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Revista Pilquen

versión On-line ISSN 1851-3123

Rev. Pilquen. secc. cienc. soc.  no.15 Viedma dic. 2012

 

ARTÍCULO

El "indianismo", un término polémico a propósito de Blasón de plata (1912) de Ricardo Rojas

 

Graciela Ferrás
gracielaferras@gmail.com
Instituto de Investigación Gino Germani - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Buenos Aires

Recibido: 12/06/12
Aceptado:
07/08/12

 


Resumen
Este trabajo se propone exponer la polémica que generó la aparición de la palabra "indianismo" en el libro de Ricardo Rojas Blasón de Plata (1912) entre distintos intelectuales provenientes del emergente ámbito de las ciencias sociales (José Ingenieros, Corolario Alberini, Rodolfo Rivarola) y al interior de los mismos nacionalistas del Centenario como Manuel Gálvez. Se intenta mostrar la existencia de percepciones diferentes -en cuanto a la intencionalidad del uso del término "indianismo"- que revierten en lenguajes o "modos de decir" sobre lo autóctono, lo nacional, lo progresista o lo reaccionario. Modos que no sólo muestran los distintos contextos que dan sentido al término, sino que, además, crean diferentes "universos de sentido".

Palabras clave: Indianismo; Nación; Nacionalismo; Ricardo Rojas.

The "indianism", a controversial term about the Blasón de plata (1912) by Ricardo Rojas

Abstract
This report tries to expose the discussion that produced the appearence of the word indianism in the Ricardo Rojas book Blasón de Plata (1912) between the different intelectuals coming from the resulting extent of Social Sciences (José Ingenieros, Corolario Alberini, Rodolfo Rivarola) and the inner thoughts of the nationalists of the Centennial themselves as Manuel Gálvez. Although this discussion does not express clearly ideas related to the language, you may suggest that there is a discussion among different perceptions as regards the intention of the use of the word "indianism" which change into "languages" or "ways of saying" about the native, the national, the progressive or the reactionary. Manners and ways which not only show the different contexts that make sense to the word but create different meaning universes too.

Key words: Indianism; Nation; Nationalism; Ricardo Rojas.


 

DE "CIVILIZACIÓN Y BARBARIE" A "EXOTISMO E INDIANISMO"

"Yo, el último indio"
Ricardo Rojas, El Albatros, terceto 80.

El campo de experiencia del Centenario, es decir, la extranjerización y la fisonomía de la sociedad -el mercantilismo, el cosmopolitismo, la apatía cívica, la simulación, etc.- impedía, para Rojas, explicar nuestra historia bajo el nombre de "Civilización y Barbarie". Éstos eran términos "europeos" que describían e intentaban explicar un período de la historia, pero no daban cuenta de su síntesis, es decir, de la totalidad de la evolución argentina. Rojas no sólo invierte el sentido de esta antinomia, encontrando "bárbaro" al inmigrante europeo del presente y "civilizado" al habitante precolombino, sino que narra la nación histórica a partir de un proceso dialéctico de acuerdos y pugnas entre el elemento exótico y el elemento esotérico, es decir, entre el europeo y el indio, generando las condiciones de posibilidad de una síntesis:1 su conocida Eurindia.2

[…] tal ha sido el origen y diferenciación de nuestra población urbana y nuestras muchedumbres rurales. Sus acuerdos, sus crisis, sus guerras, sus fluctuaciones, explican toda nuestra historia interna. Ambos constituyen el núcleo del antagonismo que Sarmiento designo con el nombre de "Civilización y Barbarie". Pero este dilema no puede satisfacernos ya; aplicase a un periodo restringido de nuestra historia, y nosotros deseamos una síntesis que explique la totalidad de nuestra evolución […] buscamos una teoría desapasionada y de valor permanente; expresa, en fin, un juicio "europeo", puesto que transpira desdén por las cosas americanas, y nosotros queremos ver nuestro pasado como hombres de América. Bárbaros, para mí, son los "extranjeros" del latino: y no pueden serlo quienes obraran con el instinto de la patria, si fuera un instinto ciego. Por eso yo diré en adelante: "el Exotismo y el Indianismo", porque esta antítesis, que designa la pugna o el acuerdo entre lo importado y lo raizal, me explican la lucha del indio con el conquistador por la tierra, del criollo con el realista por la libertad, del federal con el unitario por la constitución -y hasta del nacionalismo con el cosmopolitismo por la autonomía espiritual. Indianismo y exotismo cifran la totalidad de nuestra historia, incluso la que no se ha realizado todavía. En la dialéctica de ese proceso histórico, "Eurindia" es a síntesis de ambos términos. (1946: 107)

Precisamente la tesis del autor de La restauración nacionalista pretende mitigar las alarmas patrióticas del Centenario frente a la presencia de las "nuevas mestizaciones" provocadas por la inmigración incipiente. Esta tesis viene a afirmar, especialmente en lo político, que "la libertad hispanoamericana y la constitución de nuestras nacionalidades no fue cuestión de razas, en el sentido estricto del vocablo", sino que "fincó en la tierra y el ideal indianos" (1946:124) Así, Rojas se aleja de la tesis sarmientina que condena a la raza indo-española y a la tierra americana como obstáculos a la civilización y al progreso, y hace del inmigrante europeo el ciudadano ideal para constituir la nacionalidad. Como lúcidamente señala Miguel de Unamuno, frente a la tesis europeizante de Sarmiento, Rojas propone una transmutación intelectual y no étnica que tiene su asiento en la tierra y el ideal indiano.

Rojas define al extranjero como "bárbaro" a modo de reparación de la imagen sobre lo americano que crea la lógica de "Civilización y Barbarie": ante el "desdén por las cosas americanas" que transpira la fórmula sarmientina, declara "bárbaros a los extranjeros del latino". Y con esta última definición parece remontarse a una de las huellas etimológicas de barbares donada por L´Encyclopédie de Diderot et D´Alembert (1751- 1772) que dice: le terme par lequel les Chaldéens rendent les forisou l´ extrades Latins. No está demás agregar que el pensamiento filosófico francés se inclina por una definición más esencialista de lo político-cultural, aquella que declara "bárbaro" a todo aquel que no tiene ley ni politesse, que viven en la ignorancia de las "buenas costumbres" y el desarrollo de las facultades morales, como los habitantes del Nuevo Mundo.3 De esta manera, más cerca de la imagen pretendida por Sarmiento, el bárbaro carece de politesse que supone civilité (reglas de saber vivir) más que civisme (civilité en el dominio político, vida cívica)

En El pensamiento vivo de Sarmiento Rojas objeta el sentido de civilización como dominio de la naturaleza por el hombre y encuentra que Sarmiento no distingue claramente la diferencia entre culturay técnica (cursivas del autor), de ahí que sus discípulos hayan malinterpretado que la civilización pasará por los trasplantes materiales de la inmigración y la riqueza. Rojas plantea que es la fuerza del indianismo la que nos asegura un destino, una tradición y evita que seamos una factoría. Como venimos señalando, contrariamente a Sarmiento, consideraba que la barbarie está en las factorías de los puertos con su cosmopolitismo mercantil y no en las campañas, fuentes de belleza, riqueza y de patriotismo. En este sentido, no es de extrañar que a su regreso de Europa en 1908, a propósito de un banquete en su honor en Santiago del Estero, proclamara la frase "Facundo va en tranvía" para referirse a la barbarie instalada en la ciudad. Esta idea de la barbarie está en sintonía con el pensamiento de José Enrique Rodó, para el cual la civilización pasó a ser sinónimo de espiritualidad e inteligencia encarnada en la figura etérea de Ariel, y barbarie sinónimo de utilitarismo y materialismo, encarnado en la figura de Calibán (Rodó, 1956). En el libro de Rojas El país de la selva el protagonista le dice al personaje folclórico, el diablo Zupay, que en la metrópoli, y ya no en las selvas, se halla su tierra prometida:

Las pampas, las selvas, las montañas se transforman en beneficio de las ciudades. En ellas esta para ti la tierra prometida […] En las playas de este último río encontraras una populosa metrópoli, nutrida por la savia de estas campiñas desiertas. Ella resume a Bizancio, a Cartago y a Babilonia. […] Busca los clubes, las fábricas, las Universidades, los Parlamentos, las Bolsas, sitios infernales que las urbes antiguas no conocieron, pero que te ofrecen nuevo imperio sin límites (Rojas, 2001: 308-309)

¿Se trata de pensar el progreso como la "nueva" barbarie? No faltan en las "metáforas absolutas ricardianas"- parafraseando a Canal Feijoo- confusiones de sentido. Si bien la fórmula de "Indianismo y Exotismo" con la que pretende reemplazar la de "Civilización y Barbarie", precisamente marca una distancia con un pensamiento dicotómico que se sumerge en una dimensión lógica de superior e inferior, este giro o salto no siempre se produce en su escritura. La frase Facundo va en tranvía lejos de avizorar con beneplácito la savia de los arcanos de la tradición nutriendo la ciudad -como 'la' Paris americana-, anuncia a la metrópoli como nuevo escenario de la barbarie. Aquí, barbarie viene a significar obstáculo a la civilización entendida como cultura; si nos guiamos por la crítica de Rojas a la indistinción entre cultura y técnica sarmientina. Así, la técnica "vacía" de valores, costumbre y tradiciones, genera barbarie.

Absurdo consideraba Rojas ese antagonismo entre campo y ciudad; entre América y Europa. Se le figuraba tanta "barbarie" (sic) en la metrópoli como en la selva, en la bretona francesa como en América. La civilización llevaba en sí el paso del tiempo que se cultiva, más allá del territorio y la población; no era exclusiva ni de un Continente ni de una raza. "Indianismo y Exotismo" eran fuerzas que podían conjugarse en civilización fecunda o en anarquía guerrera, todo dependía de las condiciones de posibilidad de fusión, según la coordinación o no de las fuerzas en tensión. "Civilización y Barbarie" constituían el interior y el exterior a la vez porque de ambas estábamos hechos, situación extraña que enfrentaba el afán nacionalista del autor de la Historia de la literatura argentina y que pretendía expresar con "Indianismo y Exotismo": "la Barbarie es a la vez, pasado, presente y futuro" (Svampa, 1994: 129-130) y la civilización una meta del programa nacionalista. Rojas no recusa los términos Civilización y Barbarie como su par nacionalista Manuel Gálvez en El Diario de Gabriel Quiroga (Ferrás, 2006) Tampoco se visualiza en su pensamiento nacionalista un "enemigo esencial" (Lvovich, 2003:126), ni, es de aclarar, un "amigo esencial". Hay pugnas y acuerdos, es decir, que éstos, amigo y enemigo, alternan. Entre la alternancia entre lo raizal y lo importado no sólo sale victoriosa la "emoción territorial", sino que va constituyéndose a sí misma. Fuerzas centrípetas -que es lo mismo que decir, poblaciones, razas, idiomas, valores, etc.- y centrífugas. Fuerzas que surgen de adentro de la tierra, de lo profundo, de la raíz, y otras que vienen de afuera, de otros territorios y continentes y que, entre todas, constituyen el interior, es decir, la nacionalidad. Entonces, la totalidad de nuestra historia, más que estar signada por la Barbarie es la expresión de este movimiento entre lo que viene de otro continente y lo que el continente alberga.

LA POLÉMICA EN TORNO AL "INDIANISMO" DE RICARDO ROJAS: MANUEL GÁLVEZ, JOSÉ INGENIEROS, COROLARIO ALBERINI Y RODOLFO RIVAROLA. LA DISPUTA POR LA NACIONALIDAD

No obstante, hay otra interpretación, aquella según la cual la tesis del indianismo afirma aquello que Sarmiento había descartado en su composición de la historia: las poblaciones aborígenes como inicio de la nación (Villavicencio, 2009: 171) De esta manera, habría un grupo originario que podría reivindicar "ese lugar" frente al cual los extranjeros serían los recién llegados, los arribistas. Así lo interpreta Rodolfo Rivarola en su crítica a Blasón de Plata en la Revista de Ciencias Políticas. Rivarola no sólo pone en cuestión la posibilidad de hablar de una antinomia entre indianismo y exotismo sino en la gran dificultad de distinguir y calificar quienes pertenecerían a no y otro término. Justamente la ambigüedad de la definición -más idealista y menos "organicista", es decir, ligada a la tierra y la raza- que creemos constituye la riqueza y la condición de posibilidad del antagonismo samientino, es lo criticable para sus contemporáneos. En este caso, la lectura de Rivarola sugiere que exótico sería todo lo extranjero venido de afuera e indiano el criollo de 'pura cepa': "Indianos -escribe Rivarola- hay, del más genuino blasón de plata que ponen barreras a la inmigración italiana, é importan de la civilización europea, lujos, lacayos y majestad monárquica, mientras que modestos exóticos cultivando la tierra anuncian el blasón de oro que reemplazará al de plata." (1912: 546)

Según nuestra interpretación, Rojas también consideraría más indiano, asimilado por el ideal de la tierra americana, al inmigrante italiano afincado a ella, amando el terruño y convirtiéndolo en su destino, mientras que tildaría de exótico al criollo que se mimetiza con la cultura europea. No obstante, esta no es la primera impresión ni de Rivarola ni de la mayoría de sus pares.

En la misma revista, otro que discute el nacionalismo "indianista" de Rojas es Corolario Alberini a propósito de la figura de Sarmiento. Alberini no sólo muestra su simpatía por la ideología que propone la superioridad de la raza blanca, palpable con frases tan sugerentes como ésta: "ese mulato digno de ser blanco" (1912: 478), sino que considera el nacionalismo de Rojas como un "tradicionalismo incásico o hispánico", "culto a un ilusorio ancestralismo indígena" (1912: 479) Nada más "antisarmientista" que el "nacionalismo histórico" del señor Rojas, dirá Alberini mencionando, al mismo tiempo, al señor Lugones como "un notorio adversario" de este nacionalismo (1912: 479) Alberini era uno de esos discípulos de Sarmiento que, como Ingenieros, podía proponer sin ambages cierta idea de "expurgo racial" (González, 1999): "Negamos categóricamente que la eliminación de esa heterogeneidad sea elemento esencial en una teoría del patriotismo argentino. La Argentina no es ni será nunca tierra de mulatos ó mestizos. Mal se aviene, pues, la calidad de nuestra epidermis con una emoción de patria donde alentarían elementos de arqueología precolombiana" (ib. id. 480)

La idea de "heterogeneidad", en este caso, se abre a las distintas nacionalidades, no así a las razas, ya que, siguiendo a Alberini, es condición de patria la "pureza" de su representación en la epidermis caucásica. Muy distinto, de esa homogeneidad cultural propuesta por Rojas y tan vapuleada, que, contrariamente, permite la mezcla, el crisol de las razas y no así el de las nacionalidades. No obstante, Alberini se pregunta si la restauración nacionalista en nuestro país no será lo que Los Discursos a la Nación Alemana de Fichte a Alemania. Obvio que más allá del idealismo, las circunstancias que generaron ambos libros son diferentes. Pero este nacionalismo de Rojas, para Alberini, es el de los conservadores, mientras Sarmiento era un liberal: "[…] el nacionalismo histórico es cosa de conservadores, el progresivo más preocupa á los liberales. Y liberalísimo era Sarmiento. El suyo era un nacionalismo progresivo, casi antihistórico; el de Rojas, en cambio, es histórico en eminente grado [Pretende restaurar] el culto de nuestra historia, aún en sus manifestaciones más bárbaras." (1912: 481)

El liberalismo que pregona un nacionalismo progresista es para Alberini aquel que promueve la conquista del espíritu europeo en América sin excluir el carácter nacional. Este liberalismo marca la importancia de la geografía en la historia, como plantea Sarmiento, en tanto considera la geografía como obstáculo a la civilización europea. El carácter nacional está asociado con la condición de posibilidad de acceder a la cultura europea, desea la victoria, en fin, del espíritu (europeo) sobre la naturaleza americana, carente de astucia histórica:

Sarmiento no es sino el espíritu europeo que continúa conquistando á la América. Ese espíritu, claro está, tomará la forma que la historia de cada comarca sudamericana y a 'emocion del paisaje´ impongan. La ascensión hacia la cultura europea, fomentada ingentemente por nacionalismo progresivo que profesaron Mitre, Sarmiento, Alberdi y todos nuestros estadistas (Alberini, 1912: 482)

Estas interpretaciones del pensamiento de Rojas como un "nacionalismo histórico" y contrario a los ideales de la república liberal, abonan una lectura de su 'indianismo' en tanto que hacedor de un discurso legitimante de la elite criolla en el poder político. Como señala Gálvez a propósito de Blasón de Plata: "[…] se diría que tantas leyendas, hechos, sucesos que en él se mencionan han estado siempre unidos para explicar la tesis de Rojas, y que es incomprensible que, antes de él, otro autor no los haya observado" El abolengo indígena de los argentinos es evidente. Sin embargo, aquí todo el mundo lo niega (1912: 255)

Precisamente Gálvez pone como antecedente de estas ideas su Diario de Gabriel Quiroga (1912), dónde el extranjero ocupa el lugar de "enemigo esencial"4 y la generación de su tío José- elite criolla de "pura cepa"- aparece como la expresión de la nacionalidad. Gálvez estaba de acuerdo con las leyes anti-inmigratorias5 imperantes en esa época que consideraban al extranjero, asociado con la figura del anarquista, como un "enemigo público". De hecho, la idea de "provincialismo" que pregona en su libro rescata el odio al "gringo" del habitante de las provincias, odio asociado a ciertos valores culturales de la época colonial. ¿La tesis del indianismo trataba de legitimar el derecho tutelar de la elite de la oligarquía criolla sobre la nación como saludaba Gálvez?

José Ingenieros interpreta el indianismo como "criollismo", según versa en una "Carta a Don Ricardo Rojas" publicada en La Revista de América en 1913, mismo lugar donde aparece la crítica de Gálvez. Para Ingenieros, con su tesis del indianismo Rojas defiende la tradición del criollismo hispano-indígena que dio lugar primero a la anarquía y luego al caudillaje; la expresión, en definitiva, de un país feudal. Pasado de un país a superar, por ello el sociólogo fumista, consciente con Sarmiento en la idea de "europeizarnos": "Paréceme que hay un equívoco en confundir el sentimiento de la Patria con el de la tradición hispano-indígena; y lo hay mayor en identificar las nacientes naciones latinas de América con las viejas oligarquías feudales que han desgobernado durante el siglo XIX." (Ingenieros, 1913: 185)

Ingenieros entiende el sentimiento de la patria como lo contrario del "indianismo" que, a su parecer, representa las viejas oligarquías feudales, y distingue el hispano-indigenismo, es decir, el criollismo, del americanismo. Éste último incluye un proceso de europeización, mientras que el "criollismo", contrariamente, excluye todo "lo europeo." Para el autor de La simulación en la lucha por la vida, la nacionalidad actual proviene de la inmigración moderna. El proceso de identificación con los nativos que sufre la inmigración del XIX no da por resultado una "indianización" como creería Rojas, sino una "argentinización" (Ingenieros, 1913:192) Así, la "argentinidad" para Ingenieros es un proceso más conectado con la inclusión de lo latino que con la "restauración de lo indiano". Además, considera que Rojas se equivoca, ya que la clase culta es la "europeizada", como profetizó Sarmiento, que sale de las universidades; mientras que los "indianistas" salen de los parlamentos. Aquí, sagazmente, interpreta el sentido de la leyenda que motiva Blasón de Plata y que sustenta el "indianismo" derivado de la cuna de su autor: el "hijo de un señor feudal de la oligarquía santiagueña" (Ingenieros, 1913:194)

Interpretación que, sin lugar a dudas, retomará la crítica literaria argentina posterior. Ingenieros separa las aguas entre la Vieja Argentina feudal de Rojas y su Nueva Argentina (la del inmigrante, la europeizada) y lo invita al pensador santiagueño a sumarse a este proyecto suyo.

¿Realmente el indianismo de Rojas que, pese a las críticas, exponía un sistema de inclusión de los otros, eran contrario o aún un obstáculo a la argentinidad propuesta por el sociólogo? En la carta original (de la cual se desprende el mencionado artículo) enviada a Ricardo Rojas con fecha del 30 de octubre de 1912 desde Lausanne, Francia, Ingenieros emite otras opiniones sugestivas sobre el nacionalismo rojiano que no aparecen en la publicación de la Revista de América. Para el autor de El hombre mediocre, mientras el país es una expresión geográfica, la patria es mucho más y otra cosa: ideales comunes.

Sin patria no hay nacionalismo […] Mientras un país no es Patria, sus habitantes no constituyen una nación. El sentimiento colectivo de la nacionalidad solo existe en cuantos siéntense acomunados para perseguir un mismo ideal: las naciones más homogéneas son las que cuentan más hombres capaces de sentirlo y de servirlo […] Solo el digno y el libre pueden tener una Patria.[…] [Y agrega] cuando tu clarinada de la 'Restauración nacionalista' anunció definitivamente un nuevo despertar del nacionalismo, que Gonzáles, yo y pocos más habíamos entrevisto, en consonancia con una explícita profecía de Sarmiento. La Patria, hoy, somos pocos: tu, yo, diez, veinte, cien más acaso (Ingenieros, 30/10/1912)

Estas últimas expresiones denotan cierta coincidencia entre las opiniones de Ingenieros y el nacionalismo que pregona Rojas en La Restauración nacionalista. Un nacionalismo que no está contaminado de xenofobia ni de beligerancia, como afirma el sociólogo. No obstante, como vimos, luego de la lectura de Blasón de Plata, Ingenieros se distancia de este nacionalismo y, más precisamente, del "indianismo" propuesto por el tucumano-santiagueño. En defensa de la raza caucásica para forjar la argentinidad recurre a las lecturas raciales de Sarmiento en Conflictos y armonía de las razas en América, a los trabajos de A. García, de Luis Ayarragaray, de Octavio Bunge y otros. Para Ingenieros, siguiendo el legado de Sarmiento, la civilización es Europa y lo autóctono, la barbarie. Fiel a la creencia en la imagen sarmientina de asociar civilización con progreso, el italiano considera que la modificación de la historia étnica del país, producto del proceso de europeización, la que permitió el pasaje evolutivo del feudalismo al capitalismo. Así -como se reproduce en la publicación de 1913-mientras el indianismo representa la oligarquía; el europeísmo representa la nacionalidad en formación, que es latina y no indiana. La asimilación de los descendientes de inmigrantes es un proceso de "argentinización" y no fruto de las fuerzas telúricas del indianismo. Y agrega, El porvenir aventurará nuestra latinidad por una razón histórica fácil de prever: la función tutelar de la Argentina en Sud América, contra la penetración yanqui". Para culminar diciendo que "la 'instauración latina´ es un resultado natural de nuestra evolución sociológica" (Ingenieros, 30/10/1912)

De esta manera, correspondencia epistolar mediante, los dos pensadores discurren sobre la interpretación del pensamiento "vivo" de Sarmiento, Ingenieros llegaría a la conclusión de que el "indianismo" de Rojas termina representando a las oligarquías tanto porteñas como provinciales, que usufructúan del político y del funcionarismo. Mientras que el "europeismo" representa las fuerzas más vitales de la nacionalidad en formación. Esta crítica es similar a la realizada por Roberto Giusti a propósito de La Restauración nacionalista en la Revista Nosotros (1910) Para Giusti, al igual que para Ingenieros y Alberini, el nacionalismo es futuro y no pasado; Rojas pregonaría lo contrario, un nacionalismo histórico. Sin embargo, en Rojas el nacionalismo también era futuro, pero tenia serias dificultades para diferenciarse de los nacionalismos de Gálvez y Lugones. Incluso, como podemos apreciar, para Alberini el nacionalismo de Lugones era mucho más liberal que el de Rojas. No obstante, en los hechos Gálvez era claramente defensor de la vieja oligarquía criolla como muestra en El Diario de Gabriel Quiroga y Lugones ya había apoyado la candidatura oficialista de Quintana en 1904 y para 1910 escribía su tetralogía en homenaje a la Patria. En tanto que Ingenieros se encontraba en Francia, en un autoexilio por el desdén hacia el gobierno de Roque Saénz Peña a quien le dedica El hombre mediocre (1913) y Rojas celebraba el advenimiento de la democracia, aunque sin ocultar sus falencias (Rojas, La Nación 10/09/1911)6

Sin ir tan lejos, David Viñas se sirve de este comentario Roberto Giusti para señalar el enfrentamiento racial, clasista y político de los "criollos de pura cepa" contra la inmigración. Para Viñas, las reacciones frente a la inmigración "han ido pasando desde sus iniciales motivaciones aparentemente estéticas y de 'buen gusto' o simplemente idealistas a través de las raciales y clasistas hasta llegar a las estrictamente políticas" (Viñas, 1960) De acuerdo con esto último, Viñas considera que en la crítica a La restauración nacionalista de Rojas, Giusti sintetiza el proceso de intranquilidad, xenofobia y repliegue de la elite criolla que se venía produciendo en la Argentina de 1910 por el lugar que el obrero y el extranjero toma en la vida pública. No obstante, la crítica de Giusti también iba dirigida a lo que denomina el "neohumanismo" de Rojas en defensa de la cultura clásica y el latín, así como su reivindicación de la cultura latina, prefiriendo esta última al culto de los Incas predicado por el tucumano (Giusti, 1910) Sin descuidar las críticas en las cuales Giusti irónicamente asocia a Rojas con el odio al gringo de la elite criolla -por cierto, muy bien enfatizadas por Viñas-, es de recalcar que años más tarde, el propio Giusti se desdecirá de estas duras críticas atribuidas a su pasión juvenil.

Ahora bien, si en este debate descartamos la xenofobia, el patrioterismo y la intención de manipulación electoral, la discusión por el sentido de la argentinidad queda circunscrito a una cuestión racial/cultural: ¿'Instauración latina' acompañada de 'expurgo racial' o mestizaje y 'restauración indiana'? Interpretamos que a la correspondencia de Ingenieros sobre el sentido del "indianismo" siguió un largo silencio por parte del nacionalista a juzgar por una carta de éste último con fecha del 28 de mayo de 1913 que reza lo siguiente: "En octubre pasado te envié á La Plata una larga epístola sobre el indianismo y el nacionalismo. ¿Se perdió? No creo que mi divergente pensar pueda haberte molestado; los últimos suceso electorales me han dado razón, planteando en el terreno de los hechos la fácil previsión que yo hacía en el papel" (Ingenieros, 28/05/1913)

Es evidente que la carta no se había perdido y había llegado a su destinatario, ya que estaba celosamente guardada por el propio Rojas entre los anaqueles que custodian los recuerdos de su vida frente al paso del tiempo en la casa de la calle Charcas. Entonces, ¿por qué el silencio del santiagueño? ¿Se había ofendido realmente? Como bien nos recuerdan Sarlo y Altamirano, más allá de compartir ciertas expresiones tradicionalistas, la nueva síntesis propuesta por Rojas estaba muy lejos de sustentar "el derecho tutelar de la elite de los 'viejos criollos' sobre el país" (Altamirano y Sarlo, 1983: 188) Contrariamente a sus coetáneos nacionalistas, Gálvez y Lugones, para Rojas la oligarquía había sido cómplice de la "desnacionalización" y obstruía el ejercicio de la democracia (Altamirano y Sarlo, 1983: 191) Si bien se desconoce la respuesta de Rojas, una carta de Ingenieros con fecha del 30 de marzo de 1914, puede ofrecer algunas pistas sobre esta disputa en torno a la argentinidad:

Es posible que yo haya exagerado un poco tus ideas, para poner de relieve el germen de error que creí advertir en ellas: ¡mea culpa!¡ pero concédeme la posibilidad de que tu libro realmente sugiriese realmente esa interpretación que, no lo dudo ahora, excedió á tu pensamiento […] Pronto estaré de regreso, más ardiente de fe para la cruzada cultural que dará alma propia á nuestro país, transformándola en patria. Tú serias el profeta, con solo no infectarte de politiquería.

A partir de esta epístola de Ingenieros se despeja el equívoco de interpretar el indianismo de Ricardo Rojas como una legítima defensa a la elite política representada por la oligarquía criolla y como la exclusión de todo "lo europeo" en la conformación de "lo nacional". No obstante, el nacionalismo de Ingenieros porta la creencia de la necesidad de un "expurgo racial" en la lucha de razas, que es la lucha de las naciones, siendo superior la raza caucásica; mientras el santiagueño entiende la nacionalidad a partir del mestizaje y reivindica lo precolombino.7

En el mismo año que Ingenieros publica su "Carta a Don Ricardo Rojas", en la Mundial Magazine, su director, Rubén Darío, asemeja el americanismo de Ricardo Rojas al del cubano José Martí. El mismo que en Nuestra América impugnó el antagonismo de Civilización y Barbarie declarando que "no hay odio de razas, porque no hay razas" y que "peca contra la Humanidad aquél que propague la oposición y el odio contra las razas" (Fernández Retamar, 1989: 202)

REFLEXIONES FINALES

Este artículo se propuso exponer la polémica que generó la aparición de la palabra "indianismo" de Ricardo Rojas alrededor del campo intelectual del Centenario. Sin lugar a dudas, el debate en torno a esta palabra indica el estado de una polémica, de un problema, para definir el sentido de la "argentinidad", en el cual se juegan dimensiones raciales y culturales que no sólo crean diferentes "universos de sentido", sino que estigmatizan ideológicamente los distintos modos de concebir la nación (progresismo, conservadurismo, etc)

Como recuerda Emilio Soto la "americanidad" de Rojas, a pesar de su falta de rigor científico, estaría cerca de pensadores como el mexicano José Vasconcelos y el brasilero Alberto Freyre quienes comprenden en el mestizo el único tipo representativo en la llamada América latina. En él -continúa Soto- a pesar de apreciarse una "substancia étnica", ésta está menos relacionada con las ciencias naturales, y más relacionada con las ciencias históricas y culturales. En este último sentido, entran los ideales democráticos y un mensaje a las futuras generaciones. Lo que le faltó a Rojas es una reflexión en su nacionalismo que propusiera la transformación de una cultura económica y política, por eso muchos de sus contemporáneos "progresistas" lo acusan de idealista y preciosista falto de acción. A Rojas -continúa Soto- parece faltarle la creencia de que el hombre transforma su medio físico y moral, y quizás por ello no es clara su postura entre el reclamo de libertad o de tutela de los pueblos del Nuevo Mundo (Soto, 1958: 328)

No obstante, puede considerase a Ricardo Rojas como un pionero en concebir la "argentinidad" desde una lectura contraria a la 'pureza racial'. La dialéctica de indianismo y exotismo de Rojas implica un desplazamiento de la lectura de las razas tal como lo ve el positivismo europeo de mediados del siglo XIX: nunca hubo unidad étnica en la América precolombina como no la hay en la actual. Como los conquistadores europeos del renacimiento, como los trabajadores inmigrantes que llegaban desde fines del siglo XIX, los indios "argentinos" también descendían de los barcos. Como gesto político y cultural en el Centenario, Rojas realiza una puesta en cuestión a la creencia oficial [y positivista] de que los "argentinos somos de raza blanca y cultura europea". Con ello, es el primero de una gama de ensayistas argentinos (Ezequiel Martínez Estrada, Bernardo Canal Feijóo, Rodolfo Kush) que comienza a "traer a la conciencia" que la realidad y el pensamiento americano se nutre indiscutiblemente de civilización y barbarie.

Notas

1. Si bien en el libro estudiado Ricardo Rojas no hace alusión a las lecturas de Fichte, me parece notar con bastante claridad la filosofía de este pensador prerromántico. En el programa sintético que Fichte había planteado en la Wissenschaftslehre de 1794, proponía investigar en los opuestos la nota por la que son idénticos. Para Rojas, en nuestras formas embrionarias (indio y español) se encuentran las formas sintéticas a desarrollarse (criollo)

2. Eur-india es una suerte de deidad indiana, síntesis de la nacionalidad, que convoca a Europa (Eur) y a la tierra indiana (India)

3. Bárbaro: "El término por el cual los Caldeos designan al que está por fuera (dehors) de los Latinos". Contextualizado en el 1700 d. de C, podemos sugerir que son aquellos habitantes de la Mesopotamia que no son católicos, los paganos. Dictionnaire de l´Académie (1762), Dictionnarie d´Emile Littré (1872), Encyclópedie Diderot- D´Alambert 1751-1772.

4. El 16 de mayo de 1910 el diario de Gabriel Quiroga exalta la violencia de los estudiantes incendiando las imprentas anarquistas, violencia que ha socavado el espíritu del materialismo y despertado el "dormido" sentimiento nacional, volviendo innecesarias la guerra y la catástrofe que, hasta ese momento, le parecían a Gálvez de absoluta necesidad como "terapéutica de caso extremo" (Gálvez, 2001:201-202)

5. La metamorfosis producida por el aluvión de la inmigración y los nuevos fenómenos sociales que ella trajo aparejados, como la llamada "cuestión social", generaron el siguiente contrasentido: junto al éxito político y el progreso económico, las elites vieron amenazados los valores constitutivos de la sociedad por la ausencia de arraigo y la apatía cívica de los inmigrantes, poniendo en peligro el "sentimiento nacional". Las medidas políticas para recomponer el "caos social" que vivía el país fueron de diferentes tenores: las hubo represivas como las leyes anti-inmigratorias de Residencia en 1902 y de Defensa social en 1910, y las hubo reformistas como la ley de servicio militar obligatorio, el proyecto del Código Nacional de Trabajo de Joaquín V. González y la reforma electoral de 1902 del mismo autor

6. Se pregunta Ricardo Rojas: "¿Puede realizarse en igualdad de condiciones "reales" una elección practicada en la capital federal, á las barbas del presidente de la republica, con jueces federales que aguardan en su despacho la denuncia del fraude ó la venalidad, con la policía que hace respetar al sufragante, con comicios en la vecindad del ciudadano, con tranvías á la puerta, calzadas de asfalto y comités que trasladan á los adictos en automóviles, con profusos carteles que informan sobre los candidatos y sus meritos, con teatros y plazas donde oradores y conferencistas educan á los ciudadanos, con abogados y fiscales que los defienden, con padrones purificados por la discusión publica, por la justicia y por la prensa […] con todo lo que constituye, en fin, la opinión publica en una población densa y una gran ciudad del mundo; y otra elección practicada en las riberas del Salado, en cualquier aldeorro de la selva, desde Inga hasta Copo, á las barbas de un comisario rural, con la hostilidad de un juez de paz politiquero, con un policía que compela machete en mano al elector, con urnas á leguas que es menester andar á caballo, vadeando esteros y soportando los rudos soles de marzo en el norte; sin calles, sin carteles, sin orientación, sin luces, sin prensa, sin contralor, sin justicia, con pretorianos misteriosos que se dicen venidos de la ciudad, ó del pueblo próximo, y que se traen la orden de voto y hasta las boletas repartidas del despacho ministerial al jefe político, en tal aislamiento y desamparo, en fin, que la elección suele muchas veces no practicarse". (Rojas, La Nación, 10/09/1911; 9)

7. No olvidemos que un hombre de ideas tan avanzadas como José Ingenieros, e incluso algunos de los primeros marxistas de América adhirieron a ideas como la de Civilización y Barbarie que servían para proclamar la superioridad de la "raza" aria o indoeuropea justificando las terribles empresas coloniales de las metrópolis europeas en nombre del progreso, avance de la sociedad burguesa. (Fernández Retamar, 1989: 173-217)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

FUENTES PRIMARIAS

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