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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.14 Viedma ene./jun. 2011

 

ARTÍCULO

Una historia vigente como particular enfoque de la historia del presente1

 

Maximiliano J. Lezcano
mjlladeranorte@gmail.com
Centro Regional Universitario Bariloche - Universidad Nacional del Comahue; CONICET; Museo de la Patagonia F. P. Moreno - S. C. de Bariloche

Recibido: 22/06/11
Aceptado:
30/09/11

 


Resumen
En el marco de reflexiones epistemológicas sobre la representación historiográfica del presente histórico, estimo que los rasgos usualmente considerados para caracterizar una "historia del presente", "reciente" o "inmediata", no definen completamente estos enfoques historiográficos sino también la frecuente vigencia y trascendencia político-social de su objeto de estudio. Esta vigencia remite a su efecto en el presente, como pasado enfocado por el historiador que forma parte de los problemas del presente inmediato y que, de hecho, puede partir de ellos. Planteo entonces que la plena vigencia social que suele tener el objeto de estudio de una historia del presente comporta un rasgo fundamental de estos enfoques paradigmáticos de la historia occidental actual, con todas las connotaciones ideológicas, políticas y metodológicas que ello implica. Se trata de un pasado vigente en íntima relación con problemas del presente, que gravita en el presente y que da forma a una historia vigente como particular enfoque de una historia del presente. Esta perspectiva contradice una historia convencional, tradicional, que toma prudente distancia del presente o que deliberadamente lo excluye del quehacer historiográfico en nombre de los arquetipos positivistas de verdad y objetividad.

Palabras clave: Epistemología; Historia del presente; Presente histórico; Pasado vigente; Historia vigente.

A current history as particulary relevant approach of a present history

Abstract
In the context of epistemological reflexions on the historiographic representation of the historical present, I believe that the traits usually considered to characterize the "history of the present", "recent" or "immediate" do not completely define these historiographical approaches but also the common currency and political and social relevance of its subject of study. This relevance refers to its effect on the present, as past focused by the historian is part of the problems of the immediate present and, in fact, you can start from them. The question arises then that the full social relevance and political and social significance that is usually the object of study of a history of the present, involves a fundamental trait of these paradigmatic approachs to modern history, with all the ideological, political and methodological connotations this implies. This is a current past in which problems closely related to the present still exist, which weighs on the present and that shapes a current history as particularly relevant approach of a history of the present. This approach contradicts the conventional and traditional history that takes prudent distance from the present or deliberately excludes it from the historiographic task on behalf of the positivist archetypes of truth and objectivity.

Key words: Epistemology; History of the present; Historic present; Current past; Current history.


 

"Uno de los mayores retos que se nos presentan hoy a los historiadores
es el de volver a implicarnos en los problemas de nuestro tiempo" …
(Fontana 2001:353)

INTRODUCCIÓN

Un rasgo destacable de la historiografía actual reside en el tratamiento del presente histórico desde enfoques como la "historia del tiempo presente" (Bédarida 1998), "historia del presente" (Aróstegui 2001b, 2004a y b), "historia inmediata" (Barros 2002) o "historia reciente" (Franco y Levín 2007), entre otras denominaciones; una historia que incorpora al pasado reciente e incluso inmediato en temáticas que muchas veces coinciden con problemas sociales vigentes.

El avance creciente de estos enfoques historiográficos en las últimas dos décadas ha puesto en tensión diferentes formas de ver la práctica historiográfica, actualizando la discusión sobre cómo se muestra la historia y qué se muestra por historia, así como también el rol de los historiadores en nuestra sociedad. Sin dudas, la historia que enfoca el presente histórico ha cuestionado estructuras básicas de la historiografía "tradicional" (Burke 1991), produciendo una "conmoción" de principios historiográficos que deshizo las escisiones tajantes entre pasado-presente, historia-memoria, historia-política y sujeto-objeto, en el marco de nuevas formas de ver y de practicar la historia.

Numerosas publicaciones de la última década, en parte citadas en este trabajo, muestran la necesidad aún de defender y fundamentar la práctica de una historia del tiempo presente. Esta vigencia de las controversias en torno al tema muestra que los cambios metodológicos, sociales, políticos e ideológicos necesarios para su consolidación académica forman parte de un proceso vigente y abierto, en el marco de un campo aún no desarrollado en su plenitud (Franco y Levín 2007), como parte de nuevo paradigma en ascenso que no se ha despojado completamente de marcos de pensamiento previos.

En este contexto epistemológico, me propongo reflexionar sobre un aspecto destacable de la historia del tiempo presente: la frecuente vigencia social de su objeto de estudio, lo cual, a mi juicio, comporta una "historia vigente" como particular enfoque dentro de la historiografía que trata el presente histórico. Creo que este es un rasgo que, más allá de la idea de procesos "abiertos", "en curso" o "inmediatos" caracteriza, aunque no define, una historia del tiempo presente, el cual demanda reflexiones sobre la práctica historiográfica y el rol del historiador en la atención de los temas que movilizan a la sociedad. He presentado un resumen de esta temática en anteriores oportunidades, junto con una evaluación de las controversias y reflexiones en torno a la representación del presente histórico2.

EL PRESENTE HISTÓRICO Y LA HISTORIA DEL PRESENTE

El presente histórico como historia vivida

Un concepto clave para una historia del presente es el de "tiempo presente" y más precisamente el de "presente histórico". Francois Bédarida considera como tiempo presente el tiempo de la experiencia vivida. Para este autor el tiempo presente "es un campo caracterizado por el hecho de que existen testigos y una memoria viva donde se desprende el papel específico de la historia oral" Define el presente como el lugar de una temporalidad extendida que contiene la memoria de las cosas pasadas y la expectativa de las cosas por venir (Bédarida 1998:21)

El "presente histórico" es considerado por María Inés Mudrovcic como:

aquel marco temporal de sentido determinado por la intersección de los espacios de experiencia de las generaciones que se solapan. […] En efecto, en todo presente coexisten, articuladas, varias generaciones y las relaciones que entre ellas se establecen, constituye la realidad de ese presente histórico. […] generando una cadena de transmisión de acontecimientos que son reconocidos como "su" pasado aún cuando no todos los hayan experimentado directamente. (1998-2000)

En esta línea, para Julio Aróstegui "el presente histórico que se vive aparece como producto de una acción intergeneracional circunscripta al "espacio de inteligilibilidad" que podemos percibir en cada momento histórico." (2004a:41) Plantea que el presente histórico no tiene un contenido cronológico, sino coexistencial (coetáneo), ya que los hombres viven una historia común desde edades distintas. El presente histórico es siempre un tiempo relativo, que coincide con la experiencia vital y con la experiencia intergeneracional de cada hombre, de modo que el tiempo presente funciona por la acumulación de la experiencia de individuos y generaciones, como historia "vivida" (Aróstegui 2004a y b).

La historización del presente

La Historia que tiene por objeto historizar el presente cuenta con diferentes denominaciones y enfoques, aunque me inclino aquí por el marco general de la "Historia del presente" de Aróstegui (2001a, 2004a y b) (en adelante HP), de la cual se desprenden otros enfoques como en nuestro medio la "Historia reciente" (Franco y Levín 2007) o en España la "Historia inmediata" (Barros 2002, 2006)

El proceso de "convertir en historia" realidades socioculturales de la experiencia viva, como "historización de la experiencia", comporta para Aróstegui (1998, 2001b) la construcción de un nuevo objeto histórico, un nuevo campo. El autor propone que cada momento histórico con unos determinados actores es en sí mismo una "historia presente" según la percepción de sus propios actores. Por eso, agrega, "La Historia del Presente equivale a la coetaneidad." […] "como la historia que perciben los propios sujetos que la viven" […] "la historia del presente es la re-objetivación de la experiencia no agotada aún, que está siendo vivida, al menos por una parte de la población y que explica al pasado tanto como mira al futuro desde esa experiencia central vivida." (Aróstegui 2001b:31) Mudrovcic sostiene un enfoque "generacional", en el sentido también de Aróstegui, en cuanto a "aquella historiografía que tiene por objeto acontecimientos o fenómenos sociales que constituyen recuerdos de al menos una de las tres generaciones que comparten un mismo presente histórico." en un lapso temporal retrospectivo que abarca, aproximadamente, entre 80 y 90 años (1998-2000)

Para Aróstegui (1998:17) la historia del tiempo presente es producto de la necesidad de un tipo de análisis social desde lo histórico, desde la confrontación de nuestra sociedad con la temporalidad, como "una respuesta al cambio social y a los desafíos del análisis del cambio social." Se trata de ejercer la "posibilidad de análisis histórico de la realidad social vigente, que comporta una relación de coetaneidad entre la historia vivida y la escritura de esa misma historia, entre los actores y testigos de la historia y los propios historiadores." (Josefina Cuesta 1993:31 en Iturriaga Barco 2008:81) Este rasgo de coetaneidad es clave en una historia del presente, lejos ya de aquella manipulación de la muerte que desnudara Certeau (1993): el "cuerpo muerto" del pasado hoy está bien vivo y tiene voz propia.

En resumen, se podría definir a la historia del presente como un área o campo de la historiografía que enfoca la historia de nuestro tiempo; la historia vivida y en curso como la reobjetivación de la experiencia inacabada que une pasado, presente y futuro; coetánea en cuanto a la conjunción de la experiencia vital de las generaciones presentes. Comprende el análisis histórico de la realidad social vigente, del espacio de la memoria individual y colectiva, donde la escritura de esa historia es coetánea con la memoria de los propios hechos y donde actores y testigos coexisten con el propio historiador. Su objeto es el presente, un presente histórico; su intención es historizar el presente, confrontándolo en la temporalidad, indagando en las condiciones de producción de los hechos y problemas del presente y aportando claves explicativas para su comprensión.

El enfoque historiográfico más estrechamente relacionado con el presente inmediato es el de la "Historia inmediata". Para Carlos Barros y el colectivo que representa a través de la red "Historia a Debate", la Historia inmediata (en adelante HI) "No es una historia contemporánea, ni es la historia del tiempo presente entendido como ese intervalo temporal que va desde la segunda guerra mundial hasta hoy. Es más bien la historia del momento que estamos viviendo." (Barros 2002). Para el autor una HI no tiene límites temporales, ya que "toma como referente el hecho próximo para tratar desde un punto de vista histórico y remontar la investigación hacia atrás conforme lo necesite el proceso de investigación" (Barros 2002). Sin embargo, en otro trabajo se sugiere el marco para una HI de un pasado posterior a la caída del muro de Berlín (Barros 2006:195)

El presente confrontado con la temporalidad

La HP revaloriza el tiempo corto del acontecimiento, luego del descrédito al que lo había arrojado durante mucho tiempo una historia llamada «evénementielle» (acontecimiental) (Bédarida 1998:23), aunque las posturas de diferentes autores remiten a una pluralidad de tiempos en los estudios del presente histórico. La HP refleja para Aróstegui (2004a:49), esa dialéctica entre estructuras y acción, donde el análisis histórico del tiempo presente debe conjugar tiempo largo y tiempo corto, acontecimiento y duración. Acontecimiento y duración son aspectos presentes necesariamente en una HP, ya que "el presente histórico no puede ser asimilado al instante o al ahora, sino que tiene su propia duración" (Aróstegui 2001a:104). Los acontecimientos marcan rupturas y continuidades en el presente histórico, un antes y un después. Como expresa Francois Dossè (2003) "[e]l movimiento se apoderó del tiempo presente hasta modificar la relación moderna con el pasado. La lectura histórica del acontecimiento ya no es reductible al acontecimiento estudiado; se la considera, en cambio, en su huella, situada en una cadena de acontecimientos." Por eso, agrega que cualquier discurso sobre un acontecimiento vehicula y connota una serie de acontecimientos anteriores, en contravención con la idea de un tiempo único y lineal.

Considero así que toda HP parte de acontecimientos disparadores, desde los cuales se conforma una historia que extiende su alcance en el tiempo hacia delante y hacia atrás, en la triple temporalidad (Lledó 1996). Se trata de coyunturas inscriptas en el presente cuyo origen generalmente está en un pasado más o menos cercano, dentro del lapso de las tres generaciones presentes. En el sentido de Benjam y Pagès, el acontecimiento, como hecho histórico, "debe servir para ejemplificar un fenómeno o un comportamiento social cuyas raíces hay que buscar en cambios más profundos, y más alejados, a veces en el tiempo de las estructuras, a veces en el de las coyunturas" (1997:203)

La dimensión temporal en las historias del presente

Algunas historiografías del presente histórico, en particular desde la Historia contemporánea, mantenían y mantienen prudente distancia del pasado más reciente. Como expresa Barros (2006:194), la escuela positivistaengendró el "mito cientificista" según el cual son "necesarios" 50 años para escribir la Historia de manera "imparcial", distancia reducida "positiva pero insuficientemente, a 30 ó 25 por la Historia del Tiempo Presente de los 80' y 90' y que, agrego, se mantuvo hasta años muy recientes y en parte permanece vigente, como parte del "Giro positivista" del cual habla el mismo autor (Barros 2002). Sin embargo, hoy para muchos parece impensable esperar 25 o 30 años para analizar historiográficamente nuestro pasado más reciente.

Para Aróstegui (2001a y b, 2004a) la HP debe considerarse como una "categoría histórica, como un "modo" o "modelo" historiográfico, pero en manera alguna como un periodo histórico o una denominación cronológica." Como expresa Carlos Navajas Zubeldía (en Iturriaga Barco 2008:82), "Su único límite ha de ser" […] "la centralidad del dinámico presente histórico"

Un marco generacional o vivencial como el ya planteado para una HP tiene sentido universal, trasciende las experiencias particulares de países y grupos humanos. Por el contrario, un enfoque periodizador, que considera un cierto numero de décadas o determinados hitos históricos trascendentales como puntos de partida o llegada de diferentes "historias" del presente no resulta apropiado para todas las realidades culturales. Enfoques de este tipo pueden aparejar un sentido cancelatorio de la historia, una posible justificación del olvido, de la desatención de procesos aparentemente "cerrados", pero que las sociedades tienen la capacidad de reabrir y cuestionar, asumiendo nexos causales entre un determinado pasado y su propio presente.

En ese sentido, a lo largo de este texto se verá que desenfoco la cuestión del "pasado reciente", "historia reciente" o incluso "historia inmediata", ya que el eje de mi propuesta no se centra tanto en el aspecto cronológico del pasado como en el rasgo de vigencia social que implica su particular relación con los problemas del presente inmediato, como portavoz de un pasado vigente y frecuentemente traumático.

ROL SOCIAL DEL HISTORIADOR, HISTORIA Y POLÍTICA

El rol social del historiador

Los enfoques historiográficos del presente muestran una fijación particular en el análisis de pasados traumáticos (Franco y Levín 2007), como en nuestro medio el análisis del terrorismo de Estado ejecutado a través del Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). En ese énfasis en el trauma histórico, en el sentido de Luciano Alonso (2010:55), es donde estimo que radica el valor de estos enfoques como procesos autocríticos de pensamiento y como práctica de trascendencia político-social. Estos son aspectos fundamentales a considerar en el presente texto, que ponen a prueba el rol social del historiador.

La necesidad creciente de un rol activo del historiador en la sociedad lleva a que los estudios que enfocan el presente histórico generalmente se orienten a temáticas actuales, e incluso surjan como respuesta a problemáticas sociales vigentes. En ese sentido, el rol social del historiador no tiene que ver sólo con la divulgación de conocimiento histórico, sino con la efectividad del conocimiento histórico en el presente, con la explotación de su potencial para ofrecer nuevas visiones del mundo y para proyectarse al futuro; en definitiva, con un compromiso con el tiempo que vivimos (Barros 2006)

El planteo de una historia del presente histórico es de capital importancia para entender y poner en cuestión "nuestro" tiempo, el de las generaciones vivas. Este es el rol del historiador que hoy día se discute; el del historiador comprometido socialmente con el presente. Aquí radica un nuevo paradigma que se debate entre una historia que toma "prudente" distancia del presente en forma excluyente y una que lo enfrenta, sin solución de continuidad con un pasado abierto.

Una HP no elude el compromiso social y por lo tanto, tampoco el ideológico-político. La intención suele ser aunar historia y política, algo "tabú" para la historia "tradicional", que bajo el argumento de la "objetividad", promovía el aislamiento socio-político del historiador, dedicado preferentemente al estudio del pasado "cerrado", lejano. Esta historia "prudente" ha resultado, y resulta, particularmente funcional a discursos hegemónicos de sectores relacionados con el poder, que así se ven "liberados" de una historia reflexiva y crítica de su propio tiempo.

La concepción historiográfica que mantiene "prudente" distancia del presente ha sido así puesta en cuestión en las últimas décadas, en el marco de nuevas formas de pensar y de hacer la historia que consideran el presente como campo historiográfico. La historiografía actual frecuentemente busca enfocar problemáticas del presente desde un pasado reciente que gravita en nuestro presente y futuro. La noción de futuro aquí radica en el propio carácter "abierto" de los procesos que se analizan, donde el aporte de los historiadores va a contribuir de diversas formas a un futuro inmediato. Es por eso que una historia que toma distancia con el presente y enfoca procesos "cerrados", gravita mucho menos tanto en el presente como, y sobre todo, en el futuro.

Aún así, es necesario asumir que ningún pasado está totalmente cerrado, de hecho, todo pasado es sujeto a constante revisión tanto por parte de la sociedad como por parte de los que lo estudian; sus interpretaciones no son más que relativas y provisorias, dependiendo de las condiciones de producción. Como veremos más adelante, éste es un aspecto clave para la propuesta de este trabajo.

Historia y política en la historiografía actual

Para Carlos Barros (2000) en la transición entre los dos siglos la historia transita una crisis como disciplina, dentro de una crisis general, ideológica y política de valores que afecta al conjunto de las ciencias sociales y humanas y en particular a la historia como oficio; una crisis que es global porque afecta a la práctica, la teoría y la función social de la historia.

El oficio del historiador implica siempre un posicionamiento; no es posible ya una historiografía que pretenda "neutralidad" o "imparcialidad", asumiendo que "todo ejercicio del oficio de historiador es a la vez una necesaria toma de posición ideológica o social, toma de posición que en buena medida determina el margen de los posibles usos y funciones sociales de esos mismos resultados." (Aguirre Rojas 2008:11) Para este autor, un rasgo fundamental de las nuevas corrientes y autores de la historiografía de hoy tiene que ver con la asunción radical de las múltiples implicaciones de la historia como disciplina que es susceptible de efectos sociales fundamentales, asumiendo su responsabilidad social, siempre cargada de profundos significados ideológicos. Agrega que la historiografía occidental contemporánea suele ubicarse en "posiciones progresistas y de izquierda, marchando a contracorriente de la historia oficial, tradicional, positivista y legitimadora del poder." (Aguirre Rojas 2008:12)

En un texto desafiante, Gérard Noiriel destaca aspectos de una "crisis de identidad" que atraviesa la Historia, como prolongación de la oposición clásica entre la "derecha" y la "izquierda" en el seno de la disciplina: "En uno de los polos se sitúan los historiadores que apelan a las "tradiciones" y exigen que la historia vuelva a su identidad propia. En el otro, los historiadores partidarios de la "innovación" que, por el contrario, desean una mayor apertura de la disciplina." (1997:40) Para este autor, algunos autores "tradicionalistas" atribuyen esta "crisis de la historia" a la "politización" de la disciplina y a sus alianzas con las ciencias sociales.

Se considera que en los años 1960-1980 se han multiplicado las disputas entre historiadores que tenían un compromiso político (generalmente de izquierdas) y los historiadores tradicionales que se mantenían fieles a sus tradiciones de objetividad, moderación y neutralidad, disputa acentuada a partir de 1968, con la politización de la universidad (Noiriel 1997:40). Los "modernistas", agrega, relacionan la pretensión de objetividad de los "tradicionalistas" con una máscara "que no logra ocultar posiciones políticas conservadoras, a menudo de notoriedad pública." (Noiriel 1997:41)

La historia puede y debe contribuir a dar interpretaciones probables del presente, a darle sentido y significado; y aquí sentido e ideología van de la mano. La historiografía muestra que en nuevas condiciones habilitadoras de la expresión, como en las etapas posdictatoriales, se habilita la construcción de discursos historiográficos críticos más radicales y politizados como los que se registran en la última década en nuestro país. En este contexto es posible trascender los ¿qué?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿cómo? para ensayar el más urgente ¿por qué? de los hechos sociales. Más que apuntar a disquisiciones metodológicas sobre ¿cómo se escribe la historia?, una historia del presente, inmediata o vigente en el sentido aquí planteado tiene que ver con dar respuesta a las preguntas: ¿para qué se escribe la historia? y ¿para quién?: para desnaturalizar discursos hegemónicos, para generar una nueva historia, para ratificar la existente, para la academia, para la sociedad, para el poder.

EL PASADO VIGENTE COMO "HISTORIA VIGENTE"

Sobre la vigencia del pasado

Entiendo aquí a pasado vigente como pasado actual y relevante socialmente, que produce un efecto en el presente; me refiero particularmente a aquel de trascendencia y relevancia social, no al del ámbito de lo individual. También existe un "pasado latente", que permanece en la memoria, cuya vigencia puede ser reactivada ante nuevos estímulos, como determinados acontecimientos disparadores. Desde la práctica del historiador, puede plantearse que todo pasado y toda historia es de alguna manera vigente en la medida que lo traemos al presente, aunque aquí es necesario definir el alcance de esa vigencia. Es cierto que toda producción historiográfica está permeada por el "largo presente del historiador", donde un rasgo del presente y de alguna manera, de vigencia, radica en que siempre su trabajo responde a una demanda de algún sector de la sociedad, aunque sea únicamente la de su propio círculo intelectual. En el sentido de Joseph Fontana (2001:365), "el historiador trabaja siempre en el presente y para el presente".

Sin embargo cabe preguntarse, incluso dentro de una HP: toda historia reciente, del tiempo presente ¿atiende necesariamente temas sociales vigentes, como problemas sin solucionar y que demandan la participación del rol social de un historiador? diría que no; una cosa es el marco temporal del pasado reciente en sí mismo y otra la relación de ese pasado con problemas del presente, vigentes, generalmente asociados a situaciones traumáticas. Pienso que así como está asumido que hay una historia reciente, del tiempo presente o como quiera llamarse al tratamiento historiográfico del presente histórico y una que se dedica a pasados más "lejanos" o "remotos", también la historiografía que enfoca las temáticas incluidas en el presente histórico, generalmente dentro del marco de la experiencia vivida, puede o no referirse a un pasado vigente en el sentido y trascendencia que expondré más adelante.

Siguiendo con el planteo, no cabe duda tampoco de que ciertos temas del pasado son particularmente vigentes ya que están estrechamente relacionados con los problemas del presente, incluso inmediato, de manera que hacen a una historia plenamente vigente. Considero así que no toda historia es vigente ni lo es en igual medida, porque hay historiografías cuyo objeto de estudio claramente no responde o forma parte de problemáticas sociales vigentes. Incluso dentro de una HP o de una HI (y con más razón dentro de una historia del tiempo más lejano), no todos los temas que puede elegir el historiador son igual de vigentes, igual de urgentes en relación a los problemas actuales de la sociedad.

En el devenir histórico se pueden distinguir aquellos pasados en apariencia "cerrados", "clausurados" en el sentido de Ricoeur (en Dossè 2003:134), de aquellos abiertos que se refieren a procesos cuyo desarrollo y/o percepción es aún vigente en mayor o menor medida; que gravitan sobre la sociedad y que por lo tanto forman parte de una historia vigente (Lezcano 2010:4) que se resignifica en el presente. Esta vigencia remite directamente a la sociedad como destinatario del trabajo del historiador, no sólo ni principalmente a la "tribu" académica.

El carácter de vigencia del pasado que considero no se refiere únicamente al desarrollo de los procesos históricos en sí mismos, como procesos "abiertos" o "en curso" desde el planteo de la HP, sino en cuanto a su percepción y relevancia social así como a su reobjetivación coyuntural; a su resignificación incluso tiempo después de que se los considere "cerrados".

Esto es relativamente independiente del tiempo transcurrido, por que tanto la campaña militar de Julio Argentino Roca entre 1879 y 1885 como la dictadura militar de 1976 a 1983 o los efectos de la política neoliberal de los 90' son todos procesos que están presentes en la sociedad argentina, pese al tiempo transcurrido en cada caso; se habla de ellos, se contraponen posturas y se generan conflictos. Incluso procesos tan lejanos y aparentemente cerrados, como la independencia francesa, ante una coyuntura como la de 1989 se reabren generando disputas en torno a sucesos ocurridos hace 200 años.

Este carácter de "vigencia" que destaco para parte del pasado, como pasado vigente, es el que más se resiste a una periodización estricta; se trata de un rasgo que define al objeto de estudio de una historia vigente, relativamente independiente del tiempo generacional transcurrido entre éste y el presente del historiador. Esta perspectiva no condice totalmente con la de una "historia del presente", "reciente" o incluso "inmediata" ya que suena raro considerar de esas maneras a un pasado que puede trascender las generaciones vivas, remontándose incluso a más de 100 años de la actualidad, pero que sin embargo se relaciona plenamente con los problemas del presente inmediato3. Salir de encuadres temporales rígidos para enmarcar el presente histórico permite adaptarnos mejor a los cambios en las demandas, valoraciones y percepciones de la sociedad en torno a los temas del pasado. Este particular rasgo de la dinámica de las sociedades está estrechamente relacionado con los marcos ideológicos y políticos, flexibles y cambiantes en el tiempo más allá de periodizaciones impuestas.

Así, la historia de la campaña militar de J. A. Roca en el último cuarto del siglo XIX no fue particularmente puesta en cuestión durante las dictaduras militares y los gobiernos liberales y neoliberales posteriores, aunque en la última década asistimos a su pleno cuestionamiento en el marco del proceso de reivindicación mapuche iniciado a partir de la década de 1980 y de su renovado tratamiento historiográfico (Del Río 2005); con lo cual pasó de ser una historia aparentemente y convenientemente "cerrada" a una historia abierta y vigente. Indudablemente, la experiencia democrática decantada en las últimas dos décadas ha habilitado discursos más críticos sobre el pasado, incluso lejano como en el caso mencionado, hecho que suele ser estimulado desde enfoques historiográficos que tratan el presente histórico.

En este contexto, la vigencia de los procesos históricos es un rasgo cambiante de las sociedades, donde uno o más acontecimientos y procesos serán vistos como vigentes por una sociedad (y no necesariamente por otras) según cómo se relacionen con los problemas, requerimientos y expectativas de uno o más sectores de esa sociedad, en forma cambiante a través del tiempo y de los contextos socio-políticos y económicos. El rasgo de vigencia del pasado es así relativamente independiente de lo cronológico, como construcción social variable en el tiempo y en el espacio; de la misma forma, me refiero entonces a historia vigente no como un período, parcelamiento o área de la historiografía, sino como una manera de hacer y de ver la historia.

Una historia vigente

El sentido que da Aróstegui (2004a y b) a la "Historia del presente" y el de la "Historia inmediata" de Barros (2002, 2006) es el que en líneas generales estimo aquí para una historia vigente, aunque aquí destaco la vigencia social de su objeto de estudio. En este campo de la historia frecuentemente existen testigos y una memoria viva, característica a la que agrego en una historia vigente la necesaria y plenavigencia de su objeto de estudio y su gravitación en los problemas del presente inmediato. Este rasgo de vigencia puede trascender el presente inmediato e incluso la experiencia vivida en primera persona de las generaciones actuales. El origen de los problemas en ocasiones puede remontarse a generaciones previas, las cuales son traídas al presente por la memoria "heredada"; rasgo este que permite trascender en el presente la experiencia vital de las generaciones vivas y, por lo tanto, su propio presente histórico.

Estimo aquí que las nociones planteadas de presente histórico y en particular de pasado vigente, son las que mejor definen un particular enfoque de la historia del presente como historia vigente; como práctica de la historia que enfoca aspectos del pasado relacionados con problemas del presente, cuyo objeto gravita en el presente. Su punto de partida suelen ser coyunturas que disparan el conflicto en torno a problemas que demandan la historización del presente incluso inmediato (trascendiendo el mero "marco histórico" de otros enfoques historiográficos); que traen al presente un pasado generalmente ocultado, olvidado, negado, marginado. Esto explica la relativa profundidad temporal de algunos temas que podemos incluir dentro de una historia vigente, más allá de las periodizaciones de décadas o generaciones.

El sentido de pasado vigente e historia vigente aquí planteado trasciende entonces las periodizaciones usualmente estimadas para las diferentes denominaciones de "historias" que tratan el pasado reciente. Me refiero aquí a que el objeto-problema principal enfocado por una historia vigente no necesariamente suele formar parte del pasado reciente o inmediato del historiador, aunque sí su problematización y su cuestionamiento por parte de la sociedad. Por lo menos en este aspecto, la perspectiva de una historia vigente incorpora diferentes enfoques historiográficos que incluyen al presente, a la vez que se separa de ellos por no estar condicionada tan estrictamente por marcos temporales. Sin embargo y más allá de esta salvedad, el marco temporal de una historia vigente en general suele ser el del presente histórico, en el sentido generacional mencionado al principio del texto.

La delimitación de una historia "vigente", como parte de una historia del presente, no depende únicamente de la experiencia vivida (Bédarida 1998) o de la historia vivida (Aróstegui 2004a), sino que incorpora experiencias que pueden trascenderla largamente, pero que son traídas e incorporadas al presente ante determinadas coyunturas. La memoria y la conciencia históricas son claves en este proceso, así como las condiciones ideológico-políticas que habilitan su emergencia (como en nuestro país la rehabilitación de la democracia en los 80') Pienso entonces que el rasgo vigente de una historiografía del tiempo presente radica en que sus temas de estudio parten de situaciones actuales como respuesta a demandas de la sociedad, en particular relacionadas con problemas del presente, así como en la inclusión de procesos abiertos o que se reabren circunstancialmente (en el sentido de Barros 2002). Estos problemas suelen ser disparados por uno o más acontecimientos, en el sentido de Arostegui (2001a) insertos en una coyuntura determinada generalmente instalada en un pasado inmediato o relativamente cercano que crea un antes y un después; un cambio, una crisis que procede del conflicto o que lo genera. En relación con lo anterior, estos acontecimientos cercanos en el tiempo en ocasiones pueden problematizar en el presente, como vimos, situaciones o procesos de vieja data.

Cuando me refiero a una historia vigente me estoy refiriendo entonces a una historia de temáticas vigentes y problemáticas, inscriptas en un pasado generalmente no muy lejano, dentro del horizonte de la experiencia vivida por las generaciones actuales, aunque, insisto, también pueden trascenderla, y mucho. En este sentido, una historia vigente no puede ser periodizada estrictamente, porque el carácter de vigencia social del pasado es tan cambiante como las mismas sociedades y sus contextos ideológico-políticos y económicos. En esta línea de razonamiento, debo concluir entonces que un parámetro que define usualmente a la historia del presente es el carácter comúnmente vigente y problemático de su objeto de estudio, cuyo enfoque aquí propongo como historia vigente. Su cercanía con el presente inmediato del historiador otorga a la práctica de una historia vigente una especial gravitación de los marcos ideológicos y políticos. Si bien estos aspectos están presentes en todo trabajo del historiador; en este enfoque historiográfico ese rasgo de "politicidad", en el sentido de Alonso (2010:63), se hace más evidente.

El objetivo de una historia vigente es entonces al de historizar y re-significar un pasado vigente a partir de la indagación de las condiciones de producción de los hechos que forman parte de la realidad actual, en particular de aquellos que son problematizados por la sociedad, lo que muchas veces implica proyectarse bastante atrás en el tiempo (Lezcano 2010). En esta línea de pensamiento los acontecimientos actuales más que objetivos en sí mismos resultan escenarios donde los actores sociales ponen en evidencia aspectos de una trama histórica que remite a actos pasados; la lectura en conjunto de estos actos da sentido a una obra de la cual, sin embargo, generalmente se desconoce su final. El carácter abierto y en curso de los procesos que suele enfocar el historiador del presente aporta un necesario carácter de provisionalidad a las conclusiones a las que llega, aunque a la vez otorga la oportunidad única de participar en la construcción de un futuro.

Se puede decir entonces que en una historia vigente los hechos y procesos recientes e incluso inmediatos que enfoca el historiador son por un lado punto de partida de una historia que se proyecta hacia atrás en el tiempo y por otro de llegada como resultante de procesos previos, a diferencia de la perspectiva sincrónica, por ejemplo, de una sociología clásica.

En una historia vigente se destaca la intención de re-significar y de transformar la realidad social; de contribuir a mostrar caminos alternativos más allá del futuro decantado por las visiones hegemónicas, desestructurando y desmontando "historias oficiales". Historizar el presente; ese es el principal desafío del historiador del tiempo presente, de un pasado vigente. Construir una historia vigente es para el historiador hacer uso de la máxima expresión de su rol social, de su capacidad para aportar a la comprensión de los procesos que influyen más directamente en el presente, como resultado del devenir histórico. Historizar el presente desde esta perspectiva remite así a esa capacidad de la historia y del historiador de complejizar y de construir sentido, de encontrar en el pasado, claves explicativas para la comprensión del presente en una dimensión eminentemente interpretativa de la realidad social, más que sólo descriptiva.

COMENTARIOS FINALES

Pese a la permanencia de las discusiones teórico-metodológicas sobre la práctica de una HP, la consideración cada vez mayor del tiempo presente y del pasado plenamente vigente en la práctica historiográfica es reflejo de la consolidación de un profundo cambio historiográfico y de un nuevo paradigma de la historia, en el sentido de Barros (2000). La historia del presente, en particular como historia vigente, hoy puede cerrar filas en el frente de ataque a los problemas del presente inmediato, actual, no contra sino junto a las restantes disciplinas sociales con las cuales está indefectiblemente unida, para decididamente re-significar el presente en una historia que considere la multiplicidad de visiones y que atienda las diferentes demandas sociales.

Las controversias que se dan en torno a la representación del presente histórico se relacionan con diferentes posturas de los historiadores, vinculadas a cuestiones no sólo de origen metodológico (Aróstegui 2004a) sino también ideológico-político, que ponen en evidencia la continuidad de estructuras de pensamiento de corte positivista. La práctica de una historia del presente, en particular con el enfoque de una historia vigente como el aquí desarrollado, derriba las últimas barreras impuestas por una historia tradicional y sus visiones arquetípicas de los principios de verdad y objetividad, sin caer en el relativismo absoluto, en el sentido de Appleby et al. (1994)

Considero entonces que el marco temporal del presente histórico, la propia inclusión del presente incluso inmediato y la pluralidad de tiempos y duraciones, con la memoria oral como fuente destacada, la coetaneidad de los actores y testigos con el historiador, la experiencia de vida como historia vivida, la pluridisciplina y el enfoque de un pasado abierto y en curso así como de pasados traumáticos y la "politicidad" que ello implica no definen únicamente a una "historia del presente", "reciente" o "inmediata" sino también la frecuente vigencia y trascendencia político-social de su objeto de estudio. Este es un rasgo fundamental de esos enfoques paradigmáticos de la historia occidental actual, con todas las connotaciones ideológicas, políticas y metodológicas que ello implica.

El análisis de un pasado vigente que gravita en el presente, la historización de aspectos sociales relevantes y frecuentemente urgentes del presente inmediato, así como la consideración de pasados generalmente traumáticos en continuidad con el presente y su efectividad en la sociedad comporta una historia vigente como particular enfoque de la historia del presente, como línea de investigación y como agenda del historiador. El hecho de que su objeto forme parte de los problemas del presente inmediato y de que, de hecho, pueda partir de ellos conforma un pasado vigente, abierto o reabierto y en continuidad con el presente, en el cual hay claves para la comprensión de un presente urgente, que generalmente remite a un pasado traumático; me refiero aquí a historia vigente en ese sentido.

Notas

1. Este trabajo se enmarca en el proyecto UNCo 04/H124 (2010-2012) "Barrios en perspectiva histórica y cultural. Subjetividades, mundo del trabajo, religiosidad. Bariloche en el siglo XX."

2. Temática presentada en las Primeras Jornadas de Historia para estudiantes y graduados recientes, UNCo, Neuquén, 5 y 6 de Noviembre de 2010 y en el IX Congreso Argentino-Chileno de estudios históricos e integración cultural, Taller para jóvenes investigadores de grado y postgrado, San Carlos de Bariloche, 26 y 27 de abril de 2011. Una escrito anterior (Lezcano 2010) refleja la presente perspectiva de análisis.

3. En ese sentido, en una charla informal y espontánea que tuve hace tiempo con una dirigente mapuche, ante mi observación sobre lo que me parecía una medida demasiado radical en su lucha me comentaba: "no nos queda otra, tenemos una herida abierta y no pararemos hasta que cierre". No olvidé este comentario, donde hoy reconozco en esa "herida abierta" a un pasado abierto, vigente pese al tiempo transcurrido desde los sucesos de la campaña militar de Roca y los siguientes que atentaron contra los pueblos originarios en Patagonia; pasado que "cerraría" con el reconocimiento de los reclamos territoriales y las reparaciones históricas que demandan los mapuche y otras identidades de pueblos originarios.

OBRAS CITADAS

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