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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.14 Viedma ene./jun. 2011

 

ARTÍCULO

La hegemonía cuestionada. Un análisis textual y contextual de semanario CGT

 

María Florencia Luchetti y Eva Camelli
flordetruco@yahoo.com - evacamelli@yahoo.com.ar
Instituto de Investigaciones Gino Germani - UBA

Recibido: 15/09/11
Aceptado:
02/11/11

 


Resumen
En los últimos años de la década del sesenta el proceso de radicalización político-ideológica acontecido en Argentina fue acompañado por la redefinición del enemigo interno, realizada en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional. En el presente artículo se realiza un análisis interpretativo del Semanario CGT, publicación perteneciente a la CGT1 de los Argentinos, indagando el modo en que las figuras del subversivo se articularon con actividades concretas de resistencia a las prácticas represivas. En tal sentido, se busca dar cuenta de la correspondencia entre esa disputa simbólica y la conformación del espacio político que la posibilita, cuyo rasgo distintivo fue la confluencia entre sectores obreros e intelectuales. Contrainformación y organización constituyen los pilares de ese proyecto político que apostó a una construcción contrahegemónica que hiciera frente a la dictadura instaurada en 1966.

Palabras clave: Hegemonía; Contrainformación; Enemigo interno; Intelectual; CGTA.

The questioned hegemony. A textual and contextual analysis of semanario CGT

Abstract
In the last years of the sixties, the process of political - ideological radicalization that took place in Argentina was accompanied by the redefinition of the internal enemy, executed in the frame of the Doctrine of the National Security. In the present article an interpretative analysis of the Semanario CGT, publication belonging to the CGT of the Argentineans, has been carried out, investigating the way in which the figures of the subversive were articulated by concrete activities of resistance to the repressive practices. In this sense, we seek to show the correspondence between this symbolic dispute and the conformation of the political space that makes this possible, whose distinctive feature was the confluence between working and intellectual sectors. Counter information and organization constitute the pillars of this political project that bet on a counter hegemonic construction facing the dictatorship established in 1966.

Key words: Hegemony; Counter information; Internal enemy; Intellectual; CGTA.


 

1. EL SEMANARIO CGT: LA POLÍTICA COMO (CONTRA) HEGEMONÍA

"Decimos político sin temor a equivocarnos: la lucha obrera es, a la larga, esencialmente política por más que los patrones pretendan desarraigar en los trabajadores esa convicción unánime"
"Un millón de ejemplares 33 semanas junto al pueblo", CGT, Núm. 33, 12/12/68

La CGT de los Argentinos (CGTA) fue una central obrera surgida del Congreso Normalizador Amado Olmos, realizado los últimos días del mes de marzo de 1968.2 Si en los años posteriores a la proscripción peronista el sindicalismo de esa filiación se vio replegado en la resistencia, la tentación provocada por la estrategia integracionista del gobierno de Arturo Frondizi sentó las bases para el desarrollo de un proceso de burocratización sindical. Ésta alcanzó su apogeo en la primera mitad de la década del sesenta, siendo uno de sus principales referentes el dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor (James, 1999)

El crecimiento de su poder político generó competencias por el liderazgo del movimiento peronista que se expresaron electoralmente y también en el seno de las 62 Organizaciones.3 A comienzos de 1966, promovido por el juego pendular de Juan Domingo Perón, el sector representado por el dirigente textil José Alonso propició la división de aquellas, creando las 62 Organizaciones "de Pie junto a Perón". De esta manera, se puso en jaque la hegemonía del vandorismo, el cual dio batalla desde las 62 Organizaciones "Leales a Perón".4

Asimismo, la práctica sindical desplegada por el vandorismo, caracterizada por la estrategia de "golpear y negociar" y sustentada en la lógica del pragmatismo institucional (James, 1999: 179), se volvió estéril cuando las condiciones que la habían posibilitado se modificaron radicalmente. El golpe de Estado de 1966, recibido con cautelosa expectativa por parte de la mayoría de los dirigentes gremiales, alteró el juego político de manera sustantiva. La reducción del espacio de negociación que ello supuso, junto con el más amplio propósito de disciplinamiento social y el proyecto económico racionalizador y eficientista, clausuraron los canales institucionales de participación política.

Tal incapacidad de negociación institucional sumada a la disconformidad de sectores de trabajadores con las conducciones sindicales, condujeron a la intensificación de prácticas gremiales por fuera de las estructuras burocratizadas; al tiempo que las políticas de la Revolución Argentina crearon las condiciones para la convergencia de un frente opositor. En el marco de la activa participación política de amplios grupos sociales, la CGTA se configuró como un espacio de confluencia de variadas organizaciones populares, al tiempo que desarrolló un programa alternativo a las prácticas sindicales dominantes de la época. En ese proceso, un rasgo de destacada singularidad fue la vinculación entre sectores intelectuales y trabajadores, en un momento en el que la función del intelectual era fruto de intensos debates que redefinirían las tomas de posición en el interior del campo intelectual.

El Semanario CGT, órgano oficial de la nueva central obrera, constituye una herramienta de suma utilidad para investigar las prácticas de resistencia a la dictadura instaurada en junio de 1966 y las propuestas de articulación sectorial para enfrentar los dispositivos represivos. Su primer número se editó luego de un mes de constituida la CGTA, el 1º de mayo de 1968, y su última aparición fue en febrero de 1970.5 Fue dirigido por Rodolfo Walsh, quien convocó a un primer equipo de reconocidos periodistas: Horacio Verbitsky, Rogelio García Lupo y José Pasquini Durán, mientras que los responsables por el Consejo Directivo fueron Raimundo Ongaro y Ricardo De Luca.6

El Programa del 1º de Mayo,documento fundacional de la CGTA, cumplió el rol de un manifiesto político y fue la matriz sobre la cual se montó el modelo argumental del periódico (Mestman, 2008) Allí se enunciaron los principales objetivos programáticos: la propiedad sólo debe existir en función social; los trabajadores tienen derecho a intervenir en la producción y en la administración de las empresas; los bancos, el petróleo, la electricidad y los frigoríficos deben ser nacionalizados; los monopolios expulsados; se debe llevar a cabo una profunda reforma agraria y garantizar el acceso de todos a la educación.7

Asimismo, el semanario fue pensado desde una concepción leninista del periódico obrero, el cual debía cumplir un doble papel: "es un medio de información y esclarecimiento, pero es también y sobre todo un factor de organización" (Núm. 33, 12/12/68) En cuanto a la función informativa, el semanario tomó como tarea la contrainformación de las noticias oficiales y la explicación de los lineamientos políticos de la central. En cuanto a la segunda función, organizativa, asumió como tarea fundamental la distribución del periódico como así también el proyecto de las corresponsalías por fábrica (Jozami, 2006; Mestman, 2008)

Considerando esas dos tareas planteadas por el semanario, las cuales generaron campos de acción distintos pero articulados, nos proponemos dos objetivos. En relación a la tarea informativa, analizar las modalidades de contra argumentación vinculadas a las definiciones de otredad.8 En cuanto a la tarea organizativa, considerar la distribución como herramienta de auto afirmación política y la propuesta de corresponsales por fábrica como significativa para la formación de una intelectualidad orgánica.

La importancia de la CGTA radica en que sus actividades no se limitaron a lo estrictamente sindical, sino que su particular modo de funcionamiento propició la articulación de diferentes sectores sociales. Principalmente, la incorporación de sectores y actividades tradicionalmente vinculadas al campo intelectual resulta un elemento clave para nuestro análisis dado que la configuración del enemigo interno hacía confluir en el plano simbólico a sectores y prácticas que no pueden ser reducidos a un sector en particular (colocando en un mismo lugar, significativamente, a trabajadores e intelectuales)

Tanto en un plano material -el de las prácticas concretas- como en el plano simbólico -el de los discursos acerca de esas prácticas- creemos posible establecer una suerte de diálogo conflictivo- entre actores sociales. Por lo tanto, los "hechos" de cada actor, así como las "representaciones" que se hacen de los mismos, pueden situarse dentro de una cadena discursiva (Bajtin, 2005), es decir, remiten a los hechos y discursos del otro. En este sentido es que consideramos relevante el análisis del SemanarioCGT: en él se pueden leer las construcciones de otredad que atraviesanesos conflictivos años y las propuestas de autoafirmación identitaria de la central obrera en el marco de un proyecto político.

2. CONTRAINFORMACIÓN: LA DISPUTA EN TORNO A LA OTREDAD

"Y, en esta Argentina, solo caben dos interpretaciones. Solo se escuchan dos voces bien definidas. Una es oficial y todos los medios de comunicación son un vehículo abierto para ella (…). La otra es ahogada por los gases, silenciada por la represión policíaca, pero gritada en las fábricas, en las aulas, en las calles, donde, en definitiva, el pueblo decide la Historia"
"Nadie puede servir a dos señores", CGT, Núm. 14, 1/08/68

La autodenominada Revolución Argentina y su aplicación de políticas modernizadoras y racionalizadoras significaron una ofensiva de una fracción de los sectores dominantes vinculados al capital monopolista y un intento por recomponer un proceso de acumulación; en términos gramscianos, se trató de reconstruir un bloque histórico. La CGTA y su publicación CGT constituyen un ejemplo paradigmático de resistencia ante esa ofensiva. A partir de la caracterización de aquella política económica como "el gobierno de los monopolios", se propuso la organización de un amplio frente popular. El semanario realiza entonces una labor no sólo informativa sino explicativa y pedagógica. Se trata de un medio de comunicación alternativo que busca difundir un análisis de situación9 sobre la realidad argentina.

En la producción de contrainformación opera una modalidad característica: es a partir del discurso dominante y de un ejercicio crítico del mismo que la "verdadera" información emerge. Se entabla con ese discurso -en el que se confunden la voz de los funcionarios y de los medios de comunicación masivos- una disputa acerca del sentido que produce, a partir del análisis de sus postulados y su articulación interna. En particular, se discute el "sentido de diversos procesos o el significado de términos" y "se trabaja en la desmitificación", a través de mecanismos discursivos basados en la utilización de técnicas de refutación argumental, estilos didácticos y programáticos (Mestman 2008)

El Programa del 1º de Mayo expresa claramente esa modalidad con que el semanario se posiciona en relación a los dichos y hechos de la dictadura, tanto en la dimensión informativa como en la programática. Allí se retoman algunos enunciados del discurso oficial y se les contrapone "otra realidad". No se los subestima, por el contrario, se los toma en serio y se los discute. Se los desnuda en su carácter clasista y opresivo. La "austeridad", los "sacrificios", la "racionalización" y la "participación", por ejemplo, son presentadas como situaciones asumidas por el "pueblo" hasta el límite de lo posible. Los postulados nacionalistas, por otra parte, son aceptados en un sentido abstracto o general y disputados en sus contenidos particulares para evidenciar la falsedad del discurso dominante. La operación no consiste en invalidar externamente el discurso oficial en su totalidad, sino en asumirlo como posible para poner de manifiesto sus contradicciones.

De este modo, se produce un mecanismo de inversión del discurso dominante. Se retoman de él ciertos referentes en torno a los cuales podría existir una significación aceptable y se disputa por el significado de ese referente. En esta lucha simbólica se destaca el modo en que son discutidas las ideas de orden y violencia, puesto que allí -en un arco de prácticas que abarca esos dos polos- se decide la significación de la práctica sindical que propone y sostiene la CGTA.

2.1. Orden y violencia

"El garrotazo policial prolonga la firma del ministro al pie de un contrato o una concesión. Los perros de presa y las granadas de gas son la verdadera garantía de inversión del capital extranjero, mientras el aniquilamiento de la industria se negocia a punta de picana en la mesa de torturas y la voluntad nacional es derrotada en los calabozos antes que en los despachos presidenciales".
"Granadas y garantías", CGT, Núm. 2, 2/05/68

Granadas y garantías, violencia y entrega, represión y legalidad, fuerza y consenso. Esta continuidad establecida por el semanario entre los mecanismos de represión y la legalidad da cuenta de cómo la potencialidad represiva de todo Estado se desata cuando caduca su capacidad consensual. La disputa en torno a la construcción de otredad se realiza de manera conjunta con un análisis de la política económica implementada por el gobierno de Onganía, procurando explicar el modo en que la represión es la contracara de la normalidad. La violencia física en sus diversas formas (miseria, hambre, tortura, asesinato) se articula con las políticas públicas y con sus configuraciones ideológicas: la asociación entre esos tres órdenes de cosas es lo que CGT busca hacer visibles.

A dos años del golpe de Estado de 1966, bajo el título "La paz de Onganía", el semanario expone los logros de la Revolución Argentina. A modo de balance, realiza una comparación entre las acciones y los enunciados de la dictadura: "El gobierno del General Onganía no es lo opuesto a la violencia que pretende reprobar: es la violencia misma. No es la paz, es la imposición de la paz a un pueblo intimidado por las armas. Es más bien la ocupación que sucede a la guerra y forma parte de la guerra" (Núm. 7, 13/6/68) Este análisis de las formas de la guerra y la paz, de la violencia y el orden se realiza de modo estructural, no como producto de la voluntad de un gobernante, sino como resultado de un modo particular de organización societal.10 Asimismo, la estrategia argumental se sustenta sobre ciertos consensos ideológicos, para producir la interrogación respecto de sus supuestos implícitos y abrir la posibilidad de organizar la vida social de otra manera: "Las autoridades cordobesas, como es su costumbre, deploraron la violencia policial y señalaron que la obligación policial es mantener el orden. Y tienen razón: la violencia es deplorable, la policía está para mantener el orden. Pero ¿de qué orden se trata? (Núm. 21, 19/09/68)

El Semanario CGT se aboca, por lo tanto, a la tarea de informar lo que se omite en los medios de comunicación dominantes y a interpelar a los lectores respecto de esas ausencias y sus consecuencias. Un ejemplo de ello es el análisis realizado a propósito de la tensa situación social tucumana, uno de los exponentes de los resultados de la política racionalizadora del gobierno, y la cobertura mediática de la conferencia de prensa de la FOTIA (sindicato de trabajadores del azúcar):

El clima tenso que vive Tucumán no es por la acción de los agitadores que ciertos organismos oficiales y sectores interesados viven permanentemente inventando sino por la explotación que realizan los sectores del privilegio, amparados en la política oficial […] una realidad que no se superará tratando de meter miedo por medio de ejercicios antiguerrilleros. (Núm. 8, 20/6/68, el subrayado es nuestro)

Este tipo de análisis explicativo, que ubica la estigmatización de los sectores opositores en el discurrir discursivo de los portavoces del orden, intenta mostrar los mecanismos que articulan las dimensiones económica (acumulación de capital), política (mantenimiento del orden) e ideológica (producción de sentido acerca del modo adecuado de articular las palabras y las cosas). Así, el semanario denuncia el deterioro de las conquistas laborales y los planes de racionalización, situándolos en un contexto explicativo. En la medida que va realizando la crónica de los hechos va también discutiendo sus presupuestos ideológicos y el discurso pretendidamente justificatorio del gobierno.

Constantemente actuando bajo la amenaza de suspensión o intervención, las acciones de la CGTA se desarrollaron en el límite de la legalidad dictatorial, bajo la confrontación constante con las políticas gubernamentales y con otros sectores del movimiento obrero. Esa actuación en los bordes de lo permitido vuelve relevante la tensión orden-violencia como constitutiva de las prácticas y discursos de la central de trabajadores. Lo que podía caracterizarse como violento desde el discurso oficial era resignificado como legal y legítimo; por el contrario, la paz pretendida desde el discurso oficial, se mostraba sostenida en una práctica violenta más o menos visible.11

Esta disputa acerca del significado de los valores sobre los que se organiza la vida social (violencia, paz, orden, legalidad, derecho, legitimidad) se hace aún más explícita desde fines de junio de 1969.12 Desde que el gobierno declara la ilegalidad de la CGTA y encarcela a su máximo dirigente, con el consecuente pasaje a la clandestinidad, se produce un punto de inflexión en la retórica del Semanario CGT.13 Si bien no como algo absolutamente novedoso,14 comienzan a tener más definición ciertos conceptos que podrían calificarse como revolucionarios: "Este hecho irrevocable obliga a dirigentes, militantes y trabajadores a adoptar las formas de organización y disciplina que corresponden a los movimientos revolucionarios de liberación […] Financiarlo, difundirlo y protegerlo [al semanario] es tarea inexcusable de cada trabajador y de cada militante revolucionario" (Núm. 49, 25/07/69)

La ampliación de la represión sobre la CGTA provocaría la radicalización discursiva de la central. Al no tener que cuidar las apariencias de una legalidad cada vez más reducida, se pronuncian abiertamente por las ideas revolucionarias que, por otra parte, la propia represión ayudaba a generar. Este tipo de retórica abonaría la idea según la cual coexistieron en el semanario dos tipos de discursos: uno destinado a generar una amplia adhesión contra la dictadura y otro que funcionará como base programática común a la militancia revolucionaria de los setenta (Jozami, 2006). Sostenemos que el discurso más próximo a los proyectos revolucionarios que se desarrollarían en la siguiente década están motivados, en parte, por la definición de objetivos más combativos en relación con los márgenes legales cada vez más estrechos que provocaba la dictadura. La fuerte represión desatada funcionaría como catalizadora de los sentimientos de humillación e injusticia y ellos, a su vez, como germen de la rebelión: "Secuestrado en Tucumán, preso en Córdoba, tiroteado en Villa Ocampo, encarcelado hoy, Raimundo Ongaro está libre en el corazón de millones de hombres del pueblo; su espíritu recorre las calles, inflama las fábricas, es la semilla de la revolución" (Núm. 49, 25/07/69)

A su vez, este desplazamiento retórico es susceptible de ser pensado en paralelo con los debates en torno a la función del intelectual, incrementados hacia fines de la década del sesenta con la emergencia de lo que Gilman (2003) denomina posición antiintelectualista dentro del campo.15

2.2. Subversión y otros fantasmas

"La agitación estudiantil como la llama la prensa del régimen no decrecerá, mientras no desaparezcan los motivos que la originan"
"Estudiantes: Pampillón vivió en todo el país", CGT, Núm. 21, 19/09/68

Dos ejes centrales de la política represiva de Onganía fueron las universidades y los sindicatos, bajo el supuesto de que ambas instituciones representaban obstáculos para la aplicación de su plan económico, socio-cultural y político. Son, precisamente, los dos sectores cuya articulación promovía la CGTA desde las páginas del semanario. La realización de actividades conjuntas, la incorporación de demandadas educativas en los programas reivindicativos, la denuncia de la represión y la refutación argumental del discurso dominante son expresión de ello.16 Asimismo, se resaltaban las consecuencias de dicho plan: "Todo estudiante es sospechoso (…) el alumno queda marcado" (Núm. 12, 18/07/68). El método no era nuevo: esa práctica y esa lógica (que, por otra parte, se profundizarán a partir del 76), son las construcciones discursivas que intentan desplazar el conflicto propio de la vida social hacia una zona exterior. Con la idea del nacionalismo como aglutinador comunitario se buscaba desechar y deslegitimar las demandas de sectores que resistían a las políticas dictatoriales.

La misma operación discursiva se utilizaba contra los trabajadores y con similar agudeza respondía CGT. Con motivo de una huelga petrolera realizada en octubre de 1968, e incluyendo a sectores sindicalistas dentro del discurso dominante, refutaba la acusación gubernamental y denunciaba el modo en que la marcación y la sospecha se vestían de legalidad con la promulgación de una ley de "represión al comunismo".17 Al mes siguiente, la articulación obrero-intelectual y su estigmatización como perturbadores del orden dictatorial se denunció de modo claro y directo: "No importa que los estudiantes y los obreros tengan razón. Lo que importa es el orden" (Núm. 21, 19/09/68).

Extremistas, marxistas, agitadores, comunistas son las figuras que va asumiendo el enemigo interno en el período de la llamada Revolución Argentina. La argentinidad se configura en oposición a esas prácticas e ideas que se construyen como perturbadoras del orden (nacional). El semanario se asume como parte de ese espacio que la dictadura busca estigmatizar y por lo tanto entabla un diálogo directo con esas producciones simbólicas. A fin del primer año de su emergencia podía leerse:

El campo antiimperialista al que por definición pertenece la clase trabajadora (…) se vuelve cada vez más estrecho por obra de ciertos fiscales que consideran subversiva una línea de letra impresa aunque no les parezca subversiva la toma del poder por cuatro militares ni la entrega al extranjero del patrimonio nacional (Núm. 33, 12/12/68, el subrayado es nuestro).

Buscando resignificar el sentido original del discurso dominante, se reconoce y se explica el modo enunciativo y práctico con que el gobierno los considera. A su vez, nombra subversivo a quien usurpa un gobierno constitucional y a quien instaura una política económica liberal.

Ese análisis dialógico se continúa y profundiza a medida que va aumentando la conflictividad social, y se expresa de manera categórica en ocasión de los levantamientos populares en mayo de 1969. El primer número publicado con posterioridad al Cordobazo, en el que se detallan día a día las acciones que se produjeron hasta llegar al 29 de mayo, comienza su análisis de este modo: "La estupidez oficial ha pretendido que 27 pesos de aumento en las tarifas de un comedor escolar fueron la causa generadora de los episodios que desde el 13 tienen en vilo al país…" (Núm. 46, 05/06/69). La lógica argumentativa del SemanarioCGT se despliega a continuación en toda su riqueza:

Es inútil buscar en sus treinta páginas [refiere a un folleto editado por la Universidad del Nordeste realizando una evaluación económica y social] propaganda "subversiva", en el sentido oficial. Sólo hay números (…) Pero las estadísticas son subversivas en cierto modo, cuando reflejan una realidad subvertida.
(…) «hubieron grupos de instigadores, terroristas» y otras cosas. No hubo tal. Simplemente el fruto espontáneo de una larga lucha por los derechos, antes y durante la consabida «paz» de Onganía (Núm. 46, 05/06/69).

En esas líneas se destaca claramente la modalidad enunciativa a través de la cual el semanario asumía su rol de instrumento de contrainformación. Si para el gobierno es terrorista aquel que lucha por la defensa de sus derechos, para el semanario terrorista es el gobierno y los sectores sociales que lo respaldan.18 La paz es el modo represivo de mantener el orden. La disputa estaba entablada de modo abierto y directo. El análisis realizado en torno a los sucesos muestra, por otra parte, la concepción de la política como enfrenamiento, atravesada por la lógica de la guerra; una guerra declarada contra un gobierno "elegido por nadie": "los tres años de presunta paz del gobierno de Onganía se iban, en forma inexorable, al diablo" (Núm. 46, 05/06/69).

3. ORGANIZACIÓN: DEL CANILLITA AL REDACTOR

"El semanario CGT seguirá llamando a la lucha, pidiendo un corresponsal en cada fábrica, un distribuidor en cada militante, un lector en cada obrero"
"Un millón de ejemplares 33 semanas junto al pueblo", CGT, Núm. 33, 12/12/68

Además de su labor informativa, CGT pretendía la organización de la central. Para ello hizo hincapié en dos tareas principales: la distribución y las corresponsalías. La distribución suponía que el Semanario CGT poseía una trascendencia más allá del carácter meramente informativo, basada en las potencialidades como organizador colectivo (Mestman, 2008). Por su parte, la función organizativa de las corresponsalías potenciaría la formación de cuadros dirigentes. Ambas tareas se enmarcaron en los cambios atravesados por el campo intelectual en la década del sesenta, en el cual la vinculación con los sectores populares se convirtió en una toma de posición ineludible. De esta manera, CGT puede ser analizado como un exponente del desplazamiento operado hacia fines de los años sesenta en la idea dominante del intelectual, desde el polo sartreano –bajo la figura del intelectual comprometido- hacia el polo gramsciano –bajo la figura del intelectual revolucionario.

3.1. Auto afirmación política: la distribución de la prensa

Los encargados de la producción del semanario tuvieron, desde el comienzo, plena conciencia de las dificultades con las que se enfrentarían para lograr una amplia distribución. La misma fue por demás conflictiva: en tanto pretendía difundir una visión de mundo contrapuesta a la vigente, debió enfrentarse a varias estrategias represivas. Prueba de ello es la advertencia que se realizó en sus páginas: "Un periódico opositor no muere en la calle, muere en la playa de distribución, antes de llegar al kiosco. La presión sobre los canillitas, las razzias en los puestos de venta, la detención de vendedores voluntarios completan el cerco con el que se pretende mantener mudo a todo un pueblo" (Núm. 33, 2/12/68)

Las dificultades enfrentadas para la distribución manifestaron dos procesos convergentes: por un lado, si entendemos al SemanarioCGT como un órgano de difusión de una ideología contrahegemónica, la persecución, la represión y el constante hostigamiento por parte del gobierno, pueden comprenderse como una estrategia implementada para debilitar a los sectores opositores. Por el otro, habrían supuesto para los distribuidores, una resignificación de la propia práctica en términos políticos: no sólo se trataba de distribuir un material gremial, sino que la represión desatada cargaba esa tarea de una importancia política fundamental que replanteaba la fuerza de la propia acción.

Por lo tanto, entendemos que la misma actividad de distribuir el periódico se proyectó como un espacio de fortaleza en la actividad militante. Es por ello que a nivel organizativo esta tarea ayudó a definir el lugar preciso que ocupaba el gobierno evidenciando los modos de ataque que estaba dispuesto a llevar adelante. Al mismo tiempo, la distribución y difusión promovían y afianzaban la vinculación con regionales gremiales, como así también con sectores opositores al gobierno en general (Mestman, 2008), lo cual abonaba a una articulación política tendiente a engrosar y fortalecer las filas de la CGTA: "Los militantes deben mantener contacto permanente con su sindicato, los sindicatos con su regional, las regionales con la CGT para elaborar la acción. Este semanario debe llegar a cada agrupación en los últimos rincones del país, con las noticias del movimiento y las directivas de la central obrera" (Núm. 2, 9/05/68)

Como ejemplifica el extracto, la organización que se alentaba a través de la distribución fue planteada desde el comienzo. Hacia finales del primer año de la aparición del semanario se esbozaba un balance de esta tarea: "Recibir semanalmente treinta mil ejemplares, enviarlos a sindicatos y regionales, repartirlos casi de mano en mano hasta que lleguen a los últimos rincones del país, exigen un nivel organizativo primario pero indispensable sobre el que pueden y deben construirse niveles superiores que enfoquen otras tareas" (Núm. 33, 12/12/68)

Sobre este "nivel organizativo primario", se iría montando y afianzando un proyecto político que intentaría construir una hegemonía alternativa, la cual debía basarse en el compromiso profundo de cada trabajador y en la participación activa de sus militantes. Esta forma de concebir la política en general, y la política sindical en particular, se encontraba en las antípodas de las prácticas convencionales que adquirió el sindicalismo en el país: "Esta edición de CGT llega a la calle hecha sin dinero, sin tiempo, a pulmón. Desde hoy es el órgano de los trabajadores, con el que los trabajadores deben colaborar, enviando sus noticias, sus quejas y sus denuncias, colaborando para que llegue, como sea, al último rincón de la República" (Núm. 1, 1/05/68)

Sin embargo, la apelación constante a la participación de los trabajadores, tanto en lo que respecta a las tareas de distribución, como a las de corresponsalía, pueden generar sospechas en cuanto a la eficacia de la propuesta. Semanario CGT hace de esta dificultad un objeto de debate, manifestando abiertamente los problemas de distribución ocasionados por trabajadores que se negaban a reconocerse en una prensa que calificaban de "intelectual": "La Agrupación del Hielo lo va a vender cuando sea el diario de la clase obrera argentina, y no el diario de un grupo de intelectuales que no conoce un corno de lo que pasa en las bases del movimiento obrero" (Núm. 15, 8/0/8/68).

Frente a este cuestionamiento, es de destacar la respuesta del semanario, que lo incorpora como modo de democratizar su funcionamiento. Tal como destaca Jozami (2006: 199), "no se trataba solamente de un gesto de amplitud; era imprescindible el debate (…) para asegurar que el periódico pudiera cumplir su propósito político de ayudar a la organización de las bases". En tal sentido, otro de los elementos centrales estuvo sustentado en la idea antes expresada: "los trabajadores deben colaborar, enviando sus noticias". A esa tarea nos abocaremos en adelante.

3.2. Buscando la intelectualidad orgánica: las corresponsalías por fábrica

La segunda tarea organizativa asumida por el semanario fue, como dijimos, el proyecto de corresponsalías por fábricas. Esta idea proponía que los trabajadores fuesen los encargados de redactar las notas contando la situación gremial en sus lugares de trabajo. Mediante la expresión directa de los obreros, se esperaba lograr una comprensión más próxima de lo que estaban viviendo los trabajadores.19

La consigna "un corresponsal en cada fábrica" está en estrecha relación con la concepción leninista del periódico obrero. Según esta idea, la participación de los militantes de base garantiza que la relación entre el periódico y sus destinatarios no sea unívoca y promueve una organización democrática. De esta manera, el periódico no sería algo externo, escrito por otros, frente al cual el obrero sólo se ubicaba en el lugar de receptor, sino que podía y debía convertirse en un instrumento propio (Mestman, 2008)

Proponemos pensar este proyecto en términos de la formación de intelectuales orgánicos, es decir, aquellos creados por cada clase social.20 Si bien los obreros militantes de la CGTA no cumplían una función intelectual, poseían todas las capacidades necesarias para asumir dicha función. Con ese horizonte se implementó el proyecto de las corresponsalías. Ante la pregunta y su categórica respuesta: "¿Pueden los trabajadores escribir en el Semanario CGT? Pueden y deben" (Núm. 12, 18/07/68), entendemos que la propuesta de estimular el trabajo periodístico de los obreros apostaba al desarrollo de las capacidades de dirección política.

De esta manera, la experiencia de las corresponsalías tuvo una importancia que nos interesa destacar: si cada grupo social crea intelectuales que le otorgan conciencia de su posicionamiento político, si todos los hombres son potencialmente intelectuales y si el intelectual es aquel con capacidad de dirección política, el proyecto de la CGTA, al procurar la formación de cuadros dirigentes entre las filas obreras, apostaba a la formación de intelectuales orgánicos. Esta intención fue enfáticamente planteada en las líneas del periódico: "Una respuesta lo más amplia posible a este llamado, será la mejor recompensa a los trabajadores de prensa que iniciaron este periódico, pero que pertenece a la clase trabajadora y debe convertirse en una empresa de todos, hecha, defendida y difundida por todos" (Núm. 12, 18/07/68)

Los trabajadores de prensa realizaron una apuesta importante: promovieron la participación de trabajadores en tareas tradicionalmente comprendidas como exclusivas de los intelectuales. Los periodistas nucleados en torno a la CGTA entendían que para construir el consenso necesario para una disputa de poder, era necesaria la participación de las bases trabajadoras, no sólo como apoyo masivo sino como dirección orgánica en el nuevo proyecto hegemónico: "Los que hacemos este periódico pensamos que organizar el periodismo obrero en las bases debe ser una tarea de militancia sindical, como lo es en la defensa de nuestras conquistas o la lucha contra los monopolios y sus aliados dentro del movimiento obrero" (Núm. 14, 01/08/68)

No podemos dejar de analizar el hecho de que la propuesta lanzada por la dirección del semanario contemplaba la corrección de las notas enviadas por los corresponsales.21 Según Mestman (2008):

esto habla del carácter profesional del proyecto del periódico, de la puesta en juego de la especificidad del trabajo periodístico en la confluencia con el movimiento obrero. Es decir, el lenguaje sencillo y claro del corresponsal obrero y las correcciones de estilo del periodista convergen en el objetivo de comunicabilidad del proyecto de la CGTA con las bases obreras y populares.

No obstante la justeza de este diagnóstico, también es posible considerar la circunstancia de la corrección como manifestación de una idea de intelectualidad todavía muy vinculada con el ideal crítico del intelectual comprometido, antes que con la efectiva conformación del intelectual orgánico. De todas maneras, la realización del proyecto de formar intelectuales surgidos de las bases obreras encontró serias dificultades en la práctica. Si bien SemanarioCGT tuvo una importancia central en la CGTA, y las corresponsalías tuvieron cierta actuación, el desafío encarado quedó trunco.

De tal limitación fueron conscientes quienes impulsaban el proyecto. Procurando analizar las causas de tales dificultades, Walsh (1996: 91) afirmaba categóricamente: "La rebelión de las bases quedó en los papeles. Las bases no tuvieron expresión real, no se integraron orgánicamente en la CGT. De ellas no surgieron dirigentes, activistas, cuadros".

Esa apreciación escrita en diciembre de 1968, marca un contrapunto entre las consignas entusiastas que en contemporáneo editaba el semanario y las limitaciones reales que encontró este proyecto. Si bien la apelación a la escritura de notas por parte de los obreros fue una constante, la propuesta tuvo una mínima acogida.

La intención de crear un periódico que brindara la función de organizador de la clase obrera fue innegable. Las dificultades encontradas para la realización de tal fin formaron parte de la complejidad que implica ofrecer pelea a las clases dominantes. Como se analizó, tanto la tarea de distribución de la prensa como la puesta en marcha de las corresponsalías encontraron serios inconvenientes en la praxis y si bien el proyecto y los esfuerzos vertidos en él fueron enormes, los logros organizativos no se vieron plasmados.

4. CONCLUSIÓN 

"Ningún factor interno amenaza hoy la aparición del semanario (…) Su destino, sin embargo, está ligado al de la CGT de los Argentinos, que enfrenta su hora más crítica, ante una formidable alianza de intereses. Si esta CGT cae, el periódico caerá con ella. Pero tanto en un caso como en el otro, será para volver, bajo las nuevas formas que la lucha imponga"
"Un millón de ejemplares: 33 semanas junto al pueblo", CGT, Núm. 33, 12/12/68.

Teniendo en cuenta que CGT asumió entre sus objetivos principales las tareas de contrainformación y de organización, trabajamos en dos niveles de análisis diferenciados. El primer eje nos llevó a focalizar en la disputa discursiva acerca de la otredad, en el marco de la redefinición del enemigo interno. El eje de la organización, por su parte, lo observamos en las tareas de distribución y redacción del semanario.

En el período que analizamos, la otredad fue anudada a los sentidos articulados en torno a las figuras de agitador, perturbador del orden, extremista, comunista, marxista, subversivo, guerrillero, terrorista. La significación de estas figuras estuvo condicionada, en parte, por las prácticas concretas desarrolladas en el período. De este modo, considerando la experiencia de la CGTA como espacio de confluencia de prácticas sociales contrahegemónicas, creemos que ella es una interlocutora directa de la configuración simbólica de otredad realizada por el discurso oficial.

Por otra parte, el análisis de las tareas de distribución y de corresponsalías por fábrica, sustentadas en una concepción leninista de la prensa obrera, nos permite concluir que CGT fue una experiencia que promovía la autoafirmación política de los trabajadores así como la formación de intelectuales orgánicos. La posibilidad de que las tareas intelectuales se articularan con los intereses de los sectores sociales subalternos, habría contribuido a la emergencia de un nuevo bloque histórico, ya que potenciaría la construcción de contrahegemonía o hegemonía alternativa.

Mientras el discurso oficial acusaba a los sectores opositores de "subversivos", el espacio político conformado en torno a la CGTA desarrolló una respuesta inteligente e irónica en las páginas del periódico. La autoafirmación política y el intento de formación de una intelectualidad orgánica y, por otra parte, la disputa simbólica entablada con el discurso oficial, fueron dos formas congruentes de buscar la articulación del campo popular.

Esa suerte de balance del primer año de publicación del Semanario CGT con que encabezamos esta conclusión tiene la extraña virtud de conjugar precisión e incomodidad. A la luz de los hechos no podemos dejar de asombrarnos por la aserción del pronóstico y de interrogarnos por los perseverantes obstáculos y las complejidades propias del campo popular. No podemos dejar de preguntarnos, aún cuando no podamos dar una respuesta acabada, por las motivaciones del fracaso de la CGTA. Para dar una incipiente explicación de esas limitaciones debemos considerar dos factores sólo en parte externos a la CGTA. Las características de la estructuración sindical nacional, cuya condición de posibilidad fue la controversial Ley de Asociaciones Profesionales y en particular el proceso de burocratización ocurrido en la década del sesenta (James, 1999) y la problemática relación con el peronismo, principalmente la confianza casi indiscutible en el liderazgo de Perón, son dilemas que no escaparon a los propios actores de la época.22 Tal como registró Rodolfo Walsh a fines de 1968: "La estructura de la CGT, heredada de la conducción anterior, se aceptó sin modificación alguna, sin preguntarse si esa estructura sirve al movimiento obrero en esta etapa, o no" (Walsh, 1996: 91)

Probablemente no fuera tan sencillo, ni bastara con la voluntad y la propuesta, cambiar prácticas que llevaban años de estructuración, a través de las cuales se delimitaba nítidamente el "trabajo manual" del "trabajo intelectual", generando cada una de esas prácticas campos de acción específicos. En un estado tal del trabajo social, parecería más factible realizar el ideal del "intelectual comprometido" que se vuelca al campo popular, antes que la transformación que supone la construcción del intelectual gramsciano. Modificar aquellas prácticas requería un tiempo más prolongado que aquel del que dispuso la CGTA. No parece desatinado sostener que el proyecto político desarrollado fue antes resultado de la "convicción" de un grupo de intelectuales (sartreanos) que la necesidad "orgánica" surgida del propio campo popular que se programaba aglutinar y fortalecer. Los autocríticos y contundentes escritos personales de Walsh dan cuenta, en parte, de estas dificultades.

Notas

1. Confederación General del Trabajo.

2. Los estudios existentes sobre esta central sindical pueden dividirse en tres perspectivas: aquellas que la minimizan, desatendiendo su influencia en el contexto histórico en el que se sitúa; las que emparentan su accionar con el de la burocracia sindical, desconsiderando su especificidad político-ideológica; y por último, aquellas que contextualizan su participación en los conflictos de la época y atienden su singularidad, sin sobredimensionarla pero al mismo tiempo sin menospreciarla (Bozza, 2009b)

3. Las 62 Organizaciones surgen del frustrado intento de normalizar la CGT en 1957 (James, 1999; Balbé, 1991)

4. Completaban este escenario grupos filoperonistas, radicales y "apolíticos" que convergieron en el sector de los llamados "No Alineados" y el de los "Independientes" y los comunistas agrupados en el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS) (Fernández, 1986; Balbé, 1991; Godio, 1991; Dawyd, 2008)

5. Tuvo una periodicidad semanal durante el año 1968, quincenal entre enero y junio de 1969 y mensual con el inicio de la etapa clandestina que se extendió hasta febrero de 1970. Posteriormente, se habrían publicado otros quince números de forma irregular, el último de ellos en el año 1973. Su extensión osciló entre las 4 y las 8 páginas, su tamaño fue de 42 cm por 58 cm (siendo reducido en el período de clandestinidad), estaba diseñado a 6 columnas, con detalles de color y fotografías de personalidades que acompañaban las notas, en ocasiones lo hacían con ilustraciones de artistas destacados como Ricardo Carpani. Se organizó en dos secciones estables: la semana política (cuyo responsable era Horacio Verbitsky) y la semana gremial (a cargo de Andrés Alsina) y la contratapa estaba destinada a la presentación de investigaciones sobre temáticas variadas cuyo articulador era la denuncia del imperialismo, realizadas por reconocidos intelectuales como Rogelio García Lupo, José Pasquini Durán y Rodolfo Walsh. Para un análisis más detallado véase Mestman (2008) y Bozza (2010).

6. La totalidad de sus colaboradores da muestra de su amplitud ideológica: confluyeron militantes del peronismo y el radicalismo de izquierda, el cristianismo y el marxismo. Entre ellos: Silvia Rudni, Luis Wagnini, Lilia Ferreya, Carlos Aznares, Susana Viau, Milton Roberts, Andrés Alsina, Roberto Jacoby, Fernado "Pino" Solanas, Octavio Getino, León Ferrari, Luis F. Noé, Ricardo Carpani, Miguel Briante, Francisco "Paco" Urondo, Ignacio Ikonocoff, Jorge Bernetti, Eduardo Jozami, Carlos Burgos, Mario Kestelboim, Hugo Rapoport, Lorenzo Amengual, Oscar Smoje, "Beto" Borro, Victoria y Patricia Walsh (Bozza, 2010: 85)

7. Programa del 1º de Mayo, Mensaje a los Trabajadores, en Semanario CGT Nº 1, 1º de mayo de 1968.

8. La noción de otredad remite a la construcción simbólica realizada sobre sectores sociales con capacidad real o supuesta de alterar el orden social dominante, es decir con capacidad real o potencial de disputar la hegemonía. La otredad negativa constituye, según Feierstein (2007) el primer eslabón de un proceso complejo que puede derivar en la destrucción sistemática de aquellos. La configuración de otredad funciona como sostenedora del orden desde la conformación del Estado-Nación moderno y, en tanto tal, se retroalimenta de una serie de figuras abstractas que se van cargando de contenido según la conflictividad social específica de cada momento histórico. En el período analizado tal otredad adoptó la forma del enemigo internoen el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional.

9. Esta categoría remite al análisis de las relaciones de fuerza, en el que se destacan tres momentos: las relaciones de fuerza sociales, las políticas y las militares. Véase Gramsci (1998, 51-62)

10. "El sistema capitalista ha creado sus mecanismos de defensa para no sentirse culpable de la violencia que origina y que lo sostiene. Dentro de esa hipocresía, la violencia es algo espectacular, que pasa en las calles y sale en los diarios. El asalto a un banco es violencia, y asusta a la gente. El asalto cotidiano de los bancos extranjeros al pueblo no es violencia, ni siquiera noticia. La muerte de un pistolero o un policía en un tiroteo es violencia, y conmueve por unas horas. La muerte de un niño en Jujuy por falta de médico no es violencia, no conmueve a nadie, y no sale en los diarios. Es que no alcanzarían las páginas de los diarios" (Núm. 7, 13/6/68)

11. "La legalidad de fondo está necesariamente de parte de los que defienden su derecho contra el gobierno usurpador, su pan contra la oligarquía, su tierra contra el imperialismo (…) ésta es una lucha de liberación nacional (…) se ganará de todos modos, sin violencia o con violencia" (Núm. 8, 20/6/68)

12. El 30 de junio de 1969 un comando dio muerte al dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, hecho que fue utilizado por el gobierno a modo de pretexto para intervenir los sindicatos integrantes de la CGTA y apresar a sus principales referentes. De allí en más, la CGTA entró en un proceso de lento desgaste de su poder organizativo.

13. "La clandestinidad de la CGT señala, sin embargo, una nueva etapa de enfrentamiento con la oligarquía y el imperialismo, un nivel superior de conciencia y un avance en posiciones que no hemos de abandonar. A la CGT de los Argentinos ha dejado de interesarle para siempre la legalidad que pueda conceder el régimen" (Núm. 49, 25/07/69)

14. A modo de ejemplo puede mencionarse el número 24 (10/10/68) en el cual dos notas ("Algo sobre guerrilleros" y "Recordando al Che Guevara") dan cuenta de la presencia de la revolución como objeto de discurso con anterioridad a la clandestinidad de la CGTA, pero sin que haya allí una adhesión tan marcada de la CGT a los proyectos revolucionarios. Hasta entonces, prima la denuncia sobre el modo en que los medios masivos se amoldan al discurso policial y las prácticas "contrainsurgentes" de obtener información. Asimismo, establecen una línea de continuidad en el accionar represivo latinoamericano: "Los mismos boinas verdes que hoy merodean por Salta y Tucumán mutilaron su cuerpo (…) Los opresores de América Latina temen a los héroes, ocultan sus cadáveres y profanan su memoria…" (Núm. 24, 10/10/68)

15. Las tensiones entre un proyecto burgués y otro revolucionario pueden rastrearse en los escritos personales de Rodolfo Walsh. Allí, el año 1968 aparece como sintomático de la crisis del escritor burgués. La experiencia de la CGTA produce la tensión y el paulatino desplazamiento hacia su toma de posición revolucionaria. El año 1969, particularmente luego de la muerte de Vandor y la consecuente clandestinidad del escritor, es claro en lo que respecta a las acciones, las convicciones y los temores con los que Walsh se va asumiendo como revolucionario.

16. "Cuando se intervinieron las universidades, el caballito de batalla del gobierno eran las supuestas ideas extremistas que pululaban al lado de los libros de estudio. El ex secretario de Educación Gelly y Obes decía que las facultades «eran focos de perturbación pública» al servicio de un «plan marxista de alcance latinoamericano». Aunque aún hoy se ignora dónde está ese plan marxista, la represión policial es constante en la universidad" (Núm. 12, 18/07/68, el subrayado es nuestro)

17. "En el desfile de porquerías no falta nada: ni la baja acusación de «comunistas» para los siete mil huelguistas (curiosa unanimidad) ni la advertencia policial de más represión y cesantías. Cavalli [dirigente petrolero] no es tan burro como para ignorar que en el país existe la Ley 17.401, llamada de "represión al comunismo" y que la policía y el gobierno la aplican con entusiasmo (…) ¿O piensan los imperialistas y los traidores que un mes de huelga es obra de «agitadores»…" (Núm. 26, 24/10/68)

18. "Ni el terror oligárquico ni la traición detendrán a la CGT de los Argentinos" (Núm. 48, 4/07/69, el subrayado es nuestro).

19. "Lo fundamental es que nadie mejor que el propio trabajador conoce lo que pasa en su propio lugar de trabajo. El Semanario CGT quisiera mandar un corresponsal a cada punto del país, pero no puede: a veces no puede siquiera mandarlo a la fábrica más cercana. La solución es que los propios trabajadores se conviertan en corresponsales del Semanario CGT. De ese modo verán mejor reflejados sus problemas, podrán defender mejor sus conquistas, se sentirán más unidos en torno a una causa común" (Núm. 12, 18/07/68)

20. Gramsci define al intelectual no por sus actividades intrínsecas, sino en base al sistema de relaciones que la actividad intelectual tiene en el complejo general de las relaciones sociales: "Cada grupo social, naciendo en el terreno originario de una función esencial del mundo de la producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función, no sólo en el campo económico sino también en el social y en el político" (Gramsci, 1997: 9). Asimismo, el autor destaca que el intelectual es aquel con capacidad de dirección política. La idea gramsciana parte de afirmar que "todos los hombres son intelectuales (…) pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales" (Gramsci, 1997: 13)

21. "Es posible que en algunos casos tengamos que efectuar algunas correcciones «de estilo»" (Núm. 12, 18/07/68)

22. En julio de 1970, y bajo la consigna de Perón de reunificar la CGT, tuvo lugar el "Congreso de la Unidad Augusto T. Vandor", en el que el metalúrgico José Ignacio Rucci fue nombrado secretario general. Muchos gremios debieron optar por dar su apoyo a la CGTA o atender las demandas del General, dilema del cual la CGTA salió debilitada. No obstante, a mediados de 1970 llevó adelante su segundo Congreso denominado "De los Compañeros"

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