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Revista Pilquen

On-line version ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.11 Viedma Jan./Dec. 2009

 

RESEÑA

Elisa Calabrese, Lugar Común. Lecturas críticas de literatura argentina. Mar del Plata: EUDEM, 2009, 296 pp.

Aymará De Llano
Universidad Nacional de Mar del Plata

Recibido: 30/11/09
Aceptado: 04/02/10

Elisa Calabrese es docente e investigadora en la Universidad Nacional de Mar del Plata, ha sido profesora de muchas generaciones de estudiantes, tiene una larga trayectoria en formación de recursos humanos; su vida académica ha sido y es profusa y también lo es su producción tanto en el ámbito nacional como internacional. Lugar común reúne diecisiete artículos que ofrecen un recorrido crítico sobre la literatura argentina. El libro tiene, a priori, dos características muy interesantes. Por un lado, no insiste en autores que, por ser excesivamente estudiados y tener tantas lecturas críticas acumuladas, se han convertido, aún antes de leerlos, en objetos reiterados. Por otro, cuando de Jorge Luis Borges o Julio Cortázar se trata, la originalidad del planteo es lo que sobresale y es, en ese momento, cuando la crítica se vuelve una revelación.

En el primer capítulo, Calabrese toma el estatuto teórico de la relación entre discurso histórico y ficción. Analiza las estrategias de Borges respecto de las fuentes históricas y el uso que revierte el sentido originario. En La revolución es un sueño eterno de Rivera profundiza en las "experiencias de una generación hasta [llegar a] una concepción politizada del saber histórico" (24). Finalmente, se dedica a Río de congojas de Libertad Demitrópulos, texto que da nombre al capítulo, donde trabaja la categoría del anacronismo histórico y la remisión a las crónicas indianas.

En segundo término nos encontramos frente a otro texto de Libertad Demitrópulos, Sabotaje en el álbum familiar. Calabrese comienza preguntándose "cómo registrar el fluir de la memoria" y "cómo escribir, en la sucesividad del discurso, ese movimiento [...] como si respondiera a la simultaneidad de las imágenes" (39), para responder con una ubicación de la novela en el espectro histórico del contexto del peronismo en Argentina y responder también mediante el estudio de los registros del recuerdo, que encubren también el olvido, y cómo la memoria puede referir la historia individual y, al mismo tiempo, la colectiva.

En "Sobre gentilicios y literatura", Calabrese hace gala de su capacidad para construir una reflexión crítica y, mediante un manejo soberbio de la ironía, señala la impertinencia que implica situar la literatura geográficamente -de ahí la referencia a los gentilicios-. Así, trata de descartar el lugar de nacimiento del autor y el lugar de publicación como condiciones necesarias para atribuirles el gentilicio "marplatense" a esa literatura. Para ello trabaja con Mares del sur de Noé Jitrik. Novela no publicada en Mar del Plata y cuyo autor no es oriundo de esa ciudad, sin embargo, Calabrese la califica como "trazos de la escritura en la construcción de una historia marplatense". El trabajo rebasa el lugar común que cristaliza un gentilicio y opera sobre los mecanismos de la novela, abordando los límites con el policial, las claves intertextuales y el "humor espistemológico" -inscripto en la estela intelectual de Macedonio- o la sutileza de los juegos entre realidad y ficción.

A continuación presenta dos capítulos dedicados a las revistas culturales dirigidas por Abelardo Castillo. Uno de ellos sobre El Ornitorrinco publicada durante la dictadura militar y, especialmente centrado en la polémica sobre exilio y literatura en las voces de Julio Cortázar y Liliana Heker y en el otro trabajo lee las tres series -es decir, El grillo de papel, El escarabajo de oro y El Ornitorrinco- como revistas que respondieron a un proyecto cultural alternativo. Calabrese es la co-editora de una publicación sobre estas revistas culturales.

En otro artículo trabaja textos de Jorge L. Borges, así como de Borges y Bioy Casares por un lado y Crímenes imperceptibles de Guillermo Martínez por otro. Como es de sospechar este artículo se detiene en los casos policiales. Se arma una genealogía del enigma entre las dos producciones alejadas por más de cincuenta años en el tiempo. Calabrese lee las huellas borgeanas en la narrativa de Martínez y, además, las relaciones de los procesos abductivos.

Tal como hemos visto en el transcurrir del libro el ordenamiento de los capítulos alterna entre problemáticas diferentes; por ejemplo ingresa en el mundo de la crítica del feminismo recorriendo el feminismo de la igualdad y de la diferencia para, luego, en el próximo capítulo, entrar en el género fantástico cortazariano leído como "poética antropológica" que trasciende "lo estético para abarcar las posibilidades plenas de un hombre" y como episteme que "pretende socavar los sentidos aceptados para filtrar lo excepcional o desconocido del mundo" (141). En ese capítulo se plantean cuestiones de profundidad para el análisis de una obra como la de Julio Cortázar a la que Calabrese le dedicó numeroso trabajos críticos.

En el volumen sobrevuela en gran parte de los artículos la figura de Borges y, más allá de esta referencia permanente, el volumen contiene varios capítulos dedicados especialmente al escritor. En el primer caso, Calabrese se dedica a la "ecuación lenguaje-tiempo" y su relación en la constitución del sujeto. En el universo borgeano establece las concatenaciones entre literatura y filosofía. En "Intervenciones críticas de Borges: de Alguien a Nadie" toma la doble operación borgeana: la disolución del autor y la instauración de su figura en la cultura universal. En el capítulo siguiente, el texto de estudio es "Funes, el memorioso", leído como la materialización de una teoría fantástica sobre la percepción. En todos los casos, los textos de Borges tienen un abordaje complementado con lecturas filosóficas que le posibilitan a Calabrese una aproximación amplia ya que se interna en un campo epistémico; así cala en lo hondo de su estética originando una crítica original a pesar de tratarse de un escritor canónico muy trabajado por la crítica nacional e internacional.

Más adelante, motivada por la lectura de Paul de Man en Visón y ceguera y manteniéndolo como una co-presencia durante todo el capítulo, Calabrese comienza un recorrido por la crítica de los cuarenta en Argentina con K. Vossler y L. Spitzer, pasando por la reversión que produce la aparición del grupo Contorno en el campo intelectual para llegar a J. P. Sartre y la noción de compromiso, aunque el propio Sartre no se lo reclamaba a la poesía porque "se trata de un "en sí", del que no cabe esperar remisión alguna a la exterioridad" (186). También deja en claro la posición de Jitrik al respecto y establece una línea genealógica en sus lecturas críticas sobre poesía. Luego, toma dos lugares de enunciación: el de Cristina Piña y Daniel Friedemberg en El ornitorrinco (1977-1986). Y establece una genealogía en las lecturas de Piña desde la revista citada hasta su libro de poemas publicado en 2005.

Luego, y hasta el final del volumen, se dedica a poetas estudiándolos desde distintos ángulos de enfoque. El capítulo dedicado a Olga Orozco discute posiciones encontradas dado que la producción neorromántica del cuarenta no privilegió la experimentación estética y, sin embargo, la ubican como vanguardista. Calabrese hace un recorrido por la crítica que oscila en ambas corrientes. A continuación se dedica a César Fernández Moreno como poeta y crítico ya que considera que su escritura establece vasos comunicantes entre ambas prácticas. Explica la necesidad de centrarse en las "poéticas de los sesentas", además aclara por qué su poética se inscribe en ese campo y, al mismo tiempo, cómo lo determinaron sus conceptualizaciones sobre la poesía existencial. En el próximo apartado, Enrique Molina y Una sombra donde sueña Camila O´Gorman le plantean interrogantes acerca del modo de inscripción de esta historia en su poética. Para ello hace un recorrido para mostrar la historicidad en la poesía de Molina. Más adelante, el objeto de estudio es Alejandra Pizarnik y a partir de su poética un excelente recorrido teórico acerca del sujeto como categoría del género y los procedimientos de identificación con el sujeto empírico. En el final, toma la poética de Alfredo Veiravé y la vincula con su actividad crítica y con las publicaciones para la enseñanza de la literatura latinoamericana. Recorre las huellas de E. Cardenal, de las poéticas neorrománticas y su "tono irónico, con matiz amargo" de las obras publicadas en la época de las dictaduras militares.

Estos últimos capítulos dedicados a la poesía muestran un gran manejo de las teorías y sensibilidad ante el discurso poético. Se trata de un abordaje que integra a los autores en el contexto de las poéticas de los sesentas sus genotextos y derivaciones, por lo cual estos trabajos son interesantes también como comprensión del campo cultural del momento. Estamos ante un volumen que da cuenta de una trayectoria crítica, ofrece un panorama del campo cultural y de la literatura argentina contemporánea y cubre ampliamente las expectativas del lector especializado.

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