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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen  no.14 Viedma ene./jun. 2011

 

ARTÍCULO

La Revolución de Mayo y los intelectuales del "Pensamiento Nacional"

 

Facundo Lafit
facalafit@yahoo.com.ar
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación - Universidad Nacional de la Plata

Recibido: 11/04/11
Aceptado:
04/11/11

 


Resumen
El presente trabajo ahonda en las diversas interpretaciones que sobre la Revolución de Mayo acuñaron una serie de intelectuales de lo que podríamos denominar a grandes rasgos el "Pensamiento Nacional". Rodolfo Puiggrós, Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos y Norberto Galasso poseen en común ciertos lineamientos ideológicos articulados alrededor del nacionalismo popular, el latinoamericanismo antiimperialista y el ideario socialista. Se indaga en aquellos aspectos que estos autores comparten pero fundamentalmente, se pone el acento en las principales divergencias en sus interpretaciones a través de un estudio comparativo de sus trabajos. El conjunto de estos intelectuales discute abiertamente con la interpretación que de Mayo hace la llamada "Historia Oficial" cuestionando sus principales pilares, pero a pesar de que todos ellos parten desde el materialismo histórico y comparten una identificación política ("el socialismo nacional") las conclusiones que alcanzarán darán cuenta no sólo de puntos de vista divergentes sino también de trabajos realizados al calor de distintos momentos históricos, encontrándose indisociablemente ligada a las discusiones políticas de su época y claramente atadas al proyecto de país que ellos aspiraban contribuir a construir. Estas articulaciones son también aspectos a los cuales intentaremos echar luz en este trabajo. Hoy, en el marco de los Bicentenarios, donde se generan numerosos foros y actividades que buscan repensar nuestros 200 años de historia, no podemos despreciar estas enriquecedoras discusiones, sino que por el contrario, recuperarlas para ponerlas en debate con las nuevas investigaciones es una tarea necesaria.

Palabras clave: Revolución de Mayo; Revisionismo; Historia Oficial; Izquierda Nacional.

The May Revolution and the intellectuals of the "National Thinking"

Abstract
We look into the various interpretations of the May Revolution that several intellectuals put forward in what we might describe roughly as the "National Thinking". Rodolfo Puiggrós, Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos y Norberto Galasso have certain ideological perspectives built around popular nationalism, anti-imperialist Latinamericanism and socialist ideology. We discuss the common aspects of these authors, but the main emphasis is on the divergences between their interpretations, via a comparative study of their work. These intellectuals openly argue against the interpretation of May enshrined in the "Official History", questioning its main pillars. But despite the fact that they all begin from historical materialism and share a political identity ("social nationalism"), the conclusions they reach point not only to divergent perspectives but also to work done in the heat of different historical moments, and are inseparably tied to the political discourse of their time and clearly associated with the national project that they aspire to contributing to build. We shall also attempt to throw some light on these aspects. Today, within the framework of the Bicentenaries and the numerous forums and activities that seek to take a new look at our 200 years of history, we should not neglect these enriching discussions but, rather, bring them into the debate together with new research in an essential task.

Key words: May Revolution; Revisionism; Official History; National Left.


 

INTRODUCCIÓN 

La Revolución de Mayo como acontecimiento de profundo impacto político en su época, pero también por constituirse como el "hecho fundacional" de nuestra nacionalidad en el relato hegemónico, despertó y aún continúa haciéndolo innumerables polémicas y un sinfín de interpretaciones, no sólo en la historiografía argentina sino en todos aquellos que han ensayado una lectura sobre los orígenes de nuestro país. Desde las primeras crónicas realizadas por los mismos protagonistas de aquel proceso, pasando por los padres de la historiografía nacional, la Revolución de Mayo ha ocupado un lugar central en la construcción del relato histórico de las diversas corrientes de la disciplina que han surgido a lo largo del siglo XX. El estudio de este período mantiene aun hoy la frescura y vigencia que permite que sobre él las distintas corrientes político-historiográficas sigan ensayando herramientas conceptuales, tesis y teorías con un claro anclaje en las problemáticas e inquietudes actuales. Sin lugar a duda, el lugar de "mito fundacional" ha colocado a la Revolución de Mayo en el centro del debate de nuestro ser nacional y clave permanente para pensar nuestro futuro. El presente trabajo ahondará en las diversas interpretaciones que sobre este proceso acuñaron una serie de intelectuales de lo que podríamos denominar a grandes rasgos el "Pensamiento Nacional". Rodolfo Puiggrós, Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos y Norberto Galasso poseen en común ciertos lineamientos ideológicos articulados alrededor del nacionalismo popular, el latinoamericanismo antiimperialista y el ideario socialista. Buscaremos indagar en aquellos aspectos que estos autores comparten pero fundamentalmente, pondremos el acento en las principales divergencias en sus interpretaciones a través de un estudio comparativo de sus trabajos. El conjunto de estos autores discute abiertamente con la interpretación que de Mayo hace la llamada "Historia Oficial" cuestionando sus principales pilares, pero a pesar de que todos ellos parten desde el materialismo histórico y de que algunos comparten una misma identificación política (el peronismo, la izquierda nacional) las conclusiones que alcanzarán darán cuenta no sólo de puntos de vista divergentes sino también de trabajos realizados al calor de distintos momentos políticos.

RODOLFO PUIGGRÓS Y LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICO-BURGUESA

Rodolfo Puiggrós fue un escritor, periodista y militante marxista que hasta el año 1946 se enroló en las filas del Partido Comunista Argentino. A partir de 1938, a través de la Revista Argumentos, comienza su preocupación histórica, rastreando principalmente los grandes problemas nacionales desde una perspectiva de liberación nacional y social. Varios de sus puntos de vista comienzan a incomodar a la dirección comunista, a la par que Puiggrós va demostrando cada vez mayor simpatía por el emergente movimiento nacional encabezado por Juan Domingo Perón. Luego de su ruptura con el PC, el intelectual recorrerá el resto de su vida ligado al peronismo, aunque mantendrá una autonomía crítica hacia éste. Su gran aporte intelectual lo convertirá en uno de los pensadores más influyentes dentro de la izquierda peronista.

En 1940 editó sus primeros libros: 130 años de la Revolución de Mayo; De la colonia a la revolución y La herencia que Rosas le dejó al país. Con ellos inició la etapa de historiador de los procesos nacionales y sus actores, desde una perspectiva de análisis rigurosa y original sustentada en el materialismo histórico, considerando las causas económicas como las primeras en los fenómenos sociales pero sin soslayar la influencia que en ellos tiene la ideología, la filosofía, la religión, la política. "No soy un "hechólogo", decía "soy pensador". También fueron notorias sus aptitudes como polemista: los debates teóricos con André Gunder Frank con respecto a los modos de producción imperantes en América Latina, publicados en "El Gallo Ilustrado" revista dominical del diario "El Día" de México, despertaron el interés académico en distintas latitudes. Desde un estilo inflexible, explicaba su posición con respecto a que "América debe a España su incorporación al proceso general de desarrollo de la humanidad a través de un feudalismo agonizante en la época del nacimiento del capitalismo". En tanto, su oponente sostenía la concepción de las sociedades duales (capitalistas feudales), insertando al capitalismo desde el momento mismo de la conquista.

En su trabajo Mariano Moreno y la Revolución democrática argentina, Rodolfo Puiggrós construye un pormenorizado análisis de la Revolución de Mayo a partir de la figura de quien fuera el principal dirigente revolucionario (Puiggrós 1941) El autor es uno de los primeros que caracteriza la Revolución como democrática, línea que luego será retomada por los historiadores de la llamada Izquierda Nacional. Encuentra en las Invasiones Inglesas el punto de partida de este proceso, donde sectores de la elite criolla acompañados por la movilización de importantes sectores populares comienzan a recorrer un camino hacia la toma de conciencia sobre la necesidad de ruptura con el régimen colonial opresor, al que además define provisto de un carácter claramente feudal. En este contexto, será el joven abogado Mariano Moreno, quien junto a otros criollos ilustrados, vaya delineando la plataforma programática que amalgamó los intereses tanto de los hacendados, de la burguesía comercial como de los sectores populares. La representación de los hacendados, según Puiggrós, ubicaba a la exigencia por el comercio libre como la reivindicación económica principal por la cual se articulaban los distintos sectores sociales disconformes con el régimen colonial. De esta manera, el autor postula la necesidad histórica del desarrollo capitalista en el Río de la Plata y que sólo a partir de una Revolución Democrático-Burguesa se podían sentar las bases para su eclosión. Es por ello que entiende al libre comercio como un factor positivo para el progreso del país, y afirma además que no sólo era una necesidad de la incipiente burguesía criolla sino también de los sectores populares abrumados por la carestía de los productos en razón del comercio monopólico. Sólo el desarrollo capitalista impediría la dominación extranjera, pero paradójicamente para el autor, estrechar las relaciones comerciales con la ambiciosa Inglaterra era un paso necesario en este sentido.

El reaseguro para Puiggrós de que el rumbo del proceso se encaminara a satisfacer las necesidades de las mayorías y de que cumpliera con sus objetivos democratizadores, estaba depositado en la conducción revolucionaria de Mariano Moreno y sus seguidores. Éstos encarnaban un proyecto donde el rol de la movilización de las masas buscaría contrarrestar las maniobras de burgueses y terratenientes, interesados en no modificar sustancialmente el orden social establecido. La inicial "amistad" con Inglaterra así como la declaración de fidelidad al rey Fernando VII son, para el autor, tácticas de un complejo plan que buscaba la liberación definitiva de las Provincias Unidas. Puiggrós concluye finalmente que, debido a la ausencia de una clase revolucionaria constituida orgánicamente, el proyecto revolucionario ya para el año 12 naufraga en la impotencia, y se van sentando las bases de la dependencia económica y política del país. Las facciones más ligadas a los intereses británicos y la oligarquía local comienzan a desplazar al grupo morenista. Posteriormente serán los caudillos los que volverán a expresar el programa revolucionario, pero la ausencia de dirigentes como Moreno los dejará huérfanos de una política estratégica. Más allá de considerar entonces a Mayo como una Revolución democrático-burguesa fracasada si entiende al proceso en su conjunto como revolucionario en tanto existe una alteración en las relaciones de clase de la sociedad colonial (Puiggrós 1941)

JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI: LA REIVINDICACIÓN DE LO HISPÁNICO

Juan José Hernández Arregui (1913-1974) se autodefinía como marxista, y explicaba su adhesión al peronismo porque entendía que de esa manera en la Argentina de su época se era consecuente con aquella ideología. Considerado el principal teórico del peronismo revolucionario, nunca estuvo afiliado al Partido Justicialista. En su juventud militó en el Irigoyenismo, muy ligado al grupo FORJA de Arturo Jauretche y Scalabrini Ortíz, entre otros. Licenciado en Filosofía en 1944, podemos enmarcarlo en una generación de historiadores que abordaron la problemática de lo nacional así como de las luchas antiimperialistas.

En 1963 publica ¿Qué es el ser nacional?, resultado de varias conferencias y cursos realizados en el interior del país. En el primer capítulo del libro, donde el autor analiza las raíces históricas del "ser nacional", encontramos una fuerte denuncia, en sintonía con el revisionismo forjista, a la historia liberal por haber negado al pueblo argentino de sus raíces hispánicas enalteciendo la influencia inglesa y francesa en la región. Esa anglofilia y por proyección esa actitud antiespañola, para Hernández Arregui "no es más que el residuo cultural mortecino de su servidumbre material al Imperio Británico". El autor por el contrario, dedicará gran parte del libro a resaltar el bagaje cultural hispánico en la formación de nuestra conciencia nacional. Partiendo de un análisis negativo de la Revolución de Mayo, ya que según él, permitió la caída del país bajo la égida inglesa, el autor afirma que "La independencia de América, en el pensar de sus clases directoras, no buscaba la modificación de la estructura social del período hispánico, sino la apertura hacia el mercado europeo." La Revolución no perseguía transformaciones democráticas sino una mera autonomía administrativa y la conquista de la libertad de comercio. Aunque reconoce que un sector sí se encontraba imbuido en el liberalismo democrático español, considera que "esas pocas brasas jacobinas fueron rápidamente extinguidas" (Hernández Arregui, 1963). También marca una fuerte división entre las clases acomodadas y ciudades puerto que perseguían la emancipación, y los sectores subalternos que se mantuvieron fieles a España, viendo enemigos y no libertadores a los criollos revolucionarios, como es el caso de lo sucedido con Belgrano en el Paraguay. Encontramos entonces una clara diferencia con el planteo de Rodolfo Puiggrós, que observaba la existencia de un frente común entre la burguesía criolla y las masas populares, por supuesto no exento de importantes contradicciones. Otro punto significativo que marca la divergencia entre ambos intelectuales es que, para Hernández Arregui no existían relaciones feudales en las colonias españolas, "por la simple razón de que España, a pesar de su atraso industrial, y gracias a la economía de las colonias era con características propias una potencia europea capitalista" (Hernández Arregui, 1963)

Entiende que el liberalismo conservador, de corte monarquista, era el sustento ideológico que primaba en los núcleos emancipatorios, y que como San Martín, su antiabsolutismo no llegaba al punto de constituirse en un ideario democrático. El autor rescata a Moreno y Artigas por sus planteos de unidad nacional y su conciencia española. Finalmente considerará de manera tajante que a partir de la caída del Imperio Español, América entrará en un continuo retroceso cultural.

JORGE ABELARDO RAMOS Y LAS DOS ESPAÑAS

Este intelectual argentino es considerado uno de los fundadores y principales pensadores de la corriente denominada Izquierda Nacional. En la década del 40 se incorpora a un grupo trotskista, inspirado en Liborio Justo, que desde la revista Octubre, se diferencia de la izquierda tradicional al definir a la Argentina como un país semicolonial y por su caracterización del peronismo como un movimiento progresista, expresión mayoritaria de la clase obrera. A mediados de la década del 50 fundará el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), posteriormente el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN), y ya a comienzos de los setenta, siempre ligado al movimiento peronista, el Frente de Izquierda Nacional (FIP). La Guerra de Malvinas le significará a Abelardo Ramos un importante viraje ideológico-político, abandonando sus posiciones marxistas acercándolo al nacionalismo de derecha, para finalmente terminar abrazando abiertamente el neoliberalismo menemista en la década de los 90. Terminó su militancia como embajador del gobierno de Carlos Saúl Menem. Luego de un comienzo historiográfico muy cercano al revisionismo tradicional, Jorge Abelardo Ramos, a partir de Revolución y Contrarrevolución en Argentina, se distancia de varios de sus presupuestos, y va incorporando posiciones anteriormente esgrimidas por el grupo Frente Obrero en sus Cuadernos de Indoamérica, en muchos casos, polemizando con él. Ramos nunca terminó de reconocer esas influencias, aunque su mayor logro es haberle dado un cuerpo sistemático a esas ideas acompañándolas de una prosa combativa y elaborada. Junto con Enrique Rivera y el resto de Cuadernos de Indoamérica conforman los referentes iniciales de la corriente historiográfica llamada, entre otras maneras, como Revisionismo Socialista (Galasso, 2001)

En Revolución y Contrarrevolución en Argentina postulará a contramano de la historia liberal, que las revoluciones americanas no fueron otra cosa que prolongaciones del conflicto que transcurría en España. Los revolucionarios criollos no luchaban contra la España toda, sino contra la absolutista.

El levantamiento revolucionario en toda América no fue sino la prolongación en el nuevo mundo de la conmoción nacional de la vieja España que pugnaba por remozarse. Nuestra Revolución de Mayo, que adquiere casi simultáneamente un carácter continental, no fue un levantamiento contra España. ¡Dos España había y luchamos con una de ellas contra la otra! No fue para desasirnos de España que Mayo nació sino para liberarnos juntos del yugo absolutista (Ramos, 1999)

Al igual que Rodolfo Puiggrós va a resaltar la figura del secretario de la Primera Junta. Entiende que Moreno expresa la corriente más avanzada de la España en armas, pero que sus fuertes raíces nacionales lo hacen aun más radical que sus maestros liberales peninsulares. El autor define la existencia de tres grupos políticos disputando el poder rioplatense: el morenismo; los comerciantes monopólicos encabezados por Álzaga y los comerciantes hacendados librecambistas y pro-británicos con Saavedra y luego Rivadavia como referentes. Caracteriza al Plan de Operaciones como el programa de la revolución sofocada. Un programa militar, político y económico que establecía el más duro rigor con los enemigos de la revolución, y diseñaba una política de expropiación a las grandes fortunas y la construcción de un estado fuerte que tuviera asignada "una función de empresa, de banquero y de industrial, con el fin de echar las bases para un capitalismo nacional todavía inexistente". (Ramos, 1999) Al igual que Puiggrós, ve como táctica la alianza pregonada por Mariano Moreno con Inglaterra, pero a diferencia de éste es sumamente crítico con el librecambismo, impugnándole el rol de garantía de desarrollo económico de Argentina, sino por el contrario lo caracteriza como la raíz de la dependencia crónica de nuestro país. Finalmente, y volviendo a coincidir con Rodolfo Puiggrós, concluye que el hecho de que el jacobinismo revolucionario de Moreno careciera de base material por la inexistencia de una burguesía industrial nacional, fue un factor determinante de su rápida caída.

NORBERTO GALASSO Y EL FRENTE DEMOCRÁTICO NACIONAL

Historiador y ensayista, Norberto Galasso se ha convertido en el más actual referente de la corriente denominada Izquierda Nacional. Formado bajo el ala de Jorge Abelardo Ramos, quien editó su primer libro, Galasso se distanció de éste y llevó adelante una prolífica obra que como aspecto más destacable ha buscado rescatar a través de biografías la vida de hombres y mujeres intencionalmente olvidados por la historiografía hegemónica. En los últimos años a través del Centro Cultural Santos Discépolo, Galasso se ha dedicado a difundir a la corriente historiográfica por él mismo denominada como Revisionismo Socialista, publicando cuadernos, libros y realizando numerosas conferencias y cursos.

En su libro Mariano Moreno, el sabiecito del Sur, Norberto Galasso define a la Revolución de Mayo como una revolución esencialmente democrática, por su rechazo al absolutismo, e hispanoamericana por ser parte de un proceso que atraviesa al conjunto del Imperio Español. La posibilidad independentista sólo es manejada por los revolucionarios en caso de que la España sucumba ante el Imperio Francés o se vea recuperada por el absolutismo. Caracteriza a los sectores que impulsaron a la revolución como un amplio frente democrático, el cual durante los primeros meses, encontró en una fracción de la pequeña burguesía, muy influida por el liberalismo democrático europeo, a su principal impulsora. El Plan de Operaciones se revela como el verdadero programa que logra imponer el morenismo en un primer momento al frente democrático. Entre los objetivos del Plan, Galasso resalta "la soberanía popular, las reivindicaciones democráticas, la elevación de los sectores sociales postergados, y la construcción de un proyecto económico nacional y autocentrado". La implementación del Plan genera que Mariano Moreno y su fracción vayan ganándose cada vez más enemigos entre las clases acomodadas y los políticamente moderados. El frente por lo tanto se irá dividiendo en dos claras facciones, por un lado los "jacobinos", que cuentan con la mayoría de los vocales de la Primera Junta más el apoyo de muchos alcaldes de barrio y del Regimiento Estrella Roja de French y sus chisperos. Por otro lado, la facción moderada encabezada por Saavedra expresará fundamentalmente a la burguesía comercial y contará con la fuerza del ejército (Galasso, 2004)

El historiador encuentra claros indicios de participación popular en el proceso, aunque advierte que las masas del interior se incorporarán más tarde cuando el morenismo ya no tendrá la misma fuerza. Compartiendo la tesis de Puiggrós y Ramos, concluye que cuando la corriente transformadora se estanca en la península, arrastra a un parto prematuro al proceso en el continente americano, que "si bien en lo ideológico se han difundido las razones transformadoras, en el substractum económico-social no existe en América la fuerza social necesaria para concretar y desarrollar ese cambio". Esto va a ser fatal para el morenismo, que sin embargo pervivirá en muchas de sus ideas y algunos de sus hombres, en la gesta sanmartiniana y en el federalismo provinciano. La burguesía comercial y terrateniente, se hará con el tiempo del timón del proceso alineando la política económica a los intereses británicos, postergando al interior del país y clausurando el avance de las transformaciones democráticas.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

En esta apretada reseña de las interpretaciones que de la Revolución de Mayo construyeron estos intelectuales podemos concluir que a pesar de ser identificados todos con el campo del Socialismo Nacional, poseen importantes diferencias conceptuales. Desde un enfoque marxista y preocupados por la cuestión nacional, llegan a conclusiones diferentes de un proceso tan significativo de la Historia Argentina. Esto no quita que existan acuerdos en numerosos puntos, que como vimos a lo largo del trabajo, posibilitan que a algunos de ellos los podamos ubicar en una misma tradición historiográfica. Quizás el caso más notorio de correspondencia argumental se da entre Jorge Abelardo Ramos y Norberto Galasso, sin duda explicado debido a la influencia del primero que apadrinó inicialmente al director del Centro Cultural Santos Discépolo. En ellos podemos encontrar un fuerte énfasis en el carácter democrático de la revolución y en su relación directa con el proceso hispanoamericano abierto con las abdicaciones reales y la invasión napoleónica. Algunos de estos puntos de vista ya los encontramos a mediados de los 40 en Rodolfo Puiggrós, uno de los primeros en analizar desde un enfoque marxista el período inicial de la historia nacional argentina, con una explícita intención de discutir el relato de la historia oficial. Sin embargo, su formación en la tradición del Partido Comunista lo lleva en sus primeros trabajos a esquematizar el proceso trasladando modelos europeos, como es el caso de la "Revolución democrático burguesa", de manera algo lineal. En su análisis deja traslucir una convicción mecanicista en el desarrollo económico capitalista como plataforma para el progreso nacional. Esto lo conducirá a caracterizar, en sus primeras obras, al caudillismo y las montoneras como resabios conservadores de la sociedad feudal. En trabajos posteriores, será reconocible una modificación significativa en sus concepciones, dando mayor relevancia a la esfera político-ideológica como motora del desarrollo de las potencialidades nacionales. Por otro lado modificará su apreciación sobre los caudillos, entendiéndolos ahora como legítimas expresiones de los movimientos nacionales y populares que enfrentaban la penetración imperialista. Claramente su vinculación con la realidad del país a través del peronismo dejará huellas en su producción intelectual.

Juan José Hernández Arregui, en cambio, condenará abiertamente la desintegración del mundo hispánico, y encontrará en ella la causa madre de los grandes males que en la actualidad aquejan a los países latinoamericanos. Su formación intelectual en el espacio forjista dotará a su producción de matices que, sin alejarlo del todo de lo que podemos definir como interpretaciones marxistas del proceso, lo distinguirán del resto de los autores aquí trabajados. Entre estos, será Hernández Arregui quien comparta mayores elementos de análisis con la escuela revisionista tradicional. Es claramente uno de los objetivos de su obra la reivindicación de la cultura hispánica, y su carga contra el liberalismo lo distancia sobretodo del análisis de Puiggrós, pero también del de Ramos y Galasso, preocupados ellos en resaltar las virtudes del liberalismo democrático. Podemos intentar explicar estas diferencias también si consideramos que es Hernández Arregui el que mayor identificación tendrá con el peronismo y su conductor, a diferencia de los otros tres que mantendrán una postura de acompañamiento crítico, preocupados de construir una alternativa revolucionaria que termine ganando la conducción del movimiento. Si en la Revolución de Mayo la ideología revolucionaria había sido el liberalismo democrático, en el presente para estos autores esta era indefectiblemente el socialismo y la independencia de clase su herramienta. El autor de ¿Qué es el ser nacional?, encontrará justamente en el peronismo la expresión rebelde de esa conciencia nacional de raíces hispánicas, que resurge de la mano de las masas trabajadoras después de muchos años de postración y colonialismo cultural.

Indiscutiblemente, y a pesar de sus divergencias, estos cuatro autores hacen causa común en la valoración positiva del ideario morenista, elemento crucial entre otros, que los separa del revisionismo de derecha. Todos ellos verán en el declive de este proyecto la ausencia del desarrollo de una fuerza social capaz de materializarlo.

Para concluir, considero de vital importancia seguir problematizando la Revolución de Mayo teniendo en cuenta las perspectivas abiertas por estos intelectuales. Como hemos podido observar muchas de ellas contradictorias entre sí pero indudablemente de gran riqueza conceptual. Repensar Mayo desde las necesidades actuales implica indagar en sus relaciones con el proceso más amplio hispanoamericano, analizar los actores sociales en conflicto y los reales intereses en juego. Significa también poner la lupa sobre el proyecto revolucionario que se quiso poner en pie, en sus contradicciones y en la decidida lucha de muchos patriotas americanos por materializarlo. Doscientos años después, Mayo continúa siendo terreno para la discusión respecto a qué Nación queremos y podemos ser.

OBRAS CITADAS 

1. Hernández Arregui, J. J. ¿Qué es el Ser Nacional? Buenos Aires: Plus Ultra, 1973. 3era. Edición.         [ Links ]

2. Galazo, N. La Larga Lucha de los Argentinos y cómo la cuentan las diversas corrientes historiográficas. Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional, 2001.         [ Links ]

3. Galazo, N. Mariano Moreno, el sabiecito del Sur. Buenos Aires: Colihue, 2004. 1era. Edición        [ Links ]

4. Puiggrós, R. Mariano Moreno y la Revolución democrática argentina. Buenos Aires: Problemas. 1941.         [ Links ]

5. Ramos, J. A. Revolución y Contrarrevolución en Argentina. Buenos Aires: Distal, 1999. Tomo I.         [ Links ]

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