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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.14 Viedma ene./jun. 2011

 

ARTÍCULO

Las nuevas villas obreras tras la desregulación de los hidrocarburos. El caso de Buta Ranquil (Pcia. de Neuquén)

 

Analía García
analiagarcia9@gmail.com
CONICET; Instituto de Ciencias Antropológicas - Facultad de Filosofía y Letras - UBA

Recibido: 03/03/11
Aceptado:
23/07/11

 


Resumen
En este artículo indagamos en las villas obreras que han surgido como tales tras la desregulación hidrocarburífera. El análisis focaliza en un pueblo ganadero situado en la Provincia de Neuquén en la Patagonia argentina que rápidamente adquiere un perfil petrolero como consecuencia de la explotación de un yacimiento de hidrocarburos cercano, donde hacia principios de esta década obras de construcción civil para esta industria promovieron la llegada de importantes contingentes migratorios. Partimos de una perspectiva comparativa con aquellos espacios sociales que fueron emblemáticos en lo que a la producción de dicho recurso refiere, como Cutral Co y Plaza Huincul. Describimos la transformación del pueblo centrándonos en la perspectiva de los sujetos. Analizamos un caso puntual referido a la construcción de viviendas en torno al yacimiento y alejadas del pueblo para comprender la experiencia subjetiva y la forma en la que se expresa la desigualdad. Finalmente, reflexionamos en torno a los límites de la desregulación y la libertad de mercado y sus consecuencias en los márgenes territoriales donde se asienta la actividad productiva.

Palabras clave: Desregulación; Villa obrera; Desarrollo; Hidrocarburos.

New working villages after the hydrocarbon's deregulation. The case of Buta Ranquil (Province of Neuquén)

Abstract
This paper is about oil working villages and its consequences after the deregulation. The focus is set on the analyze of a village livestock situated in the Province of Neuquén at the Argentinean Patagonia that quickly acquired an oil profile as a consequence of the exploitation of a nearby oil field. At the beginning of the decade, civil construction works for the industry promoted the arrival of important immigration quotas. We choose a comparative perspective taking under consideration social spaces that were emblematic as oil-working villages, such as Cutral Co and Plaza Huincul located in the same province. First, we describe the transformation of the village focusing on the subjects point of view. Then, we analyze the housing construction around the oil field and away of the village to understand the subjects experience and way that inequality is expressed. Finally, we consider the limits of the deregulation and the liberty market and its consequences at social spaces where the productive activity takes place.

Key words: Deregulation; Working villages; Development; Hydrocarbon.


 

INTRODUCCIÓN

Tanto en el marco de la producción académica como en el debate político se han revisado las consecuencias sociales de la desregulación hidrocarburífera y específicamente de la privatización de YPF a principios de los 90´ sobre poblaciones cuya vida económica giraba en torno a la producción petrolera y gasífera. Cutral Co y Plaza Huincul en la Patagonia Norte y General Mosconi en el Noroeste argentino se han convertido en ejemplos paradigmáticos del abrupto deterioro en la vida socioeconómica de estos enclaves monoproductivos así como también han cobrado centralidad en lo que fue el surgimiento de diversos movimientos de desocupados a partir de mediados de década.

Sin embargo, poco se ha indagado respecto de poblaciones que, surgidas al calor de la desregulación, han surgido como villas obreras o bien han acrecentado el perfil monoproductivo basado en la extracción primaria del recurso. Nuestra investigación doctoral se ha centrado en indagar respecto de las consecuencias sociales de la desregulación en contextos productivos contemporáneos con el fin de comparar el desarrollo socioeconómico de estas poblaciones en el marco de una economía liberalizada. (García 2009a) Específicamente trabajamos en dos emplazamientos de campo -Rincón de los Sauces y Buta Ranquil- que si bien tienen una existencia previa a la privatización han visto transformar abruptamente su fisonomía a partir de la desregulación ¿Son efectivamente comparables las relaciones sociales y económicas de Cutral Co y Plaza Huincul -por poner el caso- previa privatización de YPF a aquellas de Rincón de los Sauces o Buta Ranquil en donde la actividad hidrocarburífera prima actualmente? ¿Cuáles son las características de estas nuevas villas obreras? ¿Cuáles son las consecuencias actuales de las políticas neoliberales que caracterizaron la década del 90´ sobre los nuevos territorios en cuestión? Estas preguntas intentarán ir respondiéndose a lo largo de este artículo teniendo presente que la desregulación forma parte de políticas de Estado, de modelos de desarrollo nacional que deben ponderarse. Asimismo, nos centramos en las consecuencias de la desregulación acaecida en los 90´ teniendo en consideración que el lapso de tiempo transcurrido nos permite sopesar las mismas desde una perspectiva de mediano plazo.

En esta oportunidad elegimos situarnos en Buta Ranquil, población situada en el extremo norte de la provincia de Neuquén, en su límite con Mendoza. Consideramos que la experiencia de este pueblo lo sitúa en un marco de excepcionalidad que permite dar cuenta de la magnitud de los procesos socioeconómicos actuales. Se trata de una experiencia social históricamente ligada a la continuidad de la economía regional sobre la que se asienta el "norte neuquino" basado en la ganadería trashumante y la conservación de lazos sociales constituidos sobre el parentesco y la vecindad.

Además, el hecho de que Buta Ranquil no sea un pueblo devenido tal gracias al petróleo, nos permite dar cuenta de las diferencias sociales de manera más marcada que en otros espacios físicos y al mismo tiempo considerar en este proceso la construcción de sentido que caracteriza la experiencia subjetiva de los butaranquilenses. Entonces nuestro objetivo será indagar en al experiencia particular que tiene lugar tras la explotación de hidrocarburos en el nuevo contexto productivo afincado en la privatización de los recursos. El objeto, entonces, refiere a las villas obreras surgidas al calor de la desregulación y su desarrollo consecuente entendiendo que nos permite dar cuenta de: 1) la expansión territorial de empresas transnacionales y 2) la importancia que adquieren patrones culturales de comportamiento e interpretación de los sujetos.

Desde los ámbitos académicos y el debate político existe una mirada crítica respecto de la privatización de YPF y la desregulación versando en argumentaciones que explican la pérdida de soberanía económica y la transformación de un recurso estratégico en un commodity exportable. Pero así también interesa examinar el discurso y experiencia de los sujetos teniendo en cuenta el acervo simbólico sobre el que elaboran la trama de su vida social presente. En este sentido, convidemos las formas de conducirse sobre el nuevo escenario productivo, de comportarse y de considerar al otro, tanto como a sí mismo en el marco de nuevas relaciones de poder.

BUTA RANQUIL EN UNA ENCRUCIJADA

Las hipótesis desarrollistas -que han sido centrales en la concepción de las políticas petroleras a lo largo del período de la industrialización por sustitución de importaciones- suponen que la inversión -pública o privada- conduce a la expansión de las fuerzas productivas con fin de lograr el autoabastecimiento energético. El sector privado adquiere un rol central al orientar el proceso sobre la búsqueda de eficiencia dada tras priorizar los aumentos en las tasas de ganancia1. Para ello, el Estado aparece como el vector que facilita la atracción de capital en la provisión de infraestructura básica, las políticas regulatorias y la administración de obra pública. En términos regionales, sobre este paradigma se erigió la provincia de Neuquén que supuso que una fuerte política de inversiones configura territorialmente "polos de desarrollo". Salvia (1997) afirma que existió una voluntad explícita por parte del Estado nacional de formar, en los espacios regionales adecuados, complejos mineros, energéticos e industriales en relación a programas de desarrollo estratégicos tendientes a impulsar el modelo industrial sustitutivo. Aunque durante la etapa territoriana y aún en la actualidad, los conflictos entre la Nación y la provincia se centran en el control de los recursos energéticos, el fomento y la inserción que el Estado nacional mantenía a través de YPF en Cutral Co y Plaza Huincul se constituía como un ejemplo paradigmático de aquel modelo de sustitución de importaciones a partir de la expansión de los "polos de desarrollo". Aún más, en la concepción de los gobiernos desarrollistas la producción petrolera resultaba clave para fomentar el proceso de industrialización, por lo cual el país debía autoabastecerse en combustible, medida que lograría a partir de la apertura a la inversión de capital extranjero. La inversión pública y privada debía concentrarse en determinados "polos" que luego difundirían la expansión en su área de influencia. En este sentido la "región Comahue" cobraba especial significación para el gobierno nacional. Así los períodos de aumento en la explotación de hidrocarburos devienen también en un aumento de los recursos provinciales provenientes de las regalías. Esto se traduce en la conjunción entre desarrollo económico e implementación de políticas del bienestar (Blanco, Gentile y Quintar 1998: 26) sobre la que se cierra el binomio con un modelo de trabajador que sostiene e inaugura las dinámicas del mercado interno. El modelo de trabajador "fordista"2 incidía en el mercado de consumo interno y fomentaba la cadena productiva. Los trabajadores de YPF mantenían pautas de consumo ligadas al comercio y los servicios locales con salarios que superaban la media nacional, a la vez que la empresa brindaba ciertas medidas en torno a la seguridad laboral que suponían un "derrame" sobre el resto de la sociedad (García 2003) Pero a partir de las reformas estructurales acaecidas en la década del 90´ el panorama permitió comprobar puntos flacos de la política económica -como estrechos vínculos entre determinados grupos económicos y el Estado que favorecían sus horizontes productivos- y falacias –como la sinonimia entre crecimiento y desarrollo- sobre las que se construyó dicha "hipótesis del derrame". Basta constatar que a lo largo de los 90´, los períodos de crecimiento en términos de rentabilidad empresaria y evolución del PBI no necesariamente producen dicho efecto "derrame" sobre el mercado de trabajo primero y en consecuencia sobre el resto de la sociedad, dado que se acompañan de políticas regresivas en materia distributiva que afectan directamente los niveles y condiciones de ingreso y salida del mercado laboral (Santarcángelo y Schorr 2000)3

En el marco de una economía liberalizada, ¿qué podríamos decir respecto de estos nuevos enclaves productivos? ¿Son, efectivamente, territorios en donde la empresa transnacional se expande del mismo modo que YPF lo habría hecho previamente? Para dar respuesta a este interrogante suponemos como hipótesis de trabajo que el origen del capital -público, privado nacional, privado transnacional- imprime huellas diferenciales en la construcción social que se desenvuelve en el territorio de influencia directa.

El circuito regional que caracterizó a la actual provincia de Neuquén hasta mediados del siglo XX fue la ganadería basada en el intercambio hacia el otro lado de la cordillera. El subsecuente desarrollo de la provincia basado en la explotación energética permitió que ésta se integrase al circuito económico nacional, pero a costa de la fragmentación del espacio provinciano en términos de "bifrontalidad" (Favaro 1993) La zona oriental de la provincia creció sostenidamente en desmedro de los territorios que se caracterizaban por su integración regional a través de la cordillera (Favaro 1992, 1993; y también Colantuono 1986) Tal es así que el norte neuquino reaparece a nivel provincial como un lugar postergado y olvidado en la dinámica interna, hecho exacerbado tras la presencia del "imaginario alpino" y la explotación turística que caracteriza al sur provincial y la creciente importancia que adquiere la producción frutihortícola con integración al mercado internacional.

En este marco, las preguntas se orientan sobre las particularidades que adquieren la estructura productiva neuquina y la distribución del presupuesto provincial en la medida en que éste depende en un porcentaje de las regalías. Concretamente, mientras la provincia acrecienta su dependencia de la renta energética y fomenta actividades económicas y territorios no abocados a la producción hidrocarburífera, nos preguntamos qué sucede en los actuales territorios productores.

Hasta finales de la década del 90´, cuando se intensifica la explotación hidrocarburífera, la dinámica pueblerina de Buta Ranquil pareciera circular sobre la esfera del "olvidado y atrasado norte neuquino". La bibliografía regional da cuenta de ello tanto desde el punto de vista económico como político. En lo económico en referencia a la tenencia de la tierra (Pérez Centeno 2005; Colantuono 1986), la dinámica de apropiación de los comerciantes intermediarios de la cadena ganadera (Colantuono 1986) y un interior provincial dominado por la hegemonía de la producción energética que caracteriza a la zona de Confluencia (Favaro 1992, 1993) En lo político, a partir de la construcción hegemónica del partido provincial (Favaro 2005) Asimismo, la memoria sobre la que se construyen las narrativas de los pobladores pone el acento en los aspectos socioculturales que dominan su vida cotidiana que contrasta con la voracidad que adquieren los tiempos en la era de la volatilidad petrolera.4

Los inicios de la actividad petrolera se retrotraen a mediados de la década del 90´ tras las primeras locaciones en el yacimiento El Portón, ubicado a 20 kilómetros del pueblo.5 Entre el año 2001 y 2004 se construyó la planta de GLP6, se inauguró la cabecera del gasoducto Transneuquino7 controlado por Repsol YPF y la planta de tratamiento de agua. Estas grandes obras impulsaron las grandes transformaciones que se viven en Buta Ranquil y que fueron las que demandaron la mayor parte de la mano de obra contratada. El perfil hidrocarburífero del tradicional pueblo campesino comenzó a consolidarse tras la llegada de importantes contingentes migratorios.

DE ARRIEROS Y DE PETROLEROS

Entablar contactos y reconocer las dinámicas locales en Buta Ranquil a lo largo del trabajo de campo ha sido, a todas luces, una experiencia diferente a la de Rincón de los Sauces (García 2009b) o aquellas referidas a Cutral Co y Plaza Huincul (García 2003 y García 2005). Aunque las actividades vinculadas a la explotación hidrocarburífera han ido aumentando en intensidad a lo largo de las dos últimas décadas atrayendo a importantes contingentes poblacionales, sin embargo en Buta Ranquil aún se respira un aire que tiende a buscar su identificación con las formas sociales características del "norte neuquino" cuyo sustento económico se basa en la ganadería transhumante y el empleo público.

Buta Ranquil es un pueblo cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XX. El presidente José Uriburu8 habría firmado un decreto en el año 1931 por el cual es declarado como pueblo norpatagónico conformándose la primera comisión de fomento, aunque ya hacia fines del siglo XIX aparecen registros que dan cuenta de la existencia de un paraje vinculado a la arriería9. Se encuentra ubicado sobre la ruta nacional 40 que conecta al pueblo con la ciudad neuquina de Chos Malal, antigua capital provincial hasta el 1904 y la ruta provincial 6 que conecta al pueblo con Rincón de los Sauces.

El pueblo es pequeño, conserva un casco urbano compuesto por una calle principal de unas diez cuadras aproximadamente y dos paralelas de ambos lados atravesadas por calles de añosa arboleda. La zona céntrica es residencial y alberga muchas familias butaranquilenses junto con otras de origen migrante. Al caminar por las calles del casco viejo se pueden observar las casas tradicionales con nichos en el frente donde las señoras tienen su santito al que le prenden velas y rezan las novenas. El radio de influencia del municipio no sólo se limita a este casco urbano sino que también abarca la zona rural donde se encuentran distintos parajes: Auquinco, Cura-Co, Huantraico, Cortaderas, El Portón, Ranquil Vega y La Tunga. Allí residen los puestos de invernada de las familias campesinas dedicadas a la ganadería transhumante con derechos posesorios limitados por algunas chacras.

Hasta la década del ´90, la población de Buta Ranquil se mantuvo relativamente estable pero desde entonces no ha dejado de crecer a tasas tan significativas como las de Rincón de los Sauces para las mismas épocas (aunque en menores dimensiones). Hacia el censo de 2001, Buta Ranquil registra 2.221 habitantes, poco más del doble de lo registrado en el censo anterior (1.045), siendo su tasa de crecimiento de 7,2%. La estimación resultante para el año 2007 es de 3.340 habitantes aunque las proyecciones mencionan un aproximado de 5.000 habitantes con un pico de crecimiento entre los años 2000 y 2003, fecha en la que sobre el yacimiento El Portón se realizaron las obras de construcción de la Planta de Gas Licuado Líquido del Petróleo (GLP)

A partir de entonces, los hidrocarburos se convirtieron en el eje económico sobre el que el resto de las actividades, incluso la ganadería, versan actualmente. Sólo baste mencionar el elevado nivel de precios adecuados a los salarios de los obreros petroleros y el surgimiento de nuevas actividades sociales (comercios, clubes nocturnos, salas de juego) tendientes a satisfacer las demandas de la población migrante.

En términos habitacionales cabe rescatar características que le son propias a la naciente villa obrera a partir de la llegada de contingentes de trabajadores cuando no había albergue para tanta gente. Entonces las empresas tercerizadas construyeron campamentos situados en la entrada al yacimiento –a 20 kilómetros del pueblo-. Con el auge del petróleo, la construcción de casas y hoteles de manera desordenada sobre el radio urbano acompañó el crecimiento de Buta Ranquil y poco a poco, la acción sindical fue promoviendo la erradicación de campamentos situados en el yacimiento y el traslado del lugar de "pernocte" de los trabajadores sobre el casco urbano.

Aunque aún restan algunos de estos campamentos, la mayoría de los trabajadores habitan en las casas de familia construidas en Buta Ranquil y alquiladas a las empresas. Pese a que algunos se han radicado con sus familias sobre lotes en los que construyeron sus casas, la mayoría conserva a su núcleo familiar en la ciudad de origen y se traslada hasta el pueblo durante la semana laboral. De esta manera, el radio urbano de Buta Ranquil se ha extendido hacia nuevos barrios, surgidos al calor de la actividad económica. Capaz que en una habitación viven cinco o seis personas y así se la van rebuscando. Lo que viste en Rincón en miniatura" manifestaba Enrique quien, de manera crítica, observa cómo su pueblo se va transformando al calor de la dinámica productiva pero carente de una planificación municipal, su mayor preocupación como ex - Concejal opositor.10

Lo cierto es que el auge petrolero que rápidamente ocupó las calles de Buta Ranquil no resulta fácil de procesar para quienes viven allí en forma permanente. Una obra relativamente pequeña como la planta de tratamiento de agua construida en el 2004 proyectó la contratación de doscientas personas (483.000 horas hombres) aunque el mantenimiento de la misma sólo requiere de treinta con cualidades mínimas de especialización. En ese sentido, el crecimiento del pueblo para dar albergue -"pernoctar"- a los obreros llegados dio lugar al rápido crecimiento del pueblo así como también instituyó un horizonte limitado para los grandes contingentes. En este marco, el crecimiento abrupto tuvo su contracara más fuerte en la falta de planificación.

En el caso de Buta Ranquil nos encontramos ante un panorama que permite dar cuenta del impacto del desarrollo capitalista en un contexto transnacionalizado en donde, como plantean Landriscini y Laría (1999) los territorios se convierten en "meras plataformas productivas" y el desarrollo local se subsume a una dinámica netamente fundada en criterios de rentabilidad económica.11

En la medida en que los procesos productivos priorizan proyectos de grandes obras, el grueso del personal para la construcción civil no requiere de una calificación muy elevada. Como plantea Lins Ribeiro (2006) son en realidad las grandes obras de construcción las que demandan mayor cantidad de mano de obra. Una vez finalizadas, el contingente de trabajadores se reduce en un plantel estable que sostiene las actividades productivas. En este caso, muchos trabajadores oriundos del pueblo fueron contratados por las empresas tercerizadas a fin de realizar las obras. Sin embargo, una vez finalizadas la mayoría o bien quedaron sin empleo o bien, continuaron un ciclo de contratación temporaria basado en la ejecución de obras puntuales para las que las empresas eran también contratadas. En muy pocos casos, lograron sostener una trayectoria estable en el empleo petrolero. El personal especializado es contratado o trasladado desde otras zonas petroleras. Ante la falta de oficio industrial de la mayoría de los habitantes –recordemos que es tradicionalmente ganadero- puede resultar difícil dar con el especialista en la zona laboral y las empresas se ven obligadas a demandarlas de afuera.

LA NUEVA VILLA OBRERA: EL CRECIMIENTO ECONÓMICO EN LA PERSPECTIVA DE LOS SUJETOS

Retomando el hilo que nos lleva a la inscripción de la experiencia del pueblo sobre la explotación de hidrocarburos, las preguntas derivan a la puesta en situación de los sujetos. ¿Desde qué lugar se sitúan en la comprensión de la actual coyuntura? ¿De qué manera la experiencia "intercepta" los procesos actuales?: "Y el grave problema que tiene el norte de Neuquén, lo que yo siempre digo, que yo no sé cómo puede votar a un gobierno que lo tiene en total abandono. Porque la verdad Buta Ranquil es una localidad muy rica en petróleo, pero no recibe absolutamente nada a cambio y se llevan todo." (Mariana Soto, Concejal)

Estos dichos nos introducen en la experiencia butaranquilense. Por una parte, preexiste una condición de abandono de Buta Ranquil en el marco de la regionalidad del norte neuquino. Por otra parte, la condición de abandono se debe a una instancia política que, según remarca, diferencia al norte neuquino del resto de la provincia –acaso como condición estructural-. Y por último, la riqueza del subsuelo marca la continuidad del abandono por cuanto nada de esa riqueza es volcada hacia el bienestar del pueblo. "Si vos ves el movimiento que hay de lunes a viernes en cuanto a colectivos que van con personal es mucho movimiento que se genera en el pueblo… ¿y qué le falta? Le falta de todo." Reflexiona Marcos, un butaranquilense que es supervisor en el espacio petrolero.

Mientras sobrevuela la idea de que el petróleo es un recurso efímero para sostener la continuidad social de la villa obrera, ésta adquiere características particulares en función de la provisoriedad con la que se construye el espacio. En Buta Ranquil se evidencian estas características, sobre todo en lo que atañe al acelerado crecimiento poblacional y la falta de infraestructura urbana en materia de servicios públicos o su lentitud en la aplicación de medidas paliativas y obra pública (agua, desagües cloacales, gas y electricidad)

Pero aquí interesa resaltar la separación entre el espacio destinado a la producción y el espacio de reproducción que se hallan caracterizados por una fuerte separación geográfica. Además la Unidad Económica El Portón de YPF reserva un predio cercado -la Base Operativa- en donde se ubican las oficinas, habitan sus empleados y cuentan con las provisiones necesarias para llevar la semana laboral en la inmensidad desértica del yacimiento. Los campamentos de las empresas, aunque ya no albergan a la mayoría de los trabajadores12 sin embargo tienen los talleres, almacenes y comedores en las que diariamente almuerzan los obreros. Sin embargo este predio productivo se encuentra a 20 kilómetros de distancia de la villa obrera, vinculada a la reproducción inmediata de la fuerza de trabajo.

La distancia entre el yacimiento y el pueblo conserva también la distancia social que separa a los empleados de YPF -las jefaturas- del pueblo y del resto de los trabajadores. El predio habitacional que se halla dentro del yacimiento, cuenta con cercado y seguridad propia. Lindando con las oficinas de trabajo, las canchas de paddle, pileta de natación, comedor y demás comodidades se encuentran dentro de la esfera productiva y son, de hecho, un espacio de reclusión de modo tal que no existe necesidad alguna de contacto con el pueblo. En el predio, las jefaturas de YPF cuentan con lo necesario para vivir hasta volver a sus lugares de origen incluidos los espacios recreativos para realizar deportes. Así el personal de YPF o los cuadros supervisores de obra que provienen de otras zonas habitan sobre el yacimiento y pueden no conocer el pueblo o tener ningún tipo de contacto con sus pobladores. "Yo nunca fui al pueblo. Tendría que ir a hacer el cambio de domicilio" cuenta un ingeniero de YPF. En algunos casos, los ritmos de trabajo impiden salir fuera del yacimiento cuando los turnos demandan la atención de la jornada completa sobre las operaciones de perforación. Además existen horarios de ingreso y salida de la base operativa que impiden una dinámica cotidiana con el pueblo cercano. "Es todo cerrado, tienen horarios, vigilancia, no podés salir de noche. Para mí es una cárcel", manifiesta El Jirafa, un trabajador petrolero nacido en Buta Ranquil que reniega de las condiciones que se imponen sobre las jefaturas.

Leandro: Acá no es como Rincón de los Sauces que también tiene su estilo de vida pero tenés un pueblo cerca. Acá nosotros no, querés ir a tomar un café y es en la base, querés escuchar música y es en tu trailer. No tenés otra gente.
Antropóloga: ¿Y no vas al pueblo?
Leandro: Rara vez. Me invitaron, tengo la libertad de ir pero no… no he ido. (Conversación con Leandro, ingeniero de YPF)

Esta condición dada por la distancia física exacerba la distancia social que subyace a la explotación petrolera, "te digo que es otro mundo, es otro mundo a comparación, vas y tenés comedores y esas cosas", relata Estela, comerciante de Buta Ranquil, en relación al contexto social del yacimiento.

Lo cierto es que así como las jefaturas petroleras no conocen el pueblo, tampoco muchos de sus habitantes conocen el yacimiento. Una digresión basada en la experiencia etnográfica puede ilustrarnos al respecto. Si bien el acceso al yacimiento es libre ya que está sobre la ruta y uno puede deambular por el predio de campamentos de muchas empresas, cercano a la base operativa, sería propio esperar que alguien nos detuviera y preguntara sobre los motivos por los que estamos allí. Las picadas y el cruce del puente a Mendoza -el yacimiento abarca ambas provincias- se encuentra custodiado por los seguritos y la base operativa de YPF está cercada. Desconociendo esta distancia, cuando pedíamos a algún "nacido y criado" que trabajase o no en el sector que nos llevara a recorrer enseguida contestaban que "uno no puede entrar". Llamó nuestra atención respecto de El Portón es la extrañeza presente entre los habitantes del pueblo. El yacimiento se presentaba como un lugar ajeno y vedado fruto de una serie de elucubraciones en torno a la apropiación privada de un espacio que "es nuestro, de los habitantes de Buta Ranquil": "Aparte de la seguridad, tienen hasta un puente privado sobre el río Colorado. Ese puente lo construyeron ellos entonces no tengo posibilidad de pasar porque no soy de la empresa. Y lo controla Gendarmería Nacional. (Enrique, ex Concejal por Alternativa Neuquina y UNE)

Consideramos que la experiencia en Buta Ranquil nos permite profundizar en aspectos de la vida social en una villa petrolera en términos de la experiencia territorial del actual contexto productivo. Queremos decir con "experiencia territorial" que esperamos que el análisis que sigue permita comprender de qué manera los sujetos en un espacio físico dado explican su experiencia. En Rincón de los Sauces tanto por su ubicación –rodeada de yacimientos, uno de los cuales es de los mayores del país-, como por su historia –su fundación data de la década del '70 y su crecimiento siempre estuvo ligada a los hidrocarburos; más aún luego de la privatización de YPF- la explotación de hidrocarburos reviste un carácter "natural" para sus habitantes. Que la ciudad permita ser definida con relativa facilidad como una villa obrera, que sus habitantes y funcionarios políticos estimen de fundamental importancia la continuidad de políticas de inversión en el sector es condición de vida en la escena territorial13. Trabajar en el petróleo y atender sus requerimientos es algo dado, Rincón nació para esto. El problema al respecto, si lo hay, en todo caso es a futuro. Pero en Buta Ranquil las cosas son distintas porque aquí el pasado permite hablar al presente de otra manera. Dar con un nacido y criado -nyc- en Rincón de los Sauces es buscar una aguja en un pajar, pero en Buta hablar de petróleo puede ser un tema ríspido, casi callado para los ojos de un extranjero y aún temeroso para los nyc, "yo quiero sacar una foto pero tengo que llevar la maquinita escondida porque si me ven… tienen todo controlado ellos", pronunciaba Gastón que quería sacar fotografías a las vistas de venteo de gas que se observan desde la ruta. Y a decir verdad, salvo los horarios de salida o regreso de los trabajadores del yacimiento, la dinámica pueblerina, en apariencia, se desenvuelve sobre los lazos de la vida campesina. Si es un pueblo ganadero, o petrolero, o ambas cosas a la vez, es un problema de difícil solución. Como si nos situásemos en otro tiempo distinto al de Rincón, valorar la explotación de los hidrocarburos conlleva necesariamente una lectura a partir de un horizonte de vida asociado a la dinámica regional del norte neuquino a partir de la cual se sitúa la experiencia petrolera.

Aquí se presenta la experiencia particular que demarca la distancia social a partir de la separación entre el espacio productivo y la villa obrera. La base operativa es observada como un espacio de viviendas que expresa la diferenciación entre las jefaturas y los obreros:

Es exclusivamente para la gente de Repsol-YPF, gente que trabaja en la computadora sentado todo el día y después se van a relajar a la pileta o la cancha… o tiene para correr, les han hecho hasta ciclovías adentro y después todo cerrado por fuera. Ellos salen de franco, de la puerta se suben a un colectivo, hacen 4 o 5 kilómetros, llegan al aeropuerto que tenemos nosotros y se van. Pero comprar o venir acá a Buta no, jamás. Jefes, nunca. (Antonio, trabajador de El Portón)

Además de poner en cuestión la separación entre quienes producen en tanto que trabajadores y quienes administran los procesos productivos, Antonio extiende el sentido negativo de dicha diferenciación sobre el escenario territorial, es decir "no sólo viven distinto que el resto", sino que se agrega la distancia geográfica y se remarca el desconocimiento del pueblo por parte de las jerarquías.

Eso es un oasis. Está todo alambrado donde viven ellos, con cancha de paddle, cancha de fútbol, quincho… como viven los árabes en Arabia Saudita, igual […] El avión va y viene una o dos veces por día a Neuquén capital a veces para llevar a una sola persona. Viven muy bien, tienen el confort del primer mundo y nosotros acá no lo tenemos y lo más triste es que es con nuestros recursos. (Enrique, concejal)

Al resaltar la importancia que adquiere la explotación petrolera en los términos en los que es leída por los actores, es posible señalar cómo se conforma el sentido respecto de la propiedad de los recursos, es decir las categorías sobre las que se construye la imagen de la desigualdad.

Vos vas al Portón y es una ciudad aparte, está todo fuera del pueblo. YPF tiene gente especializada de ellos, tiene un patio gigante, un aeropuerto, los viejos viven como en el paraíso. Tienen cancha de golf, tienen todo lo que vos le pidas, tienen cancha de tenis, hasta cancha de bochas. Tienen todo… que eso podría estar en el pueblo para beneficiar más que nada al pueblo […] Y bueno, después están las empresas que tienen su campamento y nosotros laburamos desde allí… No sé cómo es la ley pero para mi entender todo lo que ha hecho Repsol o la empresa que estuviera al frente de todo esto, tendría que estar acá porque yo le puedo exigir como poblador a Repsol no solamente que me de laburo, sino que me cuide el pueblo o que me ayude para cuidar el pueblo. Yo creo que pasa más que nada por un tema político. (El Jirafa, petrolero)

Entonces mientras se desarrollan fuertes políticas de inversión por parte de YPF con la construcción de plantas y la intensificación de la explotación por recuperación secundaria, mientras se planifica en función de horizontes de reservas y se renegocian contratos, la villa obrera puede sucederse sin ser "observada" como tal por la empresa que mantiene a sus jefaturas en el country. De ahí el binomio con el que la población identifica un proceso caracterizado por una diferenciación social con base territorial -el country y el pueblo- que permite sopesar en términos de resultados materiales y espaciales la noción de crecimiento sobre la que Buta Ranquil se concibe como una ciudad que no es tal, como un desarrollo que se ha quedado corto, en fin, como una villa obrera en donde el "derrame" nunca existió. Más aún si consideramos la centralidad del "trabajo" en la producción de dicho "efecto derrame", el trabajador petrolero es, en la era desregulada, un sujeto que gasta la plata "afuera", en su lugar de origen, que salvo para su reproducción inmediata destina su salario fuera del espacio productivo y reproductivo directamente afectado.

La segmentación que se expresa aquí pone de manifiesto dos concepciones espaciales diferenciales. La primera de ellas atañe al territorio como espacio de producción y reproducción de las jefaturas, centrado en el yacimiento y la segunda al territorio como espacio de reproducción de obreros que radica en la villa obrera y que comparten con otros habitantes. Pero esta separación entre el espacio de reproducción social de las jefaturas y el pueblo que se expresa territorialmente pone de manifiesto cuál es la concepción que la sustenta. Segmenta relaciones sociales y limita la intensidad de las mismas. Y fundamentalmente, pone en evidencia de qué manera la búsqueda de rentabilidad económica puede movilizar recursos y fomentar el crecimiento sin que por ello, conlleve un desarrollo consecuente en el territorio inmediatamente afectado.

REFLEXIONES FINALES

A modo de cierre, nos interesa considerar dos ejes sobre los que hemos estado versando. Siguiendo a Escobar (1995), el primero de ellos atañe al "desarrollo socioeconómico" como guía sobre la que se imprime el destino de las sociedades del "Tercer Mundo", porque, efectivamente, la experiencia de los habitantes de Buta Ranquil sopesa la oposición entre la "sociedad tradicional y abandonada" de siempre frente a las inimaginables oportunidades de "modernidad" que ofrece el petróleo. Sin embargo, en los amplios márgenes sobre los que expandió el neoliberalismo durante la década de los 90´, efectivamente crecimiento económico y la libertad de mercado suponen el desarrollo social como efecto secundario. Y aquí decir, que por libertad de mercado nos referimos mucho más que a la libre circulación de mercancías y nos referimos a las infinitas posibilidades de producción que permiten trazar sobre los territorios una ruta donde aquella idea del "desarrollo" pierde todo sustento: no se sabe si es el mercado -que no tiene la misión de comprometerse a tal empresa -o el Estado-que precisamente se mantiene al margen para promover la generación de valor en la libre circulación del dinero-, alguno de los vectores sobre los que se sustenta el destino del pueblo.

En ejemplos tan concretos lo que pone en cuestión es la condición de "desarrollo"14 sobre la que se supone que las inversiones capitalistas ocasionan en los territorios en donde se asientan. Porque en cierto sentido la explotación petrolera se asienta en márgenes espaciales sobre los que no se inscribe en términos de organización social. Aunque más exacto sería considerar su inscripción en términos de las consecuencias no planificadas institucionalmente por parte de las empresas. En términos comparativos con Cutral Co y Plaza Huincul, la historia petrolera del siglo XX permitió la construcción provincial de espacios físicos organizados por la trayectoria empresarial del monopolio estatal en donde las actividades económicas se desenvolvían en torno a la provisión de servicios para la empresa o sus trabajadores.

El segundo eje al que nos referimos es la expresión de una subjetividad que se halla condicionada por estas "pautas de desarrollo". Valorar la explotación de los hidrocarburos conlleva necesariamente una lectura a partir de un horizonte de vida asociado a la dinámica regional del norte neuquino a partir de la cual se sitúa la experiencia petrolera. Mientras la renta energética sustenta gran parte de la vida económica de la provincia y las regalías se convierten en una fuente de recursos primaria, en Buta Ranquil, uno de los territorios productores, el oro negro es una "riqueza" apropiada por un otro, en algún otro lugar.

Por este motivo, en este artículo hicimos hincapié en el impacto de las dinámicas materiales de la vida social en Buta Ranquil. Focalizamos en las concepciones culturales sobre las que se desenvuelven los conflictos que ocasiona la explotación de hidrocarburos. En este sentido, se trató de vincular economía y cultura entendiendo que los procesos "globales" ponen en evidencia la particularidad de la que los universos simbólicos locales. En el proceso material se generan tensiones y fisuras sobre las que la experiencia cultural adquiere una dinámica específica en donde se contrastan y "activan" identidades particulares.15

Notas

1. Ver Frondizi (1959), Sábato (1974)

2. Por supuesto que el trabajo dedicado al proceso productivo petrolífero no se ajusta al típico patrón fordista en el sentido en que este no forma parte de un engranaje fabril como la cadena de montaje. No obstante, se utiliza este modelo ya que es arquetípico en cuanto a la creación de una cadena trabajo -consumo dentro del marco de estabilidad laboral y seguridad social que caracterizó la relación entre el capital y el trabajo durante la etapa de sustitución de importaciones.

3. En parte, este hecho se debe a que las ramas que impulsaron dicho crecimiento presentan una relativamente reducida intensidad en el uso del factor trabajo (producción de petróleo, alimentos y bebidas, fabricación de automotores y producción de ciertos insumos intermedios de uso difundido). (Santarcángelo y Schorr 2000:74)

4. Por volatilidad petrolera nos referimos a la conjunción entre movimientos del capital centrados en la búsqueda de rentabilidad y la particularidad de la explotación hidrocarburífera centrada en el horizonte de sus reservorios. Consideramos que ambos caracteres imprimen al proceso productivo en la era del neoliberalismo un "desapego" del territorio en el que se asientan. Mejor expresado por Landriscini y Laría (1999) convierten a ciertos territorios en "meras plataformas productivas" sin mayores consecuencias en el ámbito social en el que se asienta la actividad.

5. El Portón formó parte de las negociaciones licitatorias de las áreas secundarias que se concedieron en 1992, cuando se concreta la liberalización de los mercados hidrocarburíferos. Para ese entonces sólo producía sobre seis de diez pozos perforados. La licitación fue obtenida por una UTE - Unión Transitoria de Empresas- conformada por la mexicana MexPetrol e YPF en febrero de 1992. Se constituyó Mexpetrol Argentina S.A. a fin de obtener financiamiento, con aporte mayoritario de Mexpetrol y dos socios privados argentinos. Tras la privatización de YPF, uno de estos socios vende al otro –Astra Capsa- su participación y posteriormente el grupo Repsol adquiere Astra. En este contexto, la mexicana decide retirarse del proyecto que queda en manos de Repsol YPF. Entre estos cambios en la estructura de propiedad, el yacimiento comienza a explotarse de forma intensiva a partir de 1997 al pasar a manos de los españoles a través de la empresa controlada YPF S.A.

6. Gas Licuado del Petróleo

7. Obra realizada por Astra Evangelista.

8. Presidente de facto desde el 6 de septiembre de 1930 al 20 de febrero de 1932.

9. El Registro Civil de Buta Raquil cuenta con registros de nacimientos que datan de 1896. Éstos se componen de familias de origen chileno. Aunque la fecha de festejo de la fundación del pueblo data de 1931, cuando a través del decreto del Presidente Uriburu se oficializa la primera comisión de fomento.

10. Existe una ordenanza municipal que aprueba el Plan de Ordenamiento Urbano de Buta Ranquil realizado por el COPADE y el Consejo Federal de Inversiones en el 2005. Sin embargo, las alusiones referidas a su crecimiento no han seguido las pautas acordadas allí, sino que muchos de los nuevos barrios sobre los que se extiende el radio urbano se encuentran en lugares cuya zonificación no está planificada como para viviendas residenciales, dando lugar a problemas medioambientales como, por ejemplo, la recolección y acopio de residuos, la provisión de agua y gas.

11. "Yo no vengo a arreglarse las calles a los argentinos" era una frase que citaba un ingeniero de El Portón en referencia a los dichos de un gerente del yacimiento de origen español.

12. Como lugares para pernoctar solo quedan los campamentos de dos empresas y las guardias de Skanska. No obstante, el personal fuera de convenio continúa residiendo allí durante la semana laboral. En total, el sindicato calcula que se trata de ochenta personas.

13. Cuando presenté el proyecto inicial a mi consejero de estudios, éste –que también conoce Rincón- respondió con una anécdota: estando en una peluquería de la ciudad escucha cómo una peluquera, sin conversación previa, le pregunta a otra "¿a cuánto está el barril hoy?". Si el destino de una persona no estuviese ligado al petróleo difícilmente haría esta pregunta en este contexto.

14. Molina y Valenzuela 2006 Invitación a la Antropología Económica. Cap. V: "El debate del desarrollo", Barcelona: Ed. Bellaterra.

15. En el marco de la investigación doctoral abordamos también la problemática que se genera hacia el interior del pueblo entre petroleros y no petroleros demarcada principalmente por las diferencias en el nivel de ingresos. Entonces mostramos de qué manera la relación entre vecinos también se manifiesta como distancia social.

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