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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc.  no.15 Viedma dic. 2012

 

ARTÍCULO

Pelambre y lazos sociales en un barrio popular de Santiago de Chile

 

Soledad Ruiz Jabbaz
marruiz@uchile.cl
Departamento de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Chile

Recibido: 16/11/11
Aceptado: 03/03/12

 


Resumen
En las últimas décadas, la investigación sobre barrios populares en Chile se ha centrado principalmente en el potencial conflictivo y delictivo de sus habitantes, y en la segregación desde una perspectiva urbanística. El presente artículo pretende contribuir a la revitalización del estudio de las prácticas y modos de vida en dichos barrios. A partir de una investigación etnográfica, se reflexiona sobre tres aspectos de la vida cotidiana relacionados con la práctica del pelambre, que hablan de la forma de relación y lazos sociales de los habitantes de un barrio de la zona sur de Santiago de Chile.

Palabras clave: Pelambre; Barrio Popular; Prácticas y Lazos Sociales; Santiago de Chile.

Gossip and social ties in a popular neighborhood in Santiago of Chile

Abstract
In the last decades, Chilean popular neighborhoods research has been mainly focused in their resident's delinquent and criminal potentiality, and in their segregation from a zoning point of view. This article pretends to contribute to the study of practices and ways of life in those neighborhoods. Starting from an ethnographic research, the author makes a reflection about three aspects of everyday life that are related with the practice of gossiping, that show the relations and social ties among inhabitants of a quarter placed in the south side of Santiago de Chile.

Key words: Gossiping; Popular Neighborhood; Relations and Social Ties; Santiago de Chile.


 

Trabajar en un barrio popular, o como lo denominamos en Chile, una población1, no es una tarea evidente. Quienes lo hemos hecho nos encontramos constantemente con hábitos y prácticas, a ratos, difíciles de interpretar, con comportamientos complejos, que a veces parecen contradictorios y que requieren una lectura cuidadosa para entender su lógica.

El curso que ha tomado en Chile la investigación sobre la realidad en estos barrios tampoco facilita la comprensión. Mientras que en la década de los ochenta primaron las investigaciones que problematizaban el potencial de movilización, forma de vida y valores de los pobladores, en las décadas siguientes aquellas han estado centradas en su potencial conflictivo y delictivo, -formando parte las líneas de investigación en seguridad ciudadana-, o las características urbanísticas de los territorios en los que habitan, focalizándose específicamente en el tema de segregación urbana.

Este artículo pretende ser un aporte a la comprensión de las prácticas y modos de vida de los habitantes de dichos territorios, particularmente de tres aspectos, relacionados con el pelambre, que hablan de la forma en que los pobladores se relacionan entre sí, y que en un primer momento me parecieron de difícil comprensión.

Si bien, el objetivo inicial de la investigación etnográfica realizada no fue estudiar la práctica del pelambre, ésta adquirió visibilidad e importancia durante la realización del trabajo de campo. El hecho de conocer la población desde hace algunos años, y haber mantenido un contacto estrecho con sus habitantes durante cinco meses en el año 20102, me permitió dimensionar la intensidad e importancia del fenómeno. Muchos de los vínculos, ya sean de amistad, vecindad, co-participación, e incluso familiares (aunque en menor medida), están entretejidos con la práctica del pelambre. Por ello, constituye una ventana privilegiada a los modos de vida y lazos sociales.

De esta manera, comprender la dinámica y circulación de este fenómeno social es necesario para entender los intercambios sociales en la comunidad. Y aunque en este caso hablamos de un barrio particular, seguramente los lectores verán aquí retratados rasgos de otros asentamientos similares.

POBLACIÓN LA PARVA: ENTRE HEROÍSMO Y ESTIGMATIZACIÓN3

Mi primer acercamiento al barrio se produjo el año 2005, en el marco de una intervención social encargada por un Programa de Gobierno a un equipo de Cientistas Sociales, ya que la población, según estudios oficiales, había sido catalogada como una de las más vulnerables y problemáticas de Santiago de Chile4.

Una de las características del barrio importante de destacar para efectos de este artículo, es que, el territorio que constituye La Parva está claramente delimitado y es posible atravesarlo a pie en treinta minutos. Por ello, la mayoría de la gente se conoce, al menos de vista, pues las familias habitan allí desde hace tres o cuatro generaciones, y la movilidad es baja. De este modo, quienes no residen en el lugar son fácilmente identificables.

Aunque la población en si es relativamente pequeña, se encuentra inserta en una extensa área de pobreza, rodeada de otros barrios semejantes, donde la segregación residencial ha incrementado la gravedad de sus efectos con el paso del tiempo (Sabatini et al. 2001; Rodríguez y Arriagada 2004) Sin embargo, aún cuando la población se emplaza en un área ocupada por territorios con similares características, La Parva es señalada por sus vecinos como un lugar especialmente peligroso y pobre.

Si bien, en las últimas décadas el estándar de vida ha aumentado, como en la mayoría de los barrios pobres de Chile (Tironi 2003; Fundación para la Superación de la Pobreza 2010), abundan los trabajos precarios y de sueldo mínimo, por lo que el nivel de vida frecuentemente se mantiene con sobre-endeudamiento. De hecho, la población cuenta hoy con aproximadamente 9.000 habitantes, de los cuales cerca de un 40% se encuentra en situación de pobreza5.

Con el trabajo realizado el año 2005 contribuimos, entre otras cosas, a conformar una organización social que denominaremos Espacio Abierto. Compuesta por dirigentes e integrantes de organizaciones sociales, se convirtió en un lugar de comunicación y encuentro de distintas entidades barriales y de desarrollo de actividades comunitarias. Dicha instancia fue, hasta septiembre del año 2010, mi principal vínculo con la población.

Algunos de los dirigentes inicialmente contactados nos acogieron con interés y expectativas, mientras que otros mostraron una fuerte desconfianza hacia lo que ellos identificaban como un equipo de gobierno. En aquella oportunidad, dos cosas llamaron fuertemente mi atención: la intensa desconfianza hacia cualquier iniciativa que proviniese desde fuera del barrio (no sólo iniciativas gubernamentales) y los conflictos internos, entre dirigentes y sectores de la población, que se manifestaban en permanentes disputas, dificultades de asociación y habla a espaldas de otros.

El año 2006, junto a un equipo, realizamos la reconstrucción de la memoria colectiva de la población, a través de entrevistas y grupos focales a habitantes de la primera generación. Esto me permitió retomar el contacto con algunos dirigentes, estrechar lazos y conocer la historia del lugar.

Según el relato de sus habitantes, La Parva nace a inicios de la década del 70', a raíz de una toma de terreno, liderada, en parte, por el Partido Comunista chileno. La mayoría de los ocupantes, provenientes de otras poblaciones donde eran allegados, a su vez, habían emigrado desde el norte o desde el sur, para asentarse en Santiago, buscando mejores perspectivas de trabajo.

Durante los años de la dictadura6, La Parva fue duramente reprimida, por considerarse un nido de izquierdistas, según el recuerdo de los habitantes del barrio. A pesar de ello, existió un gran movimiento de resistencia contra el totalitarismo, la cesantía y el hambre, que los hace identificarse como una población luchadora y solidaria. No obstante, en opinión de numerosos residentes, durante el régimen militar llegó mucha gente mala a vivir allí, pues no se les pidieron papeles de antecedentes criminales. Con ello, de acuerdo con los relatos, se habría deteriorado el ambiente. A mediados de los años ochenta, aproximadamente, se comienza a comercializar clandestinamente la pasta base de cocaína. Con esto, según los pobladores, se introduce la drogadicción, la delincuencia y el narcotráfico.

Hasta hace dos o tres años, la población era identificada por Carabineros, el Gobierno y los medios de comunicación como una de las más problemáticas de Santiago (junto a otras 8 o 10), lo que la convirtió durante mucho tiempo en uno de los objetivos privilegiados de la prensa sensacionalista: "Antes era terrible, la Parva estaba siempre en las noticias, la Parva, la Parva, pa' lo único que nos pescaban [tomaban en cuenta]. Daba vergüenza salir a pedir trabajo afuera. Ahora ya no es tanto." (Pobladora. Notas de campo: octubre 2010)

El último contacto antes de la investigación etnográfica fue en el año 2009, en que trabajé, junto a un equipo, con las Juntas Vecinales de La Parva y de una población colindante. En esa oportunidad se abordaron las relaciones de cooperación y los problemas de relación entre las organizaciones. Sin embargo, el trabajo realizado no tuvo mayores alcances.

EL TERRENO ETNOGRÁFICO

A inicios de septiembre del año 2010 retomé contacto con miembros de la organización Espacio Abierto, quienes me invitaron a participar de sus reuniones semanales y de la organización del cuadragésimo aniversario de la población. A través de esta actividad renové vínculos con gente ya conocida, y generé nuevos lazos. A partir del nexo con una colaboradora ocasional de la organización, encontré una familia dispuesta a arrendarme una habitación de su departamento, en la zona sur de la población. Apenas puesto un pie en mi nueva residencia comencé a recibir comentarios hechos por la familia de acogida respecto de los vecinos, y viceversa. Superado mi estupor inicial y el temor de ocupar un sitio incómodo en la trama de relaciones sociales, acepté implícitamente el lugar ofrecido en el curso de la vida cotidiana del barrio, y escuché con interés, mas con reserva, las declaraciones cruzadas de unos y otros. No obstante, mi discreción se debió esencialmente a, en palabras de Gérard Althabe, analizar mi implicación y realizar un ejercicio reflexivo sobre mi rol (2004) y no a una aspiración de objetividad en el acercamiento al campo de estudio7. A medida que me involucraba en la organización del aniversario, presenciaba el mismo modo de relación entre los integrantes de espacio Abierto.

Cabe aclarar que, en ambos espacios, las situaciones de pelambre a las que pude acceder fueron fundamentalmente entre mujeres, o con presencia de hombres, pero con mayoría femenina. La razón es que el diálogo entre un hombre y una mujer se acepta sólo en casos muy específicos, de roles claros y bien definidos. Cualquier transgresión a dicha norma suele despertar fuertes sospechas y enemistades.

A continuación se revisa el concepto de pelambre para luego analizar tres prácticas sociales relacionadas con éste, dando cuenta de su lógica práctica.

EL FENÓMENO DEL PELAMBRE

Los términos pelambre o copucha remiten a un fenómeno muy habitual en las relaciones humanas, del que probablemente todos hemos participado alguna vez. Como realidad ampliamente extendida, al menos en el mundo occidental, tiene denominaciones equivalentes en distintos idiomas8, aunque en cada contexto adquiera matices particulares. De este modo, si bien se observan trazos comunes en diferentes culturas, el pelambre adquiere su sentido pleno en un lugar y tiempo definidos, en tanto la materia de esta práctica se encuentra íntimamente ligada a las normas y convicciones de una colectividad (Elias 1997) En este caso, el escenario es la población La Parva.

De acuerdo con diversos autores que han estudiado el fenómeno, el pelambre, consiste fundamentalmente en un intercambio de información, evaluativa, positiva o negativa, en ausencia de aquellos de quienes se habla (Abrahams 1970; DiFonzo et Bordia 2006; Fasano 2009; Foster 2004) El uso cotidiano en Chile coincide casi plenamente con dicha definición, aunque habría que precisar que la mayor parte del tiempo se utiliza para referirse a la expresión de una evaluación negativa sobre otro. Para ejemplificar esta práctica, quisiera presentar una breve situación vivida durante los primeros días de mi estadía en el barrio, para luego hacer algunos comentarios.

Habiendo pasado una semana desde mi llegada a la casa de Gina, comencé a entablar relación con los vecinos. Las relaciones de vecindad, como en la mayoría de los barrios populares, son frecuentes, por lo que no se me hizo difícil comenzar a conversar con los habitantes del entorno cercano. Mientras converso con una de las vecinas, pasa la joven a quien le arriendo una pieza: Gina. La vecina me cuenta que ella y otras personas denominan a Gina la paté, pues a pesar de su gordura suele usar ropa muy ceñida. Y agrega 'pero no le digas, eso sí' (Notas de campo: octubre 2010)

Como vemos en este caso de pelambre, se habla algo de un tercero que no sabe que se comentó sobre él. Ni sabe, ni se debe saber. En este sentido el término pelar alude a deshollejar, sacar la primera capa, dejar aquello que está por debajo, al descubierto. Se ha visto al otro sin esa primera capa, se sabe algo de él que éste no sabe que sabemos. Por ello, si la información intercambiada es positiva, diríamos que es un comentario y no un pelambre, pues el implicado podría, eventualmente, escucharlo, sin que eso lo hiciese sentir vulnerado o atacado.

Ahora bien, aún si los comentarios realizados son negativos, generalmente no comportan grandes consecuencias para la vida cotidiana, y los habitantes reconocen que, a pesar de ser una práctica perniciosa, es recurrente e inevitable. Coincidiendo con Bougerol para el caso de las Antillas, es "el telón de fondo obligado de la vida en grupo" (1997: 32. Traducción propia)

Por su parte, el cahuín, concepto emparentado, remitiría al mismo fenómeno, pero magnificado: habría más gente involucrada, que haría circular el comentario, llegando incluso a oídos de la persona de quien se ha hablado, quien podría llevar a cabo acciones para desmentir o encarar a la persona que ha echado "a correr" la información.

Para ejemplificar lo anterior, tomemos una segunda situación. Gaby y Esteban son una pareja que habita al centro de la población, con quienes he tenido contactos intermitentes durante los años que he visitado el barrio, mas no hemos entablado una relación cercana y de confianza. A inicios de octubre voy a su departamento pues me he ofrecido a ayudar en una actividad de solidaridad con uno de sus amigos, ya que el hijo de aquél está enfermo. Una vez que hemos realizado compras y preparado algunas cosas para la actividad del día siguiente, me invitan a tomar once9. Mientras comemos, en respuesta a sus preguntas les cuento que estoy realizando una investigación sobre la población y que mi idea es encontrar un lugar para vivir allí algunos meses. Esteban me dice "Aquí la ley es ser ciego, sordo y mudo. Uno escucha y ve muchas, muchas cosas aquí, pero hay que quedarse callado", por los cahuines. A su vez, Gaby me cuenta que una vez alguien le comentó que una vecina salía con un vecino casado y que ella dijo "No te lo puedo creer, no creo". Y a continuación exclama: "¡Sólo con eso se enteró mucha gente de mi comentario!, incluso los vecinos que estaban saliendo juntos". Esteban dice "le querían venir a pegar". Gaby lo corrige "No le pongai color, me querían venir a explicar". Gaby dice haber decidido no comentar nunca más nada con nadie, después de esa situación (Notas de campo: octubre 2010)

Como vemos aquí, una persona le comenta a Gaby, ella se sorprende, alguien traspasa esa información a los involucrados y los involucrados conversan con Gaby. En este caso el pelambre involucra consecuencias fácticas, un ir y venir, revuelo de gente, haciendo honor a su etimología (Herrera 2000)10

HABLAR DE TODOS SIN "METERSE" CON NADIE: EVITACIÓN DEL CONFLICTO Y FIRMA DEL PELAMBRE

Volvamos nuevamente a la situación recién descrita, en que converso con Gaby y Esteban. Él, que ha crecido, vivido y trabajado toda su vida en la población y a quien todos conocen, me indica que en el barrio se debe ser ciego, sordo y mudo. Es decir, guardar silencio respecto de lo que uno escucha o ve, es una ley para quienes "saben y pueden vivir" en la población. Este consejo-advertencia me es dado más de una vez, por diversas personas: "Aquí no se pregunta [por los asuntos de otros]"; "Aquí no hay que meterse ni hablar con nadie"; "Aquí hay que tener cortita la lengua". No obstante, también escucho numerosas veces la frase (y sus derivados) "Aquí todo el mundo sabe todo, otra cosa es que no quieran saber".

Dichos enunciados adquieren su sentido pleno a la luz de la observación de las prácticas, que permite comprender cómo es que "sin preguntar ni meterse con nadie, todo el mundo sabe todo". Para entenderlo se debe poner en escena el tercero excluido, es decir, aquel de quien se habla:

Sonia, Ada y Carmen pertenecen a la organización Espacio Abierto. Tanto ellas como yo estamos involucradas en la organización del aniversario poblacional. Ada ha informado que su hijo está enfermo, que irá al consultorio con él y que por lo tanto no podrá asistir a la reunión semanal de la organización. Al teléfono, Sonia me cuenta que pasó por la casa de Ada y su marido le contó que estaba en el consultorio con el hijo. A continuación Sonia me comenta: "pero yo recorrí todo el consultorio, y ella no estaba allí". La situación se repite a la semana siguiente. Nuevamente al teléfono, Sonia me comenta de Ada: "ella cuando quiere trabajar, trabaja, pero cuando no, no hay quien la saque de la casa". Días más tarde, hablando con Carmen, ésta me dice: "La Ada siempre tiene excusa, siempre le pasa algo, o está enferma ella, o está enfermo el hijo. La otra vez fuimos con Sonia a su casa y el marido nos dijo que andaba en el hospital con el hijo, al otro día fuimos de nuevo y lo mismo, al tercer día fuimos de nuevo y andaba en el SAPU11. Al final le preguntamos al marido qué tenía el hijo y dijo 'dolor de estómago'". Carmen me dice a continuación que su respuesta al marido de Ada fue: "pero por dolor de estómago se va una sola vez al médico puh. El marido me quedó mirando así (pone cara de sorprendida)", y agrega: "yo creo que él [el marido] le tapa a ella [Ada], le tapa, porque yo escuché que ella le decía 'diles que no estoy'. Si ella es mentirosa, ya va a ver usted que lo que yo le digo es cierto" (Notas de campo: octubre 2010)

En este extracto vemos que "no meterse con nadie, y no hablar con nadie" no significa "no hablar de nadie". Tanto Sonia como Carmen hablan conmigo de Ada. Podríamos suponer que hablan conmigo pues "soy alguien que viene de afuera"12, pero situaciones similares de las que fui testigo indican más bien que se habla, pero nunca con la persona de quien se habla. En este caso la situación molesta "Ada no trabaja" es comentada, pero no enfrentada. Ella jamás recibe una sugerencia, consejo o comentario al respecto.

En este sentido, el pelambre aparece relacionado a una práctica de evitación del conflicto, que entra en juego con "no meterse con nadie", es decir, no conversar directamente, no enojarse, no encarar, probablemente pues podrían cortarse ciertos lazos, cosa a la que no están dispuestos, viviendo en un medio tan restringido, donde cada uno de los vínculos que se han generado son necesarios. Posiblemente también se evita el conflicto porque cuando es enfrentado, la mayor parte de las veces se hace en forma extrema: escándalo, agresión física y/o verbal, cosa que por un lado, comporta riesgo físico, y por otro, alimenta el círculo del pelambre.

Ahora, respecto a quien enuncia el pelambre, Fasano et al. (2009) sostienen que el pelambre (en ese caso, el chisme) es colectivo y anónimo, pues no es un miembro de la comunidad quien sostiene su firma. Sin embargo, de mi experiencia de campo se desprende que, si bien a veces el pelambre procede de esa manera, otras muchas es firmado: Carmen dice, "ya va a ver usted que lo que yo le digo es cierto".

Pero entonces ¿cómo evitar el conflicto si se firma un pelambre y se puede ser citado? Pues se firma en las siguientes dos situaciones: cuando se tiene suficiente confianza, complicidad e intimidad con la persona con quien se habla, y se sabe que no contará lo dicho; cuando se tiene cierta confianza en la persona con quien se habla y esta persona no tiene la suficiente legitimidad como para repetir lo dicho, y que esto no pueda ser negado, de ser necesario.

Para ejemplificar lo anterior tomaremos una situación de pelambre en que la complicidad necesaria no se logra y, por lo tanto, se retira la firma. Para analizar la situación asumiremos, coincidiendo con Althabe y Hernández (2004) que, lo que a lo largo del artículo hemos denominado "situación" (l'événement, en idioma original) son intercambios en un espacio-tiempo coyuntural, dentro del cual un modo de comunicación definido deviene pertinente. Podríamos entonces considerar una "situación" como un contexto de enunciación, y el pelambre como un género discursivo (Masquelier 2000; Fasano et al. 2009), enunciado en el seno de un cierto contexto de enunciación, de un evento social (Siran 2000) Para dar fuerza al análisis del intercambio recurriré a dos conceptos de Ducrot (1986): locutor y enunciador, donde locutor se refiere al ser que en el sentido mismo del enunciado es presentado como su responsable y; enunciador, como el/los ser(es) que se expresa(n) a través de la enunciación.

La situación es la siguiente: en el contexto de la última de una serie de entrevistas, una vecina, Gema, con quien he estrechado lazos, me cuenta que hace unos pocos días fue asesinado un joven, en el lado norte de la población. Y me comenta, sobre otra vecina, con quién también tengo vínculos: "La Graciela tiene una hermana, que tiene una hija, que se llama Elisa, que tiene un hijo, que fue quién mató al joven". Y agrega: "Para que sepas, tiene un asesino en su familia". Mientras enuncia esto último, arquea las cejas, me mira de soslayo y reitera un gesto afirmativo con la cabeza, expresión que interpreto como "nadie está libre de que sucedan esas cosas en su familia". Según Gema, esa parte de la familia de Graciela vive del otro lado de la población. Hace pausas mientras me lo cuenta, quizás para que yo le confirme o desconfirme la información, ya que soy vecina de Graciela. Yo pongo una "moderada" cara de sorpresa y me quedo en silencio, dándole a entender que no sé nada. Insiste en el tema, reproduciendo para mí una conversación que mantuvo con otra mujer: "Bueno, cuando fui a la feria el otro día, una señora que conozco me dice '¿supiste?/ ¿qué?/ que el cabro que mató al nieto de La Reina es familiar de tu vecina / ¿de qué vecina?/ de la Graciela. Es hijo de la Elisa / Ahhh, no, no sabía' le dije, como no pescando mucho".

Para indagar en la naturaleza de su vínculo con la señora que le ha dado esa información, le pregunto: "¿Pero esa es una señora que usted conoce?" a lo que ella responde: "Nooo, o sea, si, así de vista no más, yo no sé ni dónde vive ella". Yo insisto: "Ah ya, así de hola y chao no más/ (Gema) Siiii, de hola y chao no más. Bueno… pero también… es que uno se relaciona con la familia que tiene más cerca y el resto que haga lo que quiera. Quizás la Graciela ni los ve" (Entrevista y notas de campo: Diciembre 2010)

Aquí, locutor y enunciador parecieran coincidir en un principio: "Para que sepas [como lo sé yo y como te lo digo en este momento], tiene un asesino en su familia". Esta responsabilidad en la enunciación se subraya dando información muy precisa acerca del evento sucedido: el asesino es el hijo de tal hija, de tal hermana de Graciela, formulación que contrasta con la expresión alternativa resumida "el nieto de la hermana de Graciela", o "el sobrino nieto de Graciela". Sin embargo, el mantenimiento de la fórmula discursiva donde locutor y enunciador coinciden necesita de una complicidad que en este caso ella no encuentra. Locutor y enunciador se dislocan: "Una señora que conozco me dice…". Ya no es ella quien dice, es la señora, que ella conoce…que conoce de lejos, aumentando, con esta última aclaración, cada vez más su distancia con el enunciador. Finalmente, su distancia con el enunciador y el enunciado es rematada: prácticamente el joven no es familiar de Graciela.

LA MOLESTIA DE "SER HABLADO" Y LA EXHIBICIÓN: DINÁMICA DE PERTENENCIA

Lo mostrado hasta aquí nos habla de una estrecha imbricación entre pelambre y vigilancia, hecho que se admite explícitamente, pues forma parte de la vida cotidiana. Apenas llego a vivir a la población, Gina me advierte sobre dos vecinas "cortita la lengua, porque son terrible cahuineras". Al terminar una sesión de entrevista con Esteban en la sede social de Espacio Abierto, me comenta: "Seguro que nos vieron entrar aquí y ya están hablando cosas". Por su parte, otra vecina me dice "muy rota [vulgar] la gente aquí". "¿Y en qué se ve eso?", pregunto. "En las palabras, en las acciones, a uno la ven conversando con un hombre, y al tiro que anda con él".

No obstante la preocupación declarada por el pelambre, el cahuineo y el constante monitoreo de las acciones, muchos de los habitantes mantienen practicas que parecen entrar en contradicción con este malestar: se habla a gritos de un lado al otro del block, del primero al segundo piso e incluso de un block al otro; en las estaciones del año que lo permiten, se mantienen las puertas abiertas y, no con poca frecuencia, los conflictos vecinales e incluso familiares se desarrollan en los espacios comunes. La vida privada se "ventila", y para "alguien que viene de afuera", como yo, en un primer momento no existe carta de navegación para comprender la relación entre la preocupación por ser "hablado" y las practicas que lo acompañan.

Pareciera, a primera vista, ser un sinsentido, una de las inconsecuencias propias del diario vivir. Pero Bougerol, en el citado estudio sobre el conflicto en las Antillas, nos da la pista para comprender "el sentido del juego"13. Allí, como en la población de la que hablamos, aquel que aplica al pie de la letra la recomendación de no mezclarse en los asuntos de otros, es tratado de "aristócrata", "snob", o en chileno, de "cuico". Y en esas condiciones, el medio puede volverse hostil o completamente indiferente y lejano, conllevando el aislamiento.

Así lo expresa Gina, la joven a quien le arriendo una habitación. Una tarde, mientras realizamos labores del hogar me pregunta cómo ha sido mi relación con Lorena, vecina a la que frecuento bastante. Cabe aclarar que Lorena proviene de otro barrio de Santiago y ha llegado hace aproximadamente un año a la población, a vivir con su marido y suegra. Le cuento a Gina que Lorena que es muy simpática, a lo que Gina contesta: "Si poh, es buena onda, pero a veces la gente la mira de lejos y cuando alguien no se mete con nadie, no habla con nadie, dicen que es cuica. Si ella es de otro nivel social" (Notas de campo: octubre 2011)

Esta opinión sobre Lorena es confirmada en otra situación. Rosa, vecina de la casa en la que habito, pregunta a su hija porqué Lorena no envía a su hijo al jardín infantil. Su hija le contesta que porque el niño se comenzó a enfermar muy seguido. "Aaaah, bueno - contesta Rosa - pero si los niños se enferman en el jardín. Es que ésta [refiriéndose a Lorena] se cree del barrio alto" (Notas de campo: octubre 2011)

Es que estar dispuesto a interactuar con el resto implica algo inevitable: que se hable de uno. Y participar de la red de pelambres significa ser parte de la comunidad. Ahora, si se habla de uno, se debe estar vigilante, atento a la posición que se ocupa en el juego.

Podemos dimensionar la importancia que esta dinámica comporta para la vida cotidiana, si consideramos que el medio del que hablamos es pequeño y cerrado. Familias tradicionalmente emplazadas en un área reducida; mujeres que muchas veces permanecen en la casa; hombres que trabajan en la misma población o en zonas cercanas y que, en su mayoría, desarrollan sus actividades de tiempo libre allí; niños que asisten al colegio de la población o del entorno inmediato. En síntesis, baja movilidad social y territorial. Lo que se hace o se dice puede marcar por generaciones, pero también su contrario: no decir y no hacer.

Además, se debe subrayar que, la mayor parte de las veces, el "territorio" habitado no es toda la población, sino una zona de ésta. Las redes más densas de una familia se ubican en las casas vecinas y los locales de venta adyacentes, por lo que la investidura de los lazos es aún más potente que en medios más extendidos. Rosa recurrirá a Lorena para que le preste un disfraz infantil, Gina recurrirá a Rosa para que le haga una torta, Gema hablará con Graciela para saber cómo se postula a los proyectos de renovación de la vivienda. Y así, entre favores, intercambios y pelambres, se seguirán tejiendo y reforzando las redes sociales del barrio. Como señala Laperoynnie (2008) para el caso de los barrios populares en Francia, los habitantes de sectores cuyo universo relativamente cerrado se funda en lazos fuertes - retomando la célebre distinción de Mark Granovetter (1973, Cit. en Laperoynnie 2008: 485) - se encontrarán permanentemente bajo la mirada del grupo con el que está en relación.

REVELACIÓN E INTIMIDAD: LA FUERZA DE LOS AFECTOS

Quizás es por esa misma fuerza en la investidura de los lazos, que el habla a espaldas de terceros a veces se enlaza con la confesión y el testimonio. En estos casos lo contado involucra íntimamente a quién lo cuenta. A continuación se presenta un extracto del diario de campo, que expone el momento final de una reunión de la organización Espacio Abierto en que estamos presentes aproximadamente ocho integrantes y discutimos la planificación para el año 2011. Alguien recuerda una reunión anterior en que se habló del "buen vivir" y señala que todos los presentes lo relacionaron con el pasado. Súbitamente, una integrante que se ha unido a la organización, junto a su marido, a inicios del año 2010, comienza a recordar una parte de su vida matrimonial. Cabe señalar, para comprender el episodio relacionado con el pelambre que, aunque lo que impresiona del extracto en un primer momento es su fuerza afectiva, ella habla a espaldas de su marido, que no se encuentra presente en la reunión, y añade que si él no estuviese, ella no hablaría de eso:

- Lumi: Es que el pasado, el pasado a mi me da mucha pena, mucha pena porque yo sufrí mucho…tenía que ir a la feria a recoger verdura, recogía todos los días cabezas de pescao para darle. Por eso los cabros salen inteligentes, porque los crie con puras cabezas de pescao, si es verdad…
- (Risas y comentarios del resto de los asistentes)
- José: Si todos sufrimos…
- Lumi: …de mi marido, tomando todos los días, él ni se preocupaba, me daba 100 pesos, el me daba 25 mil y los 75 mil se los tomaba…
- José: Cuando venga para acá le decimos que le devuelva la plata.
(risas)
- Lumi: …Yo he sufrido mucho…mucho, mucho… ahora no, ahora toma poco, estamos los dos solos. Yo trabaje, empecé a trabajar para darle estudio a mis hijos y se los di, y me costó mucho salir a trabajar porque este era taaan feroz, ¿te acordai? (le pregunta a alguien que está a su lado) ...'¡que vai a ir a trabajar, vai a ir a maraquear!', yo le dije 'a ti no te interesa lo que voy a hacer, a ti te interesa la platita que te voy a traer', así mismo decía yo, no si fue terrible…
- José: …cuando llegue lo vamos a poner ahí en el patio, a la cola y le vamos a poner un cono.
(risas)
- Lumi: …El me pegaba y yo después le empecé a pegar y después nos pegábamos los dos ¿te acordai?…sabi que una vez estaba curao y vomitó, vomitó y yo no tenía que darle, pan, nada, era tanta la wea que pesque un espejo y ¡pa! le hice tira la cuestión en la cabeza… ¿y sabes lo que hizo él?, se ha sacado la camisa y se revolcó en los vidrios para que dijera la gente que había sido yo quien le había roto los vidrios. Si era súper maldadoso…
- Ada: Debiste haberlo acusado de que era él.
- Lumi: …No, yo no podría hablar de estas cosas si estuviera él.

(Notas de campo: enero 2010)

El evento relatado es intenso y es introducido como "sufrimiento", pero inmediatamente Lumi cambia el afecto del relato, haciendo una broma… "por eso los cabros salen inteligentes." El resto del extracto muestra una oscilación permanente del ánimo colectivo entre la seriedad y la hilaridad. Las bromas de José, y la recepción positiva de ellas por parte del resto de los asistentes, contribuyen a poner un cerco a la fuerza de los sentimientos relacionados con la conversación, y en el momento en que alguien se refiere seriamente a lo relatado por Lumi ("debiste haberlo acusado"), el episodio termina y se comienza a hablar de un tema completamente distinto.

Durante mi estadía en la población, presencié numerosos eventos como éste, que versaban ya sea sobre abusos entre cónyuges, maltrato infantil, conflictos familiares o experiencias pasadas dolorosas. Parece ser que todo es narrable, abierto a ser hablado, en círculos íntimos o menos íntimos, y que la figura del pelambre, del habla a espaldas de un tercero, permite cierta libertad "testimonial", dando la impresión de un desdibujamiento permanente del límite entre lo público y lo privado. Aquí, a diferencia de lo que describe Abrahams en relación al pelambre (1970), los asuntos familiares están abiertos a ser comentados.

¿Existe entonces una línea demarcatoria que delimita aquello que es privado, íntimo, silencioso? Al parecer, el límite es aquello que nos introduce en el mundo de los afectos, particularmente de aquellos que nos pueden delatar como seres vulnerables: pena, vergüenza, dolor, melancolía, miedo, culpa, incluso amor o alegría extremos. Los sentimientos se viven con sigilo, rara vez se verbalizan y cuando se hacen, la prosodia y el lenguaje no verbal no acompañan lo relatado. Estos afectos no se muestran, no circulan, no tienen espacio. Se les exilia de las conversaciones, ya sea a través del humor o la desatención.

El límite es claro, mostrar vulnerabilidad no es una alternativa, como lo expresan dos mujeres en las siguientes citas:

Si uno es suave y aguantas, te pasan por encima. No hay que aguantar ni una. Si no, no te tienen respeto (Notas de campo: octubre 2010)

Uno, igual es como, echa pa` delante […] si andaí así como pollo cagaste […] si tú andaí en la calle a las tres, cuatro de la mañana, y te sale una turba, voh tení que ser más galla que ellos, o si no te van a comerte, cagaste y entregaste, pero si vo' le echaí unas cuantas chuchas […] los hueones quedan traspapelados poh, que te van a decirte, shh, esta es más flaite14 que nosotros todos juntos, aunque voh no seaí ni un poco flaite, […] o si no cagaste, te comieron con limón (Pobladora. Entrevista: octubre 2010)

La violencia cotidiana, simbólica y estructural no lo permite. Se debe resistir, pues no hay descanso. Cada día se enfrenta una nueva situación que puede vencer a los vulnerables: cesantía, pobreza, problemas de salud inatendidos por un sistema público deficiente y saturado, balaceras, señalamiento por los medios de comunicación. En definitiva, parafraseando a Scheper-Huges (1994), un contexto ideal para la banalización de la violencia, posibilitando que los eventos más extraordinarios y dolorosos se conviertan en la norma previsible y esperada.

SÍNTESIS Y DISCUSIÓN

El análisis presentado muestra diversas características del etos y los modos de establecimiento de lazos sociales en un barrio popular de Santiago, a través del examen de las formas que adquiere la práctica social del pelambre.

En primer lugar, vemos que forma parte de un círculo de evitación del conflicto que, a primera vista, para quienes presencian estas prácticas, pueden aparecer como formas de relación hipócritas o instrumentales. Sin embargo, en una segunda mirada y considerando las características del contexto del que hablamos, se vuelve evidente que es una práctica funcional a un medio cerrado, confinado y estigmatizado, donde la mayor parte de las redes sociales (o recursos y oportunidades) de las personas y familias, pertenecen al mismo lugar, como es frecuente en zonas de pobreza urbana (Kaztman 2001) De este modo, perder un vínculo es un riesgo mayor, que muy pocas veces se está dispuesto a correr.

En segundo lugar, el análisis permite evidenciar la contradicción con que se vive la pertenencia al barrio. Se oscila entre la diferenciación y la distancia ("no meterse con nadie"), y el temor que produce el posible aislamiento consecuente a los esfuerzos de distinción. De este modo, los lazos sociales parecen apoyarse en un punto de estabilización que marca la distancia precisa entre el exceso de intimidad y la lejanía, equilibrio que somete a los actores a un monitoreo constante. De ahí probablemente la permanente vigilancia y necesidad de obtener información a través del pelambre.

Finalmente y como parte de este precario equilibrio encontramos el resguardo de la intimidad, bajo la forma de ocultamiento y exilio de los afectos que muestran vulnerabilidad, hecho consistente con la violencia del medio en que se habita y la necesidad de conseguir respeto a través del endurecimiento y la entereza.

Sin duda, el documento presentado muestra un primer y breve acercamiento a una vida cotidiana altamente compleja, en torno a la cual se abren múltiples interrogantes: modo en que se construyen confianzas /desconfianzas y lazos de solidaridad, lugar de los afectos y reconocimiento de las vulnerabilidades y el sufrimiento, posibilidades y condiciones de organización social, entre otras. Por ello, el presente trabajo constituye el primero de una serie que se propone revitalizar la investigación de la vida cotidiana en barrios populares de Chile.

Notas

1. He respetado aquí la denominación que los mismos habitantes le dan al espacio en que residen. Además, he omitido designaciones tales como excluida o periférica, para no hacerme parte de corrientes teórico-empíricas que trabajan con dichos términos.

2. El terreno de esta investigación etnográfica fue realizado entre septiembre y enero de 2010.

3. El nombre del lugar, así como los de las personas, han sido modificados con la finalidad de resguardar su anonimato.

4. En este caso la vulnerabilidad estaba constituida por criterios tales como: niveles de pobreza, niveles de consumo de drogas, existencia de narcotráfico, temor de la población asociado a ésta, y deserción de los espacios públicos, entre otros.

5. Todos los datos que se entregan aquí sobre el lugar están avalados por diagnósticos, datos comunales, publicaciones científicas, trabajos realizados previamente por la autora y por la experiencia en terreno. Sin embargo, se han omitido las referencias bibliográficas para evitar la identificación del lugar.

6. La dictadura militar en Chile comenzó el año 1973 y finalizó en 1990.

7. Para el desarrollo de las nociones de implicación y reflexividad y la imposibilidad de un acercamiento objetivista al trabajo de campo ver Althabe 1990 y 2004.

8. Ragot o commérage, en francés; gossip en inglés; fofoca en portugés. Las denominaciones en español también varían según país: chisme; comadreo, cotilleo, chimento, entre otros.

9. La Once es una comida de media tarde, que puede reemplazar la cena, y que consiste en té o café y pan con agregados.

10. Según Sáez Godoy, Cahuín, palabra proveniente del Mapudungun, tiene el significado de reunión alegre y bullanguera. En el español de Chile ha pasado al de "borrachera" y "casa de remolienda", hasta llegar a su actual significado, de intriga de poca monta, enredo, habladuría (1999 Cit. en Herrera 2000)

11. Red pública de atención primaria de urgencia.

12. Retomo aquí la expresión de los habitantes de la población.

13. Hago referencia aquí una lectura no determinista del concepto de habitus de Bourdieu, (Baranger 2004; King 2000; Schirato & Webb 1999) que según Baranger, derivaría de la interpretación de Bourdieu hecha por Charles Taylor, en su artículo "seguir una regla" (1993. Cit. en Baranger 2004). Según esta interpretación Bourdieu enfatiza que los actores sociales son "virtuosos" que no se encuentran dominados por principios sociales abstractos; son jugadores que saben "el sentido del juego", conocen íntimamente el objeto de éste y el tipo de situaciones en las cuales se pueden ver involucrados, de manera que tienen la flexibilidad práctica para saber "si deben correr hacia la red o hacia la cancha" (Bourdieu y Wacquant 1992)

14. Término que condensa los significados: popular, peligroso y vulgar.

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