiriendo un grado de mayor intensidad durante la segunda mitad de los noventa cuando asume el gobierno provincial Pablo Verani. La crisis fiscal recurrente en sus primeros cuatro años de gestión y de su segundo mandato explica esta actitud. Territorialización y pragmatismo parecía entonces proyectarse como la fórmula eficaz para enfrentar el resto de los noventa y los inicios del nuevo siglo para así sostener una administración provincial siempre al borde de la bancarrota. (2004)

Pero esta territorialización de su poder no le impide un juego pendular de distancia y acercamiento relativo a las consignas y ritmos del partido nacional. De hecho, el discurso bajo el que se presenta el ajuste es el de la necesidad, no del convencimiento. El gobierno lo llevaría adelante por obligación de saneamiento de las cuentas públicas ante la herencia recibida, y por la imposición del gobierno nacional para requerir financiamiento ante la crisis. Pero lo llevaría delante de manera más suave y equitativa posible, intentando preservar el interés de los rionegrinos en su conjunto y lo que se pueda de su patrimonio, ya que no era un gobierno "neoliberal" como hubiera sido un gobierno justicialista. De esta forma, logra presentarse como la mejor opción ante la aplicación de políticas inevitables y, en cierta forma, impuestas.

En 1999, aprovechando la constitución de la alianza a nivel nacional presiona para sumar a parte del Frente Grande con el intendente de la ciudad de Cipolletti, Julio Arriaga, a la cabeza, hasta entonces crítico acérrimo del gobierno provincial, a la concertación encabezada por el radicalismo provincial. El gobernador Verani, es reelecto ese mismo año, de la mano del triunfo nacional de la Alianza. Paralelamente a este proceso y como consecuencia de su permanencia en el manejo del gobierno, parece producirse desde por lo menos desde el año 1995, un proceso de colonización de las estructuras estatales. Esta idea implica pensar sobre la hipótesis de que entre burocracia y partido hay una interpenetración creciente, sobre todo en los cuadros altos e intermedios, que hace que funcione como una maquinaria electoral importante, pero que a la vez conlleva también un sentimiento de pertenencia hacia los cargos públicos. Este patrimonialismo del poder hace que entre estado y partido se teja una red de vínculos personales y grupales. El eje principal de esta red, es la distribución de cargos y recursos públicos tomados como propios, en el que se entrelazan relaciones de pertenencia y subordinación interesada, estableciéndose lazos personales de intercambio de favores. Esos mecanismos, a lo largo del tiempo, se constituyeron en sistemas de reparto intergrupales estables, a través de los cuales se fue arraigando y completando la cooptación de diversas instituciones. Pero su condición de partido de gobierno y su utilización en gran medida clientelar de la maquinaría estatal, no le impidió, sino que favoreció una visión estratégica de articulación necesaria con sectores de un amplio espectro partidario y social; logrando cooptar a terceras fuerzas enteras o a dirigentes selectivos de diferentes partidos, incluido el partido justicialista. Losmecanismos fueron reproduciéndose y acrecentándose a lo largo del período, lo que en principio parece haber producido a lo largo del tiempo un creciente proceso de "cartelización" de las estructuras estatales, sobre la base de diversos acuerdos con poderes locales que se hacían de parte de estas estructuras.

En el nivel del país, con el impacto de la crisis del 2001 y la nueva debacle radical en un gobierno nacional, el proceso de territorialización de las distintas seccionales del partido va a ir in crescendo, afirmando al partido cada vez más en el poder de los liderazgos territoriales de base provincial y municipal o bien incentivando a los cuadros intermedios a comenzar una diáspora persistente hacia otros espacios políticos, ante la falta de competitividad del partido.

En el 2003, en la provincia, la elección de la fórmula de sucesión del gobernador Verani, también va a dar cuenta de fuertes negociaciones entre los líderes territoriales, sobre todo los que tienen intendencias a su cargo; y va a dejar al desnudo el potencial de arrastre de estos liderazgos en cuanto a tracción de votos. La UCR para consolidar el triunfo necesita hacer coincidir las elecciones provinciales con una treintena de elecciones para cargos municipales, de las cuales veinticuatro son intendentes que van por la reelección. Por supuesto la fórmula es encabezada por un ex intendente de la ciudad de Roca (al igual que lo había sido Verani), una de las de mayor peso demográfico de la provincia, el Dr. Miguel Saiz, con quien el proceso de territorialización llega a su punto cúlmine y a su vez que empieza a encontrar sus límites en términos de la unidad del partido.

Saiz llega al gobierno con un caudal de votos que araña magramente el 30% de los sufragios, en una elección en que la regla fue la dispersión del voto en una pluralidad de fuerzas políticas. Esta elección, resultado de estremecimiento sentido por los partidos post crisis 2001, le da el segundo puesto al Partido justicialista con poco más del 20% y tercero a escaso margen ingresa la Alianza Encuentro con el ex intendente de Cipolletti Julio Arriaga a la cabeza. Al poco tiempo, Carlos Soria, candidato justicialista derrotado en esa elección le arrebata al radicalismo su bastión histórico del Alto Valle, la ciudad de General Roca.

Si bien, el gobernador tenía asegurado su primer mandato en el gobierno con una legislatura del mismo color político, ésta era más fruto de los liderazgos locales y sobre todo de las distorsiones provocadas por el sistema electoral. El sistema electoral rionegrino, favorece esta territorialización de los partidos, ya que estipula una forma de representación dual pero en base unicameral, que privilegia en número la representación territorial (legisladores por circuitos) por sobre una representación de carácter netamente político (Pose, 2008). Por ejemplo, en la elección antes citada, la UCR obtiene un 28.19% y, con ese magro resultado, alcanza el 55.8% de la representación, para quedarse con 24 bancas y nuevamente con mayoría absoluta en la cámara. Si esta elección se hubiera resuelto por circuito único, el radicalismo se habría quedado con 16 legisladores lo que representaría el 37.21% de los cargos.

A pesar de la obtención del gobierno y de la mayoría en la cámara legislativa Saiz sabía que si quería repetir gobierno y seguir manteniendo las riendas del poder, tenía que tomar la iniciativa, sumar nuevos apoyos e imponer los temas de agenda pública.

En el 2005, la primera derrota radical en casi veinte años12, que si bien fue amortiguada por tratarse de diputados y senadores nacionales en los que se renovaba solo dos cargos que quedaban para cada uno de los partidos mayoritarios, convenció al gobernador de que necesitaba ampliar su base de sustento. Para el 2006, Saiz, junto con otro grupo de "radicales que gobiernan", pega un golpe de timón dentro de la UCR y alinea el partido provincial con la Concertación Plural propuesta por el presidente Néstor Kirchner.

El diario Página12 presenta el paso del radicalismo rionegrino a la concertación en consonancia con lo que venimos expresando: "Como en la Patagonia, en general, Kirchner tiene una muy alta imagen positiva, la identificación con el Presidente se convirtió en uno de los tironeos de la campaña. Como radical, Saiz se propuso evitar que los votantes lo identificaran como opositor al Gobierno. Para eso tenía que compensar la trayectoria del diputado Fernando Chironi, jefe del bloque de la UCR en el Congreso quien suele criticar al Ejecutivo en temas urticantes como los fondos de Santa Cruz y ahora Skanska13. Como contrapeso, Saiz eligió aprovechar la convocatoria a la Concertación Plural de la que suele hablar el Presidente: imprimió la palabra "concertación" en sus boletas y convocó a figuras ajenas a la UCR y vinculadas al kirchnerismo, como la dirigente de Libres del Sur, Sonia Lascano, a quien lleva como candidata a legisladora". (20/05/07)

El paso dado por el gobernador generó un fuerte malestar al interior de las filas radicales, malestar que se mantuvo subterráneo ante lo que parecía una buena oportunidad de aprovechar la imagen positiva del gobierno nacional en su disputa con el peronismo local y por otro lado, aprovechar esta vinculación para hacerse de fondos frescos y obras de infraestructura que le permitieran llegar con acrecentadas chances electorales a la disputa del 2007; en donde no solo se renovarían autoridades provinciales, sino también el grueso de las intendencias gobernadas por hombres propios. Por esta razón y a pesar de las críticas expresadas por algunos intendentes por lo bajo ante la decisión de Saiz, el 29 de setiembre de 2006, y ante la amenaza de intervención del distrito por parte de las autoridades nacionales, el Foro de Intendentes Radicales de reciente creación reunido en Casa de Gobierno resuelve, al igual que ya lo habían hecho los concejales del partido, apoyar las acciones del gobernador destinadas a lograr acuerdos programáticos con el gobierno nacional. En sus fundamentos, los intendentes dejan en claro el perfil propio de la UCR provincial:

Desde Río Negro los radicales queremos defender una postura propia, asentada en nuestras responsabilidades con nuestros correligionarios, con las instituciones que representamos pero fundamentalmente con nuestros conciudadanos. Es justamente esta ciudadanía la que nos exige sensatez y prudencia política, teniendo una visión de conjunto y no parcializada. Hemos sido legitimados por los votos y tenemos la obligación diaria de las decisiones que consideramos más adecuadas para mejorar la calidad de vida de todos y cada uno de los rionegrinos…Es la ciudadanía la que ha permitido que seamos la única provincia en la cual el radicalismo es gobierno hace casi 23 años y manteniendo su confianza vamos a gobernar por muchos años más. El radicalismo de Río Negro defiende la libertad, no reniega de sus principios, defiende el estado de derecho y el equilibrado republicano, pero además debe discutir acerca de las condiciones de la producción, de las obras que necesitan nuestros pueblos, de nuestro petróleo, de nuestras exportaciones. Discutimos ideas, conceptos, principios, pero también debemos discutir las cuestiones diarias que hacen a la vida de nuestros habitantes, porque somos un radicalismo que gobierna, que debe decidir y debe gestionar…Reafirmamos nuestra decisión de aceptar la convocatoria del Presidente de la Nación para sentarnos a discutir políticas de Estado y arribar a acuerdos programáticos que permitan mejorar la calidad de vida da nuestros vecinos. Consideramos un acto de madurez la posibilidad de crear ámbitos de convivencia democrática, transparentes, siendo leales y consecuentes con el mandato profundo i fundacional del radicalismo histórico…Queremos rescatar la vocación pluralista y la búsqueda de concertaciones históricas de nuestro partido en la provincia. Nuestros gobiernos se han nutrido de las alianzas con otras fuerzas políticas." (Declaración Foro de Intendentes Radicales, 20/09/2006) El destacado es nuestro

Pero los intendentes también dejan claro hasta donde están dispuestos a acompañar el proyecto del gobernador agregando:

No es nuestra convicción radical la que está en juego. Ella está marcada a fuego en nuestra vida. Pero queremos que respeten nuestro derecho a ser escuchados en el plano nacional, no para desunir sino para fortalecer al radicalismo. Queremos tender una mano fraterna a nuestros correligionarios para juntos ocuparnos de reconstruir la UCR nacional, con el empuje del interior donde hace mucho tiempo somos gobierno.

El 30 de ese mes se reúne la Convención Radical de Río Negro y expone taxativamente "manifestar la necesidad de separar adecuadamente los ámbitos de actuación de las conducciones nacionales y provinciales de nuestro partido", en un claro desafío a la conducción nacional y dejando entrever la independencia que el partido tiene en el ámbito provincial. El resto del 2006 y los primeros meses del 2007 serán de disputa con las autoridades nacionales del partido, intentando encontrar una fórmula que les evite llegar a la intervención propuesta por la parte dominante de la conducción nacional y evitar de este modo también un quiebre adentro del partido que le resulte negativo a la hora del recuento de votos en la elección de ese año. El 19 de junio se pauta una reunión del Comité Nacional para tratar el caso de Río Negro, e intentar alinear al partido en la provincia con la fórmula nacional Lavagna-Morales. Ante esta reunión Pablo Verani, en calidad de presidente del radicalismo rionegrino, anticipa que una intervención sería "un disparate". "No descartó que el Comité Nacional, inspirado en Raúl Alfonsín, disponga la intervención del distrito de Río Negro, pero confió en que Gerardo Morales "recapacitará, porque ninguno es tonto". Conjeturó que si se llegase a adoptar una medida tan extrema, como ocurrió en Mendoza y Corrientes, "a quien designen interventor deberá quedarse en un hotel, porque los locales partidarios son nuestros". Sin embargo, las posturas acerca de cuál será la definición con el radicalismo rionegrino están divididas.

Desde otro sector del partido las fuentes especularon que hoy podría alcanzarse un acuerdo de convivencia que evitaría la intervención y que posibilitaría que en octubre el grupo mayoritario, que responde a Verani y al gobernador Miguel Saiz, apoyaría la concertación K; y otro, minoritario encabezado por el diputado Fernando Chironi, posiblemente aliado con el PPR, iría con la fórmula Lavagna-Morales." (Río Negro, 19 de junio de 2007) Pero la fórmula de consenso va perdiendo fuerzas y el 12 de julio el Comité Nacional dispone la intervención del partido en el nivel provincial con los siguientes argumentos:

visto la crítica situación política en la que se encuentra actualmente la Unión Cívica Radical del distrito Río Negro, donde su actual dirigencia promueve adherir a la convocatoria denominada "Concertación Plural", lanzada desde el gobierno nacional, desoyendo el mandato de las máximas autoridades partidarias, y considerando…Que la convocatoria emanada desde el gobierno nacional, tiene como finalidad neutralizar y desmembrar sistemáticamente la fuerzas políticas opositoras entre ellas y fundamentalmente a la Unión Cívica Radical…(lo que coloca a las autoridades locales) en una clara actitud de traición y rebeldía a los principios partidarios y a las autoridades nacionales de la Unión Cívica Radical…[que]… resulta evidente la clara indisciplina partidaria y la indiferencia por las resoluciones adoptadas en las Convenciones Nacionales de Rosario y Avellaneda. Que la Unión Cívica Radical es un partido político nacional, en los que cada distrito no puede hacer lo que le venga en gana sino que debe mantenerse unido al conjunto en función, sobre todo, de una coherencia ideológica y política. Ideología y política que en el orden nacional son diseñadas por sus órganos centrales, a los que la ley les concede las herramientas (intervención) para garantizar que se respeten, observen y mantengan. No se trata de un partido provincial, ni la suma de diversos partidos de distrito.

Y continúa afirmando, en consonancia con nuestra hipótesis, que esta

actitud desafiante de los dirigentes partidarios de Río Negro, amenaza desembocar en una ruptura partidaria, siendo por lo tanto una obligación inexcusable del Comité Nacional y de su Mesa Directiva impedir que ello ocurra, tomando las medidas que entienda necesarias para encolumnar al distrito detrás de la ideología y la política nacional diseñada por el máximo órgano partidario. Se trata de resolver una crisis que amenaza con provocar una seria ruptura en el partido, la que se concretaría si se aceptara, en contra de lo decidido por la Convención Nacional, que un sector se mimetizara hasta confundirse por completo con el partido gobernante y que el distrito actuara con absoluta independencia como si se tratara de un partido provincial. El distrito Río Negro de la UCR no es un partido provincial, sino parte inescindible de la UCR, partido nacional."14

En medio de la disputa por la intervención del partido en el nivel distrital es Saiz quien abona esta hipótesis dejando trascender en varias oportunidades un globo de ensayo sobre la alternativa de constituir a la UCR rionegrina en un partido provincial. Si bien esta posibilidad era esgrimida fundamentalmente como modo de amenaza hacia la conducción nacional del partido, también constituía una forma de sondeo al interior de éste, denotando que una facción importante de esa fuerza política podría encontrar ventajas concretas en una forma blanqueadamente provincial del partido.

Si bien el grueso del partido se opone a la intervención en una clara muestra de unidad cerrando filas con el gobernador, las palabras de Saiz sobre la conformación de un partido provincial cae en saco roto por la oposición pública de varios referentes con poder de peso dentro del partido, como el Vicegobernador Bautista Mendioroz, el intendente de Viedma Jorge Ferreira y el electo Senador Pablo Verani. Por otro lado, con la intervención se escinde del partido un grupo minoritario liderado por el presidente del bloque de diputados radicales en el Congreso Nacional, Fernando Chironi, los que pasarán a denominarse como radicales orgánicos dada su alineación con la intervención y el comité nacional. En las elecciones del 2007, el radicalismo acudirá a la contienda no con los símbolos radicales, sino con los de la concertación provincial y luego apoyaría a la lista de Cristina Kirchner.

El actual mandatario provincial logró con su lista Concertación para el Desarrollo 12.843 votos menos que el senador Miguel Pichetto, candidato del PJ, pero la suma de los sufragios que le aportó el Partido Provincial Rionegrino (PPR), que puso su fórmula en las boletas, le otorgó la victoria. Si bien la alianza con Kirchner fue vital para el triunfo, los votos canalizados a través del PPR, fueron en una buena parte votos radicales disidentes, los que buscaron a través del Partido Provincial Rionegrino una forma de sanción a la estructura partidaria ahora aliada del Presidente en ejercicio, aunque paradójicamente era el propio gobernador la cabeza de esa concertación.

La reelección del gobernador acalla las críticas y hace retroceder las resistencias que veladamente se mantenían en cuanto a la alineación con el gobierno nacional en que el gobernador había puesto al partido. Pero también le demuestra a Saiz, que con los votos solos de la concertación no le hubiera alcanzado para llegar a la victoria. Los que le aporta el PPR, y que son la clave del triunfo, le marcan que una buena parte del electorado propio, no ve con buenos ojos el alejamiento del partido de sus fuentes históricas. Pero dos meses más tarde, ante una nueva oportunidad electoral abierta por la vacancia en que queda la municipalidad de Bariloche, la ciudad con más habitantes de la provincia, el partido da nuevas muestras de su pragmatismo y autonomía y, a pesar de la intervención logra conformar un frente con sectores locales e incluir en él, al sector orgánico de la UCR. Esta nueva coalición revierte el resultado negativo conseguido hacía apenas escasos meses y logra alzarse con la victoria. El proceso de selección del candidato no fue fácil debido al peso de los liderazgos locales, que estaban divididos en dos figuras que aspiraban a la postulación. Hubo que ceder y solo se llega a un acuerdo a través del compromiso firmado de respetarle para el siguiente turno electoral, la candidatura a diputado nacional a Hugo Castañón15 aunque de esta manera desiste de su postulación y cierra filas con el frente formado. Esto denota el poder autónomo que consiguen los líderes regionales dentro de este proceso y que les brinda cuotas importantes de autonomía y negociación.

Recién después de la crisis del campo y con el cambio producido en la imagen del matrimonio presidencial, se adormece la propuesta provincialista. Su rápido declive, se debe al cambio de humor en amplios sectores que forman la base del partido y que hasta ahora se sentían cómodos en la estructura trasversal del Kirchnerismo; como así también por la tensión y respuestas que generó en algunos dirigentes claves que nunca comulgaron la fe Kirchnerista del gobernador. Es definitivamente, el cambio de humor societal con respecto al gobierno nacional, en especial en sectores claves de la población que conforman parte importante de la base de electoral y de poder del radicalismo rionegrino y; por otro lado, la dinámica propia de la concertación a escala nacional, lo que incrementó las posibilidades de reunificación partidaria en torno al Radicalismo, aunque manteniendo un difícil equilibrio en torno a figuras como la del gobernador. Vencido el plazo de la intervención, el partido nuevamente da cuenta de su pragmatismo y flexibilidad y se reintegra al partido nacional a través de un acta acuerdo, que estipula una posición opositora en lo nacional, que en los hechos se ha perdido en la ambigüedad discursiva del candidato y en la negativa de Saiz a rechazar su pacto con el gobierno central.

A MODO DE CONCLUSIÓN 

Como vimos, el derrotero del Radicalismo rionegrino lo lleva desde un primer momento que se presenta y logra hacerse del gobierno como modelo de un proyecto nacional de regeneración societal de largo alcance, hacia un partido netamente territorializado y provincial, basado en estructuras asentadas en sólidas bases territoriales que le proporcionan una aceitada maquinaria de captación y solución subordinada de demandas. El margen de maniobra que le permite su aparato territorializado, lo hace depender en menor medida que otras estructuras provinciales de los símbolos partidarios; le hace posible coaliciones con grupos que de otra manera no comulgarían; le hacen afianzar una maquina eleccionaria basada en una estructura clientelista; y si bien le da un gran margen de maniobra a líderes con importante base de sustentación local, también le permite la flexibilidad necesaria para contenerlos a todos y evitar diásporas que hubieran mermado su chance electoral. El proceso abre el juego a una política localista, en donde se combate por la incorporación o acuerdos con líderes locales, ciudad por ciudad y posibilitó que últimamente se hayan ido transformándose la conformación de las bases electorales del partido, en consonancia con la volatibilidad del voto y de los desafíos que ello plantea en los últimos años. Por otro lado, el efecto de la presentación del radicalismo como partido de un carácter esencialmente provincialista, le permitió presentarse en muchos momentos como la renovación necesaria a pesar de su condición de gobierno, lo que restó posibilidades a la oposición y a las terceras fuerzas.

Por otro lado, la retroalimentación en la derrota lleva a la posibilidad de cooptación creciente de ciertos dirigentes que antes militaban en la filas de la oposición. Como caso emblemático podemos citar la justificación que da Julio Salto, integrante del Movimiento Popular Patagónico, luego de aceptar el cargo de Secretario de Familia -"estoy cansado de ser oposición y nunca gobernar, quiero gestionar alguna vez"- En el debe deberíamos apuntar que este proceso hace que se corra el riesgo de convertir a la UCR provincial, en una federación de poderes locales aptos para la realización y adaptación a una política volátil que tenga como mera función acompañar los designios del poder de turno; convertida en una estructura de líderes locales sin sustancia ni amalgama ideológica o de principios, con lo que se pierde la oportunidad de concretar un proyecto de provincia, la posibilidad de planear y desarrollar una visión de provincia integrada, degenerando la política en pura administración y lucha por mantener el poder, quitándole vocación transformadora.

Notas

1. Primer presidente de la restauración democrática, ejerció la presidencia entre 1983 y 1989.

2. Parte del Mensaje del Presidente Raúl Alfonsín en la apertura de sesiones del Honorable Congreso de la Nación el 10 de Diciembre de 1983.

3. Gobernador de la Provincia de Río Negro entre 1983 y 1987.

4. Ciudad Capital de la Provincia de Río Negro

5. Gobernador de la Provincia de Río Negro por dos periodos consecutivos, el primero entre los años 1987-1991 y el segundo entre 1991-1995. Perteneciente a la Unión Cívica Radical.

6. Adjetivo utilizado para denominar a la variante del neoliberalismo que se impone de la mano del Presidente Carlos Menem (1989-1995; 1995-1999)

7. Presidente de la República (1989-1995; 1995-1999). Perteneciente al Partido Justicialista.

8. Diario de la Ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, Argentina.

9. Frente País Solidario. Alianza entre el Frente Grande y el partido PAIS, ambos originalmente desprendimientos del Partido Justicialista.

10. En un primer momento, los resultados fueron denunciados por irregularidades por el candidato justicialista.

11. Periodista político, columnista habitual del diario.

12. La última derrota y única hasta ese momento, había sido también para diputados nacionales en 1989, en conjunto con el arrastre nacional provocado por el triunfo menemista.

13. Denuncias de corrupción que vinculaban a personajes del gobierno nacional.

14. Resolución del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, 12 de julio de 2007. El destacado es nuestro.

15. Dirigente político de la UCR en Bariloche.

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