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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  n.11 Viedma ene./dic. 2009

 

ENTREVISTAS

A Damaris E. Serrano Guerra
"Panamá en el ensayo literario: un país que no es sólo un canal"

Por Lucía Martínez
Centro Universitario Regional Zona Atlántica - Universidad Nacional del Comahue

Recibido: 28/07/09
Aceptado:
03/08/09

De nacionalidad panameña, Damaris Serrano Guerra es Magíster en Humanidades en Literatura Comparada por la Michigan State University. Tiene, además un post grado en Literatura Panameña por la Universidad de Panamá. Obtuvo el Premio Signos de Ensayo Literario "Rodrigo Miró Grimaldo" 2000 con el trabajo El hilo de Ariadna o el escritor en el ámbito laberíntico de la Modernidad a la Posmodernidad. Recibió una mención de honor en la categoría ensayo en el año 2004, "Premio Ricardo Miró", el trabajo con La nación panameña en sus espacios: cultura popular, resistencia y globalización.
En el marco del Proyecto de Investigación "Escritores que escriben sobre escritores. El ensayo literario latinoamericano de entresiglos", se realizó esta entrevista que la Mg. Serrano Guerra envió vía electrónica.

Lucía Martínez: ¿Por qué elige el género ensayo para plantear la relación historia-literatura en Panamá?

Damaris Serrano: El ensayo posee esa gran tradición de recoger tanto el ideal como las directrices de un proyecto de Estado, desde siempre. En el bagaje cultural de las juventudes latinoamericanas han estado siempre obras como Facundo, Ariel o El hombre mediocre para atestiguarlo. En el ensayo se delinea, muchas veces, la patria que buscamos; es el género donde se plantean las glorias y derrotas del proyecto nacional, en su cultura.

Entre los intelectuales panameños existe una anécdota que sostiene que Don Rodrigo Miró "inventó" la literatura panameña al realizar la primera sistematización histórica de la producción literaria de Panamá. Y en parte es cierto, porque en la conformación del proyecto nacional latinoamericano la existencia de una lengua y sus manifestaciones literarias, como ancla de pertenencia a un suelo y a un cúmulo de señas de identidad ha sido necesaria para crear el contrapeso a la neocolonialidad económica que amenazó a las naciones-Estado, inmediatamente después de iniciado el proceso de la emancipación bolivariana, a partir de 1811. Panamá, tierra de paso y de trasiego desde España hacia los dos virreinatos -México y Perú- fue espacio donde se dio una globalización temprana, y la misma fue un reto y un acicate para que florecieran formas culturales coherentes con la idea de comunidad que tenían los habitantes del Istmo.

En lo personal, elegí el ensayo porque pienso que es el género que puede ejercer más efectividad comunicativa en el circuito de la cultura concebido como producción-distribución y consumo, tal como lo entiende Néstor García Canclini. El ensayo es una herramienta que cobra fuerza en la última etapa del circuito, porque se convierte en un intermediario, un medio de promocionar los textos ficcionales, ya que los enlaza y analiza siguiendo un patrón original y una propuesta que puede llamar la atención del lector.

Si lo consideramos desde el punto de vista jakobsoniano, el ensayo puede ser el canal entre emisor y receptor y, por definición, recoge el contexto, con todas sus sutilezas e incitaciones.

Desde el sitio donde que me ubico: educadora, escritora, lectora que vive entre dos mundos -mi país y el país donde laboro- he tratado de recoger en el ensayo lo que el poeta panameño José Carr llama "el pacto de amor entre el lector y el texto" para que los que habitan en los llamados centros del poder dejen de pensar que Panamá "es sólo un canal" o que el país es un descalabro desde que terminó la última dictadura o que en el país no hay ni la básica tecnología: solo el verde lujurioso de nuestras selvas.1

Con el ensayo he aspirado a dar a conocer otra cara de mi país. Quizás haya empezado a lograr, en cierta forma -vivo en la incertidumbre que no me deja cejar- que se diga de este tipo de escritura que:

It is quite obvious that Dr. Serrano Guerra has decided to make her major field of expertise one that has not received enough attention in academic circles in the United States namely Panamanian cultural and literary Studies. And indeed this is the case of small and "secondary" Latin American countries whose cultural and artistic production is almost completely unknown and ignored in the United States. Even though this field is a non canonical academic and intellectual space, it is a legitimate one and Dr. Serrano's research and publication will greatly contribute in the near future to its international diffusion and recognition in the larger field of Latin American cultural and literary Studies. [This] research is neither traditional nor typical but nonetheless original and somehow pioneering. It has put the artistic and literary production of Panama where it belongs, in the map of the Americas.2 (Martínez 2007)

Por eso escribo ensayos, para que, como dice el mismo autor, sea posible "[to break] the code of silence that surrounds many unkown Latin American countries which, as Panama, have a vibrant and remarkable cultural life" (Martínez 2007)

L.M.: ¿Es el ensayo un género relacional? ¿Puede ubicarse en una posición única, estratégica o tal vez es vulnerable frente a otros géneros?

D.S.: Obviamente lo es, y esto lo hace único y también devela sus ventajas y puntos vulnerables. Todos recordamos que cuando España estaba perdiendo sus últimas colonias en América se fortaleció una corriente de pensamiento crítico de la condición y causas del desmedro español. Los del 98, como Ortega y Gasset crearon ensayos donde había más poeticidad y belleza estética que en mucha de la poesía del Realismo español.3 El ensayo es un género que da pie al escrutinio científico, al despliegue histórico y sociológico, al análisis político.

En Panamá ha habido ejemplos descollantes de ensayistas que han contribuido a forjar lo mejor de la nación panameña: Diógenes de la Rosa, cuya revisión de hechos claves y personajes de la historia y la política es consulta ineludible. Un ejemplo es Tamiz de noviembre: dos ensayos sobre la nación panameña; edición del Municipio de Panamá; Cincuentenario de la República MCMLIII, pero su bibliografía es extensa;4 Otra de las columnas del ensayo es Ricaurte Soler, un filósofo e historiador que sentó escuela con su labor desde la Revista Tareas (de la que fue fundador). El libro Clase y nación: Problemática latinoamericana tiene dos ediciones, una española.5 Con Elsie Alvarado de Ricord, encontramos una recuperación para Panamá de los métodos estructuralistas, las teorías de Amado Alonso y luego el manejo de la crítica estilística. Sólo tres ejemplos son Aproximación a la poesía de Ricardo Miró, La obra poética de Dámaso Alonso, Rubén Darío y su obra poética.

Con un nuevo empuje en la conexión de lo panameño con la cultura universal está Rafael Ruiloba, con La consideración semiótica de la ideología (Ideología y comunicación) y Antígona: el texto de la tragedia. En la línea del análisis semiótico y el análisis textual, en sus varios niveles, aunado a una hermenéutica de la Modernidad está el ensayo "Panamá en la memoria de los mares" o la escritura de la identidad, 2003, de Erasto Espino; y con una exploración de los niveles de la ironía y del equívoco, como formas de una crítica postmoderna y tomando como base textos escritos por mujeres está la obra Ironía de mujer (un espacio para la crítica literaria), 2000, de Emma Gómez.

En el ensayo histórico -y con un estilo altamente riguroso, muy documentado y ameno- está Bocas del Toro y el Caribe Occidental: Periferia y marginalidad siglos XVI-XIX (Premio Miró 2006). También en la época contemporánea, pero con una visión post-Guerra Fría que oscila del enfoque político a una integración con las ciencias biológicas se despliega la labor ensayística de Pedro Rivera Ortega, la cual ha llevado, a su vez, a una revisión cultural y científica de los entornos ideológicos y sociológicos de la nación panameña: Temas de nuestra América, El martillo contra la nuez (1998), Arar en el mar (2000), Condición humana y guerra infinita (Premio Miró 2004). Un enfoque sociológico de corte muy científico y meridiana claridad puede leerse en Octavio Tapia Lu, con Para entender al panameño: una aproximación a su identidad cultural (Premio Miró, 2008)6

En todas estas vertientes ensayísticas, es posible advertir un estilo, un modo de lucubrar que captura a los receptores, de distintas maneras: desde la expresión dinámica y contundente, basada en el materialismo dialéctico de Soler hasta el juicio directo y sin ambages de Pedro Rivera, mezclado con una ironía plena de humor aunque devastadora, Por todo esto, el ensayo, como género, es siempre un tamiz de posibilidades de lectura.

En mi caso particular, soy lectora apasionada de dos géneros: poesía y ensayo. Ambos, aunque parecieran estar en extremos discursivos opuestos, poseen la virtud común de apelar a una toma de posición afectiva y racional del sujeto que lee. Hay ensayos de lenguaje iridiscente, tanto como la poesía, y pueden mover al lector a decir: "Estoy de acuerdo"… o no lo estoy" o "Quiero saber más sobre este tema" o "Nunca había oído hablar de este autor".

El ensayo contribuye a la distribución o "mercadeo" de otros libros en una región como la nuestra, donde muchas veces los libros son ediciones únicas y donde sólo por el ensayista es posible rescatar y hacer llegar -al menos en fragmentos- algunos textos ficcionales olvidados, a una población mayor. He vivido esta experiencia. Algunas personas me han dicho que han buscado los libros de un autor luego de haber leído uno de mis ensayos. Y ese es un valor agregado.

L.M.: ¿Cuál es la conexión entre esa elección (el ensayo) y la idea de la "identidad relacional" que usted propone?

D.S.: Cito un texto de Octavio Tapia, ganador del último Miró, en ensayo, 2008:

La relación del habitante originario de esta tierra con el proceso de aculturación que caracterizó la conquista, los sincretismos culturales y luego los sucesivos intercambios genéticos, representaron un proceso continuo de pérdida, ruptura y reconstrucción de sus universos simbólicos. La concepción de la vida, la sociedad y las relaciones entre los hombres, la idea de sí mismo y la de los demás, que fueran legitimadas en su conciencia, perdieron sentido con el tiempo.
En su especial condición, la población istmeña tuvo que imaginar y reconstruir nuevos referentes simbólicos, es decir, redefinirse colectivamente en su identidad. Esta ha sido una constante en la historia social del panameño. La búsqueda de su identidad en la diversidad de identidades y culturas, ha sido su histórico reto: la distinción cultural ante la diversidad cultural. (9)

La identidad y el nacionalismo, como he sustentado en otra parte -al confrontar mis propios descubrimientos estilísticos con opiniones de sociólogos o de historiadores- son principios necesarios para las naciones a las cuales se ha acechado, desde su inicio como Estados política y económicamente "independientes"… Panamá, en este caso. Si revisáramos el corpus de la literatura panameña e hiciéramos un conteo de las veces en las que aparece el vocablo "identidad" en los títulos, nos quedaríamos pasmados de ver cuánta agencia da a las clases subalternas el resistirse al borramiento de la identidad, porque de ello depende no dejarse ni homogenizar ni invisibilizar.

El ensayo panameño como corpus es una detallada exégesis de esta esencia cultural que pretende ser ignorada.

L.M.: ¿Subyace la idea de identidad latinoamericana en la literatura panameña?

D.S.: Me sorprendió escuchar de boca de una de mis maestras argentinas -una estudiosa de los estudios culturales- esta frase: "Sin el caso de Panamá y de Puerto Rico, la identidad latinoamericana no se entendería".

Tuve que ir lejos de mi patria para descubrirlo y verlo bajo una perspectiva desnuda de dolor y emociones encontradas. En la revisión de la literatura desde la época de la Vanguardia aparece el espacio de Panamá como "frente y resistencia" ante los embates del Imperialismo.7 Esta situación se recrudeció durante la Guerra Fría, pero obviamente viene de muy atrás, desde la época colonial, cuando la Corona hizo los primeros estudios de factibilidad para la construcción de un Canal entre los océanos. Españoles, ingleses, estadounidenses han pasado por aquí con su mentalidad de usufructo de los recursos naturales. Cuando el Incidente de la Tajada de Sandía -una trifulca ocurrida en los alrededores del Ferrocarril, el 15 de abril de 1856, provocada porque un estadounidense (Jack Oliver) no quiso pagar los 5 centavos que costaba la rebanada de la fruta a un campesino (José Manuel Luna)- otros latinoamericanos presentes en el Istmo atestiguaron a favor de los campesinos panameños. Eso no libró a La Nueva Granada de pagar una indemnización de 421,394 dólares. Siempre ha habido solidaridad continental, en ambas vías.8

Cuando la región centroamericana se estremeció con las guerrillas, los poetas panameños elevaron la voz para defender la identidad latinoamericana. Cuando otros países del Continente han sido invadidos o cuando las dictaduras y los exilios han afectado a otros pueblos hermanos, la poesía panameña ha estado allí para denunciarlo.9

En la comedia La dama boba, de Lope de Vega, aparece un famoso estribillo "Vienen de Panamá" y se habla de la experiencia del Indiano que vuelve, ostentoso, a la Madre Patria. Ciertamente, ese sentido de globalismo del espacio poético que es Panamá, puede trasladarse a la solidaridad continental: la denuncia, la resistencia por cualquier injusticia perpetrada en otra parte de Nuestra América "viene de Panamá".

L.M.: ¿En qué medida se puede considerar una 'otredad'?

D.S.: La identidad panameña es diversa, pero no es híbrida (salvo en los aciertos de la música popular). En ella caben las multiculturalidades, los colores de piel y las lenguas, con sus peculiaridades, siempre en negociación. Por algo se le llama al Istmo "Puente del Mundo".

La otredad no es un valor negativo en los textos, es una forma de "dar la cara"10 y de resistirse a la invisibilización. A lo largo de su historia, el Istmo de Panamá ha sido un espacio "tercermundista" y "marginal" cuya posición con respecto al centro ha sido móvil. Es decir, un espacio donde la otredad toma -a veces por asalto- el lugar de poder, una otredad que se resiste a la subalternización. Piénsese en la época de las Ferias de Portobelo (1597-1737) cuando por un período de semanas se reunían en Portobelo (Zona Atlántica) las riquezas provenientes de todo el mundo colonial y, entonces, este espacio se convertía en centro comercial del Atlántico. Los textos de la literatura panameña han ensalzado la otredad. A la postre, incluso la literatura escrita por descendientes de antillanos o por indígenas revelan una resistencia a dejarse invisibilizar, un reclamo por espacios y por voz… y por eso es una otredad actuante. Las obras lo revelan. El ensayo lo ha analizado.

L.M.: ¿Qué papel juega la literatura en la conformación de esa identidad?

D.S.: La literatura es clave en esta conformación identitaria de la nación. Y en el cruce de milenios la identidad puede "rastrearse" en proyectos culturales conjuntos que incluyen la música y las artes pictóricas.11 La literatura recoge lo que hemos sido, la imagen de lo que pretendemos ser y también nuestras fallas y logros.

L.M.: ¿Es una herramienta de socialización?

D.S.: Claramente, lo es. Hasta antes de que las "trasnacionales de la comunicación" (Tapia 11) pretendieran tomado en sus manos la educación de la juventud, distorsionando en un minuto de comerciales "enlatados" la clase de cincuenta minutos -preparada por horas por algún maestro- de una escuela cualquiera, la literatura era "EL" modo de socialización por antonomasia. Cierto es que las tardes de recitación de poesía quedaron en el siglo XIX (aunque estaban basadas en un conocimiento de la poesía modernista latinoamericana bastante envidiable), pero hasta los años 80 del siglo XX era posible afirmar que el panameño promedio que salía de la escuela secundaria aprendía -casi memorizaba- un corpus literario fijo y por ello existía una memoria colectiva común: los poemas clásicos, las novelas que todos habíamos leído, los manuales de lectura, las gramáticas y la ortografía aprendida en ciertos textos.

Hoy la situación ha variado. Sin embargo, pese a la injerencia de los medios de comunicación que imitan una imagen hollywoodense/MTV que es atractiva al adolescente, la literatura que se enseña en la escuela secundaria sigue siendo un contrapeso. La cultura, en general, instilada en los círculos cultos (que en nuestra patria no necesariamente coinciden con círculos de "poder adquisitivo") es la propuesta para crear conciencia y resistirse a la asimilación.

Podría acotarse aquí que es cierto que la caída de la "Ciudad Letrada", tal y como la explica Jean Franco en The Decline and Fall of the Lettered City, pareciera ser una realidad en todo el continente -y este descalabro de ideales largamente respetados puede entenderse en las crónicas iconoclastas del mexicano Carlos Monsiváis, por ejemplo-. Y podría agregarse, de hecho, que el ensayista panameño no se llama a engaño y puede verlo en su entorno (como se advierte en los análisis de El zoon politikon, 2005, de Pedro Rivera)12

Con la nueva hornada de escritores, músicos y pintores, cuya obra se interconecta en varios niveles, es posible retornar hacia lo mejor de la literatura del siglo XX y adelantarse en el tiempo, hacia el cruce entre milenios, y encontrar obras -el cuento y la poesía son géneros de mucha aceptación entre la juventud- que siguen manteniendo la identidad.

Es loable la labor de premios de poesía joven (como el Gustavo Batista Cedeño), o la existencia de colecciones juveniles (como el Premio Medio Pollito), ambos promovidos por el Instituto Nacional de Cultura.13 Así mismo, el programa educativo de la República de Panamá se basa en el estudio de la gran literatura universal y, en este, la literatura latinoamericana y la panameña ocupan un espacio especial. Por lo tanto, el panameño promedio es capaz de reconocer alusiones literarias de obras muy variadas y, en general, domina un corpus de "grandes obras" de la literatura. Hasta ahora, esta situación le dio al panameño un cariz de enterado, de hombre cosmopolita. En definitiva, la literatura sigue siendo un instrumento de socialización.

L.M.: ¿Cómo se materializa esa identidad en el caso panameño?

D.S.: Es posible escuchar al panameño promedio educado hasta los años 90 en los programas vigentes, hablar con citas, ya fueran tomadas del Himno Nacional, de los poemas clásicos; de algunos libros de lecturas. Fuera de este nivel básico, el panameño manifiesta su identidad, es decir, su sentido de pertenencia a esta tierra en un cúmulo de factores conectados. Un ejemplo curioso es que el último libro de cuentos de la conocida poetisa Consuelo Tomás, llamado Pa'na'ma' quererte (2007) [nótese el juego de palabras con el empleo de los apócopes] tenga una portada 'collage' donde aparece fotografiado un tablero de venta de lotería y venga en un sobre con los nombres de la autora y la diagramadora en un vaso de raspa'o (o hielo picado -raspado- con sabores de frutas coronado con leche condesada) y que adentro del sobre se incluya una toallita de 25 centavos, con el típico diseño de franjas de colores, como las que usan los conductores de buses (Los Diablos Rojos) para enjugarse el sudor. Este proyecto postmoderno de libro recoge no sólo una serie de relatos de corte muy sociológico, sino que revela una identidad panameña amasada en herencias venidas de muchas tierras: los bollos y las frituras, las fotos de rollos para arreglarse el cabello (una alusión indirecta a nuestra etnia afroantillana); las ventas de buhoneros con sus velas, santos y aguas para hacerse limpias; las fotos de bailes elegantes; los desfiles patrios, el bingo y las iglesias (la herencia española)… en fin, un cúmulo de elementos que nos conforman y que han hecho del panameño alguien tan sui generis como ha dicho la poetisa Bertalicia Peralta:

                             Apenas salidos de la infancia sabemos que
no hay otra luz más tierna que la de este mar
              
                                  (ensanchamiento
colosal que está tocándonos el alma desde el nacimiento
que no hay un cielo como este en otro sitio ni sitial para
erguir la palabra como este y ya hemos comprobado
qué majestuosa tarde en pleno invierno sintiendo esta
lluvia que nace sabe dios dónde pero cae redonda sobre
                                                                                               
(los
ojos de cemento nos precipitamos casa adentro para
                                                                                               (llenar
de besos y caricias nuestros cuerpos que saben del largo
entrenamiento del amor perpetrado dulcemente es la
comprobación de todo cuanto amamos que nos confirma
                                                                                               
(en la certeza
de haber nacido en el lugar exacto para cantar
como lo hacemos para mover los brazos y el cerebro
                                                                                               
(para
entender que es único este compromiso de acabar el
                                                                                               
(siglo
convertidos en pedazos de luz más definidos…

("43". Zona de silencio, 51), [el destacado es mío]

Esa agridulce certeza de lo que somos vibra aún en la conciencia histórica y en la memoria colectiva:

Panamá es un istmo
en forma de S horizontal
….
sus entrañas están abiertas:
es un canal para beneficio del mundo
[…]

("Lección de geografía" 93, Libro de las fábulas, Bertalicia Peralta, énfasis)

Y el panameño debe lidiar, históricamente, con su dialéctica realidad identitaria.

L.M.: ¿Cuáles son la nuevas formas de "ocupar la Patria" que usted plantea?

D.S.: En principio, tuvimos que sufrir la ocupación del territorio y el usufructo de los recursos. En una novela como Crónica de caracoles (Mireya Hernández, Premio Miró 2005) se observa cómo durante la Fiebre del Oro atracaban vapores ingleses que debían dejar y llevar a sus pasajeros para que cruzaran el Istmo en canoas. En la novela se plantea que es la gente de la cultura congo la que maneja este comercio. Por supuesto, el choque de identidades e intereses está presente, pero se entrelaza con el respeto a las tradiciones ancestrales.

Esto en la ficción, pero en la realidad, el Tratado Mallarino Bidlack (1846) permitía pasar a los extranjeros estadounidenses por La Nueva Granada (Colombia, el Istmo era parte de Colombia), sin pagar impuestos, como si fueran habitantes del Istmo. El famoso incidente de La Tajada de sandía (1856) por el que hubo que pagar indemnización a EEUU muestra la humillante situación de los miembros de la nación que habitaba el Istmo, aunque no hubiera aún un Estado independiente que la contuviera. El hecho se recrea hoy día en una canción popular: "El Puente del mundo", de Rómulo Castro, La Habana, 1987, de la cual existe una versión de Rubén Blades, de 1999.

A lo largo de la historia republicana la ocupación fue política, económica, jurídica. La novela Gamboa Road Gang, de Joaquín Beleño denuncia el hecho de que los panameños podían ser juzgados y encerrados en cárceles bajo la jurisdicción de EEUU. La trasgresión no sólo es política, sino que se denuncia la discriminación racial.

En los tiempos en que Panamá buscaba crear conciencia sobre el problema del Canal, se decía que Panamá tenía "una quinta frontera": la de la valla / cerca que separaba la Zona del Canal del resto del territorio. El poeta Manuel Orestes Nieto presenta esta situación de "Not trespassing en Diminuto país de gigantes crímenes, 1976 (en la Antología Rendición de cuentas, 1991)

Hoy día la ocupación de la patria ocurre por el neocolonialismo del consumo global promovido por las macroeconomías y transnacionales: el territorio se fragmenta y se vende al mejor postor. Un turismo que ocupa las playas y las zonas de -antes- libre circulación se enseñorea en el país; se represan los ríos (gracias al proyecto de represas para Mesoamérica, producto del TLC) y se desplaza a los indígenas Naso Teribe de sus tierras. La literatura lo sigue denunciando: (por ejemplo, en el soneto "Sufrimiento indio", abril de 2009, escrito por Dimas Lidio Pitty). La economía del dinero y la denuncia de los proyectos de la Guerra Fría (en los poemarios de Diana Morán y Ramón Oviero) se han convertido en la ocupación de las conciencias de los miembros de la patria: ya no son necesarios los ejércitos: se coloniza con empresas y se sujeciona a la patria con la deuda externa y con las tarjetas de crédito. Es la nueva forma de dependencia.

L.M.: ¿Por qué sostiene que la poesía panameña tiene un signo de combativa esperanza?

D.S.: Porque toda la situación anteriormente expuesta sólo aparece -integralmente y como propuesta- a través de la literatura, en todos los géneros discursivos. Sin ambages, pero sin actitudes folletinescas. Un ejemplo reciente: al momento de la expropiación de las tierras indígenas para construir una represa que dará electricidad fuera de Panamá, los artistas dijeron 'presente' en manifestaciones políticas y pacíficas en la Ciudad capital.

La literatura es un "signo de combativa esperanza" porque sólo en la acción de dar voz a los que no tienen o en el acto de escribir sobre lo que no se publica en la crónica oficial, vibra una manera de combatir contra un estado de cosas que es mundial.

L.M.: ¿Cuáles son las características de lo que usted llama 'literatura de la invasión'?

D.S.: Inmediatamente después de la invasión de los EEUU a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, surgió un corpus de obras, en distintos géneros, con las cuales los autores han analizado las distintas aristas del problema: "Otra vez la muerte", de Dimas Lidio Pitty, Entre el humo y la ceniza, antología de la Invasión; La voz aún no quemada; Juan Garzón se va a la guerra, de Moravia Ochoa, Invasión USA, 1989 de Bertalicia Peralta son sólo algunos títulos. La lista llega hasta este momento, 2009, a veinte años de la Invasión y cubre diversos géneros.

En esta literatura cabe la protesta, la decantación del dolor mediante estrategias poéticas de fragmentación de los cuerpos y del panorama de la ciudad. El dolor abrasivo de los primeros textos, en su inmediatez y cercanía con respecto al hecho, ha evolucionado hacia una revisión de las reacciones ante la Invasión en distintos sitios del Istmo: Buenos ejemplos en el género cuento son: Piel adentro, 1995, de Griselda López, El cazador de alforja, Premio Miró 2000, de Eustorgio Chong Ruiz; El otro lado del sueño, Premio Miró 2002, de Pedro Luis Prados.

Es una literatura que recrea el valor de las figuras cotidianas -hombres y mujeres--, la de ese otro tipo de héroes'. Es una literatura que realza este hito de la historia patria como una forma de mantener la memoria colectiva frente a la crónica oficial que promueve el olvido.

L.M.: ¿La lectura de la historia literaria propicia una relectura de la historia (política, económica, social) de Panamá?

D.S.: Totalmente. La interacción en inevitable.

L.M.: ¿Cuáles son los hitos de esa historia y en qué medida, a partir de la historia, puede revisarse el corpus literario panameño?

D.S.: Hasta aquí he tratado de demostrar con la alusión a diversos libros, en varios géneros, cómo ha sido posible llegar a entender mejor nuestra historia al leer la ficción y los ensayos. En cualquier Estado del mundo, al darse una crisis, la literatura crea claves de connivencia comunes al autor y a sus lectores.

A partir de los textos sobre Panamá (desde la Colonia), y en toda la trayectoria de la literatura, puede revisarse nuestra historia -y viceversa-. En el libro La literatura panameña: historia, nación, sociedad (Premio Miró, 2005) traté de desplegar esa interacción histórica con una lógica poética. Las secciones se titularon: "La memoria y la historia"; "Sociedad: marginalidad y resistencia"; "Eros y condición humana"; "El escriba y el origen". En la primera sección, por ejemplo, hay un apartado llamado "Mayo, enero y diciembre en la historia de la poesía", para aludir al exterminio durante la Guerra de Vietnam… porque como decía el poeta Dimas Lidio Pitty "[e]s mundial el dolor":

Ah mi pequeño hermano de Viet Nam!
Ah mi lejano camarada!
También aquí hemos visto las caras y la muerte
y las ametralladoras enemigas
También aquí hemos llorado a los difuntos

Ah mi cercano camarada!
Es mundial el dolor
Es nuestro el llanto

("Carta a un niño de Vietnam", 73-4)14

L.M.: ¿Cuál es su posición, en el ensayo, con respecto a su relación con las universidades de EE.UU. y de Panamá, sobre todo teniendo en cuenta la historia en común de ambos países?

D.S.: Una vez, en el aula de clases, unos estudiantes me preguntaron qué dónde estaba cuando su país invadió al mío en 1989. Les contesté que llegaba a mi casa, a orillas del Canal de Panamá, en un 20 de diciembre antes de la Navidad, y que escuché los estruendos, pero que pensé que era una práctica militar más (el terreno aledaño al Canal era usado como terreno de entrenamiento y los habitantes estaban acostumbrados al retumbar cotidiano de cristales).15 Les conté que no pude salir hasta Año Nuevo, pues había trincheras y puestos de revisión cercando mi barrio; les conté de la fosa común que se abrió muy cerca de donde vivía; les conté de la destrucción del barrio donde había vivido como estudiante de la Universidad de Panamá; les conté del estado de sitio y de la escasez de alimentos; les conté del miedo… pero les dije también que era misión de un maestro enseñar las claves para analizar la historia y buscar sus muchas verdades contingentes y no de instilar juicios parciales en los discípulos. Que ellos mismos debían analizar los hechos y llegar a su verdad. Finalmente les dije que por eso era maestra: para ayudar a encontrar los puntos en común entre "la gente del pueblo" o "The People" (como aparece en la novela Las uvas de la ira, de John Steinbeck). La gente que sufre las consecuencias de las decisiones tomadas desde arriba; el hombre y la mujer comunes.

Solemos estudiar poemas, ensayos y cuentos (amén de los otros géneros), no sólo panameños, sino de la literatura mundial. He creado cursos, como uno llamado "Del centro de América al resto del mundo", y en todos ellos la meta fue hacerles forjar una conciencia solidaria universal. Muchas veces, pero en particular con este curso, les dije que iban a conocer a su propio país a través de América Latina y de Panamá. Mi país, como centro globalizado desde la Colonia, es apropiado para este propósito. Suelo partir de autores como Walt Whitman o de figuras históricas como Abraham Lincoln, para conectarlos con América Latina,16 pero ellos mismos han sacado sus conclusiones. En general, la literatura de Panamá es un entramado de conexiones de corte mundial.

Del otro lado, para mí, latinoamericana que enseña en los Estados Unidos, ha sido estremecedor develar un panorama conflictivo: me ha tocado presenciar que mis alumnos de apenas 20 años dejen mi aula de clases para irse a pelear a Irak… y nunca vuelvan. Me ha tocado ver fotos de parientes de mis alumnos, mutilados en batalla; me ha tocado ser solidaria y comprensiva ante mis alumnas, esposas de soldados en servicio, quienes deben enfrentar solas la responsabilidad de los hijos, el hogar y el trabajo, aunado al estudio de una carrera profesional, todo mientras es esposo está en la trinchera, con la vida pendiente de un hilo o expuesto al polvo de las bombas.

A raíz de esto, hemos encontrado espacios comunes de comunicación, donde lo que importa es la gente, la que labora y vive y sufre y goza, la que no maneja los botones de los misiles ni las decisiones, sino la que vive con el palpitar de la globalización milenarista y el peligro de una guerra ecológica.

Puedo mencionar títulos de obras escritas por mis alumnos, con un español que nada tiene que pedirle al de un hispanohablante: "Cuento en 60 segundos" y "La mujer azul" (sobre la guerra de Irak); reseñas sobre la dependencia y la penetración cultural en el estado latinoamericano "La diseminación cultural: una guerra sin sangre" o la preocupación sobre la apropiación de los espacios geopoéticos y de sitios arqueológicos en ensayos "La marca comercial de Wallmart", entre muchos otros títulos.

En nombre de nuestra historia común, de nuestros nexos como seres humanos, y tratando de que en el llamado mundo "sin líneas" (Edward Said), la comunicación global no nos incomunique, concertamos cada día una forma de negociación cultural y de espacios a través de la lengua (un español pleno de regionalismos de toda nuestra América, debido a la diversidad nacional de sus profesores), mediante las tradiciones opuestas y diversas y alentando un interés por llegar a ese otro que a veces es solo una parte de uno mismo.

En los deslumbramientos que ocurren en la lectura y el continuo discutir de los textos literarios, he podido fortalecer mi identidad y encontrarme con la del otro, en interminables ajustes de los límites de pertenencia, amor y sentido comunitario, que, en definitiva, son rasgos comunes de cada ser humano.

Notas

1. No es apropiado para este tipo de publicación exponer los juicios y cuestionamientos minimizantes en torno a la cultura de Panamá con los que he sido cuestionada. Empleo metáforas.

2. Es interesante que esta condición de la literatura y la cultura panameñas como realidades invisibles ya hubiera sido observada por Jean Franco: "Indeed, the shift from projects of nacional autonomy to military repression and from repression to respectability in the eyes of the United States through the restoration of democracy (defined usually as voting) not only destroyed but exponed in that very process of destruction the multiple "invisibilities" on which the lettered city had been founded -certainly the invisibility of women but also the invisibility of entire nations like Panama, the invisibility of people-the dark-skinned Argentinians, the low-class Chileans, the indigenous of Peru and Guatemala and Mexico." (Franco 15)

3. Véase: Literatura española siglo XX. Madrid: Alianza Editorial, 1970.

4. Para los lectores e investigadores fuera de Panamá, es dable irse a <binal.ac.pa>, el sitio de la Biblioteca Nacional. Hay un catálogo digital donde están muchas de las obras claves de la literatura panameña y los textos pueden bajarse enteramente en archivos pdf.

5. El capítulo "La cuestión nacional y el poder conservador" es medular en la comprensión de la conformación de los estados nacionales latinoamericanos, sus dificultades y caídas. Es muy clara la división -válida para toda América Latina- entre "clases nacionalistas" y "clases antinacionalistas".

6. Una revisión muy valiosa y sesuda, amén de bien fundamentada se encuentra en los ensayos aparecidos en el periodismo cultural, liderado por José Carr M. (y su equipo, Marilina Vergara, Rainier Tuñón y Emma Gómez), desde el periódico El Universal. Cuando se cerró el periódico -¿razones presupuestarias?- el equipo se embarcó en la empresa digital y pueden verse ejemplares de Tragaluz en: <tragaluzpanama.com>. La colección impresa entera reposa en La Biblioteca Nacional.

7. Aunque la problemática está desde la poesía del siglo XIX, cuando el Estado panameño no existía, aunque sí la nación como comunidad imaginada.

8. Recuérdese el poema de Pablo Neruda "Poema al Canal".

9. Yo era estudiante de la Universidad de Panamá cuando la Revolución Sandinista y recuerdo a poetas que fueron a apoyar a los nicaragüenses. Un caso similar, aunque en otra escala al de los poetas que fueron a España a luchar en el frente republicano.

10. Título del poemario de Manuel Orestes Nieto que ganara el Premio Casa de las Américas en Poesía en 1975.

11. Me atrevo a consignarlo solamente en una nota, pero si se hiciera un estudio del idiolecto de cierta muestra poblacional urbana de las ciudades principales, digamos Panamá, David, santiago, etc. podrían rastrearse ejemplos de habla como estos, provenientes del corpus literario con que hemos estudiado:"Revuelvo la mirada" (para indicar el asombro extremo o la estupefacción), sacado del Poema Patria, de Ricardo Miró: "Revuelvo la mirada y a veces siento espanto / cuando no veo el camino que a ti me ha de tornar" O cuando se le dice a alguien en tono de broma y hasta con un retintín de envidia: "el progreso acaricia tus lares"… para referirse a la mejora en la situación económica, la frase viene de "El progreso acaricia tus lares al compás de sublime canción / Ves rugir a tus pies ambos mares / que dan rumbo a tu noble misión", estrofa del Himno Nacional de Panamá. Es un estudio sociolingüístico pendiente.

12. En La nación panameña y sus espacios: cultura popular, resistencia y globalización (INAC, 2006) analizo también la propuesta de la cultura popular ante la descarnada situación de las naciones-Estado latinoamericanas, especialmente el caso de Panamá

13. Estudio aparte merece la labor del Instituto Nacional de Cultura con la promoción del Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró.

14. Poema escrito en 1964, cuando los estudiantes del Instituto Nacional se enfrentaron al ejército estadounidense para hacer cumplir el convenio de ondear la bandera panameña en el territorio de la Zona del Canal. Los más de 200 heridos y los estudiantes muertos (los mártires) son el sustrato histórico de un corpus nutrido en la literatura panameña.

15. Al momento de la transferencia del Canal, en 1999, hubo una discusión diplomática porque Panamá pedía que se limpiara el terreno minado, ya que varias minas habían explotado mutilando a los campesinos del área de la cuenca hidrográfica del Canal. Finalmente, hubo que limpiar el acceso al nuevo puente sobre el Canal de Panamá (el Puente Centenario, por esta misma razón)

16. Ernesto de Jesús Castillero Reyes tiene esta anotación en su libro: Chiriquí: ensayo de monografía de la Provincia de Chiriquí, Panamá, 1968. 130 p. illus., consigna el dato del plan del Presidente Lincoln por establecer en Panamá una colonia de negros, sacados de EEUU. Era la época de la Guerra Civil y en Panamá, de hecho, habría más receptividad a la migración de este grupo.

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