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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.12 Viedma ene./jun. 2010

 

ARTÍCULO

La patria entre naranjos y cañaverales. Tucumán y el Primer Centenario

Carmen Perilli
carmenperilli@gmail.com
Universidad Nacional de Tucumán; CONICET

Resumen
En 1916 Tucumán proyectó la conmemoración del Primer Centenario de la Declaración de la Independencia. A seis años de las celebraciones porteñas no logró el apoyo que esperaba del gobierno nacional y diseñó un festejo a su medida, en un momento de crisis de la industria azucarera. En este período se registra un enorme movimiento cultural protagonizado por la denominada Generación del Centenario. Sus miembros pertenecen al orden conservador, cuyo poder comienza a disminuir: Sin dejar de lado sus intereses, proyectan una región cultural, fundada en el pasado y la geografía común. Planifican y construyen colecciones, museos y archivos, recopilando tradiciones orales. Entre sus mayores creaciones está la Revista de Ciencias Sociales. Fueron los fundadores de la Universidad. La educación fue el instrumento fundamental para consolidar la región y defenderla de la cultura extranjera y masiva. Estos intelectuales más ideólogos que artistas hacen sus mayores aportes en el campo de las ideas. Se los puede adscribir a lo que Rama llama "Cultura modernizada internacionalista". Su proyecto implica una respuesta regional al cosmopolitismo, una apuesta a una modernización moderada pero, sobre todo, afirma la identidad regional del Noroeste.

Palabras Claves: Centenario; Región; Educación; Modernización.

The country between orange trees and sugar cane plantation. Tucuman and the first centennial 

Abstract
In 1916 the province of Tucuman plans the First Centennial Celebration of Independence. It does not receive support from the central government, which had organized its own celebration six years before. In consequence it downsizes the event, at a time of sugar industry crisis. Conservative forces -by then weakening- manage to inspire an enormous cultural movement of the "Generación del Centenario". Without losing sight of their provincial interests, it conceives a multiprovincial cultural region, rooted in a common past and geography. Museum and archive collections preserving oral traditions are planned and carried out. Two major achievements are the Revista de Ciencias Sociales, and the foundation of Tucumán's university. Education was to be the fundamental instrument for cementing the region and defending it from foreign massive culture. The most salient contributions of these intellectuals -more ideologues than artists- belong to the field of ideas. They can be related to Rama's concept of "internationalist modernized culture". Their project implies a regional response to cosmopolitism, a stance of moderate modernization but, above all, an affirmation of Northwestern regional identity.

Key words: Centennial; Region; Education; Modernization.

Recibido: 21/06/10
Aceptado:
30/06/10

El Primer Centenario de la Independencia se celebró, con diferentes matices, en los países hispanoamericanos. En Argentina la crisis de 1890 había frenado por lo menos una década el crecimiento de la economía. La celebración coincide con la emergencia de tensiones creadas por nuevos actores sociales provenientes del aluvión inmigratorio. El Estado programa la fiesta como espectáculo del país del ganado y las mieses pero "Más allá de la pompa de la celebración, una honda preocupación por el rumbo de la nación invadía los espíritus reflexivos, ganados por un pesimismo creciente" (Romero; 2006: 29) Preocupa la amenaza al "ser nacional" que supone la presencia de una masa extranjera a la que hay que disciplinar y controlar. Adrián Gorelik señala que la celebración argentina del Centenario otorga mayor visibilidad a los conflictos al colocarlos en el espacio público, donde no es posible enmascararlos (cit. Fernández Bravo, 2006). La escenificación permite observar la imagen de un país trasplantado, diseñado por la élite modernizadora del siglo XIX. A la crisis de los discursos identitarios se agrega una modernización conflictiva que pone a prueba proyectos existentes. El Estado Nación se encuentra ante una sociedad heterogénea y multicultural.

La Celebración apunta a consolidar una leyenda nacional criolla que se vuelve hacia sujetos como el gaucho y el indio, convertidos en mitos. En el establecimiento de genealogías se recurre a los orígenes hispánicos. Álvaro Fernández Bravo señala:

El Centenario es también un punto de condensación de la hegemonía porteña donde la metonimia de Buenos Aires con la nación alcanza un punto máximo. Una reúne cualidades de falsedad, prostitución, materialismo; el otro autenticidad, honestidad, espiritualidad, "alma", que es lo que Gálvez acusa a la Argentina de haber perdido. La pérdida, como ha sido suficientemente demostrado, es lo que permite articular el discurso de la recuperación y la restauración, para emplear el término de Rojas (2006: 334)

El espectáculo de la nación se desarrolla en el espacio de la ciudad puerto que se quiere Cosmópolis. A pesar de las ficciones cosmopolitas de la ciudad letrada, el Primer Centenario es una fiesta nacional dirigida hacia un público familiar. Las presencias extranjeras más relevantes provienen de España e Hispanoamérica (La Infanta Isabel de Borbón, una figura secundaria, es la invitada de honor más relevante) La conmemoración oficial se caracterizó por la reconciliación con la Madre Patria y el rescate de las tradiciones locales.

Si la nación es una comunidad imaginada podemos considerar al nacionalismo como su discurso ideológico y legitimador1, caracterizado por los conflictos entre los órdenes individual y colectivo; particular y universal; propio y ajeno. La heterogeneidad amenaza con fisuras la imagen homogénea de la nación moderna. Entre las respuestas formuladas ante esa diversidad están: la pureza del pueblo; la búsqueda de un "ser nacional" auténtico; la exaltación del pasado, la creación de una genealogía, entre otras. Taguieff afirma que: "la oferta identitaria del demagogo nacionalista encuentra la demanda ideológica de manera óptima cuando los demandantes no tienen ya otra cosa que defender sino la misma existencia, real o ficticia, del "nosotros". El "nosotros somos nosotros", contenido de aspecto tautológico del sentimiento identitario, puede entonces reinsertarse en el mito nacionalista" (1993: 70)

Tucumán, con una geografía y una historia de fuertes connotaciones simbólicas, genera sus propias respuestas al lugar de la región en la nación de los comienzos del siglo XX. En esta etapa se hace evidente el conflicto entre nación y provincias, resultado, en parte, de los diversos ritmos históricos producto de los procesos de colonización. Se disputa la propiedad del pasado y el lugar dentro de la narrativa nacional. Si bien en 1810 el Cabildo de Buenos Aire inicia formalmente el proceso de Independencia, la guerra "nacionaliza" el proyecto. La firma del Acta de la Independencia por todos los representantes de las Provincias del Río de La Plata se realiza en el Congreso de Tucumán, el 9 de julio de 1816. Esa fecha y ese lugar están representados por la icónica Casa Histórica2.

La clase dirigente tucumana apuesta a la fiesta de 1816 y realiza innumerables trámites para que las arcas nacionales sostengan la fiesta provincial. Los tucumanos demandan el derecho a un festejo de dimensión nacional y apoyan su pedido en razones históricas. Los argumentos esgrimidos incluyen la importancia de la región en la épica libertadora y el valor del Congreso de 1816. En palabras de Alberto Lacabera en el Álbum General de la Provincia de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia Argentina (1916):

Tucumán más que ningún Estado argentino debe manifestar la pureza de su civismo. Porque si en las horas de incertidumbre, en los momentos preñados de tempestades mientras las demás provincias sólo juntaban las manos para aplaudir el esfuerzo y la constancia, el tesón y el patriotismo de este pueblo noble, siempre entero en las horas de peligro, altivo en los instantes en que la gloria reclamaba la abnegación de sus hijos, Tucumán daba a la República, el ejemplo auténtico de sus convicciones (cit. Perilli, E., 1999: 14)

La aspiración provincial no es satisfecha por el poder central y la provincia debe proyectar su propio festejo. A seis años de los fastos porteños y, a pesar de las promesas presidenciales, el último gobernador conservador, Ernesto Padilla, apela a la voluntad ciudadana. La organización de las celebraciones, se realiza en medio de un clima enrarecido por conflictos sociales y económicos. Recibe las críticas del Diario El Orden de tendencia radical:

El Centenario nos sorprenderá con el mismo desquicio político y administrativo que nos desacredita y nos deshonra. Esto es mas bien una satrapía que un Estado republicano [...] sin gobierno, sin municipalidad, sin representación parlamentaria, con una Legislatura hija del fraude, con la campaña asolada por el caudillaje insolente y bárbaro y con la anarquía y sedición de las alturas y la oposición y desconfianza abajo, con el capricho y arbitrariedad de la ley, ¡Oh el Centenario!3

La industria azucarera provincial era una de las más poderosas del país y había gozado de la protección de los gobiernos conservadores, en los que figuras tucumanas habían tenido un gran peso, en la última década del siglo XIX. Tucumán se había convertido en importante centro económico social y cultural. En 1901 se registra el tope de la expansión del proceso exportador, relacionado con la importación de maquinarias. A pesar de esto la provincia entra en el siglo XX con cierta desesperanza. La superproducción obliga a la sanción de la Ley del Machete4. A esto se agregan los crecientes movimientos de reclamos de obreros y cañeros. En 1904 nos encontramos con una gran huelga.

Las plantaciones tucumanas ofrecen características peculiares ya que combinan latifundios y minifundios. La sociedad se organiza en torno a los ingenios y su composición muestra una clara correlación entre familias y poder. Las familias tradicionales poseen una clara distribución de roles internos. La élite tucumana, de notoria influencia nacional, muestra una "exacta correspondencia entre políticos e industriales azucareros, es decir, la coincidencia, entre el poder económico y el poder político" (Herrera; 2003: 61)

En los inicios de siglo comienza a resquebrajarse esta hegemonía. Una de las creaciones mitológicas del período es la leyenda del "familiar", un perro o una chancha que aterroriza a los obreros y evidencia el pacto con el diablo realizado por el patrón. En esta sociedad de contrastes, Manuel Bernardez5, un viajero porteño, escribe, después de admirar los adelantos introducidos por Clodomiro Hileret en Santa Ana:

De ella ostensiblemente, vive Tucumán; pero con su substancia se nutren, además, muchas fuerzas de afuera. Para algunas provincias la industria azucarera es tan vital como para el mismo Tucumán. Y a poco que se analizase varias veríamos cómo, por todas las venas de la economía nacional, circula jugo de cañaverales tucumanos (cit. Lizondo Borda, 1916: 339)

La ciudad letrada tucumana, vinculada con la oligarquía local, aprovecha la conmemoración del Centenario para recopilar, catalogar y exhibir una cultura orgullosa de su diferencia regional. Las credenciales de pureza exhibidas por la provincia pregonan el respeto a la tradición hispánica y la exaltación de de las condiciones naturales e históricas de la región. Los intelectuales de este grupo hacen sus mayores aportes se realizan en el campo educativo. Con la arritmia propia de la provincia forman parte de la cultura modernista. Pueden adscribirse, de modo específico, a lo que Ángel Rama llama "cultura modernizada internacionalista" o cultura ilustrada (situada hacia 1870-1880 en Hispanoamérica)

Este primer momento de la cultura modernizada internacionalista, no esconde, sino que se enorgullece de la nota minoritaria y aristocratizante que la distingue. Sus integrantes son los custodios del saber, disponen frecuentemente de una sólida formación intelectual, pero ambicionan transmitirlo y expandirlo dentro de la sociedad utilizando todas las vías a su alcance, desde las aulas a las columnas periodísticas o los puestos culturales de la administración. (38-39)

La Generación del Centenario o de la Universidad estuvo integrada, entre otros, por Ernesto Padilla, Alberto Rougés, Ricardo Jaimes Freyre, Miguel Lillo, Juan B. Terán, Juan Heller y Julio López Mañán. Formó parte lo que Natalio Botana llama el "orden conservador" que diseñó un proyecto de modernización para Tucumán y el Noroeste. El grupo se reunía en la Sociedad Sarmiento, poseía una clara autoconciencia como colectivo y sustentaba una estética modernista que encarnaba entonces en la excéntrica figura del escritor boliviano Ricardo Jaimes Freyre, un inmigrante afincado en la capital hacia 1909. Casi todos los miembros del grupo estaban vinculados, de modo directo, con el poder económico y la administración del Estado.

El proyecto intelectual apunta a definir cultural e históricamente la región y apuesta a una modernización moderada, sin pérdida de las identidades tradicionales. Hijos del positivismo los integrantes de la Generación del Centenario reaccionan contra sus postulados, manejan una gran variedad de asuntos y ocupan el lugar de ideólogos y educadores más que de artistas. Despliegan una extraordinaria acción pública sobre todo en el campo educativo y protagonizan cambios duraderos, entre los que se cuenta la fundación de la Universidad. Editan la Revista de Letras y Ciencias Sociales, que, según consta en el número inicial

Aspira a ser un eslabón entre el aula y la tribuna, entre la tribuna y el libro, entre el libro y el público. Aspira a reflejar en sus páginas el movimiento de los espíritus en los universales campos de la creación y de la especulación. Encerrados en el corazón de América, nuestro espíritu vive muy lejos de lo que nos rodea, cuando no lo embargan las ansiedades de la lucha o los detalles de la existencia cotidiana. Pedimos al extranjero o a la capital de la República el volumen que debe ocupar las horas dedicadas al estudio, a la amena lectura y a la necesidad de seguir la marcha de las ciencias, de las artes y de las letras que se descubre confusamente en los índices de los boletines telegráficos"(Año I, Nro. 1, julio de 1904)

En la Revista dirigida por Ricardo Jaimes Freyre con la colaboración de Juan B. Terán y Julio López Mañán, predominan la historia, el derecho, las ciencias naturales junto con la literatura. Colaboraron figuras como Rubén Darío, Leopoldo Lugones, José Enrique Rodó, Miguel de Unamuno, Mario Bravo, etc. La filosofía, en su vertiente fenomenológica, alcanza su mayor desarrollo en la obra de Alberto Rougés, autor de Jerarquías del ser y la eternidad (1943). La Revista de Letras dirige su mirada a Europa (Francia, Italia, Inglaterra), haciéndose eco de sus novedades literarias y científicas. América es un espacio de fraternidad hispanoamericana que excluye Estados Unidos. La doctrina del panamericanismo no tiene aceptación en sus páginas. En el número veinte hay una breve nota titulada "fraternidad hispanoamericana":

Esta fraternidad es una necesidad histórica, sin órganos. La Revista de Letras y ciencias sociales ha cultivado la comunicación interamericana, haciendo conocer los hombres y la vida de los países hermanos. [...]En este conocimiento ha habido, sin duda, muchos sorprendidos. [...] Se ignoraba que en Hispanoamérica hubiera el gusto extendido y la cultura seria que él nos ha revelado" (Nro. 20)

En el campo político los intelectuales sostienen con firmeza la necesidad de considerar el Norte Argentino una región geográfica y cultural6. Esta aseveración se legitima en la existencia de una tradición histórica común, a cuyo rescate acuden de modo tenaz erigiendo archivos y colecciones que resultan insustituibles.

En sus años tucumanos (1901-1921) Ricardo Jaimes Freyre es un activo agente promotor del campo cultural. Presidente y Mantenedor de los Juegos Florales, escribe sus Leyes de la versificación castellana y se dedica a la historiografía. Entre 1909 y 1919 publica cinco libros de historiografía sobre Tucumán. En 1910 el gobernador de Tucumán Ernesto Padilla lo envía a Europa con el objeto de realizar investigaciones y copias de documentos coloniales en los Archivos de Sevilla y Simancas. Investiga los orígenes hispánicos de la región y arma una colección de documentos que sirven para legitimarlos. El discurso del historiador se enuncia desde el lugar del conquistador español como sujeto histórico excluyente de la civilización frente a la barbarie indígena.

La Universidad, proyecto del historiador y ensayista Juan B. Terán, se origina en los Cursos Libres de la Sociedad Sarmiento y surge como institución provincial en 1914 y es nacionalizada en 1921. En el discurso inaugural Terán proclama:"Quiere ser la Universidad del Tucumán, que es una denominación familiar de América"7.Señala la existencia de una doble frontera, histórica y geográfica. Nacida en el cruce de modernidad y regionalismo, se piensa como usina de ideas funcional al desarrollo industrial de un siglo que se inaugura con huelgas obreras. Hacia 1916, deteriorada su hegemonía política pero no económica, esta formación intelectual continúa siendo determinante dentro del espacio regional. En 1916 se llevan a cabo el Congreso Americano de Ciencias Sociales y la I Reunión Nacional de la Sociedad de Ciencias Naturales.

Juan B. Terán proporciona argumentos demográficos, geográficos, históricos y "espirituales" orientados a demostrar la existencia de una unidad regional. Describe el Norte como una extensa zona poblada, constituida por las provincias de Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Catamarca y Jujuy que, en su totalidad, reúnen más de un millón de habitantes. El centro "de atracción natural" de esta región es la ciudad de San Miguel de Tucumán "tierra de encuentro" de civilizaciones que emerge como urbe de "vida industrial y agrícola activa e inteligente" y con un apreciable capital educativo. Su argumentación intenta a demostrar el carácter reciente de la división política de un territorio que "en todo momento intervino con acción común en la evolución argentina". Enfatiza la condición fuertemente hispánica de la colonización, que consolidó una configuración sociocultural diferente dentro de la nación. La región presenta "fenómenos propios" aunque, durante un largo periodo, su historia "ha quedado a la sombra"8.

El Norte es la comarca incontaminada, que, sin despreciar el progreso, conserva auténticos sentimientos y valores patrióticos, que la convierten reservorio moral en tiempos de crisis. Terán define a la universidad regional como un órgano al servicio del programa de restauración nacionalista impulsado por Ricardo Rojas. La renovación social, entendida en términos espirituales, requiere de la tarea educativa. En carta a Alberto Rougés, Ernesto Padilla propone que "con las cinco provincias que integran la región noroeste se debe dar algo más que una expresión geográfica, son más una expresión social con caracteres definidos dentro del medio argentino". La patria imaginada desde la tradición española dota de linaje a las clases dirigentes y de pasado a la provincia.

La nación se encuentra estructurada por regiones que responden a formaciones "naturales" en condiciones de impulsar el destino de cada zona. Hay una estrecha vinculación entre familia, provincia y nación; todos los miembros del grupo ocupan prominentes puestos políticos provinciales y nacionales. Muchos de ellos son propietarios y administradores de ingenios azucareros. Estos intelectuales se preocupan por la preservación y la difusión de valores culturales a los que se considera patrimoniales. Hacia 1914 y desde otro lugar ideológico y cultural, Mario Bravo describía la situación de los campesinos tucumanos en términos muy diferentes:

no saben leer ni escribir, muchos no conocen una escuela; no tienen idea del gobierno republicano [...], ejercitan el derecho de votar por mera obediencia sin saber muchas veces ni el nombre del ciudadano que elevan a los altos puestos públicos; trabajan con exceso, no son bien pagados, comen muy mal, viven en ranchos miserables, como casuchas construidas con totora, tierra cruda, paja o despunte de caña de azúcar; durante la mitad del año no les es permitido descansar ni aun en día festivo (Cit. Perilli, E, 1999)

En su programa la Generación del Centenario presta un apoyo decisivo al maestro catamarqueño Juan Alfonso Carrizo, quien recolecta los cancioneros provinciales. Su titánica labor se orienta a demostrar la importancia de la tradición hispánica en la cultura oral popular. Alfonso Carrizo abre el I Congreso de Hispanistas en Salta con un significativo discurso: "En todas partes está España: en los llanos y en los valles, en los viejos y en los mozos, en la plegaria y en el cantar de amor". Este hispanismo proviene tanto del arielismo modernista como de tendencias reaccionarias. Un rebrote romántico de signo herderiano se da en la forma en que esta generación busca "un alma nacional". En "Educación y Tradición" Rougés dice

El gran tesoro ha sido hallado en los viejos labriegos que cultivan con las manos el solar heredado. Se ha conservado en la memoria de esos hombres de campo y en manuscritos amarillentos de puro viejos; Transmitidos de boca en boca, de corazón en corazón, el tesoro poético ha viajado varios años y aún siglos para llegar a nosotros, como que en él se encuentran algunas piezas de la poesía juglaresca del siglo XVI (Cartas: 240)

La tarea es vasta e incluye la labor de Bruno Jacovella Y Rafael Jijena Sánchez; las recopilaciones de los santiagueños Orestes Di Lullo y Manuel Gómez Carrillo. El archivo musical cuenta con la activa intervención de Isabel Aretz. Mientras tanto el científico Miguel Lillo, en sus numerosos viajes de exploración y recolección, arma el mapa fitogeográfico de Tucumán inventariando géneros y especies hasta entonces ignorados de la flora autóctona. Poco antes de morir Lillo dona a la Universidad casi todos sus bienes y su herbario, constituido por más de 20.000 ejemplares, con unas 6000 especies distintas que incluía colecciones de Argentina, Chile, Uruguay, México, Estados Unidos y Brasil. Este material permanece en la provincia gracias a la decisiva acción de Ernesto Padilla y Alberto Rougés. En el Álbum del Centenario de la Independencia en Tucumán/1916 impreso en papel ilustración y con fotografías, se señala cuánto había progresado Tucumán:

[Y]a no era la aldea descripta por Paul Groussac, en ella quedaba el recuerdo de la sociabilidad provinciana. Con el comercio activo y las celebraciones patrióticas como las del 24 de septiembre es única ente las provincias [...] inauguró gimnasios para la perfección de la juventud, salas de Bellas Artes para la enseñanza del buen gusto, línea ferroviaria propia, como muestra de su capacidad administrativa, escuelas modelos como profesión de fe educativa, certámenes de industrias domésticas expresión de laboriosidad, destreza y buen gusto, un museo etnográfico que expone su amor a la ciencia y a la raza, un vivero de frutas subtropicales, una granja modelo"(Cit. Perilli, E., 1997:90)

En las veladas líricas y musicales de la Sociedad Sarmiento contrasta el cosmopolitismo intelectual con la necesidad de preservar la tradición. El folklore es el muro simbólico que, según Rougés (en carta a Ernesto Padilla), "serviría de valla al tango y al foxtrot invasores, que han llegado a los puntos más apartados de la campaña". Por ello "es necesario que demos toda la importancia que tiene a nuestra poesía tradicional. Su arte, sus ideas y sus sentimientos vuelan a gran altura sobre la letra de tanto disco barbarizante que se mete en las entrañas de nuestro pueblo". El movimiento de resistencia y la nostalgia del pasado, no les impiden proyectar el futuro; no se trata sólo de documentar sino de convertir la poesía tradicional en instrumento de nacionalización.

El hispanismo al catolicismo y al espiritualismo se convierte en bandera que enfrenta a las ideas laicas, que sostiene el radicalismo y el socialismo "bárbaros". Predomina la concepción de cultura superior basada en lo espiritual sin desmedro del desarrollo científico: clasificar, ordenar supone también inventariar un Tucumán que, en gran medida, está cambiando.

El "retorno a España" tiene un doble aspecto: por un lado, el afán de un sector de la elite dirigente de conferirse una identidad hispánica, sustrato, para ellos, de la identidad nacional que anhelaban. Por otro, el hecho simétrico y complementario de que la mayoría de los inmigrantes que llegaron a la Argentina eran peninsulares. No sólo españoles, aunque sí habitantes de las diferentes regiones de la península ibérica (Rubione, 2006: 40)

Aunque algunos de los integrantes del grupo propugnan un modelo francés de cultura (sobre todo Terán se pronuncia por la latinidad), la reivindicación del hispanismo, fortalecido quizá por el diálogo constante con Miguel de Unamuno que escribe en varios números de la Revista y la visita de figuras como José Ortega y Gasset, encuentra raigambre americana en coincidencia con José E. Rodó con quien el grupo mantiene contacto epistolar. En literatura, la producción hispánica es considerada, con excepciones, como inferior y anquilosada en relación con la renovación modernista hispanoamericana.

En las primeras décadas del siglo el Diario El Orden sigue siendo el principal medio periodístico y en sus páginas reproduce folletines franceses y cables internacionales. Pero en 1912 Alberto García Hamilton funda el Diario La Gaceta de Tucumán un periódico moderno que se nutre de los aportes regionales.

Entre los trabajos que encarga la Comisión Provincial del Centenario de la Independencia Argentina encomendados para el centenario está la elaboración de la Antología Tucumán a través de la historia. El Tucumán de los Poetas. Su autor es un historiador tucumano Manuel Lizondo Borda. Una recorrida por los dos tomos permite atisbar la construcción del mapa y la historia a través de los ojos propios y extranjeros. Incluye actas, crónicas y poesías. Todas las representaciones apuntan a mostrar un mundo arcádico. Los relatos hablan de una vida apacible y ordenada, de una sociedad industrial moderna complementada con un mundo campesino idílico. Hay un encomio de lo que se considera una cultura azucarera. Es interesante la insistencia en el adjetivo dulce. En 1910 una periodista parisiense escribe:

Por las noches se desprenden de los naranjos, azuleados por la luz de las lámparas eléctricas, emanaciones de suaves perfumes que aspiramos con ansia y que dilatan el pecho. Una sensación dulce nos invade, elevamos los ojos hacia el cielo constelado de estrellas y oímos como una música las voces de las jóvenes que charlan y cuyas pupilas espléndidas brillan en la noche como flores misteriosas bajo los anchos sombreros campanas (cit. Lizondo Borda, 1916)

En el Tucumán de los poetas se apela al canon literario argentino. La Argentina de Martín del Barco Centenera es el primer texto histórico que inscribe el enigmático nombre en versos: "La Tucumana tierra bastecida/de cosas de comer con el jocundo/ Estado de Brasil, daron suiecto/ a mi pluma que escriva/yo prometo". Entre las composiciones escogidas se encuentra un poema de José Agustín Molina, de tono épico y corte neoclásico: "Se fija en Tucumán, albergue nido/ Del valor más subido, /Del patriótico amor más generoso; /madre de corazones, /que del miedo no admiten impresiones" (21). Un imitador de Olmedo que, en vez de cantar al Paraná, entona sus modestas loas al "Saly" (Río Salí o Dulce)

Estos curiosos y fascinados cartógrafos nos seducen imaginando un territorio paradisíaco donde cooperan selva y montaña. En esta pastoral el habitante natural, el indio vago, ha devenido criollo sumiso. El obrero se adapta a todos los trabajos "siempre callado y contento, leal y sumiso como un perro, resistente y sufrido como un mulo, firme y ágil como una cabra, silencioso como un pez, frugal como un camello. Para él todo anda bien. A vece manotea un pedacito de caña y lo hecha al seno... ¡Es su ideal más grande: chupar caña dulce!" (Bernardez cit. Lizondo Borda, 1904: 347)

Obviamente hay una gran distancia entre la vida anónima y comunitaria en el surco y la existencia diferenciada del patrón, desde cuya mansión "de opulenta y enorme elegancia" se mira la escena campestre. Entre las obras reproducidas se destacan textos de prestigiosos autores como Leopoldo Lugones, Rubén Rodó y Paul Groussac que insisten en el oro; "Aquí un árbol da, de oro bruñido, /una fruta más dulce que miel, /cuyo tronco es un bronce pulido, /cuya flor argentado clavel" (1916: 41). La selva complementa las azules cumbres del nevado Aconquija. Delfín Valladares lo resume:

Todo es vida y prodigio, fuerza y nervio,
encanto y porvenir, gloria y anhelo
en este bello Tucumán que avanza
soberbio en la potencia de su vuelo
hacia la vida que jamás alcanza
la anemia colectiva de otros pueblos,
porque lleva en su tierra la ventura
de ostentar en su pródiga llanura
el Reino Vegetal que es su riqueza,
pontificando su inmortal belleza
del "Aconquija" la solemne altura.(1916: 135)

La antología incluye escasos poemas femeninos y se destaca "La randera tucumana" de Amalia Prebisch. La poeta anuncia la muerte de la tejedora de randa, la declinación de la tradición del bordado en la tierra de naranjos "con fruto de oro y rubia flor de la caña". La mirada se vuelve, con nostalgia, hacia el pasado provinciano que se pierde.

La Generación del Centenario, sin dejar de lado sus intereses de clase, proyectó una región cultural sentando las bases de la cultura del Noroeste. Para ello planificó y construyó colecciones, museos y archivos. Empleó la educación como instrumento fundamental para consolidar la región y diseñó mapas y genealogías. Con estas acciones aseguró la propiedad del pasado provincial y regional, a través de un imaginario que excluía toda heterogeneidad. Las actividades suscitadas en torno a la conmemoración del Primer Centenario se convierten en una verdadera re-fundación moderna de Tucumán.

Notas

1. "La nación es un instrumento de la conciencia histórica y de la conciencia política, el nacionalismo (es) una forma ideológica" (Delannoi y Taguieff: 17)

2. Es interesante señalar que el desfile del Bicentenario en mayo de 2010 en Buenos Aires tampoco hizo alusión al Congreso de Tucumán.

3. "Cien años de democracia" en El Orden, Tucumán, 22/03/1910.

4. Se ordenó la eliminación del 30 por ciento de los cañaverales.

5. En La Nación en Marcha, Talleres heliográficos de Ortega y Radaelli, 1904.

6. En el Centro Cultural Alberto Rougés de la Fundación Miguel Lillo funciona el Programa de Investigación sobre la Generación del Centenario desde 1995. Entre sus frutos se encuentran encuentros y publicaciones.

7. "La nueva universidad" en La Universidad y la Vida, Obras Completas, Tomo V, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1980.

8. Ver Elena Perilli "Lo regional, instrumento de equilibrio de la nación". La generación del Centenario y su proyección en el Noroeste argentino (1900-1950). Actas de las III jornadas. Tucumán: Centro Cultural Alberto Rougés/ Fundación Miguel Lillo, 2000.

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